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La imagen 48 Jacques Aumont Paidés Comunicacién Coleccién ditigida por José Manuel Pére: omero y Josep Lluis Fecé Ulémos titulos publicados: 40. R, Barthes - La aventura semioligice 41. EAL van Dijk» La senticte onttee désenrse 43. Ri Barthes - Lar edmara hteida 44. EL, Gomis - Trani ded periudisine 45. A, Maticlan - La publicidad 46. E. Gotlman - Los monseates y sus hombres 49. M. DiMappio - Escribar pare televisiin 30. BLM. Lewis y ]. Booth | Ef medio inenchh: 31. P Weil La ccnnunicacid global 52. [M. Flach - Seuidties, marketing y commmicacisin 54. J.C. Pearson y otros - Gonzumcactin y gener 35. R Ellis y A. McClintock - Teoriy v prdvticn de la cqmasricaciée tamana 56. L. Vilehes - Lu teleuésién Los efectos ded biest del mal 58. K Debray - Vide y muerte de la irnazea 59. C. Baylon y P. Fabre « Le semdntica 60. TH Qualter - Publicidad » democracis en ta sociedad de nasas 61. A. Pratkanis y B. Aronson - Lu era de fa propagcitda 62, TE. Noelle-Neamann « La espiral det sikeweio 63. V, Price - La optnin piblica 66. M, Keéne - Prictica de ls fotografia de prensa 67. F. Jameson - La estética geopoliticn 69. G-Durandin- La inforsacién, ls desinfomacidu y ls rtidad TL. J Beée = Los atiias, ef consume v el marketing 74. E, A. Sebeok - Signos: sa introduceton a la serniotice 77. M, McLuhan - Covprender las medins de comeicteten 79. J. Bryant yD. Zillroan - Lew efectos de fox medios de camumeacian 82. T. A. van Dijk - Racism y andtisrs crtsicn de ox medion 83. A. Mucchielli - Psicologts de fa comunicactie 88. P. J, Maarek - Markening patitica ¥ comnaneucteis 90. J. Carran y ottos (comps.} - Estialias calturales y eumruntcactin DL. A.y M, Mautelat - Historia de fi teorian ba comma tee 92. D. Tannen - Génem p discun 97. J. Lyons - Sennéntia lingeestice 99. A. Mautelace La rnandiadizacicin de Ls sanramaetin 100. E. McLuban y F. Zinrone (comps.) - Medushare ev'reten esewonttes 101, J.B Thompson - Lax mecca y fp stderandal 105, V. Nightingale - Es eeteadio ole dus audiences 109. R. Whitaker -E? fr de he privucitud 112. J. Langer - La televesion senctcrmmubytt 121. P, Bavis- El undlisis de los expeeticues 122. N. Bou y X. Pérez EY nonpo del herve 123, J. J.O'Donnell - Avatares de ir pabthe 124. RoBarthes - Lr Torre Fiffet 125. R Debray « batrodvecaia u la mevbilioget 132, A. Matrelart - Héstoréa de hy aaciedad de Lr derrantcnia 136. R. Barthes - Variactones sabre ht Hieratuea 137. R.Bacthes Vanacianes sabre ht eveettura 138. L Moreno - Mess » merevas teenoloynss 143. C, Barker - Teleurvcin, slubslisarnia e nleutabades eudtumles 14g. ML, Ryan - Ea narraciy eon readedad eet 147. J. Gilbert y BBearsoms Cialuera ¥ putin de da musta dance (48. T. Puig - La comunceacrsn mantel crtnplie can few creda 153. A. Mattelart y E, Neveu - frirundnevicha a fin estralios sultieales 157, D. Hebdige « Sates 158, D. Buckingham - Edvcaeion sy wedi 160. J. V. Pavlik - 2 petoadisnee vias tneceen neestiis det Conmtitieatetint 163. 1, Manovich - B? fenguaje dedis nuevas bard de evintnncncean Tod. KL Neguts- Les goneros univeants hae vedtunt de he meadtinecsonates 165, A. Mattelart y M. Martclnt [ivarat de fy tourney ole ba ecntanccttie 166. M. Redeige Alsini fat vn spreccnun ade he nue tal 168, A. Martelast « Pavervihud enduoral v manadeatigatent 170, MeCombs - Evrabdeerende ba aged Jacques Aumont La imagen p PAIDOS Barcglona « Buenas Aires « Méxiog Titulo original: 1image Publicado en francés por Editions Nathan, Paris Traduccién de Antonio Lopes. Ruiz Cubierta de Mario Eskenazi y Pablo Martin Impreso en Burope, 8. L. Lima, 3 - 08030 Barcelona Impreso en Espafia - Printed in Spain Sumario Introduccién . 1. El papel del ojo . 1. El funcionamiento del ojo - Ll. Ojo y sistema visual Transformaciones dpticas . Transformaciones quimicas , Transformaciones nerviosas Los elementos de la percepcion: ,qué se percibe? . La intensidad de la luz: percepcién de la luminosidad La longitud de onda de la luz: percepcion del color La distribucién espacial de la luz: los bor. des visuales EI contraste: interacciéa entre la lumino- sidad y los bordes . 23 28 27 30 1.3. Il. Delo Ih. 1.2, Il. De lo Ii. TIE.2. TIE.3. 2. El papel del espectador Ii. 1.2, LA IMAGEN El ojo y el tiempo 32 Variacion en el tiempo de los fendmenos luminosos . 33 Los movimientos oculares . 34 Factores temporales de la percepcidn 35 visible a lo visual . hoe 38 La percepcién del espacio . 38 El estudio de la percepcién del espacio 39 La constante perceptiva oo 39 La geometria monocular . 40 Los indicadores de profundidad dina- micos . ee 45 Los indicadores binoculares 47 La percepcién del movimiento . 49 Modelos de percepcidn del movimiento 50 Movimiento real, movimiento aparente 52 El caso del cine 53 Los grandes enfoques de la percepeién visual, soe 55 El enfoque analitico 35 El enfoque sintético . . 57 EQué enfoque es el mejor? . 59 visual a lo imaginario. . 61 EI ojo y la mirada 61 Laatencién visual. 2 2. 62 La busqueda visual : 63 La percepcién de las imdgenes . 64 La doble realidad de las imagenes . 65 EI principio de mayor probabilidad . 69 Las ilusiones elementales . , 70 La percepcién de la forma 72 Conclusion: el ojo y la imagen W 81 I, La imagen y su espectador 82 ~Por qué se mira una imagen? . 82 La relaciéa de la imagen con lo real . 82 Las funciones de la imagen 84 «Reconocimiento» y «rememoracién» 85 E] espectador construye la imagen, la imagen construye al espectador . 86 E] «reconocimiento» . 86 SUMARIO Tl. Id. 13. La «rememoracion» El «papel del espectador» . La imagen actia sobre el espectador - La imagen y el espectador se parecen . Las tesis guestdlticas: Arnheim . . Pensamiento prelégico, organicidad, exe tasis: Bisenstein Las teorias generativas de la imagen 1.4, Conchusién may provisional La ilusion tepresentativa . IL... IL.2. T1.3. La ilusién y sus condiciones La base psicofisiolégica La base sociocultural . Tlusién total, ilusién parcial : Un ejemplo: la béveda de San Tenacio in y representacién Ihusién, duplicacion, simulacro La nocidén de representacién: la ilusién en la representacién El tiempo en la representacion . Distancia psiquica y credibilidad La distancia psiquica . La impresidn de realidad en dd cine . Efecto de realidad, efecto de lo real . Saber y credibilidad El espectador como sujeto deseante thd. I11.2. IIT.3, La imagen y el psicoandlisis El arte como sintoma . Inconsciente ¢ imagineria . imagen e¢ imaginario . La imagen como fuente de afectos . La nocién de afecto Un ejemplo de participacion afectiva: la Einfihlung Las emociones . Pulsiones espectatoriales e imagen . La pulsién : Pulsion escdépica y mirada . Diferencia sexual y escoptofilia El goce de la imagen . La imagen como fetiche IV. Conclusién: aniropologia del espectador . 88 90 95 97 98 99 100 101 101 102 102 103 104 105 107 107 108 127 128 130 130 131 132 133 135 136 10 LA IMAGEN 3, Ei papel del dispositivo : soe 143 I. La dimensién espacial del dispositivo - , 144 L1. Espacio plastico, espacio espectatorial 144 Espacio concreto, espacio abstracto . 144 Modos de visién 146 Ei tamafio de la imagen 147 El ejemplo del primer plano 149 1.2. El marco . : 152 Marco concreto, marco abstracto : 152 Funciones del marco . 154 Centrado y descentrado 157 1.3. Encuadre y punto de vista - 159 La pirdmide visual 159 El encuadre 161 El punto de visia . 164 Desencuadre 165 HL. La dimension temporal del dispositivo 169 TI.1. La imagen en el tiempo, el tiempo en la jmagen 169 Pequefia tipologia ‘temporal de las | ima- genes . 169 Tiempo espectatorial y tiempo de hai imagen L7k 1L2. El tiempo implicito - 2 oe. 172 El arché y el saber supuesto 172 Fotografia, nuella, indicador 173 Cine, secuencia, montaje . 177 11.3. La imagen temporalizada . 180 Imagen filmica, imagen videografica 180 La situacién cinematografica 182 Tmagen-movimiento, Jnagen-tiempo 184. HI. Dispositivo, técnica e ideologia . 185 IJL1. El soporte de la imagen: impresion versus proyeccion . - - 185 éDos dispositivos? . . 185 Imagen opaca, imagen-luz . 186 TIL.2. La determinacién técnica . 188 Técnica y tecnologia... 188 La imagen automalica . 189 «Técnica e ideologia» . 192 TIE.3. El dispositivo como maquina psicoldgica y social . : 195 Los efectos sociotigicos 195 SUMARIO Los efectos subjetivos . Los efectos ideoldgicos . IV, Conclusién: dispositivo e historia . 4. El papel de la imagen . I. La analogia. . Ll. Fronteras de la analogia Analogia: gconvencién o realidad? _ Analogia y mimesis . Analogia y referencia . . 1.2. Indicadores y grados de analogia . La analogia como consiruccién Los indicadores de la analogia . 1,3, De nuevo el realismo . . Realismo y exactitud . . . Realismo, estilo, ideologia . IL. El espacio representado . TI.1. La perspectiva . La perspectiva como «forma simbélican . El debate sobre la perspectiva . 1L2. Superficie y profundidad . Espacio abierto, espacio cerrado. Campo y encuadre se La profundidad de campo . 11.3. Del campo a la escena El fuera de campo Escena y puesta en escena . La escenografia Ili. El tiempo representado 111.1. La nocién de instante . E] «instante esencial» . El «instante cualquiera» La «imagen-movimiento» . 1.2. El tiempo sintetizado . Montaje y collage . Secuencia e intervalo . La imagen-duracion 1V. La significacién en la imagen TV.1. Imagen y narracién Relato y mimesis . Secuencia y simultaneidad . E] relato en el espacio . 1 199 200 202, 207 208 208 208 210 211 213 213 214 218 218 220 223 224 225 228 230 230 232 235 236 236 239 12 LA IMAGEN 1V.2. Imagen y sentido . . 262 Lo percibido y lo nombrado 262 La interpretacién de la imagen 264 La figura . 267 5. El papel del arte . - 275 I. La imagen abstracta . 276 1.1. Imagen ¢ imagen . . . 276 La querella del arte absiracto . 276 Historicidad de la representacién 277 La imagen «pura» . 278 1.2. Los valores plasticos 279 Plastica e iconica . 279 La «gramatica» plastica 283 La composicién 285 1.3. Imagen y presencia 290 Inmediatez de lo visible 290 La vida de las formas . 291 Representacion y presencia . 292 II. 1a imagen expresiva . 293 11.1. La cuestién de la expresion 293 Definiciones 293 Criticas 297 11.2. Los medios de la expresion. 299 La materia, la forma . 299 EI estilo 303 La deformacién: al efecto - 306 11,3. Ei cjemplo del expresionismo . 309 El expresionismo como escuela . 309 E] expresionismo como estilo . 312 Ill. 1.0 imagen aurdtica 315 Itt. El aura artistica . 315 Qué es una obra de arte? : 315 Reproductibilidad técnica y perdi deaura 319 1,2. La estética . 321 Del placer de las imagenes a sla ciencia de lasimagenes . 2. 1 le 321 Problemas estéticos 323 111.4. El ejemplo de la fotogenia . 326 Fotogenia y fotografia . 326 Fotogenia y cine . 328 (h.4. Conclusidn: el placer de lai imagen « 331 IV. | a inagen: guna civilizacién? . 333 Introduccién La imagen: tiiulo ambicioso en su brevedad, pueste que pare- cé asignar a este libro como objeto un campo vasto y diverso de Ja actividad humana. La imagen tiene innumerables actualizacio- nes potenciales, dirigidas algunas a nuestros sentidos, otras Wni- camente a nuestro intelecto, como cuando se habla del poder de ciertas palabras, de «crear imagen», en un empleo metaférico por ejemplo. Hay que decir, pues, ante todo, que, sin ignorar esta mul- tiplicidad de sentidos, nos limitaremos aqui a una variedad de ima- genes, las que tienen una forma visible, las imagenes visuales. Este libro trata, pues, de la imagen visual como de una moda- lidad particular de la imagen en general; su objeto se mantiene, por ello, deliberadamente en un plano muy general: sin olvidar sus diferencias, se trata de hablar de lo comun a sodas las image- ues visuales, cualesquiera que sean su naturaleza, su forma, su empleo o su modo de produccidn. Un proyecto asf, en la pluma de alguien que ha estudiado an- tes, sobre todo, la imagen cinematogrdfica, no es inocente. Pro- viene, en lo esencial, de dos comprobaciones: 12 qT. i. Il. LA IMAGEN 1V.2. Imagen y sentido . . 262 Lo percibido y lo nombrado 262 La interpretacién de la imagen 264 La figura . 267 5. El papel del arte . 275 La imagen abstracta . 276 Li. Imagen e imagen . . 276 La querella del arte abstracto . 276 Historicidad de la representacién . 277 La imagen «pura» . 278 1.2. Las valores plasticos 279 Plastica e icénica . 279 La «gramatica» plastica 283 La composicién 285 1.3. Imagen y presencia 290 Inmediatez de lo visible 290 La vida de las formas . 291 Representacién y presencia . 292 La imagen expresiva . 293 IL.1. La cuestion de la expresion 293 Definiciones . 293 Criticas 297 II.2. Los medios de la expresién 299 La materia, la forma - 299 EI estilo 303 La deformacion: al efecto . 306 IL3. El ejemplo del expresionismo . 309 El expresionismo como escuela . 309 El expresionismo como estilo . 312 La imagen auratica 315 JUL1. El aura artistica : 315 {Qué es una obra de arte? 315 Reproductibilidad iécrica y pérdida de aura 319 TI.2. La estética . 321 Del placer de las imagenes a la ciencia de las imagenes 321 Problemas estéticos 323 H1.3. El ejemplo de la fotogenia . 326 Fotogenia y fotografia . 326 Fotogenia y ce... 328 HI.4. Conclusion: el placer de la i ‘imagen . 331 IV. La imagen: juna civilizacion? . 333 Introduccién La imagen: titulo ambicioso en su brevedad, puesto que pare- ce asignar a este libro como objeto un campo vaste y diverso de Ja actividad humana. La imagen tiene innumerables actualizacio- nes potenciales, dirigidas algunas a nuestros seutidos, otras tni- camente a nuestro intelecto, como cuando se habla del poder de ciertas palabras, de «crear imagen», en un empleo metaforico por ejemplo, Hay que decir, pues, ante todo, que, sin ignorar esta mul- tiplicidad de sentidos, nos limitaremos aqui a wna variedad de ima- genes, las que tienen una forma visible, las imagenes visuales. Este libro trata, pues, de la imagen visual como de una moda- lidad particular de la imagen en general; su objeto se mantiene, por ello, deliberadamente en un plano muy general: sin olvidar sus diferencias, se trata de hablar de lo comuin a todas las imdge- nes visuales, cualesquiera que sean su naturaleza, su forma, su empleo o su modo de produceién. Un proyecto asi, en la pluma de alguicn que ha estudiado an- tes, sobre todo, la imagen cinematografica, no es inocente. Pro- viene, en lo esencial, de dos comprobaciones: 14 LA IMAGEN — Ante todo, y desde un punto de vista en cierto modo inter- no a la pedagogia de la imagen, me parecid cada vez mds eviden- te, a medida que ensefiaba la teoria y la estética del film, que ésta no podia desarrollarse en un espléndido aislamiento, sino que era indispensable, por el contrario, articularla, histérica y teéri- camente, con una consideracién de otras modalidades concretas de la imagen visual: pintura, fotografia, video, por citar sdlo las mas importantes. Me parecié en el fondo casi absurdo seguir ha- blando de encuadre en el cine sin confrontar realmente su con- cepto con el del marco pictérico, igual que me parecié lamentable hablar del fotograma sin considerar la instanténea fotografica, etc. — Esta primera comprobacién, reforzada con el paso de los aiios, provienc, de hecho, de otra comprobacién, mas amplia, re- ferente a la snerte de Jas imagenes en general en nuestra sociedad. Es banai hablar de una «civilizacién de la imagen», pero esta for- mula traduce bien el sentimiento que tenemos todos de vivir en un mundo en el que las imagenes son, ciertamente, cada vez mas numerosas, pero también cada vez mas diversificadas y cada vez mas intercambiables. El cine, hoy, se ve en la televisisn, como la pintura, desde hace bastante tiempo, se ve en reproduccién fo- tografica. Los cruces, los intercambias, los pasos de la imagen se hacen cada vez mds numerosos y me parecié asi que ninguna categoria particular de imagenes podia ya estudiarse hoy omitien- do una consideracién de todas las demas. Esta comprobacion iniciat es la que explica la postura adopta- da en este libro. Ante todo, pues, permanecer en lo posible en el nivel de los conceptos mds generales, no teorizar nunca a partit de una modalidad particular de la imagen. Simultaneamente, por supuesto, conceder un amplio espacio a una consideracién efecti- va —a titulo de ejemplo, de aplicacién, de caso particular— de las imagenes especificas (la imagen filmica, la imagen fotografi- ca, etc.}, incluso de las imagenes singulares. Seguidamente, orga- nizar la exposicién alrededor de encabezamientos de capitulos que encarnasen Jos grandes problemas de la teoria de las imagenes. Para atenerme a lo esencial, me parecié que estas problemas son cinco: 1. Puesto que este libro esta dedicado a las imagenes visua- les, hay que interrogarse en primer lugar sobre la visién de las imdgenes. ,Qué cs ver una imagen, qué es percibirla, y cémo se caracteriza esta percepcién en relacién con los fendmenos percep- tivos en general? 