RKOIRIGR 7
REVISTA DE FILOSOFIA Y CULTURA,
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aaacreaione TC mhG Runa
ING. ESUS PENEZ TERMOSTLLO fessavorerees
LIC. CARLOS MENDEZ CAMACHO Gabriel Marcel, filésofo de la interioridad, del amor y del absoluto
‘SECRETARIO ACADEMICO José Rubén Sanabria 3
ING. SALVADOR GUZMAN RODRIGUEZ eneeieheeteetenkion
\SECRETARIO DE EXTENSION UNIVERSI- ‘Heewdhersts Racurtrar bth ag
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‘FACULTAD DE HUMMNIDADES
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de Querétaro, 16 de Septiembre Ote. No. 57,
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El proceso de independencia de las colonias espafiolas
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Noticias
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2
38
4
31
61
n
8
AURIGA aparece tres veees por aflo. Es publicads por la Facultad de Filosofia de la Uni-
versidad AutGnoma de Querétaro. De las opi
en AURIGA responden exclusivamente sus autores.
nes expresadas en los trabajos publicadosGabriel Marcel, filésofo de la interioridad, del
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Cinco meditaciones sobre Parménides
oldgico, el criminal y
;ciones disciplinarias
EI proceso de independencia
de las colonias espaiiolas
‘Una pensadora en espafiol. Suetio creador
Maria Zambrano: esa voz derramada
Retos contempordneos para una
cultura cristiana
Algunas consideraciones sobre Estética en la
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‘Tardes de otoio
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enero-abril 1993
El drea de estudio como campo social
El trabajo de campo y el estudio
de las sociedades complejas
Aventuras con el diario de campo
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Antonio Pérez Alcocer: filésofo queretano |
Alejandro E. Obregon AlvarezEste trabajo se terminé de Imprimir
en el mes de Octubre de 1993
en los talleres Graficos de la Direccién
de Comunicacién de la Universidad Auténoma
de Querétaro con un tiraje de 1000 ejemplares
més reposicién.El discurso criminolégico, el criminal y
las instituciones disciplinarias
Bernardo Romero Vazquez*
L Introduccién
De acuerdo con la definicién tradicional, la Crimi-
nologia es una ciencia que se encarga del estudio de
la conducta criminal o antisocial con la intencién de
darle explicacién a esa conducta y proponer solucio-
nes, tanto en las estrategias de prevencién como en
los sistemas de readaptacién social.
Tal parece entonces que lo mas conveniente seria
‘empezar por definir qué es la conducta criminal.
Pero ya aqui comienzan las dificultades, no sélo por
la heterogeneidad de discursos en torno a este ob-
jeto, sino también por la dificultad de asir con pre-
cision y certeza esa supuesta realidad que se ha dado
en Ilamar "conducta criminal".
Asi como los discursos criminoldgicos tienen su his-
toria, es decir, tienen lugar y fecha de nacimiento, tam-
bién las practicas de criminalizaci6n tienen las propias.
Sin pretensiones de exhaustividad, este trabajo
intenta explorar precisamente el nacimiento de la
conducta criminal como objeto de la criminologia,
para extraer algunas conclusiones.
IL La construccién del objeto
de estudio en la Criminologia
Nosélolos manuales de criminologia, sino en gene-
Profesor de Ia Facultad de Filosofia, UAQ, y becario del CONCY-
TEC.
26
ral todos los manuales de ciencia, incluyendo los
textos de ciencias sociales, expresan una profunda
confianza en la naturalidad de su objeto de estudio.
Segiin la idea que permea esa literatura, una cien-
cia se define por una regién de la realidad que le
pertenece como objeto propio, como si el mundo
estuviera adecuadamente compartimentado y las
ciencias lo tnico que hicieran fuera adoptar para su
estudio a cada una de esas partes.
Esta es una idea que’ se inspira en la tradicién
positivista en boga desde el "auge" de las ciencias
naturales, pero que se remonta hasta el nacimiento
de la ciencia racional con el pensamiento griego
antiguo.
En efecto, la filosofia griega marcé la historia del
pensamiento de Occidente; de alguna manera la
historia de la ciencia se desplegé a partir de la
ciencia aristotélica.
