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GUILLAUME GROEN VAN PRINSTERER HISTORIA DE LA REVOLUCION EN SU PRIMERA FASE: LA PREPARACION (HASTA 1789) CONFERENCIA XI SOBRE INCREDULIDAD Y REVOLUCION UNA SERIE DE CONFERENCIAS DE HISTORIA 1982 FUNDACION EDITORIAL DE LITERATURA REFORMADA (Felire) CON LA VALIOSA COLABORACION DE: THE GROEN VAN PRINSTERER FUND HOOFDGEBOUW 13A-31 UNIVERSIDAD LIBRE (AMSTERDAM) Titulo original neerlandés: ONGELOOF EN REVOLUTIE Titulo edicién inglesa: UNBELIEF AND REVOLUTION Copyricht © The Groen van Prinsterer Fund 1973. Traducido del inglés por: Humberto Casanova Cubierta: Guillaume Groen van Prinsterer en la época en que pronuncié esta serie de conferencias, aproximadamente en 1845. Rijksprenten Kabi- net, Rijksmuseum, Amsterdam. FUNDACION EDITORIAL DE LITERATURA REFORMADA STICHTING UITGAVE REFORMATORISCHE BOEKEN Apartado 1.053 Rijswijk (Z.H.) Paises Bajos Imprime: Impresién y Ediciones S.L. C/. Parador del Sol, 27, Madrid. Dep. Legal. M-225706-1982. ISBN. 84,85504-09-7 Printed in Spain. PROLOGO Guillaume Groen van Prinsterer (1810-1876), importante historiador y estadista, estudié derecho y los clasicos en Leiden (Paises Bajos). Como secretario del Rey Guillermo | fué un observador cercano de la revoluci6n belga de 1830, la cual suscité importantisimas cuestiones en lo constitucional y en lo historico, En este tiempo, Groen fué llevado a una sincera fe evangélica por el ministerio cristiano de Merle d’Aubigne, quien también le introdujo a las obras de Edmund Burke. La lectura de éstas fortalecié las crecientes convicciones politicas antirrevolucionarias de Groen. Mas adelante, Groen ingresé en el parlamento, donde se convirtié en el mas grande de los oponentes del movimiento liberal en el siglo XIX, y de su eminente portavoz, Johan Thorbecke. Los debates Thorbecke- Groen van Prinsterer constituyen un capitulo distinguido y crucial en la historia parlamentaria de los Paises Bajos.Groen defendia la monarquia constitucional y los derechos parlamentarios, y se oponia a las tenden- cias totalitarias de la democracia liberal. Aun cuando estuvo cada vez mas aislado, el disentimiento sistematico de Groen y su armonioso tes- timonio evangélico dieron como resultado el fortalecimiento del gobierno parlamentario y el crecimiento de la libertad. Mientras tanto, Groen sirvié durante varias décadas como archivero de la familia real, adquiriendo justa fama a través de Europa como editor de Archives de la Maison d’Orange-Nassau, de multiples volimenes. Fue el Pionero de la historiografia cientifica en los Paises Bajos y estuvo en contacto profesional con historiadores tan importantes como Guizot, Ga- chard y Ranke. Groen fue el lider de la lucha por la libertad de ensefanza en su pais, donde en la actualidad las escuelas parroquiales y las escuelas cristia- nas privadas estan en pie de igualdad con las estatales. Por esto y por sus esfuerzos para evitar que el modernismo dominara en los pulpitos y seminarios, se hizo muy famoso. De ahi que nos sorprenda que fuera extraordinariamente bienvenido como orador en la quinta conferencia in- ternacional de la Alianza Evangélica celebrada en Amsterdam en 1867. Vi Groen van Prinsterer condujo de nuevo al partido politico evangélico de los Paises Bajos a que se involucrara activamente en la vida publica. EI fué el vinculo entre el avivamiento evangélico de la década de 1820 y el despertar espiritual de la década de 1880, entre Bilderdijk y Da Costa, los poetas, y Abraham Kuyper, el emancipador. EI libro Ongeloof en Revolutie, publicado en el verano de 1847, es una declaraci6n clasica del pensamiento cristiano antirrevolucionario. Su te- sis central es que la revolucién de 1879 fué preparada por una revolucién en el pensamiento europeo que se produjo durante el siglo precedente, una revoluciOn que el autor identifica como fruto de la incredulidad. La nueva filosofia politica, arguye Groen, que no reconocia autoridad mas alta que el hombre y su raz6n, fue una consecuencia natural del escep- ticismo total por medio del cual la Ilustracion se rebelé contra Dios y sus ordenanzas para la vida humana. En este libro, Groen presenta como la revolucién, que al fin surge ala superficie visible en 1789, nace con todo el entusiasmo, determinacién y rigor de un movimiento apdstata que es- ta en auge. Toda interpretacién de la revolucion francesa y sus repercu- siones que no examine el caracter religioso de los acontecimientos, los considera fundamentalmente desequilibrados. Cabe destacar que las apreciaciones de Groen preceden por toda una década al estudio de De Tocqueville sobre el Ancien Régime et la Ré- volution, en el cual escribre que el curso de la revolucién francesa estu- vo influenciado proponderantemente por el rechazo que el siglo XVIII hi- zo en la antigua religién. Pero donde De Tocqueville agregé: “sin poner otra en su lugar”, Groen comenta: “la otra religion era la de Rousseau”! Si hubiera conocido el libro de Groen, Carl Becker probablemente no hubiera escrito como lo hizo en 1932: “No ha sido sino hasta nuestro tiempo que los historiadores se han desligado bastante de la religion Para entender que la revolucion, en sus etapas posteriores especialmen- te, adquirio el caracter de una cruzada religiosa” 2 Groen explica que debido a sus profundas raices religiosas, la Revolu- cidn no habia terminado con la Restauracién, sino que solo habia entra- do en otra fase. En tanto los hombres no quisieran romper con el espi- ritu de la Revolucién, ésta seguiria socavando los fundamentos de la so- ciedad, y aun haria que fuesen inevitables erupciones como la de 1830. La percepcién de su carcter permanente es, pues, inherente a la vision de Groen acerca de la Revolucion. Es de esta percepcion que Revolucion 1, "jLa otra revolucion era la de Rousseau!” Esta es la lectura actual de un comentario en el manuscrito de Groen que se encuentra en la pag. 229, de su copia de L’Ancien Regime et la Revolution, ahora en la Biblioteca Real en La Haya, La publicacién del libro de De Tocqueville Ocurria en 1856, mientras que las conferencias de Groen eran escuchadas entre 1845-46. 2. Garl_L. Becker, The Heavenly City of the Eighteenth-Century Philosophers (edici6n en pale Yale, 1959), pag. 155. Vil e Incredulidad deriva su tono profético 3. £1! autor no se sorprendié por los explosivos acontecimientos de 1848, al ano siguiente de la publica- cién de estas conferencias, porque creia que el unico antidoto efectivo contra la Revolucion es el Evangelio. Revolucién e Incredulidad niega que sea beneficiosa la secularizacién de los asuntos publicos, y llama a los cristianos a no “quedarse ajenos” a la politica. Groen predijo el deslizamiento de la politica occidental hacia la izquier- da. Sefialé la solidez ideolégica del socialismo comunista y predijo sus triunfos. Consideraba que el radicalismo y el liberalismo eran dos ramas del mismo arbol, con una raiz comun; y advirtié contra la dibilidad de una oposicion conservadora basada solamente en un cauteloso interés propio. Groen no podia encontrar alternativas significativas dentro del espectro politico existente, donde, desde su punto de vista, la izquierda tenia creyentes radicales, el centro creyentes moderados o resignados, y la derecha eran descreidos, que, al no entender las causas de la tenden- cia, sdlo podian reaccionar contra sus efectos desagradables. Para él la eleccién entre estas alternativas era sélo elegir la velocidad de aplicacion de los principios de la Revolucion. Groen paso su vida intentando trazar un nuevo derrotero para la politica, en conformidad con las lineas hist6- ricas cristianas antirrevolucionarias. Nunca antes se habia publicade una obra de Groen van Prinsterer en inglés (tampoco en castellano). Sin embargo, el lector familiarizado con el inglés puede consultar el articulo de G.H. Hospers, “Groen van Prins- terer and His Book”, en el Evangelical Quarterly, tomo VII (1935), pagi- nas 267-286. Desde su comienzo en 1955, la traduccion de Ongeloof en Revolutie al inglés (Unbelief and Revolution) ha sido un proyecto de cooperacién ba- jo la direccién general de! profesor Evan Runner. El trabajo fue iniciado por miembros de la Groen van Prinsterer Society, club de estudiantes en Grand Rapids, Michigan (U.S.A.). Mas adelante la mayor parte de una primera redaccién fue completada por el profesor Henry Van Zyl. En 1963 todo el manuscrito fue entregado a.este editor. . La Versién inglesa esta basada en la primera edicion de 1847 con el fin de retener los muy utiles resimenes, las frases mas explicitas y de conexi6n, los parrafos transicionales, y las calidas referencias persona- les al ambiente original de la conferencia, todo lo cual el autor suprimié al revisar su libro en 1868. Sin embargo, de la edicién revisada retene- mos las notas de pie de paginas adicionales, que estan marcadas con una cruz (t) y las mejoras en cuanto a estilo que ayudaron a evitar las re- 3. En un discurso politico de 1860, Groen diagnostic explicitamente su tiempo como uno de “permanente revolucion”. Cf. Le Parti anti-ravolutionnaire et confessionnel dans I'Eglise Ré- formée des Pays-Bas (Amsterdam, 1860, pag. 31: “la Révolution en permanence”. Vill peticiones innecesarias. También se indican las variaciones significantes en el texto. Hasta donde ha sido practicable, las citas de referencia y otros datos bibliograficos se han adaptado al uso moderno. Esta publicacién la hace posible un obsequio del Groen van Prinsterer Fund, y es parte de una serie que, Dios mediante, presentara en forma completa Incredulidad y Revolucion. Las paginas siguientes contienen uno de los capitulos claves del libro, junto con los prefacios del autor, que sirven para introducirlo. Las referencias a capitulos que atin no es- tan disponibles se incluyen en forma provisora (por ejemplo, “véase arri- ba, p. 00"). La Bibliografia y la Cronologia, hechas por el editor, perte- necen solamente al capitulo presente. La primera redaccion de la Conferencia X! fué preparada por Aaldert Mennega hace mas de 15 afios. Agradecemos al Profesor H. Smitskamp (ya fallecido) el permiso de usar algunas de las notas explicativas de su edicién moderna en neerlandés de 1951. Amsterdam, Septiembre de 1973. Harry Van Dyke EL EDITOR PREFACIO (Extracto) Las siguientes conferencias constituyen un intento de demostrar por me- dio de la historia, que hay una relacién natural y necesaria entre la in- eredulidad y la revolucién; que la escuela de pensamiento que, como resultado de la autoexaltacién del hombre, domina hoy en dia en el de- recho constitucional y en el saber -aunque no sin oposicidn- surgid de un rechazo del Evangelio. He intentado aclarar, a partir de la experiencia pasada, que esta perni- ciosa escuela trastorné sistematicamente los fundamentos de la verdad y el derecho a erigir castillos en el aire; que su progreso, que comunmente es exaltado hasta los cielos, guia a los hombres por la senda de la deduccién legitima hacia el radicalismo y el ateismo consumado; que su Principio, tan pronto como se adopta, deja a sus abogados sin defensa contra una aplicacién consecuente, salvo la interrupcién violenta de su desarrollo totalmente |égico. A partir de la naturaleza mortal del fruto, he sacado la conclusion -sin forzar el argumento- que el arbol en que este fruto crece, no es arbol de vida, La meta seria no cultivar la Planta ponzofiosa, sino erradicarla. En otras palabras, he llegado a la conclusién de que también en el campo de la politica, el hombre no puede cosechar sino lo que ha sembrado; y asi como una diferencia de terreno no puede cambiar el caracter peculiar de la semilla, el alterar las circunstancias no Puede producir cambios en la cosecha revolucionaria. Muy por el contrario, lo inevitable del fracaso proviene de la naturaleza misma del experimento, Como la negacion del Dios vivo esta relacionada con el desorden, la injusticia y la esclavitud, asi la union de la libertad con la ley y el orden, como la piedra filosofal, se busca en vano fuera de la sumisién al mas grande Legislador y Rey. Pero jbasta ya! Por anticipado podria declarar facil y osadamente lo que se presenta cuidadosa y gradualmente en el libro mismo; me seria facil asegurar que introduciendo su contenido demasiado abruptamente, el li- bro podria ser juzgado inadecuado e incoveniente para ser leido; que el trabajo en el que por primera vez he escrito con cierta extensiOn la tota- lidad de mi punto de vista historico-cristiano, seria desechado con des- precio e indignacién. XIV Exceptuando unos pocos cambios secundarios, estoy publicando el tex- to tal como fue presentado oralmente durante el invierno de 1845-46 en la biblioteca de mi hogar ante un pequefio numero de amigos, cuyo inte- rés en la tesis y su buena voluntad hacia el orador estaban asegurados. Inicialmente no me habia propuesto una publicacién rapida; mas bien habia planeado revisar cuidadosamente estas conferencias, aun cuando ya era el resultado de una extensa investigacién y madura reflexion y, atendiendo al refran Nonum prematur in annum (“reténgase (el manus- crito) nueve afios", Horacio), llevarlas a su gran consumacién a través de la reflexion e investigacién continua. Pronto, sin embargo, Ilegué a estar convencido de que ni el tema de este estudio, ni la crisis de nuestra época hacia que tales planes fuesen aconsejables, ni permisible su des- plazamiento. Cuando uno se arriesga a tratar cuestiones de peso, nada tiende hacia lo perfecto en lo concerniente al campo de los deseos insa- tisfechos. También aqui en nuestro pais, se esta librando una batalla acerca de la Historia y el Derecho Constitucional. Este es un debate del que no de- seo permanecer al margen. Esta pugna alcanza a los mas preciados y sagrados intereses de nuestra patria y de la humanidad, y directa o indi- rectamente atafe a uno y a otro el reconocimiento o rechazo de la Luz del Mundo, y por ende a la salvaci6n de las almas inmortales. Por tanto, en vista del peso del problema y la urgencia del momento, no me fue permitido olvidar, dejando a un lado los escrupulos egoistas en cuanto a publicidad, que la hora del peligro no es hora de prepara- cién: que cuando la espada del enemigo reluce por todos los lados uno no debe afilar y pulir sus armas, sino mas bien hacer uso de ellas. Goncluyo con la declaracién de que, frente a toda la sabiduria del hombre y consciente de mi fragilidad, tengo como lema dos frases a modo de sefial de victoria: jEsta escrito! y jHa sucedido!: una base que permanecera