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EL RENACIMIENTO SERIE GENERAL Director: GONZALO PONTON @ 008 (Aj Bok ae) Cenacimieuty p- 856 e uo, aan PETER BURKE h EL RENACIMIENTO ‘Traduccion castellana de ‘CARME CASTELLS CRITICA GRUPO GRUALBO.MONDADOR! BARCELONA inn sgromente roids, sin awoincion eta de suites Se cone bao ns aioe eabesns en ns ee, in eprossa {cial preg es oba por caer mello oproetinint, compres ‘dos epoaatin lament norman, Ta Gstibooba Ge em rc the maton lee 9 pte pace Marallos Esacan, Lt, Londres se: Per Bure © Lom eis radu caslana pra Expatay Andis CCRITICA (Gato Comer S.A) AYRES, 35, 8013 Berens Ismye ts83 6 Deptt ea. 8.621953 Imprwo e Bspana 1, EL MITO DEL RENACIMIENTO EL historiador holandés Johan Huizinga escribié que «la palabra Reracimiento evoca en el softador la imagen de un pasado de belleza, de plirpura y oro» [9].* O para ser exactos, Jo que ven reflejado en su mente es El naci- mmiento de Venus, de Boticelli, el David de Miguel Angel, 1a. Mona Lisa de Leonardo, Erasmo, los catillos del Loira, ylla Reina de les hadas,** todos mezclados en una ima- gen de una edad de oro de la creatividad y la cultura, Esta imagen del Renacimiento —con R maylscula—, se remonta hasla mediados del siglo xix, al historiador francés Jules Michelet (que estaba fascinado por clla), al critico John Ruskin (que la desaprobaba) y, sobre todo, al erudite suizo Jakob Burckhardt, cuyo famoso texto La cultura del Renacimiento en Italia (1860) des- cribia este periodo utilizando dos coneeptos, el de «indi- vidualismo» y 21 de «modernidad». Segtin Burckhardt, + Los mmeon exe cree etn as stern biogas (eae 9p 1011-08 ae) 20 TB er eine The Fore Quon, del pot ngs msn Speer (Lanes, 35 155), sormentari eric sabe mee ya po en (0 eb) 8 a mec «en la Edad Media, la conciencia humana permahecia, ‘como eubierta por un velo, softando o en estado de duer- ‘mevela ...y el hombre s6lo se reconocia a si mismo como, ‘miembro de una raza, pueblo, partido, familia w otra forma cualquiera de lo colectivo». Fue en Italia, en el Renacimiento, «donde se desvanecié en el aire ese velo por primera vez ... el hombre se convirtié en un indivi- duo espiritual, y se reconocié como tab» [1, 2.* parte). EL Renacimiento es sinénimo de movlernidad. Para Burck- hhardt, ol italiano «fue el hijo primogénito de la Europa. moderna», Pettarca, pocta del siglo xtv, fue «uno de los primeros hombres realmente modernos». Fue en Italia donde dio comienzo la gran renovacién del arte y de las ideas, y posteriormente estas nuevas actitudes y formas artstcas se difundieron por el resto de Europa. Esta idea del Renacimiento es un mito. Desde luego, «mito» es un término ambiguo, y aqui lo utilizamos de- liberadamente en un doble sentido. Cuando los historia- dores profesionales aluden a los «mitos», por lo general se refieren a relatos del pasado que se pueden conside- rar como falsos, 0 en cierta manera engatiosos. En el cetso de la descripcién que Burckhardt hace del Renaci- rmiento, los historiadores ponen en tela de juicio, por exagerados, los espectaculares contrastes que el autor sefiala entre ef Renacimiento y la Edad Media, y enire Italia y el resto de Europa, ya que tales contrastes se producen por no haber tenido en cuenta las diversas in- novaciones que se realizaron durante la Edad Media, la pervivencia de actitudes tradicionales en el siglo xvt € incluso mas tarde, ni tampoco el interés de los italianos por la pintura y por Ia misica de los Paises Bajos. EL Mro DEL RENACIMIENTO ° EL segundo sentido del término «anitoy es mas litera- rio, Un mito es un relato simbélico que narra las viis tudes de unos personajes sobrehumanos (por su excels tud 0 por su mezquindad); es un relato moral, y para ser exactos, un rlato sobre el pasado cuya funcién es la de explicar o justficar algunos aspectos de la realidad actual. El Renacimiento de Burckhardt es también un mito en este sentido. Los personajes de su relato —bien sean héroes como Alberti y Miguel Angel, o villanos como los Borgia— son todos ellos sobrchumanos. Y ese mismo relato explica y justifica a la vez el mundo mo- demo. Bs un Felato simbélico, en el sentido que descti= be un cambio cultural utilizando las metéforas del des- pertar y del renacer, metéforas que no son puremente decorativas, sine un elemento esencial de la interpreta- cidn de Burckhardt ‘Tales metéforas o alegorias no eran nada nuevo en la época de Burckhardt. Desde mediados del siglo x1v, tun gran niimero de eruditos, escrtores y artistas, en Ita- lia y en todas pertes, dieron en utilizar las imagenes de la renovacién para describ su sensacién de estar vivien- dlo.en na nueva épaca, tina edad de regenerncién, res tauracién, remembranza, renacimiento, redespertar 0 reemerger a Ia uz tras la época que ellos fueron las pei= ‘eros en describir como «la edad oscuran, Y tampoco entonces tales metéforas eran nuevas. Ya 1 poeta Virgilio, pinté en su cuarta Fgloga un vivo re- trato del retornc de la edad de oro. La idea de renaci- ‘miento estd también claramente expresada en el Evange: lio segiin san Juan: «En verdad os digo que aquel que ng nazea de nuero del agua y del Espiritu Santo no po- — 10 ek menace dri entrar en l reino de los celos». Lo més caractris- tico del uso de estas metiforas, en el periodo compren- dido entre tos afos 1300 al 1600 del que nos estamos ‘ocupando, fue su aplicacién a un movimiento de cariz tnds intelectual y artatico que politico o religioso. En la déceda de 1430, Leonardo Bruni deseribié a Petrarce fcomo «el primero que posey6 una gracia y un genio tax Jes que pudo reconocery traer de nuevo a Ia luz la ant- gua elogancia de estilo, que estaba perdda y extinguida». Y Brasmo coment al papa Leén X que «nuestra época puede convertirse en tna edad de oro» gracias al renaci- Iniento del saber y de la piedad, mientras que Giorgio Yasar organiz6 sus Vidas de pintores, escultores y ar- quitectos en torno a la idea de renovacion de las artes, dividida en tres fases: desde sus incios en la época de Giotto hasta las figuras culminantes de Leonardo, Re- faely, sobre todo, del propio maestro de Vasari, Miguel Angel. ‘Como todas las autovalorasiones Jas de los intele: cuales y artistas del Renacimiento resultan reveladoras y a la vez inducen a error. Como otros hij que se rebe- Tan contra la generacion de sus padres, csos hombres tenfan contraida una gran deuda con Ia Edad Medi que tan a menudo denostaban. Acentuaban su distancia con respecto al pasado reientey al propio tiempo minimiza- ban la que les separaba del pasado remoto, la Antigte- dad que tanto admiraban. La concepcin que tenian de fu renacimiento era un mito, en el sentido que presenta- bbe una imagen distorsionada del pasado; era un suefo, tn anhelo, y también una reactualizaci6n o una repre sentacién del antigo mito del eterno retorno {10, cap. X BL MITO DEL RENACINNENTO n | Blerror de Burckhardt comsistié en creer al pie de la Jeara la versién de lo artistas ¢ inteletuales dl periodo, haciendo suya de manera literal esa concepeidn de rena- ‘cimiento, y reeleborindola en su libro. Ala vieja férma- Ja dela restauraién de las artes y del resurgi de la An- tieUedad clésica, Burckhardt aNadié elementos nuevos, como los de individualsmo, realismo y modernidad. En su caso, result apropiado aplicar el proverbio de E. H. Carr: «Antes deestudiar historia, estudia al historiador>, Ya que sin duda existieron razones personales que expli- can su atraccide. por este periodo la imagen que tenia de 4. Para Burckhardt, Italia signifiaba, tanto en pa- sado como en presente, una huida de una Suiza que con sideraba sombria y remilgada, En su juventuditaianiz6 su nombre, firmando «Giacomo Burcardo>, y se desci- bia a si mismo como «un buen individuo», al tiempo due caracterizaba al Renacimiento como una época de individualsmo. Pero estas razones personales no son su- ficientes para explicar el éito de la mueva definicion, mi of ereciente inte:és por el Renacimiento que se dio a fi- nales del siglo pasado (entre incelectuales como Walter ater, Rohert Browning y John Addington Symonds en Gran Bretafa, y sus equivalentes en otros paises). Para comprender tal Sxito debemos recordar el culto cuasire- ligioso por las artes que se profesaba en los nuevos tem plos, lamados cmuseos», asi como fa preocupacién que por el erealismo y el «individusissmoy sentian los artis- {as y escrtores del silo 20x. estos, al igual que Erasmo ‘Vasari, proyedaban sus ideale hacia el pasado, crean- Wo su propio mito de una edad de oro, de un milagro sultural 2 fe RENACIMIENEO Pero ain hoy en dia hay quien toma en serio este mito del Renacimiento, y gracias a él siguen ganando dinero las cadenas de television y las agencias de viajes. Por el contrario, a los historiadores profesionales cada ‘vez les resulta menos satisfactoria esta version de Ia épo- ‘ca renacentista, aunque el periodo y el movimiento tes sigan pareciendo atractivos. El quid de la cuestin esté en que el gran edificio crigido por Burckhardt y sus con- tempordneos no ha resistido el paso del tiempo. Para ser exactos, lo han erosionado especialmente las invest ‘zaciones de los medievalistas (10, cap. XI], euyos argu- mentos, articulades en torno a un sinfin de detalles, pue- den sin embargo resumirse en dos lineas generales. En primer lugar, existen razones para afirmar que los Hamados «hombres del Renacimiento» eran en reali ‘dad bastante medievales. Su comportamiento, postula- dos ¢ ideales eran mas tradicionales de lo que tendemos 1 creer y de lo que ellos mismos pensaban. Hindsight sugiere que incluso Petrarea, «uno de los primeros hom- bres realmente modernos» segin Burckhardt, y un