2. La vision, Ja percepcién visual, es una actividad compleja INTRODUCCION 15 que, a decir verdad, no es posible separar de las grandes funcio- nes psiquicas, la inteleccién, la cognicién, la memoria, el deseo, Asi la encuesta, comenzada «desde el exterior» y siguiendo la Juz que penetra en el ojo, lleva légicamente a considerar al sujeto que mira la imagen, aquel para quien se produce, y que Ilamare- mos su espectador. 3. Siguiendo siempre el mismo hilo imaginario, es evidente que este mismo espectador nunca mantiene, con las imagenes que mira, una relacién absiracta, «pura», separada de toda realidad concreta. La visién efectiva de las imagenes tiene lugar, por el contrario, en un contexto, determinado de modo multiple: con- texto social, contexto institucional, contexto técnico, contexto ideo- légico, E] conjunto de estos factores «situacionales» por decirlo asi, de estos factores que regulan Ja relacién del espectador con Ja imagen, es lo que Ilamamos el dispositive. 4. Habiendo considerado asf los principales aspectos de la relacion entre una imagen concreta y su destinatario concreto, se hace posible tomar en consideracién el funcionamiento propio de la imagen. {Qué relacin establece ésta con el mundo real? Dicho de otro modo: gcémo lo representa? Cudles son las formas y los medios de esta representaci6n? ;Cémo trata las grandes catego- tias de nuestra concepcién de la realidad que son el espacio y el tiempo? Pero también, cémo inscribe significaciones la imagen? 5. No es posibie, finalmente, hablar de ia imagen sin referir- se a las imagenes efectivamente existentes. Entre estas imagenes reales, este libro ha elegido privilegiar a algunas de ellas: las ima- genes art ‘as. El iiltimo capitulo esta, pues, dedicado a un exa- men de ciertas especificidades de esas imagenes, de sus virtudes y de sus valores particulares. Este plan puede parecer ambicioso, puesto que, potencialmente, cubre la materia de varios tratades especializados. Soy conscien- te, en especial, de que el primer capitulo, que expone teorias més formalizadas, mas modelizadas incluso, podra parecer mas técni- co, y «por tanto» mas dificil de leer para algunos. Su lugar en el umbral del libro me parecié, sin embargo, la solucién mds légi- ca y también la mas eficaz, puesto que introduce ciertos concep- tos fundamentales y generalmente mal conocidos, que los capitu- los siguientes suponen adquiridos. Aqui, mas incluso quiza que n otros lugares, me he esforzado en ser claro; a los lectores, sin embargo, los que este capitulo pudiera desorientar, les pido un poco de paciencia, persuadido de que el contexto del libro les per- mitira comprender su inclusién. 16 LA IMAGEN Si me parecid, pues, deseable adoptar y mantener este plan, correr el riesgo de resumir varios tratados en un pequefio com- pendio, fue porque, en primer lugar, para mi no se trataba justa- mente de ofrecer un tratado, sino de exponer sencillamente el es- tado actual de las concepciones relativas 2 la imagen en un cierto numero de dambitos. Este libro sélo es, desde este punto de vista, una introducci6n a enfoques mas especializados. Pero, inversa- mente, me parecid indispensable sefialar al lector la multiplicidad misma de estos enfoques. Al escribir este libro, he pensado evi- dentemente, ante todo, en los estudiantes que he conocido desde hace veinte afios, en la ensefianza «del cine» en la universidad; a causa de lo parcelado que esta el saber teorico que se les dispen- sa he intentado, no ser exhaustivo (quién podria?), sino lograr una cierta perspectiva, permitir a esos estudiantes situar lo que saben acerca de la imagen filmica en una reflexién mas vasta, me- nos contingente, menos regional. Me parece evidente que, por poco conseguido que esté, este libro va dirigido, del mismo modo, a todos los que tienen sobre tal o cual especie de imagenes, sobre tal o cual fendmeno ligado a la existencia de la imagen, un saber particular, y que ayudara, espero, a relativizar este saber al mismo tiempo que a fortalecerlo. Quiero manifestar mi agradecimiento a los primeros lectores del manuscrito, especialmente a Anne-Marie Faux, a Jean-Louis Leutrat y a Michel Marie, que me ayudaron considerablemente a mejorarlo, Este libro esta dedicado a quien, literalmente y en todos los sentidos, me ha ensefiando a aprender, a Christian Metz. 1. El papel del ojo Si hay imagenes, es que tenemos ojos: es una evidencia. Las imagenes, artefactos cada vez mas abundantes y cada vez mas im- portantes en nuestra sociedad, no dejan de ser, hasta cicrto pun- to, objetos visuales como los demas, derivadas exactamente de las mismas leyes perceptivas. Por eso empezaremos por estudiar, brevemente, estas leyes. La percepci6n visual es, de todos ios modos de relacion del hombre con el mundo que lo rodea, uno de los mejor conocidos. Existe un vasto corpus de observaciones empiricas, de experimen- taciones, de teorias, que empezé a constituirse desde la Antigiic- dad. El padre de la geometria, Euclides, fue también, hacia el afio 300, uno de Jos fundadores de la dptica (ciencia de la propa- gacion de los rayos luminosos}, y uno de los primeros tedricos de la visi6n. En la era moderna, artistas y tedricos (Alberti, Du- rero, Leonardo da Vinci), fildsofos (Descartes, Berkeley, New- ton) y fisicos, por supuesto, han continuada esta exploraciéa. En el siglo xix empieza realmente fa teoria de la percepcién visual, con Helmholtz y Fechner. En fecha reciente (desde la ulti- 18 LA [MAGEN ma guerra), se han desarrollado los laboratorios de psicofisica, ha aumentado la cantidad de observaciones y de experiencias; se ha precisado, al mismo tiempo, la preocupacién por formular teo- tias de la percepcién visual que integren y ordenen Jos resultados de estas experiencias, al mismo tiempo que sugieren otras. En po- cas palabras, el estudio de la percepcién visual se ha hecho mas cientifico (estamos, sin embargo, desde luego, bastante lejos de saberlo todo sobre este complejisimo fendmeno). Vamos a empe- zar, en este capitulo, por describir lo mds sencillamente posible las grandes lineas de las concepciones actuales de Ja percepcién visual. T. EL FUNCIONAMIENTO DEL O10 Ld, Ojo y sistema visual La experiencia diaria, el lenguaje corriente, nos dicen que ve- mos con los ojos. Eso no es falso, por supuesto: los ojos son uno de los instrumentos de la visién, Sin embargo, hay que afiadir enseguida que no son sino uno de sus instrumentos, y sin duda no el mds complejo. La vision, en efecto, es un proceso que utili- za varios érganos especializados. En una primera aproximacién podria decirse que la visién resulta de tres operaciones distintas {y sucesivas): operaciones 6pticas, quimicas y nerviosas. L1.1, Transformaciones épticas La figura 1 muestra lo que sucede cuando se quiere formar la imagen de un objeto en la pared posterior de una cdmara oscu- ra. Los rayos procedentes de una fuente luminosa (el sol, por ejem- plo) vienen a incidir en el objeto (pongamos, un bastén blanco), que refleja una parte de ellos en todas direcciones; cierto mimero de los rayos reflejados penetra por la abertura de la camara oscu- ra y van a formar una imagen (invertida) del objeto sobre la pa- red posterior. Debido a la gran difusion de la luz, solo una pe- quefia cantidad llega hasta esta pared: la imagen es, pues, extremadamente débil y, si se quisiera por ejemplo grabarla en una placa fotografica, se necesitaria un tiempo de exposicion muy largo. Para aumentar la luminosidad, se necesitaria aumentar la cantidad de luz que penetra en la cdémara oscura ampliando la EL PAPEL DEL O10 19 aberiura; naturalmente, eso tendria como resultado el hecho de que los contornos de la imagen se difuminarfan (tanto mds difu- miinados cuanto més grande fuese Ja abertnra). Para paliar este defecto, y a partir del siglo xvi, se inventaron las lentes conver- gentes: trozos de vidrio especialmente tallados para recoger la luz en toda su superficie y concentrarla en un punto unico, Figura 1, E] principio de la camara oscura. Este principio de la «captura» de gran nimero de rayos en una superficie y su concentracién en un punto es el que utilizan muchos instrumentos dpticos (aunque hoy la mayor parte de ellos tienen objetivos mas complejos que utilizan combinaciones de len- tes). Este mismo principio es el que actua en el ojo. 20 LA (IMAGEN El ojo, como se sabe, es un globo mas o menos esférico, de un diametre de unos dos centimetros y medio, cubierto de una capa en parte opaca (la esclerdtica) y en parte transparente. Esta ultima parte, la eérnea, es la que asegura la mayor parte de la convergencia de los rayos luminosos. Tras la cérnea se encuentra el iris, muisculo esfinter regido de modo reflejo, que en su centro delimita una abertura, la pupifa, cuyo didmetro va de 2 a 8 mili- metros aproximadamente. La pupila se abre para dejar penetrar mas luz cuando ésta es poco intensa, y se cierra en el caso contrario. Sin embargo, y con- trariamente a lo que podria creerse a primera vista, la disminu- cién de la pupila modifica la percepcion, no a causa de la varia- cién de la cantidad de luz que penetra en el ojo, sino a causa del efecto producido en términos de profundidad de campo: cuanto mas cerrada esté la pupila, mds importante es la profundidad de campo (por eso se ve mas nitidamente cuando hay mucha luz: la pupila esta cerrada). Esto puede verificarse, por ejemplo, en las dilataciones artificiales de 1a pupila por un tratamiento con atropina (para examinar el fondo del ojo o mantenerlo en obser- vacion): no se ve «mas claro» sino «menos nitido». El tamafio de la pupila, por otra parte, cambia, espontaneamente, en fun- cion de estados emocionales diversos: miedo, célera, o estados inducidos por psicotropos. Finalmente, la luz que ha atravesado la pupila tiene, ademas, que atravesar el cristalino, que aumenta o reduce la convergen- cia. El cristalino es, 6pticamente hablando, una lente biconvexa, de convergencia variable; esta variabilidad es lo que se llama aco- modacién. Acomodar es hacer variar la convergencia del cristali- no haciéndolo mas o menos abombado en funciéa de Ja distancia de la fuente de luz (para mantener Ja imagen nitida en el fondo del ojo, hay que hacer converger los rayos tanto mds cuanto mds cercana esté la fuente luminosa). Es también un proceso reflejo, bastante lento por otra parte, puesto que se necesita casi un se- gundo para pasar de la acomodacién mas préximaa la mas lejana. Se ha comparado muy a menudo el ojo con una camara foto- grafica en miniatura: eso es exacto a condicién de advertir que esta comparacién no puede aplicarse sino a la parte puramente éptica del tratamiento de la luz. EL PAPEL DEL OJO 21 1.1.2. Transformaciones quimicas El fondo del ojo esta tapizado por una membrana, la retina, en la cual se encuentran receptores de luz en numero muy eleva- do, Estos receptores, cuyo papel tendremos ocasién de especiti- car algo mas tarde, son de dos tipos: los bastones (unos 120 mi- llones) y los cons (alrededor de 7 millones); estos ultimos estan sobre todo presentes en los alrededores de la fovea, una especie de huequecillo en la retina, casi en el eje del cristalino, particular- Mente rico en receptores. Bastones y conos contienen moléculas de pigmento (unos 4 millones de moléculas por baston) que contienen una sustan- cia, la rodopsina, que absorbe quanta luminosos y se descom- pone, por reaccién quimica, en otras dos sustancias. Una vez operada esta descomposicion, la molécula en cuestién ya no pue- de absorber nada; por el contrario, si se deja de enviarle luz, la reaccidén'se invierte y la rodopsina se recompone (es preciso permanecer unos tres cuartos de hora en Ja oscuridad para que todas las moléculas de rodopsina de la retina se recompongan, pero la mitad estdn ya recompuestas al cabo de cinco minuto: puede entonces empezarse de nuevo a hacer funcionar esta mo- lécula. Dicho de otro modo: la retina es ante todo un gigantesco la- boratorio quimico. Es muy importante comprender bien, entre otras cosas, que lo que se llama imagen retiniana no es sino la proyeccién Optica obtenida en el fondo del ojo gracias al sistema cérea + pupila + cristalino, y que esta imagen, que es aun de naturaleza Sptica, es rrafada por el sistema quimico retiniano, et cual la transforma en una informacion de naturaieza totalmente diferente. Es esencial, en particular, advertir que, contrariamente a lo que ha sugerido a veces el término «imagen», no vemos nuestras propias imagenes retinianas (sélo un oftalmélogo podré percibir- las utilizando un equipo especial). La «imagen retiniana» no es mas que un estadio del tratamiento de la luz por el sistema visual, no una imagen en el sentido en el] que hablamos de imagenes en este libro y en general. Encontraremos de nuevo esta observacion algo mds adelante. 22 LA IMAGEN 1.1.3. Transformaciones nerviosas Cada receptor retiniano se enlaza con una célula nerviosa por un relé (llamado sinapsis); cada una de estas células est4, por me- dio de otras sinapsis, enlazada a su vez con células que constitu- yen las fibras det nervio dptico. Las comnnicaciones entre estas células son muy complejas: a los dos niveles sinapticos ya men- cionados se afiaden multiples enlaces transversales que agrupan las células en redes (veremos algo mds adelante algunas de las con- secuencias de ello). El nervio dptico sale del ojo y termina en una regidn lateral del cerebro, el cuerpo genicutade, del que salen nue- vas conexiones nerviosas hacia la parte posterior del cerebro, para Negar al cértex estriado. Podria decirse muy esquemdticamente que esta red, extrema- damente densa y compleja, representa un tercer y ultimo estadio del tratamiento de la informacién, tratada primero en forma ép- tica y después quimica. Por regla general, no hay corresponden- cia de punto a punto, sino, por el contrario, multiplicacién de las correspondencias transversales: el sistema visual no se conten- ta con copiar informacién, la trata en cada etapa. Asi, por ejem- plo, las sinapsis no son simples enlaces; tienen, por el contrario. un papel activo, siendo algunas «excitadoras» y otras «inhib! doras». Esta parte del sistema perceptivo es la mds importante, pero también la menos conocida, puesto que no se han tenido ideas precisas sobre su estructura y su funcionamiento hasta hace ape- nas treinta afios. Sigue sin saberse exactamente, en particular, como pasa la informacién del estadio quimico al estadio nervioso (puesto que no es absolutamente clara la naturaleza misma de la sefial nerviosa que solo metaféricamente es comparable a uma se- fial eléctrica). Lo importante, para los propésitos de este libro, es retener que, si el ojo se parece hasta cierto punto a una camara fotografica, sila retina es comparable a una especie de placa sen- sible, lo esencial de la percepcién visual tiene lugar después, a través de un proceso de tratamiento de la informacién que, como todos los procesos cerebrales, esta mas cerca de los modelos in- formaticos o cibernéticos que de modelos mecdnicos u dpticos (no pretendiendo al decir «mas cerca» que estos modelos sean necesa- riamente adecuados). EL PAPEL DEL OJO 23 4.2, Los elementos de la percepcion: gqué se percibe? La percepcién visual es asi el tratamiento, por etapas sucesi- vas, de una informacién que nos llega por mediacién de la luz que entra en nuestros ojos. Como toda informacién, ésta es codi- ficada, en un sentido que no es del todo el de la semiologia: los eddigos son aqui reglas de transformacién naturales (ui arbitra- rias ni convencionales) que determinan la actividad nerviosa en funcidn de la informacién contenida en la luz. Hablar de codifi- cacién de la informacién visual significa, pues, de hecho, que nues- tro sistema visual es capaz de localizar y de interpretar ciertas re- gularidades en los fenémenos luminosos que alcanzan nuestros ojos. En lo esencial, estas regularidades afectan a tres caracteres de la luz: su intensidad, su longitud de onda y su distribucién en el espacio (consideraremos un poco més adelante después su distribucién en el tiempo). 