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Alfredo Floristan (coord.) HISTORIA MODERNA UNIVERSAL Ariel Diseo dela eubiens: Enric Gull, 14 edn: septembre de 2002 5 impress juno de 2008, [© 2002 Alfredo Fos (coor). José Antonio Armils Vicente, [Luis Eargue Rodriguez San Pedro Bezares, ‘Antoni Simin Tres, Javier Anton Peay, José Maninez Mil, Gregorio Cols Latore, Sosep Juan Vid, Rafael Benitez Sénchez Blanco, Emilia Salvador Esteban, Primitivo Pl Alberoa, are Mole Ribak, Roberto J. Line, ‘Sito Villas Tinoco, Xavier Gil Pao Amparo Felipe Ons, Berar J. Garca Garcia, Erie Solano Camco, Caen Sanz Ayan, ‘Tomas A. Mantctn Novel, Luis A. Ribot Gar, Ricardo Franch Benavent, Miguel Rodigue7 Cancho, Ferando Séncher-Maeos, Enigue Giménez Lopez, (Carmen Saavedra Vézguez, Jos Ignacio Ruz Rodeguez, Tosé Miguel Palop Ramos, Jorge A. Catal Sanz Ma Vietris Liper Corde. Rafal Tones Sache, Agustin Gonsler Eres, Cis Borepueo Belin 1 Xavier Bars i Queat Derechos exlusivos de edicn en spat reservados prs todo el mundo: (© 2002 y 2008 ator Ariel S. A. ‘Ava. Diagonal, 602-064-0803 Barcelona ISBN 978-84:344.6656-1 Depssito legal: B, 26.89 - 2009, Impreso en Esp por Book Print Digital Botiies, 176-178 (08901 L'Hospitlet de Lobegat (Gaesions) ppl uilzado pala impresdn de et libro «cen por ce ire de coro 1 est ealcado como papel coco. ‘Qed ion ri na aoa ec de ares del opi Bap ies ei ry repens ope ee Pee Gack & Sanne oc ncaaac gues peso pica CaPiruLo 3 LA RUPTURA DE LA CRISTIANDAD OCCIDENTAL: LAS REFORMAS RELIGIOSAS Por ALFREDO FLORISTAN Intzcoz Universidad de Alcala El siglo xv1 vivi6 una conmocién religiosa que ha marcado profundamente a his- toria de Europa hasta el siglo xx. La Cristiandad occidental se quebré en varias iglesias, ‘cada una de las cuales se consideré a sf misma la auténtica, y heréticas alas demés. Imbuidas de celo reformistay estimuladas por su misma rivalidad mutua, las distntas cconfesiones, desde sus particulares fundamentos dogmaticos, pretendieroa moldear la Vida de sus fetes en todos sus aspectos. La familia, la relaciones econémicas y de po- der, las manifestaciones festivas y artisticas, etc, en todos estos aspectosterminaron por diferenciarse fos eatslicos de los luteranos, y los calvinistas de los anglicanos, por citar s6lo las confesiones mayoritarias a finales del siglo xvi. En su antagonismo mutuo as expansivo y proselitisia el de calvinista ycatdlicos que el de luteranos y anglica- ‘n0s— todas las confesiones recurieron al auxilio de las autoridadedes seculaues. Se ‘configuraron, entonces, iglesias territoriales, en un proceso de «confesionalizacin» ‘que sirvi6, a su vez, para reforzary defini los nuevos estados de la Edad Modema. 1, Reforma y contrarreforma, La fragmentacin religiosa de Occidente A principios del siglo xvi, muchos reclamaban una profunda reforma de la Igle- sia, Como en ocasiones precedents, con ello se pedia la purificacin de los abusos y el perfeccionamiento dela vida crstiana mediante el retorno a la doctrina primitiva, pero manteniendo la unidad y la continuidad en laf. ‘dente que Lutero, Zwinglio o Calvino, entre otros, habfan iniciado cambios profndos ‘que rompfan con Roma y que proponfan novedades radicales. Lo hacfan convencidos de que era preciso rectificarviejos errores en los que se empecinaba el papado, y vol- ver a la auténtica ensefanza de Jesucristo, adulterada por aftadidos que nada tenfan ue ver con el evangelio. 