0 calificaciones0% encontró este documento útil (0 votos)
9 vistas19 páginas
Acabo de recibir tu carta del 14, desesperada, apasionada, igual que un papel en llamas, más dura que la soledad. Te estás muriendo por esto y por lo otro, estás cansada, hastiada, sin sostén, vacía. Yo te puedo decir todas esas palabras porque son las que me acompañan diariamente. Todo es estúpido y carece de razón. La muerte, entonces, es un largo descanso, un amable descanso, blando, silencioso, acogedor. La muerte, a veces, es más dulce que una dulce madre, más tierna que su corazón. Correcto. Sólo que no se trata de eso. Se trata de algo más importante: de vivir.
Acabo de recibir tu carta del 14, desesperada, apasionada, igual que un papel en llamas, más dura que la soledad. Te estás muriendo por esto y por lo otro, estás cansada, hastiada, sin sostén, vacía. Yo te puedo decir todas esas palabras porque son las que me acompañan diariamente. Todo es estúpido y carece de razón. La muerte, entonces, es un largo descanso, un amable descanso, blando, silencioso, acogedor. La muerte, a veces, es más dulce que una dulce madre, más tierna que su corazón. Correcto. Sólo que no se trata de eso. Se trata de algo más importante: de vivir.
Acabo de recibir tu carta del 14, desesperada, apasionada, igual que un papel en llamas, más dura que la soledad. Te estás muriendo por esto y por lo otro, estás cansada, hastiada, sin sostén, vacía. Yo te puedo decir todas esas palabras porque son las que me acompañan diariamente. Todo es estúpido y carece de razón. La muerte, entonces, es un largo descanso, un amable descanso, blando, silencioso, acogedor. La muerte, a veces, es más dulce que una dulce madre, más tierna que su corazón. Correcto. Sólo que no se trata de eso. Se trata de algo más importante: de vivir.