1.2.1. La intensidad de la luz: percepcién de la Juminosidad Lo que experimentamos como mayor o menor luminosidad de un objeto corresponde, de hecho, a nuestra interpretacién, ya modi- ficada por factores psicolégicos, de la cantidad real de luz emitida por este objeto, si es una fuente luminosa (el sol, una Ilama, una lampara eléctrica, etc.), 0 reflejada por él en todos los demas casos. Esencialmente el ojo reacciona a los flujes luminosos (sobre la nocién de flujo, véase el cuadro 1); un flujo muy débil (10°? Im., correspondiente sélo a una decena de fotones) puede ser su- ficiente para hacerle registrar una sensacién de luz. Cuando este flujo aumenta, se hace mayor el niimero de células retinianas afec- tadas, se producen en mayor numero las reacciones de descompo- sicién de la rodopsina, y la seflal nerviosa se hace mds intensa. E] cuadro 2 resume los érdenes de magnitud de las luminancias de objetos usuales. Excepiuando los objetos muy poco luminosos (un objeto oscuro en un tunel, de noche), que no se perciben, ¥ de los objetos muy luminosos, que emiten una energia luminosa tan intensa que provoca quemaduras y puede destruir el sistema nervioso,’ se distinguen tradicionalmente dos tipos de objetos 1. Recuérdese la historia de Joseph Plateau, el sabio belga que, queriendo ab- servar el sol, acabé por quedar ciego. 24 LA IMAGEN Cwadro 1 La fotometria es la técnica que mide las cantidades de luz. Define cierto nd- mero de magnitudes, facilmente medibles, en especial con ayuda de célutas fotoeléctricas: El flujo luminoso es la cantidad total de energia luminosa emitida o reflejada por un objeto; se expresa en dumens (abreviado: Im), La intensidad luminosa se define como el flujo por unidad de angulo sélido; se expresa en candefus (cd), siendo apreximadamente una candela la intensi- dad de la llama de una vela vista en plano horizontal, La luminancia, finalmente, es Ja intensidad luminosa por unidad de superfi- cie aparente del objeto luminoso; se expresa en cd/m*. Notemos qué es una magnitud que no depende del cbservador, sino de la fuente: asi. la panlalla de cine tiene cierta luminancia y aparecerd igualmente brillante, tanto si se esta sentado en la primera como en la ultima fila (jen cambio, su lamatio aparente y, por tanto, el flujo luminoso que emite, variard mucho!), En con traste, la luminancia de la pantalla queda afectada —fuertemente— por todo desplaramiento de la fuente luminosa, en este caso et proyector. Estas tres magnitudes —flujo, intensidad y laminancia— se refieren al objeto emisor de la luz. También puede ser necesario apreciar la cantidad de luz que llega a una superficie dada: es la iluminacién, definida como el flujo luminoso por unidad de superficie iluminada y definida en ux (I tux: flumi- nacién producida por an flujo de | Im dirigide a una superticie de 1m’). Cuadro 2 Ordenes de magnitud de las luminancias (en cd/m’) Jo" sol o 10 arco voltaico Peligrosa 10" 10 10° lampara con filamento de tungsteno 10° pantalla de cine 10" papel blanco al sol zona fotdpica 10" luna fo flama de una vela} 10" pagina impresa que permite su lectura 10 1 10 ' 107 papel blanco a la luz de la luna 10% (.) zona escotépica 10° umbral absoluto de percepcién EL PAPEL DEL 0JO 25 luminosos, correspondientes a dos tipos de vision, fundados a su vez en el predominio de uno u otro tipo de células retinianas: a) La vision fotépica: este modo de visiéu, el mas corriente, corresponde a toda la gama de los objetos que consideramos como normalmente iluminados por una luz diurna. E] modo fotépico pone cn juego sobre todo a los conos: ahora bien, éstos, como vamos a ver, son responsables de la percepcidn de los colores, y la vision fotépica es cromatica. Los conos son densos sobre todo hacia la fovea; es pues, también, un modo de visién que moviliza principalmente la zona central de la retina. Por esta ultima ra- z6n, y porque la pupila puede, ademas, en este modo de visidn, estar mas cerrada (al ser suficiente la cantidad de luz}, es una vi- sion caracterizada por su agudeza. 5) La vision escotdpica: es la vision «nocturna» (habida cuenta de que, incluso por la noche, una iluminacién intensa da una visién «diurna»). Tiene los caracteres opuestos a la anterior: predominio de los bastones, percepcién acromatica y débil agudeza que afec- ta, sobre todo cuando estd muy oscuro, a la periferia de la retina. Hemos simplificado, naturalmente de modo deliberado, esta presentacién del funcionamiento del ojo ante flujos luminosos; hemos prescindido, en particular, de todas las variaciones provo- cadas por la localizacién en Ja retina y de la inclinacién con la que Hlega Ja luz, y tampoce mencionaremos sino a titulo de infor- macidn ciertos fenémenos de umbral (por ejemplo, en superficies muy peqnefias, el tamafio de la mancha luminosa no influye en la sensibilidad). Ocurre que, siendo la visién de las imagenes una vision eminentemente voluntaria, pone principalmente en juego la zona foveal; igualmente esta vision ¢s, casi siempre, una visién fotépica. El cine, el video, que se miran en la oscuridad, partici- pan también de ella, al tener la pantalla una Juminancia elevada (varios millares de cd/m’): contrariamente, pues, a lo que podria quizd pensarse espontaneamente, la visién de la pantalla de cine o del tubo del televisor es una visién «diurna», aunque tenga lugar en un entorne «nocturno». Los casos de visién escotdpica, en lo referente a las imagenes, son muy escasos y siempre intencional- mente buscados: por ejemplo, en ciertas «instalaciones» artisticas. 1.2.2. La longitud de onda de la iuz: percepcién del color Del mismo modo que la sensacién de luminosidad proviene de las reacciones del sistema visual a la luminancia de los objetos, 26 LA IMAGEN también la sensacion del color proviene de sus reacciones a la Jon- gitud de onda de las luces emitidas o reflejadas por esos objetos: comtrariamente a nuestra impresidn espontanea, el color no esta «en los objetos», como tampoco la luminosidad, sino «en» nues- tra percepcién. Todos sabemos que la luz blanca {en especial la que proviene del sel y sigue siendo con mucho la principal fuente luminosa para nosotros) es de hecho una «mezcla» de luces, que contiene todas Jas longitudes de onda del espectro visible, lo que puede facil- mente ponerse en evidencia descomponiendo esta luz con ayuda de un prisma, u observarse en un arco iris. La luz que nos llega de los objetos es Ja que reflejan ellos mismos: ahora bien, Ja ma- yor parte de las superficies absorben ciertas longitudes de onda y s6lo reflejan las demas. Las superficies que absorben igualmen- te todas las longitudes de onda parecen grises: blanquecinas si re- flejan mucho la luz, negruzcas en caso contrario; toda superficie que refleja menos del 10 % de la luz aparece negra. La clasificacién empirica de los colores se hace conjugando ircs pardmetros: — la longitud de onda, que define el colorido (azul, rojo, ana- ranjado, cyan, magenta, amarillo. — la saturacién, es decir, la «pureza» (el rosa es rojo «menos saturado», al que se ha afiadido blanco); los colores del espectro solar tienen una saturacién maxima; — la luminosidad, ligada a ia luminancia: cuanto mas eleva- da es ésta, mas luminoso y cercano al blanco parecera el color; el mismo rojo, igualmente saturado, podra ser mds Juminoso o mas oscuro. Desde Newton se sabe que los colores pueden componerse. Tra- dicionalmente se distinguen esias mezclas: — aditivas: mezclas de luces, como en ef caso del video, en el que unos haces de luz muy pequefios de colores «primarios» —rojo, verde, azul— se mezelan prdcticamente en la retina, por- que son demasiado estrechos para ser percibidos separadamente; en un principio andlogo se apoyaba ¢l procedimiento autocromo de la fotografia en color alrededor de 1900, y también, en pintu- ra, la tentlativa puntilfiste, que pretendia expresar el color mediante una yuxtaposicién de manchas de color muy pequefias, que el ojo afundias por adicién en un solo color; — sustractivas: mezclas de pigmentos; como cada pigmento afiadido absorbe nuevas longitudes de onda, se trata desde luego de una sustraccién; es cl caso usual de la pintura, asi como de Mena EL PAPEL DEL JO 27 todos los procedimienios modernos de fotografia y de cine en color. El principio general de la mezcla es el mismo en ambos cases: dos colores mezclados producen un tercer color; con tres colores, llamados primarios, puede obienerse cualquier otro color dosifi- cando adecuadamente los tres primarios.’ La percepcién del color se debe a la actividad de tres varieda- des de conos retinianos, sensible cada uno a una longitud de onda diferente (en particular, para un sujeto normal, no dalténico, es- tas longitudes de onda son de 0,440 p, 0,535 pn y 0,565 p, corres- pondientes, respectivamente, a un azul-violeta, un verde-azul y un verde-amarillo). No describiremos la codificacién del color en Jos estadios finales del sistema visual, por razéu de su compleji- dad; basta con mencionar aqui que ciertas agrupaciones de célu- las, desde la retina hasta el cértex, estén especializadas en la per- cepcién del color, y que éste es, pues, una de las dimensiones esenciales de nuesiro mundo visual. Notemos que esta dimensién esta ausente de numerosas imd- genes, que son acromaticas, lo que se expresa generalmente ha- blando de imagenes «en blanco y negro» (de hecho son imagenes que no representan los colores, sino solamente las luminosidades, y que implican, por tanto, toda una gama de grises). El tipo mds frecuente hoy sigue siendo, sin duda, la imagen fotogrdfica, pero hay que recordar que, mucho antes de la invencidn de la fotogra- fia, circulaban en nuestra sociedad imagenes «en blanco y negro», especialmente mediante los grabadas. Es éste, evidentemente, un ejemplo destacade de que la imagen representa la realidad de ma- nera convencional, que cotresponde a lo socialmente aceptable (en este caso renunciar al color: por ejemplo, ninguno de los pri- meros espectadores del cinematégrafo Lumiére se quejé nunca de que la imagen fuese acromatica). 1.2.3. La distribucién espacial de 1a luz: los bordes visuales Todo el mundo sabe, al menos confusamente, que nuestro ojo esta equipado para ver la luminosidad y el color de los objetos; 2. Por ejemplo, un pigmente amarillo absorbe el azul y el azul verdoso; un pigmento azul deja pasar el azul y el verde; su mezcla no dejard pasar mas que el verde, de abi el resultado practico: un pigmento verde se obtiene mezclando un pigmento azul y un pigmento amarillo. 28 L.A IMAGEN pero es menos sabido que también lo esta para percibir los limites espaciales de estos objetos, sus bordes. La nocidn de «borde visual» designa ta frontera entre dos su- perficies de diferente luminancia —cualquiera que sea la causa de esta diferencia de luminancia (diferentes iluminaciones, dife- rentes propiedades reflectantes, etc.)— para un punto de vista de- terminado (por ejemplo, entre dos superficies, una de las cuales esta tras la otra, hay un borde visual, pero si cambia el punto de vista, el borde ya no estara en e] mismo lugar). Hasta 1950-1955 aproximadamente, se concebia la percepcion en términos de isomorfias sucesivas desde el objeto al cerebro a través de] ojo, considerdndose la retina como un «relé» bastante sencillo que se limitaba a transmitir informacién punto por pun- to, sin interpretarla. Hoy se sabe que la codificacin se interrum- pe desde la retina al cértex, y que, en particular, algunas células de los ultimos niveles retinianos estin enlazadas con varias célu- las del nivel inferior, y representan, pues, en conjunto, varios cen- tenares, incluso millares de receptores, Asi: —cada célula del nivel retiniano profundo y de los niveles ul- teriores (cerebrales) esta asociada a un campo retiniana, es decir, a un conjunto de receptores; un mismo receptor, por regla gene- rai, forma parte de centenares de campos diferentes, que se co- nectan mutuamente; —existen entre las neuronas conexiones de dos tipos opues- tos: si un grupo de receptores esta asociado a una célula por una conexién excitadora, la célula estaré tanto mas cxcitada cuanto gue lo estén los receptores (y lo mismo para los enlaces subsi- guientes entre células}; por el contrario, si el enlace es iahibidor, Ja actividad del receptor o de la célula inhibira (= bloqueara) la actividad de la célula siguiente. Por ejemplo, una estructura frecuente cn lo relativo al campo de una célula del nervio optico es la que representa la figura 2: excitadora para los receptores situados en ¢l centro del campo, inhibidora para los del contorno. Las conexiones ulteriores lHega- das al cértex combinan estos campos de varias maneras, corres- pondientes a diversas funciones especializadas. Asi, existen célu- las corticales que tienen un campo dividido en dos subregiones inhibidora y excitadora respectivamente: estas c¢lulas son, prec! samente, las que reaccionan a la presencia de un borde luminoso; del mismo modo, Ia figura 3 presenta otras dos estructuras posi- bles de campos asociados a células corticales, respectivamente es- pecializadas en la deteccién de las ranuras luminosas y de las lineas. EL PAPEL DEL OJO 29 [1 milimetro + Figura 2 Simplificando mucho, puede decirse que la zona del cdrtex es- triado, sede de la percepcién visual, esta compuesta de células or- ganizadas en columnas —unas 120 céluias por columna— corres- pondiente cada una a una region de la retina. Estas columnas estan, a su vez, agrupadas en hipercalumnas, una especie de agregados de centenares de columnas (de 400 a 1600 columnas por hiperco- jumna, cuya dimensidn es de 0,5 a 1 mm’ por 3 a 4 mm de al- tura, y que contienen entre 100.000 y 200.000 células). Cada célu- la da una informacién ambigua por si misma, que debe combinarse @) (b) fe) Figura 3. (a) ranura (8) linea {c) borde 30 LA IMAGEN eon la de las demas células de la misma hipercolumna, sin que dispongamos por ahora de un verdadero modelo de los mecanis- mos de ponderacién que implica esta combinatoria: se sabe sola- mente que los fendmenos de excitacion ¢ inhibicién desempefian en ella un papel importante. Cada columna esta «orientada» se- gin una direccién del espacio (cada 10 aproximadamente), es de- cir, que esta especializada en la deteccién de estirnulos luminosos en esta direccién; las hipercolumnas contienen ademas células mds especializadas, de campo mas o menos amplio, capaces por ejem- plo de distinguir los estimulos nitidos de los estimulos difusos, o de apreciar la longitud de una linea, o incluso un Angulo. Ese es el resultado esencial que debemos retener aqui: el siste- ma visual esta equipado «por construccién» con instrumentos ca- paces de reconocer un borde visual y su orientacidn, una ranura, una linea, un dngulo, un segmento; cstos perceptos son como Jas unidades elementales de nuestra percepcidén de los objetos y del espacio. El mecanismo extremadamente complejo de esta percepcién da buenos resultados, puesto que somos capaces de distinguir bor- des visuales de muy pequefia dimensién. La medida de la agudeza visual, realizada por un dptico, utiliza un tipo de estimulo —las letras del alfabeto— ya complejo, para el cual los logros del ojo no son demasiado buenos. En esta situacion, una agudeza de 1 (lo que se escribe mds corrientemente 10/10), correspondiente a una discriminacién angular de 1, se considera como buena. Pero si se da a percibir, no ya letras, sino una linea negra sobre fondo blanco, la agudeza puede llegar hasta 120 (correspondiente a un poder separador de medio minuto de Angulo). 