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De las culturas juveniles al estilo Carles Feixa Pampols’ El presente ensayo pretende respon- der tres preguntas fundamentales: éQué son las culuuras juveniles? (Qué relaciones mantienen con las estructu- ras sociales? ¢C6omo abordar su estu- dio desde la antropologia? En un trabajo anterior planteé una serie de reflexiones a partir de sendas expe- riencias etnograficas realizadas en Ca- taluia y en México.! En este texto me “profesor Thular de Autropologfa Social en ta Universitat de Lleida. Pl. Vietor Siurana 1, 25002 Lleida, Catahuia-Fspana " Este texto pucde entenderse como un desarro- lo teérico de tas propuestas etnogrilicas esboradas cen mi articulo “Tribus usbanus & chavos banda", publicado en el n? 47 de Nueva Aniropologia (Mazo, 1995, pp. 71-94), que esperv poder completar con un estudio de caso especitico sobre las eulturas juve- niles en México. propongo esbozar un mapa concep- tual que pueda servir de orientacién para viajar por un territorio tan inte- resante como inexplorado. Tras discu- tirlos problemas tedricos que conlleva el uso del término culiuras juveniles, planteo un modelo de andlisis, 2 basado en la metéfora del reloj de arena, que sitda a las culturas juveniles en la in- terseccién de dos planos convergen- tes: el de las condiciones sociales de generacién, género, clase, etnia y te- rritorio; y el de las imagenes cultura- les que confluyen en Ia construccion del estilo. 72 Carles Feixa EL CONCEPTO DE CULTURAS JUVENILES Los modos de vida y la filosofia socia- lista que dieron origen a los movi mientos juveniles han desaparecido. En su lugar ha nacido una filosofia existencialista que cambia el antiguo concepto de integracién social del in- dividuo en la clase social por un con- cepto de aversién a lo social (...) El concepto de clases sociales va perdien- do el valor originario, puesto que los miembros de las antiguas clases opuestas se van homogeneizando bajo un denominador comin. Las bases politicas y econdmicas que las susten- taban han dado paso a unas bases de tipo vivencial y social. Asf, los antiguos movimientos juveniles han originado los grupos dé juventud. El concepto de nueva ola... es todo un estilo de vida en boga entre los jévenes (Trias Mer- cant, 1967:75) El término Cultura Juvenil se basa en el hecho de que lo que le sucedié a lajuventud en este periodo era radical y Cualitativamente distinto de cual- quier cosa que hubiera sucedido antes. Sugiere que todo lo conseguido por la juventud era mds trascendente que la permanencia de diversos tipos de grupos de jévenes, o las diferencias en su concepcién de clase social. Sos- tiene una cierta interpretaci6n ideolé- gica -por ejemplo, que la edad o la generacién son lo mas importante, o que la cultura juvenil era incipiente- mente interclasista- incluso que la juven- tud se habia convertido en una clase. Por tanto, identificaba cultura juvenil exclusivamente con sus aspectos mas epifenoménicos -misica, estilos, con- sumo de ocio. (Hall & Jefferson, 1983: 15) En los afios sesenta se populariza- ton en los paises occidentales diversas teorfas que celebraban et advenimiento de una Cultura Juvenil (en maytscula y en singular) homogénea e interclasis- ta, simbolizada en la difusién de una nueva ola generacional. Se trataba, en general, de planteamientos que pro- pugnaban a la edad y a la generacién como factores sustitutivos de la clase en la explicacién del conflicto y del cambio social. Estas teorfas eran de- fendidas por autores conservadores, que pretendian oponerse al marxismo como paradigma social hegeménico. Pero también eran compartidas por los idedlogos de la Hamada contracul- tura, que querian justificar la emanci- pacién y la revuelta de los jévenes. A pesar de su sesgo ideol6gico, el discur- so se apoyaba en tendencias sociales bien visibles en aquella época: la ex- tensién de la escolarizacién secunda- ria y universitaria, el aumento de 1a capacidad adquisitiva de los jévenes, el creciente papel de las modas y de la misica rock como emblema generacio- nal, el surgimiento de estilos juveniles espectaculares difundidlos a escala plane- taria, etc., eran factores que unfan a jovenes de diversa procedencia geo- grdfica y social, y que contribuian a generar la infraestructura simbélica para un lenguaje internacional-popular. Por supuesto, lo que enmascara- ba la nocién -diferencias entre estratos diferentes de jévenes, la base social de Culturas Juveniles 73 las culturas juveniles, su relacién con la cultura dominante era tanto o mas importante de lo que