Está en la página 1de 49
Elementos de semiologia Roland Barthes Contenido: Introduccién. I, LENGUA Y HABLA . En lingiistica, En Saussure. La Lengua. El Habla. Dialéctica de la Lengua y del Habla. . En Hielmslev. Problemas. . El idiolecto, Estructuras dobles. Pepe Oud 1.2. Perspectivas semioldgicas 1.2.1, Lengua, Habla y ciencias hu- manas. . Los vestidos. La alimentacién . El automévil, el mobiliario. Sistemas complejos. . Problemas (I): origen de los sisternas. 1.2.7. Problemas (II): la relacion Lengua/Habla. Il. SIGNIFICADO Y_ SIGNIFI- CANTE I. 1. El Signo. II, 1. 1. La clasificacién de los signos. II. 1. 2. Bl signo lingitistico, Il. 1. Forma y sustancia. I. 1.4. El signo semiolégico. I. 2 El Significado. Tf. 2.1. Naturaleza del significado, If. 2.2. Clasi nde los significa. dos lingiiisticos, Il. 2. 3. Los significados semiolégicos. IL. 3. El Significante II. 3.1, Naturaleza del significa: Il. 3. 2. Clasificacién de los signifi- cantes. IL. 4, La Significacién. 11.4.1. La correlacién significativa. 11.4.2. Arbitrariedad y motivacién en lingiifstica. Acbitrariedad y motivacién en semiologia. IL. 4, 1. El valor en lingi 5.2. La articulacién, Il. SISTEMA Y SINTAGMA TIL. 1. Los dos ejes del tenguaje. IIT. 1. 1. Relaciones sintagméticas y asociativas on lingiistica. II]. 1. 2. Metfora y Metonimia en Jakobson. IIL. 1. 3. Perspectivas semiolégicas. MII, 2. Et Sintagma. MII. 2.1. Sintagma y Habla. TIL. 2.2. La discontinuidad. KUL. 2.3. La prueba de conmutacién. II. 2.4. Las unidades sintagméticas. III. 2.5. Las exigencias combina torias. IIE. 2.6. Identidad y distancia de las unidades sintagméaticas IIL. 3. El Sistema. III. 3.1. Semejanza y desemejanza; la diferencia, IIJ. 3.2. Las oposiciones. 15 MI. 3.3. TIT. 3.4. HT.-3. 5. Til. 3. 6. MM. 3.7. La clasificacién de las opo- siciones, Las oposiciones semiolé- sicas, El binarismo. La neutralizacién. Transgresiones. IV. CONNOTACION Y DENO- TACION IV. 1. Los sistemas. IV. 2. La connotacién. IV. 3. El metalenguaje. IV. 4. Connotacién y metalenguaje. Conclusién: la investigacién semiolé- gica. Introducci6n Como la s*miologia no ha sido atin edificada, es comprensible que no exista ningtin manual acerca de este método de andlisis; mas atin: en raz6n de su cardcter extensivo (puesto que seré la ciencia de todos los sistemas de signos), la semiologia no podra ser tratada diddcticamente hasta que esos sistemas hayan sido reconstituidos empfricamente. Sin embargo, para desarrollar paso a paso este trabajo, es necesario disponer de un cierto saber. Circu- lo viciosc del cual hay que salir mediante una informacién pre- paratoria a la vez timida y temeraria: timida porque el saber semiolégico no puede ser actualmente mas que una copia del saber lingiiistico; temeraria porque este saber ya debe aplicarse, al me- mos como proyecto, a objetos no lingiifsticos. Los Elementos que aqui se presentan no tienen otra finalidad que la de desentrafiar de la lingiiistica conceptos analiticos? conside- rados a priori suficientemente generales como para poder iniciar Ja investigaci6n semiolégica. Al reunirlos, no se prejuzga si se mantendran intactos a lo largo de la investigacién, ni si la semio- logia deberA seguir siempre de cerca al modelo lingiiistico.2 Nos contentamos con proponer y aclarar una terminologia, esperando que permita introducir un orden inicial (aun cuando sea proviso- rio) en la masa heteréclita de los hechos significantes: en suma, se trata aqui de un principio de clasificacién de los problemas. Agruparemos pues estos Elementos de semiologia bajo cuatro grandes rubros provenientes de la lingiiistica estructural: I. Lengua y Habla; Il. Significado y Significante; U1. Sistema y Sintagma; IV. Denotacién y Connotacién. Vemos que estos rubros se pre- sentan bajo forma dicotémica; sefialaremos que la clasificacién binaria de los conceptos parece ser frecuente en el pensamiento estructural,? como si el metalenguaje de} lingiiista reprodujera en espejo la estructura binaria del sistema que describe; e indi- caremos al pasar, que seria sin duda muy ilustrativo estudiar la 1, «Un concepto no es por cierto una cosa, pero tampoco es sdlo la con- ciencia de un concepto. Un concepto es un util y una historia, es decir, un haz de posibilidades y de obstdculos insertados en un mundo vivido» (G.