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DHEP I , see De 24 ay PERRELEY” — Eusorea 463. VIDA Y ESCRITOS ). ABBAC NANO La doctrina de Berkeley es la escolastica del empirismo. El empirismo de Locke es tomado por Berkeley coimo punto de-partida y fundamento-de una... ae defensa de valores morales v religiosos, Berkeley s¢ encuentra, frente al-~ empirismo, en la misma posicién en que se halla Malebranche respecto al cartesianismo: ambos utilizan una u otra filosofia para una defensa de la cespiritualidad religiosa, aunque intentan completarla con las doctrinas del neoplatonismo tradicional. Jorge Berkeley nacié en Dysert, Irlanda, el 12 de marzo de 1685. Se gradué en Dublin en 1707 y Ilegé muy pronto a formular el principio de su filosofia, e] inmaterialismo, que concibié desde un principio como esfuerzo encaminado a defender la conciencia religiosa y sus valores basicos. A los 24 afios, en 1709, publicé el Ensayo de una nueva teoria de la visién; y al aio siguiente (1710) publicé el Tratado sobre los principios del conocimiento hhumano, cuyo principal intento se muestra palpablemente en el subtitulo.- en el cual se investigan las principales causas de error y de dificultades en las ciencias, con los fundamentos del escepticismo, del ateismo y de la inteligiosidad." En 1713, Berkeley se dirigié a Londres, donde frecuenté la brillante sociedad de su tiempo y trabo amistad con los personajes mas conocidos de la literatura y de la politica, entre ellos su paisano Jonatén Swift. Alli publicé los Tres didlogos entre Hylas y Philonus (1713), en los cuales reprodujo en forma dramatica de didlogo las tesis del tratado. En los afios siguientes Berkeley viajé por Italia (1714, 1716-20) y de este viaje nos ha dejado una narracién descriptiva en el Diario de Italia, que no fue publicado hasta 1871. Vuelto a Inglaterra, publicé en 1721 un escrito de filosofia natural, De motu, y un Ensayo para prevenir la ruina de la Gran Bretafia. En 1723 formuld el gran proyecto de evangelizar y civilizar a los salvajes de América. Creyendo que su proyecto habia llamado la atencién del pablico y del gobierno, partié en 1728 para fundar un colegio en las islas Bermuda*. Se detuvo en, Rhode Island para esperar (inutilmente) los subsidios prometidos, y permanecié alli hasta fines de 1731. En estos tres afios compuso el Alcifrén, didlogo polémico contra los librepensadores de su tiempo, que fue publicado en 1732, Vuelto a Londres pidié y obtuvo el nombramiento de obispo de Cloyne, Irlanda, y se establecié alli (1734), dedic4ndose a numerosas obras filantrépicas y morales. Con ocasion de las epidemias que asolaron a Irlanda en 1740, creyé ver en el agua de alquitran un remedio milagroso. Escribié entonces la Siris o Cadena de reflexiones € investigaciones filosficas sobre las virtudes del agua de-alquitran y otros varios argumentos, relacionados entre si y que derivan uno del otro. En 1752 fue a establecerse a Oxford, y aqui murié el 20 de febrero de 1753. El interés dominante de Berkeley no es el filos6fico, sino e! religioso; y la misma religiosidad la considera desde un punto de vista mas bien practico que especulativo, como fundamento necesario de la vida moral y politica. La doctrina que le asegura un sitio eminente en la historia de la filosofia —su espiritualismo inmaterialista— la considera é/ como un simple instrumento_ de apologética religiosa, no como un fin en si misma. Por otra parte, sdlo se cocupé de ella en su actividad juvenil, hasta el afio 1713, esto es, hasta la edad de 28 afios. En las obras sucesivas aquella doctrina, aun sin ser explicitamente contradicha o negada, la descuida y busca en otras partes, ‘esto es, en el ncoplatonismo tradicional, los elementos de su apologética religiosa. El Alcifrén y el Siris son las obras principales de este segundo periodo; pero otros escritos menores de Berkeley revelan igualmente bien la ‘intencién de su actividad filoséfica. Asi en el