revelaba-. Para los autores de Ja escuela de Birming- ham, por ejemplo, no era la edad sino la clase el factor estructurante de las culturas juveniles britanicas de pos- guerra, tanto las de raiz obrera (leds, mods, skins) como las de clase media (beats, hippies, freaks) (Hall & Jefferson, 1983). Desde esta perspectiva, las ma- nifestaciones de los jévenes podian interpretarse como formas de resisten- cia ritual a los problemas irresueltos en la cultura de sus padres, es decir, como elaboraciones simbélicas de sus iden- tidades de clase. Mas que de cultura juvenil, debia hablarse de subculturas juveniles, entendidas como subconjun- to de culturas de clase mas englobantes. El problema de este planteamiento es Ja “correspondencia_excesivamente mecdnica entre juventud y clase, asi como la connotacién desviacionista del término subcultera, confirmada por el énfasis de los investigadores de esta escuela en las subculturas menos integradas y con unas fronteras de clase mas nitidas (Ch. Wulf, 1988; Feixa, 1992). Mi propuesta es retomar el con- cepto culturas juveniles (en plural y sin prefijo), como forma de evitar tanto el uso esencialista y homogeneizador del término cultura juvenil, como la asocia- cin del término subcudtura a comparti- mientos desviados, contestatarios o explicables Gnicamente desde una perspectiva de clase. Este cambio ter- minolégico implica también un cam- bio en la manera de mirar el problema, que wansfiere el énfasis de la margina- cién a la identidad, de las apariencias a las estrategias, de lo espectacular a la vida cotidiana, de la delincuencia al ocio, de las imagenes a los actores. Por supuesto, la nocién de culturas juve- niles es una abstraccién, que no debe confundirse con realidades empirica- mente observables. En un sentido et- nogratico utilizaremos otros términos menos abstractos: cuando nos refira- mos a movimientos juveniles transna- cionales etiquetados por los medios de comunicacién 0 por los mismos actores, hablaremos de estilos (por ejemplo, el estilo hippy, el estilo punk); cuando nos refiramos al flujo de sig- nificados y valores localizados entre grupos juveniles en la vida cotidiana, hablaremos de microculturas (por ejemplo, la microcultura de la esqui- na, la microcultura discotequera, etc.). Desde esta perspectiva, pueden distinguirse dos acepciones del con- cepto culturas juveniles. Seguin la acep- cién maximalista, éstas refieren la manera en que las experiencias socia- les de los j6venes son expresadas colec- tivamente mediante la construccién de estilos de vida distintivos, localiza- dos fundamentalmente en el tiempo libre, o en espacios intersticiales de la vida institucional. Seguin la acepcién minimalista, definen la aparicion de microsociedades juveniles, con grados significativos de autonomia respecto de las instituciones adultas, que se dotan de espacios y tiempos especificos, y que se configuran histéricamente en los paises occidentales tras la II Gue- rra Mundial, coincidiendo con gran- 74 Carles Feixa des procesos de cambio social en el terreno econdmico, educativo, laboral e ideolégico. Su expresién mis visible son un conjunto de estilos espectacula- es, etiquetados por los medios de co- municacién de masas y con una determinada trayectoria _histérica, aunque puedan también tomarse en consideracién los estilos de vida de grupos juveniles mas localizados, aun- que menos visibles y etiquetados. La nocién de culturas juveniles remite a la nocién de culturas subalter- nas. En la tradicién gramsciana de la antropologfa italiana, éstas son consi- deradas como las culturas de los sec- tores dominados, y se caracterizan por su precaria integracién en la cultura hegeménica, mas que por una volun- tad de oposicién explicita. La no inte- gracién -o integracién parcial- en las estructuras productivas y reproducti- vas es una de las caracteristicas esen- ciales de la juventud. Los jévenes, incluso los que provienen de las clases dominantes, acostumbran a tener es- caso control sobre la mayor parte de aspectos decisivos en su vida, y estén sometidos a la tutela (mas 0 menos explicita) de instituciones adultas. Lo que diferencia a la condicién juvenil de otras condiciones sociales subalter- nas (como la de los campesinos, las mujeres y las minorias étnicas) es que se trata de una condicién transitoria: los j6venes pasan a ser adultos (pero nuevas cohortes generacionales los re- emplazan). Este caracter transitorio de la juventud ha sido utilizacdo a me- nudo para menospreciar los discursos culturales de los jévenes. A pesar de ello, en condiciones desiguales