Está en la página 1de 54
Joan Anton Mellén (coord.) LAS IDEAS POLITICAS EN EL SIGLO XXI Arid InTRODUCCION LAS IDEAS POLITICAS EN EL SIGLO XX Joan ANTON JOAN Jose VALLBE Invroducclén, 1. 19001945: De la ersis de fn de siglo alos modelos totaitaris. Lt. Et “mbiente ind stele, 11.1 La ealtura finde siele. 1.2. Los fascismos. 1.2. Origenes ur furales L2.2, La comunidad: la nacin, 1.2.3. Orden y Jerarguia. 1.2.4. La dimensién poll- fica 12.5, Caractersticasideol6pies. 1.2.6. Conclusiones. 1.3. El comunismo sovistico y su influeneia. 123.1. £1 leninismo, 13.2. Neomarsismo y arte, 1.3.3. Stalin (y Trotsky). 2 1945-1973: Bl pacto social-liberal ywlas aos dovados», 2.1. Socaldemecracia y comunis= sno en Oeeidente. 22. El comunismo en ots lugares. 23. Crisis del modelo keynesiane. TA. Elfin de las ideologies, 3, 1973-2000 Ruprura del pacto soctal-liberal: alos neomovi Inientosn 1. La revolucibn eonservadors, 3.2. FL fin del comunismo. 33, La Nueva Dere- ‘ha y et neofascismo. 3.4, El ecopacifismo, 3.5. «La Terera Via y la crisis deta izquier- tia 3.6, Crticas desde la izquierds al modelo vigente, 4. Notas finales: Las ideas pollticas fen las sociedades postindustriales, 5. Bibliografa Introduceién, En plena celebracién del advenimiento del siglo xx! no son pocas las voces que han afirmado sin paliativos que el siglo anterior ha sido el peor, el mas birbaro y terrible de to- ddos los que la humanidad ha vivido. Por ejemplo, Isaiah Berlin (1995: 167) afirma que «nin~ tgin siglo ha visto una matanza tan continuada y despiadada de unos seres humans por otros como el nuestron, Dos guerras mundiales, algunas revoluciones, muchas dictaduras; en defi- nitiva, muchas muertes, Pero {qué ha habido detras de todo ello? El choque de ideales unas veces antagénicos oltas no tanto. En suma, grandes movimientos humanos guiados por ideas (no sélo ideologias). Estas ideas politicas, por lo tanto, han tenido una repercusi6n tm- portant, seguramente la més violenta sobre los humanos desde el siglo xvi. Ideas incidien- Bo en un contexto histérico —el siglo xx—- de aceleracién del proceso de modemizacién. El desencanto del mundo, del que hablaba M. Weber, y la racionalizacién capitalista ocasiona- ron que la economia se independizara de Ia poitiea y que la brecha entre la riqueza y Ta po- breza se multiplicara primero a nivel nacional y posteriormente internacional, Las ideas politicas que han intentado dar respuesta a este y a otros problemas han sido un expontente y combustible de un siglo de multiples y teenificados confrontamientos. El objeto del presente trabajo es explicar la evolucién que han tenido estas ideas a lo largo de un siglo, Para facilitar el analisis hemos dividido el siglo 20x en tres bloques crono- logics. Fl primero comprende desde el inicio del siglo hasta el final de la segunda guerra LAS IDEAS POLITICAS EN EL sicLO xt mundial. EI segundo blogue abarea los ahos de estabilided, desde 1945 hasta la crisis econée tmies de 1973. Y, Finalmente, el tereer pevioas Somprends desde 1973 hasta el fin de siglo. 1 1900-1948: De ta crisis de fin de sigto a los modelos totalitarie 11. EL aMatente ey pe siécue Desde el momento en que se hable de un damblente fin de sidclen se presupone que glo cambia en Europa cuando se acerca e trinsito del siglo xix al x. Efectivamente dt Ee ¢!tlkimo cuaro de siglo encontramos une Europa realmente cambiada: Alemania ¢ Hain mara 32 tnificadas (emergen como dos nacionen muevasy en Europa) y une sensacién ge- feral de seguridad envueive a las clases burguesas europeas —los eriticos eon fe sociedad purBuese ereien que se encontraban ante Ie cuminaciOn del proceso de emboungoisomen ae Europa (Mosse 1997: 9). Esas eicas son tos valores burgueses no iban guiadas poring Inde Bie {ttt due les hicieraprever Ia devantoe ‘¢ la Primera guerra mundial, sino que ‘mis bien temian un prolongamiento ad ininuns go |i sociedad burguesa, Scatin el andlisis (de raigambre maraistay de Ammo J. Mayer la sociedad que encontra- pres durante el siglo xix y a principios del x Caracteriza por la autonegacién, sobre todo Hae ae 1 St burguesia en el sentido que ne hone més que imitar y apropiarse los mo. dales de la nobleza con la esperanza de napa hasta su altura.’ Mayer afirma que else boos gist y de beneficio psiquico» (Mayer 19k 3) de manera que en realidad se constiturs (la burguesia) en una clase defensora ds I, ‘nstltuciones hegeménicas dominadas por las ang suas elites, A finales del siglo x0x, sin embargo, entre la clase burguesa se vislumbra una honda srisls en Ia ideologia que hasta entonces fabie ae ie a elemento unificador. La burguesin, fa romente® Beneraies, era individuatsteytenfo fk {a Propiedad, asi como en el progreso, G,teforma y el liberalismo moderado, Ee a Gxcenario de creciente conflicto social, mares: do Por la weneracién de movimientos obrence organizados y, ademés, por el acoso eonstane SEs derechs que no ve con buenos oj lg ie reset el liberalism, esta ligera op. Gon Por lo progtesivo y le reforma entes en sea} fugue el progreso econsmico persicc Blemnas & depresién, Pero en lo que concleme ch ProBreso politico, la euestién es mas pro. blematica, pues lo que se discute ee Is Plena democratizaciOn, Socialmente lee grandes cam. Bios del siglo x1x contrastan con las erandes boss de pobreza que existen en las sechcda, polosicas —Lombroso— que individuation, 2 Sfismatizan a pobres y delincuentes. Esto no Pace més que impedir la eomprension secit ie 105 comportamientos de individuos y cele. tivos contestatatios, En relacién con la investigacion eienitic, Grante los titimos decenios del siglo xix SmPleza 9 Superarse la imagen de la ciencia como werian® Perfecta de la religién. John W. INTRODUCCION: LAS IDEAS POLITICAS EN EL SIGLO XX: Burrow lo explica asi: «El pluralismo teérico y la creciente disposicién a tratar las teorias como hipdtesis de guia hizo insostenible fa ingenua suposicién de que la ciencia proporcio- rnaba una imagen 0 copia literal de como era “realmente” el mundo. [..) La autoridad de la vvoz,colectiva de los cientificos en sus esferas apropiadas eta innegable, si bien los limites se- euian siendo objeto de disputas acaloradas. Pero no se habia sustituido por completo la au toridad de Ia religin.[..] A finales de siglo empezaba a ser tOpico, ademnis de seiial de cier- ta infelectualidad, hablar de las limitaciones del método cientifico e incluso, fomentado por Nietszche y otros, del obsticulo que el culto del distanciamiento cientifico representaba para la “vida"™» En este sentido, la sociedad de finales de siglo empieza a rechazar el determi- hismo y materialismo cientificos. Acorde con esto, por ejemplo, Emst Mach (1838-1916) en- fatiza ia sensacién como base del conecimiento generalizado, de manera que to cabe distin~ cidn entre realidad exterior e interior. Las teorias, siguiendo su razonamiento, no son mas que instrumentos que sirven a las necesidades de la vida; Ia ciencia es abstraccién de la expe- riencia sensorial, Asi pues, el mundo no puede representarse mediante una coneepeién o ima- ‘gen cientifica, puesto que el mundo es el flujo sensorial (Burrow 2001: 90-91-93). Cabe decir que las teorias de Darwin en cuanto a la evolucién de las especies habian calado muy hondo entre la comunidad cientifica, y los debates sobre la teoria evolucionista eran atin vigorosos. Influido en parte por las teorias darvinistas, Ernst Mach y su generacion desarrollaron una visi6n de los conceptos y teorias como instrumentos iitiles en la lucha del organismo por mantener su existencia. Segiin esta vision, el conocimiento dejaba de tener un valor en si mismo, como meta absoluta de la humanidad; en la nueva visién de Mach, el e0- nocimiento era un instrumento itil para la lucha pot la existencis, A través del desarrollo de ‘estas ideas desde el pragmatismo (William James, por ejemplo), en términos generales, se ‘ensalzaba el papel de los mitos y de las ideas éticas (esto ultimo, sobre todo por parte de neokantianos como Hans Vaihinger) como complemento til y beneficioso a las teorias cien- tificas. En este sentido, se distinguia entre hipdtesis, suijetas a fa refutacién ciemtifica, y fie- ciones, que no lo estaban. Es abligado en este punto hacer referencia a Max Weber. En su obra Die «Objektivitit» sozialwissenschafilicher und sozialpolitischer Erkenntnis (1904, edi tada en castellano dentro de Sobre la teoria de las ciencias sociales en 1971), Weber nos ha- bla del «tipo ideab», una ficcién itil que supone fa racionalidad perfecta, de Ja cual pueden deducirse consecuencias hipotéticas que luego habri que confrontar con Ia realidad, Por su parte, Eduard von Hartmann en su Filosofia del inconsciente (1868) unira las concepciones de Mach de fa existencia como flujo sensorial con la visién darviniana-scho- penhaueriana que considera que la vida es animada por la volurtad de existir, en lo que cons- tituira la base teérica de una nueva metafisica vitalista y evolucionista que se desarrollara de forma muy significativa a finales del siglo. Pero no s6lo en Ia ciencia propiamente dicha tuvieron influencia las teorias darvinia- nas. En sus