Analista, “un discurso dirigido a un matemitico incrédulo" (1734), sostiene la tesis de que los elementos. iltimos de las matematicas son asimismo tan incomprensibles como las” vverdades del cristianismo y que por esto, si se tiene fe en las matematicas, con mayor razon sc debe creer en las verdades religiosas; tesis que vuelve a » aducir en la Defensa del librepensamiento en matemdticas (1735), haciendo resaltar la contradiccién en que caen algunos mateméticos que "creen en la doctrina de las fluxiones'", pero "pretenden rechazar la religion cristiana— porque no pizeden creer lo que no entienden o porque no puede asentir sin evideneia o porque no pueden someter su fe a la autoridad" (Works, _- IM, p. 66). Vista en su conjunto, la obra de Berkeley demuestra claramente su cardcter apologético y la naturaleza escoléstica de su aspecto mas propiamente filoséfico. En los escritos juveniles,- Berkeley se vale del empirismo para combatir el materialismo y el escepticismo de la generacion en que habia nacido. La conclusién apologética es en aquellas obras el resultado de una critica filoséfica negativa, En las obras de su madurez, ilustra y defiende positivamente los principios de la religiosidad, tal como los entiende, recurriendo a la ayuda de la literatura tradicional, La unidad de la personalidad de Berkeley no esté, pues, ni en el empirismo de los primeros escritos ni en la metafisica neoptaténica de los escritos posteriores. Es la unidad de una personalidad religiosa, que gira gradualmente desde una defensa negativa de la religiosidad hasta una aclaracién positiva de sus cexigencias y de su contenido doctrinal 464. EL NOMINALISMO En una coleccién juvenil de pensamientos (Commonplace hook, publicado en 18/1) Berkeley presentaba ya bajo forma de apuntes sueltos los temas sobre que debia insistir en su especulacion. Estos temas aparecen———————— claramente en su primera obra, Ensayo de una teoria de la visién. La tesis de Berkeley es que la distancia de los objetos al ojo no se ve, sino que es solamente sugerida al espiritu por las sensaciones que se derivan de los movimientos del ojo. Asimismo, la magnitud de los objetos y su situacion reciproca no se ven directamente, sino que son tinicamente interpretaciones del significado téctil de los colores, los cuales son en realidad lo tinico visto -verdaderamente por los ojos. La coincidencia de las sensaciones téctiles con las, visuales carece tte justificacién, Unas y otras sensaciones son simplemente ssignos de los cuales consta el lenguaje de la naturaleza, dirigido por Dios a los sentidos y a la inteligencia del hombre. Este lenguaje tiene por objeto instruir al hombre para regular sus acciones, con el fin de obtener lo que es necesario para su vida y evitar lo que puede destruirla (Teoria de la visidn, 147). ‘Ya en este andlisis prescinde Berkeley de cualquier referencia a una realidad externa y reduce las sensaciones a signos del lenguaje natural, que es el medio de comunicacidn entre Dios y el hombre. La negacién de la realidad externa se convierte en el tema de las obras sucesivas. En la introduccién al Tratado sobre los principios del conocimiento humano, Berkeley establece las premisas gnoseolégicas de su doctrina. La causa principal de los errores ¢ incertidumbres que se encuentran ea filosofia, es 1a creencia en la capacidad del espfritu para formar ideas abstractas. El espiritu Iumano, cuando ha reconocido que todos los objetos extensos tienen como tales algo comin, aisla este elemento comiin de los demés elementos (magnitud, figura, color, etc.), que diferencian los mismos objetos y forma Ja idea abstracta de extensién, que no es ni una linea, ni una superficie, ni un sélido y que no tiene ni magnitud ni figura, sino que esta completamente separada de todas estas cosas. De la misma manera forma la idea abstracta del color, que no es ninguno de los colores en particular, y del hombre, que no tiene ‘ninguno de los caracteres