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Historia de 7 Petr Beckmann (ACONACULT HACIA UN PAiS DE LECTO! selena FEDERAL COM ape propia OSHANR DEL GN a VENA 9 (ret CRO AL UE SPLCARA a 38 "yes TERY DEMAS "0 FEDERALEN Pan EX MATER Titulo original: A History of a (pi) Primera edicién, 2006 Primera edicién en inglés, 1971 Concepto de portada: Marina Garone Diseiio de portada: Disefio de interios Emilio Romano y Ménica Huitron : Marina Garone y Tomis Granados Salinas Composicion: Emilio Romano y Ménica Huitron Dustracion smn 968-5374-20- (Libraria, sA de c¥) ISBN 970-3§-0495-7 (ENCA/Direccién General de Publicaciones) © 1971, by The Golem Press © 1976, by St. Martin's Press © Pablo Zadunaisky por la ¢raduecién del inglés Coedicién: Consejo Nacional para la Cultura y las Artes Direccién General de Publicaciones Libraria, sa de cw “Todos las derechos reservados. Queda prohibida la reproduccién total 0” parcial de esta obra par cualquier medio o procedimicnto, comprendidos la reprogrifia y el informatico, la fotcopia o ka grabacién, sin la previa autorizacién por escrito del encA/Direccién General de Publicaciones y Libraria, sa de Cv DR. Libraria, sa de cv Pitigoras 1143-b, Del Valle, 03100, México, nr, México Teléfonos: ($2 $$) $335 1213. 14.42 Y 43 Correo clectrénic: info@ibraria.com.me Impreso y hecho en México / Printed in Mexico a: Amanecer: vr ice 8 Gk PE ck 2. Lafranja . . 3. Los primeros griegos . . 9. Despertar. . 10. Los cazadores de digitos. . . 11, Los tiltimos arquimedianos .. . . . 12, Preludio al gran avance c 43. Newton. Z 4q.Buler, 2 = 2 = 45, El método de Monte Carlo... 4. 16, La tascendentiadem 2502 5 — eat 17. Los modernos cuadradores de circullos . . 48. La era de las computadoras 6... 0s. Nota del editor En su redonda belleza, el circulo aloja a uno de los nimeros mas céle- bres de las matematicas. Tanto en la formula para calcular su perimetro como en la que evaliia su drea figura 7, cifra que desde hace siglos me- rece un nombre propio y que es protagonista de esta animada “biogra~ fia”. Todo estudiante de nivel secundario esti tan familiarizado con él que acaso no se percate de su naturaleza excepcional, pues es necesario rasear un poco en el pasado de este mimero para descubrir el tesoro que encierra. Aqui, el lector recorreri mis de cuatro milenios de la vida del irracional mis famoso de la historia —aunque V2 le hace la com- petencia—, desde los remotos intentos babilonios por determinar su valor hasta el billon de cifras decimales que cientificos informaticos calcularon en 2003, pero ¢l autor ha hecho mucho mis que enumerar las hazafias de los “cazadores de digitos”, como los bautiza con una pizca de ironfa. Petr Beckmann, un ingeniero de origen checo que 6 buena parte de su vida en Estados Unidos, aprovecha la libertad que le da el no ser ni matemitico ni historiador para contar un frag- mento de Ia historia de las matemiticas y mostrar cémo, al estudiar a zr, se han debide desarrollar métodos y superar escollos teéricos —y aun prejuicios tan incomprensibles como la obligacién imperante en- tre los geametras griegos de sélo usar la regla y cl compas en sus dé- mostraciones—. Con filias y fobias explicitos y recurrentes, la voz del autor descubre los aportes de tal 0 cual eivilizaciGn, de tal o cual per- sonaje, y no escatima adjetivos que confirmam que los avances en las matemiticas son tan humanos como los propitss mateméticos, con su inescrutable imaginacién y sus pucriles debilidades —sirvan de ejem- plo las rencillas entre los hermanos Jakob y Johann Bernoulli_a menu- do fincadas en la envidia. Esta obra conocié su primera edicién a comienzos de los aitos se- renta del siglo xx. Si bien de entonces a aci la matematiea ha dado enormes pasos, volviendo obsoletas algunas observaciones del autor, el valor de este libro no estriba en su puesta al dia sino en su chispa dis- cursiva y sus enunciados categoricos —por ejemplo sobre la imperi matemitica de Pitigoras, a quien Beckmann considera poco mas que un engaitabobos—, en su paciente exposicién de hechos y la modesta aparicién de formulas, que a tancos lectores potenciales podrian ahu- yentar, Al volcar al espaiiol esta obra, estamos seguros dela vigencia de sus opiniones —incluidas muchas sobre la guerra fria de la segunda mitad del siglo xx— y de la sorpresa y aun fascinacin que expeti- mentara quien repase la vida del namero que expresa la razén entre la circunferencia y el diimetro. [1 42 HISTORIA DE 7 Si a tiene una historia, Historia de @ también tiene la suya, Aprove- chemos este espacio para decir gracias a quienes contribuyeron a que exista en nuestra lengua este pequefio clasico, En entrada, a quienes han encabezado la Direccién General de Publicaciones, del exca; Rail Jaime Zorrilla cuando esto era s6lo un proyecto, Imelda Martorell ua poco mis adelante, pero sobre todo Miguel Angel Echegaray y Fran- cisco Ramirez Trevinio, que cuadraron el circulo de la coedicion. A Claudia Hartfiel, editora argentina que no hace ascos a retos como el de la edicién de formulas y sabe elegir raductores tan certeros como Pablo. Zadunaisky, matemdtico de formacién (expliquemos al menos dentro de un paréntesis que, si bien las matemdticas son un lenguaje universal, ¢l espaiiol con que nos referimos a ellas no Io es: asi, la bis queda de un castellano neutral, comprensible lo mismo en la Patagonia que en la Baja California, lo mismo en las riberas del Cauca que entre olivares andaluces, se quiebra al elegir el punto en vez de la coma de- cimal y al considerar que Ia y se Hama ye y no i griega.y por eso se dice siempre “x y y"y no “x € y").A José Luis Acosta, artesano tipdgrafo- que sabe obligar a las computadoras a funcionar como maquinas de monotipo; como dice el lugar comin, los aciertos de nuestra tipografia pueden atribuirsele —y su realizacién concreta a Emilio Romano y Ménica Huitrén—, mientras que los yerros son del todo achacables al editor, A Pablo Martinez Lozada, que conjuga el rigor editorial con la cutiosidad matemitica,y sin cuya paciencia y entrega jamais habriamos legado al momento de dar el tirese.Y a Marina Garone, que ¢s un ase sor extraoficial de éste y todas los proyectos, capaz de una agudeza que raya en lo demoledor Confiamos en que, como sugiere el propio Beckmann, quienes sicntan cxcesiva animadversi6n por las ecuaciones saltaran sin rubor de un parrafo de texto a otro y que quienes tengan ya una formacién ma- temitica excusarin la simplificacién necesaria en una obra de esta ma- turaleza. Lo lean camo Io lean, estamos seguros de que este breve libro hara que vean en « mucho més que una letra griega con contenido numérico.