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EL CODIGO CIVIL PERUANO Y LA CONTRATACION ACTUAL Luis Pizarro Aranguren 53 Ms alld del agradecimiento a la Facultad de Derecho de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC) por su gen- til invitacién, quisiera empezar reconociendo su valentfa intelec- tual para organizar un foro de reflexién sobre la modificacién estructural de una de las normas més importantes de! ordena- miento juridico peruano, tal como es el Cédigo Civil. Si bien en los uiltimos meses, se han organizado diversas jornadas de discusién en las cuales se ha planteado la posibilidad de hacer determinados cambios en el Cédigo Civil, en ellas se ha discu- tido exclusivamente acerca de los niveles de modificacién ¢ in- cluso se ha cuestionado si el mencionado Cédigo se deberia modificar 0 no. Sin embargo, la filosofia del presente semina- rio parte de una pregunta més radical; aquf no se empieza por preguntar si el Cédigo Civil debe modificarse para concluir en propuestas menores, sino que se plantea por qué debe cambiar- se el Cédigo Civil, es decir, por qué debemos susticuir este Cédigo Civil por uno nuevo. Entonces, cuando me corresponde tratar el tema de la contratacién contempordnea en el contexto de una modificacién integral del Cédigo Civil, invitado por la Facultad de Derecho de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas, entidad joven que emprende esta romantica aventura del Derecho para offe- cer al mercado laboral abogados con una filosofia claramente 35 56 proactiva hacia los aspectos econémicos, considero que se presentan elementos mds que propicios para conjugatlos y emprender una reflexién creativa con relacién a la contrata- cién moderna. 1 EVALUACION DEL ORDENAMIENTO. JURI{DICO VIGENTE Para ser consecuente con la propuesta de replanteamiento ideoldgico y conceptual del Cédigo Civil en materia de contra- tacién privada que actualmente nos rige, partiremos por anali- zar brevemente ciertos casos planteados en situaciones concre- tas, los mismos que tienen lugar cotidianamente; para ello, les pido que nos despojemos de nuestra condicién de abogados y tratemos de comprender las siguientes ocho situaciones, con los ojos de un consumidor cualquiera, como personas 0 empresas que demandamos determinadas necesidades juridicas. En este contexto, si bien por razones de espacio sélo sefia- laremos unos pocos casos, ciertamente éstos se podrfan multi- plicar segin sigamos evaluando la normativa vigente. Estos ejemplos mostrarén un diagnéstico clinico del Cédigo Civil ac- tual en materia de contratacién, el cual, adelantamos, resulta ate- rrador desde un punto de vista econémico. 1.1 Transferencia de propiedad de un bien inmueble Como primer caso, imaginemos el del ciudadano comin que quiere ser comprador de un inmueble determinado, al que se le pide firmar un contrato de compraventa para constituirse en propietatio. En el Pert, segiin lo dispuesto por el articulo 949° del Césdigo Civil, el comprador se hace propietario del inmueble, bésicamente, desde el momento en que firma el contrato, independientemente de los signos de publicidad o de las segu- ridades que éste deba tener para que efectivamente sea considerado propietario ante una eventual concurrencia de acree- dores con derechos sobre el mismo bien. Efectivamente, pensando no necesariamente como aboga- dos sino como cualquier ciudadano medianamente informado, conocedor de las peculiaridades bésicas de nuestra realidad so- cio-econémica, que desea comprar una casa, concluimos que a nadie, racionalmente hablando, se le podria convencer de com- prar el inmueble sobre el que tiene interés, sin ir previamente al notario para incorporar dicho contrato a una escritura publi- cay tener un documento de fecha cierta que acredite haber pagado el precio del bien adquirido y asf tener la seguridad de que ha pagado adecuadamente. Asimismo, a ninguno de los presentes se le ocurrirfa, antes de decidirse por adquirir dicha propiedad, dejar de ir a los Registros Puiblicos a verificar la titularidad de la persona que se presenta como vendedor. Igual- mente, una vex celebrada