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Conzccioy Caves ‘ i 4 a pa Dicigiga por Huge Verretis Pierre Bourdieu ‘y | | | i i | Los USOS SOCIALES DE LA |CIENCIA i bi i u i . of 1 i Ediciones Nueva, Visién . Buenod Aires fi i a - | EL CAMPO CIENTIFICO* He tratado de deseribir en otros trabajos la logica de fancionarniento de los campos de produccién simbdlica (campo intelectual, y artfstico, campo religioso, campo de la alta costura, etc.). Quisiera determinar aqui cémo esas leyes se especifican en el caso particular del campo cientifico; més precisamente, qué condicién (es decir, a qué condiciones sociales) de los mecanismos genéricos como los que rigen en todo campo la aceptacién o la eliminacién de los nuevos ingresantes o la competencia entre los diferentes productores, puede determinar la aparicin de esos productds sociales relativamente in- dependientes de sus condiciones sociales de produccién como lo son las verdades cientificas: Esto, en nombre de la convicci6n, ella misma producto de una historia, de que es dentro de la historia donde hay que buscar la raz6n de um progreso parddéjico de una razén en todo histérica y sin embargo irreductible a la historia. ‘La sociologia de la ciencia raposa en el postulado de que la verdad del producto -se trata de ese producto muy particular come loes la verdad cientffica-reside en particulares condiciones sociales de: producciénzes-de- cir, més precisamente, en ‘sn estado determinadodela estructura y del funcionamiento del campo cientifico. EI * Publicado originalmente en Actes de la recherche en sciences sociales, N° 1-2, 1976, bajo el titulo Le champ scientifique. Esta trhduceién de Alfonso Buch, revisada por Pablo Kreimer, fue publi- cadaen Redes, Revista de Bstudios Sociales de 1a Ciencia dal Centro do Betadioe e Investigaciones de la Universidad Nacional de Quil- mee, Vol, 1, N* 2, Buenos Aires, diciembre do 1944, pp. 121-160. | | universo “puro” de'la ciencia més “pura” es un campo social como otro, con sus relaciones de fuerza, sus monopolios, sus luchas-y sus estrategias, sus intereses y sus genancias, pero donde todas estas invariancics revisten formas especificas ‘LA LUCHA POR EL MONOPOLIO DB LA COMPETENCIA CIENTIFICA El campo cientifico, como sistema, de relacionas objeti- vas entre posiciones, adquiridas, (en las luchas anterio- res), es e] luger-(6s,decir, el espacio de juego) de una lncha competitive que tiene por desafio especifico el mo- nopolio de la. autorfdad cientifica, insoparablemente definida como capacidad téeniea y como poder social, 0, sise prefiere, el monopolio de la competencia cientifica que es socialmente.reconocida a un agente determine- do, entendida on el sentido de capacidad de hablar e intervenir legitimamente(es decir, de manera autoriza- da y con autoridad) on materia de ciencia. Dos comentarios breves para descartar posibles ma- os entendidos. Primero: hsy que cuidarse de reducir las relaciones objetivas que son constitutivas del campo al conjunto de las interaceiones, eri el sentido del interec- cicnismo, es decir, al conjunto de estrategias que, como Jo veremos més adelante, en reslidad 6] determina (ef. P, Bourdieu, “Una:interpretacién de la sociologia de la religién de Max Weber”, en Archives européenes de sociologie,-la, 1, 1971, pp. 3-21)sPor otra parte, habré que precisar lo que quiere decir. “socialmente reconoci- do”: voremos que el grupo que otorga este reconocimfen- to tiende siempre a reducirse més al conjunto de los sabios, os decir a los competidores,'a medida que se acrecientan los recursos cientificos acumulados y, co- rrelativamente, la autonomfa del campo. Deeir que e] campo es un lugar de Iuchas no es s6le romper con la imagen pacffica de la “comunidad cie:tti- fica” como la ha descrito la hagiografia cientifica -¥ a menudo después de ella la sociologia de la ciencia— ‘es decir, con la idea de una suerte de “reino de losfines” jue no eonocerfa otras leyes que las dela competencia p ira ‘yperfecta de las ideas, infaliblemente diferenciadas 20r la fuerza intrinseca de la idea verdadera. Es también recordar que el funcionamiento mismo del camapo cien- tiffco produce y supone una forma espectfica de inter ses (as précticas cientificas no aparacen. como “dasint: ye- sadas" mds que por referencia a intereses diferen ‘es, producidos y exigidos por otros campos), { Hablando de interés cientifico.y.de autoridad.(c-de! competencia) cientifica, buscamos.descartar de plano! las distinciones implicitas que dificultan las discusio- nes gobre la ciencia. Ast, intentar disociar en la con pe- toneia (0 autoridad) cientffica lo que seria pura re ire- sentacién social, poder simbélico, marcado por tod¢ jun | “aparato” (en ol sentido de Pascal) de emblemas y+ de} * signos, de lo que seria pura capacidad técnica, es cae>en; Ja trampa constitutiva deiteda competencia, razin so-' cial que se legitima presentandose como pura rezén técnica (como se ve por ejemplo en los usos tecnocrat icos de la nocién de competentia).* De hecho, “el apavato * En francés, competencia (compétence) s6lo hace referencia aun conjunto de habilidades diferente de concurrence, competen ia 0 competicién, (N. del E.) | " E} conilicto del que da cuenta Sapolsky entre os partidari ede) lafluoridacién, oadacir entroloc dotantadarea de la autoridad o icial |, (health officials), que sé consideraban Jos: inicos“competente :"en_; materiade salud publica, y los adversarios de eate-ianovacién,s atre los cuales se encontreban muchos cientfficos, pero quienaspadar ‘ojos de los oficiales, excedfan, tos |Iimites, de:su dominio: propi 22de | competoncia”, pormite percibir claramente la verdad ¢ jcial de la competencia como palabra autorizada y palabra de auto: idad que es el objeto de una lucha entre grupos (cf. H. M, Sapo sky, “Science, voters and fluoridation controversy”, en Science, vol. 162, 25 de octubre de 1988, pp. 427-493), Bl problema de Ja compet heia no'seexpone con tanta agudeze y claridad comoen la relecién o 0 los “profanos" (cf. Barnes, “On the Reception of Scientific Beliefs”, n B, Barnes (ed.), Sociology of Seience, Londres, Penguin, 1972, pp. 269- sugusbo” del que son rodéades aquellos a quienes 82 denominaba los “capacitados” en el siglo pasado y hoy Jos “competentes”: toges rojas y armirios, sotanas y biretes cuadredos de los magistrados y de los doctores en otros tiempos, titulos escolares y distincionas cient! ficos do investigadores hoy, toda esta “muestra tan auténtica’, como decia Pascal, toda esta ficcién social que socialmente no tiene nada de ficticio, modifica la percepcién social de la capacidad propiamente técnica, ‘Bs asf que los juicios sobre las capacidades cientificas de n astudiante o de un investigador estan siempre con- aminados, en to-0s los niveles del “cursus”, por el conocimiento dela posiciéa que ofupa en las jerarquias instituidas (las “Grandes Ecoles” on Francia, olas de las universidades en los Estados Unidos, por ejemplo). Puests que:todas:las' précticas se crientan hacia la adquisicién dela autoridad cientifica (prestigio, recono- cimionto, celebridad, etc.), biisqueda intrinsecamente doble, \o'que‘lamainos comunmente “interés” por una actividad cidniffica' (una; disciplina,.un sector de esta discipline, un método, ete:) tiene siempre dos caras; y lo mismo ocurre con las estrategias que tienden a asegu- rex la aatisfacei6n de este interés: ‘Un andlisis que tratara‘de aislar una dimensién puramente “politica” en los conilictos per la dominacién en el campo cientifico seria tan radicalmente falso como su contraparte, més frecuente, ol andlisis quan consi- dera sino las determinaciones “puras” y puramente jntelectuales de los conflictos ciontifieos. Por ajernplo, la jucha que opone hoy a los especialistas por la obtencién de-créditos y de instrumentos de investigacién no se reduce jamds a una simple lucha por el poder propia- mente “politico”: quienes ae ponen a la cabeza de las grandes buroeracias cientificas s6lo pueden imponer su victoria como una vietoria de la ciencia si se muestran 291; Le Boltanski y Maldidier, “Carritre scientifique, morale ecien- ‘tifique ot vulgarisation”, en Information sur les scvencies sociales (8), 3, 1978, pp 995118). capaces de imponer una definicién de la ciencia que implique que la buena manera de hacer ciencia supe:xe Ja utilizacién de los servicios de una gran burocracia cientifica, provista de créditos, de equipos técnicos po- derosos, de una mano de cbra abundanto; y constituyen en metodclogfa universal y eterna los procedimientos de encuesta por sondeo de grandes muestras, las operacio- nes de andlisis estadistico de los datos y la formalizacién de los resultados, instaurando asf como medida de toda prdctica cientffica el patrén més favorable a sus capaci- dades personales 8 institucionales. Reciprocamente, conflictos epistemolégicos4on siempre, inseparable- mente, contlictos politicos: ps por eso que una investige- eign sobre el pader en el campo ciént{fico-podrfa:com- prender s6lo.cuestiones de tipo epistemolégico, De una definicién rigurosa del campo cientifico como espacio objetivo de un juego donde se encuentran com- prometidas posiciones cientificas se deduce que es inuitil distinguir determinacioncs propiamente cientificas y determinaciones propiamente sociales depracticasesen- cialmente sobredeterminatias, La descripcién de Fred Reif deja ver, casi a su|pesar, hasta qué’ punto es artificial y hasta imposible la distincién del interés jntrinseco y el interés extrinseco, de lo que es importan- te para un investigador determinado y lo que es impor- tante para los otros investigadores: Un cientifico pretende realizar las investigaciones que considera importantes. Pero laeatisfaceidn intrinseca y el interés no son sus tinicas motivaciones. Esto aparece claramente cuando se observa lo que.ocurre cuando un investigador descubre Ih’ publicacién por.parte de otra persona de un resultads que él estaba a punto dealcan- rar. Casi siempre lo afecia, a pesar de que el interés intrinseco de su trabajo no se encuentre para nad afectado. Ocurre que su trahaja no debe ser interesante sélo para él sino que debe ser importante para les otros. °F. Reif, “The Competitive! World of the Pure Scientist Science, 15 de diciembre de 196,184 (3484), pp. 1957-1962 Lo que es percibido como importante e interesante es lo que tiene chances de ser reconocido como importante e interesante para otros y, por lo tanto, de hacer apare- cer al quelo produce como importante einteresantea los ojos de los otros (habrd que examinar de nuevo esta dialéctica y las condiciones en las cuales funciona en beneficio de la acumulatividad cientifica y no como un simple circulo de legitimacién mutua). ‘Ariesgo de volver ala filosofia idealista, que otorga a la cieneia el poder de desarrollarse de acuerdo con su légice inmanente (como Ic hace el mismo Kuhn cuando sugiere que las “revolueiones cientificas” s6lo se produ- cen a continuacién del agotamiento de los “paradig- mas”) hay quesuponer que las inversiones se organizan con referencia a una anticipacién ~consciente o incons- ciente~ de las posibilidades promedio de beneficio (que se especifican también en funci6n del capital detenta- do), Es asf como la tendencia de los investigadores a concentrarse sobre los problemas considerados como los més importantes (por ejemplo, porque ellos han sido constituidos como tales por los productores dotados dé un alto grado de legitimidad) se explica por el hecho de que un aporte o un descubrimiento relativo a estas cuestiones es de un cardcter tal que aporta un beneficio simbélico més importante, Laintense competencia que asi se genera tiene grandes posibilidades de determinar una baja en las tasas medias de beneficio material y/o simbélico y, por ello, que una fraceién de investigadcres se dirjja hacia otros objetos menos prestigiosos pero alrededor de los:cuales la competencia es menos fuerte, yeque son por lo tanto adecuados para-ofrecer beneficios por lo menos de igual importancia* La distinein que hace Merton’ (hablando de las ciencias sociales) entre les conflictos “sociales” (que 2 Dentro de 1a misma Iégiea hay que comprender las transferen- jas de capital de un cezspo determinedo a un campo socialmente inferior, donde una competencla menos inteasa promete posibilid des de benoficios més elevados al datentadamd@e.un capital cient{fico determinado, “" watan sobre “la asignacién de recursos intelectua es | ntre diferetites tipos de trabajos sociclégicas” o sol re | i J xol que conviene al sociélogo”) y los conflictos “in :e- Jectuales”, “oposicién de ideas sociolégieas estrictam):n- te formuladas” (R. K. Merton, The sociology of scien 7e, Chicago y Londres, The University of Chieago Press, 1973, p. 55),constituye ella misma una estrategia ¢ la vex social eintelectual que tiende aimponer una deli ai- tacién del campo de los objetos legttimos de discusi in. Se habré reconocido en asta distincién una de eias estrategias por las cuales la sociologia oficial americe aa tiende a esegurarse la respetabilidad académica::" a imponer una delimitaci6n de lo cientitico. y de lo no cientifico que prohfba todajinterrogacién que ponga en cuestién los fundamentos Be ‘su respetahilidad, co | 1 una falta al buen sentido cientifico.