En el siglo Illa. deC. Aristételes cancelé una rica
discusién sobre la naturaleza de las cosas de la
realidad y sobre las caracteristicas del conocimiento,
para que se impusiera desde entonces (excepto un
breve intervalo platénico) la concepcion realista, a
saber: que la realidades una y completamente acaba-
da; que posee definitivamente todos los elementos
que intrinsecamente le dan sentido; y que el cono-
cimiento, la ciencia incluso, no hacen sino captar y
reproducir la esencia en si de esa realidad.
Ya més cercanamente a nosotros, el positivismo
continua esa tradicién, agregando elementos
nuevos: la creencia en que el conocimiento cien-
tifico da cuenta precisa y exacta de la realidad en lamedida en que, de manera objetiva, se aplica a la
realidad observada los métodos de la investigacion
cientifica.
Aqui no cabe la subjetividad ni la especulacién;
lo tanico que tiene que hacer el cientifico es obedecer
a. un método cientifico exacto e imparcial para ob-
tener verdades cientificas. Lo que el criminélogo
tendré que hacer, en este sentido, es seguir las pres-
cripciones tedricas y metodologicas de la crimi-
nologia (que son, por cierto, todas tomadas de otras
disciplinas como la psicologia, la sociologia, etc.)
para hacer ciencia. Tal es la posicién de muchos
criminélogos todavia.
‘Sin embargo ese paradigma ha evidenciado su
capacidad casi nula para explicar su objeto de estu-
dio; tal evidencia ha sido suficientemente documen-
tada desde hace dos siglos por lo menos, desde
diferentes perspectivas y en diferentes ambitos. A la
idea de que el mundo es primero y de que el cono-
cimiento es solamente un reflejo suyo se ha opuesto
la idea de que el pensamiento es lo que define a la
realidad en tanto objeto de conocimiento. Tal es la
posicién de K. Marx en su Introduccién General a
Ja Critica de la Economia Politica donde dice:
El todo tal como aparece en la mente, como todo
del pensamiento, es un producto de la mente que
piensa y que se apropia del mundo del nico
modo posible... (1980, p. 207).
Desde otra éptica G. Bachelard sefiala:
...el sentido del vector epistemolégico pareceria
bien claro. Seguramente va de lo racional a lo
real y de ningiin modo a la inversa, de la realidad
a lo general como profesaban todos los filésofos
desdeAristételes hasta Bacon, Dicho de otra
manera, la aplicacién del pensamiento cientifico
parece ser, esencialmente, realizante
(Bachelard, 1985, p.11).
Lo que se quiere decir es que no es la realidad la
que se impone al pensamiento, sino el pensamiento,
el conocimiento cientifico, el que se impone a la
realidad. Y no quiere decir, por supuesto, que el
pensamiento determine a las cosas en sentido mate-
rial, sino que lo que en la ciencia se piensa y como
se piensa de las cosas no est en las cosas mismas
sino en las categorias con las que se abordan las
cosas, Todo cientifico que acude a la realidad para
estudiarla, la aborda siempre desde una muy particu-
lar perspectiva teérica.
Respecto del criminal como objeto de estudio de
la criminologia pareceria que es un sujeto real como
una cosa en si, y de ese modo preexistente al cono-
cimiento; es decir, tal parece que lo que la crimi-
nologia hace es estudiar al criminal que existfa antes,
de ser pensado o nombrado, sin embargo no es asi.
Lo que ocurre en la realidad es que todo discurso
criminologico se ocupa sélo de los objetos que ha
construido como tales y al modo como los ha definido.
La actual discusion sobre la naturaleza del crimi-
nal y las consecuentes estrategias de readaptacién,
es prueba de ello; un criminal es para cada perspec-
tiva criminolégica lo que se ha hecho de él; es decir
como se le ha definido: para unos el delincuente es
un enfermo, para otros un anormal, para otros mis
un desadaptado, etc.
Esto, obviamente no quiere decir que antes de la
criminologia no hubiera actos de los que ahora se
llaman criminales, sino que esos actos no eran Ila-
mados de ese modo precisamente porque no habian
sido definidos como tales. Este es un proceso que
tiene su propia historia.