2 HISTORIA MODERNA UNIVERSAL Por ello se Hamaron a s{ mismos «reformados» 0 «evangélicos», y desde el si- lo xix se utiliza unfvocamente el término desnudo de «Reforma» para englobar to- {dos estos movimientos que formaron nuevas iglesias desde 1517. Los «luteranos», tachados de «protestantes», constituyen el grupo inicial mayoritario; pero, en pocas décadas, los «zuinglianos», os «anabaptistas», los «anglicanos» y los «calvinistas» se diferenciaban netamente de ellos y entre sf. Y con el tiempo, la fragmentacién de la Reforma y su adaptacién en distintos paises enriqueci6 las denominaciones con ‘nuevos matices: «puritanos» en Inglaterra, «presbiterianos» en Escocia, shugono- tes» en Francia, Porel contratio, la porcién de la cristiandad que se mantuvo unida en tomo al pa- pado prefiriéreconocerse como «catdlica», proclamando asf su expansiva uiversali- ‘dad misionera, aunque sus enemigos les motejaran de «papistas». Acometi¢ también su reforma interna y trat6 de recuperar por todos los medios, también los violentos,e} terreno acupado por quienes, desde su perspectiva, no eran sino meros herejes. Para y «Libros de pre- ‘ces» aprobadas por el Parlamento y por juntas de obispos afectos, y marginando a los Un nuevo cambio en el trono alteré radicalmente Ia evolucién de la iglesia en Inglaterra pero también por poco tiempo. Maria Tudor (1553-1558), hija de Catalina de Aragon, casada con Felipe If de Espafa, pretendis la restauraciéa del catolicismo, Para ello se ayud6 del episcopado mas moderado que habia promovido su padre, en particular de Gardiner al que nombré canciller. El cardenal Reginald Pole, exiliado fen Rama dese 1536, donde destacé como impulsor de la reforma catélica de Trento, regresé como legado papal plenipotenciario y fue hecho obispo de Canterbury. No ‘hubo problemas en cuanto al Parlamento, que derogé disciplinadamente la legislacién anterior; a cambio, Paulo II les absolvié del cisma y reconoci las secularizaciones {que se habfan producido. Aunque todos le aconsejaron prudencia, quiz en un exceso de celoreligioso,procedié a la purificacién del reino mediante la quema de 273 here- jes, entre los que se contaba el mismo Thomas Cranmer. John Fox pudo escribir en- tonces un Book of Martyrs y, como finalmente triunfé la Reforma, la reina pass a la historiografa anglicana como «Bloody Mary». Si hasta entonces, el pueblo inglés ha Samora aca prone al exo de iki la ieveeci yeaa eligiosa, ahora comenzé a verla como modelo de vitud y de resistencia nacional ffentea le tran papista (0. Chadwick). El largo gobiemo de Isabel I (1558-1603) permitié la afirmacién paulatiaa del «canglicanismo» como una variante de la Reforma protestante. Fuera cual fuese su fe personal, la condicionaron las circunstancias: era hija de Ana Bolena y cabeza de los perseguidos por Marfa I, y mantuvo tensas relaciones con Ia Monarquia Catélica de Espatiaen Irlanda, las Indias y los Pafses Bajos. En 1559, el Parlamento restablecié el ‘Acta de supremacta, el Acta de Uniformidad y el Libro de Rezos. Los Treinta ynueve larticulos de la fe (1563), refundici6n de los de Cranmer de 1553, tenfan un sire un 96 [HISTORIA MODERNA UNIVERSAL ‘poco més calvinista. Desde su excomunién por Pio V en 1570, aument6 la presin so- bre los catéicas, que se habian rebelado sin éxito en los condados del N en 1569. Los papas y el ey de Espafa avivaron Ia inquietud de los irlandeses cat6licos cos algunas ayudas militares y, en diversos seminarios «ingleses» del continente, formacon pres- biteros que atendieran a las comunidades clandestinas, Pero la mayorfa de los catli- 9s, aunque con dificultades, en general optaron por hacer compatible su fe ysu fideli- ad politica, Por otra parte, los disidentes que pedfan una profundizacién de la Reforms, una purificacién