la compraventa de la propiedad, a nadie se le ocurritia dejar de inscribirla en los Registros Publi- cos, para no tener problemas en el futuro con terceros. Parece obvio que nadie dejarfa de aprovechar la posibilidad de hacer uso de la fe publica notarial ni de la oponibilidad erga omnes que oftece el registro, que es el medio de publicidad mds eficiente por excelencia. Sin embargo, lamentablemente, el Cédigo Civil vigente tiene una inexplicable norma que dispo- ne que si el comprador firma un simple contrato, ya es automé- ticamente propietario, lo cual, en la prictica no resulta ne- cesariamente cierto, pues si se produce una segunda compraventa del mismo bien y ésta se inscribe antes, el primer comprador, pese a ser primero en el tiempo, pierde su derecho. Por tanto, creemos que lo dispuesto por la norma que origina el caso 57 58 resefiado resulta econémicamente nefasto y no se encuentra acorde con la realidad para transacciones tan elementales. 1.2 Improcedencia de la accién resolutoria Segiin otra cuestionable norma del Cédigo Civil, si habién- dose celebrado un contrato de compraventa a plazos, ya sea sobre un bien mueble o inmucble, registrable 0 no registrable, el comprador ha pagado mds de la mitad del precio pactado por las partes, ese contrato no se puede resolver. Ast, aunque resulte dificil de comprender, segiin el articu- lo 1562° del Cédigo Civil peruano, si una persona compra una casa, un televisor o un carro, y como deudor ha pagado més del cincuenta por ciento del precio y decide no pagar la diferencia, el acreedor ya no le puede resolver el contrato; deberd iniciar las acciones judiciales correspondientes a fin de cobrar el saldo del precio. Consideramos que si el deudor no paga el tltimo centavo del precio acordado, el acreedor deberfa mantener la posibilidad de resolver el contrato; ello, porque la resolucién del contrato es el castigo elemental al deudor moroso; es el castigo al incum- plimiento. Por el contratio, no deberfa generarse ningtin tipo de beneficio normativo por haber pagado sélo la mitad del precio, pues los beneficios y seguridades deben nacer por pagar el {nte- gro del valor del bien materia de la compraventa y no menos que eso; de otra manera, se estd favoreciendo ¢ incentivando el in- cumplimiento de los contratos. Creemos que la norma bajo comentario es absurda e im- pide que se celebren mds contratos de compraventa a plazos de los que se firman actualmente, lo cual se agrava por el hecho de que dicha norma dispone que es nulo todo pacto en contrario. Ello definitivamente encarece el acceso al crédito a las personas con menos recursos, originando que existan més necesidades insatisfechas respecto de ciertos bienes, las cuales po- drlan ser perfectamente atendidas a través de contratos de com- praventa al crédito. Asimismo, genera que cotidianamente se celebren menos transacciones de las que el mercado realmente necesita, lo cual impide que la economia en su conjunto se de- sarrolle eficientemente. 1.3. Plazo maximo del arrendamiento de duracién determinada Si algiin empresario extranjero viene al Perit y quiere co- menzar un negocio que, por las caracteristicas de la actividad econémica de inversién a largo plazo', requiere celebrar un con- trato de arrendamiento por un plazo mayor de diez afios, se vera imposibilitado de hacerlo, pues la norma contenida en el primer parrafo del articulo 1688° del Cédigo Civil le impide que el contrato de arrendamiento a plazo determinado que necesita exceda los diez afios. Dicha norma probablemente se haya originado porque alguna ver alguien pensé que existia la probabilidad de que se presente una suerte de abuso, a través del arrendamiento de un bien durante un perfodo de tiempo tan prolongado, por parte de alguien que quiere quitarle al propietario la posibilidad de po- seer un bien (por ejemplo, una casa) por mas de diez afios. De esta manera, el ordenamiento juridico pretendié “proteger” al propietario de resultar desposeido de su bien por un periodo de tiempo que exceda el plazo antes referido. Sin embargo, el pro- pio ordenamiento juridico permite que el propietario