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Capiruto Primero ANTECEDENTES HISTORICOS GENERALES . DEL JUICIO DE AMPARO E INSTITUCIONES SIMILARES EXTRANJERAS Sumani: 1--Los tiempos primitives, I—Los Estados orientales, II.—Grecia. IV.—Roma. V.—Edad Media. VI—Espafia. Vil—Inglaterra, VIIL—Fra TX.—Colonias inglesas en América. X.—Estados Unidos. XI—Argentina, XIL—Bra- sil, XUL—Nicarsgua, XIV.—Advertencia final. Al imponernos 1a tarea de tratar de descubrir en el decurso de Ja historia buma- fa alguna instituciéa 0 ‘medio jutidico que oftezca cietta analogia 0 semejanza con nuestro juicio de amparo desde diversos aspectos, en nuestro afin de encontrar sus ante cedentes histéricos generales,2? necesaria y I6gicamente debemos enfocar el problema en el sentido de referirnos a la existencia de regimenes de derecho en los cuales se hayan reconocido 0 creado las prerrogativas fundamentales det hombre, dentco de las ‘cuales descuella la libected. En otras palabras, paca saber sien los diversos sistemas sociales y politicos, histéricamente dados, podemos hallar alguna instituci6én que pu- diera constituit un fndice preexistente de nuestro juicio de amparo, debemos primero inquitir sobre la situacién juridica y social en que se encontraba el individuo en cuanto a sus derechos fundamentales y principalmente por lo que conciee a su libertad, cuya posicion histérica, por ende, es la que nos interesa sobtemanera. Evidentemente, la crea- Cién de cualquier medio de defensa o preservacién, debe ser siempre @ posteriori del elemento tutelado. Asi, la existencia jusidica de Jas garantias individuales, en cualquier régimen o sistema histérico estatal de que se trate, forzosamente tiene que preceder al establecimiento del conducto protector correspondiente. Pot tanto, la cuestién que acabamos de planteat, consistente en inquitir sobre las instituciones juridicas que en los principales tegimenes estatales o sociales hist6ricamen- te dados, pudieren presentar alguna similitud 0 patentesco con nuestro juicio de am- aro, no puede apartarse de la indagacién acerca de la posicién que el individuo como gobernado haya guardado en dichos cegimenes. Consiguientemente, pues, nos ¥emos obligados a entrar al estudio de la situacién que durante el desarrollo histérico ha ocu- pado el hombre como gobernado frente 2 los gobernantes o autoridades, desde el punto de vista de los derechos que detivan de la naturaleza de la personalidad humana, ha- ciendo referencia especial a la libertad, que es el primordial, como ya advertimos, __ 28 Por “antecedente hist6rico” n0 pretendemos significa “modelo o “fuente de inspira: ci6n” ea que se haya basado nuestro amparo, sino simple “pre-existencia cronolégice” de algu- ‘na institucién. extranjera que tienda o haya tendido a su misma finalidad gentrica, pudiendo o no haber entre uno y otra slguna relacién de causalided, 38 EL JUICIO DE AMPARO pesar de que este tema Jo abordamos en nuestro libro intitulado “Las Garantias ndividuaer'.o ¥ sunque incurramos en repeticiones que, por lo demés, son absoluta- mente necesarias, reproduciremos las consideraciones que en é] se exponen, pata no afectar la unidad del tema, ni divorciar, por ende, las dos ya mencionadas bisicas cues- tiones que fo constituyen. La libertad juridica, entendiendo por tal toda posibilidad de actuacién social del hombre, reconocida por el orden jusidico estatal, propiamente es una conquista recien- te, producto de constantes y cruentas luchas. El momento histérico en que surge 1a libertad humana, como derecho fundamental del individuo, incorporada aun régimen notmativo a titulo de garantia contra los excesos del poder pablico, es muy dificil de pre- cisar. Bien es verdad que 1a famosa “Declaracién de los Derechos del Hombre”, de 1a que ya hablaremos, implica el comienzo de una era en Ia que el respeto a la libertad del individuo y a sus derivaciones especificas es el objeto de consagracién de la mayor parte de’ los regimenes constitucionales; pero también es cierto que con mucha anterioridad en Inglaterra, a través de una larga ¢ incesante evoluciéa social, fruto de circunstancias + y factores de arraigo en el pueblo inglés, se fue imponiendo a las autoridades, y en par- ticular al rey, el reconocimiento de Ia libertad humana, acerca de Jo cual tendremos oportunidad de disertar. Por consiguiente, hecha abstraccién del pueblo espaiiol inglés, el afianzamiento de la libertad del hombre, como principal derecho de éste, y su inte- gracién como contenido de las disposiciones legales de un orden -juridico determinado, son fenémenos relativamente recientes. 