PAPELES DE PEDAGOGIA
18, J. Feerés - Rlevision y edueacién
19. C. Maza. Avitmeticay representacién
20, JM. Calvo - Educacién y filosofiaen el aula
21. J. M. Esteve - El malestar docente
22. J. Guerrero - Nuevas perspectivas en la educacién ein-
tegracion de los nifios con sindrome de Down
23. L Sanchez Corral - Literatura infanilylenguaje literario
24. J. Parejo - Comunicacion no verbal y educacion
28. C. Izquierdo La reunicn de profesores
36: A Vésquez Bronfinan e Martines La socialization en
laese
27. MV. Crespo - El retomo a la educacién
28 Retna Televstn subliminal ei
29. J.C. Malich - Ancropologta simbolica y accién edueativa
30. J. M. Puig Rovira - La consiruccion de la personalidad
‘moral
31. F Bello Vézquer - 1 comentario de textos literarios
32. L, Molina - Parciparencontetos de aprendsey desa-
33. F Bércena - El oficio de la ciudadanta
34. R. Flecha - Compartiendo palabras
35. M+ Dolors Renaut- ¢Otra psicologta en la escuela?
36. M. Romans y G. Viladot = La educaoidn de las personas
adultas
31. X. Bonal - Sociologta de la edueacién
38. C!Lomas -Cémo aprender a hacer cosas con las palabras
ol.)
38. C-Lomas Clo sprender hace cosas con ls palabras
im)
40. MA. Soler - Diddctica multisensorial de las ciencias
41. J.'M. Duart « La organizacién ética de la escuela y la
‘ransmision de valores
42. D. Cassany - Constnair la escritura
43. F Pedré e L. Puig - Las reformas educativas
44. M, Gull y J. Mufioz - Descondcete a i mismo
45. J. Ferrés - Educar en una cultura del espectaculo
46, F. Bércena y J-C. Mélich - La educacion como acontect-
‘miento ético
47. M.J.Cava y G, Musitu- La potenciacién de a atoestima
en la escuela
48. M. Romans y otros -De profesién: educador(a) social
Fernando Bércena Orbe
El oficio de la ciudadania
Introduccién a la educacién politica
PAIDOS1
LA EDUCACION POLITICA
Y EL OFICIO DE LA CIUDADANIA,
1.1, La politica y la fragilidad de la democracia
La actividad pablica y un apropiado entorno politico
—pensaba Aristételes— son instrumentos necesarios para
cl desarrollo de una vida buena y el mantenimiento de un
buen carscter. Mas atin, la participacién politica del ci
dadano es, en sf misma, un bien o fin intrinseco sin el cual
Javida humana quedarfa incompleta. De ahf que la vida en
soledad, a pesar del juicio contrario que histéricamente
muchas veces ha merecido por los filésofos, sea una vida,
insuficiente y limitada.'
‘Como ya he sefialado en la introduccién, el propésito
Ultimo de este libro es meditar prolongadamente esta creen-
cia. Para llo, trataré de explicar el papel quella educacién,
cconcebida como una experiencia de formacién de si
‘mo, podria aspirar a desempefiar en un proyecto de vida,
excelente en el que el sentimiento de pertenencia a la co-
‘munidad politica —es decir, la idea de la civilidad—desem-
pefie una funcién importante.
De modo més especifico voy a intentar una reflexion,
sobre la naturaleza de la educacién politica vineuléndo-
la més estrechamente a una reflexién sobre la flosofia
politica,
Por razones muy variadas, la realidad es que dentro
del marco de la «cienciay pedaggica faltan andlisis que
sitden en una mas estrecha relacion la exploracién de laceducacién de la ciudadanta con los beneficios que una for-
maci6n filos6fica podria proporcionar al ciudadano, au.
sencia ésta que, bajo un dltimo analisi, se explica por la
vex més creciente separacion entre pensamiento y
politica; una separacién, por cierto, que, a juicio de Roberto
Esposito, por ejemplo, parece estar producida por la filo-
soffa politica misma.