-G. Granger, Méthodologie économique, p. 23). 2, Peligro sefialado por Cl. Lévi-Strauss, Anthropologie structurale, p, 58. (Trad. cast.: p. 46). 3. Este rasgo fue sefialado (con cierta desconfianza) por M. Cohen ee moderne et idéalisme», Recherches intern., mayo de 1958, n? 7). 7 no podria haber (al menos para Saussure) una lingiifstica del Habla, puesto que toda habla, desde el momento que es captada como proceso de comunicacién, partenece ya a la Lengua: sdlo hay ciencia de la Lengua. Esto elimina de entrada dos problemas: es indtil preguntarse si hay que estudiar el habla antes que la lengua: la alternativa es imposible: no se puede sino estudiar el habla en lo que tiene de lingiifstico (de «glotico») ; es igualmente initil preguntarse primero cémo separar la lengua y el habla: no es este un paso previo sino por el contrario la esencia misma - de la investigacién lingiifstica (y mds tarde semiolégica) : separar la Iengua del habla, es establecer al mismo tiempo el proceso del sentido, : 1, 1.5. Hjelmslev? no eché por tierra la concepcién saussuriana _ de Lengua/Habla, sino que redistribuy6 sus términos de manera més formal. En la lengua misma (que sigue oponiéndose al acto de habla), Hjelmslev distingue tres planos: 1) el esquema que es la lengua como forma pura (Hjelmslev vacilé en dar a este plano el nombre de «sistema>, «pattern» o «armazén>): es la lengua saussuriana, en el sentido estricto del término; ser4, por ejemplo, la r francesa definida fonolégicamente por su ubicacién en una serie de oposiciones; 2) la norma, que es la lengua como forma material, definida ya por una cierta realizacién social, pero to- davia independiente del detalle de esa manifestacién: serd la r francés escrito); 3) el uso, que es la lengua como conjunto de habitos de una sociedad dada: sera la r de ciertas regiones. Entre habla, uso, norma y esquema, las relaciones de determinacién son variadas: la norma determina el uso y el habla; el uso determina el habla pero es al mismo tiempo determinado por ella; el esquema es determinado a la vez por el habla, el uso y la norma. Vemos asi aparecer (de hecho) dos planos fundamentals: 1) el esquema, cuya teoria se confunde con la teoria de la forma® y de la institu- cién; 2) el grupo Norma-Uso-Habla, cuya teoria se confunde con la teoria de la sustancia ® y de la ejecuci6n; como —segiin Hjelms- lev— la norma es una pura abstraccién de método y el habla una simple concretizacién («un documento pasajero»), encontramos, para terminar, una nueva dicotomia, Esquema/Uso, que se susti- tuye a la pareja Lengua/Habla. Las modificaciones introducidas por Hjelmslev no son sin embargo indiferentes: formaliza radical- mente el concepto de Lengua (con el nombre de esquema) y elimina el habla concreta en provecho de un concepto més social, el uso: formalizacién de la lengua, socializacién del habla, este movimiento permite hacer pasar todo lo «positivo» y lo «sustan- cial» del lado del habla, todo lo diferencial del lado de Ja lengua, lo que tiene la ventaja, como veremos de inmediato, de eliminar 7. L, Hjelmslev, Essais linguistiques, Copenhague, 1959, p. 69 y sigs. 8. Cf. infra, UL, 1, 3. 9. C& infra, TL, 1, 3. del francés oral, cualquiera sea su pronunciacién (pero no la del . "una de las contradicciones, suscitadas por la distincién saussuriana ~ de la Lengua y el Habla. 1.1.6. Gualquiera sea su riqueza y su provecho, esta distincién no deja, sin embargo, de crear algunos problemas. Sefialaremos tres EI primero es el siguiente: ; puede identificarse la lengua con el codigo y el habla con el mensaje? Segiin la teoria hjelmsleviana esta identificacién es imposible, P, Guiraud la rechaza pues con- sidera que las convenciones del cédigo son explicitas y las de la Tengua implicitas,'° pero es sin duda aceptable desde el punto de vista saussuiano, y A. Martinet la admite.!? Puede plantearse un _ problema andlogo si se examinan las relaciones entre el habla y el sintagma.” Hemos visto que es posible definir e] Habla, deride de las amplitudes de fonacién, como una combinadén (variada) de signos (recurrentes) ; sin embargo, a nivel de la lengua misma, existen ya ciertos sintagmas cristalizados (Saussure cita una pala- bra compuesta como magnanimus); e] umbral que separa la Tengua del habla puede entonces ser frégil, ya que en este caso esta constituido por «un cierto grado de “combinacién> ; se intro- duce asi el andlisis de los sintagmas cristalizados, que es sin em- bargo de naturaleza lingiifstica (glética), puesto que dichos sintagmas se ofrecen en bloque a la variacién paradigmatica (ljelmslev da a este andlisis el nombre de morfosintuxis) : Saus- sure habia advertido este fenémeno de pasaje: «Existe también probablemente toda una serie de frases pertenecientes a la lengua, que el individuo no tiene que combinar por st mismo.»