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ANTOLOGIA COMPLEMENTARIA HISTORIA REGIONAL, FORMACION DOCENTE Y EDUCACION BASICA EN... UNIVERSIDAD PEDAGOGICA NACIONAL Primera ediciOn, México 199. © Derechos reservados por Universidad Pedag6zica Nacional Carretera al Ajusco No. 24 Col. Héroes de Padierna Delegacién Tlalpan, C. P, 14200 Méxiva 22, D. F. Impreso en México ISBN 968-29-8544-7 (Obra C.) 968-29-8547-1 ESTE MATERIAL SE ELABORO CON FL APOYO DF. _ FONDO PARA MODERNIZAR LA EDUCACION SUPERIOR, ra PRESENTACION «00.2.0... 000s errr UNIDAD 1. EL ESTUDIO DE LA REGIONAL PARA LA EXPLICACION DE LO NACIONAL 7 Tema 1, Regidn y regionalidad..... “Tres ejemplos de regiones mexicanas” Angel Bassols Batalla : Tema 2. México: nacién plural y multiéinica 2.02... 28 “Autonomia y cuestiOn territorial”, Héctor Diaz—Polanco. 28 “Un concepto antropolégico de la identidad”, Roberto Cardoso de Oliveira. “Lo nacional y lo étnico en México: e! misterio de los proyectos”. Héctor Diaz—Polanco. .. “Cuestion étnica, estado y nuevos proyectos nacionales”. Héctor Diaz—Polanco. ....--- 70 “Las culturas indias como proyecto civilizatorio” Guillermo Bonfil Batalla 81 UNIDAD II, FORMACION DOCENTE, REGION Y EDUCATION 20.0... es eee 2 8B Tema 3. Analisis de los planes y programas de estudio y las tendencias de matricula en la formacién de docentes. 95 “Descripcion del plan de estudios de educacién normal”. SEP. ...... cece cent eee OS La poblacion normalista: el caso de la Escuela Nacional de Maestros”. Beatriz Calvo Pontén. «102 “Planes y programas’. CIDAC. ... 177 Tema 8. las nocesidades educativas de la region, el conocimiento de lo regional y la formacin docente. .. 183 “La estructura de la SEP y los intentos de reforma”. CIDAC. ..... wo 183 “En busca de una estrategia de reforma para al sistema educative mexicano”, CIDAC ....... +++. 195 UNIDAD It, LA PRACTICA DOCENTE Y LA ENSENANZA DE LO REGIONAL EN.. 25 Tema 1. E! manejo de lo regional en la prdctica docente cotidiana en. ....6ee.eee ceveeeee 27 “La reforma educativa del echeverrismo”. Lorenza Villa Lever de Alba. ......eeeeeceeee “Los nuevos libros de texto: la polémica por sus contenidos”. Lorenza Villa Lever de Alba. Tema 2. Los contenidos regionales en los planes de educacién preescolar y primaria, “La educacién y el tratado de libre comerci ‘a crisis a las perspectivas’, Patricia Safa y [duarde Nivén. ...... BIBLIOGRAFIA COMPLEMENTARIA 27 coves 232 . 250 ge PRESENTACION 4 antologia complementaria de la materia “Historia regional, formacién Listens y edueacién basica en..." tiene como objetivo proporcionar al profesoralumno y al asesor una serie de lecturas que compiementan y enriquecen la informacién esencial que les proporcioné la antologia biisica sobre Jos contenides que deberin abordarse como minimo en cl curso. ‘Sin embargo, ef tratamiente didtictico sugerido para el curso hace indis- pensable que tanto los asesores como los profesoresalumnos aporten y sistematicen experiencias, textos, documentos y fuentes, a partir de las cuales puedan reconsinir la historia de fa region y emtciad, de la formacién docente y del ejercicia profesional dentro de la educacién basica en estos espacios En consecuencia, fa bibliografia aqui propercionada —al igual que la de la antologia basica~ s6lo puede ser considerada como un punto de arran que para [a reflexion y desarrollo de actividacies de investigacién que a mediano y largo piezo vayan enriqueciendo fos materiales con que se trabaje esta materia Cabe también aclarar que los estuclios de caso aqui s6lo ejemplos de la manera en que puede concretarse una visién sobre fa region y sus caraciertnticas y que no son los Gnicos que existe, De hecho, los textos que aporten y sugieran asesores y profesores alumnos pueden enriquecer en mucho los elementos de comparacién y método que dan los estudios de casos incluidos en fas antologias basica y com- plementaria de [3 materia “Historia regional formacién dacente y educa- cién basica en Las lecturas so presentan siguiendo of orden de cada una de jas unidades y sus contenidos temiticos, de acuerdo al programa del curso, aunque existen temas para jos cuales no sc incluye bibliogratia. A cada una de las ecturas [es antecede una breve presentacidn de los contenidas y tesis centrales abordados por ef autor, a fin de facilitar una mejor comprensién del profesoralumno y de ios ascsares sobre el texto analizado, asi como de {a ubicacién @ interrelacién del mismo con las demas fecturas que integran la antologia. Seria muy conveniente que la lectura de este material se enriquezca con el resultacto de las actividades, y sus productos, sugeridas tanto en fa guia def estudiante como en la del asesor, o sea, de las actividades que Jos profesoresalumnos realicen a fo largo del curso. EL ESTUDIO DE LO REGIONAL PARA LA EXPLICACION DE LO NACIONAL STOR ALGONAL, JORMACIENENOCHNTE¥LDUCACION ASIA EN. ANTOLOGIA COMPLEMENC ABA PRESENTACION La serie de lecturas que se presentan como bibliografia complementaria para la primera uni- dad del curso “Historia regional, formacién docente y educacién basica en...” tiene como propésito apoyar la tematica tratada con una mayor informacion, Para posibilitar una mayor profundidad sobre fos conceplos de region y regionalidad se han incorporado «tos lecturas: "Tres ejemplos de regiones mexicanas” de Angel Bassols y “Autonomia y cuestiOn teritorial” de Téctor Diaz-Polanco. En la primera lectura cl profesor-alumno encontraré ejemplos con- cretos para poder regionalizar el) pafs a partir de la dinamica geopolitica, mientras que en Ia segunda lectura, Diaz-Polanco con um estudio de caso de la regi6n del ltsmo de Tehuantepec muestra como los espacios territoriales de una regién van mis alla de los criterios politicos administrativos de intervencion del Estado. Presenta cémo las regiones basadas en su pasado histérico, reclaman su autonomia regional. Con el propésite de fortalecer cl concepto antropologico de identidad y su relacién con los problemas en etnicidad, se incorpora Ia lectura de Roberto Cardoso de Oliveiga “Un concepto antropoligico de la identidad”. Lectura que le serd de utilidad al profesor-alumno para reconocer que la identidad es un fendmeno de relacidn entre individuos, grupos y sociedades, que da como resultante la estructura social de un pais y las regiones que lo componen. ‘Actualmente las sociedades no se conciben como entidades homogéneas ni cerradas. Cada nacién tiene sus propios procesos de composicion e integracién, que tienen como plataforma histérica los movimientos sociales que la llevaron a consolidarse como tal. La cultura e iden- tidad nacionales hoy se cuestionan, Las formas y expresiones nuevas de insercién en las decisiones politico-administrativas y culturales son un reclamo dle Ios grupos indigenas y Gtnicos en general, Las lecturas de IIéctor Diaz-Polanco “Lo nacional y lo étnico en México: el nusteriv de los proyectos” y “Cucstion éinica, Estado y nuevas proyectos nacionales” per- mitirén al profesor-alumno adentrarse en estos enfoques recientes. Finalmente con la lectura de Guillermo Bonfil Batalla “Las culturas indias como proyecto civilizatorio” se haré reflexionar al profesor-alumno sobre las posibilidades de éxito que tie- nen los grupos étnicos en el planteamiento de Jo que hoy se ha denominado el proyecto civilizatorio indiv. TEMA 1. Regién y regionalidad pueden estudiar los elementos que integran una re- agidn, una regidn media y one subregion. Los cjem- plos sou: fa regién Noroeste, (a region media de ta Huastecs y la subregién costa de Chiapas. Para analizar cada sna de ellas considera su es- tructura geoeconsmica, Ia ietegracin y dindmica de LECTURA: TRES EJEMPLOS DE REGIONES De Toe PRESENTACION Angel Bassols preserte en este articule, como sit nontbre lo sefiulu, ejemplos de ta forma en que se * Any Bassols Balla. res ejemplos de regiones mente ‘eanas’, en México, forstcin de regions eromémicns, Mexixo, UNAM, 1979. pp. 513-538, su produccién, su problemética demognificn, los ni- veles de vida y su capacidad production. ‘Aborda, asimisnio, brevemente Ia conformucién hhist6rica, la fnfraestructura y el sistema social de ida en cada sata de ellas, La utilidad de este articulo es precisamente que puede servir de modelo al profesor-aluimno y al ase= Sor para generar su propio esyueina de anilisis de la region, regiéin media 0 subregion en que ejerce laboritmente. Eu In generacién de este esquema de anlisis, la lechira de Téctor Diaz-Polanco “Autonoma y cues- #61 territorial” apunta las dificntindes pura confor mar espacios politico-regionales fiundanwentados em 1a identicad étnica, que nv se basen exclusivanente en criterios cientificos para la delimitacidts territo- rial, Adeurts, exomina las alternattivas que se abren en tomo a las aspiraciones de tas organizaciones in- digenas por lograr to gue se hn denomitiada “auto- nomia regional”. TRES EJEMPLOS DE REGIONES MEXICANAS te 1, Una gran regién econémica: el Noros unto con la Peninsula de Yucatan el Noroes- J le de México constituye una gran region que “Por sus caracteres fisicos y socineconémni- cos— se adapla perfectamente para servir de modelo en el estudio regional del pais. Su rea- lidad fisica es impresionante; su historia apa- siona y conmueve, sus msyos Uemograticos econsmicos son peculiares, distintos de aqué- ios propios de otras porciones, aunque existen ciertas similitudes en su franja fronteriza con las correspondientes al Norte y Notoeste. Co- ame todas las regiones, integra el Noroeste un sistema natural-social, a su vez compuesto por dos geosistemas (cl de la naturaleza y el de la sociedad) y por pequefios subsisteinas dentro de éstos. EL geosistema natural es claro: 1) Superficie terrestre de 414 437 km? (21.2% del total nacio- nal) que abarca los Fstados de Baja California, Baja California Sur, Sonora, Sinaloa y Nayarit. 2) Los limites terrestres pasan por Io alto de la Sierra Madre Occidental, las aguas del Océano Pacifico noroccidental mexicano y las monta- fas donde acaba hacia el noroeste el gean ma- cizo de la Cordillera Volcénica, 3) Sus paisajes son contrastacios: los grandes desierlos de Al tar, Colorado y Baja California se transforman en semidesiertos al sur de Sonora y mds tarde en terrenos tropicales semisecos hasta convert irse en htimedos al suroeste de Nayarit. La Sie- tra Madire alcanza alturas de 3.000 m y hacia la costa se desvanece, permnitiendo la formacion de planicies costeras, por las cuales bajan po- derosos rios en la porcién continental, en tanto que éstos estén ausentes en la peninsula baja- californiana (excepto el extremo norte). Su va- riedad de suelos, vegetacion y fauna es incret- ble. En e] mar abunclan los recursos de pesca y en la tierra ~del centro de Sonora al norte de Nayarit— el agua se combina con los suelos aluviales y de pradera paya estructurar una ex- traordinaria riqueza de uso agricola; en las montafias y valles de la Sierra hay pastos y en Sonora y Baja Califomia se explotan importan- tes yacimientos de cobre, grafito, fluorita, sal, fosforila, etestera, Es decir, heterogeneidad na- tural que estructura la unidad fisica del No- roeste, El corazén es el Area de las planicies de riego; las partes periféricas son atipicas, pero juntas integran ei todo natural! 1.1 Historia econémica Los grandes trazos de su historia son también precisos: 1) Excepto en Nayarit, no existieron en el Noroeste grandes culturas mesoamerica- nas. Sin embargo, a la legada de los espanoles la “regién” la constituian “islas” con numnerosa poblacion indigena. 2) La conquista y coloniza- cidn fueron epopeyas de relieve, que se com plementaron con la obra misionera en las Cali- fornias y en Sonora, principalmente. Los indigenas, esclavizados, fueron diezmados 0 se mezclaron con gente venida del Centro-Ocei- dente y de Esparia. Se constituy6, entonces, una economia minera y agricola, basada en el us0 del agua de Los rios (y de Muvia en Nayarit-sur de Sinaloa) y Ia explotacién de minerales cle oro y plata en Alamos, Cosala y muchos otros pun- tos de la peninsula y la Sierra Madre. La rela- cién con Jalisco (Nueva Galicia) se acentiia con el tiempo, constituyendo el Noroeste un “co- rredor” que se transita sobre todo de sur a nor- te, para poder “conquistar” la dificil naturaleza regiunal y llegar cada vez més al interior de las HiSOAIA REGIONAL FORMACION OHNE WSDLEAEION HIICA EW aMTONDGA COUPE WEARER vastedades nortcamericanas. 3) La inde- pendencia trae consigo mayor aislamiento res- pecto al Centro y se suceden entonces, las in- vasiones, perdiéndose todo el extremo Noroeste del pais. W. Walker, Rousset de Boul- bon, Grabb, y otros aventureros fracasan en su intento de cercenar al Noroeste del cuerpo na- cional. Pero penetran con fuerza bajo el porfi- rismo las grandes compaiifas extranjeras, que abren el Noroeste al desarrollo capitalista de- pendiente: explotan el cobre de Cananea-Naco- zari y Santa Rosalia, acaban con el oro de Co- sald, riegan por vez. primera las valles del bajo Colorado, del YaquieMayo, del Fuerte y el Cu- liacény; los ganados se multiplican en Sonora, para enviar la carne al vecino pafs en expan- sidn. 4) Después de la Revolucién se renueva Ia “apertura” del Noroeste, por medio de fa re- forma agraria cardenista, la expropiacién de los latifundios extranjeros, las grandes obras de in- fraestructura en Sonora, Sinaloa y Baja Califor- nia Norte. Se unen todas las regiones internas por medio de los ejes norte-sur y las redes de caminos en los distritos de riego, sumandose después la aviacién y las lineas ce “transbor- dadores” que ligan el continente con la penin- sula, La poblacién se concentra en “oasis” ur bano-rurales, en los valles y en Ja zona fronteriza, que registra el més rapido creci- miento urbano de fa historia mexicana. Pero el Noroeste contintia siendo una “colonia” de la economia de Estados Unidos: su dependencia abarca desde Ja agricultura hasta ef turismo y el gran comercio. ribulivo 1.2 Sistema productivo y Las variables socioeconémicas son demostrati- vas de su relativo adelanto y de sus formida- bles posibilidades de expansi6n: 1) 4 millones de habitantes en 1970, con densidad de sélo 9.4 habitantes/km’ (elevindose a 21.8 en Sinaloa y descendiendo a 2.0 en Baja California Sur) y concentracién en las capitales de Estado, en‘Li- juana, Obregén, Mazatlan, Mochis, mientras el desierto contintia escasamente poblado. 2) De Ja PEA (1.0 millon de habitantes) 42.1% se de- dica a las actividades agropectarias, 16.8% a las industriales y 34.7% a servicios: et Noroeste es sin duda una gran regién de agricultura co- mercial (capitalista), con servicios muy desa- rrollados y desarrollo escaso de las manufactu- ras, principalmente de la gran industria, Su sistema productivo’ es, por tanto, relati- vamente sencillo: 1) Principal regién agricola del pais por el valor total (25.2%) y de la produccién en los distritos de riego, que en 1970 aportaba el 55.6% del valor nacional. Estas zonas de riego comprenden, de norte a sur: Valle de Mexica~ Ji-San Luis Rio Coloracto (Baja California-Sono- ra); Caborca, costa de Hermosillo, Guaymas, Yaqui y Mayo, en Sonora; Fuerte, Guasave, Cu- liacan, Piaxtla y San Lorenzo (en Sinaloa) y San- to Domingo en Baja California Sur. Ademas, la agricultura de temporal cuenta con las extraor- dinarias reglones del norte y centro de Nayarit Su especializacion es notable: 62.4% del trigo de la Reptiblica, 87.8% de la soya, 37.2% del tomate, 31.3% del arroz, 55.1% del algodén, 80.2% del tabaco en rama, 40.7% del ajonjoli y del platano roatan, 14.5% de la alfalfa, 14.9% del sorgo y 12.9% de Ja vid se producen en el Noroeste (1971). Pero esta especializaci6n lo ha- ce depender estrechamente del mercado nor- teamericano para la exportacién del tomate y legumbres frescas, algodén y tabaco, en tanto que cl trigo, sorgo, vid y arroz se dirigen al mercado nacional del Centro, Las grandes com- pafias extranjeras no producen pero si comer- cializan fa produccién y tienen acentuada im- portancia regional. La agricultura del Noroeste es Ja mas tecnificada del pats y su ritmo de cre- cimiento el mayor de todas [as regiones, asi co- mo el producto agricola por hombre ocupado. 