per- sonaje del que nos volveremos a ocupar en estas paci- has, por su ercativided tanto poétiea como intelectual, tenfa muchos puntos en comtin con la épgca que él mis- mo describié como «oscura» [72]. Dos de los més famo- 08 libros escritos en el siglo xvt, BY cortesano y El prin- cipe, estén més préximos a la Edad Media de lo que parece. EI cortesano de Castiglione esté inspirado en las tradiciones medievales de Ia cortesanta y del amor cor- ‘és, asi como en textos eldsicos como el Bangquete de Platon y el De los deberes de Cicerén (63). Incluso El principe de Maquiavelo, que algunas veces modifica de- BL Mivo Det RBUACHAENTO B liberadamente el saber convencional, pertenece hasta cierto punto a un género medieval, el de los llamados ‘aespejos» © libros de aviso para gobernantes [29, 68] En segundo lugar, Jos medievalisas han reunido da- tos suficientes para afirmar que el Rénacimiento no fue ‘un.acontecimiento-singular, como en un principio creye~ ron Burckhardt y sus contemporaneos, de manera que bien podsamos usar este trmino et plural. Exitie ron(Varios Atenacimientos» en la Bdad Media, especial smictilé en el siglo > y en la época de Carlomagno. En ‘ambos casos produjo una combinacién de logros ar- tisticos y litereris, con un resurgimiento del interés por las enseftanzas clésicas, y también en cada uno de ellos los contempordneos consideraron que la suya era una Epoca de resauracién, renacimiento 0 «renovacién» i, 78). ‘Algunos espiritus audaces, como el del diftnto Ar- rnold Toynbee, en su Estudio de la Historia, han avan- zado alin més en esa dirceci6n y han descubierto renaci- _mientos fuera de Buropa occidental, en Bizancio, en el 0 islémico e incluso en el Lejano Oriente. Toynbee escribié cal uilizar la palabra renacimiento como un ‘nombre propia, nos hemos permitido caer en el error de considerar como un acontecimiento tinico lo que en rea- lidad no es mas que una manifestacién concreta de un fendmeno histérico recurrente» [88]. Su «no es més que reduce un movimiento complejo a una de sus caracteris- ticas, pero seguramente Toynbee esté en lo cierto al tra- tar de sieuar al Renacimiento-en-la-historia-mundial, y al peestar atercién a los resurgimientos del «ielenismo» (como él designa a la tradicién clésica), que se produje- “ 1 RENACIAIENTO son allende ls foneras de Ia Europe occidental, es wo a ecuperaion de tasonesaurLnas cave eee Gainey Japon. Al asa qe las pconss, cade tae Genta dene aus carters Dropsh pero 6D read tds pateneten ala za «fl See gut debemos eters? Exist eh ro den Ronit? Sf esrbmos como wa 69 weet a de purpura yor, como s fuse un miro Sutera and, ome sia aparcn dee nds tad vnpste seria io Sten cambio wiamos tet no an prio de Tos lores consegldos ca sida Matin ode fos que proteron fuera de Buro- Baad Meese un detemiado cimul Ge cams vey Pe onl ra oveidetl pares considera teeing un eoneetooxganiziv qu ain ene widad. wegen eierretacién de ste clo de cam- Tost objetivo del reo de execs. 2. ITALIA: RESURGIMIENTO E INNOVACION Pose a Ia necesidad de revisar la version cominmen- te aceptada del Renacimiento, que presenta a Italia como activa y creativa y al resto de Europa como pasiva imitativa, resulta ineludible empezar por Italia. Ast pues, este capitulo es dedicado a los principales cambios ‘ocurridos en el arte, Ia literatura y las ideas, desde Giot 10 (a. 1337) hasta Tintoretto (1518-1595), y desde Pe- ‘rarca (1304-1374) hasta Tasso (1544-1595). ¥.trataré de situac estos cambios —sean resurgimientos 0 innovaci fee en su conextosocioelteral,Paese obvi queen tie palode-no ble carne de indyidualdades cea- tira, hombres (en su mayerla eran faronel) que dea- ron en sus obras la huella de su personalidad. De igual aver, al ebvervaos el curso Gel eamblo altura en Talis dante todo el paiod, es deen los tes silos, gue van del 1300 hasla 1600, veremos que también ——LU—"_-_C. Coletvoe, dads que se trabelaba en pequetsstupoe, LL —_—C 16 HL ReNAcINTO predecesores. En un ensayo relativamente breve como el presente, me parece mis adecuado reseltar lo coletivo y tratar de contemplar el movimiento renacentista como un todo Una de las caracterstcas especialmente distintvas de {ode paride, Es en la arquitectura donde resulta mas obvia la re- > cuperacion de las formas clisicas, desde las plantas ba- Jas hasta los detalles ornamentales (83, caps. 26-27] Y no resulta sorprendente cl que esta recuperacién de la arquitectura griega y romana se produjese en Italia, donde’se conservaban, mas 0 menos intacta, diversas construeciones cldsicas, como el Panteén (lémina 5), el Coliseo, el Arco de Constantino y el teatro de Marcelo (Godos ellos en la misma Roma), a la vez que las con- diciones climéticas del sur de Europa permitian, més een cualquier otro lugar Ia imitacién de estos edifi- cios. Generaciones de arquitectos, entre los que se con- taban Filippo Brunelleschi (1377-1446), Donato Braman- te (@ 1444-1514) y Andrea Palladio (1508-1580), fueron a Roma a estudiar y a medir esos edificios para poder Immitar los principios sobre los que estaban construidos. En sus estudios contaron con la ayuda de un tratado de aarquitestura escrito por Vitrubio, que se conservaba des- de los tiempos de la antigua Roma. En estos Diez libros sobre arquitectura, publicados por ver primera aproxi- ‘madamente en 1486, Vitrubio resaltaba la necesidad de 1 Un artista dl norte Roma Masten van Heemskerck. 8 st renaciansro mantener Ia simetria y las proporciones, comparando la estructura de un edifisio con la del cuerpo humano. Asi- mismo explicaba las reglas para el uso correcto de. los «tres drdenes, es decir, las colurmnas déricas, jonias y corintias, con sus correspondientes frisos ¥ cornisas. El sistema de proporciones clisico se utilizé en edificios ta- les como las iglesias florentinas de San Lorenzo y del Santo Spirito, construidas por Brunelleschi, y en la de ‘San Francesco, en Rimini, de Leon Battista Alberti. La iglesia de San Pietro in Montorio, en Roma, construida por Bramante en 1502 (lémina 2), rompié con la tradi cional planta cruciforme de las iglesias medievales, para, adoptar Ia planta circular tipica de un templo romano. De abi cl apelativo familiar de Tempietto (pequetio tem- plo en italiano) de la que fue la primera iglesia totalmen- te construida en estilo dérico. También recuerda a un templo romano el gran pértico de la Villa Foscari, de Palladio, conocida popularmente como La Malcontenta, que se erigié en Fusina, no lejos de Venecia, alrededor de 1560. En esta villa se util bio, las casas de campo y las villas romanas no habian resistido el paso del tiempo, de manera que las villas enacentistas, desde Poggio @ Caiano en la década de 1480, hasta Pratolino en la década de 1570 (construidas para la familia Médicis), estaban inspiradas en las des- cripciones que hizo el antiguo eseritor romano Plinio el Joven de sus casas y jardines (21, 22 y 23} n al caso de la escultura, no se contaba con ninein tratado antiguo como el de Vitrubio, pero los modelos Horme importaucia (18, 19). El escu! 1 Antigidad econsrida:la vee la de Apes. 20 mACIACENTO tor Donatello fue # Roma, como su amigo Bruneleschi, a estudiar los vestigios de la Antighedad clésica, mien. tras que Buonaccolsi (apodado Antico), que se hizo fa- rmoso par sus pequeios bronces, fue enviado a Roma con el mismo propésito por su patron, el marqués de Mantua. Hacia 1500 estaba de moda entre Ios italianos refinados el coleccionar piczas clisicas, siendo uno de tos mayores entiiastas el pai Tulio II. Julio era el pro- pitario de la mayoria de obras de arte que se habian encontrado hasta entonces, incluyendo et Apolo de Bel- vedere (que debia su nombre a la villa papal en la que estaba expuesto), y el atin mds famoso Laoconte que ‘lustraba una escens de la Hada de Homero, en la que un sacerdote treyano fue cstrujado por unas serpientes enviadas por Apolo. Los muevos péneros de la escultura ‘epacentista eran por Jo general reediciones de Jos uehe. 105 clisieos, como Tos bsios, los monumentos ecuestres ‘Tas figuras o grupos con representaciones dela mitolo- aia clésica, como el Baco del joven Miguel Angel (Kimi- na 4), que imité con tanto acierto el estilo elisico que durante un tiempo se creyS que era una genuina an- tigiedad. Encl caso de Ia pintuca reultaba mucho mis diffe encontrar fuentes y modelos antiguos. No habia ningiin quivalente de Vitrubio ni de Laoconte, y la pinturaclé- sica —a excepeién de algunas decoraciones en la Domus ‘Aurea de Nerén, en Roma— era desconocida en la época ¥ continué signdolo hasta las excavaciones de Pompeya, a finales del siglo xvm. Como sus colegas en arquitec- tura y escultura, los pintores trataban (Fuese por deseo propio o exhortados por sus patrones) de imitar a los antiguos, para lo que tenfan que reeurir a métodos més 4. La Anigeda reomstruda, Hse Baco de Miguel Angel 2 Bt RenACHnENTO indirectos haciendo que sus modelos posasen al estilo de Jas esculturas clasicas mas famosas, o tratando de recons- truir las pinturas cldsicas perdidas a partir de las descrip lones presentes en textos iterarios [3, 12]. La Calumnia de Botticelli (limina 3), por poner un ejemplo, sigue la Aescripeién del escritor griego Luciano de una obra per- ida de Apeles. También se intent6 establecer unas re- elas pict6ricas a partir de las criticas lterarias de los an- tiguos, ereyendo que, segtin dijo Horacio, ala pintura es como la poesian. También en el campo de la musica —es- pecialmente entre 1540 y 1560— se realizaron intentos de secrear el antiguo estilo a partic de fuentes iteratias, en este caso a partir de los tratados clisicos [53] Elejemplo de la Antigitedad estimulé también el auge del retrato