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La biodiversidad

es la cabalgadura

de la muerte

Humberto Cárdenas y Álvaro Marín

1
Hay épocas hechas para diezmar los
rebaños,
confundir las lenguas y dispersar las tribus

Alejo Carpentier

2
Índice
Urabá: agonía, muerte y descomposición del discurso humanista 5
Por qué sobre la diversidad cabalga la muerte 5
Memoria 11
El parque de los Katíos, pero sin Katíos 14
La desmemoria es un cargo público 20
Doctorados y sicariato 24
Del terrorismo institucional y la pérdida del derecho de rebelión 27
Una diversidad para uniformar 30
Fracturas y fracciones 34
Paramilitarismo empresarial y racionalización de la tortura 35

La trama institucional 40
Las cornadas del poder mundial 41
Manual para quitar un tapón 45
Cada quien atiende su oficina 57
Los Laboratorios de Paz son Cementerios 73
La integración vertical o la dictadura del mercado 76
La ciudadanía es un código de barras 79
Manual del asesinato para la integración vertical 85
Las oficinas de derechos humanos son funerarias 86

Invasión y éxodo 91
La política es manejable 92
Una vieja política de expulsión y expropiación a los pobres 94
Expansión de la economía mundial en las reservas 96
Cumbres y descumbres 98
El cambio de deuda por naturaleza es un canto fúnebre 101
La política de embarcadero de las Naciones Unidas, o el síndrome del doctor Jekyll
104
Pobres pero eficientes 110

Bibliografía 112

3
4
Urabá: agonía, muerte y descomposición del
discurso humanista

Por qué sobre la biodiversidad cabalga la muerte

La manera como el discurso conservacionista ha sido instrumentalizado


en Colombia con propósitos contrarios a los principios enunciados por
sus mentores, ha llevado a la confusión, y cuando no, a la paradoja de
convertir las políticas que tal discurso comporta en herramientas de
muerte. Con el lenguaje de la política conservacionista se está
justificando en Colombia el desplazamiento de millones de habitantes de
las zonas de reserva ambiental y de los territorios donde han habitado
tradicionalmente las comunidades ancestrales de indios, negros y
campesinos mestizos.

Este permanente contrapunteo entre biodiversidad y muerte nos ha


llevado a investigar el proceso de creación de un lenguaje que en los
últimos tiempos se ha convertido en la argumentación política de
gobiernos, fundaciones, organismos internacionales, economistas,
defensores del medio ambiente, académicos, partidos políticos de todas
las pelambres, defensores de los derechos humanos y hasta de la
insurgencia: los hechos de sangre en el Urabá relatados por algunos de
los desplazados son parte de este registro que presentamos a manera
de ensayo, en la indagación sobre los orígenes de la elaboración de un
lenguaje que enmascara, tras un discurso filantrópico, la depravación
con la que se ha impuesto el modelo económico de la sostenibilidad en
varias regiones del país, pero el caso de Urabá y los rápido resultados en
la aplicación del modelo, configuran la exposición del proyecto piloto de
la corriente de conservación internacional implantado en Colombia;

5
como en las mejores épocas del discurso de la modernidad con ánimo
desarrollista: a sangre y fuego.

Los relatos de algunos miembros de comunidades ancestrales y de


campesinos de la zona configuran la crónica del desplazamiento en el
Urabá contada por sobrevivientes de la guerra de invasión del territorio,
en una agresión que cuenta con el apoyo del Estado. La mayoría de los
entrevistados por razones obvias prefieren ser anónimos, o se registran
con seudónimo. Pobladores inermes del Urabá fueron desplazados por
un ejército bien armado y en una combinación de fuerzas navales,
terrestres y aéreas, pero también por una fuerza del terror a la que se le
llamó paramilitar, pero que realmente es parte de la fuerza militar como
hoy se ha reconocido por los mismos medios oficiales que han
acompañado durante mucho tiempo estos actos con el silencio o la
avenencia.

Recientemente en páginas de estos mismos medios, se viene señalando


la constitución de un estado mafioso en Colombia, como lo advierten la
Revista Semana y el diario El Tiempo que registran los casos de acciones
entre paramilitarismo y Estado; estos medios no se destacan en
Colombia por ser la conciencia crítica de la nación, contrariamente han
contribuido en su oficialismo a oscurecer la terrible realidad colombiana,
pero sus señalamientos son una muestra del inocultable desborde y
posicionamiento de un oscuro proyecto de Estado conformado por los
sectores más agresivos militar y económicamente y que hoy son el
poder en Colombia.

En una de las columnas de El Tiempo, Francisco Leal 1 escribe: “nunca


antes el Estado ha sido tan generoso con quienes amasaron enormes
1 Francisco Leal, Diario El Tiempo, febrero 5 de 2006, Bogotá.

6
fortunas con crímenes de guerra y de lesa humanidad y nunca antes
gobierno alguno ha cedido tanto espacio político a las mafias edificadas
sobre tales crímenes.” Francisco Leal hace referencia en esta nota al
singular proceso de negociaciones con los paramilitares que ya ha sido
reconocido por otros columnistas de estos mismos medios como un
recurso de los mismos criminales para consolidar el dominio en los
territorios desalojados, y la impunidad de sus crímenes, como parte del
proyecto del gobierno de Uribe.

Los hechos de Urabá son el resultado concreto del ejercicio de un poder


económico, político, cultural y militar que trasciende el orden nacional
para convertirse en una bien articulada avanzada estratégica de la
economía mundial sobre los territorios de reserva ambiental. El hecho de
que las peores manifestaciones de crueldad son acompañadas del
discurso humanista y ambientalista, nos han llevado a entrever, a través
de la vivencia propia, las verdaderas intenciones de las políticas
soportadas por la UNESCO, la FAO, el Banco Mundial, y en general por
las Naciones Unidas; el patrocinio de Coca Cola en la Cumbre de la Tierra
de Río y la aparición de la BMW como patrocinadora oficial de la Cumbre
de la ONU en Johannesburgo2 dejan claro quienes están detrás del
discurso ambientalista.

Lo entrevisto a través de la relación entre los hechos de Urabá y las


políticas mundiales es la creación de un nuevo discurso con una clara
intención económica y mercantil: las políticas de sostenibilidad,
diversidad y biodiversidad diseñadas por los países y los poderes que no
las aplican en sus territorios, buscan instrumentalizar, como los

2 Naomi Klein Masiosare, suplemento de La Jornada. México, septiembre del 2002.

7
franceses en la época de la Ilustración, un discurso humanista con claros
fines económicos.

El discurso de los Derechos Humanos también es manejado por las


transnacionales agazapadas detrás de las políticas de Naciones Unidas,
como ocurre con los Laboratorios de Paz que son financiados con dineros
de la Unión Europea, y según el investigador Gearóid Ó Loingsigh son “el
Plan Colombia de Europa”3 que busca invertir, igual que los “militaristas”
norteamericanos, en palma africana y en otros negocios tan rentables
como el discurso de los Derechos Humanos. Tanto el Plan Colombia
como los Laboratorios de paz imponen, ya sea por intermedio de la
guerra paramilitar propiciada por Norteamérica, o de la paz presentada
por Europa como política de “cooperación”, las políticas y la economía
del mercado mundial en las zonas de reserva y en los territorios
colectivos. Las políticas del Banco Mundial son puestas como tareas
ambientalistas o humanistas, a líderes y organizaciones sociales,
académicos y técnicos, gobiernos y organizaciones no gubernamentales,
como parte de la apropiación de las reservas con discursos
aparentemente críticos y con el ademán de los nobles propósitos.

Estas estrategias de instrumentalización del lenguaje son una forma


clara de cumplir con propósitos mercantiles y de dominio ya no sólo de
territorios, sino de la conciencia misma de las naciones. Trazado como
política en 1980 por los Estados Unidos, la masificación de la creencia en
la promesa de los Derechos Humanos y del bienestar de la humanidad,
hacen de estas creencias el uniforme con el que marchan diversas
organizaciones por los senderos mercantiles que hacen de las mentes de
la humanidad el objetivo de la guerra:

3 Gearóid O Loingsigh. Laboratorios de paz, el Plan Colombia de la Unión Europea.


Debate grabado en la Universidad Nacional de Bogotá.

8
“El objetivo de la guerra lo constituyen las mentes de la humanidad. La
ideopolítica habrá de prevalecer. Estados Unidos ha fracasado de
manera especial en proyectar los ideales de la libertad política, la
iniciativa privada, el descentralismo dogmático y el patriotismo prudente
que el pueblo norteamericano sostiene.”4.

Esto que ya ha sido diseñado como política e implementado como


realidad en América Latina por los Estados Unidos, con el
acompañamiento de un juicioso ejercicio forense de las estadísticas que
permiten presentar los inventarios de violaciones a los Derechos
Humanos bajo la repetición terrible de las poblaciones sacrificadas. Las
mismas naciones que promulgaron estos derechos, lo hicieron desde las
realidades constituidas por su violación sistemática como condición para
reiterar la imposibilidad de sus promesas. La memoria ante este ejercicio
criminal no se orienta a recordar la promesa que no se puede cumplir; se
orienta a transformar ese orden social que convierte una inveterada
injusticia, junto a la vieja y embustera historia de la promesa de los
derechos colectivos, en un somnífero social. En el nuevo orden mundial,
para decirlo con palabras del profesor Eduardo Umaña Luna, “los
derechos humanos son el opio del pueblo”5. Frase que nos recuerda la
propuesta de Juan Goytisolo de hacer una ofrenda funeraria a la
Declaración Universal de Derechos Humanos de 1950.

Hasta el anhelo de paz ha sido convertido en elemento ideológico de la


guerra para desconocer los orígenes y el entramado de la problemática

4 Santa Fe I – 1980. Las relaciones interamericanas: escudo de la seguridad del Nuevo


mundo y espada de la proyección del poder global de Estados Unidos. L. Francis
Bouchey, Roger W. Fontaine, David C. Jordan, Gordon Summer y Lewis Tambs, editor
(ex-embajador de los Estados Unidos en Colombia). p. 17
5 Eduardo Umaña Luna, conversaciones.

9
colombiana. Organizaciones de paz aparecen como instrumentos de la
economía mundial con todo lo que ello comporta en el fraccionamiento
de los procesos populares que tratan de recuperar para los suyos sus
derechos a través de la lucha política. La lucha política es un método
legítimo en cualquier parte del mundo, pero en Colombia, por los niveles
de represión, la propaganda y el colaboracionismo de algunas
organizaciones que dicen defender los derechos de las comunidades,
empieza a verse la lucha popular como un asunto limitado a la
delincuencia. La represión ha llegado a tal límite que hasta el liberal
derecho de rebelión está estigmatizado en Colombia.

La conversión de los preceptos reivindicativos y humanistas en


instrumento de poder y de tiranía pretende confundir a la población y
propiciar la intervención norteamericana y mundial en Colombia, y junto
a ella la pérdida de la soberanía nacional. Parece ser que el objetivo
concreto de un plan bien articulado en donde participan, no sólo las
instituciones internacionales, también muchas organizaciones sociales
con distinto perfil y objetivos disímiles, pero con el mismo discurso del
Banco Mundial, es la neutralización de todo ánimo reivindicativo radical
que pueda crear las bases de una amplia democracia en Colombia.

La biodiversidad es una realidad de las selvas ecuatoriales, pero es


necesario diferenciarla del discurso político de la biodiversidad que se ha
impuesto desde afuera como discurso propio; la confusión deriva de la
influencia de los intereses mercantiles que tratan de regular no sólo la
economía, asimismo han logrado imponer un lenguaje en todos los
espacios de regulación cultural. Estas nociones sin un ejercicio de
contexto confunden e inmovilizan la mayoría de las veces, tanto que
muchas organizaciones sociales creen que el problema de la injusticia

10
social en Colombia se resuelve en las Naciones Unidas, como si no fuera
precisamente en las Naciones Unidas donde se generan las políticas
económicas que hoy desplazan a millones de colombianos. Algunos han
llegado a pedir la presencia militar de los cascos azules para resolver el
conflicto colombiano, como si ya no fuera suficiente la presencia militar
estimulada precisamente por las políticas de la ONU a través de la
“cooperación” y las inversiones transnacionales junto a los dineros del
Banco Mundial en todas las regiones del país.

Existe la creencia en muchas organizaciones sociales y en las mentes de


algunos académicos e intelectuales, que las Naciones Unidas son sólo
una instancia de protección de los derechos humanos, cuando en
realidad es el espacio desde donde las multinacionales imponen las
políticas para violarlos. La confusión parte de creer que una cosa es el
Banco Mundial y el FMI y otra las Naciones Unidas junto a la UNESCO y la
FAO, cuando en realidad son éstos los organismos de aplicación de la
política global regulada por el mercado a través de la Organización
Mundial del Comercio, OMC. La ONU y la OMC cumplen en la política y la
economía global contemporáneas funciones complementarias, igual que
ocurre con la UNESCO y el Banco Mundial. Buena parte de la
intelectualidad latinoamericana y de los estamentos académicos tienden
a repetir, sin ningún ejercicio reflexivo, el pensamiento político y cultural
que divulgan las Naciones Unidas a través sus organismos. El carácter
vinculante para los Estados parece tomarse por parte de esta
“intelectualidad” como una obligación y un mandato, como si de
miembros honorarios de las Naciones Unidas se tratara.

Memoria6

61 La presente crónica se realiza con las palabras de entrevistados provenientes del


Urabá y que han sido despojados no sólo de su tierra, también de sus amigos, de sus

11
Cómo va a saber uno si la persona que tiene al frente es un hombre
vivo, o es un muerto que continúa hablando, si se nos aproxima
proveniente del profundo vacío que ha dejado una pavorosa historia de
la que nuestro interlocutor es apenas un eco, una palabra entre los
lamentos que han dejado a su paso las masacres, las torturas y
vejaciones de un ejército que aparece en la vida de los habitantes del
Urabá con las insignias de la República de Colombia como si de las
insignias de la muerte se tratara:

“Yo vengo de la zona de Urabá, municipio de Turbo, en el departamento


de Antioquia”, afirma el hombre de unos 45 años, con lo que nuestra
duda se hace más honda, pues el Municipio de Turbo ha sido en estos
últimos diez años uno de los lugares más visitados por la dictadura
militar imperante en muchas localidades de Colombia, con todo el rigor
propio de un régimen de facto que controla a la población a través de las
armas y una “justicia” que hace parte de una legislación que
deliberadamente contribuye al exterminio de la población de origen,
para imponer allí el proyecto de “Seguridad Democrática” liderado por
Álvaro Uribe Vélez y las empresas nacionales y extranjeras que han
incursionado económica y militarmente en el territorio de Urabá,
utilizando como milicia propia al ejército nacional.

“Yo era un compañero que trabajaba con las juntas de acción comunal”
expresa el hombre quien fue parte de un importante proceso de
organización colectiva del territorio, liderado por la Unión Patriótica en el
Municipio de Turbo. “Como la persecución se vino contra la Unión

hijos y de sus parejas, en una historia que hace parte de la actual hora de tinieblas que
ensombrece la vida de todos los habitantes de Colombia.

12
Patriótica y el Partido Comunista, nosotros fuimos los primeros que
estábamos en la mira de los paramilitares cuando hicieron la incursión
en el caserío”.

“En el Urabá empezaron los primeros grupos paramilitares en la finca


Las Tangas, en el municipio de San Pedro de Urabá; una finca de
propiedad de Carlos Castaño. Él tenía un grupo que lo llamaban los
Tangueros, esos fueron los primeros paramilitares que empezaron a
asesinar a los milicianos del Ejército Popular de Liberación, pues en ese
tiempo estaba el EPL en la región. En esa época estaba de gobernador
de Antioquia Álvaro Uribe Vélez, cuando se dio el enlace en el
corregimiento El Dos en una finca de propiedad de Uribe, ahí también
llegó el grupo paramilitar que empezó a trabajar llegando hasta Necoclí,
con asesinatos selectivos; cuando Álvaro Uribe aceptó la gobernación,
comienzan a crear las cooperativas de seguridad, Convivir. ”Las
Convivir son convertidas en la forma inicial de fortalecer la primera
etapa del paramilitarismo.”

El entrevistado es un miembro de las comunidades negras quienes


construyeron una organización social fuerte en el territorio de Urabá:
“nosotros éramos una comunidad muy organizada, las comunidades se
apoyaban mucho unas a otras, se hacían amigos, parrandas, se divertía
uno sin problemas, se ayudaba el uno al otro, en comunidad, se hacía
todo de manera colectiva”.

La población negra en esta región llegó en el siglo XVI, muchos de ellos


posteriormente mestizados con las comunidades indígenas nutabe,
tahalí, sinifaná, yemecíes, urabáes y katíos, que habían quedado de las
comunidades diezmadas por la conquista; negros esclavos llegaron a las

13
minas y la agricultura. Después de la independencia constituyeron en la
zona una sociedad pacífica que vivió por mucho tiempo de una
economía endógena, hasta la llegada del banano y las compañías
norteamericanas.

“Nosotros en la comunidad –continúa el hombre- hacíamos mingas, que


después llamamos colectivos; cuando íbamos a tumbar el monte, a
sembrar, a la cosecha, organizábamos un grupo de compañeros de 10,
15 o 20, y así era para todo, y el cultivo de arroz era lo que más
sembrábamos. Nosotros celebrábamos la Semana Santa y la fiesta de la
virgen del Carmen, el 11 de noviembre y las fiestas tradicionales de fin
de año, nuestra gente es muy parrandera.”

“En los años 40, 50, hasta el 60 las tierras que eran de los ancestros
empezaron a venderlas a los terratenientes que fueron empezando a
llegar a la zona. Cuando se empezaron a ubicar las bananeras
empezaron a comprarle a la gente pobre y la gente en la ignorancia
pensaba que vendiendo las tierras se iba a enriquecer, entonces
empezaron a vender lo que tenían. Esa gente quedó sin tierra, y
nosotros la nueva generación miramos eso y empezamos a trabajarle a
la recuperación de las tierras de nuestros ancestros.”

En la recuperación de tierras han participado no sólo indígenas y


comunidades negras. Los colonos que llegaron en los años cincuenta y
sesenta como campesinos desplazados de otras regiones del país, son el
otro componente importante de los procesos de organización popular;
estos campesinos provenientes de los procesos de resistencia liberal
contra la violencia de mitad del siglo diecinueve, llegaron a constituir en
el Urabá, junto a las comunidades ancestrales, uno de los ensayos más

14
importantes de poder popular y de cultura solidaria, sólo comparables a
la experiencia de los colonos liderados por los legendarios Juan de la
Cruz en el Sumapaz y Ciro Trujillo en Río Chiquito.

El parque de los Katíos, pero sin Katíos

Lo que hoy se conoce como parque de los Katíos anteriormente fue


una zona habitada por comunidades indígenas a quienes el Instituto
Nacional de Recursos Naturales, INDERENA les “compró”, pero lo más
exacto es decir que despojó de sus tierras, ya que con lo que vendieron
a precios irrisorios apenas les alcanzó para comprar unos cuantos
electrodomésticos e irse para Turbo a cosechar el hambre producto de la
“venta”; a muchos esta institución ya desaparecida, todavía no les paga.
Los campesinos y las comunidades vendieron grandes extensiones a
precios tan bajos que hoy el recuerdo de esos hechos hace decir a uno
de ellos: “con lo que vendimos 72000 hectáreas hoy no compramos un
lote para nuestro funeral.”

La UNESCO En 1994 declaró el parque Patrimonio de la Humanidad


con lo que acabó de sepultar a la comunidad, ahora las comunidades
negras e indígenas de la zona tienen clara la pedagogía de la UNESCO
sobre el significado universal de la palabra “humanidad”; cuando es
precisamente sobre el desplazamiento, la sangre y el dolor humano que
el poder mundial construye el “patrimonio de la humanidad”. Siendo
coherentes con la política de la UNESCO, tal vez sea necesario empezar
a considerar al negro y al indio como una especie distinta de “la
humanidad”, o asumir que no ha existido vida humana en lo que hoy se

15
constituye como parques naturales, como se deduce de la visión de la
UNESCO, que sólo ve agua, reservas forestales y fáunicas, pero ni
siquiera de la fauna hacen parte las comunidades ancestrales en la
política de parques.

El concepto de “patrimonio de la humanidad” fue asumido por la


UNESCO en 1972, casualmente en la época en que empieza el gobierno
a desplazar “legalmente” a los indígenas del territorio y hasta hoy, si se
mira la política de las Naciones Unidas y la coincidencia de sus actos
legislativos con el desplazamiento en Colombia, encontramos una
sorprendente simultaneidad, para sustentar esta afirmación basta
relacionar la sincronía en la realización de la "Convención sobre la
protección del patrimonio mundial cultural y natural" con el desenglobe
de la Reserva Forestal del Pacífico, esto último con el fin, dice el
documento del INDERENA, de crear una Zona de Reserva Indígena para
asegurarle el desenglobe a los Katíos y defenderlos de los colonos; esta
fue realmente una forma de expropiar a los Katíos de su territorio, ahora
desenglobado, para juntarlos en una “zona de Reserva” cundo eran
precisamente los Katíos los dueños legítimos del territorio desenglobado.

Si nos hubiéramos enraizado y les decimos: “nos matan pero no


les vendemos, estas tierras no serían parque, porque la tierra no tiene
precio, es como la vida”, dice un campesino de la región del Cacarica en
el Urabá7 en una nota crítica del discurso de la defensa del medio
ambiente con el que se disfraza un prolongado y continuo
desplazamiento que ocurre en la zona desde los años setenta hasta
nuestros días.

7 Castaño, Luis Alberto: Medio ambiente y desplazamiento en el Darién. Periódico


Periferia, mayo 2006. Medellín.

16
El INDERENA llegó en el año 72 con algunos pesitos en el bolsillo
“para comprar tierras” y constituir el parque; a las comunidades
campesinas, a indígenas y negros, los expulsaron con la política del
INDERENA que compró tierras con mejoras; luego vendrán los
paramilitares a cumplir la segunda fase del desplazamiento, ésta vez a
la fuerza; el INDERENA y la UNESCO ya habían cumplido con la primera
fase del desplazamiento como lo relata Orlando Chocho, Cacique
Waunan: “en el año 73 fuimos desplazados con engaños, dizque nos
compraron la tierra; en esa época el INDERENA nos compró las mejoras
nuestras y nosotros creímos que eran cosas buenas, a lo último nos
dimos cuenta del engaño, pero ya era tarde. Nosotros desde tiempos
lejanos hemos habitado esta tierra, aquí tenemos nuestros cementerios,
aquí vivieron nuestros tatarabuelos, los abuelos, que nos contaban la
historia de estas tierras, para contarla a nuestros hijos y nietos”.8.

También los colonos fueron agredidos, más de 900 familias


campesinas sin contar las comunidades indígenas, fueron desplazadas
por la vía institucional en los años 70, pero son los indígenas los más
afectados, y entre ellos las comunidades de los embera, los katíos, los
tulé, los chamí y los waunan, todos descendientes de una cultura
sobreviviente de los desplazamientos provocados en la conquista. Los
indígenas que todavía hoy habitan el territorio descienden, según la
Disertación sobre los indígenas de Occidente escrita por Juan Enrique
White9 en 1919, de una compleja cultura de 300.000 almas, de la que se
encuentran los registros de su existencia y su permanencia en el tiempo
a través de los “banqueos de los caminos y asientos de habitaciones”.
“Rastojos de tres siglos” llama White al bosque actual, pues en la época

8 Ibídem
9 Juan Enrique White, Disertación sobre los indígenas de Occidente, Repertorio
Histórico, Medellín. 1919. Citado por James Parsons en La Colonización Antioqueña.

17
prehispánica, según sus investigaciones, existía en la zona una
importante actividad agrícola y no la “selva virgen” que ilusoriamente
observamos en muchos de los territorios los colombianos de hoy.

En los años 80 son los ganaderos con la expansión de sus


explotaciones pecuarias, los que aprovechan el desconocimiento del
valor comercial de la tierra que no es importante en las comunidades
indígenas y campesinas, puesto que el valor de la tierra para ellos tiene
una profunda raíz cultural; eso lo entendieron más tarde cuando
vendieron las tierras y se dieron cuenta que su cultura estaba regulada
por el territorio como espacio complejo de intercambio, donde la tierra
juega el papel de elemento primario de las culturas ancestrales, sin
tierra no hay indígenas, ni hay comunidad.

Complementando la política del INDERENA, en el año 97 llegan los


paramilitares a la zona para concluir la tarea que ya había empezado el
Estado colombiano junto a los conservacionistas internacionales
inspirados en la UNESCO. “El 27 de febrero del año 97, a las 5.30 AM.
una avioneta sobrevolaba la zona del Cacarica, relata un líder
campesino, pero nadie le prestó atención, estaba yo con mi hijo mayor
sembrando maíz cuando escuchamos, bum bum bum… por el lado de
Bijao y al mismo tiempo por el lado de Salaquí y a poquito llegaron siete
aviones, entre kafir y helicópteros, tres kafir y cuatro helicópteros y se
escuchaba el ametrallamiento y bombardeo; ametrallaban sobre la zona
de Salaquí donde había un encuentro de líderes comunitarios de las
Juntas de Acción Comunal; luego contaron que sentían cómo las balas
les llovían cerquita por el camino, eso fue todo el día que se escuchó. Al
mismo tiempo que ametrallaban, descargaban gente y mientras
descargaban por allá, por la loma se movilizaban cerca de trescientos

18
paramilitares y militares, por la trocha. Llegaron a la comunidad de Bijao
sin respetar niños, mujeres, ancianos; ametrallaron las plantas de luz,
todos los negocios, y les decían que todos eran guerrilleros.”

“A esa hora la mayoría de la gente se tiró al monte; hubo niños


que llegaron a las comunidades vecinas con los piecitos llenos de
espinas, sin ropa porque se les quedó enredada en la vegetación,
completamente ensangrentados y les decíamos, niños qué pasó allá: no
hablaban, guardaban silencio y como en otro mundo. Cuando pudieron
hablar nos dijeron, ‘allá los mataron a toditicos’.”