1. Trempos primrrivos Es inconcuso que en los tiempos primitivos no es posible hablar no sélo de Ia exis- tencia de los derechos det hombre considerados éstos como un conjunto de prerroga- tiyas del gobernado de observancia juridica obligatoria ¢ imperativa para los gobernan- |tés, sino ni siquiera de potestades 0 facultades de hecho de que pudiera gozar el indi- ‘viduo dentro de Ia comunidad a que pertenecia y que constituyesen una esfera de’acci6n © actividad propia frente al poder ptiblico. En los regimenes matriarcales y patriar- cales, en efecto, Ia autoridad de Ia madre y del padre, sespectivamente, era omnimoda, sin que enconttara un dique, ya mo jurfdico, sino féctico 2 su desarrollo imperativo. La madre, y el padre, como jefes de la sociedad familia cuyo conjunto componia 1k Rabu, disfratabaa ‘de absolute respeto por parte de sus subalternos, sobre os cuales, en muchos casos, tenian derecho de vida o muerte. Ademés, como fenémeno consubstancial a los xegimenes sociales primitivos, se observa invariablemente 1a exis- tencia de la esclavitud, la cual presupone, al menos en orden a Ia libertad ¢ igualdad humanas, una negacién de los derechos del hombre o garantias individuales, como se denominan éstos entre nosotros. La sancién de la rebeldfa justa o injusta, contra los mandatos supremos ¢ inapelables de los patriarcas y jefes de tribu, consistia en el destie- ro de la comunidad, sin que el afectado por este acto tuviere ningiin derecho que hacer valer frente a tal decisién.°° 7 Capitulo Primero. “ se Jas soteriors apreciacione tom corrobordss por el maestro, Antonio, Cato al firmer que ~ “EL patria ige la vide socal, familiar y polite yr al desaparcees, lejos de que se ANTECEDENTES HISTORICOS GENERALES DEL JUICIO DE AMPARO 39 IL, Los EsrApos ONENTALES En los regimenes sociales orientales, los derechos del hombre o garantias indivi duales no solamente no existieron como fenémenos de hecho, producto de te espace de tolerancia por parte del poder piblico, sin obligatoriedad recognoscitiva o de respeto para éste, sino que la libertad del hombre, del individuo cdmo gobernado, fue desco- nocida 0, al menos, menospreciads, a tal grado que reinaba en aquéllos el despotismo més acabado. El individuo, el particular -miembro de la comunidad o de Ja sociedad, teaia como consigna en algunos Estados orientales obedecer y callar, mixime que fos mandamientos que secibia eran conceptuados como provenientes del representante de Dios sobre 1a Tierra, es decit, del_gobernante ungido_como tal por la voluntad divina “de Ta cual detivaba_su_investidura. Rot_este. motivo, las_arbitrariedades autoritar "PoseEen_[05 pueblos orientales de ta antigiedad, eran cata or Jor baits con once ‘me a Ja conciencia que éstos abrigaban, en el sentido de ser aquéllas emanaciones 0 desigaios “de la voluntad de Dios expresada por el gobernante. Esta creencia acerca del origen del poder y de Ja autoridad reales estaba generalizada de tal manera, que podemos afirmar que casi todos los_regimenes de gobierno _de_dichos pueblos eran_teocriticos, como el egipcio, el hebreo, etc. mixime si se toma. en cuenta que el derecho y la feligién se confondian en un conjunto de pricticas sociales indiferenciadas, “La forma general'del Estado en el mundo oriental, afirma Geitel, fue Ia de una autocra- ia © monarquia despética, teniendd por sancién de su autoridad la teligién 0 la conquista. Los monarcas fueron venesidos como dioses, tal es el caso de.Egipto, 0 considerados como agentes de los dioses, segiin ocuztia en Persia y Asitia.” 5 Bien cs verdad que en algunos de dichos pueblos, como el hebreo, Ia actividad del gobernante se hallabz restringida por normas religiosas o teol6gicas, en las que impli- Gitamente se reconocfan ciertos derechos 2 los siibditos, pues se suponia que dichas nor- mas, como las de Jehové, eran producto de un pacto entre Dios y el pueblo, cuyas dis- posiciones debian ser inviolabies; mas también es cierto que, en primer Iugar, esas restrieciones eran muy débiles y Ja apreciaci6n-de su extralimitacién quedaba al arbitcio del propio gobernante que era su intérprete y, en segundo término, no existia ninguna sancién para sus posibles contravenciones, Por ende, los regimenes gubernamentales, basados en tales principios o ereencias, evidentemente pugnaban con toda idea de libertad humana, y més ain, con su recono- cimiento, por lo que no es posible aseverar que en los pueblos orientales de Ja anti dad existicra tal derecho y mucho menos un medio de preservarlo, pues como ya dijimos, el individuo estaba relegado 2 un plano infimo, si no es que habia incidido en Ja esclavitud, Sin embargo, como una notable excepcién al régimen politico y social oriental, nos encontramos con [a circunstancia de que la India no estaba dotada de un gobierno teocré- tico. El Estado temporal era independiente de la religién y los sacerdotes no debian jerencia en la vida politica, sino consagrarse exclusivamente a su cometido re- acci6n, preside ta vida moral de su pueblo. © es jefe 0 ¢s dios. Todo se le subordina, inevitable. meng, em el patade, el presente y ol porvenir de in comunidad,” Sociologia, cuata ediién, Phe. 301 Raymond G, Getel: Hisar de as dear Poles, tomo 1, pig. 6 40 . . AL JUICIO DE AMPARO ligioso. Descartado el principio teocritico del poder piblico, ef pensamiento hindi se re- velé marcadamente democritico y liberal; los pensadores de Ja India no reputaban al régimen estatal coino Ja realizacign del ideal humano de convivencia ante ef cual las alidades individuales se desvanecian; antes bien, afirmaban que en un principio el Rombee vivia en un estado de natutleza, tl como lo considerd Rousseau, F que, para evitar las injusticias que en su desenfrenado libertinaje cometian los fuettes en detrimen- to de los débiles, fue necesario constituir el Estado, no como una forma de perfeccio- namiento humano, sino como una urgencia de proteccién mutua. Para hacer prevalecer el orden dentro de Ja sociedad, producto de dicha necesidad, deberia