del anglicanismo («puritanos»), fueron también estrechamente vigilados {yperseguidos. Lareina se negé a una reforma en sentido presbiteriano, comoen Esco- ‘ia, que suprimiera el episcopado, uno de los principales soportes de su poder. En 1603, la «dglesia Catélica de Inglaterra» —asf se denoming oficialmente— mantenta ‘un credo basicamentecat6lico salvo en lo referente ala eclesiologia, lo que explicael fluido retormo de anglicanos al catolicismo durante los siglos x0x y Xx. 4, Lareforma catélica A prineipios del siglo xv1, algunos laicos y eclesisticos tomaron vigorosas ini- ciativas de reforma, pero particulares para una dices, para una congregacién, etc. Lo propio de la Reforma catia, frente a las otras reformas erstianas fue suunidad y su universalidad. Sucesivos papas acaudillaron la transformaci6n de toda la Iglesia se- ‘gin el mismo modelo: definido en el Concilio ecuménico de Trento (1545-1563) y aplicado paulatinamente segtn las citcunstancias particulares de cada iglesia en los paises de su obediencia, 4. Mov Las iglesias de las peninsulas hispénicae itiica se adelantaron a otra en sus ini- en la que participaban 36 laicos y 4 sacerdotes, Entre otras que se multiplicaron por toda Italia, la mas famosa fue la del «Oratorio del Amor Divino» de Roma (1513): no por su niimero (60 miembros, laicos la meyoria) sino porque participaron en ella san Cayetano de Tiena y Juan Pedro Caraffa (futuro Paulo IV). Estas iniciativas se prolongaron en la reforma de antiguas érdenes religiosas, 0 ‘en Ia fundaci6n de otras de caracteristicas muy novedosas. Un grupo de j6venes uni- versitarios venecianos, en 1505, se reunieron para estudiar Ia Biblia en torno a Paolo Giustiniani y Gaspar Contarin; més adelante, el primero reform alos monjes camal- , 1548) que la muerte del papa suspendis, El nuevo pontifice, Julio II (1550-1555), comprendié la urgencia de completar Ja obra. Aunque a esta segunda fase del Concilio (1551-1552) no acudieron obispos franceses, por las tensiones de Enrique I con el Emperador, slo hicieron algunos lu- teranos, delegados de 3 prncipes y 6 ciudades protestanes. Sus clevadas exigencias —empezar de nuevo las dscusiones;afrontaras s6lo desde la Escrtura: proclamar la supremacia del concilio sobre el papa— abortaron toda posibilidad de didlogo. Muy pronto, latraicién de Mauricio de Sajonia y su alianza con Enrique Ilda Franciaabrie ron una nueva guera, en la que Carlos Vestuvo a punto de ser capturado,y los obispos Alemanes se retiaron,suspendisndose el Conclio (1552). Julio Ill, entonces, intents por su cuenta una reforma de la Curia y preparé una «Bula de Reforma», que diese fuerza siquiera a los decretos de Trento aprobados hasta entonces y promoviendo ‘otros cambios, pero muri sin que se proclamara. Esta linea de reforma autocritica y no conciliar es la que sigui su sucesor, Pau- Jo V (1555-1559). Napolitano visceralmente antespafol,reformista de los primeros ‘momentos (fundador de los Teatnos), Paulo TV aport un esptitu duro, riguros,in- transigente. Mantavo muy malas relaciones con los Austria: con el nuevo emperador Femando I, porque habia irmado la Paz de Augsburgo (1555) y porque cis la corona sin su pancipacins y con Carlos ly Felipe Il con quienes guerre por la hegernonfa cn tal, No quiso saber nada del Concilio pretendi6 imponer por decret la reforma de a glesia. Reorganiz6 la Inquisiién romana, persiguiendo con dureza la inmoral dad de la ciudad. En 1559 publies el primer Indice pontiticio de libros prohsidos; {omé como base los de la Sorbona (1544), Lovaina (1546) y la Inquisiciénespanola (1551), pero lo llev6 a