La relacién que aspiro a defender entre educacién ef
vica y filosofia politica plantea una exigencia teérica fun-
damental. Me refiero a que el éxito de este planteamien-
to—pensar la educacién politica de la eiudadanta desde
el marco de interpretacién mas amplio que proporciona
tuna filosofia politica— depende de que previamente acep-
temos que no es posible pensar los conceptos de educa-
que cabe entender como bisqueda del
sentido y de la comprensién en el marco de la esfera de
Jos asuntos humanos, en el seno de una eesfera pablicasen Ia que los ciudadanos practican la actividad del pensa-
‘miento y del juicio mediante el libre intercambio de opi-
niones y el didlogo, Es la verdad como indagacién del
sentido. La «verdad» que funda —a través del sensus com
‘munis— una comunidad de significados compartidos. Asi,
«diferencia de la acusaci6n platonica, que declara el 4in-
bito pablico como un escenario ensombrecido, Arendt,
con el modelo que ejemplifica Sécrates, insiste que el &m-
bito pblico es el escenario de laluz y de la revelacion. Es
de este dmbito, y de las implicaciones que para una educa-
isn politica tiene una formacion del sentimiento 0 «con-
ciencia» de la civlidad, del que se ocuparén las reflexio-
nes centrales de este libro.
Soy consciente de las dificultades que entrana plan-
tear un doble discurso sobre la «verdad». Pero, atin a ries-
40 de equivocarme, me parece incuestionable que es po-
sible plantear un lenguaje de la verdad como posesion
—que busca muchas veces imponerse entre los hombres,
adoptando a veces modos absolutistas y paternalistas— y
un lenguaje de la verdad como brisqueda del sentido en la
existencia, como sefiala Franco Crespi cuando escribe:
«Cuando la verdad se concibe como posesién, la respon-
sabilidad hacia los demas se vuelve de tipo paternalista,
pues quien cree poseer la verdad no s6lo tiende a erigirse
en juez, sino que también esté convencido de saberlo que
realmente conviene al otro. En cambio, cuando la verdad
se concibe en ese sentido inalcanzable en que estamos
implicados desde el principio, la responsabilidad hacia el
otro se manifiesta como un respeto absoluto por su dife-
rencia y una deuda infinita respecto a éls.* En este caso,
la verdad esta acompafiada de la opinién, de la tentati
vva, de un modo de pensar que ensaya la comprensién y el
sentido,
Pero debemos intentar comenzar con cierto orden,
Para ello, voy a iniciar mi reflexi6n diciendo algo —en un
‘ono inicialmente descriptivo y deliberadamente conven:
cional— acerca de la naturaleza de la idea democratica y
Ja vida politica. Mi intencion sera mostrar, mas tarde, el
caricter esencialmente vulnerable de las vinculaciones po-
Iiticasy a frdgil naturaleza del oficio de la ciudadanta en
30
‘nuestras democracias. Como iré explicando a lo largo del
resto de los capttulos del libro, esta intrinseca fragilidad de
la vida en democracia, y por tanto de la vida politica, se debe
—como también ha explicado Hannah Arendt—al propio
cardcter impredecible e imprevisible de la «acciOn» huma.
‘na, concepto sin el cual resulta inexplicable la naturaleza
‘misma de la actividad politica y, por tanto, de la vida efvica
dentro de ella. Es precisamente aqui donde una educacion
filosofica proporciona su mejor contribucién al desarrollo
de la vida cfvica —Ia formacién del pensar como compren.
sid y beisqueda del sentido— ya que s6lo mediante la com
_prensiOn y la capacidad de formular y mantener promesas
odemos, siquiera parcialmente, remediar dicha intrinse.
ca fragiidad de la accién (politica) Esta es una idea muy
importante, e insistiré sobre ella frecuentemente.