existic una auto- tidad 0 poder social, superior a las woluntades individuales, encargado de implantar el equilibrio entre las conductas desiguales de los hombres. Dicho poder deberia ejercerse por el monarce, a quien no era licito actuar arbitrariamente, esto ¢s, sin sujecién a una norma establecida, sino que estaba obligado a obrar de acuerdo con un sentido de justicia y equidad, asesorado por ias personas més cultas. Ya en Jo tocante a los derechos del ‘hombre garantias individuales, el pensamiento hindi abrigaba la tendencia a respetar la personalidad humana, principalmente por lo que ve al derecho especifico de libertad Las cotrientes politicas doctrinales en China asumen caracteres anélogos a los de aquellas que se desarrollaron en la India. Los mis destacados fil6sofos chinos, tales como Confucio y Lao-Tse, predicaron la igualdad entre los hombres, sostuvieron la democracia como forma de gobierno y abogaron por el derecho legitimo del gobernedo para re- belarse contra los mandatos despéticos y arbitrarios del gobernante, circunstancia ésta ya barrunta una idea, aunque vaga, de los derechos del hombre 0 garantias indivi- Eine, tal como justice y filos6ficamente se conciben. Til, Grecia En Grecia, el individuo tampoco gozaba de sus derechos fundamentales como per- sona reconccidos por $8 polis y oponibles a las autoridades, es decir, no tenia derechos piblicos individuales. Sw esfera juridica estaba integrada casi exclusivamente por dere- chos politicos y civiles, en cuanto que interventa directamente en la constitucién y fun- cionamiento de Jos érganos del Estado y en cuanto que tenia una situacién protegida por el derecho en las relaciones con sus semejantes, mas no gozaba de ninguna prerro- gativa frente al poder piblico. Mis atin, en Esparla habla una verdadera desigualdad social, estando dividida la po- blacién en tres capas, que eran: los ilotas © siervos, que se dedicaban a 10s. trabajos agricolas; los periecos 0 clase media, quienes desempefiaban 4a industria y el comercio; ¥, por Gltimo, los espartanos propiamente dichos que constitulan la clase atistocritica y privilegiada. Ante esta jerarquia social, es initil hablar de le existencia de derechos del hombre © gatantias individuales como conjunto de potestades juridicas oponibles coerci- tivamente al poder piblico, puesto que era evidente a falta de situaciéa igualitaria que Presupone todo derecho piblico individual. Siendo el Estado en Esparta una estructura superhumana a la cual todo miembro de la comunidad debia una natural sumisién, el gobernado como tal no tenfa ningén derecho frente at poder piblico, frente a las autori- dades, Su esfera juridica se integraba exclusivamente por derechos politicos y civiles, como ya dijimos, esto ¢s, por potestades que lo haclan pasticipar activa o pasivamente en ANTECEDENTES HISTORICOS/GENERALFS DEL JUICIO DE AMPARO 4t Ios destinos sociales como elector 0 funcionatio, y por Factores jutidicos en las relaciones de coordinacién con sus semejantes. - En Atenas Ja situacién social era diferente de la que prevalecia en Esparta. No existia esa diferenciacién jerdrquica entre tres clases sociales diversamente colocadas ante el derecho y en Ja realidad; habia, es verdad, cierta desigualdad entre Jos hombres, aunque no tan marcada como en el régimen espartano. El ateniense gozaba de una li- bettad Féctica frente al poder piblico; podia libremente actuar ante éste y aun impugnar © criticar su proceder en las asambleas cuando fuerte contrario a su criterio; mas esa libertad sélo tenia una existencia de hecho, sin que significara, por tanto, una obliga- cién para Ia autoridad estatal su respeto; en una palabra, la libertad del ateniense, ma- nifestada en diversos actos concretos, no implicaba un derecho piblico individual, esto €s, una exigencia jurfdica frente al Estado con obligacién ineludible de parte de sus autoridades en el sentido de acatarla, Sin embargo, en Atenas podemos encontrar la existencia de una especie dé garantia de legalidad, implicada en le circunstancia de que todo acto piblico y toda ley deberian estar de acuerdo con la costumbre jatidica, de tal suerte que una de las atribuciones de las asam- bleas de ciudadanos estribaba én hacer el parangéa entre Ia ley o el acto y la prictica consuetu- inatia, con el fin de apreciar si se infringia 0 no ésta. Fuera de ese control o equilibrio ejercido pot In asamblea ateniense, que era el érgano supremo del Estedo, no encontramos ninguna prerrogativa en favor del gobemado frente al gobemante, lo cual no es sino Ia consecuencia de la concepciéa politica dominante, en el sentido de que s6lo a través de In organizacién es- fatal e} individuo encontraba su verdadera perfeccién, por lo que Ia actividad del Estado no tenia Iiites. No obstante esta sseveraciéa, no debe cteerse que en la polis ateniense los actos de sus ‘sutoridades ejecutives, cuales eran los arcontes, segin las leyes de Solén, no hayan estado suje- tos a una especie de control. En efecto, aparte de la asamblea de ciudadanos, cuyas principales Funciones hemos brevemente resefiado, el Senado, compuesto por cuatrocientos miembros, quie- res tenjan que someterse a un severo examen de parte de los belfastas, era el Srgano de con- sulta de los arcontes y en é1 se'discutlan primeramente los. proyectos