Está en la página 1de 12
“CONSTEUCOON S0CdL D4 CONDCIMUENTO VTORIAS DE 14 EDUEACION: ANTOLOGHA COMPLMENTARIA la revolucién de los cielos, es la que origina el movimiento diurno aparente del sol y de las estrellas{ Arquimedes escribe al rey Gelén de Siracusa y le dice: "Aristarco de Samos ha com- puesto un libro en el que menciona algunas hi- pétesis, cuyas premisas llevan a la conclusién de ser el universo mucho mayor de lo que hasta ahora se ha supuesto. Sus hip6tesis son que las estrellas fijas y el sol permanecen inméviles; que la tierra gira alrededor del sol en la circun- ferencia de un circulo, estando situado el sol en el centro de la 6rbita.” Asi los griegos descu- brieron no sélo la rotacién de la tierra, sino tam- bién su revoluci6n anual alrededor del sol. Fue el descubrimiento de que un griego habia sos- tenido esta opinién lo que animé a Copérnico a hacerla revivir. En los dfas del Renacimiento, cuando vivia Copérnico, se afirmaba que cual- guier opinién que hubiese sido sustentada por un antiguo tenia que ser verdadera, y que una opinion no sustentada por ningtin antiguo no podia merecer respeto. Dudo de que Copérnico hubiera nunca legado a ser un copernicano, si no hubiese existido Aristarco, cuya opinién de los romanos. Plutarco se avergiienza de las invenciones mecénicas de Arquimedes que juzga apenas dignas de un caballero; pero le conside- ra disculpable por haber ayudado a su primo el rey en un tiempo de terrible peligro. Arquimedes demostr6 ser un gran genio en matematicas y poseer una habilidad extraordi naria para la invencién de artificios mecénicos; pero su contribucién a la ciencia, aunque notable, revela atin la actitud deductiva de los griegos, que hizo casi imposible para ellos el método experimental. Su obra sobre estatica es famosa, y con raz6n; pero procede por axiomas, como la geometria de Euclides, y los axiomas se su pone que son evidentes por si mismos, y no el resultado de la experiencia. Su libro Sobre los -cuerpos flotantes es el que, segiin la leyenda, naci6 de haber resuelto Arquimedes el problema de la corona del rey Hieron, de la que se sospe- chaba no estar hecha de oro puro. Este problema, como es sabido, se ha supuesto que fue resuelto por Arquimedes estando en el bafio. En todo aso; el método que propone en su libro para casos andlogos es perfectamente valido, y aun- ermaneci6 olvidada hasta el renacimiento dif que el libro se deriva de postulados por un mé- ia ensenanza clasica. Los griegos también descubrieron métodos vélidos para medir la circunferencia de la tierra. El geégrafo Eratdstenes la estimaba en 250,000 ssiadios (unos 38,000 kilémetros), que no esta muy lejos de la verdad. El més cientifico de los griegos fue Arqui- medes (257-212 antes de Cristo). Como Leonardo de Vinci, en una época posterior, consiguis el favor de un principe por su habilidad en las artes de la guerra, y como a Leonardo, fuele ‘ambién concedido permiso para aumentar los conocimientos humanos con la condicién de gue disminuyese vidas humanas. Sus activida- es en este particular fueron, sin embargo, mas distinguidas que las de Leonardo, toda vez que ‘saventd los mas sorprendentes artificios mecé- nicos para defender la ciudad de Siracusa con- ‘2 los romanos, y fue, finalmente, muerto por sn soldado romano al ser tomada la ciudad. Se a dicho que estaba tan absorto en un problema matematico, que no se apercibi6 de la Hegada todo de deduccién, sélo cabe suponer que Ileg6 a los postulados experimentalmente. Esta es, quizé, la més cientifica (en el sentido moderno) de las obras de Arquimedes. Pronto, sin embar- g0, después de su época, decayé la pasién que los griegos habian sentido por la investigacion cientifica de los fenémenos naturales, y aunque as matematicas puras continuaron floreciendo hasta la toma de Alejandria por los mahome- tanos, apenas hubo avances posteriores en la ciencia natural, y lo mejor que se habia elabo- rado, como la teoria de Aristarco, fue olvidado. Los arabes fueron més experimentales que los griegos, especialmente en quimica. Espera- ban transmutar los metales en oro, descubrir la piedra filosofal y confeccionar el elixir de la vida. En parte por esta causa las investigaciones quimicas fueron vistas con agrado. A través de la Edad Media la tradici6n de la civilizacién fue mantenida principalmente por los drabes, y de ellos adquirieron los cristianos, como Roger Bacon, casi todo el conocimiento cientifico que la Baja Edad Media posefa. Los érabes, no obs- tante, tenfan un defecto, que era el opuesto del de los griegos: buscaban hechos sueltos més que principios generales y no tuvieron a facultad de deducir leyes generales de los hechos que habjan descubierto. En Europa, cuando el sistema escolistico co- menz6 a ceder ante el Renacimiento, hubo durante cierto tiempo una gran aversi6n a todas las generalizaciones y a todos los sistemas. Montaigne ilustra esta tendencia. Ama los he- chos raros, particularmente si contradicen algo. No muestra deseos de reducir sus opiniones a sistemas coherentes. Rabelais, con su lema "Fais ce que voudras", es también opuesto a lo inte- Jectual y dems grilletes. El Renacimiento se re- gocijé de la recobrada libertad de especulaci6n, y no estaba dispuesto a perder su libertad ni aun en interés de la verdad. De las figuras ti; picas del Renacimiento, la més cientifica con Frucho es Leonardo, cuyos libros de notas son fascinadores y contienen muchas brillantes an- ticipaciones de descubrimientos ulteriores; pero no llev6 casi nada a madurez, y no ejerci6 influencia en sus sucesores cientificos. El método cientifico, tal como lo entendemos, aparece en el mundo con Galileo (1564-1642), ‘en menor grado, con su contemporéneo Ke- pler (1571-1630). Kepler aleanz6 la fama por sus tres leyes. Primero descubrié que los planetas se mueven en torno al sol segtin elipses y No segtin circulos. Para la mente moderna no hay nada soprendente en el hecho de que la érbita terrestre sea una clipse; pero para las mentes educadas a la antigua, nada, excepto