de po- der y recursos, determinados grupos juveniles han sido capaces de mante- ner niveles de autoafirmacién consi- derables (Lutte, 1984; Juliano, 1985; Lombardi Satriani, 1978). Desde esta perspectiva, las culturas juveniles sur- gen en el cruce de varias estructuras sociales, de las que podemos distin- guir tres grandes escenarios que ac- tian como mediadores (Hall & Jefferson, 1983: 12 y ss.): a) La cultura hegeménica re- fleja la distribucién del poder cultural a escala de la sociedad més amplia. La relacién de los jévenes con la cultura dominante est4 mediatizada por las diversas instancias en las cuales este po- der se transmite y se negocia: escuela, sistema productivo, ejér- cito, medios de comunicaci6n, ér- ganos de control social, etc. Frente a estas instancias, los j6venes esta- blecen relaciones contradictorias de integracién y conflicto, que cambian con el tiempo. Las cultu- ras juveniles provenientes de una misma cultura parental pueden negociar de forma diferente sus relaciones con Ja cultura hege- ménica: las culturas juveniles obreras pueden adoptar solucio- nes adaptativas (el buen estudian- te, el chico laborioso) o disidentes (el bandolero, el gamberro); las cul- turas juveniles de clase media pue- den seguir itinerarios normativos (situarse, hacer carrera) 0 contesta- tarios (desmadrarse, rebelarse). b) Las culturas parentales Culturas Juve 75 pueden considerarse como las grandes redes culturales, defini das fundamentalmente por iden- tidades étnicas y de clase, en el seno de las cuales se desarrollan las culturas juveniles, que consti- tuyen subconjuntos, Refieren las normas de conducta y valores vi- gentes en e} medio social de ori- gen de los jévenes. Pero no se Himita a la relaci6n directa entre padres ¢ hijos, sino a un conjunto mas amplio de interacciones co- tidianas entre miembros de ge- neraciones diferentes, en el seno. de la familia, el vecindario, la escuela local, las redes de amis- tad, las entidades asociativas, etc. Mediante la socializaci6n prima- ria, el joven interioriza elemen- tos culturales basicos (uso de la lengua, roles sexuales, formas de sociabilidad, comportamiento no verbal, criterios estéticos, crite- rios de adscripcién étnica, etc.) que luego utiliza en la elabora- cin de estilos de vida propios. c) Lasculturas generacionales, finalmente, refieren la experien- cia especifica que los jovenes ad- quieren en el seno de espacios institucionales (la escuela, el tra- bajo, los medios de comunica- cidén), de espacios parentales (la familia, el vecindario) y sobre todo de espacios de ocio (Ia calle, el baile, Jos locales de diversion). En estos ambitos circunscritos, el joven se encuentra con otros jéve- nes y empieza a identificarse con determinados comportamientos y valores, diferentes a los vigentes en el mundo adulto. Las cambiantes relaciones de las culturas juveniles con las culturas pa- rentales'y con Ia cultura dominante pueden explicar la coexistencia de di- yersos estilos juveniles en cada mo- mento histdrico, que a grandes rasgos trazan fronteras sociales, pero que también pueden presentarse de ma- nera oblicua, mezclando influencias diversas. Son importantes, en este sentido, los procesos de circulacién, apropiacién y sincretismo cultural, que impiden la correspondencia me- c4nica entre culturas juveniles y clase. Aun nivel mas operativo, las culturas juveniles pueden analizarse desde dos perspectivas complementarias, que exploraremos a continuaci6i a) En el plano de las condi- ciones sociales, entendidas como el conjunto de derechos y obliga- ciones que definen la identidad del joven en el seno de una ¢s- tructura social determinada, las culturas juveniles se construyen con materiales provenientes de las identidades generacionales, de género, clase, etnia y territorio. b) En el plano de las image- nes culturales, entendidas como el conjunto de atributos ideolégi- cos y simbélicos asignados y/o apropiados por los jovenes, las culturas juveniles se traducen en estilos ms o menos visibles, que integran elementos materiales € inmateriales heterogéneos, pro- venientes de la moda, la misica, el lenguaje, las practicas cultura- 76 Carles Feixa les y las actividades focales. Estos estilos tienen una existencia his- térica concreta, son a menudo etiquetados por los medios de comunicacién de masas y pasan a atraer la atencién piiblica du- rante un periodo de tiempo, aunque después decaigan y desa- parezcan. CULTURAS JUVENILES Y CONDICIONES SOCIALES: LAS BASES ESTRUCTURALES Las culturas juveniles se construyen con las materias primas de la iden