contra cualquier artilleria, una raiz que se sostendra ante todo torbellino de incredulidad filos6fica. jHa sucedido! Esto es Historia la cual también es llameante letra del Dios santo. jEsta escrito! Esto es Santa Escritura, en la cual, evento y doctrina han sido inseparables, por lo que es, ademas, Escritura histérica. jLa Historia! que esta formada, no simplemente por la sucesién de hechos, sino especialmente por el desarrollo de ideas. jLa Historia! que recibe sus principios, significado, direccién y unidad de los hechos de la Revelacién. jLa Santa Escritura! que dicta sus propias leyes a los estudiantes de las Escrituras, confun- diendo en la locura de la cruz la profundidad del filésofo o sofista, con Ja fe humilde de los nifios pequefios. jLa Santa Escritura! que da testi- monio del Cordero que fue inmolado, de la vara del tronco de Isai y Leén invencible de la tribu de Juda, hijo de David, Sefor de David, Dios y hombre, Mediador y Juez, que después de extender el baculo de la gra- XV cia en vano, tiene en su mano una vara de hierro para quebrantar a la gente soberbia. jLa Historia y La Escritura! que al unisono, ante la ben- dicién legalmente perdida de una medida de longanimidad que excede todo lo esperado, dirige al pecador convertido hasta El, el cual se ha revelado a si mismo en toda la gloria de sus perfecciones -también en suelo neerlandés- y cuya promesa y amenaza -“Yo honraré a los que me honran, y los que me desprecian seran tenidos en poco” (| Sam. 2:30)- se ha cumplido en la magnitud de la bendicién a través de la cual una nacion que dificilmente era nacion fué elevada a un primer lugar entre las potencias, y en la magnitud de la humillacién y miseria que la nega- cién de Su Nombre santo ha traido sobre una posteridad ingrata... Agosto 1847. PREFACIO A LA SEGUNDA EDICION Para esta segunda edicién, simplemente unas cortas frases a modo de introduccién. Apenas Incredulidad y Revolucion habia hecho su aparicién publica, cuando estall6 la Revolucion de 1848 en Francia y Europa. El texto es virtualmente el mismo; sin embargo, en las notas, por medio de referencias adicionales a mis escritos subsiguientes, me he esforzado por convertir en provechosa la experiencia de veinte afos en una época excepcionalmente revolucionaria. Por consiguiente, se hara evidente que mi conviccién, que ha cristali- zado en una perspectiva cristiano-histérica o antirrevolucionaria del mun- do, no ha permanecido precisamente igual, sino que se ha hecho fuerte: con todos sus méritos, la sociedad moderna, habiéndose esclavizado a la teoria de la incredulidad, est& siendo guiada en forma creciente a una negacién sistematica del Dios vivo. Julio de 1868 Groen van Prinsterer. CONFERENCIA XI HISTORIA DE LA REVOLUCION EN SU PRIMERA FASE: LA PREPARACION (HASTA 1789) Bg BENEFICIO DE QUIENES ESTAN con nosotros por primera vez esta noche, permitaseme comenzar con unas Pocas palabras acerca del punto de vista, del objetivo y del desarrollo de estas conferencias. Nuestro punto de vista es el del cristiano que no desea Gloriarse sino en Cristo y-éste crucificado. En la religion, en la moralidad y la justicia, en el hogar o en el estado, el cristiano no reconoce sabiduria alguna ni verdad que no co- mience con la sumision de mente y corazén a la Revela- cién. No sélo encuentra y nota la direccién de Dios en la historia, como lo hace el deista, sino que, fiel y dedicado al Evangelio, reconoce y espera la solucién a los enigmas de la historia de la humanidad en la primera venida de Cris- to y en la segunda venida triunfante del Salvador. Ama la venida del Redentor porque discierne en ella, en las pala- bras del historiador Von Miller, “el cumplimiento de todas las esperanzas, la culminacion de toda filosofia, la explica- cion de todas las revoluciones, la clave de todas las contra- dicciones aparentes del mundo fisico y moral, y la vida y la inmortalidad”! 1. Johann von Miller, citado en mi Proeve, pp. 47-76 En cuanto a nuestro objetivo, a cada uno de nosotros ha venido esta palabra: “Cada uno segun el don que ha recibi- do, ministrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios”.?- Después de todo lo que he trabajado en el estudio de la historia, considero que he si- do llamado para ser testigo en este terreno de la verdad que es en Cristo. Esto deseo también hacer en estas reu- niones. Me he propuesto demostrar, a grandes rasgos, que la historia de los Ultimos sesenta afios (el autor dicta esta conferencia en 1845), con sus desbordes de iniquidad, ha sido el fruto y manifestacién de la sistematica incredulidad. El desarrollo de las conferencias ha sido el siguiente: Comenzamos examinando el antiguo derecho constitucional positivo, y llegamos a la conclusién de que la Revolucion no se puede explicar como una sencilla reaccién contra ciertos principios, formas de gobierno o abusos. Luego ha- llamos que la perversién del derecho constitucional no fue en si la fuente de ta Revolucién Francesa. De este modo Preparamos el camino para descubrir la verdadera causa. La encontramos en la apostasia del Evangelio. Vimos como la decadencia religiosa habia comenzado ya a amenazar la disolucion de los estados cuando la bendicion de la Refor- ma hizo frente a la corriente. Sin embargo, también vimos como la verdad, puesta sobre el candelabro en el siglo die- ciséis, fue puesta bajo el almud por medio de la apatia y la degeneracién moral cuando el siglo diecisiete Ilegaba a su fin. Como resultado, la filosofia del siglo XVIII, esa negra noche de incredulidad, logré hacer que su fuego fatuo pa- sara por luz del sol. En las tres ultimas conferencias, he tratado de demostrar que la incredulidad, como germen de error y corrupcién de- be, como teoria y practica, culminar en el ateismo y el radi- calismo, dos realidades que usual, pero equivocadamente, se las tiene como simples excesos de la doctrina incrédula de la libertad. 2.1 Pedro 4: 10 Ahora me volveré a la historia, para encontrar la confir- macién én la practica del principio de la Revolucion que hasta aqui he deducido solamente a partir de su ldgica. Asi qué, eSta noche comenzaremos con Ia historia? de la Revolucion. Primero, quiero referirme a algunas caracteris- ticas que capto a través de la era revolucionaria. Luego, explicaré ¢émo divido la sintesis histdérica. Finalmente, en la ultima y mayor parte de la conferencia, quiero reflexionar acerca dé laRevoluciénen su primera fase, la Preparacion. Deseo comeénzar, como dije, con algunas caracteristicas generales. Esto es importante pues sdlo ciféndonos a és- tas podemos esperar, si son correctas, que nuestra vision Se agudice y asi poder mantener nuestro rumbo. Debido a que nuestro tiempo es limitado me contento con hacer una lista de estas pocas caracteristicas recurrentes y discutirlas brevemente: a. La Revolucién es unica en su género. b. Directa o indirectamente ha influido sobre todo el Cristianismo. . Destruye los fundamentos del derecho. - Nunca ha sido puesta en practica en forma total. e. Siempre ha retenido su identidad, pese a aparentes conflictos de formas. f. No ha encontrado oposicién, excepto desde su propio seno. : g. Pierde su poder cuando se la confronta con el Evange- lio. ao a. La Revolucién es unica, En su origen tedrico y en su Curso no se la puede comparar con evento alguno de tiem- pos anteriores. Un cambio de regentes, una redistribucién del poder, un 3. Para ayuda del lector, se ha incluido una cronologia de la Revolucién al final de este volumen. cambio en la forma de gobierno, el conflicto politico y la lucha religiosa nada tienen en comin, en laesferade la ac- cién y los principios, con una revolucién social cuya natu- raleza esta dirigida contra todo gobierno y toda religion. Nada tienen en comun con una revolucién social, o mas exactamente, antisocia/, que socava y destruye la moralidad y la sociedad; con una revolucién anticristiana cuya idea prin- cipal se desarrolla en una rebelién sistematica contra el Dios revelado. La revolucién neerlandesa ha sido comparada con ella, como lo ha sido la revolucién americana. Con respecto a los Paises Bajos, simplemente les refiero a lo que muchos, in- cluso yo, hemos dicho repetidas veces al respecto; en cuanto a los Estados Unidos, apelo al notable trabajo de Baird 4. Tampoco puedo admitir que las revoluciones ingle- sas sean comparables a la revolucién francesa. Si encon- trais algun parecido entre las revoluciones de 1688 y 1789, deberiais leer a Burke respecto de la semejanza en el as- pecto externo y el contraste en esencia y principio.’ En su 4. En cuanto @ la revolucién holandesa, vease mi libro Handboek. parrafo 131: “E| objetivo principal de la guerra era la libertad de culto cristiano, asi como la supresién de! Evangelio habia sido su causa principal. Sobre todo la lucha comenzd por razones religiosas, y a veces exclusiva y Unicamente, la lucha continud por causa de la religion”. En cuanto a la revolucion americana: "La separacién de las colonias del dominio de Gran Bretafia, y la reorganizacion de sus respectivos gobiernos, produjo cambios menos esenciales que 10 que a primera vista Parecia suponer. El Rey,el Parlamento y e! Juez Mayor de Inglaterra fueron sobrepasados por el Presidente, el Congreso y la Corte Suprema de América, permaneciendo esencialmente sin 5. "En estos dos periodos (el de ta restauracion de 1660 y el de la Revolucion de 1688), la nacién habia perdido el vinculo de unién en su viejo edificio. Sin embargo, no disolvieron toda la trama. Por el contrario, en ambos casos regeneraron la parte deficiente de la vieja constitucion a través de las partes que no estaban deterioradas. Mantuvieron esas partes ant- 9uas exactamente como estaban, para que las partes reestructuradas fueran adecuadas. Ac. tuaron por medio de los estados antiguos organizados en la forma de su antigua organiza. cidn, y no por la erganizacién molecular de un pueblo desbandado. Quizas en ningun tiempo la legistatura soberana haya manifestado una consideracion mas tierna a ese pri ncipio funda- mental de la politica constitucional britanica que en el tiempo de la Revolucion, cuando se desvid de la linea directa de la sucesién hereditaria,.. Cuando la legislatura desvio la direc. cién, pero mantuvo el principio, mostraron que los consideraban inviolables”. Burke, Reflee - tions on the Revolution in France: en Works, V. 59. Heeren habla justamente de “la asi llama. idea principal la Revolucion no se puede comparar siquiera con la de 1640 ni a las corrientes democraticas y a la tira- nia de los dias de Cromwell & b. La Revolucién es una revolucién europea, un derroca- miento del Cristianismo ’. También esto, aun cuando es evidente a partir de la naturaleza misma del caso, se confir- ma por medio de una consideracién atenta de la historia. Por supuesto, junto con la identidad de Principios y de di- reccion, los desarrollos han diferido de pais en pais. Algu- nos de vosotros me habéis preguntado hasta qué punto la sucesiOn de fases, como las he esbozado a priori, se puede observar, por ejemplo, en Inglaterra. Esta pregunta es legi- tima, puesto que mi modelo, si es correcto, deberia ser valido en donde quiera que Ilegase a dominar el principio de laRevolucién. Sin embargo, han surgido diferencias que dependen de si el principio de la Revolucion llego a ser da Revolucion de 1688", describiéndola como “un establecimiento mas preciso de las formas, que ademas eran, en su mayor parte, las formas antiguas”. Handbuch, p. 263. La Revolucion de 1688 (que fué Ilevada a cabo bajo su lema de lucha Je maintiendrai (yo mantendré) en mas. de un aspecto fue una restauracién. + “La actual revolucién en Francia me parece de un caracter y descripcién completamente distinto, y que tiene poca semejanza o analogia con cualquiera de las qué se hayan producido en Europa, sobre principios puramente politicos, Es una revolucién de doctrina y de dogma tedrico”. Burke, Thoughts on French Affairs etc. etc., Written in December 1791; en Works, Vil, 13. 6. "No hay eventos en la historia que mas comtnmente sean considerados paralelos, que la gran rebelién en Inglaterra y la revolucion francesa. En realidad, con ciertos puntos de seme- janza, no existen otros que sean mas disimiles". Alison, History of Europe, |, 32. Ci. Tocque- ville: “No hay dos eventos que sean mas disimiles que vuestra revolucién de 1640. y nuestra gran revolucion de 1789... En mi opinion, son completamente incomparables”. Tocqueville a Lady Thereza Lewis, 6 de Mayo de 1857; Correspondanes, Il, 381 s. Piénsese en las palabras de Stahl; “La libertad de Inglaterra y de América respira el espiritu de los puritanos; la libertad de Francia el espiritu de los enciclopedistas y jacobinos”. Parlamentarische Reden, P. 87s. Para una respuesta a la pregunta: ¢Por qué la revolucién inglesa tuvo éxito?, lease Guizot, Pourquoi la Revélution d’Angleterre a-t-elle réussi? Y en cuanto a una réplica a una Pregunta tan frecuentemente repetida con arrogante sofisticaci6n y candidez infantil, si noso- tros los antirrevolucionarios nos Oponemos entonces a todas y cada una de las revoluciones, vease mi Ter Nagedachtenis van Stahl, p. 27 (“Por cierto que no somos opuestos a cada revolucién. También conocemos las fechas 1752 y 1688. A lo que nos oponemos es la Revo- lucion.,. el derrocamiento sistematico de las ideas por medio del cual el estado y la socie- dad, ta justicia y la verdad se fundan en la opinion humana y en la arbitraridad, y no en las ordenanzas divinas”). 