1.2.4, El contraste: interaccién entre la luminosidad y tos bordes Nuestro sistema visual estd, de hecho, equipado para detectar no tanto luminancias como cambios de luminancia; la luminosi- dad (psicolégica) de una superficie esta casi totalmente determi- nada por su relacién con el entorno luminoso; esta en funcién especiaimente de su fondo (figura 4). Dos objetos pareceran tener la misma luminosidad si su luminancia relativa en relacién con su fondo es la misma, cualesquiera que sean ios valores absolutos de estas Juminancias; inversamente, un mismo objeto, idéntica- eee EL PAPEL DIT 010 31 Figura 4. Los pequetios tridngulos encerrados tienen todes 1a misma luminancia, pero su luminosidad aparente es muy diferente. Los Uiingulos sobre fonde oscu- To aparecen como mas lummosos que los Lidngulos sobre fondo claro, mente iluminado (emisor, pues, de Ja misma luminancia) sera juz- gado mas luminoso ante un fondo mas oscuro. Nuestro sistema visual es capaz, por afiadidura, de conjugar percepcién de la luminosidad y bordes visuales. Asi, sdlo se per- cibe contraste entre dos superficies visuales si éslas se perciben, ademds, como situadas en el mismo plano; si, por ¢l contrario, se ven como situadas a distancias diferentes del ojo, sus luminosi- dades serdn mas dificiles de comparar. Del mismo modo, cuando un borde visual se percibe como debido a la iluminacién (paso de una zona jluminada a una zona de sombra en ja misma super- ficie), y no a un cambio de superficie, la diferencia de luminancia a una y otra parte del borde es sistemdticamente «olvidada», y las dos zonas se juzgan como igualmente tuminosas. Lo importante es retener que los elementos de la percepcion —luminosidad, bordes, colores— nunca se producen aisladamen- te, de manera analitica, sino siempre simultaneamente, y que la 32 LA IMAGEN percepcidén de unos afecta a la percepcién de los demas. Conse- cuencia inmediata: no estamos en condiciones de ofrecer mode- los, ni siquiera simplificados, de estas interrelaciones complejas (e, incluso, algunas teorias lo prohiben, como veremos en II.3). En cuanto a jas imagenes, se perciben evidentemente como cualquier otro objeto y todo Jo que acabamos de decir puede apli- carse a su percepcién. Dan, en particular, numerosos indicadores de superficie (véase 111.2), y los bordes visuales aparecen en ellas casi sistematicamente como separadores de las superficies copla- narias: como consecuencia importante, el contraste entre estas su- perficies se percibird mejor en el caso de una imagen figurativa, y no tanto en una escena real semejante a la representada. Los pintores del claro-oscuro, por ejemplo, han utilizado pro- fusamente esta particularidad: ei contraste entre sombra y luz en el cuadro, en Rembrandt o Caravaggio, ¢s mucho mds fuerte que en una escena real; dificilmente un cuadro vivo podra imitar La ronda nocturna (la tentativa de Godard en Pasidn esta mas cerca del cuadro que de la visién real, puesto que se trata ademas de una imagen plana, cinematogrdafica en este caso). 13. El ojo y el tiempo La vision es, ante todo, en primer lugar, un sentido espacial. Pero los factores temporales la afectan considerablemente por tres razones principales: 1. La mayor parte de los estimulos visuales varian con la du- racién o se producen sucesivamente. 2. Nuestros ojos estan en movimiento constante haciendo va- riar la informacion recibida por el cerebro. 3. La percepcién misma no es un proceso instantaneo; algu- nos estadios de la percepcién son raépidos y otros mucho més len- tos, pero el tratamiento de la informacién se hace siempre en el tiempo. Puede intemtarse valorar las duraciones implicadas por diver- sos procesos neuroldgicos: — la juz se desplaza muy rapidamente: recorre tres metros en 10° segundos; a — los receptores retinianos reaccionan en menos de 1 milési- ma de segundo cuando estén descansados; EL PAPEL DEL 0JO 33 — en cambio, pasan al menos de 50 a 150 milésimas de se- gundo entre la estimulacién del receptor y Ja excitacién del cértex. Se ha podido demostrar que la «pérdida» de tiempo esencial se realiza en la retina (alrededor de 100 de las 150 milésimas de segundo en cuestién, o sea una décima de segundo, duracién muy apreciabie). Vamos a examinar rdpidamente estos factores temporales 1.3.1. Variacion en el tiempo de tos fendmencs luminoso: Sdlo mencionaremos dos fenémenos entre los mas importantes: a) La adaptacion: el ojo, como hemos visto, tiene un margen muy amplio de sensibilidad a la luminancia (de 10° a 1077 cd/m’), pero en cada instante, en la vida real, la gama de Jas lu- minancias que debe percibir excede pocas veces del factor 100 (de 1a 100 cd/m? en una habitacion iluminada, de 10 a 1000 fuera, de 0,01 a ! de noche...). Cuando se enfrenta con una variacién brutal de Ia luminancia, el ojo se vuelve «ciego» durante cierto tiempo. La adaptacion a la luz es, por otra parte, mucho mas rdpi- da que la adaptacion a la oscuridad: a veces es penoso salir de una sala de cine para encontrarse bruscamente a pleno sol, pero se Tecupera muy pronto la capacidad de visién, mientras que, al en- trar en la sala, se necesita bastante tiempo antes de ver algo {aparte de la pantalla, bastante luminosa generalmente). En cifras, Ia adap- tacion a la luz necesita unos segundos (segun la amplitud de la adaptacién que se deba operar); y Ja adaptacién a la oscuridad es unl proceso lento que no se culmina sino al cabo de 35 a 40 minutos (unos diez minutos para permitir a los conos alcanzar su sensibilidad maxima, y cerca de 30 minutos, seguidamente, para los bastones). Estos fenémenos de adaptacién sdlo estan tedricamente expli- cados en su parte quimica (reconstitucién de la rodopsina). Pero son muy conocidos empiricamente y han suscitado, por ejemplo, numerosos «trucos» destinados a paliar las lentitudes de adapta- cién a Ja oscuridad. (He aqui uno: si se quiere leer de noche un mapa topografico sin perder la adaptacién a la oscuridad, basta leerlo con gafas rojas: al estimular la luz roja sobre todo a los conos, los bastones seguiran estando adaptados). 5) Ef poder de separacién temporal de] ajo: numerosas expe- 34 LA IMAGEN riencias han mostrado que el ojo sdlo percike dos fendmenos lu- minosos como no sinerénicos si estan suficientemente distantes en el tiempo: se necesitan al menos de 60 a 80 milésimas de segundo para separarlos con seguridad, y esta duracidn pasa a 100 m.s. (1/10 de segundo) si hay que distinguir, ademas, cual ha sido el primero. Esta duracién, en términos absolutos, puede parecer corta: es de hecho muy larga si se Ja compara con otros logros sensoriales (jel sistema auditivo tiene una resolucién tem- poral de unos pocos microsegundos!). En el mismo orden de ideas, e] ojo no es muy rapido al sepa- rar los estimulos luminosos (mas alla de 6 a 8 destellos por segun- do, por ejemplo, ya uo percibe sucesos distintos, sino un conti- nuum, por un fenémeno de integracién) 13.2. Los movimientos oculares No s6lo nuestros ojos se mueven casi permanentemente, sino que nuestra cabeza y nuestro cucrpo son igualmente moviles: la retina estA, pues, en movimiento incesanle en relacién con el en- torno percibido. Esta movilidad continua parece que deberia ser una fuente de «ruido» visual, cuyos efectos habria que paliar: pues bien, no sdlo no sucede nada de eso, sino que, de hecho, la per- cepcién es dependiente de esos movimientos. Estabilizando arti cialmente Ja imagen retiniana por medio de complicados disposi- tivos, se ha comprobado que si esta estabilizacién es efectiva aproximadamente en | segundo (lo que corresponde, en la retina, al tamafio de, mas o menos, tres receptores), se produce una pérdida progresiva del color y de la forma, una especie de niebla que viene a enmascarar la imagen poco a poco. El movimien- to de la retina es, pues, indispensable para la percepcién (véa- se TI.1). Los movimientos oculares son de varios tipos: — Los movimientos sacddicos, muy rapidos (alrededor de una décima de segundo), bruscos, voluntarios (con ocasién de una biis- queda visual, por ejemplo, cuando se vuelve al principio de la linea en la lectura, o se explora una imagen con la vista), o invo- juntarios (para ir a examinar un cstfmulo detectado en la perife- tia de la retina). Su tiempo de latencia (tiempo necesario para que empiecen) es relativamente largo, del orden de las dos déci- mas de segundo. — Los movimientos de seguinmiento, por medio de los cuales El. PAPEL DEL OJO 35 se sigue un objeto en movimiento (bastante lento): movimiento mas regular, mas lento, casi imposible de realizar en ausencia de un blanco mavil. — Los movimientos de compensacidn (vestibulo-oculares) des- tinados a consetvar la fijacion durante cl movimiento de la cabe- za o del cuerpo; son enteramente reflejos. — La deriva, sin objeto asignable, que atestigua la incapacidad del ojo para conservar una fijacién; es un movimiento de velocidad moderada y de pequefia amplitud, corregido constantemente por microsacudidas que devuelven muy rdpidamente el ojo a su fijacién. Estos movimientos entrafian, durante su realizacién, una pér- dida de sensibilidad mas o menos importante, pero de la que, evi- dentemente, no somes conscientes. 1.3.3. Factores temporales de la percepcién Mas fundamentalmente, pues, ¢l tiempo esta inscrito en nues- tra percepcién. Los conocimientos sobre este punto progresaron considerablemente con el descubrimiento en 1974 de la existencia de dos tipos de células del nervio éptico, unas especializadas en la respuesta a estados de estimulacidn permanentes, las otras a estados transilorios. Las eélulas «permanentes» tienen un campo receptor mas pe- quefio, corresponden mas bien a la fovea y trabajan cuando la imagen es nitida; las células «transitorias» tienen un campo bas- tante grande, responden a los estimulos cambiantes, correspon- den mas bien a la periferia y son poco sensibles al difuminado. Finaimente, las células «transitorias» pueden inhibir a las células «permanentes»: las primeras serfan, pues, mds bien, una especie de sistema de alarma, y las segundas, un instrumento analitico. Correlativamente, hay das tipos de respuesta temporal del sis- tema visual: a) La respuesta «lentan; es el conjunto de los efectos de exci- tacion o de integracién temporal. El primer efecto, la excitacién, se produce en el nivel de los receptores que, dentro de ciertos If- mites, no distinguiran, o lo karan mal, entre una luz débil y bas- tante larga, y un destello muy corto e intenso, si la cantidad de energia total es la misma, El segundo efecto es el que se produce cuando varios destellos se «iniegran» en una sola percepcién por- que se succden muy aprisa, mas aprisa que cierta duracién critica (produciéndose esta fusién en niveles posretinianos). 36 LA IMAGEN Pero el efecto mas conocido en este campo es lo que se ama la persistencia retiniana, que consiste en una prolongacion de 1a actividad de los receptores algun tiempo. después del final del esti- mulo. Esta duracién de persistencia es tanto mayor cuanto mas adaptado esta el ojo a la oscuridad, es decir, mas descansado, mas «fresco»: la persistencia puede alcanzar varios segundos para un destello intenso; cuando el ojo no esta adaptado a la oscuri- dad, sera mas breve, del orden de una fraccion de segundo, Este efecto esta siempre presente en la vida diaria, aunque no es realmente perceptible sino en circunstancias bastante raras (al despertar, por ejemplo). Se ha pensado a menudo que estaba tam- bién presente en el cine, por la fuerte luminosidad de Tas image- nes proyectadas, que prevocaban una duracién de persistencia det orden de un cuarto de segundo. Por eso, sin duda, durante tanto tiempo, se creyé poder explicar la reproduccién del movimiento por la persistencia retiniana. Vamos a ver algo mas tarde (véase 11.2) que esta explicacién es totalmente falsa y que ¢l efecto-mo- vimiento moviliza mecanismos muy distintos. Un ejemplo aducido con frecuencia es el del «circulo de fue- go» (observado ya en la Antigiiedad): si se hace girar con sufi- ciente rapidez una antorcha en el extremo del brazo, se vera un circulo luminoso, sin poder distinguir las posiciones sucesivas de la llama. Este efecto, sin embargo, solo en parte se debe a la per- sistencia retiniana: en todo caso, no tiene, evidenternente, rela- cién alguna con el cine, que no incluye la pereepcidn de un movi- tniento continuo, sino la percepcién de una proyeccion discontinua. b) La respuesta «rdpida»: es el conjunto de los efectos de res- puesta a estimulos que varian con rapidez. Entre estos efectos, dos son especialmente interesantes para nosotros, porque afectan aja percepcién de las imagenes méviles: — El centelleo (en inglés, flicker): todo sucede como si al sis- tema visual «le costase trabajo» seguir las variaciones de una luz periddica cuando su frecuencia es superior a unos pocos ciclos por segundo, pero permanece bastante baja. Se produce entonces una sensacién de deslumbramiento gue se llama centelleo, Cuan- do aumenta la frecuencia de las apariciones de la luz, este efecto acaba por desaparecer; mas alla de una frecuencia llamada fre- cuencia critica (cuyo valor depende de la intensidad luminosa), se percibe entonces una luz continua. La frecuencia critica es del orden de los 10 Hz para intensida- des medias, pero puede alcanzar los 1000 Hz con intensidades ele- EL. PAPEL DEL 0/0 37 vadas. El centelleo tiene lugar con todo fenémeno luminoso pe- tiddico, y se produce en el cine cuando la velocidad de proyec- cién es demasiado lenta. Los primeros proyectores daban a me- nudo una imagen centelleante: para eliminar este efecto, entre otras cosas, la velocidad de proyeccién (y por tanto también de la toma de vistas), no dejé de aumentar, pasando de unas 12 a 16 y des- pués, progresivamente, a 24 imagenes por segundo. Cuando aumenté la intensidad de las lamparas de proyeccién (especial- mente con los proyectores de arco), la frecuencia critica aumenté per encima de los 24 Hz, y, a 24 imagenes por segundo, reapare- cid el centelleo, Para eliminarlo sin aumentar mds la velocidad de proyeccién —lo que hubiese entrafiado serios problemas mecanicos— se utilizé un recurso aun en vigor, consistente en «du- plicar», incluso en «triplicar», el sector opaco del obturader, cor- tando asi el flujo luminoso del proyector dos 0 tres veces en cada fotograma proyectado. Todo sucede entonces como si cada foto- grama fuese proyectado dos o tres veces, antes de que la pelicula avance hasta el fotograma siguiente. Asi se pasa, con 24 image- nes diferentes por segundo, a2.x 24 = 48,0a3x 24 = 72 image- nes proyectadas por segundo, por encima, pues, de la frecuencia critica. — Elenmascaramiento visual: unos estimulos luminosos que se dan poco tiempo después uno del otro pueden interactuar, per- turbando el segundo la percepcidn del primero: es lo que se llama efecto de mascara. Este efecto reduce la sensibilidad al primer estimulo: se percibe menos contraste, la agudeza visual es menor. Este fenémeno, explorado con frecuencia desde 1975, parece directamente ligado a la actividad diferencial de las células «tran- sitorias» y «permanentes». Un caso que se cita a menudo como particularmente espectacular es el metacontraste: dos estimulos luminosos se suceden en un corto lapso de tiempo, siendo el se- gundo ademds «complementario» del primero en el espacio (por ejemplo, a un disco Inminoso sucede, a 50 milésimas de segundo, un anillo luminoso cuyo hueco central tiene exactamente el tama- fio del disco: en este caso preciso no se percibird el disco o se hard muy mal), Otro caso importante de enmascaramiento visual es el enmascaramiento por el «ruido visual» (estructura aleatoria de lineamientos): este enmascaramiento es mucho mds potente que cualquier otro. En el cine puede enmascararse la percepcién del movimiento por un estimulo «vacfo» insertando un fotograma en blanco en- 38 LA IMAGEN ure dos fotogramas (en cambio, un fotograma negro —que equi- vale a una ausencia de estimulo— no tendra este efecto). Es posi- ble, por otra parte,.que el enmascaramicnto de un fotograma por el siguiente sea una de las condiciones que favorecen la percep- cién del movimiento, eliminando la persistencia retiniana, pero eso esté actualmente lejos avin de ser seguro, ak ser en general dos fotogramas sucesivos demasiado semejantes para poder real- mente enmascararse. Por el contrario, hay un fenémeno de en- mascaramiento (y por tanto, recordémoslo, esencialmente transi- torio) en el momento del corte: algunas peliculas experimentales lo han empleado con profusién, justamente multiplicando los cor- tes abruptos. If, DE LO VISIBLE A LO VISUAL. Lo que acabamos de exponer afectaba a la esfera de lo vi: ble: hemos presentado sumariamente las principales cualidades del aparato perceptivo en su relacion con la luz. Ahora bien, incluso Jas situaciones diarias mas sencillas son ya mucho més complejas que la simple reaccién a estimulos aisla- dos. Vamos, pues, ahora a describir en lineas generales la organi- zacién de lo visible por la percencién, haciéndolo acceder a la categoria propiamente humana de lo visual. Lo mas util para esto es seguir las grandes «categorias de nuestro entendimiento» (Kant) y tratar sucesivamente de la percepcidn visual del espacio y del tiempo. iZd, La percepcién del espacio Deliberadamente, no digo aqui «percepcién visual» de] espa- cio: hablando con propiedad, en efecto, el sistema visual no tiene érgano especializado en la percepcidn de las distancias, y la per- cepcién del espacio no sera casi nunca, en la vida corriente, tmi- camente visual. La idea del espacio est4 fundamentalmente liga- da al cuerpo y a su desplazamiento; la vertivalidad, en particular, es un dato inmediato de nuestra experiencia, a través de la gravi- tacién: vemos los objetos caer verticalmente, pero sentimos tam- bién la gravedad pasar por nuestro cuerpo. El concepto mismo de espacio es, pues, de origen tactil y