Principios de sociologia (1883), Herbert Spencer insistié en que sus concepcio nes evolucionistas expresadas en obras anteriores sobre filosofia sintética debian también aplicarse a lo que Hamaba evolucién social. Asi pues, empiezan a ser familiares conceptos como «divisin fisiolégica del trabajon, en funcién de una presién ambiental favorable a una mayor adaptacién, Spencer trazaba una historia de la humanidad desde esta visién evolucio- nista. La sociedad habia empezado como «una horda no diferenciada, del mismo modo que el organismo empezé su desarrollo embriolégico» (Burrow 2001; 109), En esta sociedad p migenia todas las funciones eran desempefiadas por todo el mundo, pero la divisién social dei trabajo se mostré como un instrumento clave para garantizar la supervivencia, de modo que Spencer establecia aqui una analogia con las mutaciones favorables darvinianas. Pero, rhaturatmente, las sociedades progresan: aunque al principio, segin Spencer, la coaccién por LAS IDEAS POLITICAS EN EL SIGLO XX parte de lo que él ilama la jefatura seria absolutamente necesaria para garantizar el pleno fun- cionamiento de la divisién social del trabajo, con el tiempo, la necesidad de coaccién iria dis- minuyendo de manera que al final las estructuras y funciones de la sociedad humana evolu- cionada se asemejaria a las del mercado libre, mientras que las funciones de la jefatura (el Bobiemo) disminuirian, Esta concepeidn organicista evolutiva de Spencer tendri en Emile Durkheim (1858-1917) uno de sus principales detractores. Durkheim concebird al individuo ‘no como un ser primario sino como una construccién social; ademés y en consonancia, fa so- ciedad no se formara a través de la integracién de individuos independientes (como Spencer defendia) sino por su diferenciacién a partir de una masa social original no diferenciada, Como alternativa al modelo spenceriano de integracién social por medio de procesos here. dlitatios y esencialmente biologicos, Durkheim propondré un proceso de ereacisn social pau- latina de una conciencia de la individualidad. A partir de ahi, Durkheim desarrollaré su con- cepeién de la conscience collective, el consenso moral de la sociedad como respeto para los Principios morales universales que se consideran sagrados: a saber, la libertad individual y la igualdad de respeto por ella Finalmente, en cuanto a Ja cultura, se produce cierta inquietud ante el ascenso de Ale- ‘mania al primer plano del mundo burgués, puesto que su clase media nunca se habla senti- do atraida por la licida sencillez (Hobsbawm 1989: 189) de Ia Ilustracién racionalista del si- slo xvut, al contrario que en Francia © Gran Bretaiia en donde si habjan penetrado los pre- cedentes tedricos del liberalismo. La evolucién de la cultura (o de las culturas) en esta época ‘nos permitiri’ mostrar en qué condiciones afronta la sociedad burguesa sw propia ctisis. LAL. La cultura fin de sivele 1La transformacion del mundo de las artes en el ultimo tercio del siglo x1x ilustra per= fectamente la crisis de identidad de Ia burguesia en el fin de siécle. En este campo, la bur- suesia, al reforzar las expresiones, convenciones y simbolos clésicos y académicos (en dos palabras, la cultura oficial) desdefiaba de facto la posibilidad de que surgieran con fuerza nue- ‘vas concepeiones artisticas y estéticas, La visién del mundo de Ja burguesia en aquel mo- mento, pues, respondia més unos esquemes conservadores, més o menos copiados de épo- cas anteriores, que no a un auténtico programa liberal renovador. Esta visién ciertamente choca con aquellas opiniones mas optimistas segiin las cuales {a segunda mitad del siglo x1x se caracteriza por un continuo cambio alentado por Ia irrup- i6n de las vanguardias, vistas como patrullas avanzadas de artistas que levaban a sus sin. Patizantes al asalto de la fortaleza de la cultura oficial (Mayer 1984: 180). Los valores bur- jueses anunciaban una concepeién del mundo con base cientifica, positivista y, en definiti~ ‘a, materialista, aunque este materialismo no sélo daba sentido a las aspiraciones de Ja clase Gbrera, sino que también servia para explicar y apoyar la sociedad codiciosa (Mosse 1997. 9). En este sentido, habria que matizar el papel de las vanguardias artisticas, en cuanto a su verdadera significacién, Lo que caracterizaria principalmente a la vanguardia de 1a segunda mitad def siglo xix —siguiendo el anilisis de Mayer— es la frustracin; frustracién por su incapacidad de pe- hetrar en las diferentes capas sociales y de romper la cultura histérica dominante, Esta si tuacién condujo a un progresivo aislumiento de los artistas respecto de la burguesia, que mi raba hacia (como hemos dicho) los valores estéticos y morales de las elites del Antiguo Ri gimen; progresivamente fueron aiskindose también del conjunto de la sociedad y acabaron constituyendo una vasta subcultura sin relacién tampoco con la Hamada vanguardia politien INTRODUCCION: LAS IDEAS POLITIC: EN EL SIGLO NN (Mayer 1984: 182). Este alejamiento de todo «lo social y politico» condujo a l'art powr l'art ¥y al esteticismo extremo, a la vez que evidenciaba una rebelién contra la razén que hacia re- Vivir lo primitivo en el hombre (Mosse 1997: 12), Nos encontramos, pues, ante una rebelion contra la cultura burguesa, Detris de estos movimientos se encuentra la voluntad de recuperacién de to irracional, tuna de las principales bases de lo que serin algunos movimientos totalitarios del siglo xx. Mientras las altas eapas sociales seguian interesadas casi exclusivamente en las pinturas his- toricas, mitologicas y en los retratos fieles a la realidad, algunos pintores del fin de siécle empezaron a creer que lo importante era saber el papel de lo inconsciente, 10 irracional, en el hombre y en la sociedad. Por su carter individual —en comparacién con la arquitectura y algunas artes interpretativas—. la pintura se convierte en la fuerza de arrastre del movi- ‘miento moderna (Mayer 1984: 191); los pintores de vanguardia experimentardn y atentarén continuamente contra el clasicismo y el realismo, cuya punta de lanza es el rompimiento de Tas formas: el camino que va del arte figurativo al no representative. En este camino irén apa- reciendo los distintos movimientos pictoricos modermas: impresionismo, expresionismo, cu- bbismo, Arr Nouveau, futurismo. No podemos aqui ahondar en las caracteristicas de cada movimiento, pero nos parece importante apuntar que el paso del impresionismo al expresionismo es muestra de Ia «nueva realidad; es un intento de ir mas allé de lo que vemos, de ver qué hay detrés de la realidad. Fue con el expresionismo que se inici6, no sélo en arte sino también en musica y en litera~ tura, como veremos, una reaccién contra la cultura burguesa, contra esa cultura que se limi- taba a imitar los cénones estéticos heredados, Las artes interpretativas, sobre todo la miisiea y la 6pera, siguieton manteniendo la mis- ma congruencia con el Ancien Régime. Aungue autores como Amold Schonberg (y Alban Berg, después) eran auténticos creadores de un nuevo lenguaje, eran unos perfectos desco- nocidos fuera de los circulos musicales. Aunque eran innovadores geniales estaban aislados. En Viena no sonaban ellos sino Gustav Mahler, Hugo von Hofmannsthal y Richard Strauss (este titimo en su faceta més «wagnerianan, abandonando sus experimentos atonales de Se- Jomé), En Europa triunfaban los dramas musicales de Wagner, mientras La consagracién de a Primavera de Stravinsky era acogida con reservas cuando no directamente con gritos y silbidos. En misica y épera, pues, la mirada también se dirigta sistematicamente al pasado, La literatura expresionista, por su parte, era abstracta, exagerada y raps6dica (Mosse 1997: 12). Los autores eran conscientes de la traba que suponia la dependencia de las pala- bras con significados y sonidos conocidos, y se manifestaban contra el embourgeoisement de Europa, construyendo a su vez algunos autores un auténtico suefio revolucionario. Este es el caso de Emst Toller (1893-1939), que sintetiza este sentimiento en su drama EI hombre y las ‘masas (1919), Ahora bien, este camino no fue el tinico: otros autores, cuyo principal bastién fue Gottfried Benn (1886-1955), convertian su sentimiento de alienacién en una espiral de pesimismo, un rechazo contra los valores burgueses ante todo. Incluso algunos autores se orientaron hacia el misticismo, rechazando el progreso material del presente y mirando ha- cia un pasado idealizado cuya realidad sentian por intuicién. Entre ellos se encontraba Al- fred Schuler, autor que sentia melancolia por un pasado no mancillado por ef progreso ra- cional cuyo simbolo era una cruz gamada que simbolizaba Ia armonia, Las consecuencias de este detalle no se conocerin hasta después de la primera guerra mundial ‘Todos mantenian una visién idealista de una nueva sociedad, aunque la creencia de que se pudiera aleanzar era minoritaria, Esto les llevé a simpatizar con algunas coneepciones to- talitarias, aunque idealistas, de la sociedad (Mosse 1997: 22), Este anhelo idealista iba acom- patiado, ademas, por un ereciente estado de