un circulo, © algiin complejo de circulos, parecia drbita adecuada para el movimiento de un cuerpo ce Jeste, Segiin los griegos, los planetas eran seres divinos y debian, por eso, moverse en curvas perfectas. Los circulos y los epiciclos no lasti- F aban sus susceptibilidades estéticas; pero una Srbita encorvada y oblicua, tal como es la de la Tierra, les hubiera impresionado profunda- mente. Una observaci6n sin prejuicios estéticos equeria por eso, en aquella época, una Fara in, tensidad de ardor cientifico. Fueron Kepler ¥ Galileo los que establecieron el hecho de que Ia Tierra y otros planetas giran alrededor del Sol. Esto habia sido afirmado por Copérnico, y como hemos visto por ciertos griegos, que no habfan logrado, empero, dar las pruebas de ello. Copémico, en verdad, no encontré argu- mentos serios qué presentar en favor de su punto de vista. No es mera justicia para con Kepler el afirmar que al adoptar Ia hipétesis copernicana se apoyaba en razones puramente cientfficas. Se dice que en cierta época de su juventud fue partidario de la adoracién del sol, ¥y que pensaba que el centro del universo era el tinico sitio digno de tan gran deidad. Sin embar- 0, s6lo motivos cientificos pudieron conducit al descubrimiento de ser las Srbitas planetarias elipses y no circulos. EEL y atin mas Galileo, poseyeron el método cientifico en su integridad. Aunque se saben actualmente muchas més cosas que las que se sabfan en su época, no se ha aiiadido nada esen- Gal al método. Pasaron de la observacion de hechos particulares al establecimiento de leyes cuantitativas rigurosas, por medio de las cuales Jos hechos particulares futuros podian ser pre- dichos. Chocaron profundamente con sus con tempordneos, en parte porque sus conclusiones se enfrentaban por su naturaleza con las creencias de aquella época; pero en parte también porque Ia creencia en la autoridad habia impulsado a Jos eruditos a limitar a las bibliotecas sus inves- tigaciones, y los profesores estaban angustiados ante la sugestion de que podria ser necesario contemplar el mundo para saber c6mo es. Hay que reconocer que Galileo era algo tra~ vieso. Siendo atin muy joven, fue nombrado profesor de matematicas en Pisa; pero como el ilario era miserable, no parece haberse ilusio- nado con que esperasen de él grandes cosas. Comenz6 escribiendo un tratado contra el uso delbirrete y de la toga en la Universidad, tratado que pudo quiz4 popularizarse entre los esti Fiantes; pero que fue acogido con gran descon- tento por sus compafieros los profesores. Se di- vertfa buscando ocasiones que pusiesen en Hidiculo a sus colegas. Estos afirmaban, por tjemplo—basdndose en la fisica de Arist6teles que un cuerpo que pesase dier.libras caeria de A mcmama, ‘constRLcOOn SOC A CONDCINIENTO ¥ HOAAS DE LA EDUCACION: ANTOLOGIA COMMLEMENTAR =e altura determinada en una décima parte ei tiempo que necesitaria un cuerpo que pesase == libra. Una mafana subié Galileo a lo alto la torre inclinada de Pisa con dos pesos de =a y diez libras, respectivamente, y en el mo- Sento en que los profesores se dirigian con gra- ‘we dignidad a sus catedras, en presencia de los Sscipulos, llamé su atencién y dejé caer los dos pesos a sus pies desde lo alto de la torre. Ambos pesos llegaron practicamente al mismo tiempo. Les profesores, sin embargo, sostuvieron que sss ojos debian haberles engafiado, puesto que == imposible que Aristételes se equivocase, En otra ocasi6n fue atin mas atrevido. Gio- s=mnii dei Medici, que era gobernador de Liorna, seyent6 una maquina de dragar, de la que es- ‘=b2 muy ufano. Galileo afirmé que, hiciese lo ge hiciese, no lograria dragar con ella; como ‘ssi result6. Esto indujo a Giovanni a hacerse un Seusiasta aristotélico. Galileo se hizo impopular y fue silbado al ‘Splicar su curso, hecho que también le ha su- ‘=aido a Einstein en Berlin. Después hizo un ‘SSlescopio e invit6 a los profesores a mirar por Sikes satélites de Japiter. Los profesores rehu- ==, exponiendo como motivo que Aristételes ge habia mencionado dichos satélites, y que, ‘ger eso, cualquiera que pensase que lo vefa te- ‘aie que estar equivocado. Elexperimento de la torre inclinada de Pisa seezobor’ la primera investigaci6n importante BGalileo, o sea el establecimiento de la ley de “ids libre de los graves. Segiin dicha ley, todos ‘= cuerpos caen a la misma velocidad en el , ¥ al término de un tiempo determinado adquirido una velocidad proporcional al durante el cual han estado cayendo y “Gem recorrido un espacio proporcional al cua- “Eexdo de dicho tiempo. Aristételes habia sos- Sido otra cosa; pero ni Aristételes ni ninguno Besus sucesores, durante cerca de dos mil afios, se Sabian tomado la molestia de averiguar si lo sostenian era verdad. La idea de hacer esta igacion era una novedad, y la falta de res- de Galileo a la autoridad fue considerada abominable. Tenia, como es natural, amigos, hombres para quienes el es- pectaculo de la inteligencia era delicioso en si mismo. Pocos de estos hombres, sin embargo, ocupaban puestos académicos, y la opinion universitaria era enconadamente hostil a los descubrimientos de Galileo. Como todo el mundo sabe, tuvo que ver con la Inquisicién al final de su vida, por sostener que la Tierra gira alrededor del Sol. [...] El conflicto entre Galileo y la Inquisicién no es meramente el conflicto entre el libre pensa- miento y el fanatismo, o entre la ciencia y la religion; es ademés un conflicto entre el espiritu de induccién y el espiritu de deduccién. Los que creen en la deduccién como método para llegar al conocimiento se ven obligados a tomar sus premisas de alguna parte, generalmente de un libro sagrado. La deduccién procedente de libros inspirados es el método de Hegar a la verdad empleado por los juristas, cristianos, mahometanos y comunistas. Y puesto que la deduccién, como medio de alcanzar el conoci- miento, fracasa cuando existe duda sobre las premisas, los que creen en la deduccién tienen que ser enemigos de los que discuten la auto- ridad de los libros sagrados. Galileo