2) En Sonora y Sinaloa se concentra la mayor parte del ganado bovino del Noroeste, que en conjunto absorbe ¢l 13.9 (1970) de la cifra na- cional; también destaca en ganado caprino, con 12.1 por ciento (predominando en les mismos Estados). 3) Es la principal regién pesquera del pats (Baja California-Sonora, Sinaloa), con 52.5% deb valor en 1970, principalmente de camarén, ovum 1 19 ALGONA. Page LA LICACION DELO NACHE MAPA ECONOMICO DEL NOROESTE ESTADOS 1 BAJA CALIFORNIA 2 BAJA CALIFORNIA SUR 3 SONORA 4 SINALOA 5 NAYARIT poyonyiyD — Tyuana — MEXICALI — ENSENADA — NocaLes — CANANEA — Heros = CD. OBREGON — GUAYMaS — NAyojoA ~— Mocius — Lapaz, = CULIACAN — MazaTLANn — Trrc ~— LIMITES DE LA GRAN REGION LIMITES ESTATALES LIMITES DE REGIONES MEDIAS @ ~CIUDADES CON INDUSIRIAS * OTRAS CIUDADES tml —— FERROCARRILES Qe ‘== CAMINOS PAVIMENTADOS sama DISTRITOS AGRICOLAS DE RIEGO S22 DISTRITOS AGRICOLAS SIN RIEGO. =< PUERTOS Y ZONAS DE PESCA + ~RECURSOS DE BOSQUES (CONIFERAS) + ~RECURSOS FORESTALES (BOSQUES MIXTOS) & CONSTRUCCION NAVAL (PESCA) EXPLOTACION DE SAL 4 EXPLOTACION MINERA (COBRE) ¥ ZONAS GANADERAS (PRINCIPALMENIE EXPORTACION) * GRANDES CENTRALES TERMICAS — MOVIMIENTOS DE MERCANCIAS g VATOR DE LA PRODUCCIGN INDUSTRIAL POR MUNICIPIO (MILLONES DE PFSUS) 2 A nsromi CNA, PoC ON DOCINIE YEDUCACION SIA AMIOLOGIA COMENFRIA RAMAS DE ESPECIALIZACION INDUSTRIAL DEL PAIS Y DEL NOROESTE - NUMERO DE ESTABLECIMIENTOS, PERSONAL OCUPADO Y VALOR DE PRODUCCION 1970 NOROFSTE RAMAS, PRODUCTOS QUIMICOS. Ee METAL} AS BASICAS: C0 TEXTILES MATERIAL DE TRANSPORTE G8 PRODUCTOS METALICOS any APARATOS ELECTRICOS-ELECTRONICOS 3 BEBIDAS FY curzav0 vesn00 [cmos mscoucroswavrnates WAG ecrnacto y prtroguisnca vasica FE propuctos ont tasaco bjeniorcion DE MINERALES METALICOS A FZpressos i LRU UE LU ALORA PALA LA EEACION DELO NACIONAL attin, abulén, sardina y ostion. Buena parte de esta produccién se ditige también a Fslados Unidos, dependiendo por lo tanto de la oferta y la demanda det extranjero. 4) La capacidad instalada de electricidad reunia 11.4% de la total, sus carreteras 16.6% y sus vias férreas 14.4%. En general los valles y ciudades de la planicie costera en Nayarit-Si- naloa-Sonora y de la franja fronteriza estén bien comunicadas, no asi las zonas montatiosas de la Sierra Madre y del interior de Baja California {donde ya se cuenta con la carretera transpe- ninsular). El movimiento de pasaje y carga por aire es intenso, al igual que la comunicacién maritima entre Sonora-Sinaloa y 4a Baja Cali- fornia Sur. 5) Las industrias extractivas —como lo diji- mos antes— son poco diversificadas, pero al- gumas ramas destacan nolablemente: cobre, sal, fluorita y grafito (primer lugar en el pais), yeso y materiales de construccién, en menor escala relativa. Se dispone de importantes reservas de carbén de piedia (antracita) y mineral de hierro de baja ley. 6) Las industeias de transformacién pertene- cen principalmente a las ramas ligeras (alimen- tacion, de bebidas, tabacalera, de algodén, pes- quera) ligadas como es visible a la especializacién agricola-pesquera regional Aparte se encuentran las grandes funciones de cobre de Cananea y Santa Rosalia y las maqui- Jadoras de capital extranjero (sobre todo en Ti: juana, Mexicali y Nogales). El total de personal en manufacturas alcanzaba s6lo 6.0% y el valor de produccién 5.2% det nacional. Por Estados en Sonora cinco ramas (con predominio de in- dustria alimenticia) abarcan 84% de volumen estalal industrial; en Baja California seis de ellas comprencen 71%; en Sinaloa aportan 88% yen Nayarit 4 dan 96% del valor en la entidad. 7) El peso del Noroeste en materia de comer- cio nacional ¢ internacional es bien fuerte: ex- porta —como dijimos— trigo, algodén, carne, productos pesqueros, cobre, grafito, legumbres, tabaco, eicétera y recibe en cambio multitud de articulos industriales elaboraclos, tanto de Gua- dalajara como de México, Monterrey y Estados Unidos. Las relaciones del Noroeste con el Nor- te son «iébiles, recibiendo basicamente madera y enviando alimentos por el ferrocarril Chihua- hua-Pacifico y la carretera Durango-Mazatln. 1.3 Sociedad y problemas El examen sobre los aspectos sociales del No- roeste nos muestra una situaci6n relativamente mejor que en otras grandes regiones del pais y sin embargo, dejan mucho que desear: 1) Existe una incretble concentracién demografica en Ti- juana, Mazatlan y las capitales de Estado, don- de proliferan los barrios miscrables y Ja deso- cupacién. 2) La inmigracion contintia a ritmo acelerado y los problemas de vivienda, educa- cién, alimentacién y en general de niveles de vida en wn medio de inflacién galopante, crecen a cada momento. 3) Fn los valles de riego pre- domina la propiedad privada (60%), altamente productiva y vinculada en su produccién al ex- tranjero. Graves problemas acarrea esa tenencia de a tierra que beneficia a una minorfa y trae consigo el auge del “peonaje capitalista" (en 1970 habia 276 mil jornalcros en la region, lo~ calizados principalmente en Sinaloa y Sonora) y una aguda lucha de clases en el campo y Ja ciudad, a pesar de que los salarios minimos son bastante mas elevacos que en otras regiones. Aunque en décadas anteriores las obras publi- cas fueron muy nimerosas y por tanto la in- versin, entre 1965-1970 sdlo superaron ligera- mente al porcentaje relativo de poblacién; Hegando a representar el 9.8% del total. ‘Como en todas las grandes regiones de Mé- xico, en cl Noroeste se observan muy fuertes contrastes entre las regiones medias, de tal ma- era que en 1970 las 12 de mayor desarrollo (con 69% det drea total) concentraban el 64.0% de la poblacién urbana y su PEA se dividia asi: enactividades primarias 45.2%, en secundarias 18.0% y en terciarias 36.8%, mientras en las 5 rogiones alrasadas el PEA era de 68.5% on pri- marias, 11.2% on industrias y 20.3% en servicios y comercio. Aquéllas eran desde luego los va- les de riego y la franja fronteriza, éstas ocupan Jas montafias y Nayarit, el sur de Baja Califor- stots 2200NAL, SOUMATION DOCENIE COUCACION ASIC AMOLOGIA cOMMEMENTARLA SISTEMA ECONOMICO DE LA REGION NOROESTE 1978 acricutToea ENERGIA COMBUSTIBLES MATERIAS PRIMAS: —_——> PRODUCTOS TERMINADOS: A OTRAS REGIONES + DE MEXICO RECURSOS Y FACTORES NATURALES —_—_—, "TIEMPO MODO| SOCIAL > = ma C z 1 I eT \ E couse lcousrmvcooH}-———4 Ranson 1 8 [combo ex oTRas| P ' 169) a c - i) 1 ’ ° tty i i rs. | Ii sNausT a DUS TAS OUST, ws TB Fe Tc jstteny || cases res Losers] iz [he ~ - e 4 2 6 = A TPOLED. ee Nee 0 TAS REGIONES Of) TOs CHT RARE . Wo wexico: ‘ > A VN L AL EXTRANJERO FACTORES CONDICIONANTES DEL SISTEMA, SENTIDO DE LA INFLUENCIA pe MODO SOCIAL DE PRODUCCION ¥ DISTRIBUCION @—— ——__ \ om Me {STUD YF U0 HICIONAL HARA LA Xe ctON ee NAO nia y de Sinaloa. Entre Jos Bstados destacan por el volumen del PIB: Sonora con 3.9% del total nacional, Baja California 3.2% y Sinaloa 2.7%; por lo contrario, Nayaril y Baja California Sur aportan 0.6 y 0.3%, respectivamente. Del PIB industrial (5.9% del Noroeste en su conjunta), 2.1% corresponde a Baja California, 1.8% a Si- naloa y 1.5% a Sonora; del valor total regional de la produccién industrial se dividia ast: Baja california 35.1%, Sonora 31.5%, Sinaloa 20.4%, Nayarit 7.4% y Baja California Sur 5.6%. Con- viene seftalar que un solo municipio de Baja California (Mexicali) concentraba 41.7% del va- Jor de la produccisn industrial en 1970; en So- nora tres municipios (Cajeme-Obregén, Her- mosillo y Cananea) daban 70.5%; en Sinaloa otros 3 (Culiacén, Ahome-Mochis y Mazatlan) 80.2%, en tanto que la industria del solo muni- cipio de Topic representaba 68.9% del valor e: tatal en Nayarit. Por lo que respecta al valor industrial agregado par habitante (1965), las ci- tras variaban desde 30 548 pesos en Baja Cali- fornia hasta 489 en Nayarit. Los créditos ban- cavios a fa industria y a la agricultura, en consecuencia, se dirigen a las ciudades y mn- nicipios mas desarrollados de la frontera y los valles de riego; los saldos a fines de 1970 (que ean de 4.0 y 35.2 por ciento del total nacional), se repartian asf: 1.9 y 1.7 por ciento para Baja California, 0.9 y 207 por ciento para Sonora, LO y 11.9 por ciento a Sinaloa y... tmicamente 0.1 y 0.8 por ciento a Nayarit (donde se encuel tra localizacta, no obstante, fa mis rica zona ta- bacalera comercial y hay fabricas importantes de cigarros). EI consumo de gasolina: 661 litvos por habitante en Baja California (1969) y 118 en. Nayatit. Ademés, se observan profundos con- trastes entre las subregiones de una misma ro- gidn, en todos los Estados, incluso los més “properos”®. Concluyamos: una gran regién, tan abun- dantemenie dotada en ciertos recursos natura- les (aunque debe hacerse nolar que no cuenta hasta hoy con petréleo, carbon y mineral de hierro en explotacién; en la Baja California, pa raddjicamente, falla agua, porlo que se ha cons- truido La planta desaladora ce Rosarito, Tijua- nay! muestra un desarrollo desigual en todos los aspectos de orden econémico y social, por yamas, por personas y en el espacio.’ El No- soeste es vital para México por su alta produc- cién agricola, pesyuera, de ciertos minerales, por ser regién de fuerte atraccién turistica (en Ja frontera y hacia el interior), por estar locali- zada junto al gran mercado de California y por su participacién con casi 25% del valor total de Jas exportaciones mexicanas. Sin embargo, el desbalance interno en el Noroeste es tremendo y de no llevarse a cabo esfuerzos planificados yen gran escala para combatirlo, la viciosa es- pecializacién por ramas y la concentracién es- pacial en pocos municipios, en una palabra el problema de la desigualdad regional, crecera. A diferencia de otras regiones pobres del pats (Sur, Peninstila de Yucatan, diversos Esta- dos del Centro y Norte), on cl Noroeste hay suficiente capital propio para generar un “des- Pegue” industrial (incluso ntilizando materias primas venidas del exterior), pero si aquél no es invertido en la gran industria, serd el capital extranjero el que lo haga. Para romper la actual dopendencia pconémica del Noroeste, es indis- pensable crear los pilares de una fulura gran inclustria mexicana, estatal y privada, que sirva a nuestro pais” y a los intereses populares. 2, Una regién media tipica: Las Huastecas’ 2.1 El medio fisico £l sistema natural de Las Tuastecas queda plas- mado, en su expresién concreta y simplificada, en el esquema de relacién de factores (cada uno de Jos cuales es, a su vez, un sistema de menor jerarquia) que se presenta a continuacion. Ahi puede verse en forma resumida la importancia actual de los grupos de factores, sus ligas con los demas on la region y, en suma, como forman un todo, el geosistema de Las Huastecas, tinico en su género dentto del panorama de México, Ese todo natural se inlenelaciona con el todo social, tanto con cada una de sus parles, como con el conjunto, el sistema de vida social. SISTEMA DE LA VIDA SOCIAL EN LAS HUASTECAS Ho XXXT a . me a sont sonra Fireman fa pie, selon f eslucactin # probiemy \ yntlome weenie “hadminsinaton a, sites oy pete ys \ {feoptaucion \ Invwal > nvshleas 9 | almeticiss > Ss - ‘vom etl sa teroacis eollo modi, depen Cosnposkion istioicon | val agains comercial y de Bis Hane ronrdinagora J) propel / VAL indus if XX 1 divers ve evil y “ boxvit Pnevosson fetus ‘eS rs pions |! aay ET Norneste de México. Un estudio geografico- exconsiitica, op. cit +E} Norveste como region ccondmicu, Angel Bassols Batalla, 1975 (inédito). >“ Qn the Spatial Structure of Economic Re- gions in NorthWest México”, Anget Bassols, en Region! Studies, Methods and Analyses, Buda- pest, 1972. marcha sobre la carretera costera Arriaga-Ma- pastepec, lambién se tuvo ocasién de permane- cer varios dias en los més grandes centros po- blados de la costa, que son, de norveste a sureste, Arriaga, Tonala y Pijijiapan. Visitamos los principales (y escasos) establecimientos in- dustriales, granjas ganaderas y ejidos, micleos pesquerus y de comercio, y ademds nos movi- mos por las estribaciones de la Sierra Madre de Chiapas y Hegamos a las importantes ruinas ar- queolégicas de Los Horcones e Izapa. A pie cu- brimos aproximadamente 85 kilémetros, en mar chas que abarcaban sélo unas 4 horas diarias (15, km en promedio), permitiendo con ello observar inchiso los contrastes microrregionales. Creemos gue la mejor modalidad de inves- tigaci6n es aquélla que requiere cierto esfucrzo fisico y el enfrentamiento directo con los facto- res naturales y con los problemas del hombre. Todo lo que no sea producto del esfuerz0 se convierte en algo superficial y vano, Después, nos desplazamos en automévil a los poblados y ciudades mas lejanas, para llevar a cabo en- trevistas y platicas con los mas caracterizados represeniantes de la vida regional, En la costa de Chiapas, como en otras dreas del “México ultrasubdesarrollado”, no resulta util —y ni si- quiera es posible— hacer encuestas o presentar amplios cuestionarios, ante la poblacién: esta modalidad si puede aplicarse on las regiones de economia mas moderna y de mas inlerrela- cién histérica 0 de mayor avance cultural, en el Centro, los distritos de riego, etcétera. °“Algunas observaciones econémicas sobre el Noroeste”, Angel Bassols Batalla, en Trans- Jormacién, CANACINTRA, nam, 139, 1975. 