de ley que eran pucstos con posterioridad a 1a consideracién de dicha asamblea. Ademés, existia en Atenas el célebre Tribuzal del Aredpago, que velaba por la puteza de las costumbres, tevisaba y podia anular Iss decisiones de las autoridades de la polis y era el 6rgano judicial supremo que juzgaba de- finitivamente sobre 10s negocios importantes que se sometian a su conocimiento. Bajo el gobierno de Pericles se crearon los "nomoteter’ 0 “guardianes de las Leyes", cuya misiéa consistia en impugnar ante la asamblea las normas legales inadecuadas 0 impertinentes. Merced a la gestién impugnativa de los “nomotetes", tas asambleas de ciudadanos revisaban sus propias leyes con el objeto dé constatar lo que sucle lamarse su “causa final", es decir, su idoneidad desde el punto de vista social, econémico 0 politico en aras de los intereses de Atenas, Sin embargo, fuera de ese control o equilibrio ¢jercido por ia asamblea ateniense, que era el 6rgano supremo del Estado, no existia dentro del régimen jutidico de Ia luminosa polis griega ninguna institucién que hubiese establecido derechos en favor del gobemado frente al_gobe:- nrante ni, por ende, que le brindase una proteccién frente al poder piblico, circunstancias que ‘no fueron sino la consecuencia de la concepcién politica dominante de la época, ‘en el sentido de que sélo a través de In organizacién estatal el individuo encontraba su verdadera perfecciéa, de su raz6n con preferencia a las leyés positivas estatales injustas ¢ irracionales, ptetendieado detalles més nimios de 1a vida privads, Los sofistas reaccionarom contra esta sitvacion. Afirmando que “el hombre es Ia me- dida de todas las cosas” y que, por ende, ninguna verdad o supuesta verdad tiene valide2 uni- versal, puesto que sui sentido depende de cada sujeto, legaron a presuponer a In anarquia como Ja situacién natural det individao. Por tal motivo, no se ocuparon de Iz cuesti6n relativa « los derechos del hombre o garantias individuales como prerrogativas juridices de éste frente a la autoridad estatal, ya que para ellos ésta no deberia existir, aun cuando, ante ia realidad que a2 BL JUICIO-DE AMPARO vivien, explicaban al Estado como el frito de un pacto social, sin que esta explicaci6n sigaifi- ‘ara Ia justificaci6n de su existencia, de lo que conchufa Licofrén, en -puntual coogruencia Idgica con esta concepcién, que: "La ley no es mis que una garantia de los derechos individua- les, sin poder alguno sobre la morslidad y la justicia personsles de los ciudadanos” * Para apoyar su tesis anarquista, los sofistas, a través de las ideas de Hippiar y Aleidemas, sostenian Ja existencia de los derechos del hombre, pero no « titulo de prerrogativas que el gobernado dentro del Estado o Polis debiera tener frente a 2 autoridad, como ya se dijo, sino reputindolos como elementos inseparables de 1a persona humana en un estado de naturalezs, ‘en que nadie esth supeditado 2 nadie y en que todos son libres ¢ iguales, situacién que sig: jcaba para los discipulos de Heréclito el ideal de la humanidad que se alcanzaria al suprimnis Ja organizacién estatal.#* ‘Séerates impugn6 las ideas sofistas, aun ciando su pensamiento coincidfa ea muchos as- pectos con el contenido de éstas. Estimaba que el hombre habia nacido en un plano de igualdad con sug semejantes; proclamé el principio de 12 racionalidad en todos los actos de la vida individual y poblica, Uegendo hasta sostener que el gobemado debia obsdecer Los imperativos de su razén con preferenicia a las leyes positivas estatales injustas e icracionales, pretendiendo ‘que toda la actuacién humana, social o particular, se sujetase a una norma étice de validex universal, Para Sécrates, la raz6n ema el factor omni-determinante de la vide, por lo que es dable presumir, de acuerdo con su pensamieato, que el gobernedo deberia tener todas aquellas recrogativas que estuvieren fundadas sacionalmente frente a las atbitraridades y despotismos de In autoridad del Estado. Sostenia, ademés, que 1a osganizaci6n estatal no es un-fin en sf misma, sino un medio para que los ciudadanos logren el objetivo supremo de su vida que cs la consecucién de su felicidad a través de Ja virtud. Por consiguiente, para Sécrates el Estado debe subordinarse ‘los individuos que. lo componen, sin que su poder sea absoluto, toda vez que ‘debe estar limitado por ef derecho del ser humano, inherente a su naturalezs ¢ imprescriptible. Si bien es verdad que Plaiés siguié en términos generales los lineamientos de ta doctrina de su maestro Sécrates, en muchos puntos las ideas de ambos discrepan profundemente, ea especial por lo que concierne 2 Ia situacién del individuo como gobemnado frente 2 12s autori- ‘dades. En efecto, Platén justificaba a desigualdad social, propugnando Ja sumisién de los me Giocres respecto dé los mejores, a quienes debia encomendarse la direccién del Estado. En estas condiciones, se puede ffcilmente concluir que en la doctrina platéaica estaban proscrites las ideas de derechos del individuo frente sl poder piblico, puesto que é&te se suponia desempe- fiado por personas capacitadas intelectual y culturalmente, a las cuales el gobemado debia su- misi6a. Platéa Megaba hasta el extremo, en su concepcién ideal del Estado, de considerar a &te como Ia realidad non plus lira que debia absorber toda