La orden de los paramilitares a la comunidad fue desplazarse a la


Alcaldía de Turbo en donde efectivamente los estaban esperando con
frazadas y colchonetas; según los campesinos la policía y la Alcaldía ya
estaban preparadas; “todos van para el coliseo, nos dijeron. Todo estaba
perfectamente coordinado, con todas las Alcaldías del Urabá Antioqueño
y ahí llegamos a Turbo”.10 Cuando después de la agresión militar
empezaron a instalarse en la región proyectos de palma y banano junto
a las obras de infraestructura vial y energética entendieron los
campesinos que todo obedecía a una política nacional e internacional de
desplazamiento muy bien coordinada y no a una guerra contra la
insurgencia como querían hacerles ver y le han hecho ver los medios a
los colombianos.

Las comunidades de la región que ante diversas instituciones han


presentado sus denuncias, dan cuenta de datos oficiales de los años 95,
96 y 97, hasta el 2005 con registros de muertes selectivas de hombres y
mujeres; 20 mil hectáreas de tierras desalojadas; centenares de casas
desocupadas, gente de la Unión Patriótica y defensores de derechos
10 Ibídem

19
humanos expulsados de la región de Urabá; ejecuciones extrajudiciales,
bombardeos, detenciones, torturas, ataque a bienes civiles, control
militar y paraestatal conjunto, crímenes, homicidios, detenciones
arbitrarias, judicialización y desaparición forzada; todos estas versiones
del crimen premeditado desde altas esferas internas y externas dejan
entrever que el drama de Urabá y en general el drama del
desplazamiento en Colombia es propiciado a través de la política
internacional que cuenta con la sumisión de los distintos gobiernos
nacionales.

En el caso particular del territorio de Urabá, el desplazamiento obedece


a la confluencia de dos proyectos que comparten los mismos intereses
políticos y económicos, y a su vez comprometen el territorio como
espacio de inversión en donde ven la cultura ancestral de las
comunidades indígenas y campesinas allí existentes como un obstáculo
para el “desarrollo” y la “modernidad”. Una parte importante de los
proyectos del Estado autoritario conformado por el gobierno de Uribe,
los paramilitares, y las trasnacionales, tienen el territorio de Urabá como
un paso de importancia estratégica hacia el proyecto neoliberal de un
mercado globalizado, no en vano una de las investigaciones sobre el
Urabá del geógrafo norteamericano James Parsons, publicada
originalmente en inglés, tiene el nombre de “Antioquia´s Corridor to the
Sea”11. Publicado posteriormente como “Urabá, Salida de Antioquia al
Mar”; el título en inglés no podría expresar de mejor manera la avanzada
del proyecto paramilitar y mercantil sobre el Urabá en donde el
territorio se considera, tanto para los inversionistas antioqueños como
para los norteamericanos como un “corridor to the Sea”. Siete proyectos
despliegan a sangre y fuego su avanzada sobre el territorio: la palma
aceitera, el plátano, el gasoducto, la carretera panamericana, la
11 Parsons James. Antioquia´s Corridor to the Sea. Universidad de California 1967.

20
silvicultura, la minería y la interconexión eléctrica entre Centroamérica y
Suramérica.

Parsons, quien para elogiar a sus amigos paisas y destacar su espíritu


“sagaz, individualista y colonizador” insiste en llamar a los antioqueños
“los yanquis de Suramérica” ya había hecho la lectura del Urabá a la par
de los inversionistas12: El Yanqui, éste sí de Nueva York y profesor de la
Universidad de California, había escrito “The Antioqueño Colonization in
Western Colombia” en 1949. Esta investigación, actualizada en 1997, se
publicó en Colombia con el título de La Colonización Antioqueña en el
Occidente de Colombia; allí el eminente geógrafo registra:13 “En los
últimos quince años ha habido un reorientación de las energías
colonizadoras antioqueñas. Éstas se han dirigido hacia las llanuras
tropicales lluviosas del Urabá, el territorio del Sinú, el bajo Cauca y los
valles medios del Magdalena”, la explicación que da Parsons del nuevo
giro de las “energías colonizadoras” descubiertas por él, se refiere a los
cambios en el transporte aéreo y terrestre. Parsons ve causas en lo que
realmente son las consecuencias de las dinámicas mercantiles de la
globalización, pero en su extravío alcanza a anotar: “Dichas
colonizaciones difieren del asentamiento tradicional antioqueño en el
sur. Aquí el colono ha cedido su lugar al capitalista y al comerciante”.

Es precisamente en el territorio del Urabá en donde confluyen los


intereses mercantiles de las empresas nacionales y las empresas
norteamericanas como la Chiquita Brands, demandada esta última por
parte de sus propios trabajadores por crímenes y masacres recientes de
pobladores y sindicalistas y conocida por la incidencia directa en la

12 Parsons James. La Colonización Antioqueña en el Occidente de Colombia. Banco de


la Repúbica, El Áncora Editores e
13 Parsons James. Ibídem.

21
invasión a Guatemala en un inolvidable once de septiembre el año de
1953 y la Masacre de las Bananeras de 1928 cuando tenía el reconocido
nombre de United Fruit. Hoy en el Urabá confluyen las “energías
colonizadoras” internas y externas, con lo que ello comporta en la
pérdida del territorio por parte de las comunidades ancestrales, además
de los asesinatos y masacres realizados por el proyecto paramilitar que
acompaña la empresa gubernamental del notable ganadero,
inversionista y presidente antioqueño Álvaro Uribe Vélez. En Tierralta,
jurisdicción del departamento de Córdoba, las fincas La Esperanza y El
Ubérrimo fueron compradas por Uribe Vélez en el año 1982: como se
registra en el libro “Salvatore Mancuso, su vida”, de Glenda Martínez14.

Los efectos de la política del gobierno de Uribe, articulada como está a


los procesos de expansión de la economía mundial sobre los bosques, no
puede generar una realidad distinta a la que hoy vive Colombia, con sus
desastres ambientales, económicos y humanitarios que tal política
comporta. La firma del TLC en la que se obstina Uribe, no es un
capricho, es un acuerdo entre socios que tienen juntos la cualidad de
poseer las avasallantes “energías colonizadoras” que descubrió Parsons.

La desmemoria es un cargo público

Los Alcaldes paramilitares del Urabá posesionados en los últimos


tiempos se han dedicado a hacer desaparecer todo material probatorio e
investigativo, desde películas hasta archivos de prensa; ahora la tarea
legal complementa el proceso de olvido en las “negociaciones” del
paramilitarismo con el Estado colombiano; el ejercicio de borrar la
memoria consiste en limpiar las huellas del crimen de nativos,
campesinos, obreros de las empresas bananeras, líderes sindicales y
14 “Salvatore Mancuso, su vida”. Glenda Martínez. Grupo Editorial Norma. 2004

22
políticos, y las bases mismas de toda organización social junto a los
vestigios vivos de la cultura originaria.

Algunas personas de las comunidades han vuelto a la zonas de


desplazamiento, pero ya no reconocieron el lugar de sus tierras, ni el
vecindario, como ocurre en las cuencas de Curvaradó y Jiguamiandó: en
el año 2001 se terminó el desplazamiento en esta zona y ya en el año
2003, la comunidad encontró sus territorios sembrados con palma; no
reconocieron los caminos ni las vertientes de agua; todo el tejido original
de comunicaciones de la comunidad estaba atravesado por las vías que
se construyeron como parte del proyecto agroindustrial de la palma.

No sólo la palma hace parte de la economía militar implantada en el


territorio, hay otros proyectos en marcha como parte del nuevo destino
que se le quiere dar al Urabá en la economía mundial: Jerónimo Pérez,
un líder de la comunidades desplazado en el año 97 y quien hace parte
de la comunidad de Cacarica ve en los grandes proyectos que empiezan
a marchar, un evidente proceso que llevará a las comunidades a un
segundo desplazamiento, esta vez por la asfixia económica: “grandes
proyectos, dice Jerónimo, quieren ser implantados en esta región como
el canal interoceánico Atrato-Truandó, o la carretera panamericana; nos
van a sacar definitivamente del territorio. El dinero manda y nosotros no
podemos pagar a las concesiones el uso de las carreteras; esta carretera
no la van a hacer para favorecernos o pensando en el desarrollo de la
comunidad, va a ser desarrollo sí, pero para las grandes multinacionales
y por lo que se ve en Colombia, no sólo en esta región, es que en estos
sitios donde hay grandes riquezas naturales y tierras productivas, el
campesino pobre tiene que salir, por las buenas o por las malas.”

23
“Sólo en nuestra comunidad -continúa Jerónimo- aproximadamente unas
1200 personas serán afectadas, pero también se van a afectar todas las
personas que habitamos en la región: los hermanos indígenas, de los
cuales existen cuatro resguardos de diferentes etnias, entre ellos los
waunán, los embera y los katíos. Se va a afectar la cultura nuestra, la
cultura negra, e indígena; al destruir nuestro hábitat, nuestras formas de
cultivar, nuestras formas de relacionarnos y de interactuar, no vamos a
poder ser los mismos. La gran biodiversidad de la región dejará de ser lo
que vemos y sería un total desastre, porque estos ríos y esta
majestuosidad, que es un patrimonio de la humanidad dejarán de ser.”

“Uno de los estudios que han realizado en la zona, indica que existen
50.000 plantas medicinales reconocidas, y muchas otras que faltan por
reconocer, existen además muchísimos minerales como el carbón y el
cobre; hay petróleo en la parte baja del Atrato, hay un gran recurso
hídrico y añádale a ello la fertilidad de estas tierras que sirven ahora a
los cultivos de palma africana y la ganadería extensiva; además para las
grandes bananeras y para todo lo que es apta esta tierra es la razón por
la que se disponen a desplazarnos.”

La región del Urabá ha sido una zona que históricamente ha


despertado el deseo de los “inversionistas” nacionales y extranjeros; la
fertilidad de sus tierras, las riquezas minerales y su ubicación
estratégica hacen de la zona un lugar en la mira de los intereses
extranjeros. Continuas exploraciones y estudios muestran una
permanente observación sobre la zona. Las plantaciones de banano con
fines de exportación empezaron a establecerse allí en los años sesenta,
pero algunos años antes, exactamente en 1956 el Rey Leopoldo de
Bélgica, el mismo que al renunciar a su trono había exclamado “viva

24
Bélgica y nuestro Congo” visitó Turbo en tarea expedicionaria. Leopoldo,
claudicante ante el poder Nazi, realizó personalmente la expedición
Belga de 1956 al Urabá.15.

Claudia Steiner en La revista Credencial reporta el viaje del rey Belga


junto a una numerosa comitiva que se desplazó en tres aviones en
donde venían, además del arqueólogo venezolano José Cruxet de la
Universidad de Caracas, otros profesionales expertos en arqueología y
en ciencias naturales. “A Turbo, afirma la articulista Claudia Steiner,
arribó posteriormente un helicóptero venezolano que trasladaría a los
expedicionarios a los lugares de excavación, precisamente en Santa
María de Antigua del Darién, la población fundada por Martín Fernández
de Enciso en 1510.” Solamente hoy cuando es exactamente Bélgica el
mayor comprador de banano colombiano, se entiende por qué la
carretera al mar había sido inaugurada un año antes de la visita del rey.
Pero a pesar del rey belga, quien murió mientras su hijo ejercía un cargo
“diplomático” en Colombia, hoy son las multinacionales norteamericanas
las que controlan el mercado del banano.

Según un informe del Ministerio de Agricultura “Cinco compañías


controlan el 75 % del comercio mundial de banano, lo que otorga al
mercado una manifiesta estructura oligopolística. Chiquita de Estados
Unidos (26%), Dole de Estados Unidos (25%), Del Monte de México (8%),
Noboa (8%) y Fyffes de Irlanda (8%), tienen en sus manos el 75% del
comercio mundial de banano. Dos de estas empresas tienen su sede en
los Estados Unidos: Chiquita Brands Internacional (conocida
anteriormente como la United Fruit Company y luego como United
Brands) y Dole Food Co. (anteriormente Standard Fruit). Del Monte Fresh

15Claudia Steiner. Revista Credencial, .Historia. Bogotá. Edición N 21, septiembre de


1991

25
Produce, es propiedad del Grupo IAT con sede en Chile (el capital se
encuentra en los Emiratos Árabes Unidos) y la sede permanece en
Estados Unidos. La empresa Fyffes tiene su sede en Irlanda. Fyffes ha
crecido de tal manera que ahora casi controla un 20% del mercado de la
UE, aunque no cuenta con casi ninguna producción propia.”16.

Los grandes proyectos han estado necesariamente acompañados


de minuciosos estudios previos. Se ha llamado “salida al mar” por la
región de Urabá, a lo que realmente es el proyecto articulador del
mercado mundial a través de las vías terrestres, marítimas y fluviales de
la región. Pero antes que los inversionistas están los investigadores: el
estudioso Parsons17 en 1964 se dedicó a medir en brazadas las
profundidades del Darién para The office of Naval Research. El
investigador, que ya es un hijo adoptivo de Antioquia, publicó en años
recientes la versión en español para la Corporación Regional de
Desarrollo de Urabá; en su nueva versión, refiriéndose a la colonización
del territorio nos da nuevas pistas sobre el motivo del cariño por parte
de los norteamericanos hacia el Urabá: “La revaloración de este
ambiente de los trópicos bajos, basado en los avances de la medicina
moderna, en infusiones masivas de capital y sistemas de transporte, aún
no suficientemente adecuados, trasciende los confines de dicha
colonización”18 La trascendencia está en Washington, desde donde nos
sigue mirando Parsons a pesar de tener los pies en Antioquia, por esta
razón observa que las cordilleras van de norte a sur y no al contrario
como las vemos los latinoamericanos. Pero el signo más claro en el que
podemos leer el interés sobre la selva húmeda ecuatorial por parte de la
industria y el mercado contemporáneos, está en “los avances de la

16 Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural. Observatorio Agrocadenas Colombia.


Bogotá 2006 La cadena de banano en Colombia, una mirada global.1991-2005
17 James Parsons. Op. Cit.
18 James Parsons. Ibídem.

26
medicina” que menciona Parsons. No por un filantrópico afán didáctico la
Corporación Regional de Desarrollo de Urabá, Corpourabá, tradujo y
publicó estos estudios como parte componente de sus actividades
institucionales.

Doctorados y sicariato

La violencia de los años cincuenta en Colombia también afectaba


al Urabá, pequeños poblados empezaban a fundarse entre el bosque por
colonos que procedían de los desplazamientos de las diferentes regiones
y del interior del país, especialmente de Antioquia. Un buen número de
campesinos perseguidos políticos y rebeldes, se refugiaron en la zona
después de la muerte de Gaitán; huían de la muerte y “la aplanchada”
que era el castigo a machete practicado por las bandas paramilitares de
la época.

Una campesina líder que no quiere registrar su nombre nos cuenta


que llegó niña al Urabá en ese tiempo, “no conocía todavía el zancudo,
había diez casitas y un restaurante de unas cuantas tablas que atendía
a los arrieros que sacaban la madera del monte. Emilia Domicó que era
una indígena atendía a cuarenta trabajadores de los campamentos.”
Eran los tiempos en que el rebelde liberal “Pedro Brincos” proveniente
del Tolima y buscando una alianza entre “Desquite”, “Sangre Negra” y
el mismo “Brincos,” trataba de organizar en el país la resistencia armada
liberal que fue el origen del proceso de organización campesina y
popular más importante de la historia de Colombia del siglo XX.

La niña atenta a todo lo que pasaba escuchaba hablar a los


adultos: “nosotros somos un movimiento liberal y aquí vamos a esperar

27
a los godos. Toño Montoya era el comandante liberal, yo veía pasar los
camiones que transportaban la madera, también llevaban muertos, y
era entonces cuando huíamos hacia el Guineo, o hacia el Venado. Un día
la finca amaneció sola y la india nos dijo: ‘esa gente se fue anoche, esto
aquí se nos fregó.” Los trabajadores se fueron con Montoya a resistir la
ofensiva del ejército.”

“Daba tristeza, nos dice la mujer mayor que hoy tiene más de
setenta años, los marranos flaquísimos caminaban detrás de nosotros y
en las casas abandonadas se veía ropa afuera, pero no había nadie. Lo
que fue el campamento de los trabajadores se convirtió de un momento
a otro en campamento del ejército. A los trabajadores Moisés y Luis
Ángel los encarcelaron acusándolos de ser comandantes liberales, es
decir, “chusma.” Quince días tuvieron a otros sumergidos en un
pantano.”

Estas organizaciones liberales fueron la base de constitución no


solo de la colonización de Urabá, también dieron origen al Partido
Comunista que más tarde conformó con otras organizaciones la Unión
Patriótica en la región. La incidencia del Partido Comunista y el trabajo
experimental son experiencias aún por estudiar entre las formas
ensayísticas de las acciones populares incidentes en la historia de
Colombia; la experiencia de Urabá es en los términos ensayísticos de la
historia, concomitante con la experiencia de los colonos del Sumapaz,
una de las principales prácticas populares en cuanto tiene que ver con la
organización popular y el derecho a la tierra y el territorio.

Con el tiempo y el crecimiento de la niña campesina convertida en


adolescente, llegaron también los oficios y las responsabilidades que

28
convirtieron a la niña desplazada con sus padres en una líder de la
comunidad, contribuyendo a la sindicalización y la organización política
que fueron dos formas de acción de la Unión Patriótica que fortalecieron
a los trabajadores de las compañías bananeras en el Urabá; estas
organizaciones empezaron a ser parte de la regulación social y cultural
de la región. Las fincas bananeras en esa época, cuenta la dirigente
popular, tenían incorporados un promedio de 200 trabajadores cada una:
“con la organización se impuso la jornada laboral de 8 horas y no de diez
como lo exigían las empresas bananeras, además del pago de horas
extras, el mejoramiento de los campamentos de los trabajadores y un
proceso pedagógico de alfabetización, pues la mayoría de los
trabajadores eran analfabetas.”

La recuperación de tierras que estaban en manos de latifundistas


para los trabajadores y las familias fue otra de las experiencias
importantes; la recuperación de tierras, “si era para hacer parcelas eran
de cien hectáreas, si era para construir barrios íbamos de 200 a 300
familias y trazábamos solares de 7 metros de frente por 14 de fondo.
Teníamos un Plan de Vivienda, hacíamos diferencias entre trazados de
calles y callejones. Pero Unibán que era la compañía más grande y
estaba dirigida por el doctorado y el sicariato, nos sacaron a todos, sin
ropa. Para ello llevaron civiles armados de Puerto Berrío que los
vincularon al lado de nosotros como trabajadores, en esa época a los
sicarios les daban cinco millones por la cabeza de un dirigente, qué
tristeza, valíamos muy poco, hoy el Presidente Uribe creo que da más.
En todo caso había una alianza evidente entre los doctorados y el
sicariato, pero eso creo que ya es ley de la república.”

29
“Entonces llegaron los militares con los Cobra, la Mano Negra, los
Azules que eran aliados de Uniban y la brigada móvil que impusieron la
dictadura militar en el Urabá; con todo y las masacres que vinieron
después utilizando a los milicianos reinsertados del EPL para señalarnos
y para incorporarlos como aliados a los proyecto de las empresas.
Crearon con los milicianos desmovilizados los comandos populares que
fueron buena parte de la base de las autodefensas paramilitares. Luego
yo vi. por Punta Coquito los muertos de la primera masacre, dos canoas
cargadas con los cadáveres de las familias completas de los
trabajadores bananeros, y así pasó en Oro Verde, La Negrita, El Golazo,
la masacre de La Campesina y el bar Los Sauces; todas estas masacres
fueron cometidas contra militantes de la UP”

“Llegamos desplazados a Medellín y allí hemos tenido la


experiencia que el desplazado da para todos, menos para el desplazado;
él vive del recorrido, de lo que recoge en la calle. El gobierno le da un
mercado para un mes y un arriendo que tiene que alcanzarle para toda
la vida.”

Del terrorismo institucional y la pérdida del derecho de rebelión

El terror al que se ha sometido a las comunidades ancestrales ha sido de


tal magnitud y ha tenido un efecto psicológico tan paralizante, que ha
llevado a algunas comunidades a ver la situación de guerra como un
fenómeno entre extraños, ajeno a sus intereses, como un asunto de
“actores armados”; un derecho proveniente de la filosofía liberal como el
derecho a la rebelión se considera un peligro para las mismas
comunidades. Se ha llegado al extremo de creer por parte de algunos
líderes de estas comunidades que la persecución es una forma de

30
segregación etnológica y que la guerra es un fenómeno externo, que no
tiene nada que ver con ellos ni con su territorio, cuando es precisamente
el territorio el que está en disputa.

A tal confusión han contribuido las políticas culturales y etnológicas de la


UNESCO divulgadas por algunas organizaciones sociales que han
introducido en las comunidades agredidas conceptos como los de
“diversidad cultural” “sostenibilidad” “competitividad”, “conservación” y
otros discursos de un radicalismo superfluo que a nombre del feminismo
y la libertad de cultos han servido, no para fortalecer los derechos de las
comunidades ancestrales, sino para debilitar y fraccionar aún más a
estas mismas comunidades. Entre algunas comunidades del pacífico
grupos evangélicos han llegado al extremo de tapar con paños los
íconos y los santos de la cultura religiosa tradicional a nombre de la
“libertad de cultos.” Pero al lado de estos discursos, las mismas
organizaciones que los promulgan, hacen investigaciones sobre los
recursos genéticos del bosque para fondos de conservación suizos como
el fondo mundial para la Naturaleza WWF y de otros países, y no para
las comunidades para las que supuestamente trabajan.

Una evidente política fraccionalista y segregacionista ha contribuido al


lado de las armas a descomponer un complejo tejido social y el proceso
singular de la cultura propia con la imposición de conceptos
provenientes del discurso europeo y norteamericano.

Esta actitud de aislamiento de las comunidades las ha llevado a tener


más amigos entre los intereses económicos de las organizaciones
internacionales que en el mismo país: la dependencia de la “cooperación
internacional” por parte de las organizaciones sociales, se han

31
convertido en el eslabón más fuerte en la aplicación de la política
mercantil de la globalización y en un componente más de la política del
desplazamiento.

Otra herramienta del terrorismo institucional es la judicialización de los


líderes de las comunidades quienes además de ser desplazados son
juzgados por los mismos crímenes que cometen quienes los desplazan; o
por rebelión, sin que hayan tenido siquiera la posibilidad de rebelarse,
sujetos como están no solo por las armas del Estado y los paramilitares,
también por la ideología paralizante de las organizaciones sociales que
acompañan el terror paramilitar con el terror a la rebelión con el que
inmovilizan a las comunidades agredidas.

Violentar a una comunidad y además juzgarla por la violencia ejercida


contra ellas es precisamente una forma de ensañamiento sobre una
sociedad débil que ha perdido hasta la posibilidad de respuesta.
Dominar al débil por el terror y procesarlo judicialmente como “rebelde”
ha sido posible sólo por la letargia a la que se ha sometido a esas
comunidades por las armas y por el discurso “humanitario”. Por
supuesto que estas formas de tortura no son reconocidas por Naciones
Unidas como tales; en Diciembre de 1984 en la Convención contra la
Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes la
ONU señala que no es tortura lo que es legal; “No se considerarán
torturas, afirma el documento, los dolores o sufrimientos que sean
consecuencia únicamente de sanciones legítimas, o que sean inherentes
o incidentales a éstas.”19 Podemos concluir, según estos preceptos
humanistas, que la “legitimidad” del orden en Colombia justifica lo que

19 ONU Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o


Degradantes ONU. Diciembre de 1984

32
le ocurre a las poblaciones que como la de Urabá tienen la mala suerte
de estar asentadas en los ricos territorios que hoy necesitan las
“legítimas” empresas internacionales para expandir sus actividades
económicas.

Una diversidad para uniformar

La exposición crítica del discurso de la diversidad no pretende negar la


diversidad misma ni la biodiversidad. No estamos situando la reflexión
en el plano del debate puramente ideológico sino en el llano de la
realidad, observamos en este ejercicio los efectos de los componentes
del discurso de la diversidad en el territorio, considerando desde luego a
las comunidades como parte inseparable del territorio.

Las ideas que nacen de las buenas intenciones, no generan


necesariamente realidades mejores en el momento de su aplicación
práctica; las ideas políticas sin conocimiento de la historia y del entorno
se pueden convertir en realidades indeseables y contrarias a la filosofía
enunciada por estas mismas ideas; es lo que ha ocurrido en la historia
de Latinoamérica con el discurso desarrollista de la economía y el
discurso humanista proveniente del liberalismo librecambista heredado
de la Ilustración.

Aún si quisiéramos dar la razón a la buena voluntad de las Naciones


Unidas y del discurso de los Derechos Humanos, la realidad nos refutaría
mostrándonos los equívocos que surgen de la buena voluntad sin tener
claro el contexto en el que se aplica el discurso; sobre todo si se trata
del discurso humanista internacional liderado por una fuerza mercantil.
Las comunidades y muchos dirigentes sociales han empezado a creer

33
que el único centro posible de regulación de los derechos colectivos son
las Naciones Unidas, con el perjuicio que tal visión comporta en la
organización social y en las luchas sociales; es ésta una forma,
-premeditada algunas veces, otras veces derivada de un voluntarismo
gregario- de inmovilizar a las comunidades y de impedir que se
desarrollen movimientos endógenos, independientes de las
manipulaciones externas.

Algunas organizaciones sociales han hecho creer a las comunidades


agredidas, desplazadas y luego criminalizadas por el mismo Estado que
el complejo nudo de la problemática colombiana es obra de “actores
armados,” mientras tanto, estas mismas organizaciones incursionan
“pacíficamente” en los territorios para conseguir información y realizar
tareas de investigación sobre la riqueza ambiental por encargo de
proyectos que hacen parte de los intereses europeos y norteamericanos
en las zonas de reserva. De ello pueden dar cuenta las actividades que
junto a la colaboración de algunas organizaciones sociales desarrolla de
la WWF en Colombia.

Nos entretienen hablando de la muerte mientras nos matan

El proceso de globalización mercantil vive una experiencia singular en


Colombia en donde se ha experimentado la aplicación del proyecto a
sangre y fuego, y contando con la inveterada sumisión de los
gobernantes colombianos ante la política exterior norteamericana.
Colombia representa hoy para los Estados Unidos y las transnacionales
europeas que dominan la política de las Naciones Unidas, un campo
experimental del neoliberalismo que consiste en utilizar elementos de la
tradición interna, como la débil armadura social del Estado y el

34
fraccionalismo de las organizaciones populares, para imponer a través
de las organizaciones sociales financiadas por la ONU y Norteamérica,
las políticas de la globalización.