7 Ver “Las Huastecas on el desarrollo regional de Mexico”, Angel Bassols Batalla et al, UNAM, Ic, 197, * Angel Bassols Batalla, Introduccidn « 1a me- todologia para esitidios geoecondmices sobre el te- rreno, Comision Nacional de los Salarios Mini- mos, 1966, pp. 8-9. Ver pp. 537-563. * Geografia econémica de México, ET, 1977, pp. 165-166. TEMA 2. México: nacién plural y multiétnica LECTURA: AUTONOMIA Y CUESTION Bit t100] 17. PRESENTACION Ei autor expone en esta Iectura las alterations que se abren en torno a las aspiraciones de Ins organ zaciones indigentas por lograr lo que se lia denomi- nado "auionomia regional”. Apurtia que in sito iti ficil conformar espacios potitico-regionales basados en una identtidad étnica, que no se fundumenten ex- clusivamente en criterios cientificos para la delimi- tacin territorial Como ejemplo presenta et caso de tn lucha que that dado ins istneerios telwantepecaios pare lograr lee aictonomia. Hace un recuento histérice que abarca desde tn Epocu prekispanica hasta el presente siglo, en ef que resalia Ja importancia estratigica que hin tenido histéricamentte la regin dol [smo de Tehuten- tepec. Imporiancia ya reconocide por k In época prehispdnica y posteriormente durante ta colonia, Ent in epoce colonial la delimitacién geopo- litica de fa regisn del Itsino de Tehuantepec obedecio mds a estrategias mercautiles que a cubrir tas nece sidades de las comunidades. Este regicu casi siempre gozs le ur autonontia relativn, a pesar det dominio regional 2apotecn, yn que su potencial econdmico radicaba en los prodite: tos maritinos, Hacia of siglo XVI esta regién pordié cierta in portancin como paso obligado a Centro Anisriva oat Peti, mis na ast como una region tributaria de ta coronu espaitola, Hucia e} sigio XVIT ef "re- parto” presions fuertemente a ios pueblos indios provecaido un movimients rebelde, mismo que recupers tomporntmente el coutrot de ta region pa- ra sus hubitantes, F'sto fee el movimiento mis int porlante en le tiisquede de la antonomta regional * Héctor Diay-Vobanco. *Autonnunta y euesliin terivoeial, nats soikiyices. Vek. X, Nim, 28, Ener, 192 TPM eneste siglo. Otra muestra de reivindicacién politica se dio en ef sighs xix: el rescate de bienes comuneles yautonomia politica plunteada a las autoridades ¢s- lablecides por los pueblos de la costa del sur del Tis- mo. En el presente aparccié una nueva posibilidad de busear ta autonomta con ta elaboracion de la Cons- titucién de 1917. Se presenté wna iniciative para gue el nuevo Estado mexicano reconociera al "Esta- do del Itsmo dle Tehuantepec”, misma que no pros- peré dado que se argumenté que el ruimero de habi- tontes era pequetio y ta superficie territorial era demasiado amplia, Seguin el aulor, esios tres movineientos tuvieron come fondo cl rescate de la autonomia regional, a ta ez que mnestra que la propuesta ha sido descalifi- cadu sistensiticanente, a pesar de ta incoveniencia doin division actual de lus iiferentes ontidades. Caso similar ocurrié en ia regién de Puebla a ta gue se le dominaria “Zempoata”. Tat tinien via disponible legatimente para oblener ef reconocimiento de ta autonontia estutal es la de constituirse coma una mitidad foderating, situacién que no ha prospenndo ya que se arguinentta que con ceiler dicha axctonoma regional debititaria y pondria ent da ta soberania de la nacién, Em su propuesta ef autor seriata que en realidad {a antonontia regional no pone en dela de juicio ta unidad territorinl del Estado, sino mas bien podria Hevar a consolidar ta widad nacional a trives dela iulentidad regional, fortaieciensto tos luzos de la soli- daridod, fraternal ¢ igualdad entre las comunida- des éticas de tn region, A purtir de estos argumentos, ef autor desprende la necesidad de un nuevo “piso” ext la organizacisn politica territorial. Se podrian construir exstidades regivnules que armonizan los enluces entre el Estado la Eederaviin. Senala quo hay milos, prejuivios y temares, que fren lu posibilidad de un perfil ane tonorne de te region y enfutizu gue ia autonomia regional puede darse Con in coexistencia de grupos Sociocniturules distintes, Durel siguiente texto, Roberto Curdtoso de Olivei- ru “Un concepto anttropoldgico de in identidnd” porte une diversidud de ideas que nos aproximan sows wheal, EnANACON ROCENIE¥EDUEACON ASIC Hs AMIOLUGIA COMPLEMENT ouna concapcién general sobe identidad y de modo particular a la categoria einia, problema importante sin duda pant entender mejor Ia composicion so- cial dei pais y de las regiones que lo intengran: Esio sc, considera la estructura social como una categoria de andlisis central pura entender @ la re gin, AUTONOMIA Y CUESTION TERRITORIAL! Comp taciive us proceso a escala mundial en los tiltimos aftos se ha elevado el reclamo de la autodete:minacién por parte de las orga- nizaciones indigenas de América Latina (Sta- venhagen, 1959). En nuestra regién, ademas, la exigencia de este derecho se expresa concreta- anente como reivindicacion de la autonomia re- gional, que incluye por igual la demanda de los territorios, el autogobierno indio, el respeto a Jos sistemas socioculturales propios y una ma- yor participacién en la conduccién de los asun- tos nacionales que competan a los grupos étni- cos (véase Primer..., 1990). En términos generales, el fendmeno expresa la elevacin po- litica que experiments el movimiento étnico en. Jos aiios ochentia, No es casual que en el momento en que el movimiento indio fevanta estas banderas rei- vindicatorias, algunos gobiernos se adelanten 3 plantear ciertas crmiendas legales, como ocu- nie en Brasil, Chile, México, entre otras paises, Al parecer, en los molivos de estas iniciativas apresuradas se mezelan la necesidad de res- ponder en alguna medida a la nteva situa- cin y Ia esperanza de restar impulso a las demancias indias. Secundariamente, las ini- ciativas de reforma indigenista responden a las presiones que provienen de un hecho co- yuntural: las cercanas celebraciones oficiales undnimnemente rechazadas por los indios— del quinto centenario del “Descubrimiento de América” o "Encuentro de dos mundos”. Los gobicrnos no quieren llegar a 1992 sin exhibir algun género de “renovacién” de los ordena- mientos legales en favor de los indigenas, de acuerdo con las aprenviantes recomenda nes de las comisiones creadas por la conmemo- racion.” 1, Una reorganizacién territorial aplazada Es frecuente que los diversos caminos que se intentan o se inventan para solucionar la pro- hlematica 6tnico-nacional busquen realizar unas adecuaciones que dejan inlacta Ia estruc- tura sociepolitica nacional. Este ha sido, por desgracia, el método habitual del indigenisme procurar composturas sin que, en realidad, cambie nada sustancial. De esta manera se eva- den los puntos centrales, que giran en torno a una cuestién fundamental: la creacién de una esfera especial en la organizacién sociopolitica del Estado nacional en la que cobren vida ins- litucional y practica las aspiraciones histévicas de un sector de la poblacién que, en cuanto tal, se ha mantenido subordinado social y culturai- menle y marginado de los asuntos esenciales de la res publica ‘Un aspecto importante, que refleja esta acti- tud permanente de dejar de lado a fos pucblos indios de todo asunto vital para la vida colec- tiva, tiene que ver con la organizacién politico- territorial. Esta es relevante en tanto que tal or- ganizacién expresa, en principio, la reticula sobre la cual se reconocen legitimas porciones sociales de la nacién y se define una listribu- cidn vertical del poder. A lo largo de fa vida independiente de los paises del continente, par- ticularmente de aquéllos donde los pueblos in- digenas son la mayoria o una proporcién con- siderabie de la poblacion, es una constante que se adopten divisiones territoriales —y més ade- Jante se ensayen numerosas revisiones 0 ade cuaciones de las mismas— sin tomar en cuenta Jas identidades regionates que se fundan en la cohesion socioétnica, Las distintas divisiones territoriales expresan Jos intereses de las fer- 28.0 los grupos locales (criollos, mestizos 0 “la- dinos"), dando lugar a entidades federativas, provincias, departamentos, cantones, etc.; pero ninguna de estas entidades esta concebida para reflejar o acoger a la pluralidad sociocultural SUDO OF LO RECIONAL PRA LA ELIACION DELO NACIONAL del conglomerado nacional de que se trata. Pa- ra los fines de la organizacién politico-territo- rial de los estados nacionales de América Lati- na, los grupos étnicos han sido una publacién invisible. Desde luego, es claro que, hasta ahora, en los distintos momentos cn que sc ha afrontado la divisién territorial o su reorganizacién, ja si- tuacion de subordinacién econémica, la disper- sién social y la consiguiente debilidad politica de los pueblos indios, aparte de la permanente vision ctnocéntrica prevaleciente en los sectores no indios, han sido las principales causas de que aquéllos hayan podido ser ignorados como una parte mas o menos importante de la colec- tividad nacional. De cualquier manera, el resultado es el ca- racter defectuoso, en muchos aspectos inope- ante y en todo caso contrario a un funciona- miento democratico de la sociedad, de la organizaci6n territorial adoptada. ¥ de ahi esa permanente tension que se advierte en muchos paises, una de cuyas causas es la lucha entre un esquema centralista que ignora la composi- ion élnica del pais y otro que pugna —a me- nudo de wn modo oscuro y errético— por hacer explicita tal composicion y, de alguna manera, incluirla en la organizacién sociopolitica que adopta la nacién. El tal sentido, en la mayoria de los paises de Hispanoamérica se observan dos disputas hist6ricas: una, mas evidente y ob- jeto del interés de la historiografia tradicional, que enfrenta a centralistas contra federalistas (Garcia Laguardia, 1986), y otra, mas velada y sorda, quc opone las tendencias que buscan una organizacion capaz dle recoger la phuralidad socio cultural a las dos anteriores, denunciadas por igual como centralistas y homogeneizadoras. La divisién territorial de México ilustra lo que se viene indicando. Diversos estudios acer- ca de la historia de las divisiones territoriales del pais advierten claramente las dificultades pata encontrar una férmula adecuada a las ne- cesidades de la vida nacional. En primer térmi- no, como apunta O'Gorman (1985:170), se ob- serva un “defecto de origen” en la organizaci6n politico-territorial adoptada por el nuevo Esta- do independiente, dado que practicamente cal- 6 0 reprodujo con pocos cambios sustanciales la “division antigua” imperante durante el pe- riodo colonial, 1a cual provino del “recono miento y aceptacién de ciertas entidades geo- graficas precortesianas” y asimismo de “la creacién de porciones territoriales que surgie- ran como el resultado de la manera en que se Tiev6 a cabo la penetracién europea”. El defecto indicado deriva de que tal continuidad “carto- grafica” entra en contradicciones con la nueva realidad sociopolitica que deberfa expresar pues a juicio del mencionado autor “no esta res- paldada por una continuidad ideolégica”. En segundo término, segiin se desprende del estudio de O'Gorman, el "pecado original” con que nace México a la vida independiente no ha sido corregiclo. No es que se haya ignorado el problema, sino que se ha aplazado su solucién una y otra vez, En efecto, con las reformas a las Leyes Constitucionales de 1840, durante los de- bates de los constituyentes de 1856-1857 y de 1916-1917, por ejemplo, Ia cuestion estuvo so- bre el tapete sin que sc abordara a fondo y se adoptaran medidas sustanciales para resolver- la. Esto a pesar de que se advierien los “detec tos” de la organizacién existente y, en la tiltima ‘ocasin mencionada, aun se admite que la “ac- tual divisién territorial [...] constituye una abe- rracién geografica, econmica, social y politica que es preciso subsanar, ya que entrafia un ger- men de disoluci6n que tarde o temprano tendra manifestaciones ostensibles”.* Es sintomatico que se evite debatir la orga- nizacién politico-territoral, aunque se advier- tan sus defectos y dificultades, Para resolver los problemas que se presentan, se recurre a la creacién de nuevas ontidades que, sin encarar Ja cuestion de fondo, reproducen fa misma es- tructura basica con nuevas fracciones. Es decir, més divisiones de lo mismo. En México, es asi como han surgido diversas entidades en los si glos XIX y XX, que son simplemente subdiv: siones de la misma division maestra. Pero atin es més interesante comprobar que ni los constituyentes ni los estudiosos —algu- nos de ellos sinceramente preocupados por la 04 REGIONAL FORMACION DOCENIE¥ EOUCACIOW HASICA Uh ANTOLOGHA COMPLAMENTARA necesiclad de “idear una divisién cientifica”— toman en cuenta seriamente la problematica ét- nica como una variable relevante para efectos de la organizacién territorial. May atin, por lo que se refiere a los primeros, cuando se han presentado demandas para constituir entidades politicas fundadas on Ia identidadt éinica (en el marco del Estado nacional, desde luego) han sido ignoradas olimpicamente 0 rechazadas. Tal es el caso de la solicitud explicita de “au tonomia regional” y de reconocimiento como una entidad politica propia, hecha por los is- tmefios de Tehuantepec y desechada por cl constituyente de 1917. Este ejemplo no sélo ilustra la insensibilidad de los constituyentes ante tales reclamaciones, sino que ademas muestra que tales demandas politicas, funda- das en la identidad regional, se han planteado en diversos momentos hist6ricos y, como tales, no son un fenémeno totalmente nuevo. Con- viene examinar brevemente la lucha por la au- tonomia regional de los istmefos tehuantepe- canos. 2. Un caso de lucha por la autonomia: el istmo de Tehuantepec El istmo de Tehuantepec fue escenario de in- tensa disputas atin antes de la invasién euro- pea. Por tratarse de un lugar estratégico para el transito entre el centro y el sur de Mesoamé- rica, el territorio istmeno se convirtié en una plataforma neuralgica para las actividades co- merciales y el control politico de las poblacio- nes del sur de México y parte de Centroaméri- ca, No es extrafio, por tanto, que mexicas y zapotecos se vieron enfrentados en constantes luchas, cada bando con la determinacién de asegurar para si el dominio de la region. En Ja inmediata fase precortesiana, el rey* Cosijoeza gobernaba la regién zapoteca del va- Ile (con sede en Zaachila), y su hijo, Cosijopi, controlaba Tehuantepec en el istmo. Fl dominio zapoteco sobre el sur del istmo estaba aan en consolidacién en los albores del siglo XVI. El reino de Tzapotecapan, gradualmente habia hecho retroceder a varios grupos hacia las mon- tafias o hacia Ja franja costera del golfo de Ye- huantepec; asimismo, controlaba el camino de jos mexicas hacia sus dominios en Centroamé- rica. Con estos tiltimos existia un pacto, asegu- rado por la relacion matrimonial, pero los za- potecos vigilaban estrechamente el paso de las fuerzas del emperador azteca hacia el sur. A la legada de los europeos, los zapotecos impera- ban sobre numerosos pueblos que les tributa- ‘dan en reconocimiento de sefiorio. Después de Ia caida de Tenochtitlin, los zapotecos del valle y del istmo se aliaron con los espanoles. Los zapotecos serranos (nentzichus) y otros grupos (cuicalecos, mixtecos, etc.) opusieron resisten- cia. Los mixes destacaron en este empefio.* Consumado el triunfo armado de los espa- oles, importantes porciones del istmo pasaron a integrar el marquesado del Valle.’ Como par- te de éste, la Alcaldia Mayor del Istmo com- prendia originalmente a Tehuantepec, Tapana- tepec, Chimalapa, Tequizistiin, Guichicovi (del Marqués}, San Mateo del Mar y San Francisco del Mar; es decir, un vasto territorio que incluia poblados zapotecos, zoques, mixes, huaves y chontales (Luis Mora, 1977:188). En 1560, Te- huantepec pas6 al dominio directo de la Coro- na por tratarse de un puerto que, segtin dispo- siciones reales, no podia estar en manos de particulares. Durante las primeras décadas de dominio colonial, el desarrollo del sistema sociocultural de los zapotecos istmefios fue favorecido por una relativa autonomia, en comparacién con el control més severo que el conquistador estable- cié sobre los nativos en otras regiones. A ello contribuyeron la remota ubicacion de la zona, en el extremo sur de Nueva Espaiia, la celosa y paternal proteccién de Cosijopi y Ia cobertura que le proporcionaba el marquesado del Valle (lo cual frend hasta bien entrado el siglo XVI el asentamiento nutrido de peninsulares). Una de las medidas adoptadas por las autoridades re- ales para limitar los poderes del marquesado establecia que, en el tersitorio del “estado” del _mazqués, los espaftoles no podfan considerarse como vasallos de éste. Chevalier recuerda que “esta regla tuvo consccuencias importanti mas, pues los marqueses se cuidaron mucho de fundar [en sus posesiones] villas de espafioles, ‘ya que éstas hubieran limitado el Ambito de su jurisdiccion” (véase Chevalier, 1976:168). Los tehuantepecanos se libraron también de los vo- races encomenderos, pues cuando el territorio volvié a la Corona ya habia pasado el momento de las liberales conscciones dle encomiendas y, por el contrario, el Estado espaftal deseaba con- servar la mayor cantidad de tributarios. La enconada rivalidad entre las autoridades reales y los marqueses del Valle por cuestiones de jurisdiccién en la regién, results beneficiosa para las comunidades. Por ojemplo, después de quea mitad del siglo XVI el alcalde mayor nom- brado por el segundo marqués se arroge el de- recho de conceder estancias y caballerias a par- ficulares en el istmo, la reaccién dol representante del monarca espafiol fue prohibir tales uansacciones que, aleg6, cansaban “gran dafo y perjuizio” a los naturales. Es claro que lo que preocupaba al virrey era menos el bie- nestar de Ios indigenas que Ja intromision del empleado del marqués en un terreno que se consideraba propio de la soberania del Estado. Como sea, el 4 de abril de 1555, don Luis de Velasco emitié un mandamiento que desauto- rizaba la practica” Por lo demas, dada su estratégica ubicacion en la ruta hacia el sur, “el istmo de Tehuantepec —recuerda Chevalier— era objeto de particular atencién de parte de los representantes del rey, a causa de su importancia para las comunica- ciones maritimas con el Pert” (Chevalier, 1976:171). Esto refuerza la conviccién de que el verdadero interés de la Corona radicaba en im- poner su dominio pleno sobre ese territorio geopoliticamente vital, més que proteger a los grupos indigenas. Sin embargo, el tira y afloja entre los descendientes de Cortés y la monar- quia, y las aprensiones geopoliticas de ésta, fa- vorecieron indirectamente a las comunidades istmenias. En tales condiciones, el grupo zapateco fur consolidando su modo de vida y redofiniendo los factores de cohesion étnica, al tiempo que continus extendiendo su influencia sobre las vecinas comunidades indigenas. Aunque la au- tonomia (en su sentido de “dejar hacer”) fue afectada por diversos acontecimientos,* este lapso fue crucial para el ulterior desarrollo de Jos zapotecos istmefios. Durante esa fase, la configuracién sociocultural zapoteca aleanza su primera cristalizacién en el marco de la do- minacién colonial.” Los pueblos del istmo desarrollaron una in- tensa actividad comercial, inter intrarregio- ral, cuya base principal eran los alimentos ma- rinos, salados y secos. Los recursos naturales les otorgaban una valiosa ventaja frente a co- merciantes de otras regiones, pues podian con- servarse en buen estado durante semanas y ser asladados a largas distancias. La oferta del ca- marén, el pescado y la carne era posible por la disponibilidad de ana costa abunciante en pro- ductos marinos y el control de las salinas, que proporcionaban el clemento para e) procesa- miento. Durante siglos, el esfuerzo por mante- ner en el grupo la posesién de estos recursos estar on la base de las luchas de esos pueblos por su autonomia, La actividad comercial de tos zapotecos debe. entenderse en el marco de condiciones que atin no hacian firertemente incompatibles la pro- duccién y el comercio de indios y colonizado- res. Durante la mayor parte del siglo XVI, las respectivas actividades econdmicas de los ind{- genas y de los peninsulares se desenvolvian en planos diferentes y, hasta cierto punto, comple- mentarios. Los espafioles se concentraban en actividades productivas que no competian con Jas que realizaban los indigenas ni requerian el despojo en gran escala de las comunidades.” Hacia mediados del siglo XVI, el trafico rela- tivamente intenso que se realizaba por Tehu: tepec en las primeras décadas de la colonia, de- © en especial a las actividades de marquesado,'' al parecer disminuyd. Igual- mente, la ruta terrestre para Hegar a Centroa- mérica © al Perti, atravesando el istmo, perdié importancia, y Ia circulacién de europeos dis- minuy6 notablemente. El relativo aislamiento de la zona favorecié la consolidacién de los grupos istmefios en este momento de transi- cién. Bajo la interesada proteccién oficial, sen- siblemente limitado el sefiorio marquesano y poco accesible a los gobiernos del Valle de O2- xaca, los pucblos indigenas del istmo pudieron tener un respiro que hizo posible experiencias productivas y politicas que configuraron una Gierta autonomia, aunque restringidas por el general dominio colonial. Enla tercera década del siglo xvit ya se habia establecido en Tehuantepec un buen ntmero de mercaderes peninsulares con sus familias. No obstante, aunque los europeos competian enalguna medida por el control de los recursos, puesto que sinwhlténeamente la poblacién indi- gena habia disminuido, los grupos no entraron durante un buen tiempo en una abierta con- frontacién. En particular, la presién de los es- pafioles ejercian sobre la tierra, dada la cierta proliferaci6n de las haciendas ganaderasa fines del siglo x1 y las primeras décadas del XVI, no se sintié en el territorio de los zapotecos is- tmefios con violencia. A consecuencia de la cri- sis demografica que habia experimentado la re- gin, muchos terrenos fueron abandonados 0 quedaron disponibles y la disputa por la tierra no fue por el momento un problema explosive. En suma, los primeros 50 afios de dominio colonial sobre los zapotecas istmefios se desa- rrollan, sin duda, con fuertes exacciones tribu- tarias, control politico de los nuevos amos, ete., pero también con alternativas productivas y co- merciales que permiticron asimilar los impa: tos de las nuevas condiciones, lo que se consi- guid sin entrar en agudas confrontaciones con Ios colonizadores. Sin bien los europeos logra- ron controlar el comercio marino y apoderarse de algunas rutas terrestres, a los zapotecos is tmenos les quedé suficiente espacio para sus actividades mercantiles al tiempo que conser- varon el control sobre sus recursos basicos y la antigua preeminencia regional. Tlacia el tiltimo cuarto del siglo xv, las cosas comenzaron a cambiar debido a una combina- Gién de factores, Tales cambios se manifestaron como una mayor presin sobre las comunida- des, Todo indica que el mayor peso lo sintié la disminuida poblacion indigena sobre la mano de obra y sobre su produccién de alimentos. A finales del siglo XVI la poblacion autéctona con- tinuaba disminuyendo, y tuvo una aguda caida a principios del siglo XVII. En cambio, la pobla- cién no india (peninsular, criolla y mestiza) mostrab1 un aumento significativo. Si bien ha- bia en las comunidades menos bocas que ali- mentar, se disponfa ahora de menos fuerza de trabajo para generar los excedentes, cuya exi- gencia no disminuyé en la misma proporcién. Se puede sostener que la poblacién espaitola (en particular la burocracia real) y la misma ca- pa de la “nobleza” indigena, no redujeron sus demandas de productos y servicios, con lo que Ia presion se habia elevado. En pocas palabras, al descenso de la poblacién indfgena no corres- pondié una proporcional disminucion de [as cargas.” En esta hipotesis, la situacién se tornaria mas grave si el elemento europeo no sélo no disminuia sus exigencias, sino que las aumen- taba. Esto fue lo que ocurrié entrado ef siglo XVT en Ia provincia de Tehuantepec, y prob- ablemente en otras de Oaxaca, principalmente por obra de la voracidad de los corregidores y alealdes mayores. La misma crisis que, segtin la polémica tesis de Borah, sufric Ia sociedad desde finales del siglo XV1 hasta aproximada- mente una centuria después (lo que este autor ha denominado el “siglo de la depresion”) in- ducisia précticas (como los “repartimientos" comerciales) capaces de agravar la situaciGn & ir creando una tensa atmésfera social que, en él istmo, se txansformé en rebelién regional. En el sigho XVI, la corrupcién se intensifice en las colonias americanas. No era un simple relajamiento moral, sino un fenémeno de natu- raleza estructural. En otras palabras, la corrup- cién se convirtié en un negocio pttblico, orga- nizadoy alentado por el propio Estado espaial. La expresin mas contundente de ello fue la venta de los oficios pablicas al mejor postor. Los funcionarius hacian todo lo necesario para recuperar su inversién en el menor tiempo po- sible; esto es, realizaban actividades ilegales pa- raaumentar sus ingresos, con la tacita anuencia 8 FSTUCIO 96 10 RHONA PARA LA CORICACION LO RACIORAL oficial. El circulo vicioso quedé completo cuan- do el precio del oficio se Ilegé a caleular no se- gtin los salarios que recibiria el empleado sino de acuerdo con lo que podia obtener ilicitamen- te; por Jo tanto, el funcionario tenia que aumen- tar sus exacciones y negocios para cubsir la in- version y obtener una ganancia (Pictschmann, 1989:174). En este ambiente, alcaldes mayores, corregidores y hasta virreyes (sin olvidar a los religiosos), aprovecharon la condescendencia oficial para cometer toda clase de abusos contra las cqmunidades indigenas . Las tasas tributa- tias se clevaron arbitrariamente, los despojos fueron més frecuentes, se generaliz6 el comer- cio ilegal y compulsivo (en particular el ama- do “repartimiento”) y, para imponer todo ello, aumenté la represion. Fnel istmo de Tehuantepec esto se expresé como una fuerte presién sobre los pueblos in- dios, lo que provoré un estallide de rebeldia contra tal situacién de pillaje organizado. La ira popular se lanz6 en primer lugar contra Juan de Avellan, alealde mayor de Tehuantepec, quion habia aumentado la exacciones y los re- partimientos a extremos insoportables, al tiem- Po que imponia crucles castigos a los indigenas (in exceptuar a gobernadores y alcaldes) ante e] menor ineumplimiento de sus exigencias.'* El 22 de marzo de 1660, miles de indigenas que con motivo de celebraciones religiosas se encontraban en la villa de Guadaleazar (como se nombraba entonces a Tehuantepec) atacaron las Casas Re- ales, poniéndole fuego “cogieron las calles, ocu- paron las plazas, cercaron las casas de su habita- cién y ganaron las eminencias de ios cerros, sobrando para cada cosa muchos indios é indias, que eran las peores y las mas obstinadas, osadas y valientes pedreras” (Manso de Contreras, 1987216). La masa enfurecida maté al alcalde mayor, a varios criados y al cacique de Quiechapa (consi- derado “traidor a los indios"). Los demas espa- Roles lograron encerrarse en el convento, Los re- ligiosos no pudieron aplacar a los inctios, y aun tuvieron dificultad para convencerlos de no pe- netrar en Ia iglesia ‘y capturar a los refugiados. Los rebeldes se apodcraron de los mosquetes de- positados en la Sala de Armas e inmediatamen- te adoptaron medidas precisas y audlaces: for- maron “cuerpo de guardia”, establecieron vigi- lancia en puntos claves; desconocieron a los funcionarios indigenas, eligieron sus propias autoridades, y enviaron mensajeros a los pue- blos cercanos para extender y asegurar el mo- vimiento. Fn pocas horas tenfan dominada la situacion.* Durante mas de un aito, los zapotecos y sus aliados de otros grupos étnicos lograron manle- ner el control de la regién, El éxito de los tchuan- tepecanos tuvo repercusiones regionales: el alza- miento se extendié a otras provincias, rebasando cl espacip de su nticleo inicialy Los indios de la villa de Nejapa se levantaron el 27 de mayo; en agosto los de Ixtepeji se rebelaron contra “las ve- jaciones, agravios y repartimientos” del alcalde mayor (Gonzalez Obregén, 1952:387 y 391); en San Pablo Nisiche el gobernador indigena fue destituido y humillado; los pueblos de Villa Alta se unieron también al movimiento, asf como los mixes de Ayacaxtepec y Ocotepec.” Unos 200 pueblos se incorporaron al levantamiento. La Hamada “rebelién de Tehuantepec”, que abareé cuatro provincias, fue una clara lucha de los pucblos para asegurar uma minima an- tonomja: defendian sus formas propias de ele- gir autoridades y gobernar sus asuntos, y el control de sus recursos y su produccién. La te- rrible represién que recayé un ato después so- bre los pueblos, y particularmente sobre los di- rigentes més destacados, fue la respuesta de un recalcitrante sector peninsular (integrado por corregiciores, alcaldes mayores y sus socios en Antequera y la Ciudad de México) que no es- taba dispuesto a aceptar ningtn género de au- tonomia que afectara sus grandes negocios y su poder despético." De ahi que hasta la me- diacién paternalista del obispo de Oaxaca, el ctiollo Alonso de Cuevas y Davalos, en aquella coyuntura mas inclinadé a otorgar ciertas con- cesiones, fuera vista con malos ojos por la ca~ marilla de funcionarios y comerciantes penin- sulares (véase Diaz-Polanco y Burguete, 1989) Pese a sus limites (ante todo, fue una revuel- ta contra los funcionarios y los excesos del ré- SIO4 RON POMUAEION HOCAR EOLEACION SICA. ANTOLIN COMPLEMENTARA gimten cofonial y no contra el sistema mismo) y a que fue solocada a sangre y fuego, la rebe- lion iniciada en Tehtiantepee constituyé ef mo- vimiento politico indio més importante del si- glo Xvit en la Nueva Espaiia (Semo, 1981:286). Aunque no lermind con os abusos de alcaldes mayores y corregidores, la rebelién cimbré ef gobierno colonial y dejo un perdurable sedi mento libertario en la memoria hist6rica de los istmeiios. En 1715, Jos indigenas de Tehuantepec se al- zaron de nuevo, desarrollando un movimiento con caracteristicas muy semejantes (participa- cién de mujeres indias, desconocimiento de las autoridades autéctonas que eran leales a los ex- tranjeros, ete.), con la particularidad --asegura De la Cruz— de que “en esta ocasién lus espa- foles tuvieron que ceder en todo y no pudieron reprimir a los rebeldes porque no tenian solda- dos suficientes” (De la Cruz, 19838:62). En lo que resta del siglo XVII, asegura el autor, Ja lu cha indigena sigue los causes legales. Fn 1736, los zapotecos de juchitan iniciaron un juicio “para la testitucién de sus tierras comunales” contra un fraile dominico que se las habia apro- piado. Los zoques de tres pueblos de la regién acudieron a la justicia de Tehuantepec en 1762, para recuperar tierras que se habian aduefiado dos frailes. A finales det siglo, en el marco de las reformas borbénicas, los isimeiios tuvieron que luchar contra las medidas de la corona para despojarlos de las salinas (De la Cruz, 1983a:62). Durante el siglo XIX, particularmente los ju- chitecos desarrollan una intensa actividad en defensa de sus bienes comunales y de su auto- nomia politica. Durante la primera mitad del siglo, el personaje central de los acontecimien- tos es José Gregorio Meléndez, (CheGorio Melen- dre), quien encabeza varios levantamientos ar- mados en defensa de los pueblos. Hasta su muerte, en 1853, “este lider encabezé todas las luchas no sdlo de los zapotecos que cubren el Distrito de Juchilén, sino también la de los hua- ves, chontales y zoques, que abarcaron toda la costa del sur del Istmo de Tehuantepec, desde Guelavichi hacia el oeste de Salina Cruz hasta Tonala, Chiapas, en el este” (De la Cruz, 1983b:9}. Durante este periodo destacan los conflictos entre los pueblos y las autoridades estatales, debido a las pretensiones de éstas de otorgar la explolacion de las salinas a empre- sarios particulares. Fn 1870, los juchitecos se le- vanlaron en armas contra el gobierno de Félix Diaz. En pleno porfiriato, estallé otra rebelién indigena que involucra a zapotecos y zoques, bajo la direccién del juchiteco Ignacio Nicolas. Este alzamiento armado (1881) fue provocado, entre otras causas, por “las viejas cuestiones de tierras y salinas, el impuesto de capitacion y ‘otras mrevas como la imposicién de autorida- des municipales en contra de la voluntad po- pular” (De la Cruz, 1983a:68). ‘Como noes nuestro propésite pormenorizar las luchas de los istmerios, basta con lo indicado para afirmar la idea de que existe una sostenida identidad regional y una tradicional lucha por la antonomia. En pocos casos Jos inconformes expresaron por escrito las causas que los mo- vian; y cuando fo cumplieron, dice De la Cruz: “en los planes que lanzaron los jefes rebeldes no se expresaron las razones de fondo —como sun la propiedad y explotacion comunal de tie tras y salinas, impuestos, etc.