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13 La representacion social: fendémenos, concepto y teoria por DENISE JODELET Introduccién Representacién social: un término que actualmente encontramos en todas Jas ciencias sociales, mucho después de que S. Moscovici (1961) hubiese rea- rnudado con el empieo de este «concepto elvidado» de Durkheim. jero también constituye Ia designacién de fenémenos miltiples que se obsefvan y estudian a variados niveles de complejidad, individuales y colec- tivos, psicolégicos y sociales. Y ademés, una nueva unidad de enfoque, fe- cunda para la psicologia social, prometedora para las otras ciencias sociales. En efecto, desde hace veinte aftos se constiruyé un campo de investiga ‘ign en torno a este concepto, con sus objetos y su marco teérico especificos. Esto sucede a menudo en la ciencia. Primero aparece un concepto y se dice o que es: étomo de materia, gene hereditario. Luego se observa cémo esti echo y to que bace: étomo formado por un micleo y electrones, gene de doble hélice y asf sucesivamente. Pero para ver cémo esti hecho y lo que hace es necesario adelantar una teorfa, por rudimentaria que sea, es decir, pasar del concepto a la teorfa. Dicho’ movimiento se observa en el campo ‘que nos interest. Al prolongar los primeros esbozos de elaboracién, la re- flexién tiende hacia Ia teoria. Hablemos ahora de otto hecho histético. A menudo se establece un con- ‘eepto en una ciencia y In teoria es elaborada dentro de otra ciencia. La no- ‘didn de gene nacié, como lo indica su nombre, en la genética y su teoria en Ia biologia molecular. Lo mismo sucede con la representacién social. El con- cepto de representacin social —o més bien, colectiva— aparece en socio- Joga, ciencia en la que sufre un largo eclipse. Pero su teoria va a ser esbo- zada en psicologia social (S. Moscoviei, 1961, 1976), no sin antes haber realizado una desviacién por la psicologia infantil (J. Piaget, 1926). Partiendo de I nocién de representacién social intentaremos presentar las lineas principales de esta teoria, Pero antes, algunos ejemplos pata ilus. trar la vatiedad de los fenémenos con que se relaciona, A. De los fenémenos representativos a la nocién de representacién social ; 1971), varios grupos de sujetos deben levar a cabo dos tipos de tareas, precisando cada una de ellag if icacién: Ja tarea de resoluciin de proble- ima reclama una estructura jerérquica y la tarea de creatividad exige une estructura no jerdrquica, En la experiencia que nos interesa, el simple hecho dle que el experimentador haga intervenir una definicién de la tarea que see © no congruente con su naturaleza (en este caso, provoca la idea de que le tarea consiste en resolver un problema, cuando realmente se trata de una prueba de creatividad y viceversa), basta para afectar el nivel de rendimiento ce les grupos y para implicar diferentes procedimientos cognitivos » divenss Comunicaciones. Los sujetos comprenden e interpretan de manera diferente de problema es vista como tarea de creativided. Por timo, ante una teres de creatvidad presentada como resolucién de problema, hacen intervenir pro. {esos cognitivos adaptados a ese tipo de procba: mayor eontrol de la prove cién y menor riqueea cuantitativamente y menor otiginalidad cualitarvn, mente. La representacién que elabora un grupo sobre lo que debe llevar 4 cabo, define objetivos y procedimientos especificos para sus miembros, ‘Raut descu- ‘brimos una primera forma de Fepresentacién social’ Ia elaboracién ‘Por parte de una colectividad, bajo induccién social, de una concepcién de la raree no toma en consideracién la realidad de su estructura funcional. Esta repre- Ssentacién incide directamente sobre el comportamiento social y a organizacién del grupo y lega a modificar el propio funcionamiento cognitive. | ), Bh tna ehcuesta sobre Ia imagen de Paris (S. Milgram, D. Jodelet, 1976), las evaluaciones de los bartios («arrondissementss) desde tun punto de’ vista ‘de referencia, conocimiento, cleccién 0 reche2o residencial del tipo de actividad y poblacién que se observa en ellos. ponen de manifesto tuna divisién del espacio urbano entre un micleo y un cinturén histérieos 13, La represontaclén social: fenémonos, concepto y teoria | 474 Antes que nada surge un nicleo central donde se cristaliza un fantasma pri- ‘mogenio, 1a cuna, las rafces de la ciudad: todo lo positivo se concentra en los barrios del nacimiento