insatisfaccién permanente respecto a lo que la 6 LAS IDEAS POLITICAS EN EL. SIGLO Xx! Sociedad burguesa offecia, lo que provocaba, sobre todo en Alemania, el aumento de la opie ibn due el romanticismo tenia mayor validez que el positiviene, Awe ve2, los movie Oe Laeatts en Europa cobraban cada vez més vigor, y autores como HS ‘Chamberlain © De Lagarde eran cada vez més populares. A inal del siglo x1x parece que el cambio ideoldgico, est cambio en el espitit pie arg,CuraPe® del que nos habla Mosse, se traduce en los hoviines are intento de ver més ail ls apariencia externa de la realidad, de adentrarse en lo ieawuerea ¢ ivacional. Esta Tale crit side considerada una reedicién de la que se produjo cone cl materialismo del Sislo xvi, de manera que en el finde siécle nos enconttemos son vn huevo romanticismo, El romanticism habia empezado prestando exclusiva ateneion al oe creaclor, pero con los afios fue distanclindose de esa vsién, y en el proceso de integracion del individuo con ¢! universo, el grupo 0 el estado tendia cada veo mds a suet st individuatismo romant- o,@ la vez que, en su cara més politica, proponia una clara ides de liderazgo: et héroe como redentor de su pueblo. Esto es perfestamente visible en las dperas dl Ultimo Wagner, el que escape de eset sl que cree que un pasado germénico y eristiano oftece vo realidad un ‘SSeaps [ns frustraciones del presente materialista (Mosse 1997: 33) En Alemania crecis Ia idea de que el proceso unifieador no hegre culminado ain; aun- Gus Is nacién hubiera sido uniticada se echabs en falta una notte auténtica que la engran- dread Olt en un estado orgénico, Mientras el liberalisme y el soci atomizaban al in- dlividuo, el estado orgénico unia a todos fos individuos de cualquier clase en un solo conjunto creado (Mosse 1997: 33), Esta vision se repetira en una de las obo mas influyentes det sneer vadurismo alemsin: Tereer Reich (1923), de Moeller van den beck Las ideas racistas cr aga ran, becialmente este romanticismo, sobre todo en Viena, dongle experimentaron én aque! momento un fuerte auge. Ni que deci tiene que el hecho ‘que Adolf Hitler recibie- dele eteion racsta en Viena serd de crucial importancia para Lc hin Veremos mis adelante sus consecuencias, En este estado de coses debemos encusdrar @ le Europa de, fin de siécle. A la vez que ei marxismo vive momentos de claro refuerzo (de hecho. empezara el nuevo siglo envuelto Van cag nat de crecimiento de las organizaciones de masas), le sociedad burguesa ve céimo I poneeende uno @ uno los valores que debian sustentaria. Fato de sete ee’ identidad, el Pensemiento europeo vive el resurgir de un romanticiano ue se empetia en buscar raices, Aauforidades y esperanzas més ald de la realidad de los hechot (Mose 1997: 77). Unos aos fas tarde, iamediatamente después de la subida de los narie 4 oder en Alemania, Goeb- bels definicia al nazismo como «un romanticismo de seen Tin habia eaettracion de capital por parte de grandes empresas y bancos, equello que Le- nin habia eonsiderado un signo de inminente destruceion det capitalismo), en el que los traba- Jdores se organizan en todos los paises con mucha fueron ¥ en el que se desarrolla enorme- imate It sociedad industrial de masas, la buzauesin se mantiene en wee especie de burbuja ce- ‘mada donde el rangoimportaba mucho (recordemos su propensiSne ita © Jas antiguas elites) {Uno de los analistes més importantes de Ia socfedad industrial europea seré Max We- 221 (1864-1920), aunque su explicacién detallada trascenderty a} objetivo de este trabajo Sslo unos breves spuntes relacionados con lo que venimos explicando: Weber veia ta vida n INTRODUCCION: LAS IDEAS POLITICAS EN EL SIGLO XX. 7 en términos de lucha (concepeién heroiea de ta ética) y repudiaba el hedonismo y el utilita- rismo, Los vatores, segin Weber, «se elegian en tugar de recibirlos, y sus principales encar- naciones en el mundo contemporiineo eran, a su juicio, la dedicacién del individuo una vo- cacién y los singulares valores culturales de una nacionalidad determinada» (Burrow 2001 200). Pero no podemos confiundir a Weber con un nacionalista vilkish; él despreciaba esa concepcién nostilgica del pueblo, a Ia vez que repudiaba el antisemitismo como politica Weber critica el modelo alemn: un capitalismo industrial avanzado y un parlamenta- rismo desviruado. La burguesia alemana, como vemos en su estudio La ética proestante y el espirina del eapiralismo (1904-1905), no mostraba las caracteristicas que él admira en los calvinistas del siglo xvi. Pero en este punto nos interesa la concepcion weberiana del lide- razgo. El lider carismatico no Jo es en funcién de su herencia o su cargo sino que su pers hha emana una especial atraccién sobre los demas. De ahi que genere adhesién, como en el caso de lideres religiosos (envueltos de un aura misteriosa de autoridad). Weber aspira a cier- ta forma de liderazgo de este tipo en el campo parlamentario, en el cual el lider recibe el mando de su partido y del estado a través de la eleccidn directa del electorado. Por otra par- te, en la concepcién de la democracia (y el desarrollo de cuestiones como la bureracia como mal endémico de las sociedades modemas industrializadas) de Weber y, por ende, de otros autores elitistas como Michels, Pareto y Mosca, se encuentra una de las claves politicas de Ia crisis de finales del siglo x1x. La teoria de las elites hay que enmarcarla dentro de la consideracién de fin de una épo- ca dorada, sensacién —como vamos viendo— muy generalizada en el ultimo tercio del si slo xix. Su postulado basico «es el de que existe un elemento constante a lo largo de la his toria de las sociedades humanas: el dominio de la mayoria por parte de la minoria» (Morin 1993; 132), En términos generales, estos autores conciben la necesidad de un retomo a un li- beralismo pasado que en realidad han idealizado de forma extrema, ante las transformacio- nes (muchas veces violentas) que sufie Ia Europa de fin de siéele. Por tanto, a la vez que sienten nostalgia por una época pasada, muestran su pesimismo (en grados diferentes) por el devenir de las nuevas sociedades industriales y de masas. En este sentido, «{e]l rechazo a la sociedad de masas se basa no sdlo en la conviecién de la superioridad de la minoria, sino también en una calificacién peyorativa de una masa que se considera como incapaz de go- bemar bien a causa de su niimero y ausencia de organizacién (Mosca), 0 por la imposibili- dad de actuar de un modo légico-racional (Pareto)» (Morin 1993: 139), Ante Ja degeneracién dle los estados liberales parlamentarios la «escuela» elitista mos- trard su interés por los lideres earismidticos, que suponian un freno auténtico a todo proceso democratico. Asi se comprende la admiracién que en un principio suscité entre fos teéricos clitistas una figura como Mussolini, aunque no puede afirmarse rotundamente (como algu- nos autores pretencen) que la teoria de las elites fuera el precedente ideolégico del fascismo 6, atin mas, que dichos autores allanaran el camino al faseio. El elitismo es un elemento re- velador det sentimiento de crisis politica y social en que se encuentra sumida Europa a fina- les de siglo; las sociedades burguesas ya no confian en el sistema que ellas mismas habfan forzado a instaurar cien afios antes, en la medida en que el modelo liberal clisico decimo- nénico —oligirquico y censitatio— esta incapacitado, por su propia racionalidad sistémica, pata ofrecer soluciones a los perentotios problemas que las nuevas sociedades industriales de masas plantean, En este contexto, las clases medias econémicamente asentadas, a la vez que son ene- migas del desorden y —en palabras de Mosse— de «los trastomos», sienten cierta atraccién Por las concepciones racistas y roménticas, aunque no perciben las consecuencias futuras para su propia estabilidad. jj marxismo —lo veremos mas adelante—, aunque las organizaciones socialdeméera- on Rae yberan al esfuerzo dela guerra, ve cémo su fuerza es capaz de hacer la revoleioa G2 Rusia hecho que, por un lado, refuerza ia esperanza en la ereacién de una sociedad wn Serene ge joe ctiitivamente diferente a todo lo existente y, por otro, refuerza el movimniem brero de los otros paises que ve en Rusia un ejemplo a seguir y To que o fe larga resultard peor: a imitar 1s y niilistas de raiz roméntica. Buena parte de los europeos ereian en la necesided Gory cise, musiasmo, una nueva idcologia que junto al planteamiento de una altemativa al man Dido cone wenats un nuevo orden que garantizara la paz social. La realidad habla sucmy, Dido con el cambio de siglo y con la guerra, El neorromanticismo y el racer presumian ia se sracion de Ia realidad proponiendo a las clases medias y burguesas un movigniente guia cf por una elite que garantzari el orden y la seguridad, Ademis, animaba s veces pueblo (clase obrera incluida) a integrarse en ese gran proyecto eomin llamado Neco ylo Comue Como fe ha erg ends que resultard mas grave que Ia primera. Mientras el Hberalismnes Cesare Mist, es enterrado (Laski 1961), las visiones antagénicas y utepieas del mane {fescismo y comunismo) van desarrolléndose