Escritos, Revista del Centro de Ciencias del Lenguaje
Namero 17-18, enero-diciembre de 1998, pags. 89-112.
El argumento de autoridad en situacién:
el caso del debate mediatico sobre astrologia
Marianne Doury
Las descripciones del argumento de autoridad identifican
generalmente cierto ntimero de condiciones que deben
cumplirse para que la argumentaci6n pueda ser considera-
da como aceptable. El andlisis del funcionamiento del
argumento de autoridad en las interacciones polémicas
muestra convergencias sorprendentes entre las refutaciones
de las que es objeto y su evaluaci6n culta. De manera mds
general, podria parecer que recurrir a las normas argumen-
tativas constituye un método utilizado por los interlocuto-
res que participan en una interaccion para realizar objeti-
vos argumentativos locales.
El argumento de autoridad figura, sin ninguna duda, entre los
tipos de argumento més estudiados. No hay un sélo tratado sobre
la argumentacién que no le dedique al menos unas lineas; quizds
porque generalmente esta considerado -en su versi6n falaz-
como fundamentalmente opuesto al comportamiento cientifico,
su discusi6n suele ser el pretexto para una reflexi6n sobre el lugar
que ocupa la racionalidad en las argumentaciones corrientes. Sin
embargo, aunque el principio del argumento de autoridad esté
tan bien analizado que parece dificil aportar a su descripcién
algan elemento nuevo, su realizacién discursiva, asi como los90 Marianne Doury
efectos que produce su empleo en una interaccién argumentati-
va, rara vez han sido objeto de un estudio sistemAtico. Este es el
objeto del presente articulo.
Con la descripcién del funcionamiento del argumento de
autoridad en el debate mediatico sobre la astrologia, esperamos
contribuir al andlisis dinamico de los diferentes tipos de argu-
mento, y, de manera mas amplia, participar en una reflexién
sobre las normas que rigen en la argumentacién.
1. EL ARGUMENTO DE AUTORIDAD: BREVE REPASO TEORICO
1.1 Definicidn del argumento de autoridad
Generalmente, el argumento de autoridad se define como un
esquema argumentativo que se basa en la existencia de una
relaci6n entre algunas caracteristicas de una persona (su presti-
gio, su competencia) y el crédito que conviene otorgar a sus
palabras:
Existe argumiento de autoridad cuando el que propone da como
argumento a favor de una afirmaci6n el hecho de que haya sido
enunciada por otro locutor particular autorizado sobre el que se
apoya o detrds del cual se refugia. La raz6n de creer (0 de hacer)
P no reside ya en la veracidad de P, en su adecuaci6n al mundo
tal como és 0 deberia ser, sino en el hecho de que est4 admitido
por una persona que funciona como garante de su veracidad
(Plantin, 1996: 88).!
La estructura légica del argumento de autoridad que se pro-
pone generalmente es la siguiente:
X ha dicho que P
(X es una autoridad fiable respecto a P)
Por lo tanto P.
Esta descripcién general da cuenta de dos tipos de argumen-
tos de autoridad que se distinguen tradicionalmente:
1 N.delaT. Todas las citas han sido traducidas por mf, excepto las extrafdas
de las obras de Perelman y Olbrechts-Tyteca y de Ducrot (traduccién espafiola
en la bibliograffa).El argumento de autoridad en situacion 91
-el argumento de autoridad directo, en el que se muestra la
autoridad, es decir, en el que el locutor se basa en su propia
autoridad para reforzar sus palabras (“en mi calidad de...
puedo garantizar que P”). En este caso, el locutor y la auto-
ridad a la que se recurre se funden (la estructura légica que
subyace en el argumento de autoridad directo es “he dicho
que P; yo soy una autoridad fiable respecto a P, por lo tanto
Py
-el argumento de autoridad indirecto, de segundo grado, en
el que el locutor aprovecha la credibilidad de la que goza una
persona “considerada una autoridad” en una materia de-
terminada para dar mas peso a una propuesta que quiere
defender.
Estas dos formas de argumentode autoridad, alas que pueden
corresponder realizaciones discursivas muy diferentes, estén
asociadas por el prestigio que adquiere el propio locutor, incluso
cuando nose presenta a si mismo como referencia. El argumento
de autoridad indirecto se rige por la bella f6rmula de Flahault:
“esto me sobrepasa, sin embargo pasa gracias a mi” (1978: 151).
En funcién del tipo de autoridad a la que se recurre, el
argumento de autoridad puede tomar formas especificas: argu-
mento del consenso (0 recurrir a la autoridad de la mayoria:
Engel, 1994: 145); el recurso a la autoridad de los “select few” (0
“snob appeal”, id: 145), y el recurso a la tradici6n (que puede
pasar por la utilizacién de proverbios, Reboul, 1986: 68-69).
1.2 Fenémenos relacionados con el argumento de autoridad
La argumentaci6n por autoridad esta estrechamente relaciona-
da con algunos problemas lingiiisticos 0 sociolingiiisticos:
—concretamente, como lugar donde se ponen de manifiesto
las luchas de dominaci6n, simbélica o no, el argumento de
autoridad agrupa las reflexiones clasicas desde Foucault
(1971) sobre la autoridad del discurso. Tal como lo recuerda
Pinto:
Todo locutor debe llevar a cabo una tarea que no necesita sola-92 Marianne Doury
mente competencia lingiifstica. Debe mostrar que el crédito que
reivindica mediante su afirmaci6n est4 plenamente justificado y
eso solamente podr4 conseguirlo basdndose en un capital de
autoridad distribuido de manera desigual en el espacio social. Los
recursos y, como consecuencia, las oportunidades correlativas de
éxito en la obtenci6n de crédito se encuentran prefigurados en la
propia forma del discurso en la que se inscribe lo que podria
Ilamarse el saldo del locutor (1984: 107).
