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RKOIRIGR 7 REVISTA DE FILOSOFIA Y CULTURA, SRE ie aaacreaione TC mhG Runa ING. ESUS PENEZ TERMOSTLLO fessavorerees LIC. CARLOS MENDEZ CAMACHO Gabriel Marcel, filésofo de la interioridad, del amor y del absoluto ‘SECRETARIO ACADEMICO José Rubén Sanabria 3 ING. SALVADOR GUZMAN RODRIGUEZ eneeieheeteetenkion \SECRETARIO DE EXTENSION UNIVERSI- ‘Heewdhersts Racurtrar bth ag seca ae ee een eis cleats ol cia yn rics lr DIRECTOR DE FILOSOFiA Bemardo Romero Vazquez 26 ‘MTRO. FRANCISCO PERUSQUIA MONROY DIRECTOR DE LA ‘FACULTAD DE HUMMNIDADES JUAN HUGO POZAS SANCHEZ DIRECTOR DE PUBLICACIONES ALAN GUZMAN VELASCO (COORD. DEL DEPTO. DE EDICIONES DIRECTORIO DE LA REVISTA AURIGA GABRIEL CORRAL BASURTO DIRECCION JUAN CARLOS MORENO ROMO REDACCION ANTONIO HERNANDEZ CORTINA MANUEL LOZADA PERUSQUIA JUAN CARLOS MORENO ROMO CONSEJO EDITORIAL CONSEJO EDITORIAL (SECCION DE ANTROPOLOGIA) I.PALERM VIQUEIRA PROFESORA DE POSGRADO EN ANTROPOLOGIA DE LA UAQ MO. OLVERA ESTRADA ESTUDIANTE DEL POSGRADO EN ‘ANTROPOLOGIA DE LA UAQ P. TORRES MENA PROFESOR DEL POSGRADO EN ANTROPOLOGIA DE LA UIA ‘Todo asunto relacionado con la revista, dirigirse fla Bscucls de Filosofia, Universidad Autonoma de Querétaro, 16 de Septiembre Ote. No. 57, Centro, Querétare, Qro. El proceso de independencia de las colonias espafiolas Oscar Wingartz Plata ‘Uns pensadora en espaftl Suetio ereedor A.J. Aragon ‘Maria Zambrano: esa voz derramada Julio Figueroa Retos contemporineos para una cultura cristiana Juan Carlos Moreno Romo ‘Algunas consideraciones sobre Estética en la filosofia de Gabriel Rincén Frias Tardes de otofio Alejandra Sénchez Valencia ‘Cuentos Roberto Cuevas SUPLEMENTO Antonio Pére2 Aleocer:filésofo queretano Alejandro E. Obregén Alvarez SECCION DE ANTROPOLOGIA Resefia C.Garma El érea de estudio como campo social Patricia Torres Mejia EI trabajo de campo y el estudio de las sociedades complejas Roberto Melville ‘Aventuras con el diario de campo Christine Obbo Noticias J Palerm Vigueira 2 38 4 31 61 n 8 AURIGA aparece tres veees por aflo. Es publicads por la Facultad de Filosofia de la Uni- versidad AutGnoma de Querétaro. De las opi en AURIGA responden exclusivamente sus autores. nes expresadas en los trabajos publicados Gabriel Marcel, filésofo de la interioridad, del amor y del absoluto Cinco meditaciones sobre Parménides oldgico, el criminal y ;ciones disciplinarias EI proceso de independencia de las colonias espaiiolas ‘Una pensadora en espafiol. Suetio creador Maria Zambrano: esa voz derramada Retos contempordneos para una cultura cristiana Algunas consideraciones sobre Estética en la losofia de Nietzsche ‘Tardes de otoio Cuentos Resefia Revista de filosofia y eultura enero-abril 1993 El drea de estudio como campo social El trabajo de campo y el estudio de las sociedades complejas Aventuras con el diario de campo Noticias SUPLEMENTO | Antonio Pérez Alcocer: filésofo queretano | Alejandro E. Obregon Alvarez Este trabajo se terminé de Imprimir en el mes de Octubre de 1993 en los talleres Graficos de la Direccién de Comunicacién de la Universidad Auténoma de Querétaro con un tiraje de 1000 ejemplares més reposicién. El discurso criminolégico, el criminal y las instituciones disciplinarias Bernardo Romero Vazquez* L Introduccién De acuerdo con la definicién tradicional, la Crimi- nologia es una ciencia que se encarga del estudio de la conducta criminal o antisocial con la intencién de darle explicacién a esa conducta y proponer solucio- nes, tanto en las estrategias de prevencién como en los sistemas de readaptacién social. Tal parece entonces que lo mas conveniente seria ‘empezar por definir qué es la conducta criminal. Pero ya aqui comienzan las dificultades, no sélo por la heterogeneidad de discursos en torno a este ob- jeto, sino también por la dificultad de asir con pre- cision y certeza esa supuesta realidad que se ha dado en Ilamar "conducta criminal". Asi como los discursos criminoldgicos tienen su his- toria, es decir, tienen lugar y fecha de nacimiento, tam- bién las practicas de criminalizaci6n tienen las propias. Sin pretensiones de exhaustividad, este trabajo intenta explorar precisamente el nacimiento de la conducta criminal como objeto de la criminologia, para extraer algunas conclusiones. IL La construccién del