discutié a Arist6teles y a las Escrituras, y con ello destru- 6 todo el edificio del conocimiento medieval. Sus predecesores sabian cémo fue creado el mundo, cual era el destino del hombre y los més profundos misterios de la metafisica, y los ocultos principios que rigen la conducta de os cuerpos. En el universo moral y material nada era misterioso para ellos, nada oculto; todo podia ser expuesto en metédicos silogis- mos. Comparado con todo este caudal, 2qué les quedaba a los partidarios de Galileo? Una ley de caida de los graves, la teorfa del péndulo y las elipses de Kepler. Puede sorprender, ante esto, que los eruditos protestasen a voz en grito de la destruccién de sus conocimientos, gana- dos tan laboriosamente? Asi como el sol naciente disipa la multitud de las estrellas, asf las escasas verdades comprobadas por Galileo desvanecie- ron el firmamento centelleante de las certezas medievales. Socrates habia dicho que él era mas sabio que sus contempordneos, porque él sélo sabia ee ne gue no sabia nada. Esto era un attificio retérico. Galileo pudo haber dicho con verdad que no sabia gran cosa, pero sabia que sabia algo, mientras sus contemporéneos aristotélicos no sabian nada y pensaban que sabian mucho. El conocimiento, considerado como opuesto a las fantasias de realizacién de los deseos, es dificil de alcanzar. Un poco de contacto con el verda- dero conocimiento hace menos aceptables las fantasias. Por regla general, el conocimiento es mis dificil de lograr que lo que suponia Galileo, ymucho de lo que él crefa era s6lo aproximado; pero en el proceso de adquirir un conocimiento seguro y general, Galileo dio el primer paso. Por eso es el padre de los tiempos modermos. Tanto lo que nos gusta como lo que nos disgusta de la edad en que vivimos —su crecimiento de poblacién, su mejoramiento en sanidad, sus tre- Res, automéviles, radio, politica y anuncios de jabén—, todo proviene de Galileo. Si la Inqui- sicién le hubiese cogido joven, no podriamos ahora gozar de las delicias de la guerra aérea ¥ de los gases envenenados, ni, por otra parte, de la disminucién de la pobreza y de las enfer- medades, que es caracteristica de nuestra época Es costumbre entre cierta escuela de socic- logos menospreciar la importancia de la inteli- Bencia y atribuir todos los grandes sucesos a Brandes causas impersonales. Juzgo esto una completa ilusién. Creo que si cien de los hombres del siglo xvi hubiesen muerto en la infancia, no existirfa el mundo moderno, Y de esos cien, Galileo es el principal I. Newton Sir Isaac Newton nacié el afio en que murié Galileo (1642). Como Galileo, llegé a muy viejo, Pues murié el afio 1727. En el corto periodo que media entre las actividades de esos dos hombres, la posicién de la ciencia en el mundo habia cambiado por completo. Galileo, durante toda su vida, tuvo gue luchar contra los hombres tenidos por cien- tificos, y en sus ultimos afios tuvo que sufrir Persecucién y condena por su cbra. Newton, por el contrario, desde el momento en que, a la edad de dieciocho afios, entré como alumno en el Trinity College, de Cambridge, escuché el aplauso universal. Antes de transcurridos los dos afios de conseguir su grado, el director de su colegio le describia como hombre de incref- ble genio. Fue aclamado por todo el mundo erudito, honrado por monarcas, y, con verda- dero espiritu inglés, fue recompensado por su trabajo con un destino del Gobierno, en el que no pudo continuar su trabajo. Fue tan grande su valimiento que cuando Jorge I subié al trono, el gran Leibniz tuvo que permanecer en Han- nover, porque él y Newton habfan refiido. Fue una fortuna para las épocas siguientes que las circunstancias de Newton fuesen tan placidas. Era hombre nervioso y timorato; al mismo tiempo susceptible y enemigo de con- troversias. No gustaba de publicar sus trabajos, Porque le exponian a la critica, y se vio forzado a hacerlo, a instancia de amigos cariftosos. A Propésito de su Optica, escribié a Leibniz: "Es- taba tan acosado por las discusiones promovi das con la publicacién de mi teoria de la luz, que me reproché mi propia imprudencia por abandonar una bendicién tan sustancial como mi tranquilidad para correr detrds de una som- bra.” Si hubiese encontrado una oposicién pa- recida a la que tuvo enfrente Galileo, es probable que nunca hubiera publicado un renglén. El triunfo de Newton fue el mas espectacular en la historia de la ciencia, La astronomia, desde Ia €poca de los griegos, habia sido a un mismo tiempo la més adelantada y la més respetada de las ciencias. Las leyes de Kepler atin eran recientes, y la tercera de ellas no era de ningin modo aceptada universalmente. Ademas, pare- cfan extrafias e inexplicables a los que se habian acostumbrado a los circulos y epiciclos. La teo- ria de Galileo sobre las mareas no eta correcta; los movimientos de la Luna no estaban bien estudiados, y los astrénomos se condolian de Ia pérdida de aquella épica unidad que los cielos. Posefan en el sistema ptolomeico. Newton, de un solo golpe, con su ley de la gravitacién, puso orden y unidad en esta confusion. No sélo dio taz6n en lineas generales de los movimientos MRlBPRRERRAE PRETO TR BESERBE & BQ RO OSSRREe ATTBR te owstRuccioy Soci om CONOCIMIENTO V ORAS DE A EDUCACION:ANTOLOGIA CoM de planetas y satélites, sino también de todos los detalles conocidos hasta entonces; hasta los cometas, que no hacia mucho tiempo "presagia- ban la muerte de los principes'", se encontraron sometidos a la ley de gravitacién. El cometa de Halley fue uno de los més serviciales, y Halley fue el mejor amigo de Newton. Los Principia, de Newton, se desenvuelven al gran estilo griego; por las tres leyes del mo- vimiento y la ley de’ gravitacién explicase, en deduccién puramente matematica, el conjunto del sistema solar. La obra de Newton es esta- tuaria y helénica, bien distinta de las mejores de nuestra propia época. La aproximacién mas cercana a la misma perfecci6n clésica, entre los modernos, es la teoria de la relatividad; pero aun ésta no aspira a la misma