7,1 "Esta gran revolucién... fué preparada simultaneamente casi en toda Europa continental" Tocqueville, L’ancient Régime, p.X! “El sistema revolucionario es aplicable a todas las nacio. nes". Mallet du Pan, Memoires, il, 134. La Revolucion es, por asi decirlo, cosmopolita, dominante, y en ese caso, en qué grado. Algunos paises, como Francia, y hasta donde correspon- de, los Paises Bajos han tenido revoluciones; aqui encon- tramos en forma completa nuestro modelo. Otros paises en ciertos aspectos han sido llevados bajo la influencia de las ideas de la Revolucién; alli la situacién es mas complicada. En algunos paises la teoria ha seguido ganando terreno aun cuando la practica, debido quizds a sucesos vistos en otros lugares, se ha saltado una fase o parte de ella: asi la ac- cién revolucionaria llegé a ser la piedra angular de la poli- tica en estados donde el desarrollo apenas habia comenza- do. Dicho brevemente, el hecho de que la Revolucion sea universal no significa que sus fases ocurran en todas par- tes en el mismo momento. Ahora bien, en cuanto a Inglate- tra, a juzgar por las modificaciones que han experimentado las ideas revolucionarias en las mentes de muchos de sus estadistas, ha alcanzado ya un periodo de desaliento y de- crepitud, aun cuando su estado y sociedad no han sido trastornados. La lucha contra el jacobinismo detuvo tempo- ralmente el progreso légico de laRevolucién, No obstante, la fase de preparacién interna esta agitando aun ahora a Inglaterra. Ya no hay alli una mano firme que mantenga el derecho publico tradicional. Sin embargo, entretanto, mien- tras su constitucién permanezca en vigor, Inglaterra conti- nuara siendo rica en privilegios y desigualdades, la presen- cia*de las cuales continuaré exacerbando la mentalidad re- volucinaria. Por lo cual, se puede decir que Inglaterra atin permanece en el umbral de la agitacién politica® c. La doctrina de la Revolucién socava y destruye los fundamentos del derecho. Dondequiera que la Revolucién ha estado en accién, se ha hecho manifiesto que considera el derecho como una simple convencién, producto de la voluntad humana. De es- te modo, siempre variable en su origen, el derecho queda 81 Desde 1847, Inglaterra se ha acercado ain mas, como se desprende de su politica interna y externa. entregado a la arbitrariedad. La legalidad es reemplazada por la “formalidad en los tramites”, la legitimidad por “el orden legal”? Como vosotros sabéis, algunos piensan que pertenezco a una agrupacion de legitimistas parisienses o que por lo me- nos simpatizo con ellos.7 Ese hecho no impedira que ex- prese mi completo acuerdo con el principio de legitimidad expresado en las siguientes lineas: Existen materias sagradas, inviolables, legitimas que puestas bajo los escudos de la justicia reconocida universalmente, no deben jamas ser cambiadas, y no pueden ser sacrificadas por ninguna voluntad humana. Este es el principio de legitimidad en su mas alta universalidad. No existe la justicia universal. Nada es sagrado, inviolable, legitimo. To- das las leyes pueden ser cambiadas a voluntad del soberano, y el mas fuerte es el soberano. Todos los derechos pueden ser sacrificados en pro del bienestar general, y bienestar general es aquello que definimos a nuestro gusto. Ahi tenéis el principio de la ilegitimidad, o de la Revolu- cién en todo su alcance colosal!!. d. La teoria revolucionaria nunca se ha Ilevado a cabo en forma completa. Esta tesis es apoyada sin excepcidn por la historia, En 1816 Haller escribid acerca del experimento en Francia yen otros lugares: “En realidad no hubo contrato social, ni so- berania del pubelo, ni sepracién de poderes, sino solamen- te una lucha de partidos para tomar posesién del poder su- premo”. Y lo que se pudo decir en 1816, es igualmente innegable en 1846: “Todo intento acometido para poner en practica el sistema filosofico fracasé rotundamente”. La teoria jamas se llevé a cabo porque su realizacién era una imposibilidad. “Fracaso porque tenia que fracasar, debido a que el sistema mismo es falso, impracticable y contrario a 9T "Lo opuesto de la soberania popular, y por Io tanto, la verdad basica de la politica, es el principio de legitimitad, esto es, de la autoridad del orden existente en cuanto al derecho y el gobierno... El concepto de legitimidau y de gobierno de Dios es nada menos que absolutista. Exactamente lo opuesto". Stahl, Die Revolution und die constitutionelle Monarchie, pp. 18, 20. Vease también mi Grondwetherziening, pp. 338ss., 472. 10 Cf. arriba, pp. 000. 11 Journal des débats, 1819. 10 la razon, y porque la fuerza omnipotente de la naturaleza resiste a su ejecucion”! Pero, se alega, que este fracaso fue ocasionado por des- viaciones 0 excesos, por la falta de madurez de los pue- blos, por una desgraciada conjuncién de circunstancias, por errores y deslices personales. No hubo desviaciones ni excesos, sino aplicacién. La aplicacién fue impuesta sin consideracion de la humanidad, es verdad; pero siempre siguiendo la senda proyectada. En realidad, el horrible experirmento ni siquiera se acerco a la cima, sino mas bien al abismo de su desarrollo puro y completo. “No se puede alegar”, escribe Haller, “que los principios se han estirado demasiado, que son extrafos, o que han sido mal aplicados cuando los resultados se derivan rigurosamente de las premisas. Si los preceptos son sanos, como las leyes naturales, deben quedar mas firmemente establecidos y autenticarse por sus resul- tados y efectos. No es verdad que estos principios fueron demasiado grandes; mas bien, todo fracasé porque los principios eran falsos. En realidad, seria facil demostrar que de los principios fluyeron en forma por demas rigurosa las consecuencias mas desastrosas, que hicieron temblar a mas de uno de sus partidarios, y que aun muchos otros males y horrores habrian resultado si el corazon del hombre y los sentimientos naturales menos corruptos que los sistemas prevalecientes, de vez en cuando no se hubieran rebelado contra los errores de la mente para de- tener su aplicacion” 13 Se dice que los pueblos no estaban maduros. jSingular pretension! En medio del sonido de trompeta del progreso y la ilustracién uno mas bien hubiera tenido que pensar en el adagio: “Ahora o nunca”. Si esta altamente ilustrada ge- neracién, que da lecciones a la humanidad, no esta madu- ra, gcuando entonces, por favor, diganmelo, maduraran los pueblos? Ademas, este pretexto esta dificilmente en armo- nia con lo que hemos dicho acerca de la verdad del prin- 12. Haller, Restauration, |, 332, 321, 332s. t “La gran sefal y juicio sobre la teoria de la Revolucién es que sus constituciones no solamente carecieron de durabilidad, sino que casi todas ellas ni siquiera pudieron Hlegar a la realizacién. Ninguna constitucién de Francia, para usar la celebrada expresi6n, llegd a ser verdad”. Stahl, Philosophie des Rechts, Ill, 364 (‘‘Ile- gO a ser verdad”: alusion a la expresién “la charte-verité"; vease abajo, p. 000n0. Nota de H. Smitskamp) 13. Haller, Restauration, |, 326 s. it cipio y de la excelencia de las formas derivadas de ella. Me describis una teoria que promete la perfeccién del hombre en el estado y la sociedad, y cuando me regocijo y deseo la realizacion de la promesa, sefalais hacia un futuro distan- te, y exigis que el fruto, con el fin de beneficiarse de los rayos calidos, madure de antemano. jYo pensé que vuestro nuevo sol iba a acariciarlo para que madurase! Rousseau escribe: “Si hubiera una nacién de dioses, po- dria gobernarse democraticamente. Un gobierno tan perfec- to es impropio del hombre” "4. Yo preferiria decir: un go- bierno tan imperfecto. Después de todo, la excelencia de una doctrina es proporcional a las dificultades que supera. Mirad la doctrina que profesamos los cristianos. En la veri- ficacién experimental de las palabras: “Aun estando noso- tros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cris- to’, en el desarrollo y florecimiento de la moralidad en el plano de la doctrina evangélica, esta la evidencia perdura- ble del poder divino. Pero cuando la sabiduria terrenal in- vierte el orden, y dice: “Que el Pueblo sea bueno primero, y luego emprenderé su mejoramiento; que primero viva, y luego lo vivificaré y se podra ver el fruto de mis lecciones”, entonces reconocemos que ésta es una confesién de impo- tencia y una contradiccién a la espectativa indicada. Enton- ces decimos con mucha osadia: los Pueblos nunca estaran lo suficientemente maduros para encontrar la felicidad por medio de esta doctrina, puesto que su naturaleza misma es perniciosa. Pero se afirma que la causa y el defecto esta en las cir- cunstancias 0 en las personas. De este modo, por medio de todo tipo de evasivas, se ignora el caracter unico de la raiz. Con igual derecho uno podria culpar a la aridez- del suelo, a la inestabilidad del tiempo, a la multiplicacién de los bichos o a la incompetencia del vifiador, por el hecho de que uno no puede sacar uva de los espinos o higos de los 14, Rousseau, Du contrat social; en Oeuvres, |, 88 Cf. arriba, p. 000n 15. Ef. 2:5. 12 abrojos. Gon igual derecho uno podria elogiar las cualida- des de un arbol del que siempre se han recogido frutos mortales solamente. Uno se queja de las circunstancias aun cuando todas las circunstancias eran favorables. Uno se queja de las desviaciones y aberraciones de los hom- bres, y olvida que bajo la influencia de las ideas de la Re- volucion, la libre eleccién queda restringida exclusivamente ala variedad de caminos que producen extravio. e. En todo lugar, el principio de la Revolucién retiene su identidad. Los hombres estan encaprichados con una anarquia que llaman libertad, 0 con una arbitrariedad que se jacta de ser una administracion fuerte y brillante, o con las instituciones representativas del liberalismo que ocultan la vana busque- da de un equilibrio inalcanzable. El jacobinismo, el bona- partismo, el constitucionalismo son todos ramas de un mismo arbol, o mas bien nuevos brotes de una misma ra- ma: prolongaciones de la linea que el principio de la Revo- lucién ha proyectado para si en la forma (para usar la ex- presién de Goethe) de una espira/, un sendero de autoper- feccionamiento. No son tres filosofias politicas, sino una y la misma filosofia tripartita.” 16. T'La monarquia constitucional en su verdadero significado es progreso moral”. Sthal, Die gagenwrtige Parteien, p. 173 La monarquia constitucional nada tiene en comin con el Cons- titucionalismo, la doctrina de la separacién de poderes y de control y equilibrio, en que el papel del rey se disuelve convirtiendose en poder ejecutivo. 17. “Lo que caracteriza la actitud prevaleciente del hombre europeo aun en la actualidad es la Greencia persistente en un estado absoluto que esta por encima de toda ley existente. Las tres principales formas de gobierno, el republicanismo, el constitucionalismo y el imperia- lismo, en esencia estén basados en el mismo principio, no importa cuan diferentes puedan Ser en su apariencia externa. Cuandoquiera que se tratara de combatir la Verdad, los segui- dores de las tres escuelas siempre cooperaban, no importa cuan vehementemente se comba- tiesen entre si después de la victoria", Berliner politisches Wochenblatt, 1832, p. 222. T En cuanto a la imagen que Goethe tiene de la espiral, vease mi Proeve, p. 55 ("Cro pudo un sistema desmentido por la historia y por las Escrituras (esto es, la doctrina de la perfecti- bilidad) haberse hecho tan popular? Habia necesidad de coherencia y unidad, lo que la incre- dulidad no pudé encontrar en otra forma... Se hablé extensamente de mejoramiento, real o imaginario, sin hacer examen alguno de la fuente (si era del hombre o de Dios, por impulso humano © por un poder superior), EL estancamiento y la regresién fueron considerados cami- Nos indirectos para el progreso, rodeos necesarios para alcanzar la meta (Madame de Stael 13 Me parece que esta observacién arroja mucha luz, no so- lamente sobre el caracter de los acontecimientos, sino tam- bién sobre la conducta de las personas. Somos irritados por la carrera camalednica de quienes comenzaron siendo jacobinos, luego se volvieron bonapar- tistas, y terminaron oponiéndose a toda administracién le- gal. Nos sentimos irritados, y con justa razon, cuando la pasion criminal, la ambicion y el egoismo se las arreglan para amoldarse a fin de estar al dia con la moda: “En tiempos de revolucién siempre aparece una raza de seres perversos a quienes resulta agradable el mal, y que lo aman por amor al mal. Solamente en la cumbre de las ruinas pueden respirar libremente, y cuando se les permite tener el poder, el crimen fluye de sus almas como lava de un volcan. Otros, ocupados con sus intereses personales sola- mente, e indiferentes a cualquier otra cosa, fomentan el desorden con el proposito de crear oportunidades favorables para su beneficio personal. Se venden a quienquiera que les pague. Hoy se hallan en clubes revolu- cionarios exigiendo las cabezas de reyes; mafiana se les vera arrodilla- dos a los pies del mas bajo de los tiranos, adorando sus caprichos y justificando sus crimenes” 18 . Asi es, pero el personaje descrito por Lamennais no es aplicable en todos los casos. Ha habido quienes han hecho cambiar sus convicciones al mismo paso que cambia la practica de laRevolucién, pero que, sin embargo, siempre estaban trabajando con el mismo celo por el mismo objeti- vo: la realizacién practica de la teoria revolucionaria. Nos sentimos ofendidos por muchos estadistas cuyo li- beralismo resplandecié cuando estaban fuera del gobierno, pero que, habiendo tomado responsabilidades de gobierno, se destacaron por su arbitrariedad. Nos sentimos ofendi- dos, y repito, a veces con justa razon. A veces es incon- dice: Acerca de la perfectibilidad de la mente humana Goethe ha dicho una palabra llena de sabiduria: “Esta siempre avanzando, pero en una linea espiral”. Dada esta via de escape, no hay evidencia histérica que pueda silenciar a estos defensores de la perfectibilidad). Asi toda la historia fue tergiversada en una forma arbitrariamente escogida. Esta doctrina ha penetrado dondequiera que el hombre no tiene un conocimiento decente de Ia historia o de las Escritu- ras..."! 