obsequie el mismo bien o lo venda a un precio infimo. En este contexto, resulta contradictoria la filosofia del le- gislador, pues en un mismo cuerpo normativo impide disponer Ast por ejemplo, en accividades econémicas como minerla, peréleo o agricutura, 59 60. de la posesién de un determinado bien por un periodo deter. minado de tiempo, pero al mismo propietario no le impide donar el mismo bien o venderlo barato, lo cual supone, no sélo disponer de la posesién de dicho bien sino de la propiedad del mismo, de forma permanente ¢ indefinida. Creemos que dicha falta de consistencia impide la celebra- cin de negocios juridicos eficientes, econémicamente racionales ¥ que, por tanto, se deberfa dejar a las partes contratantes en libertad de fijar las condiciones contractuales que ellos estimen mds convenientes a sus intereses, en este caso, dejar que el pro- pietario elija libremente el plazo de duracién del contrato a celebrarse respecto de sus bienes. 14 Ejecucién extrajudicial de las garantias hipotecarias En el Peri, ejecutar una garantia hipotecaria que garanti- za un negocio juridico determinade, en la situacién en la que el deudor de la obligacién principal no cumple oportunamente con la contraprestacién a la que se habia comprometido, implica que el acreedor hipotecario tenga que iniciar, necesariamente, un proceso judicial. En efecto, en caso de incumplimiento, los deudores, lejos de ser castigados, se ven protegides por la falta de una disposi- cién que permita a las partes evitar recurrir al Poder Judicial, con todo lo que esta situacién implica, para poder ejecutar el bien (hacer I{quido el bien) y de esa forma lograr un cobro répido y efectivo. En otras palabras, el acteedor y el deudor hipotecarios no pueden acordar que la ejecucién se realice de manera extrajudicial, ante autoridad administrativa, notarial 0 ante oto privado, pese a que las partes asi lo deseen, a efectos de evitar tener que recurrir al ente jurisdiccional para ejecutar un inmueble. s f | | | De esta manera, se impide una posible ejecucién privada, la misma que evidentemente supone incustit en menores cos- tos y dilaciones y, por tanto, en mejores condiciones financie- ras para todos. 1.5 Plazo méximo para los poderes irrevocables Imaginemos el caso de una persona que pretende ausentar- se del pais por dos afios y que en tal sentido, necesita otorgar un poder irrevocable para que mientras no se encuentre en el pais, el apoderado (persona de su confianza) pueda ejecutar ac- tos juridicos por su cuenta en el Pert. Esta simple situacién no es posible legalmente, pues el plazo maximo de un poder irrevocable es de un afo, segiin lo dispuesto en el segundo parrafo del articulo 153° del Cédigo Civil vigente. Probablemente, el legislador del Cédigo Civil dispuso di- cha norma asumiendo que de esa manera evitarfa los eventua- les abusos que puedan generarse por los representantes que tie- nen poderes con una vigencia irrevocable por mds de un afio; es decir, se concibié esa norma con el afin de “proteger” a las personas, para que éstas sdlo otorguen poderes irrevocables por plazos cortos, es decir, menores a un afio. Al respecto, consideramos excesivo ¢ innecesario que el legislador decida, sustituyéndose en el lugar de los sujetos de derecho, qué es lo que més les conviene y qué es lo que los perjudica. Ello, en virtud al hecho de que siendo los particula- es quienes se encuentran en mejor situacién de saber si deter- minado negocio juridico o estipulacién contractual les convie- ne, pues son quienes viven dicha realidad concreta, deben también ser ellos quienes decidan los detalles de dicho negocio juridico o estipulacién contractual. De esta manera, se tendria 61 62 menores probabilidades de adoptar una decisién ineficiente, a si dicha decisidn fuera tomada por el legislador en base a suposiciones y generalizaciones que pueden no considerar deter- minadas situaciones racionales en las cuales realmente sea bene- ficioso que el plazo del poder irrevocable sea mayor a un affo. 1.6 Principio de libertad de disposicin de los bienes Una persona estd dispuesta a comprometerse contractual- mente