¥ eso es justamente lo que querriamos demostrar. TomAs GRaNabos SALINAS La historia de 7 refleja de forma muy particular Ia nidad. Es la historia de hombres como Arquimedes método para calcular 7 no fue superado significa 1.900 afios; y es también la historia de un hombre de veland, quien en 1931 publicé un libra anunciande dl gx miento de que a era exactamente igual a 256/81, un valor los egipcios 4 mil affos antes, Es la historia de los grandes logre humanidad en la untversidad de Alejandria en el siglo m a.C; bin la historia de la estupide humana que Hevd a los obispos » ex zados medievales a entregar al fuego las bibli 5 condenaban su contenido come obra del demonic. q No siendo historiador ni matemitico, senti que estaba altamente calificado para escribir esta historia. Esta afirmacién pretende ser sarcastiea, pero contiene un grano de verdad. Al no ser historiador, no estoy obligado a utilizar una mascara de distanciamiento ecuinime. Esta historia habla de ciertos hombres e instituciones que admiro, y de otros que detesto, y en ningan caso dudé en dar rienda suelta a mis opiniones. Sin embargo, creo que, en Jo que sigue, los hechos y las opiniones estin claramente diferenciados, par lo que el lector no corre el riesgo de verse muy influido por mis gustos ¥ prejuicios. No siendo matemitico, tampoco estoy obligado a complicar mis explicaciones con un excesivo rigor. Espero que este librito aliente a Jos lectores no matemiticos a interesarse por las matemniticas, asi como espero que los estudiantes de fisica ¢ ingenieria se interesen en la his- toria de sus herramientas de trabajo. Sin embargo, existen dos métados probades para volver odiosas las matenxiticas: une es embrutecer al Iector con afirmaciones sin demostracién; el otro consiste en martillar su cabeza con epsilones y demostraciones de existencia y unicidad. He tratado de mantener una ruta intermedia. Una historia de 7 cuyo contenido se limite a los simples hechos y fechas de cuindo alguien hizo algo con el némero tiende a ser bastan- te aburtida, y me parecié mis interesante incluir en ella un poco del trasfondo de los tiempos en los que hubo progreso en el estudio de =. En algunas ocasiones me he alejado mucho del tema central, como por sjemplo con el imperio romano y el medioevo, y es que me pares igual de importante explorar las €pocas en las que uo existié progn en el estudio de =, y por qué no lo bubo, E] nivel matematico del libro es flexible. Al lector ciertos pasajes matemiticos demasiado, complicados le 44 HISTORIA DE T que el matenzitico hari cuando los encuentre excesivamente triviales: saltarios. Este libro, pequefio- como es, no hubiera sido posible sin Is incon- dicional cooperacién del personal de Golem Press, y aprovecho esta oportunidad para agradecer a todos y cada uno de ellos. También estoy agradecido a la LDivisién de Archivos de la Biblioteca Estatal de Indiana por poner a mi disposicién fotocopias del provecto de ley 246 de la Camara de Representantes de Indiana y a la Cambridge University Press, Dover Publications y Litton Industries por la autorizacién para reproducir sin cargo materiales protegides por el derecho de autor, Su cortesia se agradece en el pie de cada imagen Disfruté enormemente la escriturade este libro, y es mi mis sincero deseo que el lector también disfrute leyéndolo. Perr BECKMANN Boulder, Colorado ‘Agosto de 2970 Prologo a la segunda edicién Después de casi calificar a Aristételes de tonto de capirote, denostar al imperio romano y mofarme de otras instituciones muy éstimadas, me preparé para lis criticas que afirmarian que este libro era el producto enfermizo de un ignorante insolente. Por lo tanto, mi sorpresa fue to- davia mas grata cuando las criticas fiieron muy favorables, y la primera edicion se agoté en menos de un aio, Estoy enormemente agradecido a los muchas lectores que me es cribieron para sefialar errores de imprenta y de otros tipos, particular mente a aquellos que me criticaron (muy correctamente) por ignorar a reciente historia del cilculo de con computadoras digitales, He tratado de remediar esta carencia afiadiendo tn capitulo acerca de Ten a cra de la computacién. D.S. Candelaber de Golem Press tuvo la brillante idea de imprimir en has tltimas paginas del libro los primeros 10 mil decimales de =, la American Mathematical Society amablemente me cedié los derechos para reproducir las primeras dos piginas de la impresign del cilculo por computadora publicado.por Shanks y Wrench en 1962.7 El doctor John W. Wrench Jr. amablemente puso a mi disposicién una reimpre- si6n de este trabajo.A todos ellos quisicra expresarles mis sinceros agra~ decimientos. También estoy muy agradecido a los lectores que me han dado sus comentarios. Estoy en deuda especialmente con Craige Schensted de Ann Arbor, Michigan, y Jean Mecus de Exps-Kwerps, Bélgica, por sus detalladas listas de errores (de imprenta y otro tipo) en la primera edici6n. PB. Boulder, Colorado Mayo de 1971 [ss 7 Sc omite en esta edicién, porque ccsas cifras pueden consultarse facilmente en internet, [N, del c.] Prélogo a la tercera edicién Se corrigieron algunos otros ertores