En la interseccién entre las reflexiones sobre la legitimidad
de los discursos y los trabajos sobre el argumento de autoridad,
se encuentra la descripcién de fenémenos discursivos como las
connotaciones autoritarias, ligadas a expresiones extraidas de
discursos “que gozan de mas o menos prestigio” (Plantin, 1996:
91), 0, mas concretamente, con lo que Dispaux (1984) llama
insignias de competencia (de naturaleza discursiva, como por
ejemplo, la utilizacién de un vocabulario técnico; 0 no discursiva:
bata blanca). La integracién de estos procedimientos discursivos
en la problematica general del argumento de autoridad supone
que se admita una definicién no proposicional de la argumenta-
cin (no es este el caso del presente articulo).
-En su forma directa, el argumento de autoridad pone de
manifiesto también la construccién de un ethos (Robrieux,
1993: 144), es decir, la elaboraci6n retérica de una imagen del
locutor capaz de argumentar la credibilidad de sus argumen-
taciones. Por otro lado, el argumento de autoridad esta cerca
de algunos procedimientos discursivos:
-E| argumento de autoridad se basa en la idea de que algunos
interlocutores tienen un acceso privilegiado al saber, debido
a su competencia, a su moralidad o al prestigio de que goza
su persona. Otros enunciados suponen un acceso privilegiado
a algunas informaciones (quién mejor que yo para garantizar
la veracidad de la proposicién: “me duele la cabeza”, 0 quién
mejor que un testigo ocular para explicar el accidente que ha
presenciado); sin embargo, estos no son por eso argumentos
de autoridad. Del mismo modo, el argumento de autoridad
recuerda el funcionamiento de enunciados performativos,El argumento de autoridad en situacién 93,
para los que “al identificarse el acto con el decir, basta con
referir el decir para atestiguar el acto” (id: 221).
-El argumento de autoridad se acerca muchas veces a la
refutacién ad hominem, que propone rechazar una proposi-
cién basdndose en las caracteristicas del enunciador, mientras
que el argumento de autoridad se basa en la evaluacién
positiva de un enunciador para reforzar una proposicién.
-Finalmente, la estructura ldgica del argumento de autoridad
implica relaciones privilegiadas con algunas formas lingiiisti-
cas. Concretamente, “el argumento de autoridad depende
fundamentalmente de los mecanismos lingiisticos de la cita y
de la polifonia” (Plantin, 1990: 212), y su realizacién discur-
siva recurre a las diversas manifestaciones de la heterogenei-
dad enunciativa; esta realizacién discursiva pasa a menudo
por las construcciones lingiiisticas que emanan del discurso
referido, directa o indirectamente.
Es evidente que algunas de estas observaciones sdlo son
validas para una de las formas de argumento de autoridad directo
(construccién de un ethos) o indirecto (formas del discurso
citado). Ademas, las formas discursivas que adoptan estos dos
tipos de argumentos de autoridad, asf como sus implicaciones a
nivel de la relaci6n y de las relaciones de fuerza en la interacci6n
son tan diferentes que no hay raz6n para considerarlas fruto de
la misma estrategia argumentativa. Por lo demas, se puede ob-
servar que la mayoria de los estudios sobre el argumento de
autoridad se ocupan en realidad de su forma indirecta y mencio-
nan generalmente la forma directa a modo de recordatorio pero
sin desarrollarla. Hay que decir que es la opcidn escogida en el
presente articulo.
1.3 Evaluacién del argumento de autoridad por los tedricos de la
argumentacion
La mayoria de las descripciones del argumento de autoridad se
dan en los estudios normativos de la argumentacién. Lo mas
frecuente es que el argumento de autoridad vaya asociado con94 Marianne Doury
una dimisién intelectual, ya que supone que uno renuncia a su
propio juicio para subordinar su opinién a la de otro. En cuanto
a sus efectos, el argumento de autoridad es rechazado por “te-
rrorista”, puesto que tiene la funcidn de anular el discurso del
adversario, reducido al silencio por el peso de la autoridad
(Grize, 1990: 45). Pero la condena global del argumento de
autoridad apenas es sostenible. El caracter necesariamente limi-
tado del 4mbito de competencia de cada uno hace inevitable su
utilizacién cuando alguien quiere hacerse una idea sobre un tema
que escapa a su campo de saber:
Como nadie es especialista en todo, es racional que aceptemos
tomar un medicamento “por fe” en una prescripcién médica, 0
comprar un coche esperando que corra. La aceptacién de la
autoridad condiciona en este caso el buen funcionamiento de los
objetos técnicos complejos, que todos y cada uno tratamos como
“cajas negras” aceptando su funcién sin preguntarnos por qué
(Plantin, 1990: 45).?
La delegacién necesaria del saber nos lleva a matizar la
condena del argumento de autoridad. Dos situaciones son en-
tonces posibles:
1. Se considera que hacer que la aceptabilidad de una propo-
sici6n dependa de una autoridad puede conducir a dos pro-
cedimientos argumentativos distintos:
el recurso a la autoridad obedece a intenciones puras
del locutor, es decir, viene impuesto por la limitacién
necesaria de los conocimientos de cualquier locutor,
pero no es en absoluto el resultado de un intento de
intimidacién. En estos casos hablaremos de recurso a
la competencia de un experto.
2. Ducrot (1985/86), en el capitulo dedicado a la argumentacién por autori-
dad (pp. 153-174), distingue entre la argumentacion polifonica, que hace surgir
diferentes enunciadores mediante los mecanismos de la polifonfa, y el razona-
miento de autoridad, que recurre a los mecanismos del discurso referido. Esta
Ultima forma es la que corresponde a la definici6n clésica del argumento de
autoridad.El argumento de autoridad en situaci6én 95
~el recurso a una autoridad demuestra las intenciones
impuras del locutor, que quiere reducir al silencio a su
interlocutor mediante una maniobra de intimidacién.