Ja actividad individual. Fue por esto por Io que la teorla platénice en materia politica proponta la abolicién de la propiedad privada y de los Iazos famitiares pera esegurar la unidad orginica del Estado, Dividia In so- ciedad en tres clases constituidas respectivamente por lo que denominaba la "raze de oro”, integrada por 10s gobernantes 0 “guardianes” del Estado, por la "raza de plaid’, compuesta por los guerreros 0 “defensores” de 1a polis, y por la “raz de bronee”, formada por los arte- sanos y labsadores. No concibié Platén la idea de ningin medio heterénomo para controlar Ja actividad de los ‘gobernantes, sino que consideraba que Ia sabiduria de éstos y sus virtudes civicas y morales ‘eran un freao que les impedls ejercer despética y tirinicamente sus funciones. Estimaba que el Fiitofo u hombre sabio ao poll gcbettar codtrasemente a os interes. pibllcor al brat ‘con injusticia, ya que su sapiencia, al intuir el valor supremo de "Bien", le impedia desplegar cualquier conducta contetria a este valor, que subsumia todos los demés, incluyendo el de justicia. Aristételes, discipulo del anterior, 20 obstante que en lineamientos generales adopta Ja teoria politica de su maestro, se muestra liberal, por asi decirlo, en cuanto.a la cuestiGa de Jn situscién del individuo frente al poder piblico, Segin el estagirita, pam que el hombre 2 Citado por Aristételes en “La Politica’. Lib. 11, Cap. V, plrrafo 11. NS Enrigue Rommen, Derecho Natural, ed. 1950, pig. 18. 3 Chr. Antonio Gémez Robledo—Meditacién sobre la Justicia.—Pigs. 33 y 36. ANTECEDENTES HISTORICOS GENERALES DEL JUICIO DE AMPARO 43 pueda alcanzar un grado de perfecciéa, que no se logreba fuera de 1 convivencia social, era menester gozar de cierto radio de libertad, el cual implicaba, correlativamente, ciertas limita- Gones al poder estatal. Sin embargo, a esa esfera de libertad individual, Aristételes no la co- Jocaba en el rango de derecho piblico del gobernado, oponible obligatoriamente al Estado; segin Ia tesis aristotélica sobre el particular, las avtoridades deberian asumir un papel de tolerancia 0 consenso frente a una determinada actividad libre del ciudadano, pero nunca se deberion ver obligadas a respetarla como si se tratara de un verdadero derecho. Por lo que ataiie a In igualdad, Asistdteles 1a proscribfa al justificar 1a esclavitud y 1a existencia de clases sociales completamente diversas, en vista de lo cual es inconcuso que en Ia doctrina politica del ilustre estagirita no podemos vislumbrar ainguoa concepcién respecto a los derechos piblicos indivi- duales ni, consiguientemente, por lo que concieme @ ningin medio juridico de protecciém a os mismos. No obstaate, ello no implica que para Arist6teles no existiera una ley natural anterior a las leyes positivas de la polis, ya que para él éstas deberian corresponder a la “justicia ms terial” que deberfa integrar su contenido. De ahi que, cuando no existiese esa correspondencia, jincumbia al juzgador, mediante Ja equidad, resolver en justicia cualquier caso concreto que s¢ resentase. Sin embargo, les ideas de Aristételes sobre la supervalencia de una ley natural sobre Jas leyes positives, deben s6lo considerarse como un pensamiento timido que cede a la con- ‘cepcion vigorosa de 1a polis, considerada por el estagirita, siguiendo a su maestro Platén, como cl estado en que el individuo encuentra su perfeccién, de Jo que concluye Rommen que, contre la polis, segin Las ideas aristotélicas, “no podia prevalecer, propiamente hablando, ‘ningin derecho natural subjetivo del ciudadano”.®5 Para el insigne estagirita, el Estado existe por fnaturalera y 3 anterior al individuo, y siendo el hombre un "zoon polisikon”, no puede vivit fuera de ia entidad estatal. “El hombre que pudiera vivie aislado, incapaz de poder participar de los beneficios de ia asociacién politica o que no tiene necesidad de participar en ella porque se basta a sf mismo, no forma parte del Estado: 3 un bruto 0 es un dios”, agregando “No debemos considerar al ciudadano como perteneciéndose a si mismo; debemos considerar mAs bien 2 todo ciudadano como perteneciéndose al Estado, Cada ciudadano es parte del Estado.” 30 Es bien conocida, por otra parte, la clasificacién arist de Ja justicia, mediante Js cual ésta puede set distribusiva, conmusativa y politica, La justicia distribusiva se fealiza al apli- carse “en la reparticién del honor, de la riqueza y de otros bienes divisibles entre los miembros de 1a comunidad politica’,S" expresindose en el conocido principio igualitario que establece un seatamiento igual para los iguales y desigual para los desiguales. Le justicia conmusativa es, por asl decitlo, Ia que se realiza en cada cxso concreto, pudiendo estimarse como una “justicia proporcional” entre el derecho y las obligeciones de’ cada quien frente a 1a ley y a las con- venciones patticulares. Por ditiino, Aristételes denomina "“justicia politica” a la que se aplica en la vida de la polis y se manifiesta precisamente en Ia observancia del principio mismo de igualdad ya cnunciado. La “justicia politica”, por ende, s6lo puede registrarse entre sujetos colocados en el mismo nivel o rango social, de tal manera que las leyes de la polis la cumplan ea el tratamiento igual para los iguales y desigual para Jos desiguales. De ahi que politics. mente no puede bablarse de “justicia” entte sujetos pertenecientes a diferentes clases en que, segiin el estagirita, se divide Ja sociedad, ya que la justicia siempre reconoce como base Ja igualdad. Debemos recordar que pata el ilustre discfpulo de Platén Ie libertad igualdad, como ingredientes de la justicia, deben acogerse por la ley positiva, que a su vec debe ser Ix expre- ssi6n_de la raz6n que impida al gobernante actuar conforme a su arbitrio 0 despotismo. Pese a tan humanitarias ideas, sin embargo, Arist6teles no concibe ningia medio para controlas los actos de los gobernantes distinto de 1a razén, sustentada en la sabiduria, punto Ete en que sigue el pensamiento de su micas: 38 Rommen, op. eit pig. 27. 