dad social, que pueden sintetizarse en cinco grandes factores estructurantes: la generacién, el género, la clase, la etnicidad y el territorio. Estos Factores reflejan Ia situacion estructural de los jévenes en ta sociedad. Cada uno de ellos influye en la manera como cada individuo 0 cada grupo se relaciona con las culturas juveniles. A su vez, cada estilo juvenil supone grados di- versos de articulacién entre los facto- res sefialados. a) Generacién. El primer gran fac- tor estructurador de las culturas juve- niles es la generacién. La generacién puede considerarse el nexo que une biografias, estructuras e historia. La nocién remite a la identidad de un ipo de edad socializado en un mis- mo periodo historico. Al ser la juven- tud un momento clave en el proceso de socializacién, las experiencias com- partidas perduran en el tiempo, y se traducen en la biograffa de los actores. €Cémo distinguir una generacién de otra? Por una parte, las fronteras ge- neracionales responden a factores his- tricos y estructurales. En palabras de Bourdieu (1979:530) “es la transfor- maci6n del modo de generacién social de los agentes lo que determina la aparicién de generaciones diferentes y de conflictos de generaciones”. Por otra parte, las generaciones se identi- fican sobre todo por la adscripcién subjetiva de los actores, por un senti- miento de contemporaneidad que ex- presa si no recuerdos comunes, por to menos recuerdos en comin (Augé, 1987: 33). La conciencia que manifiestan los actores de pertenecer a una misma generacién se refleja en acontecimientos generacionales (una guerra, un movi- miento de protesta), lugares comunes, etiquetas y autocalificaciones. Aunque no se trata de agrupaciones homogé- neas, ni afectan de la misma manera a todos los individuos coetaneos, tien- den a convertirse en modelos retéri- cos perceptibles en las historias de vida. Las generaciones sélo se pueden dividir sobre la base de un conoci- miento de la historia especifica del campo involucrado. Sélo los cambios estructurales que afectan al campo po- seen el poder de determinar la pro- duccién de generaciones diferentes, transformando los modos de genera: ci6n social de losagentes y determinan- do la organizacién de las biograffas individuales y su agregacin en clases de biografias orquestadas y rimadas segiin el mismo éempo. (Bourdieu, 1979:530) Culturas Juveniles 17 Las culturas juveniles més visi- bles tienen una clara identidad gene- racional, que sintetiza de manera espectacular el contexto histérico que las vio nacer. Aunque en cada momen- to conviven diversos estilos juveniles, normalmente hay uno que se convier- te en hegemonic, sellando el perfil de toda una generacion. Algunos apa- recen stibitamente en la escena publi- ca, se difunden y al cabo de un tiempo se apagan, se fosilizan 0 son apropia- dos comercialmente. Otros persisten, e incluso son retomados, reinventados por generaciones posieriores (revi- vals). Sin embargo, es la novedad lo que da carta de naturaleza a las cultu- ras juveniles (a diferencia de las cul- turas populares, que pueden definirse como rebeldes en defensa de la tradicién, Jas culturas juveniles aparecen a me- nudo como rebeldes en defensa de la innovacién). Por ello es posible anali- zarlas como una metafora de los pro- cesos de transici6n cultural, Ja imagen condensada de una sociedad cam- biante, en términos de sus formas de vida, régimen politico y valores bisicos. b) Génevo. Las culturas juveniles han tendido a ser vistas como fenéme- nos exclusivamente masculinos. De becho, la juventud ha sido definida en muchas sociedades como un proceso de emancipacion de la familia de ori- geny de articulacin de una identidad propia, expresada normalmente en el mundo piuiblico 0 laboral. En cambio, para las muchachas la juventud ha consistido habitualmente en el transi- to de una dependencia familiar a otra, ubicado en la esfera privada. La reclu- sién femenina en el espacio doméstico las ha alejado de la calle 0 de los locales de ocio, espacios privilegiados de las culturas juveniles. Por otra par- te, las bandas se han visto como un fenémeno de afirmacién de la virili- dad, que se refleja tanto en sus acti dades violentas, como en su estética dura, En las asociaciones juveniles, en la misica rock, en las actividades de ocio, en el radicalismo politico, las mu- chachas parecen haber sido invisibles La posicion de las muchachas puede no ser marginal, sino estructu- ralmente diferente. Pueden ser mar- ginales en las subculturas, no solo porque son expulsadas por la domina- cién de los varones a los