— que originaron las rebeliones, las cuales quedaron englobadas en Ia defensa de la aufonomia regional (De la Cruz, 1983:70, cursivas nuestras). Pero en una ocasién indicaron explicitamente su aspiracién a la autonomia en un documento excepcional, con cuyo examen concluiremos este punto. EL 11 de enero de 1917, los diputados por Tehuantepec y Juchitén al Congreso Constitu- yente (Cris6foro Rivera Cabrera y José F. Go. mez, respectivamente) presentaron una inicia- iva para constituir el "Estado del Istmo de Tehuantepec”. Funclindose en la histériea as- piracién del pueblo istmefo a la “autonomia regional”, los representantes expusieron sus ar gumentos en favor de la misma, clasificados en “elementos” constitucionales, geagraticos, his- téricos, étnices, psiquicos, de politica interna y de politica internacional. En primer término, demwestran que las fracciones territoriales que formarian la nueva enlidad (esto es, los distri- tos de Tehuantepec y Juchitin del estado de Oaxaca, y los cantons de Acayucan y Minatit- Jan del estado de Veracruz), por una parte, do- blaban el ntimero de habitantes constitucional- mente exigido y, por otra, posefan los medios econémicos necesarios (superando en todo al estado de Querétaro, por cjemplo). Atendiendo al elemento geografico, el istmo satisfacia con creces cualquier exigencia, pues “tendria una superficie territorial mayor que la de los [esta- dos} de Aguascalientes, Colima, Morelos, Tlax- cala y otres del centro de la Repiiblica” (Gu- chachi’Reza, 1983:15). Los diputados abundan en consideraciones historicas, desde las luchas del rey Cosijoeza en dofensa del “reino zapoteca”, pasando por la “vida auténoma’ que el territorio tuvo durante Ja colonia, hasta los combates de los pueblos durante el siglo xix y a caiz de la revolucién del siglo xx. “Fstos tres armados movimientos —resumen—, aun cuando aparentemente obe- decieron a otras causas, en el fondo no recono- cieron sino una sola, que es la verdadera, y que e5 la autonomia regional de que se trata” (Gu- chachi’Reza, 1963:17). Al referirse a los “elementos étnicos”, a la usanza de la ¢poca, los autores destacan las ras- gos de la raza: se mezclan factores biolgicos y culturales que supuestamente constituyen las “esenciales caracteristicas” de los lugarcfios. Sin embargo, agregan importantes factores so- cioculturales de la region {stmica: “Posee len- gua propia, la zapoteca, y sus usos, habitos, costumbres y hasta trajes, le son esencialmente peculiares”. A su vez, dicen. la memoria histé- rica de los “vicjos tiempos” y los males ocasio- nados por los “pretorianos” gobernantes oaxa- quefios, incluyendo “algan otro civil que por respeto a una memorable memoria no designa- mos", etc, determinaron que los istmefios se crearan “una alma propia” (Guchachi’Reza, 1983:3),"”, Las razones que justifican la creacion de la nueva entidad, a juicio de los autores de la mo- ion, se resumen en la evidente ineficacia “de Jos gobiernos provincianos de Veracruz y Oa- xaca” para impulsar el bienestar de los istme- nos. En particular, se destaca Ja incapacidad de dichos gobiernos para coadyuvar “al manteni- miento de la comunidad de intereses, afinidad de ideas y sentimientos” que son las “bases esenciales de toda agrupacién politica” (Gueha- chi'Reza, 1983:4). Considerando el factor inter- nacional, los diputados se concentran en la re- futacién de Ja “especie pueril e infundada de que, erigido el istmo en Estado, facilmente cae- ria en manos de los yanquis o de alguna otra potencia extranjera”. En contra de esta tesis y a favor de Ia autonomia se esgrimen habiles ar- gumentos: de la légica politica,* historico y de sentimiento regional," patriético” y de autori- dad” La comisién del Congreso Constituyente en- cargada de la “cuesti6n territorial” presenté su diclamen el 26 de enero de 1917. En él se reco- nocen varias peticiones de reformas territoria- les, entre las que se cuenta Ia iniciativa de los diputados Rivera Cabrera y Gomez, apoyada por vecinos y autoridades del istmo. sta tiene, informa la comision, “las simpatias del C. Pri- mer Jefe”. Para cada caso presentado, la comi- sion sefiala las protestas que se han recibido. Contra la iniciativa del istmo, por ejemplo se recibié protesta “del partido constitucionalista de Oaxaca”. Para justificar su dictamen, Ja comision daa entender que no ha dispuesto de los elementos indispensables para pronunciarse sobre las pe- ticiones. De hecho, sefiala, tales “memoriales conslituyen los tinicos datos que hay para re- solver la cuestién territorial”, Mas dramati mente, confiesa: La comisién no ha podido conseguir ni si- quiera un buen mapa para poder examinar las diversas pretensiones territoriales y po- der formarse juicio exacto, justamente con otros datos estadisticos indispensable para esta cuestién, de la conveniencia 0 inconve- niencia de alterar la divisién actual de las distintas entidades. Pero en lugar de insinuar siquiera la necesidad de un estudio cn forma y una consideracién a ison A1IONAL FORMACION DOCENTEVEDUCAEION RASICA ANIOLOGTA COMMEMEMTANA més cuidadosa del asunto, propone inmediata- mente para su aprobaci6n “sus primitivos dic- tamenes’, en los que, desde luego, se hace caso omiso de todas Jas peticiones.”' Asi, la division aprobada el 5 de febrero de 1917 por la asam- blea constituyente, sancioné las partes inte- grantes de la federacién que estan vigentes has- ta hoy (si descontamos la conversién en estados, en 1974, de los hasta entonces territo- trios de Baja California y Quintana Roo). En con- clusién, la reivindicacién autonémica que con- tenia la iniciativa de Jos istmeftos quedé sin resolver. Enesle proceso llama la atencién dos cues- tiones. En primer Ingar, que sean varias las re- giones (conformadas por diversos municipios) que manifiestan pretensiones autonémicas. El istmo no es un caso tinico, Por ejemplo, en la misma ocasién se registra la aspiracién, tam- bién frustrada, de varios municipios de la sierra de Puebla (Tepetzintla, Anizantlan, Olintla y Xopala) de constituir una nueva entidad poli- tica que se denominaria “Zempoala”’ En segundo término, se pone de manifiesto la restriccién a que se enfrentan los complejos regionales que buscan dar forma politica a su unidad sociohistérica. Dado que sus compo- nentes son ya entidades municipales, sélo dis- ponen de wna opcién para acceder a su meta, esto es, sdlo pueden aspirar a ser un estado de ta _federacion, Ello da lugar a tensiones y dificulta- des de todo tipo entre las que se cuenta que la nueva entidad sélo puede surgir, en términos absolutos, a expensas de la integridad, el terri- torio y la jurisdicci6n de otra. Partimos aqui de la exclusién de un camino: Ja separacién de la nacién, indeseable en las condiciones actuales y ajena a la Iégica autondmica. El hecho es que la diversidad de la organizaci6n politico-terri- torial que se advierte en una perspectiva hist6- rica, se redujo notablemente. El istmo de Te- huantepec, por ejemplo, en distintos momentos aleanzé existencia politico-administrativa co- mo tal: en 1823 tuve el range de provincia; por decreto del 29 de mayo de 1853 fue territorio, y en el marco de la organizacién territorial det imperio de Maximiliano (3 de marzo de 1865) fue declarado departaniento. Posteriormente, la unidad regional del istmo quedé desmembra- da, y ya afirmado el actual sistema federal, sdlo podia alcanzarla de nuevo convirtiéndose en un estado. Ello explica que los istmefios bus- quen en 1917, infructuosamente, realizar su “agutonomia regional” en el tinico molde dispo- nible: el de la entidad federativa. 3. Autonomia: mito y realidad Bajo condiciones y denominaciones diversas, la situacién de rigidez descrita —es decir, la falta de espacio en la organizacién politicu-adminis- trativa para acoger a las aspiraciones regionales fundadas en la identidad étnica— se advierte ‘en muchos paises de América Latina. En Méxi- co, tal situacién se mantiene hasta el dia de hoy. El articulo 43 de nuestra Constitucion Politica enumera los estados (junto con el Distrito Fe- deral) que son las partes integrantes de la Fe- deracién, y el articulo 115 indica que la base de Ja division territorial de los estados es el “Mu- nicipio libre”. En este esquema no caben otras entidades pblicas 0 poder verticales: en la fraccién primera del mismo articulo se estable- ce expresamente que “no habré ninguna auto- ridad intermedia entre éste [el ayuntamiento municipal] y el Gobierno del Estado”. Por lo demas, los municipios no son estruc- turas adectiadas en las que los pueblos pueden desarrollar una auténtica vida auténoma. Las principales razones son: a) las facultades lega- les de que disponen los municipios son muy. limitadas; b) no pueden “coordinarse y asociar- se” entre $f, excepto para la “prestacién de los servicios publicos que les corresponda”, y, so- bre todo, c) su autodeterminacién politica se encuentra fuerlemente restringida en favor de los paderes del estade correspondiente. Res- pecto de esto dltimo, por ejemplo, las legisla- furas locales (es decir, de las entidades federa- tivas) pueden “suspender ayuntamientos, declarar que éstos han desaparecido y suspen- der 0 revocar ¢] mandato de algune de sus miembros, por alguna de las causas graves que .Ss1U0 BELO RRGONAL PARA LARERCACON DE 10 NACIONAL Ja ley local prevenga..."; asimismo, declarada la desaparicién de un ayuntamiento, pueden designar a un consejo municipal para que con- cluya el periodo correspondiente. De todo ello se desprende la necesidad de crear un nuevo piso en la organizacién politico- territorial, con el doble objeto de que se puedan constituir entidades regionales (que agrupen a varios municipios, cuando sea cl caso) y se ac- ceda a la autonoméa, en especial por aquellas regiones donde exista una apreciable 0 mayo- ritaria presencia de publos indigenas. Podria alegarse que la figura juridica que constituyen los municipios se puede ampliar y enriquecer, a fin de que configuren verdaderos entes auté- nomos. Es verdad. Pero entonces no se trataria ya de los municipios tal y como los conocemos en nuestros paises, y quedaria pendiente Ia cuestion de la forma juridico-politica para la eventual asociacién 0 compactacién de munici- pios (0 parte de ellos) que conforman virtuales unidades regionales. Vale la pena aclarar inmedialamente que, en principio, no se trata de anular los “pisos” pree- xistentes, sino de crear uno nuevo que permita resolver un sinnimero de problemas acumula- dos histricamente. En tal sentido, nose requie- re necesariamente modificar la actual organiza- cién federal (0 alguna otra) ni desaparecer los municipios. Existen experiencias hist6ricas que muestran Ja compatibilidad del régimen fede- ral con la organizacién autonémica y muni: pal. Como se ha visto en otra parte, el sistema de autonomia puede armonizar tanto con el ré- gimen unitario del Estado como con el federal {Diaz-Polanco, 1990, passin). En América Latina, la posibilidad de que se avance en Ja direccién indicada se ha estrellado, hasta ahora, contra estructuras socioeconémi- cas y politicas que se verian afectadas por cual- quier transformacién que haga mas justa y mas democratica a la sociedad. En el plano ideold- gico, el proyecto autonémico se ha visto frena- do por un conjunto de mitos, prejuicios o te- mores muy arraigados en la sociedad, que han sido alimentados durante casi dos siglos desde cl poder y sus aparatos. Ello forma parte sus- tancial de la “cultura” de Ia dominacién. Con+ viene al menos examinar brevemente algunos puntos relacionados con tales ideas y senti- mientos que, al mismo tiempo, ayudan a mos- trar el justo perfil del ente autondmico.” 1. Ante todo, existe un estilo de plantear la cuestion que consiste en poner los problemas técnicos o practices por delante de los princi- pios o elementos de fondo que deben someterse aanilisis y debates. De hecho, se trata mas bien de un método para evitar la discusion del asun- to. Esta es la regla cuando se intenta debatir un tema comoel de la autonomfa, Inmediatamente se recuerdan los inmensos problemas que su- puestamente acarrearia tal sistema, las enormes dificultades para su aplicacion, los grandes es- fuerzos que implicaria, etc. Es evidente que la busqueda de una solucién autonémica requiere afrontar diversos retos, y algunos reales y difi- ciles. Pero el primer paso para solucionar un problema es plantearlo clara y precisamente, y esto no puede lograrse si se ponen por delanie Jos problemas “ténicos” para cancelar su and- lisis, En realidad, este procedimiento busca ‘ocultar una actitud conservadora, una predilec- cin por el statu quo que no se atreve a asumir abjertamente sus premisas. Es una tipica salida por la tangente que refleja los miedos, nada ra- cionales, de la légica técnica, En este caso, ésta busca ocultar wna légica politica 2. A veces la aprensi6n ante el posible cambio deja escapar sus argumentos miticos més densos. Uno de ellos es el de la sutpuesta relacion positiva, © incluso identificacién entre la unidad nacional y el centralismo. Es decit, Ia idea de que el cen- iralismo es la garantia de la unidad. Dejemos de tado las crréneas identificaciones formales entre centralismo y régimen unitario, o entre descer- tralizacién y sistema federal. Es claro que el répi- men unitario puede aceptar una amplia descen- tralizacién, y que el federalismo es a menudo la envoltura del mas férrco centralismo. En rigor, la postulacion de un vinculo entre centralismo y unidad es una peticién de principio: se requiere demostrar (edrica e histéricamente que ambos fe- némenos estén relacionados positivamente 0 que uno es Ia base del otro. rot REO, JORNACON DOCENTEYEBUCACION EASCAIN. ASOLO COMMEMIENTARA Considerando sélo la perspectiva histérica, Ja experiencia de numerosos paises pareceria mostrar que si existe una relacién entre unidad nacional y centralismo ella es inversa: mientras més centralizada es la vida nacional, mas débil es su tejiclo social y politico; y, en cambio, mien- tras mas fuerte es la descentralizacién nacional, es mayor la cohesién de sus partes integrantes y més vital su desenvolvimiento global. Asi las cosas, en tanto el régimen de autonomia su- pone una descentralizacién politica, econd- mica y sociocultural, propugnar por él es al mismo tiempo argumentar en favor de la uni- dad nacional. 