18 Lamennais, Oeuvres completes, II, 247 14 fundible la falta de honradez y de buena fe. Sin embargo, podriamos ir demasiado lejos con la suspicacia, y retirar el respeto a hombres que se lo merecen. Por lo menos, en alguno de los casos en que su conducta parece irresponsa- ble y traicionera, éstos siempre utiles instrumentos de la doctrina de la Revolucion solamente estaban siendo fieles a la teoria, que, a través de todos sus cambios, podria haber- los defraudado en sus resultados, pero no en sus prome- sas. Estamos indignados con quienes han sido serviles con la misma prontitud a todos los gobiernos, y no han vacilado en hacer un juramento o aceptuar un cargo distinguido o bien remunerado. Nos sentimos indignados, y aqui nueva- mente lo digo: los muchos casos en que los hombres son Motivados por el interés personal y la ambicidn, justifican nuestra indignacién. Per no perdamos de vista aun las concepciones alterador. de estados y gobiernos. Fué siempre un estado revolucionario el que sobrevivio y siguid viviendo. Las diversas revoluciones sélo fueron cambios de poder revolucionario, en el sentido de que cada administra- cién, a Su vez, era reconocida como resultado de la recta- mente omnipotente voluntad de la mayoria. Asi, segtin este punto de vista, el gobierno no era, como anteriormente, un monarca oO una corporacion soberana con cuya existencia independiente el estado mismo permanece o cae. Mas bien, el gobierno era una encarnacién pasajera del estado, una manifestacion transitoria dei pueblo soberano, designado para ser solo siervo de la nacién, mandatario del pais. Por lo tanto, apoyar u oponerse al gobierno se habia converti- do en un asunto centrado en personas, cuestion que se so- lucionaba en nombre de la opinién publica tan pronto como el partido mas fuerte obtenia el poder. En consecuencia, lejos de ser considerada una lealtad digna de elogio, la adhesioén a un gobierno caido se habia convertido en un prejuicio, y quizas en alta traicién ®, Asi, Falleyrand alega- 19.1 Patria y Nacién se identifican con el estado, con un gobierno. Entonces, el pais de uno 15 ba, que al servir a cada gobierno y al abandonarlo, siempre habia permanecido fiel a su pais, y consecuentemente con- sigo mismo.20 Como toda aquella gran Generacion a la que pertenecid, Talleyrand ama- ba sinceramente su patria, y jamas perdié su aficién Por las ideas de su Juventud y los principios de 1789 permanecieron con él a través de to- dos los cambios de sucesos o de fortuna. Sin ninguna vegiienza podia hablar de los gobiernos a los cuales habia servido y habia dejado. Decia no haber servido a los Gobiernos, sino al pais, bajo la instituci6n politica que le parecié mas adecuada en e! momento, y que nunca habia querido sacrificar el interés de alguien que estuviera en el poder...21 Sin entrar a responder la Pregunta si es o no aplicable real- mente la excusa al astuto egoista que asi la sistematizé, no Se puede dudar que este punto de vista tipicamente revolu- cionario tuvo gran influencia en las acciones de muchos. f. La historia de la Revolucién también corroborara la si- guiente tesis, a la cual atribuyo una especial importancia: En medio de mucha controversia, nunca se ha expresado un desacuerdo con la esencia de la Revolucion como tal. Muchos esfuerzos que fueron considerados como tales consists en “la aplastante unidad del poder central entronizado como simbolo de la unidad pacional". Guizot, Mémoires, Il, 217 (el énfases fue aftadido). Esta confusion de los concep. Coe pagualmente llevo a ver la patria en todo régimen establecido con &xito (ct. arriba, pp. 00s; 9008). Asi el juramento se convirtio simplemente en un compromiso con la forma en aco la voluntad del pueblo se hallaba Organizada en cualquier momento; de donde la lealtad a cualquier gobierno caide, alin de la dinastia mas nativa, se convirtié en delincuencia de estre. chez mental y en abandono del deber. visto sujstos @ mucha especulacion, sus logros sustanciales como estadista son un hecho establecido. ), 21, Mignet, Etudes et portraits politiques, |, 159. 16 no eran en modo alguno antirrevolucionarios. No hubo una guerra que no fuese guerra civil y fraticida, una lucha cons- tante entre los revolucionarios entre si. La falsa teoria, re- sistida en su desarrollo, nunca fue atacada en su origen y raiz®2 Ni siquiera por los eruditos. Haller escribe: Por respeto a la verdad hay que decir que los ataques hechos por los eruditos nunca fueron suficientemente firmes,y completos, y que care- cian especialmente de la forma sdlida y sistematica que era necesaria para oponerse al error. Me parece que la misma falta es comin a los numerosos autores que durante la revolucién francesa combatieron la revolucion misma o sus principios y consecuencias. Empleando sola- mente las armas de la historia contra el sistema filosdfico, algunos de- mostraron que nunca ha existido el contrato social; sin embargo, no Pudieron demostrar que no podia ni debia existir. Otros atacaron sola- mente las consecuencias peligrosas, no los principios mismas; los fru- tos ruinosos, pero no la raiz del error. Finalmente, demostraron ser in- capaces de edificar un sistema rival que fuera satisfactorio en todos los aspectos y adecuado para explicar de un modo legitimo y completo el origen, la naturaleza y el ejercicio de la autoridad soberana. No lograron Presentar las cosas en la forma que realmente son, en su aspecto ver- dadero. Advirtieron contra el veneno, pero no pudieron ofrecer un anti- doto eficaz 23. Actuaron como el médico incompetente que ataca los, sinto- mas, pero no reconoce la causa de la enfermedad. g. Considero importante este ultimo punto, entre otras razones, porque nos tranquiliza en cuanto a la supuesta in- superabilidad del error. Porque si el principio es la incredu- lidad, el remedio esta en la creencia, en la fe. No hay razon para desanimarse en tanto no se haya pro- 22.7 Cf. mi Verspreide Geschriften, I, 124-134 (Reimpreso de Nederlandsche Gedachten (27 de Septiembre a 19 de Noviembre de 1831): “Causa principal de muchas revoluciones que azotan al mundo civilizado es la falsa filosofia de la que la incredulidad es la fuente y los eternos canflictos el producto inevitable. Esta doctrina funesta debe ser atacada en su origen, en el principio del cual brota. ¢Se ha hecho esto? Dificilmente. No se hizo en 1789 ni en 1815, ni en 1830. No ha habido conflicto acerca de la doctrina sino solamente en el grado de desarrollo y en el modo y oportunidad de la aplicacién... Aun cuando la doctrina fue resistida en muchas formas a medida que se desarrollaba en la historia, nadie la atacé al corazon de ila: el principio fue aceptado y se rechazaron las consecuencias, aun cuando el principio era falso y las consecuencias correctas"), 23. Haller, Restauration, 1, 339, 17 bado la cura infalible, y ella esta atin disponible. ~Qué se puede aprender de la experiencia de la era revolucionaria? Que el hombre, sin Dios, aun con las circunstancias a su favor, nada puede hacer sino obrar su propia destruccién. El hombre debe romper el circulo vicioso revolucionario: debe volverse a Dios cuya sola verdad puede resistir el po- der del error. Si alguien considera que esta leccién trascen- dental de la historia es mas un lamento sentimental que un consejo para la politica esta olvidando que el poder del Evangelio para la realizacién del orden, !a libertad y la pros- peridad ha sido demostrado por la historia del mundo. Ten- ga presente que todo lo que es Util y beneficioso para el hombre, es promovido por el temor de Dios, y es frustado por la negacion de Dios. Debe tener presente especialmente que la teoria revolucionaria fue un desarrollo del germen de la incredulidad, y que la planta ponzofosa cultivada por la apostasia se marchitara y asfixiaré en una atmésfera de avi- vamiento de la fe. A estas caracteristicas de la historia de la Revolucién, Permitaseme agregar ahora /a arbitrariedad de !a autoridad estatal revolucionaria, que fue discutida hacia el final de la conferencia anterior. El estado revolucionario, en que se unen la Voluntad General y el gobierno, tiene su principio fundamental en ese error inevitable cuyo origen hemos en- contrado en la perversion del derecho constitucional y en los escritos de los maquiavelistas y los monarquistas, el error de los cuales, descubrimos luego, era inseparable de la teoria revolucionaria: El error de suponer una libertad e igualdad originales, con todo lo que ello involucra. Este error forma el eje alrededor del cual giran las ruedas de la maquinaria estatal. La maquinaria puede ser Operada por diversos regimenes, con mayor 0 menor monto de energia, con el propésito de lograr diversos fines en armonia con el flujo de las circunstancias y de la diversidad de puntos de vista y simpatias. Sin embargo, estructural y Operacional- mente, la maquinaria sigue inmutable, tanto después de 1813 como después de 1789, tanto después de 1840 como 18 después de 1830. Entonces, sea bajo tiranos o gobernantes benevolentes, representantes que resisten o que ceden ante un regimen democratico © autocratico, el resultado es que las libertades mas esenciales, las memorias mas amadas y los valores mas sagrados de la nacion seran respetados, protegidos, tolerados y concedidos solamente hasta donde pueden ser adecuados y ser Sujetados a las demandas del estado, esto es, a las demandas de quienes directa o indi- rectamente dirigen el gobierno. Esto lo he llamado ef des- potismo del estado revolucionario. Pasando ahora al esquema histérico, debo indicar cémo pienso dividirlo. Me parece que la divisién mas sencilla la dan las cinco fases bosquejadas la Ultima vez en relacion con el curso puramente légico de las ideas de la Revolu- cién: Preparacién (hasta 1789), Desarrollo (1789-1794), Reaccién (1794-1813), Nueva experimentacién (1813-1830), Resignacién con desaliento (desde 1830). Con mucha frecuencia tendré que llamar vuestra atenci6én casi exclusivamente a Francia. Alli mas que en cualquier otro lugar la enfermedad ha tenido un curso sin impedi- mentos. Sin embargo, por esta misma raz6én; una vez mas debo advertiros que no debéis considerar la Revolucién co- mo una enfermedad nacional que debe explicarse sola o especialmente como proveniente de la naturaleza frivola de los franceses*4, Por el contrario, la enfermedad era mas epidémica que contagiosa. Por largo tiempo habia habido 24. t Por ejemplo, tomese la siguiente interpretacion: “La revolucién francesa, que siempre se ha considerado un evento universal en la historia del mundo (aun Hegel cometié ese error), en el fondo era un hecho completamente peculiar de Francia. Fue un hecho galo. Fue el resultado, si puedo aventurarme a decirlo asi, de la vanidad que capacita al galo para sopor- tarlo todo, menos la desigualdad en el rango social, y de esa légica absoluta que Io lleva a reformar la sociedad segiin un modelo abstracto, sin tomar en cuenta la historia ni el derecho sagrado”. Asi lo explica Ernesto Renan en un articulo publicado en la Revue des deux mond- des, 28, (1858), XIV, 519 (énfasis afadido). Aunque parezca divertido, Renan esta equivocado, La légica y la pasion entran en el juego para la realizacion de la falsa doctrina solamente después que los hombres han desechado los principios que son verdaderos. Vease también arriba p. 000n 19 turbulencia y agitacién en todo lugar. Si el fuego hallé un escape en Francia, no debemos olvidar que todo el suelo europeo era voleanico 25. Aun la prolongada Superioridad de las armas francesas debe explicarse en su mayor parte por la universalidad de la corrupcion revolucionaria: La resis- tencia contra la violencia franco-revolucionaria fue vana, porque el odio de Francia quedé escondido bajo las som- bras del amor por el experimento iniciado en el suelo fran- cés. La revolucién europea encontro su epitome en la revo- lucion francesa. La Revolucién no se debe atribuir a la na- cion francesa: Fué obra de una faccién, de una secta, de una escuela filosdfica que usé los poderes del gobierno centralizado para conducir la nacion -y a toda nacién a me- dida que fueran revolucionadas- a someterse al yugo de las sucesivas personificaciones de su principio 28 Puesto que la revolucion francesa naturalmente constitui- ra una parte importante de las conferencias que siguen, me gustaria que tomaramos nota del valor de las principales obras sobre el tema. Ciertamente el punto de vista de la mayoria de quienes escriben sobre la revolucién francesa ha sido derivado de las ideas revolucionarias mismas, de modo que con respecto a sus obras debemos cuidarnos dili- gentemente de errores de juicio relacionados con los princi- pios que rechazamos. No tengo tiempo para hacer una sin- tesis critica de la literatura, si es que pudiera hacerla. Sin embargo, no vendria mal un breve comentario si se toma en relacién con lo que dije en la segunda conferencia acerca de diversos libros antirevolucionarios. Las obras de Thiers y de Mignet, excelentes en forma, el primero como un relato continuado, y el segundo como un 25. t Mucho después, en 1848, Tocqueville escribe:-“Estamos en medio de una revolucion general de los pueblos civilizados, y creo que a la larga ninguno de ellos escapara”, Oeuvres complétes, VI, 141. “Hay solamente una revolucién, la que aun esta vigente con toda su fuerza, y que no terminara por largo tiempo”. Ibid. VII, 198. 26. “Desde 1789 ninguna de las crisis que han ocurrido en Francia fueron deseadas por el pueblo". Madame Stael, Considerations, Il, 57. T Siempre y en todo lugar la Nacién fue escla- va de los portavoces del Pueblo Soberano. 20 bosquejo compacto”’, Ilegan al punto de defender la revolu- cién aun en sus horrores que segiin estos hombres eran Prerrequisito para el triunfo, mientras por otra parte ignoran © tergiversan los argumentos y la evidencia documentaria de la parte opuesta?®. Hace muchos afos Necker y Madame de Stael®® fueron considerados como los mejores historia- dores de la revolucién francesa por Heeren 30 , Y quiz4s aun estén entre los mejores, siempre que recordemos que el Prejuicio pone obstaculos aun a los genios, y que tanto en el padre como en la hija se presenta un inequivoco tinte de anglomania. La Historia de Francia en la era de la Revolu- cién 3 de Wachsmuth, con su estampa de vago liberalismo, es importante por su exactitud y vivacidad, por lo menos hasta el Consulado; por otra parte, la Restauracion la trata 27. A. Thiers, Histoire de la revolution francaise (2° edicién; F. —A. Mignet, Histoire de la révolution francaise, depuis volumenes; Paris 1833). 28. Una muy extensa nota bibliogratica sobre las obras de Thiers (por J.W. Croker) en el Quarterly Review, vol.76 (1845), pp. 521-583, logra convencer al lector de lo que se dice en las. Palabras iniciales: “En los catorce volumenes en octavo de su Histoire, no hay una sola Pagina de verdad sincera y sin adulterar, dificilmente una linea". La publicacién de la historia de la revolucién francesa por Thier fue “ta especulacién de un librero sobre el estado de los partidos politicos en Francia; una rama de la conspiracién general contra los ancianos Bor bones; una apologia paradéjica de la vieja Revolucion, y una encubierta provocacién ‘a una fueva revolucién". “La descripcién de la Revolucion que Thiers hece, elogia la revolucién mediante la adulteracién de los detalles. La mano tosca y descolorida de Mignet falsifica el bosquejo”. 