Reservaremos el término de argumento de autoridad
para estos recursos falaces a la autoridad.
2. Se considera que el argumento de autoridad es el término
genérico que comprende las formas aceptables y las formas
falaces de recurso a la autoridad.
El problema que plantea esta distincién entre recurso a la
competencia de un experto y argumento de autoridad, o entre
argumento de autoridad vilido y argumento de autoridad falaz es
que no corresponde a manifestaciones discursivas diferenciadas,
y probablemente no exista ningiin indicio estrictamente lingiiis-
tico que permita distinguirlas:
Ensu forma explfcita, los enunciados de autoridad presentan una
ambigiiedad entre la indicaci6n real de una fuente P, lo dice X, en
la que el locutor se compromete como hace en cualquiera de sus
aserciones reales y la asercién polif6nica (autoritaria) de P. (Plan-
tin, 1990: 213)
Enese caso, el analista (0 el destinatario dela argumentacién)
s6lo puede hacer suposiciones acerca de las intenciones del
locutor,? o tener en cuenta algunos datos contextuales (lo que se
sabe del locutor, de sus intereses, de la autoridad invocada, del
campo en el que se inscribe la discusién), para pronunciarse
sobre la aceptabilidad del argumento.
Con el fin de sistematizar la exploracidn del contexto, muchos
teéricos de la argumentacién (sobre todo en el mundo anglosa-
j6n), que aceptan la utilizacién de un recurso a la autoridad en
el caso de que el tema que se debate supere las competencias de
las personas que participan en él, han definido algunas condicio-
3 Aestoconduce precisamente el comentario de C. Perelman y L. Olbrechts-
Tyteca en su Tratado de la argumentacién: “advertimos que, muy a menudo, el
argumento de autoridad no nos aparece claramente como tal, porque pensamos
enseguida en algunas justificaciones posibles”. (1988/89: 473)96
Marianne Doury
nes que debe cumplir la argumentacién para poder considerarla
como valida, o al menos, como aceptable o racional.*
1.
El primer tipo de condiciones de adecuacién tiene que ver
con los mecanismos de discurso referido que moviliza el
argumento de autoridad. Se plantean, por lo tanto, una
serie de cuestiones sobre la propia cita, por ejemplo, si se
hace en estilo directo, éreproduce exactamente las pala-
bras de la autoridad citada?, o ées fiel la reformulacién
cuando se hace en estilo indirecto? En los casos en que el
experto invocado se expresa en términos técnicos es ne-
cesario realizar una operacién de divulgacién ya que el
argumento de autoridad no se dirige a especialistas.” En
ese caso, ddeforma dicha operacién las palabras del espe-
cialista? Para poder responder a estas preguntas debe
cumplirse una condicién suplementaria: la referencia a la
autoridad debe ser lo suficientemente precisa para que
permita localizar las fuentes (Walton, 1992: 49).
El segundo tipo de condiciones de adecuacién se basa en
la calidad del experto. El principio basico es que “el
argumento de autoridad tiene el valor de la autoridad que
se cita” (Plantin, 1988: 335). Pero en algunos 4mbitos, es
dificil establecer los criterios que permitan evaluar la
competencia de un experto. En dicha evaluacién pueden
incidir diferentes factores:
~evaluacidn de las predicciones anteriores del experto;
—preparacién de pruebas que permitan evaluar algunas
competencias concretas;
4 Estas condiciones de validez del argumento de autoridad sirven sobre todo
en los casos en que la autoridad se basa en una competencia cientffico-técnica;
sin duda, se trata del fundamento més comin de la autoridad en las sociedades
occidentales, pero, por supuesto, no del Gnico posible. Ademés, la mayorfa de
estas condiciones de validez s6lo son pertinentes para la forma indirecta del
recurso a la autoridad.
5 Con frecuencia se considera el argumento de autoridad como un argumen-
to de profanos, que no tendrfa raz6n de ser ante un ptiblico de especialistas, en
el que s6lo serfan admisibles los argumentos técnicos.El argumento de autoridad en situacion 97
-informaciones diversas sobre el experto: cualificacién
profesional, titulos, testimonios de colegas... (Woods y
Walton, 1992: 43).
3. La proposicién P, cuya autoridad se presenta como garan-
te, debe situarse en su 4mbito de competencia; en caso
contrario se cometeria un error de pertinencia.
4. Todas las restricciones que pesan sobre la admisibilidad
de un testimonio pesan también sobre la evaluacidn de un
argumento de autoridad (Govier, 1985: 84-85). En parti-
cular, conviene preguntarse si la autoridad tiene un inte-
rés personal en afirmar lo que dice. Por ejemplo, un
peritaje financiado por un fabricante de tabaco que de-
muestre, mediante experimentos realizados para este ca-
so, que el tabaco no provoca cancer seria inadmisible.
5. Finalmente, algunas condiciones estan relacionadas con
la propia naturaleza del tema que se debate. éSe trata
realmente de un tema que puede resolverse mediante un
juicio emitido por un experto? (Fogelin, 1982: 98). Para
que esto suceda, debe tratarse de un cuerpo de saber
constituido, que sea objeto de un minimo de consenso y
no de un Ambito del conocimiento todavia cambiante y
controvertido (Govier, 1985: 52).° Ademés, el argumento
de autoridad debe permitir, en principio, la posibilidad de
acceder de manera directa a la prueba. Si se produce un
desacuerdo, el experto debe poder probar que su juicio
tiene una base objetiva, y explicitar los criterios que ha
seguido para juzgar (Woods y Walton, 1992: 43-44). Des-
de este punto de vista, la forma prototipica de un recurso
a la autoridad aceptable seria:
“P es cierto.