* Una auténtiea ciencia dé la ciencia no puede con iti- tuirse més que a condicién de rechazar radicalment:la oposicién abstracta (que se'encuentra también en ot :os lados, por e'emploen historia del arte) entre un andl is inmanente o interno, que incumbiria propiamente :.la epistemologia y que restituirfa la légica segtin la cial Ja clencia engendra sus propios problemas, y un an ili sis externo, que relaciona sus problemas con sus cor di ciones sociales de aparicién. Es el campo cientific: el «De entre las innumerables expresiones de este credo nev we. lista, ésta es particularmente tipica: “En tanto que profesion des “como universitarios o on el ejercicio de la profasién— los soci gos se consideran esencislmente capaces de separar, en nombre'd +s sentido de responsabilidad aocial, sw ideologia personel de sv rol profesional-en sus ralaciones con sus clientes, sus-publicos'y sus pares. Es claro que estd-alli el resultedo.més completosd: la aplicacién del concepto de profesionalizacién an la sociologiaypx rti- cularmants en el perfodo qué cornienza en 1965 (Ben Devid; 1972). Desde la organizacién inicial do la acciologia como disciplina, fu- cho soeiéloges han tenida ideolozias muy intansas que los emp ja- ban atratarde poner sus conocimientos al servicio del cambio so: ial, aun cuando, en tante que wniversitarios, ellos debian afrontr el problema delas normas quese imponen al profesory el investig: dor QM, Janowitz, The American Journal of Sociology, 78 (1), juli de 1972, pp. 106-185). "7 que, coro lugar de una luche polftica por la dominecién e asigna a cada investigader, en funcién de le posicién que ccupa, sus problemas, indisociablemente politicos y cientificos, y sus métodos, ostrategias cienti- ficais que, puesto que se definen expresa u objetivamen- te por referencia al sistema de posiciones politicas y cientifices constitutivas de) campo cientifico, son, al mismo tiempo, estrategias politieas. No hay “eleccién cientffica ~sleceién del area de investigacién, eleccién de lot métodos empleados, eleccién del lugar de publica- cién, eleceién que describe Hagstrom entre una publi- cacion répida de resultados parcialmente verificados 0 1a ptiblicacién tardia de resultados plenamente conwo- Jado$ que no sea, por uno de sus aspectos, el menos confésado y el menos confesable, una estrategia politica de ubicacién al menos objetivamente orientada hada la saaximizacién del benefieio propiamente cientifico, es decir al reeonocimiento susceptible de ser obtenide de Jos pares-competidores. La ACUMULAGION DEL CAPITAL CIENTIICO La lucha por le autoridad cientifica, especie particular de capital social que asegura.un poder sobre los mece- nismos constitutivos del campo y que puede ser recon- vertido en otras especies de capital, debe lo esencial de sus caracterfsticas 2l hecho de que los preductores tienden (tanto més cuanto més.auténomo es el campo) a.notener otros clientes posibled.qus.sus competidores Bptolsignifiea que dentro de un campo cientifico fuerte- mente auténomo, un productor particular no puede esperar el reconocimiento del valor de sus productos ‘eputacitn”, “prestigio", “autoridad”, “competencia”, SW. D, Hagstrom, The Scientific Comm Books, 1959, p. 100, ty, Nueva York, Basic ete.) sino da los otros productores, quienes, sierio también sus competidores, son Jos menos proclives a darle la raz6n sin discusin ni examen. Bn principio, y de hecho: sélo los sabios comprometidos en cl juego tienen los medios para apropiarse simbélicamente dela obra cienti‘ica y para evaluar sus méritos. Y también de derecho: quien apela a una autoridad exterior al canipo sélo se atrae el descrédito.$(En todo similar en esto aun campo artistico fuertomente auténomo, el campo cien. iffico debe su especificidad, entre otras cosas, al hecho de que los competidores no pueden darse por satisfechos aélo por dlistinguirse de sus antecesores ya reconocides, aino que se ven obligados, $0 pena de ser aventajados y *Geselasados”, a incluir sus logros dentro dela construc- cién distinta y distintiva que les excede.) En la lucha en la cual cada uno de los agentes debe comprometerse para imponer el valor de sus productos y de su propia autoridad como productor legitimo, est siempre presente el desafio de imponer la definicin de la ciencia (i.e. la delimitation del campo de los pi mas, las metodologias y lag teorfas que pueden conside- rarse cientificas) mds conveniente para sus intereses especfiicos, es decir, la mas adecnada para permitirle ocupar con toda legitimidad la posicién deminante, « Pred Reif reeuerda que cuiettes, por inquietud de ver ss trabajo publicado lo més répidemente posible, recurren a la prensa a (los descubrimientos importéntes en fisica han podido asi ser anunciados en el New York Tits) se atraen la reprobacién de sus ‘pares-competidores en nombre de la distincién entre publicacién y publicidad que gobierna también les actitudes con reapecio sciertae Formaa do ‘divulgecién, siempre sospechadas. de ser sélo.fornias eufemistioas de auto-divulgaciérl Seré suficiente citar lus.ccmnta- di isicos americanios: “Po cortesia con respect a sus eclegas, los autores tienen cl habite de impedir toda forma de civulgecién ptiblica de sus articuios antes: de que éstos aparezcan en le revistacientifica, Los descubrimientos tientificos no poscen las caracteristicas sancacionelistas que intere san alos diarios y todos los medios de communicaci6n de masas del poder tener acceso simultdneamente a le informacién. De aqui en adelante nosotros rechazaremos, entonces, los articulos cuyo conte- nido haya sido ye publicado ea le prensa cotidiana” IF. Reif, op. cit Je asegurando la posicién més alta en la jerarquia de los valores cientificos, de las capacidades cientfficas que el agente detenta a titulo, personal o institucional (por ejemplo en tanto detentador de una especie determina- da de capital cultural, como ex alumno de una institu- cién de ensefianza particular, como miembro de una instituci6n cientffica determinada, eteétera).’ Es asf que los debates sobre la prioridad de los descubrimientos oponen en mas de un caso a aquel que ha descubierto el fnémeno desconocido, a menudo bajo la forma de una simple anomelfa.o de un fracaso de las teorias existentes, a aquel que ha hecho de ese descubri- injento un hecho cientifico nuevo,-inserténdolo en una construccién tedrica irreductible’al simple dato bruto: estas discusiones.polfticas sobre el derecho de propie- dad cientffica, que gon al mismo tiempo debates cient{- ficos sobre el sentido de lo que,os descubierto, y las discusiones epistemolégicas sobre la. naturaleza del des-cubrimiento cientifico, oponen, en realidad, através de esos protagonistas particularas, dos principios de jerarquizacion de las préeticas cientificas; uno que da prioridad e la observacién yla experimentaci6n, y por lo tanto las disposiciones y las capacidades correspondien- tes, y otro que. privilegia la tearfa y los “intereses” cientificos correlativos, debate que jamés he cesado de ocupar el centro de la reflexién epistemolégica. ‘Asi, la definici6n de la cuestién de la lucha cientffica forma parte de las-posiciones en la lucha cientiffica, ylos dominantes son aquellos que consiguen imponer la definicién dela'ciencia segin la cual surealizacién mds acsbada-consiste, en tener, ser-y hacer lo que ellos tienen; sono hacen:Esdecir quela communisdoctorum 7 Bxiste en cade momento una jerarqufe social de los campos cientificos ~las cieciplinas— que orienta fuertemente lea précticas y may especialmente as “aleeciones” de “vocacién’-yen.l interior de cada una de ellos, una jerarqufa social de los chjetosy de los métodos (cobro este punto of. P, Bourdiou, "Méthode scientifique ot hiérar- chie sociale des objets”, en Actes de la recherche en sciences scciales, 1, 1976, pp. 4-6). (Las autorreferencias, muy numerosas en este texto, tienen una funcién estrictemente estenogréica,) e | 1 opinio, como decia la escolastica, no es mas que (na ficcion oficial que no tieng nada de ficticio porque {lay | eficacia simbélica que le confiere su legitimicad) | le permite cumplir una funcién semejante a la que la jdeologfa liberal reserva para la nocién de opinién publica. La ciencia oficial no eglo que en general hac de ella la sociologia de la cieheia, es decir el sistema Gt normas y de valores que| lat “comunidad cientifi-a’, grupo indiferenciado,impondria e inculearfa a todos sus miembros, considerando la aniomia revolucionaria : Glo imputable a los fracasos de la socializacién cientifisa.