finalidad, ya que el grado de progreso de la época actual es de- masiado grande. Todo el mundo conoce la his toria de la caida de la manzana. Contrariamente a lo que les sucede a muchas de estas historias, no se tiene la seguridad de que sea falsa. En todo caso, fue en el afio 1665 cuando Newton! pens6 por primera vez.en la ley de la gravitaci6n, y en aquel afio, a causa de la gran peste, pas6 una temporada en el campo, posiblemente en un huerto. No publicé sus Principia hasta el aio 1687: durante veintitin afos se content6 con pensar sobre su teoria y perfeccionarla gradual- mente. Ningtin moderno se hubiera atrevido a hacer semejante cosa, ya que veintitin afios es bastante para cambiar completamente el paisaje cientifico. Aungue los Principia de Newton conservan la forma deductiva, inaugurada por los griegos, su espiritu es del todo diferente del de la ciencia griega, toda vez que la ley de gravitacién, que es una de sus premisas, no es supuesta como evidente por si misma, sino que se llega a ella inductivamente, a partir de las leyes de Kepler. El libro, por eso, ilustra el método cientifico en Ja forma ideal, De la observacién de hechos par- ticulares llega por inducci6n a una muy general, y por deduecion de la ley general son inferidos otros hechos particulares. Este es todavia el ideal de la fisica, que es la ciencia de la que, en teorfa, todas las demés debieran ser deducidas; A pero la realizacién de ese ideal es algo mas di- ficil de lo que parecia en la época de Newton, y una sistematizacién prematura ha resultado ser peligrosa La ley de gravitacién de Newton ha tenido una historia peculiar. Mientras, durante més de doscientos aiios, explicé casi todos los hechos que eran conocidos respecto a los movimientos de Jos cuerpos celestes, permanece aislada y misteriosa en si misma entre las leyes naturales. Nuevas ramas de la fisica crecen en vastas pro- porciones; las teorfas del sonido, del calor, de laluzy de la electricidad fueron exploradas con éxito. Pero ninguna propiedad de la materia fue descubierta que pudiese en modo alguno relacionarse con la gravitacién. Sélo con la teo- ria general de la relatividad de Einstein (1915) encaja la gravitacién en el cuadro general de la fisica; y entonces se encontré que pertenece més bien a la geometria que a la fisica, en el sentido tradicional de "fisica". Desde un punto de vista préctico, la teoria de Einstein supone s6lo correcciones muy pequefias de los resulta- dos newtonianos. Estas correcciones mintisculas, en tanto que se pueden medir, han sido com- probadas empiricamente; pero si el cambio Practico es pequeito, el cambio intelectual es enorme, puesto que toda nuestra concepcién del espacio y del tiempo ha tenido que ser transformada. La obra de Einstein ha acentuado Ia dificultad de soluciones acabadas en la cien- cia. La ley de gravitacién de Newton ha reinado durante tanto tiempo y ha explicado tantas cosas, que parecia apenas cresble que tuviera necesidad de correccién. Sin embargo, tal correccién ha resultado necesaria al final, y nadie duda de que la correcci6n tendra que ser, a su vez, corregida, II, Darwin Los primeros triunfos del método cientifico fueron logrados en astronomia. Sus triunfos més notables en tiempos bien modernos han sido obtenidos en la fisica atomica. Ambas ma- terias requieren muchas matemiticas para su constmucoos vet dominio. Quizds en su tiltima perfeccién toda ciencia seré matemética; pero, mientras tanto, existen vastos campos en los que las matemé- ticas apenas pueden aplicarse, y en ellos han de ser realizadas algunas de las mas importantes hazaftas de la ciencia moderna. Podemos tomar la obra de Darwin como representativa de las ciencias no mateméticas. Darwin, como Newton, dominé el panorama intelectual de una época, no s6lo entre los hom- bres de ciencia, sino entre el publico general ilustrado. Y, como Galileo, entré en pugna con la teologia, aunque con resultados menos de- sastrosos para el propio Darwin. La importancia de Darwin en la historia de la cultura es muy grande; pero el valor de su obra es dificil de apreciar desde un punto de vista estrictamente cientifico. No inventé la hipétesis de la evolu- cién, que se le habia ocurrido a muchos de sus predecesores. Trajo un montén de pruebas a su favor, e invent6 un cierto mecanismo que llamo la "selecci6n natural” para dar raz6n de la evo- lucin. Muchas de sus pruebas siguen siendo validas; pero la "seleccién natural” est menos en boga entre los bidlogos de lo que estuvo. Fue Darwin un hombre que viajé mucho, ob- servé con inteligencia y reflexioné con paciencia. Pocos hombres de su eminente valia han tenido menos que él la cualidad llamada brillo. Nadie se ocupé mucho de él en su juventud. En Cam- bridge se content6 con no trabajar y se gradué. No siendo posible, en aquel entonces, estudiar biologia en la Universidad, prefirié pasar el tiempo paseando por la comarca, coleccionando escarabajos, lo cual era oficialmente una forma de vagancia. Su verdadera educacién la debi al crucero del Beagle, que le proporcioné la oportunidad de estudiar la flora y fauna de mu- chas regiones y de observar los habitats de es- pecies afines, pero separadas geogréficamente. Una de sus mejores obras se refiere a lo que se llama actualmente ecologia, es decir, a la dis- tribucion geografica de especies y géneros.! Observé, por ejemplo, que la vegetacién de los Altos Alpes se parece a la de las regiones polares, de lo que dedujo antepasados comunes en tiempos de la época glacial. Aparte de los detalles cientificos, la impor- tancia de Darwin radica en el hecho de que oblig6 a los bidlogos, y con ellos al ptiblico en general, a abandonar la antigua creencia en la inmutabilidad de las especies y a aceptar el punto de vista de que los diversos géneros de animales se han desarrollado por variacién a partir de antepasados comunes. Como todos los innovadores de los tiempos modernos, tuvo que luchar con la autoridad de Aristoteles. La teoria de los bidlogos, antes de Darwin, era que en el cielo