como género independiente. Los retratos del siglo xv solian pintarse de perfil, imitando las cabezas de Ios emperadores que aparecian en las monedas roma- nas, y normalmente se prolongaban hasta un poco més abajo de los hombros, a semejanza de los bustos de mar- ‘mol. No fue hasta el aflo 1500 aproximadamente cuan- do Leonardo, Rafael y otros artistas prescindieron de este convencionalismo para producir obras sin ningiin precedente clisico, en las que el modelo aparecia de fren- te, o mostraba tres cuartas partes de su rostro, con pla- ‘nos de medio cuerpo 0 de euerpo entero, sentado 0 de conversando con sus amigos o dando érdenes a los dos [75]. __s Sin embargo, en la pintura se produjo Gf avane? cru- al ave nada fens que ver con la Anigdeda desea Dimignto de las leves de la perspectiva lineal. Es posible cue los artistas clésicos hubiesen conocido estas Leyes, 5. Un paraigma isin: a Pants, on Roms, oe Cm ee ma - Kad S CF as 7 Bor: % Ayer! sorne| Py 2 nenacaenero pero en todo caso se habian perdido hasta que Brune- Ieschi y sus amigos las redescubrieron en el siglo xv. Este ejemplo pone de manifesto la afinidad entre ambas épocas y suglere que estos paraleismos no puedes! expli- carse sélo en términos de imitacién (18) ‘Tanto en Ja época clésica como en el Renacimiento, tos artisas sentian gran preocupacién por la apariencia de las cosas, ie Burekhardt denominé «realismon. Ca Palabra aparece entrecomillada no s6lo porque tenga ims de un significado (estilo ilusionista; tema tomado de la aida realy, sea ¢s0 lo que sea, y asi sucesivamente), sino también porque todos los artistas representan lo que para ellos es real y porque ningtin arte esté libre de con- ‘venciones. Incluso la perspectiva puede considerarse, segin 4! historiador del arte Edwin Panofsky, «una forma sim- bélicay. Por decilo de otro modo, Fepresentar el mundo de acuerdo con sus leyes significa aoeptar unos valores determinados y rechazar otros [18] En el caso de los artistas medievales, estos valores hhabjan de inferirse de su obra, con el consiguiente ries- go de producir un argumento circular. Incluso en cl caso de Giotto, su preocupacién por la tridimensionalidad, especialmente por Ia solidez de la figura humana, se in- fere de esta manera. Por otra parte, en Italia, durante los siglos xv y xvi, los artistas y otras personas solian expresar por escrito sus ideas sobre el arte, ¢ incluso al final del periodo llegaron @ imprimirlas, como hizo Va- sari con sus Vidas, dejando bien claro qué tipo de pro- blemas querian resolver, asi como su aprecio por cuali- dades tales como la «verdad» o fidelidad a la naturale- ‘a, la ilusidn de vida, la aparente facilidad con la que se IATA: RESUROIMINTO H BOWACIEN 2s superaban las dficultadesy, por lo mas eostoso de de- finir, la «graciay (6, cap. 6; 15) Nos hemos ocupado en primer lugar de la arquite- tua, la pintue y la eseultura porque la mayoria de no- sotros en Jo primero que pensammos al oir la palabra Re- nacimiento es en las ares visuales. Sin embargo, duran- te esa época las cartes lherales» —es decir, Ja literatura ya enseNanza— gozaban de mayor prestiio (al menos re fos estudiantes), que las warts mesinicai», catego- ria en la que, a pesar de Tas quejas de Leonardo y otros, se mezolaban tento la pintura fa escultura y la arquitec- tura, como la egrcultura y las tonias textiles y de na- vegacién. Lo cue en esa nueva era debia renacer eran Jas bonae litteree, Yas «buenas letras; a saber: la lengua, Ja Titeraturay la ensenanza. En cualquier caso est era la opinin de los intelectuales y esritores de quienes pro- cede la imagen de gran resurgimiento que ha llegado has- ta nosotros, ya que los artistas (con Ia notable excepcién dle Vasari), dejeron escaos testimonios de su parecer so- bre el tema. As pues, no debemos olvidar este sesgo de a informacién que ha llegado hasta-nosotros ELidioma bisloo ae se beneficis de exe srenggara.o «ceviviry no fue ef Tallaho, sino ef latin eldsico El Jatin medieval se cousideraba cbirbaro> por su vocabulatio, sit orbogratia ( esribia michi en hugac del cisico mili), su sintaxis, etc, como eseribig el erudito Lorenzo Valla en Ja década de 1440, «durante varios siglo, nadie ha hablado latin correctamente, y ni siquiera ha exstido quien al leerlo lo entendiese correctamente». En aquel momento, en cambio, la ambicidn de diversos inteleetua- les era excibiren un latin digno de Cicerén, 26 a ‘ales intelectuales recuperaron también los principa- les géneros literariog de la antigua Roma: la épica, la Comedia, Ta oda, la pastoral, etcétera [46]. Ya a medi dos dei siglo xiv, Francesco Petrarca, el gran poeta y ert dito toscano, eseribié una epopeya en latin, Africa, ba- sada en la vida del gran general romano Escipién el Afri- ccano. Fue la primera de las muchas imitaciones de la Eneida de Virgilio, en las que se narraban hazafias he- roicas siguiendo una serie de convenciones entre ellas em- pezar por la mitad (con posteriores incursions retrospec- tivas 0 flasi-backs) y alternar hazafas realizadas en la tierra con el consejo de los dioses. La Jerusalén libera- da, de Tasso (1581), donde se narra la primera cruzada, cs una de las epopeyas renacentistas més profundamen- te cristianas y cldsicas a la vez. Las tragedias se escribian ala manera melodramitica de Séneca, plagando los es ccenarios de cadiveres, y las comedias —en las que apa- recian padres severos, criados astutos, soldados penden- cieros y personajes equivocos— al estilo de los antiguos ddramaturgos romanos Plauto y Terencio. La poesia lati- ‘ng del Renacimiento italiano incluye odas a la manera de Horacio, epigramas a la manera ‘ales semejantes a las Egiogas de Virgil pastores, enmarcados en un paisaje arcadiano, tocaban la flanta y cantaban con afloranza sus amores. Con fre- ccuencia, las ideas se plasmaban en forma de dilogos, inspirados en la obra de escritores antiguos como Platén y Cicerén, y las historias de Florencia, Venecia y otros estados italianos siguieron el modelo de Ia historia de Roma de Tito Livi. ‘Merece destacarse el hecho de que al m hasta PALA: #BSURODHERTO E NNOVACION n 1500— se concedio més importancia.a le Gn dia Berarca es mis apreciado por sa lirica amorose tscrta en italiano, seguramente & hubiesepreferido que lerecordasen por sx Africa. ¥ para aumentar la parado- ja, el idioma de la renovacisn fue el latin clisico. Se prodijo un intervlo de mas decienailos entre las pr- tmeras comedias renacentises, cscritas en latin, y sus cauivalentes en itaitno, como los Suppasti de Aristo (4500) y in Calandra del cardenal Bibbiena (1513). Leo- nardo Bruni escribié en latin su Historia del pueblo jto- rentino a prinipios del siglo xv, mientras que la prime- fa obra de este esto en italiano, la Historia de Hala de Francesco Guieciardni, nose eseribi6 hasta pasos més de cin aos [25, 9]. Cuando los contemporéneos he blaban del renacimiento de las etasy, con esta expre- sign no se reefer tanto ala erature en sent. m0- omg a lo aie hoy en dla se conace & del bumaninng GFlumanisme es un término en cieta manera es co, cuyo significado puede v ‘varias Ex palnbrs furnanfamasempezd a usarse en Alemania & prncipios dl sigle xox, aplicindola al modo tradicional fe educacin clisen cuya valder estaba empezando a fuestionarse, y parece ser que fue Matthew Arnold el Primero en utiliza: cl término «humanismo» en inglés Por lo que respecia a chumanista», la palabra seo nd en el siglo x, 7 formaba parte del arpot de los estu- diantes unversitarios, que designaban con ela al prof Sor de chumanidades», de los studla humanitts, ant- fa frase romana que englobaba un eonjunto de cinco 28 sL RENACRMENTO as: gramiética,retériea, pode, historia y filo- sofia moral (3). Llegados @ este punto el lector bien podria pregun- tarse qué era lo espeificamente humano de as humani- dades, al defnidas. Segin eseribié Keonardo Bruni, uno de los lideres del movimiento de recuperacén de estos estudios, reciben este nombre porque «perfeccionan_al hombre». Pero gpor qué se consderaba que esas mate- riascumplin tal funcién? La idea fundamental era que el hombre se diferencia de fos animales en primer lugar por su capacidad de hablar, y, por tanto, de distinguir el bien del mal. Asi pues, ere fundamental el estudio de Jas matcrias relacionadas con el lenguaie (gramética y ret6rica), 0 com fa ica. La histori y la poesia se cons deraban hasta cierto punto éticaaplicada, y ensetaban alos estudiantes segvir los busnos ejemplos y a recha- zar los perversos. Las intelectuales de la época no s¢ suardaban de genealiznraosrea de la «condicén hua nap, como la llamaba Poggio, o de exeribir textos como Ia famosa Oratio sobre la dignidad det hombre, de Pico della Mirandola (aunque no pretendiese con ela hacer tna dectaracién de independéncia con respecto a Dios) 27]. Los postulados basicos de los hummanistas estén hé- bilmente refljados de una ob de prin- iagr cipios del’siglo xvi, del humanista francés Charles de Bowelles (lamina 6). Segtn este diagrama, hay cuatro ni- veles de existencia, que en orden ascendente son: exis como una piedra, vivir como una planta, sentir como lun animal, y entender como un hombre. Y a estos gra- dos de existencia se corresponden cuatro tipos de ser hu- ‘mano: el haragén, el glotén, el vanidoso y el intelectual. TALIA: RESURGIMIENO E TRNOVACION 2 En otras palabras: la humanidad es perfectible, pero sélo cl humanista es verdaderamente humano, BB diagrama muestra también que la vida contempla- tiva es superior a la vida activa, aunque en realidad no habia consenso acerca de este punto. Leonardo Brut canciller de la repiblica florentina, opinaba que el hon bre sélo podia reaizarse