™ Si estos estereotipos pertenecen a la lengua y no al habla, y si est proba- do que numerosos sistemas semioldgicos se sirven de ellos, lo que hay que prever es entonces una verdadera lingilistica del sintagma, necesaria para todas las de un escritor, aunque e] estilo esté siempre impregnado de ciertos modelos verbales provenientes de la tradicién, es decir de la’ colec- tividad; 3) se puede por fin ampliar francamente la nocién y | definir el idiolecto como el lenguaje de una comunidad lingiiistica, es decir, de un grupo de personas que interpreta del mismo modo todos los enunciados lingiiisticos; el idiofecto corresponderia entonces aproximadamente a lo que intentamos describir en otra 14. Cf, infra, cap. IV. * Gorresponde a Ja rr espafiola (apicoalvcolar). {N- det TJ 15. R. Jakobson, «Deux aspect du langage...>, Essais de Linguistique générale, Ed, de Minuit, 1963, p. 54; G. L. Ebeling, Linguistique units, Mouton, La Haya, 1960, p. 9: A. Martinet, A functional view of language, Oxford, Clarendon Press, 1962, p. 105, parte con el nombre de escritura° De un modo general, los tan- _ teos que se advierten en Ja formulacién del concepto de idiolecto no hacen mds que traducir la necesidad de una eniidad interme- dia entre el habla y la lengua (como ya Jo probaba la teoria del uso en Hjelmslev), o si se prefiere, de un habla ya instituciona~ lizada, pero todavia no radicalmente formalizable como la lengua. 1.1.8. Si aceptamos identificar Lengua/Habla y Cddigo/ Mensaje, es preciso mencionar aqui un segundo concepto anexo, claborado por Jakobson con el nombre de estructuras dobles (duplex strucs tures) ; no insistiremos en ello pues la explicacién de. Jakobson fue retomada en sus Ensayos de Lingiifstica General (Cap.9). Sélo indicaremos que con el nornbre de estructuras dobles, Jakob- son estudia ciertos casos particulares de la relaci6n general Cédi- go/Mensaje: dos casos de circularidad y dos casos de encabalga- miento (overlapping): 1) discursos que repiten las palabras de un interlocutor, o mensajes en el interior de un mensaje (M/M es el caso general de los estilos indirectos; 2) nombres propios: el nombre significa toda persona a quien se asigna ese nombre, y la circularidad del cédigo es evidente (C/C): juan significa una persona llamada Juan; 3) casos de autonimia («Pez es una sila- ba»): la palabra esté empleada como su propia designacién, el mensaje «cabalga» sobre el cédigo (M/C); esta estructura 3 importante pues abarca las «interpretaciones elucidantes», es decir lag circunlocuciones, sinénimos y traducciones de una lengua a otra; 4) los shifters (o «embragues») constituyen sin duda la estructura doble mas interesante; cl ejemplo mas accesible de shifter lo da el pronombre personal (yo, fi), «simbolo indicial» que retine en si el lazo convencional y el lazo existencial: en efec- to, yo no puede representar a su objeto mas que por una regla convencional (que hace que yo sea ego en latin, ich en aler etc.), pero por otra parte, al designar al emisor, no puede referirse existencialmente a la emision (C/M) ; Jakobson recuerda: que los pronombres personales fueron considerados durazite mu- cho tiempo como la capa mas primitiva del lenguaje (Humboldt), pero que, segtin é1 se trata de una relacién compleja y adulta entre el Cédigo y el Mensaje: los pronombres personales constituyen Ja tiltima adquisicién del lenguaje infantil y la primera pérdida de la afasia: son términos de transferencia dificiles de manejar. La teoria de los shifters parece todavia poco explotada; sin em- bargo, @ priori, es muy fecundo observar, por asi decirlo, la lucha del -cédigo contra el mensaje (la inversa es. mucho més. trivh izds-{y esto. no es mas que una hipétesis de trabajo) lado: de los shifters que son, como vimos, simbolos indiciales, gan la terminologia de Peirce, por donde habria que bus definicién serniolégica de los mensajes situados cn las frop del lenguaje, principalmente’ de ciertas formas del cliscurso jite: 16. Le Degré Zéro de VEcriture, Seuil, 1953. (Trad. cait.; Buenos Aires, Editorial Jorge Alvarez, 1967.) 