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JE TRC ae . DE BOLSILLO BARTOLOME BENNASSAR mayne mC ON Ol fo Primera edicién en BIBLIOTECA DE BOLSILLO: mayo de 2003 ‘Segunda edicién en BIBLIOTECA DE BOLSILLO: octubre de 2004 Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorizacién escrita de los titulares del copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproduccién total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografia y el tratamiento informatico, y la distribuciGn de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo piblicos. Titulo original: Un siecle d'or espagnol vers 1525-vers 1681 Traduccién castellana de Pablo Bordonaba Disefio de la coleccién: Joan Batallé © 1982 y 2001: Editions Robert Laffont, S.A., Paris © 1983 y 2001 de a traduccisn castellana para Espaia y América: Crinca, S.L., Diagonal, 662-664, 08034 Barcelona ditorial @ed-critica.es tp:www.ed-critica.es ISBN: 84-8432-205-8 Depésito legal: B. 44.157-2004 Impreso en Espaiia 2004. — A&M Grafic, Santa Perpétua de la Mogoda (Barcelona) PREFACIO La primera edicién de esta obra aparecié hace casi veinte anos. Inttil decir que la historiografta aprovechs este largo plazo para colmar algunas lagunas, seguir nuevos derroteros, inventar problemdticas insospechadas, ya que la multiplicacion de los congresos y cologuios internacionales favo- recio el intercambio de temdticas y metodologias. Por otra parte, es cierto que los «centenarios» de los afios 1998-2000, relativos a Carlos Quinto, Felipe Il y sus reinados, después del de 1992, que celebré los «Descubri- mientos» acompariados por exposictones maravillosas que dieron a cono- cer documentos e tconografia nueva, brindaron muchas oportunidades a los historiadores, tanto espatioles como extranjeros. Ast se han publicado muchos libros que han proyectado luces inesperadas sobre los personajes de alto vuelo (reyes, validos), y las instituctones (Consejos, Secretarios de Estado, Cortes). Pero la economia y la sociedad, o las relaciones interna- cionales no se quedaron atras. Para limitarnos a algunos ejemplos, nada meds que sobre Felipe Il han aparecido libros de autores tales como Geoffrey Parker, Henry Kamen, Manuel Ferndndez Alvarez, entre otros. La historia de la economia tran- satléntica ha sido renovada por muchos trabajos y no solamente los del francés Michel Morineau y del sevillano Antonio Garcta-Baquero, La his- toria agraria de Espatia ha dado un salto impresionante y casi no queda provincia cuyo este sector de historia sea desconocido. Un sinntimero de obras de gran calidad han demostrado que la fuente inquisitorial es un ya- cimiento excepcional para quien desea explorar los trasfondos de las so- ciedades hispanas, de las mentalidades o los comportamientos heterodo- xos. Y me permito recordar que el libro que publicamos juntos, Bernard Vincent y yo, en esta misma editorial (Espaiia, Los Siglos de Oro, 2000) puso énfasts en la dimenston europea y casi planetaria de la historia de Es- pana en estos dos siglos. Entonces, por qué volver a publicar un libro ya superado en varios as- This One UN MONA A TAXK-WXC-WGTG 6 LA ESPANA DEL SIGLO DE ORO pectos. Pues, sencillamente, si, en 1982, este trabajo pudo definirse como «un estado de la cuestién», ahora este Siglo de Oro Mleva el papel de ini- ciacin, especialmente por su presentacion en libro de bolsillo. Su mejor le- gitimidad la lograria st llegase a constituir una invitacion a ir mds alla, a leer todos estos libros que han renovado la historiografia desde veinte anos. BARTOLOME BENNASSAR Paris, 12 de abril de 2001 IntRopucci6n éQUE ES EL SIGLO DE ORO ESPANOL? La expresién Siglo de Oro atribuida a un perfodo determinado de la historia de Espafia es de uso corriente en Europa y en todo el continente americano. En Espafia este