3. Detris del anterior criterio se encuentra otro mito de gran prosapia: la unidad como ho- mogeneidad sociocultural. Ya se ha visto que este presupuesto tiene ilustres antecedentes en las Viejas obsesiones homogeneizadoras de ideslo- gos y préceres en toda América Latina. Lo que nos resulta claro a estas alturas es que sila uni- dad est4 directamente relacionada con la des- centializacién, también Io esti con la diversi- dad. La mis sélida unidad es la que se funda on la diversidad. Una sociedad en la que existe una diversidad sociocultural no reconocida re sulta una sociedad anémica y plagada de ten- siones. Asimismo, la negacién de la diversidad alienta la intolerancia, y ésta no es el mejor cal- do de cultivo para la democracia. 4, Es muy frecuente que se asocie el régimen de autonomia con supuestos peligros para la soberania nacional. Este temor regularmente sesulta del cardcter territorial de la autonomfa regional. Se arguye que reconocer el autogo- dierno y facultades propias a determinadas porciones territoriales debilitaria la soberanfa ¢ incluso la pondria en peligro. En realidad, la autonomia no pone en (ela de juicio la unidad tersiturial del Estado nacional sino que, senci- Ilamente, define un nuevo ente politico, amb tos de competencia, etc., en favor de una mejor coordinacién de sus partes integrantes. Si es cierto que la autonomia consolida la unidad na- cional, entonces deberia pensarse que, ademés fortalece la soberania. ;1.os estados nacionales que han adopiado Ia autonomia han visto, por ese motivo, debilitada su soberanta? De nuevo, la experiencia de numerosos paises hace pensar que el régimen autonémico, por el contrario, es tun factor que vigoriza la soberania. En algunos casos se esi pensando en el peligro de la agre- sim o intervencion de una fuerza externa. Aqui habria que retomar los argumentos utilizados por los istmefios en 1917: eambiaria la inten- cidn 0 el propésite del agresor el hecho de que la region de que se trata sea municipio, region auténoma o entidad federativa? Y realizada la agresién, gla sociedad nacional defenderia me- nos a la region por ser un ente auténomo? Fi- nalmente, en la funesta eventualidad, no de- fenderian los lugarenos con més fervor y ahinco a una region que consideran su primer “hogar publico”? 5. Hl reconocimiento de derechos sociocultu- sales @ lravés de la autonomia suscita incerti- dumbres respecto a su compatibilidad con los derechos y garantias individuales consagrados en las respectivas constituciones, pero no exis- ten fundamentos para suponer que la vigencia de los derechos socioculturalcs puede crear al- giin género de privilegio perturbador de los de- rechos individuales. Se tratarfa de renovar et pacto social para, dejando a salvo las garantias y derechos individuales que constituyen evi- dentes conquistas historicas de nuestros pue- blos, solventar las omisiones que en ese terreno, y enel de los derechos colectivos, han afectado a los pucblos indios. En otras palabras, consis- tirfa en sentar las bases éinico-nacionales para la democracia, anulando el proyecto etnocén- ico que provoca centrafizacién, exclusién y desigualdad. Esta desigualdad sociocu!tieral entre Jos componentes éturicos del pats se expresa co- mo discriminacién de los pueblos indios, des- precio hacia sus formas culturales propias, bpresién social y negacion de sus derechos a la diferencia y la identidad. ‘A fin de procusar una solucién a la pro- funda desigualdad étnica que ha sido histé-\ ricamente tna fuente de injusticia y discor- dias sociales buscando asegurar al mismo tiempo Jas garantias individuales y la unidad do la nacién— la autonomia debe fundarse en cuatro principios bésicos que conviene rei- terar aqui: ef de la wnidad de la nacién, el de la solidaridad y la fraternidad entre los diversos gru- pos étnicos que conforman el pais; el de la igualdad de trato de todos los ciudadanos con independencia de su posicion social o adscrip- cién étnica, y el de Ja igualdad entre si de las co- munidades étnicas que convivan en una region, El principio de la unidad nacional no requie- re mayores comentarios. El principio de solida- tidad y fratemnidad reconoce la necesidad de otorgar ciertas prerrogativas a grupos que han acumulado rezagos en el efercicio de derechos, en comparacién con el resto de la poblacion. Parte de] reconocimiento de la desigualdad real misma, la cual requiere ir solventandose. Pero Jos esfirerzos solidarios no deben generar nue- vas formas de desigualdad. De ahi el ofecto compensador del principio de igualdad de tra- to de todos los ciudadanos (incluso en las re- giones auténomas), tanto en los derechos hu- manos y sociales como en los deberes ciudadanos fundamentales. A su vez, el prin- cipio de igualdad de los grapos socioculturales esta encaminado a desalentar cualquier intento de preponderancia o dominacidn por parte de algiin grupo (indigena o mestizo) sobre los de- mds. El principio de igualdad entre si cristaliza en la composicién de los érganos politicos 0 administrativos de las regiones o comunidades, en los que deberin estar representadas todas las colectividades étnicas que alli convivan de acuerdo con las normas y mecanismos legales que se establezcan. El punto de partida legal para hacer efecti- vas las demandas historicas de los pueblos in- digenas requiere agregar a la Constitucién un capitulo donde se sefialen, con toda exactitud, los derechos fundamentales y especificos que se reconocen a los grupos étnicos. En el articulo de ese capituto debe indicarse precisamiertie el man~ dato constitucional para establecer, por medio de una ley (estattuto) el régimen de autononsia regional en el marco del cual se realice el nutogobierno de- mocritico de los grupos éticos. Adicionalmente, desde Inego, se modificarian las diversas sec- ciones constitucionales pertinentes. 6, Uno de los alegatos en contra del regimen de autonomia que mas frecuentemente se escu- cha es el que se separaria a los grupos socio- culturales del pais y plantearia serios proble- mas a las poblaciones no indias, las cuales tendrian supuestamente que abandonar los te- rritorios bajo el nuevo sistema, Nada mis falso. Este escenario resulta de una vision equivocada acerca de la composicién poblacional de las re- giones auténomas: se esté pensando que quie- ren reeditarse los “pueblos de indios” 0 la idea que se tiene de ellos. Como se desprende del punto anterior, la autonomia parte del presu- puesto de que, como regla, em das regiones ten- Grin que convivir distintos grupos socioculturales, en nuestro caso incluidos los mestizos y otros grupos de poblacién mo india. Es cierto que po- dran darse casos en los que la poblacién india sea pricticamente la totalidad de la poblacién del onte auténomo. Pero, en general, las ctno- rregiones latinoamericanas incluyen diversos sectores socioculturales. El régimen de autono- mia no presupone expulsar a los no indios de territorios en los que se han vivido durante ge- neraciones. Se trata m4s bien de narmar una nueva convivencia, En suma, las regiones au- ténomas se conciben como regioues pluriétnicas. En unos casos la convivencia tendra que darse entre grupos indigenas diversos, con sectores no indios; en otros, un grupo éinico determi- nado debera compartir con no indios. Lo iné- dito es que estos diversos grupos tendrdn que convivir bajo principios nuevos: fraternidad y s0- lidariclad, igualdad de trato ¢ igualdad entre si, En tal sentido, el régimen de autonomia es lam- bién una escuela democratica 7, Finalmente, el escotlo mas formidable pa- ra la viabilidad del régimen autonémico se plantea en relacién con la definicion de los te- tritorios 0 regiones que adoptarian este siste- ma. Se alega que la complejidad y embrollo de Ios asentamientos indigenas en distintos paises latinoamericanos hacen poco menos que impo- sible delimitar territorios adecuados o salisfac- torios para las partes. De ningtin modo se debe minimizar la dimensisn de este problema. Pero existen medios, ya probados en la practica, para facilitar su resoluci6n, En verdad, si se busca hacer dicha delimitacién segum la légica técnica de la burocracia, de las decisiones tomadas des- de arriba, cte,, estamos ante un problema de dificil arreglo. Pero ésta no ¢s la tinica opeién. De hecho, en los paises donde se ha logrado delimitar los territorios que accederfan a la au- tonomia, ello se ha hecho recurriendo alos pro- pins sujetos; es decir, desechando los procedi- mientos burocraticos y verticales, y recurriendo al método democratico: consultando ala pobla- cién, En ningtin caso deben imponerse criterios preconcebidos. En Nicaragua, esto se lamé “consulta popular”, en Espajia, proceso “preautondmico”. Esta fase del proceso austo- némico no sélo busca conocer la opinién de las poblaciones respectivas acerca de la autono- mia, sino ademas criterios acerea de los posi- bles ambitos territoriales 4, Perspectivas Elandlisis del régimen de autonomia, conside- rando sus diversas expresionss coneroias en paises como Esparia, Portugal, Italia, la URSS, Nicaragua, ete., permite concluir que efectiva- mente este sistema adquiere rasgos muy varia- bles, segtin el medio histérico en que tiene lu- gar. En tal sentido no existe un patron universal de autonomia que pueda ser generalizado. Por Jo que a la autonomia se refiere, las copias 0 extrapolaciones resultan remedos esteriles; y en tal caso, el sistema aplicado no alcanzaa colmar las aspiraciones y necesidades de los grupos so- cioculturales correspondientes. Sin embargo, precisamente porque el régi men de autonomia busca producir ciertos efec tos y no otros, se advierte que implica algumas coniiciones que son fundamentos sine qua mor. Consideremos dos vertientes basicas. La primera tiene que ver con las condiciones nacionales en que la autonomia se hace reali- dad: como regla, la autonomia se implanta en elcontexto de vastas transformaciones sociopo- litieas a escala nacional y, de hecho, Ia autono- mia es parté y resultado de elas. De esto se deduce, por una parte, que carece de sentido buscar o imaginar siquicra soluciones auton6- micas al margen 0 independientemente de las transformaciones nacionales, como si los gru- pos étnicos pertenecieran a un mundo aparte; por otra, que el establecimiento de sistemas de *autogestién” (0 como quiera que se llamen) en el marco de un sfali quo centralista, homo- geneizante y negador de la composicion plural de la sociedad, resultaria un descomunal fiasco. Esto es una advertencia frente a las tentaciones (mny reales en varios paises de América Lati- na) de utilizar la autonomia, 0 “enmiendas” que se le parccen, con el propisito de acallar Tas demandas étnicas y desarticular los movi- mientos populares, Bllo equivaldria a poner en prictica, en nombre del “cambio”, formulas seudoautonémicas precisamente para que no cambie nada. Por si mismo el esquema de au- tonomia no cambia nada; él debe ser la expre- sidn de transformaciones fundamentales en la sociedad. La segunda condicién primordial se relacio- na con el caricter del proceso que conduce al régimen de autonomia: requiere una efectiva participacién de los grupos involucrados, sin la cual la voluntad y las reales aspiraciones de és- tos no pueden expresarse y, en consecuencia, el régimen de autonomia no resulta del ejercicio de su libre determinacién. En ausencia de la participacion popular, la autonomia resulta muna mera concesi6n, y no lo que debe ser: con- quista y reconocimiento de derechos. Esto sig- nifica, entre otras consecuencias trascendentes, que la autonomia implica la democratizacion de la sociedad: se alimenta cle ésta y al mismo tiempo la profundiza. El proceso de autonomia es el ejercicio mismo de procedimientos demo- craticos en el marco nacional. Por lo demés, como lo ensefia la historia de los procesos autondmicos, la conquista del au- togobierno y demds derechos reqitiere que las comunidades étnicas se constituyan en sujeto sociales, en fuerza politica y en un impulso mo- tor del cambio nacional. En pocas palabras, su= pone una acumulacién de fuerza politica por parte de los grupos étnicos-nacionales cores- pondientes. Siendo la autonomia el resultado de una negociacién sociopolitica, su realizacién ha supuesto hist6ricamente que también la par- te étnico-nacional involucrada disponga de la necesaria fuerza politica que deriva de su orga- nizacién y movilizacién. En rigor, la garantia de Jos derechos autonémicos aleanzades no deriva de su formalizacién juridica, sino que més bien Ja forma juridica y el grado real de las conquistas Tesullan de la efectividad de la fuerza politica que encarnan las colectividades demandantes. Cabe preguntarse ahora: :qué perspectivas existen de que se establezcan regimenes de au- tonomia en los patses de América Latina? Ista interrogante no puede recibir una respuesta ta- jante, Evidentemente, la ocurrencia de los acon- tecimientos supone ante todo que existan las condiciones nacionales de tansformacién y de- mocratizacién antes mencionadas. Al mismo tiempo, se requiere que persista y aun se pro- fundice el proceso de nacionalizacién de los movimientos étnicos en el sentido indicado: ar- ticulacin con proyectos politicos que procuran Notas de la lectura: * Este texto es parte de la obra en prepara- cin Autonomia regional. La autodeterminacion de los pueblos indios. Estudios Sociolégicos ha hecho pequeos corles editoriales La VII Conferencia Theroamericana de Co misiones Nacionales para la Conmemoracién del Descubrimiento de Ameérica-Encuentro de Dos Mundos, celebrada cn julio de 1989 en la ciudad de Guatemala, recomends: “Que las Comisiones Nacionales insten a sus gobiernos a avanzar en [a renovacion de los ordenamien- tos constitucionales y legales que yaranticen cl reconocimiento y las aplicaciones de los dere- chos indigenas con la participacién de los inte- resados”, Conferencia Iberoamericana de Co- misiones Nacionales, Presencia y significacion de los pueblos indigenas de América, VII Reu- nion, Secretaria Permanente, Madrid, 1989. * Estas consideraciones se exponen en la ini- ciativa presentada al Congreso Constituyente un cambio a escala nacional, consolidacién de la conciencia étnica como conciencia politica {ésto es, conciencia de la problematica particu- lar como cuestién de la sociedad global), refor- zamiento de la identidad y las demandas pro- Pias. Todo ello incluye: separacién de la perspectiva indigenista tradicional (que los amarra al carro del régimen establecido) y del neoindigenismo etnicista (que pretende inchiso colocarlos al margen de la nacién). En tal cir- cunstancia, puede esperarse también que las or- ganizaciones progresistas de cardcler nacional contintien desarrollande y enriqueciendo sus enfoques hacia una mejor comprensién de la cuesti6n étnico-nacional. De mantenerse los buenos auspicios que al- gunas tendencias sugieren, puede aventurarse que en los numerosus paises de América Latina conde existen grupos tegionales con identida- des diferentes es altamente probable que se es- tablezcan, en un futuro cercano, con inde- pendencia de cémo se denominen, regimenes de autonomia. de 1916-1917 por el Sefior Francisco Ramirez Villareal (cf. E. O'Gorman, 1985;172. 