como ciudadano, mientras que Marsilio Ficino, filésofo que acepté el mecenazgo de los Médicis, se decantaba por el estudio y la contemplacién. ‘También Erasmo protegi su libertad para estudiar y.es- ,Fehusando sentirse ligado por obligaciones de tipo politico. Otros humanistas se debatian entre la accién y la contemplaci6a, como sir Tomés Moro, para quien no fue nada facil mar la decisién de convertirse en canci- Her (y mds tarde en lord cancer) de Enrique VIII, © Montaigne, quien interrumpié su retiro intelectual para seF-dlealde de Burdeos, en la época de la guerra civil (70, 701. ‘Ast pues, parece bastante evidente que entre los estu- dios que el movimiento humanista consideraba mas im- portantes no se encontraba lo que nosotros lamamos cciencia» (y que a la sazén se conocia como afilosofia natural»), Sin embargo, alguno de los humanistas més destacados (coimo por ejemploAlberti, estaban especial ‘mente interesados en las matemiticss. Sea como fuere, la recuperacién de textos de los antiguos escritores gric- 05. Fomanos sobre mateméticas, medicina, astrono- ‘la, astrologia y por ultimo (pero no menos importan- te) de magia, formaba parte del programa humanista, y Jos textos clisiens desompefaron un papel fundamental cag desarolo postr JE GGE eudiog Por ela T= 30 1 RENACMMEENTO zn, podemos sfirmar que durante ese periodo se pro- dujo también un «Renacimiento» matemtico, centitco ¢ incluso mégico[31, 32, 33]. Los casos de Bruneleschi y de Leonardo da Vine ilutran de manera convincente las relaiones entre las artes y el renacimiento de las ma- tematicas (18, 67) En qué sentido podemos afirmar que se produjo un «qugey del humanismo en alia entre 1300 y 1600? Asi i nueva educesién fue Vitorino da Rel, quien dcgio un pequéio ifemado en la ciudad de Manton, desde cl ato 1423 al 1446; otro fue Guarino da Verona [24, 28] Con el nuevo sistema se enssfaba alos alunos @ ha- bar, ieribiry Teer en latin eisico, lo que signifieaba pra fs huimanidades en deirimento de ots dicipl- as, especialmente la Ibgica. La légica habia sido una materia central en el curso introductorio de filosofia en. las universidades medievates, pero Petrarca, Valla y otros Inumanistas la atacaron, acuséndola de ser algo fatil, me- 10s sofismas y quebraderos de cabeza, que, ademas, pre- cisaba el empleo de unos términos téenices «barbaros» (6s deci, no cldsicos), tales como «sustancian, «acciden- tes», cesencian, ete ‘También era posible estudiar griego clésico en algu- nas escuelas_y universidades italianas, especialmente en Florencia (@°partir de 1396) y en Padua (desde 1463). Aunque & la sazén la Atenas clisica no despertaba la misma admiracién que la antigua Roma, la lengua grie- 2 supo atraer a fos estudiantes. Los primeras profeso- TALIA: RESURGBIERTO EINNOWACIEN 3 refugindos procedentes del Impesia bizantino, due paso a paso fue cayendo en manos de los tureos, va desde mucho antes de la eaida de Constantinopla, en 1453. Gracias a esos refugindos, dversos inelectuales italianos tuvieton Tz oportunidad de Test en si-Tengua original importantes textos gricgos, algunos de los cua. ies we asababan de descr, como algunos dilogor de Plaign y las obras del misterioso Hermes Trismegisto (a quien se considersba un antiguo sabio egipcio). Esas obras fueron traducidas por el ilsofo florentino Mar- silio Ficino, cuya admiracién por Plata era tan intensa aque tanto él como a sus discipulos se los conoce como «cneaplatnicosy (5, 39] ‘Algunos texos, como el Nuevo Testamento y las obras de Arist6tles, de los que a la sazén s6lo se cono- fa su traducciéa latina, fueron estudiados en su versién sciega original. ¥ asi, ls humanistas deseubrieron seria discrepancias nse las raduceiones latinas (en ocasiones realizadas a partir de las tradiuceiones irabes del original sriogo) y los testos originales. Pietro Pomponazz, l6- sofo italiano del siglo xv1, tras leer Ia versiGn_gricga ori ginal de las obras de Aristteles, qued6 firmemente con- vencido de que santo Tomas de Aquino estaba en un ‘ror al indicar cue Aristétles predicabe la inmortalidad del alma, ponieedo asi en entredicho toda la sintesis to- mista: De esta manera, la demanda de traducciones mis rigurosas llev6 raulatinamente a descubrir que las ideas de los admiradosantiguos resultaban més remotasy aje- nas de lo que en un principio se habia creido. Para _os humanistas, incluso los texts latinos clsi- cos habfan sido malinterpretados durante mucho lie- 2 HL RENACIIENTO Bo, cuando no enteramente perdidos. El redescul Tg.de manuscritos de los clsicos fue un acontesimiento stimulante en las vidas de inielectuales como Petrarca, Colecio Salutati (que recupers tas cartas de CicerSn) y Poggio Bracciolini (que encontré los discursos, también de Cicerén). Al mismo tiempo, se descubrié que los con- ceptos fundamentales de un mismo texto se prestaban a diferentes interpretaciones segin la copia manuscrita de que se dispusiera, Esto provocd el desarrollo de técnicas| dle cetitica textual» que permitieran recobrar 10 que en realidad habia escrito el autor, antes de que una pléyade de copisias distorsionaran el mensaje [83, cap. 12; 86) ‘Algunos textos eldsicos ya conocidos en la Edad Me- dia fueron también objeto de nuevas interpreta Desde el siglo x1 las universidadesitalianas, especialmen: tela de Bolonia, habian impartido derecho romano, pero fueron los humanistas los primeros en situar las leyes en cl contexto sociocultural de la antigua Roma, dada su familiaridad con el estudio de Ia literatura y de Jas ins- do demodia, aetlados del algo Sv maces, ru Sonncinento dea Hates de Roma) prin. inmente dee historia de a tengua lating qu Ta Tama. da Donat ds Consiantige, doramento modiate ol SGnTatempsrador cela of centro We Tal aT pay @ Samson ae SOS Tan naar gue oe fang aos gue Ss So arcs ‘Sls is tarde (a En ia atid que con respect la Antgbedadesi- ca mantenian los humanists y ls arsasvncalados a to, coexitian do elementos apacentemente contadi= Bes, clésicas. Por ejemplo, el humanista(Lorenzd) alls HALA RESURGIMIRNTO B LNNOVACION 3 torios. Por una parte, eran bastante més conscientes que sus predecesores medievales de la distancia que existia entre ellos y la Antigiedad clisica, y estaban preocupa- dos por la corrupcién de la lengua y el declive de las artes que se produjo en Italia como resultado de a inva- sin de los barbaros. Y por otra, se sentian personalmen- te muy préximos a los grandes romanos. Petrarca escr bié cartas a Cicerén, entre otros, y Maquiavelo se pre- sentaba a sf mismo conversando con los antiguos. Am- bos estaban convencidos de que era posible revivir la Antighedad. Por ejemplo, Petrarca se solidarizé con la tentativa de restaurar la repiblica romana, que se pro- dujo —de puertas adentro— entre 1347 y 1354. Y Ma- quiavelo, en sus Disewrsos sobre la primera década de Tuo Livio, afirmaba apasionadamente que los estados modernos podian y debian imitar algunas de las ordena- ciones politicas y militares de la antigua Roma, como la rilicia ciudadana (62, 68, 72) Para compreader este renacimiento de las formas clé- sicas en arquitectura 0 en las obras draméticas, y el en- ‘fasiasmo por descubri y editar manuscritos clésicos, he- ‘mos de contemplarlos como partes de una empresa bas- tante més ambicosa, nada menos que la restautacién de _fa-antigua Roms. LY qué debemos entender por ello? ‘No siempre es terea fécil discernir si los humanistas es- cribian de manera literal 0 metaforica, o hasta qué pun- to deseaban realnente restaurar el pasado, En cualquier caso, la idea del renacer era bastante més que una figu- ra retérice, Al igual que los antiguos, muchos bumanis- tas crefan en_una interpretacién ciclica de la historia, segiin Ia eval ura época podia ser una especie de reen- enacts carnacién o reaparicién de otra época anterior. Algunos de estos humanistas pensaban que ellos y sus conciuda- danos podian ser los «nuevos romanos», a base de ha- blr, eseribir y pensar como ellos y de emular sus logros, desde el Coliseo y la Eneida hasta el propio imperio r0- ‘mano. Como hemos sugerido anteriormente, la idea de tun retorno al pasado puede haber sido un mito, pero era un_mito_en.el.cual mucha gente-no-s6lo-pensaba, sino que viva. ‘Uno de los conceptos clave de los humanistas era el de GitadlSayy no tanto Ta imitacion de la naturaleza como la de Jos grandes escritores y attsias. Hoy en dia esta idea empieza a resultar extrafia, Nosotros estamos hhabituados a Ia idea de que tanto los poemas como les pinturas son la expresién de pensamientos y sentimien- tos de individuos creativos, y aunque en el fondo estemos convencidos de que, de hecho, algunos artistas imitan a otros, nos inclinamos a considerar tal imitacién como prucbe de su falta de talento 0 como un error que come: fen los que aiin «no se han encontrado» a si mismos y por tanto no pueden desarollar un estilo personal. «dm tacién» e un témino peyorativo. Tanto los escritores como los artistas asin demostrar su originalidad, espon- taneidad ¢ independencia, y niegan las «infiuenciasy de sus predecesores (por no mencionar e plagio, que actual- ‘mente se considera como una especie de robo del pro- Piedad intelectual. Por el contrario, la ansiedad de los csritores y artistas del Renacimiento se debia a razones totalmente opuestas. Aunque nosotros solemos pensar en «se periodo como en una época de innovacion y original- dad, los hombres que vivieron en resaltaron su imitacion ALIA: RESUREISIENTO E INNOWACION 35 de los mejores modelos antiguos: el Panteén, el Laocon- te, Cicerda, Visio, Tito Livio, etefera [49] Pero estasinitacién no significaba esclayitud. Para utilizar una de las metdforas més cozrientes