kinésico tanto como visual. EL PAPEL. DEL 0JO 39 11.1.1. El estudio de la percepcién del espacio Contrariamente a todos los fenémenos elementales de los que hemos hablado hasta ahora y que podian estudiarse ampliamente en experimentaciones de laboratorio, la percepcién del espacio, fendmeno complejo, sélo muy imperfectamente se estudia en las condiciones quizd demasiado «asépticas» del laboratorio. Al me- nos, siempre subsistira una duda sobre los resultados logrados en e] laboratorio, en cuanto a su aplicabilidad real a la percepcién «normal», diaria. Por ejemplo, la convergencia entre los dos ojos es, intrinseca- mente, una fuente de informacién potencial sobre la profundi- dad; en el laboratorio puede ponerse perfectamente en evidencia su papel pidiendo a un sujeto que estime la distancia de un punto luminoso en total oscuridad. Pero, en las condiciones habituales de vision, este criterio de profundidad, no solo no se utiliza prac- ticamente nunca, sino que ya no ofrece sino una informacién muy poco segura en relacién con otros criterios mas fiables. ;Se debe, por tanto, incluir ia convergencia entre los dos ojos en una lista de los «indicadores» de profundidad? Responder a este género de preguntas implica tomar partido, con mds claridad que a propésito de los perceptos elementales, sobre el modelo de analisis adoptado y la concepcidn que se tiene del proceso perceptive en su conjunto (véase IT.3): la percepcién del espacio cs, de entrada, un campo de estudio teérico, 11.1,2, La constante perceptiva A excepcién de los fenémenos que ponen en juego las particu- las elementales (fendmenos que, segtin se sabe desde las relacio- nes de indeterminacién de Heisenberg, el observador modifica con su simple presencia), las propiedades fisicas del mundo no depen- den de nuestra mirada sobre él. El mundo, grosso mado, tiene «siempre» la misma apariencia 0, al menos, esperamos encontrar en él, cada dia, cierto numero de ‘elementos invariantes. La per- cepcién de esos aspectos invariantes del mundo (tamaiio de los objetos, formas, emplazamiento, orientaciones, propiedades de las superficies, etc.) es lo que se designa mediante la nocién de 40 LA IMAGEN constancia perceptiva: a pesar de la variedad de las percepciones, siempre encontramos unas constantes. Hay que relacionar esta nocién con otra idea, cercana, que podria llamarse la estabilidad perceptiva. Nuestra percepcion se realiza mediante un muestreo continuo (alternancia de movimien- tos del ojo y fijaciones breves); abora bien, no tenemos concien- cia, ni de Ja multiplicidad de esas «vistas» sucesivas, ni del difu- minado que se produce durante los movimientos oculares, sino que, por ¢] contrario, interpretamos nuestra percepcién. como la de una escena estable y continua. En el mismo orden de ideas pueden afiadirse ademas otras observaciones: asi, la imagen Opti- ca formada en la retina es muy difusa y muy poco coloreada en los bordes; ahora bien, la percepcién de una escena ¢s siempre panordmica, y cada uno de sus puntos es susceptible de ser visto (y conservamos en el espiritu esta posibilidad de modo permanen- te). Del mismo modo, ademds, vemos con dos ojos, pero no tene- mos de la realidad, salvo excepcién, mds que una sola imagen (de ahi la nocién de un ojo «ciclépeo», especie de combinacion ideal de los dos ojos: véase 11.1.5), ; Esta claro en conjunto que la visidn del espacio es una activi- dad mucho més compleja que la simple «toma de fotos» retinia- na de la que vamos a hablar dentro de un instante. La constancia y la estabilidad perceptivas no pueden explicarse si no se admite que la percepcién visual pone en funcionamiento, casi automati- camente, un saber sobre la realidad visible. Encontraremos de nue- vo esta idea en el centro de as discusiones sobre las principales teorias de la percepeién (véase 11.3). 11.1.3. La geometria monocular A muestra escala, el espacio fisico puede describirse bastante exactamente con ayuda de un modelo sencillo y antiguo, el de la geometria con tres ejes de coordenadas, perpendiculares dos a dos (las «coordenadas cartesianas»). Este modelo procede, por perfeccionamientos y racionalizaciones sucesivas, de la geometria «enclidiana», la cual se caracteriza, entre otras cosas, porque des- eribe el espacio como poseedor de tres dimensiones. Estas tres dimensiones pueden facilmente concebirse de modo intuitive por teferencia a nuestro cuerpo y a su posicién en el espacio: la verti- cal, ya mencionada, es la direccién de la gravedad y de la posi- cién de pic; una segunda dimensién, horizontal, seria la de la li- EL PAPEL DEL OJO al hea de los hombros, paralela al horizonte visual que hay ante no- sotros; la tercera dimensidén, finalmente, es la de la profundidad, correspondiente al avance del cuerpo er e] espacio. (Notemos, por Supuesto, que esta comprensién intuitiva no deberia confundirse con Ja geometria misma.) Ahora bien, el primer estadio (el estadio Sptico} del tratamiento de la luz en el sistema visual consiste en formar una imagen de dos dimensiones en el fondo del ojo. La imagen retiniana (Gptica) ¢s una represenlacian, por proyeccién, de las luminancias de las diversas superficies de la escena vista, y la relacién entre un obje- to y su «imagen» reliniana puede calcularse mediante la aplica- eidn de las leyes de la 6ptica geométrica. Este caracter proyective de la imagen Optica formada en el ojo es, por otra parte, conoci- do desde la Antigiiedad. Euclides anoltaba, hacia el 300 a. de C. que la imagen de un objeto en el fondo del ojo es mas pequefia si este objeto esta mas lejos. Desde el siglo xvi (época en la que la cémara oscura estaba muy en boga), se ha repetido a menudo Ja analogia entre ojo y camara oscura (volveremos sobre ello mas adelante: véanse capitulo 3, III.2.3 y capitulo 4, 11.1.3.). Notese, sin embargo que, en rigor, la correspondencia entre objeto ¢ ima- gen es geométricamente bastante compleja, puesto que la proyec- cién se hace sobre un fondo esférico. La analogia con la e¢mara oscura (cuya pared posterior es plana) es, pues, aproximativa; para visualizar comodamente la imagen retiniana, se conviene a menu- do en dibujar la proyeccién de los contornos de las superficies de los objetos en un plano perpendicular al eje de visién, pero solo se trata de una cémoda convencién. Insistamos una vez mds sobre ja naturaleza de la «imagen» retiniana, que no ¢s sino un estadio del tratamiento de la infor- macién luminasa, y que no vemos nunca. El hecho de que esta imagen sea plana o curva importa, pues, muy poco, contraria- mente a lo que se ha pensado a veces de una manera un tanto apresurada. Para no dar mds que un ejemplo, tomado de un autor por otra parte muy importante, sefialemos ¢] error cometido a este propdésito por Erwin Panofsky en su libro La perspectiva como forma simbélica»; Panofsky supone que, al formarse nuestras ima- genes retinianas en el interior de un esferoide, unas horizontales situadas ante nosotros podran verse conforme a la geometria es- Férica, y apareceran, pues, ligcramcente abombadas, de modo que pareceran converger en los lados de nuestro campo visual. Eso es, experimentalmente, falso on lo referente ala zona util de ese 42 LA IMAGEN campo (su zona central, hasta 30 0 40° de la févea); mas alla nuestra percepcién es demasiado indistinta como para que esto pueda tener, de todos modos, cualquier incidencia sobre nuestra manera de percibir ¢l espacio. La éptica geométrica monocular es suficiente para proporcio- nar varias infosmaciones que nuestro sistema visual interpreta se- guidamente en términos de espacio: lo que se llama indicadores de profundidad. E] problema del espacio visual, cn efecto, es esen- cialmente e] de la percepcién de la profundidad, siendo percibi- das las otras dos dimensiones de manera mds directa, menos am- bigua. He aqui los dos principales indicadores de profundidad monoculares: a} Gradiente de textura: una escena visual implica unos obje- tos sobre un fondo: ahora bien, las superficies de estos objetos tienen una estructura fina, mas o menos regular, un «grano»: es lo que se llama su textura aparente. Una pared de ladrillo tendra una doble textura: una textura basta, correspondiente a las juntu- ras de los ladrillos, y una textura muy fina, Ja de las micro-aspe- rezas del ladritlo. Un prado visto desde bastante lejos tiene una textura fina, lo mismo que un suelo pedregoso. Naturalmente. los objetos hechos por la mano humana tienen en general textu- ras mds regulares (es, precisamente, el caso de los tejidos, cuyo nombre evoca etimologicamente la idea misma de textura). Al estar habitualmente las superficies percibidas inclinadas en relacién con nuestro eje de visién, la proyeccidn de las texturas en Ja retina da lugar a una variacion progresiva de la textura-ima- gen: es lo que sc llama técnicamente un gradiente. Para ciertos autores, en particular James J. Gibson, los gradientes de textura son los elementos mas importantes para la aprehensién del espa- cio: los que dan la informacién mds segura, y también la mas importante cualitativamente, sobre la profundidad. Notemos en- seguida que las imagenes comunican dos tipos de gradientes de textura: los de la superficie de la imagen, generalmente texturada (papel, tela), y los de las superficies representadas por la imagen (véase mds abajo, IT1.2.1, la nocién de «doble realidad»). b) La perspectiva lineal: ias leyes de la 6ptica geométrica indi- can que, muy aproximadamente, los rayos luminosos que pasan por el centro de la pupila dan una imagen de la realidad que es una proyecciGn de centro. En una primera aproximacién (muy préxima a la verdad en cuanto a la zona foveal y sus cercanias), esta transformacién puede describirse geométricamente como una le EL PAPEL DEL 0JO 43 proyeccion sobre un plano a partir de un punto; lo que se llama perspectiva central o perspectiva lineal. La figura 5 muestra, en perspectiva lineal, la imagen de un paisaje imaginario. Se comprueba en ella que las lineas paralelas en el eje de vision (perpendiculares al plano de proyeccién) dan, en la imagen, una familia de lineas que convergen en un punto (interseccién del eje éptico y de la retina); la anchura de los seg- mentos de rectas paralelas en el plano disminuye, en la imagen, con su alejamiento en la realidad; los elementos mas alejados de} ojo dan una imagen mds cercana del eje de visién, etc. Ba h i SS Beau SS Gh ae sae ae ae ye LA Vigura $ Las leyes de la perspectiva lineal son geométricamente senci- llas y bien conocidas. Permiten comprender que esta transforma- cién éptico-geométrica aporta una gran cantidad de informacio- nes sobre la profundidad de la escena vista: la disminucién aparente de] tamaiio sera interpretada como un alejamiento; el acercamiento en relacién con el eje dptico (es decir, en relacién con el horizonte), igualmente, etc. Evidentemente, esta informa- cién no esta desprovista de ambigiiedad: no puede pasarse de una escena de tres dimensiones a una imagen bidimensional sin perder informacion; en puro rigor geométrico, no es posible, por otra parte, «remontarse» de la proyeccién de un objeto en un plano 44 LA IMAGEN a este objeto mismo: Ja figura 6, muestra que la misma figura proyectada corresponde, de hecho, a una infinidad de objetos po- tenciales. Si el ojo interpreta correctamente las proyecciones reti- nianas en la inmensa mayoria de los casos, es porque afiade a Jas importantes informaciones proporcionadas por la perspectiva una gran cantidad de otras informaciones independientes de & tas, que pueden corroborarlas o debilitarlas. En conjunto, pers- pectiva y gradientes de textura dan buenos criterios para tomar decisiones en muchos casos dudosos: por ejemplo, su combina- cién permite la mayoria de las veces distinguir facilmente un an- gulo o un rincén de un objeto del borde de una superficie. Repitamos que la perspectiva lineal no es mas que un modelo geométrico cémodo que da cuenta con una precisién suficiente, pero no absoluta, de los fenémenos épticos reales. Afadamos enseguida (volveremos sobre ello en los capitulos 2 y 4) que hay que guardarse mucho de confundir esta perspecti- va, modelo de lo que sucede en el ojo (y Hamada por eso en otros tiempos perspectiva naturalis), con la perspectiva geométrica apli- cada en pintura y, después, en fotografia, la cual resulta de una convencién representativa en parte arbitraria, y debe producirse artificialmente (de ahi su nombre de perspective artificialis): si bien una y otra siguen el mismo modelo geométrico, no son de Ja misma naturaleza. cj Las variaciones de la iluminacién: en este apartado pueden ineluirse toda una serie de fenédmenos: variaciones mas o menos continuas de la luminosidad y de los colores, sombras propias y sombras proyectadas, «perspectiva» atmosférica (es decir, ¢] he- cho de que los objetos muy lejanos se vean menos claros, a causa de la interposicién de un mayor espesor de la atmosfera, a veces mas @ menos brumosa y azulada). Todas estas variables propor- cionan una importante informacién sobre la profundidad, a ve- ces engafiosa: los objetos tuminosos aparecen sistematicamente mas préximos; inversamente, aquellos cuyo color es semejante al del fondo tienden a aparecer mds alejados. Una de las mds importan- tes es el gradiente de iluminacién, o variacidn progresiva de la iluminacién de una superficie en funcién de su curvatura, ligado a la presencia de sombras propias que hacen aparecer los objetos como sélidos. a) Criterios «locales»: son los referentes a porciones mds lo- calizadas de la imagen retiniana. Citemos esencialmente la nocién nye ee EL PAPEL DEL O0JO 45 imagen retiniana Optica Figura 6, Varios objetos diferentes engendran una misma proyeccién en la retina. de interposicion: unos objetos situados ante una superficie textu- rada ocultan una parte de esta superficie (que se verd como un fondo situado tras el objeto). Este criterio es mas importante en el caso de objetos que ocultan parcialmente otros objetos: permi- te a menudo, en particular, determinar las distancias relativas de objetos poco texturados. En conjunto, los criterios monoculares estaticos son ya muy numerosos; pero existen ademas otros, que vamos a eumerar ra- pidamente. 