173). * Por comodiclad, utilizamos térhinos como éste, muy frecuente en la literatura colonial y contemporénea, a sabiendas de su cardcter am- biguo y, en rigor, inexacto. En efecto, vocablos como “imperio”, “reine”, “sefiorfe”, “princ’ Pe”, etc,, tan utilizados por los colonizadores y cronistas espaitoles, eran extrapolaciones de conceptos europeos que los peninsulares em- pleaban en su afan de entender la realidad ame- Ticana segiin Jos moldes de su propia civiliza- cidn, * De hecho, los peninstilares jamds saborea- ron la miel de la victoria militar contra los mi- xes. Las partidas armadas enviadas una y otra vez a las escarpadas montafias y a los desfila- deros del norte para reducir a los mixes, se ¢s- trellaron contra la feroz. resistencia y el talento estratégico de esos pucblos. La retuccién de es- tos nativos se debid, mas bien, a la gradual la- bor ideolégica de los religiosos (Gay, 1982), sta A RECIONAL FORMACION DOCENEE EXCACYON HAA, ANOOLOGTA COMMEMENTARIA ° Fl sefiorio de Cortés, concedido por merced_ real en 1529, comprendia siete provincias: cuatro villas de Oaxaca, y las demarcaciones de Coyoa- can, Cuernavaca, Charo, Tehuantepec, Toluca y Tuxtla (Veracruz). Originalmente, Cortés adqui- rié derechos tributarios de administraci6n y jus- licia sobre 23 mil vasallos. Aun después de los recortes que le hizo la Segunda Audiencia, las po- sesiones del marquesado abarcaban wna superfi- Gie de alrededor de 75 mil kilémetros cuadrados (Borah, 1985; Simpson, 1986). 7 Para que los aleades mayores de Teguan- tepeque no den ningunas estancias ni caballe- rias de tiervas ea términos de Teguantepeque syn lycencia de Su Magestad” (Chevalier, 1976:391-392). ® Como se ha indicado, el marquesado ve cancelado su dominio en ‘Tehuantepec en 1560, y Cosijopi muere en 1564. Ademés, las autori- dades virreinales comenzaron a otorgar merce- des de estancias 0 caballerias a espafioles en los limites del marquesado después de conjurada la conspiracion en la que se vio envuelto el se- gundo marqués: “Precisamente en 1567 apare- cen esas mercedes en Tehuantepec, y luego me- nudean alli y en otros lugares..." (Ibident, p. 171), En el siglo XVI, en Tehuantepec se con- cedieron a espafioles 166 mercedes de tierras para ganado, 28 para la cria de ovejas, 26 para a agricultura y 16 para caballos y mulas; los indigenas obtuvieron sdlo 14 mercedes para ovejas (Borah, 1982, cuadro VII, pp. 76-77). *'Lo anterior no debe interpretarse como la definicion de un sistema sociocultural inmuta- ble a través de los siglos. A esa primera confi- guracién seguirfan otras, que permitirian justa- mente mantener la identidad étnica, Como ocurre con otros grupos socioculturales que han logrado asegurar sus identidades a lo largo de diversos periodos, en la vida histérica de los zapotecas istmefios Hama la atencion su enor- me ductibilidad para asimilar los impactos ex- ternos y convertirlos en nuevos factores de su cohesién socioétnica. ™" Por ejemplo, las estancias del marquesado enel istmo “producfan caballos de raza, abas- tecian de reses a las carnicerias de Oaxaca y, gracias a una curtiduria, podfan despachar cue- ros hasta el Perit” (Chevalier, 1976:170). No hay indicio de que otros particulares se interesaran, aparte de esa actividad y el comercio de ciertos articulos indigenas (algunos productos mari- nos procesaclos, textiles, etc), en la produccién agricola tradicional, Ia pesca y el uso de las sa- Jinas. Estas ocupaciones quedaron en manos de las comunidades indias. 1 Cortés usaba Tehuantepec como puerto oceanico y como centro de abastecimiento de Jas naves conquistadoras. El cronista Diaz del Castilo secuerda que el extremefio, a su regreso a Nueva Fspaia desde Castilla ya con el titulo de marqués, “dejé capitulacion” con la monar- quia para “enviar armadas por la mar del Sur adescubrir tierras nuevas adelante, y todo a su costa, comenzé hacer navios en un puerto de tuna su villa que era en aquel tiempo dei mar- quesado, que se dice Teguantepeque, yen otros puertos de Zacatula y Acapulco” (Diaz del Cas- tillo, 1989:561 y ss). "2 En una perspectiva global, Borah ha sos- tenido queen el momento considerado “las exi- gencias sobre las aldeas indigenas para el sos- tenimiento de los oficiales locales, las actividades comunales y la gran clase de nobles indigenas, no disminuyeron probablemente al paso que disminuia la poblacion [...] En conse- ‘ctencia, los pobladores indigenas se vieron im- posibilitados para contribuir al sostenimiento del sector curopeo de la poblacién, no s6lo por Ia brusca disminucién de su produccién sino ademas por la mayor presién dentro de la mis- ma sociedad indigena sobre los alimentos y ser~ vicios remanentes” (Borah, 1982:19), "> Asi Jo refieren los indios en carta enviada al virrey, duque de Alburquerque, poco des- pués del levantamiento. Alli denuncian las “exorbitancias de repartimientos” del alealde ma- yor, “los azotes, cepos, careeles y rigores con que naltrataba a todos” y los tributos “que cada dia 6 cada mes iba aumentando mas” 14. “conque en tiempo de cinco horas, poco mas 0 menos, hicieron, obraron y dispusieron Jo que aparece imposible en fuerzas huma- nas...” (Manso de Contreras, 1987:19). L1s1u 0 10 RLLONAL PALA A CAPUEAEON DELO WACIONAL * Cf, la erénica de Juan de Torres Castillo, “Relacién de lo sucedido en las Provincias de Nejapa, Ixtepeji y la Villa Alta...” en Genaro Garcia, 1982, pp. 273-305. * La accién punitiva fue conducida por el sidor Juan Francisco de Montemayor y Cuenca, al inicio de la gestién del nuevo virrey (conde de Bartos). Con engafios y falsas promesas de perdén, el funcionario logré penetrar en el te- rritorio y apresar (con ayuda de las autoridades indigenas depuestas por Jos rebeldes) a los principales cabecillas. Constituido en juez, a fi- nales de junio y principios de julio de 1661, ei oidor emitic severas sentencias de muerte con- tra los dirigentos mas destacados y, contra los demas, de mutilaciones, azotes, destierros, etc, ef. Manso de Contreras, 1987:45 y ss ” Llama la atencién el sesgo zapoteco de la referencia lingiifstica, excluyendo las lenguas de los demas grupos de la regién. *S Supuesto el evento de una agresién, se preguntan, “el imperio del Sol Naciente o Yan- quilandia ghabrian de subordinar sus actos a la consideracién de que el istmo constituyese dis- tritos de Oaxaca y Veracruz, Estado 0 Territo- rial federal?” (Guchachi’Reza, 1983:6). © Los istmefios han demostrado a lo largo de la historia su capacidad de lucha para de- fender la integridad de la nacién y, “satisfecho nuestro anhelo, Ja idea de la invulnerabilidad i, si cabe atin mis arraigada en nuestros espititus, y, por lo tanto, la defen- deremos con mas amor y con mas apasiona- miento”. Ider. ” “Deseamos su autonomia regional porque creemos firmemente que a virtud de ello sobre- vendré su engrandecimiento, y por lo tanto, el de nuestro México: por consectencia, es un sen- timiento de alto patriotismo [lo] que nos inspi- ra”. Idem. 7 La autoridad en que se apoyan, por razo- nes obvias, es don Venustiano Carranza. Segan Jos que suscriben, el jefe constitucionalista les habia expresado unos dias antes Jo siguiente: “Ademés, la satisfaccion de este anhelo de us- tedes [...], arraigarfa atin mas en sus espiritus la idea de Ja invulnerabilidad de aquella region, a que, por lo tanto, defenderian con més ahin- co en casu de ser violada por elementos extran- jeros. Ibident, p. 5. ® La excepcién a esta regla fue la incorpo- racién de observaciones relalivas a las islas del territorio nacional, en el articulo 48. El dicta- men se encuentra en O'Gorman (1985:270-274). ® La denominacién que se le dé a éste en cada caso (“regién auténoma”, “region pluriét- nica”, “comunidad auténoma”, “territorio au- tonomo’, elc.) es aqui irrelevante. * De expresarse, por ejemplo, en la creacién de programas y fondos especiales de desarrollo y promocién sociocultural que buscarian im- pulsar la equiparacién socioeconémica y la igualdad étnica de Jas regiones indigenas con otras del pais Susi RLOIONA,FORNAC ON DOCANEE LQUEAETON AAIEA HL AMFOLUGA COMELIAINTARA reir UN CONCEPTO ANTROPOLOGICO Peale PRESENTACION Marcel Maus afirma: “el hombre piensa ert comin junto con los demds, en sociedad". Esta sentencia es ‘retomada por Cardoso y Oliveiva par delinenr un concepto antropoldgico de Ia identidad. Enref apartado de su libro, agut inctuido, serial Jo que otros autores entienden por identidad e ideo- logia y por identidad crcencia y representaci6n co- lective, para luego aproximarse a to que seria In iden- tidad élniee como ideotogia. bn sus consideraciones destaca iat idew de qute “el hrombre no piensn aisiada- mente, sino a través de categorias engendradas por la vide social”, es decir son representaciones funda inenialmente colectivas que dependent de ka manera como {a sociedad se constiluye, organizi y se repre senta colvetiowmenie. Entendida ast, In identidad viene a ser wr fondieno que surge entre el individuo 1y ta sociedad 'y se configura por procesos sociutes, nunc estubles, pues fo determina In estructura so- cil, ef sistema social, tus relaciones sociales y lis relaciones del identidud. To importante de fa obra es que aporta saa di- versidad de ideas que nos aproxinuin a ine concep= vidit general sobre identidad y de mode particular sobre la categoria etnis, problenta importante sit dt- da para entender mejor fa composicion social de! pais y de las regiones que fo invlegran, Desde luego el problenin de tn idenlided, puede ser trabijado tani isn en ef marco de tata sola categoria sociotégica 0 auttropoldgica, esto es, & partir de la estrncttra so- cia. Para aoanzar en el entenddimiento de la region el levto de Héctor Diuz-Patanco “Lo nacional y fo ét- itico en Mexico: ef misterio de los proyectos” fave un recuento de tos planteamientos de ta corriente integracioniste y etnicista, def cual conclave que + Roberta Corson de Oliveira. “Un ewncepto antropolisi de ta Mentha!” en: Péniidady estructia soa, Messe, CTR> SAS, PM, pp. G8) (Cateceiiin Miguel Othdn de Menaizats} adolescen de una insuficiencia conceptual en forno ala nacion y la cultura nacional, De alt que Diaz Polanco proponga considerar la pasibilidad de un proyecto nucional atiernativo. Ex Ia conformacién de ian proyecto nacional, afirma, no debe hacer ex- lusiones, sino que al hubria de sumarse el proyecto Etnico de los grupos indigenas. Un concepto antropolégico de la identidad N& recherches, 4 nous sociologues, ne sont poiat pleines (...] ni de postulats ni de pétitions de principe. Elles n’ont d’autre axiome que celui-ci: ne jamais oublier que Yhomme pense en commun avec les autres, en société, Elles nont qu'un but: determiner Ja part social dans la pensée. Loin d’étrecon- tradictoires ou meme contraires aux re- cherches du psychologue, les nétres leur sont correlatives (Marcel Mauss, Oeuvres I. 122, (Nuestras investigaciones para nosotros los socidlogos, atin no estan completas [...] ni respecto a los postulados ni respecto a las. peticiones de principios. Tllas no poseen més axioma que el siguiente: nunca olvidar que el hombre piensa en comin junto con os dems, en sociedad. Ellas no poseen mas que un sélo objetivo: determinar el compo- nente social del pensamiento, Lejos de ser contradictorias o contratias a fas investiga- ciones del psicélogo, las nuestras les son co- rrelativas). INTRODUCCION Fl epigrafe podni ser tomado como punto de referencia para las consideraciones que se ha- rin aqui sobre la identidad social y los fengmne- nos de representacién colectiva. Se trata, en pri- mer lugar, de subrayar el carécter axiomatico del enfoque sociolégico (léase también antro- polégico}, segin ef cual el hombre no piensa aisladamente, sino a través de categorias en- gendradas por la vida social, La critica hecha por Durkheim a las categorias coma forma a priori del entendimiento (0 conceptos puros del entendimiento, tal como son formulados en la filosofia de Kant), marca bien la posicin socio- Jégica en el momento mismo de su consolida- Gamio considera én la misma obra que las manifestaciones de cultura nacional son “raqui- ticas”” o dejan mucho qué desear. Y una de las causas principales de tal deficiencia es “la hete- rogenwidad énica de la poblacion, que trae con- sigo la no cxistencia de un ambiente verdade- ramente nacional que inspire tna produccién intelectual arménica y definida” + La poblacion del pais esta, a su juicio, formada por tres “cla- ses 0 grupos”: los indigenas, los mestizos (que desarrollan la “cultura intermedia’) y los aris- fécratns (descendientes de extranjeros, ora ricos que forman un “masonerfa medieval”; ora po- bres que “constituyen una hampa de vergon- zantes intitiles”), Los primeros y los Gltimos no son capaces de producir una cultura de alcance nacional; la “clase media” de los mestizos, en cambio, “es la Gnica que ha producide y pro- duce intefectualmente”. El autor advierte en ¢cs- ta producei6n intelectual deficiencias y defor- maciones (sobre todo debido a su orientacién a menudo “poco nacionalista”); considera que la cultura intermedia “es, sin embargo, la cultura nacional, la del porvenir, la que acabaré por imponerse cuando la poblacién siendo étnica- nicnic homogénea, la sienta y comprenda...”> ‘A definir esta meta y procurar los medios para alcanzarla definilivamente, dedica Gamio todas sus facultades y esfucrzos. Veinte aiios después, en 1935, Gamio constata una situacién parccida a la que esbozé en 1916: México y otros paises del continente, “todavia no consti- tuyen verdaceras nacionalidades” debido a la presencia de “millones de seres que se debaten en la civilizacion indigena retrasada en varios siglos”. Pero lejos de aceptar como un hecho tal hetcrogeneidad o inclinarse poralgiin géne- ro de "internacionalismo”, Gamio abraza una perspectiva “nacionalista” que seftala como la Haro REGIONAL FORSACION DOCENIEY HDIEACION BASICA IN ANTOLUGIA COND EAENTARA tarea fundamental del momento construir la nacion mexicana: “en el momento actual, escri- be, debemos, antes que nada, formar una ver dadera nacién”. Mas ain, 1a solucién de los grandes problemas que afectan a la poblacién requiere la "previa constitucién de una ver- dadera nacitonalidad”. |.a formacién de la na- cidn, a su vez, supone la “incorporacién” o la “integracién” de los indios a la civilizacion moderna. El proyecto nacionalista de Gamio abarcaba cuatro aspectos que él definié como el “social”, el “étnico", el “cultural” y el "lingiiistico”, Ca- da uno de ellos implicaba cierlas lareas que en su conjunto conformaban todo un programa de acci6n a cuyos criterios se apegé el indigenismo en Jo fundamental practicamente hasta nues- tros dias. Esas tareas el idedlogo nacionalista las resumis con estas palabras: “..equilibrar la situacisn econémica, elevando la de las masas proletarias: intensificar el mestizaje, a fin de consumar la homogeneizacién racial; substituir las dleficientes caracteristicas culturales de esas masas, por las de la civilizacion moderna, uti- lizando, naturalmente aquellas que presenten valores positives; unificar el idioma, ensenan- do castellano a quienes sélo hablan idiomas in- digenas...”