Del fracasado proyecto iluminista de la modernidad que era el tajamar


de navegación del mercantilismo europeo con el disfraz humanista,
queda viva todavía la intención colonial que ahora encuentra
continuidad en el discurso ambientalista; el discurso ambientalista poco
a poco se ha ido convirtiendo en el nuevo evangelio de la globalización.
Para América del Sur la nueva versión de los derechos universales que
encuentra una aplicación política en la nueva “ciudadanía” representa
una forma velada de colonialismo que si antes era expresado en los
ideales del progreso, el libre cambio, la libertad, la igualdad y los
derechos humanos, ahora se expresa en los supremos ideales
conservacionistas y de la defensa de las minorías étnicas, sexuales y
religiosas con el discurso de la diversidad biótica y humana. No es un
asunto del azar o de la divina providencia que los ideales que
históricamente en Europa han determinado un avance y una elevación
de la vida y la dignidad humana, en Suramérica hayan sido los factores
determinantes de la caída; el discurso que sirve para el progreso y la
elevación de Europa es el mismo discurso con el que se arroja a los
abismos de la pobreza y la vida indigna a millones de suramericanos.

El eslabón más grueso del sometimiento ideológico por parte de la


fuerza mercantil a nuestros países ha sido el discurso humanista
transformado hoy en el discurso de la diversidad. Un asunto es la
diversidad existente en la cultura, el territorio y la selva, y otra es el
discurso de la diversidad diseñado con claros propósitos de expansión de
la economía mundial en los territorios; no han sido las comunidades las

35
que han salido a imponer este discurso ni a llevar a la mesa de los
debates el asunto de la diversidad, han sido precisamente las
transnacionales y las fuerzas mercantiles las que han puesto a la
diversidad a jugar en las relaciones económica internacionales como
discurso político, y para ello han diseñado una fuerte, pero sutil
articulación entre economía y cultura a través de instituciones
dependientes de las Naciones Unidas como la FAO y la UNESCO.

El discurso de la diversidad cultural no hace referencia a una condición


de la cultura sino al programa político cultural diseñado por el poder
mundial a través de la UNESCO. La UNESCO entiende la diversidad
cultural como la expresión de ese “complejo mosaico de culturas que
necesitan de la diversidad para preservar su valioso patrimonio”. Sin
embargo desde el sur no podríamos ver al norte y observar también un
“complejo mosaico de culturas”, es claro que el discurso de la diversidad
cultural es un proyecto político dirigido a los países del sur por países
que tienen como componente histórico un sólido proyecto cultural y
económico y que no están dispuestos a ser tratados como un “mosaico
de culturas”, sino que quieren seguir ejerciendo la tarea de regulación
cultural, es decir, seguir siendo el ejemplo de “cultura universal”.

La diversidad cultural tiene como objetivo principal, según la bien


intencionada voluntad de la UNESCO, “el apoyo a todas las culturas del
mundo frente al riesgo de un mundo uniforme”. Sin el tamiz crítico,
desde este lado del sur, podemos apreciar esa intención democrática y
liberal de la UNESCO como una clara y coherente política cultural de los
países del mundo. Pero ante una región debilitada, fragmentada política,
económica y culturalmente, como ocurre con la parte central y sur de

36
América, el discurso de la diversidad cultural puede convertirse en un
mediano plazo en un elemento más de la disgregación regional.

En la Primera Reunión Interamericana de Ministros y Altas Autoridades


de Cultura organizado en Cartagena, y en el mes de julio del año 2002,
se volvió sobre el asunto de la diversidad cultural, y uno de los fines de
esta reunión, entre otros, fue el de buscar “maximizar los beneficios de
la globalización y mitigar sus efectos negativos en la preservación y
promoción de la diversidad cultural en las Américas”. Ese interés de los
gobiernos de las Américas por maximizar los “beneficios” de la
globalización, le ha dado a las políticas culturales un fuerte sesgo
economicista que impone una racionalidad monetaria sobre la cultura;
los derechos que proclaman las recién creadas Coaliciones por la
defensa de la diversidad cultural son derechos más económicos que
culturales, es la misma versión economicista de la modernidad
instrumental con el disfraz de los derechos humanos de las minorías.

Algunos “intelectuales” unidos a grupos de industriales de la cultura


vienen creado en Latinoamérica asociaciones con el nombre de
Coaliciones Culturales; estas asociaciones se proponen la loable tarea de
defender las industrias culturales de las naciones del sur de las fuertes
mareas mercantiles del norte; la enseña que portan es la filantrópica
defensa de la diversidad cultural, mientras jinetean la reivindicación de
la excepción cultural en los tratados de libre comercio.

Ante la generosa iniciativa hay que decir que el discurso de la


diversidad en el contexto de las discusiones contemporáneas sobre
tratados de libre comercio, no es una caracterización cultural, hay que
insistir: es una política cultural; por esta misma razón es una noción que

37
requiere de juicio crítico y de malicia política. Lo que puede ocurrir en
nombre de la diversidad cultural y los derechos humanos, es
precisamente lo contrario de lo que proclaman sus filántropos: el
debilitamiento de las identidades y la pérdida de la autonomía cultural
portando el uniforme de la diversidad. Las mismas razones con las que
la Coalición argumenta la necesidad de que sea la UNESCO el escenario
del debate, pueden ser razones válidas para que no lo sea: “por la
centralidad del mandato cultural”; “por su carácter universal”; “por ser
punto de referencia de la OMC”.20.

Fracturas y fracciones

Mientras las organizaciones sociales dependientes de la cooperación


internacional y de sus discursos continúan haciendo la crítica de los
aparatos de muerte, mantienen unas relaciones económicas que les
imposibilitan ahondar en los orígenes de lo que ellos mismos llaman
“crisis humanitaria”, los campesinos y las comunidades ancestrales del
Urabá y del país entre tanto continúan relatando el interminable éxodo.
“En Febrero de 1997 se establece un retén paramilitar donde
desaparecen a miembros de la comunidad de San José de Apartadó; este
retén con carácter permanente hasta final de 1998 se instala a pocos
metros de la salida de Apartadó a cinco minutos de la base militar del
barrio Policarpa; Rito Alejo del Río es comandante de 1995 a 1996 en la
brigada militar de Carepa, el periodo más crítico de las masacres.”

“A pesar de toda esta muerte que el Estado sigue negando, comenta


Wilson Higuita, el horror y la maquinaria de muerte es cada vez más
compacta: fiscalía y demás autoridades hacen parte de una política para

20 Coalición por la diversidad cultural, documento presentado al Consejo de Literatura


del IDCT, Bogotá, 2004.

38
desplazarnos. El ejército hizo una masacre en la Resbalosa asesinando a
uno de los fundadores de la comunidad de San José, Luis Eduardo
Guerra; junto a su compañera Deyanira y su hijo de diez años, a los tres
los asesinaron. Pocas horas después el ejército llegó a la finca de Alfonso
Tuberquia uno de los promotores junto a su esposa Sandra y una niña
Natalia de 5 años, y Santiago un bebé de 18 meses y el trabajador
Alejandro Pérez que les ayudaba en cosecha: todos ellos fueron partidos
en pedazos de manera bárbara.”

“Otros dos coordinadores en el último año de zonas humanitarias han


sido asesinados: Nelly Durango fue desaparecida en Tierralta Córdoba,
su cadáver apareció vestido de guerrillera con un uniforme camuflado
mucho más grande al de su talla. En este proyecto del Estado están
sacando provecho empresas y políticos paras, el accionar paramilitar se
complementa con el accionar de la fiscalía que omite los crímenes de
paramilitares, ejército y policía, las grandes empresas de la zona se han
beneficiado de los numerosos crímenes durante varias décadas.”

Paramilitarismo empresarial y racionalización de la tortura

Para muchos de los afectados por el desplazamiento, las masacres, las


torturas, la usurpación de tierra, cultivos y ganados, el fenómeno
paramilitar en sus orígenes, objetivos, y estrategias tiene una clara
intención económica y de dominio sobre el territorio. El Estado ha
facilitado con recursos, fuerzas militares y acciones políticas el proceso
de articulación del Urabá con los intereses de las multinacionales.

El fenómeno del paramilitarismo se registra en distintos momentos


de la vida nacional; desde los años sesenta hay presencia paramilitar
promovida por las misiones militares norteamericanas. Según una

39
investigación del Nuevo Herald21 en los Archivos Nacionales de
Washington, Estados Unidos planeó intervenir en Colombia en 1965. La
insurgencia liberal que dio origen a las guerrillas campesinas del siglo
XX se radicalizó en los años sesenta dando origen a la guerrilla
revolucionaria; los Estados Unidos después de discutir una intervención
directa simultanea con la invasión de República Dominicana, optaron
según la nota “por el envío de unidades de entrenamiento, helicópteros
y la intervención directa de asesores americanos en una operación
cívico-militar contra un grupo de campesinos que fundó, en mayo de
1964, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).” La
acción en la que intervinieron los norteamericanos fue el bombardeo al
la población de Riochiquito que se constituía de doscientas familias, “Los
feroces bombardeos, continua la nota, estilo Viet Nam contra los
campesinos sublevados en la región de Marquetalia, al sur del país,
fueron suficientes para evitar que el embajador oprimiera el botón de
pánico. Aviones de la Fuerza Aérea de Colombia lanzaron bombas en la
zona que dejaron cráteres de 20 metros de diámetro y diezmaron
sustancialmente a los alzados en armas. Bajo la dirección de los
militares estadounidenses, los colombianos dieron de baja a conocidos
líderes bandoleros como ``Sangre Negra'', ``Tarzán'', ``Puente Roto'',
``Puñaladas'', ``Desquite'' y ``Pedro Brincos''. Pero no pudieron eliminar
a un tal Manuel Marulanda Vélez, alias ``Tirofijo'', un campesino que
tenía una rara afición por la esgrima y tocaba violín.”

Fue precisamente en el año 65 con el decreto 3398 que se


establece el Estado de Sitio y posteriormente la ley 48 del 68 que faculta
al gobierno y a las fuerzas militares para armar población. Las Convivir
no son el inicio del ejercicio paramilitar sino una ley de continuidad de la

21 Gerardo Reyes del Nuevo Herald. Nota periodística reproducida por The Americas
Foundation, Washington. Abril de 2006. Página electrónica.

40
política paramilitar en Colombia como una política de Estado; estos
grupos pasan de la ilegalidad a la legalidad según las condiciones y el
reacomodamiento de nuevas élites que surgen como sectores
emergentes al lado de los grupos armados por el Estado. La recompensa
de las clases dominantes es convertirlos en su guardia de honor, aunque
algunas veces como ocurre hoy estos grupos tiendan a desbordarse y a
querer el espacio mismo de las élites.

La defensa de los pequeños castillos de la economía rural y urbana con


ejércitos privados es una práctica histórica en la vida colombiana, pero
esta práctica se apoya en los intereses y capitales foráneos como ocurre
con la Doctrina de Seguridad Nacional que es una doctrina
norteamericana que se aplicó en los años sesenta en el contexto de la
guerra fría y que también ha servido a Norteamérica para intervenir en
Latinoamérica y hoy se sigue utilizando para el control de la población
rural pobre de Centroamérica y Colombia convirtiendo a la misma
población en enemigos con el discurso del “enemigo interno” y “el
terrorismo”. En el contexto de la economía global las prácticas y
dispositivos militares de la guerra fría han encontrado continuidad para
su aplicación al lado del discurso ambiental; el caso de Urabá es el
mismo caso que se replica y corre como un hilo de sangre a través de
los corredores biológicos del centro y el sur de América.

Entre las intervenciones de los asistentes a la peregrinación del Cacarica


en el Urabá, en el año 2006 se afirmaba lo siguiente: “la fase de
masacres, la fase de destrucción del cuerpo humano con motosierras,
como ocurrió aquí hace nueve años a pocos kilómetros de donde nos
encontramos, de este sitio a menos de 45 minutos, con un miembro de
esta comunidad, Marino López. Luego de los bombardeos del ejército

41
llegaron al poblado lo detuvieron y lo cortaron en varias partes, como
hicieron con Tito y luego de cortado jugaron fútbol con su cabeza, esa
estrategia de terror, que fue desarrollada a lo largo y ancho del País, se
ha cualificado. A cambio de las motosierras aplican inyecciones, tal
como ocurre hoy en el Putumayo. En el Municipio de Puerto Asís se han
producido cerca de 200 asesinatos en el hospital, contando con
presencia policial, entran los paramilitares de civil, con armas cortas,
parte de los que se han desmovilizado en el Urabá Antioqueño o en otras
regiones del País, han entrado al hospital y una enfermera cumple el
papel de poner la inyección, y muere el paciente y la víctima deja de ser
víctima porque fue alguien que murió por razones clínicas, y las razones
políticas del porqué fue asesinado, empiezan a desaparecer, y vuelvo a
repetir, 200 crímenes.” Quien esto afirmaba en Cacarica hablaba como
defensor de derechos humanos, hoy seguramente sigue creyendo que
son “razones políticas” las que llevan a utilizar estos métodos de
exterminio en masa, eso sí, más “humanitarios” que la ruidosa
motosierra.

Volvemos como en los años sesenta a las campañas cívico militares


promovidas por Norteamérica, pero con el agregado de un componente
cultural que pretende englobar a las comunidades en el mismo discurso
de las empresas y de la intervención extranjera, para que estas
comunidades y la población en general asuman este discurso como un
discurso propio, validado como está por los discursos del humanismo y
el conservacionismo.

Otro tanto hace el discurso del desarrollo empresarial y la sostenibilidad


que se complementan precisamente para extenderse sobre los
territorios ancestrales. No es sólo el territorio al que pretende

42
englobarse, es también la comunidad. Territorio y comunidad como un
todo y como realidad y ejercicio concreto de la soberanía, están no
solamente amenazados, la mejor forma de decirlo es que están
invadidos; hay un nuevo proceso de invasión que no se da en masa
militar como en las invasiones clásicas o las realizadas en el siglo XX en
Latinoamérica; el nuevo proceso de invasión es un dispositivo complejo
diseñado con todos los componentes de la vida de un país, desde sus
órganos de defensa y su institucionalidad política, hasta una exhaustiva
elaboración lingüística y simbólica que extiende sus dominios sobre la
cultura. En últimas lo que busca la economía mundial no es sólo imponer
las condiciones de intercambio a través de la legislación internacional y
los tratados comerciales, el objetivo más ambicioso es la anexión misma
de los territorios y las naciones como parte de la economía global y una
cultura única.

43
La trama institucional

Al destierro de campesinos, indígenas y comunidades negras en


Colombia, la institución le ha dado el nombre de “desplazamiento
forzado”; pueblos enteros son expulsados de los territorios, y ese
método atroz hace parte de la manera como se producen, se apropian y
circulan los bienes en el nuevo ciclo del mercado mundial que expande
la economía en los territorios ancestrales.

Si bien las instituciones del orden internacional, como la Organización de


las Naciones Unidas ONU, el Banco Mundial y la Unión Europea, como las
instituciones públicas o de los gremios privados del orden nacional,
generan normas y mecanismos jurídicos para la posible protección de
múltiples derechos, jamás las condiciones materiales de la realidad
vivida por el pueblo colombiano y los pueblos del mundo han estado
cerca de lograr aquello que siempre se promete desde las instituciones
nacionales o internacionales.

Esta ilusión jurídica se nos presenta como “derecho internacional”, una


promesa dentro de la dinámica misma de un orden económico mundial
que produce sus propias condiciones políticas y materiales para la
negación de esos derechos; el camino para alcanzar la realidad de esas
reivindicaciones se nos presenta como el sueño que debemos
supuestamente alcanzar. El derecho a la alimentación, por ejemplo, es el
mandato jurídico de una sociedad donde el acceso a los alimentos está
regulado por el mercado. Si la justicia social y los derechos humanos
fueran realmente la prioridad para las Naciones Unidas, la competencia
y las fuerzas del mercado, no impondrían, a través de la banca mundial,

44
las condiciones para el intercambio y la distribución de los recursos que
sustentan la vida de los pueblos.

Si “el quince por ciento de la población mundial consume el ochenta por


ciento del producto interno bruto mundial”22, el derecho a la
alimentación, desde la perspectiva de las acciones políticas y
económicas de las Naciones Unidas es insostenible, puesto que es la
apropiación de los recursos y la acumulación privada la que estimula el
crecimiento del hambre y la miseria mundial. La política mundial
regulada por el quince por ciento de la población del planeta,
necesariamente impone la hambruna mundial y la muerte en masa a la
mayoría de la población. Los alimentos y los medios para producirlos
manejados en el mundo como bienes privados de un quince por ciento, y
la política económica regulada por el mercado, son realmente lo que se
conoce como “derecho internacional”; entonces es “el derecho
internacional” el que mata de hambre y de ignorancia a la mayoría de la
población en el mundo.

El derecho a la alimentación no es ningún derecho sin la participación


decisoria de los pueblos en el manejo, distribución y apropiación del
mercado. El poder de las transnacionales, del Banco Mundial y de la
economía privada, es la “democracia” que impera hoy en el mundo y
ésta también se acumula como un bien privado. En el caso colombiano
donde la concentración de tierras en pocas manos es un hecho
aberrante y la historia del despojo de la tierra a las comunidades
campesinas y ancestrales parece no tener fin, el derecho a la
alimentación sólo puede ser materializado con la expropiación a los
representantes de ese “quince por ciento” en el mundo.

22 Hugo Azcuy Henríquez. Derechos Humanos: una aproximación a la política. 1997. La


Habana, Editorial de Ciencias Sociales, p. 19

45
Las cornadas del poder mundial

La historia del hambre continúa construyéndose como parte de la


historia del desarrollo y sus derivados: la pobreza y el atraso. Los centros
económicos y políticos del poder local y mundial no cesan de producir
los capítulos de esta historia, pero el caso colombiano es uno de los más
singulares en la historia mundial. En el fatigoso registro de la muerte es
necesario apuntar la catástrofe colombiana ocasionada por el mayor
ciclón de su historia, capaz de desplazar a poblaciones enteras; a ese
ciclón le podríamos dar el nombre singular de “el gobernador” y
asignarle un periodo de gobierno, precisamente el periodo de Álvaro
Uribe Vélez como gobernador de Antioquia que generó la época de
mayor terror en Urabá (Romero, 2003, p. 207), pero como la muerte
también tiene sus generales, esta vez la catástrofe se hizo acompañar
del general Rito Alejo del Río. Uribe declaró la región como Zona
Especial de Orden Público en 1996; lo que no sabíamos era que Uribe y
los gremios llamaban “orden público” a la muerte. Los gremios son los
promotores y beneficiarios de este ciclón: grupos como ACDEGAM,
“primer colectivo político militar”, según se narra en el libro sobre el
señor Mancuso, o como Augura23, gremio que, con el monopolio de la
tierra, convierte la guadaña del “orden público” en la garantía de la
producción entre la maleza (Romero, 2003, p. 211).

Urabá y su población fueron azotadas por este ciclón enviado por


gremios como la Chiquita Brands, gremios que han sometido también a
la barbarie a otros pueblos del continente. Pero la flor más preciada de
este cortejo fúnebre, mercantil y democrático, es el Premio Nobel de Paz
Oscar Arias, recién posesionado como presidente de Costa Rica y
23 Asociación de Bananeros de Colombia

46
próximo a firmar el Tratado de Libre Comercio por su país (Algo irá del
premio Nobel de Paz al premio “Conciencia Ciudadana” otorgado en el
año 2000 a los criminales de la Chiquita Brands). En esta larga lista de
“loteadores de paraísos y nirvanas”, como escribió el poeta Zalamea,
Oscar Arias fue convocado a ser parte de la Comisión de Facilitación
para la Paz de Antioquia, instalada por Uribe Vélez siendo Gobernador de
este departamento, para tan sólo nombrar algunos de los muy diversos
participantes en la construcción de esta realidad del desplazamiento
forzado en Urabá. De toda la trama institucional ha de saber el señor
Uribe Vélez, quien desde aquellos tiempos a hoy ha desarrollado un
proceso de refinamiento de la represión, a la cual algunos llaman
reingeniería militar. Los buenos oficios de tantas instituciones oficiales,
personalidades y algunas organizaciones “sociales” son esfuerzos que se
orientan a mantener “productivas” las tierras que tanto preocupan,
desde su llegada al país en 1950, al Banco Mundial.

Ya para el año de 1950, cuando el Banco Mundial realizó su primera


misión a Colombia, promulgó, como si fuese una novedad, que existía la
concentración de la tierra, y que este era uno de los obstáculos a sus
planes para el “desarrollo”. Cuatro años después, los Estados y las
instituciones de las que hace parte el Banco Mundial, se encargaron de
recordarle a los “países subdesarrollados” a través de Guatemala,
derrocando al gobierno de Jacobo Arbenz, – Arbenz fue derrocado
precisamente por eliminar la concentración de la tierra – que los
caminos del desarrollo y de los derechos humanos son caminos
marcados de antemano para los pueblos del mundo, caminos que se
trazan con las trincheras de los ejércitos nacionales que se comportan
en el territorio propio como organizaciones mercenarias de las
trasnacionales.

47
Un estudio del brasileño José Luis Paredes Moreira, cuenta cómo con la
reforma agraria de Árbenz en 1954 “se habían beneficiado más de 138
mil familias campesinas, de las cuales la inmensa mayoría eran
indígenas. Esto podía traducirse en un estimado de medio millón de
personas, para un país que contaba con tres millones de habitantes.”24.
En cuanto “a la compañía bananera United Fruit Company (UFCO), que
mantenía sin cultivar el 85% de sus 220 mil hectáreas, se le expropiaron
156 mil hectáreas; es decir el 64% de su superficie”.25. Esta compañía,
promotora de la invasión a Guatemala, continúa hasta el presente
marcando los caminos por donde deben transitar los pueblos expulsados
de sus tierras por la violencia del proyecto desarrollista del Banco
Mundial y de las Naciones Unidas.

En Colombia, ya para 1905, aunque para algunos historiadores las ruinas


de los intentos fallidos para imponer “la agricultura comercial en la
región” sean “un recuerdo amargo”26, se había avanzado en dar
concesiones a los legionarios de la avanzada civilizatoria en la región de
Urabá, tal como aconteció con el empresario norteamericano Henry G.
Granger a quien según Parsons “le fue conferida una concesión sobre la
explotación de un monopolio por 99 años, de un ferrocarril que partiendo
del golfo de Urabá (sitio preciso donde hoy tiene la Chiquita Brands su
zona franca) llegara hasta Medellín.” Pero la generosidad con el
norteamericano no termina allí, sino que se extiende sobre las tierras, ya
24 José Luis Paredes Moreira. 1963. Reforma Agraria: Una experiencia en Guatemala.
Editorial Universitaria, Guatemala, p. 57. citado en Guatemala: memoria del silencio.
http://shr.aaas.org/guatemala/ceh/mds/spanish/cap1/ante.html
25 Guillermo Toriello. La Máquina de decidir, pieza por pieza.
http://members.tripod.com/~Mictlantecuhtli/politica/Guatemala1.htm. Disponible el 24
de abril de 2006. la información es tomada de Guillermo Paz Cárcamo, Guatemala:
Reforma Agraria, 3¦. Edición, FLACSO, Guatemala, 1997.
26 James J. Parsons. Urabá: salida de Antioquia al mar. Geografía e Historia de la
Colonización. Banco de la República, Corporación Regional de Desarrollo de Urabá
CORPOURABÁ. s. f. p. 69

48
que el gobierno colombiano ofreció “una subvención de 30.000 dólares
oro por cada kilómetro construido, pero también se podía pagar en
tierras baldías a 3 dólares hectárea.”27. En síntesis, según cuenta
Parsons, se estipuló que las tierras estarían “al lado del ferrocarril”,
siendo determinado, finalmente, que estarían entre Turbo (hacia el
norte) y Caimán Nuevo. Otra parte de las tierras estarían “adyacentes a
su finca Yankolombia”, nombre que describe el mapa de los intereses
militar-mercantiles, si no olvidamos al menos algunas de las
intervenciones (anteriores a 1905) de los Estados Unidos, como en
Nicaragua (1853, 1867, 1890 – 1900), y en Honduras (1903);
precisamente en Honduras, desde 1954 hasta 1956, se desarrolló
también una “huelga de los trabajadores de la United Fruit”28, hecho que
concluyó con golpe de Estado y militares que gobernaron hasta los
ochenta y que reversaron la legislación que consagraba los derechos de
los trabajadores, derechos que afectaban “las ganancias” de la United
Fruit.. Otra perla en el collar de ofrendas para el cuello de Granger, es el
encargo realizado al empresario norteamericano por parte del gobierno
colombiano, acerca de promover la migración a estos territorios desde
los Estados Unidos y Europa.

Es desde esta perspectiva de hechos narrados, desde donde debe


mirarse la manera como han circulado los bienes, especialmente la
tierra, circulación que ha determinado los procesos de desplazamiento
de las poblaciones, como condición para el avance del proyecto
económico del “desarrollo de la agricultura comercial en la región.”29

Manual para quitar un tapón

27 James J. Parsons. ob. cit. p. 68


28 Guenther W. Roppel. 2005. Estados Unidos, intervenciones del poder imperial en
cuarenta países del mundo. Bogotá, Ediciones aurora, p. 35
29 Ibídem

49
La conjunción entre las grandes extensiones de tierras destinadas a
servir como espacio de realización de proyectos económicos cuya
orientación es el mercado mundial, requiere la imposición de tipos y
prácticas de cultivo, como el de la palma africana o el banano. Esta
decisión económica determina una transformación radical en cuanto a
las relaciones de los pobladores con la tierra, desplazándolos para
introducir unas nuevas relaciones económicas. Mano de obra libre de sus
relaciones con los medios de producción, subordinados a un régimen
económico y político que permita la acumulación de ganancia y el
control de los recursos. El requerimiento de vías para la extracción de la
riqueza, ha determinado que en la actualidad se concrete, tal como lo
expresó Uribe Vélez en el año 2005, la apertura del tapón del Darién
atravesándolo con la carretera Panamericana, a pesar de las clamorosas
políticas de las Naciones Unidas sobre el medio ambiente, para que el
desarrollo, otro de los discursos rentables para las transnacionales,
pueda unir a estas tierras de alta biodiversidad y pobladas de
campesinos no “competitivos”, a los ciclos de extracción de materias
primas y acumulación de riqueza.