11.1.4, Los indicadores de profundidad dinamicos Como ya hemos dicho (véase [.3), 1a estimulacion de la retina es, en general, incesantemente cambiante, pero (véase 11.1.2) no por eso perdemos la continuidad de nuestras percepciones. En lo referente a Ja profundidad y al espacio, puede establecerse como regia general que los indicadores estaticos tienen equivalentes di- nadmicos; dicho de otro modo, los indicadores de profundidad cuya lista acabamos de dar procuran igualmente, con el movimiento de Ja retina, una informacién sobre la profundidad. Esta informacion es evidentemente mas compleja, pero com- pleta de manera indispensable la precedente. Asi, la perspectiva lineal esté a menudo presente en nuestra percepcidn en forma de una perspectiva dindmica; cuando nos desplazamos hacia adelan- 46 LA IMAGEN te (en coche, por ejemplo) la transformacidn constante del campo visual engendra una especie de flujo en la retina, un gradiente de transformacién continua. La velocidad del flujo es inversamente proporcional a la distancia (los objetos cercanos parecen despla- zarse mas aprisa), y proporciona por consiguiente una informa- cién sobre esta distancia. La direccién del flujo depende de la direccién de la mirada en relacién con la dei desplazamiento: si uno mira ante si, el flujo se dirige principalmente hacia abajo (su- poniendo que no haya nada por encima del horizonte...); por ef contrario, si uno mira hacia atrds, se dirige principalmente hacia Jo alto; si mira hacia la derecha, se dirige hacia la derecha, etc. Existen otros tipos de informacidn ligada al movimiento: por ejemplo e} paralaje de movimiento (informacién producida por los movimientos relativos de las imagenes en la retina cuando uno se desplaza lateralmente). Como muestra la figura 7, el objeto situado més lejos que el punto de fijacion parece desplazarse en sentido inverso al movi- miento. Naturalmenie, si la fijacién cambia, este resultado se mo- difica: por ejemplo, si, en un tren, se mira por la ventanilla y se fija la mirada en el horizonte, todos los objetos estaran mas cercanos que el punto de fijacion, y pareceran desplazarse en sen- tudo inverso al del moyimicnto del tren. Los movimientos de rotacidén, los movimientos radiales (caso de un objeto que se desplaza hacia el ojo o que se aleja del ojo), etc., son otras tantas fuentes de informacién sobre el espacio y Jos objetos que lo habitan. Dos observaciones importantes: — estos indicadores son de naturaleza geométrica y cinética a la vez: su tratamiento no se efectia, evidentemente, cn la reti- na, sino en el cértex; — estos indicadores estan totalmente ausentes de las image- nes planas; cuando nos desplazamos ante un cuadro en un mu- seo, nO experimentamos cn cl interior de la imagen ni paralaje de movimiento, ni perspectiva dindmica; la imagen se desplaza de manera rigida, se percibe como un objeto unico. Eso es ver- dad incluso para imagenes moviles: no hay que confundir, en efec- to, la representacion de los indicadores dindmicos (mediante una camara movil, por ejemplo) y los indicadores dindmicos induci- dos por nuestros propios movimientos de espectador; si nos des- plazamos ante una pantalla de televisién, por ejemplo, no habra ninguna perspectiva dindmica, ningtin paralaje de movimiento in- ee EL PAPEL DEL O10 47 & bas tf Ps Pe Py Py Py Figura 7. Abajo, el aspecto de Ja imagen reliniana correspondiente a las posicio- nes sucesivas del ojo de Pl a PS. ducidos por nuestro desplazamiento. (Si un objeto oculta a otro en el plano de una pelicula, no podemos esperar ver e] objeto oculto sino en caso de que la cdmara quiera desplazarse: ninguno de nuestros desplazamientos modificara nada...) 1L1.5. Los indicadores hinoculares Hemos actuado hasta aqui como si nuestro sistema visual no tuviera mds que un ojo. Ahora bien, la binocularidad introduce algunas complicaciones en este sistema. En lo esencial, el proble- ma de la visién binocular es éste (reconocido ya por Leonardo da Vinci): dado que, para una fijacién dada, nuestras dos image- AS LA IMAGEN nes retinianas son diferentes, como es que los abjetos se perci- ben como unicos (y «en relieve»)? La respuesta a esta pregunta, no absolutamente compieta to- davia hoy, descansa en una nocién y una teoria: a) La nocién de los puntos correspondientes: para un punto de fijacién dado, se demuestra (geométricamente} que existe un conjunto de puntos del campo visual binocular que se ven como iinicos; el lugar geomeétrico de estos puntos se llama hordpier, y Jas imagenes retinianas izquierda y derecha de cada uno de estos puntos forman pares de puntos correspondientes. Cuando fijamos la mirada en un punto bastante cercano, hay desacuerdo entre los dos ejes visuales de nuestros dos ojos, nin- guno de los cuales esta dirigido en linea recta ante nosotros. Aho- ra bien, subjetivamente, este objeto es visto en una sola direc- cién, situada «entre» los dos ojos: para designarla se habla de «direccién subjetiva», que enlaza el objeto a un «ojo ciclopeo» fantasmaticamente situado entre los dos ojos. Y es mas, todos los objetos situados en las dos direcciones visuales principales (las de los dos ejes opticos) se perciben como situados en la misma direccién subjetiva. Todo sucede, en summa, como si los dos pun- tos correspondientes de las dos retinas tuviesen el mismo valor direccional, Cuando un punto del espacio estimula dos puntos no corres- pondientes en las dos retinas (lo que, evidentemente, implica que este punto del espacio no es e] punto en el que la mirada se fija, y que ni siquiera esta en el hordpter), habrd desfase entre nues- tras dos imagenes retinianas, desfase que se llama disparidad reti- niana. Si csta disparidad es grande, el punto se vera doble do que apenas molesta, puesto que esta, forzosamente, lejos del punto de fijacién de la mirada); si es relativamente débil, se vera como un punto unico, pero a una profundidad diferente de la del punto de fijacién de la mirada: es el importantisimo fenémeno de la profundidad estereoscépica, se produce en todo ef campo bino- cular, tanto con los bastones como con los conos, y da una infor- macién utilizable sobre la profundidad hasta 100 0 120 m del ojo; subsidiariamente, da también una informacién sobre el espacio: Jo que no se ve como «en relieve» (una pared de yeso muy lisa, por ejemplo) se verd como plano. También aqui escapan las imagenes a todo efecto de estereop- sis, con la excepcion, notable, de las imagenes especialmente ela- _— EL PAPEL DEL 0JO 49 boradas para producir este efecto. El principio de imagen esté- reoscépica se remonta a Wheatstone, inventor (1838) del estereos- copio, dispositivo que permite presentar una imagen a cada ojo: calculando habilmente las diferencias entre las dos imagenes, se produce un efecto de profundidad estereoscdpica andlogo al efec- to real. Este calculo se hizo mucho més facil, y sobre todo auto- matico, con la fotografia: un doble aparato fotografico sincrono, cuyos dos objetivos tenian aproximadamente la separacion de los dos ojos, permitfa la realizacién de placas que tomaban dos vis- tas ligeramente desfasadas de la misma escena, que bastaba a con- tinuacién mirar en una visionadora provista de oculares con el mismo desfase, para experimentar una intensisima sensacién de profundidad. Este aparato estuvo muy en boga en la segunda mi- tad del siglo xix y también a principios del xx. Notemos que, a pesar de la diferencia de equipamiento, el prin- cipio del cine en relieve es exactamente €l mismo: s¢ proyecta en la pantalia una doble imagen —que representa dos proyecciones retinianas correspondientes— y se proporcionan unas gafas espe- ciales que permiten seleccionar la imagen destinada a cada ojo (sea por filtracién rojo/verde, que produce imagenes grises, sea por utilizacién de vidrios polarizados horizontal y verticalmente, que permiten producic imagenes en colores). Dicho de otro modo, Jas gafas permiten que el ojo izquierdo no reciba la informacion destinada al ojo derecho y viceversa, 5) La teoria: ninguna es universalmente aceptada, pero la mds corriente todavia hoy es la de la fusidn, que supone unos cruces de conexiones nerviosas que «fabrican» una informacién unica, «fundida», a partir de tas dos informaciones diferentes dadas por las dos retinas. (Fusién no es excitacién: la teoria prevé cierta «ri- validad» entre fos dos ojos y si, en el laboratorio, se presentan objetos incompatibles a los dos ojos, uno de los dos se impondra al otro y la imagen que él imponga se vera como unica y como vista por los dos ojos.) 11.2. La percepcidn del movimiento Se trata aqui de un problema de miltiples aspectos, puesto que podemos interesarnos tanto por Ja manera de percibir el mo- yimiento de los objetos como por la razén de que percibamos un mundo estabie en el curso de nuestros propios movimientos, y 350 LA IMAGEN por las relaciones entre percepcién del movimiento, orientacion y actividad motriz. Trataremos estos aspectos de modo desigual, privilegiando los que afectan a las imagenes. 11.2.1. Modelos de percepcién de! movimiento Existen varias teorias que pretenden explicar la percepcién del movimiento; en la actualidad, la mas ampliamente aceptada es la que atribuye esta percepcidn a dos fenémenos: la presencia en el sis- tema visual de deteclores de movimiento, capaces de codificar las seflales que afectan a puntos cercanos en la retina y, por otra parte, una informacién sobre nuestros propios movimientos, que permite no atribuir a los objetos percibidos un movimiento aparente debi- doa nuesiros desplazamientos o a nucstros movimientos oculares. a} La deteccién del movimiento: el principio de estos detecto- res es bastante sencillo: se trataria de células especializadas, que reaccionan cuando unos receptores retinianos cercanos los unos a los otros, y situados en ¢] campo de la célula, son activados en sucesion rapida. Tales células, de campo receptor relativamen- te grande, fucron descubiertas en 1962 en el cértex del gato (Hu- bel y Wiesel}; algunas responden a la dircccién del movimiento; otras, a su velocidad, Numerosas experiencias han aportado des- de entonces indicadores que permiten pensar que el hombre posee este mismo tipo de células. E! mas conocido de estos indicadores esta constituido por cl conjunto de los efectos posteriores ligados al movimiento: si se mira durante bastante tiempo (un minuto) un movimiento regu- lar —el ejemplo clasico es el de la cascada— y se traslada a conti- nuacién la mirada a otro objeto inmdvil, éste parccera afectado por un movimiento en sentido inverso, Otra experiencia especta- cular consiste en colocar sobre el plato de un tocadiscos un car- tén con una espiral: cuando cl plato gira, se obtiene, segiin el sentido de la espiral, un movimiento aparente de contraccién o de dilatacion; después de haber fijado en él la mirada durante uno @ dos minutos, si se aparta la vista, la escena mirada parece- ra respectivamente dilatarse o contraerse. Estos efectos atestiguan que unas células, estimuladas durante cierto tiempo, siguen funcionando algo después del fin de la esti- mulacién, leyendo como movimiento «al revés» el no-movimien- to subito. 2 Nae EL PAPEL DEL 0J0 Sl 5) La informacion sobre nuestros propios movimientos: desde 1867, Helmholtz habia notado la necesidad de que estuviéramos informados de modo permanente sobre la posici6n de nuestros ojos y de nuestro cuerpo, para no confundir movimientos de lo real mitado y movimientos de nuestra mirada. De hecho, ia informacién sobre los movimicntos oculares es poco precisa, y no puede descmpefar esta funcién. Se picnsa hoy que, en sus lineas generales, la intuicion de Helmhollz era justa, pero a ccondicién de asignar el papel de informacion no al feedback de los musculos oculares, sino a la sefial eferente del cerebro. Se llama informacion eferente a la informaciéu nerviosa que va del cerebro a los érganos sensorio-motores, informacion afe- rente a la informacién inversa (de los érganos al cerebro) e infor- macién reaferente a la facilitada por sucesos sensoriales produci- dos mediante movimientos voluntarios. Con mayor precisién se construyeron, en los afios sesenta, cuando ta cibernética estaba de moda, modelos destinados a dar. cuenta de la estabilidad del mundo visual, basados en una com- paracion entre sefial eferente y sefial rcaferente, los cuales postu- laban que esta comparacion, efectuada en el cercbro, es la que produce la estabilidad visual. Esto se ha confirmado en el labora- torio mediante numerosas expericncias: por ejemplo, si se parali- za provisionalmente un musculo ocular y se pide a continuacion girar ef ojo, el miisculo no se mueve, pero la sefial eferente se emite y el sujeto, comparando esta sefial con una sefial reaferente que no corresponde a un movimiento del ojo, «ve» el mundo mo- verse. Mas sencillo: basta comprobar que los movimientos del ojo no regides por el cerebro nos hacen perder la estabilidad del mundo visual (um dedo apoyado en uno de los globos oculares, por ejem- plo, lo hard moverse sin intervencién de los centros cerebrales, provocando no sdlo la pérdida de la estereopsia, sino también la de la verticalidad visual). c) Umbrales de percepcién del movimiento: como todo fend- meno luminoso, el movimiento sélo cs perceptible entre ciertos limi- tes. Si la proyeccidn retiniana de un borde visual se mueve dema- siado lentamente, no se la vera moverse (sin perjuicio de apercibirse seguidamente de su desplazamiento); si se mueve demasiado rapi- damente, no se vera mis que un difuminado. Los umbrales corres- pondientes, inferior y superior, son funcién de diversas variables: — tas dimensiones del objeto: wn objeto de gran tamafio apa- rente deberd desplazarse mds para que nos demos cuenta de que s¢ mueve; 52 LA IMAGEN — la iluminacion y el contraste: cuan.o mas elevados son, me- jor se percibe el movimiento; — el entorno: la percepcién de] movimiento es en parte rela- cional y viene facilitada por la existencia de puntos fijos de refe- rencia. Es dificil percibir el movimiento de un objeto en un campo no texturado (una nube a elevada altitud, en medio del cielo, o un barco en el océano, en el horizonte: ser4 mas facil ver su mo- vimiento si se mira por una ventana, cuyo borde desempefiara el papel de referencia). Otro ejemplo: el movimiento «autokinési- co», que hace que una lucecita en la oscuridad se vea como «en movimiento espontdneo» a merced de los movimientos del ojo, porque falta toda marco de referencia. 11.2.2. Movimiento real, movimiento aparente Hemos supuesto hasta ahora que habia un movimiento real que percibir: ef movimiento de un objeto real situado en nuestro campo visual. Ahora bien, desde hace bastante tiempo, se ha com- probado que podia aparecer una percepcién del movimiento, en ciertas condiciones, en ausencia de todo movimiento real. Es lo que se llama el movimiento aparente. La experiencia fundamental aqui es Ja misma que puso en evi- dencia la nocién (Wertheimer, 1912): se dan a percibir a un suje- to dos puntos luminosos poco alejados en el espacio, haciendo variar la separacién temporal entre ellos. Mientras el intervalo de tiempo entre los dos destellos es muy pequefio, se perciben como simultaneos. Si, por el contrario, es demasiado elevado, los dos desiellos se perciben como dos sucesos distintos y sucesivas. En la zona intermedia —de 30 a 200 milésimas de segundo entre los destellos— es donde nace el movimiento aparente. Se han enume- rado diversas formas de éste, etiquetadas con letras del alfabeto griego: el movimiento alfa es un movimiento de expansién o de contraccién (con dos destellos situados en el mismo lugar, pero de tamajios diferentes), el movimiento beta corresponde a la ex- periencia descrita mas arriba (movimiento ce un punto a otro), ctc.; el conjunto de estos fenémenos, bastante diferentes unos de otros pero relacionados, se llama hoy a menudo «efecto fi». Wertheimer planteé la hipdtesis esencial, aun valida, sobre el tema: se trata de procesos posretinianos. El detalle de la explica- EL PAPEL DEL OJO 53 cién ha progresado ciertamente desde 1912, pero siguen estando mai resucltas numerosas cuestiones, en particular éstas: a} ¢Afectan movimiento aparente y movimiento real a los mis- mos receptores? A la luz de innumerables experiencias, parece que estimulos compiejos (o muy cercanos) son tratados, en movimiento aparente, por el mismo mecanismo que el movimiento real, mien- tras que estimulos mds «binarios» (los dos puntos luminosos de antes) implicarian distinto tratamiento. b} gQué atribuios de un objeto transmiten la impresion de mo- vimiento? Aparentemente se da prioridad a la luminosidad sobre el color e incluso sobre la forma: se percibiria «primero» un mo- vimiento en términos de luz y sélo después se asignaria este movi- miento a una forma y, por tanto, a un objeto. &) gQué papel desempena el enmascaramiento? E) movimien- to aparente es, de manera general, muy sensible al enmascara- miento; queda facilmente suprimido si se intercala un campo ju- minoso uniforme entre los dos estimulos que supuestamente lo originan. d) EQué relacidn existe entre percepcidn de la forma y percep- cidn del movimiento? Se ha avanzado mucho menos sobre este punto, cuya experimentacién es compleja. Se han podido suscitar movimientos aparentes con estimulos sucesivos de muy diferentes formas: se tiene entonces la impresion de que esas formas, no solo estén en movimiento, sino que se transforman la una en ta otra (es exactamente lo que se produce en dibujos animados como Jos de Robert Breer o Norman McLaren). Pero estas experiencias son dificiles de interpretar; se ha supuesto a veces que existe un sistema «duplicado», que interpreta, por una parte, la informa- cion sobre la localizacién del estimulo, y, por otra parte, la infor- macién sobre Ja identidad del objeto, pero esto sigue siendo hipo- tético. 