uso rebasa incluso los limites de la clase intelectual y parece implicar por parte de los interlocutores un conocimiento general del fendmeno. En es- tas condiciones no debe ser dificil encontrar una definicién precisa del Siglo de Oro. Sorprendentemente, al menos en Espaiia, esta definicién no existe, Las obras mismas que tienen como vocacién dar su sentido a las palabras y a los conceptos, es decir, los diccionarios y enci- clopedias, eluden la cuesti6n ya que no se interesan més que en el concepto universal de edad de oro. O cuando ocasionalmente consideran la expresién «Siglo de Oro espafiol» proponen una de- finicién extraordinariamente restrictiva. Tomemos por ejemplo el Diccionario det uso del espafol publicado en 1980 por Maria Mo- liner, obra muy reciente como puede verse. En él se lee la si- guiente definicién de «Siglo de Oro»: «Cualquier perfodo consi- derado de esplendor, de felicidad, de justicia, etc.»; a continuacién, escrito en maytsculas: «Especfficamente, época de mayor esplen- dor de Ja literatura espafiola, que abarca parte de los siglos xv1 y xvit». Hemos lefdo bien: el Siglo de Oro omite la arquitectura, la escultura o la pintura de los siglos xvt y xv11; el Escorial, la Plaza Mayor de Madrid, el Greco, Velazquez, Zurbarén, Berru- guete o Montaiiés no guardan relacién con el Siglo de Oro... 8 LA ESPANA DEL SIGLO DE ORO Ahora bien, Marfa Moliner no hace sino seguir una tradicién antigua. La gran Enciclopedia espafiola de Espasa-Calpe, en su tomo LVI de la edicién de 1966 ofrece para la expresién «Siglo de Oro» el texto siguiente: «Tiempo en el que las letras, las artes, la polftica, etc., han conocido su mdximo esplendor y su mayor desarrollo en un pueblo o en un pafs. Ejemplo: el Siglo de Oro de la literatura espafiola». En consecuencia, en un primer momento, el autor del artfculo admite que el concepto de Siglo de Oro puede no referirse exclusivamente a las letras y a las artes puesto que cita la politica. Pero, tratandose de Espafia, reserva la apelacién Gnicamente a la literatura. Aunque, si nos fijamos con més aten- cidn, advertimos que la Enciclopedia de Espasa-Calpe no hace sino sepeoducir palabra por palsbra el texto del. viejo Diccionerio bispano-americano de Montaner y Simon que data de 1896. Asi pues, de 1896 a 1980, no se ha producido ningtin cambio, nin- guna revisidn del concepto y de su contenido. Extrafio inmovilis- mo del pensamiento oficial. Pero hay carencias todavia més asombrosas. El Diccionario de la lengua espafiola publicado por la Real Academia espafiola, en su decimonovena edicién aparecida en 1970, anuncia por supues- to «Sig's» de oro» y «edad de oro», pero no ofrece més que la definicién siguiente: «Tiempos floridos y felices en que habia paz y quietud». Ignora olfmpicamente toda especificidad espafiola. To- davia resulta més inesperado que, en el Diccionario de historia de Espaita, publicado por la Revista de Occidente, no se mencione ni siquiera en su segunda edicién, muy reciente, el Siglo de Oro, ni en «Siglo» ni en «Oro». Se advierte entonces con gran sorpresa que los historiadores espafioles evitan cuidadosamente, al menos en los titulos de sus libros, la expresién «Siglo de Oro», mientras que los términos crisis y decadencia aparecen utilizados fre- cuentemente, incluso en los titulos. De Ramén Menéndez Pidal a Jaume Vicens Vives o a Felipe Ruiz Martin la expresién perma- nece ausente y el Golden. age of Spain de Antonio Dominguez Ortiz, publicado en Londres en 1971, no desmiente esta regla mds que aparentemente, puesto que se trata de un t{tulo en lengua extranjera, en cierto modo de un titulo de traduccién. La expre- sién no aparece mds que en algunos estudios concretos como La INTRODUCCION g vida espaftola en la edad de oro segtn las fuentes literarias, de A. Valbuena