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La familia Guacatela Mauricio Paredes lustraciones de Romina Carvajal La familia Guacatela Mauricio Paredes tustraciones de Romina Carvajal Has comido salchichas con puré? Si, por Supuesto, Pero la receta de Toxina Gudcatela es muy especial;isalchichas de basura con puré de orejas! Toxi prepara ‘delciosos: platos para su adorado marido, Rofoso Guacatela. Los dos ‘se aman y son igual de cochinos. Rojo nunca se ha echado desodorante, ni ha cambiado sus calcetines, ni menos se ha lavado el pelo; de hecho, una feroz mascota vive en su melena. Sus vecinos | ‘ya no soportan la hediondez, pero nadie puede expulsarlos, porque sus salchichas guardianas las protegen. Todo marcha ala perfeccién para este feliz matrimonio, hasta que reciben un misterioso e-mail. www.habiaotravez.com ALFAGUARA INFANTIL io af Aqui vienen Toxi y Rofo, {St, aqui llega la familia Gudcatela! jFanfarria, emocién, que comience la di- version! Los Gudcatela son un feliz e insa- no matrimonio y quizds te puedan pare- cer un poco asquerosos. Bueno, en realidad Jo son, pero al conocer su histo- ria descubrirés que la verdad no es sola- mente aquello que se puede ver... u oler. Ella es dofia Toxina de la Ponzofia Tcorosa, sefiora de Gudcatela. Viene de una rancia y flemdtica familia. Es un po- co pretenciosa, Se arregla a su gusto. El problema es que «su gusto» es el pear que te puedas imagi- nar, Piensa en las tres comidas mds malas que hayas probado. Ahora mézclalas en un solo plato. Esa te dard una idea de lo que significa «su gusto». El es Sérdido. Rofioso Gudcatela, Prefiere usar su segundo nombre, Rojioso; «Rofo» pa- ra los amigos. :Por qué? Porque cuan- do decia que se lla- maba Sérdido, la gente crefa que tenia algtin problema para escuchar y comenzaba a gtitarle, yl siempre ha tenido buen oido, 2 pesar de que nunca en su vida se ha lavado las orejas Un buen dia, los Guécatela iban caminando por la avenida Reino de las Moneras, en donde se acababa de cons- truir un moderno condominio, llamado Lo Barato, que quedaba ubicado en los faldeos de Ia cuesta Caro, Recién se ha- ba vendido la primera casa, Esta fue comprada por la preciosa familia Cardi- nal, con la intencién de escapar del ruido 10 y de la contaminacién de la ciudad. Po- bres, no sabian lo que les esperaba. Los Gudcatela, en vez de pagar por una vivienda, decidieron instalarse sin permiso en la casa piloto, que es la que el duefio del condominio, don Destala Pla- ta, exhibfa como muestra. Por eso ya te- nia todos los muebles necesarios: camas, sillones, una mesa, un reftigerador y has- ra un televisor con muchas pulgadas. Por suerte, la casa era de dos pisos, porque al poco tiempo, los Gudcatela Hlenaron de basura la planta baja, y en- trar o salir por la puerta pasé a ser impo- sible. Ingeniosamente, pusieron una escala por firera que llegaba a la ventana de su dormitorio, y asi solucionaron el inconveniente. En resumen, Toxi y Rofio Gudca- tela son sucios, flojos y aprovechadores. Hasta podrlan parecerte unos cretinos, pero no... ellos son muy diferentes. ul wi —-Unaexperiencia = electrizante —jloxi, mi quetida Toxi! —llamé cantando el seftor Gudcatela a su mu- jer—. {Ya va a comenzar tu programa fa- vorito! Ella Ilegé corriendo con sus panta- lones de aerdbica apretados y se tiré de un salto sobre la cama; no queria perder- se un segundo del infomercial que la trastornaba. —jLlame, lame, Ilume y adelgace YA! —decfa el presentador con acento extranjero—. {Sin sactificio, sin ejercicio, sin siquiera conocer a Mauricio! —efec- tivamente nunca supimos quién era Mauricio, pero rimaba—. ;Sélo ajtistese el fantéstico cinturén Ab-Dominacién, presione el botdn rojo y autométicamen- te comenzard a recibir el efecto de la électroterapia! {Usted no tiene que hacer oe Jos abdominales, Ab-Dominacién, los hace por usted! Rofo! —dijo la sefiora Gudcatela—. ;Cémprame Ab-Domina- cin, por favor! —y acaricié a su marido. —Por supuesto, mi Toxi adorada. No tenemos cdmo pagarlo, pero no im- porta —y marcé el ntimeto que apareca en pantalla justo cuando el animador, que se llamaba Marrullero Camandule- 10, dijo qYAl». Asi consiguieron ser los primeros en comunicarse y recibieron de regalo un afio gratis de cloro. Estaban tan contentos que se dicron un fuerte abrazo, tanto que a Toxina se le escapé un enorme eructo. A la mafiana siguiente llegé el ca- mién con la ansiada caja plateada, igual de brillante que el traje de Marrullero. También venian los doce bidones'de clo- 10, hechos de vidrio grueso y con capaci- dad para veinte litros cada uno. {Oh, qué alegre estaba Toxina de la Ponzofia Icorosa, sefiora de Gudcatela, aquel dia! Abrié el paquete con desespe- 15 racién y de adentro sacé la flamante co- trea eléctrica, Répidamente se la puso al- rededor de la cintura, presioné el botén rojo y... nada, no pasé absolutamente nada. Entonces dofia Toxina leyé con di- ficultad las instrucciones, porque esta- ban cscritas con letra muy pequefia y ademas ella tenia muchas legaiias acu- muladas en los ojos. Decia: «NO SE IN- CLUYEN LAS PILAS». Qué pileratal ;Qué injusticia! [Es una estafa! jLlamaré a la policia! —grité la sefiora Gudcatela. Rofioso la consolé: —No te preocupes, Toxi linda. En vez de usar pilas, puedes conectar Ab-Dominacién al enchufe de la pared, yo tengo un par de alambres guardados abajo. Ella estuvo de acuerdo y se serité en una silla al lado de Ja muralla. Pronto aparecié Rofioso con los cables y los en- chuf6 a Ia corriente, —Sientes algo? 16 —Apenas unas cosquillas en la panza. Creo que va a ser necesario tomar medidas més drasticas —,Cuiles? —pregunté extrafiado el sefior Guécatel —Ya verds, Sigueme. Toxina se levanté de la silla y bajé por la escala que daba al jardin, donde el pasto estaba un poco largo, pero atin se- gula siendo verde y ademés tenia 4rboles, arbustos, plantas y flores. Su marido la siguié, Cruzaron Ia reja_y se quedaron parados en la vereda, justo al lado del poste de la luz. —Entonces, ;cudl es tu idea? —di- jo Rofioso, con cara de susto, —Sélo observa —respondié muy segura, Tomé los cables y los hizo girar igual que boleadoras. Una, dos, vueltas y los lanzé hacia arriba, Queda- ron perfectamente enganchados a los del farol, Entonces la electricidad bajé por ellos, con’ toda su potencia, hasta la ba rriga de la sefiora Guécatela. v {Tille-lle-lleeé! —sonaba el cuerpo de Toxina al ser electrocutado. Ella vi- braba mientras de su pelo salian chispas y rayos azules con blanco falgurante. a-pa-a-ga-a ¢-e-el bo-o-to- jjo-0, po-o-or fa-a-a-vo-or! —le suplicd a su marido, —Me da miedo —respondié él, mirdndola espantado. jE-en-to-o-on-ce-es_ co-o-or-ta lo-o-0s a-a-la-a-mbre-e-es, si-i fue-e-ra- a-as ta-an a-a-ma-a-ble! —dijo dofia To- xina, sacudiendo los brazos y las piernas, como bailando tecno. —iAh, bien pensado, mi Toxi ra- diante! —dijo Rofio y se fue a buscar entre los escombros, donde encontrd una enorme tijera, con la cual tronché los cables. —,Cémo te sientes? —Mejor que antes —respondié ella, atin humeante. -—Pero, mira! —el sefior Guaécate- la indicé hacia los abdominales de su se- fiora—. {Tienes calugas! 