en un crecient elima de tensign te ran eclo- sién, el choque definitivo entre las cosmovisiones antagénieas europeas ve produciré en ta Segunda guerra mundial (1939-1945), Veamos antes como llegun estas Weltanschawungen inveconciliables hasta la gran guerra, 1.2. Los rascismos Siguiendo los andlisis de E. Gentle diremos que el fendmeno totalitrio fascista ue- de ser definido como una forma nueva, inédita, de experiencia de deminer, Politica pues- Hen beeign por un movimiento revolucionaio, Siendo sus caracterstcns nucleares Le or Poder sonyaigancepeion inteprista de la politica; su objetivo es eonseguir el monopotio del Poder, conquistindolo por medios legaleso ilegales; pretende conseguir un Eeorts nuevo a ¢o lider supremo concentra todo el poder del Partido-Estado e interpreta, ‘metafisicamente, la Yoluntad del pueblo: su objetivo finales la conguisa y la tuansformacidn de le ecredee ara Sonseauir Ia subordinacibn, Is integraciény la homogenizacign dela sociedad sein ol prin. INTRODUCCION: LAS IDEAS POLITICAS EN EL SIGLO XX 9 cipio de la primacia de la politica sobre cualquier otro aspecto de fa existencia humana (Gen- tile 2001). Los tinicos limites a esa transformacion son el respeto a las preexistentes jerar- quias sociales, que se amplian con los miicleos dirigentes fascistas, y el mantenimiento del sistema productivo de base capitalista. Se trata, por tanto, de una revolucién politica, eultu- ral y espiritual. El imprescindible pacto (para aleanzar el poder) con las fuerzas conservado- ras marca los limites de la revolucién fascista y el paso del Fascismo-Movimiento al Fascis- mo-Régimen, Todo ello supone una ruptura radical con las premisas, los postulados y las institu- ciones politicas liberales. La trilogia «Libertad, Igualdad y Fratemnidad» es sustituida por fas divisas: «Orden, Jerarquia y Comunidad», La contratrevolucién antilustrada, antilibe- ral y antidemocratica ha sido puesta al dia en el siglo xx mediante el encuadramiento mi- litarizado de unas masas de poblacién nacionalizadas y Ia asuncién de la técnica moder- na, on un contexto de agotamiento y deslegitimacién del modelo liberal clisico decimo- nénico, graves crisis socioeconémicas, anomia y agudizacién de los enfrentamientos politicos clasistas, En Ja conquista del poder de los movimientos fascistas juega un papel decisivo Ia hi- perideologizacién de la sociedad mediante una ideologia ultranacionalista-palingenética, des- tinada a conseguir la movilizacién de la sociedad para desarrollar un ambicioso proyecto po- Iitico imperialist, siendo la meta final una nueva eivilizacién supranacional, Dicha ideolo- tgia se ritualiza y sacraliza hasta llegar a ser una auténtica religion civica, El darvinismo social, matizado por planteamientos ultranacionalistas, se convierte en dogma oficial a nivel nacional y supranacional. ‘La esencia del fascismo seria Ia estetizacién de una visién radicaimente desigualitaria y naturalista del hombre, un hombre guerrero que forma parte indisoluble de una. comunidad hacional o una raza y que tiene un destino claramente marcado. Para eumplir ese destino sa tgrado Ia Patria/Raza debe regenerarse, Esa es Ia misién, trascendental, heroica, de Tos ere- yentes-adherentes al Movimiento Fascista, ellos estin convencidos de ser la auténtiea van- uardia revolucionaria que encama la voluntad de la nacién/pueblo/raza. Los fascismos clisicos (1919-1945) fueron una alternativa a los angustiosos problemas de la modemnidad. Una altemativa que, en teoria, reconciliaba en un grandioso y exaltante proyecto colectivo —supraclasista y suprapartidista— a pares conceptuales hasta entonces antagonicos: individuo y comunidad; tradicién y procesos de modemizacién; tecnologia mo- ddema y naturaleza; masas y elites; propietarios y obreros, Una alternativa ideotégiea que lo- ‘gr6 mas consenso interclasista del que generalmente se reconoce. ‘Como quiera que no pretendemos realizar (por motivos de espacio obvios) un anslisis pormenorizado de estos movimientos contrasrevolucionarios-revolucionarios —valga el con- {rasentide— deben quedar claras algunas cuestiones previas. En primer lugar, si bien es no torio que el fascismo italiano y el nacionalsocialisano alemin, ademas de los movimientos ‘que, como hemos dicho, surgen en otras partes de Europa, tienen entre si ciertas diferencias dlignas de tener en cuenta, algunos trabajos sobre estos movimientos concluyen que las se- ‘mejanzas son mayores que las diferencias (Ant6n 1998). De hecho, autores como Roger Grif fin, hablan del New Consensus, un tipo de «acuerdo general» sobre algunos aspectos que afectan a los andlisis del fascismo, ya sea desde una perspectiva liberal como neomarxista. Se refieren, pot ejemplo, a la generalizada concepcién del nazismo como una variable de !o que podria Hamarse una matriz cultural comin (un «tipo ideal» de fascismo). A este tipo de anilisis —es justo decitlo— han contribuido sobremanera los numerosos y valiosos trabajos que sobre la materia (sobre todo en los aspectos culturales del fascismo) realizé en su mo- mento George L, Mosse. Este unuevo consenso» ha basado sus estudios, ademas, en la con- ves referencias a otros, Finalmente, volveran a tatarse —entre otras m sido brevemente apuntadas 12.1. Origenes culturales nuchas— algunas cuestiones que habian 2 2 primera parte del trabajo. Aunque pudiers prodieime Sensation de reteracién de temas —puesto que volvemor sf siglo x1x— consideramos nece- Sarin Ie inclusion aqui de aquellos que permiten ex "tender mejor las raices del fascismo, nese St fits el sentimiento de agotamiento queda manifens ‘en el mundo de las artes, shel evondmico y en el flos6fico. Rick Wilford able de on lima agotado y de conmocién intelectual de finales de siglo, que se debia principal Sotiedad que se sustentaba en el capitalismo liberal aba a su fin, Parecia que la al individuatismo, ta divers Este agotamiento de | mente a la idea generalizada de que la |e sociedad del optimismo burgués, to- dad) To She es 226 Propia del liberalism, su apesta por Gad y la pluralidad haba conducido a la inseguridad’y i ines. tabilidad y a la medioctidad (Eccleshall 1993: 230. lo racional tuvo como «ei palabras de Isaiah Berlin (1995: 52)— el empuje de sMacional vialista, lo instintive, el impulso ereador del individis 6, situando en un plano mayi 21), ‘ontragolpe» o resistencia emotiva —en ‘aquellas doctrinas que preconizaban lo ‘munided, amplia y de caricterorgénico, En definitiva, un ence totalizador, > ras iticos 1 par novi rico, riba, spe. bree bian una ece- m0, la vas la yue ba INTRODUCCION: LAS IDEAS POLITICAS EN EL SIGLO XX. ul Los precedentes de este Volk los encontramos en Alemania en el siglo xvi, sabre todo de la mano de Johan Gottiried Herder, quien elevé la autoconciencia cultural alemana a Ia condicidn de principio general. De hecho, la concepeién tradicional alemvana de fo que se ha venido llamando «las ciencias de Ia cultura» tenia dos caracteristicas principales que la dife- renciaban de otras tradiciones como la francesa y Ia inglesa. Por un lado, en la consideracién de las culturas como conjuntos distintos, «se enfatizaba la afirmacién de la individualidad singular de cada una, combinada con una visién metatisica de Ia cultura de cada pueblo como encamacién de una fuerza especifica, espiritu 0 fuerza subyacente, entcarnada en ef Volk de Que se trate y su lengua, sus costumbres, sus mitos y su poesian (Burrow 2001: 126). Her- ider sostenia que toda sociedad humana, y de hecho toda civilizacién, posee sus normas € fdeales tinicos, un modo de vivir, de actuary de pensar propio (Berlin 1995: $4). Los ‘vineulos que tienen los individuos en estos grupos humanos son el territorio, el idioma y la aseendencia comunes. Por otra parte, In segunda caracteristica era su coneepeién del mito, derivada de Giambattista Vico y redescubierta durante el Romanticismo. Segiin esta visidn, los mites expresaban perfectamente un sentido de la vida, Un pue~ blo sin un mito unificador estaba fragmentado culturalmente; Nietszche, siguiendo a Wagner, Jo expresara en EI origen de la tragedia (1872). Expresada de una forma vitalista e idealis- ta, Herder, por ejemplo y a modo de ilustracién, hablaba de un espiritu informador encarna- cdo en un pueblo, utilizando para ello el concepto Kraft, que se traduce como «fuerza vital». ‘Otro pensador que realmente da un impulso importante a esta concepcién de la comu- nidad propia del romanticism alemén es Johann Gottlieb Fichte, que percibe Ia nacién ale~ mana (concepto que ampliaremos mas adelante, cuando hablemos, necesariamente, del ideal dde comunidad protofascista) en términos parecidos a Herder, pero incluye en sus anlisis la tereencia de que los alemanes, aun habiendo sufrido humillantes derrotas militares contra los franceses, han de triunfar al fin dada su superioridad, Esta idea de superioridad cultural ale- mana fue a su vez. ampliada por otros autores de la primera mitad del siglo xix como F. L. Jahn, Y en la segunda mitad del siglo, animados por el proceso de unificacién alemana, mu- ‘hos intelectuales desarrollardn esta idea hasta