estaba encerrado un gato ideal, y un perro ideal, y asf sucesivamente; y que los actuales gatos y perros son copias, mas ‘© menos imperfectas, de esos tipos celestiales. Cada especie corresponde a una idea diferente en la Mente Divina, y por eso no puede haber transicién de una especie a otra, ya que cada especie procede de un acto separado de crea Gién. Los testimonios geolégicos hicieron cada vez mas dificil sostener esta opinién, puesto que los antepasados de los tipos existentes hoy, y separados por gran distancia, se asemejaban entre sf mucho mas que las especies de hoy dia. El caballo, por ejemplo, tuvo anteriormente st complemento adecuado de dedos; los pajaros primitivos apenas se distingufan de los reptiles, y asi otros casos. El mecanismo particular de la *seleccién natural” ya no es considerado por los bidlogos como el adecuado; pero el hecho ge- neral de la evolucién es ahora universalmente admitido entre la gente culta. La obra de Darwin, si bien requiere correccién en muchos extremos, proporciona, no obstante, un ejemplo de lo que es esencial en el método cientifico, a saber: sustituir con leyes generales, basadas en la experiencia, los cuentos de hadas inventados por una fantasia acuciada por el afan de realizar sus deseos. Los seres humanos encuentran dificil, en todas las esferas, basar sus opiniones més en pruebas que en las pro- pias esperanzas. Cuando un vecino es acusado de inmoralidad, la gente se apresura a creer en la imputacién; le cuesta mucho trabajo aguar- dar a que se ofrezcan pruebas convincentes. Cuando dos naciones promueven una guerra, ambas partes creen estar seguras de la victoria. ONSTALECION soca O8LCONDETUNENTO V ORNS DF 1A KDUCACION: ANTOLOCIL count Cuando un hombre apuesta por un caballo, est seguro de que ganara. Cuando se contem- pia a si mismo, esta convencido de que es un guapo mozo, que tiene un alma inmortal. La prueba objetiva de cada una de estas proposi- cones podra ser todo lo insuficiente que se quiera; nuestros deseos producen una tendencia esi irresistible a creer en ella, El método cien- SGico aparta a un lado nuestros deseos e intenta Sezar a opiniones en las que los deseos no in- tervienen. Tiene, como es natural, ventajas prcticas el método cientifico; de no ser asi, Sunca se hubiera abierto camino contra el mundo ela fantasia. Darwin estaba equivocado en cuanto a las leyes de la herencia, que han sido completa- mente transformadas por la teoria mendeliana. Tampoco tenia una teoria justa para el origen de las variaciones, y las crefa mucho més pe- quefias y mas graduales de lo que se ha encon- Sado que son en ciertas circunstancias. En estos extremos, los bi6logos modernos han avanzado s=ucho més que él. Pero no hubieran alcanzado @ punto en que se encuentran, si no hubiese so por el empuje inicial de Darwin; y la mole @ sus investigaciones fue necesaria para im- gecsionar a los hombres y convencerles de que teoria de la evolucién es sumamente impor- ‘tente e imprescindible. Paviov eda nuevo avance de la ciencia en un nuevo Zeminio ha engendrado una resistencia andloga =i encontrada por Galileo; pero cada vez con s=enos vehemencia. Los tradicionalistas han es- perado siempre que en alguna parte se descu- Seria una region a la que resultara inaplicable Amétodo cientifico. Después de Newton aban- @onaron desesperados los cuerpos celestes. Después de Darwin, la mayoria de ellos admi- Seron el hecho amplio de la evolucién, aunque eatintian sugiriendo atin al presente que el zrso de la evoluci6n no va guiado por fuerzas secAnicas, sino que ha sido dirigido por un ropésito determinado de antemano. Asi, la te- nia ha adoptado su forma actual, no porque de otra manera no hubiera podido sobrevivir en los intestinos humanos, sino porque realiza una idea fraguada en el Cielo y que forma parte de la Mente Divina. Como dice el obispo de Birmin- gam: "El repugnante parasito es un resultado de la integracion de mutaciones; es, al mismo tiempo, un ejemplo exquisito de adaptacién al medio, y es moralmente repugnante”. Esta con- troversia no esté del todo concluida, aunque puede caber poca duda de que las teorias me- cAnicas de la evolucién prevaleceran por completo antes de poco tiempo. Un efecto de la doctrina de la evolucién ha sido impulsar a los hombres a conceder a los animales alguna parte, por lo menos, de los mé- ritos que ellos reclaman para el liomo sapiens. Descartes sostenia que los animales son meros autématas, mientras los seres humanos tienen libre albedrio. Opiniones de esta clase han per- dido hoy su plausibilidad, aunque la doctrina de la "evolucién repentina” (“emergent evolu- tion"), que consideramos en un capitulo poste- rior, ha sido ideada para rehabilitar la opinion que establece diferencias cualitativas entre los hombres y los demas animales. La fisiologia ha sido el campo de batalla entre los que consideran sometidos al método cientifico todos los fend- menos y los que esperan que entre los fenémenos vitales haya algunos, por lo menos, que exijan un tratamiento mistico. ¢Es el cuerpo humano una mera maquina regida toda ella por los principios de la fisica y la quimica? Asf se cree por lo general, aunque existen atin procesos que no son bien comprendidos. ;Acaso en ellos se esconde un principio vital? De este modo, los campeones del vitalismo fraternizan con la ignorancia. No ahondemos mucho —piensan ellos— en el conocimiento del cuepro humano, no vayamos a descubrir, para desilusién nuestra, que podemos entenderlo. Cada nuevo descu- brimiento hace menos plausible este punto de vista, y restringe el territorio atin abierto a los obscurantistas. Hay algunos, sin embargo, que consienten en someter el cuerpo a los cuidados tiernos del hombre de ciencia, siempre que pue- dan salvar el alma. El alma como sabemos, es DEE EEE REEL CE CEE ELEC E EEE EC EEE Eee EEE EEE EEE eee Eee Eee Ee eEeEee eee eeeeet inmortal y tiene percepci6n del bien y del mal. El alma, si pertenece al justo, tiene conocimiento de Dios. Aspira a altas cosas y esté impregnada por un