La biblioteca esta abierta, ustedes pueden volver a ha-
cer los calculos" (Plantin, 1988: 333).
6 Es, por lo dems, una condicién que debe cumplir un experto para inter-
venir en un tribunal segtin el derecho anglosaj6n (Bertone, et al, 1995: 188).98 Marianne Doury
Las condiciones de adecuacién del argumento de autoridad
(y concretamente las condiciones 2, 3 y 4) muestran que en
muchos casos, la critica de su validez pasa por una argumentaci6n
ad hominem, lo que supone que se admita este tipo de argumen-
tacién como no falaz.
2. LA DINAMICA DEL ARGUMENTO DE AUTORIDAD EN LAS INTERACCIO-
NES VERBALES. EL CASO DEL DEBATE SOBRE LA ASTROLOGIA
Las reflexiones sobre el argumento de autoridad presentadas
més arriba estudian este argumento como un fendmeno discur-
sivo aislado, que se puede definir y estudiar per se, inde-
pendientemente de la dinamica general en la que se inscribe. Sin
embargo, un argumento de autoridad nunca aparece aislado,
sino que se articula mediante estrategias persuasivas globales, y,
en algunas interacciones, da lugar a refutaciones diversas. En
este articulo voy a describir este funcionamiento dindmico del
argumento de autoridad a partir del andlisis de un caso particular:
el debate mediatico sobre las paraciencias y, més concretamente,
sobre la astrologfa.”
Los medios de comunicacién franceses (sobre todo la televi-
sién) han dedicado, durante los diez ltimos afios, un gran ni-
mero de articulos o de programas a la polémica que suscitan las
disciplinas con status cientifico discutido (astrologia, parasicolo-
gia, medicinas alternativas, etc.), que vamos a nombrar en ade-
lante paraciencias. Estos debates muestran que los adversarios
de las paraciencias recurren de manera sistemAtica a procedi-
mientos de enlace (Perelman y Olbrechts-Tyteca, 1988: 299-
300), que presentan el debate sobre las paraciencias como un
enfrentamiento maniqueo entre la comunidad cientifica undni-
mey una horda de charlatanes a cual peor. Estos procedimientos
de enlace muchas veces toman la forma de enunciados generali-
zadores, como muestra la intervencién de Dominique Ballereau,
astr6nomo, invitado a un debate sobre astrologia, que sigue a la
presentaci6n que el animador del programa hace de él:
7 Para el andlisis sistemdtico de la argumentaci6n en el debate mediatico
sobre las paraciencias, véase Doury (1997).El argumento de autoridad en situacién 99
DB: Usted acaba de decir que yo estoy en contra de la astrologia,
tenemos en el mundo 1a totalidad® de 1a comunidad astronémica
internacional que est4 en contra, /a totalidad de la comunidad
cientifica sin més: fisicos, quimicos, etc. y, de una forma general,
todas las personas con sentido comin rechazan la astrologia.
(“Duel sur la 5” del 10/6/1988 en la 5)
Al bloque homogéneo que ponen en escena los detractores de
las paraciencias, los partidarios de estas disciplinas, utilizando
procedimientos de disociacién, oponen una comunidad cientifi-
ca dividida entre una “ciencia oficial” retrégrada, que rechaza las
paraciencias, y una vanguardia ilustrada que estaria a favor de
ellas. Esta “vanguardia” les sirve de marco donde encontrar
autoridades que funcionen como otros tantos aliados para la
causa de las paraciencias.
La utilizacién de la argumentaci6n por autoridad entra pues
en una estrategia global de construccién de los bandos antago-
nistas. Los argumentos son generalmente iniciados por los par-
tidarios de las paraciencias y dan lugar a veces a largas negocia-
ciones, destinadas a determinar “de qué lado” se sitdan las
autoridades citadas.
La repeticién de los argumentos de autoridad en el debate
puede indicar que uno de los objetivos mds importantes del
discurso de los partidarios de las paraciencias es la bisqueda de
aliados (Latour, 1989: 54). Los defensores de las disciplinas
paracientificas no pueden, evidentemente, aceptar la visién del
debate que les proponen sus adversarios (el bloque de cientificos
contra el bloque de los charlatanes).
Lo que hacen es sustituirla por otra imagen que ve cémo lo
que se habia presentado como “la comunidad cientifica contraria
a las paraciencias” va disminuyendo cual piel de zapa y se
debilita a causa del abandono de los “nuevos aliados” de las
paraciencias, cuyo cambio de opinién (y la evaluacién de su peso
argumentativo) se discute duramente durante el debate. El ban-
8 Lacursiva es mia.
9 N. de laT. Hace referencia a la novela de Balzac, Peau de chagrin (Piel de
zapa).100 Marianne Doury
do de los partidarios de las paraciencias va aumentando en igual
proporcién.
Ademis, ganar una autoridad para su causa no significa sola-
mente tener en su equipo a un individuo mas. Latour propone
el ejemplo de un locutor que refuerza su discurso recurriendo al
premio Nobel Andrew Schally. Este individuo pone a su adver-
sario en el compromiso de poner en duda no solamente dicha
autoridad, sino también “a sus colegas, al consejo de la universi-
dad de Nueva Orleans que dio una cAtedra a Schally, al comité
Nobel que recompensé su trabajo otorgandole el premio més
prestigioso, a las numerosas personas que aconsejaron en secreto
a dicho comité, al comité de redaccién de la revista Nature, a los
redactores que aceptaron publicar el articulo, y al consejo cien-
tifico de la National Science Foundation y al National Institute of
Health que subvencionaron la investigacién, y a un gran nimero
de técnicos, asicomo a todos los que colaboraron con élyse citan
en los agradecimientos” (1989: 51). Asi, el argumento de autori-
dad se basa en apariencia en el prestigio. Pero, cuando recurre
auna autoridad cientffica, hay que tener en cuenta que la ciencia
se organiza en redes y que tras la autoridad existen muchos
actores de status diverso, y que estan ligados a ella indisociable-
mente. Por lo que, este argumento, basado en el tépico de la
calidad, constituye también, a otro nivel, un argumento de la
cantidad.