objeto de estudio en la Criminologia Nosélolos manuales de criminologia, sino en gene- Profesor de Ia Facultad de Filosofia, UAQ, y becario del CONCY- TEC. 26 ral todos los manuales de ciencia, incluyendo los textos de ciencias sociales, expresan una profunda confianza en la naturalidad de su objeto de estudio. Segiin la idea que permea esa literatura, una cien- cia se define por una regién de la realidad que le pertenece como objeto propio, como si el mundo estuviera adecuadamente compartimentado y las ciencias lo tnico que hicieran fuera adoptar para su estudio a cada una de esas partes. Esta es una idea que’ se inspira en la tradicién positivista en boga desde el "auge" de las ciencias naturales, pero que se remonta hasta el nacimiento de la ciencia racional con el pensamiento griego antiguo. En efecto, la filosofia griega marcé la historia del pensamiento de Occidente; de alguna manera la historia de la ciencia se desplegé a partir de la ciencia aristotélica. En el siglo Illa. deC. Aristételes cancelé una rica discusién sobre la naturaleza de las cosas de la realidad y sobre las caracteristicas del conocimiento, para que se impusiera desde entonces (excepto un breve intervalo platénico) la concepcion realista, a saber: que la realidades una y completamente acaba- da; que posee definitivamente todos los elementos que intrinsecamente le dan sentido; y que el cono- cimiento, la ciencia incluso, no hacen sino captar y reproducir la esencia en si de esa realidad. Ya més cercanamente a nosotros, el positivismo continua esa tradicién, agregando elementos nuevos: la creencia en que el conocimiento cien- tifico da cuenta precisa y exacta de la realidad en la medida en que, de manera objetiva, se aplica a la realidad observada los métodos de la investigacion cientifica. Aqui no cabe la subjetividad ni la especulacién; lo tanico que tiene que hacer el cientifico es obedecer a. un método cientifico exacto e imparcial para ob- tener verdades cientificas. Lo que el criminélogo tendré que hacer, en este sentido, es seguir las pres- cripciones tedricas y metodologicas de la crimi- nologia (que son, por cierto, todas tomadas de otras disciplinas como la psicologia, la sociologia, etc.) para hacer ciencia. Tal es la posicién de muchos criminélogos todavia. ‘Sin embargo ese paradigma ha evidenciado su capacidad casi nula para explicar su objeto de estu- dio; tal evidencia ha sido suficientemente documen- tada desde hace dos siglos por lo menos, desde diferentes perspectivas y en diferentes ambitos. A la idea de que el mundo es primero y de que el cono- cimiento es solamente un reflejo suyo se ha opuesto la idea de que el pensamiento es lo que define a la realidad en tanto objeto de conocimiento. Tal es la posicién de K. Marx en su Introduccién General a Ja Critica de la Economia Politica donde dice: El todo tal como aparece en la mente, como todo del pensamiento, es un producto de la mente que piensa y que se apropia del mundo del nico modo posible... (1980, p. 207). Desde otra éptica G. Bachelard sefiala: ...el sentido del vector epistemolégico pareceria bien claro. Seguramente va de lo racional a lo real y de ningiin modo a la inversa, de la realidad a lo general como profesaban todos los filésofos desdeAristételes hasta Bacon, Dicho de otra manera, la aplicacién del pensamiento cientifico parece ser, esencialmente, realizante (Bachelard, 1985, p.11). Lo que se quiere decir es que no es la realidad la que se impone al pensamiento, sino el pensamiento, el conocimiento cientifico, el que se impone a la realidad. Y no quiere decir, por supuesto, que el pensamiento determine a las cosas en sentido mate- rial, sino que lo que en la ciencia se piensa y como se piensa de las cosas no est en las cosas mismas sino en las categorias con las que se abordan las cosas, Todo cientifico que acude a la realidad para estudiarla, la aborda siempre desde una muy particu- lar perspectiva teérica. Respecto del criminal como objeto de estudio de la criminologia pareceria que es un sujeto real como una cosa en si, y de ese modo preexistente al cono- cimiento; es decir, tal parece que lo que la crimi- nologia hace es estudiar al criminal que existfa antes, de ser pensado o nombrado, sin embargo no es asi. Lo que ocurre en la realidad es que todo discurso criminologico se