Que del Norte venga el Plan Puebla Panamá, con recursos estratégicos
pasando a manos de las transnacionales conservacionistas como
Conservación Internacional que incita y apoya la lucha contrainsurgente
en la selva Lacandona en México, y que toda la zona de Urabá se
encuentre dentro de proyectos conservacionistas como el Corredor
Biológico Mesoamericano o el Corredor de Conservación Chocó Manabí,
bajo el auspicio del Banco Mundial, debería decir algo más en cuanto a
las estrategias de intervención vestidas de megaproyectos, con
desplazamiento forzado previsto por los Estados Unidos, y con la ayuda

50
humanitaria no inferior al buen desempeño de la cooperación
internacional. Tal como aconteció con el señor Granger, todos estos
megaproyectos requieren de vías para penetrar hasta los recursos y
extraerlos, no importando si se tienen que despoblar por la violencia
estos territorios; para menguar los efectos políticos de los métodos
irregulares están los discursos medioambientales, humanitarios y de la
diversidad cultural.

Mapa p. 87 Urabá salida de Antioquia al mar

El desplazamiento forzado, descrito según las expresiones legislativas y


los argumentos del Banco Mundial, tiene que ver con “actores en
conflicto en la guerra civil”30, “actores” que tienen como “estrategia de
guerra… despoblar áreas específicas en las cuales pueden
posteriormente ejercer control económico o político“31. No se entiende

30 BANCO MUNDIAL. Colombia: una política de tierras en transición. Documento


elaborado por el Banco Mundial. Documento CEDE 2004-29. ISSN 1657-7191 (Edición
Electrónica) Agosto de 2004, p. 33
31 Ob. cit.

51
cómo lo que se denomina institucionalmente “violencia”, es presentada
por el Banco Mundial como una práctica episódica propia de “la guerra”,
desligada del poder económico y político mundial que la dinamiza y le
da sentido. Si nos atenemos a la realidad de lo que ocurre en los
territorios colombianos, en donde muchos de los lugares de
desplazamiento se han convertido precisamente en factorías
engranadas al mercado mundial, como ocurre con la palma, la madera o
el banano, tenemos que dar la razón sin objeciones al irrefutable
argumento del Banco Mundial: allí se ha implantado la estrategia de
“despoblar áreas específicas” expulsando a la población y dominando
política y económicamente los territorios, con lo que el Banco Mundial y
las Naciones Unidas se convierten en “actores” de la guerra, hasta ahora
ocultos en el discurso del “derecho internacional”, pero evidentes a
través de la aplicación de la política económica.

Más adelante y en el mismo documento citado del Banco Mundial


encontramos afirmaciones que nos pueden acompañar en los elementos
de continuidad que encontramos siguiendo el rastro de las expulsiones:
“El uso estratégico de la violencia se sustenta en el hecho de que los
eventos violentos ocurren de manera irregular con picos de acciones
violentas, seguidos por una falta de actividad.” Con esta afirmación
sobre “la violencia”, como uso estratégico y con episodios de “violencia”
que acontecen irregularmente “seguidos por una falta de actividad”, y el
hecho simultáneo de la aplicación de políticas de la banca internacional
y la inversión de recursos del Banco mundial en estos territorios
podemos saber algo más allá del sistema y los mecanismos de esta
monótona repetición. Realmente el fenómeno está visto al revés; no es
que los “actores en conflicto” o “actores armados”, como es habitual
decirlo en este lenguaje de las trasnacionales económicas que a su vez

52
son monopolios del pensamiento, pretendan ejercer un posterior control
económico o político de las áreas que previamente han desolado. Es el
control económico y político el que requiere de la guerra para despoblar
territorios y desarrollar los procesos de “reconcentración y
monopolización de la riqueza,” para decirlo con palabras del
investigador Libardo Sarmiento Anzola32, quien ha investigado a
profundidad las dinámicas y efectos de los megaproyectos.

En este sentido es interesante ver cómo investigadores y algunas


organizaciones insisten en atribuir las causas del desplazamiento y de la
concentración de la tierra a un proyecto militar y de “actores armados”,
desligando el proceso de concentración de la tierra, del contexto de la
economía global y del proyecto económico del capital. “Autodefensas”,
se llaman en el informe de la Comisión de Verificación que conformaron
diversas organizaciones y la alcaldesa de Apartadó, Gloria Cuartas en
1995. En el informe final el documento plantea que el accionar de estas
“autodefensas de Urabá y Córdoba no es independiente del Ejército en
el sector rural. Por el apoyo recibido tanto de los propietarios de las
fincas como del Ejército Nacional, por el testimonio de los desplazados,
podemos deducir que ha existido un verdadero proyecto de las
autodefensas en zonas de alta concentración de la tierra en pocas
manos, como lo es el norte de Urabá (…)”.

Desde los procesos de concentración de la tierra se ha desarrollado por


parte de los terratenientes, las trasnacionales y las instituciones
estatales globales, un proyecto de dominio político de las poblaciones
para la disposición de los recursos, promoviendo la guerra allí donde
necesitan desalojar a las poblaciones. Por tanto, el Banco Mundial, es

32 Libardo Sarmiento Anzola. Sistema mundo capitalista, fábrica de riqueza y miseria.


2004. Ediciones Desde Abajo. Bogotá.

53
decir, las Naciones Unidas, no pretenden hoy establecer las relaciones
entre lo que denominan “estrategia de guerra” y las prácticas
precedentes que han dado como resultado el monopolio de la tierra.
Sobre este resultado concreto, el Banco Mundial viene efectuando el
balance y la proyección de los viejos procesos de desplazamiento en
Colombia.33.

Darío Fajardo nos cuenta, en esta larga historia del desplazamiento


forzado que no se termina de escribir, que fue invitado al Departamento
Nacional de Planeación para discutir un documento CONPES sobre un
sólo municipio, el Municipio de Miraflores en el Departamento del
Guaviare. Este documento del Consejo Nacional de Política Económica y
Social CONPES, traza el desmantelamiento de un municipio, en la
perspectiva de despoblar extensos territorios para la siembra de
monocultivos. Lo notable en la narración de Fajardo, es la relación que
establece entre las prácticas de guerra, las políticas económicas y
sociales del Estado, el desplazamiento forzado, y la siembra de más de
“300.000 hectáreas de palma africana y otros de los llamados cultivos
amazónicos”, lo cual, afirma el investigador “significa repetir y
momificar la historia de la zona bananera, de la palma africana en el
Magdalena Medio y convertir al país en una fábrica inmensa de mano de
obra barata gracias a la guerra.”34.

Otro de los hechos que evidencian la integralidad del funcionamiento del


modelo económico con su política de desplazamiento forzado y
explotación de recursos, y de la acción militar y las leyes promulgadas

33 Ramírez Tobón, William. 1997 Urabá: los inciertos confines de una crisis. Santa Fe de
Bogotá, Planeta.
34 Darío Fajardo. 2005 Las tierras de Colombia - Reforma agraria.
http://www.radiochango.com

54
por el Estado, es el desplazamiento de las comunidades negras en
Jiguamiandó y Curvaradó:

“En el año 2000, el liquidado INCORA le titula colectivamente a las


comunidades de Jiguamiandó y Curvaradó, tres años después de ser
desplazadas, 101 mil hectáreas que estas comunidades ocupaban
ancestralmente antes del desplazamiento. Al decidir retornar, estas
comunidades encuentran su territorio invadido de palma aceitera,
situación que produjo el pronunciamiento de varias entidades nacionales
e internacionales, entre ellas del mismo INCODER que declaraba como
inválidos legalmente los procedimientos utilizados por los palmeros para
ocupar los territorios que legalmente son inenajenables. No obstante,
posteriormente, sin ningún reparo y violando de manera descarada, no
sólo los derechos de los afrocolombianos sino la Constitución Nacional,
el mismo INCODER afirma que se equivocó otorgando el título colectivo
de 101 mil hectáreas porque 10.162 hectáreas son de propiedad privada
y en consecuencia deben ser descontadas del título colectivo.”35.

Este hecho, de manera muy evidente, pone en escena cómo se


materializa el discurso de la diversidad cultural promulgada por las leyes
del Estado y de las instituciones internacionales, como también el
discurso en torno al medio ambiente, la biodiversidad, el desarrollo
sostenible, y todos aquella elocuencia mediante la cual se organiza la
fuerza de las comunidades y sus vidas en torno a los megaproyectos de
las transnacionales. No es extraño que por la zona del Urabá, el Señor
Uribe Vélez, haya planteado en el año 2005 la apertura de la carretera
Panamericana, que tiene territorios del Plan Puebla Panamá a la espera
de su interconexión en este gran megaproyecto del Estado Global. No es

35 Proceso de Comunidades Negras en Colombia PCN. Carlos Rosero. 2005. La decisión


de INCODER: reversa y violación de los derechos de los afrocolombianos. Octubre 25

55
gratuito que dentro del mismo documento del Proceso de Comunidades
Negras se afirme que “el INCODER continúa la ofensiva que los
palmicultores y los paramilitares han venido realizando contra los
Territorios Colectivos de las Comunidades Negras.”36.

Toda la urdimbre de políticas institucionales puede verse en la manera


como los recursos y territorios necesarios para la economía de las
transnacionales circulan siempre bajo el manto de la violencia del
desplazamiento, del asesinato, de las leyes para la impunidad, de los
planes de desarrollo. El Banco Mundial, con sus Planes de Ordenamiento
Territorial POT y con su experiencia piloto para la reforma Agraria
“asistida por el mercado” de tierras37, aplica la misma política de la FAO
con su mercado de alimentos, y que cualquier transnacional en el marco
de la economía capitalista. Sobre este aspecto, el Banco Mundial
plantea:

“De hecho, la experiencia colombiana con proyectos piloto de mercado


asistido de tierras (Höllinger, 1999) y los que tienen como objetivo poner
la reforma agraria en un contexto amplio de desarrollo empresarial
(Rojas y Urbina, 1999) aportan lecciones importantes.” 38
.

La tierra, en este “contexto amplio de desarrollo empresarial”, tiene


derroteros abiertos y bien diseñados a través del préstamo del Banco

36 Proceso de Comunidades Negras en Colombia PCN. Carlos Rosero. 2005. La decisión


de INCODER: reversa y violación de los derechos de los afrocolombianos. Octubre 25
37 Mendes Pereira, João Márcio. La política agraria contemporánea del Banco Mundial:
objetivos, lógica y líneas de acción. XXV Congreso de la Asociación Latino-Americana
de Sociología (ALAS), realizado entre 22 y 26 de agosto de 2005 en Porto Alegre/Brasil.
Texto disponible en www.landaction.org. Contacto: joaomarcio1917@yahoo.com.br. p. 4
38 COLOMBIA: UNA POLÍTICA DE TIERRAS EN TRANSICIÓN. Documento elaborado por el
Banco Mundial. Documento CEDE 2004-29. ISSN 1657-7191 (Edición Electrónica)
Agosto de 2004. p. 9. Desarrollando esta orientación del Banco Mundial, véase el
documento del Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural, Proyecto de transición de la
agricultura. Salvaguardas (ambiental y manejo de pesticidas)

56
Mundial para ejecutar el Programa Paz y Desarrollo, y éste en
coordinación de objetivos con Laboratorios de Paz de la Unión Europea, y
estos a su vez con el Plan Colombia. Lo interesante es ver cómo en la
trama de las instituciones coinciden los intereses norteamericanos y
europeos y sus planes de intervención, y cómo se complementan con las
efectivas armas de Norteamérica y los bellos discursos de Europa para
configurar la impunidad del paramilitarismo y asegurar los territorios
que aquellos dispusieron para la continuidad del modelo económico
capitalista.

La articulación de estos megaproyectos dentro de la legislación nacional,


mantienen bajo el fuero institucional la mascarada de una democracia
electoral y desvergonzadamente criminal, mientras sostiene, como en
los tiempos de la conquista, las cabezas cortadas en la punta de las
bayonetas. Es la forma de hacer la escritura de una ley sangrienta como
realidad irrecusable en la vida de las poblaciones:

“…diversas iniciativas públicas con apoyo y financiación (por lo


menos en parte) de origen internacional están apostándole a la
palma (africana) como iniciativa de paz, desarrollo y sustitución de
los cultivos ilícitos. Es por ejemplo el caso del proyecto del
Programa de Desarrollo y Paz del Magdalena Medio (PDPMM), que
recibe contribuciones de la Unión Europea y del Plan Colombia
(financiación de los Estados Unidos)…”39.

Desde el mismo Banco Mundial, se hace la referencia al Plan de


Desarrollo de Uribe Vélez “Hacia un Estado Comunitario”, como parte de
esta estrategia intervencionista, que le da el toque de transformación a
la historia inacabada de la explotación de nuestros recursos y el
desplazamiento de los pueblos ancestrales:

39 Fidel Mingorance, Flmainia Minelli, Hélen Le Du. El cultivo de la palma africana en el


Chocó. Legalidad ambiental, territorial y Derechos Humanos. 2004. Human Rights
Everywhere, Diócesis de Quibdó.Bogotá. p. 52

57
“En el marco del Plan Nacional de Desarrollo “Hacia un Estado
Comunitario”, se vienen apoyando procesos regionales de desarrollo
territorial participativo e integral, para prevenir el desplazamiento, y
promover el restablecimiento sostenible de las personas desplazadas
por la violencia, consolidando la autoridad democrática en estas
regiones.

Uno de los instrumentos del gobierno para articular la Política de


Atención y Prevención del Desplazamiento Forzado con la Estrategia de
Apoyo a los Programas de Desarrollo y Paz y Laboratorios de Paz es el
Proyecto de Paz y Desarrollo (PP&D). Este Proyecto, financiado con un
préstamo del Banco Mundial, busca generar en las regiones focalizadas
las condiciones sociales y económicas que reduzcan la vulnerabilidad y
pobreza de la población, incrementen la gobernabilidad democrática y
fortalezcan la institucionalidad, bajo una estrategia de alianzas público-
privadas con los Programas de Desarrollo y Paz.

El proyecto cubre 109 Municipios del Magdalena Medio, Oriente


Antioqueño, Norte de Santander, Montes de María y Macizo
Colombiano/Alto Patía.”40.

Estos proyectos, tanto el de Paz y Desarrollo y Laboratorios de Paz, están


directamente relacionados con la Red de Seguridad Alimentaria RESA de
Acción Social de la Presidencia de la República. La cooperación
internacional y los préstamos del Banco Mundial, intervienen
directamente en la vida de las poblaciones al diseñar e imponer en las
prácticas de las poblaciones las políticas trazadas desde los intereses

40 Jairo Arboleda. 2005. Gerente del Proyecto Paz y Desarrollo.


Jarboleda@worldbank.org

58
mercantiles de sus instituciones y de las empresas transnacionales.
Conocido es el caso de Honduras, al cual se refiere Roppel (2005),
citando a su vez un informe de Oxfam acerca de “los factores más
importantes que causaron que honduras “perdiera la capacidad de
alimentar a su propia gente”41 Según la afirmación de Oxfam, factores
que incluyen “el poder económico de las corporaciones
estadounidenses, los intereses de una pequeña élite hondureña y las
políticas de EE.UU., de los bancos internacionales y las agencias de
ayuda”.42.

No podría olvidarse la proclamación del documento Santa Fe I de 198043,


en donde los Estados Unidos trazan las políticas para Latinoamérica; allí
se afirma: “los alimentos son un arma en un mundo de guerra.” El uso
de “los alimentos como arma de presión política y económica contra
países soberanos y movimientos populares de resistencia”44, es la
constante junto a la otra táctica de imponer prácticas agrícolas y tipos
de cultivo que modifican la vocación agrícola de las poblaciones. Esto
fue planteado en el mismo documento Santa Fe, nombrando
directamente a “los minifundistas de Guatemala o Nicaragua” que
“podrían recibir un ingreso mayor convirtiéndose a la producción de
cultivos comerciales tales como espárragos, frambuesas, etc., para

41 Guenther W. Roppel. 2005. Estados Unidos, intervenciones del poder imperial en


cuarenta países del mundo. Bogotá, Ediciones aurora, p. 35
42 “Why Farmers Go Hungry”, Oxfam America Educational Publication, No. 12, 1985.
Citado en Guenther W. Roppel. 2005. Estados Unidos, intervenciones del poder imperial
en cuarenta países del mundo. Bogotá, Ediciones aurora, p. 35
43 Santa Fe I – 1980. Las relaciones interamericanas: escudo de la seguridad del Nuevo
mundo y espada de la proyección del poder global de Estados Unidos. L. Francis
Bouchey, Roger W. Fontaine, David C. Jordan, Gordon Summer y Lewis Tambs, editor
(ex-embajador de los Estados Unidos en Colombia)
44 Declaración Final del Foro Mundial sobre Soberanía Alimentaria “Por el derecho de
los pueblos a producir, a alimentarse y a ejercer su soberanía alimentaria”. La Habana,
Cuba, 7 de septiembre del 2001. Disponible en:
http://www.movimientos.org/cloc/show_text.php3?key=741

59
vender al mercado norteamericano, y comprando a cambio maíz
importado de Estados Unidos.”45.

Desde esta perspectiva, hacer de los alimentos instrumentos de guerra


en sociedades construidas con las leyes del mercado, lleva a interrogar a
las política de “seguridad alimentaria” de la FAO46, que encuentra su
materialización en normas como la Resolución 1516 de 2005 del
Instituto Colombiano para el Desarrollo Rural INCODER47, la cual
relaciona como elementos de su proyecto económico tanto la “seguridad
alimentaria” como el desplazamiento forzado y las cadenas productivas.
Esta resolución hace parte de la denominada “estabilidad normativa”
tan reclamada por la Organización Mundial de Comercio y las
transnacionales.

Esta urdimbre donde se traman las encrucijadas, las celadas del


desarraigo y la incertidumbre de las poblaciones sin destino, es una
urdimbre que debe ser vista sobre la historia de sus bases reales: el
desarrollo de un modelo económico fundado en la competencia y la
maximización de la ganancia, en el lucro privado, en la concentración de
la riqueza, en la “explotación intensiva y extensiva” de la mano de obra
en campos y ciudades, en el desarraigo de las palabras para la
enajenación de las realidades, entre otros aspectos de este poder
mundial que organiza sus instituciones en un “Estado Imperial.”48.

45 Santa Fe I – 1980. Las relaciones interamericanas: escudo de la seguridad del Nuevo


mundo y espada de la proyección del poder global de Estados Unidos. L. Francis
Bouchey, Roger W. Fontaine, David C. Jordan, Gordon Summer y Lewis Tambs, editor
(ex-embajador de los Estados Unidos en Colombia)
46 FAO/Declaración sobre la Seguridad Alimentaria Mundial y Plan de Acción de la
Cumbre Mundial sobre la Alimentación. Disponible en,
www.biotech.bioetica.org/d60.htm, el 8 de julio de 2005.
47 Ver Resolución del INCODER 1516 de 2005, en donde el “desarrollo rural y la
seguridad alimentaria” son componentes de esta política junto a la de “productores
verticalmente integrados hacia delante” (contratos Forward, según CONPES 3237)
48 Las palabras en comillas son planteadas por Libardo Sarmiento Anzola.

60
No es gratuito que dentro de documentos sobre los Planes de
Ordenamiento Territorial POT del Banco Mundial, sean calificados con un
“satisfactorio” las experiencias de las poblaciones Montelíbano en
Córdoba y San Benito Abad en Sucre, por encima de las demás
experiencias tomadas para el estudio, las cuales son calificadas por
debajo, si se tiene en cuenta que fueron los lugares mencionados donde
el Banco Mundial realizó su experiencia piloto de reforma agraria.

El Estado colombiano y el Banco Mundial tienen una mirada bancaria,


financiera, rentista, sobre la “reforma agraria”, lo cual es en realidad un
mercado de tierras:
“La reforma agraria tiende a sustituir mas no a complementar y
fortalecer el mercado. A pesar de un gasto considerable en programas
de redistribución patrocinados por el Gobierno, los mercados son más
efectivos en transferir tierra a productores pequeños o sin tierra.”49.

El escena de este mercado de tierras se desenvuelve en la escenografía


de la historia del desplazamiento de las poblaciones en Colombia, y es el
mismo mercado que se narra, con la soberbia propia de la impunidad, en
el marco de la política de la Doctrina de Seguridad Nacional, del decreto
3398 de 1965, entre otras normas, que dieron un soporte jurídico a los
grupos mixtos de militares y civiles como un componente importante de
la Alianza para el Progreso de Kennedy, y hoy de las Convivir de Uribe y
de Mancuso50 ante el silencio lapidario de la Organización de las
Naciones Unidas, organización que durante décadas ha proclamado la

49 COLOMBIA: una política de tierras en transición. Documento elaborado por el Banco


Mundial. Documento CEDE 2004-29. ISSN 1657-7191 (Edición Electrónica) Agosto de
2004:90
50 Las referencias pueden encontrarse en el libro “Salvatore Mancuso, su vida”. Glenda
Martínez. Grupo Editorial Norma. 2004. En la página 17 sobre el tema de la Doctrina de
Seguridad Nacional; en las páginas 108 a 112 sobre las Convivir.

61
lucha contra la pobreza, contra el hambre y contra todos los flagelos de
la humanidad; proclamas que siempre se entonan como un estribillo en
los cánticos del desarrollo.

Son éstos los antecedentes de los “nuevos” proyectos del Banco


Mundial, como el Proyecto de Apoyo a la transición de la Agricultura51,
con los créditos y la cantilena necesaria para incidir en la vida y los
territorios de las poblaciones, hasta llevarlos a una transformación
radical, sólo útil para una economía global que presenta su ideología
como un deber público y sus logros como triunfos de “la humanidad”.
Estos logros se registran en la realidad vivida por los pueblos de
Latinoamérica como sueños congelados y abismos insondables de
miseria, donde sólo se escuchan los ecos del ángelus que beatifica allá
arriba, en el cielo de las transnacionales, el ideal de “progreso”
encarnado en una próspera “humanidad”.

La realidad vivida por las poblaciones que son los soportes y objetivos
de estas historias y narrativas del presente, denominadas de tan
múltiples maneras, son los efectos de los proyectos que hacen de la
agricultura en Colombia, según el lenguaje del éxito y la prosperidad
“una agricultura en transición.” Transición y desplazamiento debería
decir el documento del Banco Mundial para ser más preciso. Después de
más de 50 años de la primera misión del Banco Mundial en Colombia, y
después de 78 años de la masacre en la bananeras, las estadísticas de
una geografía en la que se continúan expandido las fronteras de la
concentración de la tierra, nos muestran con claridad el ideal de

51 Este proyecto “es una operación de crédito del Banco Mundial” de 30 millones de
dólares. Fuente:
http://www.avanza.org.co/index.shtml?apc=invitadosemana;;;1;&x=14808.

62
“progreso” y “modernidad” con el que Europa y los Estados Unidos
evangelizan las mentes colonizadas:

“Los datos que tenemos para ese momento según el Instituto


Geográfico Agustín Codazzi y CORPOICA en un estudio
denominado zonificación de los conflictos por el uso de la tierra en
Colombia son: el 97 % de los propietarios tiene el 24% de la tierra,
mientras el 0.4% de los propietarios tienen el 61% de la tierra.”52.

Las 100.000 hectáreas que “devolverán” los jefes paramilitares, según la


noticia publicada por el periódico El Tiempo en su primera página53 ¿en
qué condiciones y en el marco de qué políticas, y cuál es su significación
ante las aproximadas 4’000.000 de hectáreas que constituyen, para
decirlo en palabras del libro sobre el señor Mancuso, toda una
contrarreforma agraria?54. Por supuesto que contrarreforma sin la
existencia de una reforma agraria, es imposible. Pertinente es decir que
en Colombia el paramilitarismo, que históricamente ha mantenido y
profundizado los procesos de concentración de la tierra, es el substrato
material sobre el cual opera la política del mercado de tierras del Banco
Mundial, la política del mercado de la “seguridad alimentaria” de la FAO
de las Naciones Unidas; es el horizonte en la mirada del Departamento
Nacional de Planeación y del CONPES, como lo es también de los
laboratorios de Paz de la Unión Europea; en otras palabras, es el
horizonte de la historia del destierro de las poblaciones, destierro que en
el lenguaje oficial se conoce con el denominador significativo de
“desplazamiento forzado”.

52 Darío Fajardo. 2005 Las tierras de Colombia - Reforma agraria.


http://www.radiochango.com
53 El Tiempo. Marzo 30 de 2006. Primera página.
54 “El abandono de tierras por el desplazamiento en años recientes suma cerca de 4
millones de hectáreas, cifra que casi triplica la tierra redistribuida en cuatro décadas de
reformas agrarias. Juan Camilo Restrepo en su editorial del miércoles 21 de septiembre
de 2004. (citado por Glenda Martínez Osorio. Salvadores Mancuso, su vida. 2004:76)

63
Cada quien atiende su oficina

El reporte de Chiquita Brands del año 2000 tiene por título “Reporte de
Responsabilidad Corporativa, 2000”. Desde el título mismo, la realidad
económico-política narrada en las cien páginas del reporte, plantea el
sentido de lo corporativo. Todos los sectores sociales se consideran
como partes de un cuerpo y, por lo tanto, se asume el supuesto de los
intereses comunes, y con la obligación de cumplir, para el buen
funcionamiento de la economía como realidad social instituida de
manera corporada, las normas y pactos establecidos para el gobierno de
esta realidad económica. Es realmente un ejercicio de la política, en
cuanto la acción política acumula fuerzas y neutraliza o destruye las
fuerzas del adversario “con vistas a alcanzar metas estratégicas”, tal
como lo plantea Isabel Rauber.

Ante esta “responsabilidad corporativa“ que ejerce y suscribe Chiquita


Brands, se tiene que hacer referencia a la ley 811de 2003 que crea las
“organizaciones de cadena”, para encontrar en ese texto dos rasgos que
expresan cómo, proyectos económicos desarrollados en Colombia,
encuentran su lugar en la ley, legalizando las realidades corporadas
creadas por empresas transnacionales:

“Los integrantes de una organización de cadena ponen a


disposición de esta sus organizaciones y sus estrategias, que en
lugar de confrontarse se coordinan con el fin de obtener un mejor
desempeño económico a su vez colectivo e individual.”55
(Parágrafo 1)

55 Ley 811 de 2003 (junio 26) por medio de la cual se modifica la Ley 101 de 1993, se
crean las organizaciones de cadenas en el sector agropecuario, pesquero, forestal,
acuícola, las Sociedades Agrarias de Transformación, SAT, y se dictan otras
disposiciones.

