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José Luis Brea El tercer umbral. Estatuto de las prdcticas artisticas en la era del capitalismo cultural BI tercer umbral. Estatato de las pricticas actisticas en las sociedades del capitalisaro cultural. ‘Nadie pensasia que la condiciéa del artista ea una historicidad dada podeia ser ajena a la organizacén en su contexto de la esfera del trabajo. Ese elemental principio -en cealidad amy escasamente aplicade en los estudios astisticos y caltusales- es segucamente I idea motciz del conoside texto beajaminiano dal “autor como productor”!. Aplicindolo, resulta posible pensar al autor-actista al Jade del trabsjador cualquiera, sin adgnacle verticalidad orginica o jecacquia fancional alguna: sin colorarle ni ea d papel de guia onentadas del proceso histécico ni ea el de pateenal productor de ideologia que al trabajador matecial le correspondesia, tinicamente, consumir. Se tata de analizar cémo los distintos modos del trabajo en cada epocalidad cemenan entre si, formando “sistema” 0 episteme, entranda en constelacién. Pactiendo de esta idea bisics, ai propésito es proponer una sucetiéa sintétics de acticulaciones cenciales que desde mi punto de vista cecomen 7 deciden el desacrollo del ame que hemos Ilzmado contemporineo, basindola ao tanto en 1s JecalizaciGn de costes esilisticos o formales cuanto en su selacién a las wansfermaciones de la esfeca del teabajo 7 la producciéa, 7 cémo ellas detecminan algunas demareaciones significativas en la especificidad del campo de las pricticas cultucales, por un lado, 7 en su relacién con los modes y Gigusas del imaginario social, con las expectativas emancipatocias de la cindadania y la consueciéa colectiva de las focmas del “espicins objetivo”, por otco. Mi interés al establecer esta periodizacién no seri entonces histérico o aequealégico, sino ‘piincipalmente diqendsice. No me intecesa tanto ofverer ~dicho de otca fosma~ tuna lectuca univecsalista y ganosimica del pasado ceciente de las pricticas actisticas cuanto una aprosimacién genediégea y dimensionada a la propia peoblematicidad del presente. Asi, me demoraré lo menos posible en la ‘pnamaciéa de esas constelaciones constinutivas de histosicidades ya pasadas —y ‘por lo tanto inmuitivamente ficiles de sirazc- paca poner mi mayor éafisis en la cartografia negente y provisosia de esa otca conselacidm presente que como sujetos de acciéa y pasin en este campo de la visualidad nos concieme todavia. Dicho de ote; manem, intisticé menos en Iz caractarizacién de los dos primero: estadios que en el esbozo del tercero, por venir, y en el sefialamiento de lz peoblemitica que afecta a sa espacio como Ingar de transiciones y escenario de ‘una evolncién todavia indecidida y por tanto “en curso”, intervenible 1! Walter Benjamin, “El ator como produetor”, en Brian Wallis (ed), irve depwés de is modemidad, Ed. Akal, Madrid 2001 Es por ello en efecto que el timala nombea no ua tercec emadio ya estabilizdo, sino el umbral que hacia dl conduce, el espacio definido por la eriticeidad de una sitmaciéa transicioaal, de cambio, cuyo destino final no es en todo ajeno 2 las decisiones y sobce todo la accién qne sealice el conjunto de los actoces implicados en estas peicticas de comunicaciéa y producciéa simbédlica desplegadas en el ambito del significante visual Primer estadio: la era del capitaliome industrial. ‘No sesia dificil establecer una coselacion entre el proceso de transformacin de los modos de prodnecién que afeera al mundo en él periodo de desarrollo del cagitalismo industrial y el modo de tabajo y funcién que adopta el artista en el periodo de las peimeras vanguardias. Si al paso de la transformacida de los maodos de la economia y la produccién que tae el capitalismo en su fase de desarcollo industrial cosresponde un proce casi generalizado de taylorizacién fordista del azindo, que implacablemente conviecte 2 1a fibsies en el modelo peneclizado de organizacién de los mundo: de vida, las transformaciones consignientes en la esfera de lo simbélico sedaman del artis un nuevo poscionamiento, distanciado del pasivo papel de ilustradar de los ideales de la clase burguesa que hasta exe momento se le asignaba, viéndose prioritariamente Iamado a producis los pequefios bibelots que habsian de poblas sus claudicantes inteciores. Asi, el actista encontracd el modo de posicionasse al lado del nuevo sujeto emergente no sélo desde Ia exteriosidad de su propia prictica es decir, en la toma de posicién manifestads ea sus actuaciones ea tanto que ciudadano- sino incluso en su propia inmanencia, en el interior mismo de sm praxis como productos intelectual, cultaca Desde Inego que la apasician de modos mecinicos de la seproduedién va 2 favorecer exe proceso de “reverheracién” eatce los modos dominzates de la produccién industrial y los modos emecpentes del trabajo del actista, peco lo clemo es que esta sesonancia entee el proceso peneralizado de industeializacién de la produccién y dl que trene lugar en cuanto al “trabajo astista” resulta apenas pecceptible en los cesultados dizectos del quehacer del creador, todavia cendido al modo de peoducciéa manual-artezanal —salvo, quizis, en el ambito ortodoso del paradigms productivista miso 0 en algunos desacrollos efactivos aplicados en el contesto de na «cionalismo fancionalista a uluanza (por ejemplo en el sontesto de una industeializacién aplicads a las astes como la que desacrolla la Bauhaus). Donde sin embargo esta cocrelacién entree industralizacién de 12 produccién y del trabajo actistico semlta sin ambages perceptible es en el desarrollo da las mediaciones Ja apaciciéa de los sistemas de reproduccién mecinica permiten el desarrollo de las cevistas iinstradas, por ejemplo- y sobre todo en a apariciéa de quevos medio: organizadore: de modos “masivos” de 12 secepcién, propiciadores de modos de la percepcién “simultinea y colectiva”. Resulea claro que me sefiero principalmente al cine, pero es preciso tener en cuenta agni también en cuanto a la percepeién de las tradicionales artes de Ja eecepeiéa individmalizada —come la pintara- comienzan a explorace los potenciales que vendein a havec posible su difusidn y cecepcidn colectiva, en un sentido al que Ja eclosién de los auseos de arte contemporineo ao es ajena. ‘Tanto casi como on las mediaciones estructusalmente osientadas a lz secepaion “davultinen F colectiva”, estos dispositivos de apoyo propician que unit peieticas ofiginariamente nacidas para, excludvamente, omameatar los contornos individualizados de los modos de la sujeccién siagalacizada disefizdos por el proyecto existiancilustado, vayan poca a poco redefiniendo sus destinatarios, y con ello su mismo destino. Poco a poco, va cumpliéndose para ellas ese gito que, coma dijera Benjamin, “denota en el imbito plastico lo que en. el dmbito de la teosia advertimes como un ammento de la impostancia de la estadistiea”. A saber, y oon sus propias palabras, “la arieataciéa de la realidad a Jas masas 7 de éstas 3 a zealidad’?. Cémo la apasicion de eos medios auuiltitudinarios pecmiticia una reapropiacén, ‘por los “nnevos sujetos de la histosia” de sa propia narsativa podkia ser la gran ‘pregunta, uaa que a sus maneras diferenciadas se hacen Einsenstein o Brecht, pero lo cierto es que 1; utopia de uaa comunidad de comunicaciéa en ceceptores y emisores los selatores y los consumidores de los selatos simbélicos, fandacionales, constitutive de socialidad- coincidan, queda muy lejos ain, por mis que algunos suefios de experimentacién permitan por vez. primera acaciciac sa sued. En sa ausencia, el Ingar que inexorablemente le coresponde ccupar al productor simbélico se encuentsa esteuctusalmente desparrado, segcegado del mundo gue gy, frente al que necessriamente 0 poucién se define como antagénica. La divisién entre el teabajo productivo (depositade en efecto en las esteucturas del proceso industrializadas) y el inmatesial (el wabajo simbdélieo productos de los grandes relatos ¢ imagenes) es todavia un hecho, de manera tal modo que el psoductor simbélico se ve forzado a netuac agonistamente, como una especie de “teaidor de clase” que -en ua juego qne ha sido caractecizado como de “mecenazgo ideclégico”- viene a ammir al encazgo de producie 7 defender relatos y valores froatalmente contarios 3 los de Walter Benjamin, “La obra de arte en Ia era de la reproductibilidad téenica”, en Disearses Incerrampides 1, Taamus, Madcid, 1999. $ Hal Foster, comentando el artieulo benjaminiano en “El artista como emégrafo” incluido en El retorno de lo seal, ed. Akal, Madrid 2001. Aproveche a reconocer la denda que este capitulo mantiene con Ia reflerién fosteriana, particularmente con 13 contenida en el capitulo “For a concept of the Political in Contemporary Art” inclnido en Recodings, Bay Press, Seatde, 1985. Com ocasin de un seminario sobre = obra célebrado en Barcelona, tave oportunidad de contrastar con él sa modelo “tecodificacidn” de le politico en dos periodos frente a la posibilidad de consideramos avanzando 2 uc tercero, De aquella conversacién surgié Ja iden inicial de la que #: fruto este texto. Ja clase a eayos aparatos debe cuando menos sn propia formaciéa, si es qne no su posiciéa social efectiva ea el mundo. ‘Lo ciecto es que la estructusa separada de Ia producciéa material y simbélica sieve avay bien a exe efecto, toda vez le permite al artista exhibic una distancia caitica -o cuando menos setécica, peco en cualquier caso cargada de potencial persaasivo- con cespecto a los apartos de poder y al registro econémico- productive. Escondido tras la Siguca del bohemio que sechaza (simbélicamente, al menos) participar en Ia erganizaciéa efectivamente existente de los modos de production, ese posicionamiento le permite cevestic su prictica de “rechazo" en. el orden lingitistico, propiamente calmmal- de ua geado satisfictocio de eredibilidad. Peco allo sobce todo gracias 2 Ia efectividad con que loge deserollar una codifieaciéa global de tcansgresi6a, de contaley 7 contradisenrso. Para su fortuna, se encuentra frente 2 un campo tensamente aormalizado, el de la Acsdemia, que fija coawenciones y estrucrar: -smarcadamente sigidas, y ello le permite con selativa nitidex —debida al contralnz flamante que le ofvece un fondo de contraste tan formalizado- desplegac sw propio orden de diseucso bajo la apadencia no de una convencida especifica nueva, sino justamente de una contracoavenciéa, de ua contsadiscasso, Es a partic de ello que aamaralmente el programa de la vanpuardia se desarcolla como tna dialéetica megativa, como una estética de la disoaancia, hablando ya desde la