de Ia urbe. Luego, una corona, hoy inexistente, el emur des Fermiers généraux», demolido en 1859. Este dltimo deja en la ‘memoria colectiva la hella de un ordenamiento social, realizado por el berén Haussmann, que implicé el desplazamiento de las capas populares hacia los limites de la periferia, estableciendo una segregacién humana y residencial que atin esti muy presente en las imagenes sociales del Parfs actual. La es- ‘ructuracién urbana reposa sobre una base imaginaria y simbélica que incide sobre la manera con que los patisinos viven su ciudad. Esta organizacién del espacio mediante su historia organiza la percepcidn de los diferentes ba- rrios en una representacién socio-espacial ampliamente compartida. Es hacia el norte y el este que serdn rechazados los pobres y, sobre todo, Jos inmigrantes de todo tipo. No se carece de imaginacién para ponerles nombres despectivos. As{ vemos aparecer una nueva clase de inmigrantes: los «Porto-crouilless. Un neologismo espontineo que crea una imagen, que por sf solo resume toda la evolucién de Ia inmigracién y engloba en el mis- ‘mo desprecio a toda la mano de obra extranjera. Esta reduccién identifica 4 los portugueses (designados a partir de un término genérico, inspirado en el nombre de un producto conocido, emblems de Portugal: el Porto-Cruz), 4 los drabes (que en argot también son denominados que tanto interesa en Ia actualidad a las ciencias sociales, ese que habitualmente se denomina conocimiento de sentido comin, 0 bien pensamiento natural, por oposicién al pensamiento cientfico. Este conocimiento se constituye a partir ei nues- tras experiencias, pero también de las informaciones, conscimientes, y mo- delor de penuamicnto que recbinos y tramnitines « wavés de la nad, la educacidn. y la comunicacién social. De este modo, este conocimiento es, cen muchos aspectos, un conocimiento socialmente eleborado y compartide... Bajo sus miltiples aspectos intenta dominar esencialmente nuestro entorno, comprender y explicar los hechos ¢ ideas que pueblan nucstro universo de vida 0 que surgen en él, actuar sobre y con otras personas, situarnos respecto a elas, responder a las preguntas que nos plantea el mundo, saber lo que significan los descubrimientos de la ciencia y el devenir histérico para Ia con ducta de nuestra vida, etc. En otros términos, se trata de un conacimiento bréctico. Al dar sentido, dentro de un incesante movimiento social, a acon “tecimilenios y actos que terminan por sernos habituales, este conocimiento forja las evidencias de nuestra realidad consensual, participa en la construc- ci6n social de nuestra realidad, para emplear una expresién de quienes Io hhan elevado a la dignidad de objeto de una nueva sociologia del conocimien- to (P. L, Berger y T. Luckman, 1966) En 1961, S. Moscovici considera que este mismo canocimiento constituye el cje central de una psicologia del conocimiento-/Produccién mental social, como la ciencia, el mito, la religién y la ideologta, se distingue de ellos, no obstante, por sus modos de elaboracién y funcionamiento en sociedades ca ractetizadas, como ta nuestra, por el pluralismo de las doctzinas y las ideas, el aislamiento y el esoterismo de la ciencia, la movilidad social, etc. Sus pa 474 | Pensamiento y vida social Featesoos no van muy lejos con esos objetos parcales que son, en psicologta social, as opiniones, actitudes, estereotipos imégencs, a través de las con les los modelos conductistas reducen el conocimiento a simples disposiiones de respuesta (J. Fodor, 1981). El concepto de: Durkhein recubria esta forma de pensamiento social sin < Cuando ¢s propia de sujetos que comparten una misma condicién social ‘© una misma experiencia social, la representacién frecuentemente se relaciona ‘con una dingmica que hace que intervenga lo imaginario. Situada en el eruce de las coacciones sociales que pesan sobre el individuo y de Jos descos 0 ca- rencias que hacen eco de ellas, la representaci6n expresa y permite trascendet sus contradicciones (C. Heraich, 1969; M. J. Chombart de Lauwe, 1971, 1976; R, Kaes, 1968, 1976). — Una tervera cortiente trata la representacién como una forma de dis- curso y desprende sus caracteristicas de la préctica discursiva de sujetos si- tuados en la sociedad, Sus propiedades sociales provienen de Ia situacién de comunicacién, de Ia pertenencia social de los sujetos que hablan y de la fi- nalidad de su discurso (E. Lipiansky, 