soplo divino. Siendo éste el caso, no puede, seguramente, estar gobernada por las leyes de la fisica y de la quimica, 0, en general, por ninguna ley. Por eso la psicologia ha sido més obstinadamente defendida por los enemi- gos del método cientifico que cualquier otra rama del conocimiento humano. Sin embargo, la psicologia se esta haciendo cientifica; mu- chos hombres han contribuido a este resultado, pero nadie en mayor proporcién que el fisidlogo uso Pavlov Pavlov nacié el afio 1849, y dedicé la mayor parte de su vida trabajadora a la investigacién de la conducta de los perros. Esta, sin embargo, es una afirmacién demasiado amplia, pues su principal labor consistié meramente en obser- var cuando fluye saliva de la boca del perro y en qué cantidad. Esto ilustra una de las carac- teristicas mas importantes del método cientifico, como opuesto a los métodos de los metafisicos y te6logos. El hombre de ciencia busca hechos {que sean significativos en el sentido de conducir a leyes generales, y esos hechos estan frecuen- temente desprovistos de interés intrinseco. La primera impresién de una persona no cientifi- ca, cuando se entera de lo que se hace en algtin laboratorio famoso, es la de que todos esos in- vestigadores estan perdiendo su tiempo en tri- vialidades; y los hechos que tratan de esclarecer intelectualmente son a menudo, en efecto, en si triviales y carentes de interés. Ello puede apli- carse al caso concreto de la especialidad de Pavlov, a saber: el flujo de la saliva en los pe- rros, Pero, estudidndolo, llegé Pavlov a establecer leyes generales que rigen la conducta de mu- chos animales, y aun la de los seres humanos. El procedimiento es el siguiente. Todo el mundo sabe que la vista de un manjar suculento hace fluir saliva a la boca de un perro. Pavlov coloca un tubo en la boca del perro para poder medir la cantidad de saliva que produce el manjar apetecido. El flujo de saliva, cuando hay alimento en la boca, es lo que se llama un re- flejo, que es una de las cosas que el cuerpo hace espontaneamente y sin que influya la experien- cia. Hay muchos reflejos, algunos muy deter- minados, otros menos. Algunos de estos reflejos pueden ser estudiados en los niftos recién na- cidos, pero otros s6lo se presentan en un perio do ulterior del crecimiento. El infante estornuda, bosteza, se despereza, mama, vuelve los ojos hacia una luz brillante, y realiza otros movi- mientos corporales, sin necesidad de aprendi- zaje previo. Todas estas acciones se Ilaman re- flejos; en el lenguaje de Pavlov, reflejos incondicionados. Entran en la esfera a que an- teriormente se aplicaba la vaga denominacién de instinto. Los instintos complicados, como la construccién de los nidos por los péjaros, resultan ser una serie de reflejos. En los animales infe- riores, los reflejos son poco modificados por la experiencia: la polilla contintia precipitandose sobre la llama, aun después de haberse cha- muscado sus alas. Pero en los animales supe- riores, la experiencia tiene un gran efecto en los reflejos; y esto sucede, por lo general, en el hombre. Pavlov estudié el efecto de la expe- riencia en los reflejos salivares de los perros. La ley fundamental en este asunto es la ley de los reflejos condicionados: cuando el estimulo para un reflejo incondicionado ha sido muchas veces acompafiado o precedido inmediatamente por algun otro estimulo, este otro estimulo, por si solo, produciré en ocasién oportuna la respues- ta que fue originada en un principio por el estimulo al reflejo incondicionado. El flujo de saliva es originariamente producido por la pre- sencia del alimento en la boca; més tarde se produce por la vista y el olor del alimento, 0 por cualquier otra sefial que precede habitual- mente a la toma de alimento. En este caso te- nemos lo que se llama un reflejo condicionado; la respuesta es la misma que en el reflejo in- condicionado pero el estimulo es uno nuevo, que se ha llegado a asociar con el estimulo ori- ginal a través de la experiencia. Esta ley del re- flejo condicionado es la base de lo que los an- tiguos psic6logos lamaban "asociacién de ideas", de la comprensién del lenguaje, del habito, y practicamente, de todo lo que es de- bido a la experiencia Al = oe en esa ley fundamental, Pavlov rer experimentalmente todo género de complicaionss, Emplea, no sdlo el estimulo ee ence derusaar th pers it pn ogra C0 a 2 ore por a ete de lo, por una seri a te ee cao pet 5 una sefial dada es seguida algunas veces resultados agradables, y otras de eee Sables, el perro es susceptible de sufrir al final sens crisis nerviosa; se torna histérico 0 neuras- Saco y, en realidad, en enferme tipico mental. ‘dole reflexionar sobre ada por todos Sa perro al que siempre Te ens Se circular de luz brillant’, ‘antes de darle ali- Sento, y una mancha clipe ‘antes de aplicarle Se corriente eléctrica. El pet aprendié a dis- sr claramente los circulos de las elipses, ‘i o tas ciltimas ger esti efaba una man- ge la elipse se fue is a la del circulo, mente, una que la forma do mas y m4 obtuvimos, Giferenciacion delic fuada. Pero cuando utili estaban en 1 rel A medida r y que duro dos 0 te slo desapareci6 espon’ oiginé la perdi nes anteriores, das. El perro, en su taburete, forcejeando y aul estaba ahora constantemente ilando. Fue necesario folletos fugitiv consecuencia ‘del conocimient©, elabo- consmcad soc on conoomo Hoe ori oft oUCACs Motos rar de nuevo todas las di 1s diferenciacic ts delicadas exigieron prey ds tea que la primera vez. Al intentar tener la diferenciacion final, se repiti visa nistoria, esto es, todas feel ae lesaparecieron, y el 6 ee ee Temo imi que un procedimiento similar sea harto ‘gal comrente en las escuelas y constituya la causa ja aparente estupidez de muchos estu- diantes. [-] RRasgo tipico de la moderna actividad cien- tifica (a se la compara con la de Newton 0 51% Ia de Darwin) es que Pavlov no haya intentado Pavlov no lo cura haciéné ‘== infancia, © haciéndole confesar una pasion una perfeccion esta fuaria en la presentacion de ble por su madre, sino Cor reposo y bro- Sus eorias: “La razon de no haber dado una Relsta Paviov una historia qe deberia ‘osicién sistematica de nuestior resultados os educadores. Tenia erPrante los wiltimos veinte a80% Ta siguiente: yyla labor ha avane ‘es del todo nuevo, ‘a para sistema fo cada dia nuevos eX y observaciones 10s ae nechos perimentos Pefcionales?”