en la época, imitar no era «emedar» 8 Jos antiguos, sino que consis- tia en asimilar al modelo, convirtindolo en propio y, a “er_posible, superario. Generalmente se sostiene que los ‘amiodernos> no esperaban igualar los logros de los anti guos, y que sélo pretendian seguir sus pasos, lo que ya en sf constituia un reto. Como ya hemos visto, Miguel Angel fue capaz de hacer pasar una de sus obras como si se tratase de una antigiedad genuina, Albert eseribié tuna comedia gue fue confundida con una obra clisica, y Carlo Sigonio, humanista del siglo xvi, «descubri6y tuna obra perdida de Cicerén, que en realidad habia es- crito € mismo, Hasta qué punto las imitaciones debian parecerse al original era une cuestién que suscitaba controversias. El posta y erudite Angelo. Poliziand fue uno de los que sellalé la necesidad de guardar cirtas distancias con res- pecto a los moielos clisicos, por prestigiosos que éstos fueran. «Quienss s6lo saben componer sobre fa base de Ja imitacién me producen la misma impresién que los Toros y las urracas que expresan cosas que no compren- den. Tales escritores carecen de fuerza y de vidan (49, cap. 8]. Pietro Bembo, eritco veneciano del siglo xv, creia imiter a Cicerén cuando escribia en latin, pero al ‘mismo tiempo trataba de dignificar el italiano como len- gua literaria, considerando a Petrarca y a Boccaccio, es- critores toscanos del siglo x1v, como los mejores mode- los, los «clisicos» modernos. La creciente sensacién de 36 aL RenaciateNro distanciamiento hist6rico dificultaba a imitacién. «iA quignes imitaban los antiguos?» se preguntaban algu- nos. ;Serfa la imitacién adecuada a los nuevos tiempos? ‘Tanto si les gustaba como si no, los artistas y escritores del Renacimiento no podian imitar a los antiguos més que de una manera parcial, dado que los productos de Ia Antigiedad s6lo_habian sobrevivido de una manera fragmentaria. Ya hemos visto que ni en pintura ni cn misica habia producto alguno a imitar, de manera que Jos mmisicos y los pintores estaban obligados a ser libres. Y a pesar de cllo, la ausencia de modelos especificas en ciertos géneros era un problema secundario si to compa- ramos con el hecho fundamental de que los italianos del Renacimiento vivian en un mundo sustancialmente dife- rente al de los antiguos. Su sistema econémico, social y politico tenia poco en comiin con el de la antigua Roma, ‘con sus senadores y esclavos, sus legionarios y sus lati- fundios. En esta situacién, el ideal de restaurar la anti- gua Roma no podia ser més que una quimera, Y henos aqui de nuevo inmersos en el mito renacentista del Re- nacimiento. En realidad, Petrarca, Brunelleschi, Alber- Vall, Mantezna, Ficino v otros eruditos de los si- slos xiv y xv estaban en muchos sentidos lejos de lo que consideraban préximo, la antigua Roma, y cerca de lo que ereian distante, la Edad Media, Pese a su rechazo del pasado reciente, del arte «gético», de la filosofia wes- coldstica» y de Ia Tafinidad «barbara», se habian forma- doen esa cultura bajomedieval y en muchos aspectos ‘ain perteneeian a ella. Acostumbrados como estaban 2 fg eseritura gética, no Tes resulté nada facil leer las anti- ‘suas inscripciones romanas, ALA: RESUROIMIENTO I ANOVACION Ey ‘Al rechazar lo que conocian, 1 Baja Edad Media, Jos hunvanistas-conTundieTon alstinas_veces tos albores aE Ta Boca medieval co TabaR. Ci ta Poggio ided tipo de letra que conocemos como «renacimienton 0 “talican, ereia que estaba siguiendo unos ejemplos cli sicos, cuando de hecho sus paradigmas procedian de la Edad Media temprana y pregética. A Brunelleschi le ‘currié algo parecido, pues tomé como modelo para sus reformas arquitocténicas eI Baptisterio de Florencia, ere- yyenda que era un templo clisico lo que en realidad re- sulté ser un ejemplo del romdnico toscano, construido probablemente en el siglo vat [22; 83, cap. 27]. [La continuidad con la Edad Media se puede apreciar hasta ef siglo x7, incluso en la obra dé es del Renacimientoy modélicos, como Ludovico Ariosto y aldassare Casiilione. La obra mas famosa de Ariosto ce su narracién pottica Orlando Furioso (1516), en la ‘que se perciben Jas huellas del conocimiento que el au- tor tenia de la épica eldsica, pero ain esté més clara su euda con los somances medievales, especialmente los pertenscientes . Los padres de Ia Iglesia resolvieron el conflicto me- dante un compromiso, curiosamente expresado por san Agustin en el episodio del «expolio de los egipcios»: «El ALIA: RESUROBMTENTO E MNOVACION a Nuevo Testameato nos dice que cuando el pueblo de Is- rael abandoné Egipto, se levaron consigo €l tesoro de los egipcios, y de igual manera, los cristianos pueden hacer suyo y adaptar segin sus costumbres todo cuanto de valor hubiese en Ios cldsicos paganos». En todo caso, algunos cristianos primitives ereyeron que lo griegos an ‘iguos conoctan la verdadera doctrina (Ia llamada prisca theologia) gracias a los judfos. «:Qué es Platén sino un Moisés que habia en griego atico?», escribié Eusebio en cl siglo 1 (39). Este compromiso resulté sugerente a los humanis- tas, cuyo problema, desde luego, era el diametralmente ‘opuestor recondliar Ia cultura eristiana tradicional con Jos redescubiertos cldsicos. Posiblemente algunos eridi- 08, como Gemisthos Plethon, refugiado griego del si- slo xv, abandoaaron el cristianismo por el culto a los antiguos dioses, pero la mayorfa de ellos lo que desea- ‘ban eran convertirse en romanos antiguos sin dejar de ser cristianos modernos. Su deseo de armonia les condu- Jo a algunas interpretaciones de la Antigiledad que hoy nos parecen poto verosimiles, como la de considerar la Encida como ura alegoria del viaje del alma por la vida. No obstante, cata época tiende a mirar el pasado segiin su propia imagen, y no debemos suponer que la nuestra es una excepci6a. Por lo que se refiere alas arte: visuales, el significa- do del resurgimiento de las formas antiguas no es fécil de interpretar, dado que en general carecemos de eviden- cias acerca de las intenciones de los artistas, pero exis- ten indicios de tentativas de reconelliar In Antigledad con el eristianismo, ast como del uso de modelos del cristia- 2 EL RINACIMEENTO nismo primitivo. La planta circular del Tempietto de Bra- ante (lémina 2), por ejemplo, no sélo reouerda a los templos paganos, sino también « un tipo determinado (apoderado ast en honor de un antiguo erudito y poeta griego), personaje que contibuyé en gran manera al desarrollo del humanismo en Polonia, tuve que aban- ddonar Italia presipitadamente a cause del fracaso de una conspiracién en la que estaba involucrado, Los exilios [BL RENACINSIENTO EN EL. SETRANIERO 33 religiosos son bien_conocidos. Lelio y Fausto Sozzini, por ejemplo, eran dos eruditos sieneses que, a mediados el siglo xvi, consideraron prudente alejarse de Italia para escapar de fa Inquisicién, pues no creian en la doc- trina de la Trinidad (de ahi que el rechazo de esa doctr na recibiera el rombre de «socinianismon). Tanto los Sozzini como ottos exiliados, como Pietro Martire Ver- migli, que encon:ré refugio en Oxford, pertenecian tan- to a Ia categoria de humanistas italianos en el extranjero ‘como a la de hersjes. También se dieron casos de exilis- ddos pot razones personales. Giorgio Vasari, que rara- ‘mente perdia Ia oportunidad de contar anéedotas, nos informa que el escultorflorentino Pietro Torrigiani tuvo ue abandonar Is ciudad después de una pelea en la que le rompic la naris a Miguel Angel. De no haber sido por sa reyerta, tal vez la capilla de Enrique VII en West- ‘minster no tendria su bella tumba renacentista. En la historia del Renacimiento, como en Ia historia en gene- ral, nunca se debe olvidar la importancia de unos hechos cuyas consecuencias son imprevisibles, ‘Son sin duda 2stas consecuencias imprevistas las que revisten de interés histSrien ls vistas. Asi, por ejemplo, ‘consecuencias cono las ensefianzas formales e informa: les impartidas por los vsitantes acerca de griego, retéri- a, poética, esculaura,o simplemente el aliento para rom- per con la tradiciin Jocal. Durante un encuentro casual que tuvo lugar en Granada el alo 1526, Andrea Nava- ero, embajador de Venecia en Espanta y conocido poe- ta, persuadié al catalén Juan Boscdn para que escribiese sus poemas a la manera italiana, Las consecuencias culturales de esas visitas no siem- 54 ek RENCE pre cran involuntarias, sino que algunos italianos mar- charon al extranjero al ser invitados por mecenas reales como Francisco I, 0 por aristéeratas locales con intere- ses artsticos o lterarios, como Jan Zamojski, canciler de Polonia a finales de! siglo xv, quien contraté a un arquitecto italiano para que proyectase su nueva ciudad, de nombre Zamosé en honor de su fundador (37]. Los propios mecenas eran en ocasiones italianos que vivian en el extranjero, en colonias de comerciantes, en ciuda- des como Brujas 0 Lyon. También algunas princesasita- lianas fueron intermediarias culturales, con los clatos ejemplos de Beatriz de Aragén, esposa de Matias de Hungria, Bona Sforza, de Mildn, que despos6 con el rey Segismundo I de Polonia, y la florentina Catalina de Médicis, esposa y vinda de Enrique Il de Francia, Ineluso los soldados se sintieron interesados por el me- cenazgo artstico: el pintor Masolino fue invitado a Hun- aria por el toscano Pippo Spano, capitin mercenario, ‘sCusles fueron las respucstas locales a esos emigran- tes italianos, a sus ideas y a su arte? Algunos de ellos hu ejemplo, nos ha dejado un famoso relato de su visita a Ja Universidad de Salamanca, que tuvo lugar en 1488, durante la cual promuncié una conferencia sobre el poc- ta Juvenal. La audiencia era tan numerosa