extzemos inusitados de rigor. ‘A'su muerte, la eleccin de Pio IV (1559-1565) permitiéreanudar el Concilio ‘enna tercera fase (1562-1563) determinada por crcunstancias muy distintas. Enel 100 HISTORIA MODERNA UNIVERSAL Imperio se habfa legado a una paz religiosa (Augsburgo, 1555), en Inglaterra se ha~ bfa frustrado Ia restauraciGn catélica (1558) y en Francia era muy grave el peligro de {que los hugonotes se hicieran con el poder (159). En las dos primeras fases, Trento hhabfa respondido a las doctzinas de Lutero y Zwinglio, ycabia la esperanza de una recuperacién tertitorial ahora imposible. Los esfuerzos se centraron, pues, en la re- forma interna de la Iglesia. E14 de diciembre de 1563, en la sesiGn de clausura, 6 car- denales, 3 patriarcas orientales, 25 arzobispos, 169 obispos, 7 abades y 7 generales ‘confirmaron todos los decretos adoptados desde 1546, que Pio TV ratificé inmedia- lament. 43. OBRA Y APLICACION DEL ConciLio ‘Trento reafirmé los principales dogmas de la fe catica frente alos protestants. ‘También la iglesia catéica se reorganiz6 para afrontar con mayor eficacia la «cura de almas» de sus fielesy la recuperacién de los espacios perdidos ante la Reforma. En cuanto ala clarficacién dogmética, se precisaron: 1, Fuentes de la fe. La Escrivura como fuente principal, pero interpetada en ‘concordancia con el magisterio de la Iglesia y con la tradicién. Se admiten como reve- lados los libros deuterocanénicos, que no forman parte de la Biblia judfa (udit, To- fas, etc.) Ratificada la versin latina de la Biblia segin san Jernimo —Vulgata— aunque se impulse una nueva edicién comregida. 2. Lajustficaciénporlafe yl valor de las obras. Rechazala visi6r extrema y pesimista de Lutero y, sobre todo, de Calvino sobre el hombre sin libertad para hacer el bien y rechazar el mal, Con la ayuda de la graca, que se otorgaen fos sacramentos, puede hacer obras meritorias y vencer las tentaciones. Con todo, el modo como in- teractian Ia gracia de Dios y la libertad del hombre siguié siendo un misterio sobre e1 due discutian tan enconadamente las escuelas teol6gicas catdlicas que los papas, a principios del xv, hubieran de imponeries silencio. 3. Lassacramentos. Son siete, son signos de Cristo y node la Iglesia, yotor- ‘gan la gracia en sf mismos, no seginlafe de quien los recibe. La doctrina catGlica mar- 166 profundas diferencias con la protestante. La Eucaristfa, en especial, fue exaltada ‘como renovacién del sacrificio de Cristo y como presencia real desu cuerpoy sangre. El sacramento del orden diferenci6 nitidamente alaicos de clérigos,éstos con sujerar~ ‘quia, E] matrimonio como unién pablica ante la comunidad, con el sacerdote como testigo solemne, adquirié una renovada dignidad. “4, La iglesia. «Cuerpo mistico de Cristo» pero también sociedad hist. co-juridice unitaria y jerarquizada. Aun reconociéndose el sacerdocio universal de los fieles por el bautismo, se exalt el sacerdocio ministerial de los consagrados, en tuna triple jerarquia de obispo, presbitero y didcono. No se resuelven, sin embargo, dos cuestiones fundamentales y conflictivas: primero, sila autoridad de los obispos ‘viene directamente de los apéstoles («episcopalismo») oes delegada de la del papa, yen qué consiste el primado del papa entre las obispos («conciliarismo»): y, segun- ‘do, el papel de los peincipes en la Iglesia y las relaciones del poder civil con el ecle- sistico («regalismo»). [LARUPTURA DEA CRISTIANDAD OCCIDENTAL: LAS REFORMAS RELIGIOSAS 101 Este renovado fundamento dogmético sostuvo importantes cambios disciplina- res. Ungia cuidar mas eficazmente la instruccién