margenes de cada actividad social, sino porque es- t4n centralmente situadas en un con- junto o rango de actividades diferente, necesariamente subordinado. (Gar- ber & McRobbie, 1983: 221) Garber y McRobbie (1983) han planteado si esta invisibilidad no es un. estereotipo cultural generado por in- vestigadores e informantes masculi nos. Para estas autoras, la cuestién no es tanto la presencia o ausencia de las mujeres en las culturas juveniles defi nidas en términos androcéntricos, sino las formas con que interactéan entre ellas y con otros sectores para negociar un espacio propio, articulan- do formas culturales, respuestas y re- sistencias especificas. Si las muchachas son marginales 0 pasivas en el rock, la sexualidad y la politica (épero, ha sido siempre asi?), es probable que en su vida ocupe un lugar central la sociabi- lidad femenina del vecindario, las cul- 78 Carles Feixa turas de fans y clubs de fans, la onga- nizacién de la propia habitacion (be- droom culture), etc, Sin embargo, la atencién exclusiva a la esfera privada no ha de hacernos olvidar que las chicas, como los chicos, viven su ju- ventud en una multiplicidad de esce- narios. Como ha observado Helena Wulf en su estudio sobre una microcul- tura juvenil femenina de Londres: Parte de la cultura de las chicas tiene su base en el dormitorio. Es el lugar para los sueios natcisistas, para experimentar con el vestido, los cosméticos y los nuevos bailes. A veces las chicas quieren estar solas, as, también los grupos mixtos se encuentran en la habitacion de alguna de ellas. Esto es una parte de la cuestisn. Por otra parte, sospecho que en los dormito- rios de los chicos tienen lugar activi- dades semejantes. Si bien algunas chicas estén confinadas a la esfera privada, otras muchachas acuden al club juvenil y se encuentran, como los chicos, en la esquina de la calle. (Wulf, 1988: 166-7) c) Clase. La relaci6n entre cultura juvenil y clase se expresa sobre todo en Ia relacién que tos jovenes mantie- nen con las culturas parentales. Esta no se limita a una relacién directa entre padres ¢ hijos, sino a un amplio conjunto de interacciones cotidianas entre miembros de generaciones dife- rentes en el seno de la familia, el ba- rrio, la escuela, la red amplia de parentesco, la sociabilidad local, etc. Los jévenes habitan, como sus padres, enun medio familiar y social especifico, que ejerce las funciones dle socializacion primaria. Mediamte la interaccién cara a cara con parientes y vecinos mayores, los jévenes aprenden algu- nos rasgos culturales basicos (roles se- xuales, lenguaje, maneras de mesa, gustos estéticos). Mientras las culturas parentales de clase media tienden a concentrar estas funciones en la fami- lia nuclear, las culturas obreras dan mucha més importancia a la familia ampliada y la comunidad local. Estos contextos intimos también vinculan a los jdvenes con el mundo exterior: la percepcién del mundo del trabajo para los jvenes obreros, de la carrera para los j6venes de clase media, las valoraciones sobre la policia y la auto- ridad, las interpretaciones que se ha- cen de los medios de comunicacién, etc, Aunque se identifiquen con otros miembros de su propio grupo de edad, los j6venes no pueden ignorar los aspectos fundamentales que comparten con los adultos de su clase (oportunida- des educativas, itinerarios laborales, pro- btemas urbanfsticos, espacios de ocio, etc). La mayor parte de la literatura sobre las culturas juveniles se ha cen- trado en los jévenes de clase obrera. Los jévenes de clase media sélo han sido considerados cuando han partici- pado en movimientos disidentes o contraculturales (es decir, cuando han provocado problemas a sus mayores). Aunque no siempre expresen su iden- tidad de manera tan espectacular como sus coetdneos proletarios, los jovenes de clase media -o los que as- piran a serlo- comparten determina- das modas, misicas, intereses focales, Culturas Juve 79 espacios de ocio, adornos, que a me- nudo se traducen en determinadas etiquetas usadas en Ja interaccién so- cial de la vida cotidiana: yes-yes, jeu- nesse dorée, humnbayés, pijos, chavos fresa, juniors, etc. Urge, por tanto, estudiar ‘més a fondo el amplio espectro de estilos juveniles de clase media: Puede que los jévenes de clase media no sean un grupo problema- 0 para el conjunto de la sociedad, pero ello no significa que no experi- menten problemas en tanto que j6- venes. Puede que sean privilegiados, pero no siempre se sienten compla- cidos. Como los teenagers obreros, estén sujetos a diversas presiones; Jos detalles pueden diferira causa de sus