ocupa sélo de los objetos que ha construido como tales y al modo como los ha definido. La actual discusion sobre la naturaleza del crimi- nal y las consecuentes estrategias de readaptacién, es prueba de ello; un criminal es para cada perspec- tiva criminolégica lo que se ha hecho de él; es decir como se le ha definido: para unos el delincuente es un enfermo, para otros un anormal, para otros mis un desadaptado, etc. Esto, obviamente no quiere decir que antes de la criminologia no hubiera actos de los que ahora se llaman criminales, sino que esos actos no eran Ila- mados de ese modo precisamente porque no habian sido definidos como tales. Este es un proceso que tiene su propia historia. IIL. El nacimiento del criminal en el discurso criminolégico Lo que he dicho hasta aqui contiene, en realidad, una gran cantidad de imprecisiones que conviene ir aclarando. En primer término, he dicho que es el discurso ctiminolégico el que define a los criminales, !o cual es relativamente acertado mientras no nos pregunten sobre la fuente y destino de esos discursos. Porque ademas de impreciso, lo dicho se presta a 27 un grave peligro: suponer que el pensamiento se basta a si mismo para dotar de sentido a la realidad y para construir sus objetos. Si bien es cierto que el nombrar es de suyo un hecho de constitucién, el decir no basta ni es origen. Tenemos que escudrifiar en el nacimiento del conocimiento. Tradicionalmente se nos ha acostumbrado a pen- sar, también en la linea aristotélica, que los hombres buscan naturalmente la verdad y que la ciencia es el producto necesario del desarrollo de la civilizacién. Tal pareciera, pues, que en el origen del cono- cimiento estuviera la "sana curiosidad" de los hom- bres para encontrar la verdad, como un destino claro y luminoso, Dolorosamente tenemos que aceptar que eso no es cierto. Foucault, siguiendo a Nietzsche, advierte que el vrigen del conocimiento no puede ser esa natural busqueda de la verdad. Mas ain; el conocimiento no tiene origen, no hay tal fuente natural de la que emane; el conocimiento es inventado, creado, pro- ducido. Esta invencién de! conocimiento no tiene, por cierto, nada de ingenuo; en el fondo del cono- cimiento no hay sino "oscuras relaciones de poder" En palabras de Foucault: Por lo tanto, no hay en el conocimiento una adecuacién al objeto, una relacién de asimi- lacién sino que hay, por el contrario, una relacién de distancia y dominacién; en el cono- cimiento no hay nada que se parezca a la felici- dad 0 al amor, hay mas bien odio y hostilidad: no hay unificacién sino sistema precario de po- der (1988, pp. 27-28). El conocimiento no es, pues, esa ingenua biisqueda de la verdad; ni lo es tampoco la ciencia, ella es también un invento de los hombres y sus conflictos. Lo mismo ocurre con la criminologia y su objeto de estudio, Son un invento del poder. Para demostrar esto basta un poco de historia. Durante la Edad Media dominé en el mundo occi- dental un sistema de relaciones que cobraba sentido en funcién de su referencia con lo divino; el hombre 28 y el mundo no hatian sino seguir los designios de Dios expresados en las leyes universales y eternas. Los individuos que no se atenian a esas normas eran considerados infractores de la ley divina y su con- ducta era entendida como falta moral. La sancién que se seguia entonces era la expiacién delas culpas. A finales del siglo XIX y principios del XX, con la consolidacién del sistema capitalista de produccién y la conformacién de los estados nacionales, ademas del nacimiento de la ciencia positiva, se da un vuelco en la interpretaci6n de las infracciones las normas vigentes. Por principio, las normas sociales ya no tienen el mismo sentido que en el medioevo; después de la Ilustracién las leyes son expresién del pacto social emanado de la soberania que reside en el pueblo; las leyes son la voluntad coercitiva de la sociedad; infringir las leyes es violentar a la sociedad en su conjunto y atentar contra la seguridad y la paz pablica. El infractor es el enemigo de la sociedad. Seha conformado un nuevo sistema derelaciones sociales y de procesos de produccién por lo cual también se transforman las leyes y el modo de concebir y castigar a los infractores. Este infractor es precisamente el criminal. En este momento es cuando nace la criminologia y