particulares que son propios de los individuos humanos singulares. Ahora bien, Berkeley niega que ¢l espiritu humano tenga la facultad de abstraccién y que las ideas abstractas sean legitimas, La idea de un hombre es siempre la de un hombre particular, blanco, negro, alto o bajo, etc. La idea de extensién es siempre la de un objeto particular extenso, con una determinada figura y magnitud, y asi sucesivamente. No hay idea de un hombre que no tenga ningin caracter particular, como no hay en realidad 7 un hombre de esta clase, Estas consideraciones sirven para que Berkeley defienda un nominalismo, que es atin més radical que el de Locke y deriva también de Ockham directamente, Las que Locke Hama ideas generales no son ideas abstractas, como él sostiene, sino-ideas particulares tomadas como. signos de uni grupo de otras ideas particulares afines entre si. El cardcter de universalidad que adquiere la idea particular de esta manera, deriva solamente de su relacién con otras ideas particulares en lugar de las cuales puede estar y se debe, por consiguiente, a su funcién de signo. El triangulo que un geémetra tiene presente para demostrar cualquier teorema, es siempre un triéngulo particular, por ej, isésceles; pero puesto que no se hace ‘meneién de aquel triangulo'particular en el curso de la demostracién, el teorema demostrado vale indistintamente para todos los triéngulos, cada. uno de los cuales puede estar en lugar del que se considera. Esta es la tinica uuniversalidad que nuestras ideas pueden tener. En cuanto a las ideas abstractas, su origen se debe simplemente al mal uso de las palabras y el mejor medio para librarse de ellas, y para evitar las confusiones y problemas ficticios a que dan pie, es el de fijar muestra atencidn en las ideas y no en las palabras que las ideas expresan. De esta ‘manera, se conseguira ficilmente la claridad y distincién, que son los criterios de su verdad. Esta reduccién de las ideas generales a signos, es para Berkeley sélo el punto de partida de un nominalismo radical, cuyas etapas sucesivas serdn: 1.°, la reduccién de toda realidad sensible a idea; 2,°. la reduccién de la idea a signo de un lenguaje divino. 465. EL INMATERIALISMO Berkeley emplea el principio cartesiano, ya aceptado por Locke, de que los tinicos objetos del conocimiento humano son las ideas. Lo que nosotros amamos cosa no es mas que una coleccién de ideas-, por ejemplo, una manzana es el cqnjunto de un cierto color, de un olor, de una figura, de una consistencia determinada. Ahora bien, para existir, las ideas tienen necesidad de ser percibidasr su esse, dice Berkeley (Principios, §3), consiste en su percipi, y no es por tanto posible que existan de cualquier modo fuera de los ‘espiritus que las perciben. Cominmente se cree que las cosas naturales (los hombres, las casas, las montafias, etc.) tienen una existencia real distinta de Ja percepcién que el entendimiento tiene de ellas. Se distingue el ser percibido de una cosa de su ser real. Pero esta distincién es una de las muchas abstracciones que Berkeley condena de antemano. En realidad, es imposible concebir una cosa sensible separada o distinta de la percepcién correspondiente. El objeto y la percepcién son la misma cosa y no pueden ser abstraidos uno de otro. Esto quiere decir que no existe una sustancia corpérea o materia, en el sentido en que cominmente se entiende, esto es, como objeto inmediato de mestro conocimiento, Este objeto es solamente una idea, y la idea no existe sino es percibida. La tmica sustancia real es, pues, el espiritu que percibe las ideas (Ibid, § 7) Pero ademas de esa primera forma de materialismo, hay otra mas refinada, por la cual se admite que los cuerpos materiales no son inmediatamente percibidos, sino que son los originales, ios modelos de rnuestras ideas, que serian copias o imagenes de ellos. Pero Berkeley repite ue, si estos ejemplares externos de nuestras ideas son perceptibles, son ideas; y si