1 Este notabilisimo articulo bibliografico volvid a aparecer en J.V. Croker, Essays on the Early Period of the French Revolution (Londres, 1857). Quizas nadie haya estudiado los acontecimientos y los personajes de la revolucién francesa desde 1789 a 1794 con tanta Precisién como este poco conocido inglés, miembro del Parlamento, de quien Guizot testifi- ca: “De todos los campeones del antiguo conservadurismo inglés... él es quien en mejor forma me ha hecho ver y entender su parti De mis conversaciones con él he aprendido mucho acerca del estado de la sociedad britanica y de la historia de sus tiempos”, Mémoires, V. 164 s (La Histoire de la révolution frangaise, publicado la primera desde 1823 hasta 1827, ciertamente sirvio como un arma adicional en el arsenal de la oposicién liberal contra los Borbones; cf. abajo pp. 000f. Nota por H. Smitskamp). 10 voliimenes; Liege, 1828-29). 1789 jusqu’ en 1814 (5° ed, 2 29. Jacques Necker, De la revolution francaise (2tomos; Paris 1797). Madame la baronne de Stael (= Anne-Louise-Germaine Necker), Considerations sur les principaux événenements de la révalution frangoise (3 tomos; Paris 1818). 30. “En el diluvio de escritos franceses, los de Necker y su inteligente hija encabezan la lista”. Heeran, Handbuch, p. 585. 31. Wilhem Wachsmuth, Geschichte Frankreichs im Revolutionszeitalter (4 tomos; Hamburgo, 1840-44), en la serie Geschichte der europaischen Staaten editado por A.H.L. Heeren y F.A. Ukert. 24 con una parcialidad que parece satira y una superficialidad que parece cronica de la contraportada de un almanaque. La Historia de Europa *” de Alison, se destaca por su erudicion e imparcialidad, por sus elevadas reflexiones desde las pers- Pectivas de la religién, la moral y la justicia, aunque mi objecion es que el autor confunde demasiado la revolucién con un conflicto sobre la forma democratica de gobierno. La Historia del Siglo Dieciocho %3, de Schlosser, juzgandola por los volumenes que hasta ahora han aparecido, puede contarse entre las contribuciones mas importantes para el estudio de la Revolucion, aunque su falta de familiaridad con el espiritu y el poder del Evangelio le traiciona con ideas defectuosas y juicios mordaces.34 Podria poner muchos otros libros en la lista °°, pero ya és hora de dedicar el resto del tiempo para mostraros la Preparacion de la Revolucion en el periodo anterior a 1789. 32. Archibald Alison, History of Europe from the Commencement of the French Revolution in 1789 to the Restoration of the Bourbons in 1815 (5 tomas, Paris, 1841-42). 88. Friedrich Christoph Schlosser, Geschichte des achtzehnten Jahrhunderts und des neun- zehnten bis zum Struz des franzésischen Kaiserreichs (Heidelberg, 1836- ) 34. T Como escribi en los Archives, VII, p, XIV: “Schlosser afirma que el lado hist6rico es el lado debil del Evangelio (Asi la verdad debe tener lados débiles, 0 el Evangelio no es la verdad). Por otra parte, nosotros creemos que hasta el fin del tiempo el destino de la huma- nidad sera gobernado por el destino de la Iglesia de Cristo segin se revela en la Escritura”. 35. T Vease también arriba, en el Prefacio, donde menciono las obras de Lamartine y de Louis Blanc. El juicio de Crocker de la critica historica de Lamartine (hasta donde tengo conoci- miento, en ninguna parte habla de Louis Blanc) es muy desfavaroble . Croker escribre: “ través de toda su historia adorna el relato con numerosas anécdotas, a las cuales no da autoridad alguna, ni mi tolerablemente extensa lectura de la historia revolucionaria ve autori- dad alguna. Tenemos abundante ¢ indiscutible evidencia de las inexactitudes y, en realidad, de la falsedad de muchas de estas anécdotas”. Essays, p. 428. Desde la primera edicién de este libro en 1847, han aparecido numerosas publicaciones (una biblioteca en si mismas) Sobre la revolucién francesa. Menciono solamente a J. Mallet du Pan, Memoires et correspon- dance pour servir a 'histoire de la revolution francaise, coleccionadas y editadas por A. Sa. yous (2 tomos; Paris 1851), importante contribucién del legado de este prominente publicista antirrevolucionario; Heinrich von Sybel, Geschichte der Revolutionszeit von 1789 bis 1795 (1853; 2° ed., 3 tomos, Disseldort, 1859-60); y por ultima, pero no el menos importante, la vallosa obra de Alexis de Tocqueville en L’Ancien Régime et la Révolution (Paris 1856) y especialmente en los numerosos fragmentos de sus, lamentables inconclusas, reflexiones sobre Ia revolucion misma (1769-1815) (en Oeuvres complétes, Vill (1865): Mélanges, frag- ments historiques et notes, sur L’Ancien Régime, la Révalution, et |'Empire) 22 La Preparacion de la Revolucion fué doble, sea que consi- deremos Europa en general, o Francia en particular. En pri- mer lugar, veamos como gan6 terreno en toda Europael espiritu de la Revolucion, y luego cémo, especialmente en Francia, se hizo inevitable un trastorno del estado desde mucho antes de 1789. En cuanto a Europa, seré breve. Carezco del talento para presentar una historia del siglo XVIII en un cuarto de hora. Ademas todo el contenido de estas conferencias esta rela- cionado directa o indirectamente con este tema. A partir de lo que ya hemos considerado anteriormente acerca de la naturaleza tanto del derecho constitucional histérico como del derecho constitucional revolucionario, se evidencia in- mediatamente que para que el segundo pudiera prevalecer sobre el primero era completamente necesaria la prepara- cién e iniciacién de una inmensa revolucién. La naturaleza del caso sefiala que la victoria de la segunda equivale a la destruccién de la primera. Tengo que probar una sola cosa: Esta falsa teoria, prefiada de tantas calamidades, entré en el campo, gané ascendencia y logré el dominio. Pero, os Pregunto, ~quién de nosotros ignora esto? Es evidente en todo lugar y en todas las cosas. Plantado una vez mas el arbol de la vida en suelo euro- peo por la Reforma, el terreno quedé preparado para recibir la semilla fatal. La nueva doctrina penetré en la teologia, la teoria politica, la literatura y la educacién. Esta levadura leudo toda la masa. Al estallar la revolucién francesa, vir- tualmente toda Europa estaba a punto para el levantamien- to. Mas de un preludio se iba a observar en los estados in- feriores. Practicamente en todo lugar la mayoria de quienes se destacaban en capacidad y nobleza de espiritu tenian una mentalidad revolucionaria “6. Lo que Madame de Stael escribe de la revolucién francesa es generalmente aplicable: 36. “Parecia que habia amanecido una nueva era sobre el mundo... Quienes sostenian esta opinion no eran solamente los facciosos, Ios revoltosos y los ambiciosos, sino que también as compartian muchos de los mejores y mas sabios de ios hombres. Y en Inglaterra can 23 “Todas las cosas y nada es culpable de la revolucién: cada afio del siglo conducia hacia ella por todos los caminos”?? Sin embargo, si queréis que discuta por lo menos un ras- go de la fisionomia europea, escojo el modo de pensar y de actuar de los monarcas. Practicamente todos ellos creian en la nueva filosofia, y la obediencia fiel a sus preceptos revela que su creencia era una fe sincera y viva. Por extrafio que parezca, ello puede explicarse a partir del entusiasmo general en que algunos cayeron aun en contra de sus pro- pios intereses, y porque una carnada ocultaba de ellos los dardos de las falsas ideas: Esto es, la atractiva nocién de que su autoridad personal, independiente todavia, no al- canzaba siquiera a la mitad del poder que podria derivar, sea por calculos astutos 0 en buena fe, de la teoria de la omnipotencia del estado revolucionario. Aqui son importantes las observaciones hechas por Ha- ller acerca de esta materia. Los fildsofos, o sofistas, goza- ban de la confianza de los grandes del mundo: Es bien sabido que en Espafa el conde de Aranda, el duque de Alba y el conde de Villahermosa, ministros del rey; en Portugal el famosisimo Pom- bal, y en Italia varios grandes sefores se contaban entre los discipulos y patronos de los sofistas franceses. El rey Cristian VI| de Dinamarca, Gusta- vo Ill de Suecia, ahora ya caido por el hierro asesino, y antes de él su madre Ulrica, el rey Stanislas Poniatowski de Polonia y la emperatriz Catalina II de Rusia38habian tenido correspondencia privada con los fildsofos fran- verdad podria decirse lo que un elocuente historiador (C.G.B. Botta), ha observado de Europa en general: que los amigos de la revolucién francesa incluia en ese tiempo a lo mas ilustrado y generoso de la comunidad”. Alison, History, | 260. + “Bajo todos los grandes mowimientos que agitan los espiritus, siempre su encuentran intrigas ocultas. Forman lo que podria deno- minarse el subsuelo de las revoluciones. Pero... pero el cambio de ideas que termind en el cambio de los hechos, fue efectuado a la plena luz del dia por el esfuerzo conjunto de todos: autores, nobles, y principes, todos los cuales abandonaron la antigua sociedad sin saber en qué tipo de sociedad estaban entrando”. Tocqueville al Conde de Gircourt, 14 de Junio de 1852; Correspondance, II, 187. 37. Madame de Stael, Considérations, |, 88. 38. (Estos gobernantes y estadistas de la segunda mital del siglo XVIII, conocides como los “déspotas ilustrades", querian aplicar las ideas de la llustracién mientras conservaban su poder absolute, en conformidad con el lema: “Todo para el pueblo, nada por el pueblo”. Nota por H. Smitskamp). 24 ceses, y habian expresado su completo acuerdo, si no con sus dogmas politicos, por lo menos con sus dogmas antirreligiosos 39, Pronto fueron conquistados para sus ideas del estado. La perspectiva de ganacias incalculables era deslumbrante. Ellos se las arreglaban -observa Haller- para presentar los nuevos princi- pios filéficos a los soberanos como propicios para aumentarles el poder y liberarlos de todas las limitaciones que hasta aqui habia tenido su autoridad en la justicia natural y en las convenciones positivas. Aunque por una parte es lindo y agradable ser amo y sefor y dar ordenes en nombre de si mismo y en virtud del derecho propio, por otra parte, es también provechoso aparecer a veces como el funcionario o empleado de mas alto rango, unir a la autoridad personal la autoridad delegada, y, en caso de necesidad, actuar en virtud de un pretendido mandato que nadie puede criticar ni revocar. El empleado es pagado; La supuesta voluntad de su patron constituye una excusa siempre pronta para todas las accio- nes del servidor. El interés propio y todo tipo de injusticias quedan cu- biertas con la tunica denominada la felicidad del pueblo. En el momento mismo en que los reyes pasan a ser el primer funcionario de la nacion, Sus guerras se Gonvierten en guerras de la nacién, sus deudas son deu- das nacionales, sus necesidades se convierten en necesidades de esta- do. La conscripcién, los impuestos arbitrarios y todo otro tipo de servi- cio forzado se justifican en forma completamente conveniente por los conceptos de una clase gobernante publica y de la soberania del pueblo. Los derechos privados y los acuerdos hechos con individuos o corpora- ciones ya notienen valoralguno desde el momento en que todo debe servir a los pretendidos fines del estado, a los intereses de la mayoria, o a la supuesta voluntad del pueblo, el cual se presenta hasta como la fuente de toda justicia. Ese es el canto de sirena que ofrecieron para que los monareas cré- dulos fueran seducidos y sumergidos en el abismo. Pero los aduladores sabian bien que no debian mostrar el lado opuesto de estos principios, segun los cuales un empleado puede también ser destituido, despedido, © se le puede disminuir el sueldo. Mucho menos, dejaron de decirles que el pueblo, ese soberano imaginario, naturalmente querria dar orde- nes a sus servidores, decidir acerca de la guerra y la paz, en una pala- bra, gobernar -en forma directa o de otro modo- todos los asuntos, los cuales de todos modos eran sus propios asuntos... Asi se puede expli- car como es que nuestro tiempo ha visto que poderosos principes son desviados por los principios del derecho constitucional filoséfico, mi- 39. Haller, Restauration, |, 146. 25 nando ellos mismos su autoridad y cavando el abismo que se los iba a tragar 40 Quizas mas adelante tengamos la oportunidad de mostrar las ideas alteradas acerca del derecho internacional: Por el momento nuestra preocupacién tiene que ver con el gobier- no local. La fraseologia revolucionaria se hizo comtn. Co- mo nota Haller: El sistema politico de los filésofos, la idea antinatural de una autoridad derivada del pueblo, se esparcié ampliamente durante los ultimos veinte afios del siglo XVIIl. Eché raices casi en cada cabeza. Predominé casi sin excepcion tanto en los escritos literarios como en los populares. Aqui o alla, muy a lo lejos, se oia todavia alguna palabra de verdad Pronunciada débil y timidamente por una voz desfalleciente en el de- sierto. El lenguaje del nuevo sistema penetrd gradualmente aun en el estilo de las cancillerias, donde, mas que en cualquier otro lugar, de- bieran haberse preservado con el mas devoto respeto las antiguas expre- siones y apelaciones que habia derivado de la naturaleza, En lugar de este lenguaje antiguo y paternal, lleno de fuerza y cordialidad, impreg- nado con la conciencia de los derechos propios y de los derechos de los demas, en las leyes y ordenanzas reales publicadas en los ultimos trein- ta afos del siglo XVIII se oia hablar solamente de asociacién civil, de autoridad delegada por el pueblo, de poderes ejecutivo y legislativo, de servidores del estado o funcionarios publicos, de finanzas del estado, de bienes estatales, del propésito del gobierno, del destino de la humani- dad, de constituciones y organizaciones, de las obligaciones del sobera- no, de los derechos del pueblo, etc., expresiones y locuciones que, ha- biéndose originado en la escuela de ia filosofia moderna, necesariamen- te tuvo que agravar la confusion general de las ideas y borrar aun la memoria de las correctas relaciones anteriores 41. Las palabras producen hechos. Una vez que los monar- cas fueron constituidos como cabezas de un estado defini- do -segtin teoria que ellos también sustentaban- por el ca- racter absoluto de la soberania popular, ya no fueron rete- nidos por lo sagrado de los derechos de que habian sido investidos, ni por las libertades historicas, sino que se pu- sieron a trabajar con soberana omnipotencia como los co- ronados representantes del pueblo soberano. La regulariza- 40. Ibid, 1, 200-202. 41. Ibid. 1, 254. 