que no pudo llegar a la sala hasta que ef bedel, con la ayuda de su baston, pudo despejar el pasillo, y una vez que hubo dictado su conferencia, se alz6 con un gran triunfo —nos dice— como un vencedor en los Juegos Olimpicos. Qui- 74 su entusiasmo era un poco exagerado, ya que, a fin [BL REACHED FN EL EXTRANTERO ss de cuentas, Pedre Mértir era un retérico profesional, {que habia vivido una experiencia que consider6 digna de referir a su patrén, Una multitud similar, entre la que se contaban tanto piblico en general como estudiantes y profesores, acudié a escuchar la conferencia que sobre cl poeta latino Ausonio pronuncié Girolamo Aleandro en Paris, en el afio 1511, Parece ser que otros humanis- tas italianos fueron objeto de caidas acogidas en el ex- tranjero, si es que merece la pena que nos detengamos tun momento en sis carreras itinerantes. Girolamo Bal- bo empezé como maestro en Paris, de donde pasé a Ho- landa, Alemania y Bohemia, mientras que Jacopo Publ cio desarrolls su actividad en Alemania y Suiza antes de asentarse en Portugal. Todos ellos, figuras comparativa- mente menores que jamés habfan alcanzado relevancia en Italia, tvieron Ja oportunidad de convertirse en per- sonajes importantes en el extranjero, como Antonio Bon- fini, que fue maestro de escuela en la pequefia localidad de Recanati antes de convertirse en historiador en la cor- te de Matias de Hungria, En aquella época de finales dol siglo xv, habie una gran demanda de humanistasita- lianos, acentuada por el interés que existia en diversas localidades por la literatura y Jas ensefianzas clésicas y la inexistencia de humanistas autéctonos que pudieran satisfacer ese inte:és. Unos afios més tarde, cuando una nueva generacién hubo recibido formacién humanistica, ya fue posible prescindir de los expatriados, ‘Una muestra dal interés que despert6 en muchos I~ jel Renacimiento es el trifi- 5 Por supuesto, nO todos los que ‘por las mismas razones; no to- 56 BL REKACENTO lar pinturas o para ver las ruinas de la antigua Roma. dn, cman 7 Pecos Donat de los estudiantes, que se dirigian coneretamente a dos le etn edn cutie on nocer textos y métodos a los que.no podjan acceder en EL REVACIMINTO EN EL FXTRANIERO 7 su pais. Dos de les cientificos o filésofos naturales mis onocidos de siglo xv1 son probablemente Copémico y YVesalio. Copémie>, procedente de Polonia, estudiégrie- 0, malemdlias_y astronomla en Jas universidades de Holonia, Padua y Ferrara a finales del silo xv, y esos ‘Studios dejaron diversas huellasen su obra capital, De las revoluciones de los orbes celestes (1843), en la que afirmaba que el Sol esté en el centro del universo (3). Vesali, que procedia de Flandes, fue a Padua a estudiar rmedicina, y también anatomfa, de la que trata su obra De humani corporis fabrica,’publicada asimismo ea 1543, Sir Thomas Hoby, gentleman inglés de Hereford- shire conocido por su versign de ET cortesano de Casti- lone, es otro claro ejemplo de erudito y eseitor que visita Talia impeldo por el interés de las nuevas ense- fanzas. El diario de Hoby revela que estuvo en Padua én 1548 para estudiar italiano y humanite», aunque también asiti a eonferencias sobre lgicay derecho ro- ‘mano. Fl holandé Justo Lipsio, uno de los grandes eru- ditos de la segunda mitad del siglo >, fue a Roma en 1567 con el séquito de su mecenas, el cardenal Granve- Ja, com Ia intencién de trabar conocimiento con eruditos clisies, como Carlo Sigonio, y de estudiar de primera ‘mano el mundo antiguo [46]. El historiador francés Saoques-Auguste de Thou dej6 constancia en su autobio- araffa desu pasign por ver Italia, a donde Heg6 en 1573. ‘Thou adquirié textos griegos en Venecia, en Mantua vi- sits la eoleccion pictérica reunida por Isabel de Este, y conocié también a Vasari y a Sigonio. Unos afos més tarde, en 1580-1581, le leg6 a Montaigne el turmo de ita Kali, donde admnieé las runas de la antigua Roma 58 BL RENACIMIENTO ¥ consuté los manuscritosclisicos de Ia Biblioteca Va- tana. Sin embargo, en muchos otros casos lo importante fueron de nuevo las conseeuencias inesperada, el descu- ‘wimiento de la Antsiedad o del Renacimiento por pe sonas que no iban en su busea. Por ejemplo, el noble alemin Ulich von Hutten fue a [alia a estudiar dere- ho, pero durante su estancia alli deseubrié el atractivo dela literatura clisca, en especial de os didlogos stiri fos de Luciano, que Ie sirvieron como modelo cuando fe vio envuclto en ls polémicas dela Reforma, Sir Tho- mas Wyatt descubri la poesia italiana mientras se halla- ba en mision diplomaticn (como le ocurri a Geotirey ‘Chaucer mucho tempo ats en crcunstancias similares), y el ejemplo de Petrarca inspté sus propios poems, Garclaso de la Vega, contemporéneo expafo! de Wyatt, conocié a Jos poctas Luigi Tansillo ¥ Bernardo Tasso {padre de mas famos6 Torcuato Tasso) en Népoles, don. de habia sido desterrado a causa de una pequeiaofen- Se. Como le sucedi6 a su amigo Boseén tras u encuen- tro con Navagero, Carcilaso escribié a la manera italia- na tras su estancin en Nanos. Por supuesto, las idas y venidas de indivi stituyen toda la Historia de i. difusion del ‘Bien, sino queGambién oven fa circulaci6n de piniw- fas j slats, como las obras de ale que encareo a Fojeicia Francisco I de Francia uno dels grandes me- ‘cenas de! Renacimiento)[38]. ¥ cuenta también(ia circu- Inc. de libros, los texts originales y las fraducciones eos poemas de Petrarce, de las obras polities de Ma- aulnveld de un wat sobre aries, con araba- Ft RENACIMIENTO EN EL EXTRANZERO 9° dos, de Sebastiano Selo de Bolonigh(un diseipulo de Bremante que se trsiado a Francia on Ia désada de 1540), cLotera, El dsazolla de a imprenta a finales. del siglo xy tuvo importantes conseeuenciak para el mo- vimiento renacentista, como trataré de mostrar en este imo eapaio. Tin algunos aspectos resulta mds fil de analizar la copie & os ibis (especialmente Ins taducciones) Que as elaiones personales, més sours, sobre tas que tanto se ha habla. Es posible crevbrir cn- tostextos se tradueron, cues fueron slecionados, qué tipo de petsonas los traduciany, Jo mds importante, es posible cuantifca la popularidad de algunos texts de- terminados, estudiar dtalladaments Tos cambios que tfectuaron los raduclores. Cuanto menos fable es una teaduesion, mas valos eel ttimonio que ofrcen del proceso mediant el eu Tos texts iaianos (yen algu- os casos, también las igen), fderon adapados a tas necsidads de los autores extranjeros. La acogida Ge Renavimiento,o de cualquier sistema de valores ae- to, est necesarianentevinculaa ala percepcén que se tiene de Ete por supueto ea pereepeion ext on tdonada por esquemas, incl sglo xv Halla era tox extranjeros un pals exSc0, To puesto af cltrd, propia Tas taduciones ayuda a documenta este pro- | ao de domesicacin de este forstero, tan pelrose- tmenteatactivo oatractivamenteplgroso, La Ila que fas no itaianos intaban ea hasta cierto punto una ere Gin saya, cha ig medida de wus neesdades y de Sees, como lo era la Antigledad que tao ellos como alianos aspitaban 2 imitar. © euacineno os ejemplos pueden ilustrar este proceso general EL primero es la acogida a la arquitectura italiana en el ‘extranjero, y el segundo, ain mas explicito, las reaccio- res que suscit6 en el exterior BT cortesano de Castiglio- peciaimente relevante el tema de alos usos de Italian, ya que ésta es funcional y decorativa, porque obviamente precisa edaptarse al entorno local y,finalmente, porque ¢s un arte colectivo en el que desempefan un papel tan- to los artesanos como los arquitecos. Sin embargo, exis- tian algunos obstéculos para que la dfusin en el extran- jero de los diseRios realizados en Italia se produjese de ‘una manera fluida, a pesar dela existencia de Ibros-mo- delo como el tratado de Serlio que ya hemos menciona- 0 0 los Cuatro libras sobre arquitectura de Andrea Pa- Iladio (1570), libros que fueron editados en varios idio- ‘mas europeos y que estaban al alcance de los arquite- tos, y lo que es igualmente importante en una época en la que atin los maestros artesanos eran todavia los res- ponsables de la mayoria de los edificios de sus mevenas, Incluso en la propia Italia ls caractersticas locales pro- piciaron variaciones resionales, de manera que Ia ara teetura renacentista lombarda 0 veneciana era diferente cn varios aspectos a a de la Toscana, y estas diferencias regionales fueron en cierto sentido cexportadasy. Los ‘ningaros imitaron a fos toscanos, pero la arquitectura francesa se incling a seguir el modelo lombardo, y la arquitectura alemana el veneciano, Se.considers que la arquitectura renacentiste italiana no se difundié. en su «configuracién total», sino dé una nanera fragmentarja (34. Podemos hablar razonable- EL REACIMIENTO EN EL EXTRANIERO 61 mente de bricolage, es deci, de la inconporacién de nue- ‘os elementos itaisnos a las estructuras locales tradicio- ales, especialmente on las primeras fases de la recep- cidn. Por ejempo, en la Francia de principios del si- slo xvi, resultabs més atractiva la decoracién italiana ue los tipos de planta italianos, como podemos com- probar en el caso del castillo de Chambord, que hizo construir Francisco 1. Sus torres circulares son obvia- mente tradicionals, y s6lo los detalles arquitecténicos ‘ran claramente nuevos. Se ulilizé piedra local, por ser mds barata y también (como sefialé Philibert de Orme), ‘mds adecuada a las condiciones climéticas [35]. En cual. auler caso, el material utilizado afecta necesariamente & 1a forma, de manera que la arquitectura ronacentistaita- liana sufrié un proceso gradual de aclimatacin, ~ También en Tglatera Ta imitacion de Serlio por et isabelino Robert