no son.perceptibles, es imposible que puedan asemejarse a las ideas, ya que un color, por ejemplo, no seré munca semejante a algo invisible, Asi, el punto de vista de Locke queda eliminado, Entre cualidades primarias y secundarias no hay ninguna diferencia. En primer lugar, las cualidades primarias no existen sin las secundarias ; no hay, por ejemplo, uifa extension que no sea coloreada. ¥ en todo caso la forma, el movimiento, la magnitud, elc., son ideas exactamente como los colores, Jos sonidos, etc. No pueden, pues, subsistir fygra de un espiritu que las perciba, y no son més oojetivas que las Namadas cualidades secundarias. El ultimo refugio del materialismo puede ser el de admitir la sustancia ‘material como un substrato de las cualidades sensibles. Pero este substrato “material, debiendo ser por definicién distinto de las ideas sensibles, no ‘tendrd ninguna relacién con nuestra percepeién y no habré manera de demiostrar su existencia. Tampoco podria ser considerado como caitsa'de las ideas; porque no se puede llegar a concebir que un cuerpo actie sobre el espiritu y pueda producir una idea. La materia, si existiera, seria inactiva y no podria producir nada; mucho menos podria producir algo inmaterial como Ia idea. Laafirmacién de la realidad de objetos sensibles fuera del espiritu es, pues, para Berkeley una cosa absolutamente falta de sentido, Nosotros podemos indudablemente pensar que hay arboles en un parque o libros en una biblioteca, sin que ninguno los perciba ; pero esto se reduce a pensarlos como no pensados, precisamente en el momento en que se piensa en ellos; 1o cual es una contradiccién evidente (Ibid, § 23). Las ideas deben indudablemente tener una causa; pero esta causa no puede ser, como se ha visto, la materia, y no pueden ni siquiera ser las mismas ideas. Las ideas son esencialmente inactivas: carecen en absoluto de fuerza y de accién. Es activo solamente el espiritu que Tas posee. Nuestro espiritu puede, por tanto, obrar sobre las ideas y de hecho acta uniéndolas y varidndolas a su voluntad. Pero no tiene ningiin poder sobre las ideas percibidas actualmente, esto es, sobre las que nosotros llamamos habitualmente cosas naturales. Estas ideas son més fuertes, més vivas y mas distintas que las de la imaginacién, Tienen, también, un orden y una coherencia muy superior a la de las ideas agrupadas por los hombres. Deben, pues, ser producidas en nosotros por un espiritu superior, que es Dios. Las que llamamos leyes de la naturaleza son las reglas, fijas y los métodos constantes mediante los cuales Dios produce en nosotros las ideas de los sentidos. Aprendemos esas reglas por experiencia, Ia cual nos censefia que una idea va acompafiada por otra en el curso ordinario de las ‘cosas. Sabemos asi a qué atenernos para las necesidades de la vida; y sabemos, por ¢j., que los alimentos nutren, el fuego quema, etc. El orden ccon que las ideas naturales se presentan demuestra, por tanto, la bondad y la sabiduria del espirim que nos gobierna (Ib, § 29-32). Berkeley no pretende con esto quitar toda realidad al conocimiento y reducirlo a una fantasia o suefio. Considera que ha establecido s6lidamente la diferencia entre suefio y fantasia, reconociendo que las ideas que nosotros Iamamos cosas reales, son producidas en nuestros sentidos por Dios, y que Jas demas, mucho menos regulares y vivas, que Hamamios propiamente ideas, son las imagenes de las primeras (Ibid, § 33). Pero no es contrario al uso de la palabra cosas para indicar las ideas reales que proceden de Dios. Se trata agui de palabras: lo importante es no atribuir a las llamadas cosas una realidad externa al espiritu (Dial, IN. W., 1, p. 471). Tampoco admite que las ideas no existan verdaderamente en Jos intervalos en que no son percibidas por cada uno de nosotros y que, por tanto, las cosas se aniquilen yy creen en cada momento; pues, cuando no son percibidas por nosotros, lo son por otros espiritus (Prine., § 