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Observo a mi hija Andrea durante estos diez primeros das de vida, y disfruto de los movimientos

faciales que articula constantemente sin razn alguna. La sonrisa, el ceo fruncido, los ojos
abiertos de curiosidad, los abiertos por la sorpresa, las mejillas de la indiferencia... Mil caras que
parecen entrenar la piel para un primer gesto.
Y me viene al pensamiento que si como en la antesala de la muerte observamos toda nuestra vida
ante nuestros ojos, al nacer, nuestro cerebro no nos preparar para ella? Todas esas caras
pueden estar siendo accionadas por nuestro destino en estos primeros meses de inconciencia,
para reaccionar en los momentos del futuro, donde nos parecer que ese momento ya lo habamos
vivido antes, pero que no recordaremos que en verdad fue as porque se fue olvidando entre los
sueos de la infancia.
Slo espero que en esta rueda de la fortuna facial, la flecha de la conciencia gestual empiece por
una sonrisa.

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