™ El ritmo del progreso en 1a cen: do grande pata ‘do con Tos primeros ¥_ evitand Se espanto. Pavlov dismin” entonces grav ‘actual es demasia Seimente la excentricidad “ela elipse, haciéne Come: Tos Principia, de Newton, 0 El origen de las Sos cada ver. mas parecida i Sneirculo. Durante SSPE fe Darwin. Antes de que Wt Vibro se tiempo, el perro Sontinud distinguiendo imejante pueda Ser ~ompletado, resultaria anv Secamente ambas figuras: Myado. En muchos asPeco™ “esto es sensible, aes grandes libros del PaSee © ‘poseen cierta Pllleza y magnificencia, die reat ausente de 105 ero es UNA fos de nuestros dias. P 10 incremento ‘nevitable del répid ‘ser aceptado xy debe, por eS a. Podran los metodo de Pavlov hacerse ©) teraivos ala totalidad de Ja conducta Fello es cuestionable; Peroy un vasto campo, ‘jemostrado el ™ cientificos con ex conquistado orto de los grandes ROMFES de nuestro tiempo: ware cables que Paviow Ast con éxito es €l ‘fica lo que hasta ahora onstRuccxin DAL CONDEIMENTO CHNTINCO son significativos en otra etapa. Cuando Galileo estaba estableciendo la ley de la cafda libre, el hecho de que en el vacio una pluma y un pedazo de plomo caigan igualmente de prisa era mas importante que el hecho de que, en el aire, una pluma caiga més despacio, toda vez que el pri- mer paso para estudiar los cuerpos que caen consistia en comprobar que, teniendo sélo en cuenta la atraccién de la tierra, todos ellos tienen Ta misma aceleraci6n. El efecto de la resistencia del aire debia ser tratado como algo sobreafia~ Gido a la atraccién de la tierra. Lo esencial es siempre buscar aquellos hechos que puedan jlustrar una ley aislada 0, a lo mas, s6lo en com- binacién con leyes cuyos efectos sean bien co- nocidos. Por eso el experimento representa un papel tan importante en el descubrimiento cien~ lifico, En un experimento, las circunstancias son simplificadas artificialmente, de suerte que un hecho aislado pueda hacerse observable. En la mayoria de los casos concretos, Io que sucede realmente requiere para su explicacin varias le- yes naturales: pero para descubriréstas, una Por luna, es necesario, corrientemente, inventar cit~ cunstancias tales que solo una de ellas se mani- Feste, Ademds, los fendémenos més instructivos pueden ser muy dificiles de observar. Conside- Pomos, por ejemplo, Io mucho que ha mejorado huestro conocimiento de la materia con el descu- brimiento de los rayos X y de la radiactividad; sin embargo, ambos fenémenos habrian perma- nrecido incégnitos sino hubiera sido por la técnica experimental mas detallada. El descubrimient Ge la radiactividad fue un hecho casual, debido al perfeccionamiento de la fotografia. Becquerel tenia algunas placas fotograficas muy sensibles, que habia proyectado utilizar; pero, como al tempo era malo, las guard6 en un armario ose ro, en el que result6 haber un poco de uranio- ‘Cuando fueron sacadas de nuevo, se encontr6 con que habian fotografiado al uranio, a pesat Se in oscuridad completa. Fue esta casualidad Ta que condujo al descubrimiento de ser el wranio tadiactivo. Esta fotografia accidental propor” Mona otro ejemplo del hecho significativo. [..] “Aunque pueda parecer una paradoja, toda la ciencia exacta esta dominada por la idea de en a aproximacién. Si un hombre nos dice que posee la verdad exacta sobre algo, hay raz6n para creer que es un hombre equivocado. Toda me- dida cuidadosa cientifica se da siempre con el error probable. Error probable es un térmi- no técnico con una significacién precisa. Se lla- ma asf al error que tiene tantas probabilidades de ser mayor como de ser menor que el error verdadero. Es caracteristico de aquellas materias, en las que algo es conocido con exactitud ex cepcional, que en ellas todo observador admite que es probable cometer un error y sabe la cuantia probable de ese error. En materias en Jas que la verdad no es averiguable, nadie admite que haya la més ligera posibilidad del mas pequefio error en sus opiniones. ;Quién ha ido nunca hablar de un tedlogo prolongando gu credo, o de un politico concluyendo sus dis cursos con una declaracién sobre el error proba- ble en sus opiniones? Es un hecho singular que Ta cetteza subjetiva es inversamente proporcio- nal a la certeza objetiva. Cuanto menos razon. tiene un hombre para suponerse en lo cierto, tanto mayor vehemencia emplea para afirmar que no hay duda alguna de que posee Ia verdad aeoluta, Es costumbre de los tedlogos reirse de Ta ciencia porque cambia. "Miradnos —dicen— Lo que afirmabamos en el Concilio de Niceay to seguimos afirmando hoy, mientras lo que Jos hombres de ciencia aseguraban hace solo dos 6 tres afios esté ya anticuado y olvidado.” Hom: bres que hablan de esta forma no han compren dido la gran idea de las aproximaciones suc Sivas. Ningiin hombre de temperamento Sjentifico afirma que lo que ahora es crefdo en Gencia sea exactamente verdad; afirma que & tuna etapa en el camino hacia la verdad exacta. Cuando ocurre un cambio en la ciencia, como, por ejemplo, se pasa de la ley de gravitacién ve Newton a la de Einstein, lo que se hace no. fs arrojar lo anterior, sino reemplazarlo por algo ligeramente més exacto. Supongamos de Se medis con un aparato grosero y averiguéis que tenéis un metro setenta de altura; no su- pondréis, si sois prudentes, que vuestra altura sea exactamente de un metro setenta, sino mas bien que puede estar comprendida entre un. e a a ‘CONSTEUCOON SOCIAL 08 CON CMUFATO YHONIS OE UA EDUCACION: AMTOLOGIA COMPLEMINTABLA metro setenta y ocho y un metro setenta y dos; ysiuna medida muy cuidadosa demuestra que vuestra altura es de un metro sesenta y nueve, no pensaréis que esto ha echado abajo el primer resultado. Segtin