y todo el texto file compuesto nuevamente. En 1973 se publicé una traduccién al japonés de este libro. Mientras tanto, se ha impuesto una perturbadora tendencia a alejar- se de la ciencia y acercarse a lo irracional. La industria aeroespacial est pricticamente destraida. Las inseripciones a carreras de ingenieria y ciencias duras han caido significativamente. Los desorientados y los crédulos fluyen en manadas a les marajas de la magia barata. La ecolo- gia, que alguna vez fac una respetada disciplina cientifica, se ha trans- formado en el cliché de las amas de casa frustradas en trance mesianico. La tecnologia ha ofendido a los intelectuales ricos con el insulto defi- nitivo: ya no pueden entenderla. La ignorancia y el sentimiento anticientifico y antitecnolégice han sido siempre el caldo de cultivo para las tiranias en el pasado, El poder de los antiguos cmperadores, la iglesia medieval, los reyes sal, el Estado con E maydscula, siempre se bas6 en la ignorancia de los oprimidas. El sentimiento anticientifico y antitecnolégico esti creando cl-ambicnte necesario para abusar de las libertades individuales. Una nueva tirania se asoma en el horizonte. Se oculta decris del nombre sin sentido de “Sociedad”. ‘Aquellos que no aprenden las lecciones de la historia estin conde- nados a repetizla. zAcaso las demas también debemos repetirlas? BB, Boulder, Colorado Navidad de 1974 ta 1. Amanecer La historia guarda el nombre de los bastardos reales, (pero no puede decienos cuél es el origen del triga Jean Hewes Fapre (1823-1915) Han pasado alrededor de un millén de afios desde que aparecié sobre este planeta el animal llamado hombre, con su capacidad de miancjar herramientas, Durante ese tiempo percibié las diferencias de forma y sentido, entendi6 los conceptos de magnitud y nimero, aprendid a medir y advirtié que existe una relacién entre ciertas magnitudes Los detalles de este proceso no se conocen, El primer destello de luz en li oscuridad viene de la edad de piedra: el hueso de un lobo con mrareas utilizado a modo de tarja, Los destellos se vuelven mas brillan- tes y numerosos a medida que pasa el tiempo, pero no ¢s sino hasta el 2000 aC, que los hechos comienzan a establecerse a través de docu- mentacidn directa en vez de evidencia circunstancial. ¥ «uno de estos hechos es el siguiente: alrededor del aio 2000 a. C., los seres humanos habian comprendido la importancia de la comstante que hoy en dia representamos con el simbolo zy habian encontrado una tosca aproxi- muacién a sui valor real. 2Cémo Hegaron hasta ese punto? Para responder a esta pregunta, debemos regresar a la edad de piedra y atin més all, y adentrarnos en el reino de la especulacion. Mucho antes de la invencién de la rueda, el hom- bre debe haber identificado la forma peculiarmente regular del circulo. La vefa en los ojos de los demas hombres y animales; la veia en los dis- cos del Sol y la Luna;/a veia, 0 veia algo muy parecido, en algunas fio- res; tal vez le agradaba su infitviea simetria al dibujar esta forma.en la arena con un palito. Podria especularse que en ese momento el hombre comenzé a en- tender el concepto de magnitad: habia circulos grandes y circulos pe- gueitos, arboles altos y arboles bajos, piedras pesadas, picdras mas pesa- das, piedras muy pesadas, El paso de estas estimaciones cualitativas a mediciones cuantitativas constituye el amanecer de las matemiticas. Debe haber sido un camino largo y tortuoso, pero parece correcto su- poner que esto se dio en primer lugar para cantidades que slo toman valores enteros: personas, animales, irboles, rocas, palitos. Pues contar es una medicién cuantitativa:la medicién de fa cantidad de una muleitud de elementos. En primer Ingar el hombre aprendié a contar hasta dos, y mucho tiempo pasé hasta que aprendio a contar hasta mimeros mds grandes. [19 1. Danezii 20 HISTORIA DE La evidencia a favor de esta idea es abundante," y quiz’ la mis fascinan~ te es la que se conserva en les idiomas: hasta la edad media, existian dos formas del plural en checo: una para dos elementos y otra para mis de dos, y al parecer esta caracteristica se conserva en el finlandés hasta el dia de hoy. Claramente no hay conexién entre las palabras germiinicas fo (“dos”) y half (“mitad”); tampoco en los idiomas latines (cn caste- ano dos y mitad, en franeés deux y moitié) ni en los idiomas eslavos (ruso: dea y pol), y cn el hiingaro, que no es un idioma indoeuropeo, las palabras son ketté y f@l. Sin embargo en todos los idiomas curopeos es- tin relacionadas las palabras para 3 y 1/3, 4 y 1/4, etcétera. Esto sugie re que los hombres comprendieron el concepto de fracci6n y la idea de la relacién entre un nimero y su reciproco sélo después de haber aprendido a contar hasta mis de dos E] préximo paso fire descubrir las relaciones entre distintas magni- tudes. Una vex ms, parece seguro que dichas relaciones se expresaron primero de forma cualitativa. Probablemente los hombres notaron que las piedras mis grandes son més pesadas, o para decitlo en una forma mds complicada, que existe una relacién entre el peso y el volumen de una piedra. También se debe de haber notado que un irbol mas vicjo es mas alto, que un corredor més ripido recorre una mayor distancia, que de una mayor presa se obtiene mis comida, que campos mis ex- tensos dan un mayor cultivo. Entre tado este tipo de relaciones, habia una que dificilmente podria no haber sido descubierta y que, atin més, no tenia excepciones: mientras mis “ancho”’ ¢s un circulo, mas largo es su contorne. Y una vez mis, a este razonamiento cualitativo deben de haberle se~ guido consideraciones cuantitativas. $i el volumen de la piedra se dupli- ca, el peso se duplica; si corres cl doble de rapido, recorres el doble de distancia; si se triplican los campos, se triplica el cultivo; si se duplica el diémetro de un circulo, se duplica su circunferencia. Por supucsto, la