Smythson, o de Palladio por Inigo Jo- ‘ne, comports modificaciones por razones précticas y Porque Jos arquitectos locales expresaban sus propias ideas. Pero estas modificaciones no siempre llegaron muy Jejos, y han menudeado las observaciones efusticas acer. ca de las corrientss de aire que se pradneian en los nae ticos de las casas de campo inglesas que disefioseldsicos eeados para un clima mediterréneo. Sin embargo, sir Henry Wotton, en sus Elementos de arqui- tectura (1624), es plenamente consciente del problema de las cortientes de aire y de la importancia de detalles como las chimeneas y Ia inclinacin de los tejados, mu- cho mds importantes en Inglaterra que en Ttalia Esto no signica que los discos italianos fuesen mo- Aifieados tinicamente por razones utilitarias;afirmar tal e BL NACMIENTO cosa seria adoptar un crudo funcionalimo que precise mente rato de eviter, 18 motificaciones se pamuecon por diversas razonc, algunas caramenteintencionales y ‘otras no tanto. En algunos casos, las diferencias de los smodelor aiandsTueron el resultado de emplenrartesa- nog Toonles, que poscian sis propa’ tradicione ‘no eran capaces 0 estaban poco predispuestos a entender {qué era lo que se esperaba exactamente de ellos. Cham- bord, por ejemplo, fue discado para Francisco | por tun atguiteco italano, Domenico da Cortona, pero fue onstruido por albatils franceses. La nueva ciudad de Zamosé, en Polonia, fue proyeciada por ct italiano Mo- rando, pero tambien en este caso los que realzaron la Construccién fueron artesanos locales. Un ejemplo par- ticularment claro de los conflicts y dela interpenetr- tid entre las traiciones locales y Ios models itlianos eal dela arguitectura renacentsta en Espafia, donde, al menos en el sur, las tradieioneartesnalesislmisas ‘estaban atin muy arraigadas. "A vests era el propio Tmecenas (que sepia las cosas de cave), que Sollcitabamodificaciones de Jos disenos {taiangs, més por razoneseimbalieas que por consiera- lone practicas. A finales del siglo xv, el zar Twin HL de Rosia pdié al italiano Aristotle Foravanti que pro- Yyectse la catedral de San Miguel, en el Kremlin, pero Indidndole que siguiese los planos de la catedra de Vi- dimir, construida en el siglo xt, La acttud ambivalente del za hacia Oceidente es un caso extremo de una reac- tid bastante frecuente con rexpecto a la cultura italia- ha. Asi y por diversas razones, 1g que encontramos no es la simple exportacién_de_los_ modelos italianos al {BL RENACIMNTD BX EL EXTRANIERO 6 ‘atranjero, sino sy reconstruccion y el desarralie defor ‘mas hibridas, que se podrian describir como malas inter- pretaciones (desde el punto de vista italiano), o como adaptaciones creativas. Como guia impresa pera la ac- cién, para la construccién del yo, El cortesano de Ces- tiglione no tiene un estatus diferente al ce los tratados arquiteeténicos deSerlioy Palladio. La difusién, tradue- cidn e imitacin de ese libro resulta bastante ilustrativa acerca de la adopci6n y asimilaciOn del ideal cortésita- iano. El didlogo de Castiglione fue publicado por primera ver en 1528, pronto fue traducido al castellano y al fran- 6s y, un poco mas tarde, en 1561, al inglés. El traduc- tor espafiol fue Juan Boscén, y el inglés Thomas Hoby, cuyo entusiasmo por la cultura italiaa ya hemos men- cionado. Hoby augusto {61}. AL fin'y al cabo, la edad waugustay de Ja cultura inglesa, el siglo xin, reibié su nombre merced a la identificacién de estos excrltores con la cultura romana antigua de Ia @poca de Augusto. El poema del doctor Johnson sobre Londres imita una sétira del esrtor romano Juvenal, mientras que La decadencia y caida del Imperio romano dde Gibbon, escrito durante la época de le Revolucién orteamericana, sefiala un peraleismo impliito entre dos imperios en declive, el romano y el briténico. Los temas dela libertad y la corrupeién, tan relevane en el. pensamiento politico del siglo xvi, son antes que nada tin legado de Grecia y Roma —via Florencia y Venecia— ‘yuna adaptacin de este Iegado a las necesidades de una sociedad cada vez més comercializada [62]. También los estas continuaron aoeptando algunos de Jor valores del Rengeimiento italiano. Joshua Rey- holds y George Romney visitaron Italia pra estudiar la fequitectura clisica y la pintura renacentista(especal- mente la obra de Rafael y de Tiziano). Las casas ingle- sas dl siglo xvttreiben el nombre de «palladinas», por que muchas de ells se insplraron en los planos de las Sills que proyest6 en el siglo xvi el arquitect italiano Andrea Palladio. Durante el reiado de Luis XIV (Imonarca que fre- LA DESTSTEGRACION DEL RENACIMIENTO 9s cuentemente fue comparado com Augusto) se produjo fn Francia un entusiasmo similar por la Antigiedad; también en la época de la Revolucién francesa la repi- bila romana fue una fuente de inspiacién. Como ya hemos visto, a prinspios del siglo xx los defensores de 1a tadicin elisica en el eampo de la educacin exprest- ron su identficacén con los valores del Renacimiento fscunando et imino Aumantamus (5) tos parallistos con ls silos xv y xv son bastan- te impresionantes,y no resullaia diffe atadie algunos ‘mds. Sin embargo, eLentusiasmo por la Antigledad y por el Renacimiento iaiano fue cambiando paulatina- mente su siqnifeado como resullado de otros cambios Gila Sllura y en sodedad. Uno de los cambios ms olor fur el Telkado del movimiento que los histo- ‘adores acostumbran a Tamar «Revolucion clentiiea» Gel sigio xvii, la obra de Galileo, Descartes, Newton y algtnos otros. Se tratzba nada menos que de wna nueva imagen del universo, en la que la Tietra ya no era a cen fro, Tot Gielos dejaron de ser inconcuptibles,y infentos del cosmos podian explicarse mediante Tas leves ela meciinica. La ivestigacton de Wa naturaleza se rea- Tizé sobre la base de la observaciOn y la experimentacion sistemitica y no sobre el estudio de los textos candnicos. ‘Las interprtacionescldsica renacenisa del universo fue- ron rechazadas. Se consideré que los nuevos descubs ‘lentos demostTatan la superioridad de los «modernos» sobre los «antiguos», por lo menos en algunos aspectos. in del mundo, al propagars, hizo que cullos se alejasen del pasado; de abi qué los ia desintepracion del Renacimi 96 a RERACHMIENTO en las décadas de 1620 y 1630, la época de Galileo y Descartes. También deberia resultar obvio por ello que rho podentos compartir fa opinin de Burckhardt de con- siderar al Renacimiento una época claramente «moder na» (1) 5. CONCLUSIONES En este ensayo hemos definido el Renacimiento de ‘una manera mas restringida que ckhardt y, em- pleando la iil distincién €& Gombrich) o hemos consi- derado un «movimiento» y no Wir eperiodo» (11). B is cluso at caracterizarlo como movimiento, lo hemos lini tado de manera bastante estricta, resaltando (excepto en cl caso de la pintura) el intento de revivir la Antigtedad mas que otro tipo de cambios culturales de los que se hhan ocupado Burckhardt y otros historiadores. Bstas li- mitaciones son delberadas, y por una buena razén: un ensayo breve como este. que se ocupa de tan diversos aspectos del conocimiento y de las artes en tantos paises europeos, resultaria intolerablemente vago si careciese de un tema de analisis bien delimitado, Todavia més impor- tante es el hecho de que casi todas las otras caracteristi- eas que se atribuyen al Renacimiento pueden encontrar- se también en la Edad Media, época con la que se suele ccontraponer. ¥ sucede que esta simple oposicién binaria entre la Edad Media y el Renacimiento, tan iil a efec- tos explicativos, es en muchos aspectos err6nea. 98 HL RENACIAENTO Por ejemplo, podemos analizar el famoso «desarro- Jo del individuo» de Burckhardt, concepto sobre el que , ¢ incluso de una «Revolucién del Jenguajen en la Baja Edad Media, setalando que los {ildsofos empezaron a darse cuenta de lo problematico de Ia relacién entre lenguaje y realidad. La ret6rica os luna disciplina que se ocupa tanto de los gestos comio de las palabras y parece ser que su estudio estimulé el sen- tido de rol social, Ia preocupacién por la presentacién del yo, tan evidente en £1 cortesano de Castiglione o en las vidas de hombres tan diferentes como Toms Moro © Walter Raleigh (52, 63] Otros han subrayado fa difusién de la alfabetizacion ‘concussions 10s, en la Edad Media por razones comerciales y ad tivas. La autoconsemplacion que fascing a Burckhardt bien puede haber sido una de las consecuencias de los nuevos hibitos de lectura y escrtura en solitario [82 Ys ae omprans LDL” dee inprenta spon bid dee aormacen, amplindo aos horzonies menial yextinuanda a. ainds Sach toe ope saad, lace mis even tes las discrepancias entre los diferentes autores [89]. CUCU hE rst LUC ———— rr ——L LU alba de fs cacedanos eal gobierno go ae are Tin patnatis ese epedaimente netenr. El cee miento del comercio internacional (en el que una vez mas Tals cmp un papal ea) emul tain nema de la neosidad de regia at anna ‘Sooo boro de Teva es ea de [os estados ceatralizados esimuld también Ia utiliza. Sn de rites ers, Joa ment In Bish lezado ins neta en it 0s HL RENACIMIENTO tral forzaba a las gentes a vivir en paz unos con otros y, sgradualmente, ejerce otto tipo de restriceiones, La cre- Gente preocupacin por la disciplina militar Gneluyendo la instruccién) propia del siglo 207 es un argumento en favor de estas hipétsis; ef movimiento neoestoico del que hemos hablado antes demuestra Ia relacién entre el culto del antocontrol y el cresinte interés por clertos escritoresantiguos, especialmente por Sénece [45]. Tam- bign el mundo cldsico tardio estaba centralizado, y algu- 1nos de los «nuevos» problemas que surgieron entte los siglos xi y xvi habian sido a su vez problemas «anti- ‘guos». Por ejemplo, ya en la Roma de Cicerén exists. un debate acerca de la civilizacién y de la cortesia (en ‘érminos de urbanitas 0 «arbanidad>). ‘Como dan a entender estos ejemplos, el tractive que suscitazon oc clisicos durante todo el periodo, y espe- clalmente en los silos xy y Xvi, fue en gran parte resul ‘ado. de Si-ulidad préctica. Se admirabe alos aniguos poraue representaban una guia para Ta vida, seguir sus Inula signifcaba_ gvanzaf con mayor Seguridad por el sender por el que la genie dela époes va camvinahe. BIBLIOGRAFIA Por lo que se reliere a estudios recientes sobre ef Renaci- riento, merece la pena consultar las publicaciones especi zadas, tales como eJournal of the Warburg and Courtauld Institutes, el Journal of Medieval and Renaissance Studies, Bulletin of the Society for Renaissance Studies, y Bbliothe (que d’humanisme et renaissance (que incuye artculos en in- es), Inernopucciones {U) J. Burckhardt, La cultura det Renacimiento en Talia, ‘Orbis, Barcelona, 1985? (publicada originalmente en ale” ‘mai ¢n 1860), que sigue siendo indispensable pese a que actualmente se cuestionan algunas de sus conclusiones. 