48). En este sentido las cosas pueden también llamarse externas con respecto a su origen, en cuanto no son engendradas desde el mismo interior del espiritu, sino impresas en él por un espiritu diverso del que las percibe (Ibid., § 90). Asi, Berkeley admite que Dios conoce todo lo que es objeto de muestras sensaciones; pero niega que en Dios este conocimiento sea una experiencia sensible semejante a la rucstra, porque tal experiencia es incompatible con la perfecci6n divina. Dios emplea mds bien las sensaciones como signos para expresar al espiritu humano sus propias concepciones (Dial., M1, W., I, p. 458-459) Berkeley hace ver inmediatamente la ventaja que para la religion se deriva de esta negacién de la materia. La alternativa esta entre materialismo y espiritualismo. Si se admite que la materia es real;Ja existencia de Dios resulta initil, porque la misma materia se convierte en causa de todas las cosas y de las ideas que hay en nosotros. Se niega de esta forma cualquier designio providencial, toda libertad ¢ inteligencia en la formacién del ‘mundo, la inmortalidad del alma y la posibilidad de la resurreccién, La existencia de la materia es el principal fundamento del ateisimo y del fatalismo, y el mismo principio de idolatria depende de é1. Una vez rechazada la materia, sélo se puede recurrit a Dios para explicar el origen y la belleza de mestras ideas sensibles, y la misma existencia de-las cosas sensibles se presenta como evidencia inmediata de la existencia de Dios. La consideracién y el estudio de la naturaleza adquieren en este caso un significado religioso inmediato, ya que darse cuenta de las leyes naturales significa interpretar el lenguaje por medio del cual Dios descubre a los hombres sus atributos y los guia hacia la felicidad de la vida. La ciencia de la naturaleza es una especie de gramatica del lenguaje divino: considera mas los signos que las causas reales. La filosofia es la verdadera lectura del lenguaje divino de Ta naturaleza porque descubre su significado religioso (Princ., § 108-109). Por esto la ciencia de la naturaleza se para en los signos de este Tenguaje y en sus relaciones; la filosofia se eleva hasta la grandeza, sabiduria y benevolencia del creador (Jbidt, § 109). El inmaterialismo hace ademds indudable la inmortalidad del alma, El espiritu, esto es, la sustancia que piensa, percibe y quiere, sin tener caracteres communes con las ideas. Las ideas son pasivas, el espiritu es actividad; las ideas son pasajeras y mudables, el espiritu es una realidad, permanente y simple, sin ninguna composicién. Como tal, el alma del nombre és naturalmente inmortal (Ibid., § 141). El espirita y las ideas son tan diversos entre si que no podemos ni siquiera decir que tenemos una idea del espiritu. Lo conocemos, si, y con absoluta certeza; pero este conocimiento debe lamarse més bien nocién porque es completamente distinto de las ideas que constituyen ¢l mundo natural (Ibid., § 142). Los espiritus distintos de los nuestros no son, sin embargo, conocidos s6lo por ‘medio de las ideas que producen en nosotros. El conocimiento de ellos no es inmediato, como el que tenemos de nuestro propio espiritu, sino mediato € indirecto, esto es, através de los movimientos, de los cambios y de las, combinaciones de ideas, las cuales nos informan de la existencia de ciertos seres particulares semejantes a nosotros. La mayor parte de las ideas, siendo Jo que llamamos “obras de la naturaleza", nos revelan directamente la accién de Dios como de un Espirita iinico, infinito y perfecto. La existencia de Dios es mucho més evidente que la de los hombres (Ibid, § 147), 466. LA METAFISICA NEOPLATONICA. Los fundamentos doctrinales expuestos hasta ahora constituyen las tesis de las obras de juventud de Berkeley. Ya con estas obras no se los considera como fines en si mismos, sino’sélo como medios aptos para defender y reforzar la religién en los hombres. Este fin apologético se hace cada vez