regla no siempre funciona: un arbol el doble de viejo no es necesaria- mente el doble de alto, La razén es que la regla “a mis de esto, mas de lo otro” no implica siempre que ambas cosas sean proporcionales, o, para decirlo en forma mis csnob, no toda funcién monétona es lineal. Alhombre neolitico le interesaban muy poco las funciones monéto- nas; pero sin duda el hombre descubri6, consciente o inconscientemente, Por experiencia, instinto, razonamiento o todo lo anterior, el concepto de proporcionalidad, es decir, aprendié a identificar pares de magnitudes tales que si uma era duplicada, triplicada, cuadruplicada, dividida en dos o se manteniia constante, la otra tambien se duplicarfa, triplicaria, cuadra— plicaria, dividiria por dos o no mostraria cambio alguno. Y entonces lleg6 el gran descubrimiento. Poco se logra con reco nocer ciertas propiedades y definirlas (es por esto que, por ejemplo, el viejo método de la biologfa descriptiva era tan estéril). Pero cuando las, observaciones se generalizan de forma tal que puede establecerse una regla gencral valida, estamos frente a un gran descubrimiento cientifi- AMANECER a4 6. Cuanto mayor alcance tenga, mayor ¢s su importancia. La afirma- cién de que un campo de cultivo alimentari a la mitad de la tribu, dos campos 4 toda Ia tribu, tres campos a. una tribu y media, sélo se aplica a ciertos cultivos y 2 ciertas tribus. Que una abeja tiene 6 patas, tres abejas tienen 18, etcétera, es una afirmacién que, en el mejor de los casos, se aplica a la clase de los insectos. Pero en medio de todos estos razonamientos algunos individuos inteligentes y perspicaces deben de * haber notado algo cn conrin en el comportamiento de las magnitudes fen estas afirmaciones y otras similares: sin importar como varien dos tidades proporcionales, su raz6n se mantiene constante Para los campos de cultivo, esta constante es 1:1/252:153 1:1 1/2 2, Para las abejas es 1 :6=3:18=1/6.¥ asi el hombre descubrié una no especifica, sino general. Esta razén constante no fac descubierta por divisién numérica (y inte no-a través del uso de los ndimeros aribigos, como se hizo nis arriba); probablemente la raz6n fuera expresada en forma geomé- trica, pues la geometria fue la primera disciplina matemitica en ka que “se hicieron progresos importantes. Pero la técnica efectivamente udli- zada para descubrir la constancia de raz6én entre dos cantidades pro- porcionales es poco relevante para el argumento. Hubo, por supuesto, muchos pasos intermedios, tales como el des- -cubrimiento de las sums, diferencias, productos y divisiones, y el paso “de la abstracci6n, ejemplificado por la transicién dé decir “dos pajaros ‘y dos pajaros son en total cuatro pijaros” a decir“dos y dos son cuatro”. Pero el paso decisive ¢ indispensable camino a a fue el descubrimien— to de que las cantidades proporcionales tienen una razén (preporcién) constante. Desde ese punto hasta la constante 7 la distancia era un paso dimi- nuto: i el “contorno” (Ia circunferencia) y el “ancho” (diémetro) de un circulo eran reconocidos como cantidades proporcionales, lo que era ficil de observar, entonces se sigue que la razon Greunferencia:diimetro=constante para todas los circulos. Esta razén constante del circulo no fue denotada con el simbolo srsino hasta el siglo xviii d. C.,ni, por otro lado, se generaliz6 el uso del signo de igualdad (=) antes del siglo xv1 d. C. (las lineas gemelas coma signo igual fueron utilizadas por el fisico y matematico inglés Robert Recorde en 1557 con ka encantadora explicacion de que “no: hay dos cosas que sean més iguales"). Sin embargo, nosotros emplearemos la notacién moderna desde el principio, por lo que la definicién de 7 es ¢ &) D donde C es la circunferencia y D el diametro del circulo. ¥ asi, nuestro viaje especulative ha llegado a alrededor del 2000 a (C., alamanecer de la historia documentada de las matemiticas. Por los documentos de aquella época resulta claro que tanto tos babilonios 23 HISTORIA DE 77 como los egipcios (y quizs algunos otos) eran conscientes de la exis- tencia y la imporeancia de la constante m definida por la ecuacisn (1). Pero los babilonios y los egipelos conocian mis acerca de 1 que su mera existencia. Habian descubierto también valores aproximados. Al- rededor del afio 2000 a. C., los babilonios habian legado al valor w=3i/8 (2) we y los egipcios al valor (6/9) @) @Como lleg6 esta gente dela antigiiedad a esos valores? Nadie lo sabe con certeza, pero en este ¢aso no es dificil de adivinar, Obviamente, la forma mas facil es dibujar un citculo, medir su cir- cunferencia y su didmetro, y encontrar + como la razén de ambas can- tidades. Tratemos de hacer esto, imaginando que estamos en Egipto en el 3000 a.C. No hay uma Oficina Internacional de Pesos y Medidas, no hay cintas de medir calibradas. No podemos utilizar el sistema decimal ni ningin tipa de divisién numérica. No hay compases, no hay lipiz, no hay papel: lo tinico que tenemos son estacas, cuerdas y Por lo tanto buscamos una extension de arena hiimeda aceptable~ mente plana a orillas del Nilo, clavamos una estaca, amarramos a ella una cuerda,y en cl otro extremo de la cuerda annda— mos otra estaca con punta afilada, Manteniendo ten= sa la cuerda, dibujamos un circulo en la arena. Saca- mos nuestra estaca central, dejando un agujero O en el centro del circulo (véase la figura 1). Ahora toma- mos un pedazo de cuerda mis largo, elegimos un punto A sobre el circulo y estiramos la cuerda desde A, pasando por O, hasta que interseque el otro lado del circulo en el punto B. Colocamos una marca en el largo AB de la cnerda (con carboncillo): éste es el diimetro de nuestro circulo y nuestra unidad de me~ dida. Ahora tomamos la cuerda y con ella rodeamos la cireunferencia de nuestro circulo, empezando en arena. Fiera 1, Como medir men las arenas A. La marca de carboncillo esti en C. y hemos reco- del