vieulencia peovocadosa del antiaste ya desde dl silencio desparrado de la melancéliea inconciliadén con Je gue bay. Gracias al distanciamiento que ex setécica antagonista prefiguea, el artista de vanguacdia estrecha su lazo asociative con una época dela que, en él fondo, dificilmente participa: ni ame ai puede asumiz en todo su aleance el proceso de industaalizacién de los medios de peoduecién ni el proceso de “proletarizacion” de 1a cultura que en allo se inicia. Sin embargo, en la contundencia de su expresién negativa se prefiguea como crucial compatieco de viaje: la suya compacece en dl hoszonte de una “constelaciéa cambiada” con cespecto al mundo que es, No como una ideologia enunciada -o como un programa de salvaciéa del aundo- sino sobre todo camo ua paderozo contradiseurso —como uaa disposiciéa decoastructiva- que desmantela y debilita los potenciales de afiemacién que supuestamente sostienen y expresan el mundo establecido. ‘Mecoed a sa eficacia, un progeama que refiece su eriticidad peefecentemente al ecden inmanente de sa campo lingiistico se constda adecuadamente con un proceso de transformacién de los mundos de la producciéa 7 el abajo (an ‘proceso del que apenas participa sino por el ejercicio de un distanciamiento cat meramente reiérico de los apacatos productivos) y logra apacecer como creible compafiero de viaje de un horizonte histéricamente estallado de reclame de los derechos de la plena igaaldad ante los procesos de wansfosmaciéa de las formas de organizicién de la gobernanza social y politica -y por extentiéa de los propio: medio: de produccia. La correlaciéa inestable, pero somenida, de ea tiple coordenada entre el desarzollo del capitalismo industeial, la emética antagonista, el progreso de un ceclamo de los decechos de Ia igualdad- define para el espacio de desarrollo de las pricticas de producciéa simbélica desplapadas en el dmbito de la visualidad un primer estadio, ficilmente identificable con el hocizonte de las vanguardias clisieas Segando estadio: Hl capitaliomo de consume ¥ las revoluciones culrarales Hl muantenimiento del programa antagonista se complejiza enormemente euando Ja propia duceza del “horizonte de contaste” decae. La rigider accmativa de la academia acaba por ceder y su conjunto de cédigos, tanto formales como “morales”, cesalta muy proato pulvedzado, de tal forma que el actista de la tansgresién se queda muy pronto sin negauvidad “cont2” la que definicse, sin “busguesiz" a la que epatar. Al contsasio, ella se convieste muy pronto en su mas earusiasta protectors a] tiempo que la peopia zetdcies de la teansgresiéa tienda subsepticiamente a estabilizaese en mea worma. HL contadiscursa de la vanguardia se transfigues sutilmente ea modelo y hegemonis, conviertiéndose en. ley ticita. Merced a ello, el perfil del horizonte de contraste se desdibuja, y el trabajo “transpresoc”, antagonista, ve ve foczado a cedefinicse, a cecodificar su ‘peicticn. La adopeiéa de una dialéctica antivética, de la autonegaciéa, va a sec el parzdojal sendero que en esa dizecciéa la prictica ve verd forzada a cecorrer. Lo que evita que l sucamba demasiado pronto ea via muerca es ua hallazgo sutil pero crucial que pemite desplazac dl hoszonte de la citicidad: ésta ya ao se disigicd ‘preferentemente a la intederidad Lingiiistica de la obra peoducida, 2 Ia especificidad anténoma del propio signo astistico —cuyos cddigos focmales, siatietico: y seminticos ya habeian sido desbaratados por a prictica de lat primeras vanguardias-, sino a sa “peciferia”, a on “parecgon” (en expresion derridiana‘). Diche de otca manera: a todo el conjunto de dispositivos que “radean” y enmacean la obra ¥ desde esa exterioridad deciden y prodncen su efective valor estético, su lugar social. La autoceitica y el autocuestioasmiento ‘hacen. desivar asi el Hicido programa de sustituciéa caitica de la obra por andlisis de su leapuaje Jo que parecia al destino imglacable y condeasado de una paralogia antitética- hacia wa programa de titica cuestionamiento global de las medizciones, del coajuato de dispositivos y agencias sociales que dasde = exteriosidad construyen a la obra de arte como tal, como lo que llega a sex. De esa forma, d “fondo de contraste” se desplaza. Deja de tenerlo en una Academia que ya ac impone ai normaliza (dno con la debilidad de una especie ver al respecto Jacques Derrida, La verdad on Pinrera, ed. Pzidos, Barcelona, 2001 en trance de extinciGa) para seconcoade en una esteuctusa que emerge y se asienta con firexza y falgor propio en la sociedades del capitalismo de consume: Ja industcia cultural. Hla i que ostenta entonees enceme fneczz impositiva, constineyéndore en podecoto dictador de valores > hegemonias en todo al campo de las peicticas cultures. Seri por tanto frente a ella que cualquier dialéetiea antagonistz habei de recodificarse, absadonando las expecrativat expusias de na programa de transgresién —que carece ya de la normacién formal e incluso de un cédigo moral fuerte de valores establecidos contra la que ejeccerse- para poner en juego una dinamica critica de cuestionamiento y puesta en evidencia de los mecanismo: mediante los que uaas u otras peicticas se constiayen en hepemsaicas. Ta prictiea critica se decide asi como fandamentalmente csitica de la industsia cultural, y el ejeccicio de su