y la vivencia dela fe de los files: en este sentido, Trento fue un concilio eminentemente pastoral. No abordé cambios or ganizativos en la Curia romana, que los papas realizaron personalmente, pero i reno- '¥6 la figura del obispo y la del sacerdiote. El obispo debia ser un hombre de ciencia y Piedad, canonista otediogo, para servir como maestro y pastor de la iglesia local; esto le obligaba a residir en la didcesis, a vistarla constantemente, a predicar y ensefiar, a ppromover la formacién moral e intelectual del clero,y a introduce la reformas me- ‘diante concilios provinciales y sinodos diocesanos. Modelo de obispo tridentino fue san Carlos Borromeo, arzobispo de Milin (1564-1584). En cuanto al clero secular, se reafirma el celibato obligatorio, se dignifica el as- pecto exterior (tonsura y vestiduras talares que les distingan) y se le encomienda, ‘como colaborador del obispo, la cura pastoral en las parroquias. El pérroco ensediaré las oraciones y a doctrina en la predicacién dominical y en la catequesis de los nitios: controlar la administracign de los sacramentos mediante registros parroquiale, vi gilard el cumplimiento de los mandamientos de la Iglesia (confesién y comunién anual), Para ello, debe recibir una formacién moral intelectual esmerada: el Conciio ‘ordené la ereccién de seminarios en cada didcesis. Trento apenas trat6 de las Ordenes religiosas, salvo para recortar sus exenciones y aumentar el control episcopal sobre su actuaciGn en las didcesis. No se ocup6 apenas de lo laicos: el matrimonio siguié con- siderdndose un estado inferior ala consagraci6n religiosaoal simple celibato. Y tam- Poco trat6 de la reforma de ls principes, pese a que los obispos se quejaban amarga- ‘mente de ls intromisiones de las autoridades seculares. La Iglesia catdlica promovi6 las formas de piedad popular tradicionales que ha- bian rechazado los protestantes, aunque purificéndolas de excesos. Se impulsaron las cofradias populares devocionales, centradas en el rezo del rosario, lacaridad con los cenfermos, I oracién por los dfuntos, la celebracién de los misters y fiestas de la fe, ‘camo ns de Semana Santa, etc. Las procesiones se convirteron en reafirmacione co lectivas y publicas de la fe en aquellos puntos més atacados por el protestantismo: la ddevocign alla Virgen y alos santos y, sobre todo, del sacramento de laeucaristiaen las agrandes solemnidades del «Corpus Christi». El reconocimiento de ciertos milagros y, sobre todo, a canonizacién de nuevos santos, supervisada desde Roma, anim’ la fe el pueblo, al que se instruyé en las oraciones y verdades fundamentales mediante la ‘catequesis, ayudada dela publicacién de catecismos, y mediante la predicacién domi- nical y la extraordinaria de las «misiones». En Ia cristiandad catolica se acentué el clericalismo, la uniformidad y la riqueza formal de los rtos, frente al mayor protagonismo de los laicosy la diversidad y mayor sobriedad ltirgica de las iglesias protestantes. Los templos cat6licos se llenaron de crucifijos, virgenes y santos, expresin y objeto de la devocidn popular. Las vestidu- +s y los vasos einstrumentoslitirgicos se renovaron, enriquecidos con oro, plata, se- das y pedrerta, signos dela magnificencia de ls sacramentos. También se cuid6laex- celencia de la masica sacra, Ia polifonia coral y el 6rgano, pero como espectéculo sin paticipacién popular. Desde Roma se acabé por imponer un Misal (1570), un Brevia- Fo (1568) para el rezo y un texto de la Biblia (1592), sacrificando una rica variedad de tradiciones litdrgicas: nunca hasta entonces la Iglesia habla sido tan uniforms. Por