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mercado institucional pero con brutales desincentivos en términos académicos, genera toda suerte de inconvenien- tes y desajustes que suponen grandes sorpresas. En el mundo profesional de las administraciones pablicas exis~ ten académicos con un enorme prestigio que en sus centros universitarios tienen nula capacidad de influencia y sufren marginaci6n y desprestigio. Algunos de los autores y pen- sadores con més prestigio en las administraciones pablicas no son ni tan siquiera doctores (nivel que en términos aca~ démicos equivale a hacer una suerte de primera comu- nién), o bien no son titulares o catedraticos de universidad. En cambio, sus jefes de investigacién, académicos que po- seen las publicaciones internacionales con més prestigio, son unos auténticos desconocidos en el mundo real de las instituciones. En términos universitarios se suele utilizar Ja distincién entre monjes y guerreros. Los monjes son acadé- micos puros que se dedican solo a la investigacin basica con tal nivel de sofisticacién que apenas logran tener vincu- Jo alguno con los problemas reales de las administracio- nes piblicas. Son profesores que se enorgullecen de no hacer cursos, ni conferencias, ni de formar parte de comi- siones de expertos y rehtiyen como de la peste de hacer dictamenes 0 consultorias como mecanismos de trans- ferencia del conocimiento. Pero es un falso orgullo ya que les genera una gran insatisfaccién no ser reconocidos social y profesionalmente y no formar parte de un mercado que genera incentivos econémicos importantes. Por otra parte, estan los guerreros que luchan, en términos de mercado, por lograr alzar su voz y poder influir en las decisiones de las instituciones piblicas. Se mueven en la légica perversa de oseer un gran prestigio social y profesional y verse dirigidos y ninguneados por los monjes que despliegan un poder con formas contundentes y eclesiasticas en el seno de universi- dades y centros de investigacién. Los monjes universitarios 46 sienten celos del prestigio y del éxito econémico de losgue- rreros y, por ello, la mayoria suele tratar a los guerreros con una gran dureza. Hay que decir también que hay guerreros tan seducidos por las sirenas del mercado que se inhiben de manera injustificada en sus quehaceres y deberes de naturaleza académica docente ¢ investigadora. Se trata de una guerra entre ambos colectivos sorda ya que no se percibe extramuros de la universidad pero desgarradoraden- tro de sus densos muros de convento. Finalmente, existe la excepeién de los académicos conocidos como anfibios en el sentido de que se mueven bien tanto en el entorno institu- cional y de mercado como en el entorno académico. Pero cada ver es més dificil ser anfibio ya que ambos medios han extremado sus exigencias con el tiempo y requieren una especializacién en un campo de juego 0 en otro. Yo que soy un anfibio por conviecién, ya que considero que no debo descuidar a ninguno de los dos medios en los que creo que puedo aportar algo, percibo cada vez més que la condicion anfibia es insostenible y que debo especializarme en un medio u otro. Para terminar, la divisién de roles académi- cos entre monjes y guerreros esta en un claro proceso de extincién ya que lentamente los guerreros estin desapare ciendo. Los monjes académicos tienen en sus manos la politica de selecci6n y de promocién académica e imponen unos criterios, propios del mundo del béisbol, tan exigen- tes que estin exterminando a aquellos que se dedican al mundo real del faitbol e incluso a los anfibios, que los obli- gan a residenciarse tnicamente en el medio puramente cientifico. El lector, politico 0 alto funcionario, puede darse cuenta de esta lenta pero inexorable transformacién del medio universitario en el sentido de que desde hace muchos aiios los expertos que siguen (lo que en la jerga conocemos como “equipo médico habitual”) son siempre los mismos pero cada dia mas mayores, Son excepcionales,

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