28 "Polisied”. Lib. T. Cap. 11. Nims. 13 y/ is y/Lib. VIL, Cap. 1, Nim. 3. 51 Bria Nicomaques, 1130 B AL / a Robledo.—Op. cit. Pig. 50. cas EL JUIGO DE AMPARQ IV, Roma En Roma, la situacién del individuo y, por ende, de su libertad como dezecho exi- gible y oponible al poder piblico, era parecida a la que privaba en Grecia, Bien ¢s verdad que el civis romanus tenia como elemento de su personalidad juridice el status libertatis, pero esta libertad se referia a sus relaciones civiles y politicas, ya que, epetimos, no se concebia como un derecho intocable y teconocible por el orden juri- dico, El status libertatis, mis bien se teputaba como una cualidad ea Oposicién a la condicién del servus, 0 sea, como una facultad de actuar y comportatse por propia volun- tad y determinacién. Ademés, puede afiemarse que la libertad en el tégimen romano estaba reservada a cierta categoria de personas, como el pater-familias, quien gozaba de amplio poder sobte los miembros de su familia y sobre los esclavos. En las relaciones de derecho privado, el ciudadano romano estaba plenamente ga rantizado como individuo, al grado que el Derecho Civil en Roma alcanz6 tal perfec- ciéa, que aun hoy en dia coastituye la base juridica de gran parte de las legislaciones, principalmente en los pueblos de extraccién latina. Andlogamente a lo que sucedia en Geecis, el romano, el homo liber, disfrutabs también del derecho de votar y ser votado, de Ia facultad de intervenic en la vida pablica, integrando los 6rganos de autoridad y teniendo injerencia en su funcionamiento, Por esto, en el Derecho Romano tento lz libertad civil como la Jibertad politica alcanzaron gran incremento, mas en el campo de las relaciones entre el poder publico y el ciudadano romano, no como depositario de una cierta actividad politica, sino como mero particulas, como simple individuo, le liber- tad humana como derecho ‘piblico era desconocida. En sintesis, [a libertad del hombre como tal, conceptuada como un derecho pablico individual inherente a Ja personalidad humane, oponible al Estado en sus diversas ma- nifestaciones y derivaciones no existia en Roma, pues se disfrutaba como un hecho, sin consagracién juridica alguna, respetable y respetada s6lo en las relaciones de derecho ptivado y como facultad de indole politica. La tinica garantia del pueblo frente a las arbitrariedades posibles de Ia autoridad, radicaba en Ie acusacién del funcionario cuando expiraba el término de su cargo, Io cual de ninguna manera implicaba un derecho piblico individual, pues éste es un obs- ticulo juridico, cuyo titular es el individuo, frente al poder pablico, el cual siempre tiene que respetarlo, mientras que Ia mencionada acusacién era el acto inicial de una es- pecie de juicio de responsabilidad incoado en contra de la persona fisica que encaraaba a la autoridad y nunca un dique a la actividad de ésta, Ja cual, en dicha hip6tesis, se pre- sumfa ya desplegada. Ademis, el juicio de responsabilidad tiene como-finalided esen- ial sancionar al funcionario pablico y nunca implica una verdadera protecciéa Yel go- bernado frente al gobernante, como ¢s la garentia individual. En Cicerdn, y con €l en Séuece, Marco Aurelio y Epieteto, encontramos la adopciGn de a tesis estoica sobre la existencia de una ley universal aplicable por igual @ todos los hombres, ‘a quienes el pensador romano conceptuaba colocados en un plano de igueldad. Afirmeba cf autor de "Las Leyes” que existen normas naturales que rigen Ja vida del hombre y de Ia socie- dad, basadas en los principios del Derecho y de Ia Justicia y que, por el hecho de estar in- ‘vestidas con un carécter supremo, debjan prevalecer sobre Ins leyes positivas que se les contra- pusiesen, De esta manera, Cicer6n reconocié, aunque ticitamente, Ie existencia de derechos ANTECEDENTES HISTORICOS GRNERALES DEL JUICIO DE AMPARO 45 ropios de la persona humana superigres al ordénimiento estatal, et cual carecia de valides en cuanto Viloetara lal aor2a3 Felativas a la hatutaleza del hombre, - Para el ¢élebte ofador fomano, el Derecho estén fundado en la naturales dél hombre y co a6lo s2 le eteuentra en la scripta lex, sia eh 18 mata lex. De ahi que todo ordenamieato juri- dico positive que vulishata esa “ley natural”, afectando los “detechos” que conforme a ella tiene toda persona, setia a todsé luces injusto, de lo que concluyé Cice#én: ““$} todo to qué hha sido instituido én virtud dé una detisién de los pueblos, de ua decteto de tos ptincipes y dé una sontencia de los jucces, foese el derecho, en tal caso el robo, el divorcio, los testa- ‘imentos