carreras educativas y experien- cias previas, pero no por eso dejan de vivir las contradicciones de su tiempo. Sus intereses politicos y activi- dades de ocio expresan a menudo va- loves especificamente burgneses, pero Jos caminos emprendidos van del ra- dicalismo intelectual al conservadu- ‘ismo burocratico. Los estudiantes, por ejemplo, tienen a su disposieién diversos recursos politicas, artisticos, religiosos ¢ intelectuales a los que no siempre pueden acceder los jévenes de otros medios sociales. (Roberts, 1983: 159) d) Etnicidad. Desde sus origenes, el fenémeno de las bandas juveniles se ha asociado a la identidad cultural de la segunda generacién de emigrantes a zonas urbanas de Europa y Nortea- mérica. Dado que los javenes de la segunda generacién no pueden iden- tificarse con la cultura de sus padres, que s6lo conocen_ indirectamente, pero tampoco con la cultura de su pais de destino, que los discrimina, po- drian interpretarse sus expresiones culturales como intentos de recompo- ner mdgicamente la cohesién perdida en la comunidad original. Ademas de la etnicidad, hay otros factores que intervienen en la conformacién de Jas bandas juveniles, como la generacién, el género, la clase social y el territorio. Lo que me interesa constatar es que estos factores interactian en la con- formacién de estilos generacionales, que puede entenderse como soluciones simbélicas a los problemas irresueltos en la cultura parental (Hall & Jeffer- son, 1983) ‘A medida que la generacion de nacidos en América va Hegando a la maduvez, el sistema de vida de Cor- nerville ha experimentado cambios significativos. Los lazos de lealtad a los paesani no ligan padre. Inchuso Ia fami ha dividido en dos generaciones se- paradas. Los nacidos en Italia son conocidos por la generacién mas jo- ven como greasers (pringosos). A me- nudo, los hijos sienten un fuerte apego a sus padres y no obstante, los degprecian, Algunos de los mayores gozan de posiciones respetadas, pero en lo general, no poseen la autoridad caracteristica de que dis- frutan en la mayoria de las socieda- des. (Whyte, 1972: 18-9) La oposicién entre el nosoiras y el otros se reviste de componentes étni- cos, y a menudo se expresa a través del conflicto por el territorio urbano. No ¢s casualidad, tampoco, que las cultu- ras juveniles briténicas de posguerra emergieran de manera paralela a los procesos de descolonizacién y ala ma- 80 Carles Feixa siva legada de inmigrantes ultrama- Tinos, que afectaron al conjunto de estilos juveniles, pero que sobre todo generaron formas especilicas de iden- tidad étnica generacional, como los rastafarianos (Hebdige 1983). La mu- sica reggae seria una de las expresiones més interesantes de esta reinvencién de la identidad étnica. En las interaccio- nes entre los diversos grupos juveni- les, las fronteras étnicas pueden confundirse con las fronteras raciales {entendidas como etiquetas sociales). De los teds a los skinheads, algunas de las culturas juveniles se articulan como respuesta al olro, de ahf que a menudo se les culpe de todo compor- tamiento racista, cuando lo que hacen es expresar abiertamente prejuicios xendéfobos que se mantienen latentes en el seno de ta cultura dominante, actuando como metéforas de la crisis social. Por otra parte, en determina dos contextos multi¢tnicos se dan también procesos de creolizacién, es de- cir, de creaciones sincréticas fruto de la interaccién entre jvenes de diver- sos origenes, como la microcultura es- tudiada por Helena Wulf en Londres (1988). Pero incluso en estos contextos es fundamental la reinvencién de la identidad étnica por parte de los jéve- nes. e) Territorio. El iltimo de los fac- tores estructurales de las culturas ju- veniles es el territorio. Aunque puede coincidir con la clase y la etnia, es preciso considerarlo de manera espe- cifica. Incluso puede predominar a veces sobre los dos factores citados: en barrios interclasistas, las bandas tien- den a ser interclasistas: en barrios in- terétnicos tienden a ser interétnicas; en ambos casos no hacen mas que reflejar las formas especificas que adopta la segregacién social urbana, Las culturas juveniles se han visto histéricamente como un fenémeno esencialmente ur- bano, més precisamente metropolita- no. La mayor parte de estilos espectaculares han nacido en las gran- des urbes de los paises occidentales (Chicago, San Francisco, Nueva York, Londres, Paris). Pero en la medida que los circuitos de comunicacién juvenil son de caracter universal -mass media, rock, moda-, que hay problemas como el desempleo que afecta a los jévenes