23 cién de Saussure («en fa lengua no hay més que diferencias»), lo que no es diferenciador pueda de todos modos pertenecer a la Jengua (a la institucién)? Martinet lo piensa asi; Frei trata de evitar a Saussure esta contradiccién, localizando Jas diferencias en los sub-fonemas: p no seria, en si misma, diferencial, sino que solo lo serian, en ella, los rasgos consondntico, oclusivo, sordo, labial, etc. No es este el lugar para resolver estos problemas; desde un punto de vista semioldgico habran servido para revelar Ja nece- sidad de aceptar la existencia de sintagmas y de variaciones no significantes que sean sin embargo «gléticas», es decir, pertene- cientes a la lengua. Esta lingiifstica, poco prevista por Saussure, puede adquirir una gran importancia alli donde reinen los sin- tagmas cristalizados (o estereotipados), lo que es sin duda el caso de los lenguajes de masa, y cada vez que variaciones no signi cantes formen un cuerpo de significantes secundarios, lo que es el caso de los lenguajes de fuerte connotaci6n:** la r «roulé» * es una simple variante combinatoria a nivel de la denotacién, pero en el lenguaje teatral, por ejemplo, revela el acento campesino y participa por consiguiente de un cédigo, sin el cual el mensaje de sturalidad» no podria ser ni emitido ni percibido. {. 1.7, Para terminar con Lengua/Habla en lingitistica, indicare- mos aqui dos conceptos anexos, estudiados a partir de Saussure. El primero es el de idiolecto.1® El idiolecto es «el lenguajé en tanto es hablado por un solo individuo» (Martinet), 0 bien, «el juego completo de los hdbitos de un solo individuo en un momento dado» (Ebeling). Jakobson discutié el interés de esta nocién: el Jenguaje es siempre socializado, aun a nivel individual, pues cuan- do se habla a.alguien se trata siempre mas o menos de hablar su Jenguaje, principalmente su vocabulario ( es muy reducida, pues para eada nivel de precio, la libertad de eleccién del modelo es extre- madamente limitada: no puede ejercerse mAs que sobre dos o tres modelos, y en un modelo, sobre el color o los accesorios. En este caso, seria tal vez necesario transformar la nocién de objeto auto- movil en nocién de kecho automévil. Encontraremos entonces en Ja conducta automévil las variaciones de uso del objeto que cons- tituyen por lo general el plano del habla, ya que ef usuario no puede en este caso actuar directamente sobre el modelo para combinar sus unidades; su libertad de ejecucién apunta a un uso que s¢ desarrolla en el tiempo y en cuyo interior las «formas» provenientes de la lengua deben, para actualizarse, pasar por una serie de practicas sucesivas. Por fin, el Ultimo sistema acerca del cual quisiéramos decir unas palabras: el mobiliario. También & constituye un objeto semantico; la elengua» esta formada a la vez por las oposiciones de muebles funcionalmente idénticos (dos tipos de ropero, dos tipos de cama, etc.), cada uno de los cuales remite, segtin su «estilo», a un sentido diferente, y por Jas reglas de asociacion de las diferentes unidades a nivel de la pieza («amo- blamiento») ; en este caso el «habla» estd formada, ya sea por las variaciones insignificantes que e] usuario puede introducir en una unidad (con trabajos de carpinterfa casera, por ejemplo), © por las libertades de asociacién de fos muebles entre sf. 1, 2.5. Los sistemas mas interesantes, al menos aquellos que de- penden de la sociologia de Ja comunicacién de masas, son sistemas complejos en los que intervienen sustancias diferentes, En el cine, la televisin y la publicidad, los sentidos son tributarios de una~ suma de imagenes, sonidos y grafismos; es pues prematuro fijar, para estos sistemas, la clase de los hechos de lengua y la de los hechos de habla, en primer lugar, mientras no se haya decidido sila «lengua» de cada uno de esos sistemas complejos es