elaborar auténticas teorias sobre la superio~ ridad de unas razas sobte otras, entre ellos el diplomitico francés Arthur Gobineau, que deja claras sus ideas al respecto en su Ensayo sobre fa desigualdad de las razas humanas (1853-1855). E! imerés por el estudio de las culturas que vive Alemania durante este periodo res- ponde a la conviecién de que no pueden ignorarse las mentalidades y las culturas de los pue- blos; fa conducta politica era conducta de grupo. Asi, a mediados det siglo xix la etnografia (Voikerkunde) y ta psicologia del Yolk se convierten en disciplinas terriblemente populares, Jmpulsadas por autores como Rudolf Virchow, Adolf Bastian, Wilhelm Riel y Theodor Waltz. ‘A partir de 1880, aproximadamente, el concepto de colonizacién empieza a despertar ran interés en Alemania, relacionado con Ja voluntad de construccién de un gran imperio aleman en Africa occidental, De este modo, las aportaciones de Friedrich Ratzel (1844-1904) fn cuanto a la colonizacién desde un punto de vista antropoldgico son importantes. Ratzel ‘omitia las razones econémicas (comerciales) de la colonizacién; la razén de la colonizacién ea la apropiacién de tierras para cultivarlas y asi sustentar a la poblacién del imperio. Pero Ratzel no hablaba —a diferencia, por ejemplo, de algunos teéricos anglosajones— de supe rioridad racial, sino que centraba su atencién —a la hora de analizar el éxito de los procesos migratorios— en las caracteristicas culturales. La migracién no era una opeidn sino una ne- cesidad de un pueblo. Desde un planteamiento claramente darvinista, apostaba por la migra cidn como elemento clave para la evolucién de las especies. Asi volvio a surgir un concep to que més tarde causaria terror: el famoso Levensraum (espacio vital) patrocinado por el na- {Ue Profundamente darvinista, Ratzel no plantecra la competencis entee cence hhumanos a ni- vel de raza, sino como portadores de culturas diferentes ‘Asi pues, a finales del sigho xix se habia generalizado la idea de que las culturas (como Dues, oe Ot) convivian en muta controntacién, es decir, como adveroaing eons Mic ue la concepeién de la cultura habia evolucionado desde Herder —que consideraba he ace Cultura fads un elemento a la humanidad, de forma que no se podia concebir a ty Pueblo anewioniste— hasta Ratzel, segtin el cual in expansion ert ne bev necesidad de un pueblo, si queria sobrevivir, Por ls evolucién que estaban suftiendo este tipo de teorias, es necesario introducir aqui ‘una breve referencia al darvinismo social, a la eugenesia y al rosie fy imino «darvinismo social» es una acepein mis ensayisticn que cientifes ya que cxpreatdn utsiados componenies. Por ello es necesario distinguit wdarvinisme soca, de la tan Lanrc{Ue en Ja época se utilizabe, wevolucién social» y que «podia ser gone minimo {an Jamarckiana © spenceriana como éarviniana» (Burrow 3001 133), Con esto quiere dlecitse que algunos conceptos que, de hecho, fueron acunados Por autores posteriores a Darwin, como son «la supervivencia de los mis aptosy, ule ete or la existencia (0 la Jerarauia social o para stacarla (en términos de natural/antinatural) tamties para exigir la eli- cribe de itt 2 creacién de prestciones por parte del estado, Burrow (2001 135) Jo des- cribs de esta forma: «Teéricos del laissez-faire extremo, esatisios, nacionalista, utlitaristas, ‘Relstas, antihumanitarists, incluso tépicos que ereian en un Rien ne Paz y cooperacién tuniversal, encontraban algo aparentemente darviniano a maon, Eo Francia, Georges Vacher de Lapouge (1854-1935) proponia sustituir la tiada revolucionaria «Libertad, Igualdad, Fratemidady por «Determinismo, Desigualdad, Selec- cigm>. Su homélogo alemén (aunque no habia solo uno, precisamente) era Otto Ammon (1842-1916), Bee rant Supervivencia, estuvieran garantizados; ademas (y en contra de fe logica biolé- sica puramente darvinista) se trataba de ver que formas de competencia debfan suprimirse en ¢l campo social. De este modo, liberates, colonialstas, nociornlines exacerbados y protec- rte de cca primere quines debian vences y sobrevivin, para luego roponer las for- mas de competencia que permitirian tales resultados, En relacién con el sentimiento de ersis que vive Europa a finales de siglo, el uso de [2 fetgrca darvinists social juega un papel nada desdehable. us nnse (los grupos que 's utitizaban sin reparos)creaban a menudo sensaciones ee eve Permanente planteando las porvivencia eroereso 0 retroeeso, del triunfo nacional, cultural ¢ racial, em errno de su- texto debems racion, como si dependieran de altemativas politicas concretas, En ote con- donne, i hablar de tos temores de ls clase media ante la progresive democratizacin fespues de 1870 y ain més ante la protiferacion de los partidos coctlione de masas, Como hemos apuntado anteriormente, la sensacién se volvia todavia mis tos con el advenimien- ‘0 de ltalia y Alemania como nuevos actores. En conjumo, era habit et uso de la retérica a geo aun 5a nie como emos eraba bir a sidad aqui que fe la imo jere Ss a > la tes ip, | | INTRODUCCION: LAS IDEAS POLITICAS EN EL SIGLO XX, B inmoderada, radical, extrema, Por ejemplo, 10s partidos socialistas, aunque adaptados al fun- cionamiento parlamentario, continuaban empleando el lenguaje de la revolucién. Y, por otra parte, muchos partidos organizaban milicias de defensa paramilitares. Paralelamente, el estudio de 1a «psicologia de las masas» cobraba notable importancia, a Ia vez. que era cortiente entre muchos circulos intelectuales (incluso liberales) la idea de degeneracién humana, de donde brot6 el movimiento eugenésico. Aunque aparentemente contradictoria con el concepto de evotucién (;eémo en un proceso de continua huicha por a supervivencia puede caber la degeneracién de la especie?) esta idea calé répidamente en un ambiente creciente de panico social. El zodlogo Ray Lankester, a través de estudios en ani= males, concluyé que «las razas blancas de Europa» estaban en claro peligro e inmersas en un proceso degenerativo. Pero fue desde la psicologta evolutiva que el movimiento eugené- sico recibié mayor cuerpo tedrico. La degeneracion —tambign llamada regresion— no era entendida orgénicamente en un sentido literal (aunque tampoco se negaba tal posibilidad) sino més bien «como enfermedad de Ja funcién en los individuos, y para la “raza” como la reproduccién més ripida del sector de ta poblacién que ya estaba menos evolucionadon (Burrow 2001; 139), Ademés, estaba fuera de duda en ese momento que os instintos y los teflejos eran previos a las capacidades autocritica y deliberativa ya que, precisamente, éstas naefan de aquéllos. Asi, siguiendo las directrices de este razonamiento (aunque no es muy apropiado hablar aqui de razén), quedaba claro que «el dominio por parte de los seres hu- manos de sus facultades de evolucién més reciente fuera lo més preeario, y puede que algu- nos apenas las hubieran adquirido en absoluto» (Burrow 2001: 140). De este modo, la te~ eresion era més que probable. La aplicacién de estos puntos de vista a la psicologia de las masas tuvo como prinei- pal autor a Gustave Le Bon (1841-1931). Este autor planteard el predominio de la multitud en las sociedades modermas (de hecho, se referia a la democracia) como una especie de re- aresi6n institucionalizada, por cuanto las acciones de la multitud estén regidas por instintos animales y son, por tanto, irracionales. La eugenesia, por otro lado, tambien tenia como idea central la de la ciencia como ins- trumento para reclutar a la elite racional entre las masas, para detener la marcha hacia la re- gresiGn (degeneracion). Ast pues, la eugenesia era una especie de darvinismo social vuelto al revés: se trataba de decidir quién sobrevivia y se reproducia, y luego se adaptaria el me- dio ambiente a ello. Asi pues, se justificaba la «seleccién socialn por cuanto era la tinica ma- nera de preservacién consciente de los «aptos» y sus descendientes, impidiendo a su vez la reproduccién de los menos aptos, los degenerados. En este ultimo grupo se encontraban los locos, los aleohdlicos, los que padecfan enfermedades hereditarias, los vagos, los criminales (incluso se consideraba heredable la criminalidad), y un largo eteétera de seres windeseables» que podrian causar la degeneracién del «tronco reproductor», Dando un paso mas, aparte de la Hamada eugenesia no intervencionista, que propug- naba simplemente el abandono de las ayudas a los colectivos «peligrosos» por parte del es- tado, se desarroll6 una versién «negativan, que proponia la esterlizacién, la segregacién y las pruebas médicas obligatorias antes de contraet matrimonio; y también una eugenesia «po- sitivan, apoyada por grupos de izquierds, que defendia la concesién de premios y estimulos econémicos a aquellas parejas sanas que decidieran tener hijo. Hay que entender que estas concepciones tuvieron una gran acogida, sobre todo en las randes ciudades: era comin pensar que las adaptaciones malignas se heredaban, de forma ue era necesario aislar a los colectivos portadores de ellas. Las teorias eugenésicas nos llevan al racismo, directamente conectado con los