salto. Ese dichoso sueo se haba vuelto a repetir otra
vez: "se vea caminando por la ciudad. La gente se acercaba y le peda que los acompaase a casa. As durante todo el da. De pronto llegaba la noche y se encontraba en mitad de una calle cualquiera a plena lluvia, sin ninguna compaa y sin que supiera regresar a su propia casa... Todo esto haba comenzado mucho antes cuando aquella mujer le pidi un cigarrillo mientras paseaba por la Costanera. Pens ingenuamente que la mujer se le estaba insinuando, as es que se sinti halagado pero, en realidad aquel encuentro y aquella peticin tenan unas intenciones muy distintas que muy pronto iba a descubrir. Un joven profesional como l no vio ningn inconveniente en aceptar su invitacin a caminar junto a ella mientras los dos se iban fumaban un pucho. Lo que ste durara - pens Daniel- ante una rfaga de desconfianza que sinti recorrer su rostro de repente. En un momento impreciso la mujer le mir fijamente y fue como si en un segundo pudiese trasladarse con la imaginacin hacia otros tiempos. Con el eco de sus palabras naveg y visit otras pocas de la historia que le parecan tan lejanas y hasta sus sentidos se poblaron de aromas ancestrales y comenzaron a aparecer rostros rudos de sdicas expresiones que, sin embargo, parecan tan normales. Alkei Guridi