a no vender o hipotecar un inmueble de su propiedad a efectos de conseguir un préstamo bancario o comercial en me- jotes condiciones crediticias y financieras. Sin embargo, este acuerdo, que nos parece tan natural, no puede celebrarse legalmente en el Peri. En efecto, dicho pacto se encuentra expresamente prohibido segiin lo sefialado por el articulo 882° del Cédigo Civil. En tal sentido, al ser nulo tiene la sancién de considerarse no puesto en el contraro. Si bien puede suponerse que prohibir la enajenacién o gravamen de un bien es una manera de hacer respetar el princi- pio de libertad de disposicién de los bienes, una norma como Ja contenida en el mencionado articulo 882° no hace sino limi- tar la libertad contractual contenida en el articulo 1354° del propio Cédigo, el cual consagra el derecho de las partes a de- terminar libremente el contenido de los contratos que celebren, el mismo que ha sido recogido ademés en el articulo 62° de la Consticucién Politica del Peri aprobada en 1993. Es decir, con la intencién aparente de resguardar la liber- tad de disposicién de los bienes, se ha limitado la libertad con- tractual, la misma que nosotros consideramos, entre ambas, la més importante, dado que, tal como lo mencionéramos con re- lacién al caso anterior, son las propias partes contratantes las que teniendo mayor informacién que el legislador, se encuentran en mejor situacién para determinar lo que mejor se adecua a sus incereses. De esta manera, en el caso planteado, si bien el legislador pareciera tener una buena intencién, termina perjudicando a quien pretende proceger, pues limita su libertad contractual y no hace mds que encarecerle el acceso al crédito, 1.7 Limitacién del anatocismo (capitalizacién de intereses y tasas maximas de interés) Prohibir la capitalizacién de los intereses al momento de contraerse la obligacién resulta financieramente incoherente y juridicamente cuestionable. Al respecto, debe tenerse en cuenta un principio econémico basico: el interés es el precio del dine- ro. Asi, entendamos que tal como una corbata, una casa, un au- romévil o cualquier otro bien tiene un precio, el mismo que nadie en el mercado pretende fijar, igualmente, tratindose de los intereses, no deben ser fijados por el Estado, sino que debe dejarse que dicho precio sea fijado por el mercado, segiin las condiciones que sean pactadas libremente entre las partes contratantes Por el contrario, cuando se establece a través del Cédigo Civil que no se puede acordar més alld de ciertas tasas 0 no se puede, si las partes estén de acuerdo en pactarlo, capitalizar el interés? devengado al momento de contraerse la obligacidn, se escé regulando contra un acuerdo natural que pueden pactar acteedor y deudor en una simple transaccién financiera, comer- cial o personal. En tal sentido, deberia dejarse que en el Pert, las partes puedan acordar libremente si en determinados * De acuerdo a lo sefialado en al propio arcculo 1249° del Cédigo Civil, sélo los bancos pueden capitalizar intereses; sin embargo, no vemos una taxén sufcience que justfiquedicha disceiminaciSn 2 favor de los bancos;creemos ue deberia dejatse que cualquier particular pueda también acordar de antemano la captalzacin, 63 4 casos capitalizardn intereses 0 no y fijar las tasas que mejor les convengan. 1.8 Nulidad del pacto comisorio Le presté 100 nuevos soles a determinada persona; dicho deudor, como contrapartida, me otorgé una garantia real cuyo valor de realizacién es igualmente de 100 (asf por ejemplo, me entregé en prenda su reloj); sin embargo, una vez producido el incumplimiento del deudor, no me puedo apropiar del bien recibido en garantia, pues tengo que plantearle un juicio 0 pro- ceso de ejecucién, aun cuando tenga fisicamente el reloj que vale Jos 100 que le presté. Lo légico es que me quede con la pro- piedad del bien recibido en garantia y de esa manera, cobre di- rectamente el crédito incumplido, sin necesidad de incurrir en gastos adicionales producidos como consecuencia de iniciar un proceso judicial de ejecucién de garantfas. Sin embargo, tanto para el caso de la prenda como de la hipoteca, el Cédigo Civil vigente ha dispuesto la nulidad del acuerdo por el cual el acreedor puede apropiarse del bien recibido en garantia, en sus articulos 1066° y 11119, respectivamente. De esta manera, se estd beneficiando al deudor moroso quien, pese a haber incumplido la prestacién a su cargo, se ve protegido por el ordenamiento legal que obliga a demandarlo y a incurrir en gastos adicionales. 