pasa por la cabeza, autnticas barbaridades que no piensa de verdad, pero no

tiene problema alguno en pasarse las formas y las consideraciones del resto por el
forro de las narices. Apasionada, pide a gritos un hombre que la dome, autoritario
y que la domine, es lo que busca aunque no lo sabe. Por eso en la escena donde
un borracho Rhett Butler se deja de monsergas, la coge, la ordena, la obliga y la
sube por las rojas escaleras hacia la habitacin para tener el polvo ms salvaje
que han tenido ambos en la vida, la cara de Scarlett el da despus entre pcara,
fascinada, avergonzada, aniada y pervertidilla por el recuerdo de todo lo
sucedido la noche anterior, cuando un semental Butler la someti a voluntad, no
puede ms que sorprender por su riesgo y atrevimiento para la poca, nada
menos que 1939, para muchos el mejor ao de la historia del cine. Su
interpretacin es de una modernidad increble, ms actual que la mayora de las
que se ven ahora. Engloba muchos de los grandes valores americanos, y muchos
de sus peligros, esa ambicin, individualidad, falta de escrpulos en muchas
ocasiones, ese carcter emprendedor y lucha constante Escarlata quiere el ideal
(Ashley) por el mero hecho de serlo, porque se supone que es lo mejor, y por ello
envidia a Melanie, porque es lo que se debe ser pero ella no es, la envidia y la
tiene mana al mismo tiempo que no puede dejar de apreciarla. Melanie es lo que
ella cree que se debe ser. Al final asume su naturaleza y que no hay un ideal
absoluto, sino uno para cada uno. Rhett es el suyo. No puede haber dudas de que
Rhett es, y siempre fue, su verdadero amor, aunque ella sinceramente no se diera
cuenta, es en la escena final donde adquiere la lucidez, antes navegaba en la
continua confusin, como en la neblina de la escena final que todo lo inunda y que
para ella acaba resultando purificadora. La escena de la fiesta a la que asiste de
luto y su mirada de satisfaccin al verse elegida por Rhett en la puja que tiene
lugar es significativa. Una pareja vestida de negro siendo el centro de todas las
miradas, generalmente acusadoras en aquella sociedad biempensante. O la
siguiente cuando dice que no le besar y se rinde, con sombrero de adornos
verdes en la mano, sumisa a recibir un beso que al final Rhett le niega.
(Cinemelodic, 2011)