19 Y era cierto, Toxina de Guécatela lucia ahora unos impresionantes mdscu- Jos en la zona estomacal, dignos de un fi- sico-culturista. {Y qué contenta se puso! —Quieres usarlo ti ahora, mi Rofio melenudo? —Manm... quizds otto dia, porque estoy con el estémago vacio y me parecié leer en el manual que no era lo més apro- piado —respondié mirando para otro la- do, mientras a ella todavia le segufan dando los tiltimos tiritones. 20 ™ Salchichas domesticadas EI suceso elgctrico cuvo algunas otras consecuencias. El pelo de Toxina quedé tieso para siempre, una mezcla entre pinchos de puerco espin y virutilla para ollas. Ademas ocurtié algo no tan comtin que digamos: toda su piel quedé magnetizada. —Quedaris arin mas bonita! —le dijo su matido—. Te pondremos los adornos del reftigecador, esos que tienen imAn, También seré muy «til: te compra- ré una libreta con tapa metélica, ast po- drés anorar las cosas que tienes que hacer, © empezar un diario de vida, ;o apuntar los horarios de los infornerciales! —Gracias, mi Rofio regalén; co- mo siempre, tienes toda la razén, En agradecimiento, te prepararé una comi- da especial, algo sin igual. —No hay por qué, Toxi luminosa, para eso estoy. Entonces Rofioso fue a preparar la cama para ver televisién mientras co- mian, y su sefiora se dirigié a la cocina en busca de las salchichas que habia dejado en el refrigerador. Qué raro! :Dénde estarén estas salchichas? —se preguntaba rascdndose su pelo rigido. Examinando el interior del frigorifico descubrid que las cecinas habfan trepado por si solas y estaban pe- gadas al techo del aparato, ondulando le- las de un lado para otro, Con gran dificultad logré poner las desobedientes salchichas en el plato del sefior Gudcate- lay enel de ella. Como acompafiamien- to agregs la tortilla que tenia en la sartén, una mitad para cada uno. Mientras, en el dormitorio, Rofio- so ya tenfa su barba lista para comer, {Su barba lista para comer? No te preocupes, lo comprenderis mas adelante. — Mmm! ;Qué aroma tan delicio= so! ;Qué banquete me has cocinado? 22 —Se trata de una recéts novedo- sa: salchichas movedizas con tortilla misteriosa. —Ehm, qué rico —dijo el enma- rafiado marido, y se acercé a pinchar uno de los tubos. —jNo! {No nos comais! —grita- ron las salchichas, sentandose en el pla- to—. ;Por favor, no nos perforéis, ni nos acuchilléis, ni menos nos mastiquéis 0 engullais! —Pero qué comida mas mal edu- cada! —les grité Toxina—., :Acaso no les ensefiaron que no se debe gritar en la mesa? —Perdonad —dijeron al mismo tiempo las tres salchichas del plato de Toxina junto con las otras tres del plato de Sérdido Rofioso. —Mi amorcito —susurré el sefior Gucatela—, ahora que las veo tan acu- rrucadas en el borde de mi plato, me da pena comérmelas... y fijate qué lindo co- mo hablan. —Si, sf, escuchadlo, que tiene toda 23 "Ia tazén! jNo nos zamp. tamos vencidas! La sefiora Guécatela las miré con ojos de vernura y finalmente sentencié: —Eseé bien, no las devoraremos. Al contrario, desde ahora senin parte de nucs- tra familia. Quieren que las adoptemos? —(Si, si, si! —respondieron a coro. —Muy bien. Ahora vayan a jugar al jardin. — Gracias! Seremos vuestras guar- dianas! jHaremos turnos a fin de prote- geros! Felices y agradecidas bajaron a sal- tos por los peldafios de la escala hasta el patio. Roftoso medité que deberian bau- tizarlas pronto, Después también pensé que segufa con la panza hueca y que te- nia hambruna. “Bueno, a comer esta rica torti- Ila, supongamos que no querré quedar- se a vivir en la casa también —y se embuché un buen trozo—. {Mmm ;Sa- brosal 2De qué es? —pregunté con la boca llena. —Es un platillo sencillo: se pre- para con un quilo de bole alimenticio, tuna base de puré de orejas, espinillas de punto negro y de las de color colorado también. Los ojos del sefior Gudcatela se pu- sieron saltones y su cara tomé un leve to- no verdoso, —Mggh... —-atragantado—, es una preparacidn, gedmo decirte? Muy «claboraday. —Gracias, Rofi, sabia que lo apre- ciarfas. Llevo un mes juntando los ingre- dientes; revienta que revienta en la mafiana, escarba que escarba en la tarde. Lo que no usé lo dejé guardado en fras- cos con etiquetas, asi que cuando ti quieras te puedo volver a preparar esta misma tortilla —Eh, qué rico... gracias. quieres, mafiana mismo —pro- puso entusiasmada. —Mmm, no, mi Toxi salsera, de- jémosla para alguna ocasién especial; como dicen, en la variedad esté el gusto 26 —y se tragé el Ultimo pedazo con los ojos cerrados. Luego pregunt —Toxi querida, ¢qué hay de pos- tre? Podra ser algo asi como pastel, ga- Iletas o helado? —Mejor atin: mousse de pus es- polvoreado con estafilococo rallado. -gF Elplan secteto de Rofioso Aquella noche, el sefior Guécatela "se conecté a Internet para divertirse con _ juegos virulentos, y la sefiora Gudcatela abris el primer barril de cloro para lavar- se el pelo y cepillarse los dientes. —Asi nunca més tendré que asear- me —cantaba desde el bafio. —Bueno, nunca lo hemos hecho, smi Toxi clordtica —le respondié su ma- rido, echado frente la pantalla del com- purador. Bajo la luna llena, Sérdido Rofioso Guécatela ideé un plan para engafiar a las personas ingenuas. Inventé un correo electrénico falso a nombre de «Lucy» y escribié la siguiente carta: Hola, soy Lucy, una nifia muy, muy enferma, con muchas enfermedades diferentes, todas incurables. Vivo i f j en el pais mds subdesarrotlado del sundo; no existe nada. Mis padres son muy buenos y han conseguido que las més grandes corporaciones de alimentos y también de computacién donen un peso por cada mil pesos que ustedes envien. Asi podremos pagar los medicamentos, tratamientos, ope- raciones y transfusiones que necesi- to para sanar. Que Les quede claro: si no me mandan suficiente plata, moriré. Y seré por culpa suya. Ademas, las grandes corporacio- nes de alimentos y. tanbien de compu- tacién se enfadaran con mis papas y les embargardn todo lo que tienen, que, como ya les dije, es nada. También las grandes corpora- ciones se enojardn con ustedes por tacafios. En venganza, las empresas de comida les pondran bichos a las galletas, chocolates y ceramelos, Pignsenlo bien (2 veces) porque si no, la préxima ocasion en que mas- Quen un chocolatin con almendras 30 puede que no sean almendras, sino cucarachas negras y crocantes. Por si aquello fuese poco, las conpariias de computacién crearén un virus que atacaré sin piedad sus com- putadores. Cada vez que necesiten en- tregar un trabajo importante, primero 1a impresora fallara y después toda ‘la informacién se borrard para siem- pre. Si esto ya les ha pasado alguna vez, eS porque no han colaborado, Asi que ya les digo, por su propio bien: ayuden o pagarén Las consecuencias. Depositen todos los miles o millones de pesos que tengan en la cuenta bancaria a nombre de la fa- milia Gudcatela o envienlos por co- rreo a: Avenida Reino de las Moneras, Casa Piloto, Condominio Lo Barato, Cuesta Caro. No manden cheques, solamente billetes, porque nos da flojera, perdén, digo, estoy my débil y mis bondadosos padres deben atenderme 31 “todo el tiempo. Por eso no pueden ir al banco, no porque les dé pe- reza, nada que ver, ya? Bueno, queridos amigos, me des- pido con un tierno beso y un abra- 20 muy carifioso. Manden esta carta a todas las “personas que conocen, de lo contra rio... mejor ni les digo, pero se “podrén imaginar las atrocidades que ’ sufrirdn. Atentamente, Lucy, la nifa muy, muy enferm —Qué buena me quedé —se fe cit6 a si mismo el sefior Gudcatela. En ese instante, la sefiora Gudcate- la salié del bao llevando puesta una ba- ta 10} ué tanto tecleas, mi Rofo mangonero? —Es una idea que se me ocurrid para AHHH! —grité al darse vuelta y ver que el pelo de su mujer, ademis de estar tieso, se habla puesto color verde intenso, debido a la accién del cloro. 