* Esta visién ‘durkheimniana'idel campo cientifico por ria ser sélo la transfiguraciéh: de-la- representacién: del universo cientifico que-a los: detontadores del.or len cientifico les conviene irponer, y en primer lugar in po- nerlo a sus competidores. ‘No terminaremos nunca de -resefiar los ejemplo: de este “funcicnalismo”, incluso en un autor que, cimo Kuhn, incorpora el conflicto dentro de su teoria é2 la evolucién cientifica: “tina lomunidad de especiail tas (de ciencia) se esmerard pot asegurarse la progresié 1 en le acumulacién de datos que ella puede usar con p: oci- sign y con detalle” (T. Kut, The structure of Scien ifie Revolutions, Chicago, The University of Chicago Press, 1982, p. 168). Debido e quale “fancién’.en el sentid: del “funcloneliemo” de la escugla americana no as otra:.08a que el interés de los dominlantes (de un campo dete mi- nado 0, en el campo de la Iucha de clases, Ia clase dominante), es decir el interés que los domine ites * Comp la filosoffe sociel de inspiracién: duricheimniane ‘que describe ol conflicts social en el longuaje de la marginalidad; ie la desviaciénode la anomia, este filogofia dela ciencia tiendaare lucir Jes relaciones de competeneia entre dominantes y dominados las relaciones entre un “centro” y una “periferia’, reeneontrando 21 la metéfora emanatiste, cara a Halbwachs, dela distancia al “fox o” do Jos valores contrales (cf. por ejemplo, J, Ben David, The Scier tiat’s Rolein Society, Englewood Clitts (N.J), Prentice Hall Inc., 197: ,y B. Shits, “Centarand Periphery”, eh The Logic of Personal Knowi :dge, Essays Presented to Michael Polanyi on his Seventieth Birt day, Londres, Routledge and Kegon Paul Lid. 2961, pp. 117-130) } lienen en la perpetuacién de un sistema conformea sus jntereses (0 la funcién que él sistema eumple para esta clase particular de agentes); basta silenciar los intere- ses (ic. Jas funciones diferenciales) haciendo de la ‘comunidad cientilica” cl tema de andlisis— para caer en fancionalismc”. ‘Yjustemente porque la definicién de lo que esta en juego forme parte de la lucha, aun dentro de ciencias “oro las mateméticas~ donde el consenso aparente ee savy amplio, nos encontramos todo el tiempo con las antinomias de la legitimidad. (El interés epasionade qe los investigadores en ciencias sociales manifiestan ante las clencias de la naturaloza no se comprenderia de otra manera: esla definicion de principios de evaluacin desu propia prictiea Jo que est en juego en su preten- sién de imaponor, on nombre de la epistemologia o de la gociologia de la ciencia, ladefinicion legitima dela forma mas legitima de la ciencia, es decir, la ciencia de le naturaleza.) Nien el campo cientifico ni en el campo de las relaciones de clase existe instancia alguna que legitime las instancias de legitimidad: las reivindicacio- nes de logitimidad obtienen su legitimidad de la fuerza rolativa de los grupos enyos intereses expresan; en la vaedidd en que la definicién misma de criterios dejuicio y de principios de jerarquizaciin refleja 1a posicién en ima lucha, nadie es buen juez porque no hay juez que no sea juez y parte. Se puede ver la ingenuidad de la téenica de los ueces” a la que ha recurrido muy comunmente la éradicién sociclégica para definir las jerarquias caracte- risticas de un.campo determinado (jerarquia de agentes ode instituciones —las universidades de los'Estados Unidos~jerarqufas de problemas; de dreas 0 métodos, jerarquia de los campos mismos, ete.). Es la misma Glosofia ingenua de la chjetividad la que inspira el recurco a los “expertos internacionales". Como si su pecicién de observadores extranjeros pudiese ponerlos al ebrigo de las-posiciones tomadas 0 Ge las tomas de partido en un momento donde la economfa de los cam bios ideclégicos participa hasta tal punto de sociedades multinacionales, y como si sus enélisis “cientificos estado do Ja cioncia pudiesen ser otra cosa que ! justificacién cientificamente enmascarada del estado particular de le cienciao de las institaciones cientificas de las que elles forman parte. Veremos luego que !a seciologia de la ciencia escapa muy raramente a ¢ ostrategia dal informe pericial como imaposiciGn de leg timidad que prepara la conquista de un mercado? La autoridad cientifice 'es, entonces, una esperie particular de capital que puede ser acumulado, trax mitido e incluso reconvertido en otras especies bajo ciertas condiciones. Podemos pedir prestadaa Fred Reif la deseripeién del proceso de-acumulaci6n de capital cientifico y do las formas que adopta su reconversign Esto dentro del caso particular del campo de Ja fisice contermpordnea, donde la pasesién de un capital cienti- fico tiende a favorecer la adquisicién de capital suple mentario y donde la carrera cientifica “exitosa” se pre- senta de esta manera como un proceso conti do de acumulacién en el cual e) capital inieial, representado por el titulo escolar, juega tm rol determinante: Desde le “nigh school” el faturo hombre de cienei conciencia del rol de 1a competicién y del prestigioen sv éxito futuro. Debe esforzarse por obtener. las mejores notas para ser admitido en el “college” ymas tarde en el graduate school’. Se da cuenta de que el pasaje por un college” prestigioso tiene una importancia decisiva per ° Detrds de las problemétices|do experton sobre el valor r de los regimenes universitarios ge oculta, inevitablemente, la cues tién delas condiciones Sptimas para el desarrollo de la ciencia y Jo tanto la de! major régimen ‘politico; puesto, que los socidiogos mericanos Hienden a hacer dela “demccracia liberal” ada manera Americana la condicién dela ‘democracia cientifica” (cf. por eiempl R. K. Merton, “Science and Tectinology in a Democratic Order”, en Journal of Legal ond Pelitical’ Sociology, vel. 1,1942, publicado huevamente en R. K. Merton, Sovial Theory ond Social Struct ediciin revisada, Free Press, 1967, pp. 550-551, bajo el ti *Science and Demoeratic Social Structure”, B. Berber, the Sovia! Order, Glencoe, The Free Fress, 1952. pp. 78 y £8. 1... finalmente debe genarse ia estima de sus profeso- res para asegurarse las cartas de recomendacién que lo ayudaréa a entrar en el fcollege” y a obtener las becas y Jos premios [..]. Cuando esté en.la bisqueda de un empleo, estard en mejor posici6n si viene deunainstitu- cin conociday si trabaj6con un investigadorrenorabra- do. En todo caso es esencial para 41 que las personas mejor situadas acepten darle comentarios favorables sobre su trabajo (...J. Bl acceso a niveles universitarios superiores esté sometido a los miamos criterios. La universidad exigenuevamente cartes derecomendacion dadas por expertos del exterior y puedea veces proponer 1a formacin de un comité de examen antes.de tomiar la decisién de promover e alguien a un puesto de profescr titular, Este proceso se contintta cuando se trate de acceder a los puestos administrativos, a las comisiones guber- namentales, ete., y el investigador depende también de su reputacién entre sus colegas para obtener los fondos de investigacién, para atraer a los estudiantes de cali- dad, para asegurarse los grants y las becas, las invita- ciones y las consultas, las distinciones (i.e. Premio No- bel, National Academy of Science), El reconocimiento socialmente sefialado y garantizado (por todo un con- junto de signos especificos de consagracién que el grupo de pares-competidores otorga a cada uno de sus miem- bros) es funcién del valor distintivo de sus productos y dela originalidad (en el sentido de la teoria de la jnformacién) colectivamente reconocidos a la contribu- cidn que 61 hace a los recursos cientificos ya acumula- dos: Elhecho dequeel capital de autcridad obtenido por al descubrimiento sea monopolizedo por el primero en haberlo hecho o, al'menos, en haberlo hecho conocer y reconocer, explica la importancia y la frecuencia de las cuestiones de prioridad. Por otro lado, si oourre que el primer descubrimiento es atribuido a varios nombres, 8] prestigio atribuido a cade uno de ellos se ve disminui- do, Aquel que llega al descubrimiento algunas semanas oalgunosmeses después que el otro, ha dilapidado todos gus esfuerzos, sus trabajos se yen ast reducidor ab estatus de duplicacion carente de interés de un tral ajo ya reconocido (lo que exolica la precipitacién con que Aigunos publican para evitar que otros les tome: la deiantera).” E) concepto de visibilidad que empl zan seguido los autores americanos (se trata, a menudc, de ‘una expresién de uso corriente entre los universitar ios) expresa bien’el valor difereneial, distintivo de sta especie particular de capital social: acumuler capité Les Shacerse un nombre”, un nombre propio (y, pare a gu- nos, un apellido), un nombre conacide y reconocido, marca que.distingue instantdneamente a su porta lor, recorténdolo como forma visible del fondo indiferen cie- do, desapercibido, oscuro, bn-el.cual,todo se pierde (de allf, sin duda, la importancia de las metéforas per :ep- tivas, donde la oposicién entre brillanie y osctiro «8 paradigma, en la mayor parte de las taxinomias as¢cla | res)" La Iogica de la dis:ineién funciona a pleno en el » Ast se explican los cotraloias muy diferenciades qu? los inveotigadorss ponen en préctied en Ie difusién de las preimp: osio- nes y Co lus reimpresiones, Sera féeil demostrar, que tod Hferencies observedas segin ta distiplina y la edad de los in’ vati, odores oa instituciOn & Ja cual pertencean pueda ser compre dida f partir de las muy diferentes fimeiones que cumplen exit ' dos fommas de comunicacién cientifica: la primera consiste on dif indir ‘muy rapidamente, escapando b lea demoras de la publicwcién: Hlontffiea (ventaja importante ef los séctores altamente com; obit) sed entre un mumere restringige de leetores, que son a ms Udo, También los com:petidores més competantes, productos que no sstén, protegidee contra le apropiacién freudulenta por la public sciéa eeciel, pero que puaden ser mejorados por la cireulacién;{e eee anda te en civulger més ampliainanta, entre el conjunte de.ct oges ¢ interesades, productos con mereay socialmente imputador aun. Sropio nombre (ef, W. Hagatroin, “actors Related to'the-t xe of Piforont Modes of Publishing Research ia Four Scientific Fi lds’, en ©. B, Nelson y D. K. Pollgck (ed.), Communication A mong) Suientists and Engineers, Lexington (Mass.), Health Lemi gten Books, D.C. Heath and Co,, 1970. Mt De elif las dificultadas que se encuentren en lesinvestiga: ones sobre los intelectuales, los sabid3 0 los artistas, tanto ex lovin ati; ucin misma eomo ea le publicacién de loa resultados: propo ier ¢l anonimeto a todas estas poe euyo interés es hacer:e un | 28 | i cago de las firmas multiples que, en tanto que tales, reducen el valor distintivo impartido a cada uno de los que firman, Se puede as{comprender el conjunto de las observaciones de Harriet A. Zuckerman” sobre los ‘modelos de rango de nominacién entre los autores de articulos cientfficos" coma el producto de estrategias condientes a minimizar la pérdida de valor distintivo impuosta por las necesidedes de la nueva divisién de] izabajo cientifico. Ast; para explicar que los laureados con el premio Nobel no sean nombrados mas frecuente- mente que otros en primer lugar, como deberia esperar- se dado qua los autores son normalmente nombrades en el orden del valor relativo de su. contribucién, no hay nevesidad de invocar tna moralaristocratica de ‘noble- za obliga”; alcanza suponer que la visibilidad de un nombre en una serie es primero funcién de'su visibi dad relativa, definida por elrango que ocupa en la serie , segundo, de savisibilidad inérfnseca, que resulta del ‘hecho de quo, ya conocido, es més faeilmente reconocida yretenido (uno de los mecanismos que hacen que, aqui ternbién, ‘el capital vaya al capital) para comprender que latendencia a dejar alos otros el primerrango crece 8 medida que crove.el capital poseido, con le que el heneficio simbélico est4 autométicamente asegurado a poseedor, independientemente del orden en que se lo nombra.” E] mercado de bienes cientificos tiene sus nombre, 2s hacer dessparecer la mativacién principal para par Far en una encvesta (ef, el modelo do la encuesia litereria o del interview). No proponerlo supone impedirse de formular preguntas “undiseretes”, e8 decir objetivantes y reductoras. La publicaeién de Joo resultados plantea problemas equivalentes, jno'serd parque el anonimato tiene como efecto tornar el diséurso inintaligible o trans- pavente segtin el grado de informacién de los lectores? (Tanto mas cuando, en éste caso, numercsas posiciones no tienen més que un elemento, un nombre progio.) : 20H, A. Zuckorman, “Patterns of Name Ordering among Authors of Scientific Papers: A'Study of Social Symbolism and its Ambigui- 74 (8), noviembre de 1988, pp. 276-291. Bl modelo propuesto aqui da cuenta perfectamente——sin apelar a ninguna determizaciéa moral— del hecho de que los lauren leyes, que no tienen neda que ver con Ja moral. ¥ con el riesgo de hacer entrar en la ciencia de la ciencia, ba’ diversos nombres “eruditos”, aquello que los agentes laman a veces “los valores” 0 las “tradiciones” de la “comunidad cientifica”, hay que saber reconocer como teles las estrategias que, en los univereos on Jos cuales se tiene intorés en ol desinterés, tienden a disimular lac ostrategias. Estas estrategias de segundo orden, por Jas cuiales se pone en regla transfigurando la sumisin a las leyes (que es la condicién de la satisfaccién de los intereses), en obediencia electiva a las normes, permi- ten acumular las satisfacciones.del