se in- venta su objeto de estudio. En palabras de Foucault: La falta es una infracciéna la ley natural, a la ley religiosa, a la ley moral; por el contrario, el crimen o la infraccién penal es la ruptura con la ley, ley civil explicitamente establecida en el seno de una sociedad por el lado legislativo del poder politico (1988, p. 92). Conviene ahora que pensemos qué fue lo que operé el cambio y qué cosas cambiaron en ese ‘momento. IV. El nacimiento de las instituciones disciplinarias Durante la época de la contrarreforma los frailes Jesuitas inauguraron un estilo muy peculiar de insti- tucién que a la postre se volveria elemento funda- mental de la practica cotidiana. Estos frailes, queriendo prevenir a los nifios de las desviaciones que representaba la Reforma Protestante, y con la pretensién de educarlos de manera intensiva, crea- ron los internados donde se recluia a los nifios para ‘su formacién. Estos internados eran instituciones de encierro donde permanecian los nifios sometidos a horarios y normas rigurosas que incluian prescripciones para el estudio, el aseo personal, para el descanso, para la oracién, etc; todo bajo la estricta vigilancia de los tutores responsables. Las criticas no se hicieron esperar: se advirtié que al nifio, en un proceso sano de educacién, no podia aislarsele del mundo. Con todo, el encierro triunfo y fue inventada la escuela. Surgieron entonces otras instituciones de en- cierro: la fabrica, para optimizar el trabajo de los obreros; los hospitales para mantener a los enfermos fuera de la contaminacién del mundo; y por su- puesto, nacieron también las cérceles. Llegamos asi a finales del siglo XIX, cuando se perfila la cétcel como la pena por excelencia y los sistemas policiales y de vigilancia se conforman como los sistemas prioritarios de indagacién; el sistema judicial se vuelve carcelario y policiaco. Paralelamente la Medicina se hace hospitalaria, la educacién se vuelve escolar y la psiquiatria se con- centra en los manicomios. Con otras palabras, el tratamiento de menores, enfermos, locos y delincuentes se reduce a las instituciones de encierto, de régimen discipli- nario. Esta es la situacién actual de las instituciones de readaptacion social; paradéjica y contradictoria. Es paradéjica Ia situacién de esas instituciones por cuanto, con la intencién de “integrar” a los sujetos sociales en sus contextos, practicamente los extirpan de ellos. Dice Foucault: En nuestra época todas estas instituciones —fa- brica, escuela, hospital psiquidtrico, hospi- tal, prision—no tienen por finalidad excluir sino por el contrario fijar a los individuos (1988, p. 127). Y es contradictoria la situaci6n de las institucio- nes de readaptacién social en la medida en que, segin se declara, deberian procurar la salud, le seguridad social y la educaci6n en tanto que—todos Jo sabemos— lo que logran es todo lo contrario de eso que deberian alcanzar; por ejemplo, la cércel en vez de reducir la delincuencia genera mis delitos, y la medicina oficial propicia otras enfermedades por la propia medicalizacién, Con todo, a pesar de los resultados ya enunciados, esas institucione. siguen vigentes en nuestra so- ciedad. Y no en balde ocurre asi; esas instituciones cumplen funciones fundamentales para nuestra so- ciedad, aunque no siempre se enuncien de ese modo. Mencionaré algunas de ellas: 1. Estas instituciones funcionan como un labora- torio de observacién; brindan una excelente opor- tunidad para hacer ciencia de los sujetos recluidos: el hospital permite observar y clasificar enfermos; a cércel nos da el mejor pretexto para definir a los delincuentes, para después extrapolar las tipologias de delincuentes y enfermos a los sujetos fuera de las instituciones. 2. Una vez intemnados los sujetos, se opera sobre ellos una suerte de "epojé", se aisla de ellos todo lo que son para volverlos sdlo delincuentes 0 sélo enfermos 0 sdlo locos; se les borra toda su historia y se aniquila toda relacién con su contexto original. En palabras de los Basaglia: el fenémeno negativo, es decir el compor- tamiento anormal en términos de insociabili- dad responsable o enferma, es aislado de manera que el individuo que lo exprese se convierte solo en ese fendmeno,como si no se tratase de un momento de un proceso en el cual estn implicados la historia, el ambiente, los valores, las relaciones y los procesos sociales en los cuales cada vida individual esta siempre 29 implicada(1987,p.91). 