origi- nal o simplemente compucsta por las «lenguas> subsidiarias que en ella participan, y en segundo lugar, mientras no se hayan ana- lizado estas lenguas subsidiarias (conocemos la «lengua» lingiiis- tica, pero ignoramos la «lengua» de las imagenes o la de la mi- sica). En cuanto a la Prensa, que podemos considerar razonable- mente como un sistema de significacin auténomo, aun cuando nos limitemos a sus elementos escritos, ignoramos todavia casi todo de un fenédmeno lingiifstico que parece desempefiar en este caso un papel fundamental: la connotacién, es decir el desarrollo de un sistema de sentidos secundarios, pardsito, por asi decirlo, de la lengua propiamente dicha;* este sistema secundario es, tam- bién él, una «lengua» respecto de la cual se desarrollan hechos” de habla, idiolectos y estructuras dobles. Para estos sistemas com- plejos 0 connotados (ambos caracteres no son incompatibles), no es pues posible predeterminar, ni siquiera de un modo global e* hipotético la clase de los hechos de lengua y la de los hechos de habla. I. 2.6. La extensién semiolégica de la nocién Lengua/Habla no deja de plantear algunos problemas, que coinciden, evidentemente, con los puntos en los que el modelo lingiifstico ya no puede ser seguido y debe readaptarse. El primer problema se refiere al ori- gen del sistema, es decir, a la dialéctica misma de la lengua y del habla. En el lenguaje, sélo entra en la lengua lo que fue previamente probado por el habla; a la inversa, un elemento del habla sélo es posible (es decir, solo responde a su funcién de comunicacién) si fue tomado del «tesoro» de la lengua. Este movimiento es todavia, al menos parcialmente, propio de un sis- tema como la alimentacién, aunque !os hechos individuales de innovacién puedan convertirse en hechos de lengua. Pero en la mayoria de los otros sistemas semioldgicos, la lengua estd elabo- rada, no por la “masa hablante” sino por un grupo de decisién; en este sentido puede decirse que en la mayor parte de las len- guas semioldgicas, el signo es verdaderamente «arbitrario»,?° puesto que esta fundamentado de modo artificial por una decisi6n unilate- ral. Se trata, en suma, de lenguajes fabricados, de «logo-técnicas»; el usuario sigue estos lenguajes, toma de ellos mensajes («hablas»), pero no participa en su elaboracién. El grupo de decisién que se en- cuentra en la base del sistema (y de sus cambios) puede ser mas o menos reducido; puede ser una tecnocracia altamente califi- cada (Moda, Automévil) ; puede también ser un grupo mas di- fuso, mas anénimo (mobiliario o confeccién corrientes). Si este carécter artificial no llega sin embargo a alterar la naturaleza institucional de la comunicacién y preserva una cierta dialéctica entre el sistema y el uso, ello se debe por una parte a que, pese a ser impuesto, el contrato no deja de ser observado por Ja masa de los usuarios (si no, el usuario queda marcado por una cierta asocialidad: no puede comunicar m4s que su excentricidad), y por otra parte, a que las lenguas elaboradas «por decisién> no 25. Cf. infra, cap. IV. 26. GE. infra, Il, 4, 3. son totalmente libres («arbitrarias») ; sufren la determinacién de Ja colectividad, por lo menos por las vias siguientes: 1) cuando " flacen nuevas necesidades como consecuencia del desarrollo de las “sociedades (adopcién de vestimentas semi-curopeas en los paises _ del Africa contemporanea; nacimiento de nuevos protocolos de —alimentacién répida en las sociedades industriales y urbanas) ; 2) _ cuando imperatives econémicos determinan la desaparicién o la promocién de ciertos materiales (fibras sintéticas); 3) cuando la ideologia limita la invencién de las formas, la somete a tabties y reduce en alguna medida los margenes de lo «normal», De un modo mas general, puede decirse que las elaboraciones del grupo de decisién, es decir las logotécnicas, no son, a su vez, més que | los términos de una funcién cada vez més general, que es lo imaginario colectivo de la época: de este modo, la innovacién individual es trascendida por una determinacién sociolégica (de grupos restringidos) y esas determinaciones sociolégicas remiten a su vez a un sentido final, de naturaleza antropoldgica. 