interés bien enten- dido y los beneficios mas 0’ menos universalmente:pro- metidos a las acciones que nb tienen otra determinacion aparente que el respeto puro.y desinteresado de:las reglas. | Capra Grewnirico Y PROPENSION A INVERTIR i La estructura del campo cientifico se define en cada momento per el estado de las relaciones de fuerza entre los protagonistas dela lucha, agentes o instituciones, es decir por la estructura deja distribucién del capital especifico, resultado de las luchas anteriores que se encuentran objetivadas en las instituciones y las dispo- siciones, y que dirige las estrategias y las posibilidades objetivas de los diferentes agentes oinstituciones enjas Juchas presentes. (Alcanza aqui, como en otro lado, éon percibir la relacién dialéctica.quo:se! establece:-ontre Jes estructuras y las estrategias ~por intermedio delas ceden el primer lugar mis 2 menudo después de la “abtenein & premio y de que su contribucién « la investigacidn premiada sex mareada mAs visiblemonte que la parts que ellos han tomadoen sus otras investigaciones colectives. disposiciones— para heeor das@farecer le antinomia de la sineronfa y la diacronia de la estructura y do la historia), Leiesttiictira’de'la distribucién del capitel cientifico es el fundamante de las transformaciones del campo cientifico'por intermediacin de las estrategias de conservacién 0 de subversién, de la estructura que ella misma produce: por una parte, la posicién que cada agente. singular ocupa en un'momento dado en la estructura del campo cientffico es la resultante, objeti- vada en las instituciones e incorporada en las disposi- ciones, del conjunto de las estrategias anteriores, de este agente y de sus competidores, que dependen, ellas : » de la estructura del campo por la intermedia- cién dé las propiedades estructurales de la posicién a partir| ee las cuales son engendradas; y por otra parte, las transformaciones de la estructura del campo son el produdto de las estrategias de conservacién o do subver- sin que encuentran el principio de su orientacién y de su eficacia en las propiedades de la posicién que ccupan los que las producen en el interior de Ja estructura del campo. Esto significa que en un estado determinado del campo, las inversiones de los investigadores dependen tanto de su importancia (medible por ejemplo en el tiempo consagrado a Ja investigacién) como de su natu- raleza (yen particular en el gradoderiesgoasumido), de la importancia de su capital actual y potencial de reconocimiontoy desu posicién actual ypotencial den- tro del eampo (segtin un proceso dialéctico que se obser- va en todos los dominios de le préctica), Segdn una l6gica muchas veces cbservada, las-aspiraciones ~es decir Jo que se Hama corminmente “ambiciones cientifi- cas’—-son tanto més altas cuanto-més elevado es el capital de reconocimiento: 1a posesién del capital que confiere desde el origen de la carrera cientifica el siste- ma escolar bajola forma de un titulo poco coma implica e impone ~por mediaciones complejas— la persecuciba de objetivos elevados que son socialmente pedidos y garantizados por ese titulo. Asi, intentar medir la rela- 28 cién estadistica que se datablace entre el prestigiode’ m investigador y el, prestigio de aus titulos escolares ie origen (“Grande cole” o facultad en Francia, univer si- dad que otorga el doctorad9 para los Estados Unidis) una vez controlados los efectos de su productividad™ es asumir implicitamente la hipStesis de que la produc ti vided y el prestigio actual son independientes (en re ellos) e independientes de los tftulos de origen: en os hechos, én la medida en qué el tftulo, en tanto capi al escolar reconvertible en capital universitario y.cient fi- co, encierra una trayectoria. probable dirige, por a intermediacién de las “aspiraciones. razonables” cue * autoriza, todo lo relative a-la carrera cientifica la eleccién. de objetos m&s 0, menos. “ambiciosos”,-v n'a productividad mds o menos grande: tc.);de tal mancra queel efecto de prestigio de las instituciones no seeje ‘ce solamente de manera directa, “contaminando” la for na en que se juzgan las capacidades cientificas manifes ta- des por la cantidad y calidad del trabajo o, incluso de manera indirecta, 2 través de los contactos con los maestros més prestigiosos que posibilita un alto oripen escolar (la mayorfa de las veces asociado a un alto «ri- gen sociel), sino también por la intermediacién de la “causelidad de lo probable’, es decir por virtud do las aspiraciones que autorizan.o favorecen las posibili ia- des cbjetivas (se podrian hager observaciones andlo; as a propésito de los efectos del origen social cuando los titulos escolares de partida fon semejantes). Es asf, or ejemplo, que la oposicién entre las colocaciones segu ‘as de la investigaciin intensiva y especializada, .y' las colocaciones arriesgadas:deJa investigacién.extens va que puede conducir a vastas sintesis.teéricas (revohu io- narias 0 eclécticas)—aquellos que; enel-caso de lactis ea: anelizado por F. Reif, consisten én informarse sobre los Gesarrollos cientfficos producidos fuera de los limi 8s estrictos de la especialidad, en lugar de descansar so wre 4 Cf por ejemplo LL. Hargens y W. 0. Hagstrom, "Sponst red and Contest Mobility of American:Acaderic Scientis:s’,en Soci slo- ay of Bducation, 40 (2), invierno de 1967, pp. 24-38. 29 ieee Jos andariveles seguros de una direcciin de investiga- cién probada, y que pueden quedarse en pura pérdida o suministra® analogfss fecundas- tiende areproducir | oposicién entre las trayectorias altas y las trayectorias bajas en el campo escolar y en el campo cientifico."* Asimismo, para comprender la transformaci6n, des- cripta a menudo, de las précticas cientificas que acom- paia el progreso en la carrera cientifica, hay que rela- cionar las diferentes estratogias cientificas por ejem- plo las inversiones masivas y extensivas solamente en la investigacién o las inversiones mcderadas.o intensi- vas en la investigacion asociadas a inversiones en la administracién cientifica—ciertamente nocon les clases atarias—cada campo define suis propias leyes de enveje- cimiento social—"*.sino con la importancia del-capital cientffico poseido que, definiendo a cada momento les posibilidades cbjetivas de beneficio, define las estrate- gias “razonables” de inversién y desinversién. Nada es més artificial, lo vemos, que describir las propiedades gonéricas de las diferentes fases de la “carrora cientifi- ca”, aunque se tratara de la “carrera media” en un. “ CE P, Bourdieu, I, Boltanski y P. Maldidior, "La défense du corps’, en Information sur les sciences aociales, 10(4), np. 45-65. fi BI andlicis extadfatico muestra, por ejemplo, que para el junto de las generaciones pasadas, In edad de produetividad cientifica méxima oe sittia entre los 26 y los 30 afios en los quimicos, entre los 30 y los 34 arios entre los fisicos y los matemAticos, entre Toe 38 y 1os.89 afios entre los bacteriéloges, tes geSloges y los fisidlogos (H.C. Lehman, Age and Aehievment, Princeton. Princeton iniversity Prese, 1988). ® Cf, F. Reify A. Strauss, “The Impact of Rapid Discovery upon the Scientist's Career”, en Social Problems,.invierno de 1965, pp. 11. La comparacién sistamatien de este artfculo—para el cual el Gsico ha colaborado con el socislogo- cot el que escribfa el fisico algunos arios antes, suministrarfa ensefianzas excepeionales sobro fun socfologico americano, Baste indicar que la “conceptualizacién” (es decir la traduccién de los : los intereses (en el doble sentido). que los-animan y log medios a los que pueden récurrir para satisfacerlis dependen en efecto muy estrechamente de.su'posicit n en e] campo, os decir de su capital cientifico y del pod que 6] Jes da sobre el campo de produceién y de circul i- ci6n cientifica y sobre los beneficios que produce. Lis dominentes adoptan estretegias de conservacidn te. dientes a perpetuar el orden cientifico establecide dal cual son parte interesada, Este orden nosereduce, conic se cree cominmente, a la ciencia oficial, conjunto «le recursos cientificos heredados del pasado, que exist.n en estado objetivado, bajo 12 forma de instrumentos, ‘le obras, de instituciones, ete.,|y en. estado incorporad9, bajo la forma de habitus cientificos, sistemas de esqu>- mas generadores de perception, de apreciacion y ile accién que son el producto; de una forma espectfi:a de accién pedagégica y que vuelven posiblela eleccidn :le Jos objetos, la solucién de los problemas y la evaluacin de Jas soluciones, Engloba también el conjunto de ins i- tuciones encargadas de asegurar la:produccién y cire lacién de los bienes cientificos.al mismo tiempo que: a: reproducciény la circulacién de los productores(6-dell 1s reproductores) y de los consumidores de esos bienes, 78 decir centralmente el sistema de ensefianza, tinico ca- paz de asegurer a le ciencia oficial la permanenciay la consagracién inculedndola sistemAticamente ‘(habit 16. cientificos) al conjunto de Jos destinatarios de la acciin | pedagégica y, en particular, a todos los recién egados al campo de produccién propiamente dicho, Ademés de Jas instancias especificamente encargades de la conse- graci6n (academias, premios, etc.), comprends también Jos instramentos de difusién y, en particular, las revis- tas cientfficas que, por la seleccién que ellas operen on fancién de los criterics domninantes, consagran los pro- Guctos conformes con los principios de la ciencia oficial, ofreciendo as{continuamonto ol ejemplo de lo quemere- ce el nombre de ciencia, y ojereiendo una censura de ‘hecho aobre las producciones heréticas, tanto rechezan- colas expresamente, cuanto desanimando simplemente laintencion de publicar por medio de la definicién de lo publicable que proponen.” ; El campo asigna a cada agente sus estrategias, inclu- yendo aquella que consiste en trastocar el orden eienti- fico establecido. Segiin la posicién que ccupan en la estructura del campo (y sin duda también segiin varia- bles soeundarias como la trayectoria social, que rige la evaluacién de las posibilidades), los “recién llegados” pueden sacontrarse orientados hacia las colccaciones seguras do las estrategias de sucesi6n, capaces de asegu- zarlas, al final de una carrera previsible, los beneficios correspondientes a los que realizan el ideal oficial dela excelencia cientifica, asumiendo el costo de realizar innovaciones cireunseriptas cn les limites autorizados co hacia eatrategias de subversién, colocaciones infinits- mente més costosas y mAs arriesgadas que sdlo pueden asogurar los beneficios prometidos los detentadores % Sobre la accién de “filtraje” de los comités de reda reviatas ciantifieas (en cionciss sociales) véase D. Crane, “The Gate- Keepers of Science: Some Factors Affecting the Selection of Articles for Scientific Journals”, American Sociologist, Il, 1987, pp. 195-201. Todo autoriza a penser que en materia de preduccicn cientifica, como en materia de produccién literaria, los autores seleccionan, consciente o inconscientementa, los lugares de publicecisa en fun- cidn dela idea que se hacen de sus “normes’. Todo inclina a penser quo la autceliminaciéa, evidentemente mencs perceptible, 8 al neros tan importante como Ja eliminacién expresa (sin hablar del efecto que produce la imposicién de una norma de Jo publicable) del monopolio de la legitimidad cientifica a menos que se pague el costo de una redefinicién completa de los principios de legitimacién de la dominacién: los recién Negados que rechazen las carreras trazadas no pueden “yoncer a los dominentes cn su propio juego” sino a condicién de comprometer tin aumento de inversiones especificamente cientificas y sin poder esperar benefi- cios importantes, al menos en el corto plazo, porque tienen contra ellos toda la légica del