estudios etnograficos de que habjamos hablado anteriormente. A finales de siglo, las teorias raciales Telestream judia empez6 a constituirel punts de mie, de un buen sector de in. tclectusles empapados de nacionalismo vélkish ane la consideraban gente no esimilable y, oro tanto, una amenaza racial para la nacion dlemeng (Eccleshall 1993: 225). Bi antise- Cusrelgs speonvertid et un momento especial de movilincieh antisemita, con las conse- Alemania les trisicas que ya se conocen. Su politzncion sobre todo en Francia y Alemania, se produjo en trminos generalesa part de Yat En el caso alemén, ademés, res- Fanaa alas grandes corrientes mieratorias de fudios procedence del centto y del este de Eu- fa corns de los pogromos del imperio uso, Asi, no ee dita) imaginar eudn fécil fue {a conexidn de las ideas eugenésicas con las de ‘epureza de la raza», antbas existentes pre- Viamente {as razas empezaron a considerrse ramas evolutivas que —aunque podian proceder és un origen comiin— se habian converte enci ce especies distintas que tenian earacteris. nvol6gicas y se median los éngulos faciales, entre eine Pricticas, A itaves de estudios histricos,flolégicas y mitolégicos, los hebreos acabaron con- Niciendose en antitipos espirituales (legalistas materialistas) frente al tipo ario (espirituales, Efeadores), En general, los europeos eran arios, aunque a través de comportamientos endo, ports Oo guns lo eran menos que otros. As puss’ los escendientes del multiracial im. proses rane eran mestizos, mientras que los pueblos nordione ¥ teutnicos se salvaban del sobre ye eeneraeign. Arthur Gobineau —Io hemos epanade mis arriba— en su Ensayo one la desigualdad de las razas humanas es le minors expresion de estas teorias. Aunque 6 ideutiticacin de los franceses (l era faneés) ron Taza germéniea es mas que dudosa, Gebineau lo hizo a tavés de la nobleza francess eon tnicamente germénica, Segiin él, con 's eliminacién de Ia aristocracia francesa, teing en Francia el mestizaje y Ia igualacién ‘Aunque en un principio la obra de Gobineau fue wa fracaso (no en vano, la pretensién unis «aturalmente» a los puebios francés alemay n ‘mediacios de siglo era algo un tan. £0 femerario dadas las eircunstancias bélicas entre amboe paises), a finales de siglo tuvo gran Popularidad. Con el desprestigio de la democracia francesa, el miedo al socialismo y la ere- dlominada por la espcitualidad ati, de le cual ln cnne erménica de la raza es la tinica por. taora, y de la cual el crstanismo es un anuncios whose —seatin Chamberlain— no era jus iow (Burrow 2001: 285), A diferencia de Gobineau, Chamberiain no es pesimista ni fatalista. La misién de tos pares getminicas estd clara en términos de preservecidn de Pureza racial. Ademis, los Judies no serin despreciables, aunque son el conttapunto de los arios: son Ia tnica otra race core as latinos son arios mezclados con otras razas, $i bien a concepcién racial de Cham berlain no era puramente biolégica sino mas bien «spiritual, la reproduccin eon ausencia de INTRODUCCION: LAS IDEAS POLITICAS EN EL, SIGLO XX Is ceruzamiento de los alemanes era para él una cuestién fundamental, puesto que eran la gran esperanza aria ante la conspiracién de los judios para mezelar la sangce alemana. Por tanto, le mision de la raza aria una vez cumplida tracria una nueva era de esplendor cultural y ra- ciel que superaria la Atenas chisica, Si bien, dicha misiGn no es explicada por el autor. 1.2.2. La comunidad: la nacion En cualquier intento de explicacién de las causas y origenes del fascismo es obligado hablar de la formacion de un concepto concreto de nacién y su transtormacién en naciona- lismo exacerbado. Aunque a partir de mediados del siglo x1X Ia filosotfa hegeliana pierde su supremacia a favor de autores como Schopenhauer (detractor radical de Hegel), Kant y el materialismo, se puede afirmar que la concepeién del estado hegetiano permanece, en conjuncién con la idea de nacién, esto es, el concepto de nacién-estado (a través de la tradicién fichteana). El concepto roméntico de Yolk era la antitesis, en principio, de la maquinaria buroeritica en que se habia convertido, sobre todo en Prusia, el estado, con un alto grado de organizacion ad- ministrativa. El romanticismo alemén situaba al Yolk como antitesis a los principios univer- sales y racionalistas de la Mustracién, puesto que éstos no prestaban atencién y de hecho eran ajenos al ethos propio del Voi. En Francia el concepto de nacién era bésicamente politico. En Ia tradicién republica- ra francesa la nacién no provenia de unas caracteristicas éinicas concretas ni, por supuesto, estaba integrada por un conjunto de elementos tales como lengua, costumbres y mitos co- runes. En realidad, Ia nacién emergia de la voluntad de serlo por parte de los ciudadanos. Sin embargo, en Alemania, la idea de Voik y la existencia cultural de la nacién, se daba por sentada desde mucho antes de que se hablara de estado-nacién. Los principales autores que participaron en el proceso de, por un lado, la politizacién de la idea de Yolk en forma de na- 45 por otro lado, fa aspiracién de une forma politica de nacionalidad (Ia consecueién de un estado nacional) de manera que se produjera la fusidn final en un estado-nacién, fueron principalmente Fichte y Hegel (como habjamos apuntado anteriormente) y, posteriormente, algunos historiadores politicos como Leopold von Ranke y Heinrich von Treitschke De Hegel se deriv Ia idea det estado como la més alta forma de vida ética que po- dian Megar a aleanzar Jos humanos. Pero también Hegel hablaba de la conciencia de la pro pia identidad, que presupone la existencia del otro, lo que conduce a la identificacién del ine dividuo con su propio estado, en tanto que existen otros estados ajenos a él. Asi, el senti- miento de pertenencia a un estado (que podré llamarse sentimiento de nacionalidad) convierte {un conjunto de individuos en un pueblo, que necesitard un estado que encame su concien- cia de serlo, | nacionalismo aleman del ultimo tercio del siglo hizo confluir la concepeién hege- liana de estado con la tradicién cultural de Herder y el Volk. Para aquellos que abrazaban una concepeién nostilgica, vilkish, de la nacién, el proceso de modemizacién répida, que impli- caba la industrializacién, la divisién de clases y la racionalizacién aéministrativa, se convi 1i6 en la causa de todos los males. Es en este contexto que surgen las ideas de «misién na- ional» y, en consonancia, la idea del pueblo alemdn como pueblo elegido que tiene una mi sidn especial a seguir. Para ello, era necesario que Alemania viviera una especie de renacimiento espiritual para que pudiera acometer su misién y destino. Naturalmente, una concepcién de este tipo repudiaba el individualismo, el racionalismo, el materialismo, Ia de- ‘mocracia (todos ellos también repudiados por los fascismos posteriores) y la vida en las ciu- 16 LAS IDEAS POLITICAS EN EL SIGLO XX clades (ést era una concepci6n nacida de fa consideracién de la vide rural como la ‘que ha- bia permanecido apartada Gel proceso de modemizacién y, por tanto, una forme de wade em- plar y no contaminada). En Francia el nacionalismo también es digno de tener en cuenta, ala vez que desaro- Haba un antisemitismo peraelo al alemén. Existian en Francia (igual Gue en Alemania) ligas Extraparlamentarias de diverso signo, aunque en su mayorie eran nacionslistas, cova por lemplo le Ligue des patriots (1882), Los principals intelectuales del navionaliswmo reo Frapets fueron Charles Maurras (1868-1952), fundador de Action francaise el novelisn y Peviodista Maurice Barrés (1862-1923). Aunque como hemos visto la idea de navién farce, Barrés estaba profundamente preocupado por In decadencia nacional (recuérdese la gimsacion creciente en Francia y Alemania de degradacion cultural y racial de Europa) de forma paralela a otro teGrico franeés importante, George Sorel (1847-1923), a que se ha de- Fommado algunas veces como el Barres de la izquierda, aunque el propio Lenin lo ealifice Ae sBuda de la confusion». En Sore, la revolucion, en forma de huelga general revolve naria de trabajadores, era importante por cuanto implicaba una regeneracion, una especie de cr eautiento moral, fanético, colectivo, Para este renacimiento, segtin Sorel, era util el mite Sint ts Hamade a la accién, Ademis, junto otros autores como Robert Michels, Soret fos fundamen staeci6n por la idea (el anhelo) de liderazgo. En defiitiva, Sorel rermplaad Hos fundamentos racionalistas y hegelianos del marxismo por elementos antimaterialistas, vo- luntaristas y vitalistas (Sternhell 1987: 31), 1.2.3. Orden y jerarquia Pero una de las claves del fascismo sera la necesaria adaptacién de estos principios de Micneee uidad afin a todos los individuos a un sistema de jerarqua, diseiplina y orden, Mientras en Alemanic, como hemos visto, eonceptos como das Volk y raze son a ‘«cemen- pede, Syuds @ lograr esta adaptacién, en Italia se seguirén otros eaminos, abierioe por intclectuales como Giovanni Gentile y Alfredo Rocco. Para Gentile, como cents George Mosse (1997: 151), tla nica realidad en el sentido hegelino era la