2. NECESIDAD DE REFORMULAR EL CODIGO CIVIL VIGENTE Lamentablemente, estos ocho ejemplos expuestos se pue- den multiplicar en el Cédigo vigente por decenas y nos pueden igo vigel generar ricas y variadas diferencias tedricas, porque juridicamente estos casos han sido tomados de varios libros del Cédigo Civil, tales como Contratos, Acto Juridico, Derechos Reales y Obli- gaciones. Sin embargo, mas alld de las diferencias teéricas de todos estos ejemplos, existen muchas similitudes econémicas entre ellos que constituyen la base de la premisa que trato de demostrar: existe un marcado divorcio entre el sistema contractual civil y la realidad; vale decir, la regulacién civil patrimonial en el Pert no se ajusta adecuadamente a las necesidades econémicas existentes. Me atreverfa a afirmar que hoy en dia, el Cédigo Civil peruano constituye un freno para las relaciones econémicas y financieras existentes. En esta idea, concuerdo con Alfredo Bullard quien, en una conferencia que compartimos en Ia ciu- dad de Arequipa en 1999, decia que el Cddigo Civil tuvo la mala suerte de redactarse antes de caer el muro de Berlin. De esa manera gtéfica, a partir de dicha ubicacién histérica, podemos explicar el contexto y el impacto de lo que implica este divor- cio econdmico ¢ ideolégico entre lo regulado y la realidad. Cuando el Cédigo Civil se promulgé, hace dieciséis afios, era probablemente la norma mis liberal que existia en el ordenamiento, no porque per se sea una norma liberal, sino por- que en ese momento, todo el sistema legislativo era profunda- mente intervencionista, regulador, arcaico, excesivamente com- plejo y, por ello, merecié en los tiltimos diez afios una profun- da transformacién. Hoy en dia constatamos ficilmente cémo el conocimiento humano ha cambiado radicalmente. Entonces, resulta natural que el Cédigo Civil, especificamente en su perfil econdmico, resulte ser una traba y en algunos casos, un impedimento a la celebracién de contratos, al libre flujo de riqueza y de financia- miento en el pais. 65 66 No obstante lo anterior, la sancién més negativa para un Cédigo Civil desfasado es el ser obviado; en efecto, el Cédigo es una institucién que cuando estudiamos Derecho, muchos entendimos como la norma matriz. del ordenamiento juridico; sin embargo, en la préctica, quienes ejercemos la profesién de abogados, de algtin modo u otro lo obviamos; asi, la regulacién minera, bancatia, pesquera, del mercado de valores, de teleco- municaciones, etc., lo han superado. El Cédigo Civil ha que- dado —como hace mucho tiempo decia Fernando de ‘Trazegnies— arrinconado como una norma doméstica y provin- ciana, prevista para temas absolutamente menores. Entonces, cteo que el tremendo esfuerzo intelectual que significé desde 1965 cambiar el Cédigo Civil anterior, que era de 1936, asi como el gran despliegue académico existen- te, justifican el presente acto de reflexién juridica con todo lo que implica generar propuestas imaginativas para replan- tear la regulacién civil contractual en el Peri, de modo que é ta sea compatible con la realidad econémica de estos nue- vos tiempos. Resulta evidente que el Perti de hoy no es el mismo que el de 1984. En definitiva, las operaciones econémicas, finan- cieras y las transacciones corporativas que tenemos hoy tie- nen sus propias caracteristicas; asf, desde el tema més domes- tico hasta el empresarialmente més significativo, en cualquier aspecto econémico, han sufrido una profunda modificacién en su percepcién conceptual; por lo tanto, el instrumento ju- tidico que es el Cédigo Civil ya no nos sirve; ya no podemos usarlo para celebrar contratos sobre cuestiones econémicas, asf que los hacemos imperfecta ¢ ineficientemente con otras