sistema. Por un lado, lainvencién segiin un arte deinventar ya inventado que, resolviendo todas los problemas suscep- tibles de plantearse dentro de los limites-de'la proble- smatica establecida por la aplicacién de métodos compro- bados (0 trabajando para salvar los-principios contre‘los cuestionamientos heréticos -pensamos por ejemplo en ‘Tycho Brahe), tiende a hacer olvidar queellanoresuel- vemés que los problemas que puede proponer o que ella no propone més que los problemas que puede resolver; por el otro, Ja invencién herética que, poniendo en cuestisn los principios mismos del antiguo orden cienti- fico, instaura una alternativa diferenciada, sin compro: miso posible, entre dos sisternas mutuamente exchryen tes. Los fundadores de un orden cientffico herctico rompen el contrato que aceptan al menos tdcitamente los candidatos ala sucesién: no reconociendo otro prin: cipio de legitimacién que el que ellos intentan imponer, no aceptan entrar en e] ciclo de intereambio de recono- cimiento que asegura wna transmisién reguiada de la autoridad cientifica entre los tenedores y los preten- dientes (es decir, muy a menudo, entre miembros de generaciones diferentes, lo que lleva.a muchos observa- dores a reducir los conflictos de legitimidad.a-conflictos genoracionales). Rechazando todos'los: depésitos-y: rantias que les ofrece el antiguo orden y la participacién (progresiva) en el capital colectivamente garantizado que opera segiin los procedimientos regulados por un contrato de delegacién, ellos realizan la acumulaci¢ inicial por un golpe de timén y por la ruptura, desviando enssu beneficio el crédito conlel cual los beneficiarfan los 35 antiguos dominantes, sin concederles ia contrapartida de reconocimiento que les acuerdan los que aceptan insertarse en la continuidad de una lfnea.* YY todo conduce a creer que la propensién a las esirategias de conservacién o a las estrategias de sub- versién es tanto menos independiente de las disposicio- nes que se establecen en relacién con el orden estable- cido cuanto mAs dependiente es el orden cientifico mismo del orden social on el cual est4 insarto. Por eso es Ifcito suponer que Ja relacién que establece Lewis Feuer entra las inclinaciones universitaria y politica- mente subversivas del joven Einstein, y su: empresa cientificamente revolucionaria, es valida en cierta ma- nera a fortiori para las ciencias como la biologia y la sociologia, que estén lejos de haber legado al grado de autonomfa de la fisica de los tiempos de Einstein, Yla oposicién que establece osto autor entre las disposicio- nes revolucionarias de Kinstein, miembro en su juven- tud de un grupo de estudiantes judios en revuelta contra el orden cientifico establecido y contra el orden establecido, y las disposiciones reformistas que mues- tra Poincaré, perfecto representante dela “repiblica de los profesores”, hombre del orden y de la refarma ordenada, tanto dentro del orden politico como en el orden cientifico, no puede dejar de evocar le oposicién homéloga entre Marx y Durkheim. En su esfuerzo de reflexién original, Einstein se sustenté en un extrafio y pequeno cireulo de jévenes intelectuales, plenos de sentimientos de revuelta so- cial y cientifica propios de su generacién y que forma- rian una contracomunided cientifica fuera de La ‘ins: titucién oficial, un gruposde bohemios cosmopolitas llevados, en esos tiempos revolucionarios; considerer elmundo de otra manera (L. 8. Feuer, “The Social Roots of Fisiein's Thecry of Relativity’, en Annales of Science, val. 27, No. 3). Sobrepasando la oposicién ingenua entre los habitus * Se vera adelante le forme original. individuales y las condiciones sociales de su cumyli- miento, Lewis Feuer sugiere la hipétesis de que toc os os trabajos reeientes sobre el sistema de ensefien za cientifica acaban de corroborar (cf. M. de Saint Mart n, Les fonctions sociales de Venseignement scientifig 'e, Paris, La Haya, Mouton, col. Cahiers du Centre Je sociologie européene, No. 3; 1971, y P. Bourdieu y MI. de Saint Martin, Le systeme des grandes écoles et la reproduction de la classe dominanie), segin la cual el acceso rapido y ffeil a las responsabilidades admin is- trativas que se ofrecfa en I'rancia a los alumnos de as grandes escuelas cientificas tendfa-a desalentar la revuelta contra el orden (cientifico).establecido,-¢ ue encuentra, al contrario un terreno-favorable ex's os grupos de intelectuales marginales, ubicados en ‘as, posiciones intermedias entre el sistema de ensefianz ty Ja bohemia revolucionaris:| Podemos en verdad arriesgar la hipétesis de que, pri ci- samente porque Francia éra una “repiiblice de profe so- res®, precisamente porque los sujetos més brillanter de In escuela politéenica eran rfpidamenta absorbidos'10r Jas altas funciones militares y le ingenferfa civil, no'ra verosimi] que una zuptura radicel con los principios recibidos hubiera ocurrido. Una revolucién cientfi ca encuentra su terrano mas férti] en una contracomy ai- dad, Cuandoel joven cientfficoencuentra responeabili la- des administrativas muy rapido, au energia esta mei os disponible para la sublimbcién en el radicalismo det na investigacién pura: Tratdndose de creatividad reve iu- cionaria, la apertura misma dela administraciéa fr in- cesa a lostalentoscientificos constituye quizésunfae or- explicativo del conservadorismo:cientffico,més-imp 2r- tanto quo todos los otros factores quehabitualmentr se priorizan, ' ' DB 1A BEVOLUCION INAUGURAL ALA REVOLUCION PERMANENTE {Cudles son las condiciones sociales que deben cumplir- se para que se instaure un juego social en el cual la idea verdadera esté dotada de fuerza porque los que allf participan tienen interés en Ja verdad en lugar de tener, como en otros juegos, la verdad de sus intereses? Va de suyo que no se trata de hacer de este universo social do excopcién una excopeiin alas loyes fundamentales de todo eampo y.en especial a la ley del interés que puede conferir una violencia impiadosa a las nehas cien‘fficas més “desinteresadas” (puesto.que el “desinterés” no es jamés, Johhemos visto, mas que un sistema de intereses espectticos ~art{sticos y religicsos tanto como cientffi- cos quo implioan la indiferencia-rolativa—respecto de oe objetos ordinarios del interés ~dinero, honor, ate.—). El hecho de que el campo cientifico camporte siempre una parte de arbitreriedad social en la medida en que sirve a los intereses de los que, dentro y/o fuera del campo, estén on condiciones de percibir sus heneficios, noexeluye que, bajo ciertas condiciones, la légica propia del campoy en particular la lucha entre los dominantes y los recién legados, y la censura cruzada que de ello resulta, no ejerza un desvto sistemdtico de fines que hace torcer continuamente la persecncién de los intere- es cientificos privadas (entendidos siempre en su doble sentido) en beneficio del progreso de la ciencia.”” Las teorfas parciales de la ciencia y de sus transfor- maciones estén predispuestas a. cumplir funcionos ideo- légicas'en el.interior del campo cientifico (o de eampos que busean-la eiontificidad’como en 6] caso del de las ciencias sociales) porque éstas universalizan las propie- dades atribuidas a losestados parciales del campo cien- Bs un mecanismo como éste el que tiende a asegurar el control de las relaciones con el universo exterior, eon los laicos, es decir; la “yulgarizaciOn cientflica” como autodivulgacién del sabio (cf, Boi- tansk y Maldidier, op. cit). aR me tffico: es el caso de la teoria positivista, que confiera cienciael poder de resolver todas las cuestiones que ella misma plantea, siempre que éstas estén clentificamen- te planteadas, y de imponer, por la aplicacién de criterics objetivos, el consenso sobre sus soluciones, inscribiende asi el progres en Ja rutina de la “eiencia normal” y haciendo como si se pasara de un sistema a otro de Newton a Einstain por ejemplo- por simple acumulacién deconocimientos, por afinacién de medidas y porrectifica: cién de principios; vale Jo mismo para la teoria de Kuhn, que siendo valida para las revoluciones inangurales dela ciencia inicial (donde larevoliacién copernicana suminic tra el paradigma -en el verdadero sentido de la palabra) adquiere simplemente la contracara del mdelo positivis- ta* En realidad, ol campo'd$ la astronomia en el cval se produce la revolucién copernicana se opone al campo dela fisica contemporanea de la ianera en que el mercado inmerso en las relaciones sociales" (embedded in social relationships) de las sociedades areaicas se opone, segin Polanyi, al mercado “autorregulado” (self regulating mar- ket) de las sociedades capitalistas. No es por azar que la revcluciSn copernicana implique la reivindieacion expre- sa de la autonomfa por un campo cientifico todavia “sumergido” en el campo religioso y en el campo de la filosofia y, por su intermedio, on el campo politico, reivindicacién que implica la afirmacion del derecho de los cientificos & canjar las Cuestiones cientificas (“las mateméticas a los matematicos”) en nombre de la leg’ timidad especifica que les confiere su competencia. ® No hay duda de que la filosoffa de la istoria'de-la ciencia que propone Kuhn, con la alternancja‘de.concentracion -mmonopélic (paradigma) y de revolucién; debe! baatente’al caso particulande-le ‘revolucién copernicana” tal como! la analiza y que conisideraceme “tipica de toda inversién mayor de le ciencia” (7. Kuhn, La revott (en Ja astronomfa matematiea), pasa por la revel y supone una revolucién de todas las disciplinas que ner efectos pol{ticos. puedan ola asistencia que ella propone oimpone no son objet vadas en,los mecanismos y en las disposicionos, las, rupturas cientfficas toman necesariamente la forma de revoluciones contra Ja institucién, y las revoluciones contre el orden, cientifico establecido son inseparable- mente revoluciones contra él orden establecido. Al con- trario, cuando se, encuentra, excluido gracias a estas revoluciones originarias, todorecurso alas armas o alos poderes, aunque sean:simbilicos, diferentes a los que tienen curso en-el campo, es el funcionamniente mismo del campoel quedefine cada vez més completamente, no s6lo el, orden; ordinaric, de.la,“ciencia normal”, si sino también las rupturas,extraordinarias, esas “revolucio- *, como dice’ Bachelard, que se inscri- ben en la légica de la historia dela ciencia, es decir de Ja polémica cientffica.** Cuando el método esté ins- cripto en los mecanismos,del campo, la revolucin contra la ciencia instituida se produce con la asisten- cia de una institucion que suministra las condiciones institucionales.de la ruptura; el campo se vuelve el lugar de una’revolucién permanente, pero cada vez més. totalmente desprovista de efectos politicos. Es por ello que este universo de la revoluci6n permanen- te puede también sor sin contradieci6n el del “dogma- tismo legitimo”?*el equipamiento eientifico quesenece- sita para hacor la revolucién.cientifiea.sélo puede ser, adquirido on-y-por ls. cluded; ciontifica. A medida que aumentan los,recursos cientificos acumulados, el capi- tal cientifico incorporado que es-necesario para apro- - pifrselos y tener: as{ acceso.a.los problemas y a los:- instrumentes cientfficos, y:por le-tanto.