1.2.7. El segundo problema planteado por la extensién semiolé- gica de la nocién Lengua/Habla apunta a la relacién de «volu- men» que puede establecerse entre las «lenguas» y sus chablas». En el Jenguaje, existe una desproporci6n muy marcada entre la lengua, conjunto finito de reglas, y las «hablas» que se jubican bajo esas reglas y cuyo nimero es prdcticamente infinito. Puede suponerse que un sistema como la alimentacién presenta todavia una importante diferencia.de voltimenes, puesto que dentro de las «formas» culinarias, el ntimero de modalidades y combinacio- nes de ejecucién es muy clevado; pero hemos visto que en sis- temas como e] automévil o el mobiliario, Ja amplitud de las va- riantes combinatorias y de las asociaciones libres es reducida: hay BE poco margen —al menos reconocido por la propia institucién— i entre el modelo y su «ejecucién»: son sistemas en los que el «habla» es pobre. En un sistema particular como la Moda escrita, este habla e incluso practicamente nula, de modo que en este caso estamos, paradéjicamente, frente a una lengua sin habla (hecho que, como vimos, s6lo es posible porque esta lengua esté «sostenida> por el habla lingiifstica). La posible existencia dé lenguas sin habla o con habla muy pobre exige necesariamente revisar la teorla saussuriana segiin la cual la lengua no es mAs que un sistema de diferencias (en cuyo caso, siendo completamente | enegativa», no puede percibirse fuera del habla), y ampliar la pareja Lengua/Habla mediante el agregado de un tercer elemento, . presignificante, materia o sustancia, que seria el soporte (nece- sario) de la significaci6n. En una expresién como «un vestido largo 0 corto», el evestido» no es mds que el soporte de una va- riante (largo/corto) que pertenece por entero a la lengua ves- timentaria; distincién desconocida en el lenguaje, donde el sonido es considerado como inmediatamente significante, y no puede, por consiguiente, descomponerse en un elemento inerte y un ele- mento semAntico. De este modo habria que reconocer en los sistemas semiolégicos (no lingiiisticos) tres planos (y no dos): el plano de la materia, cl de la lengua y el de} uso. Esto permite evidentemente dar cuenta de. Jos sistemas sin «ejecucién», puesto que el primer elemento asegura la materialidad de la lengua; reor- denamiento tanto mas plausible cuanto que se explica genética- mente: si en esos sistemas la «lengua» necesita «materia» (y no ya chabla»), es porque, a diferencia del lenguaje humano, tienen en general un origen utilitario y no significante. Il. SicNiricapo y SIcNIFICANTE IL 1. El signo. IJ. 1. 1. El significado y el significante son, en la teoria saussu~ riana, los componentes del signo. Ahora bien, el término signo, presente en vocabularios muy diversos (de la teologia a la me- dicina) y cuya historia es muy rica (del Evangelio *? a Ja ciber- nética), es por eso mismo sumamente ambiguo. Por esta raz6n, antes de volver a la acepcién saussuriana, hay que decir algunas palabras acerca del campo racional en el que ocupa,un lugar, que, como veremos, es fluctuante. En efecto, segin Jos autores, Signo se inserta en una serie de términos afines y desemejantes: Sefial, indice, icono, simbolo, alegoria son los principales rivales del signo. Senalemos en primer lugar que todos estos términos tienen un elemento comin: todos remiten necesariamente a una. relacién entre dos relata;** por consiguiente, este rasgo no podria distinguir ninguno de los términos de la serie, Para encontrar una variacién de sentido, habra que recurrir a otros rasgos, que pre- sentaremos aqui bajo la forma de una alternativa (presencia/ ausencia): 1) la relacién implica o no implica la representacién psiquica de uno de los relata; 2) la relacién implica 0 no implica una analogia entre los relata; 3) la conexién entre los dos relata (el estimulo y su respuesta) es inmediata o no lo es; 4) los relata coinciden exactamente, o por el contrario, uno «desborda> el otro; 5) la relacién implica o no implica una vinculacién exis- tencial con quien Ja usa.*® Segiin que estos rasgos sean positivos © negativos (marcados 0 no marcados), cada término del campo se diferencia de sus vecinos; hay que agregar que Ja distribucién del campo varia de un autor a otro, provocando las consiguientes contradicciones terminoldgicas, Estas coniradicciones se pondrén facilmente de manifiesto mediante el cuadro de coincidencia de los rasgos y de los términos, segtin cuatro autores diferentes: 27, J.P. Charlier, «La notion du signe ( onuetov ) dans le IVe. évangiles, Revue des sciences philos. et théol., 1959, 43, n° 3, 434-48. 