1979; U. Windisch, 1978, 1982). —En Ia cuarta éptica es la prictica social del sujeto la que es tomada en consideracién. Actor social inscrito en una posicién o lugar social, el su- jeto produce una representacién que reflea las normas institucionales deriva- das de su posicién © las ideologias relacionadas con el lugar que ocupa (M. Gilly, 1980; M. Plon, 1972). —Para el quinto punto de vista, el juego de las relaciones intergrupa- les determina la dinémica de las representaciones. El desarrollo de las in- teracciones entre los grupos modifica las representaciones que los miembros tienen de s{ mismos, de su grupo, de los otros grupos y de sus miembros 480 | Ponsamiento y vida soctal Moviliza una actividad representativa destinada regular, anticipar y ju ficar las relaciones sociales asi establecidas (J. P. Di Giacomo, 1980; W. Doi se, 1972, 1979). — Finalmente, una iiltima perspectiva, mas sociologizante y que hace del sujeto el portador de determinaciones sociales, basa In actividad repre- sentativa en Ia reproduccién de los esquemas de pensamiento socialmente establecidos, de visiones estructuradas por ideologias dominantes 0 en el re doblamiento analégico de relaciones sociales (L. Boltanski, 1971; P. Bour- dieu, 1980; J. Maltre, 1975; P. Robert y C. Faugeron, 1978). Estas épticas se vuelven a encontrar —y en ocasiones coinciden— en el interior del campo de estudio de las representaciones sociales. Este ya ha sido objeto de resefias o comentarios sobre tendencias y metodologias (J. P. Codol, 1979; R. Farr, 1977, 1979; C. Herzlich, 1972; J. Jaspars, 1979; D. Jodelet, 1982; P. Malricu, 197). Su desarrollo permite aislar algunos sectores claves de aplicacién: la co- municacién social, la difusién y asimilacién de los conocimientos (W. Acker- mann, 1963, 1966; P. Roqueplo, 1974; B. Schiele, 1982; P. Vergés, 1982); cl campo educative (M. Gilly, 1980; M. Gorin, 1980; A. N. Perret-Cler- ‘mont, 1976); la genética de las representaciones (H. Deschamps y W. Doise, 1975; M. J. Chombart de Lauwe, 1979); la formacién en los grupos (R. Kaes, 1976; C. Vacheret, 1982); las concepciones de la salud fisica y mental, de Ja vida psiquica y biolégica (R. Farr, 1981; C. Herzlich, 1969; D. Jodelet, 1982, 1984; A. Palmonari, 1982); la pereepcién y Ja utilizacién del espacio (P. E. Barjonet, 1980; D. Jodelet, 1982; S. Milgram y D. Jodelet, 1976; Pailhous, 1979), ete. Estos diversos enfoques y estudios de los fenémenos representativos abor- dan Ia doble cuestidn que se halla en la base de la teoria: zedmo interviene Jo social en la claboracién, psicolbgica que constituye la representacién s0- ccial?, geémo interviene esta claboracién en lo social? C. Construir lo real, encarnar el pensamiehto Al estudiar emo penetra en Ia sociedad una ciencia, el psiconnilisis, S. Moscovici puso de manifiesto des procesos principales que explican cémo Jo social transforma un conocimiento en representacién y eémo esta repre- sentacién transforma lo social. Estos dos procesos, Ia objetivizacién y el anclaje, se refieren a la elabo- racién y al funcionamiento de una representacién social, pues muestran la interdependencia-entre ‘ar actividad psicol6gica y sus condiciones sociales de jercicio. Diversos autores (R. Kees, 1968; C. Herzlich, 1972;-P. Roqueplo, 1974; M. Gilly, 1980; U. Windish, 1982) han presentado’ estos procesos, inh ats sacs adit ceviianiali Le representecién social: fenémenos, concepto y teoria | 481 subrayando su pertinencia para el anilisis de las representaciones y de Jos fenémenos socio-cognitivos. Ademés numerosas investigaciones han demostra- do su akcance. No obstante, su interés trasciende el hecho de que tenga un cardcter de generalidad. La naturaleza del trabajo psicoldgico y social que ponen de ma- nifesto, las implicaciones que conllevan sus diversas modalidades los sitdan, junto con las representaciones sociales, en la base de toda una serie de ope- raciones mentales que explican el funcionamiento general del pensamiento social. Asimismo esclarecen una importante propiedad del saber: Ia integra cin de la novedad que aparece como una funcién basica de la representa ci6n. socal La objetivizaci6n: 10 social en Ia representacién En este proceso, la intervencién de lo social se traduce en ef agencia- miento y la forma de los conocimientos relativos al objeto de una represen tacién, articulindose con una caracteristica del pensamiento social, I pro- piedad de hacer concreto lo abstracto, de materializar la palabra. De esta forma, la objetivizacién puede definirse como una operacién formadora de imagen y estructurante. 