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propuso volver a hablar de Beatriz slo para decir aquello que nunca fue escrito de una mujer.

Quince aos ms tarde, en la Divina Comedia, se revelara el alcance potico de esta promesa.
Entre 1302 y 1307 Dante empez dos obras de madurez: Il convivio (El convite) y De vulgari
eloquentia (Sobre la lengua vulgar). El primero contiene algunos de los temas fundamentales que
desarrollara luego, acerca de los cuatro significados de las Escrituras, los dos tipos de alegoras
y la necesidad de la existencia del imperio. El segundo es un manifiesto escrito en latn acerca de
la legitimidad del uso de la lengua verncula, en el que defiende la utilizacin del romance para
todos los estilos, incluido el elevado o trgico.

Edicin de 1490 de Il convivio


Se sabe muy poco de sus actividades polticas y domsticas durante este lustro: en 1303 estuvo
en Forli como consejero de Scarpetta Ordelafi, comandante de los blancos mientras que al ao
siguiente, luego de la derrota de sus partidarios en la batalla de Lastra (20 de julio), decidi
separarse de su antigua faccin; en 1305 posiblemente viviera en Bolonia, un entorno
privilegiado desde el punto de vista intelectual, donde continu la escritura de las dos obras antes
mencionadas y de donde fue expulsado el 6 de octubre de 1306, para refugiarse primero en
Lunigiana, bajo la proteccin de los Malaspina, luego en 1307, con el conde de Batifolle en
Casentino y, finalmente, en 1308, en Lucca. Se supone que meses antes Dante haba empezado a
escribir el Infierno, primera parte de la Divina Comedia.
Durante los primeros aos de su exilio Dante medit largamente sobre la cuestin de las
relaciones entre el poder temporal y el religioso; los primeros resultados de estas meditaciones
son las dos conocidas cartas (de 1308 y 1310), una de ellas dirigida a todos los reyes de Italia, a
todos los seores de la Urbe Santa, a los duques, condes, marqueses y pueblos, y la otra a los
malvados florentinos que residen en la ciudad; en esta segunda carta abogaba por el
acatamiento al poder imperial. Pero el logro final de estas reflexiones fue el tratado De la
monarqua (1318), en donde se afirmaba que el poder espiritual y el temporal emanaba
directamente de Dios, por lo que el imperio y el papado eran potestades autnomas.

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