éste, vuestra estatura era de os 170 centimetros, y esto sigue siendo verdad. El caso de los cambios en la ciencia es precisa- mente anélogo. FI papel que desempefian la medida y la cantidad en la ciencia es muy grande, pero creo que a veces se ha exagerado. La técnica mate- mitica es poderosa, y los hombres de ciencia estan naturalmente ansiosos de aplicarla siempre que sea posible, pero una ley puede ser muy ientifica sin ser cuantitativa. Las leyes de Pavlov referentes a los reflejos condicionados pueden servir de ilustracién. Sera probablemente im- posible dar precisién cuantitativa a estas leyes; el niimero de repeticiones exigidas para esta~ blecer los reflejos condicionados depende de muchos factores, y varia, no sélo con animales diferentes, sino con el mismo animal en distintas ocasiones. Persiguiendo la precisién cuantitati- va, estudiariamos primero la fisiologia de la corteza y la naturaleza fisica de las corrientes nerviosas y nos encontrarfamos incapaces de etenernos ante la fisica de los electrones y pro- tones. Es verdad que ahi es posible la precision cuantitativa; pero retroceder por el cilculo de 1 fisica pura a los fenémenos de la conducta enimal, excede al poder humano, por lo menos = la actualidad, y probablemente en mucho Sempo en el porvenir. Debemos, por tanto, al sratar de un asunto como el de la conducta ani- mal, contentarnos, por ahora, con leyes cuali- ‘Sivas, que no son menos cientificas por no ser cuantitativas. [..] Todas las leyes cientificas descansan sobre & induccién; la cual, considerada como un pre- caso logico, esta abierta a la duda, y no es capaz Ge dar certeza, Hablando claramente, un argu- Sento inductivo es del género siguiente: Si Serta hipétesis es verdadera, entonces tales cuales hechos serdn observables; ahora bien, estos hechos son observados; consiguientemente, & hipétesis es probablemente verdadera. Un azzumento de esta clase tendré grados varia- bles de validez, segtin las circunstancias. Si pu- diésemos probar que ninguna otra hipotesis es compatible con los hechos observados, podrfa- mos llegar a la certeza; pero esto es apenas posible. En general, no habré método para pen- sar en todas las hipétesis posibles, o, si lo hay, se encontrara que mas de una de ellas es com- patible con los hechos. Cuando sucede esto, el hombre de ciencia adopta la mas sencilla, como hipotesis de trabajo, y s6lo acude a hipétesis més complicadas cuando nuevos hechos prue- ban que la hipotesis mas sencilla es inadecuada. Si uno no ha visto nunca un gato sin rabo, la hipétesis mas sencilla que explique los hechos seria: "todos los gatos tienen rabo". Pero la pri- mera vez que uno vea un gato de Manx tendra que adoptar una hipotesis mas complicada. El hombre que arguye que porque los gatos que ha visto tienen todos rabo, todos los gatos han de tenerlo, emplea lo que se llama “induccién por simple enumeracién’. Esta es una manera muy peligrosa de argumentar. En sus formas mejores, la induccién esta basada en el hecho de que nuestra hipétesis conduce a consecuencias que resultan verdaderas, pero que si no hubie~ sen sido observadas, habrian parecido extrema- damente improbables, [...] tanto mayor es la probabiided de la hipétesis que se les aplica. sta, como observébamos hace un momento, ¢S una de las ventajas de la medicion. Si algo que debe tener un tamajio determinado resulta que tiene el tamaio justo que hacia suponer la hipétesis sentada, se piensa que ésta debe tener algiin elemento de verdad. Por sentido comtin, ello parece evidente; pero légicamente tiene ciertas dificultades. Esto no seré considerado, sin embargo, hasta el capitulo siguiente. Existe una caracteristica del método cientifi- co de la que debemos decir algo. Me refiero al andlisis. Se presume generalmente por los hom- bres de ciencia —por lo menos como hipstesis de trabajo— que cualquier hecho conzreto es el resultado de un nimero de causas, cada una de las cuales, actuando separadamente, podria producir algtin resultado diferente del que ocu- rre realmente, y que la resultante puede ser calculada cuando los efectos de las causas se paradas son conocidos. Los ejemplos més sen- cillos de esto ocurren en mecanica. La Luna es atraida simulténeamente por la Tierra y por el Sol. Si la Tierra actuase sola, la Luna descri- biria una 6rbita; si el Sol actuase solo, describi- ria otra; pero su actual érbita es calculable co- nociendo los efectos que la Tierra y el Sol ejercerian separadamente. Si sabemos cémo caen los cuerpos en el vacio, y también la ley de la resistencia del aire, podemos calcular cémo caeran los cuerpos en el aire. El principio de poder separar de este modo leyes causales y después recombinarlas es, en cierta medida, esencial al proceder de la ciencia, pues es Notas de lectura The Nature of Living Matter, por Cf. Hogben, 1930, pag. 143. 2 Nature, 29 de noviembre de 1930. 2 Lectures on Conditioned Reflexas, por Ivan Pe- trovich Pavlov, M. D. pag 342. Traducido del ruso por W. Horsely Gantt, M. D., editado por Martin Lawrence, Limited, Londres. imposible tener en cuenta todo de un golpe y llegar a leyes causales, a no ser que podamos aislarlas una después de otra. Debe decirse, no obstante, que no hay raz6n, a priori, para suponer que el efecto de dos causas actuando simulténea- mente pueda calcularse por los efectos que ejer- cen separadamente.® Eso es un principio practico y aproximado en circunstancias adecuadas, pero no puede ser establecido como una propiedad ge- neral del universo. Indudablemente, cuando falla, Ia ciencia se hace muy dificil; pero, por lo que podemos colegir al presente, posee verdad sufi- iente para ser empleado como hipstesis, excepto en los célculos més delicados y avanzados. ‘Véase también Conditioned Reflexes: an Inves- tigation of the Phisiological, por I. P. Pavlov. Tra- ducido por G. V. Anrep. Oxford, 1927. * Obra citada, pag. 42. 5Hogben: The Nature of Living Matter, 1930, pag. 25 © Véase The Principles of Quantum Mechanics, de Dirac, pag. 130.

También podría gustarte