# la lucha cien~ tifiea, se torne:cada.vez més‘importante (derecho de 4 Més, alld. de; Bacholard y de Reif (ya citados), D. Bloor ha pereibido que las transformaciones en la organizaciSm social de 1a Giencia han determinado una transformaciénde la naturalezadelas reveluciones cientfficas (Blocr, ‘Essay Review; Two Paradigms for Scientific knowledge?”, en Science Studies, 1971, 1, pp. 101-115), %G.Bachelard, Le moterialisme rationnel, Paris,rur, 1953, p.41. entrada) De esto se sigue que la revolucién cientf ica no es un asunto de los mas carenciados sino, po" el contrario, de los més ricos cientificamente etre los recién llegados” La antindmia de la raptura y du la continuided se debilita en un eampo que, ignora ido la distincién-entre las fases revolucionarias y la “cier cia normal”, encuentraen laruptura continua el verdac ero principio de su continuidad; y, correlativamente la oposicion entre las estratezizs de sucesién y las estrrite- gias de subversién tienden més y més a perder su ‘| sentido, ya que la acumulacién.del capital neces:.rio para ol desarrollo de las ravoluciones'y dal eapital yuo ofrecen les revoluciones tiende'siempre en mayor miidi- L da a cumplirse seguin los prdcedimientos regulados' por una carrera.” | i La transmutacién del antagonismo andrquico de los intereses particulares en didléctica eientifica se vurlve * La principal censura estd constituida por’ este derech entrada, es decir, por las condiciones de acceso el campo cientif ep y al sistema de engefanza quele de entrada, Habré que interrog irse sobre las propiedados que las cioncias de la naturaloza (sin he alar de las ciencies dal hombre, donde dele debilidad da gus métod: a ae deriva la més grande libertad y dejadez de sus habitus) debon 4 su reclatamionto social, es decir, grosso modo, a las condicione :.de ‘acceso'a la ensedlanza superior (cf: M.de Saint Mertin, op. cit. “¥'Sabemos que las mismas revoluciones inaugurales que dan nacimianto a un nuevo campo, constituyendo, por la ruptura un nuevo dominio de objetividad, incumben cesi siampre a detent ido- es de un gran capital espectiico que, en virtud de varisbles se un- arias (tales como la:pertenencia-a tina clase socil'o.a unae nie © iaprobabloen ese univerao),-ce encuentran ubicades en una'y asi cidn que descansa en falso; propia-para favorecer la inclina én.» revolucionaria; esel caso, por ejemplo, delos nuevos ingresante die* iniportan on un campo ol capital acumulado sn un‘campo cient fito~ sotialmiente superior (of. Ben David, “Roles and Innovation. in n American Journal of Sociology, 65, 1960, pp. 557- 168; J, Ben David y R. Collins, "Social factors in tha Origins ‘of a Tew ‘Science: the Case of Psychology”, en American Soriaiogical Rev ew, BL, 1966, pp. 451-465, 4 Se ha visto mAs arriba In deseripcién que da F. Reif de laf ma ‘que tome generalmente la acumulatién de capital en un estadoc ado ol camo. i cada vez mds total a medida que el interés que tiene iodo productor de bienes simbélicos en producir produc- tos “que no son solamente interesantes para é] mismo, como dice F. Reif, sino también importantes para los otros”, por lo tanto adecuados para obtener de los otros el reconoeimiento de saimportancia y dela importancia de su autor, choca con competidores més capaces de poner loa mismos medios al servicio de las mismas intenciones ~lo que conduce, cada vez més frecuente- mente, con los descubrimiento’ simulténeos, al ea- crificio del interés de uno de los productores o al delos dos~;2"'o, en otros términos, a medida que el interés privado que cada agente singular tiene en combatir y dominar a:sus competidores para obtener de ellos el reeortocimiento, s2 encuentra armado de todo un con- junto de instrumentos que confieren su gran eficacia a ‘su intenciGn polémica, al tiempo le dan un cardeter universal de una censura metédica. Y, de hecho, a medida que se incrementan los recursos acumulados y cl capital necesario para apropiarselos, el mercado en él cual puede ser ubicado el producto cientifico no deja de estar restringido a los competidores cada vez més fuer- temente armados para criticarlo racionalmente y des- acreditar a su autor: el antagonismo que esté en el principio de la estructura y del cambio de todo campo tiende a devenir cada vez més fecundo porque el acuer~ do forzado dende se engendra la razén doja cada vez menos lugar a lo impensado de la coxa. El orden colectivo de la ciencia se elabora en y per la anarquia competitiva de las acciones interesadas, cada agentose 23Seestard deacuerde enobservarque la lucha cientificn deviene mésy més intensa (a pesar dela especializacién que tionde sin cesar ‘a reducir el universo de competencia por la division an subcampos més ¥ mds estrechamente especificedos) a medida que Ia ciencia ‘avanza, es deciz, més preeisemente, a medida que los recursos ciontifices acumulades se ecrecientenyque el capital necesariop yealizar la invencién devieno mas grande y uniformemente esparci- doentre los corapetidores porel hecho dela elevacién del di entrada en el campo. encuentra dominado ~y con él todo el grupo~ por cl entrecruzamiento en aparioncia incohorente de las e: trategias individuales. Es decir que la oposicién enti los aspectos “funcionales” y los aspectos “disfunciona les” del fancionamiento de un campo eientifico dotado de wna gran autonomia nd tiené mucho sentido: Jas tendencias mas “disfuncionales” (por ejemplo la pro- pension al secreto y el,rechazo a la cooperacién) estan inscriptos en los mismos recanismos que engendran las disposiciones més “funcionales”. A medida que el método cientffico se inscribe en los mecanismos sociale que regulan el funcionamiento del campo y se encuen- .tra, de este modo, dotado de la objetividad superior de una ley social inmanente, aquél puede realmente obje- tivarse en instrumentos capaces de controlar, y a veces dominar, a quienes los utilizan y en las disposiciones constituidas de un modo duradero que produce la insti- tucién escolar, Y estas disposiciones encuentran un reforzamiento continuo en los mecanismos sociales que, encontrando un sostén en e] matcrialismoracional dela ciencia objetivada e incorporada, producen contro] censura pero-también invencion y raptura.® ‘La CIENCIA Y LOS DOXOSOFOS La ciencia no tiene nunca otro fundamento mas que la creencia colectiva:en'sus fundamentos, qué -produce’y supone el funcionamiento.mismo del:campo-cientifico: La orquestacién objetive: de esquemas practicos irictl- ® Bi conjunto de los procesos que acompatian la autonomizecién del campo cientifico mantione relaciones dialécticas: es asi que !a elevacién continua del derecho de entrada que implica la acamla cados por la ensefianza explicita y por la familiarizaci6a que constituye ol fundamento dal consenso practice on los desatios propuestos por el campo, es decir on los problemas, los métodos y las soluciones iimediatamen- te pereibidos como cientificos, encuentra su fundamen- to en el conjunto de los mecanismos institucionales que aseguran la selecci6n social y escolar de investigadores {en funci6n por ejemplo de la jerarqufa establecida de Jas disciplinas), la formacidn de los agentes selecciona- dos, el control del acceso a los instrumentos de investi- gacion y de publicacién, etc" El campo dediscusién que disefian, por sus luches, la ortodoxia y la heterodcxia se recorta sobre el fondo del campo de ladoxa, conjanto de presupuestos que los entagonistas admiten do hecho, sin diseusién, porque éstos constituyen la condicién técita de la discusién? la censura que ejerce la ortodo- xia -y que denuncia la heterodoxia— esconde una censu- ra més radical, més invisible también, porque es cons- titutiva del funcionamiento mismo del campo y porque se refiere al conjunte de lo que esté zdmitido por el sclo hecho de su pertenencia al campo, el conjunto de lo que esté fuera de discusién por el hecho de aceptar el objeto dela discusién, es decir el consenso sobre los objetos de disenso, los intereses comunes que estan en el principio de los conilictos de interés, todo lo indiscutido y lo que tcitamenta se considera afuera de los Itmites de la lucha.** 4 El habitus producido por la primera educacién de clase y el habitus secundario ineuleado por Ja educacién escolar contribuyen, con pesos diferentes en el caso de las cienciaa sociales y las ciencias naturales, a determineruna adhesin prerreflexiva alos presupuen:.~ tas técitos del campo (sobre el rol.de la socializacién, of. W. D. Hagetrom, op- eit, p. 9y 7. 8, Kuha;.“The Function of Dogma in en A.C. Crombie (ec), Scientific Change, Londres, Heineman, 1953, pp, 247-369). ® Se ve en lo que podria devenir la etnometodologia (ipero seria todavia etnometodologia?) si ella supiese que lo que tome por objeto, el taken forgranted de Schutz, es la adhesién prerroflexivadel orden establecido. Ba el caso de un campo de lucha ideolégica (del cual perticipan también los diferentes campos de produesiin de discursca sabios o Segiin el grado de autonomia del campo en rela:ién con las determinaciones externas, es mayor la part de | laarbitrariedad social que se encuentra englobadaenel sistema de presuposicioncs'constitutivas de la cree: iia | propia del campo considerado. Esto significa que len el espacio abstracto de la tearia, todo campo cient: fico ~tanto el de las ciencias sociales o de la matemé ica actual como el de la alquimia o de la astronomia m :te- | matica én los tiempos de Copérnico— puede situars.en) | alguna parte entre los dos limites reprasentados, po'un lado por el campo religioso (0 el campo dela produc: ién literaria) en el cual la-verdald oficial no es-otra‘cosa jue ls imposicién legitima (es decir arbitraria ydescono: ida como tal) de una arbitrariedad:cultural-que-expres 4 el interés especifico de los déminantes -en el campoy! | | fuera del campo-y por otro lado por un campocient fico! | i enel cual todo elemento de drbitrariedad (o impens: do) | social seria descartade y ¢uyos mecanismos soci ies reslizarfan le imposicién necesaria de las normas ini- versales de la razén. Lacuestién que se plantea entonces es la del grad)de arbitrariedad social dela creencia que produceel fur eio- namiento del campo y que'es la condicién de su :un- cionamiente o, lo que vendriaa serlo mismo, el grad de autcnomfa del campo (en relacién, antes que nada, con Ja dernanda social de la clase dominante) y las cond clo- nes sociales, internas y externas, de esta autonom{: .B] principio de todas las diferencias entre los can pos cientificos capaces de producir y satisfacer un inturés propiamente’cientffico'y de ‘mantener asf un pro.eso Gialéctico interminable y entredos‘campos:de:proc'ue: cidn de discursos eruditos en:lestuales:al'trabajorec lac tivo no tiene otro.efectoy-otrafuncién-quela-perpel car un campo igual a si mismo, produciendo, hecia adertxo Ietoedon) al fndanto dol ccnapns en el disenso que defi: eta doza reside, se ver4, en la relaci rf ceneurada del campo de pre due- 4 én en su engerce con el campo del poder (es decir, en la fur cida i ascondida del campo de la lucha de clases), L ohecia afuera, la: éreencia en el valor aut6nome de los abjetivos y los objetos que produce, reside en la relacién ae dependencia por la apariencia de la independencia respecto de.las demandas externas: Jos doxésofos, sa bios aparentes’y- sabios ‘de la apariencia, no pueden legitimar ni la apropiaci6n que operan por la constitu- cidn arbitraria-de un saber esotérico inaccesible a) profano, ni fa delegaci6n que demanden arrogéndose ] monopoliode ciertas practicas odela reflexién sobre sus prdcticas, sitioa condicién deimponer la creencia de que su fala ciencia es perfectaments independiente de las demandasicociales que ella no satisface, y porque afir- me, al mismo tiempo, su firme rechazo a servirlas, Desde Heidegger hablando de las “masas” y de las “elites” en el lenguaje altamente eufemfstico de lo “au- téntico” y lo “mauténtico”, hasta los politdlogos norte- americanos reproduciendo la visi6n oficial del mundo social en las semi-abstracciones de un discurso descrip- tivo-normativo, es siempre la misma estrategia de la false ruptura la que define la jerga erudita por oposicién al lenguaje cientifico. Alf donde el lenguaje pone entre comillas, como lo observa Bachelard, para destacar que el lenguaje erudito sélo usa las comillas o los neologis- mos para manifestar