resistencia — fo Fa teansgredén- se ejecce principalmente contea las detecminaciones de hegemonia que ella decide -7 los cddigos e intereses a los que da coberruca- negeciando entonces su dinimica de negaciéa ea eelaciéa al tiempo —y tambiéa, todo hay que decislo, en peoporeién al ésito. Pasado aquél, o logrado éste, lz “recuperacién” por la industuia acaba siempce por camplisse, si bien ol ejeccico efective de una previa ecusacién esitica opera como salvoconducto de admision, requetido. De esta modo, 12 dindmiea antagonista caractecisties de Ja primers wangoardia desemboea en a juego un poco tamperdo de tensiones de negaciéa y absorciéa en el que las propias armas de secusicién tecminan entregadas en manos del enemigo (segiin una imagen gne gustaba de usar Debord) como testimonios de cendicia, teofeos cautives al disentidos seabsocbido. Semejante juego paralégico :élo puede realizace en ol espacio de una sobseproducciéa sostenida, en el marco de las Hamadas “sociedades de la epulencia”. Ea ua contexte -dicho de otra forma-de “eapitalismo de consumo” con un sector servicios enormemente erecido y con grandes excendentes de beneficio, a cays sombea ccecen de manera simultinea Iz aueva industsia culmsal yun sector publico saneado, capaz de asumir ante el cindadano no sélo las mis elementales y primmrias tareas asistenciales, sing incluso aquellas que pertenecen, mds alli, al orden de un cierto bienestar. La generaciéa de siqueza no depende ya al tinies ni priorirariamente del dasascollo 7 1a optimiziciéa de los cecucsos productives, sino, y sobre todo, de la emtensién 7 atentamiento de porentes mescados de consumo abiertos mis alli de los bienes de neceddad implementando el desarcollo de sectores cada vez mis amplificados de consimo sentwarie. Como es evidente, la industria de la cultasa 7 4] entretenimiento cece absigada en ee comtexto, contuiluyende a la emecpencia de las que se han deserito como sotiedades del especticulo, una emergenciz en nada ajena al grado alcanzado “de acnmulacién de la mercancia” (segia la definicién 10 debordiana’). Las foemas dominantes de la alisnacién —y ea exe sentido andlisis de Debord sigue siendo impecable- se desplazan desde el imbito del teabajo al del consumo, al del ocio administrado. ¥ coasgnientemente tambien se desplazan las formas de 13 Incha, siendo asi que el propio espacio de las peicticas de produsciéa simbélica, la culnusa, +e convierte en arena principal de confrontaciéa 7 conflicto, A la wer que ea su espacio #2 atients uaa podeross industia iniciindose el camino de una colisién de zegistros de la produccién que como veremos va a cesultze erucial- el terreno dela eultusa y su consume se convierte en priositatio espacio de confrontacién politica, la sewolucién se woelve “cultural”. Si la primera oleada de Iuchas sevolucionarias se habia fijado en la posssiéa de los medios de producciéa, ésta segunda extiende el campo de batalla a auevos tecrenos ea los que la pasticipaciéa del produetor cultueal ya no va a sesultar exraterritorial, Inchas en las que ao va a verse impelido ai al “mecenazgo ideolégico” ni a la “traicion de clase”. En ciecta forma, al auevo sujeto revolucionario de estas Iuchat va a sec dicecta y namealmente aquella “clase ocios” desesita por Veblent 2 la que, en un contexte de sepamacion funcional todavia intocado entve las esferas de la produccién econémica 7 simbélica, pectencce de facto el productos culmusal, ajeno min 2 las dindmicas principales de fancionaatiento dal aparato econdmico-productivo. ‘Desde esa distancia fancional, la “extensién del campo de batalla" va absicse en tees nnevos escenatios de “zeciéa sevolucionasia” en los enales el productor caltucal va a encontsarse dicecta ¢ inmediatamente implicado, no ya como “compaiiero de viaje” sino como “xetor dizecto”. El primera tiene que ver con al rechazo explicito al modelo de sobseproducciéa e incitaciéa al consumo sunturatio (caractecistico de esta fase de capitalismo avanzada) desde sn misma base, es decic desde el rechazo a la sobsetasa de trabajo que constituye su motor (da duda en este cechazo esti haciendo siatonm Ia sedefinicia del tabajo que esti en curso y veremos hacer eclosion en el teccer estadio). H hosizonte del “rifaseo dal lavoro” que marca el inicio de una politica postfordista, es secogido tanto desde las filas de una izquiecda radical postobrerista (la consigna es del peimer Toni Negri) como desde las de un aplicado zetiviumo artistico (como a propuesta situacionista de “abolicién del teabajo alieado”). Las bascicadas de ‘Mayo del 68 son testigos de naa Incha generalizada conta un sistema basado en la sobreproduccién 7 el consumismo, y su sevelta —aliada de las de los movimientos estudiantiles y neolibectaios que scuden las sociedades avanzadas- apunta al decribo de tal sistema de organizacia de los amados de vida y su mstitucién por otro en que la seducciéa del tiempo del trabajo venga * 21 especticnlo as al capital en tal grado de aeumulacién que se ha convertido en imagen” an Guy Debord, La Sociedad dal Especticulo, ed. Pretertos, Valencia, 1999. * "Thorstein Veblen .Tevria de Ja clase ociase, Mexico, PCE, 1974 ul apuejada a la exrensiéa no de una coloaimcién del tiempo de ocio por el del consume, sino por la profundizacién en las dimensiones crsativas de 12 