2} D. Hay, The Htalian Renaissance and its Historial Back- ground, Cambridge, 1977 Ur estudio equilibrado. (81 B. H. Gombrih, The History of Art, 1984™, capitlos 12.18 (hay trac. east: Historia del arte, Alianza Edito- rial, Madrid, 179), [61 B, Penofsky, Renaissance and Renascences in Western Art, 1970, Bate ensayo licido y elegant sitha al Ren 106 BL RERACIMIENTO cimiento dentro de la larga historia de los resurgimientos, cisions (hay trad. cast: Renacimiento y renacimientos ‘enelarte occidental, Alianza Universidad, Madrid, 1979). [5] P. 0. Kristeller, Renaissance Thought, Nueva York, 1961, Un texto clésico (bay trad east. I pensamiento renacentistay las artes, Taurus, Maid, 1986). {6 P. Burke, Culture and Society in Renaissance laly, 1972, cedicinrevisada en 1987. Intento de resitua las ares den to de su contexto socal. (71 L. 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Nein, en onsen de Constanza, 32 Donatello (1386-1460, escuor renin, 20,46 Donne, John (1572-16), poo Inglis, 7 Darra Alberto (16711528), a tka es, $6, 72, 88 "las, Norbert (28 e 1857, ‘itlgo alends, 101, 105 Arica, epopere, 26, 67 spoea de ct 9 resmo, Daido 166-1536), Thumanisa holandis, 1, 2,66, 61,72, 74, 7,80, i ecole, 1620| afismo, 87 Euiids (6 ec 406.0), ut seo grep, 68 Bsebio de Csrea 25-339), e- itor greg criiano yee, Jan van GL. 12-164), ‘itor flamenco, 50 Febwre, Lucien (15781956, ito rind frat, 144 ere, Vides da (1378-146), humasista aan, 30,70, iin, Marstbo (143-1409, bu ‘arita florenio, 28, 31,38, 3 ‘lsotia natal, 29.3, 91 Flravant, Aritodie’ lls 148, de Boon, ago, 62 raneico 1, sey de Francia (le 18182184), 82, 88, 61, 72,3, as COnciso de a Veoh (6 150 1536, poeta espanol, 38 Gesualdoy Carle (@ 18601613), composior scan, 36 (Glow i Bandone (137, i tor lorena, 1, 28 Gullo Romano, vee Romano, Gialio Greco, Fl Doméalkos Teo.k6- otis) (1541-161, ptor ce tense, #7 Guarini, Gian Bawista (538 1612), de Fevara, esr, 16 Guarino da Verona (3741460, humanist, 30, 45 Guevara, Antonio de (¢ 148 1543), oralita espaol, 74 Ouicisint, Francesc (8 1540), histviadoe rerio, 27 Hermes Tine, 31 Hoby, slr Thema (13041569, tradutor ings, 57, 8 ns. AL RENACIMENTO Homer (silo vn aC), poets ico wie, 20, 78 Horacio Paco, Quinto 65 2.C.), oat romin, 22,25, 42 Hilaings, Johan (1872-1948), his toradorholandés, 7,98 ‘numanismo, 2730, 95; eabales- 1, 7,71; rstane, 66.70, Inumanisia asso, 46 Huten, Ubteh von (4861529, ‘humanist ler, 38 Intain, 34 Imprena, 78-80 Ince de Uhr prokibids, 6 70 Individatomo, 98, 102 abel de Be (14741539), mae ques de Mantua, 4, 57 vd ar de Rusia inane de 14622 1805), 6 Jardine, deo de las, 85 Jeréaimo, san (© 348420, padre ea ges, 40, 67 Jones, igo (1573-1652), araui- {oso inal, 61 Julio I (Givano dels Rovere), ape (19081313), 20 67 Seal, Désino Junio (@. @e 130), peta romano, 84, 94 uvenco (fl 330), pot pao iano, 8 Krenn, Mosc, 62 Leoconte, teulura cia, 20, * luca de Tormes, El, 71 Teferre aEtaples, Jacques (. 1480-1536), humanist Fane, 6 {Léa X (Glovann de Med), ipa (1513-1521), 10 aonarda du Vie! (14521519), ‘atta 9 entice Noreatne, 22,30, 6, 52 Lipo, Jo (SS7-1600), Some ‘isa famenco, $7, 74,92 Livio, Tito Tits Liviu) 69 2.6.1), Hstorisdor romano, 25, 38,51 opin, 30 ‘Lamezz0, Giowan Paolo (1538 1600), erio de arte lamar. do, 85 Lociane (© 52180), ertor go, 22, $8, 72,77 ater, Marta’ (483.1840, se Tormador alenda, 6 Lay, John (61556160, ector ings, 67 magi, 91 ‘Mateonienc, La, va, 18 ‘maniesmo, 8451 ‘Manieans,Andiea( MS1-1506, ‘de Padua, pintor, 40 Manizo, Aldo (1481815, im- peso y humans, 79 ‘Maguavelo, Nicol (14691527), tebico plo fren, 12, 33,65, Marcle, cao de, ex Roma, 16 sree ateantrico uy. Marcil, Marco Vater (6 4-6 109, poeta romao, 26 ‘Maciowe, Christopher. 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Buonaeoi (1475. 1564), ati y poeta Moreat- 0,20, 42,84, 8, 86, 8 Montaigne,” Mickel de (1533 192), estor fancts, 29, 67, 2 Morando, Berarlo (f._ 157% 1599) argu enelan, 2 nisca, 2 Navagero, Andrer (488-15), ‘eer venedans, 53 eos, 1,108 ‘eopatriamo, 31 40, 91 COcteghem, Johanoss (6, 100. 1495), composer arene, 30 forme, Phitbert de) (@ 1810 1570), argue rae, 56,61 Coxtsnichbaa, palaio dey ex Heiebet, £647 Pano, Andeon (508-1580, de ‘iors, agus, 16 18, 6, 61, 8,54 Pancfah, Erwin (1892-1968), tovidorslemin dela, 24 Panteb, tempo romano, 16 Permisianino, Francs (1808 150), de Pasa pinto, 84 pastoral, género, 25, 76,88 perspectiv, 22:38 Paras, Francesco (3041370), ow yer toxsano, 8, 10, 26,27, 32, 38, 35, 35 46, 50, 51,78, Peo” dea Mirandla, Giovans "163-1499, uma fear 0, 21 io fl (Enea Svo Pispomis), pa (14-146), 39,52, 98. Pirekiimer, Wibald. (1470 128), humana slemdn, 72 até (29-47 Cy Hof ‘go, 12. 31.74 laut Tio Maco (. 254-184 ‘4, dramaturgo omano, 25 Plater, Gemishos (1355145, ‘bot grieg, 4 Pinio al Joven (Caos. PSaius Cacclivs Seeands) (c. 6h 119, cxsitor romano, 18 PogeioBracilini (130-149), ‘pumatita renting, 28,32, 37 Polizia, Angelo (1854-1499), Taumania 9 posta toscano, 38 120 FL RENACIENO Pomponazal, Pietro (462-1529, ‘e Padua, Teo, 31 Ponto, Sasope (1555, itr toscano, 86,89 matics, Francesco (1504 153, de Mant, pinor, 52 rosa dé fed, 76.77, Publco, Jaeopo, huranista, $5 Rabelais, Prangois (cde 1559), estar fans, 77-78, a Rafael Rafaelo Sanzio) (485- 152), de Urbino, pntor, 22 realism, 24 rete, 102 Reach, Joan (455-1522), ‘mani edn, 68 Revousén cei, 95 Rodolfo Il, emperedor (1576 1612), 87 Rom, saqueo de, 89 Romano, Giullo (@ 1821546), tory arqitest, 6, 86 ‘Roso, Clovann! Bats (485- 1540), pitor oretin, $2, ES Ruskin, John (1819-1900, eco de are ings, 7 Salta, Cotveco (1331-1405, "humanisatoscan, 32 San Peto in Montoro, isa de Roma, 18, 2 Sinazato, Jacopo (4881530, ‘poeta napoli, 39 Savonacola, Girotamo (1452- 1Y98), de Fanaa, predcsdor, s Scorel, Jan van (1495-1562) in or holes, 36 Stneea, Luce’ Anseo, el Joven @ 26:68), fideoto romano, 26, 0, 75,9, 108, Seti, Sebastiano (145.185), de ‘Boloala, arqulexo, $2, 5,6 a ‘Sidney, Philp (15541586, miter Y exrtorIngls, 7,71, 75,77 Sono, Cro (6 1520-584), de Médn, sens, 35 sioeeis, 39 Smyton, Robart (6. 1536169, ‘xaquiecio imps, 6 socisienisme, $3 Sozzn, Faso (1539-1600), y Le lio (5251862), humanists y eros senses, 53 ‘Ticio, Cayo Corso (at. 55), hisloiadr roan, 9, 92 ano, Lug (1510-1568, poeta raolitan, 58 ‘Tasso, Bernardo (1693-1569), poeta lombardo, 58 ‘Taso, Torgato (15441595), de erara poeta, 15, 26, 58, 36 Terenlo Afr, Palio (195.159 3.6), dramatuo romano, 26 Thou, Jacques Auge de (155. 1617, historador fants, $7 Tixretio Jacopo Robt) (518- 1598), pinorvenesiano, 15,85 “To Livi, nse Liv, To ore atranerico m1 Telano Veallo (¢ 1485-576, “omis de Aquino, ano (6.125 120), soo ¥ eogD, 3) Tons Moro (1476153, hue rita ing, 29,76, 102 origin, Petro (172-1529, ullor oreain, $3 Toynbes, Arnold Joseph (189- 199), historiador ings, 13 trae, 26 alla, Lorenzo (147-1457), he Toast romano, 2,30, 32,38 Ven det Werden Regie (1599. 146, plntor Maeno, 50 an Hesmkrck, Marten (1498 151), artista holed, 56 Vasari, Giorgio (511-1519, ats ‘ay Blopafo torano, 10, 25 341,36, 57,8485, 92 Vermigl, Phro Marte (1500: 156), buenas 7 ert fo reatino, $3 ‘Veron, Paolo Calan (1508 158), pla allno, 86 Vesa Andres (1141360, mb is, 18,86, 96 Viet (Pubs Verve Maso) (G019 2.6) poeta romano, 3, 26,41, 42,43 Visulo' Maréa, Pubtio 0419 ‘AC, poeta romano, 9,26 41, 2,3 ‘Vitrabi, Mareo (Marcus Vite ‘ins (ilo 1 C2), ates romano, 16 18,7, 6 ‘ves, Joan Lh (1692-184), bu mania espe, Wotton, Heary (166-1639, dt plométco ings escrito sobre fulictura, 6t Walt, sr Thomas (1502151, poe ings, 58 ans, Tan (1842160), canc- er de Polos, 54 ame, ciudad &e Poesia, 54, a esis, Ulich (4641889, usta 9 buiacita slo, 76 ‘winglo, Huldeyeh (148-153), reformador suo, INDICE DE LAMINAS 1, Autorretrato de Maarten van Heemskerck, por cortesia del Fitzwilliam Museum, de Cambridge : 2. El Tempieito de Bramante, por cortesia de Ja Mansell Collection 3. La Calumnia de Botticeli, por cortesia de Ja Mansell Collection 4. EI Baco de Miguel Angel, por cortsi Mansell Cellection. . 5. Ei Partenén, en Roma, por cortesia de la ‘Mansell Colleetion 6. Diagrama de Charles de Bouelles, De sapien. te, por cortesia de la Biblioteca Briténica deta INDICE 1. Bl mito del Renacimiento 2. Malia: resurgimiento e innovacién. . 3. El Renacimiento en el extranjero o los usos de Hralia : 4. La desintegractén del Renacimiento 5. Conelusiones Bibliografia. Indice alfabético Indice de liminas “9 8 7 10s us 13

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