simbélicamente una distancia y una ruptura ficticias en rolacién con el sentido comtin: puoste que no dispone de ninguria autonomfa real sélo puede, en: efecto, producir completamente su: efecto jdeclégico si resulta lo suficientemente transparente como para continuar evocandalaexperiencia y la expre- sign ordiaaria que niega, Las estrategias de falsa raptura expresan la verdad objetiva do campos que no disponen més que de una falsa antonomia: en efecto, mientras que la clase domi- nante concede a las ciencias naturales una autonomfa ©, Bachelard. op. eit, pp. 216-217 que esté en relacién con al interés que encuentra en las aplicaciones ala economfa de las téonicas clentificas, no tiene nada quo esperar de las ciencias sociales sino, en el mejor de los casos, una contribucién particularments prociosa para la legitimacién de] orden establecido y un reforzamiento del arsenal de instrumentos simbdlicas dedominacién. Eldesarrollotardioy siempre amenaza- do de las ciencias sociales es un buen testimonio de que el progreso hacia 1a autonomfa real, que condiciona y supone ala vez la instauracién de mecanismos constits'- tives de un campo cientifico autorregulado yautérquico, se choca necesariamente con obstéculos desconocidos en otras partes; y no puede ser de.otra manera, porgus el objeto de la lucha interna por la autoridad cientffica enel campo de las ciencias sociales, es decir por el poder de producir, de imponer e'inculear la representacién logitima del mundo social,’ es uno de los objetor do la lucha entre Jas clases en eljearapo politico. De esto so sigue que las posiciones en la lucha interna nunca pueden tener el] grado de independencia en relacién con Jas colocaciones en la lucha externa que se observaen el campo de las ciencias naturales, La idéa de una ciencia neutra es una ficci6n, y es una ficcién interesada, que permite considerar cientffida una forma neutralizada y eufemistica (y por Jo tanto particularmente eficaz sim bélicamente porque es particularmente desconocibic) de la representacién dominante del mundo social 35 Ess nai qne Joa sistemas de clasificecién (taxonom que son una de las spuestas esenciales dela lucha ideoldgica entre las clases (ef P. Bourdiewy L...Boltenski, "Le titre: et le-poste: rapports entre le systéme de reproduction’, Actes de la reckercheen sciences cosiales, 2, 1975, pp. 95-107) constituyen también ~a través de las tomas de posivién sobre la existencie o 1a inexistentia de clases cociales, uno do los grandes principios de divisién del campo sociologico (cf. Bourdieu, “Classes et classement”, Minuit, 5, 1973, pp. 22-24, y 4. P. A. Coxon y C. L. Jenes, “Occupational Categorize mn tnd Images of Society’, Working Paper. No. 4, Project on Occupational Cognition, Bdinburgo, Edinburgh Uni 1974). % Se sigue de esto que la sociologia ds Actualizando los mecanismos sociales que aseguran el mantenimiento del orden establecido y cuya eficacia propiamente cimbélica reposa en 8] desconocimionto de su légica y de sus efectos, fundemento de un reconoci- miento sutilmente extorsivo, la ciencia social toma neeeseriamente partido en la lucha politica, Es decir que mientras ella llega a instaurarse (lo que supone cumplir ciertas condiciones, correlativas con un estado determinado de las relaciones de fuerza entre las clases), Ja lucha entre la ciencia yla falsa ciencia de los dox6sofos (que pueden reivindicar las tradiciones te6ricas mAs revolucionarias) aporta necesariamente una contribu- cién ala lucha entre clases que, al menos en oste caso, no tienen el mismo interés en la verdad cientifica. Lacuestién fundamental de la sociologia delaciencia toma, en el caso de las ciencias sociales, una forma particularmente parad6jica: {cudles son las condiciones sociales de posibilidad del desarrollo de una ciencia emancipada de las restricciones y de demandas sociales sabiendo que, en esie caso, los progresos en el sentido de Ja racionalidad cientifica no son progresos en el sentido de Ja neutralidad politica? Se puede negar la cuestion. Es lo que hacen por ejemplo todos los queimputan todas Jas particularidades de las ciencias sociales a la situa- cién de su reciente emergencia, en nombre de una filosofia ingenuamente evolucionista que pone a la iencia oficial al final de la evolucién. De hecho, la teorfa del retraso no es verdadera, paraddjicamente, mds que enel caso de la sociclogia oficial y, més precisamente, de Ja sociologfa oficial de la sociologfa, Por cierto, alcanza con recordar los célebres andlisis de Alexander Gers- chenkron sobre el “retraso econémica” para comprender los rasgos més caracteristicos de esas formas parti- calares de discurso erudito que son las falsas ciencias. Gerschenkron destaca en efecto que cuando el proceso delarolacién quela ciencia social mentione con aclaae dominante), no es una especialided entre otras sino que ella es parte de las condiciones de una sociologia clentifica, de industrializacién comienza eon retraso, pro: enta diferencias sistemdticas con el que se ha produci:lo en Jos paises ms desarrollados, no solamente en cuanto a Ja velocidad del desarrollo, sino también en lc que concierne a las “estructuras productivas y organ zati- ”, porque aquel proceso pone en marcha “instrumen- tos institucionales” originales y se desarrolla eq un clima ideoldgico diferente.*""La existencia de cieacias més avanzadas ~grandes proveedoras no sélo de :néto; dos y de técnicas a menudo empleadas fuera d> gus condiciones téonicas y sociales de validez, sino tar bién de ejeraplos- es lo que permite a la sociologia. ¢ ficial darse todas las apariencias de la cientificidad: 1a exhi- bicién de la autonomfa puede tomer aqu{ una forn.a sin precedentes, cuyo caréctet esotérico sabiamente |oma- do de las viejas tradiciones letradas no representiymds que una pobre anticipacién, La sociclogfa oficial no apunte a Tealizarse como clencia, sino a concre-ar la imagen oficial de la ciencia que la sociologia ofic al de laciencia, suerte de instancia jurfdica que se da le comunided (la palabra se aplica perfectamente 1 este caso) do los sacidlogos oficiales, tiene por funcié:: pro- vyeerle a costa de una interpretacién positivista de le prdctica cientifica de las ciencias naturales. Para convencerse completamente de la funciin de ideologia justificadora que cumple la historia soc.al de Jas ciencias sociales tal como se practice en el esta slish- ment norteamericanc®® nianeact con resefiar el cc njun- # A, Gerschenkxoa, Beoncmic Backwardress in Historiec 1 Pero pective, Cambridge, Harvard University Press, 1962, p, 7 La filosofia de Le historia due frecuentaesta histoxia:éc cial de Jaciencia social encuentra une expresién paredigmétiea.on: Gobra de Terry Clarke que, en un andlisis, Paul Vogt caracteriza’ociol6- Ficemente con dos adjetivos: “Terry N. Clar¥’s longawaited. shuch froulated in maaustript Prophois and Patrons" (cf T. Clerk, Prophets and Patrons, The French University and the Zmery enceof 2 Social Science, Cambridge, Harvard University Press, 973, ¥ J.C. Chamboredon, 'Sosiologio do la sociologie et intéréts sociaux dos sociologuas”, Actes de la recherche en sci ales, £, 1975, Bp. 2-17), | # to ce trabajos directa o indirectamente dedicados ala competition, palabra clave de toda la sociologfa de Ja ciencia norteamericana que, en su oscuridad de con- cepio indfgena promovido a la dignidad cientifica, con- densa todo lo impensado (la doze) de esta sociologfa. La tesis segiin la cual la productividad y la competicién estan directamente relacionadas® se inspira én una teorfa funcionalista de la competicién que es una va- riente sociolégica de la creencia en las virtudes del “mereado libre”; la palabra inglesa competition designa también lo que en francés se llama concurrence: redu- ciendo toda competicidn a la competition entre univer- sidedes o haciendo de la competition entre universida- des la condicién de la competicién entre los investigado- res, uno no se interroga jamds por los obstaculos a la | competicién cientifica que son imputables a la competi tion ala vez econdmica y cientéfica cuyo lugar es el ‘academic market place. Lacompetition quereconoce esta ciencia de establish: meni es la competencia dentro de los limites de la decencia social, es un obstdculo tan fuerte para la vordadera competencia cientffica, capaz de poner en cnestién la ortadoxia, que uno se sittia en un universo cada vez mas cargado de arbitrariedad social. Se com- rende que la exaltaciGn a la unanimidad del “paradig- ma” pueda coincidir con la exaltacién de la competencia ~o también que se pueda, segtin los autores, reprocharle ala sociologia europea pocar por exceso o por defecto de ompetencia—. Ademés de los instrumentos y las téenicas—computa- dorasy programas de tratamiento automaitico de datos, por ejemplo- la sociologfa oficial toma prestado un ® Joseph Ben-David tiene el mérito de dar a esta tesis su ferma | ms directa: el alto grado de compotencia que caracteriza la vniver- | sidad americana explica su gran productividad yu gran flexibilided (Bon David, ‘Scientific Productivity and Academic Organization in Nineteenth Century Medicine’, American Sociological Review, 25, 1960, pp 828-843; Fundamental Research and Universities, Pacis, eps, 1988; J, Ben-David y Abraham Zlocvower, European Journal of fociolagy, 3, 1962, 245-84 modelo de préctica eientifica tal como se la representa ja imaginacién positivista, es decir con todos los atribu- tos simbdlicos de la respetabilidad cientifica, mascaras y elementos postizos como los accesorios tecnolégicos y ®] kitsch retérico, y un modelo de organizacién de lo que aquélla lama la “comunidad cientifica” tal como su pobre ciencia delas organizaciones puede concebir. Pero In sociologfa oficial no posee el monopolio de las lecturas interesedas de la historia de Je ciencia: la dificultad particular que tione la sociologfa para pensar cientifi- camente a la ciencia no carece de relaci6n con el hecho de que ella estA situada ene] escalén inferior dg |: jevarquia social de las ciencias. Ya sea que se eleve para pensar a las ciencias més cientfficas mejor de loque ellas mismas se piensan, o que descienda para registrar la imagen triunfante que la hagiografia cientifica pro- duce y propaga; tiene siempre la misma dificultad para pensarse como ciencia, es decir pensar su posicidn on la jerarquia social de las cientias. Esto se va con toda claridad en las reacciones que ha suscitado el libro de Thomas Kuhn, Le estructura dé las revoluciones cientifices, que constituiria un material experimental do gran calidad para un anélisis empiric de las ideologias de la ciencia y de sus relaciones con la posicién de sus autores enel campocientifico, Es verdad que ese libro, en el cual nunca se sabe exactamente si describe o prescribe la légica del cambio cientifico (¢jem- plo de prescripcién larvada: la existencia de un paradig- ma es un signo de madurez cientifica), invita s sus lectores a buscar alli.las respuestas.a la cuestién dela buena omala eiencia. Los quela lenguaindigenallama 1° Mas arin que en este libro —cuyas teais esenciales no son‘neda radicalmente nuevo, al menos para Ins Jectores de Bachelaré, objeto 61 mismo, aproximadamente en el mismo momento y en otra tradi- cidn, de una captacién semejsnte-, Ia intencidn normativa se ve en dos articulos donde T. Kuhn dessribe las funciones pasitivas de ua pensamiento “convergente” pare el deserrello cientifico y sostiene que le adhesién cogmética a una tradicién es favorable para Ia nvestigecidn (T. Kuhn, “The Function of Dogma in Scientific Re~ poarch", en A.C. Crombie (ed.)op. cit, pp. 347-369; “The essential los “radicales” han le{do en el librode’Thomas Kuhn una invitacién a la “revolucién” contra el “paradigma™ o una justificacién del pluralismo liberal de los