normas. ~ LA CONTRATACION CONTEMPORANEA Para efectos especificos de la contratacién y para repensar el Cédigo Civil en sus aspectos patrimoniales, tenemos que en- tender cudl es la funcién econémica de la contratacién; tenemos que remontarnos al inicio, a la razén bésica por la cual existen contratos. Partamos de la idea clave por la cual debemos entender que los abogados no somos los creadores de las situaciones juridicas, sino que simplemente traducimos determinadas necesidades econémicas en lenguaje juridico. En efecto, los abogados no se reinen y deciden creat, por ejemplo, la institucién de la hipo- reca. Las instituciones juridicas no nacen asi, sino que primero surgié la necesidad econémica de crear una gatantfa, cuyo reque- rimiento implicé que cierta gente le diera forma a un tipo de regulacién, y ello generé que determinadas personas le dieran expresién seméntica y una regulacién especifica para llegar a la hipoteca tal como la conocemos. La contratacién debe servirnos como un mecanismo de regulacién racional de nuestras relaciones econémicas, como un generador de estimulos, de incentives y desincentivos para cum- plir contratos. La contratacién es el lubricante formal que necesitan las transacciones econdmicas para que se realicen cada vez en niimero mayor y en forma eficiente. Lo ideal es que los ciudadanos puedan comprar los bie- nes al precio més racional posible en el mercado y no tener en el Cédigo Civil incentivos para incumplir los contratos, como los ocho ejemplos descritos Iineas arriba, los cuales generan finalmente que quienes acostumbran celebrar contra- tos incorporen en sus futuros acuerdos los temores ineficiencias que el Cédigo Civil proyecta, incrementando los costos para la otra parte. —_47_. 68 En términos muy sencillos, si un banco sabe que en el Peri no puede ejecutar una hipoteca extrajudicialmente y que, lamen- tablemente, tiene que recuttir al Poder Judicial cada vez que requiera cobrar a un cliente moroso, va a incrementar las tasas de interés de sus operaciones y va a perjudicar a toda la econo- mia con ese aumento. 4. IDEAS CLAVES PARA EL REPLANTEAMIENTO DEL CODIGO CIVIL VIGENTE Creo que el sistema contractual moderno debe originar una profunda reflexién sobre la base de cuatro grandes pilares que son los que nos deben inspirar para enfrentar una modificacién estructural y eventualmente una sustitucién del Cédigo Civil en el dmbito contractual. 4.1 La oponibilidad de las relaciones juridicas La idea central es simple pero fundamental: si no puedo oponer mi derecho a los demés, de nada me sirve saber que si compro una casa, eso se denomina juridicamente “derecho real de propiedad” y que gracias a ese derecho, tengo un contacto con esa cosa y que la puedo adquirir por un simple contrato, pues aquello resulta secundario porque lo que realmente me interesa es que habiéndola adquirido, nadie me la pueda quitar. Cuan- do el comprador adquiere la casa, no quiere que aparezca un ter- cero y le diga que la habfa embargado antes y por lo tanto, que la ejecute en su perjuicio; o que alguien la posea habiendo inscrito un arrendamiento antes de la compra. Para evitar este tipo de situaciones, debe proyectarse el derecho de propiedad a los demés y Ia tinica manera de oponerlo es utilizando determinados mecanismos que publiciten los de- rechos: para bienes registrados, dicho mecanismo de publicidad es el Registro Puiblico, y para los bienes no registrados, la posesién. Entonces, la clave para el entendimiento basico de todos los derechos en una sociedad de mercado, ya se trate de cual- quier contrato que genere derechos reales 0 personales, tipicos o atipicos, nominales © no nominales, es que se establezcan de manera plena mecanismos que publiciten el derecho adquirido y lo hagan oponible frente a los demés. 