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El primer grito.
De pronto el da llega. El cosmos est al acecho, preparando el escenario perfecto
para la antigua danza de influencias planetarias que propician la concrecin de sus
huellas humanas y que lo relacionan para siempre con el cielo y las estrellas. Una
fascinante manera de pedirle no olvide sus lazos divinos a pesar de la nueva
concurrencia tridimensional.
Todo dispuesto para celebrar la luz que acompaa a este nuevo forastero. Se hace la
fusin y sucede el primer grito a la vida.
Dnde est ese sonido constante?, dnde, que ya no siento esas aguas olorosas y
ese mecer que me abrazaba?
Ese es el momento trascendente en que el ser parido necesita todo el amparo y
esmeros, a fin de poder aferrarse a este suelo extranjero.
Una revolucin hormonal y fuertes estmulos de toda ndole le hacen sentirse ms
frgil que nunca.
Olvid su origen celeste, olvid sus cordones de luz. Slo le pueden conducir al
sosiego esos latidos que ya tampoco escucha.
Soledad, fro, hambre, dolor, miedo, rabia, se han instalado. Es preciso aplacar estas
intensidades sin demora, para que sus rastros no sean causa de futuras disforias.
Trascender este primer trauma exige cuidados entraables, basados en el
entendimiento de toda la potencia oculta bajo un cuerpo tan vulnerable. No hay
excesos en los desvelos para proveer garantas y estabilidades, como la primera
piedra sobre la que se cimentar un ser capaz de tocar alturas impensadas. No hay
demasa a la hora de ofrecer asistencia a tan ilustre invitado.
La plegaria es:
Amarle y no soltarle hasta que l mismo sienta que ya no necesita nuestro apoyo.
Abrazarle mucho, para que grabe en sus clulas ese contacto ntimo, que generar
vnculos generosos e indisolubles.
Atender sus llamados, pues no sabe de manipulaciones, no conoce el arte de los
engaos. Slo sabe que necesita nuestra cercana, para comprender que es
bienvenido. Y para entender que los dolores pasan, que el fro es un instante, que el
hambre lleva al goce de las satisfacciones y, de a poco, ir construyendo sus
certidumbres.
Construir un terreno emocional frreo donde el alma sepa que puede forjar todo lo
planificado es la primera necesidad de quien encarna.
Confianza de
bienestar
sin agobiar, pero en presencia constante e incondicional para una crianza consciente,
consecuente y benvola.