1/ Et proceso de la objetivizaciin. — La representacién permite inter- cambiar percepciGn y concepto. Al poner en imAgenes las nociones abstractas, dda una textura material a las ideas, hace corresponder cosas con palabras, da cuerpo a esquemas conceptuales. Procedimiento tanto més necesatio en cian to que, en el flujo de comunicaciones en que nos hallamos sumetgidos, ef conjunto demasiado abundante de nociones ¢ ideas se polariza en estructu- ras materiales. «Objetivizar es reabsorber un exceso de signficados materiali- zindolos» (Moscovici, 1976). La experiencia cotidiana Abs ayuda a ello y P. Roqueplo (1974) muestra su poder de inercia: el sentido comin utiliza la nociéa de peso, de la que existe una evidencia sensible, pata interpretar la nociGn de masa, concepto abstracto definido cientificamente hace tres siglos y que forma parte de nues- tro bagaje escolar y de nuestra cultura. De manera que la materalizacién de una nocién de contornos poco precisos constituye un fendmeno comin, ‘como indican las representaciones de a enfermedad mental que hemos es. tudiado en un medio rural, donde los enfermos mentales son colocados, en Hibertad, en casa de los habitantes (D. Jodelet, 1984). Entre otras formula- ciones de una teorfa «ingenua» de la enfermedad mental, ciertas afecciones nerviosas se explican a través de un «shock», como puede ser eun temor de fguertae, y ante un acceso de nerviosidad, se dir: «Es el temor que tenia y que ha vuelto», o bien un «shock afectivor y se diré: «Su mujer lo ha 482 | Pensamiento y vida social sabandonado; es algo que le ha quedado en cf cerebro y que se ha agriadon, Para comprender y asimilar un conocimiento cientifico se desarrolla un pro. cceso similar. Al ignorar las convenciones que fijan la relacién entre el len- Busie cientifico y lo real, el piblico considers que el concepto constituye el indicador de un fenémeno atestado: el complejo de Edipo, cuando pasa al dominio pablico, ya no esté telacionado con una relacidn entre padres e hijos © con su desplazamiento al nivel interpersonal, sino que se convierte en un signo visible, en un atributo de la persona. Onto tanto sucede con la teorfa psicoanalitica, a partir de la cual se cons tituye una visién del aparato psiquico. En el caso de un objeto complejo ‘como es una teoria, la objetivizacin implica varias fases: 4) Seleccién y descontextualizacién” de los elementos de la teoria. Las informaciones que circulan ‘sobre cl psicoanilisis seri objeto de una selec. ign en funcién de eriterios culturales (todos los grupos no tienen un igual acceso @ las informaciones) y, sobre todo, en funcién de criterios normativos (tan sélo se retiene aquello que concuerda con el sistema ambiente de valo- res: las prohibiciones referentes a In sexualidad ocultan los elementos de la teorfa relacionados con ella). Estas informaciones son separadas del campo cientifico al que pertenecen, del grupo de expertos que las ha concehido’y son apropiadas por el pablico que, al proyectarlas como hechos de su propio universo, consigue dominarlas, 4) Formacién de un «nicleo figurativow: una estructura de imagen te produciré de manera visible una estructura conceptual, Las nocioncs claves que configuran dimensiones existenciales, el «consciente» (que evoca la vO. Juntad, 10 aparente, lo realizable) y el einconsciente» (que evoca lo invokun- tario, lo oculto, lo posible) son visualizados en el nticleo a través de s1 po. siciéa por encima y por debsjo de una linea de tensién en la que se en. carnan el conflicto, Ia contradiccién en forma de presién represiva, el —pastelillo, postre, tabaco...