nacion,y el hones ee completaba su yo moral cuando se integraba con ella». En reiteradas alusiones « Hegel, el igeario fascists propuesto por Gentile veel estado como un producto que esta wetitveie por sheen PrOees0 histérico, mediante el uso de la fuerza y llega a ser considerado un bey solute. Si afadimos a esto la teorizacion que Rocco realiza dela sociedad en oui ane Oe [a humanidad organizada tenian un aleance y una directin que trascendian Ine ees oe Lakes de los individuos» (Mosse 1997: 152)— vemos que el deber del individuo hues sae yPergonificada en el estado, es el valor ético que reina en un estado fascist, todo esto Mane jclemés el culto al lider, otro elemento comin a todos los movimientosfastitny, que sponde también a unas mismas traiciones de pensamiento, aunque esta cardtoriaa vg Ss exclusiva del fascism, Los movimientos fescstas debian conectir con las mason» le he jue hae 1 ejem- esarro~ no por adical lista y rance- mula senti- moria nor fa 5 mas rala se la a) de 2 de ified icio- e de ito Sorel lazd } i INTRODUCCION: LAS IDEAS FOLITICAS EN EL SIGLO XX 7 cian a través de su lider. El dirigente y las masas debian estar unidos en la ideologia, y el de- ber hacia el estado fascista y hacia su lider ser convirtié en el criterio de conducta moral (Mosse 1997: 156). En definitiva, los movimientos fascistas, en cuanto a st dimension cultural, no surgen de un simple descontento social provocado por unas consecuencias especialmente humillan- tes de una guerra, sino que su conformacién ideolégica responde @ un verdadero cauce de tradiciones culturales que vienen de la reaccién a los valores de la Hustracién y de la Revo- lucin francesa; este «ambiente cultural» contribuira 2 lo que se ha denominado ta fascisti- zacién de la época, aunque la aportacidn decisiva provendré de la esfera politica? 1.24, La dimensién politica Si bien en la conformacién de una «cultura fascista» las aportaciones intelectuales pro- vienen de varios escenarios geogrificos —aungue Sternhell afirma que en realidad el labo- ratorio ideologico del fascismo es Francia (Stermhell 1994: 4)—, su primer escenario de apli- cacion politica es Italia. De hecho, Mussolini estaba convencido de que el nuevo estado que estaba creando era un modelo a seguir por parte de otros paises que habian visto terrible~ mente afectadas sus instituciones politicas y econémicas liberales por la Gran Depresion (Griffin 1998: 1), En el caso italiano (acaso precisamente por ser el primero en el tiempo), Ia admiracion hacia Mussolini trascendié las propias fronteras de su pais —el mismo Winston Churchill ex- ppresé su admiracién en 1938— y sus imitadores no tardaron en poner en prictica algunos de sus principios, Portugal (1926), Austria (1934) y Espatia (1939) son ejemplos reveladores, aunque merecen algunas matizaciones. La principal importacién que estos paises realizan del ideario fascista es el concepto de! estado orgdnico, con todas sus aplicaciones, pero no Ile gan a la identificacién plena del alma del pueblo con ese estado, puesto que la religién jue~ ‘ga un papel primordial, Portugal, Austria y Espaiia eran paises profundamente catdlicos (en Ttalia el anticlericalismo se habia intensificado enormemente desde el proceso de unificacién nacional) por fo que el elemento espiritual lo aportaba la religién, junto con la defensa de los valores tradicionales (et fascismo en su maxima expresién implicaba la creacién de nuevos valores) entre otras particularidades. El papel de las diferentes iglesias, por lo tanto, limita ba el caudillaje como no lo hacia en los casos italiano y aleman. Pero volvamos a Italia, porque este pais es considerado el auténtico laboratorio orga- nizativo, el ejemplo de articulacién coordinada de todas las fuerzas protofascistas y de ac- tuacidn téctica y estratégica. Como ya hemos expuesto anteriormente, en Italia era patente un sentimiento de descontento y una sensacién de marginacién desde el fin de la primera gue~ rra mundial; si a todo esto afiadimos una notable intensificacién de los conflictos sociales ob- tendremos una explicacién de por qué |e patronal agraria e industrial italiana vio en Musso- lini la solucién de orden que debia acabar con las presiones del movimiento obrero, Pero esta solucién no vendria a través de la politica sino precisamente a través de su sustitucién por la viotencia, una violencia no arbitraria sino perfectamente racionalizada y presente en el idea- tio fascista. En un plano més teérico, el culto fascista a la violencia tenia sus origenes en au- tores como Charles Maurras y Georges Sorel, que habian teorizado sobre ella; pero en defi- 2, Aunque hemos destacado las correntes de pensamionto mas inluyentes, no debemos olvidar que hubo otras fuentes intelectuales de las evales las fescistas se nutreran, como el adetisionismo politico» de Carl Schmit, entre owas muchas. 18 LAS IDEAS POLITICAS EN EL SIGLO Xx? ve, justificacion de la violencia era bastante mis simple: en un momento en que se jue= {an los intereses de le Nacidn, todo (los enfientamientos sociales y todo lo individual) que, Gi teutalizado por ellos. La violencia serviré para conseguir eliminar todo aquello que no Ggi ancionar ese ente orgénico totalizador que es In Nacién. En Alemania, eomo ye apun, tbamos arriba, el nacionalismo wikish jugaré el papel «cimentadam, junto al eacinn Fara lograr controlar el Estado de sus respectivos paises y aplicar sus programas pol. UNeos, el fascismo italiano y el nazismo alemin supieron aunar fuerzas y, mas importante, ho. ‘mogencizarlas politicamente. Lo consiguieron con el apoyo de las masas, convirtiéndose en Parties nacionales» que debian poner fn ala situacién de crisis social, econémica, polit <2 y cultural en que estaban inmersos sus paises respeetivos. George Mosse express lr im. Portancia del apoyo social que recibid el fascismo en Italia y Alemania: «Y el fascismo no Slo lex al poder legalmente, sino que s6lo fue derrocado porque pers la guctray no por qesriaciones o revoluciones intemas» (Mosse 1997: 147). Veremos en el siguiente apart do qué contenian esos idearios fascistas para conseguir un apoyo tan importante ene fe po- blaciéa, 1.25. Caracteristicas ideoldgicas Si se realiza un anélisis comparativo de los textos doctrnales fascists mis importa {es encontramos una serie de elementos compartidos y presentes permanentemente. Eson este sentido que se puede hablar de una mentalidad fascista que consttuia el esqueleto dela doc G3 apartado que, por un lado, tanto el fascism italiano como el nazismo alemén, ai como fambién aquellos movimientos surgidos en otros lugares, contienen elementos doctrinales a ioe de acuerdo con sus caracteristicas nacionales especificas; por otto lado, sera tambien at ferent el dlscurso ideoldgico-doctrinal en la fase previa ala toma del poder al que presen, taran una vez instalados en él De entre las cuestiones comunes cabria destacar, en primer lugar, la idea de necesidad df regeneracin nacional como medio para recuperar las esencias tadicionales, apartades por , desde Edmund Wilson haste Theodor Adomo feon sch, Imus diserepancias entre ells y con distintos grados de cercania® la ontodontay Estos autores, que representan acaso «las corrientes tedrieas ¢ ideol6gicas mas impor- (aug Gel marxismon (Vilas 1995: 207), crecieron fuera del ambito de dominaeien sovistico {Gu persecucién habria sido implacable), salvo en un caso, un ater der que George Steiner fi dicho: «Ningin critico eontemporénco de Occidente, con la posible excepcién de Croce, fren lyoray Luks, euya obra —por volumen y por contenido-- es un auteates mila- £70, en el seno del régimen comunista. En términos muy generales, Lukake —Y, en realidad, Ce pees ea el mina nears eel mismo sai ue Rann Vars Machoca en w arate Reomarxismon (véasebibiografa)es decir, aquellos autores mirdons de see -generacion» que fon importa eae a ¥ police ea Europa de eiesueras. Angus hay on ese mcr ee Por representar un caso especial, 12. ase supa, «El ambiente fin de site (1 pate de eta Invodcn) > miis ade- ocial (Var- este modo ell (1907- urgués, de > hombres a su con que con. det mar- — se ob- cista ita fa figura Irma dos gru- de 1905 ittéran fa la re- la or a debe- ningiin cién fi- lel Par- ramar- almen- ices € én del esbo- posti- an re- chisi- mpor- istico einer roce, refe. nila. dad, ue es de kiks, INTRODUCCION: LAS IDEAS POLITICAS EN EL SIGLO XX a la mayor parte del marxismo revolucionario de entreguerras— consider6 prioritario recupe- rar los elementos hegelianos (idealismo alemén) de la teoria marxista, reivindicando el mo- vimiento y la revoluci6n a través de la dialéctica afirmando, ademés, la conciencia del hom= bre frente a las leyes de fa historia. De este modo —de acuerdo con el materialismo dialée- tico—, toda forma de arte constituiea una superestructura ideolégica que tiene sus cimientos en [as condiciones historicas, sociales y econdmicas. En su coleccién de ensayos de 1923, Historia y conciencia de clases —mediante el cual Walter Benjamin” se convirtié al marxismo en 1924—, Lukaks situaré la conciencia del proletariado como elemento clave en la lucha de clases, apertandose de la visién ideal de un proceso inevitable y determinado por las «leyes objetivasy de Marx, La conciencia vendri a través del conocimiento de la realidad «y con ese conocimiento los hombres debertin lanzar- se activamente a proseguir la lucha de clases» (Mosse 1997: 1191). Esta vision de Lukéks sera rechazada por el bolchevismo ruso, ¢ incluso por el propio autor, mas adelante. Pero sus principios persistirin, y Lukaks serd el eritico de arte y literatura socialista mas influyente de su tiempo. En su Historia y conciencia de clase Lukiks aportaré elementos clave en la cri- tica al capitatismo modemo en cuanto a aspectos como la sociedad industrial y de masas, le~ gado que «heredaré la Escuela de Frankfurt. En el campo del arte, criticd con dureza el realismo socialista que pretendia ser una mera propaganda, Para ello acudia a las eriticas de Lenin al «culto al proletariado» y a su advertencia de no desdefiar por completo la cultura burguesa. Habia que aprovechar algo de los doseientos afios que habia durado: sus logros mas valiosos. No habré acuerdo entre la or- todoxia leninista y el paramarxismo, de modo que su lucha seré incesante. La literatura, en los regimenes comunistas, sera considerada de crucial importancia."