IIL. El nacimiento del criminal en el
discurso criminolégico
Lo que he dicho hasta aqui contiene, en realidad, una
gran cantidad de imprecisiones que conviene ir
aclarando.
En primer término, he dicho que es el discurso
ctiminolégico el que define a los criminales, !o cual
es relativamente acertado mientras no nos pregunten
sobre la fuente y destino de esos discursos.
Porque ademas de impreciso, lo dicho se presta a
27un grave peligro: suponer que el pensamiento se
basta a si mismo para dotar de sentido a la realidad
y para construir sus objetos.
Si bien es cierto que el nombrar es de suyo un hecho
de constitucién, el decir no basta ni es origen. Tenemos
que escudrifiar en el nacimiento del conocimiento.
Tradicionalmente se nos ha acostumbrado a pen-
sar, también en la linea aristotélica, que los hombres
buscan naturalmente la verdad y que la ciencia es el
producto necesario del desarrollo de la civilizacién.
Tal pareciera, pues, que en el origen del cono-
cimiento estuviera la "sana curiosidad" de los hom-
bres para encontrar la verdad, como un destino claro
y luminoso, Dolorosamente tenemos que aceptar
que eso no es cierto.
Foucault, siguiendo a Nietzsche, advierte que el
vrigen del conocimiento no puede ser esa natural
busqueda de la verdad. Mas ain; el conocimiento no
tiene origen, no hay tal fuente natural de la que
emane; el conocimiento es inventado, creado, pro-
ducido.
Esta invencién de! conocimiento no tiene, por
cierto, nada de ingenuo; en el fondo del cono-
cimiento no hay sino "oscuras relaciones de poder"
En palabras de Foucault:
Por lo tanto, no hay en el conocimiento una
adecuacién al objeto, una relacién de asimi-
lacién sino que hay, por el contrario, una
relacién de distancia y dominacién; en el cono-
cimiento no hay nada que se parezca a la felici-
dad 0 al amor, hay mas bien odio y hostilidad:
no hay unificacién sino sistema precario de po-
der (1988, pp. 27-28).
El conocimiento no es, pues, esa ingenua
biisqueda de la verdad; ni lo es tampoco la ciencia,
ella es también un invento de los hombres y sus
conflictos. Lo mismo ocurre con la criminologia y
su objeto de estudio, Son un invento del poder.
Para demostrar esto basta un poco de historia.
Durante la Edad Media dominé en el mundo occi-
dental un sistema de relaciones que cobraba sentido
en funcién de su referencia con lo divino; el hombre
28
y el mundo no hatian sino seguir los designios de
Dios expresados en las leyes universales y eternas.
Los individuos que no se atenian a esas normas eran
considerados infractores de la ley divina y su con-
ducta era entendida como falta moral. La sancién
que se seguia entonces era la expiacién delas culpas.
A finales del siglo XIX y principios del XX, con la
consolidacién del sistema capitalista de produccién y
la conformacién de los estados nacionales, ademas del
nacimiento de la ciencia positiva, se da un vuelco en la
interpretaci6n de las infracciones las normas vigentes.
Por principio, las normas sociales ya no tienen el
mismo sentido que en el medioevo; después de la
Ilustracién las leyes son expresién del pacto social
emanado de la soberania que reside en el pueblo; las
leyes son la voluntad coercitiva de la sociedad; infringir
las leyes es violentar a la sociedad en su conjunto y
atentar contra la seguridad y la paz pablica. El infractor
es el enemigo de la sociedad.
Seha conformado un nuevo sistema derelaciones
sociales y de procesos de produccién por lo cual
también se transforman las leyes y el modo de
concebir y castigar a los infractores.
Este infractor es precisamente el criminal. En este
momento es cuando nace la criminologia y se in-
venta su objeto de estudio. En palabras de Foucault:
La falta es una infracciéna la ley natural, a la ley
religiosa, a la ley moral; por el contrario, el
crimen o la infraccién penal es la ruptura con la
ley, ley civil explicitamente establecida en el
seno de una sociedad por el lado legislativo del
poder politico (1988, p. 92).
Conviene ahora que pensemos qué fue lo que
operé el cambio y qué cosas cambiaron en ese
‘momento.