actividad. Hl cacicter “revolucionario” de la prictica artistica, como modelo de “no teabajo” creative, sesulta evidente e inmediato, y la alianza de los movimientos dear 9 neocoacepmal, o las proclama: de Bewys, Flums o la propia intecnacional situzcicnista con las diversas organizacienes politicas no es esta wer una alizanza forzida entee ajeno: que devean camiaar juntos, dno uaa concordancia de objetivos y procedimientos, casi, entre idénticos, Que las suevas izqnierdas Boxezcan como movimientos de sevolucién ecaltusal — Yiceversi- no es esta vez una coincidencia. Tanto mis cuznte que, en cierto sentido, el objetivo final de esta cevuelta es también en tlima instancia reansformar (conscientemente, deci el simadonismo) 1a forma misma de 1; expecieacia, la vida cotidiana: propiciac su enciquecimiento e intensificadén, HL caestioazmiento del coummismo 7 el mundo del trabajo no es tisicameate ahera un cuestionamiento abstracto del sistema de repacto de Ia riquezz: &: también y zates que nada el cuestionamieato de la “pobceza de experiencia” — para volver a una expresién de Benjamin-y de la “miseria” de expisitn que de sn impesio se sigue, Al sespecto, dl segundo escenario en que esta cleada de luchas se proyecta es crucial: el que concierne a la organizaci6a del deseo y la vida de los afectos. La gevolucién de las economias libidinales a sevolucién semal de los afioz seteata- 0 es en ese sentido una anéedota oun programa suplementario: el sistema que mereantiliza el amando asienta sn eficacia justamente en sa poder de segelacién exiaustiva de las economias del deseo, euyas fuerza: son decivadas, por lz mediacién del ordenamiento simbdlico, a la propia esfeca de la meccancia FI asentamieato efective del capita] x2 produce tanto por la apropiacia de las fuerzas productivas como pos lz imposiciéa de lineas de cédigo que saman somerea a las dal deseo, y por lo tanto el trabajo revolucionario seferido a 1a tansformacién de las estrneruras Lihidinales y de organizaciéa de la vida de los afectos es fundamental, En este punto la ceflexién deleutiana desacrollada ea el Antiedipo es dave: 20 hay abajo sevolucionasio sin la subversién de las esteucucas que captuan y someten los flujo: del deseo. El capital es simultinermente un modo de organizacién de las relaciones de producciéa y de segulacién de la vida de los afectos, y Ja coscelacién de ambos apunta en todo caso a la mediaciéa de un teccer cegistro: el de la sepresentaciéa. Y ée sec en efecto el tercer esoenario en el que esta segunda oleada sevolucionacia encoatrard proyecciéa el “trabajo artista”. Siendo el espacio de la cepreseatacién el sepisteo que media las celaciones del imaginasio con lo zeal —del deseo con las figuras sobre las que dste se Sja- el trabajo que sobce su ctitica pueda sealizace es fandamental, tanto mis cuanto que es también en su espacio donde cicculan 7 -Véase al cespecto Walter Benjamin, “Experiencia y pobreza” , en Diserms Tnterrumpides I, Taurus, Madrid, 1999. los acquetipos que fijan las formas de la subjetivacién. Todo al trabajo sevolucionario en esta saguada cleada de Iuchas tiene entoaces en los procesos de critica de la representacion su epitome, y come es obsio el Ingar del trabajo artista -eatendide como trabajo productor de representaciones y articalador por su mediacién de las intensidades afectivas, es decic un trabajo doblemente productor de signo > deseo tiene en ese quero teatro de la accién sevolucionasia una impostancia emucial. Sin duda, ademis, la “cecodificacion” dal sentido de su tare: en esta fase avanzada del cagitalismo de consumo v2 2 sefialac aachas de las disecciones en que alla evolucionara en la siguiente fase, era frente 2 cuyo seaecimiento nos encontramos. Antes en todo caso de intecaamos en 21 presantaciéa, queria igualmente fijac ‘su eaxtografia apresurada por selacién 2 la misma tiple coordenada: sole que el hosizonte de conteaste se ha desplazado ahora del modelo academia 2 Ia industeia ealrusal, la organizaciéa del teabajo deule el propio del eapitalismo industrial al de consumo y la focma de las expectativas de cevolucién y ceclamo ciudadano desde la primera olesda ceateada en Ja Incha por la igualdad y la propiedad de los medios de produccién a esta segunda en que el campo extendido de batalla se peoyeeta en el cechazo del tealajo, la cegulaciéa de las economias del deseo y la ecitiea de la representaciGn. Puede que esta ve2 ac cesulte tan evidente, pero nos atvevemos de nuevo a sugeric que la cocelacién sostenida de en wigle coordenada define esta vez, para el espacio de desarrollo de las psicticas de produceién simbélica desplagadas en el ambito de la visualidad, un sgunde esiadio, identificable esta vez con al hosizonte de las weovanguandias ‘Tecoer umbsal — primera coordenada: la eca del capitalisme cultural, La enteada del capitalismo contemposines en una suewa fase tiene lugar al peoducizse Ia colisiéa sistémica entre los registro: de la economia y la produccién simbélica, entre el sistema econémico-productivo, en general, y el subsistema de las peicticas culmsales y de sepresentaciéa. En tézminos antcopolégicos puede decirse que esa convergencia de registros constituye un aeontecimients inédito: la separacién funcional eate el cegisteo de la produeceién de siqueza y el trabzjo simbélico era seguramente