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Colocar este tipo de residuos en la basura, o dejarlos en manos de cartoneros, es

poner en riesgo la salud de las personas y del ambiente, debido a que contienen
componentes peligrosos como el plomo en tubos de rayos catódicos y soldadura,
arsénico en tubos de rayos catódicos más antiguos, trióxido de antimonio retardantes de
fuego, etc.
Mientras el celular, el monitor y el televisor están en su carcasa no generan riesgos de
contaminación. Pero cuando se mezclan con el resto de la basura y se rompen, esos
metales tóxicos se desprenden y pueden resultar mortales.
En Argentina existen 32 millones de celulares, un teléfono por argentino mayor de 5
años. Durante 2006 se vendieron 12 millones de líneas. La mayoría de las nuevas ventas
serán de reposición; es decir, que, en promedio, se recambiará un tercio de los aparatos
en funcionamiento, lo que implica que una cantidad equivalente será dejada de lado y se
convertirá en e-scrap, residuos electrónicos contaminantes. A pesar del riesgo que
implican para la salud, en Argentina no hay políticas de recolección diferenciada para
reciclar los desechos electrónicos y pocas empresas hoy cumplen la responsabilidad de
cumplir normas ambientales de la manufactura a la disposición final de los aparatos
electrónicos.

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