2.1 Realizaciones discursivas del argumento de autoridad
La premisa “X ha dicho P”, tomada de la estructura légica del
argumento de autoridad, sugiere que su realizacién discursiva
recurre a los mecanismos del discurso referido. Por supuesto, no
se trata de asociar cualquier cita con un argumento de autori-
dad, sino mas bien de considerar que algunas citas, desde el
momento que tienen mas valor por su autor que por su conte-
nido, asumen la funcién de argumento de autoridad (Maingue-
neau, 1991: 138).
Como forma del discurso referido, el argumento de autoridad
puede utilizar el estilo directo, indirecto, o indirecto libre. ElEl argumento de autoridad en situaci6n 101
estilo directo, cuya utilizacién constituye una “teatralizacién de
una enunciaci6n anterior” (Maingueneau, 1991: 134), no garan-
tiza mejor que el estilo indirecto la autenticidad de las palabras
citadas. En cambio, se presenta como una cita literal de un
discurso, libre de subjetividad del locutor del discurso que cita, y
puede facilitar la verificacidn de la condicién de adecuacién 1,
relacionada con la exactitud de la cita. Se admite que el estilo
indirecto hace intervenir la subjetividad del locutor, que se ins-
cribe en la reformulaci6n elaborada a partir del discurso original.
Entonces es cuando se plantean las cuestiones relacionadas con
la fidelidad a la fuente. En la lengua oral, la distincidn entre los
diferentes tipos de discurso referido es menos neta, ya que
algunos indicios que permiten distinguirlos en la lengua escrita
(comillas, guiones, puntos y aparte) desaparecen, lo que hace
més delicada su identificacién. Ademas, muchas veces se encuen-
tran argumentaciones que parecen basarse en los mismos meca-
nismos que el argumento de autoridad, pero que no se presentan
como el discurso referido. Asi, la astréloga Joélle de Gravelaine,
al responder a Anne Barrére que le pregunta sobre las relaciones
entre la astrologia y la salud, emplea tres argumentos:
AB: La astrologia y la salud, es una vieja historia...
JdG:Es una historia viejfsima, es cierto, pero me gustaria decirle
simplemente que, como dice Hubert Reeves, estamos he-
chos del mismo polvo que las estrellas, y que hay una vieja
regia de Hermes Trimegisto que dice que lo que esté en lo
alto, es como lo que esta aqui abajo. Y hay una pelicula
magnifica que hizo la NASA, en la que se ve perfectamente
c6mo las espirales que se encuentran en el cuerpo se repro-
ducen de manera extraordinaria en las espirales que vemos
en la galaxia.
(“Santé a fa une” del 4/1/1993, TF1)!°
Como suele ser el caso en las argumentaciones corrientes, no
10 Aunque la puntuaci6n sea propia del cédigo escrito, y no dé cuenta
fielmente de la materialidad de la lengua oral, se ha restablecido parcialmente
para facilitar la lectura.102 Marianne Doury
se explicita ninguna conclusién. Sise tuviera que estavlecer una,
se podria proponer la siguiente:
por lo tanto, hay una correspondencia entre las estrellas
y el cuerpo humano
-entonces, la astrologia puede informarnos sobre nuestra
salud
La elecci6n de las fuentes de autoridad sugiere claramente al
tipo de ptiblico que se quiere apelar. La alusién a Hubert Reeves
esta destinada a un publico sensible a la autoridad que resulta de
la competencia, y precisamente de la competencia cientifica.
En cambio, est claro que la referencia a Hermes Trigemisto
no puede pretender lo mismo. Sélo se dirige a un pequefio
numero de personas que podrian identificar ~y reconocer como
legitima— esta referencia a la integracién del dios griego en la
tradicién esotérica. Finalmente, la referencia a la NASA muestra
que la fuente de la autoridad no es necesariamente una persona,
sino que puede ser una institucién.
Volviendo al problema de la cita, los dos primeros argumentos
de autoridad utilizan formas del discurso referido. En cuanto al
tercer argumento, aunque basado claramente en el mismo pro-
cedimiento argumentativo que los precedentes, no recurre al
discurso referido, a menos que se considere a la NASA como el
enunciador de una pelicula asociada con un discurso sobre las
similitudes entre los cuerpos y la galaxia.
En lugar de considerar que los tres argumentos aportados por
Joélle de Gravelaine constituyen tipos diferentes, considerare-
mos que se trata de tres realizaciones discursivas diferenciadas
del argumento de autoridad."! Encontramos esas tres variantes
del argumento de autoridad en boca de la astrdloga Elisabeth
Tessier durante un debate sobre la astrologia;
-la cita de autoridad:
11 Esta concepcién del argumento de autoridad se acerca a la definicién que
proponen Perelman y Olbrechts-Tyteca, para quienes este argumento consiste
en utilizar “los actos 0 juicios de una persona o de un grupo de personas como
medio de prueba a favor de una tesis” (1988/89: 470).El argumento de autoridad en situacion 103
YY como decfa Einstein, ahora, el diélogo mas importante de
la humanidad acaba de empezar (“Duel sur la cing” del
10/6/1998, la 5).
~-la atribucién de una posicién a la autoridad:
Hay cientfficos, astrénomos incluso, pero sobre todo gran-
des fisicos -especialmente entre los fisicos de vanguardia—
que estén a favor de la interdependencia universal. (Idem).