una constante las sociedades humanas. Ia actividad productora de los aelatos y simbolos que generan procesos de seronocimiento e identificacion colectiva, induciendo a su través la misma institucién fundacional de la socialidad a que se cefiecen, se produce tradicionalmente al margen del trabajo endivaria, des proyeccién ea el tejido econémice-productivo y las actividades matesiales peoductoras de siqueza Esta sepacacién suede sec incluso perceptible en téminos de “divisién del teabajo”. las castas conmgradas a la peoduccién simbdlica se encuentcan habirmalmente “Uberdas” de participacin en el “teabajo productivs”, se1 cual sea la naracaleza de éste. No enteacé aqui a analizar Ja fancionalidad 13 ooos ost Tmumazo EcoNoMia CAPRALISWO CULTURAL CABITAUENO DE COMBI CAPTTALSING IMDLSTIAL JGUALDAD. Medion produesion ATER IA. Sn Rapresaniocisn Snelucien antcopolégica de esa division ni hasta qué puato ella implementa una eficiente esteuctuca de poder (en tanto el grupo hegeménico se aseguca su mantenimiento ¥ contcol) como constituyente del mismo lazo social, puesto que lo que en este puato me interesa es tinicamente atender 21 crucial momento de la hisozia que su coliién funcional se produce -y sobre todo valorar sns efectos sobre el Ambito que aos interesa, de las pricticas de produccién simbélica en el espacio de la visualidad. Dicha “colisién fancional” ocusce por culminaciéa cumplida de un doble movimiento seciproco: el que trae la cultura hacia la economia, a pastir del creciente desacollo de una industria cultural que viene poco a poco convirtiéndose en uno de los mis poderosos sectores de crecimiento en las economias actuales, y el que en la direccién conteatia aproxima la economia hacia la cultusa, haciendo que ella se accopue los cacacteres tradicionalmente asignades inicamente a las pricticas cultucales es decis, todos aquellos que tienen que ver con el poder de invemir identided (producie sujecciéa, efectos de seconocimiento, socialidad, difecenciacién, ete). Por la impoztancia que elo tiene en celaci6a a las pricricas productoras de vimaliad de las que en iiltima inszacia queremos tcatac aqui, ceo que es importante afiadic que tal absorcién de potencisles de simbolicidad se poduce por Iz propia “espectacularizacién” de la economia (y en ase sentido, de nuevo, los andlisis de Debord son Micidamente 4 anticipadoses). Diche de otra manera: por la vineulacion que los procsos de -mercantizacién contemposines establecen con ol registro mediitico de lo visual, por la via peineipal de la publicidad. Es poecisamente gracias a esa potentisima asociaciéa de economia e fmagen sienica que en auestea época estamos viendo anmentar desorbitadamente lo que ha sido Iamado “el poder de las maseas*” un. poder en iiltima instancia simbolico del que se ha cacgado al propio sepisteo de Ja economia. Hl poder de investir identidad, de distsibair selatos e iconogsafias fandantes (de socialidad, de sujecciéa), objetos de reconocimiento recipsoco y diferanciaciéa, de aticulacién de formas de comunidad y subjetivadéa. La adquisicioa de este poder por parte dela mercancia -que, insisto, auaca kmbiera sido posible si no se hubiera producido el proceso de execrrewlariqaciin de la mercancia que la extensién dal dominio de lo: media hace potible- coincide en al tiemgo con la decadencia cceciente de las viejas Geandes Miquinas productoras de identidad —el estado, la religiéa, la familia, la pateia, la emia, la clase, el género- y ello sobse todo debide al aumento espectacular de la movilidad caractecistiea de las auevas sociedades. Movilidad de todo orden —social, geogrifica, econdmica, afectiva o de creencias- que en psimec lugar obedece 2 los grandes flujo: migeatorio: y de informaciéa inducidos por el proceso de Gobalizaciéa, peco también al cacicter enocmemente dictil de los nuevos tejidos sociales, incluso a la propia movilidad creclentemente inestable de loz metcados de wabajo y formaciéa. En ese contesta de pérdida creciente del potencial simbélico por Jas vieja: méquinas bio-erritoriales se accecienta enormemente el adqnitido por los amevos operadores de simbolicidad peoyectados desde Ia circulacin de Iz mercancia y sn asociacién 2 mecanismos de ake visibilidad. La frigil ecuacién que ello define la gran “cantidad de identidad” que desplaza conta la poca que induce- determina lo que Ilamasiames el peneipio acquimédico de este nuevo capitalismo, cuya linea de flotacién se veri nevesasia ¥ constantemente amenazada entre otras cosas por al constante acoso de proyectos fundamentalistas, dispuestos siempse a apostar sdatos fundacionales cargadios de un alto potencial investidor de identidad, alli doade los microdi:positivos de identificaciéa :oportados en la: opersciones de mescantizacién espectacular por los operadores evondmiogs cevelan sn. misers inconsistencia Pese a todo, el futuco del proceso (de decadencia de las miguinas bio-texto- tectitaciales y su seemplazo por los nmevos agencizmientos vineulados 2 1 difusiéa de la mescancia) esté asepurado y ello por cuanto dicho movimiento — de la economia 2 Ia eulturs- viene a coincidic 7 se compone con ua proceso simultineo de gran crecimiento y dasarollo de lat “industeias culmeales”, devenidas ahora gigantizadas industias del entretenimiento, el “ocio cultucal” > el expectionlo (sobre todo geacias a su pretencia en las cedes de distibucién medial). La confluenciz de este poderoso gran sector de las industrias enlmurales * Al respecto, véase Naomi Hein, No Lago, EA, Paidos, Barcelona, 2001 con les igualmente magnificados de la informacion y las comunicaciones (y proceso histérico de fasiones de las grandes industeias de los tres sectores que se ‘produce ducante los aiios noventa es crucial) daci Ingac al nacimiento de mis importante 7 desarrollado sector un eneto sector podsiamos deciz-Ilamado 20 sélo a constitaisse como el mis importante generador de siqueza (todos los escenario: prospectivos coinciden en sefialade como el sector con mis ‘proyeocién en las sociedades del conocimiento} en el siglo 21 sino, y ala vez, en la ads potente opecador simbdlico que la humanidad ha conocido -en técminos de eficacia estadistica cuando menos Tanto que al mismo tiempo que podemos hablar de una fase diferenciads de “capitalismo cultusal” (toda vez que en des la produccién 7 distribmciéa de simbolicidad el auevo gran motor geaerador de ‘iqueza) debemos ceferienos ala constelacién de industeias que se asientan en 0 potencial como “industias de la subjetividad” pueno que su rendimiento mayor se peoduce precisamente en los téeminos de un “iavestir identidad”. Con st emergencia 7 consolidaciéa, esa coliién funcional de las esferas de lz economia y la cultura es ua hecho ya insodayable, Escolic: La mansformacién de ia esfera dei abajo. Las Knan-workers ‘Al paso de esa gran transformaciéa ocucre ota de no menores consecuencias paca el especteo de las peicticas axtisticas: la de la esfera del abajo. Si ya la colisiéa de las esfaras simbélica y econémics deja sin lugar propio (separado) a ‘unas paicticas que todavia se premmen como ocussiendo bisicamente al margen de la actividad productora de riqueza, integrada en la cadena de valor y 41 tejido econémico-prodnctivo, esta wansformacién de Ja esfera del tabajo va 2 conteibuir a difuminar definitivamente es fantasmageria interesada, y ello por cuanto supone una homologacién generalizada de los modos de la actividad productiva, Ls neva definicién del trabajo ao puede ya sesttingicse a la actividad matecial productora de mercancia, sino que su reconocimiento ha de extendere -7 en medida no menos importante- al trabajo inmaterial, a uaa actividad que lejos de desembocar en la fabrieacién especifiea de producto: distribuibles en escenario: de mercado apunta en cambio a la puesta en cixculacién de puros efectos de informacién, de meros contenidos (inmateriales) de conocimiento. Susge y se afianza asi un auewo mode dal trabajo cuyo sentido no es ya responder a las necesidades materiales bisicas, sino fandamentalmente alimentar las demandas de la cindadania en el imbito de la vida psiquica satisfacer anestras expectativas de sentido 7 emocién, de concepto y afecto. Es por ello que las dos dimensiones bisieas de este trabajo inmatesial (y uso la expresiéa buscando la cesonancia que pueda tener con la nociéa freudiana de “trabajo del suefio”) som la intelectiva y la intensiva, el trabajo conceptual y afectivo, la produccin de ideas y la de efectos movilizadoces de afeccién, de cacgas din3micas que accezcan o hagan decrecer auestra potencia de obras, al ramaiio (digamos) de auesa vida psiquiea, sx densidad, fluidex y consistencia. 16 La definicién de las suesteas como “sociedades del coaccimiento™ seclama en todo caso que la vertiginosa cizenlacién en ellas de contenido: de informaciéa 7, en general, efectos de sipnificancia matesiales o inmatesiales asegnce potenciales de recepeién critier que, como wil, contibaya a intentficar en uaa a ota medida los modos de expesioncia y —por continuze utilizando desesiptores spinozistas, ya que nos movemos en el macco de una teoria fluidiea de los afectos- favorezea el aumento dela capacidad de obcac por pacte de las unidades de accién y experiencia: produzca syecrién, potencie efectos de idewridad, dicho de otca manera. Sélo en esa medida la deseripcién de sociedad del conocimienra seri ajustada. En efecto, si la mera ciseulacién de Ia informacion (y =» gestion y organizacién) ateguea y concentra, segtin defienden los analistas, el fnadamento del crecimiento econémico de las sociedades actuales, slo cuando en su aprozimaciéa el receptor consigue una atimilacién exitiea podemos con sigoe hablar de conosimiento -y por extensién aombsar 2 las actuales como tales socitdades del conocimiento. Dicho de otca manera: no en la medids en que tuatamiento de la infocmacién es frente en ellas tinicamente de crecimiento econémico, sino en cuanto su ciceulacién cristalice 2 la vez en crecimiento expisitual, experiencial, en cuzato el trabajo sealizdo sex simultineamente generador de intensificarién de la vida paquiea, de produccién simbélica y samento del potencial de sx interpreraciéa critica 7 consciente. Es por dllo que la nocién de dren -verkers, de teabajadoses del conccimiento, 10 deberia sefialar ea exclusiva —ai xtin en absoluto, si la tomamos en puridad-a los productoses de software, patente: o contenido: de informaciéa, Gnicamente sean eapaces de genersr siqueza econdmica, sino y sobre todo a aquellos pacticipantes en los juegos de intercambio de informacién que en sa actividad generen di:posicin ceitica, agenciamientos que