mas dominante en obras sucesivas. Estas no rechazan las tipicas tesis del inmaterialismo y de la reduccién de las cosas naturales a simples ideas-, pero, en cierto modo, las ponen entre paréntesis, insistiendo cada vez mas en una metafisica religiosa tomada del neoplatonismo. El paso de la primera a la segunda fase qe Berkeley se puede descubrir en el oreve escrito latino De motu de 1721. Latesis de esta obra es que "aquellos que afirman que hay en los cuerpos una fuerza activa, accién y principio de movimiento, no se basan en experiencia alguna; se valen de términos generales y coscuros y no saben Jo que quieren. Por el contrario, los que afirman que el principio del movimiento es la mente, sostienen wna doctrina defendida por la experiencia y aprobada por el consentimiento de los hombres més doctos de todos los tiempos" (§ 31). La mente de que se habla es Dios mismo, "el cual mueve y contiene toda esta mole corpérea y es la causa verdadera y eficiente del movimiento y de la misma comunicacién del movimiento". Berkeley reconoce, no obstante, que en Ia filosofia fisica es ‘menester buscar las causas de los fenémenos en principios mecénicos, mientras que en metafisica se llega a la causa verdadera y activa, esto es, a Dios mismo (§ 69-72). Las obras sucesivas de Berkeley insisten cada vez més en esta metafisica que ve en Dios la mente y el principio informador del universo, El Aleifrén es, como dice el subtitulo, una "apologia de la religion cristiana contra los llamados librepensadores": Esta dirigido contra el deismo iluminista que separaba de la religién la moral y reducia la misma religién a principios racionales independientes de toda revelacién, Aunque las primeras obras de Berkeley den un concepto de la divinidad muy cercano al de los llamados librepensadores, porque esté fundado tinicamente en la raz6n natural y no en la revelacién, el A/cifién afirma decididamente la insuficiencia de la religién natural, Esta no llega munca a ser una auténtica y sentida fe, que se manifieste en oraciones y actos externos de culto, ni siquiera en aquellos que la profesan, ni puede convertirse nunca en la religién popular o nacional de un pais (Ale., V, 9). La tevelacién es necesaria ala religiOn para que ésta sea verdaderamente operante en el espiritu yen las acciones de los hombres y ejerza una accién benéfica sobre sus costumbres. No es posible una moral sin religidn; y puesto que la religion se funda en la fe en Dios, el IV Didlogo de la obra repite los argumentos aducidos en la Nueva teoria de la visin que concluyen demostrando en el ‘universo natural el lenguaje con que Dios habla a los hombres. Los objetos propios de la vista, dice Berkeley (Ibid, IV, 10), "son luces y colores con diversas sombras y grados; los cuales, infinitamente variados y combinados, forman un lenguaje maravillosamente apto para sugerimos y mostramos las distancias, las figuras, las situaciones, las disminuciones y las diversas ——— cualidades de los objetos tangibles, no por semejanza ni por conexién necesaria, sino por la arbitraria imposicién de la providencia, precisamente tal como las palabras sugieren las cosas significadas por ellas". De este modo Dios habla a nuestros ojos y debemos aprender este lenguaje divino y reconocer a través de él la sabiduria y bondad de Dios. Los iltimos didlogos del Alcifrén se dirigen a reivindicar ia superioridad del cristianismo sobre las otras religiones y a defender los milagros y los misterios del mismo cristianismo con el argumento de que sus misterios no son mas incomprensibles que los fundamentos de las ciencias naturales y, por tanto, que toda la experiencia humana Mis alejada ain de la gnoseologia de sus primeras obras es Siris un tejido de reminiscencias y de citas tomadas de la tradicién religiosa neoplatonica. Después de haber hablado de las virtudes medicinales del agua de alquitrén, Berkeley pasa a explicar la manera con que obra y llega a reconocer que el