64
La libertad de empresa como una realidad obligatoria para todos los
seres que tienen que vender su fuerza de trabajo (si es que esto les es
posible), es lo que se expresa con el título de “responsabilidad
corporativa”, o en su versión legislativa, como “organizaciones de
cadena”. Por supuesto que la libertad de empresa sólo permite una
única organización de cadena inscrita ante el Ministerio de Agricultura y
Desarrollo Rural (Artículo 102), lo cual es ya no permitir nada al
legitimar, otra vez, los espacios creados durante décadas por los
intereses privados de empresas que dominan el 26% del mercado
mundial de banano, el quinto o sexto producto más importante en el
mercado mundial. Qué decir del petróleo, de la industria militar, del
mercado de alimentos, del agua, para nombrar algunos renglones en los
que las empresas transnacionales monopolizan ya los mercados y
dominan totalmente los procesos de producción. O qué decir del
monopolio de la tierra, hecho que en Colombia tiene a poblaciones
enteras viviendo en un incesante arreo de personas bajo la
denominación ladina de “desplazamiento forzado”.

Las funciones que cumplen estas “organizaciones de cadena” como


mecanismos para disciplinar a las poblaciones, son determinantes en el
ejercicio de situar bajo el criterio mencionado de la “responsabilidad
corporativa” a las organizaciones sociales y a las poblaciones. Una de las
funciones de estas cadenas es la de ser “un espacio de diálogo”, donde
los acuerdos están sujetos a ser tomados por “decisión unánime”. Estos
“espacios de diálogo” narrados en la ley de 2003, son los mismos que en
su informe hace referencia la Chiquita Brands al expresar que “se
incrementó el diálogo con los líderes laborales regionales e
internacionales y con las organizaciones no gubernamentales”. En esta
misma perspectiva, el vicepresidente del sindicato de los trabajadores,

65
expresa el sentido político de su adscripción militante en la verticalidad
de este proyecto económico corporativo, que recuerda, para algunos, el
modelo del Estado corporativo fascista:

“El principio del diálogo entre los empresarios y trabajadores del


banano comenzó con el reconocimiento a la igualdad de
condiciones de todos aquellos que participamos en ese diálogo (…)
.56.

Enfatizando en los pactos y acuerdos para la existencia de estas


organizaciones de cadena, la exigencia es la puesta a “disposición” de la
cadena de las “organizaciones y sus estrategias, que en lugar de
confrontarse se coordinan con el fin de obtener un mejor desempeño
económico a su vez colectivo e individual.” (Ley 811, Art. 101, Parágrafo
1). La mejora de la competitividad, tal como lo proclaman las
transnacionales y la ley, y la exigencia de ser inscrita una cadena por
producto o grupos de productos, sitúa a los pequeños o medianos
productores y a las mujeres y hombres trabajadores como esclavos de
las transnacionales y de los monopolios, sujetándolos a un gobierno
global.

En el extenso territorio de esta “responsabilidad corporativa”, se


presenta al agresor junto al desplazado incorporado como trabajador,
mientras la Rainforest Alliance, a través de Fundación Natura certifica las
fincas que cumplen ciertos estándares, como la Chiquita Brands. El
sindicato de trabajadores Sintrainagro, la Fundación para las Américas
auspiciada por la OEA, y Chiquita Brands unen no sólo sus fuerzas
materiales y sociales, también hacen confluir como buenos
“ciudadanos” el universo simbólico alrededor del Premio por “Conciencia

56 Guillermo Rivera Zapata. Vicepresidente Nacional de Sintrainagro. Ponencia de


Sintrainagro en el foro sobre el modelo de concertación en Urabá.

66
Ciudadana”. La Chiquita Brands, no necesita para este reconocimiento
honorífico presentar como credenciales los sobornos efectuados al
Departamento de Impuestos y Aduanas Nacionales DIAN, para tener “la
única zona franca especial privada del país, que es su sistema de
navegación fluvial entre las plantaciones y los transatlánticos
refrigerados que distribuyen banano en todo el mundo”. Esta zona
franca de Chiquita Brands, es el puerto sobre el océano Atlántico, en
Turbo, Colombia; la misma zona franca por donde la Chiquita entró
contenedores con 3000 fusiles AK-47 y varios millones de proyectiles
para los paramilitares.

El reporte de Chiquita Brands del año 2000 sobre “responsabilidad


corporativa” es una narración que traza una geografía y una historia que
se inicia con el recuento de los honores y reconocimientos de la que es
objeto esta empresa en el año 2000.

De tres aspectos considerados en el informe como “Puntos


sobresalientes del 2000”, el primer aspecto se presenta bajo el título
“ambiental“. El modelo productivo que Chiquita Brands materializa y
representa, es premiado reiteradamente en “lo ambiental”. Este modelo
productivo y el medio ambiente se presentan como “amigables”57, para
utilizar un término del mismo diccionario de las transnacionales. ¿Cuál
es la geografía que se reconoce en la narración de Chiquita Brands?
¿Cómo se ha construido esta geografía? ¿Quiénes han construido esta
geografía tan significativa para sus intereses?

Por supuesto que, luego de este comienzo nutrido de tantos galardones,


un párrafo dentro de las 102 páginas sobre la historia de esta compañía

57 Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural. Proyecto de Transición de la Agricultura.


Salvaguardas (Ambiental y Manejo de Pesticidas) www.minagricultura.gov.co

67
relacionada con fusiles AK-47 para los paramilitares, muertes atroces con
descuartizamientos y partidos de fútbol jugados con la cabeza de las
víctimas ante las poblaciones aterrorizadas, con sobornos y algún golpe
de Estado, ese comienzo del informe de “responsabilidad corporativa”
soporta un tratamiento subordinado a temas que le son ajenos a la
nobleza de sus propósitos:

“A lo largo de estos 100 años, a la United Fruit Company se le empezó a


conocer como “el pulpo”, una organización que se decía tenía alcance e
influencia de tal magnitud que dominaba los gobiernos y la vida de sus
trabajadores. Esta reputación nació de muchas cosas, incluyendo la
supuesta participación de la compañía en la represión de derechos
laborales en Colombia en 1928 y el derrocamiento de un gobierno en
Guatemala en 1954, así como el involucramiento en un escándalo de
soborno en Honduras en 1975. En los años transcurridos desde
entonces, algunos argumentarían que la Compañía ha tenido una actitud
cerrada y defensiva a las preocupaciones de sus estándares y prácticas.
A los ojos de muchos, aún hoy, todo esto ensombrece la imagen de la
Compañía.”58.

Los diversos reconocimientos otorgados a Chiquita Brands en el exitoso


año 2000, hacen referencia a la necesidad que tienen estas empresas de
presentar a los consumidores una imagen de prácticas agrícolas
“ambientalmente amigables” y mantener el dominio del mercado
mundial. En este mismo año 2000, la Organización de las Naciones
Unidas para la Agricultura y la Alimentación FAO participó en su propia
sede en una reunión que tuvo por objetivo “promover la colaboración
entre diversos participantes con un objetivo en común: incrementar la

58 CHIQUITA Brands International, INC. Reporte de Responsabilidad Corporativa, 2000.


2001

68
sostenibilidad ambiental y social en la industria de la exportación del
banano.”59. Este propósito, como vemos, termina en diseñar políticas
para la sostenibilidad del mercado, del cual el tema ambiental y social
es la plataforma de la retórica mercantil. Uno de los invitados a la
histórica reunión, la Organización de Etiquetado de Comercio Equitativo
(FLO), plantea que se debe “facilitar el acceso al mercado a los
pequeños productores "desfavorecidos" y a los trabajadores que, de otra
manera, estarían perdiendo en la lucha por competir contra las grandes
plantaciones capitalistas.”60. El mercado es el espacio de acumulación
de fuerzas propias de las empresas, como a su vez, es el espacio de la
destrucción de las fuerzas sociales y políticas que se opongan a erigir al
mercado como el espacio de regulación política de la sociedad. No es
noticia, por tanto, que la Agencia para el Desarrollo Internacional de los
Estados Unidos (USAID), financie “con una donación de $8,6 millones de
dólares (…) la Alianza de Productos Sostenibles Certificados –que-
apoyará la certificación, enlazando los productos certificados con los
mercados.”61. Para alejar las dudas y espantar infundados optimismos, el
señor Harriet Lamb, de la FLO, manifestó en aquella “histórica reunión”
que "no se trata de una intervención oportuna sólo para los pequeños
productores, también lo es para el mercado.”62.

Para tener una idea del significado de un “pequeño productor” ante


estas “grandes plantaciones capitalistas”, tenemos que la Chiquita
Brands controla un 26% del mercado mundial de banano, según datos
de 1999, siendo la empresa más grande en producción y

59 Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación FAO.


2000. Expertos en bananos celebran reunión histórica en la FAO. ©FAO, 18 de abril
60 Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación FAO.
ibídem
61 http://www.ra.org/news/2004/news92-s.html (disponible el 17 de abril)
62 Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación FAO.
ibídem

69
comercialización por encima de Dole y Del Monte. Estas tres empresas
transnacionales controlan el 43% del mercado europeo. La certificación,
por lo tanto, tiene una referencia política, institucional y territorial
concreta, que se materializa en el perfil de finca (así lo expresa
Rainforest Alliance): Chiquita y Kraft Foods. Un mundo para el mercado
diseñado según el modelo de finca de la Chiquita Brands.

En esta relación entre las organizaciones Rainforest Alliance, dedicada a


“la conservación de bosque tropical para el beneficio de la comunidad
global”63, y Chiquita Brands, presente hace casi cien años en Colombia,
se resalta cómo la relación se construye sobre la base de la “expansión
de la producción de bananos en Costa Rica en los tardíos ochenta.”64.

En Colombia, el tema de “bosques” es un tema considerado por el


Estado como estratégico65, declarándose por ley que “el desarrollo del
sector forestal es una tarea nacional prioritaria para la consecución de la
paz y la convivencia ciudadana”66. Esta estrecha relación entre “paz” y
“convivencia ciudadana”, convoca de inmediato esta otra categoría de
las cadenas productivas, cerrando de esta manera el ciclo entre
argumentaciones humanitarias como “la paz”, económicas como la
productividad y el bienestar de la población, y del medio ambiente como
el mercado de servicios ambientales también promulgado en la misma

63 'the conservation of tropical forests for the benefit of the global community'. Ibidem.
64 “The relationship between the two organizations has its origins in an expansion of
banana production in Costa Rica in the late 1980s. The area of land area under
cultivation increased from 20,000 hectares to 50,000 hectares in just five years.” Jem
Bendell. Chiquita. The role of NGOs http://www.bsdglobal.com/viewcasestudy.a
65 Régimen Forestal Nacional, Artículo 3º. Interés prioritario e importancia estratégica.
TEXTO APROBADO EN COMISIÓN DEL PROYECTO DE LEY 264 DE 2004 CÁMARA. Texto
Aprobado en Comisión Quinta Cámara de Representantes los días 1° y 2 de junio de
2005, por la cual se expide la ley forestal. Cuyos autores son: Gustavo Cano Sanz,
Ministro de Agricultura y Desarrollo Rural; Sandra Suárez Pérez, Ministra de Ambiente,
Vivienda y Desarrollo Territorial y los honorables Representantes Armando Amaya
Álvarez y Zulema Jattin Corrales.
66 ob. cit. Artículo 2º. Principios y normas generales.

70
ley. Estos servicios ambientales deben su existencia al alto costo para
transformar las industrias contaminantes de las trasnacionales,
resultándoles más barato “invertir” en medio ambiente, tal como ya lo
hacen en Colombia a través de megaproyectos de “conservación
ambiental”, apropiándose a través de ONGs financiadas por estas
mismas empresas de millones de kilómetros de zonas de gran
biodiversidad.

En el caso de la Chiquita Brands y la Rainforest, la alianza entre el


discurso conservacionista, la producción agroindustrial, y el monopolio
de la tierra, se hace sobre la base del incremento del área de cultivo de
“20.000 hectáreas a 50.000 hectáreas en sólo cinco años”. Por supuesto
que aquí el tema del desplazamiento forzado, otro de los temas de
honda preocupación para las Naciones Unidas, no aparece en la
narración de la Chiquita Brands; los oropeles de las distinciones y
reconocimientos así lo permiten, y hasta autorizan a diseccionar las
realidades de las poblaciones. El desplazamiento, tema para ser tratado
con el especializado lenguaje “humanitario”, es desligado públicamente
de los procesos de concentración de la tierra y de la violencia necesaria
para “persuadir” a los pobladores de estos territorios para que se
enmarquen en estas economías de la agroindustria, del desarrollo
sostenible, de la biotecnología, de la protección del bosque, del beneficio
de la humanidad, etc.

El “Reporte de responsabilidad corporativa” describe un componente


ambiental de certificación de 127 fincas de Chiquita en Latinoamérica de
acuerdo a los estándares del Better Banana Project (Proyecto de
mejoramiento de banano). La certificación es efectuada por la Rainforest
Alliance, un proyecto empresarial para la certificación de fincas regulado

71
por empresarios y el gobierno de los Estados Unidos67; un elemento
esencial de este proceso es el desarrollo de alianzas en cada país con
Organizaciones No Gubernamentales (ONGs) para el manejo del sello
Rainforest Alliance. En Colombia, este papel lo realiza la Fundación
Natura. El argumento es la “responsabilidad social y ambiental” de la
empresa transnacional. El proyecto original de Rainfores Alliance, que
inicialmente fue el de “la conservación de bosque tropical para el
beneficio de la comunidad global”68, ha sido aplicado como modelo
productivo corporado al monocultivo de banano y también al café. Este
corporativismo como sistema político de las transnacionales ha
permitido hablar de la cooptación de sectores sociales y de los
trabajadores para estos proyectos mercantiles.

La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la


Alimentación FAO, que hace parte importante en el diseño e impulso de
estas políticas, auspicia a la Fundación para las Américas la cual,
“utilizando los recursos disponibles de la OEA unidos con las
contribuciones de gobiernos, fundaciones y el sector privado”, busca
“crear la responsabilidad social corporativa” impulsando “alianzas entre
empresas privadas, fundaciones, gobiernos e instituciones académicas
que operen en las Américas”.69. La “responsabilidad corporativa” de
Chiquita Brands, es la misma política de la Organización de las Naciones
Unidas, dado que su responsabilidad es la de garantizar a las
transnacionales el dominio y la explotación de recursos, la disposición de
las poblaciones y de la mano de obra sometida a esta nueva etapa de la
explotación capitalista bajo el régimen político del corporativismo. Es

67 http://www.ra.org/news/2004/news92-s.html (disponible el 17 de abril)


68 “The conservation of tropical forests for the benefit of the global community”.
Ibídem
69 http://www.colciencias.gov.co/mapas/merlin/consultarprograma.php?idntfcdor_fnte=
148. disponible el 15 de abril de 2006

72
este mismo régimen corporativo el que otorga los reconocimientos a sus
empresarios que son exitosos en la imposición del régimen político. La
Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la
Alimentación FAO, tiene a disposición de la Fundación para las Américas
los recursos necesarios para la promoción e implementación del régimen
corporativo y es precisamente esta fundación la que premia por su
“conciencia ciudadana” a la Chiquita Brands.

En ninguna otra parte como en Colombia se ha hecho sentir la


conciencia ciudadana de la Chiquita Brands: el cinco de noviembre del
año 2001 entran por el puerto de la Chiquita Brands en Turbo, 3000
fusiles AK-47 y 5 millones de cartuchos con destino a los paramilitares,
acción que fue reconocida públicamente por Carlos Castaño.70

La oficina de la OEA se pronuncia sobre el asunto el seis de Enero del


año 2003 con el siguiente reporte: “se detalla el contrabando de tres mil
fusiles desde Centroamérica hacia los grupos paramilitares de la zona de
Urabá”. “Nicaragua, Panamá y Colombia solicitaron a la OEA que
esclareciera lo ocurrido.” El ex presidente César Gaviria Trujillo
argumentó no saber de estos hechos cuando se otorgó por parte de la
misma OEA a la Chiquita Brands el premio “Conciencia ciudadana”, acto
de entrega que fue presidido por el mismo César Gaviria Trujillo como
secretario de la OEA.71

El galardón otorgado a la Chiquita Brands el catorce de Abril del año


2004 por el ex presidente de Colombia César Gaviria Trujillo, para
entonces Secretario General de la Organización de Estados Americanos,
expresa con claridad el criterio de “Conciencia ciudadana” y de

70 Gaviria Premia la Corrupción en www.palabranet.net.


71 Revista Cromos, mayo 24 de 2004. Bogotá.

73
“responsabilidad social contra la pobreza y la corrupción” que tiene la
OEA. El hecho lo registraron los medios y la Revista Cromos 4501 del 24
de mayo de 2004; el presidente de Chiquita Brands, Fernando Aguirre,
recibió una placa de la Fundación para las Américas, fundación
auspiciada por la OEA. Nada hay de anómalo para los espacios de
regulación de la política mundial en esta ceremonia “civilista” que sólo
repite los ritos institucionales de la Unión Europea y las Naciones
Unidas.

Pero el hecho que da cuenta con claridad de la responsabilidad social de


la Chiquita Brands se produce el quince de Mayo del año 2004, cuando
Chiquita Brands “confiesa” en EE.UU. su aporte a grupos terroristas en
Colombia.72.

Para colocar el último episodio del currículum mortis de las


transnacionales de la economía y del pensamiento, la OEA, con César
Gaviria Trujillo a la cabeza, establece el aval de la comunidad
internacional para el proceso de impunidad para los paramilitares:

“Con la firma de un acuerdo entre la OEA y el Estado colombiano para


“verificar” el “proceso de paz” con los escuadrones narcoparamilitares,
Gaviria ha prestado a Uribe un gordo favor a nombre de la comunidad
internacional, si es que así se puede llamar a ese organismo que con
justa razón Fidel Castro calificó de “ministerio de colonias yanquis”.”73.

72 Esta cronología y estos hechos fueron relatados durante la sesión del Tribunal
Permanente de los Pueblos. Bogotá, 2006.
73 Lázaro Fuentes Girardot. 2006. César Gaviria y Álvaro Uribe: El diablo los cría y ellos
se juntan. Web: http://www.redresistencia.org/ E-mail: lazarofuentesgirardot@yahoo.es

74
Para que empresas como la Chiquita Brands sean objeto de estas
certificaciones por lo que se denomina “producción agrícola sostenible”74
, las prácticas corporadas son esenciales 75. Este régimen político se da
en función de los intereses económicos mercantiles que se hacen
aparecer como comunes entre los trabajadores y las transnacionales.
Desde SINTRAINGRO, el sindicato de los trabajadores bananeros cuya
política se orienta desde sectores reinsertados del EPL en 1991, es
posible encontrar similitudes en su visión política con la política de las
transnacionales y el “pensamiento” ambiental de la Organización de las
Naciones Unidas, o como Chiquita Brands; no es gratuito que la Chiquita
Brands en su informe concluya haciendo referencia al “ciudadano
corporativo” y que las Naciones Unidas a través de la FAO otorgue un
premio por “conciencia ciudadana” a Chiquita Brands, y que además
líderes de SINTRAINAGRO se identifiquen dentro de sus objetivos
políticos con la construcción “de lo que significa ser un ciudadano
corporativo responsable”, según uno de los grandes propósitos de esta
transnacional. “Las multinacionales, según la revista Dinero, optaron por
ser ciudadanos ejemplares en los sitios donde operan.”76.

La participación de un líder de Sintrainagro en un homenaje de


desagravio al general Rito Alejo del Río, junto al señor Uribe Vélez
destaca al general como uno de los adalides de la época de mayor terror
en Urabá y apunta a expresar algo más en cuanto a que “las
coincidencias, pactos o acuerdos tácitos o explícitos parece que
incluyeron a Sintrainagro, la organización de trabajadores más
importante y consolidada de la región, lo mismo que a Esperanza, Paz y

74 Elsa Matilde Escobar. Directora ejecutiva de la Fundación Natura.


75 “Thus multi-stakeholder ownership of any system for endorsing corporate practice is
essential.” Jem Bendell. The role of NGOs http://www.bsdglobal.com/viewcasestudy.a.
Disponible en abril de 2006
76 DINERO. 2006. MULTINACIONALES ¿Cuál es su aporte? Dinero, septiembre 16, Nº
338, Bogotá, p. 54

75
Libertad, antigua organización guerrillera de tendencia maoísta en sus
inicios.”77. La ex alcaldesa Gloria Cuartas ha narrado en el Tribunal
Permanente de los Pueblos (Bogotá, 2006) lo siguiente al respecto:

“Puedo afirmar ante el tribunal que el Ejército Popular de Liberación o


Esperanza Paz y Libertad en el Urabá con Carlos Castaño, Rito Alejo del
Río, y otras personas que liderados por quien en ese momento era el
gobernador de Antioquia (Álvaro Uribe Vélez), lideraron la política de
exterminio en la región del Urabá.”

Esta política de exterminio de una comunidad política hizo posible que


en nombre de la seguridad de las élites regionales y del orden de las
inversiones de las transnacionales, se generara, no “un nuevo orden
local”, tal como lo plantea Romero, ni un “nuevo internacionalismo
laboral”78, de parte de Sintrainagro, como lo plantea el mismo autor, sino
la profundización de un modelo económico integrado verticalmente,
integración que desciende desde las instituciones transnacionales,
atravesando las instituciones del orden nacional hasta inocular su
pensamiento y acción en las organizaciones sociales y a través de ellas
en la mente de los pobladores. El orden es el orden de la acumulación
mercantil y la sacralización de la propiedad privada; es la inercia propia
de la expansión mercantil en los territorios y que se expresa en
acumulación de tierras y de riqueza.

Pero el elemento central es la tierra: la recuperación de tierras por parte


de los campesinos sin tierra, tiene una respuesta desde las élites
transnacionales y locales: “la recuperación del orden”79 que se

77 Mauricio Romero. 2003. Paramilitares y autodefensas, 1982-2003. IEPRI, Editorial


Planeta Colombiana. Bogotá, p. 163
78 Mauricio Romero. 2003. ob. cit. p. 160
79 Mauricio Romero. 2003. ob. cit. p. 123

76
materializa en el monopolio de las tierras y en el ejercicio del poder que
prohíbe construir comunidad política por parte de estos campesinos sin
tierra y de los trabajadores de la agroindustria. El genocidio en Colombia
es una consecuencia del orden económico mundial; el desplazamiento
es sólo una de las formas de expresión del modo como se organiza la
producción, la propiedad privada mundial es realmente la institución que
está por encima de las naciones y los gobiernos; les queda el papel de
encomenderos, conservacionistas y humanistas, a las organizaciones
sociales y de derechos humanos, encargadas por su angelismo
característico, de limpiar la sangre salpicada en las blancas y extensas
paredes de la fachada de las Naciones Unidas.

Todo este intrincado ejercicio del poder debe ser lo que algunos
académicos contemporáneos llaman “pensamiento complejo” y
ejemplifica los métodos del poder material y simbólico. La construcción
simbólica como parte de ese “pensamiento complejo” es parte del orden
material y espiritual impuesto por el mercado mundial. Es la forma de
mantener un “orden rural corporativo” con la colaboración de la
intelectualidad y de los oprimidos.

El desarrollo de estas prácticas perversas de la acción política desde los


programas de las Naciones Unidas es evidente; el papel de Naciones
Unidas en los últimos tiempos se ha caracterizado por la imposición de
formas de regulación política a través del mercado. El discurso de los
derechos y la diversidad como un nuevo evangelio humanista son parte
del mismo pensamiento que hace ver las prácticas económicas como
prácticas culturales y la rentabilidad de los procesos como derechos
humanos. El derecho a la vida en una sociedad de mercado es el
derecho de quienes pueden garantizársela de acuerdo a la apropiación

77
privada de los recursos; el derecho al trabajo tan sólo es resultado del
juego de intercambios entre oferta y demanda, en una sociedad donde
hay quienes deben acudir al mercado para vender su fuerza de trabajo y
sobrevivir en medio de las tormentas de la oferta y la demanda. Estos
derechos nacen de las revoluciones modernas de carácter industrial y
eurocéntrico. ¿Cuáles son los Derechos que escribirán desde su
soberanía y su autonomía los pueblos del mundo? Ya lo decía en 1955 el
guatemalteco Luis Cardoza y Aragón: “Una revolución que no resuelva a
fondo el problema de la tierra no merece en nuestros pueblos el nombre
de revolución.”80.

Hoy, cincuenta años después, en la voz de uno de los líderes del


movimiento popular latinoamericano, se plantea:

“La lucha del MST de Brasil, se encuentra ahora en una nueva


encrucijada, en la medida que el modelo de producción agrícola es
una pieza más en la subordinación de la estructura económica del
país a los dictados del FMI, del BM y de la OMC. La reforma agraria
por la que luchamos, no depende ya sólo de la lucha contra el
latifundio. Ahora es preciso derrotar el modelo económico y
golpear los símbolos de la dominación representados por las
grandes instituciones internacionales.”81.

En este contexto de integración vertical de la economía, sustentado por


la verticalidad del modelo militar, el genocidio político es una condición
necesaria para el control de las poblaciones sujetas a la dominación
política y la explotación económica. Las relaciones que allí se generan
permiten mantener un orden social corporativo, en donde trabajadores y
capitalistas se hacen aparecer como identificados en unos intereses
comunes. Este orden es el espacio de las prácticas políticas donde se

80 Luis Cardoza y Aragón. 1955. Guatemala, las líneas de su mano. Fondo de Cultura
Económica. México, p. 407
81 Joao Pedro Stédile. Dirección Nacional del MST, Brasil

78
encuentran generales y exguerrilleros, el “internacionalismo laboral” y
las ONGs, los Gobernadores y el Presidente de la República, las leyes
sobre desplazamiento forzado y las cadenas productivas, las Naciones
Unidas y la seguridad alimentaria, los decapitados y la UNESCO, los
planes de ordenamiento territorial y el Banco Mundial, el paramilitarismo
y la palma africana, la OEA y la Chiquita Brands y en el lugar de sus
solemnes ceremonias, la guadaña de la muerte regada por el incienso
del discurso de la diversidad.