1.2.3. El easo del cine Fi cine utiliza imagenes inméviles, proyectadas sobre una pan- talla con cierta cadencia regular, y separadas por momentos de oscuridad resultantes de la ocultacién del objetivo del proyector por medio de un obturador giratorio, durante el paso de Ja peli- cula de un fotegrama al siguiente. Dicho de otro modo, se pro- pone al espectador de cine un estimulo luminoso discontinuo que {si se climina el centelleo, véase 1.3.3) produce una impresién de 54 LA IMAGEN continuidad y, ademas, una impresién de movimiento interno en la imagen por movimiento aparente derivado de los diversos tipos de efecto fi. Ademas, el movimiento aparente en el cine implica estimulos sucesivos bastante semejantes, al menos en el interior de un mis- mo plano; puede, pues, pensarse, conforme con el punto 11.2.2 a, que utiliza ef mismo mecanismo que la percepcién del movi- miento real. Las consecuencias de esta hipdtesis (ampliamente con- siderada hoy como la més probable) son evidentes: ¢l movimicn- to aparente en el cine no puede distinguirse, fisiolégicamente hablando, de un movimiento rea]. Se trata de una ilusién perfec- ta, basada en una de las caracteristicas innatas de nuestro sistema visual, y los progresos recientes en los estudios de la percepcion visual confirman, pues, de manera brillante las hipdtesis, mas in- tuitivas que cientificas en la época, de la escuela de Filmologia (1947-1950), retomadas y sistematizadas cntre otros en los prime- ros articulos de Christian Metz (1964-1965). Ademas, como hemos observado mas arriba, si la insercién de un fotograma en blanco bloquea el movimiento aparente por un efecto de enmascaramiento, el negro entre los fotogramas pa- rece desempeiiar otro papel, el de un «enmascaramiento del con- torno». Se piensa hoy que la informacién detallada sobre los con- tornos queda suprimida temporalmente en cada fotograma en negro entre varios de ellos sucesivos, y que es este enmascara- miento, precisamente, lo que explicaria que no haya acumulacién de imagenes persistentes debidas a Ja persistencia retiniana: en cada instante no se percibiria mas que la posicién presente en la panta- ila, siendo la anterior «borrada» por enmascaramiento. Notemos para terminar que, desde 1912, afio en que se publi- caron las experiencias de Wertheimer, la teoria del movimiento aparente por efecto-fi fue citada por Frederick Talbot en su libro Moving Pictures: How They Are Made and Worked; y en 1916, por Hugo Minsterberg, en su libro The Photoplay: A Psycholo- gical Study, que la recogié de nuevo detalladamente. Es mucho mas extrafio verificar que, incluso en autores por otra parte im- portantes como André Bazin o Jean-Louis Comolli, se ha segui- do perpetuando, por inercia intelectual, la teoria totalmente errd- nea, ademas de intrinsecamente absurda, de la «persistencia retiniana», Nunca insistiremos, pues, bastante: la persistencia re- tiniana existe por supuesto, pero si desempefiara un papel en el cine, sdlo podria producir un batiburrillo de imagenes remanen- tes. La percepcién filmica sélo es posible, de hecho, por el efecto EL PAPEL DEL OJO 55 fi, y gracias Lambién al enmascaramiento visual gue nos deser- baraza de la persistencia retiniana. 1,3. Los grandes enfoques de la percepcidn visual Las cuestiones que acabamos de abordar en esia segunda par- te figuran entre las mds complejas planteadas por el estudio de la percepcién visual. A] afectar éstas a las categorias fundamen- tales del espacio y del tiempo, como he sefialado, influyen inevi- tablemente en la concepcién misma que uno se forma de lo visi- ble, de lo visual, y de la relaci6n de lo uno con Io otro, que cs la percepcidn. Desde hace casi tres siglos, los debates se han cei do a dos grandes enfoques a través de sus variantes sucesivas: un enfoque de tipo analitico y un enfoque de tipo sintético. 11.3.1. Et enfoque analitico Como indica este término, consiste en partir de un andlisis de la estimulacidn del sistema visual por la luz, intentando hacer co- rresponder los componentes asi aislados con diversos aspectos de la experiencia perceptiva real. Esta tendencia qued6 reforzada, entre otras cosas, por la investigacién sobre la estructura del cere- bro, que evidencié la existencia de céiulas especializadas en fun ciones «elementales» como la percepcién de los bordes, de las li- neas, de los movimientos direccionales, etc. Las representantes mds tipicas de este enfoque son las teorias «combinatorias» o «algor{tmicas», muy en boga en los afios se- senta, época en la que pudo creerse, con la aparicién de la infor- matica, que unas combinatorias suficientemente complejas podrian dar cuenta de todos los fenémenos naturales (hoy somos mas pru- dentes). Para estas teorias, el sistema perceptivo engendra pet- ceptos veridicos, es decir, conformes con la realidad del mundo circundante, y que permiten especialmente la prediccién, combi- nando unas variables segin ciertas reglas. Aparte de este caracter combinatorio, la segunda caracterisii- ca preponderante de estas teorias es que consideran que la infor- maci6n contenida en la proyeccidn retiniana no es suficiente, por si sola, para la percepcién precisa de los objetos en el espacio, y que ésta necesita recurrir a otras fuentes: hacen, pues, ingresar a la vez en sus combinaciones, en sus algoritmos, las variables 36 LA IMAGEN intrinsecas deducidas det analisis de la informacién retiniana, y unas variables extrinsecas, ligadas a otros eventos (sefiales eferen- tes que dirigen los movimientos de los ojos, memoria, etc.}. Las mismas dos caracteristicas se encontraban ya en las mds antiguas teorias analiticas, las Hamadas a veces teorias empiristas: de Ber- keley (1709) a Helmholtz (1850), se insistia en particular en el en- lace y las asociaciones, aprendidas por experiencia, entre datos Opticos y datos no visuales (de ahi e] nombre de asociacionismo, aplicado igualmente a estas teorias). Estas antiguas teorias insis- tian mucho en el aprendizaje que llevaba a asociar y a integrar informaciones heterogéneas. Todas las teorias analiticas se basan en el uso de lo que se llama la hipétesis de invariancia. Para wna configuraci6n dada de la proyeccién cetiniana, existe, como ya hemos destacado, una infinidad de objetos posibles que producen esta configuracién. La hipdtesis de invariancia consiste en suponer que, entre esta familia de objetos, e! observador elige uno de ellos y uno solo; e] modelo empirista supone entonces una aplicacién repetida de esta hipotesis, en el modo de los «ensayos y errores»: si una apli- eacién resulta errénea, ef sistema visual «revisa» sus hipdtesis de invariancia y emite otras para hacer coincidir todas las hipétesis con una configuracién posible (segun la experiencia adquirida y las asociaciones). La hipdtesis de invariancia esta, pues, ligada al fendmeno de constancia perceptiva antes mencionado: por ejem- plo, la constancia de orientacién, que hace que la orientacion de los objetos mirados siga percibiéndose como constante a pesar del cambio de imagen retiniana, resultarfa de un algoritmo que implicaria, entre otras cosas, la orientacién registrada cel cuerpo; Ja constancia de tamano se obtendria por un algoritmo que corre- lacionase el tamafio retiniano con una informacién referente a la distancia (lo que a veces se Ilama «ley del cuadrado de las distan- cias»), etc. Naturalmente, en estas teorias, que combinan lo visual] y lo no visual, se concibe como importanie el papel dei observador: — Hay tendencias propias (las mismas, mas o menos, para todo el mundo}, como la tendencia a la equidistancia (cuando los indicadores de distancia relativa son poco claros, los objetos tien- den a aparecer como equidistantes}, o 1a tendencia a }a distancia especifica (en presencia de una informacién muy reducida sobre Ja distancia absoluta, se tenderd a ver los objetos siempre a la misma distancia, alrededor de dos metros). Podria decirse, en ge- neral, que si el sistema visual no tiene todos los elementos necesa- vee EL PAPEL DE. O10 57 rios para interpretar lo que se ve, preferird «inventar» una res- puesta a no dar ninguna. — Los encuentros repetidos con el mundo visual producen, ademas, hdbitos que se traducen por expectativas en cuanto al resultado visible de los actos perceptivos (y motores). Eslas ex- pectativas son fuente, en gran parte, de las hipotesis de invarian- cia cmitidas sobre los objetos del mundo visual. Un ejemplo aducido con frecuencia a este proposito es el de lo que se llama «colina», La relativa indecision del area semanti- ca de la palabra, que hace que una «colina» no tenga realmente tamaiio fijo y, por otra parte, el hecho de que, en Ia naturaleza, el tamafio efectivo de las colinas varie efectivamente mucho, hace dificil, en ausencia de otras referencias visuales, juzgar el tamafio real de una colina localizada en un paisaje. 1.3.2, El enfoque sintético Consiste, por el contrario, en buscar correspondencias de la percepcién de] mundo visual unicamente en el estimulo. Para es- tos enfoques, la imagen Optica en la retina —incluidas por su- puesto sus modificaciones en el tiecmpo— contiene toda la infor- maci6n necesaria para la percepcidn de los objetos en el espacio, por estar nuestro sistema visual suficientemente equipado para tra- (aria en este sentido. Este enfoque esta representado en el siglo xix por el «inna- tismo» (Hering) que, come su nombre indica, se definid por opo- sicién a todas las teorias que suponian un aprendizaje de la vi- sién. A principios del siglo xx, se pondra mas bien el acento, con jos tedricos de la forma (Gestalttheorie), sobre la capacidad, igual- mente innata, del cerebro para organizar lo visual segtin leyes uni- versales y eternas. Pero fue a partir de 1950, con los trabajos de J.J. Gibson y de su escuela, cuando este enfoque volvid de nuevo a la aetualidad bajo el nombre de teoria psicofisica y, después, de teoria ecofdgica de la percepcién visual. La originalidad de la teoria de Gibson es que considera las transformaciones de la proyeccién retiniana como un todo indi- sociable, no analizable. Para él, los elementos obtenidos por cl andlisis sGlo existen en el mundo artificial del laboratorio donde se los pone en evidencia, y no en la percepcién diaria, «normal»: de ahf su proposicidn de un enfoque «ecolégico», que rechaza 58 LA IMAGEN razonar sobre experiencias de laboratorio, y pretende no conside- rar sino la percepcién «natural». En esta (coria, cada imagen re- tiniana da una percepcién global tinica: las variables de esta per- cepcién, mas dificiles de determinar que en las teorfas analiticas, son también mas complejas en su estructura; la nocion de varia- ble compleja es, por otra parte, el centro de la teoria de Gibson, y los gradientes de textura son un ejemplo de ella, constantemen- te aducido: se representan como correlatos, en el] estimulo, de la percepcidn de las superficies inclinadas (dicho de otro modo, un gradiente de textura en la imagen retiniana es el estimulo para ja percepcién de una variacién continua de distancia). Por consi- guiente, en este enfoque, las discontinuidades luminosas en la ima- gen retiniana son una informacién sobre el espacio y nada mas {no son una imagen del espacio, que se deba seguidamente inter- pretar). Aparte de esto, la proyeccién retiniana contiene la sufi- ciente informacion sobre la disposicién espacial como para que el sujeto no tenga que recurrir (o deba hacerlo muy pocas veces) a otras fuentes tales como las postuladas por el asociacionismo como necesarias. El modo de razonamiento en el interior de este enfoque es muy particular, sobre todo en su variante ecolégica. Por ejemplo, la existencia de un suelo, superficie que se extiende en la tercera di- mensidn, pero también proporciona un soporte a la actividad mo- triz y forma casi siempre parte del campo visual, es una de sus premisas (como la suposicion de que la porcién superior del cam- po visual ¢s casi siempre el cielo).* La proyeccion retiniana de un objeto se describe en Tuncién de las superficies en contacto con este obdjeto; la constante per- ceptiva es, pues, una consecuencia directa de la percepcién nor- mal de objetos texturados sobre superficies texturadas. No es, por otra parte, necesario conocer la distancia de un objeto para saber lo que es este objeto, ni haberlo visto ya para percibirlo como dotado de un tamafio y de una forma. E] flujo retiniano reviste, finalmente, en este enfoque una importancia particular, puesto que cada variedad de movimiento de objeto o de movimiento del observador produce un cierto esquema (unico) de transformacio- nes en la retina: por ejemplo, el movimiento de un objéio en rela- 3. La cecologfan de Gibson estd resueltemenle adaptada al aire libre; el cielo, en particular, desempena en ella un papel importante, quizd porque Gibson empe- z6 sus trabajos sobre la percepcién por el estudio de la percencidn visual de los pilotos de aviacion. $= —emegeney EL PAPE]. DEL OJ0 59 cién con otros objelos se percibe cuando la proyeccidn retiniana contiene una transformacion perspectiva asociada a una oclusion Optica cinética (un objeto desplazandose cubre y descubre pro- gresivamente ta textura de la superficie situada tras éh. Dos rasgos importantes, en resumen, se deben subrayar en este enfoque: — supone que pueden apreciarse las variaciones de las es- tructuras de la imagen retiniana refiriéndolas a una continuidad {la de jas superficies) y a una constancia (la de los obdjetos); los objetos momentdneamente fuera de la vista siguen concibiéndo- se, en particular, como existentes. (Notemos de paso la llamativa similitud de esta idea con la creencia andloga que funda, en el cine, ¢ incluso en cierta medida en pintura, la posibilidad del fue- ta de campo); — se basa en la idea de que la estimulacién retiniana, com- pleja y cargada de informacién, da acceso a los invariantes del mundo visual, es decir, a sus cualidades intrinsecas mas profun- das. El fin de la percepcién, para Gibson, es de algtn modo una escaia de evaluacién del mundo visual (que no se confunde evi- dentemente con el campo visual momenténco); el movimiento y la secuencialidad —y por tanto el tiempo— son esenciales en la construccién de esta escala espacial, que es Ja base del mundo percibido. (Notemos, también aqui, la analogia cinematografica; por otra parte, Gibson, cuando habla de la imagen cinematogra- fica, tiende a confundirla mas de lo razonable con una visién in- mediata del mundo, olvidando demasiado lo que de convencional tiene.) Para Gibson, percibir es, pues, percibir las propiedades del entomo, en referencia a las criaturas que en €1 viven. La luz nos proporciona toda la informacién util para eso, hajo las especies de la perspectiva dinamica (relacién entre sujeto y entorno) y de las estructuras invariantes (sucesos y objetos en el entorno). E] papel del aparato visual no es, para él, mi cl de «descodificar» unos inputs, ni el de «construir» perceptos, sino el de extreer in- formacién. La percepcién es una actividad directa, 11.3.3. gQué enfoque es el mejor? Esta pregunta es deliberadamente ingenua: ambas teorias se benefician de la aportacién de gran cantidad de datos experimen- tales que vienen a corroborarlas. Hasta cierto punto, ademas, 10 60 LA IMAGEN son realmente contradictorias, puesto que sus objetos no son exac- tamente los misrmos. Para recoger los términos de Irving Rock (1977), estudian dos medos de percepcion diferentes: ef mode de la constancia, dominante en la vida diaria y objetivo, por estar en relacion con el mundo fisico, y ef modo de fa proximidad, que tiene poca relaci6n con nuestro comportamiento habitual, pero desempefia un papel indispensable en ta percepcién global (aun- gue sea dificil de describir). E] obsidculo para cualquier comparacién entre los dos enfo- ques es que toda experiencia tendente a estudiar una variable com- pleja en el sentido de Gibson mediante métodos de laboratorio sera refutada por los gibsonianos, puesto que, para ellos, aislar una variable, incluso compleja, no tiene sentido. Asi, se ha de- mostrado por medio de miiltiples experiencias que ¢] gradiente de textura, aislado en las condiciones del laboratoric, es menos eficaz que la perspectiva: eso no inquicta a los discipulos de Gib- son, para quienes un gradiente de textura no existe en si, sina sdlo como atribuido a una superficie objetal sobre un fondo, en un contexto que proporciona una escaia espacial. Es como si nos enfrentasemos a un didlogo de sordos. Al mismo tiempo, las variantes mds recientes de los dos gran- des enfoques («constructivismo» de Julian Hochberg por una parte y «teoria evolégica» de Gibson, por otra) son menos opuestas que las variantes antiguas. Asi, dos problemas considerados canden- tes hasta principios de siglo estan hoy casi olvidados. La oposi- cién etre innatismo y aprendizaje de la visién ya no es actual; Gibson no supone necesariamente el innatismo de los mecanis- mos ligados a sus «variables complejas», y éstos se adquieren pro- bablemente en parte por una educacién «normal» (lo que encaja por otra parte muy bien con la nocién de «ecologia de la visién»); inversamente, los algoritmos de los constructivistas no suponen en modo alguno que, para todas estas construcciones, se necesite un aprendizaje especifico. En resumen, todo el mundo estima que terlemos de manera innata la capacidad de aprender, o que «la percepcién es innata en el recién nacido y aprendida en el adulto», Correlativamente, la oposicién entre utilizacién exclusiva de informacion visual y combinacién de informacion visual y no vi- sual ha debilitado mucho desde entonces la querella entre Ges- taltiheorie y asociacionismo. Estamos, también en este