IV. El nacimiento de las instituciones
disciplinarias
Durante la época de la contrarreforma los frailesJesuitas inauguraron un estilo muy peculiar de insti-
tucién que a la postre se volveria elemento funda-
mental de la practica cotidiana. Estos frailes,
queriendo prevenir a los nifios de las desviaciones
que representaba la Reforma Protestante, y con la
pretensién de educarlos de manera intensiva, crea-
ron los internados donde se recluia a los nifios para
‘su formacién.
Estos internados eran instituciones de encierro
donde permanecian los nifios sometidos a horarios
y normas rigurosas que incluian prescripciones para
el estudio, el aseo personal, para el descanso, para
la oracién, etc; todo bajo la estricta vigilancia de los
tutores responsables.
Las criticas no se hicieron esperar: se advirtié que
al nifio, en un proceso sano de educacién, no podia
aislarsele del mundo. Con todo, el encierro triunfo
y fue inventada la escuela.
Surgieron entonces otras instituciones de en-
cierro: la fabrica, para optimizar el trabajo de los
obreros; los hospitales para mantener a los enfermos
fuera de la contaminacién del mundo; y por su-
puesto, nacieron también las cérceles.
Llegamos asi a finales del siglo XIX, cuando se
perfila la cétcel como la pena por excelencia y los
sistemas policiales y de vigilancia se conforman
como los sistemas prioritarios de indagacién; el
sistema judicial se vuelve carcelario y policiaco.
Paralelamente la Medicina se hace hospitalaria, la
educacién se vuelve escolar y la psiquiatria se con-
centra en los manicomios.
Con otras palabras, el tratamiento de menores,
enfermos, locos y delincuentes se reduce a las
instituciones de encierto, de régimen discipli-
nario.
Esta es la situacién actual de las instituciones de
readaptacion social; paradéjica y contradictoria. Es
paradéjica Ia situacién de esas instituciones por
cuanto, con la intencién de “integrar” a los sujetos
sociales en sus contextos, practicamente los extirpan
de ellos. Dice Foucault:
En nuestra época todas estas instituciones —fa-
brica, escuela, hospital psiquidtrico, hospi-
tal, prision—no tienen por finalidad excluir
sino por el contrario fijar a los individuos
(1988, p. 127).
Y es contradictoria la situaci6n de las institucio-
nes de readaptacién social en la medida en que,
segin se declara, deberian procurar la salud, le
seguridad social y la educaci6n en tanto que—todos
Jo sabemos— lo que logran es todo lo contrario de
eso que deberian alcanzar; por ejemplo, la cércel en
vez de reducir la delincuencia genera mis delitos, y
la medicina oficial propicia otras enfermedades por
la propia medicalizacién,
Con todo, a pesar de los resultados ya enunciados,
esas institucione. siguen vigentes en nuestra so-
ciedad. Y no en balde ocurre asi; esas instituciones
cumplen funciones fundamentales para nuestra so-
ciedad, aunque no siempre se enuncien de ese modo.
Mencionaré algunas de ellas:
1. Estas instituciones funcionan como un labora-
torio de observacién; brindan una excelente opor-
tunidad para hacer ciencia de los sujetos recluidos:
el hospital permite observar y clasificar enfermos;
a cércel nos da el mejor pretexto para definir a los
delincuentes, para después extrapolar las tipologias
de delincuentes y enfermos a los sujetos fuera de las
instituciones.
2. Una vez intemnados los sujetos, se opera sobre
ellos una suerte de "epojé", se aisla de ellos todo lo
que son para volverlos sdlo delincuentes 0 sélo
enfermos 0 sdlo locos; se les borra toda su historia
y se aniquila toda relacién con su contexto original.
En palabras de los Basaglia:
el fenémeno negativo, es decir el compor-
tamiento anormal en términos de insociabili-
dad responsable o enferma, es aislado de
manera que el individuo que lo exprese se
convierte solo en ese fendmeno,como si no se
tratase de un momento de un proceso en el cual
estn implicados la historia, el ambiente, los
valores, las relaciones y los procesos sociales
en los cuales cada vida individual esta siempre
29implicada(1987,p.91).