falsos, con til de qué etéa firmados setlin derecho, desde el momento en que habia sido admitido por el consentimiento y 1a decision de 1a multitud.” *© Agregs el ilustre orador y jutistoasulto que “Como no hay nada que sea mejor que la raz6n, y como esta existe en el ‘hotibre y en Ia divinidad, hay entre ambos una primera sociedad fundada en la raxén (prima bomini cum 240 rationis societas). Pero entie quitned és coma, la facultad de la razén, lo también Ia recta razén, y como Gta es Ia ley, hemos de consideramos los hombres asociados con Jos dioses por la ley (quae cam sit lex, lege quoque consotiatio homines cum dis putandi tumns), Mas entre quienes hay comunidad de ley, hay también comunidad de derecho; y aquellos, ef fin, entre quienes estas cosas —ley y detecho— son comuiies, han de considerarse como de Is misma ciudad (civitetis einsdem babendi sunt)”.2 Matatit mutandis, Cicet6o ptoclama una especie de "jusnaiuralismo” al estimar que sobte al derecho positivo se encuentra el derecho apoyado en el andlisis filocético del hombre, “No es del edicto del pretor, como lo piensz hoy la mayorla, ni de la Ley de las XII Tablas, como creian los antiguos, sino del cotizdn mismo de Ia filosofia de donde hay que extraer el conoci- miento del derécho”,!° afirmaba, Como es bien sabido, la historia romana comprende tres ctapas, que son: la monar- quica o real, 1a republicana y la de los emiperadores, La organizacién politica de Roma en cada una de dichas etapas o petiodos era diversa y disfmiles también las relaciones entre los diferentes poderes en que se, desartollaba la funcién o actividad del Estado. En la Epoca monérquica o real, el pueblo (populus), dividido en dos clases, los patricios y los plebcyos, tenia cierta injerencia en la vida estatal, pues clegla a 3us reyes, daba su con sentimiento 0 éxternaba su distntimiento a las declaraciones de guerra o pz y decidia, en algunos casos, sobte si las leyes deberfan ‘ponerse en vigor 0 derogarse. A su ver, el Senado romano, que éra el Srgano afistocritico por excelencia, integrado por cien patricios, tenia en comendada la consulta sobre asuntos importantes de la administraci6n piblica, asi como Ie facul- tad de aprobar o desaprobat los proyectos de ley sobre la paz y la guerra, antes de que éstos ‘se sometiesen a In consideracién del pucblo. Las decisiones de los comicios (asambleas popula- tes) deberian estar respaldadas por la aprobacién del Senado, en cuyo caso, para que aquéllas tuviesen fuerza ejecutiva y observancia obligatoria, dicho cuetpo colegiado expedia los respec- tives decretos, lamados senatus conseltut, ‘Como seve, en It mentionada época la funcin Iegislativa era cofnpattida por el rey, 2 quien incumb{a Ja iniciativa de leyes, el senado y el pucblo, segin los términos brevemente apuntados. Al monarea correspondiin los poderes ejecutivo y judicial, estando aquél controlado a cierta forma pot el senado en aegocios administeativos de especial importancie. La fuacién judicial podia ser desempefiada por el rey en 10 personal 0 por patticios que éste designabz, pudiendo el pueblo intervenit en ella teaténdose de casos. penales. a Por tanto, ea Ia primera etapa de la historia de Roma, eistia un verdadesa equilibrio entre fos principales érganos de autoridad del Estado y por lo que concieme a las tres actividades © poderes estatales, Tal cquilibrio se consolidé durante Ia segunda época, 0 sca, Ia de la rev puibtica, La funcién legislativa era ejercida por el pueblo, integrado por patricios, el senado y los plebeyos, quienes ya no estaban excluidos det goce de derechos politicos. Las leyes eran 38 Gitado pot Rommen. Op. cits pkg. 30. Be Logiban 1, 23. «© Tdem, J, 17 46 . EL JUICIO DE AMPARO votadas por el pucblo y su inicistiva incumbia al senado; pero si afectaban 0 podian afectar @ a plebe, se sometian a la consideracién de los Mamados plebiscitos, esto es, a las asambless © concilidbulos plebeyos. E! poder ejecutivo correspondia al senado, el cual designaba a di- vversos magistrados para que en su nombre lo desemperiasen, destacindose entre dichos funcio- narios los dos éénsules, que en realidad sustituyeron a los antiguas reyes; y por 10 que atafie a la funcién judicial, éta se ejercia por el pueblo, os plebeyos y el pretor, en sus respectivos ‘casos, cuyO tratamiento excederia del tema que abordamos. ‘Lo més interesante que presenta Ia repiblica somana en lo que se refiere al equili- brio entre los poderes del Estado, es la creacién de los tribunos de la plebe, quienes, a pesar de no haber tenido facultades de gobierno administrative ni de jurisdiccién (im- perium, jurisdictio ), fueron funcionarios de significacién muy importante. Su actividad consistia, ptimordialmente, en oponerse, mediante ef veto, a los actos de los céasules y demés magistrados, e incluso a los del Senado, cuando estimaban que eran Iesivos 0 contrarios a los intereses y derechos de Ja plebe. La intercessio, como se Wamaba el medio por virtud del cual los tribunos desplegaban sus facultades vetatorias, no tenia como finalidad anular o invalidar el acto o la decisién ataceda, sino simplemente impedir 0 paralizar sus efectos 0 su ejeaucién. El poder de los tribunos radicaba en los plebiscitos, 2 Jos que podian convocar, ~para. enjuiciar las leyes y demés actos de autoridad, inclu- yendo