26 cion general, la centralizacién y la codificacién se convir- tieron en la orden del dia. El despotismo, ilegal y odioso cuando se ejerce en nombre de si mismo, ahora quedaba disfrazado como deber y benevolencia practicada en el nombre de la libertad y de la ilustracién y por amor al bien comun. Podria hacer un bosquejo de las principales figuras en esta lucha. Entre los portugueses encontramos a Pombal, altamente elogiado porque era enemigo del clero, y de quien aun Schlosser testifica, que a pesar de las reformas filosoficas, merece ser no menos aborrecido que un Danton oun Marat 42. En Rusia estaba la homicida adultera 43 , alabada por sus amigos parisinos, como la Semiramis del norte, quizas entre otras razones porque ella tuvo, diremos el astuto o el extrafho, capricho de convocar en Mosc: una asamblea de todas las clases, de todas las lenguas, de to- das las religiones para la formacion de un Codigo General de Derecho: Asamblea que en verdad convocd, recibid una Instruccion en el nombre de la emperatriz, miserable mez- cla de la sabiduria de Montesquieu y Roussesau 44, y que no dejo tras si ninguna otra muestra de vida que no fuese la designacién de quince comités para la constitucion, las finanzas, los asuntos militates, la legislacién, y otros por el estilo: Comites que después de siete afios de trabajo también volvieron a sus casas sin haber hecho nada. En Prusia tenemos a Federico II que, cautivado por la filosofia y amigo de los fildsofos, did un firme impulso al avance 42. ‘La horrible represalia de Pombal, por si sola, hubiera sido suficiente para hacer que sus reformas fueran tan detestables como las de un Dantén y un Marat". Scholosser, Geschichte, III, 29, 43, (La referencia es a la zarina Catalina Il), 44. “La lastimosa mezcolanza de un diletante que, en nombre de la emperatriz, queria presen- tar @ implementar una sabiduria tomada de Montesquieu y Rousseau”. Haller, Restauration, |, 120. En esta Instruction of Her Imperial Majesty of the Commissioners for Composing a New Code of Laws (San Petersbuggo, 1767) uno lee (en parrafo 168): “Un Cédigo que contenga todas las leyes, debe ser un libro de tamafio medio, que, como el catecismo, pueda ser comprado a bajo precio. y se pueda aprender de memoria”. Mientras tanto, ‘‘ndtese que la Instruction misma incluye una tabla de contenido, y llega a casi las trescientas paginas” Haller, Ibid., |, 211 27 del liberalismo (aunque evidentemente estaba dotado de bastante energia antifilosdfica cuando quiera que sus pre- Trogativas estaban en juego). Su secesor, Federico Guiller- mo Il, juguete del iluminismo“y de los jacobinos, apenas Subio al trono, cuando penso en hacer feliz al pueblo de la noche a la majiana, Promulgando un cédigo general de le- yes en cuatro partes, seguin la moda de_los filésofos. En Austria vemos a José Il, verdadero aprendiz de fildsofo, rey que tenia buena intencién, que pensaba que sus ideas eran buenas, que estaba convencido de la tendencia benéfica de la filosofia incrédula, y que, en su caritativo intento de hacer felices a los demas, prescribié y por la fuerza de las armas impuso lo que para él mismo -y asi para todos, por supuesto- era completamente cristiano y suficientemente religioso; que veia en la destruccién de los estados y en la demolicion de las antiguas instituciones la primera condi- cion para elevar la sociedad; que pensaba que podia echar en el crisol revolucionario todas las peculiaridades étnicas, las leyes y las costumbres; que, finalmente, habiendo |le- gado a poseer en su ascenso al poder paises prdsperos y en desarrollo, en pocos afos los hizo retroceder dejandolos en la confusién, la guerra civil y la defeccién, de tal modo que la muerte del despético hacedor de Proyectos, Ilego como un mensaje de alivio universal, el Unico remedio po- sible en el momento preciso.46 Baste decir que los reyes y magistrados de casi cada na- 45, (En cuanto a los lluminados, véase arriba, p. 000s). 46. 7 “Yemos al coronado “amigo del hombre”, como lo llamaban afectuosamente sus con: temporaneos, que no solamente destruye arbitrariamente los privilegios de la nobleza y del clero periudiciales al interés comin, sino que ataca con fuerza bruta los fundamentos. mas profundos de la vida humana: la religién, el idioma y el amor por el suelo natal”, Sybel Geschichte, |, 165. La doctrina de la soberania del pueblo era confesada por quienguiere que Faq lara de que podria ser el amo 0 el érgano del Soberano; cf. mi Verscheidenheden, pp. 104 ‘ss. ("Federico II... cierlamente estaba en favor de la soberania popular, siempre que él siguiera siendo l amo del Soberano. Estaba feliz de ser servidor del amo colective siempre Gus este Soberano.... fuese igual que los reyes medieovales que nada hacian, y que SU propia sarvjqumbre fuese la de un mayordomo de palacio... La doctrina de la soberania popular era falilicada por quienquiera que se imaginara que podia ser 6rgano del pueblo soberano”), No Solo los monarcas eran culpables; aun en aquellos tiempos los gobernantes s6lo “representa, ban fielmente sus tiempos”. Ibid. Pp. 330. 28 cién se encontraban‘a la cabeza del movimiento”. Napoleon una vez hizo la observacién (la cual al respecto es obvia para todo observador atento) que “una revolucion en Fran- cia siempre es seguida, tarde o temprano, por una revolucién en Europa” 47, Naturalmente, porque atin en los dias de su Preparaci6n el movimiento era europeo, de modo que en algunos lugares, por ejemplo, los Paises Bajos ‘®, el brote duramente reprimido precedié a 1789. Aun tengo que demostrar en forma mas especifica que la revolucion francesa habia estado en preparacién por largo tiempo. ~No es esta una conclusion prevista? Después de lo que se ha dicho sobre Europa, no hay razén para supo- ner que Francia era una excepcidn. Casi podria contentar- me con citar la observacién de Madame de Stael acerca de la venida de la revolucion en Francia: “Todas las palabras y todas las acciones, todas las virtudes y todas las pasiones, todos los sentimientos y todas las vanidades, el espiritu publico y la moda tendia igualmente hacia el mismo fin’.42 Sin embargo, algo de elaboracién de mis propios puntos de vista acerca de la cuestion no parece superflua. Es ver- dad, la estrechez mental que hacia confusién entre la oca- sion y la causa ha pasado en parte. Los autores ya no atri- buyen la caida de la monarquia francesa a la dificil situa- aci6n econdmica. Ahora muchos reconocen la verdad de la 47. Citado en Alisén, History, t, 257. +0, como lo dice Metternich: "Cuando Francia se resfria, Europa estornuda”. 48. (Referencia a los sucesos de 1786-87, cuando el movimiento patriético para la reforma democratica fue reprimido por la fuerza después que hubo recurrido a las armas. Hacia 1875, como resultado de una incémoda alianza entre los regentes aristocratas que estaban tradicio- nalmente celosos de la influencia de la casa de Orange y de los patriotas burgueses cuyos portavoces predicaban la soberania popular, el principe de Orange habia sido despojado de muchos de sus poderes como Stadtholder. Con la republica holandesa dividida en regentes, demécratas y orangistas, la guerra civil parecia inminente. Sin embargo, en 1787, Wilhelmina, la esposa del principe, con la ayuda de su hermano el rey de Prusia que estaba respaldado por diplomaticos ingleses, fladores contra Francia, logré castigar a los regentes, dispersando a los diversos cuerpos patriotas, y desbandando las sociedades patriotas, cuyos dirigentes huyeron a Francia. Fueron quitadas las limitaciones al oficio de Stadtholder, y se restauré un aspecto del orden. Véase también abajo p. 000) 49. Madame de Stael, Considérations, |, 47 s 29 declaracién con: que Madame de Stael inicia su obra: “La revolucion francesa marca una de las grandes épocas del orden social. Quienes la consideran un evento accidental no han prestado atencién al pasado ni al futuro. Han confun- dido los actores con el drama, y para satisfacer sus prejuicios han culpado a los hombres del momento por lo que los siglos habian preparado” 5? Mientras tanto, si uno se pregunta lo que querian decir esta inteligente mujer, y con ella muchos autores aun hoy en dia, con “por lo que los siglos habian Preparado”, resul- ta que quieren decir la preparacion, no del jacobismo, sino de una empresa mucho mas saludable: La reforma de insti- tuciones anticuadas y degeneradas en conformidad con las exigencias del sentido comin, y para el bienestar de las naciones. Pasando por alto la naturaleza de las falsas teo- rias, afirman que hasta 1789 hubo un firme desplazamiento hacia una meta deseable, que no hubo desviaciones deplo- rables sino después, debido a malos entendidos. De este modo estos autores, quizas sin darse cuenta o sin inten- cién, son llevadosa tergiversar la historia. El resultado es que juzgan mal el verdadero curso, o el caracter verdadero, 0 la importancia relativa de los acontecimientos. Con unos pocos ejemplos de tales tergiversaciones me gustaria termi- nar esta conferencia. Un ejemplo de juzgar mal el verdadero curso de los acon- tecimientos es la queja de que Luis XVI se resistié sober- biamente a los deseos y necesidades de la poblacion, 0, por lo menos que cedi6 ante ellos con muy poca prontitud. No es posible ser un pionero de la Revolucién con una simpatia mas servicial y mas celo que el desplegado por este joven rey. La mitad de su reinado fué una constante anticipacion de los deseos de los revolucionarios ™ . Mig- 50. Ibid., 1, 1 51. T “Se necesitaria todo un volimen si uno quisiera escribir detalladamente todos los. es- fuerzos de reforma desde el ascenso de Luis al poder hasta él estallido de la revolucion”. Sybel, Geschichte, |. 33. Cf. Tocqueville, L’Ancien Régime, p. 288. 30 net escribe: “Sucumbid debido a sus esfuerzos de refor- ma... Hasta la reunién de los Estados Generales su reinado no fue otra cosa que una larga empresa de mejoramiento”.™ Si queréis una exposicién mas extensa, la encontraréis en el primer volumen de la anonima obra alemana que reco- mendé anteriormente 53, pero un vistazo de paso ya es su- ficiente. No pretendo pesar los talentos y méritos de Ma- lesherbes, Turgot y Necker. Digo solamente esto: Estos hombres tenian una sincera mente revolucionaria. Male- sherbes fue un apasionado defensor de la nueva filosofia. Turgot no reconocio derecho alguno de corporacién en el momento que le parecié injurioso para el bien comun; por- que el bien comtn era la ley mas alta, y todo respeto por ese derecho era supersticién °4. En la misma vena, Necker escribia que el bien comun -esto es, lo que es bueno para la mayoria- debiera ser la guia para la administracion publi- ca 55. Mientras tanto, estos dos consejeros de la corte, con propésito de amor a la libertad, recomendaban la mas completa arbitrariedad: Necker consideraba que la libertad sdlo era saludable hasta donde fuese compatible con el bien 58 , y Turgot afirmaba que las medidas para el bien de la nacién deben ser ejecutadas aun en oposicién a la opi- nion de los representantes de su libre eleccién 57 . No pue- do insertar aqui la larga cadena de edictos reales por medio de los cuales se intento llevar a la realidad estas teorias. Los edictos son notables especialmente: por la destruccién de incontables regulaciones que habian sido inherentes en los derechos propietarios de los pueblos y territorios duran- 52. Mignet, Histoire, |, 16 53. Geschichte der Staatsveranderung in Frankreich unter Kénig Ludwing XVI (5 tomos; Leip- zig, 1827-30). 54. Ibid., |, 162 (donde se hace referencia al articula de Turgot “Fondation” en la Enoyclopé- die, Vil (1* Ed. Paris 1757), pp. 72-75). t “En un sentido, Turgot prefiguro la revolucion”. Jules Simon, De la liberté politique, p. 122. 55. Geschichte der staatvertinderung, |, 179. (donde se hace referencia a Necker, Sur la légis- lation et le commerce des grains (2° ed. Paris, 1775), |, 12: ll, 155, 170). 56. Ibid. |, 183 (cf. Necker, Ibid, |. 174-177, 181-183). 87. Ibid., |, 233 31 te siglos 58, por su eliminacién de las distinciones provin- ciales en beneficio de la individualidad revolucionaria 5° . Su rasgo comtn es el hacerlo todo nuevo, organizarlo todo a lo Rousseau, y asi reformar la monarquia como para Ile- var, reteniendo el reinado, a una republica revolucionaria. Y asi, dejandose guiar por sus ministros, el calmado y modesto Luis XVI fue persuadido a realizar acciones simila- res a las del turbulento y engreido Jose Il. Se convirtid en aliado de los revolucionarios, y en forma enérgica. Sola- mente cuando supo por experiencia el caracter perjudicial de la violencia reformista, se le escapo el dolorido recono- cimiento: “El despotismo no es bueno para nada, ni siquie- fa para obligar al pueblo a ser feliz”, 60 En segundo lugar, es evidente que el caracter de los eventos ha sido mal juzgado, como lo muestra la misma ilustracién. Como cosecha de su celo, Luis pronto recibio repugnan- cia y resistencia. Y ahora que él, a diferencia de José Il, no Siguid adelante en el camino de la arbitrariedad, gcual es el matiz que se le daa sus loables “pensar de nuevo”? Mignet escribe que no tuvo la vitalidad “para someter a las clases Privilegiadas a las reformas” ®! - Su falta de docilidad en- tonces se exagera como si el problema fuera disciplinar a un grupo de opresores del pueblo. Se olvida el hecho de que la asi llamada resistencia de las clases privilegiadas era sdlo el descontento de hombres cuyos derechos habian sido dafiados, y que, ademas, en el lenguaje de los revolu- cionarios, denominan Privilegio todo aquello que no cuadra en el sistema de la igualdad de nuevo cuno, y, por ultimo, que la violacién de los Privilegios atropellé directa o indi- 58.- Véase arriba, p. 00. 58. (La primera edicién dice: “... siglos; por la division del reino en tal forma que parecia posible el autogobierno de! pueblo”). 60. Correspondance de Louis XVI, |, 58. 61. Mignet, Histoire, |, 16. 32 rectamente a todo el pueblo. ®2 Permitaseme una ilustracién mas, especialmente porque es importante para juzgar los acontecimientos subsecuen- tes. Me refiero a la interpretacién de la extensa discusion de los meses previos a la reunion de la Asamblea Nacional. Se dice que hasta ese tiempo era irreprochable la actitud de aquellos que miraban anhelantes la llegada de los cambios. Era “el sublime movimiento de 1789”. Los hombres habla- ban de reformas, no de revolucién. “La revolucién de 1789”, se nos dice, “tenia como su Unica meta regularizar los li- mites de la autoridad que siempre ha existido en Francia” 83 Y 08 preguntais en qué esta basada esta declaracion? Esta basada en los cahiers de doléances (cuadernos de quejas), las instrucciones para los delegados a los Estados Genera- les dadas por los colegios electorales de la Nobleza, el Cle- ro y el Tercer Estado, Estos cuadernos, se afirma, dan tes- timonio en todo lugar de un genuino espiritu monarquico. Tengo aqui un excelente folleto que se titula Appel a Ja France contre la divisién des opinions, magistral sintesis de la revolucién publicado en forma de articulos en la Ga- zette de France durante 1831; en él leo un exuberante elo- gio de la unanimidad de 1789 en pro de la mantencién de los derechos adquiridos y la forma histérica de gobierno: Cuando uno da un vistazo a los cahiers de estas reuniones que se cele- braban simultaneamente a través de todo el reino, uno se queda admira- do por la profunda sabiduria y el sentido de orden y equidad que las presidié en sus deliberaciones. Unidad de deseos -una casi milagrosa armonia en la indicacién de los mismos abusos y las mismas reformas, unanimidad en sentimiento y conducta-, eso es lo que se encuentra en cada uno de los informes de estas asambleas locales. En todas partes, el 62.