Prat (1943). No es una casualidad, pues se trata de un libro fundado en fuentes literarias como si, en definitiva, sdlo la literatura tuviera exclusivo derecho a este prestigioso sello de marca, Diccionarios y enciclopedias ajenas a Espafia no ofrecen testi- monio de una mayor apertura. La Encyclopaedia britannica ignora cualquier Golden Century. El Robert (tomo VI, 1969) no hace ninguna mencién al Siglo de Oro espafiol en las siete acepciones que descubre para el término «siglo». El Grand Larousse encyclo- pédique (tomo 9, 1964) no vacila en interesarse por el «Siglo de Luis XIV», pero muestra un desprecio soberano por el Siglo de Pericles, el Siglo de Oro del imperio romano o el Siglo de Oro espafiol. La enciclopedia Focus publicada por Bordas —que sin embargo se califica con osadfa de «enciclopedia internacio- nal»— considera el «Gran Siglo», es decir, el xvi, y el «Siglo de las Luces», es decir, el xvi11, después de haber escrito para siglo: «Cualquier época especialmente célebre o por un descubrimiento, © por la existencia de un gran hombre, etc.». En definitiva, fue un historiador francés actualmente desapa- recido, Marcelin Desfourneaux, quien planted mejor el problema en el prefacio a un libro, perfectamente construido por otra parte, La vie quotidienne en Espagne au Siécle d’Or (Hachette, 1964). Vale Ja pena citar integramente su texto: Consagrada por el uso incluso en Espajia, la expresién «el Siglo de Oro» es susceptible de una doble interpretacién. O bien engloba todo el largo perfodo —un siglo y medio— que va desde Carlos V al tratado de los Pirincos, y en cl transcurso del cual el oro, y sobre todo la plata llegados de América, permiten a Espafia sostener grandes empresas en el exterior y extender la sombra de su poderfo sobre toda Europa, al mismo tiempo que, ya desde finales del reinado de Felipe II, se manifiestan en su vida interna unos sintomas inequivocos de desgaste econémi- co. O bien se aplica a la época ilustrada por el genio de Cer- vantes, de Lope de Vega, de Velazquez y de Zurbarén, y durante la cual Espafia, polfticamente debilitada, se impone a sus ve- cinos por la irradiacién de su cultura que, especialmente en el 10 LA ESPANA DEL SIGLO DE ORO dominio literario, suscita mds allé de sus fronteras y concre- tamente en Francia, una serie de imitaciones en las que se ins- pirar4 nuestro Gran Siglo. Curiosamente, después de haber planteado con gran lucidez Ja alternativa y de haber sugerido la existencia de una diferencia cronolégica entre un Siglo de Oro entendido en un sentido am- plio, que integra los aspectos politicos, econémicos y religiosos, y un Siglo de Oro limitado a los aspectos de civilizacién, Marce- lin Desfourneaux no eligié. Por tanto, me siento con entera libertad para proponer mi visién del Siglo de Oro porque, del mismo modo, no existe una clara doctrina a este respecto. Reconozco de buen grado que pueden defenderse otras concepciones con apoyo de serios argu- mentos. Pero el piblico merece algunas explicaciones suplemen- tarlas. En primer lugar, como es natural, los contempordneos no tuvieron obligatoriamente la impresién de vivir un «Siglo de Oro». Es un fenémeno clésico: es casi imposible tener una con- ciencia exacta del tiempo en el que se vive y que no constituye todavia esa abstraccién bautizada como siglo, edad o época. Ade- mAs, muchos contempordneos tenfan razones suficientes para que- jarse de su tiempo y de las dificultades que encontraban para vivir y aun para sobrevivir. Para el juicio de la historia se requiere ese elemento esencial que Ilamamos perspectiva. Ahora bien, en cuanto prueba de Ja perspectiva, es legitimo retener para Espafia el concepto de Siglo de Oro aplicado a una parte de los siglos xvi y xvii y darle una acepcién amplia si se considera la