33 —:Qué pasa, Rofio? {Te torciste? ¢Te egtchuecaste? —zlee Imiraste en el espejo? —le pfeguntd, atin perplejo. —,Cudl espeja, si no tenemos? Rofoséiffizo una musca como chu- pando un limén muy écido. —Mi amorcito... tu cabello... 4 —,Qué ocurre? :Algo malo? , Nada! —contesté con yoz terh- blorosa—., Es bello, ;muy bello! wf La Mascota: + una bestia al acecho ‘Tenemos pendiente la explicacién de la barba y melena de Rofioso. Como las promesas deben cumplitse, ahora lo sabras, Resulta que el sefior Gudcatela es lampifio, es decir, tiene pelo en la cabe- za, pero no tiene barba ni vellos en el cuerpo. Por eso su suefio siempre fue ser peludo. Un dia decidié no cortarse las patillas, las cuales crecieron cada vez més, y més, y més, hasta transformarse en una marafia barbuda que se entedé, tapindole casi toda la cara y que actual- mente le llega hasta la cintura. Por fortu- na para él, también le salen pelos dese dentro de la nariz, los que ahora estén convertidos en unos gruesos mostachos. Por ser chascén y no bafarse, pronto le salieron piojos. {Pobre Rofioso! | {Como se rascaba todo el dial De prin to, sin previo aviso, la picazén desapare- cid, Fueron las garrapatas, que vinieron y se comieron a los piojos en un segundo. As{ estuvo un tiempo, pero las ga- srapatas se incrustaron en stt crdneo y co- menzaron a chuparle la sangre. Era tanto lo que succionaban, que se le olvidaban las cosas, andaba pilido y se sentfa muy can- sado todo el dia. Por suerte aparecieron las -arafias, que agarraron a fas garrapatas con sus patas gordas y se las tragaron, El sefior Gudcatela recuperé la memoria, pero la flojera no se le quits nunca. Las arafias también resultaron ser un fastidio, por su mania de tejer y tejer. Eran tantas las telas que Sérdido, per- dén, Rofioso tenfa en su cabellera, que parecia como si se hubiese puesto total- mente canoso, Ese detalle poco le impor- taba; lo que si le molestaba era que después de dormir, o de ver televisién ‘unas cuantas horas, le costaba mucho le- yantarse, porque las costureras de ocho patas ya lo hablan pegado a la cama. a7 —jlnsectos laboriosos, abtirranse de trabajar! —jNo somos insectos, ignorante! —2Y qué son, entonces? —les pre- gunté con inocente curiosidad. —jSomos ardcnidos, que no es lo mismo! —Bueno, perdén, no lo sabia. —jAprende, entonces! jEstudia! —lo retaban—, ;Si, estudia, holgazin! se refan de él, Teniendo dominado al sefior Gué- catela, las invasoras se sintieron victorio- sas. Eso fue hasta que legé quiea finalmente pondria las cosas en su lugar: la Mascota. La Mascota ¢s la criatura mds feroz jamés descubierta. No se sabe qué es ni de donde vino, pero lo cierto es que arra- s6 despiadadamente con las arafias. Las exterminé. Las fulmind, Ni una sola Io- gr escapar. Se las comié como si fuesen canapés. Desde entonces, se hospeda en la chasca de Rofioso, desplazindose en 38 silencio de un lugar para otro. Vigilando, siempre vigilando. Si alguna mosca des- pistada pasa volando cerca, la Mascota aparece de un salto y la caza. Luego, de- saparece con lentitud entre la maleza ca- pilar para engullir a su victima y esperar la siguiente, De aspecto se parece a una torn ga, pero atin mds terrible y sanguinaria. Es cierto que a las moscas no les hace as- 0, pero sus presas favoritas son las poli- las. Rofioso sabe muy bien esto, porque cada vex que tritura alguna, emite unos tiernos chillidos de placer. Durante las noches de verano, el sefior Guacatela se pone las luces del arbol de Pascua alrededor del pelo y se sienta al Jado de fa ventana. Pronto aparecen cientos de ingenuas po~ lillas y la Mascota se da jugosos festines. Una vez, incluso, un murciélago cayé en una de las telas que habian quedado co- mo recuerdo de las arafias. Era demasia- do gordo para ella, as{ que lo compartid a medias con su amo. ff iVéyanse, hediondos! |g Como te explicdbamos al princi- pio del cuento, los tinicos vecinos de los Guécatela cran los Cardinales. A. papé "Cardinal le decian Punto porque no exa muy alto. Mama Cardinal se llamaba Vircud. Punto Cardinal junto a Vireud Cardinaf eran padres de siete hijas en to- tal: primero tuvieron cuatro, y les pusie- “ron Prudencia, Justicia, Templanza y Fortaleza; después nacieron tres més, 'y lasillamaron Fe, Esperanza, y Caridad a la més chiquita. La familia Cardinal no estaba con- _ tenta con sus mugrasos vecinos, Incenta- "ron muchas formas para esquivar el mal olor que emanaba de la casa de Toxina y Rofioso, Nada les dio resultado, Un da no soportaron més y llamaron por teléfone a don Destala Plata para solicitarle una solucién. Quiero, quiero, mucho dinero! —contest6 cantando don Destala, —zAl6? Seftor Plata? —pregunté Punto, —Con el mismo, es decir, conmi- g0, 0 sea, yo. El padre y/o apoderado de la fami- lia Cardinal le hizo entender que ya no aguantaban més el aroma a podrido de os Gudcatela. —jQuél Mis preciados dominios! {Mi precioso DINERO! ;Hablaré con los carabineros! Colgaron y don Destala llamé a la ‘comisaria para acusar a los Guécatela por hediondos. Los carabineros, a su ver, se comunicaron con el Especialista en Sa- lud Ambiental, con el fin de comprobar cudn fétidos eran Toxi y Rofo. Ese mismo dia, antes de la hora de almuerzo, tipin once, exactamente a las 11:23 horas, llegaron al lugar de los he- chos don Destala Placa, los carabineros, 42 el Especialista en Salud Ambiental, Vir- tud Cardinal y su marido, Punto, acom- pafiados por sus hijas: Prudencia, Justicia, Templanza y Fortaleza. También fueron Fe, Esperanza y, por supuesto, Caridad, Es aquella la casa habitacién en cuestién? —preguntaron los carabineros. —Z{ —contestaron los Cardina- les, todos al mismo tiempo y con voz gangosa, porque se habfan puesto pinzas para la ropa en la nariz. — Pero si ésa es la casa piloto! —gri- +6 con rabia don Destala. —Zi —nuevamente respondieron al unisono. —Con razén nadie més habia querido comprar —se dijo a s{ mismo el sefior Plata. —Con fiazén —afirmaron los Cardinales. Los policias se acercaron a la vi- vienda de los Gudcatela, El aire era tan espeso que no podian respirar y ademds Ies picaban los ojos. Se pusieron sus 44 mascarillas contra gases y guantes [ 1o- “tectores. Asi lograron llegar hasta el fren- te de la casa y tocaron la puerta, Nadie Tes abri6. Entonces gritaron; i hay alguien viviendo en este domicilio piloto, que salga inmediata- mente, 0 nos veremos en la obligacién de entrar por la fuerza! Silencio absoluto, Los carabineros dieron unos pasos hacia atrés para tomar vuelo, luego corrie- fon y chocaron contra la puerta, la cual apenas se abrié un poco, porque como bien sabemos, adentro estaba leno de ba- sura acumulada. Asi y todo, esa delgada rendija basté para que desde las entrafias de la casa saliese un vapor tan radiactivo, azumagado y repugnante, que las masca- tillas se les derritieron, los guantes se les deshicieron y a final de cuentas fueron ellos, y no los Guécatela, quienes se vie- ron en la obligacién de salir arrancando. —slmposible verificar! —dijeron cuando lograron llegar donde los otros. 