- Schlosser, aun cuando no era antirrevolucionario, escribe: “El pueblo se aterrd a lo anti- Guo, y los gobernantes y ministros despoticos los echaron abajo. El sentido de justicia y tradicion que por naturaleza es caracteristica del pueblo (pero que, ay, debe ser ofendido en cada revolucién si se ha delograr algo de beneficio perdurable) (Hago responsable al autor de {a oracion que esta entre paréntesis - Gr. v. Pr.) se opuso tanto a la violencia doctrinal como a la violencia fisica. De aqui la resistencia contra Pombal, José Il, Struensee, Gustavo Ill. No solamente las clases privilegiadas lucharon contra estos ministros y monareas, sino también el pueblo”. Geschichte, Ill, 3. 63. Madame de Stael, Considérations, |, 145, 33 mismo amor y gratitud hacia el padre comin de los franceses, el mismo respeto por los derechos adquiridos y por los Principios fundamentales de la sociedad. Uno escasamente puede entender cémo pudo surgir tal unanimidad en los deseos y expresiones en asambleas tan diversas y entre poblaciones tan apartadas geograficamente. Todas las clases so- cin de si mismos, y por la otra respeto y cordialidad, y en ambos lados una confiada expectacién de virtud y equidad por parte del rey. Esto es lo que se puede leer en cada una de las lineas de estos monumentos a la sabiduria y buena voluntad del pueblo. Nada se encuentra en estos cahiers que no sea francés, que no sea nacional, esto es, que no esté inspirado por el patriotismo mas Puro y verdadero, que no pudiera haber realizado un gran perfecionamiento de la sociedad para Francia y haber iniciado para ella una erade libertad, paz y felicidad 64, Sin embargo, cuando miramos mas determinante los cahiers, ,de qué naturaleza es el altamente elogiado espi- ritu de los electores? Quieren la monarquia, si, pero gqué monarquia? ,La histérica o la revolucionaria?, Una monar- quia en que el rey es soberano de Sus Subditos, o una en que él es servidor de un pueblo soberano? Considérese y véase lo que se afirma unanimente en los eahiers de la No- bleza: el rey es el primer funcionario y posee el poder que se le ha delegado §5, éQueréis mas muestras tomadas de los cahiers, de su asi llamado apego a la ley constitucional histérica? La nacion debe ser consultada en todo lo que es de importancia para ella. Todas las leyes generales deben ser hechas y sancio- nadas por jos Estados. El poder legislativo pertenece a la nacién, el ejecutivo al monarca. El Tercer Estado exige do- ble representacién y el voto por cabeza 86 | E| Siguiente 64. Appel a la France contre la divi 65. Cf. arriba, p.000. 86. T {Qué incorrecta es ta afirmacién: “En los eahiers no se encuentran huellas de las ideas de Rousseau: no comienzan a funcionar sino hasta que la revolucion esta en marcha”! (EI autor, que andnimamente es refutado aqui, es Robert Fruin (1823-99), historiador de reputa- ci6n que mas tarde hizo su estreno en el mundo intelectual atacando a Groen en un estudio a la vez incisivo y arrogante: Het antirevolutionaire Straatregt van Mr. Groen van Prinsterer on- fvouwd en bevordeeld (Amsterdam, 1853); la oracion citada Por Groen se encuentra en la p, 17, 0 en Verspreide Geschriften x, 90). Tocqueville escribe: “Estos cahiers, los manuscritos ion des opinions, p. 7. 34 juicio §? , con toda su concisién, no es muy severo: “Los cahiers eran una doble declaracion de guerra: de los tres estados contra el monarca, y del Tercer Estado contra la nobleza y el clero” 68 Descuidado asi el principal problema, muchos autores se extravian, en tercer lugar, exagerando la importancia de asuntos secundarios. Esta vez tengo una serie de ejemplos que han sido toma- dos de una sola pagina de Ancillon 5° . Este talentoso es- critor dice lo siguiente: Lejos de haber considerado la revolucién como inevitable, uno puede aducir una cantidad de hechos que por su presencia 0 ausencia podrian haberla evitado o haberle dado un curso diferente. A estos pertenecen: (a) la invitacion que se hizo a todos los franceses en cierto sentido a que discutieran la forma en que estarian representados; (b) el largo inter- valo entre laconvocatoria y la realizacién de los Estados Generales; (c) la duplicacion del Tercer Estado; (d) la fijacion del lugar de reunion en Ver- salles, cerca del volcan parisino, en vez de hacerlo en Blois, Tours, originales de lo que forman una larga serie de volimenes, permaneceran como el testamento de la antigua sociedad francesa, la expresién final de sus deseos, el auténtico anuncio de su Ultima voluntad”. L’Ancien Régime. p. Vill. Si, la Ultima voluntad, pero al mismo tiempo me parece el programa de la nueva sociedad, el programa que iba a producir lo contrario de lo que la nacién entonces todavia queria. Tocqueville mismo, después de todo, también escribe: “Cuando hice una lista de todas estas proposiciones, noté con algo de consternacién que lo que se estaba pidiendo era la abolicién simultane y sistematica de todas las leyes y todas las costumbres vigentes en el pais. inmediatamente me di cuenta que iba a ser una de las. tevoluciones mas vastas y peligrosas que el mundo jamas hubiera visto" . Ibid., p. 219 f. 67. (La primera edicion dice: “Dejando a un lado la cuestiin de si en varios respectos las instituciones historicas no se identificaban equivocadamente, de buena fe, con los conceptos te6ricos, en todo caso, el juicio siguiente...") 68. @ satistacian las demandas de los tres estados, el rey mismo se iba a encontrar despojado simultaneamente de todos los privilegios reales del poder supremo y de todos los medios necesarios para sustentario, Después de Ser el amo, iba a convertirse en el subdito de su pueblo, Si el Tercer Estado Ilevara a cabo los deseos de sus cahiers con respecto a los otros dos estados, el destino de ellos hubiera estado completamente en sus manos: y sus declaraciones les hubieran dejada pocas esperanzas de indulgencia. En esencia los eahiers eran una doble declaracion de guerra: de los tres estados en contra del monarca, y del Tercer Estado contra la nobleza y el clero”. Geschichte der Staatsveranderung, |, 263. 69.- (La segunda edicién ahade: “publicista y estadista que gozaba de una bien merecida reputacion y cuyas publicaciones extensamente leidas contienen muchas declaraciones dig- nas de llegar al corazén". A esto se agrega una nota de pié de pagina: “El Sr. Ancillén, Publicista, historiador, moralista y filésofo, sin mucha originalidad 0 poder en estas diversas areas, pero siempre juicioso, preclaro y conciliatorio”. Guizot, Mémoires, !V, 19) 35 Compiégne u otra ciudad similar; (e) la timidez de la corte, que le impi- did solucionar las cuestiones de mayor envergadura antes que los dele- _toda la situacién en Francia 70 Ahora bien, Ancillén ciertamente pertenece al grupo de au- tores que tienen derecho, cuando uno discrepa de ellos, a que sus puntos de vista sean Sometidos a prueba, tanto respecto de la premisa basica como en cuanto a los hechos aducidos. La premisa basica es clara. Ancillon reconoce que la re- volucién no era inevitable, por lo menos antes de junio de 1789: Decir que la revolucién era inevitable es decir que la debilidad del go- bierno y la impertinencia criminal de la asamblea eran necesarias e ine- vitables, El que quiera adopte este punto de vista: es tan contrario a la libertad del hombre como a su dignidad, y lo humilla absolviendolo de responsabilidad por todo lo que hace y por todo lo que tolera 71, Este pasaje no me alarma. Basado en que anularia la res- Ponsabilidad humana, Ancillon rechaza el punto de vista de que la revolucién fuera inevitable. Persisto en mi punto de vista de que en junio de 1789 asi como anteriormente, la revolucion francesa era inevitable, pero Protesto contra la inferencia. Mi punto de vista nada tiene en comtn con el fatalismo 72 » con la absolucién del crimen o de los cri- minales. O ¢no se ha escrito: “Es necesario que vengan tropiezos, pero jay de aquel hombre por quien viene el tro- piezo!"? 73. El hecho de que una vez que el error seductor ha corrompido el coraz6n humano se manifieste en ese muy fértil terreno con una abundante cosecha de falsos Conceptos y de hechos malos, no significa que la culpa y 70. Ancillon, Nouveaux Eddais, |. 98. + Presenta puntos de vista muy similares en una’ sinte- Sis Muy significativa: “Ansicht der franzésischen Revolution”, al final de sy libro Ueber Sou. versnit und Staats-Verfassungen, pp. 76-102. 71. Ancillon, Nouveaux Essais, |, 96. 72. Cf. arriba, p. 000. 73. Mt. 18:7, 36 la responsabilidad del hombre quedan anuladas. Y en cuan- to a lo que yo tolero: el hecho de que yo no pueda evitar el mal que viene de hombres cuyos Principios condeno, no me obliga a ayudarles o a aplaudirlo. Sin embargo, no impresionado por el caracter irresistible de los principios una vez puestos en movimiento, Ancillén busca una explicacién solamente en los hechos de aquellos que, por lo menos nominalmente, estaban “en el poder”. Mientras tanto, descuida el temple de la atmosfera en que se vieron atrapados el rey y sus consejeros. En tiempos normales es completamente cierto que la vacilacién estimu- lalarebelién, y que las concesiones parciales Provenientes de la debilidad son el medio mas seguro de verse humilla- do a ceder completamente. Pero estos no eran tiempos nor- males. Aquellos de quienes se exige tal firmeza, écomo po- drian haberla poseido si eran igualmente hijos de su tiem- po? Y aun cuando hubieran tenido tal firmeza en virtud de una excepcién que seria dificil de explicar, 4cémo podian siquiera tener la oportunidad de imponer su voluntad en oposicién a la voluntad de practicamente toda la gente? No se puede esperar que una persona mantenga su paso seguro cuando la intoxicacién universal esta en el aire. Y aun cuando un individuo de algun modo tratara de resistir la fiebre de opinién, uno no debiera imaginarse que, en me- dio de! gritar apasionado y del loco apresuramiento de to- dos, precisamente ese individuo, porque permanece calma- do y sobrio (para indignacién de todos) sera capaz de per- manecer en el control de todo y triunfar. Madame de Stael tiene razon cuando hace su observaci6n acerca de la impo- tencia de hombre como Lafayette: “Cualesquiera que hayan sido sus convicciones politicas, su poder se habria visto quebrantado si hubiera querido oponerse al espiritu de su tiempo. En esa época gobernaban las ideas, no los indivi- duos. La tremenda voluntad de Bonaparte mismo nada po- dia contra la direccién general de las mentes de los hom- bres” 74. Entonces, ges concecible que una generacion que 74. Madame de Stael, Considérations, |, 378. 37 habia absorbido las ideas de Montesquieu y Rousseau co- mo su evangelio politico hubiera dejado que se le impidie- fa, por algun acto o decision, por deliberacién sabia o por una maniobra prudente de parte de la Corte, marchar al rit- mo de la teoria revolucionaria? 8 . Es desde este punto de vista que debemos considerar ios hechos aducidos por An- cillon. Los Estados Generales, sugiere, debieron ser convocados como en 1614, Muy buen consejo, pero irrealizable. En la base anterior, el rey era autécrata. A los stibditos sdlo se les ofa. Se pedia consentimiento solamente para los subsi- dios. Se puede pensar seriamente que la opinion publica, consciente de su superior poder, habria sido apaciaguada Por tal burla hecha ante sus demandas? Por lo menos, se nos dice, podrian haberse cuidado de no doblar el numero de los delegados del Tercer Estado, que automaticamente condujo a la votacién Por cabeza, y por lo tanto, a la victoria del Principio democratico. Por cierto, para impedir la revolucién nada hubiera sido mas deseable que hacer que cada estado deliberase por separa- do, 0 por lo menos, haberse Preocupado dé que en las se- siones conjuntas el Tercer Estado pudiera siempre ser su- perado. por la Nobleza y el Clero. Sin embargo, esos cal- culos astutos tenian absolutamente una dificultad: era de- masiado obvio que uno es menos que dos, demasiado sim- ple; el Tercer Estado también sabia su aritmética. Ahora que el Clero y la Nobleza eran desdefiables, ahora que to- dos sabian, segun lo que se presumia era buena politica, que el numero de representantes debia ser proporcional al numero de los representados -gpodia ahora el Tercer Esta- do, que tenia el irresistible poder del numero y la teoria, acceder pasivamente a ser sSuperado constantemente por 75. t Ancillon deplora “la impertinencia criminal de la Asamblea" y la “debilidad del gobier- no, en particular con respect al hecho de que los Estados Generales se habian autocons- tituido en Asamblea Nacional (Nouveaux Essais, |, 96), Pero aqui también olvida la clave de todo Io que esta pasando. Desde el punto de vista de la doctrina prevaleciente, gno se habria tomado como una miserable debilidad el que a Asamblea tomare una actitud diferente, y la resistencia de parte del rey no se hubiera tomado como “una impertinencia criminal"? 38 los votos de una pequefia y odiada minoria, una minoria de ninguna significacion cuando se la comparaba con el nu- mero total de la poblaci6n? Madame de Stael lo duda. Ella escribe: “Si no se le hubiera concedido la doble represen- tacién en forma legal no cabia duda de que el Tercer Esta- do, irritado por no haber obtenido lo deseado, habria envia- do un numero aun mayor de delegados a los Estados Ge- nerales.,. Esta era la moda. Era el resultado de todo el si- glo XVIII” 78. Entonces, la tradiccin también se conside- raba en conflicto con el derecho y la razon al sacar asi las cuentas. Estaba én conflicto con la base misma de la ley natural. la representacion estrictamente proporcional. Como lo expresa Thiers: “Por una parte, se adherian a las viejas tradiciones, y por la otra a los derechos naturales yala razon”. 