3. Concomitantemente se instaura, se fija, se consagra una naturaleza; la del criminal, enfermo, loco, ete. y junto con ello se consagra la diferencia con el no-criminal, el sano, el cuerdo. Cuando un sujeto es encarcelado no solamente se convierte todo éi en absolutamente criminal sino que se vuelve una referencia negativa para los que estén afuera, Las instituciones de readaptacién social cumplen ademés la funcién de demarcar, de establecer limites entre lo enfermoyy lo sano, lo criminal y 1o no-crimi- nal, a la vez que demarcan la diferencia entre el enfermo y el sano, el delincuente y el no-delin- cuente, etc. 2 4, Por iiltimo, las instituciones de readaptacién social, y como un resultado de todo lo anterior, legitiman y validan la vigencia de las normas socia- les, normas que son todas siempre arbitrarias, Este proceso de "normalizacién" se realiza, seguin Foucault (1983) a través de cinco operacio- nes: — Comparar los actos, referidos a reglas y siste- mas de diferenciacién. — Diferenciar a los sujetos segin esas reglas. —Jerarquizar y valorar a los individuos. — Homogeneizar a través de la coaccién, — Excluir; trazar la diferencia entre lo "normal" y lo "anormal". Conclusiones Contrariamente a lo que se piensa ordinariamente, Jas instituciones de readapatacién social no cumplen ni pueden cumplir la funcién de readaptar y reinte- grar a los sujetos sociales que, en tanto dura el tratamiento, son excluidos de su medio. Y¥ no me refiero solamente a las dificultades nor- males de todo tratamiento, lo que ocurre es que esas instituciones lo que mas hacen es volver delincuente al delincuente y enfermo al enfermo al alejarlos de 30 su realidad. Durante el proceso de readaptacién ocurren muchas cosas que anicamente tienden a confirmar la identidad de excluido, de diferente de los sujetos internos; hacen a los sujetos lo que son, 0 lo que nunca podran dejar de ser. En términos de Bour- dieau: La institucién de una identidad, que puede ser un titulo de nobleza o un insulto ("tu no eres mas que un..."), es la imposicién de un nombre, es decir, de una esencia social. Instituir, asignar una esencia, una competencia, es imponer un dere- cho deser que es un deber ser (0 un deber de ser) Es significar a alguien lo que es y significarle que debe conducirse consecuentemente a como se le ha significado (1985, p. 81). En resumidas cuentas, lo que hacen las institucio- nes de readaptacién es confirmar el dictamen del especialista: Ia sentencia del juez 0 el diagnéstico del médico. El profesional de una disciplina técnica, incluyendo a la criminologia, define a los sujetos y las instituciones confirman esa definicién. El tra- tamiento no es sino un proceso de conversién, de identificacién, de diferenciacién y, por lo tanto, de estigmatizacién. De lo que se trata ahora es de revertir el proceso de estigmatizacion: considerar a los delincuentes y ‘enfermos como totalidades humanas que tienen his- toria y conciencia de su pasado y no pueden, por lo tanto, ser reducidos a una clasificacién. Pero sobre todo, lo que debemos hacer es borrar toda marca que diferencie a los sujetos y les impida efectivamente su cabal reinsercién en la sociedad, como el caso de las cartas de antecedentes penales y toda forma de estigmatizacién. Lo otro a lo que estamos obligados es a propiciar, en los centros de readaptacién, el reencuentro de los sujetos consigo mismos para que, mediante la resig- nificacién de su propia historia, su contexto y sus relaciones, puedan participar de mejor manera en su mundo y con su gente. liografia Bachelard, Gaston. El Nuevo Espiritu Cientifico, Edit, Nueva Imagen, México, 1985. Basaglia, Franco y Franca Basaglia. Los Crime- nes de la Paz, Siglo Veintiuno Editores, México, 1987, Bourdieau, Pierre. {Qué significa hablar?, Akal Universitaria, Madrid, Espafia, 1985. Foucault, Michel; La Verdad y las Formas Juridi- cas, Gedisa, México, 1988. — Vigilar y Castigar, Siglo Veintiuno Editores, México, 1983. Marx, Karl. "Introduccién General a la Critica de la Economia Politica", en Bourdieau et al, El oficio de Sociélogo, Siglo Veintiuno Editores. México, 1980. 31

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