Tinglados ideolégicos
Enrique Krauze
éxico es un pais dotado para la
teatralidad ideol6gica. Inumera
bles representaciones histéricas lo de:
muestran: proclamas, planes, balaceos
a la bandera, gestos ante el Supremo
Tribunal de la Historia, constituciones
celestiales etc... No modificamos le
realidad, pero sabemos transfigurarla
en el teatro de las palabras. Un mo-
mento estelar fue aquella obra “Educa-
cién Socialista” (de varios autores). Su
puesta en escona provocé conferen:
cigs, mesas redondas, batallas editoria
les y hasta algunas polémicas y ensa-
yos que alcanzaron un respetable nivel
intelectual. El argumento lo merecia: La
Revolucién Socialista, corolario obliga-
do de la lucha de clases, no ha ocuti
do en México por razones objetivas.
histéricas, necesarias, Para darle cuer
da al reloj de la historia no es preciso
cambiar Ia realidad sino la conciencia
de la realidad. La Revoluci6n no necesi-
ta actuar en los campos y las fabricas:
debe optar por la accién més sutil de
conquistar la mente de los nios; resol:
ver las contradieciones de clase en su
raie misma, es decir, en los pupitres:
plantar alli el érbol generoso de la uto:
pia cuya sombra descenderé con los
sis, pacifica y apastélica, hasta cubrir
2 la sociedad entera... No paso mucho
tiempo para que Cardenas comenzara a
actuar en los campos y las fébricas y ol:
vidara paulatinamente las revoluciones
culturales, pero la desorientacién que
provecs aquella pastorela educativa
habia afectado ya @ miles de maestros y
alunos que nunca entendieron la
‘nueva politica clerical” del régimen.
Casi cincuenta afios después, en una
escala menor, asistimos a una nueva
representacién. Como entonces. hay
ahora un desplazamiento ideolégico de
la lucha social, desde sus escenarios
naturales hacia el espacio —en cierta
medida simb6lico~ de la vida cultural y
académica. De nueva cuenta se arma
Un tinglado ideoldgico para lagitimar un
proyecto politico. En los treinta se tra:
taba de un viejo propésito jacobino: de:
salojar @ fa competencia Clerical de su
bastién educativo. Ahora la escenifica:
\én ha estado @ cargo de un grupo de
jévenes intelectuales, académicos y pe-
riodistas. que la han presentado en péai-
nas editoriales, suplementos culturales,
manifiestos y conferencias. El proyecto
politico que favorecen (aparte, claro, del
suyo propio) es el de un partido injust
mente relegado por varies décadas
—perseguido incluso— y que hoy, vuel
toa la superficie y para ganar influencia
y posiciones en el campo de la lucha de
clases, necesita el control, como base
proletaria para la conquista del poder.
de los trabajadores administrativos y un
sector de los profesores en las institu:
clones de educacién superior
Convengamos desde ahora: hay mu-
‘cho mas que un proyecto pottico y una
pastorela ideolégica en el sindicalismo
Universitario, Hay la lucha concreta y
legitima de miles de trabajadores por
mejorar sus condiciones de vida. No se
necesita ser marxista para entenderio y
apoyar plenamente la libertad sindical
{derecho a la contratacién colectiva. de
huelga, etc... en las instituciones pi-
blicas. Pero es obvio que los conflictos,
sindicales en las instituciones académi-
cas han sido piezas en un tablero ma:
yor. Nila politica partidista ni el discur-
so de los intelectuales que en distintas
‘ocasiones han abordado estos contflic:
108 se limita a un "economicismo” que
ellos abiertamente desprecian. La tor-
menta que se creé durante el paro en El
Colegio de México lo probé. Alli tam-
bién, como en la UNAM en 1977, hubo
una legitima lucha sindical que debié
haberse planteado, desarrollado y re-
suelto por las vias que prevé nuestro
derecho laboral. Con todo, no se trata
ahora de analizar los procedimientos
‘que utiliz6 el sindicato minoritario ni Ie
forma en que las autoridades termina-
ron el paro, Se trata de ilustrar el uso
ideol6gico de! sindicelismo, Ia nueva
representacion que llego a extremos de
caricatura durante los dos meses que