principio de su accién es el mismo que obra en todo el universo: un fuego invisible, luz, éter 0 espiritu animador del universo. El éter anima todas las cosas y comunica a todos los seres una chispa vital que depués de la extincién de cada ser, vuelve a fundirse con él. Pero el éter es sélo un medio universal de que Dios se sirve para ejercer su accién; la causa primera no puede ser més que espiritual, porque sélo el espiritu es activo. La cadena de fenomenos fisicos, a los cuales permanece limitada la ciencia natural, debe en un cierto punto fundamentarse en el entendimiento divino, como causa de todo fendmeno y de todo movimiento (Siris, § 237). ¥ a propésito de la esencia divina, Berkeley repite las especulaciones del neoplatonismo, reconociendo en ella tres hipdstasts, la Autoridad, la Luz y la Vida, las, cuales se completan mutuamente, ya que no puede haber autoridad 0 poder, sin luz 0 conocimiento, y no puede haber ni una ni otra cosa sin vida y accién (Ibid, § 361). ‘Aqui no se hace ya referencia a la iealidad de las cosas materiales y su reduccién a ideas, Con todo, esta metafisica neoplaténica es sustancialmente idéntica a la que presuponia en sus primeras coras. Las cosas son siempre ‘manifestaciones de la accién divina, signos naturales del entendimiento activo, no tienen realidad ni actividad, por su cuenta; pero en ellas actia y se revela Dios mismo. Desde la primera @ la ultima de sus obras, Berkeley permanece fiel a su objetivo fundamental, el de justificar la vida religiosa ‘como un coloquio entre Dios y el hombre, coloquio en el cual Dios habla al hombre mediante signos o palabras, que son las cosas naturales, y el hombre puede, por medio de estas palabras, llegar hasta Dios. El empirismo facilita a Berkeley. poder eliminar el obstéculo para el coloquio, representado por el mundo material, y le permite descubrir precisamente en este mundo la palabra de Dios, los signos de su inmediata revelacién El cardcter netamente religioso de la obra de Berkeley es, por tiltimo, evidente en el principio propuesto por él como fundamento de la moral politica: la obediencia pasiva al poder constituido. En un discurso publicado en 1712 sobre la Obediencia pasiva o principios de la ley de naturaleza, Berkeley afirma que el hombre no puede alcanzar la felicidad confiindose a su juicio particular, sino slo conforméndose a las leyes determinadas y establecidas. Estas leyes estan impresas en el espiritu por ‘Dios y la obediencia a las mismas es, por tanto, la misma obediencia a Dios. Berkeley identifica estas leyes naturales divinas con las leyes dé la sociedad y, por tanto, afirma que "la fidelidad 0 sumisién a la suprema autoridad tiene, si se practica universalmente junto con las demds virtudes, una conexién necesaria con el bienestar de toda la humanidad, y, por consiguiente, es un deber moral o una rama de la religién natnral" (9 16). Rechaza, por tanto, Ja, doctrina del contrato como origen de la sociedad civil y la legitimidad moral de la rebelién contra la autoridad del gobierno. Los inconvenientes a que puede conducir la obediencia pasiva no son diferentes de los inconvenientes que pueden resultar del cumplimiento de cualquier otro deber moral; no pueden, por consiguiente, limitar esa obediencia, de la ‘misma manera que no limitan los otros deberes. La libertad de critica, desde Iuego, se recupera por el individuo en el caso de cambios o fluctuaciones del gobierno; pero esta libertad cesa cuando la constitucién es clara y el objeto de la sumisién indudable. En tal caso, ningiin pretexto de interés, de amistad © del bien pibjico puede eximir de la obligacién de obediencia pasiva (Ibid, § 54), Berkeley ponia como epigrafe de su escrito el versfculo de San Pablo (Rom., XI, 2): "Todo aquel que resiste al poder resiste al orden de Dios”, y ereia que de este modo aclaraba la misma esencia de la moral politica Gel cristianismo,

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