‘Sabemos que la palabra edemocracia» es el nombre de
uuna clase de régimen politico establecido con cierta du.
raci6n por vez primera en la ciudad-estado de Atenas por
cLaristécrata Clistenes hacia los aftos 508-507 a.C." Algu.
nas investigaciones hist6ricas sefalan, sin embargo, que la
como una actividad
eminentemente eritica, como una disciplina edificante, en
ssuma, educativa: «La filosofia se recupera a sf misma cuan-
do deja de ser un artificio para perder el tiempo con pro-
bblemas de filésofos y se convierte en un método, cultivado
por los filésofos, para encararse con los problemas de los
hombres».
La filosofia debe, por tanto, adoptar una actitud més
préetica, no meramente wilitarista si quiere de verdad fo.
‘mentar tna sociedad més libre y mas humana, més grata
'y més inteligente. Dewey no comparte la idea de que la fi
losofia de la educacién sea un subproducto de la filosofia
general. Més bien es la fase més significativa dela filoso-
fia: es la teorfa general dela educacion, Si el objetive dela
ceducacién es el desarrollo de la inteligencia critica y creas
6tiva del hombre, y su formacién como un agente moral, la
filosofia de la educacien debe concebirse como una disel-
plina préctica capaz de configurar el pensamiento y de ofre-
cer amplios marcos para orientar la accién en los procesos
educativos."
Por tanto, Ia filosofia, en general, y la filosofia de ta
educacion, en particular, tiene segtin este autor dos rasgos
especiales: a) tiene un aspecto artistico: el fildsofo es como
elartista que reconstruye el material que recibe ereando
algo con orden y estéticamente :ignificativo; b) tiene un
‘aspecto critico: una forma de entender, evaluar y recons-
truir los conflictos espectficos. Hacer de la critica inteli-
gente una forma de vida con el objetivo de asegurar valo-
res razonables,
Para Dewey, por tanto, la filosoffa tiene mas que ver
con la imaginacion, la vision y el significado que con lo que
tadicionalmente llamamos «la verdad». La tarea de la B
losofia es especialmente dtl en el contexto de las tareas a
las que la democracia nos reta. Pues, como nos recuerda
Bernstein en su comentario del pensamiento politico de
este autor: «La democracia es una fe reflexiva en la capa-
cidad de juicio inteligente, de deliberacién y de accién de
todos los seres humanos, cuando se les proporcionan las
condiciones adecuadass."
Sila filosofia de la educacion es una parte de la filoso-
fia, su propésito fundamental, entonces, no serd otro que
interesarse por la formacién de nuestro pensamiento
acerca de la educacién. Bsta es la idea que defiende el fi-
Igsofo de la educacién Glenn Langford.”
Para este autor, sélo Iegaremos a entender lo que es la
Filosofia de la educacidn si nos damos cuenta que la edu
de la nue
vaera democritica: «La verdad es relativa», El relativismo,
yyla fidelidad cast religiosa ala idea de igualdad, a cuya ad.
hesién nuestros universitarios (Bloom habla de los uni-
versitarios norteamericanos, pero la referencia puede aco
‘modarse perfectamente a nuestro contexto, salvando las
distancias) les mueve no tanto una referencia tedrica —ni
siquiera, por supuesto, razonadamente fundada— como un
auténtico postulado moral: la condicién de posibilidad de
tuna sociedad auténticamente libre,
Practicar este relativismo es, pues, enuestra virtud de-
‘mocréticay, el rechazo de la afirmacién de cualquier abso.
luto, porque sélo mediante él, dice Bloom, podremos prac.
ticar la eaperturas. Bloom es categérico aqui en su juicio,
‘La apertura —y el relativismo que hace de ella la tinica
postura crefble ante las diversas pretensiones de verdad y
las diversas formas de vida y clases de seres humanos-—es
la gran perfeccion de nuestro tiempo, El verdadero ereyen.
tees el verdadero peligro».
Bloom se siente desolado ante la transformacién radi
cal que ha sufrido la idea de la educacion del hombre de.
mocrético. La nueva concepcion —bajo el lema de la aper-
tura y del relativismo— hace que la figura tipica de la