28. San Agustin lo expresé muy claramente: «un Signo es una cosa qué, ademds de la especie presentade por los sentidos, trae por si misma al pensamiento aleura otra cosa.» 29. Gf. los shifters y simbolos indicativos, I, 1, 8. 30 Hegel, Peirce, Jung y Wallon (la referencia a algunos rasgos, marcados o no marcados, puede estar ausente en ciertos autores) : Sehat | Indice | Teono | Simboto | Signo | Alegoria \ 1. Represen- | Wallon | Wallon | | Wallon | Wallon | tacin es 4 Ee { | : Hegel -+ | Hegel — | | Wallon -+} Wallon — 2, Analogia | Peirce | Peirce 3. Inmediatez | Wallon | Wallon | | SS | 7 j 4. Adecua- Hegel — | Hegel + cién Jung— | Jung + | Wallon | Wallon + | | ee | 5. Existen- Wallon | Wallon cialidad = — 2 Peirce Peirce oe sek Jung + Jung — Vemos que la contradiccién terminolégica se centra esencialmente en indice {para Peirce el indice es existencial, para Wallon no Jo es) y en simbolo (para Hegel y Wallon hay una relacién de analogia —o de «motivacién»— entre los dos relata del simbolo, pero no para Peirce; ademés, para Peirce el simbolo no es exis- tencial, en tanto que para Jung si lo es. Pero también puede verse que estas contradicciones —legibles aqui yerticalmente- se explican muy bien, o mejor dicho, se compensan por traslacio- nes de términos a nivel de un mismo autor —traslaciones legibles horizontalmente—: por ejemplo, para Hegel el simbolo es analé- gico por oposicién al signo, que no lo es; y si no Io es para Peirce es porque el icono puede recoger ese rasgo. Resumiendo, y para decirlo en términos semiolégicos, ya que aqui reside el interés de este breve estudio «en abismos, esto significa que las palabras del campo no adquieren sentido mas que por oposicién (por lo ge- neral en pareja)y que si se salvaguardan esas oposiciones, el sen- tido no tiene ambigtiedad; especialmente, senal e indice, simbolo y signo son los instrumentos de dos funciones diferentes, que pue- den a su vez entrar en oposicién general, como en el caso de Wallon, cuya terminologia es Ja mas clara y completa;99 icono y 30. H, Wallon, De Pacte & la pensée, 1942, pags. 175-250. 3 n confinados al vocabulario de Peirce y Jung. Di- con Wallon, que la sefial y el indice forman un grupo lata desproyistos de representacion psiquica, en tanto que en el grupo adverso, simbolo y signo, esta representacién existe; que ademas, 1a sefiel es inmediata y existencial, frente al indice que no Jo es (no es mas que una huella) ; y que por fin, en el simbolo la representacién es analégica e inadecuada (el cristianismo «des- borda» la cruz), frente al signa, en el cual la relacién es inmoti- vada y exacta (no hay analogia entre la palabra buey y la ima- gen buey, que esta perfectamente recubierta por su relatum). IL. 1.2. En lingiifstica, la nocién de signo no provoca rivalidades entre términos vecinos. Para designar Ja relacién significante, Saussure sustituy6 de inmediato simbolo (porque el término im- plicaba una idea de motivacién) por signo, definido como la unién de un significante y un significado (a la manera del anverso y el reverso de una hoja de papel), o bien de una imagen aciistica y de un concepto. Hasta que Saussure no encontré las palabras significante y significado, signo fue muy ambiguo pues tenia ten- dencia a confundirse s6lo con e} significado, situacién que Saus- Sure queria evitar a toda costa; después de haber vacilado entre soma y sema, forma e idea, imagen y concepto, Saussure opté por significante y significado, cuya unién forma el signo; proposicién fundamental sobre la cual es necesario insistir pues se tiene la tendencia a asimilar el signo al significante, cuando se trata en cambio de una realidad bifasica. Lo consecvencia (importante), es que, al menos para Saussure, Hjelmslev y Frei, como los sig nificados forrman parte de los signos, la semantica debe formar parte de la lingiiistica estructural, en tanto que para los meca- nicistas americanos, los significados son sustancias que deben ser expulsadas de la lingitistica