las resoluciones judicisles, que perjudicaran o pudieren perjudicar los derechos € intereses de Ia clase plebeya. @Puede considerarse a la intercessio como un medio que haya presentado alguna semejanza con nuestto juicio de amparo? Este, segtin lo veremos mas adelante, tiene como finalidad esencial Iq invalidacién del acto de autoridad impugnado, en el caso de que sea contrario 2 1a Constitucién, y, principalmente, por violar alguna garantia del gobernado. La intercessio, como se ha dicho, carecia de eficacia anulatoria del acto o de la decisién atacados, reduciéadose simplemente a evitar su ejecucién o la produccién de sus efectos, sin proteger, por otra parte, un orden normativo superior, es decir, un conjunto de normas jutidicas dotadas de supremacia, ya que el Derecho Romano desconocia la jerarquéa o gradaciéa de leyes. Propiamente hablando, la in- Jercessio se significh comé un recurso de motivacién y finalidad politicas, pues no ha- biendo tenido efectividad invalidatoria de los actos o dedisiones impugnadas, su interpo- sici6n traia como consecuencia que los tribunos de 1a plebe presionaran a las autoridades, de las que tales actos o decisiones hubieran emanado, para obtener de parte de ellas la revocacién consiguiente, valiéndose, sobre todo, de los plebiscitos, merced a los que dichos funcionarios lograron conquistar manifiesta hegemonia en Ia vida piblica de Roma durante Ja poca republicana. Por tanto, Ja fisonomia de Ja intercessio, que someramente hemos apuntado, revela peculiaridades que en esencia no coinciden con Jas caracteristicas que distinguen a los medios jutidicos de que el gobernado puede disponer para defenderse contra los actos del poder publico, En estas condiciones, no es dable sostener que hays constitaido una institucién familiac @ nuestro juicio de amparo, sino un medio de honda implicacién politica para tutelar, no al individuo en patticular, sino a una clase social, la plebe, contra a actuacién de las autotidades del Estado romano, encatnadas principalmente en p2- tricios, que revelase tendencias hostiles a'sus intereses y a la sitvacién que en fa vida piblica de Roma Hlegé 2 conquistar no sin inntimeras vicisitudes. ANTECEDENTES HISTORICOS GENERALES DEL JUICIO DE AMPARO 47 Pese 2 esta opinién, hay autores, distinguidos romanistas, como Mayns y Mommsen, que consideran a la intercessio como un medio protector del ciudadaso frente al poder piblico. El primero de dichos autores sostiene que: “Es verdad que en el origen la intercesién no era apenas entre sus manos (de tos tribunos) sino un atma defensive a afecto de proteger a los barticulares victimas de medidas arbitrarias, peto ellos (los tribunos) no tardarin en usarla con la mis grande latitud, oponiendo su veto a todo acto de un magistrado cualquiera, asi como también los del Senado, que les parécia contrarios 2 Jos intereses del pueblo, sin retro- ceder ante Ia potencia de los cénsules, de los censotes, del dictador, empleando por igual contta estos altos magistrados los medios de coerciéa més’ violentos. La intercesién tribunicia, conside- rada como la salvaguarda de Ja liberted romana, constituis, por lo demés, tanto un deber como tun derecho, a tal punto que no eta permitido @ un tribuno pasar la noche fuera de Roma”*® A sa vee, Mommsen afirma que: “Sobre todo en Ia intercesién tribunicia se ve bien marcada fa tendencia de prevenit por este medio los abusos de poder de los funcionatios piblicos, supuesto que al ciudadano oprimido o perjudicado por un sandato de los magistrados se le concedia el derecho a reclamar (appelatio) auxilio (auxilium).” 42 En la époce de los emperadores, cl equilibrio entre los poderes del Estédo romano desapa- reci6, para dar nacimiento a una verdadera autocracia. El emperador (caesar) lo era todo y su voluntad 0 tenia limites ni contrapesos, pues aunque el senado subsistié, fue relegado por la hegemonia imperial a una posiciOn de cepugnante servilismo. Las leyes emanaban det césar y 0 reflejaban sino las decisiones caprichosas del principe (quod prineipit placuit, legis babes ‘vigorem). La funciéa judicial se concentré en las manos exclusivas del emperador, quien, en su ‘aricter de supremo magistrado, resolvia por si mismo los casos de justicia 0 por conducto de funcionatios (preiores) que 41 designaba y deponia a su arbitrio. Se ha pretendido descubris, en una instituci6n jurfdica romana pretoriana, un ante- cedente de nuestro juicio de amparo y, en general, de cualquier medio de preservaci6n de los derechos del hombre frente al poder del Estado. Nos referimos al famoso inter- dicto de homine libero exhibendo, del cual hablaremos a continuacién brevemente, con el fin de constatar si efectivamente puede estimarse como un antecedente de nuestra insti- tucién de control, haciendo respecto de él algunas consideraciones generales y anticipando algunas ideas acerca del juicio de ampato para tal efecto. La instituciéa “de homine libero exhibendo” era un interdicto establecido por un edicto del pretor, esto es, por una resolucién que contenia Iss bases conforme a Jas cuales dicho fun- ionatio dictaba sus decisiones en los casos concretos que se sometian a su conocimiento, le- nando asi las Inguoas u omisiones de In legislacién, resoluciones que

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