favorercan la iatertemmualidad de los datos, el contraste de las ideas recibidas. Entre ellos, nueva artista, enya fanciéa antropolégica se vecia asi cecodificada, anda coordenada: el sistema extendido de la i en las sociedades de a imagen vimalidad. Esta sedefinicén histocica tanto del amndo del trabajo como de las estructuras de la producciéa afecta inexorablemente al espacio en que se desarrollan las peicticas astistieas, por cuanto supone la extincién prictica del existir separaido del espacio ~e de la prodnecién simbdlicz- en que ellas se desarsollaban. Al mismo tiempo, conlleva la homologaciéa prictiea del tipo de actividad que la carctediza una actividad productosa de concegto y afeccion- al trabajo inmatedal desarccllado por los nuevos Avow-workers en todos los sectozes. La separaciéa simbéliea que coastinaia al artista ea uaa casta separada se desvanece, y la colisiéa de economia y culmea, por ua lado, 7 de tweabajo ouatecial 7 inmatedal, por oo, determina ua deiplazamianto emmerarl del “teabajo. artista” desde su distante “tore de macfil” a ua nuevo escenario pleaamente integeado en el mazco da dss que hemo: descrito como industias de la subjesividad. Ese devplazamiento estructural supone el recambio inmediato del “fondo de contraste”: éste ya no se sefericd al propio “espacio auténomo” dela institucién- Ade sino a la problematicidad ccitien de su “inemstacién” efectiva en la constelacién expandida de las maccoindustsias dela visualidad, ea Ja medida en que ellas constituyea cuando azenos uaa parte fadzmental —dada la impomancia que la consteuccidn de imaginacio visual tiene en selacin a culesquiera proceso de identificacién- de las anevas iadustias de lo simbélico, de ral modo que el mantenimiento de dinimicas antitéticas y autonegadoras en tanto que seferidas al espacio antéaomo de la “instimacién are”- resulta uaa peeudotares cadz vez més inconsistente. Tanto mis cuanto que en el eucso de este proceso el exiztir sparade de jo artidico contca d que presuntamente actuaban ya ha sido definitivamente desctivade por su inerusaciéa efectiva en el cumpo expaadide de Jer indusrias de la identidad haciendo asi que cualquiec forma de antonegacién antitética semlte definitivamente expusia A pastic de ello, lo crucial es sacar csiticamente a la Inz toda la problematicidad que al desplazamiento a ese auevo escenario determina, simando la aueva fuacién, antzopolégica de estas pricticas en las sociedades actuales Dicho de otra manera: se trata de, y comenzande por reconocer que sn fondo de contraste es Ja constelacién extendida de las “industsias de Ja subjetividad”, encontac ea sa expacio un difirends entice, las condiciones para que, dindose efectivamente en su marco, puedan estas pricticas servic a los inteceses que comstituyen por geneslogia 7 Ingac absteacto sa misma determinaciéa antropolégica. Al sespecto exea que dos precisiones son necesarias. La psimera se sefiere al cambio de ség;men que en cuanto a su “economia” va a producisse en ol ambito de estas picticas. Como para cualesquieca otcas formas del trabajo inmatesial, sus producciones tendecin cada vez mis a sec difundidas al espacio pablico no bajo formato: de comercio (de traasacciéa onerom de objeto) sino bajo economizs de produccién y distribuciéa. Hasta Ia fecha, la economia del acte se sostiene en tiltima instancia en un “zcto de comeccio", de intereambio con lucso que afecta ala propiedad del objeto que se transfiere. Sin embargo, y tanta mis caante mis se acentie el cacicter inmatedal de sn modo de production, lz prictieas de produeciéa de visualidad teadecin cada vez mis 3 difandirse bajo economias de distribucién, en las que.ao hay cambio en cuanto a la “propiedad” del objeto y la transacciéa econdmica se refiere exclusivamente al derecho de “acceso” a la informacién que contiene —es decix economias similares a las que operaa ea el imbito del cine, Ja televisiéa, la sadiodifasiéa o la difaién avusieal. ‘A fvor de ese desplazamiento pes Ia indiscutiblemente mayor 18 “democraticidad” de los procesos de distribucién (frente a los de mercado), que sia dnda aleanzarin necerariamente 3 muds ceceptores. Y algo quizis mis difsso ‘pero no menos erucial: que al teatarse de praduecién iamarerial su wansmisién 20 ‘produce pérdida en el dador, por lo que pueden creazse en su imbito entoros de distribucién cooperativa, cedes de intercamhio y cienlacién “na Incrada” — toda vez, en efecto, que quien di en dlas nada piece Se disia que todo esto cecentra el campo de las visjas Inchas por Ja propiedad precisamente en este teceeno de la propiedad intelectual, ea un encontronazo entre ol derecho de autor F el horizonte de la libse distibuciéa del conocimiento, utopistamente focomiable (cuando menos en abstracts) en el espacio del trabajo inmates Sin pretender en ningun caso dac por cetrada esta compleja y sugestiva cuestiéa®, lo que si parece claco es que esta forma de nueva economia: (primero) se impondei inexorablemente en un plazo medio por la propia fuecza de so mayor peoductividad, y (segundo) debecia contar con el apoyo de todas las Gaeczas de psogreso y etitica, toda ver es una economia que amplifica su campo eceptivo (mis democritics en ese sentido) y que apuara adenuis al desarcallo pouible de modos

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