* Precisamente por este hecho, aquellos autores que no concuerden exactamente con las lineas oficiales serdn perse- guidos y, en muchos casos, asesinados 0 Ilevados al suicidio. Este fue el caso de poetas como Esenin (que eseribié el poema de despedida con su propia sangre), Maiakovski o Blok, en- tue tantos otros. En campos como la miisica también se producirin casos similares. El pro- pio Dmitri Shostakovich tuvo que crear su sinfonia Leningrado —ademas de masica para cantatas patrioticas y para peliculas heroicas soviéticas— a raiz de las criticas recibidas por Stalin por haberse apartado —en obras como la épera Lady Macbeth de Mzensk— excesiva- ‘mente de los cénones del realismo socialista. En su séptima sinfonia narraré musicalmente la heroica resistencia soviética ante ef ataque nazi a Leningrado. Sin embargo, una vez acaba- dda su décima sinfonia (1953) el autor diri de su momento mds oscuro y triste: «Trata sobre Stalin y los afios de Stalin... El scherzo es un retrato musical de Stalin.» Todas estas cuestiones nos llevan a preguntarnos sobre la relacién entre los totalitaris- tmos y el arte; dénde esta fa linea que separa al artista que aporta ideales del que hace de 6r- 13. Benjamin, en su ensayo de 1936 ttulado La obra de ave en la era dela reproduccién industrial pro= one un andlisis no del arte proetrio ni del ace en la sociedad de clases —como veniasiendo habitual sino que introduce un andlisis del arte ebaja el modo de praduccisn dominantey (Steiner 2000: 283). No podemos abordat en este trabajo la aportacién de Benjamin al marxisme por zones de espacio, aunque su pensamiemo (y de he- cho, sobre todo en el easo de Adomo su persona) fue crucial para autores clave dela tora eritca como Hork heimer y el misma Adora, bisicamente pore! dessrollo de euestiones como la windustria cultural, entre otras Una breve pero interesante aproximacién al pensamiento y vida de Benjamin es el dasier que le deca I revis {8 El Vijo Topo en su nimero de julolagesto del 2001 (a 158/185), pp. $5.90. Una de ls diferencias importantes entre fascism y comunismo es [a ‘movimiento al arte y a toda actividad intelectual en general De aki as grandes polémieas, por ejemplo, por la pu blicaeidn de £1 doctor Zixago de Pasternak en la Unién Sovigtca, heck que cuesta de imapinar (para un solo tis ‘bo, ni para un solo autor) en un regimen fascist porcancia que da este iltimo 28 LAS IDEAS POLITICAS EN EL SIGLO Xx! Bano de propaganda. Aunque el interés por (y de) ello es notable, supera con creces nuestro presente objetivo, 13.3. Stalin (y Trotsky) A ls luz de las investigaciones recientes que se han producido sobre la Unin Sovieti- £2 no Puede establecerse —como de hecho se habia hecho historicamente-—~ una diferenere radical entre Lenin y Stalin, un punto y aparte. Se trata més bien de una rlacién de conn, nuda aunque Stalin no fuera el sucesor que Lenin habria preferido, El fandador dele USS puesto aue Stalin basara su represidn sistematica en su propia desconfianza hacia todo cer “Susceptible de ser enemigo de! pueblo» no ya proveniente de los antiguos Blancos sino dene to del mismo movimiento comunista. Nikita irushchov (1977: 16) lo expone del siguiente modo en su Informe Secreto sobre Stalin (1956): «Fue exactamente deronte ese periodo (1936-1938) euando se inieié la préctica represiOn masivasirvigndose del aparto uberna- mental prittramente, contra los enemigos del leninismo —trotskistas, zinovievistes bujari- pads igus tabian sido vencidos poiticamente por el Partide donde hacia va tiempo, y des. Duds igualmente contra numerosos comunistas honrados, conta los euadros del Pretide que Pesada carga de ls guerra civil y de los primeros y mds dificies aftos de lam. n ¥ de la coleetivizacion, que habian luchado activamente contra los trtskistas 70s derechistas por el triunfo dela linea del partido leninistan De hecho, la creation de ky formula cenemigo del pueblo» ya hace pensar que puede ser utilizadasistematicamone cont Us todo opositor 0, en este caso, simple sospechoso de ello (aunque la sospeche In seven, cién sea un mero invento).!6 En el plano te6rico, Stalin no aporta gran cosa al comunismo; més bien introduce los ‘SSpectos més conservadores, en tanto que una vez afianzado en el poder, decreta la inviaby sonar Ser sre Statin fu el pines reconociminta de fos erimenesperpetads por un phan Counce i nts tendieno a as razanes qu elnenteimpulsarn tush pablo Se Beg Gaal los dis autres de £ tho negro de comunsino (1998.12) ban She 4B oye proved det amie, runs one perodo mis acntuado de eer aibapeaole ful oceans Fremtccef. Sedienci a as dens, pre ocular la mayor pate del einen: Ff pas hase en Finalmente, para justia fa cominuded del sistema con los mismos pine ismos hombres.» Efectivamente, «la vez que colocabs los erimenss de’ Sala tater cigs mis jos de la Histor, ushshoy, ese mismo a, envata sus angus suas ares el anonimato (Courtois, e al. 1998; 39). ae aon games ensign dl pueblo en Rain noes intodado po Stain i en supe: veiniones eft (10 de dike sexi el calendar pregrians) e 1918, el CMRP (Cons Me Mo no an Fetrograco)cnsttucionalza» esa gua y Ta presena como objevo bat Ue ee é: por Lenin estpulaba que “los miembros dels instancias dirigentos del pate, senemigo del pueblo» para bolchevious, °s nuestro Soviéti- iferencia fe conti- ia URSS Stal eredado del Par- 2 clave, odo ser n0 den- guiente eriodo iberna- bujari- y des. io que laine istas de la “one cusae ¢ los abi unre , Sté. a liny INTRODUCCION: LAS IDEAS POLITICAS EN EL SIGLO XX 29 Jidad de la revolucién permanente (ciara oposicién hacia el trotskismo) defendiendo para si la revolucién en un solo pais. La interpretacién que Stalin hace de la obra de Lenin —que se caracteriza por extraer de unos postulados unas conclusiones muy simples, a la vez. im- puestas de un modo meramente autoritario— se convertira en el nuevo dogma incontrover- tible: el leninismo, Para ello, y ademas para su propio mantenimiento en el poder, Ia sacra~ lizacién de la figura de Lenin serd un instrumento clave. La doctrina leninista en manos de Stalin serviré para destruir al «otro» en tanto que supuesta amenaza para el stat quo, Lo he- redado por el leninismo, ef legado de Lenin, por tanto, sera inamovible, lo que representa, en realidad, una auténtica actitud reaccionaria y, por ende, contrarrevolucionaria. Elorza (1998: 197) resume la formula del siguiente modo: «Un lider, un partido, una linea general capaz de asegurar la victoria sobre el enemigo de clase y el avance hacia el socialismo.» Este modelo sera criticado por Trotsky, sobre todo en lo que respecta a dos cuestiones fundamentales: la degeneracién del sistema hacia el burocratismo estaliniano, por un lado, y la teoria de la revolucién permanente por otro. Las dos cuestiones estin {ntimamente rela- cionadas por cuanto el modelo sovistieo —segin Trotsky— se ha convertido en un sistema en la distribucign socio), pasts no per cation como si lo have el Estado de Bienestar) a iniciativa individual, anes 1o contrario, 1a premia, Se impone aqui, pues, cierta nocién de darvinismo social, En cuarto lugar, la em- presa privada es la organizacion «natura» para quel ‘mercado funcione en optimas condi- ase resto cs, que permita Ia redistrbucion usta» de costes benclicies el mercado, fn quinto y iftimo lugar, el capital esté en el origen del valor (Petrella 1999) hasta el extre- ee que se uilizan parimetros parecidos a la valoracion de ls cosas pars ‘evalorary a Jos hu- ire as (los lamados tecursos humanos) y ast aceptaros o descartarios del mercado labora sos hemos dicho anteriormente, este estado de cosas implica el dominio de lo eco romieo sobre To politico, y las soluciones (escasas aunque reiteradas ad infiniti cabe de- Miro) que han sido propuestas desde la izquierda pasan por la resuPsrica de lo politico

También podría gustarte