Señalar como coincidente el hecho que el General Rito alejo del Río
fuera comandante de la XVII Brigada del Ejército, en los tiempos en que
Álvaro Uribe Vélez era Gobernador de Antioquia e impulsaba las
cooperativas de seguridad Convivir, y que hoy sea el presidente de la
república, es algo más que una imprecisión. La combinatoria de estas
fuerzas sociales y de los personajes que los encarnan esta mejor
expresada en el libro sobre Salvatore Mancuso al señalar que éste pasó
“tres años sin apartarse de las indicaciones de la XI Brigada y más de
uno al frente de la Convivir Horizonte Ltda.”, además de aprovechar “la
autorización que le daba el Decreto 356 de 1994, el último de orden
público que firmaron el presidente César Gaviria y su Ministro de
Defensa, Rafael Pardo.”82. Estos “trueques” político-militares, o
“coincidencias” o “lealtades”, precisamente arrojan hechos concretos.
Según lo referencia el mismo Romero, “este período ha sido
precisamente el más violento en la historia de Urabá”, para luego citar
las palabras del senador conservador Fabio Valencia Cossio que acusa a
Uribe Vélez de haber “incrementado los homicidios en un 387% en el

82 Glenda Martínez Osorio. 2004. Salvatore Mancuso, su vida. Grupo editorial Norma,
Bogotá, pp. 108-109

79
Urabá, y auspiciar el paramilitarismo con las cooperativas de seguridad
Convivir”.83.

Desde el lado de la organización Sintrainagro, expresiones como


“entendimos que el patrón no es un enemigo sino un socio” (Hernán
Correa); o, “antes mandábamos a 500 hombres, hoy gobernamos a
120.000 ciudadanos” (Alberto Álvarez, funcionario de la alcaldía de
Turbo)84, o, según Mario Agudelo, "lo que estamos construyendo es otro
referente, uno más cercano a la ciudadanía. La verdadera revolución en
Urabá es la construcción de ciudadanía. Pasamos de ser súbditos a
empezar a sentirnos ciudadanos”85, nos reiteran la visión de la
ciudadanía como proyecto político que se inscribe en una sociedad
fundada sobre prácticas políticas de mercado en el contexto de un
modelo político de sociedad corporada.

La concentración de la tierra se realiza mediante el despojo de recursos


como la misma tierra, el agua, las semillas, pero también mediante la
muerte colectiva, y cuando no, el despojo y apropiación de las
organizaciones comunitarias y las demás formas de organización
surgidas de las vertientes históricas de la vida colombiana. Esta
concentración de la tierra genera el desplazamiento, las masacres y
asesinatos selectivos de las comunidades campesinas como efectos
directos de las características certificadas por la Rainforest Alliance en
las fincas de estas transnacionales. La certificación le posibilitó a la
Chiquita Brands ampliar el control y dominio de tierras para el desarrollo
de sus empresas: “…la relación entre las dos organizaciones (by the US-

83 Mauricio Romero. 2003. Paramilitares y autodefensas, 1982-2003. IEPRI, Editorial


Planeta Colombiana. Bogotá, p. 194,195
84 SINTRAINAGRO, Empresa Social de los Trabajadores. Sintrainagro. Urabá, Medellín.
2004
85 Mauricio Romero. 2003. Paramilitares y autodefensas, 1982-2003. IEPRI, Editorial
Planeta Colombiana. Bogotá, p. 183

80
based Rainforest Alliance and the US-based corporation Chiquita Brands
International) originó una expansión de la producción de banano en
Costa Rica en los tardíos 1980s. El área de tierra bajo cultivo se
incrementó de 20.000 hectáreas a 50.000 hectáreas en solo cinco
años.”86.

De manera reiterada, estudiosos del caso de Urabá hacen referencia a la


tierra como eje material que articula los elementos de la política que va
desde el Banco Mundial hasta los gremios económicos y los
paramilitares. Sin embargo, este reconocimiento se soslaya al momento
de señalar que aquí se presentan tan solo “fuertes conexiones con lo
estatal” (p. 19) de parte de los paramilitares, o la supuesta competencia
de las ACCU “con las lealtades al Estado central y al proyecto político de
la insurrección guerrillera” (120); o del “consentimiento tácito de
sectores de las Fuerzas Armadas y la policía” a los grupos paramilitares
(129); en este tipo de análisis, no se toma el contexto de las políticas del
mercado de tierras del Banco Mundial, ni las relaciones entre las
cadenas productivas y las funciones que le atribuye la ley con la política
de Seguridad Alimentaria de la FAO, que tiene como base el mercado de
alimentos.

Los Laboratorios de Paz son Cementerios

Si se miran las relaciones dentro de la estructura del Estado colombiano


de los proyectos de Paz y Desarrollo, financiado con préstamo del Banco
Mundial y los Laboratorios de Paz de la Unión Europea, y la oficina de la
Red de Seguridad Alimentaria RESA, para no hablar ya del Plan

86 “The relationship between the two organizations has its origins in an expansion of
banana production in Costa Rica in the late 1980s. The area of land area under
cultivation increased from 20,000 hectares to 50,000 hectares in just five years.” Jem
Bendell. Ibídem

81
Colombia, con su bien nutrida política provista de desplazados reales,
tierras y otros recursos, cuyo dominio mal apunta a ser una lucha
antinarcóticos, tendríamos que presentar otras argumentaciones.

No es un elemento episódico este ejercicio del diseño del


desplazamiento como componente del avance de los “intereses
estadounidenses”, tal como lo planteó el señor Bill Clinton87, baste
recordar que ya en el mes de octubre de 1999, antes de ser promulgado
el “plan USA – Colombia”, en la sesión 106 del Congreso de los Estados
Unidos, se planteó en la sección 202 un “Fondo para la urgente
asistencia humanitaria para la población desplazada"88, previsión
publicitada tanto por Bill Clinton y en la declaración de la Secretaria de
Estado Madeleine K. Albright (U.S. Departament of State), el 11 de enero
del 2000, como también por Barry R. McCaffrey, quien de una sola
parrafada relaciona “desarrollo alternativo” con “actividades
antinarcóticos”, más “derechos humanos”, en un diseño de desarrollo
con desplazados en el que se recurre necesariamente a una acción
político militar para lo que el mismo documento registra como
“reubicación de los desplazados”:

“Esta propuesta es un paquete equilibrado y comprensivo que


costará US$1.300 millones durante dos años, para apoyar las
actividades anti-narcóticas, el desarrollo económico alternativo, la
vigencia de la ley, los derechos humanos, el buen gobierno y la
reubicación de los desplazados."89.

87 CLINTON, Bill. Documento con la sustentación que el presidente Bill Clinton hace del
"Plan Colombia" ante el Congreso de los Estado Unidos el 11 de enero del 2000. En
Desde Abajo, suplemento especial No. 2, p. 10
88 Congreso de los EE.UU. sesión 106. Octubre 30 de 1999. En, Documentos Desde
Abajo, No. 3. Santa Fe de Bogotá, octubre 2000:8.
89 McCAFFREY, Barry R. Declaración del Director Barry R. McCaffrey. Distribuido por la
Oficina de Programas de Información Internacional, Departamento de Estado de los
Estados Unidos. 11 de enero del 2000. En Desde Abajo, suplemento especial No. 2, p.
11

82
Es en el ejercicio “corporado” de estas prácticas donde se articulan los
Laboratorios de Paz; ante estas perversiones del uso del discurso de los
derechos humanos como instrumento de guerra, las Naciones Unidas
guardan un pavoroso silencio, tan profundo como el de las fosas
comunes recurrentemente encontradas en territorios de dominio militar.
Todo este ejercicio diseñado como un arte-facto del “desarrollo
económico alternativo” es para la política de las Naciones Unidas
simplemente un performance donde el desplazamiento es parte de la
escenografía y la cinética del “desarrollo”, las cadenas productivas son
la dura materia en el ejercicio del diseño y la sociedad corporada el
componente simbólico que le da un lugar a la muerte como elemento
dador de sentido.

No es como afirma Romero que “alrededor de esta colaboración se


formó también un proyecto de orden rural corporativo con una visión
clara del papel y posición de esas élites y su protagonismo histórico en
ese orden regional en formación”.90. Este corporativismo ni nace de esta
“colaboración”, ni es producto de un orden regional. Si ello fuese así,
tendría que decirse que la Chiquita Brands ha tomado de estas élites
regionales el modelo, y que antes de 1982 no se crearon las condiciones
históricas para que, tal como lo plantea Mauricio Romero, las
poblaciones quedaran “por fuera de la ‘comunidad política’”91. El
problema real no es que estas poblaciones hayan “quedado por fuera de
la comunidad política”, sino que la “comunidad política” a la que hace
referencia Romero, es la del bipartidismo, la comunidad política de las
élites que hoy cosechan la siembra de la muerte y el desarraigo. Sin
comunidad política, las poblaciones quedan atrapadas bajo el ejercicio

90 Mauricio Romero. 2003. Paramilitares y autodefensas. 1982-2003. Instituto de


Estudios Políticos y Relaciones Internacionales, IEPRI, editorial Planeta Colombiana S. A.
Bogotá, p. 122
91 Mauricio Romero. 2003. ob. cit.p. 127

83
del proyecto político-económico que las niega, sistema que hace del
mercado el espacio de referencia donde se construyen todos los
referentes de vida.

Paradójicamente, hablar de ciudadanía en estas condiciones de “lealtad


a un orden político-económico regional, así este haya implicado el
destierro o eliminación de una de las fuerzas partidistas más
importantes de la región, la UP”, como afirma Romero, no deja de ser
parte de las lealtades que matan la humanidad en nombre de la
“ciudadanía”. Opuesta a la afirmación de Romero es la argumentación
de Agnes Héller cuando apunta: “únicamente la pérdida de la
comunidad política es lo que puede expulsar al hombre de la
humanidad”.92.

Nada de humanidad ha quedado allí en este espacio de las prácticas


políticas impulsadas por las trasnacionales económicas y del
pensamiento, pues han arrojado a las poblaciones por fuera de cualquier
posibilidad de construir su propia comunidad política. Lo que hace parte
del espacio de las prácticas políticas de las transnacionales es el
“ciudadano corporativo” del Estado global.

El modelo impuesto en los diversos países por estas instituciones del


capital, pone bajo su gobierno corporativo a las poblaciones y genera
una mayor concentración de la tierra. Menos tierra para los campesinos
y liberación de mano de obra que no encuentra a quien vender su fuerza
de trabajo. Los encajes y abalorios con los que se pretende vestir a esta
explotación económica corren a cargo del discurso medioambiental,
discurso que es puesto para su administración en manos de ONGs y de

92 Agnes Heller. Cit. por Hugo Azcuy Henríquez, en: Derechos Humanos, una
aproximación a la política. 1997. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, p. 2.

84
fundaciones, pero siempre bajo la tutela corporativa de las
transnacionales. Como donantes a la Rainforest Alliance podemos
encontrar a USAID, la agencia gubernamental de los Estados Unidos
creada por el señor Kennedy, la AECI (Agencia Española de Cooperación
Internacional), a Conservación Internacional, financiada a su vez por
Monsanto, Coca Cola y demás depredadores de los territorios y la cultura
del mundo; a la Agencia Noruega de Cooperación para las Universidades
(NUFU), Noruega, a la Corporación Autónoma Regional del Valle del
Cauca, en Colombia, al Instituto Colombiano para el Desarrollo de la
Ciencia y la Tecnología (Colciencias, también de Colombia), a World
Wildlife Fund, y al World Bank, Regional93, entre un listado extenso de
instituciones; estas referencias con el propósito de señalar el amplio
panorama de instituciones creadas para la producción de realidades
corporadas, producción en la cual los campesinos han perdido sus tierras
gracias a los artificios de la certificación expedida como parte del
funcionamiento de estos monopolios.

La integración vertical o la dictadura del mercado

La Chiquita Brands, fundada hace poco más de 130 años, cambió de


nombre en Guatemala en 1954 luego de derrocar al presidente Jacobo
Arbenz, con un plan diseñado y ejecutado entre la United Fruit, el
gobierno de los Estados Unidos, la OEA, y la CIA, además de algunos
gobiernos como el de Rojas Pinilla que orquestaron el discurso
anticomunista.94.

93 Eco-Index. Para una mejor conservación a través de la comunicación. Rainforest


Alliance. Búsqueda por donantes. Disponible en abril 2006.
94 Al respeto véase Diana Consuelo Ahumada Forigua. 2004. La posición del gobierno
Colombiano frente a la invasión de Guatemala en 1954. VII Congreso Centroamericano
de Historia, Tegucigalpa, Honduras. Fuente:
http://historia.fcs.ucr.ac.cr/hca/cong/mesas/cong7/docs/13_12.doc.

85
Para tener una idea de cómo las relaciones económicas son
determinantes en la construcción de las instituciones, se incluyen
algunos datos acerca de personajes implicados en la invasión a
Guatemala en 1954, en la cual se encuentran las Naciones Unidas y la
United Fruit, para desencanto de los “creyentes de las religiones del
Libro” como llama el escritor Juan Goytisolo a los creyentes del discurso
humanista de las Naciones Unidas; Goytisolo propone añadir una estela
funeraria “monumental, con las fechas de la Declaración Universal de
Derechos Humanos de 1950, el Acuerdo sobre Derechos Civiles y
Políticos de la ONU de 1966, la Carta de la Conferencia sobre
Cooperación y Seguridad Europeas de París de 1990”, concluyendo que
esto es “como recordatorio a todos los pueblos del mundo de cuánto
vale el compromiso moral de las grandes potencias –docenas y docenas
de acuerdos incumplidos y resoluciones archivadas-, cuando sus
intereses vitales no entran en juego.”95.

Es necesario detenerse en este lugar para puntualizar, desde algunos


hechos, acerca de aquellas discusiones filosóficas en torno a los
Derechos Humanos y documentos similares, que condenan a las
organizaciones populares a mantenerse a la espera de lo prometido,
mientras continúan viviendo en unas realidades donde se materializa la
intervención, la explotación y el engaño:

“Esa decisión de Arbenz (la reforma agraria) fue calificada por


Washington de "amenaza a los intereses" estadounidenses, por lo cual
John Foster Dulles, accionista y abogado de la compañía y a la vez
secretario de Estado, presionó a la Organización de Estados Americanos
(OEA) para que condenara a Guatemala. Una vez lograda la condena de

95 GOYTISOLO, Juan. Cuaderno de Sarajevo. El Espectador, Magazín Dominical Nº 543 -


Santa Fe de Bogotá, 19 de septiembre de 1993:8

86
la OEA, en junio de 1954, el hermano de John Foster Dulles, Allen Dulles,
director de la Agencia Central de Inteligencia estadounidense y ex
presidente de United Fruit, organizó la invasión a Guatemala desde
Honduras. Así, la United Fruit Company, tras el derrocamiento de Arbenz,
consiguió la devolución de las tierras expropiadas y se transforma en
United Brands, para luego tomar el nombre de Chiquita Brands.”96.

El Señor César Gaviria Trujillo, no podrá decir que como secretario de la


OEA fue presionado por los paramilitares de la CIA para enaltecer con el
premio “Conciencia Ciudadana” a la Chiquita Brands.

Otros de los participantes en el plan en contra de la reforma agraria en


Guatemala, y cuyos intereses se enmarcan en el papel de estas
instituciones del orden global, es “HENRY CABOT LODGE: Senador,
representante de los Estados Unidos ante las Naciones Unidas y
accionista de la United Fruit”, y “ROBERT HILL quien como embajador de
los Estados Unidos en Costa Rica colabora con la Operación Guatemala,
posteriormente resultó ser miembro del directorio de la United Fruit”.97.

Para esos tiempos, ya las modalidades de la intervención extranjera en


Colombia de parte de los Estados Unidos tenían una larga historia,
contándose que desde “1856 a 1902 hubo diez intervenciones militares
por parte de los EE.UU. en Colombia para proteger al ferrocarril
Atlántico-Pacífico, o para proteger vidas y propiedades estadounidenses
durante disturbios civiles reales o ‘previstos’”.98.
96 Kintto Lucas. BANANO-AMERICA LATINA: Las guerras de Chiquita Brands. QUITO, 30
nov (IPS) Inter Press Service, Copyright © 2005
97 Guillermo Toriello. La Máquina de decidir, pieza por pieza.
http://members.tripod.com/~Mictlantecuhtli/politica/Guatemala1.htm. También
consultar Guenther W. Roppel. 2005. Estados Unidos, intervenciones del poder imperial
en cuarenta países del mundo. Bogotá, Ediciones aurora, pp. 41 a 43.
98 Guenther W. Roppel. 2005. Estados Unidos, intervenciones del poder imperial en
cuarenta países del mundo. Ediciones Aurora, Bogotá, p. 67

87
La ciudadanía es un código de barras

Para el caso referido de la Chiquita Brands, no se trató de una alianza,


de un acuerdo transitorio entre instituciones tan aparentemente
disímiles; ha sido la práctica política de quienes construyen sus
estructuras de poder con una capacidad de intervención de tal magnitud
que hacen posible la concentración de la tierra, el desplazamiento y la
destrucción de la vida de las comunidades rurales como ocurre en la
Colombia de hoy; no son pues desórdenes locales, casos aislados como
casi siempre se dice, ni faltas a la disciplina militar lo que ocurre en
Colombia; no pueden ser “casos aislados” los que se repiten
sistemáticamente y con una regularidad mecánica en todas las regiones
del país. Estas prácticas políticas del poder mundial no son aplicables sin
el componente militar; es en esta articulación donde se consolidan las
relaciones de dependencia externa y de la dominación interna del país
con la necesaria destrucción de las fuerzas nacionales y populares cuyas
visiones políticas y económicas se consideran como obstáculos para la
materialización de los intereses del mercado mundial. Las prácticas
políticas del capital transnacional, acumulan fuerzas y destruyen
aquellas que considera como sus adversarias99. De esta manera es que
se construye un tipo de sociedad integrada verticalmente, desde los
intereses de las empresas trasnacionales.

Hablar en este contexto de soberanía popular y de autodeterminación de


los pueblos es cuando menos un contrasentido; no puede haber un
sistema democrático regulado por el mercado mundial. Si todos los

99 Hago referencia a un planteamiento de Isabel Rauber en torno a lo que se considera


como práctica política.

88
países del mundo se dieran a la tarea de cumplir al pie de la letra los
mandatos de lasa Naciones Unidas lo que tendríamos a la vista sería una
dictadura mundial, o tal vez no la hemos vista y ya estamos en ella; una
dictadura del mercado que permanentemente habla de democracia,
derechos humanos y diversidad. Todos estos enunciados del nuevo
“humanismo” no son más que expresiones formales de la diplomacia
contemporánea que no tienen la posibilidad de materializarse ante la
inexistencia real del ejercicio, tanto de la soberanía como de la
autodeterminación de los pueblos. La ciudadanía que se construye en
estas circunstancias no puede ser más que una ciudadanía de dinero
plástico, de código de barras y de microchips.

Las declaraciones y resoluciones de la Organización de las Naciones


Unidas se enmarcan en la historia de la política exterior norteamericana
que impone su modelo económico como base de todas las formas de
intervención y de consolidación de la dependencia de los países
sometidos a sus intereses. Es a esta historia a la cual la declaración de
los derechos humanos no hace referencia porque sería una declaración
en contra de aquellos mismos que la han promulgado y suscrito.

No se confronta a Estados Unidos por la violación sistemática a los


principios allí promulgados. A ningún Estado se le ha cruzado por la
cabeza proponer la expulsión de los Estados Unidos o del Estado
colombiano del seno de esta organización por el incumplimiento
sistemático de lo allí pactado, la propuesta no tendría ningún eco. Cuba
es el ejemplo de cómo el organismo de las Naciones Unidas utiliza esta
declaración “como instrumento de confrontación y extorsión.”100.
Colombia es sólo otro más de los innumerables casos del orden militar y

100 Hugo Azcuy Henríquez. 1997. Derechos Humanos: una aproximación a la política.
Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, p. 4

89
disciplinario impuesto desde afuera y donde el ya largo conflicto muchas
veces pretende mostrarse como una manifestación esencial de la cultura
colombiana y no como el resultado de una continua y añeja intromisión
externa en la vida de un país estratégico en el camino del mercado que
une el norte con el sur. El conflicto colombiano aparentemente
irresoluble se desestanca cuando se decante la política externa del país
y se rompa la cadena de muerte del capital foráneo. Las instituciones
humanitarias disfrazan la intervención externa llamando “conflicto
interno” a lo que realmente es un conflicto mundial ocasionado por las
transnacionales en infinidad de lugares del mundo, en donde el orden
disciplinario impuesto por las Naciones Unidas es el de un perro bravo,
vigilante en la portón de entrada las fronteras de los países del norte y
que sólo muerde a los pueblos de los países del sur. La política
económica ha dejado de ser del dominio de los Estados, ahora son los
Estados los que son regulados por la economía mundial, los Estados de
hoy son oficinas de despacho de la OMC. La inexistencia de Estados que
ejerzan la soberanía y garanticen la autodeterminación de los pueblos es
lo que hace posible la producción de la teoría del “conflicto interno” y el
“enemigo interno”. Los Derechos Humanos en la “filosofía” de las
Naciones Unidas tienen una base económica que los niega como
realidad posible. La teoría del “enemigo interno” tiene una base
económica que niega de antemano la existencia de los pueblos como
sujetos políticos. El “enemigo” es el estigma en el rostro de quienes no
se ajustan a las exigencias de la intervención externa y de las relaciones
de dependencia; en contrapartida, el rostro del “ciudadano” ha sido
ampliamente cimentado en los intereses del modelo económico
capitalista bajo la figura del “ciudadano corporativo”, tal como lo
promueve y lo realiza en Colombia la Chiquita Brands. También el
ejercicio de la ciudadanía queda a cargo de las fuerzas del mercado,

90
desde la cual la Organización de las Naciones Unidas promete resolver
las desigualdades aberrantes de estas sociedades escindidas e injustas.

Como un discurso en apariencia contrapuesto a la construcción del


“enemigo interno”, las normas constitucionales promulgan la diversidad
cultural como componente regulador de las diferencias y los conflictos,
supuestamente para proteger a las comunidades indígenas y
afrodescendientes. Pero el “enemigo interno” termina siendo la
población reconocida como diversa en las normas constitucionales y el
régimen jurídico del orden mundial.

La Chiquita Brands y la OEA efectúan tanto la construcción del “enemigo


interno” como el reconocimiento de la diversidad cultural; estas dos
políticas generan unas prácticas que se inscriben dentro de la
verticalidad en la que se organiza su proyecto económico mundial. Las
comunidades rurales arrinconadas en el minifundismo y la carencia total
de tierra, terminan siendo objeto de una política que los reduce a ser
“minifundios de la cultura”, para expresarlo en palabras del escritor
guatemalteco Luis Cardoza y Aragón, ya que el propósito no es “cambiar
la cultura dominante de los terratenientes por medio de la
transformación de las bases económicas semifeudales”101 sino
reafirmarlas con las políticas de arrendatarios pobres del Banco Mundial.
Al minifundio de la tierra corresponden los minifundios de la cultura y al
latifundio de la expansión de la economía mundial corresponden los
desplazamientos de las poblaciones ancestrales por la vía violenta, o por
la vía de la expropiación en los ciclos de la economía moderna que
desbordan las lógicas del uso de la tierra de las comunidades
ancestrales.

101 Luis Cardoza y Aragón. 1955. Guatemala, las líneas de su mano. Fondo de Cultura
Económica. México, p. 389

91
La relación entre la construcción del “enemigo interno” y la noción de
“conflicto interno” permite la instrumentalización de la diversidad
cultural como un componente de la integración económica vertical.
Podría recordarse la resolución 1516 de 2005 del INCODER referido a las
“directrices para la participación de las comunidades negras o afro
descendientes”, donde se combinan la política mercantil de “seguridad
alimentaria” de la FAO, el “desarrollo rural” de las Naciones Unidas y la
“construcción de un sector agropecuario competitivo” acorde a la
política del mercado de tierras del Banco Mundial; es ésta la
competitividad que exige el mercado global, todo “bajo el control de
productores verticalmente integrados hacia delante”.102 Es un suicidio en
masa lo que el documento sugiere con el “hacia delante”. Esta
integración vertical ya fue implementada por la United Fruit en
Colombia, hoy Chiquita Brands, que con otro nombre cumple ya un siglo
de dominio económico, social, político e ideológico, en las zonas donde
efectúa sus procesos de explotación y mercadeo del banano:

“La integración vertical sobre la producción y transformación de las


materias primas agrícolas y el control de la casa comercializadora
extranjera sobre las etapas comerciales y productivas permitió cualificar,
desde el principio, el proceso económico al someterlo a la probada
experiencia de la United Fruit en el cultivo, comercialización y gestión
empresarial del banano.”103.

102 Instituto Colombiano de Desarrollo Rural INCODER. Resolución 1516 de 2005


103 William Ramírez hace referencia a una serie de requisitos en el ámbito jurídico,
económico y administrativo implementados por la United Fruit Company “a principios
del sesenta” para promover ”el cultivo del banano”. William Ramírez tobón. 1997.
Urabá. Los inciertos confines de una crisis. Bogotá, Planeta, pp. 31 a 33

92
El reconocimiento jurídico a la creación de las cadenas productivas de
las transnacionales es un acto tardío de los legisladores en Colombia,
acto que se efectúa sobre hechos cumplidos, pero dentro del actual
proceso de reconcentración y monopolización de la riqueza. Este
proceso real, que la ley 811 sobre cadenas productivas no hace más que
expresar décadas después, impacta, según Ramírez Tobón, “con
intensidad los eslabones más débiles de las relaciones sociales de
producción, gracias a un patrón de inversión capitalista que dejado a su
libre lógica autoexpansiva, concentraba la propiedad y movía la frontera
agrícola a costa de los campesinos forzados al desplazamiento.”104. Es
necesario señalar que esta causa real del desplazamiento no se
encuentra contemplada en la ley 387 de 1997, causa que es puesta ante
las poblaciones como el modelo de sociedad desde el cual se define
quien es el “enemigo” y qué es el “conflicto interno”.