de diversas zonas; la difusién de las culturas juveniles tiende a trascender las divisiones rural/urbano/metropoli- tano. Ello no significa que se de el mismo tipo de grupos en un pequefio pueblo, en una capital provinciana 0 en una gran ciudad, ni que ser punk signifique lo mismo en cada uno de estos territorios. Urgen, en este senti- do, andlisis comparativos que esta- blezcan correlaciones a nivel nacional e internacional. A través de la funcién de territo- rialidad, la subcultura se enraiza en la realidad colectiva de los muchachos, que de esta manera se convierten ya no en apoyos pasivos, sino en agentes activos. La territorialidad es simple- mente el proceso a través del cual las fronteras ambientales son usadas para significar fronteras de grupo y pasan a ser investidas por un valor subcultu- ral. Esta es, por ejemplo, la funcién del futbol para los skinheads. La terri Culturas Juveniles 81 torialidad, por tanto, no es sdlo una manera mediante la cual los mucha- chos viven la subcultura como un com- portamiento colectivo, sino la manera en que la subcultura se enraiza en la comunidad. (Cohen, 1972: 26-7) La emergencia de la juventud, desde el periodo de posguerra, se ha traducido en una redefinicién de ta ciudad en el espacio y en el tiempo. La memoria colectiva de cada genera- cién de jévenes evoca determinados lugares fisicos considerados emble- miaticos. Asimismo, la accién de los _jévenes sirve para redescubrir territo- rios urbanos olvidados 0 marginales, para dotar de nuevos significados a determinadas zonas de Ia ciudad. La emergencia de culturas juveniles pue- de responder a identidades barriales, a dialécticas centro-periferia, que es preciso desentrafiay: Por una parte, las culturas juveniles se adaptan a su con- texto ecolégico (estableciéndose una simbiosis a veces insdlita entre estilo y medio). Por otra parte, crean un territo- rio propio, adueniandose de determina- dos espacios wbanos que distinguen con sus marcas: la esquina, Ja calle, la pared, el local de baile, la discoteca, las rutas de ocio, etc. CULTURAS JUVENILES E IMAGENES CULTURALES: LA CONSTRUCCION DEL ESTILO ‘Tras analizar las condiciones sociales que constituyen la infraestruciura de las culturas juveniles, es preciso disec- cionar las imagenes culturales con que éstas se presentan en la escena puibli- ca. Para ello retomaremos el concepto de estilo, El estilo puede definirse como la manifestacién simbélica de las culturas juveniles, expresada en un conjunto mas o menos coherente de elementos materiales ¢ inmateriales, que los jévenes consideran repre- sentativos de su identidad como gru- po. La mayoria de grupos juveniles comparten determinados estilos, aun- que éstos no siempre sean espectacu- lares ni permanentes (puede hablarse también de estilos individuales, en la medida en que cada joven manifiesta determinados gustos estéticos y musi- cales y construye su propia imagen piiblica). Sin embargo, los que aqui hos ocupan son sobre todo aquellos que se manifiestan de manera espec- tacular en la escena piiblica y que pre- sentan una trayectoria _ historica precisa. En este sentido, correspon- den a la emergencia de la juventud como nuevo sujeto social y se basan en la difusién de los grandes medios de comunicacién, de la cultura de masas y del mercado adolescente. Las subculturas podrian no ha- ber existido si no se hubiera desarro- lado un mercado de consumo especilicamente dirigido a los jéve- nes. Las nuevas industrias juveniles aportaron los materiales brutos, los bienes, pero no consiguieron producir -y cuando lo intentaron fracasaron- estilos auténticos, en su sentido mas profundo. Los objetos estaban alli, a su disposicin, pero eran usados por los grupos en la construccién de esti- los distintivos. Esto significé, no sim- 82 Carles Feixa plemente tomarlos, sino construir ac- tivamente una seleccién de cosas y bienes en el interior de un estilo, lo cual implicé a menudo subvertir y transformar estos objetos, desde su significado y uso originales, hacia otros usos y significados. (Clarcke, 1983: 54) Para Clarcke (1983), la genera- ct6n de un estilo no puede entenderse como un fenédmeno de moda o la con- secuencia inducida de campatias co- merciales. El tratamiento periodistico ha tendido a aislar objetos sin fijarse en como son organizados de una ma- nera activa y selectiva, en cémo son apropiados, modificados, reonganiza- dos y sometidos a procesos de resigni- ficaci6n. Las diversas subculturas juveniles se han identificado por la posesién de objetos: la chamarra de los teds, el cuidado corte de pelo y