45 Estaban exhaustos, respirando apurados, con la lengua afuera, agachados apoyan- do sus manos en las rodillas, y enteros verdes de las néuseas que sentian. El Especialista en Salud Ambiental levanté su brazo, indicé hacia arriba y sentenci —jHabiendo constatado la pesti- lencia del medio ambiente, declaro esta zona como «Altamente Contaminadao! —y después agregé—: jEs imposible la exisiencia de vida humana! ;Decreto su inmediata evacuacidn, y punto! —pregunté Punto Cardinal. —No, papa —le dijo Prudencia—, lo que fiize el zefior ex que fioz tenemoz quein —No! jPod qué? —Es por su propia salud —res- pondieron los carabineros—, Les reco- mendamos que busquen un nuevo condominio para vivir. —jNozotroz zabemoz que ahi vive un matrimofio mugriento! —se quejé Virtud. ama —Ademiéaz ya le pagamoz la pri- mera cuota al zefor Plata, ahora 26lo fioz faltan flovezientaz fioventa y fiueve —agregé Punto. —Vegdad —dijo Virtud. —Ademéaz fioz guzta aqui, ez lin- do —dijo Esperanza. —jZil —estuvo de acuerdo Forta- leza—. Ez coza de acoztumbrarze. El Especialista se vela particular- mente enojado. —No, no, y no! —reclamé saltan- do sobre la calle—. ;No pueden quedar- se! Ellos deben estar aislados, de lo contrario no podré estudiarlos apropia- damente. —Quiénes son sellos»? —inqui- rieron los policias—. ;Qué es eso de «es- tudiarlos»? ‘Ahora el Especialista se vela parti- cularmente nervioso. Se tironeé los pelos de su simpética barba puntuda. —Eh, nada, nada. Aqui no existe > ninguna forma de vida —dio unos dis- cretos pasos hacia atrés. 7 —2¥ fiozotros, qué zomos enton- ches? —reclamé Punto. El Especialista, con disimulo, dio otro par de pasos para escabullirse y con una alsa sonrisa agregé: —Bueno, aparte de la familia Or- dinal, por supuesto. —(Cadifial! —refunfuié Virtud. —Eso, eso, Cardinal. Si ustedes quieren quedarse, haganlo. Pero asuman las consecuencias. Les aseguro que nadie ms querré vivir en este condominio. En ese momento don Destala Plata se dio cuenta que no podria vender nin- guna casa més y se tiré al suelo a llorar. —jBuaaa! {Quiero mi dinero! ;Sin dinero, me muer Los carabineros lo ayudaron a le- vantarse y se lo levaron abrazado, dan- dole consuelo. Los Cardinales tuvieron una linda conversacién familiar, decidieron que- darse y volvieron a su hogar. Mientras todo esto ocurtia, las seis salchichas, ain sin nombre, estuvieron 48 escondidas detrés de unas matas... lis °s ppara atacar cuando fuese necesario. En el segundo piso de la maloliente casa, los Guscatela se tapaban la boca para que no se escucharan sus risas. Habfan. observa- do toda la escena desde la ventana, arro- dillados en posicidn secrera. —;Con que no se quieren ir? —dijo sonriendo el sefior Gudcatela. —sAy, Rofio maloso! Qué idea maléfica se le ha ocurrido a esa peluda cabeza tuya? —Te va a encantar, mi Toxi curio- sa —respondié moviendo las cejas de abajo para arriba. Luego hizo una pausa y pregunté con cara de pillo—: Qué hay de comida? ;Algo muy condimenta- ;Algo que nos cacré como cuna do? cbombar? —y le cerr6 un ojo, que se le anduvo pegando por las legafias. 49 2Quién quiere conocer +a los Gudcatela? Mientras la sefiora Guscatela prepa- “raba [a comilona que formaria parte def plan para echar a los Cardinales del con- dominio, Rofioso se conects a Internet, _ tal como lo hacfa todas las noches. Prime- ro, revisd su cuenta bancaria y descubris "que mucha gente habia depositado plata. — Excelente! —dijo mirando fa cifra en la pantalla. Después inspeccions ef falso co- seo a nombre de «Lucy», la nifia muy, muy enferma. «Te queremos, Lucy» —reme- daba haciendo una mueca de burla cuan- "do lefa los titulos de los mensajes—. «Quiero ser tu amiga», «Vendi mi televi~ "sor para enviarte dinero». Sin siquiera leerlos, borré fa lista completa. —Nofios dijo. Finalmente le eché una mirada a su verdadero correo, y cudl fue su sorpre- saal ver que habfa un mensaje dirigido a ellos Estimados Sr. y Sra. Gudcatela: Soy un periodista, invento no- ticias para el diario Postin y ciertamente me gustaria entrevis- tarlos para nuestra secci6n «Formas de vida insélitas». Tengo todas las caracteristicas de un periodista: uso un impermeable gris; me pongo corbata, péro siempre la traigo de- sarreglada;*me desabrocho el boton de arriba de 1a camisa; tomo dema- siado café y tengo una fina barba gris puntude. Me despido esperando su pron- ta respuesta. Atentamente, Tergi Verso, el periodista. —No conozco a ningiin periodista que é llame Tergi Verso... ;Quign sera? —pensé rascindose su par'lla/barba—. 52 jToxi! —llamé a su mujer para que también leyera aquel misterioso correo electrénico. Después conversaron y tomaron una decisién en conjunto. Esta fue la contestacién que le dieron al entrometido reportero: : i Desestimado Sr. Verso: Nise le ocurra acercarse a nuestra casa. No nos interesa salir en su diario, no lo leemos. De he- cho, no leemos ningiin diario. Si se atreve a venir, nuestras terribles salchichas guardianas se lanzarén encima de usted y se lo tragaran con impermeable y todo. Nos despedimos esperando nun- ca més saber de usted. Desatentamente, Los Gudcatela. —;Qué linda te qued6, Rofo lite- rato! —lo felicité Toxina. -—Gracias, mi Toxi hiperbdlica, no la podria haber hecho sin ti. —Bueno, basta de jugar a la com- putacién por hoy. Vamos a comer. 34 _ sonrisa, luego dijo: —Potente. —,Cocinaste algo poderoso? Aci ‘r= dare del plan que tramamos. En la cara de Toxina se dibujé una 55. Poder explosive La velada fue golosa, glamorosa y glorona. A la luz de las velas artesanales "que la sefiora Guacatela hacfa con su ce- ra de depilacién usada, este fue el meni que degustaron: Aperitivo: Potingue de moco ten- “ dido y pringue, Entrada: Salmonella a la Tifosi (la original receta italiana, con el aliio que se obtiene hurgueteando el ombligo). Plato de fondo: Callos julio César con salsa de callampas. —Delicioso! Dénde conseguisee las callampas? —pregunté Rofioso. Craso error. —Las saqué de los dedos de tus pies mientras dormias, igual que los ca- {los —respondié su sefora, sonriendo, —Eh, oh, mmm... ;Mmm! Te felicito, esti todo muy rico, mi Toxi aprovechadora. Y de postre: Calzones roros, bafia- dos en sebo, con exquisitos chips de caspa. —Mejor ni te pregunto de dénde sacaste los calzones rotos, mi amorcito —comenté Roo. —jFue muy ficil! Simplemente —iba a explicar, cuando Roftoso estirs su brazo y le tapé la boca. —Eh... mejor no me lo cuentes. Asi guardas el secteto de esta inolvidable golosina. — « —jUy, mi Rafo