Feaccién antprotestante la Biblia permaneci6 inaccesible al pueblo fel: se proclama- 102 [HISTORIA MODERNA UNIVERSAL. ‘ban latin en la lturgia, y s6lo la mediacién del clero en los sermones la acercabai la ‘ealequesis de los nifos no era principalmente biblica sino dogmatica La recepcién del Concilio y su aplicacién en la Europa cat6lica atendié a cir- ‘cunstancias nacionales, Felipe Il acepté los decretos tridentinos (1564) pero «sin perjuicio de los derechos reales»; uiliz6 los recursos del patronato regio sobre el ‘episcopado para supervisar su aplicacién en los concilios provinciales y sinodos diocesanos, Las guerrasreligiosas y un acentuado galicanismo impidieron su acep- tacign formal en Francia, aunque se admitieron como un acuerdo de la Junts del cle~ +0 (1615). En el Imperio, las reformas se aplicaron tarde, a principios del siglo xvi, ‘més por el apoyo personal de los principes de Baviera y de Austria. Pero fueron los ‘grandes pontfices del posconcilio (Pio V, 1566-1572, Gregorio XIII, 1572-1585. Sixto V, 1585-1590, y Clemente VIII, 1592-1605) quienes hicieron de Roma, de un ‘modo nids perfecto que nunca antes, la cabeza dela catolicidad y no sélo la sede de! papado, Alli ensefiaron los mejores te6logos (el «Gregorianum», de los jesuitas, desplazé a la Sorbona, Lovaina o Salamanca); se fundaron seminarios especfficos para los paises de recatolizacién colegios de alemanes, ingleses,irlandeses, escoce- ‘es, hingaros, etc). Los nuncios, ademas de representantes diplométicos, impulsa- rom las reformas y la administracién eclesidstca en los distintos pafses. Los obispos fueron obligados a informar en Roma sobre la vida eclesidstica de sus diGcesis en pe riddicas visitas «ad limina» (1585), que Felipe Il prohibié a los espafioles que cum plimentaran personalmente. En 1588 se crearon 15 congregaciones permanentes de ‘cardenales, con competencias definidas, nueve de ellas para gobierno de ia iglesia tuniversal (Inquisicién, Zndice, Concilio, Obispos, etc.), con Io que se reforzaba el ‘control romano. 5. Una Europa confesional La fragmentaci6n de 1a Cristiandad en iglesias rivales abocé a un proceso de ««confesionalizacién» (H. Jedin, W. Reinhard) en la segunda mitad del sigle xvi. To- das las «confesiones» sintieron de un modo parecido la urgencia de elabora ls for- ‘mulaciones dogmaticas que definieran su particular identidad, algo innecessrio mien- ‘as hubo una sola cristiandad. Asf, redactaron solemnes confesiones de fe como refe- rencias alas que debian ajustarse sus files: los luteranos en Augsburgo (1530) on la Formula de concordia (1577); los calvinistas en las distintas Confessio nacionales (francesa, 1559, escocesa, 1560, belga, 1561, etc); los catlicos en los decretos del Concilio de Trento (1564); los anglicanos en los Treinsa y nueve articulos de la fe (1563). Y, para instruir a todos los fieles en Ia recta doctsina, se elaboraron compen dios adapiados a los predicadores 0 al pueblo: los catecismos «mayor» y «menor» de Lutero (1529), la Intittio de Calvino (1536), el eatecismo romano de Pro V (1566) y sus versiones populares. Las diversas iglesias se organizaron mediante normas que regularon, més minu- ciosamente que nunca antes, el cult litirgico, el derecho canénico, la asistencia cari- tativa y educativa, etc, Durante la segunda mitad de siglo xv, dentro de la Iglesia ca- {lica, se multiplicaron en nimero e importancia las constituciones sinodales diocesa- ‘as y as disposiciones de los vsitadares episcopales. También los sinodos nacionales LLARUPTURA DELA CRSTIANDAD OCCIDENTAL: LAS REFORMAS RELIGIOSAS 103 y los consistorios