° Gamio, en suma, senté las bases de una pers- pectiva que observaba la heterogencitiad étnica (particularmente en sus aspectos socioecondmi- co, cultural y lingiifstico) como obstaculo para Ja conformacién plena de la nacién. Por consi- guiente, la formacién de una nacién integrada ¥ s6lida, en opinion de Gamio requeria la trans- formacidn de los grupos indigenas por medio de un mestizaje 0 fusion sociocultural que se expresaria en la “aculturacién”. Solo de esta manera la nacién podria asentarse firmemente sobre una auténtica cultura nacional que tras- cendiera el locatismo de los sistemas étnicos, Este enfoque de Gamio sirvie en To esencial como gufa de la politica indigenista del moder- no Estado mexicano, e influy6 consider- ablemente en muchos paises del continente (a ello contribuy6 el hecho de que Gamio fue el director del Instituto Indigenisla Interamerica- no, desde la fundacién de esta institucién en 1942 hasta la muerte del autor en 1960). Fl hecho de que durante las décadas poste- riores Ja perspectiva adoptada por el Estado “de la revolucién mexicana” insistiera en poner el énfasis en una homogencizacién nacional ca- da vez mas completa, no hizo preparar las con- diciones para una reaccién posterior, muy exal- tada, que proclamé la existencia de la diversidad justamente como una recusacién de la imagen oficial de la nacién, Volveremos al examen de este punto de vista mas adelante Vale la pena recordar ahora que, por lo que res pecta a nuestro asunto, quizés fue Gonzalo “Aguirre Beltran quien levé a su forma mas aca- bada aquella percopeién de la unidad 1 homo- geneidad nacional, en la media en que procedié wn acorlamiento de los ambitos de la plura- lidad. Este autor, en més de un sentido discipulo y continuador de Gamio, sostuvo que si bien México no surgié a la vida independiente como ‘una nacién homogénea, debido a Ja presencia de dos grupos social y culturalmente opuestos (elladine y el indigena), los grandes movimien- los sociales ulleriores (que provocaron trans. formaciones tan importantes en este siglo con a reforma agraria, por ejemplo) redujeron esta siluacién “dual o plural” tan s6lo a ciertas dreas que él denomins “regiones de refiugio”. Asi, pues, mientras otros analistas (Ilamados teéricos de la “modernizacién”) observaban a Ta nacién en su conjunto como un sistema “dual” (otra opo- sivién: sociedad moderna-sociedad tradieto- nal}, Aguirre Beltran se dedic6 a funciar su teo- ria de que en rigor tal dualidad sdlo existia en el ambito de las regiones de refugio, en donde convivian indios y ladinos en una peculiar sim- biosis socivecondmica, cultural y politica” De esta manera, la cuestién de la heteroge- neidad quedaba reducida y encerrada en cier- tos ambitos regionates resiringides. El proble- ma, por lo demas, perdia asf su alcance nacional ¥, mas importante atin, su agudo caricter poli. tico. Es por ello quizas que los andlisis avanza- dos a mitad de los afios sesentas por algunos autores como Pablo Gonzdlez Casanova,” Ro- 46 He Lo HLA Pa LA I NTO DELO NACIONAL, dolfo Stavenhagen’ y otros, encaminados a en- lender esta diversidad a partir del explosive concepto de “colontiatismo interno” fueron com- batidos y rechazados tajantemente por Aguirre Beltran En particular, Gonzalez, Casanova extrajo del estudio del fenémeno consecuencias mor- tales para la perspectiva “regional” del indige- nismo enlonces en boga. Rechazando qute el co- lonialismo sélo deba contemplarse a escala internacional este autor sostuvo que también “se da en el interior de una misma naci6n, en la medida en que hay en ella una heterogenei- dad étnica, en que se ligan determinadas etnias con los grupos y clases clominantes, ¥ otras con Jos dominados”."" Bajo esta premisa, la carac- terizaci6n del Hlamado problema indigena toma un giro distinto: “Bi problema indigenaes esen- Gialmente un problema de colonialismo inter ao. Las comunidades son nuestras colonias in- ternas. La comunidad indigena es una colonia en el interior de los limites nacionales. La co- munidad indigena tiene las caractoristicas de la sociedad colonizada™.'' De suyo, esto constituia ya un enfoque sub- vertidor de la visiGn indigenista. Pero Gonzalez Casanova fue mvis lejos, pasando de la concep- tualizaci6n politica del problema a su extensidn social. Es verdad que las condiciones de explo- tacidn, discriminacién, elc., que sustentan el fe- nomeno de “colonialismo interno” son eviden- tes en “las regiones en que conviven el indigena y el ladino” (las “regiones de refugio” a que se refiere Aguirre Beltran), pero la esencia de di- cha estructura colonial no se restringe a tal 4m bilo —agregé el autor—, ya que es caracteris- tica “tumibién de fn socieded nacional en ta que hay un continuum de colonialismo desde la socie~ dad que reviste integramente los atributos de fa colonia hasta las regiones y grupos en los que sélo quedan resabios”. De este modo, la perspectiva adoptada parte de la prablematica étnica para extenderse des- de alli aun andlisis de toda la sociedad. En efecto, el colonialismo interno afecta a millones de indigenas (una cifra variable segiin el criterio utilizado para realizar ef cdlculo de esa pobla- cién), “en realidad, razona el autor, abarea toda la poblacién marginal y penetra en distintas formas y con distinta intensidad —segan los estratos y regiones—- a la totalidad de la cultu- ra, la sociedad y Ja politica en México”. La cues- ign étnica, pues, recupera su escala nacional: “EI problema indigena sigue teniendo magni- tud nacional: define el modo mismo de ser de la nacin”; noes s6lo el asunto de los indigenas, de los mexicanos que “no poscen la cultura na- cional”, sino también de los “que si Ja po- seen’! ‘Ms atin, no se debe perder de vista la im- porlante “fincién explicativa que tiene la pro- blematica étnica en sociedades come fa nuestra Dicho de ots modo, lo que se observa de ma- nera Aspera en las regiones interétnicas nos ayuda cnormemente a entender el cardcter pro- fundo de las relaciones socio-politicas que nor- man la vida nacional. Esos fendmenos de agre- sividad, de desprecio, de manipulacién, de ofensa, etc, que norman la conducta de los po- Iiticos y las autoridades frente a los individuos © grupos de stalus inferior, y su contraparte: el conformismo, el abstencionismo, etc., como comportamiento cotidiano dle los ullumos, tras- ciencen las relaciones entre inctios y ladinos, ¥ aparecen como norma de las relaciones entre amplios nucleos no indigenas. En ese sentido, “en la politica mexicana el hombre juega los papeles de indio y ladino, segiin las circunstan- cias y elases. Por ello, concluye el autor, el co- nocimiento del indio como ser politico, y de la autoridades ladina de los pueblos indigenas, es seguramente e! mejor mado de conocer al me- xieano como ser politico, en lo que tiene de mas paciente o de mas antidemocratico”."* Tos planteamientos de Gonzélez Casanova en torno a la cuestién étnica y su relacién con el colonialismo interno, resultaron en su mo- mento muy polémicos. A mas de veinte afios de su exposicion original, habria que examinar hasta qué punto las Condiciones observadas se han mantenido esencialmente 0 han experi- mentado algunos cambios; en todo caso, no pa- rece que hayan desapareciclo los atributos cen- trales de Ja estructura sociopolitica entonces evo nina, PORMACIN DOIN YEDUCACION Hic ATOLOCIA COMPLENINTARIA esbozada. La propuesta de Gonzalez Casanova requiere ser revalorada. Quizas la discusi6n de la misma se centré exeesivamente en su formu- lacién bajo el esquema de la sociedad “coloni- zada”, descuiddndose en cambio las aportacio- nes nucleares antes indicadas, a saber, el replanteo a partir de los materiales “antropo- logicos” de la cucstién étnica como “un proble- ma eminentemente politico” y no sustancial- mente “cultural”, y la caracterizacion del alcance nacional (no s6lo “regional”) de la hete- rogeneidad étnica, con los consiguientes efectos sobre la vida social, cuttural y politica del pais en su conjunto. No en balde los indigenistas reaccionaron con virulencia e ititacin ante la propuesta de Gonzalez Casanova. Volvamos al enfoque “integracionista” de Aguirre Beltran. Dado que segiin cl punto de vista de intelectual indigenista —adoptado co- mo version oficial y come programa de accion por parte del Estado mexicano— la pluralidad se circunscribia en las regiones de refugio, de ello se derivaron varias consecuencias. Por una parte, en terminos de la practica del Estadio na- cional, se requeria encarar esta situacién (con- siderada explicitamente como “indeseable” en tanto contraria a la unidad nacional) en Jas pro- pias etnorregiones con una politica de los "no indios”. El indigenismo se conforma entonces como una teoria y una practica de la “integra- cién regional” que opera en los ambitos duales indicados, concentrandose todos los esfuerzos y recursos para convertir aquella relacién entre indios y ladinos (caracteristica segdn cl autor de una “situacién de castas”) en una més acor- de con Jos intereses nacionales, es decir, “en una situacién de clases, propia de los paises de estructura capitalista”.”° Asi, por otra parte, modernidad, unidad na- cional y desarrollo capitalista devinieron siné- nimos. Quedaba establecido que la unidad na- ional implicaba la anulacion de “dualidades” © “pluralidades” socioculturales; y para supri- mir la plurafidad que apenas sobrevivia en las regiones de refugio, trabajaba ya arduamente cl indigenismo integracionista: en la primera mitad de los setenta la multiplicacién de las es- tructuras institucionales encargadas de realizar fal tarea (los “centros coordinadores” indige- nistas) fue explosiva. La expresi6n de la unidad era Ja “cultura nacional” que, segtin Aguirre Beltran, se mutria no obstante de los “valores indios”. Por lo tanto, la cultura nacional se con- cebiay existia como algo distinto de los sistemas socioculturales indigenas y Iadino; Ja culmina- Gon de la primera requeria Ja desaparicion (la “integracion”) de los segundos. Saliendo al pasoa cualquier sospecha de que se pretendia una “aniquilacion cultural” de los complejos tradicionales, el idedlogo indigenista explicé que los “valores indios” podian sobre- vivir, pero en el marco de los valores y los “in- tereses nacionales” que, para el caso, procuraba y expresaba la politica indigenista. En otras pa- labras, la supervivencia de lo indigena se ga- rantizaba “en el proceso irreversible de acultu- racién que contrae la formacion de un Estado nacional.” Las precauciones de Aguirre Beltran no evi- taron que desde la segunda mitad de la década de los sesenta en adelante, una pléyade de in- teloctuales progresistas e impugnadores acusa- ran a su esqueina ledrico-practico de elnocida, auloritario y homogeneizador. Con esta critica implacable se inicia la corriente autodenomina- da “antropologia critica” y posteriormente co- nocida como ¢inicista 0 etnopopulista. Muchas implicaciones tedricas, pero sobre todo politi- cas, en las que no puede detenerme aqui," trajo consigo esta nueva corriente de opinién. Nos limitaremos a sefalar, siguiendo el hilo de nuestro anélisis, que uno de los aspectos cen- tales que caracteriz6 desde el principio a esta tendencia fue precisamente el poner énfasis en. la pluralidad o diversidad sociocultural, en con- traposicién a los afanes homogeneizadores y unitarios del anterior indigenismo integracio- Para cllo se hizo entrar en escena un vistoso desfile: regiones, pueblos, etnias, comunidades, barrios, ete,, como los portadores de un rico y multiforme mosaico de costumbres, formas de organizacion social, modos de vida, de ser y de pensar que, en tanto elementos de una multi- un pty MEAN ea A pA HE Le NATIONAL plicidad de identidades, cran la viva imagen de la pluralidad cultural del pais. Pero la comprobacién de esta realidad inne- gable Hlevé a esa corriente impugnadora a in- curir en un error lamentable. En efecto, por arte de una critica que procedié a Ja inversion simétrica, la corriente efnicista termind por es- fumar lo nacional. No me reficro tan sélo a ta vieja inclinacién de los enfoques antrepologi- cos que limitan su objeto a marcos socialmente restringidos, perdiendo con ello la perspectiva de conjunto, defecto del que no se sacuden to- davia. Se trata mas precisamente de que mien- tras ef indigenismo traclicional afirmaba la ex- istencia de la nacion y sie la cultura nacional desde la unidad y la homogeneidad, el ctnicis- mo —a partir de la comprobacion de Ja plura- Jidad— terminé por poner en duda o negar ta- jantemente la existencia de la nacién y la cultura nacional. Fuertes ecos de esla inclinacion se prologan has{a la presente década. A este respecto pode- mos recordar el planteamiento hecho por Gui Vermo Bontil durante el Seminario sobre Cul- tural 6 Identidad Nacional realizado en Oaxaca a fines de mayo de 1981, Alli, Bontil sostuvo que “en México no hay una cultura nacional”, que “lal cultura no existe” puesto que es sélo un “proyecto”. Toda la argumentacion esgrimi da para sostener una tesis que resultaria inusi tada si no fuera porque Gamio la habia enun- cindo en términos parecidos mas de seis décadas antes, se resume en la afirmacién sin- lomatica de que “Mexico nunca ha sido cultu- ralmente unificado”, sino conformado por el “pluralismo cultural”.” Antes, con el integracionismo, la unidad y la homogeneidad como fundamento de la na- cién y la cultura nacional; después, con el etni- cismo, la pluralidad y la diversidad como cri- terios para desvanecer la nacién y la cultura nacional. Tis de justicia dejar constancia de que la pro- clama de Bonfil no quedé sin respuesta en aquella ocasion. Carlos Monsivais trajo a cola- cién en aquel foro lo fundamental. “nadie pre- tende”, como dijo Bonfil, “crear una cultura na- cional”, pues ésta existe; mal que bien, “tene- mos usa nacion y una cultura nacional”: que jos atributos de esta nacién sean sus insuticien- cias, sus injuslicias, ss gestos autoritarios, “no quiere decir que sea inexistente” ni tampoco “que no haya producido una cultura nacional que en su mejor instante, a través de las clases, s afecta e incorpora a todos” Las negaciones ds Jo nacional del tipo indi- cado resuitan un ejercicio del mas puro solip- sismo: no puedo concebir un fendmeno de acuerdo con las premisas que he adoptada, luc- go no existe, Eivaluando la naturaleza de un he- cho social cualquiera de acuerdo conciertas im- perfecciones, insuficiencias o defectos, son muchos los ciudadanos que podrian negar la existencia del Estado, de la familia, de la fabri- ca... y Puestos en ti! trance —esto no to dijo Monsivais, pero pudio haberlo dicho— hasta de sus respeclivas suegras. Volvicndo a nuestro asunto, uno tiene la im- presion de que los partidarios dle! etnivismo (es ta corriente lermnin6 por acercaise, al menos en México, a tna condicién de ideolegia oficial del Fstada, con lo que comenzé a operar como un nuevo indigenismo) lomaron demasiado en se- rio o al pie de la letra las metas trazadas por los altos intelectuales del indigenismo integra- cionista (volveremos sobre este punto). Si se ob- servan con nvis detenimiento los procesos, tan- fo durante la época de oro del inlegracionismo como posteriormente, quizas pueda concluirse que en realidad el Estado mexicano no sélo no fined su certidumbre acerca de la nacién y la cultura nacional en la vigencia de una homo- geneidad necesaria, sino que tampoco se pro- puso como un fin irrenunciable completar la unidad nacional de esta manera, es decir, eli- minado todo vestigio de pluralidad socioculiu- zal. En rigor, las impaciencias integracionistas correspondian mas a imperativos que se rela- cionaban con las necesidades de expansién ca- pitalista en las etnorregiones y de llevar a cabo alli nuevos ordenamientos politicos, que con una meta de homogeneizacién cultural En este sentido, me parece que siempre hubo un “desfase”, una falta de correspondencia en-

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