adulador, qué enigmatico que estis! —dijo ella muy coquera. El efecto de semejante alimenta- cin no se hizo esperar: los estémagos de los Guécatela comenzaron a retumbar y gorgotear como voleanes en erupcién. —Ya estoy lista —anuncié Toxina —jAguanta un poco més, mi To- xi prendida! jAhora voy a buscar el arme secretal 58 Rofioso bajé a la pieza de los chureos, que como sabemos era todo el "primer piso, y trajo un artefacto que ha-” _ bia fabricado especialmente para alguna situacién que lo mereciera. Y esta situa- cidn... lo merecia. Consiscfa en dos sopa- ‘pos, cle fos que se usan para destapar el escusado, Pero Rofioso les habia quitado el palo y en °u lugar puso dos mangue- ras, que en la primera parte iban separa- das, pero después estaban unidas con cinta adhesiva, es decir, semejantes a la forma de fa ietra Y. Cuando la sefiora Guscatela se pu- so la ventosa en el ttasero, hizo un soni- do de chupén, como cuando uno apriera Ios labios y luego los despega ee mente. Mientras tanto, Rontoso bajé la escala y caminé por el patio escon en la oscuridad hasta la casa de los Car- dinales. Alli se trep6 hasta la ventana del dormitorio donde plicidamente sofa- ban Virtud, Punto Cardinal y sus siete hijas, cuyos nombres ya sabemos. Calla- damente Ja abrié, apends un poco, lo 59 suficiente como para embutir las dc puntas de las mangueras, 0 como dirfa i, el canton del arma secreta. t Volvié corriendo a su propia pie- zay salt6 a la cama, donde Toxi lo espe- raba para comenzar el bombardeo. Se pegé el sopapo entre las nalgas, igual que su sefiora, produciendo el mismo ruido. Entonces vino el revent6n. Los Gudcatela descargaron todo el gas que tenfan en sus panzas infladas de un solo estallido. La detonacién avanzé hinchando las mangueras hasta llegar al dormitorio de sus vecinos. Tan gigantes- _ 60 fue el zambombazo, que los Cardina- les saltaron hasta el techo con la onda expansiva. De hecho, Templanza quedé estampada en el techo, pero por suerte después volvid a caer, Toxina y Rofoso se asomargnt.a su ventana y pronto vieron salir a la familia Cardinal a Ja calle. Tenfan la cara palida, los ojos saltones; iban tambaleindose y diciendo palabras locas i 61 ee —jAbreviatural —que es una pala- bra muy larga, imploraba Caridad. —jTodo junto! —que se escribe separado, clamaba Justicia. —jSeparado! —que se escribe to- do junto, respondia Fe. —jEquis! —decfa Punto, y eso que «equis» no leva la letra X por ain- giin lado. Siguieron ast toda la noche. Se to- maban la cabeza y caminaban para cual- quiet parte: hacia el Norte, el Sur, el Este ¢ incluso hacia el Oeste, pero no tanto. Al verlos dando vueltas por la citidad, la gente se asusté y tlamaron a la ambulan- cia, que se los llevé al hospital psiquiatri- co «Por Lo Menos Cuerpo Sano». Alli se bajaron sin protestar, y se quedaron tran- quilos por un tiempo. i ¢ Ya parece cuento —Ahbh.... —bostezé. Rofioso al - despertarse—. Tengo un poco de ham- bre, zes hora ya de tomar desayuno? —Mmim.., —respondié la senora -Gudcatela y abrié un ojo para mirar su reloj—. Recién son fas dos de la tarde. —Oh. Esta bien. Y siguieron durmiendo. hasta las cinco, —Abhh.... —bostezd Rofioso.al despertarse de nuevo—. Ahora si que tengo hambre, me comeria de desayuno un leén, —Mhy bien. Te daré yeyuno e fleon. Y eso qué es? —Es muy digestivo, te vas a retor- cer de gusto —dijo y se enderez6 como un aplauso, gracias a sus forzudos abdo- minales, quedando sentada en la cama, —Estupendo. Voy a ver cémo va nuestro negocio en Internet, Entonces, como siempre, el sefior Guécatela se echo frente al computador, observé que su cuenta bancaria habfa au- mentado al doble con las donaciones, borté los saludos y mensajes de apoyo para Lucy y finalmente revisé su correo real, donde nuevamente habia una enig- mitica correspondencia. Queridos Rofioso y Toxina: Soy un artista, no un perio- dista; de hecho, no tengo ninguna de las caracteristicas de un perio- dista. En cambio si tengo todas las cualidades de un artista: nunca me bafio y, tal como ustedes, jamas me lavo los dientes. Compro ropa nue- va y cara, pero la ensucio y la ra- jo para que se vea vieja y gastada. Soy flojo y desordenado, ‘nunca ha- go experimentos, y tengo una fina barba miticolor puntuda. Me gusta- ria retratarlos en una pintura, in- ventar poemas y canciones acerca de 6 ustedes y,’-ciertamente, escribir un libro para inmortalizarlos. Afectuosamente, Candido Mameluco, artista. Posdata: Los perros salchicha no me inspiran miedo. oxi ;Ven a ver esto! Ella aparecié corriendo desde la pieza de al lado, que era la que usaban como cocina, — Pero qué insolencia! ;Decir que no me cepillo los dientes! ;Si usé cloro! —Y tratar de perros a nuestras sal- chichas! ;Cémo se acreve! ;Més encima justo ahora que ya las bautizamos! —Es verdad, mi Rofo denominador comin, les diste nombres encantadores. Las salchichas escucharon que se hablaba acerca de ellas y subieron hasta la ventana desde el patio, que ahora pa- recfa un desierto apacaliptico. Después de leer el measaje del sefior Mameluco estaban furiosas. —Descaro! ;Groseria! ;Verdulerfal —gritaron indignadas. 66 —Le responderé de inmediato » este mentecato. Cargonte Céndido: Para tu informacién, nuestras mascotas son salchichas espanolas, no canes, Céndido. Ellas son parte de nuestra familia y hasta las bau- tizamos. Se aman: Infeccién, Quiste, Peste, Achaque, Impétigo y Furdinculo el mas chiquitin, que es un primor. Estén sumamente enojadas contigo por confundirlas, asi que si te aproximas a nuestro refugio, te cortardn en pedacitos y haran anticuchos contigo, Candido. Es de- cir, no te asesinardn, sino que te acecinaran, Si no conoces 1a pala- bra, biscala en el diccionario. Par si fllera poco, tenemos otra masco- ta, la Mascota, Ella te masticard como malvavisco, Mameluco. Odiosamente, Toxi y Rofio. Posdata: Mi Toxi desinfectada quiere que sepas que ella ya se es- o cobill6 los dientes una vez, con el cloro que se gan por comprar Ab- Dominacién. —;Les parece que me quedé bien escrita? —pregunté Rofioso. —jMagnifical —contestaron las salchichas. —jMagnétical —agreg6 Toxina. —Muchas gracias, lo hago para defenderlas, porque las quiero. Especial- mente a ti, mi Toxi electrizante. Ella se sonrojé de emoci6n. —iAy, Roiti embelecador! ;Pareces salido de un cuento! Rofioso también enrojecis, y las salchichas los mitaron tiernamente. Fue un momento bello. ‘A propésito de cuento, a la sefiora Gudcatela Jo de salir en un libro o ser di- bujada no le parecfa tan mal; recordemos que es algo vanidosa. —2 si lo convidéramos? —pre- gunt6. —-Tengo que pensarlo —respon- ig Rofioso rascdndose la cabeza. 