calvinistas,o los consistorios y superintendentes luteranos, 0, en el aso anglicano, el Parlamento, elaboraron importantes «Disciplinas», «Ordenacio- res», «Prayer Book», etc, La formaciGn, tanto dl clero propio como del misiorero, se ‘encomend6 a centros especializados —colegios eclesisticos, seminarios—, y no in- diferenciadamente ala universidades como antes. Nunca como ahora ls iglesias em- prendieron la labor de catequizar a nifios y j6venes, lo que implicé a catslicos y pro- {estantes en un gran esfuerzo educativo, cteando colegios, gimnasios, academias, etc. Para preservar la ortodoxia y perseguir a los heterodoxos, todas las confesiones utili- ‘zaron parecidos recursos, que nunca antes habfan sido tan poderosos. Se desarollaron, ‘nsttuciones inquisitoriales;existi6 una rigida censura de imprentay licencias de pre- dicacién; se redactaron Andices de libros prohibidos o expurgados; se prohibis estu- iar en el extranjero. El concepto de «confesionalizacién», gestado por lahistoriografia alemana, in- ‘enta explicar las nuevas relaciones entre religién y politica en una Europa dividida, donde el Papa y el Emperador habjan dejado de ser referencias comunes operstivas, La configuracién de iglesias territoriales, como hemos visto, debié mucho a las autoridades seculares, «Una fe, una ley, un rey» se convirtié en el ideal de todos los principes del siglo xvr que afrontaron las consecuencias politicas de la ruptura rli- giosa. Gobernar sobre fieles de confesiones diversas y rivales no era deseatle por motivos evidentes: a diferencia inclinaba a la lign en el interior y ala alianza con los enemigos exteriores. Los catdlicosirlandeses ‘constituyeron una amenaza constante para Isabel I, su seina anglicana, lo mismo que los ealvinistas de las Provincias Unidas para Felipe II, su rey catblico, Salvo unos ‘pocos espiritus, nose entendi la libertad de conciencia y de culto como un derecho de la persona. Todas las iglesias mantuvieron parecida intolerancia y persigaieron rigurosamente a os herejes con la ayuda del poder secular, que los considerata trai- {dores. Sin embargo, la violencia de las guerrasintestinas religioso-politicas, sobre {odio en el Imperio y en Francia, donde no podia llegarse ala aniquilacién del contra- rio, obligaron a firmar paces religiosas. La Paz de Augsburgo (1555) en el Imperio, <1 Edicto de Nantes (1598) en Francia, el Edicto de Magestad (1609) en Bohemia, regularon una tolerancia «politica», siempre imperfecta y amenazada y que, ala pos- ue, fracas6 en el siglo xvi. La idemtficacién del principe con una determinada confesién refor26 su autori- dad y su poder: la secularizacién de bienes acrecis su patrimonio, y los eclesiésticos y sus instituciones actuaron de diversos modos como instrumentos al servicio de rey. En Ia Escocia presbiteriana, Jacobo VI se lamentaba de que, sin obispos, no podria ser lun auténtico rey como lo eran Isabel I de Inglaterra o Felipe Il de Espaia, que contro- laban estrechamente a sus episcopados respectivos. Por otra parte, iglesias y estados comprendieron las ventajas de colaborar en la formacién de sus fieles y subditos de acuerdo con los nuevos criteios de ortodoxia y de disciplina social que se crefannece- satis. El pueblo tardé en apreciar e interiorizar unos cambios religiosos y ala vez po- liticos, en los que hubo de ser adoctrinado utilizando una variedad de recursos: legales ‘ypenales, pero también literari y artisticos. Este proceso, iniciado en la segunda mi {ad del siglo xv1, se completaria durante la centuria siguiente

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