Nilo, rrido “un diameso” de distancia sabre la circunfe- rencia. Luego repetimos la operacion desde Cy Me- gamos hasta D, y otra vez desde D hasta F, de modo que el diémetro quepa en la circunferencia tres veces (y un poquito més). Si, para empezar, nos olvidamos de ese poquito, sabemos que, re- dondeado al nimero entero mis cercano, T= (4) Para mejorar nuestra aproximacién, a continuacién medimos el pe- quefio resto EA como fraccién de nuestra unidad de medida, AB AMANECER 2 = = (eer e099 9 DS oO y Ficurs 2. El mar de metal fundido reconstruide por Gressman segiin la deveripcién de 1 Reyes Medimos el largo de la curva EA y lo sefalamos con carboncillo en otra cuerda. Luego estiramos esta cuerda a lo largo de AB y nos fijamos cuantas veces “emtra”” en esta distancia: entre 7 y 8 weces. (En realidad, haciendo un poco de trampa comparando nuestro resultado con la aritmética del siglo xx, descubrimos que 7 es un valor mucho mis cercano que 8, es decir, que el punto E, de b figura esta mis cerca de B que Es, pues 1/7=0.142857... ¥ 1/8=0.125, y el primero esti mas cerca del valor correcto de —3=0.1g1592... Sin embargo, esto seria dificil de observar en nuestra medicién en la que usamos cuerdas grue- sas y clasticas, con marcas de carboncillo bastante toseas hechas sobre una curva aproximadamente circular dibujada sobre una re i derada “plana” por una opinion arbitraria,) Asi hemos encontrado que el largo del arco EA esta entre 1/7 y 1/8 del valor de AB:y por tanto nuestra siguiente aproximacién es 3 1/8<0<3 1/7 (3) porque esto ¢3 la cantidad de veces que la longitud de soga AB cabe en la circunferencia ACDE, redondeada a Ja fraccién simple mis cercana. ¥ de hecho, los valores 41/8 son los que encontrames mis comanmente en la antigiiedad. Por ejemplo, en el Antiguo Testamento (¢ Reyes 7:23 y Cronicas 4:2) encontramos el siguiente versiculo: Luege hizo un mar de metal fundido de diez codos de borde-a bord perfectamente redondo, de cinco codas de altura, y un hilo de treinta co- dos media su circunferencia. 24 HISTORIA DE 77 El mar de metal fundido, segim afirma el autor, es circular; mide 30 codos de contorno (circunferencia) y 10 codos de borde a borde (didmetro); asi, el valor biblico para m es 30/10=3, El Libro de los Reyes fue editado por los antiguos judios como escrito religioso alrededor del 350 a.C., pero sus fixentes datan de varios siglos antes. En ese momento, y2'era conocido con una precisién con- siderablemente mayor, pero claramente no para los editores de la Biblia, E] Talmud judio, que es esen— cialmente un comentarie del Antiguo Testamento, fue publicado en él 500 d.C. Atin en esta tardia fecha afirma que “aquello que en circunferencia es de tres Ficura 3. Determinacién del area brazas de largo tiene una braza de ancho”. de un circulo utilizando el cilculo Durante la antigitedad temprana, en Egipto y en integral. La superficie de una regién en forma de anillo es dd=ampdy; por tanto el area del circulo es A=arhpdp=nr. otros lugares, los sacerdotes solian tener uma relacién estrecha con las matematicas (como custodios del ca- lendario, y por otras razones que veremos mis ade- lante). Pero a medida que se desarrollé el proceso de especializacién, la ciencia y la religiGn comenzaron 2 separarse. En la epoca en que se edit6 el Antiguo Testamento, ambas ya estaban completamente separadas. La falta de exactitud del valor biblico dem no es, por cierto, mis que una curiosicad interesante. Sin embargo, con la ventaja de conocer los hechos que siguieron, ¢s conveniente no- tar esta pequefia piedra en el camino que Ilevé a la confrontacién entre siencia y religién —Ja cual muchas veces degeneré en un conflict: abierto—, acerca de la cual hablaremos mis adelante. Volviendo a la determinacign de @ por medici6n directa utilizando instruments primitives, probablemente se pueda alirmar que no llevé a valotes mas precisos que (5). De ahora cn adelante, el hombre dependia de su ingenio mis que de suerdas y estacas en la arena Y fuc a través de su ingenio, mis que de mediciones experimentales, que descubri6 el valor del 4rea del cireulo. Los antigues también conocian las reglas para calcular el area de un cireulo. Una vez mis, dado que no sabemos cémo las descubrieron (excepto por un método utilizadé en Egipio, que seri descrito en el pro= ximo capitulo), para tener alguna idea debemos jagar de nuevo el jue- go de “cémo hacerlo con el conocimiento de aquellos tiempos”. El rea de un circulo es A=nr, ©) donde res el radio del circulo. Esta férmula nos la ensefiaron ala mayo- ria en la escuela; el profesor decia que era cierta, y habia que aceptarla y aprenderla de memoria; esta formula es, de hecho, un ejemplo de la 25 brutalidad con la que la matemiti- ca suele ensenarse a los inocentes, Quienes mis tarde oman un curso de ciloulo integral descubren que la demostracién de (6) es muy sencilla (véase la figura 3). ;Pero como cal- eulaba la gente cl area del circulo’ Frowea 4 El paralelogramo y el rectingulo tienen unos cinco milenios antes de que se inventara el calculo integral? Probablemente utilizando um método de reordenamiente. Los an- tiguos calculaban el érea de un rectingule como base por altura. Para calcular el rea de un paralelogramo, construfan un rectingula de igual 4rea reacomodando las piezas como en la figura 4, y asi descubrieron que el area de un paralelogramo también se obtenia multiplicando base por altura. La era del rigor, que legd mds tarde con los griegos, estaba todavia lejos; no era necesario saber de la congruencia de triingulos para convencerse de la validez “obvia" del reordenamiento, Tratemos, pues, de utilizar la idea general del reordenamiento de piezas como en la figura 5 para watar de convertir un circulo en un paralelogramo de area igual. Seguimos utilizando palitos para dibujar en la arena, pero esta vez es slo para ayudar a nuestra imaginacién, no para realizar