77 Volvamonos ahora a la timidez de la corte. Otros autores dicen exactamente lo contrario de lo sugerido por Ancillén en cuanto a lo que se podia hacer en forma préventiva: Ma- dame Stael y Thiers nos dicen que Francia podria haberse salvado no por la inflexibilidad, sino por una indulgencia mas generosa. La primera dice: Los Estados Generales se inauguraron con los mas auspiciosos augu- rios... Indudablemente atin quedaban importantes puntos de discordia entre la nacion y las clases privilegiadas, pero la Posicién del rey ahora era tal que podria haber sido el arbitro si voluntariamente hubiera redu- cido su poder al de una monarquia sabiamente limitada/8, Asi, una “Monarquia sabiamente limitada” podria haber evitado una revolucién. Pero, decidme por favor, gqué sig- nifica esta expresion? El calificativo “sabiamente” esta abiertoa una variedad de interpretaciones. En todo caso, permitid que os recuerde que las aspiraciones de la filoso- fia de aquellos dias ya no era la limitacién del poder del 76. Madame de Stael, Considerations, |, 170, 172. 77. Thiers, Histoire, |, 22 78. Madame de Stael, Considerations, |, 1795, 39 monarca, sino mas bien la obtencién de un poder ilimitado para el pueblo soberano. Thiers considera que las concesiones reales fueron esté- tiles debido a que fueron muy pocas y demasiado tardias. Despues que la nacién recibid la promesa de una reunion de los Estados Generales, exigid que el tiempo de la convocacién se adelantara. Hecho esto, quiso dominar la asamblea. Se les negd esto, pero los medios para la preponderancia les fueron puestos en las manos al doblar su repre- sentacién. Asi las concesiones nunca fueron hechas sino en parte, y solamente cuando la resistencia se habia hecho imposible. Pero por este tiempo el poder de la nacién se habia hecho palpable, y queria tener todo lo que pensaba poder tener. La resistencia continua que estimuld la ambicién, pronto iba a hacer que la ambicién fuese insaciable. Pero aun entonces, si un gran ministro, infundiendo un poco de fortaleza al rey, ganandose la reina para su lado, y refrendando la clase Privilegiada, de una plumada hubiera sobrepasado y saciado los deseos de la nacion concediendo por iniciativa propia una constitucién liberal. Si hubiera da- do satisfaccién al sentido de necesidad de la nacién, necesidad de ac- cidn, convocandala de inmediato, no para reformar la constitucién del estado, sino para discutir sus verdaderos intereses en un estado ya constituido, quiz&s la lucha nunca hubiera comenzado 79. Es verdad, que cuando hay causa para que alguien se sien- ta agraviado, uno por iniciativa propia y sin demora debe acceder a las exigencias que son justas, de modo que se pueda ser firme contra las demandas injustas. Y es verdad que si las pasiones se ven apaciguadas por concesiones oportunas y generosas, se ven excitadas por las concesio- nes a medias, conseguidas por la fuerza. No tengo obje- ciones contra esta sabiduria tradicional, solo que no la considero aplicable en este caso. Porque en 1789 la Corte fue confrontada por una doctrina segun la cual todo lo que el pueblo exigia parecia ser su derecho indiscutible, todo lo que recibian parecia solamente un pago a cuenta, una re- dencion parcial de una deuda impagada. En el caso del es- piritu de la Revoluciédn es inconcebible la saciedad, porque tiene el poder para devorarlo todo, La abundancia de agua es insuficiente para una vasija sin fondo. 79. Thiers, Histoire, |, 25 40 Me parece que Madame de Stael esta perfectamente en lo Correcto cuando observa: Al examinar la conducta de Luis XVI, ciertamente uno puede encontrar errores en ella, aun cuando algunos lo reprochan por no haber defendido Su poder ilimitado con mayor habilidad, mientras otros lo acusan por no haber cedido sinceramente a las ideas ilustradas de su época. Pero sus errores fueron tales en la naturaleza de las circunstancias, de modo que reaparecieron casi tan frecuentemente como se repitid la misma combi- nacion de circunstancias 8°. Sin embargo, a partir deesta ultima observacién uno no debe buscar otra excusa mas: esto es, que los errores de Luis se deben cargar a las circunstancias. Ante circuntan- cias diferentes el resultado no hubiera sido mejor. No, las circunstancias no podrian haber sido mas favorables. O, mas bien, en laatmosfera de su tiempo todas las circunstan- cias se hicieron desfavorables. No importa qué hiciera o no hiciera el rey, una vez que la Revolucion hubiera conquista- do las mentes iba a sujetar a si misma todas las circuns- tancias, y se iba a reforzar igualmente por medio de la re- sistencia 0 por medio de la indulgencia. Esta conquista de las mentes fue inequivoca, y la histo- ria trajo como resultado lo que ya se habia consumado en la esfera del pensamiento. Es desde esta perspectiva que hay que evaluar los eventos en cuanto a su origen, natura- leza e importancia. Los ejemplos son numerosos. TOmese por ejemplo el famoso panfleto de Sieyes sobre EI Tercer Estado. Con Preguntas y respuestas tales como “Qué ha sido? Nada. éQué es? Todo. {Qué es lo que pide ser? # , tuvo una influencia incalculable. Pero, gpor qué? Porque era un sumario suscinto de !os razonamientos larga- mente aplaudidos acerca de la supremacia del pueblo. Tomese la reunion de los Estados en la Asamblea Nacio- nal. La caracterizacién que hace de ella Madame de Stael no es demasiado fuerte: “Este decreto fue la revolucion 80. Madame de Stael, Considérations, |, 48. 81. Sieyes, Quiest-ce que le tiers état? («Paris, Enero de 1789», oraciones iniciales) A misma” ® . Sin embargo, la promulgacién de la revoluci6n, este desvanecimiento de los estados privilegiados en un cuerpo que representa al pueblo como ur todo, no era sino el primer paso en la aplicacién de una teoria que ya habia triunfado. Tomense los asaltos mutuamente competitivos contra los privilegios que se Ilevaron a cabo durante la infame noche del 4 de agosto de 1789. Los resultados fueron arrollado- res, y, sin embargo, esta destruccién general fue la ejecu- cién de un veredicto pronunciado largo tiempo antes. 83 Pero, seguir de este modo, nos introduciria en la fase del Desarrollo, para la cual he reservado la conferencia siguien- te. He dicho bastante si he demostrado que en 1789 la Pre- Paracion, que ahora estaba completa, tenia que ser sucedi- da por el Desarrollo. Aun Ancillén, en forma algo incon- gruente, reconoce: En cuanto a sus principios, la revolucion fue consumada el dia que el Tercer Estado se proclamé Asamblea Nacional; en cuanto a sus medios, la revolucion fue consumada el dia que el pueblo capturé la Bastilla. El primer dia se decreté la soberania del pueblo. El segundo dia se empleo el poder del pueblo. Ahora toda la revolucion no es otra cosa sino el desarrollo de este principio y de este medio, lo cual debia conducir ne- cesariamente a la soberania de la muchedumbre 84. Ancillén fecha la inevitabilidad de la revolucién francesa 82. Madame de Stael, Considérations, |, 204 83. T Repetidamente se dice: Si hubiera ocurrido esto 0 aquello, o si no hubiera ocurtido esto © aquello, la revolucion podria haberse sofacado. Hay ejemplos sin fin. |Si en 1775 Luis XVI hubiera hecho caso a Turgot, que solo buscaba la formacion de un cuerpo de representantes del pueblo que tuviera e! caracter consultivo! Respuesta: “E! alcance de tal medida y el espiritu de la epoca no podrian haber sido juzgados en forma mas equivocada. Es verdad hacia el{inal de las revoluciones con frecuencia ha sido posible hacer con impunidad lo propuesto por Turgot: coneeder una sombra de libertad, pero sin una sustancia... Pero en las primeras etapas de una revolucién tales métodos siempre fracasan; no logran otra cosa que estimular el apetito del pueblo sin satisfacerlo". Tocque- ville, L’Ancien Régime, p. 221. Véase también arriba, p. 000. -Si el duque de Brunswick no hubiera proclamado su manifiesto en 1792, el trono no hubiera caido. Respuesta: “'Segun el testimonio de los contemporaneos, el manifiesto practicamente no causé impresién alguna en el pueblo francés. Fue un revés de muchisima significacién precisamente porque quedd completamente sin atecto”. Sybel. Geschichte, |, 501 84. Ancillon, Nouveaux Essais, |, 97 42 en el decreto por el cual se autoconstituy6 la Asamblea Na- cional ®° , y olvida que este hecho mismo era inevitable: la teoria de la supremacia del pueblo, ama de las mentes de- bido al espiritu de la era, no podia ser detenida en su bus- queda de un estado correspondiente. La erupcién de un volcan es inevitable mucho antes que la montafia se rompa en pedazos. La revolucién francesa era inevitable mucho antes que estallara. Lo que vemos en 1789 es la Revolucion. No es “una re- forma politica que a pesar de sus males concomitantes per- tenece en objetivo y en resultado a los eventos saludables de la historia mundial”, como pretenden algunos autores. Es mas que una revolucién politica que desemboca en la democracia, como uno podria deducir de la formulacién de Ancillon. Es la Revolucién con su funesta influencia que, aunque suavizada en sus efectos perniciosos por las bendi- ciones de una providencia superior, sigue aun, hoy en dia, frustando las operaciones de principios verdaderamente sa- nos. Es la Revolucion, con su sistematica aplicacion de la filosofia de la incredulidad, con sus atrocidades y su ca- racter destructivo, con su autodeificacién y la adoracién de la Razon sobre las ruinas de un estado antiguo. En vista del predominio de la falsa filosofia, esto podria haberse anunciado. Y fue predicho. Por ejemplo, ya en 1770 el clero habia dicho al rey: “La impiedad ve con malos ojos a Dios y al hombre. No quedara satisfecha hasta que haya destruido toda autoridad, divina y humana. Hundira a 85. t Desde ese momento a revolucion desatada, también segun Ancillon, tuvo que tener via libre. “Desde el momento en que el rey reconocid la Asamblea Nacional, todo lo que siguid ourrié en forma natural y como que tenia que ocurrir de ese modo... La revolucion no fue corrompida por caincidencias, sino que fue desde el principio una terrible corrupcion de la lucha inherente de! hombre por la perfeccién, y una loca exageracion de todas las emociones € ideas, y el resultado, especialmente, de un falso concepto, de un grandisimo y basico error crénico. Porque, en el momento en que la Asamblea Nacional se levantd omnipotente de las cenizas de los Estados Generales, trajo consigo como supuesto principio de vida el principio de la muerte politica, y como tundamento de la obra que se iba a iniciar 1a mina ‘misma que inevitablemente la iba a volar en pedazos: LA SOBERANIA POPULAR levanto su Poderosa cabeza, ese gigante omnidestructor que derrib6, mientras se levantaba, la estructura misma que se pretendia que 6! podria sustentar, y que mantuvo en un torbellino incesante re lo cual supuestamente debia traer reposo con su presencia”. Ancillén, Ueber dt, pp. 81s 43 Francia en todos los horrores de la anarquia, y dara a luz la mas indescriptible de las revoluciones” °° . Lacretelle relata un curioso acontecimiento que ocurridé durante la cuaresma de 1789. En_un sermon para la Corte en Paris, en la Catedral de Notre Dame, el padré Beaure- gard pronuncio las siguientes palabras proféticas ®” con voz de trueno: Si, Sefior, tus templos seran saqueados y destruidos. Tus fiestas seran abolidas, tu nombre blasfemado, tu culto proscrito. Pero, gqué oigo? Gran Dios, gqué veo? Tus sagrados himnos de alabanza, que hicieron resonar tu gloria a través de tus benditas cupulas, son cambiados por canticos obscenos y profanos. Y tu, repugnante diosa del paganismo, estas entrando groseramente aqui, para tomar el lugar del Dios vivo, y ocupar el trono del Santisimo, para recibir el maldito incienso de tus nuevos adoradores!® Lo que ocurriéd en 1789 tenia que ocurrir. Y en contraste con la sobrestimacion que Ancillon hace del acto por el cual se adopto el titulo particular “Asamblea Nacional”, creo que vosotros pondréis vuestro sello a la sustanciosa declaracion de Mignet, autor que ha recibido el don de bos- quejar de un solo trazo la esencia de acontecimientos tras- cendentales: “Los Estados Generales anunciaron una revo- lucién que ya se habia realizado” °° 86. Soulavie, Mémoires, I, 219, 222. (En su Asamblea General de 1770 el clero de Francia pidid al rey que suprimiera libros como el de Holbach, Systéme de la Nature.) 87. (Cf, abajo, p. 000). 88. Citado en Ch. Lacretelle, Histoire de France pendant le dix-huitiéme siécle, Vil, 11 89. Mignet, Histoire, |, 36. T “Cuando el rey Luis XVI convocd los estados del reino, ia revo- lucion ya habia tomado plena posesion de la conciencia nacional”. Stahl, Philisophie des Rechts, Ill, 360. “Tan pronto como la opinion publica hubo obtenido un organo para su poder en los Estados Generales, s6lo necesitaba declarar su voluntad, si, solamente declarar los hechos de Ia situacion, y el estado viejo y decrépito se derrumbaria hecho trizas, y esto en forma irrecuperable”. Sybel, Geschichte, |, 44, BIBLIOGRAFIA Y CRONOLOGIA 47 BIBLIOGRAFIA Alison, A. History of Europe from the Commencement of the French Re- volution in 1789 to the Restoration of the Bourbons in 1815. 10 vols. Paris, 1841-42 Ancillon, Fr. Nouveaux essais de politique et de Dhilosophie. 2 vols. Paris and Berlin, 1824 Ueber Souveranitat und Staats-Verfassungen. Ein Versuch zur Berichtigung einiger Politischen Grundbegriffe. 2and ed Berlin 1816 Appel 4 la France contre la division des opinions. Extract from the Gaze- tte de France (By H. de Lourdoueix). Paris, 1831 Baird, R. Religion in the United States of America. Or an Account of the Origin, Progress, Relations to the State and Present Condition of nier. 2 vols, Paris, 1644, Berliner politischer Wochenblatt, Berlin, 1831-1838 Burque, E. Works, 8 vols. London, 1823. Correspondance de Louis XVI. 2 vols Paris, 1803, (Apocryphal.), Croker, J.W. Essays on the Early Period of the French Revolution. Lon- don, 1857. Fruin, R. Het antirevolutionaire Staatsreg van Mr. Groen van Prinsterer on tvouwd en beoordeeld. Amsterdam, 1853. Verspreide Geschriften. Vol x Redevoeringen en Opstelien van verschillende aard li. The Hague, 1905, Geschichte der Staatsvertinderung in Frankreich unter Kénig Ludwig Xvi (By Carl Heinrich von Schitz). 5 vols. Leipzig, 1827-30 Groen van Prinsterer, G. (ed.) Archives ou correspondance inédite de la Maison d’Orange-Nassau. Premiere Série. 10 vols. Leyden, 1835-47.

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