68 (Si, si! —gritaron las salchi- chas—, ;Dejadlo qué-venga! ;Lo desme- nuzaremos entre todas! ;Dejadlo! Saltaban alegres sobre el marco de la ventana, abrazéndose 0 por lo menos inrentindolo, En riedio de canta ce- lebracién se descuidaron y Furdnculo tropezé, Antes que cayera al suelo, apa- recié a Mascota y lo mordié. —jMascota! ;No! jNo te tragues a tu hermano menor! —la reté el sefior Guacatela, La Mascota obedecié y solté a Fu- rinculo, comiéndole sdlo un troz0. —iMuy bien! —la felicits y le en- tregé una polilla de las que guardaba en el bolsillo para darle como premio cuan- do hacfa caso. Aterrorizadas, las seis salchichas se zambulleron en clavado de vuelta al pa- tio. Funinculo, que ya era el mas peque- fio, quedé més chico atin. 70 gf Elcolmo de los colmillos © Habiendo expulsado a los Cardina- "les, los Guscatela se quedaron solos en su habitat. Que «l Especialista en Salud Am- biental declarase la zona como Extrema- damente Contaminada fue lo mejor que Tes pudo pasar, ya que a los pies de la cues- ta Caro, es decir, a pasos de donde ellos vivian, se instalé una planta procesadora de desechos t6xicos llamada «Pata de Ca- bra» y un basural con el mismo nombre. Las empresas que no sabfan dénde esconder su basura, Ia mandaban a la planta. Al llegar, los camiones descarga- an los desperdicios sobre una correa transportadora en la entrada, Estos es- combros inmundos avanzaban aucomé- ticamente y, después de dar Ja vuelta completa al edificio, simplemente eran arrojados al vertedeto por la salida, jAhora los Gudcatela tenian una fuente inagotable de ingredientes para sus comidas! Resulté ser un fabuloso supermer- eado. Toxi subia y bajaba las moncaftas ‘de basura, cantando feliz, echando de un uanto hay en su propio carro de com- pras. Del basural también obtenfan uutensilios, herramientas y piezas que Ro- ‘fioso usaba para confeccionar sus arma- tostes y artilugios. Todo marchaba a la perfeccién en sss vidas... hasta que un dfa ocurrié una “ealamidad. Algo realmente horrible le sucedié a doa Toxina. El sefior Guaca- “tela decidié solucionar la tragedia al ins- “rante. Partié en busca de un articulo que no era un utensilio, ai una herramienta, "ni siquiera una pieza. Qué cosa? 3 Dientes, Si, exactamente, tal como lo lees: ~ dientes. ;Por qué? Te contaremos: Ya te habfamos mencionado un par de veces que doa Toxina de la Pon- _ Zofia Icorosa, sefiora de Gudcatela, es un B poco presumida, Bueno, el punto es que a ella le dolié su orgullo femenino con el comentario de Candido Ma- meluco, cl artista, acerca de que no se lavaba los dientes, cuando la verdad es que s{ se los habia limpiado aquella vez con cloro. Entonces, para tener unos dientes relucientes, decidié enjuagarse todos los dias utilizando el mismo clo- ro, aquel que venia de regalo con su cin- turon Ab-Dominacién. All principio, los dientes efectiva- mente resplandecian, y ella se reia todo el dia. El problema fue que pronto se di- solvieron, hasta desaparecer por comple- to. Ella se puso muy triste, porque ya no podia morder, ni masticar, ni mascar, y mucho menos triturar. Por eso fue que su marido decidié bajar a conseguirle una dentadura nueva Rofioso exploré la tarde enters en- tre las porquerias del basural, pero no pudo hallar una sola muela, 0 un incisi vo, ni siquiera un premolar; y eso que la Mascota lo ayud6 a buscar Ya estaba desilusionado, agotado ‘transpirado cuando, de pronto, divisé lo "que pareefa una densadura posta. —iAlbricias! jNaca_fiaca! —dijo eric), css lente eni Ti _ podré comerse hasta una vaca! Luego que la Mascora se montara de vuelta en su pelo, el sefior Gudcatela _ corrid hasta cl lugar del hallazgo. Al to- " marlos y analizarlos de cerca, se percats que no eran precisamente del tipo que él esperaba. —Son dientes de vampiro —dijo. En efecto, eran dientes para jugar a disfrazarse, Rofioso se senté sobre unos cachivaches, con el sol implacable sobre sus mechones desordenados. Al cabo de unos minutos dijo: —Se veré extraordinaria, jno te parece, Mascota? La Mascota dijo que si moviendo su cabeza de arriba para abajo. Rofioso se sintid feliz. Querfa que fuese un regalo sorpresa. Esperd a que To- ~xina se durmiera y comenzata a roncar. a Entre ronquido y ronquido le fue escu- rriendo pegamento N-grudo Extra Pego- te en las encias y después le embutié los dientes de vampiro. Finalmente se quedé mirdndola ala luz de la luna. —jAy, mi Toxi colmilluda! ;Ya quiero ver la cara de impresién que vas a poner mafiana! —susurré y se acosté a dormir. Los deseos del sefior Gudcatela pronto se hicieron realidad. En cuanto despertaron, le dijo a su mujer —jBuenos dias, Toxi esmaltada! jRegalame una linda sonrisal Ella lo miré atin adormilada y esti- 16 la boca hacia arriba, pero sin abrirla, Qué linda! jAhora una risa ficseonide ey DIEN TES poco impaciente. Lasefiora Gudcatela tat, pero no pudo, porque sus labios se habfan sella- do con el N-grudo Extta Pegote, Enton- ces estiré de nuevo la boca, pero hacia abajo, en seftal de alarma. Luego elevd sus cejas mientras intentaba con todas 76 sus fuerzas separar sus mandibulas, . mismo tiempo que daba saltos de deses- “peracién por toda la pieza. Mim! Mmm! —algo queria “chillar, orabu sia nened Mavaeliciata cs asl vais (Hila etna anton, mi Rofio resoluto!». El sefior Guécatela actud raudo y “tomé un cuchillo que hacia dias se habia “adherido magnéticamente al cuerpo de Toxina. Con ef filo fue cortando mas o menos por donde él crefa que iba la boca. —jEstés bien, mi Toxi contorsio- nada? —iAy, si, qué susto mds grande! iGracias, mi Rofio machetero! —;Sientes algo distinto? —Si, en mi boca... jtengo dient —Yo te los puse. La Mascota me ayudé 2 encontrarlos —dijo, y la Masco- ta asinti6 desde entre el enredo de pelos —jAy, mi Rofo consentidor! ;Te quiero tanto! —lo abrazé—. Ahora quie- ro verme, ;Podrias traer un espejo del Ba- sura-Mercado? —pidié entusiasmada. for Guécatela mirando para los lados, " pensando, inventando—. ;Sabes? Creo “que falta el toque final para que quede perfecto, asi que voy a traer un par de co- sas més. —Est bien, mi Rofo estilista, tui | mandas. Rofioso bajé corriendo con impe- tu y recolecté los. materiales que necesi- taba: un espejo borroso, aerosol rojo, una cartulina y unas cijeras. La sefiora Guacatela se sent6 junto ala ventana para quedar iluminada y pa- ra que las salchichas pudiesen mitar y ~ opinar acerca de su nueva apariencia. E] sefior Guacatela demostr ser un ocurrente maquillador: plegé la car- tulina en dos y luego recoreé con las tije- ras el borde doblado, siguiendo una curva, de modo que al volver a abrir la hoja quedé una hechura similar al con- toro de unos labios. Le puso la cartulina sobre la cara a su sefiora, ubicando la perforacién justo 79 encima de la boca y luego le aplicé una buena cantidad de aerosol colorado, Fi- nalmente retiré el papel revelando su obra. — Bravo! ;Vival jEnhorabuena, maestro! —aplaudfan las salchichas ¢s- trellandose unas con otras. Toxina se contemplé en el turbio espejo y declard: —jQué proeza acentuar mi belleza con estos labios color cereza! —Todo por ti, mi Toxi rubi. Vine, vi y vencf. Llega otro correo - sospechoso *s Mis Toxi y Rofio adorados: No soy un periodista, tampoco un artista; de hecho, ne tengo nin- na de las caracteristicas de un “periodista y menos las cualidades de un artista. Soy un famoso anima- dor de infomerciales televisivos. iSi, 10 descubrieron! {Soy Marru- ‘Vero Camandulero! jYo fui quien ‘Tes vendio su Ab-Dominacién y ade- “mas Les regalé el cloro por vn eho! Quisiera tenerlos como invita- dos en mi programa por ser mis me~ “ores clientes. Llevaré