— cuando el cerebro est poco desarrollado; hhalagar, cumplimentar, denotar su confianza cuando el «conocimiento» «3 mayor, "EL enfoque de las representaciones sociales en el marco experimental ha demostrado ampliamente el Iazo que existe entre el sistema de interpretacién ‘que éstas proporcionan y las conductas que gufan. Abric (1976) ha diluci- dado en particular los mecanismos que, desde este punto de vista, resultan del juego entre la objetivizacién y el anclaje en situaciones experimentales fen las que se hace que los sujetos se comporten de manera cooperativa 0 competitiva segin las representaciones inducidas por cl experimentador} Ta situacién experimental a la que se enfrenta un sujeto moviiza un tra bajo de apropiacién cognitiva que permite comprenderla, anticipar lo que se produciné, preparar la interaccién con el compafieto y dar sentido al pro- pio comportamiento. Todas las interpretaciones se orgtnizan en funcién del ricleo central de Ia representacién de la situacién experimental. Este nd- cleo depende del objeto representado, de la relacién que el sujeto mantiene ‘con él y de la finalidad de la situacién. En la situacién estadiada, la repre- sentacién se refiere al compafiero con el que interactéa el sujeto por el in- termediario del experimentador. Este compafiero ficticio es representado ya sea como una persona o bien como'una méquina. El nécleo de la represen tacidn se cristalian en la nocién de rigidez por lo que se refiere a la miquina y por la nocién de flexibilidad adaptativa por lo que hace a la persona. En respuesta a tun comportamiento que se mantiene idéntico, sea cual sea Ia imagen dada del compafiero, el sujeto desatrollaré interpretaciones y con- ductas diferentes, dependiendo de si piensa encontrarse ante una méiquina 6 ante una persona. Estas conductas sélo serin reactivas ante la idea de fle- xibilidad © de rigidez. Estos diferentes ejemplos muestran fimo operan estas estructuras signi- ficantes y grificas de la representacién. A menudo se plantea una pregunta ‘a este respecto: gexisten estos niicleos, estas imagenes, fuera de la recons- truccién que de ellos hace el investigador? Si no es asf, se Je podrfa tachar dde mostrar una tendencia hacia la objetivizaciSn, a la realizacién de sus no- ciones. Conviene- subrayar que las estructuras asf obtenidas a menudo tienen valor de construccién hipotética y, sobre todo, que pretenden explicar un 490 | Pensamiento y vida social funcionamiento del pensamiento. En los discursos o las respuestas que dan, scceso a las representaciones, estos elementos intervienen efectivamente como. ‘organizadores de contenido y como operadores de sentido: con ellos 1o que alcanzamos €s un pensamiento en actos, pues hacen inteligible su funciona miento. Por otra parte, son proporcionados por el lenguaje y funcionan como un lenguaje que sirve para codificar la realidad. Por aitimo hay que sefialar que las tendencias més recientes de las inves: tigaciones sobre la cognicién, las imagenes y Ia epistemologia ingenua con vergen en afirmar la existencia, dentro del pensamiento, de dichas estructy. ras y de dichas imagenes. Para superar las insuficiencias de las teorias inspi- rida por el conductismo, cada vez resulta més necesatio hacer intervenit Jas representaciones como teorias implicitas» que dan cuenta de operaciones de pensamiento en Ia interaccién cotidiana con el mundo y, sobre todo, en Ia integracién de Ja novedad: las representaciones desempefarian el papel de sistemas generadores. Esto nos Weva a Ja tercera modalidad del proceso de anelaje. 4/ El anclaje como enraizamiento en el sistema de pensamiento.— Asi como no surge de la nada, la representacién no se inscribe sobre una tabla asa, sino que siempre encuentra «algo que ya habia sido pensado>, latente © manifiesto. Los divulgedores cientficos ya saben algo de ello, pues en oca- siones se topan con la inercia o la resistencia de esquemas, de sistemas de re- cepcién que impiden la asimilacién de nuevos conocimientos. $. Moscovici ha explorado las consecuencias de dicha friccién, mostrando cémo la divulga- ién del psicoanilisis era considerada una emenaza en la medida en que ponia cen peligro el sistema de normas y de conocimiento de la colectividad. A nivel individual, E, de Rosny (1981), jesuita que fue iniciado en el sa- ber oculto por un curandero de Camertin, ha sido testigo de lo que repre. senta un «shock» de este tipo, pues vivié como una lucha la integracién de conocimientos que chocaban frontalmente con su visién ctistiana, ya que dichos conocimientos consideran que la violencia mortal es benéfica y libe- radora. Tavo que operar una auténtica econversiGn» para llegar a aver» la violencia, es decir, para atreverse a considerarla én el mundo ¢ intetiorizarla como un hecho. El contacto entre Ia novedad y el sistema de representacién preexistente se halla en el origen de dos érdenes de fenémenos, opuestos de cierta manera, ‘que dan a las representaciones une dualidad en ocasiones sorprendente. Esta

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