world- views! dos tomas de posicién que corresponden sin duda a colocaciones diferentes en el carapo." De parte de los defensores del orden cientifico establecido, se ha lefdo alli una invitacién a errancar a la sociologia de 1a fase “pre-paradigmAtica”, imponiéndole la constelacién unificada de creencias, de valores y de técnicas que simbolizan la triada capitolina de Parsons y Lazarfeld reconciliados en Merton. La exaltacién dela cuantifica- cign, dele formalizacién y de la neutralidad ética, el desdén por Ja, “filosofia” y ol rechazo dela ambicién sistemdtica en beneficio de la minucia de 1a verifica- cién empfrica y de la floja conceptualizacién llamada operatoria de Jas “teorfas dé alcance medio”, son‘ctros tantos rasgos obtenidos por una transmutacién doses- peradamente transperente del ser en deber ser, quo encuentra su justificacién en la necesidad de contribuir a reforzar los “valores comunitarios” que se consideran como condicisn del “despegue”, tension: tradition and innovation in scientific research”, en L. Hudson (ee), The Reology of Human Intelligence, Lond 7 1970, pp. 942-359), er mee Bones "Cf por ejemplo, A. W. Gouldnor, The Coming Crisis of Western Sociolog, Nueva York: Landes, Basie Becks, 1910.7 8'W, Pedr chs, A Sociology of Sociology, Nueva Yori, Free Press.1970, ‘4, Gallner, “Myth, Idealogy and Ravolution®, en B, Crick y W. ‘A, Robson (ed) Protest and Discontent Londres, Penguin, 196, Una revista tal como Theory and-Society debe le importancia, patamente social quele permite existiry eubsistir gin otro contenido fosivo gue una aust de vago Suméniano entposivista oma ual se reconacen los “sociSlogos cfticas" (otro soncepte in hacho de que ella da una unidad estrctaments nagativa eae ias corrientes que se encuentran oe pionsan fuera del establishment amoricano, desdela ctnometodclogia heredera de la fenomenalogio, hasta el neomarxismo, pasando por la psychchistory. (Se encontrard un cusdro sinéptico bastante fiel de esta constelecién ideolégica en P, Bandyapadhyev, “One Sociclogy or Many:Some fesueain Radical Sociology’, Sociological Review, vel. 19, febrero de 1971. pp. 6-30). Ciendid alsa destinada a producir y manten2r la falsa conciencia, la sociologta oficial (cuya politolo; ia es lioy su més bello florén) debe hacer exhibicién de abje- tividad y de “neutralided étiea” (es decir neutralid id en Ja lucha de clases cuya existencia niega, por otro lado) y der todas las apariencias de wna ruptura decidié acon ja clase dominante y sus demandas ideoldgicas, 1 aulti- Plicando los signos exteriores de cientificidad: se tiene ast, dél lado “empirico”, la exhibicién teonolégica, y del lado de la “teorfa’, la retrica de lo “neo” (floreriente también en.el.campo artfatico), que imita Ja acwaula- cién cientifica aplicando ¢ unacobra.o.a.un conjur to de obras del pasado (cf..The Strueture-of Social Acti mn) el procedimiento.tipicamente-letrado-de la..“relec ura”, operaci6n paradigméticamente escclarde simple) epro- duccién o de reproduccién simple bien hecha part pro- ducir, en los limites del campo y de la creencia qu2 éste produica, todas las aparienciasdela “revoluci6n”, }Labré que analizar sistemAticamente esta retérica de k cien- tifieidad a través de la cuel la “comunidad” domi ante produce la creencia en el yalor cient{fico de sus p- oduc- tos y en la autoridad cientifica de sus miembros: a sea por ejemplo el conjunto ide estrategias destinedas a ofrecer la apariencia de la acumulacién, tales «mo la referencia a fuentes candnicas, generalmente r:duci- das, como se dice, “a au expresién més.simple” (jue se piense en el destino pastumo del Suicidio), es cecir a chatos protocolos simulahdo el frfo rigor clenti ico, y alos articulos més recientes posibles (conocer 10s la oposieién entre las ciencias.“duras” ~hard- y la cien- cias “blandas”:~sof?-). sobre-el mismo-tema;.o te mbién lagestrategias de cierre, que intentanmarcar un: Sepa~ racién decidida entre:la{problomética’ciantific: ry. los. debates profanes y mundanos (siempre presente ', pero como “fantasmas en la m&quina”), esto al precio gene~ ralmente, do simples retraduceiones lingtifstica: ;'0 las estrategias de denegacién, que florecen.con los p: litélo~ gos, nébiles para reelizar e] ideal dominante de “la objetividad” en un discurso apolitico sobre la poli ica en | 5a donde la politica. contenida no puade aparecer més que ajo Ias apariencias desconocidas, por lo tanto irrepro- chables, de su denegacién politolégica.“ Pero estas esirategias cumplen por afiadidura una funcién esen- ial: la circulacién circular de objetos, ideas, métodos y sobretodo signos dereconccimientoen cl interior de una comunidad (se deberfa decir un club abierto solamente a los miembros indigenas o importados de la Ivy Lea- gué)*® produce, como todo cfreulo de legitimidad, un uni- verso de creencia euyo equivalente se encuentra tanto enel.campo religioco como onvel campo de la literatura oen el de Ja‘alta costura.® Pero-aqui, unavez.més, hay quecuidarse de conferir ala false ciencia oficial la significacién que le confiere la erftica “radical”, A pesar de su oposicién al valor que le confieren al “paradigma”, principic de unificacién necesaria para el desarrollo de la ciencia en un caso, fuerza de represién arbitraria en el otro caso ~o, alter- nativamenta, uno i otro en Kuhn-, conservadores y "radicales”, adversarios cémplices, acuerdan de hecho en lo esencial: por el punto de vista unilateral que nocenariamente toman sobre el eampo cientffico, ali- gienco al ménos inconscientemente uno 1 otro de los campos antagonistes, no pueden percibir que el control ola censura no es ejercida por tal o cual instancia sino por larelacién objetiva entre adversarios eémplices que, * OCP, Bourdieu, “Les doxosophes", Minuit, 1, 1973, pp. 26-45 ton poricalr al sedis dul ofecro Lipset * La sociologta oficial de la ciencia ofrece una justificacién para cada uno de eetoe-sanyot, Ast, por ejemplo el eviber los problamnas ‘ericos fundamentales ericuentra una justificacisn en la idea de ‘que ew les ciencias de la naturaleza, los investigadores no se anquietan por a filosofia de la ciencia (ef. W. O. Hegstrom, op. ¢ pp. 277-279). Se ve ein dificultad lo que ta! sociologia de la ci puede deber a la necesidad de legitimer un estado de hacho y de ‘ransformar los limites sufridos en exclusiones electivas. “© Sobre la produccién dela creencia y del fetichismo en el campo de laalta costura ¥ x si ee d e ‘griffe: contribution A une théorie de la magie”, Acies. én sclenctes sociales, 1 (1), 1975, pp, 7-3 recherche por su mismo antagonisme, delimitan el campo de Ia Gscusion legitima, exeluyendo como absurda o ecléc ca, o'simplemente impensable, cualquier tentativa po’ tomar una posieién no prevista (en este caso en partion lex, por ejemplo, poner al servicio de otra axiométi siontifica las herramientas técnicas elaboradas por le ciencia oficial)” Expresién apenas eufemistica de los intereses de los dominaios del campo cien*ifico, la ideclogia “radical” tiende a procesar toda revolucién contra el orden cien- tifico establecide como revolucién cientffica, haciendc como si aleanzara con-que una “innovacién’ seaexcluida Ge la cioncia oficial. para que pueda ser tenida come cientificarnente revolucionaria, y de este modo se o.nit hacer la pregunta acerca dé las condiciones sociales por jas cuales una revolucién contra el orden cientifico establecido es también una revolucién ciontifica y no une simple herejia tendiente a invertir la relacién de fuerzas establecida en el campo, sin transformar los principios sobre los cuales raposa su funcionamiento. En cnanto alos dominantes, proclives a admitir que el orden cientffico —en el cual estan colocadas todas sus jnversiones (en el sentido de 1a economia y del psicoand- lisis) y de cuyos beneficios pueden apropiarse~ és el deber ser realizado, son ldgicamente proclives a. adherir ‘Teles duplas epistemolégicas, que con al raismo sociolésizes, fmeianan en todo campo (ef. por ejemplo el Fositivis~ musotrait que opone a Habermas y a Popper en el caso de Alemania mecanismo de desvio que habiendo hecko sus pruebas en Europa comienza a hacer estragos en les Batados Unidos con In ienpartaici de la escuela de Franctort-) « Habré que anelizar todos les usos ostratégicoe quo los dorina. dosen an compo puoden hacer dé la transfiguracion ideolégicade su pesicién ebjetiva: por ejemplo, la exhibicign de la exelucién quo permite a los exchuidoa extraer partido de la institucion (a 14 €ual Peconocen lo bastante como para reprocharle que no los recorlozca) haclendo de la exclusién una garentfa do cientificidad; 0 también competencia de los dominantes que esta en el miento herético (ef. Ja impugaacién al monopalio que debe tanto menos armarse de argumentos 0 o¢ mais escaso. impognacién centro de todo movi del sacramento} eientitieas en. cuante el capital a la filosofia espontanea dela ciencia, que encuentra su expresién en la tradici6n positivista, forma del optimis- mo liberal que quiere que la ciencia progrese por la fuerza intrinseca de la idea verdadera y que los més “poderosos” sean también por definicién los mds “com- petentes”: alcanza con pensar en los estados antiguos del campo de las ciencias naturales o enel estado actual del campo de las ciencias sociales para percibir la funcién ideclégica de “sociodicea” de esta filosoffa de Ja ciencia que, suponiendo realizado el ideal, excluye la cuesti6n. sobre las:condiciones de realizacién de ese ideal. Planteando que: le propia sociologfa de la ciencia funciona: segin:las:leyes de .funcionamiento de todo campo cientifico que establece la sociologia cientifica de Ja ciencia, la sociologia de la ciencia no se condena al relativismo. En-ofecto, una-sociologia cientifica de la ciencia,(y la sociclogia cientifica que ella contribuye a hacer posible) no puede constituirse sino a condicién de percibir claramente que las diferentes posiciones en ol campo cientifico estén asociadas a representaciones de la ciencia, estrategias ideoldgicas disfrazadas de tomas de posicién epistemoldgicas por las cuales los ocupantes de una posicién determinada tisnden a justificar su propia posicién y las estrategias que ponen en marcha ‘para mantenerla o mejorarla, al tiempo que desacradi- tan a los defensores de la posici6n opuesta y sus estra- togias, Cada sociélogo es buen socidlogo de sus compe- tidoras, puesto que la sociologia del conocimiento o dela ciencia no es mAs que le forma més irreprochable de las estrategias' de descalificacién del-adversario desde el momenio’en-que:toma por objeto #:los'adversarios y a sus.estrategias‘y no al sistema completo de estrategias, es decir el campo de posiciones a.partir'del cual éstas se cngendran.® La sociologfa de la ciencia no es tan dificil Sobre le necesidad de construir como tal el campo intelectual para volver posible una sociologia de los inteloctuales que aoa otra cosa que un intercambiode injuries y de anatemasentre “intelectua- les da derechs” e “intelectuales de izquierda’, vSese P, Bourdieu, ae sino porque el socidlogo tiene objetos en juego jue pretenda describir (en primer lugar, la cientificidac de Ja sociologia, y en segundo lugar la cientificidad dla aociologia que é1 practice) y porque no puede objeti var sus objetos y sus estrategias correspondientes, mas jue acondicidn de tomar por objeto no sélolas estrategia ide sus adversarios cientificos sino también el juego en tantojuego, que dirige también sus propias estrateg as, amenazando con gobernar subterréneamente 51 30 :i0- logfa y su sociologia de la sociologia. “Les fractions de la classe dom:inante et les modes d’appropri tion de Yceuvre d'art”, Information sur les sciences sociales, 18, (5), 974, pp. 7-92. \ ! 87

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