—la alusi6n a una practica de la que puede deducirse la
opinién de la autoridad sobre el tema de discusién:
Gente como Newton, Kepler y Copérnico [...] practicaron la
astrologia [...] las mentes mds preclaras creyeron en la astro-
logfa y la practicaron. (Idem).
2.2 Evaluaci6n del argumento de autoridad por los interlocutores
corrientes
La concepcién de la argumentacién que aqui se defiende no es
normativa. No intentaremos saber, por lo tanto, si los argumen-
tos que utilizan los participantes en el debate son aceptables,
racionales o légicamente vlidos, sino que nos interesaremos mas
bien en los efectos que estos argumentos producen en el desarro-
ilo de Ja interacci6n. Para ello, se observaré si el argumento de
autoridad es aceptado o no por el interlocutor y, cuando no lo
sea, se observard cémo justifica este iltimo su rechazo.
El argumento de autoridad se presenta como una estrategia
persuasiva a la que es dificil oponerse. Esta dificultad se debe
(por lo menos) a dos de sus caracteristicas:
-EI argumento de autoridad apela a la modestia, como lo
prueba el nombre latino que Locke le dio: argumentatum ad
verecundiam. La exhortacién a la humildad asociada al argu-
mento de autoridad aparece muy claramente en la secuencia
siguiente, que enfrenta al astr6logo Louis Saint Martin con el
fisico Henri Broch:
LSM: Mire usted, Kepler decfa: rechazar la astrologfa sin cono-104 Marianne Doury
cerla, sin practicarla y sin experimentarla, es una locura de tres
dimensiones. Era Kepler, y no el sefior Broch 0 el sefior Saint
Martin quien hablaba. Bueno, Einstein, decfa: es una ciencia
esclarecedora en s{ misma, he aprendido mucho gracias a ella, y
le debo mucho.
(“Savoir plus” del 1/3/1993, France 2)
Vemos aqui, precisamente por qué el argumento de autoridad
puede ser considerado como terrorista: porque quiere impo-
net silencio y contrici6n al adversario, ya que no someterse a
él seria pecar de orgullo.
—Por otro lado, las citcunstancias materiales en las que se
desarrollan generalmente las interacciones argumentativas
hacen dificiles las verificaciones que precisa la evaluacién del
argumento de autoridad. Schopenhauer propone una explo-
tacién cinica de esas circunstancias, para ampliar el campo de
accién del argumento de autoridad:
También se puede, en caso de necesidad, no sélo deformar el
sentido de esas autoridades, sino falsificarlas por completo, 0
incluso citar algunas que sean inventadas; en general, el adversa-
tio no tiene el libro en la mano y ademés no sabria utilizarlo
(1990: 48).
Esta observacidn es todavia mas pertinente en el caso de las
interacciones que se desarrollan en un marco mediatico, cuyas
restricciones (de tiempo, de simplificacién del mensaje) ha-
cen particularmente dificil cualquier critica sistematica de la
argumentacién. Sin embargo, los argumentos de autoridad
esgrimidos en el debate sobre las paraciencias, no se quedan
sin respuesta; dan lugar a distintos tipos de refutaciones, que
se centran en aspectos diferentes del mecanismo argumenta-
tivo subyacente.
2.2.1 El argumento del paralogismo
El argumento de autoridad tiene mala prensa, tanto entre los
te6ricos como entre los cradores comunes. Hemos visto las
justificaciones cultas de este rechazo, encontramos la mismaEl argumento de autoridad en situacién 105
desconfianza en los locutores que participan en argumentacio-
nes concretas. Asi, en una “carta abierta a los racionalistas”,
Henri-Pierre Aberlenc, partidario de las paraciencias, temeroso
de que se interpretara su discurso como un argumento de auto-
ridad, niega haber empleado esta forma de argumentacién que
condena:
Aunque todavia son minoritarios entre sus iguales, hay cientifi-
cos, algunos de los cuales de primera magnitud, que son también
parasicOlogos, ocultistas o m{sticos convencidos. Muchos de
quienes establecieron los fundamentos de las conquistas moder-
nas de la raz6n y de la ciencia fueron adeptos de] esoterismo:
Leonardo da Vinci, Francis Bacon, Descartes (el “padre del
racionalismo” fue Rosicruciano), Pascal, Newton, Goethe, Dal-
ton, Faraday y tantos otros hasta nuestros dias... Nuestro propd-
sito, por supuesto, no es en modo alguno utilizar aqui el estipido
argumento de autoridad (“Fulanito, que fue un sabio eminente
dijo esto, asi pues ies cierto!”). (Le Monde Jnconnu n° 106, junio
de 1989: 10)
Parece ser que basta con que un individuo reconozca, en el
discurso, un argumento de autoridad, para que dicho discurso se
vea desacreditado, porque el argumento de autoridad pertenece
al conjunto de las formas condenadas por las normas argumen-
tativas interiorizadas por los locutores. La primera reaccién
posible al argumento de autoridad es pues una refutacién
mediante la acusacién de argumento de autoridad, que cons-
tituye un caso particular de argumento del paralogismo (ef.
Plantin, 1995).
Esta condena del argumento de autoridad como tal es atin
més enérgica porque las referencias a la ciencia estan muy pre-
sentes en el debate sobre las paraciencias. Y el razonamiento
subyacente al argumento de autoridad y el razonamiento cienti-
fico se presentan a menudo como contrarios, muchos afirman
que el segundo se ha desarrollado por oposicién al primero.