puesto mi “centelleante traje y una fina bar- ba plateada y puntuda que me dejé | Grecer. Es el Ultimo grito de La no- da, algo asi como jAAARRHHHGGGHHH! Nunca se me ha pasado siquiera con probetas, pipetas, desmac “lizadores de particulas ni reacto- “res energéticos. Les confieso un 'secreto: soy un poco lampifio, pero 0 no me acompleja. Es mas, jands, _jamés se me ocurriria molestar a al- “perro salchicha comin y silvestre. iNos divertirenos a mares! Calurosanente, Marrultero Camandulero, Rey "de los Infomerciates. ~ Guando terminaton de leer el “mensaje del animador de televisién, Jos Respondieron: Ta, Marrullero adornado: Gracias por el cloro de regalo, 10s ha servido mucho. Venos siempre tu programa. Apreciamos tu respeto 83 hacia la gente capilarmente desa- Fiada y te elogiamos por ser un co- nocedor de las cecinas anaestradas. Puedes ahogarte en tu diver- sién, porque nosotros no iremos ni por si acaso a tu espectaculo. ¥ si quieres venir a buscarnos, nuestras salchichas y la Mascota te cocina- ran a las brasas y haran instrumen- tos musicales con tus huesos. Frescamente, * Los Guécatela, Emperadores de 1a Innundi cia. Después de escribir la carta, ‘se rie- ron a carcajadas, tanto que los colmillos de Toxina se clavaron en sus labios infe- riores. & (M Toxiyswolfato para, los negocios Desde que desalojaran a los Cardi- _nales, la sefiora Gudcatela habia estado reflexionando acerca de lo maravilloso "que era el poder de sus punes. Se imagi- nd que también servirian para ahuyentar a Tergi Verso, el periodista; a Candido Mameluco, el artista; y hasta a Masrulle- ro Camandulero, el Rey de los Infomer- ciales. Pensando y pensando se le ocurrié tuna idea sobresaliente: jvenderlos! A partir de ese momento, cada no- che realizé el siguiente ritual: le ponia el sopapo en el trasero a Rofioso y también se lo pegaba ella. En el extremo de las ‘mangueras enchufaba un bidén vacio, de aquellos hechos de vidrio grueso y con capacidad para veinte litros que habia ganado por la compra de Ab-Domina- ign. Alli quedaban envasadas las vento- sidades nocturnas. Por la mafiana desco- nectaba el recipiente y répidamente lo tapaba para que no se fugase ni una mo- Iécula de gas. Repetia este procedimien- to hasta que el frasco estuviese repleto de clixir, a punto de reventas: Luego lo eti- quetaba anorando fa fecha, por ejempl Concha deb 24 de junio, ton dominge- inobiidably. Su intencién era oftecer el producto como Repelente Enlatado para Latosos. Acumulé varios botellones que guardé en- tre los escombros del primer piso. Una noche de luna nueva, es decis, cuando es invisible por estar enteramente sombria, Rofioso le pregunts a Toxina: —,Qué tanto alboroto siento que has hecho estos dias en el primer piso, mi Toxi estrepivosa? —Si quieres puedes bajar a ver por ti mismo. —Pero me da susto la oscutidad —Bueno, puedes ifevar una de mis 86 velas. Hay varias nuevas en el velador, porque ayer me depilé —sugiri6. {Eso es justo lo que necesito! iGracias, mi Toxi lumbrera! Bajé. por los escalones, iluminan- do el camino con la flama. Se abrié pa- so excavando hasta hallar el rincén jj donde se encontraban almacenados los bidones. Se asomé y se asombré al ver que tenfan luz propia, und especie de niicleo fosforescente morado, que pare- cia palpicar y emitfa un murmullo éomo de electricidad. i —Qué lindo —susurré, Se acercé al més fulgurante de todos " y tiré con fuerza del tapén de corcho. Con el entusiasmo, habia olvidado apa- gar la vela, 1 que destru- 6 por completo la planta baja, y cuando decimos «destruyé por completo» nos referimos a que desaparecié, no quedé 8 ~ nada. La parte superior estuvo suspendi- dae el aire un par de segundos y luego se desplomé. De este modo la casa que- dé de un solo piso. Rofiose estaba todo negro, tiznado yun poco achicharrado, pero todavia de pie y.con la vela encendida en la mano. _ Habia atravesado el suelo del dormitorio donde estaba recostada Toxina, Instanté- -neamente se encontraron en Je misma pieza —;Qué fue eso? —pregunté ate- | srorizado el sefior Guécatela, —Ah, eh, fue una idea que se me ocurrié para redecorar nuestra vivienda. Hacia falta algo mas moderno, ;no crees td, mi Rofo chamuscado? Ahora ya no necesitamos usar més la escala, y ademés " aprovechamos de despejar el primer piso. —,Despejarlo? Pero si ya no existe. —jExactamente, mi Rofo perspicaz! 89 wg! —-Nopueden creer, lo que sus ojos ven Lo que ocurrié Ja mafiana siguien- te fue un acontecimiento que los Guéca- ‘tela no tenian presupuestado. Esta ver se sentaron los dos frente computador a revisar sus jagosas ga- nancias, a eliminar los mensajes dirigi- os a Lucy la nifia muy, muy enferma, y ‘a leer su propia correspondencia. No pudicron creer lo que sus ojos = No puedo creer lo que mis ojos _ yen! —exclamé Roitoso = ;¥o menos, porque no veo nada! —grité Toxina. —Ay, Toxi, Toxi. Es por tu con- _juntivitis, déjame despegar tus parpados. _ Hurgé en su cabeza hasta que en- > contré a la Mascora y la aceros a fos ojos desu sefora. —-Limpiele la cara a la mam: La pequefta bestia sacé su lengua y lamié todo el rostro de la sefiora Guaca- tela, igual que un cachorro regalén con sil amo. —jAhora si! {Oh, ahora tampoco puedo creer lo que mis ojos ven! Se asustaron tanto con lo que de- cia el mensaje, que lo tuyieron que-leer abrazados y en voz alta, los des al mismo tiempo. Este es el escalofriante correo que les habia llegado: Hola, soy Lucy, una nina que antes estaba my, muy enferma, y te nia muchas enfermedades diferentes, todas incurables. Gracias @ la mara- villosa campafia solidaria realizada por ustedes y a las grandes corpora- ciones transnacionales de alimentos y también de computacion, es que ahora puedo contarles que los docto- res me operaron de todo y estoy com- pletanente sana y rehabilitada. Maflana en 1a tarde VOY ¢ ir a 92 su casa piloto en avenida Reino de las Moneras, condominio Lo Barato, cuesta Caro, a expresarles mi agra- decimiento y carino por haber sido los autores de esta fantastica obra, sin la cual ya estaria muy muerta hace rato. Ciertamente aprovecharé de recoger la fortuna que se junto con los aportes de todos los crédu- Tos que cooperaron, cada uno con su «humilde granito de arena». No es que quiera usar esos millones para construir el Laboratorio de experi- mentacion cientifica més avanzado del mundo porque he descubierto una nueva fuente de energia. No, nada que ver. Les aviso que iré vestida con ropa de nifia nacida en el pais mas subdesarrollado del mundo y me pon- dré una peluca, perdon, me haré chapes. No se asusten cuando vean que tengo una fina barba puntuda descolorida; era una de mis enferme- dades, pero me parecié tan elegante 93 eo y original que les pedi a los doc- tores que me la dejaran. Meteoricamente, Lucy, la ex-nifia muy, muy en- ferma. Los Guédcatela estaban paralizados, paralogizados y paralelos. —;Pero cémo pudo pasar esto, mi Rofo embaucador? ;Acaso no eres tt quien escribe las cartas a nombre de Lucy? —Si, eso crefa yo. No entiendo. Qué vamos a hacer? —Supongo que decitle a nuestras mascotas: «Mascoras! ;Ataquen!». —Pero, mi Toxi barbara, zy qué pasa si después vienen las grandes com- pajiias de alimentos y también de com- putacién? —jQué importa! zAcaso no obte- nnemos todos nuestros grupos alimenci- cios del vertedero? —Verdadero. —Y con tespecto a tu computa- dot, si recuerdo bien, todos los programas que tienes instalados son virus, zcierto? 