influencia que este pais ejercid en el mundo y que no se refiere a los tnicos modelos literarios y artfsticos. Propongo llamar Siglo de Oro espafiol «la memoria selectiva que conserva- mos de una época en la que Espafia ha mantenido un papel domi- nante en el mundo, ya se trate de la politica, de las armas, de la diplomacia, de la moneda, de la religién, de Jas artes o de las letras». Para que el ptblico tenga una clara conciencia de la: dis- tanciacién entre nuestra memoria y la realidad vivida por los hombres y las mujeres de aquel tiempo, el tiltimo capitulo de este INTRODUCCION 1 libro, «Vivir en el Siglo de Oro», presentar4 un cat4logo de situa- ciones que pondran de relieve esta distanciacién y sus grados, sus desigualdades. En la misma época, en un mismo pals, numerosas gentes pueden vivir una edad de hierro, mientras que otros cono- cen un tiempo de esplendor. No se encontrar en este libro el relato de las operaciones mi- litares o navales sobre las que existen obras especializadas, pero si podré descubrirse en él Jos principios y los métodos de una politica de defensa nacional y los soldados de los tercios. No se encontrard tampoco una historia de los acontecimientos polfticos y diplométicos que figuran en las historias generales, pero en cambio podré hallarse en él Ja explicacién de los mecanismos del poder y juzgar los medios en hombres y en dinero de que este po- der dispuso para su politica. Lo que propongo es una visién global del Siglo de Oro; no obstante, como un historiador no puede desdefiar la cronologia cuya importancia es fundamental, he intentado constantemente indicar y explicar las rupturas, situar los accidentes, en ocasiones caracterizar las generaciones. Me queda por justificar la seleccién de las fechas y definir lo que eran entonces el Imperio espajiol y las Espafias. 1525, mejor que 1516 —comienzo del reinado de Carlos I— 0 1519 —elec- cién de Carlos I como emperador, lo que le convierte en Car- los V— porque los inicios de este reinado no fueron afortunados. Se caracterizaron por una crisis politica y social muy grave, la de las Comunidades de Castilla, respecto de la cual tenemos en francés el hermoso libro de José Pérez, crisis duplicada por la de las Germanias en Valencia y en Mallorca: de esta manera, los pri- meros afios veinte fueron unos afios de agitaciones y solamente en 1525 podemos considerar la pacificacién acabada, la monarquia confirmada. ¢Por qué 1648? Dedicaré la conclusién de este libro a la destruccién de todo lo que constituyé el Siglo de Oro y realizaré entonces una amplia utilizacién de una cronologfa explicativa. Pero sefialemos ya desde este momento que 1648 sitda el final de la preponderancia militar de Espafia, publicamente significada por graves derrotas, y el abandono definitivo de los Pafses Bajos del Norte consentido por los tratados de Westfalia, mientras que 12 LA ESPANA DEL SIGLO DE ORO la Espafia interior conoce una crisis de una extrema gtavedad. En el plano demogréfico, con el estallido de una terrible epidemia de peste bubénica, agravada por el hambre. En el plano politico porque Cataluiia y Portugal se sublevaron contra el rey y sus representantes, provocaron la caida de Olivares y prosiguen desde 1640 movimientos de cardcter separatista, uno de los cuales de- sembocaré en la recuperacién de la independencia portuguesa. Es cierto que me veré obligado a precisar que los cambios decisivos se produjeron antes o después, pero 1648 es una fecha que ad- quiere valor de simbolo. Pero, de hecho, ¢qué es entonces Espafia? ¢Es preciso escri- bir «Espafia» o «Espafias», en singular o en plural? ¢Qué lugar Posesiones espafiolas hacia 1600 en Europa y en Africa del Norte % q ee come @ BALEARES Mostaganem Melilla Oran

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