2.2.2 Cuestionamiento de la exactitud de la cita
Una segunda refutacién del argumento de autoridad se basa en
dudar de la existencia de la cita. En su obra Increible pero falso,106 Marianne Doury
Alain Cuniot, militante racionalista, comenta la cita de Einstein
(reproducida mas arriba) aportada por la astréloga Elisabeth
Teissier (“como decia Einstein, el diélogo mas importante de la
humanidad acaba de empezar”):
Arist6teles, Dante, Balzac, Goethe, Kepler, Leibnitz, Spino-
za, Lutero, Descartes, Jung, Kant, Plotino, Paracelso, Men-
del, Lavoisier, Pascal, Koestler, Freud, Malraux, Sécrates,
Pitagoras, Levi-Strauss, Einstein, de quien cita una frase que
los fisicos no conocen. iLo ha lefdo todo! iElla lo he com-
prendido todo! (Incroyable mais...faux!, 1989, Burdeos:
L’Horizon chimérique, p. 45)
Alain Cuniot quiere oponerse al argumento de autoridad
empleado por su adversario poniendo en duda Ja exactitud de la
cita aportada por la astrdloga. Pero esto no puede hacerse en
forma de acusacién directa de falsificaci6n. Como Elisabeth
Teissier no indica con precisidn sus fuentes, para hacer posible
la comparacion entre el discurso original y su transposici6n en el
segundo discurso, es imposible que Alain Cuniot pueda afirmar
que Einstein nunca, en ningtn lugar, en ningin momento de su
vida, dijo eso. Por esta raz6n Cuniot hace un uso muy particular
del argumento de autoridad, cuya existencia mencionan Perel-
man y Olbrechts-Tyteca (1988: 476), y que consiste en destacar
que se desconoce 0 no se comprende al experto para descalificar
el discurso del adversario. Al afirmar que los fisicos no conocen
la cita presentada por Elisabeth Teissier, Cuniot no sugiere la
incompetencia de los fisicos, sino la inexistencia de la cita.
En los debates televisados, el problema de la exactitud de la
cita desemboca a menudo en situaciones en las que, a falta de
documentos que puedan convencer en el plat, cada uno de los
participantes pide que se crea en su palabra. El inico modo de
deshacer el circulo vicioso de “la palabra de uno contra la del
otro” seria prever las citas que utilizar4 el adversario, y llevar al
platé las fuentes (0 mejor, a su autor) para contradecirle. Esta
actitud podria no dar el fruto esperado, ya que el adversario
siempre puede afirmar que él ha sacado su cita de otra obra, que
no estar disponible en esa ocasién. Ademas, al referirse asi a lasEl argumento de autoridad en situacién 107
fuentes, se corre el riesgo de parecer excesivamente “puntilloso”
y por lo tanto malintencionado. Y la sospecha de la mala fe
descalifica a un locutor, y su discurso pierde toda credibilidad.
2.2.3 Discusién de la competencia de la autoridad
Otra refutacién mas practica consiste en poner en duda la com-
petencia del experto referido. Por ejemplo, Evry Schatzman, en
un debate con Suzel Fuzeau-Braesch (autora de Que sais-je?
sobre astrologia, y favorablemente predispuesta hacia esta disci-
plina), puso en duda las referencias de esta ultima:
Usted menciona también los trabajos del astr6nomo Treillis, que
pretende establecer una relaci6n entre las posiciones de los pia-
netas y las variaciones de actividades solares. Sin embargo, hay que
tener en cuenta que dichos trabajos no son reconocidos por la
comunidad de los astrénomos porque se basan en estadisticas
insuficientes e incompletas. (“Debate: éEn que se basa la astro-
logia?”, Suzel Fuzeau-Braesch, Evry Schatzman, palabras recogi-
das por Patrice Lanoy y Laurent Samuel en €a m intérese n° 122,
abril, 1991: 9)
Del mismo modo, en el programa Duel sur la cing dedicado a
la brujerfa, Alain Cuniot empleé la misma tactica de rechazo a la
autoridad cuando el adivino Octave Sieber dio el nombre del
profesor Rhine como personalidad cientifica partidaria de la
parasicologia:
OS: -iPero sefior Cuniot, pero el Profesor Rhine, de la Univer-
sidad de Washington, es una persona que se parece a usted
un poquito; describid, dijo y escribid cémo son nuestros
poderes paranormales! iNo lo descubrieron los laboratorios
franceses!
AC: -Usted sabe muy bien que Rhine es muy discutido.
(Duel sur la cing de mayo de 1990, la 5)
También en este caso, el hecho de que la autoridad sea objeto
de discusi6n invalida la argumentacidén que lo evoca.
Pero este ejemplo pone de manifiesto otro problema, especi-
fico del debate sobre las paraciencias. Se presenta a Rhine como
un cientifico experto en parasicologia. Pero no hay ningin ex-108 Marianne Doury
perto en parasicologia sobre cuya calidad coincidan todas las
opiniones de quienes investigan en la materia coincidan, porque
la parasicologia (como ocurre sin duda en la mayoria de las
paraciencias) no constituye lo que Govier Ilama un cuerpo de
doctrina reconocido (1985: 352). Ademés, el argumento de auto-
tidad s6lo puede tener eficacia argumentativa si}a autoridad que
se cita como fuente constituye un objeto de acuerdo (esta reco-
nocida como autoridad por las dos partes). En el marco de un
debate sobre paraciencias, esta claro que un argumento de auto-
ridad que se basa en los trabajos de un parasicdlogo no tiene
ninguna posibilidad de funcionar. Esto explica que, la mayoria
de las veces, los participantes en el debate favorable a las para-
ciencias recurran a autoridades cuyo 4mbito de competencia no
es directamente el de la disciplina que se discute. Lo cual supone
que en la mayorifa de los casos, los expertos a los que se refiere
el argumento de autoridad son referidos fuera del 4mbito de
competencia en el que se les reconoce como autoridades. Por
eso, en las refutaciones del argumento de autoridad que analiza-
mos eneste articulo, la evaluacién del experto no suele disociarse
de la identificacién de su 4mbito de competencia.