una verdadera medicion, Primero cortamos el circulo en cuatro cuadrantes como se ve en la figura sa, y los reordenamos como se muestra en la figura §b.A conti- nuacidn Henamos los espacios entre los segmentos com otros cuatro amr 2ar » puede verse cortande el triingulo y reacomodindolo Fieura 5. Determinacién del ireade un sirculo por reordenamicnte. Las areas de las figuras bey d son iguales exactamente al doble del area. del citculo de a, HISTORIA DE 7 a a A ee: & Fi AM a = ae + oa Bayh Ficura 6, El método de reordenamiento utilizado en un documento japonés del siglo xvn. cuadrantes del mismo tamario. Ef contorno de la extraia figura re- sultante tiene un vago parecido con Ia forma de un parilelogramo. El ancho de la figura, medido a lo largo de los arcos circulares, es igual a la circunferencia del circulo ‘eriginal, o sea 277. Lo tic que podemos decir con seguridad es gue el Grea de Ia figura es exacta- mente el doble del rea de! circulo pee Sishor dividimos ef circulo,ne en-cuatro, sino en muchos segmen- tos, nuestro cuasi-paralelogramo se parecera mucho mas a un rectin= gulo, y el area del circulo sigue siendo exactamente la mitad del cuasi-paralelogramo {c). Si continsamos este proceso de cortar el circulo original en un niimero cada vez mayor de seg- mentos, el lado formado por los areos de los pequefios segmentos se volver’ indistinguible de una I nea recta y nuestro cuasi-paralelogramo se volveri un paralelogramo de verdad (un rectingulo en este casa) con lados de longitud 27 ry r. Por tanto, el area del circulo es Ja mitad del area de este rectingulo, o sea mr’, Esta misma construccién puede observarse en el documento japo- nés (2698) mostrado cn la figura 6. Leonardo da Vinci también utilizd este método en el siglo xvi. Leonardo no tuvo mucha instruccién ma- temitica, y en cualquier caso, no le habria servido de mucho, pues Ta Europa de sus tiempos, debilitada por mas de un milenio de ‘istencia del imperio romano y la iglesia romana, estaba en un nivel matemitico muy cercano al alcanzado en la antigua Mesopotamia, Por tanto, es muy probable que éste haya sido el método con el que los pueblos antiguos descubrieron el valor del dea de un circulo ¥ ésta seri nuestra diltima especulaci6n. De ahora en adelante, po- demos apoyarnos en los registros historicos. 2. La franja El cilcula cwidadoso... Ia entrada al conocimiento de todas las cosas que existen y todos los seeretae oscuros Annas x1 rscrapa, siglo xm a. C. El hombre no es el ainico animal que usa herramientas para modificar su entorno;los chimpancés y otros simios también To hacen (y también algunos pajaros). Las diferencias entre el simio desnudo y los simios peludos no fueron muy importantes en tanto el hombre vivié de la caza. Pero alrededor del 19000:a. C., el simio desnude aprendié a co- sechar cultivos y a domar otros animales y asi consiguié algo verdade- ramente revolucionario: las comunidades humanas producian, en pro- medio, tanta comida por encima del minimo de subsistencia, que podian liberar a un mamero de integrantes para que realizaran activi- dades que no estuvieran directamente relacionadas con la obtencién de comida y refugio. Esta gran revolucién agricola ocurrid primero donde las condicio- nes geogrificas eran favorablest no en cl norte, donde los inviernos eran severos y prolongados, y las condiciones para el cultivo eran ge- neralmente adversas; ni en los tropicos, donde la comida era abundan- te, las ropas innecesarias, el refugio facil de conseguir. y por tanto no habia una necesidad de mejora imperiosa; ocurrid mas bien en una franja intermedia, donde las condiciones eran lo suficientemente ad- versas como para que existiera una necesidad de cambio,y sin embargo no tan adversas como para frustrar los intentos de cultivo-y ganaderia. Esta franja intermedia se extendia desde el Mediterraneo hasta ¢l Pacifico. La gran revolucién se dio primero em los grandes valles for- mados por los trios de Mesopotamia: més tarde la fanja se extendid desde Egipto en un extremo hasta China en el otro, pasando por Persia e India, Surgieron los estados. Apatecieron los especialistas. Soldados. Sacerdoves. Administradores. Comerciantes. Artesanos. Educadores. ‘YY matemiticos Los cazadores no nécesitaban razones. proporcionalidades 0 seccio- nes cénicas, ni tenfan tempo para dedicarles. La nueva sociedad nece- sitaba agrimensores y constructores, navegantes y gente que registrara el paso del tiempo (astrSnomos), contadores y encargados de controlar las reservas, planificadores y recaudadores de impuestos, y si, hombres dedicados a la magia barata para impresionar y cngafiar a los ignorantes y oprimidos. Este fae el terreno fértil en el cual florecieron las mate- Lar 28 HISTORIA DE 7 miaticas; por ello no es sorprendente que la cuna de las matematicas se encuentre en esta franja. Dado que Mesopotamia fae h primera regién de la franja donde se dio la revolucién agricola y una nueva sociedad se asent6, se esperaria que las mateméticas babilonias fueran las primeras en aparecer.y las ms avan- zadas. Este fue el caso; la literatura mas antigua sobre historia de las matemiticas solia seialar a los egip- cios como sus fundadores, pero esto se debia a que la mayoria de los documentos mis antiguos que se ha~ bian descifrado eran egipcios. Las investigaciones de las Gltimas décadas han cambiado esta situacién, ¢ incidentalmente nos enteramos de que en Mesopo- tamia se hallé una mejor aproximacion a7 que en Egipto. Lamentablemente, una de lis actividades para las que la nueva sociedad liber6 a algunos de sus miem- bros fue la guerra organizada, y los distintos pue- blos que habitaron esta regién en distintas épocas —sumerios, babilonios, asirios, caldeos y otros— hu- Ficura 7. El valor babilénico de 7. charon entre si y también contra extranjeros como 1, Neugebauer. los hititas, escitas, medos y persas. La ciudad de Babi~ Jonia no siempre fire el centro de esta culuura, pero las matemiticas que provienen de esta regién son agrupadas bajo el nombre colectivo de “babilomias”’. En 1936 se descubrié una tablilla en una excavacién a unas 320 ki- loémetros de Babilonia. Aqui deberia aclarar que los sumerios fueron Jos primeros en aleanzar uno de los logros mis grandes del hombre, es decir la escricura; a través de la comunieacidn escrita, el conocimiento podia llegar de una persona a otras, y de una generacion a Jas fururas. Los sumerios tallaban su escritura cuneiforme (en forma de cufias) con una aguja sobre tablillas de arcilla suave,y luego endurecfan las tablillas al sol. La tablilla mencionada mas arriba, cuya traduccion fue parcial mente publicada s6lo en 1950,' esta dedicada a distintas figuras geomé- tricas,y afirma que la razén del perimetro de un hexagono regular ala circunferencia del cirewlo circunserito es igual a un mimero que en notacion moderna viene dado por $7/60+ 36/60" (los babilonios uti- lizaban el sistema sexagesimal, es decir, su base era 60-y no 10}. Por supuesto, los babilonios sabian que el perfmetro de un hexigo- no es exactamente igual a seis veces el radio del circulo circunscrito, y de hecho ésa es obviamente la razén por la que eligicron dividir el circulo en 360 grados (y todavia llevamos la carga de ese nimero hasta hoy). Por lo tanta, la tablilla nos da el valor de la razon 6r/C, donde r ¢8 el radio y C la circunferencia del circulo circunscrito. Utilizande la definicién x=C/2r, tenemos que TA FRANJA 29 de donde se deduce que T=} 1/8=3.125, (a) es decir, el valor de a que los babilonios deben de haber usado para Tlegar a la raz6n que se da en la tablilla. Este es el limite inferior de nuestro pequefio experiment mental del capitulo anterior, y una leve subestimacion del verdadero valor de 7 Se sabe mis acerca de las matemiédticas egipeias que acerca de las de cualquier otro pueblo antiguo del periodo prehelénico. No porque tavieran ms matematicas ni porque se hubieran descubierto mis do- cumentos egipcios, sino porque la clave para descifrar los jeroglificos egipcies fixe descubierta mucho antes que la clave para la escritura de Jas otras culturas.La expedicion napolednica'a Egipto de 1799 encon- tré en Rosetta, cerca de Alejandria, una tablilla trilingtie, la llamada pi dra Rosetta. Su mensaje estaba registrado en griego, demético y jero- dlificos egipcios. Camo el griego exa conocido, la clave del cédigo fue descubierta y el descifrado de los jeroglificos egipcios avanzé veloz~ mente durante el sigio xix. Las tablillas babilénicas son més duraderas y se han descubierto decenas de miles; por ejemplo, las bibliotecas de las universidades de Columbia y Yale tienen grandes colecciones. embargo, una piedra trilingie andloga eserita en persa, mede y asirio sélo fue descifrada hace unos cien aos (siendo el persa Ia lengua co- nocida, y estando sur sistema de escritura relacionado con el de Babilo- nia); en lo que se refiere a la historia de las matemiticas, no se hizo un progreso sustancial en el desciframiento de Jas tablillas con escritura cuneiforme sino hasta la década de 1930.AAdn ahora, gran parte de las tablillas disponibles esperan ser analiza: El documento egipcio mas antiguo que habla de matemiticas, y de heche el documento matemtico mis antiguo de cualquier origen, és un rollo de papiro Hamado el papiro Rhind o el papiro de Ahmes. Fue hallado en Tebas, en una habitacién de un edificio destruide, y adgqui- rido por un anticuario escocés llamado Henry Rhind en una ciudad turistica del Nilo en 1858. Cuatro afios después el Museo Britdnico compré el papiro a sus herederos, y ahi se encuentra hoy salvo por unos pocos fragmentos que, en 1922, aparecicron inesperadamente en una coleccién de articulos médicos en Nueva York, y que ahora se en- cuentran en el Museo de Brooklyn. Historias como ésta hacen a uno preguntarse cuintos documentos de valor incalculable como éste habrin sido usados como papiro higi nico por los Srahes. La triste histotia acerca de como algunos de estos papiros ¥ tablillas sabrevivieron milenios para luego ser destruidos por el trabajo de los excavadores modernos es relatada por Neugebauer? 2, Neugebauer, pp. $$-61 3. Midonick. 30 HISTORIA DE 7 El papiro de Ahmes incluye 84 problemas y sus soluciones (pero mu- chas veces no offece ninguna pista acerca de como se encentrd la solu- cidn). Este papiro es una copia de wn mribijo anterior y empieza ast Cileulo cuidadoso, La entrada al conocimiento de codas las cosas que exis~ ten y todos los secretes oscumos. Este libro fue copiado tielmente en el aflo 43, mes cuarto de la estacién de Ja inundacién bajo el rey del Alto y Bajo Egipte, A-user-Re, en gace de vada, de un escrito anciguo realizado en el Sempo del rey del Alto y Bajo Egipto, Ne-mav'ct-Re. Es cl escriba Ahmes quien hizo esa copia? Los egiptélogos nos dicen que de csto sabemos que Ahmes copié el “libro” alrededor del 1650 a, C. La referencia a Ne=mat'et-Re fecha el original entre 2090 y 1800 afios a. C., ¥ cs posible que parte de este conocimiento haya sido transmitide por Imhotep, el hombre que su- pervisd la construcctén de las piramides alrededor del 3000 a. C. Un problema tipico (el némero 24) dice asi:“Una cantidad y 1/7 de la misma da un total de 19. ;Cual cs la cantidad?” La resolucién que acompatia al problema es la siguiente: Supéngase 7 lentonces} 1 [vez la cantidad es] 7 ly] 179 [de la cantidad es] 1 [haciendo en} Toral 8 [Pero ésta noes Lx respuesta correcta, por lo tanto] Para obtener la respuesta correcta, 7 ha de ser multiplicado tantas veces como & debe ser multiplicado para dar 19 Luego el texto llega (usando wna aritmeética bastante complicada) a la solucion 7x 19/8=16 5/8. Hoy en dia resolveriamos el problema con la ecuacion x+x/7=19, donde x es la “cantidad””. El método egipcio —es decir, proponer una solucién (probablemente