y ‘dirigidas hacia la psicologia. Desde Saussure, la teoria del signo se enriquecié con el principio de la doble articulacién cuya importancia fue seftalada por Martinet, hasta el punto de convertirla en el criterio de definicién del len- guaje: entre los signos lingitfsticos, hay en efecto que separar las unidades significativas, cada una de las cuales posee un sentido (las «palabras», o para ser mas exactos, los emonemas») y for- man la primera articulacién, de las unidades distintivas, que par- ie ticipan de la forma, pero que no tienen directamente un sentido (slos sonidos», 0 mejor dicho los fonemas), y que constituyen la segunda articulacién, la doble articulacién da cuenta de la economia del lenguaje humano; constituye en efecto una suerte . de desmultiplicacién poderosa, que permite, por ejemplo, que el espaol de América, con tan s6lo 21 unidades distintivas pueda producir 100.000 unidades significativas, Il. 1,3. El signo esté pues compuesto de un significante y un significado. El plano de los significantes constituye el plano de expresion y el de los significados el plano de contenido. En cada uno de estos dos planos Hjelmslev introdujo una distincién que puede Ser muy importante para el estudio del signo semiolégico (y no s6lo lingiiistico). Cada plano implica pata Hjelmslev, dos strata: la forma y la sustancia; hay que insistir sobre la nueva definicién de estos dos términos, pues cada uno de ellos tiene un frondoso pasado lexical. La forma es lo que Ja lingiiistica puede describir en forma exhaustiva, simple y con coherencia (criterios epistemolégicos), sin recurrir a premisas extralingitisticas, La sus- tancia es el conjunto de los aspectos de los fenémenos lingiiisticos que no pueden ser descritos sin recurrir a premisas extralingiifsti- cas. Puesto que estos dos strata se encuentran en el plano de la expresin y en el plano del contenido, tendremos entonces: 1) una sustancia de la expresién: por ejemplo Ja sustancia fénica, articu- latoria, no funcional, de la que se ocupa la fonética y no la fono- logia; 2) una forma de la expresién, constituida por las reglas paradigmiticas y sintdcticas (se advertira que una misma forma puede tener dos sustancias diferentes, una fénica y la otra pra- fica) ; 3) uma sustancia del contenido: es el caso, por ejemplo, de los aspectos emotivos, ideolégicos o simplemente nocionales del significado, su sentido «positivo»; 4) una forma del contenido: es el caso de la organizacién formal de los significados entre si, por ausencia o presencia de una marca semantica;*! esta iltima nocién es dificil de captar, en razén de Ja imposibilidad en que nos encontramos, frente al lenguaje humano, de separar los sig- mficados de los significantes; pero por eso mismo, en semiologia, la subdivisi6n forma/sustancia puede volver a ser util y facil de mianejar en los siguientes casos: 1) cuando nos encontramos frente a un sistema en el que los significados se sustancializan en una sustancia que no es la de su propio sistema (es el caso, como vi- mos, de la Moda escrita); 2) cuando un sistema de objetos im- plica una sustancia que no es inmediata y funcionalmente sig- nificante, sino quiz4s, a un cierto nivel, simplemente utilitaria: tal alimento sirve para significar una situacién pero también para alirnentarse. II. 1.4, Esto permite tal vez prever la naturaleza del signo semio- légico con respecto al signo lingiiistico. Como su modelo, el signo semiolégico esta también compuesto por un significado y un sig- nificante (en el cédigo de transito, el color de un semaforo por ejemplo, es una orden de circulacién), pero se separa de él a nivel de las sustancias. Muchos sistemas semiolégicos (objetos, gestos, imagenes,” tienen una sustancia de la expresién cuyo ser no reside en Ia significacién: son con frecuencia objetos de uso, que la sociedad deriva hacia fines de significaci6n: el vestido sirve para protegerse, la alimentacién para alimentarse, aunque 31. Aunque muy rudimentario, el andlisis que damos aqui, cf. I, 1, 1, se refiere a la forma de los significados «signo», «smbolo», «ndicer, «sefiale. 32, En realidad, habria que poner aparte ¢l caso de Ja imagen, pues la imagen es inmediatamente «comunicante», si no significante. o31

También podría gustarte