2.2.4 Discusion del dmbito de competencia del experto
Esto es lo que aparece principalmente en el programa “Duel sur
la cinq” dedicado a la videncia. Yves Galifret, contrario a la
videncia, cita un estudio aparecido en la revista Nature que ponia
de manifiesto la futilidad de la astrologia. El adivino Dessuart
reacciona mencionando los desacuerdos existentes en el seno de
la comunidad cientifica sobre la videncia y nombra varios cientf-
ficos partidarios de la misma:
MD:-Voya hablarie de cientificos ya que a usted le gustan tanto.
YG: -No, a mi lo que me gustan son las personas serias.
MD:-—De acuerdo hablemos de personas serias. Puedo citarle a
Léonid Vassiliev en la URSS.
YG -iNo! iNo, por favor un aficionado!
MD:-iUn aficionado! Un sabio ruso...
YG: —Cuando hablo de é1 con mis colegas soviéticos me dicen:
ino, por favor, no!El argumento de autoridad en situacién 109
MD:-Entonces le hablaré de Costa de Beauregard en Francia y
de Jean Charon, éva usted a decirme también que son aficio-
nados?
YG: -Costa de Beauregard...Jean Charon no es serio. Pregunte a
otros fisicos lo que piensan de Costa de Beauregard, pero no
como fisico, sino sobre c6mo utiliza la fisica, la fisica corpus-
cular para justificar la parasicologfa.
MD:-Eso no le favorece a usted.
(Duel sur la cing , 22/4/1998 la 5)
Las tres autoridades presentadas por el adivino Dessuart son
rechazadas por su adversario. Léonid Vassiliev y Jean Charon
no son aceptados como expertos. Se reconoce la competencia
de Costa de Beauregard en su campo cientifico pero se niega
para las cuestiones que necesitan de una extrapolaci6n a partir
de ese campo. No es facil determinar si uno de los dos partici-
pantes consigue ganar la negociaci6n, ya que Dessuart no con-
sigue que su adversario, Galifret, convalide sus referencias; cosa
que, en su calidad de cientifico, podria hacer; pero le contraa-
taca presentando la resistencia de su adversario como un sinto-
ma de parcialidad.
2.2.5 Invocaci6n de una contraautoridad
Por tiltimo, podemos imaginar que un locutor rechaza un
argumento de autoridad con otro argumento de autoridad que
lleve a una conclusién contraria, pero en el corpus no hay ningiin
ejemplo que ilustre esta estrategia refutativa.
3. HACIA UNA ETNOMETODOLOGIA DE LA ARGUMENTACION?
Si comparamos las evaluaciones cultas del argumento de autori-
dad con las evaluaciones corrientes que de ellas hacen los que
argumentan, se ve que las condiciones de-validez del argumento
de autoridad establecidas por las teorfas de la argumentacién
marcan las vias que puede tomar Ia refutaci6n de este argumento
en las interacciones auténticas.
Los ejemplos anteriores de refutaciones del argumento de
autoridad muestran que las condiciones 1, 2 y 3 que los teéricos
dela argumentacién exigen que se cumplan para que el argumen-110 Marianne Doury
to de autoridad sea valido, se vuelven a encontrar también
cuando se trata de locutores ordinarios. E] corpus no contiene
ningin ejemplo de refutaciones basadas en las condiciones 4 y
5,)? pero la lista de los modos de refutacién del argumento de
autoridad sigue estando abierta. No es extrafio que se den estas
convergencias. Del mismo modo que los locutores tienen una
determinada competencia lingiiistica, muy normativa, que les
permite evaluar los enunciados semdntica o gramaticalmente
bien formados (y, en algunos casos, explicitar estas evaluaciones
mediante comentarios del tipo “esto no se dice asf” 0 “esto no es
correcto”), también han interiorizado normas argumentativas.
De acuerdo con éstas, juzgan si la argumentacién es aceptable o
inaceptable y son capaces, en ocasiones, de explicitar su evaluacién.
Laprincipal diferencia entre estos dos tipos de competencias es que
la primera se ensefia a los locutores durante su vida escolar, mien-
tras que la argumentacién no ha sido materia de ensefianza espe-
cffica hasta hace muy poco, por lo menos en Francia.!3 También es
cierto que el anilisis de los debates pone de manifiesto que los
locutores disponen de criterios que les permiten evaluar la acepta-
bilidad de las argumentaciones desarrolladas por sus adversarios, y
en algunos casos, de realizar refutaciones siguiendo estos criterios.
El recurso a las normas argumentativas constituye un método
que utilizan los locutores para realizar objetivos argumentativos
locales. El estudio de estos usos del lenguaje podria inscribirse
de manera natural en el campo del anilisis conversacional de
inspiracién etnometodolégica.
Traducci6n del francés de Luisa Lopez Hurtado
12 Podemos imaginar, sin embargo, refutaciones basadas en la condicién 4,
por ejemplo un locutor que cite los trabajos de Jacques Benveniste sobre la
memoria del agua para justificar la homeopatfa podrfa ver c6mo le responden
que los trabajos en cuesti6n, al haber sido financiados por los laboratorios
Boiron, principales productores de medicamentos homeopaticos, no cumplen
la condici6n de imparcialidad necesaria para tener en cuenta sus resultados.
13 Es cierto que el estudio de textos argumentativos ha sustituido desde 1995
la tradicional prueba de “resumen/discusién” en las pruebas de acceso a la
universidad en Francia; pero el estudio de la argumentacién sigue siendo ain
marginal en el aprendizaje escolar del francés.El argumento de autoridad en situacién 111
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