equivocada) y lnego corregirla por propor Gonalidad—, llamado regula faisi, ya no se usa en el algebra de escucla secundaria. Sin embargo, una version del regula falsi Hamada escalamien- to, sigue siendo un método muy til para la resolucin de ciertos cir cuitos eléctrices (véase la figura 8), Pero el problema que nos interesa es el niimere 50. Aqui Ahmes supone que cl rea de un terreno circular de diametro igual a 9 unida— des de longitud es igual al area de un terreno cuadrado euyos lados miden 8 unidades. Utilizando la formula para el rea de un circulo A=nr, esto da m(o/2) ” y por lo tanto-cl valor egipcio para wera n=4X (8/9) =3.16049..., un valor apenas peor que el utili- zado cn Mesopotamia, 3 1/8, y a diferencia de éste se trata de una sobreestimacién. El valor egipcio esti bastante mis cerca de 3 1/6 que de 3 1/7, lo que sugiere que no fue descubierto ni verificado con mediciones experimentales (lo cual, como vimos mis arriba, habria dado un valor entre 3.1/7 y 31/8). Cémo Hegaron los egipcios a este extramo miamero? Ahmes da una pista en el problema 48. Aqui se estudia la relaci6n entre un eircu- Jo y dl cuadrado circunscrito. Ah- mes forma un octigono (irregular) ‘Omer tt} Figura 8. El método de Abmes en su version del siglo xx. En exte circuito, calcular las corrientes debidas al voltaje V conocido se vuelve muy complicado si se teabaja de izquierda a derecha. Asi que uno propene una corriente de 1 amper (un valor probablemence ‘equivocado} en la lama rama y trabaja de derecha, 2 igquierda (le cual es mucho mis facil); esta da como resultado um volraje equivoeado, que luego se corrige, y todas las corrientes se corrigen en una ¢scala proporcional. Exactamente igual a come lo bacian Jos egipcios en el afio 2000.2. C. Hay otra razon por la que el circuito: mostrado arriba cs una curiosidad matemitica. Si todos sus elemencos son resistencias de 1 ohm, y la corriente que circula por la iiltima rama es de-1amper, los valores de la diferencia de potencial antes y después de las resistencias (de derecha a izquierda) resultan ser los ndmeros de Fibonacci (1, 1,2. 3. 5,8, 13, 21, 34, $5... donde cada nuevo mumiero es la suma de las dos anteriores) trisecando los lados de un cuadra- do con 9 unidades de longitud (véase la figura 9), ¥ cortando las esqui~ nas triangulares como se muestra. El area del octigono ABCDEFGH no difiere mucho del érea del circulo inscrito en el cuadrado. ¥ es igual al rea total de los cinco cuadrados sombreados (de area igual a 9 uni~ dades cuadradas cada uno), mas los cuatro triingulos (de 4 1/2 unida des cuadradas cada uno), Esto totaliza 63 unidades cuadradas, y este valor es muy préximo 2 64,0 8* Asi, el area de un circulo de diametro igual a 9 unidades es aproximadamente 64 unidades cuadradas, es decir al area de un cuadmdo cuyos lados miden 8, le que como antes nos da el valor 7= 4X (8/9). Es claro. que Ahmes hace trampa dos veces: pri- mero al afirmar que el drea del octigono es igual a la del circulo, y después al tomar 63 = 64. Sin embargo, vale la pena sefialar que ambas aproximaciones se compensan, aunque no del todo. Para un cuadrado de lado a, el area del octigono es 7{a/3)*, y esto es igual a p*, donde p es dl lado del cuadrado de drea 7(a/3)°. Si ahora hacemos trampa slo una vez, di- ciendo que el area del octégono es igual ala del circu Jo, enitonces (alg}Ta sp? =7(a/3) y combinando la primera expresion con ka tiltima ob- tenemos 7=28/9=3 1/9. Esta aproximacién es mu- Ficurs 9. El método egipeio para calcular x. 4. Midonick. 5.Rudio, p18 32 HISTORIA DE — cho peor que Ja usada por Ahmes, confirmande la consagrada regla que afirma que el dltimo error de un calculo debe compensar todos los anteriores Es probable que la revolucién agricola ocurriera en los valles formados por los rios del Indostin més © menos al mismo tiempe que en el valle del Nilo y en el del Tigris y el Eufrates (Mesopotamia). El aparente retraso de las matemiiticas indias respecto de las de Babilonia, Egipto y Grecia bien puede deberse simplemente a nuestra ignorancia acerca de Ja historia antigua de la India. Hay mucha evidencia indirecta de las matemiticas indias, Como todos los otros pueblos de la franja, cono- cfan el teorema de Pitigoras mucho antes de que Pitigoras naciera, y hay evidencias de que su astronomia se encontraba a un nivel muy avanzado. Sin embargo, los registros directos se han perdido, y los do- cumentos més antiguos de los que se dispone son los Siddhantas 0 sistemas de astronomia publicados alrededor del 400 d. C., aunque per supuesto el conocimiento que s¢ encuentra en ellos es de origen mis antiguo. Uno de los Siddhantas, publicado en ¢l afie 380 d. C., utiliza el valor 177 1350 as = 3.1416, que difiere muy poco del valor sexagesimal 7=3+8/60+4 30/607 utilizado por los griegos mucho antes, El conocimiento antiguo'de los indios fie resumide por Aryabhata en él Aryabhatiya, escrito en €l afte 499 d. C, Este libro da la solucién de muchos problemas, pero en general no da pistas acerca de cémo se encontré la solucién. Uno de los problemas es el siguiente:“Sumar 4.2 100, multiplicar por 8 y sumar 62 000. El resultado es aproximadamen- te la circunferencia de un circulo cuyo diimetro es 20 000." De don- de se deduce 62832 ® = 31416 20000 como en el Siddhanta. Bashkara (nacido el 1114 d. C.} da este mismo valor, y afirma que es "exacto”, a diferencia del valer“‘inexacto” 3 1/7. Es muy probable que los indios obtuvieran este valor utilizando el método poligonal de Arquimedes, que veremos en el capitulo 6. Si la longitud del lado de un poligono regular de 1 lados inscrito en un circulo es I(x), entonces el largo correspondiente a un poligona de 2n hados es (eee Han)=V2—y4-P (a), Comenzando (obviamente) con un hexigono, y duplicando pro- gresivamente el niimero de lados, encentramos poligonos de 12, 24,48,

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