Las Naciones Unidas jamás producirán una resolución condenando a las


transnacionales que imponen la integración vertical del proceso
económico y requieren de una sociedad corporada, arrasando con la
soberanía y la autodeterminación de los pueblos, aspectos que son
promulgados en la carta de las Naciones Unidas. El objetivo de las
Naciones Unidas no es la protección de la soberanía y la
autodeterminación de los pueblos: es su regulación desde los intereses
de la Chiquita Brands y de las transnacionales que han implementado
como parte de su proyecto económico un Estado global. ¿Dónde queda
entonces el discurso sobre el medio ambiente del Programa de las
Naciones Unidas ante este horizonte de monocultivos con toneladas de
químicos arrojados sobre una biodiversidad acorralada que termina
siendo desplazada definitivamente junto a los pobladores que la hicieron
posible?
104 William Ramírez tobón. Ob. Cit. p. 32

93
La ley 387 de 1997 “para la prevención del desplazamiento forzado; la
atención, protección, consolidación y estabilización socioeconómica de
los desplazados internos por la violencia en la República de Colombia”,
no hace ni puede hacer referencia al modelo económico de las
transnacionales dentro de este proceso de integración vertical, como
factor determinante del desplazamiento forzado en Colombia. En su
defecto, pone los efectos que este modelo económico genera como
causas del desplazamiento; en esta lógica de poner los efectos por
causas, la ley 387 plantea un listado de situaciones como causantes del
desplazamiento: “Conflicto armado interno, disturbios y tensiones
interiores, violencia generalizada, violaciones masivas de los Derechos
Humanos, infracciones al Derecho Internacional Humanitario u otras
circunstancias emanadas de las situaciones anteriores que puedan
alterar o alteren drásticamente el orden público”.105.

La soberanía y la autodeterminación de los pueblos, devienen en el


ejercicio retórico de incisivos arcaísmos políticos, que escriben con la
tinta de la intervención extranjera los epitafios con los que se clausura el
derecho de los pueblos a la rebelión. “La tiranía, escribió Vargas Vila,
que mata todos los derechos, no cría sino un deber: el de
combatirla…”106.

Manual del asesinato para la integración vertical

Ante los procesos de reforma agraria puestos en marcha a mediados de


siglo por algunos gobiernos latinoamericanos, se impulsaron las

105 Ley 387 de 1997. Diario Oficial. Año CXXXIII. N. 43091. 24, Julio, 1997. p. 1
106 J. M. Vargas Vila. 1974. Los césares de la decadencia. Medellín, Editora Beta, p. 32

94
estructuras paramilitares, como parte de la defensa del monopolio de las
tierras que a sangre y fuego recuperó la Chiquita Brands.

Dentro de los documentos desclasificados en los Estados Unidos, se


encuentra lo referente a un “manual del asesinato”107 escrito por un
psiquiatra para guiar las acciones de las bandas de asesinos como parte
del proceso en contra de la reforma agraria. El 11 de septiembre de
1953 el director de la CIA firma el plan que abre el cauce del “conflicto
interno” nutrido de asesinatos selectivos, bombas, campañas de los
medios de comunicación, y hasta una constitución para Guatemala
redactada por un periodista de la revista Time. Al respecto, Roberto
García indica que en una tercera etapa del plan, se consideró “continuar
la presión económica, iniciar acciones diplomáticas mediante la
Organización de Estados Americanos (OEA) y acentuar la preparación
paramilitar".108.

El paramilitarismo no es pues un fenómenos nuevo, ha hecho parte en la


historia de la acumulación de la tierra que ha sido el recurso en disputa
más preciado por las transnacionales, junto con el agua, las semillas y la
fuerza de trabajo. Para destruir los procesos endógenos del pueblo de
Guatemala y su soberanía, se produce la resolución de la OEA en 1954
en contra de la reforma agraria liderada por el gobierno de Jacobo
Arbenz, como también se produce “la preparación paramilitar” bajo la
dirección de la CIA, y el concierto de los gobiernos que agencian la
intervención extranjera en sus países. El “enemigo interno” se construyó

107 CIA, CSI-1997-00018, 135832, "Un estudio del asesinato”. Citado por Roberto
García. 2004. Guatemala 1954: Manual para derrocar a un presidente.
http://www.rebelion.org/internacional/040128guatemala.htm. Disponible el 24 de abril
de 2006
108 Roberto García. 2004. Guatemala 1954: Manual para derrocar a un presidente.
http://www.rebelion.org/internacional/040128guatemala.htm. Disponible el 24 de abril
de 2006

95
sobre las políticas de reforma agraria, sobre el acceso a la tierra como
acto de justicia del pueblo de Guatemala, y sobre el derecho al poder de
la palabra en su propio territorio.

Los dispositivos políticos y militares que intervienen para derrotar la


soberanía y la autodeterminación del pueblo en Guatemala, son los
mismos dispositivos que se orientan en la tarea del desplazamiento de
las poblaciones en Urabá. Y es sobre estas poblaciones que se ejerce el
discurso “civilista” del “ciudadano corporativo”, aunque para la
sostenibilidad de este proyecto económico de las empresas
transnacionales haya que generar la práctica del paramilitarismo y de
los “actores armados”. Es en torno a la producción y circulación de los
bienes que el mapa de esta integración vertical en una sociedad
corporada esclarece sus relaciones, sus políticas, sus intencionalidades y
sus logros concretos. Pasar de 20.000 a 50.000 hectáreas en cinco años
en Costa Rica, debe tener implicaciones concretas en las relaciones de
las poblaciones con la tierra, con el agua, con las palabras con las que
podemos nombrar el mundo.

Las oficinas de derechos humanos son funerarias

La condición del desarrollo en el nuevo contexto de las políticas de


Naciones Unidas es el mercado. El “ciudadano corporativo”, que hace
parte del doble discurso “civilista” que conlleva unas eficientes prácticas
“militaristas” para la integración vertical, es el ciudadano al cual el
Estado colombiano le hace la oferta para la enajenación de sus tierras
bajo el chantaje de las poblaciones en “riesgo inminente de
desplazamiento”109. Esta es la reforma agraria del Banco Mundial,

109 Véase artículo 4º del Decreto 2007 de 2001, acerca de los “requisitos especiales
para la enajenación de bienes rurales”. Este decreto reglamenta algunos artículos de la

96
regulada por la ley, con la garantía de la monopolización de las tierras
que las cadenas agroindustriales demandan para su implementación.
Los laberintos legales garantizan de esta manera el poder sobre los
recursos, sin embargo, para muchos, el discurso “civilista” del
“ciudadano corporativo” deberá asociarse a lo legal, como el
“militarista” deberá, supuestamente, asociarse a lo ilegal. Extraña
clasificación que no permite dar cuenta de las causas económicas y
políticas del proyecto exógeno, que son las causas reales del
desplazamiento y de la construcción del “enemigo interno”. Es la
Doctrina de Seguridad Nacional, elaborada en Washington la que guía al
Estado en Colombia, tal como se narra en el libro sobre Salvatore
Mancuso:

“Fratini (mayor del ejército) sintió el espaldarazo de viva voz del Primer
Comandante de las Fuerzas Militares (el presidente Belisario Betancur) y
vio cómo en esa tierra tomaban forma los desarrollos particulares, que
en cabeza de Yanine, se daban a la Doctrina de Seguridad Nacional. A
comienzos de los 80, en los corredores y casinos de la Escuela Superior
de Guerra, el tema de conversación era la creación de una alianza de
civiles y militares contra enemigos comunes…”110.

Es en “esa tierra”, donde años después los militares de la Primera


Brigada Móvil que se “estrenó en el gobierno de César Gaviria Trujillo
(1990 – 1994)”111, “descubrieron que estaban en una tierra desolada”, es
precisamente por donde la Chiquita Brands introdujo los fusiles AK-47 y
varios millones de cartuchos para los paramilitares. El desplazamiento
forzado, que hace de los territorios una “tierra desolada” dispuesta al

Ley 387 de 1997 Diario Oficial No. 44.564, 27 de septiembre de 2001


110 Glenda Martínez. 2004. Salvatore Mancuso, su vida.. Grupo Editorial Norma, p. 17.
111 Glenda Martínez. 2004. Salvatore Mancuso, su vida. Grupo Editorial Norma,
Bogotá, p. 74

97
poder de las cadenas agroindustriales, fue acompañado con el
crecimiento de las fuerzas militares que pasaron “de tener 2.000
soldados profesionales en 1990, a 23 mil en 1994”.112 ¿Para qué militares
en una tierra desolada?

En la Doctrina de Seguridad Nacional, mal puede obviarse el tema de la


tierra y de las poblaciones que fueron desplazadas dentro de los
desarrollos de esta Doctrina que se fundamentó en la “alianza de civiles
y militares contra enemigos comunes”. Estos civiles, por supuesto, no
fueron los “del barrio de Cantaclaro de Montería, el asentamiento de
desplazados más grande del país”113, y que fueron los que dejaron atrás
con su partida forzosa una tierra desolada. De esos tiempos a hoy, ya
son varios millones las familias desplazadas; sus tierras y sus vidas
pasan a integrar un proyecto económico bendecido por el discurso del
desarrollo, con cadenas productivas y ciudadanías corporadas.

Dentro de estos “desarrollos particulares” de la Doctrina de Seguridad


Nacional, de la cual hace parte la Seguridad Democrática de Álvaro
Uribe Vélez, y que tiene un antecedente siniestro en el Estatuto de
Seguridad de Turbay Ayala, la disyuntiva “civil / militar” no la establece
el uso y ejercicio de la fuerza por medio de las armas. La integración
vertical de la producción en una sociedad corporada es la que establece
la operatividad de esta falsa disyuntiva. Todo “ciudadano corporativo”,
como sociedad civil, tiene la opción, desde el punto de vista de los
intereses de las empresas transnacionales, de efectuar el uso de las
armas legitimadas por el interés de conservar el modo como se organiza
la producción para sus intereses privados. El “enemigo interno”, objetivo
de la Doctrina de la Seguridad Nacional (o Democrática, en su versión

112 Ob. Cit. p. 74


113 Ob. Cit. p. 75

98
actual), lo es por ser una real o potencial fuerza que se rebela contra el
modo como se organiza la producción y devela el papel de las
instituciones, productivas e ideológicas, que ejercen las tareas de la
dominación y la explotación de los recursos y del trabajo de las
poblaciones.

Esta falsa distinción entre prácticas “civilistas” y prácticas “militaristas”,


ha sido un lugar común dentro de las políticas para el disciplinamiento
de las poblaciones en los procesos de su integración vertical en una
sociedad corporada. La tierra desolada es la construcción social
realizada por el Estado corporativo de los gremios económicos, cuyos
representantes bien pueden ser ministros o Jefes de Estado, y alternar
entre las prácticas políticas estatales con las prácticas gremiales que
devienen en la misma construcción social. Esto se hace afianzados en un
orden clasificatorio que les ha permitido intervenir en la vida cotidiana
de las poblaciones, imponiendo ideas, formas de producir, de hacer
justicia, modos de vida, formas de gobierno, memorias hegemónicas,
etc. Es el término desarrollo, que lleva aparejado otros términos como
democracia, elecciones, representatividad; por supuesto que este
término no lleva aparejada la soberanía ni la autonomía de los pueblos,
pero sí tiene en su base la realidad del mercado. En contrapartida, ser
subdesarrollado impone la tarea de insertarse en el mercado global, bajo
las condiciones que históricamente ha impuesto el proyecto industrial.

El presidente Harry Truman fue quien primero habló de “países


subdesarrollados”, expresión que entroniza la jerarquía del hegemónico
camino del desarrollo, de la historia que nos viene de fuera, de los
lenguajes que se expanden en las autopistas de las promesas. Estas
“utopías del cumplimiento de lo prometido”, para decirlo con la

99
expresión de Angelo Papacchini, es la que hace posible que la lucha por
la tierra, atrapada en este imperialismo retórico, que ha llevado a
Libardo Sarmiento a plantear la existencia de un “imperialismo de los
derechos humanos”, nos haya condenado a deambular de oficina en
oficina, por las ventanillas de la ley, al amparo de las claudicaciones que
se firman en las mesas de la negociación, comerciando con los
cadáveres de los luchadores sociales y de sus pueblos, una oficina de
derechos humanos que funciona como una funeraria con abogados
forenses. El desarrollo es parte de estas “utopías del cumplimiento de lo
prometido”, a las que históricamente los pueblos no han accedido jamás,
desarrollo que les permite lucir las máscaras del porvenir que la historia
de las instituciones y transnacionales mercantiles se han encargado de
diseñar. Estos son los ejes de una integración vertical, diseñados como
políticas que operan en diversos ámbitos de la cultura y la política de las
naciones para encadenarlas a los procesos de acumulación y
apropiación privada de la riqueza.

En todo este entramado institucional como parte del ejercicio de


reconfiguración de los territorios en beneficio del mercado, resulta
cuando menos paradójica la afirmación de Glenda Martínez 114 quien
escribe: “Como hombre de guerra, Salvatore Mancuso no tiene memoria.
De sus siete años de guerra, no habla.” Las acciones mercantil-militares,
ya no de Salvatore Mancuso, sino de los ganaderos y terratenientes, de
la clase dirigente de Colombia y de las políticas del Banco Mundial y de
sus instituciones “hermanas”, tienen una historia que va más allá del
puro ejercicio del poder ejercido con la tecnología de las armas.

114 Martínez Glenda. Op cit.

100
Invasión y éxodo

La destitución de Omar Quessep subgerente del Instituto Colombiano de


Desarrollo Rural, Incoder, en el mes de marzo del año 2006 y el hallazgo
en su oficina de procesos de investigación relacionados con la
adquisición de tierras en todo el país por parte de los paramilitares, sólo
es un hecho más en la larga historia de invasiones y destierros
provocados por los paramilitares durante el proceso de legitimación
política y económica del paramilitarismo por parte del gobierno de
Uribe.115

Institucionalmente se le ha dado el nombre de “adquisición de tierras


con recursos ilícitos” a lo que realmente es una historia de invasiones,
crímenes y expulsiones de la población ancestral de indígenas, negros y
campesinos, que han habitado los territorios sobre los que hoy se
despliega un desmesurado plano de proyectos de producción y
modernización, articulados con los planes de la globalización mercantil y
específicamente con los tratados bilaterales entre Colombia y los
Estados Unidos.

Como en lonja de su heredad, Quessep atendía hasta el 8 de marzo en el


Instituto la compra y venta de tierras. 116
Pero ni la actitud ni la forma de
operar de Quessep son nuevas entre la militancia de las diferentes
facciones de la legión política y militar del Presidente Uribe, quienes

1151 "...el Incoder se lo entregó Uribe (el Presidente) a Colombia Viva... los del grupo
se reunieron con el doctor Arias (Andrés Felipe, ministro de Agricultura) y nombraron
subgerentes... yo estoy por el senador Jairo Merlano", dice la voz que sería la de
Quessep” Diario El Tiempo, Bogotá 8 de marzo 2006.
116 En la grabación de una conversación, al parecer entre Quessep y particulares, el
funcionario les indicaría los pasos que debían seguir para hacerse a fincas en el
Magdalena Medio, a cambio de dinero. Diario El Tiempo, Bogotá, 8 de marzo de 2006.

101
ocupan los más importantes cargos públicos y manejan todo lo que
tiene que ver con la regulación de la política agraria y ambiental.
También en el año 2005 el subdirector del Departamento Administrativo
de Seguridad, DAS, se vio obligado a abandonar el cargo ante la presión
de las denuncias públicas que señalaban la apertura de oficinas secretas
de los paramilitares en el mismo edificio y entre las mismas oficinas de
la institución de seguridad del Estado. La forma de gestión y la narrativa
institucional más que los bosquejos de una crónica novelada, son
realmente parte de los instrumentos con los que se practica la política
en Colombia y que ha llevado más allá de toda ficción a la realidad
escabrosa de un país y una población en permanente estado de acecho.

La política es manejable

Para referirse a la forma de gestión institucional y a la manera de llevar


el proceso de adquisición de tierras el funcionario ya tiene la fórmula
que le facilita el mismo Estado, para eso está allí, para la acción política,
pues como el mismo lo asegura: “la política es manejable”.117 El
funcionario que en apariencia esta contraviniendo el orden institucional
en realidad está usando la lógica y la forma de intercambio institucional
con el paramilitarismo que practica el mismo Estado y como funcionario
solo reproduce una forma de hacer la gestión, una lógica de la política
que practica el gobierno del que hace parte. Lo que hace Quessep
ilegalmente como funcionario, lo hace el Estado legalmente como
gobierno; el subgerente sólo es un personaje más de una
institucionalidad que compra de manera irregular las tierras de los
desplazados para adjudicárselas legalmente a los paramilitares. El
decreto 2007 de 2001 que reglamenta la ley 387 de 1997 que es
supuestamente una medida para evitar el desplazamiento forzado, es
117 Ibídem. El Tiempo, Marzo 8 de 2006

102
realmente una forma de expropiación de la población desplazada con
sesión de derechos al INCORA cuyas funciones cumple hoy el INCODER.

Es este uno de los elementos centrales del debate sobre el éxodo que
vive Colombia y una de las formas legales de propiciación del
desplazamiento y de justificación legal de la expulsión y expropiación de
la población pobre, que previamente ha sido desplazada militarmente. El
artículo dice así:

REQUISITOS ESPECIALES PARA LA ENAJENACIÓN DE BIENES


RURALES: Los propietarios de los inmuebles ubicados dentro de las
zonas rurales declaradas como de riesgo inminente de
desplazamiento o de desplazamiento forzado por la violencia, que
deseen transferir el derecho de dominio sobre los mismos, antes de
que cesen los efectos de esta medida, deberán obtener del Comité
Municipal, Distrital o Departamental de Atención Integral a la
Población Desplazada por la Violencia, autorización para enajenar el
inmueble; o podrán transferirlo al Incora, en aplicación de lo
señalado en el inciso cuarto del numeral 1 del artículo 19 de la Ley
387 de 1997, evento en el cual, no se requiere de la autorización del
Comité.

El Registrador de Instrumentos Públicos sólo podrá inscribir el


acto de enajenación o transferencia, cuando se le presente la
autorización del Comité, la cual deberá incorporarse al contrato o
acto de transferencia del derecho sobre el predio, o cuando la
transferencia se haga a favor del Incora.118

Con el anterior decreto se suministra una herramienta legal que hace


parte de la política del desplazamiento. No existe el desplazamiento
porque hay guerra como se hace creer a través de los medios; es todo lo
contrario, la guerra se hace precisamente para desplazar. Ver lo
contrario es observar la realidad en un catalejo invertido, por el lado del

118 Diario Oficial No. 44.564, 27 de septiembre de 2001. DECRETO 2007 DE


2001.(septiembre 24). MINISTERIO DE AGRICULTURA Y DESARROLLO RURAL.

103
lente chico que es la forma que tiene la Institución para presentar las
causas como consecuencias y las consecuencias como causas.

Con este decreto la invasión paramilitar a los territorios de las


comunidades ancestrales encuentra una valiosa herramienta para
permanecer allí una vez terminados los procesos de negociación con el
Estado y sus socios en el gobierno. Pero lo singular de este ejercicio
legislativo, es el signo que muestra el proceso de descomposición de un
Estado que le compra tierra a las comunidades, es decir, incursiona en
los resguardos y territorios por la vía desarmada para legalizar lo que ya
han hecho los uniformados por el recurso del terror; son estas dos
formas de acción complementarias y no deben escindirse en ningún
análisis que tenga cómo propósito desentrañar el complejo mecanismo
oculto detrás de la numerosa y prolongada marcha del éxodo de las
comunidades, que surgen de la espesa noche de las masacres, ante la
clara indolencia de un país que yace como la adormidera sobre el sueño
ilusorio de una nueva realidad, que supuestamente vendrá, después de
la modernización y explotación económica de sus reservas naturales y
forestales.

Éxodo y efecto de una economía transnacional militarista con un


programa de grandes proyectos para estas zonas y que utiliza la fuerza
como una forma de articular los territorios al complejo sistema de la
economía mundial; de allí viene el registro permanente de invasiones
paramilitares a los territorios y el errar de sus habitantes naturales por
las vías del país y por la sórdida maraña de los caminos institucionales,
buscando un lugar de refugio, en medio del discurso ambiguo de los
derechos humanos y la realidad concreta de la expulsión y la muerte.

104
Una vieja política de expulsión y expropiación a los pobres

En la historia de Colombia el fenómeno de la expulsión de la tierra no es


una práctica nueva, como tampoco es nueva la vinculación y protección
del Estado a los invasores armados, ni la vieja historia de los derechos
humanos contada por narradores y cronistas del discurso mercantil,
precisamente para ocultar las segundas intenciones de los proyectos del
libre cambio y la inversión extranjera.

En nuestra vida republicana la primera invasión a los territorios


ancestrales se dio con la extinción de los resguardos a mediados del
siglo XIX, y no es un asunto del azar que ese hecho se haya registrado
precisamente en uno de los momentos de crecimiento del comercio
mundial. Tampoco es nueva la creación de grupos armados con el fin de
expulsar a los legítimos dueños de la tierra; en 1933 los latifundistas
crearon una Asociación Patriótica Económica Nacional APEN,
organización que tuvo como propósito “perseguir y expulsar a los
arrendatarios y aparceros”119

La ley 200 de 1936 que reconocía los baldíos y la posesión campesina y


que sirvió para derrotar el latifundio en el Sumapaz, en el resto del país
generó la respuesta adversa: la expulsión del colono. La diferencia la
marcó un campesinado organizado en el Sumapaz que fue capaz de
resistir a la violencia armada e institucional y convertir el latifundio en
propiedad de economía campesina. La Ley 100 de 1944 trajo los nuevos
lanzamientos y la utilización de reos campesinos, como en el siglo XIX
en la construcción de carreteras. Expulsión y progreso con obras viales

119 Tovar H, Movimientos campesinos de los siglos XIX y XX , Bogotá, 1975. Citado por
el sociólogo Orlando Fals Borda en la Historia de la Cuestión Agraria en Colombia,
Editorial Punta de Lanza, Bogotá, 1975.

105
han ido siempre de la mano; el trazado de los grandes proyectos y las
expulsiones de hoy se trazan como un palimpsesto de la historia sobre
los grandes proyectos y las expulsiones de ayer.

La sostenida violencia de mitad del siglo XX estudiada por varios


investigadores, entre ellos Fals Borda, es una violencia que hace el
ejercicio de recomposición de la estructura agraria y es en el pasado la
línea de continuidad y en la misma lógica que hoy impone el
“reordenamiento territorial” a nombre de una nueva contextualización
de la vida nacional en el mapa del “reordenamiento” mundial. Ese
periodo de violencia, nos dice Fals, promovió “una serie de traspasos y
ajustes en las propiedades, muchos a la fuerza, que ayudaron a
movilizar y a concentrar aún más la propiedad. Y desarraigó buena parte
de la fuerza de trabajo, deprimiendo los jornales y estimulando la
migración a las ciudades. No obstante, en muchas regiones afectadas
por la violencia, como la cafetera, la producción agrícola nunca bajó, al
quedar en manos de los mayordomos comprometidos con las bandas.”120

El bandidaje y el manejo de la propiedad están presentes en todo el


transcurso de la vida colombiana, como está presente también la
imagen del patrón interiorizada y reproducida por las capas medias del
campesinado y buena parte del pueblo raso. Se camuflan en una misma
imagen el capataz, el bandido y el mando militar, pero indistintamente
todos ellos están alertas ante cualquier movimiento a manera de orden
por parte del poncho o del sombrero del patrón.

Al observar el éxodo de nuestros días como un fenómeno solo de la


época, estamos cerrando la lente histórica; que si la abrimos bien, lo que
observamos con claridad, es una larga marcha de desheredados a lo
120 Fals Borda Orlando, Ibídem.

106
largo de dos siglos, pero también una vieja y marrullera forma de hacer
política de las élites económicas colombianas aliadas a la dinámica de la
economía emergente de las mafias y los intereses de los grandes
inversionistas nacionales y extranjeros asociados con los proyectos del
mercado mundial.

Expansión de la economía mundial en las reservas

A pesar de que los movimientos campesinos e indígenas han sido


protagonistas centrales de la historia del siglo XX colombiano, en las dos
últimas décadas los indígenas empezaron a ser importantes en la vida
política nacional e internacional, pero esta aparente incidencia del
indígena en la política, no se la debe a su condición de indígena ni a las
reivindicaciones étnicas de las organizaciones no gubernamentales,
dependientes de las Naciones Unidas; en realidad su actual importancia
se la debe a la condición estratégica que juegan en la economía mundial
los territorios que ocupan; nunca el indígena, o el negro, llegaron a ser
como ocurre ahora, el centro de la política ambientalista mundial, y por
la misma razón, nunca como ahora han sido tan perseguidos a través de
varias estrategias: a través de la expulsión de sus territorios, por la
cooptación política en las instituciones estatales como el Congreso
colombiano en el que participan desde la Constitución de 1991, o por el
discurso engañoso de la diversidad cultural.

El despertar del discurso ambientalista en la realidad contemporánea


tiene varias vertientes, entre ellas la que deriva en el discurso del
desarrollo sostenible sustentado en la visión económica de expansión de
los sistemas de producción moderna sobre la selva y los territorios “mal
explotados”, para decirlo en el lenguaje del ambientalismo

107
contemporáneo. A nombre del discurso de lo sustentable, se está
cambiando aceleradamente la geografía humana y vegetal de la selva
por los bosques de coníferas, como ocurre hoy en el Departamento del
Cauca y en las zonas selváticas al interior de las Costas colombianas.
Pero no sólo la silvicultura crece como empresa agroindustrial, también
la palma africana, el banano, el gasoducto, el proyecto vial de la
carretera Panamericana y la articulación de la red eléctrica de
Centroamérica y Suramérica a través del Darién son parte de la política
del desplazamiento, en donde el desplazado no es solamente el indígena
y su cultura; en la lógica del desarrollo y modernización de la
producción, la selva es también otro ser vivo que viene siendo
desplazado, y para ello se introduce el discurso del reordenamiento
territorial que también es un doble discurso.

La protección ambiental, el desarrollo humano, la biodiversidad, la


protección de las etnias, la diversidad cultural, y todos aquellos
discursos que promulgan en Latinoamérica las agencias de las Naciones
Unidas y que la intelectualidad europea y norteamericana han
contribuido a diseñar, en buena parte son discursos que se han
reproducido a través de la academia y las organizaciones sociales
latinoamericanas. Estos discursos presentan sus premisas como
axiomas: exponen la diversidad biótica y cultural, como un reciente
descubrimiento de la cultura europea en los territorios del sur, como una
nueva conquista. La diversidad que es una condición de los pueblos
latinoamericanos ha sido puesta en discusión por europeos y
norteamericanos como discurso político y como herramienta de la
intervención extranjera; el destino ineludible, para ellos, de la
globalización de norte a sur, también se presenta como axioma, como si
no fuera posible otro sentido de la globalización.