4.2 glncorporacién de nuevos contratos al Cédigo Civil? Actualmente, existe una discusién académica cada ver més rica tespecto a'la posibilidad de regular juridicamente muchos contratos o relaciones juridicas que las partes celebran cotidia- namente, sin que tengan un tratamiento normativo expreso. Ciertos abogados creen que si, por ejemplo, no se incor- pora el contrato de descuento en el Cédigo Civil, las empresas no van a celebrar descuentos, 0 que si no se regula el contraro de agencia, no van a celebrase contratos de agencia, 0 cualquier tipo de estos contratos que en muchos foros se denominan “con- tratos modernos”, aunque, dicho sea de paso, no son modernos en lo absoluto. Se cree, equivocadamente, que si muchos de esos contratos no se incorporan en una regulacién civil detallada, no cuentan con la bendicién juridica para celebrarse. Nosotros consideramos que no es esencial que incorpore- mos en el Cédigo Civil todos los contratos frecuentemente uti- lizados, pues lo relevante es que definamos los incentivos y fun- ciones bésicas de la contratacién y luego la dejemos ala libre autonomfa de la voluntad de las partes, para que sean éscas quienes regulen los contratos que necesiten, con los limites y caracteristicas que la regulacién conceptual y general debe tener. 69 70 En conclusién, la regulacién juridica contractual no es otra cosa que la traduccién de una necesidad econdmica de la reali- dad, en un lenguaje juridico homogéneo y estandarizado que nos debe servir para generar incentivos de cumplimiento. 4.3 Los mitos de la contratacién en masa En la regulacién actual también existen muchos mitos con relacién a la contratacién masiva, pues es facil constatar una idea dramdtica que proyecta a un ogro empresario que abusa de un pobre consumidor incapaz, a través de casas de interés abusivas © excesos en estipulaciones contractuales de cualquier tipo. Sin embargo, son este tipo de ideas sin justificacién las que nos han llevado a regulaciones tan equivocadas como postular que deberia existir un ente del Estado que regule todos los contratos en masa y que los apruebe antes de que los ciuda- danos los celebren, a través de cldusulas generales aprobadas en las cuales un funcionario publico interviene para evitar los aparentes abusos. Por el contrario, nosotros consideramos que en lugar de regular adminiscrativa, judicial o legislativamente la celebracién de Jos contratos en masa, lo que se debe hacer es concebir un sistema legal que genere un flujo de informacién suficiente para que el consumidor pueda decidir cudl es la tasa de interés que ms le conviene 0 cualquier otra condicién contractual de su interés. ‘As(, en la medida en que el ciudadano tenga la posibilidad, dado el nivel de informacidn existence, de saber que tiene otras opciones, tomard las decisiones mas adecuadas de acuerdo a su realidad y necesidades. De esta manera, la informacién deberia ser la clave de la contratacién masiva y no la inter- vencién estatal. 4.4 El mito de la necesidad de proteccién a la parte débil Finalmente, para lograr una contratacién moderna y efi- ciente, debemos desterrar del Cédigo Civil el prejuicio concep- tual probablemente més grave, terminando con el mito que postula que la contratacién civil enfrenta cotidianamente al acreedor y al deudor, buscando cudl es la parte fuerte para cas- tigarla y cudl es la parte débil para protegerla a través de una norma que la favorezca? Consideramos que no existe, ni tedrica ni mucho menos pricticamente, una ecuacién que nos determine en las relacio- nes juridicas, a priori, quién es mds fuerte y quién es mas débil. Hay que premiar al mercado y al que cumple, y no al que incumple; no interesa si es grande o pequeiio, si tiene deter- minada caracteristica 0 no; tiene que incentivarse el cumpli- miento. Para concluir, creemos que esta ambiciosa propuesta de la Facultad de Derecho de la UPC nos deberia permitir asumir este tipo de discusién sobre la reforma integral del Cédigo Civil de una forma mds valiente ¢ imaginativa; creemos que el contex- to de una facultad joven con ideas nuevas es un ambiente tre- mendamente positivo para que se originen nuevas propues- tas sin ningun tipo de prejuicios, y para poder visualizar lo que una verdadera contratacién civil contempordnea necesi- ta para ser eficiente. » Aste principio se le conoce en doctrins jusdica con la denominacién de favor debtors, 7

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