3. Concomitantemente se instaura, se fija, se
consagra una naturaleza; la del criminal, enfermo,
loco, ete. y junto con ello se consagra la diferencia
con el no-criminal, el sano, el cuerdo. Cuando un
sujeto es encarcelado no solamente se convierte
todo éi en absolutamente criminal sino que se
vuelve una referencia negativa para los que estén
afuera,
Las instituciones de readaptacién social cumplen
ademés la funcién de demarcar, de establecer limites
entre lo enfermoyy lo sano, lo criminal y 1o no-crimi-
nal, a la vez que demarcan la diferencia entre el
enfermo y el sano, el delincuente y el no-delin-
cuente, etc. 2
4, Por iiltimo, las instituciones de readaptacién
social, y como un resultado de todo lo anterior,
legitiman y validan la vigencia de las normas socia-
les, normas que son todas siempre arbitrarias,
Este proceso de "normalizacién" se realiza,
seguin Foucault (1983) a través de cinco operacio-
nes:
— Comparar los actos, referidos a reglas y siste-
mas de diferenciacién.
— Diferenciar a los sujetos segin esas reglas.
—Jerarquizar y valorar a los individuos.
— Homogeneizar a través de la coaccién,
— Excluir; trazar la diferencia entre lo "normal"
y lo "anormal".
Conclusiones
Contrariamente a lo que se piensa ordinariamente,
Jas instituciones de readapatacién social no cumplen
ni pueden cumplir la funcién de readaptar y reinte-
grar a los sujetos sociales que, en tanto dura el
tratamiento, son excluidos de su medio.
Y¥ no me refiero solamente a las dificultades nor-
males de todo tratamiento, lo que ocurre es que esas
instituciones lo que mas hacen es volver delincuente
al delincuente y enfermo al enfermo al alejarlos de
30
su realidad.
Durante el proceso de readaptacién ocurren
muchas cosas que anicamente tienden a confirmar
la identidad de excluido, de diferente de los sujetos
internos; hacen a los sujetos lo que son, 0 lo que
nunca podran dejar de ser. En términos de Bour-
dieau:
La institucién de una identidad, que puede ser
un titulo de nobleza o un insulto ("tu no eres mas
que un..."), es la imposicién de un nombre, es
decir, de una esencia social. Instituir, asignar una
esencia, una competencia, es imponer un dere-
cho deser que es un deber ser (0 un deber de ser)
Es significar a alguien lo que es y significarle
que debe conducirse consecuentemente a como
se le ha significado (1985, p. 81).
En resumidas cuentas, lo que hacen las institucio-
nes de readaptacién es confirmar el dictamen del
especialista: Ia sentencia del juez 0 el diagnéstico
del médico. El profesional de una disciplina técnica,
incluyendo a la criminologia, define a los sujetos y
las instituciones confirman esa definicién. El tra-
tamiento no es sino un proceso de conversién, de
identificacién, de diferenciacién y, por lo tanto, de
estigmatizacién.
De lo que se trata ahora es de revertir el proceso
de estigmatizacion: considerar a los delincuentes y
‘enfermos como totalidades humanas que tienen his-
toria y conciencia de su pasado y no pueden, por lo
tanto, ser reducidos a una clasificacién.
Pero sobre todo, lo que debemos hacer es borrar
toda marca que diferencie a los sujetos y les impida
efectivamente su cabal reinsercién en la sociedad,
como el caso de las cartas de antecedentes penales
y toda forma de estigmatizacién.
Lo otro a lo que estamos obligados es a propiciar,
en los centros de readaptacién, el reencuentro de los
sujetos consigo mismos para que, mediante la resig-
nificacién de su propia historia, su contexto y sus
relaciones, puedan participar de mejor manera en su
mundo y con su gente.liografia
Bachelard, Gaston. El Nuevo Espiritu Cientifico,
Edit, Nueva Imagen, México, 1985.
Basaglia, Franco y Franca Basaglia. Los Crime-
nes de la Paz, Siglo Veintiuno Editores, México,
1987,
Bourdieau, Pierre. {Qué significa hablar?, Akal
Universitaria, Madrid, Espafia, 1985.
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— Vigilar y Castigar, Siglo Veintiuno Editores,
México, 1983.
Marx, Karl. "Introduccién General a la Critica de
la Economia Politica", en Bourdieau et al, El oficio
de Sociélogo, Siglo Veintiuno Editores. México,
1980.
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