la scooter de los mods, las botas y el pelo rapado de los skinheads, etc. Sin em- bargo, a pesar de su visibilidad, las cosas simplemente apropiadas o utili zadas por si solas no hacen un estilo. Lo que hace un estilo es la onganiza- cién activa de objetos con actividades y valores que producen y organizan una identidad de grupo. Todo ello demuestra, como ya habfa apuntado Monod, lo simplista que es responsa- bilizar al mercado de la aparici6n de 2stilos juveniles: Los accesorios en el vestir tuvieron el papel de mediadores entre los jvenes y sus idolos, favorecieron por homolo- gia y al mismo tiempo por contigtiedad su identificacién; y cumplieron ademas Ia funci6n de un lenguaje simbélico in- ductor de la comunicacién de los fie- les. Por ello, decir estilo, género o moda, es decir demasiado poco. Se trata de un sistema integrado de co- municaci6n infraverbal. O sea: deuna cultura (Monod, 1976: 141). Para analizar cémo se construye un estilo pueden utilizarse dos con- ceptos de la semisti a) El concepto de bricolage sirve para comprender la mane- ra en que objetos y simbolos in- conexos son reordenados y recontextualizados para comuni- car nuevos significados. Se trata de un concepto que Lévi-Strauss (1971) aplicé al pensamiento salva- je, refiriéndose a un sistema total de signos compuesto por elemen- tos heteréclitos que provienen de un repertorio ya existente: E| bricoleur es capaz de ejecutar un gran numero de tareas diversifi- cadas, pero a diferencia del ingenie- ro, no subordina ninguna a ta ‘obtencién de materias primas y he- rramientas: su universo instrumen- tal estd cerrado y sus reglas del juego consisten en arreglarse con los me- dios de a bordo, es decir, un conjunto finito de herramientas y materiales, heterdéclitos por demds, porque la composicién del conjunto no esté en relacién con el proyecto del momen- to, ni de hecho con ningtin proyecto particular, sino que es el resultado contingente de todas las ocasiones que se han presentado para renovar © enriquecer el estoque o de mante- nerlo con residuos de construccio- nes y de construcciones anteriores. (Lévi-Strauss, 1971-35-6) Enel caso de los estilos juveniles, Culturas Juveniles 83 esta re-significacion se puede alcanzar por medios diversos. Una manera consistié en invertir los significados dados, combinando, en un cédigo di- ferente o secreto, generado por la mis- ma subcultura, objetos _ tomados prestados de un sistema previo de sig- nificados (véase, por ejemplo, el uso de las cruces gamadas por parte de los punks). Owra manera consistié en mo- dificar objetos producidos 0 usados anteriormente por otros grupos socia- les (véase, por ejemplo, la utilizacion del vestido eduardino por parte de los teds). Otra manera consistié en exage- rar un significado dado (véase, por ejemplo, la fetichizacién de la aparien- cia por parte de los mods). ¥ también la de combinar formas de acuerdo con un lenguaje © cédigo secreto, la clave del cual s6to la poseen los componen- tes del grupo (por ejemplo, el lengua- Je rasta de los rudies afrocaribefios). (Clarke, 1983: 177) b) El concepto de homologia refie- re la simbiosis que se establece, para cada cultura particular, entre los arte- factos, el estilo y la identidad de grupo. El principio generativo de creacién estilistica proviene del efecto recipro- co entre los artefactos 0 textos que un grupo usa y los puntos de vista y acti- vidades que estructura y define su uso. Esto identifica a los miembros de un grupo con objetos particulares que son, o pueden hacerse, homdlogus con sus intereses focales. Willis (1978) se- fala, por ejemplo, la clara homologia existente entre el intenso activismo, identidad de grupo, rechazo a la in- trospeccién, amor a Ia velocidad y al alcohol de los motor-bike boys, y su pa~ sion por el primitivo rock & roll. O la que se da entre la dejadez, la laxa afiliacion grupal, el gusto por la in- trospeccién, el amor a las drogas per- ceptivas de los hippies y su misica preferida (rock californiano, psicode- lia, etc.). La adopcién de las botas, los pantalones vaqueros y el corte de pelo de los skinheads era significativa estilis- ticamente porque estas manifestacio- nes estaban en sintonia con las concepciones skin de masculinidad, du- veza y obrerismo. Los nuevos significa- dos emergen porque los fragmentos dispersos de que se componen, toma- dos de aqui y de all4, se integran en un universo estilistico nuevo, que vin- cula a objetos y simbolos a una deter- minada identidad de grupo. (Hall & Jefferson, 1983: 53)

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