94 —Certero. —Entonces no tenemos nada de qué preocuparnos. —Tienes razén, mi Toxi tautolégi- “ca. En todo caso, ya se me ocurrié un - plan para enfrentar a esta nifia mafiosa Los Gudcatela pasaron una noche “sobresaltada. Saltada sobre la cama espe- cificamente, ya que Toxina se despertd bruscamente varias veces por fo nerviosa _ que estaba, y como tenia calugas forta- chonas, hacfa piruetas y voltetetas por los aires. 95 {FF Sorprendidos por la, 4 ciencia-ficci6n Las condiciones ambientales de la de eran las Optimas para que se produ- el fendmeno. Y, a ciencia cierta, fue nal. —jHe Ilegado! jSoy Lucy, la nifia antes estaba. muy, muy enfermal a recibirme! ;Quiero verlos! Quien recién habla hablado se de pie en medio de la calle solita- esperando. Lentamente, con cautela, gieron los Guacatela, Hola, Lucy, nifia que antes esta- “bas muy, muy enferma —le dio la bien- _ venida Rofioso. —Toxina no abrié la boca, pero salu- dé agachando la cabeza. i —jQUE! jQué les pasé! ;Por qué estan asi! —zAsi cémo? —pregunté descon- certado el sefior Gudcatela y mird a su se- fora. Ella lo miré de vuelta, Se miraron de arriba a abajo, sin encontrar nada raro—. Nos vemos de lo mas normal —agregs —jCiertamente! Estén normales! | Por qué En efecto, durante la mafiana, los Guécatela se habian duchado, peinado y virutillado. Incluso lavaron su ropa y lus- traron sus zapatos. Toxina amarté su ca- bello con alambre de ptias y lo tifé con " petréleo que trajo de! Basura-Mercado, asi consiguié un brillante y seboso negro azabache. Rofioso se afeit6 la barba, me- jor dicho se rasuré las patillas. También se corté la melena y se sacé los pelos de la nariz con un alicate. —Pero qué nifia tan ordinaria —di- jo la setora Gudcatela, evitando que se le asomasen los colmillos —Si, y tan gritona. —Es una irrespetuosa. —Y su barba pantuda no es tan fi- na que digamos. Ese tiltimo comentario enfurecié a 99 eo la visite y en un solo movimiento se qui- 16 el disfraz de Lucy, la nifia que nunca estuvo muy, muy enferma porque nunca fue real. {Miren! jNo soy una nifial Soy un cientifico! —En verdad eras un poco grande y fea para ser nifia, pero no te lo habjamos querido decir para no hacerte seneir mal. —Sépanlo, familia Gudcatela: mi nombre es Bacilo Hiporético Sofistal ;Yo soy quien me hice pasar por Especialista en Salud Ambiental para echar a los Car- dinales! ;Yo autoricé Ia construccién de Ja planta procesador dle desechos tdxi- cos Pata de Cabra y del basural! ;Yo les escribi, con tanto esfuerzo, las cartas a nombre de Tergi Verso, el periodista; de Candido Mameluco, el artista; también de Marrullero Camandulero, Rey de los Infomercisles; y por supuesto la de Lucy, la nifia supuestamente muy, muy enfer- ma, que fue la que mejor me quedé! —La de Lucy me la copiaste —aéla- 16 Rofio, 100 —jAbhh! —grité el cientifico y se "puso a prcalear y zapatear. —Tranquilo, Bacilo. No te exaltes. ves muy mal haciendo un berrinche ijo Toxina. | El pobre intelectual se sintié muy deptimido. Le dieron ganas de llorar. ~i¥ ciertamente mi barba es la _ En ese momento aparecieron un nontén de otros cieneificos, de ards de § pacos arboles que sobrevivian en el sto delantal blanco y luctan barbas tudas en mejor estado que la del pro- fesor Hipotético Sofista, 2 para esto nos hizo venir? —in- _Creparon a Bacilo—. Qué vergiienza! ;Es “un escdndalo, un engafio y una cabeza de “Pescado! Usted nos prometié extrava- _ gantes especimenes, jy’ mire, son simple- mente un feliz mazrimonio! Dicho esto, se fueron indignados. —Mira, tus amigos se estin yendo. fi lol —jNo som mis amigos! No tengo amigos! —reventé en llanto—. Yo lo tinico que queria era demostrarles que ustedes exiscian, y ademds probar que el poder de sus gases puede utilizarse como fuente de energia inagotable. Seria la so- lucién para el mundo entero. jY ahora nadie me creera! ;Y eso que le puse tanto empeiio! {Me disfracé de periodista, de artista, de animador de televisién y hasta Ide nifia muy, muy enfermal ;¥ lo peor de todo: pintarrajeé tanto mi fina harba puntuda, que ahora esté toda malerata- da, fea y con las puntas partidas! Los Guécatela se quedaron calla- dos y se miraron con esa mirada tan ro- mantica que los caracterizaba. Luego conversaron sobre el asunto: —En realidad, este genio loco huele bastante mal —dijo Rofioso. —Es porque trabajo con produc- tos quimicos pestilentes —Si, y se nota que usa placa den- tal —agregé Toxina —Ciercamente eso es porque estoy 103 dia y noche haciendo experimentos, no tengo tiempo para lavarme los dientes. : Nuevamente los Gudcatela se mi- raron entre ellos. —:Qué dices ui, mi Rono huma- nitario? {Qué es lo que debemos hacer? —:Qué digo yo? Bueno, la verdad no es s6lo aquello que se puede ver u oler. 104 a qué pasé al final? Ahora que ya conociste la historia Toxina de la Ponzofia Icorosa, sefiora (catela, y de Sérdido Rofioso Gué- podrés formare tu propia opi- Eran buenos, malos? ;Tramposos, datios? Eso lo decides ti, pero te po- nntifico, la forma de vida de este fe- insano matrimonio ha evolucionado \ctoriamente. Con el placal de Lucy se compra- n la planta de desechos téxicos Pata de bra y el basural, y los rebautizaron con el nombre de Conglomerado Basu- Segunda Patita. El profesor Hipotético Sofista tras- IS su laboratorio a su nuevo hogar. nsamblé las mangueras del arma secreta a una maquina construida especialmente . por él mismo. Alli se acumulaban los pu- hes, es decir, era una especie de pila a gas. Con ella se abastecieron de energia para siempre. Cada atardeces, Bacilo pasea a las salchichas y les da de comer, Incluso la Mascota le tomé carifio y hasta ahora no se lo ha comido, En agradecimiento por haberlo aco- gido, les dio un regalo a cada uno de los Guscatela. A Ronioso le obsequié una po- mada para hacer crecer pelo, EL sefior Gudcatela se la aplicé en todo el cuerpo y €n unos pocos minutos parecia un 080 de peluche, Para Toxina fabricé un aparato que succionaba los nucrientes directamen- te del Basura-Mercado, luego recorrian una larga cuberfa, para al fin salir en la co- ina de la casa en forma de... ;salchichas! Don Destala Plate perdid coda su fortuna y se puso a pedir limosna en una esquina, cn donde conocié al verdadero Marvullero Camandulero. que ya no era famoso y también queria mendigar. Se les 06 ocurrié dedicarse al montafiismo y recorrer juntos la Cordillera de los Andes desde el norte hasta el extremo sun Una decisis extrafia, pero cada cual con lo suyo. En fin, podemos decir que los Guécatela y su nuevo protegido vivieron felices comiendo tombrices y otras co- chinadas. Se entretenfan de muchas for- mas, pero lo que mis les gustaba era ver television en familia. —Baci! jAptirate porque ya va a empezar el nuevo infomercial! —Estoy ran contento con ustedes —

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