108
Los enunciados internacionalistas y humanistas de las Naciones Unidas,
son discursos políticos que terminan siendo en la realidad formas de
hacer precisamente lo contrario de lo que postulan sus principios éticos
y filosóficos. Un orden internacional con postulados humanistas y
conservacionistas pero con unas prácticas que manifiestan la conducta
bipolar propia de los seres escindidos que sufren una especie de
canibalismo filántropo; a nombre de la justicia mundial, se somete a los
pueblos débiles; a nombre del la preservación del bosque, se tala la
vegetación nativa para sustituirla por plantas exógenas; a nombre de la
diversidad cultural se uniforma la cultura y se criminaliza y asesina a
poblaciones enteras a nombre de los derechos humanos. Este
desquiciamiento de la política global es efecto de una lógica mercantil
que ha invadido todos los órganos de regulación de la política mundial y
específicamente a sus organismos dependientes; decimos que una mafia
ostenta el poder en Colombia, pero no podemos afirmar cosa distinta de
las Naciones Unidas; su política aplicada a través de sus distintos
organismos como la FAO, la UNESCO, la CEPAL o el Banco Mundial, es
una política que favorece, no a las naciones sino a los grupos del poder
económico mundial.

Cumbres y descumbres

En la Declaración de Río y en general en las cumbres ambientales, el


énfasis de los postulados, las discusiones y resoluciones se enfoca en la
lógica de la rentabilidad económica. Concretamente la Declaración de
Río hace un llamado a la integración del medio ambiente al desarrollo
económico, política que coincide, no por casualidad, con las aspiraciones
de las empresas transnacionales de convertir el bosque en industria, y

109
son precisamente estas empresas las que ayudan a financiar las
cumbres mundiales imponiendo una lógica mercantil, de activos fijos,
sobre la política, la cultura y la biótica.

En el año 2002 se celebró en la ciudad de Johannesburgo la Cumbre de


las Naciones Unidas sobre el Desarrollo, allí el tema central volvió a ser
la economía al centrar el discurso en la visión de “una nueva era de
crecimiento económico” basado en una “agricultura sostenible” que
diversifica los recursos bióticos para incorporarlos a la producción, pero
ya en el año 1992 en Río de Janeiro, en la Conferencia de las Naciones
Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo se había llegado a un acuerdo
previo: el Convenio sobre la Diversidad Biológica; en este Convenio se
dan los primeros trazos hacia el diseño de la planificación empresarial
de los bosques.

De manera simultanea con la celebración de las cumbres, las


Naciones Unidas, a través del Banco Mundial, diseña su “nueva” política
y su estrategia sobre bosques; argumentando que la mayoría de los
pobladores que viven en extrema pobreza “dependen de los bosques,
afirma el Banco Mundial, para cierta proporción de sus sustentos” , y
esta afirmación la relaciona en una sociología singular de la
deforestación, con la que el Banco traza finalmente su “estrategia sobre
los Bosques” que señala el camino y facilita a través de sus políticas de
crédito la “gestión de los bosques de modo efectivo y sustentable”121 al
mismo tiempo que engrana las políticas del Banco Mundial con el
discurso conservacionista y la política general trazada por su estrategia
de bosques.

121Banco Mundial. Reseña sobre los bosques y la silvicultura. Marzo de 2005.


http://www.bancomundial.org/temas/resenas/www.worldbank.org/forestsandforestry

110
La política de bosques de las Naciones Unidas a través de sus
organismos financieros se expresa con claridad en el siguiente párrafo
que hace parte de un documento publicado en marzo del 2005 en una
de las páginas electrónicas del Banco Mundial:
“Tras caer a niveles récord a principios de la década de 2000,
la cartera de inversiones en bosques del Banco ha mantenido una
tendencia ascendente, con nuevos compromisos que han
aumentado de $20 millones en el ejercicio fiscal de 2001 a $104
millones en el ejercicio de 2004 y unos $160 millones estimados
para 2005.

Éste es el resultado de un cambio proactivo en el


compromiso del Banco con la silvicultura y se focaliza tanto en
proteger áreas críticas de conservación de bosques como en
apoyar una mejor gestión en los bosques productivos.” 122

Pero hay que reconocerle al Banco Mundial que no opera de


manera aislada en el exterminio de los bosques naturales, sus acciones
están bien articuladas con otras fundaciones con fines tan humanistas y
conservacionistas como son los propósitos de la iniciativa forestal del
Banco que opera de la misma manera que el FMI: como agencias
especializadas de las Naciones Unidas que llevan a cabo sus políticas a
través de todo el entramado de la ONU, como es el caso de la UNESCO y
la FAO que comparten sus mismas preocupaciones y para ello se han
asociado junto con algunas fundaciones de “voluntarios” como el Fondo
Mundial para la Naturaleza (WWF) que porta como estandarte un osito
filantrópico proveniente de los bosques suizos y se dedica a hacer
investigaciones sobre reserva genética en los bosques, utilizando como
“investigadores” a las mismas comunidades que luego serán
desplazadas militarmente por causa de los mismos recursos genéticos
que ahora investigan junto a la WWF y otras organizaciones defensoras
de la biodiversidad.

122 Banco Mundial. Ibídem.

111
Estas instituciones juntas crearon la Estrategia Mundial para la
conservación EMC que tiene como fin la conservación y al mismo tiempo
la explotación del bosque, es ésta la configuración real del concepto que
en el lenguaje llano del discurso ambientalista contemporáneo se
reconoce como “sostenibilidad” y en la realidad concreta de las
comunidades que habitan estos bosques “protegidos” y en el caso
colombiano, se vive como una cruenta guerra interna por el dominio del
territorio, pero que en realidad es una bien articulada política
internacional de desplazamiento.

El espeso y oscuro bosque de la institucionalidad internacional es


el lugar desde donde se regula la realidad social, política y militar de las
comunidades del bosque y es el verdadero espacio de intercambio y
acción entre la ternura del oso conservacionista y la política paramilitar
del Incoder. Los gobiernos nacionales aportan una parte de las
herramientas del destierro, del resto se encarga la política internacional
que también “es manejable”, tanto que hace ver como un mero
“conflicto interno” lo que en realidad es uno de los efectos del
desmesurado proyecto del poder mundial a través de sus
organizaciones, y es en ese mismo lenguaje de la expansión económica
y de la ampliación geográfica de sus dominios lo que comúnmente se
conoce, en el lenguaje cerril del poder mundial, como “megaproyectos”
que verdaderamente son los castillos contemporáneos de una economía
constituida con fuertes muros de composición bélica.

El cambio de deuda por naturaleza es un canto fúnebre

112
La política ambiental de cambio de deuda por naturaleza está diseñada
para el largo plazo; el objetivo al incorporar grupos conservacionistas
(Conservación Internacional, WWF y TNC) y empresa privada es hacer
del bosque una empresa económicamente rentable y al mismo tiempo
sostenible. Lo que en términos llanos de la economía significa un modelo
de rentabilidad para el bosque. La deuda no se condona sino que se
paga en recursos para aplicar la política conservacionista a través de
organizaciones no gubernamentales que ayudan a fomentar programas
como la eliminación de la “tala ilegal”, que traduciendo, quiere decir la
tala que hacen las comunidades, para conformar a largo plazo un
mecanismo legal de explotación del bosque a través de la certificación
ecológica, lo que conlleva a una economía de gran escala que elimina la
leña del fogón indio para hacer posible el aprovecho de la pulpa en las
calderas del modelo agroindustrial.123.

La expedición de “certificados ecológicos” a grandes empresas de


comercialización de la madera es la forma de apropiación real del
bosque colombiano por las grandes empresas multinacionales y lo que
convierte el bosque en un bien embargado a través de una red
legislativa diseñada de manera exhaustiva y que hace pasar, una
política de expropiación de las reservas naturales, como política de
conservación de la naturaleza. El pacto de Belize como ejercicio piloto
diseña unas “tasas de uso” que consisten en el cobro de una tarifa por la
extracción de madera y por la pesca para sostener los fondos de
“conservación” como es el caso de la WWF.124.

123 FAO. 1993. El canje de la deuda externa para promover la conservación de los
recursos naturales. Guía FAO: Conservación, N° 23, Roma.
124 Spergel, B. 1996. Belize's protected areas conservation trust: a case study.
Washington, D.C., Fondo Mundial para la Naturaleza.

113
La otra parte de la política forestal “para el desarrollo sostenible y
competitivo” la aportan los gobiernos nacionales. En el caso colombiano
el diseño de esta política está consignado en el Documento del Consejo
Nacional de Política Económica y Social, Conpes 3237, del
departamento Nacional de Planeación que traza la política de estímulo a
la reforestación comercial para los años comprendidos entre 2003 y
2006, como parte del Programa de Cadenas Productivas Forestales que
busca establecer una base forestal de 1,5 millones de hectáreas entre
los años 2000 y 2025. El plan a tres años proyecta la ampliación de la
base forestal en 80.000 constituida totalmente de plantaciones
comerciales, base que sepulta la selva con los cantos fúnebres de la
biodiversidad.

El documento Conpes parte del contexto internacional y es realmente la


extrapolación del discurso del desarrollo sostenible del Banco Mundial
con la muy loable concepción ambientalista de las Naciones Unidas; en
uno de sus primeros párrafos se consignan la política y la filosofía del
plan:

“Las tendencias indican que la provisión de materia prima para


la cadena forestal se fundamentará crecientemente en la oferta
proveniente de plantaciones o cultivos forestales, actividad
productiva en la cual Colombia tiene ventajas comparativas, estas
ventajas se basan en factores tradicionales tales como dotación de
tierras aptas, disponibilidad de mano de obra, condiciones
climáticas favorables y una gran diversidad de especies
forestales.” 125

El Papel del Instituto Colombiano para el Desarrollo Rural es el más


importante en este proceso; el Incoder, no sólo regula la expropiación de
125 Política de Estímulo a la Reforestación Comercial en Colombia 2003-2006.
Departamento Nacional de Planeación. Documento CONPES 3237

114
la tierra a los campesinos pobres y crea las figuras legales necesarias
para la expulsión de indígenas, campesinos y comunidades negras; uno
de sus papeles protagónicos asignados por el Estado es “ejecutar la
política agropecuaria y de desarrollo rural, facilitar el acceso a los
factores productivos – como eficientemente lo cumple el subgerente
Quessep - fortalecer a las entidades territoriales y sus comunidades, y
propiciar las articulaciones de las acciones institucionales en el medio
rural, bajo principios de competitividad, equidad, sostenibilidad,
multifuncionalidad y descentralización.”

Pero lo más importante es el papel que cumple el Incoder en el


aprovechamiento de las “tierras deficientemente aprovechadas”, desde
luego que aquí el documento no hace referencia al latifundio
colombiano, sino a ese lastre de la tradición premoderna que dificulta el
buen uso de la tierra que es el indígena al que hay que modernizar, o
expulsar de sus territorios para que otros más capaces cumplan bien con
la tarea que le corresponde al bosque en el ámbito comercial de la
cadena productiva internacional, y esto se logra según el documento
CONPES “corrigiendo la estructura de tenencia con miras a garantizar su
uso racional”, acentúese la palabra “racional.” En el lenguaje
conservacionista de lo “sustentable” tan de uso de la institución
colombiana, esta es la única manera de aprovechar la riqueza potencial
del bosque nativo, retrasado e inculto debido al uso inadecuado del
manejo que le ha dado sempiternamente el indígena “irracional.”126

En la lógica de la economía agroindustrial, las explotaciones, para que


sean económicamente eficientes y “competitivas”, es decir, racionales,
requieren de grandes extensiones, lo que no es posible sin una
transformación radical de la realidad geográfica y humana de los
126 Departamento Nacional de Planeación. Ibídem.

115
bosques primarios, incluida su diversidad, para llevarlos de una
anacrónica práctica de explotación a la que los somete la cultura
premoderna del indio, a la bien programada y homogénea explotación
comercial del hombre moderno, y esto no es posible sin despejar el
territorio de la molesta y repulsiva presencia de indios y negros.

La política de embarcadero de las Naciones Unidas, o el


síndrome del doctor Jekyll

Vamos reconociendo el camino que une lo particular y lo general de la


política, el discurso proteccionista universal y la práctica devastadora
real en la dinámica singular de las guerras nacionales engranadas en la
dinámica general de la guerra y la política mundial. Por este camino, no
por azar, nos encontramos con la bien diseñada política de las Naciones
Unidas frente al desplazamiento y con la política del Banco Mundial,
como agencia especializada de Naciones Unidas, en una doble lectura
de “Prevención del desplazamiento” que mejor debería llamarse
programación del desplazamiento en la política internacional de la ONU,
que se parece mucho a la historia del Doctor Jekill, el personaje de la
novela del escritor escocés R. Louis Stevenson quien en una alusión a la
doble personalidad representa el extraño caso del generoso doctor
Jekyll que se transforma en un monstruoso míster Hyde y que puede ser
también una buena figura para mostrar la política discorde de la ONU: su
ambivalencia en el doble discurso de los derechos humanos, y el
desarrollo sustentado en la política financiera, parece diseñada por
horrible míster Hyde; el drama que viven los desplazados colombianos
se lo deben en buena parte a una política mundial que sufre los
sobresaltos de un ser antagónico, en un antagonismo político que
genera buena parte de la violencia actual que vive Colombia.

116
Pero el síndrome del Doctor Jekill, no lo vive solamente la Organización
de las Naciones Unidas. Buena parte de la intelectualidad
latinoamericana, cercana a las políticas del Banco Mundial parece sufrir
de los mismos trastornos; para el caso viene oportunamente esta nota
del historiador brasileño Joao Mendes Pereira:

“El BM viene articulando en diversos países cursos y talleres, tanto


para la burocracia estatal directamente responsable por la
implementación de políticas en el campo, cuanto para el selecto
grupo de asociaciones y organizaciones de la sociedad civil
“compañeras” del BM, con el objetivo de ejercer -en las palabras
de Antonio Gramsci- una efectiva dirección intelectual y moral
sobre la definición y ejecución de la política agraria de los Estados
nacionales.”

“Un ejemplo de esto es que las propias categorías de pensamiento hoy


presentes (¿y ya predominantes?) en el ámbito de la investigación y de
la formulación de políticas para el medio rural como “capital social,
“empoderamiento”, participación”, “descentralización” y otras, son
dictadas o resignificadas por el BM. Es valido decir, bajo la inspiración de
Pierre Bourdieu, que esa producción intelectual viene afirmándose como
un nuevo vocabulario del pensamiento en términos de políticas públicas,
cuya lógica apunta hacia el estímulo a la organización de grupos sociales
de acuerdo con intereses meramente corporativos y locales, el elogio de
la asociación entre agentes sociales histórica y estructuralmente
desiguales y el veto a cualquier consideración sobre la construcción o
disputa de proyectos políticos más universales (clasistas, nacionales e/o
internacionales)127

127 Joao Marcio Mendes Pereira. Ob cit.

117
El historiador brasileño pone de presente el proceso de embriaguez y
hechizamiento que vive el lenguaje de las instituciones académicas
frente a la oratoria engatusadora del Banco Mundial, que encuentra
como instrumento de resonancia una intelectualidad pasmada, formada
en los centros académicos públicos y privados que ya han entrado en el
embarcadero a través del lenguaje mercantil. Y como no hay política
posible sin lenguaje, desde los centros académicos se reproduce la
antigua estrategia del discurso mercantil investido por el discurso
humanista. Joao Mendes en su documento hace referencia
específicamente al documento del Banco Mundial que apareció con el
título de Colombia: land policy in transición, y que no es otra cosa que la
actual política de tierras en Colombia.128

El documento del Banco Mundial, presentado como componente de este


“pensamiento complejo” parte de hacer un señalamiento sobre la
“distribución inequitativa de la tierra y sus implicaciones políticas y
sociales negativas en Colombia”; el estudio se presenta como
complementario de otros estudios “recientemente elaborados por el
Banco Mundial en materia de finanzas rurales y competitividad
agrícola129 y otros trabajos anteriores y actuales sobre tierras
afrocolombianas en la costa pacífica (Sánchez y Roldan, 2002) y
mejoramiento del acceso a la tierra por parte de comunidades
indígenas.” Hasta aquí el manifiesto de buenas intenciones del doctor
Jekill, pero en el párrafo seguido ya empieza a insinuarse la
transformación del filántropo en caníbal cuando se refiere a la necesidad
de superar la difícil situación del campo colombiano con medidas tales

128 BANCO MUNDIAL (2004) Colombia: land policy in transition. Report nº 27942-CO,
Rural Development Unit, Latin America Region, January. DOCUMENTO CEDE 2004-29
ISSN 1657-7191 (Edición Electrónica) Universidad de los Andes, AGOSTO DE 2004
129 “Colombia Rural Finance: Access Issues, Challenges and Opportunities,” World
Bank Report No. 27269-CO, noviembre, 2003; y
“Colombia: Agricultural and Rural Competitiveness, World Bank Report, 2004.

118
como el cambio de “una estructura de producción basada en cultivos en
los cuales el país no tiene ventajas comparativas, a una que se enfoca
en productos con alto valor agregado, que hace mejor uso de sus
abundantes recursos naturales y humanos” ; todavía el Doctor Jekill,
130

no parece perder su compostura, pero notamos un cambio en su


temperatura corporal cuando enuncia la necesidad de que Colombia
pase “de una economía rural dominada por actividades agropecuarias a
un medio rural diverso y multifuncional que brinda a la población
oportunidades y servicios para su sustento” bien leído lo que traduce el
documento es la intención de cambiar el destino agrícola sustentado en
la producción de alimentos de la tierra colombiana.

Pero la transmutación se hace evidente cuando ya no es el Doctor Jekill


sino el mismísimo míster Hyde el que enuncia la necesidad de crear
políticas para prevenir el desplazamiento, según él: “mecanismos
participativos para fortalecer la seguridad de tenencia de los hogares
pueden ser un elemento efectivo para reducir la probabilidad de
desplazamiento o, cuando esto no sea posible, por lo menos aumentar la
probabilidad de retorno o la habilidad del hogar para enajenar sus
activos, en vez de simplemente perderlos.”131

Y aquí es justo el lugar de entrada del Incoder a ejecutar el papel de


expropiación propuesto por el Banco Mundial en gerencia de míster
Hyde. Más adelante afirma el documento del Banco, que el mercado de
tierras ha sido más efectivo que la reforma agraria, con lo que propone
una acción estatal encaminada al mercado de tierras. En el caso de las
tierras entregadas por leyes de reforma agraria que tengan problemas
“improductivos”, el Banco propone crear mecanismos que suspendan las

130 BANCO MUNDIAL (2004) Colombia: land policy in transition. Ibídem.


131 Ibídem

119
restricciones a la transferencia de tierras con el argumento de que
“limitan la inversión y el uso efectivo”, criterio que necesariamente
conlleva a crear leyes de liberalización de las tierras colectivas y buscar
opciones de salida para los “beneficiarios no exitosos”, de allí salta
Míster Hyde a observar el uso ineficiente de la tierra en Colombia,
encontrando “altos índices de subutilización” en un 30% del área total.

En los términos de la economía rentista, la tierra de las comunidades es


necesariamente una tierra “subutilizada” e “ineficiente;” esta visión
economicista evade de manera ladina todo el complejo cultural implícito
en la vida del territorio y el papel histórico y social que han jugado las
comunidades del bosque en la preservación del mismo y que es parte
del aporte de estas culturas a la pedagogía del buen uso de la tierra; no
son los indígenas y la comunidades negras y campesinas las que deben
aprender sobre el uso adecuado de la tierra, ni es precisamente míster
Hyde un maestro destacado en estos asuntos, baste sólo con mencionar
los efectos nocivos en la política, la economía y la cultura que han
significado para Latinoamérica la aplicación de las políticas del Banco
Mundial desde su creación, políticas que contrariamente han contribuido
al empobrecimiento de la población rural latinoamericana. Las
comunidades no son ineficientes porque viven de otra manera, o porque
tengan una relación “incompetente” con la tierra que no sincroniza con
el ritmo vertiginoso de la agroindustria, las cadenas productivas y el
mercado. La organización indígena nada tiene que ver con la
organización mundial del comercio. Contrariamente es la política
mercantil y financierista sobre la tierra una de las características de un
uso inadecuado, que ha llevado históricamente al campesinado
desplazado y al indígena a romper las cumbres para poder sobrevivir.

120
Pero sigamos el rastro del documento que plantea que el 70% de la
tierra es apta para el uso forestal y no agropecuario:

“Una evaluación del potencial de tierra realizado por el IGAC en


1985 reporta que, de un área total de 114,2 millones de hectáreas,
el 12,6% es apta para actividades agrícolas, el 16,8 % para pastos
y el restante para usos forestales o no agropecuarios.”132

A través de una caricaturización estereotipada de la población


desplazada que el estudio convierte en ejercicio estadístico, se cree
demostrar la validez del método y el discurso sustentado en el
“pensamiento complejo” de los investigadores de la Universidad de los
Andes que trabajan para el Banco Mundial; el documento elaborado por
el Centro de Estudios para el Desarrollo de la Universidad, pasa a sugerir
como política un programa de incentivos:

“Medios e incentivos para ofrecerles servicios efectivos a esta


población que faciliten su eventual integración a la sociedad
probablemente tenga un efecto de amplio alcance. Puede ser útil
combinar esto con un monitoreo efectivo y sistemático. La
integración de los hogares desplazados al mercado laboral se
puede promover facilitando el acceso a la información, creando
incentivos (tributarios) al sector privado cuando contrata a los que
se encuentran registrados en el Sistema Único de Registro (SUR) y
creando cupos en guarderías para los hijos de los hogares
desplazados encabezados por mujeres”.133

En este párrafo elaborado por la inteligencia de la Universidad de los


Andes ya se hace más visible el verdadero rostro de mister Hyde quien
abandona la retórica social del desplazamiento y del “eficiente” uso de
la tierra, para abordar una lógica economicista bien articulada a un plan
de arrendamiento de tierra con el supuesto de que el arrendamiento

132 Banco Mundial: DOCUMENTO CEDE 2004-29 ISSN 1657-7191 (Edición Electrónica).
AGOSTO DE 2004
133 Banco Mundial: DOCUMENTO CEDE 2004-29 ISSN 1657-7191, Pág. 42.

121
mejora “la producción y la equidad” más que “la adquisición de tierras y
los programas de reforma agraria patrocinados por el Estado”. Y para
ello propone, en su loable ejercicio de diseño de políticas para Colombia,
eliminar las “barreras de entrada en el mercado de compraventa de
tierras”.134 Pero ¿cuáles son esas barreras al mercado observadas por el
Banco?

En primer lugar el Banco identifica las “restricciones impuestas a los


beneficiarios de reforma agraria en el sentido de prohibir la transferencia
de su tierra, lo que constituye un obstáculo para aumentar la
productividad”, con lo que ya es fácil deducir la condición ladina de una
lógica instrumental que busca la solución al problema de la tierra,
precisamente en los territorios de titulación colectiva, y esta es una
alerta para las comunidades indígenas, negras y campesinas cercanas a
las zonas de bosque, en donde esta puesta la mirada de la política del
Banco Mundial, y no en el latifundio improductivo.

La segunda premisa para que el sueño de míster Hyde se cumpla es la


derogación de leyes de propiedad colectiva, que son las que regulan la
propiedad sobre los territorios ancestrales, precisamente allí en donde
está la diversidad biológica que tantas ternezas y galanterías despierta
en los boscosos y medicinales sueños de míster Hyde.

Pobres pero eficientes

Articulada a la anterior reflexión y con el diseño de un modelo de


“hogares con habilidad agrícola” y el criterio de “productores pobres
pero eficientes” el documento de la Universidad de los Andes
complementa el sistema de arrendamiento con “derechos de propiedad
134 Ibídem.

122
seguros”, es decir que el dueño de la gran propiedad no corra el riesgo
de perder su tierra con la familia campesina que la trabaja ni con
ninguna ley estatal que solo haría las cosas más difíciles para la gran
empresa a través de ineficientes reformas agrarias futuras. “Si los
derechos de propiedad son seguros, afirma el documento, los arriendos
a largo plazo son posibles” afirmación a la que agrega otra de no menos
elevada filosofía, sustentada en la utilización del impuesto predial como
otra palanca que sirve de dispositivo para la movilidad de la tierra en
términos de rentabilidad financiera:

“La literatura teórica sugiere que el impuesto predial tiene varias


características deseables. No hay razones inherentes para que las
zonas rurales se queden rezagadas ante las áreas urbanas, en
términos del esfuerzo tributario.”135

Las herramientas que aplicó el sistema financiero, con las desastrosas


implicaciones que tuvo para los usuarios del crédito de vivienda en los
últimos veinte años, ahora quiere aplicarlos al sector agrario, que
también tiene una historia de créditos leoninos, pero nunca comparables
con las desmesuradas ambiciones de la política global contemporánea
que articula todos los rincones del mundo a una política económica
mundial, en donde los territorios sólo son parte de las cuadrículas
estadísticas y las proyecciones del mercado mundial. Y aquí ya es
redonda la perspectiva del Banco Mundial en sus conclusiones e
Implicaciones de Política propuestas en el mismo documento a las que
agrega la necesidad de vinculación del “sector Privado” como se llama el
monstruoso Hyde a sí mismo.

135 Banco Mundial, documento del CEDE, pág. 62.

123
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Washington, D.C., Fondo Mundial para la Naturaleza

127
128
CONTRAPORTADA

El genocidio en Colombia es una consecuencia del orden económico


mundial; el desplazamiento es sólo una de las formas de expresión del
modo como se organiza la producción, la propiedad privada mundial es
realmente la institución que está por encima de las naciones y los
gobiernos; les queda el papel de encomenderos, conservacionistas y
humanistas, a las organizaciones sociales y de derechos humanos,
encargadas por su angelismo característico, de limpiar la sangre
salpicada en las blancas y extensas paredes de la fachada de las
Naciones Unidas.

Este orden es el espacio de las prácticas políticas donde se encuentran


generales y exguerrilleros, el “internacionalismo laboral” y las ONGs, los
Gobernadores y el Presidente de la República, las leyes sobre
desplazamiento forzado y las cadenas productivas, las Naciones Unidas
y la seguridad alimentaria, los decapitados y la UNESCO, los planes de
ordenamiento territorial y el Banco Mundial, el paramilitarismo y la
palma africana, la OEA y la Chiquita Brands y en el lugar de sus
solemnes ceremonias, la guadaña de la muerte regada por el incienso
del discurso de la diversidad.

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