punto, cn la hora de las reflexiones, si no de las sintesis (por ejemplo, entre conceptos como los de gradiente e indicadores de profundidad). El problema de fondo que sigue pianteado y que sigue distin- ee EL PAPEL DEL. OJ0 61 guienido estos dos importantes enfoques, ¢s éste: shay ono una pre- piedad nueva (del tipo de la «escala espacial global» postulada por Gibson) que aparece cuando Ja informaci6n visual esta presente de manera coherente en toda la superficie retiniana? gHay solamente, por el contrario, una coleccién de eventos puntuales y autonomos? Seguramente no es posible decidir en un debate semejante. Pue- de, a lo sumo, exponerse una intuicién: practicamente todos los progresos recientes en la compreasién del funcionamiento del ce- rebro permiten pensar que éste no se basa sdlo en ef enlace en serie de muchas unidades especializadas, sino en algunos proce- 808 en cierto modo globales, o deslocalizados, que suponen apli- caciones en paralelo y/o transversalidad. Se ha descubierto hace unos afios, por ejemplo, en algunas aves como la lechuza, que existfa, en el nivel de fas neuronas cerebrales, un «mapa» dei es- pacio auditivo, gue difiere de cualquier proyeccién punto por pun- to de la informacién sensorial. En este sentido, no es imposible creer que las «variables complejas» de la vision segin Gibson im- pliquen este tipo de funcionamiento. Esperando su verificacién o su refutacién, las dos teorias tienen sus ventajas y su utilidad propia, y nos referiremos en adelante a una uotra segun las necesidades, haciendo como si, en el estado actual de la ciencia, ambas tuviesen la misma probabilidad de ser veridicas. Til. Dr Le vIsuAL A LO IMAGINARIO Al pasar de lo visible a lo visual, ya hemos empezado a tener en cuenta el papel del sujeto que mira, o al menos, que se sitia en este lugar. Falta avanzar aun algo més, en dos direcciones: — primero, establecer claramente que el ojo no es la mirada: hablar de informacion visual o de algoritmos es interesante, pero deja en suspenso la cuestion de saber quien construye esos algo- ritmos, quién aprovecha esta informacion, y por qué; — enseguida, recoger y precisar brevemente jo esencial de lo que acaba de decirse, pero aplicandolo al caso muy especifico que nos ocupa, el de la percepcion de las imagenes. {11.1 El ojo y la mirada Con la nocién de mirada, abandonamos ya, naturalmente, ta esfera de lo puramente visual; volveremos, pues, en el capftulo 62 LA IMAGEN siguiente, sobre esta nocién, especialmente con una perspectiva psicoanalitica. Pero podemos, entretanto, ofrecer una primera de- finici6n mds limitada de ella: la mirada es lo que define la inten- cionalidad y Ja finalidad de la vision. No es, si se quiere, mas que la dimensién propiamente humana de ésta. La psicologia de la percepcion visual dedica capitulos impor- tantes al estudio de la mirada, en algunas de sus manifestacioncs (as mas cercanas a la conciencia —las mas alejadas, por el con- trario, del inconsciente—, al ser de fuerte orientacién cognitivista casi todos los estudios psicoldgicos; véase capitulo 2, 1.2.4), en particular al problema dc la selectividad de la mirada, por media- cién de la alencién y Ja investigacién visual. TH.1.1. La atencién visual Siempre se concede un papel esencial a la ateneién, pero sin definirla con precisién. Son numerosas las experiencias sobre esta cuestién, pero fracasan casi todas a Ja hora de dar resullados real- mente interpretables, por su cardcter casi tautolégico: para defi- nir la atencién y experimentar sobre ella hay que tener ya una definicion de la misma (que corre ei peligro, desde ese momento, de ser la del sentido comin). Se opera de modo bastante unanime, aunque con palabras dis- tintas, una dislincién entre atencién central y atencion periférica: — la primera esta concebida como una especie de focaliza- cion sobre los aspectos importantes del campo visual puestos de manifiesto por un proceso Mamado a veces preatentivo, y que UI- ric Neisser (uno de los padres de la psicologia cognitiva) describis como una especie de segmentacidn del campo en objetos y fon- dos, que permiten a la atencién concentrarse en uno de esos seg- mentos cuando es necesario; — la segunda, mds vaga, afecta sobre todo a la atencién a los fenémenos nuevos en la periferia del campo. Esta distincidn delimita, por ejemplo, la nocién de campo vi- sual, que designa la zona, alrededor del punto de fijacion de la mirada, en la cual un sujeto puede registrar informacién en cada instante dado. La dimension de este campo util cs del orden de unos pocos grados alrededor de la fovea; depende mucho del tipo de mancha visual en que se fija la mirada: el campo itil es tanto mayor cuanto mds simple es el estimulo que se debe registrar o detectar. Se ha podido, sin embargo, demostrar que puede «ex- #1. PAPEL DEL 0J0 63 plorarse» toda la superficie del campo visual situado hasta unos 30° de la févea sin mover los ojos, unicamente dirigiendo la aten- cidn sucesivamente a todas las zonas de esta superficie (el lector podra intentar convencerse de ello). HL.1.2. La busqueda visual Se habla de diisqueda para designar el proceso que consiste en encadenar varias fijaciones de la mirada seguidas en una mis- ma escena visual para explorarla con detalle. Este proceso, evi- dentemente, esta intimamente ligado a la atencién y a la informa- cién, al ser determinado el punto en el que se detendra la préxima fijacién de la mirada a la vez por el objeto de la busqueda, la naturaleza de la fijacién actual y el aspecto del campo visual. Si se mira un paisaje desde lo alto de una colina, la busqueda visual no sera la misma (ni los puntos de fijacién sucesivos, ni el ritmo) segiin sea uno gedlogo, aficionado a las ruinas romanas 0 agri- cultor. Este ejemplo es simplista: apunta s6lo a subrayar que sdlo hay busqueda visual si hay proyecto de brisqueda mds 0 menos conscicnie (aunque sea la ausencia aparente de proyecto, que con- siste solamente en espigar la informacién interesante sin prejuz- gar su posible naturaleza). Esta nocién es especialmente interesante en el caso de las ima- genes. Se ha destacado desde hace mucho tiempo (al menos desde los afios treinta) que miramos las imagenes, no globalmente, de una vez, sino por fijaciones sucesivas. Las experiencias concuer- dan casi totalmente: en el caso de una imagen mirada sin ninguna intencioén particular, las fijaciones sucesivas duran unas décimas de segundo cada una y se limitan bastante estrictamente a las par- tes de la imagen més provistas de informacion (lo que puede defi- nirse de modo bastante riguroso como las partes que, memoriza- das, permitirian reconocer Ja imagen en una segunda presentacidn). Lo que impresiona mucho en estas experiencias cs la ausencia total de regularidad en las series de fijacién de la mirada: no hay barrido regular de la imagen de arriba abajo ni de izquierda a derecha, ni esquema visual de conjunto, sino, por el contrario, varias fijaciones muy cercanas en cada zona fuertemente infor- mativa y, entre esas zonas, un recorrido complejo (figura 8). Se ha intentado prever los trayectos de exploracién de una imagen por el ojo, pero, en ausencia de toda consigna explicita, estos tra- yeclos son un indescifrable entrelazado de Ineas quebradas. El 64 LA IMAGEN Unico resultado constantemente verificado es que este trayecto se modifica por la introduccién de consignas particulares, lo que es normal a la vista de lo que deciamos: una mirada informada se desplaza de modo diferente por el campo que explora. Figura 8. Movimientos de los ojos durante la exploracién ocular. Lo importante, para la intencion de este libro, es retener que la imagen —como toda escena visual observada durante cierto tiempo— se ve, no sdlo en el tiempe, sino a costa de una explora- cién pocas veces inocente, y que la integracidn de esta multiplici- dad de fijaciones particulares sucesivas es la que produce lo que llamamos nuestra visidn de la imagen. HL2,. La percepcidn de las imdgenes Vamos a limitarnos aqui a las imagenes visuales planas, aque- jas que, con la pintura, ef grabado, el dibujo, la fotografia, el cine, la televisién e incluso la imagen de sintesis, signen siendo ampliamente mayoritarias en nuestra sociedad. Por otra parte, y apesar de lo arbitrario de esta division, vamos a limitarnos igual- EL PAPEL DEL 0/0 65 mente —eso sera mds dificil— a la percepcion de estas imagenes y no a su interpretacion, reservando para los préximos capitulos el examen de su utilizacién en un marco subjetivo y social. 101.2 La dobie realidad de las imagenes Véase la figura 9: reproduce una imagen plana, en la que no nos es dificil, sin embargo, reconocer una disposicién espacial, semejante a la que nos haria percibir una escena real. Dicho de otro modo, percibimos simu!tancamente esta imagen como un frag- mento de superficie plana y como un fragmento de espacio tridi- mensional: a este fendmeno psicolégico fundamental es a Jo que se llama doble realidad perceptiva de las imagenes 0, mas breve- mente, doble realidad de las imagenes. La expresion abreviada «doble realidad» se ha hecho tan co- triente que es dificil evitar utilizarla. Hay que tener muy en cuen- ta, sin embargo, que es potencialmente peligrosa: las dos «rcali- dades» de la imagen no son de Ja misma naturaleza en absoluto, puesto que la imagen como porcidn de superficie plana es un ob- jeto que puede tocarse, desplazarse y verse, mientras que Ja ima- gen como porcion de] mundo en tres dimensiones existe unica mente por la vista. Es importante no olvidar nunca el calificativo «perceptiva» aplicado a la doble realidad de las imagenes, incluso si esta implicito, sin lo cual esta expresién apenas tiene ya sentido. a) Informacion sobre ia realidad 2-D de las imdgenes. Para un ojo fijo y unico hay tres Fuentes potenciales de informacion sobre lo plano de la imagen: el marco y el soporte de esta imagen; la superficie (texturada) de la imagen misma; y los defectos de Ja representacion analdgica, en particular el hecho de que los co- Jores estan a menudo menos saturados y los contrastes menos acu- sados en la imagen que en la realidad. En visién binocular y/o mévil, la informacién sobre lo plano de la imagen es mucho mds abundante: todos los movimientos oculares revelan una ausencia total de cambios perspeciivos en el interior de la imagen; no hay disparidad alguna entre las dos imagenes retinianas. Estos resultados sdlo se obtienen, uno y otro, con una superficie plana: por tanto, en visién normal (por ejem- plo, en el museo, cuando se miran los cuadros con los dos ojos, desplazAndose ante cellos), las imagenes aparecen planas. 66 LA IMAGEN Loto de rodaje de la pelicula Arroz amargo, de Giuseppe De Santis (1949). PAPEL DEL Q1O. 67 b} Informacidn sobre ta realidad 3-D de las imdgenes: contra- tiamente a la informacién «bidimensional», siempre presente, las imagenes solo permiten percibir una realidad tridimensional si ésta ha sido cuidadosamente construida, Se necesita para eso imitar lo mejor posible ciertos caracteres de la visi6n natural (cuya lista potencial es muy larga, como la de los caracteres de la vision). Leonardo da Vinci, en su Tratado de fa pintura, incluyé una lista de prescripcianes en este sentido para uso de los pintores; 4 esta lista se la ama a veces las «reglas de Leonardo». He aqui un resumen, forzosamente incompleto: hay que pintar los obje- tos proximos en colores mas saturados, contornos mas niltidos, textura mas grucsa; los objctos lejanos estaran mas arriba en el lienzo, serdn mas pequefios, mas palidos, mas finos de textura; las lineas paralclas cn la realidad deben converger en la imagen, etc. Estas reglas permiten que la escala espacial de la superficie pintada reproduzca en la retina unas discontinuidades de lumi- nancia y de color comparables a las que produce una escena no pintada, excepto, en todo caso, el difuminado en Ia periferia. Notemos enseguida que se trata aqui de una de las mayores diferencias entre una imagen artificial y una imagen retiniana (6p- tica): esta Ultima sdélo es nitida en su centro, mientras que la pri- mera, destinada a ser explorada en todas sus partes por un ojo movil, cs uniformemente nitida. El lector habra notado que, para todo lo referente a los bor- des visuales en cualquier caso, el aparato fotografico, como la cdmara oscura, signe las reglas de Leonardo. A estas reglas se han ailadido después, en la historia de la pintura, algunas otras con la misma finalidad, como la «regla» de los colores inducidos, que tiende a imitar el efecto producido en visi6n natural por ia vecindad de dos colores diferentes y la «contaminacién» mutua que resulta de ella. c) La hipétesis de la compensacién del punto de vista: es une de los corolarios mds ilamativos de la nocién de doble realidad. La hipstesis, debida a Maurice PIRENNE (1970), es la siguiente: desde el momento en que puede registrarse la realidad 2-D y la realidad 3-D de una imagen, 1), puede determinarse el punto de vista correcto sobre esta imagen (el correspondiente a la construc- cién perspectiva), y 2}, pucden compensarse todas las distorsio- nes retinianas engendradas por un punto de vista incorrecto. Di- 68 LA IMAGEN cho de otro modo, el hecho de percibir la imagen como una sv- perficie plana es lo que permite percibir mas eficazmente la terce- ra dimensién imaginaria representada en Ja imagen. Esta hipdtesis puede parecer sorprendente, puesto que parece ir a contrapelo de la opinién corriente, segtin la cual se creera tanto mas en la realidad representada en una imagen cuanto mas se olvide su naturaleza de imagen. De hecho, no hay realmente contradiccidn: la hipétesis de Pirenne no considera el saber del espectador, ni los efectos de credibilidad provocados eventualmente por la imagen; se aplica en un nivel anterior a esos fendomenos psicolégicos. En este nivel, ha tecibido numerosas confirmacio- nes experimentales y se ha evidenciaco el mecanismo «compensa- dor», sin que de todos modos haya podido explicarse de manera absoluta. La compensacién es tanto mas eficaz cuanto que el especta- dor puede desplazarse y utilizar sus dos ojos (o sea, confirmar Figura 10, Fotograma ce Hiroshima mon antour, de Alain Resnais (1959). 81 se mira al sesgo esta fotografia, se percibira correctamente 1a escena representada, pero ningtin desplazamiento permitira nunca compensar la deformacién de las fotografias expuestas en el panel central, y fotograliadas también al sesgo. EL PAPEL DEL 0JO 69 por todos los medios disponibles la existencia y la situacién de la superficie de la imagen). Es inwtil subrayar la importancia de esta hipdtesis para la percepcién de las imagenes: en el museo, en el cine, ante el receptor de televisién, s6lo excepcionalmente estamos situados en el punto de vista cxacto previsto por la cons- truccion perspectiva: sin compensacién, no veriamos mas que ima- genes distorsionadas, deformadas. d) Doble realidad y aprendizaje: sila percepcién de la profun- didad de las imagenes moviliza, al menos parcialmente, los mis- mos procesos que la percepcién de una profundidad real, la per- cepcion de las imagenes entonces debe desarrollarse, como la otra, con la edad y la experiencia, pero no forzosamente al mismo rit- mo. Parece, por ejemplo, que los nifios, hasta aproximadamente los 3 afios, perciben mal la bidimensionalidad de las imagenes, y tienden a tratar las proyecciones retinianas que provienen de ellas come si viniesen de objetos reales. Un ejemplo particular pero interesante es el de la direcci6n de la luz. Un adulto habituado a las imagenes supone siempre que la luz viene de la parte superior de la imagen, incluso cuando se la invierte; es lo que hace que, si se mira al revés una foto de los crdteres de la luna, se vean no como huecos, sino como una especie de ampollas de la superficie. La capacidad de ver una imagen como objeto plano intervie- ne, en general, mas tarde que la capacidad de ver la profundidad, y todo parece indicar que ésa es la razén por la cual los nifios pequefios perciben «mal» las imagenes (porque sdlo ven en ellas la profundidad). TL.2.2. EI principio de mayor probabilidad Las imagenes son, pues, objetos visuales paraddjicos: son de dos dimensiones pero permiten ver en ellas objetos de tres dimen- siones (este cardcter paraddjico esta ligado, desde luego, a que las imagenes muestran objetos ausentes, de los que son una espe- cie de simbolos: la capacidad de responder a las imagenes cs un paso hacia lo simbélico). Sin embargo, al obtenerse mediante una proyeccién de la rea- lidad tridimensional en s6lo dos dimensiones, implican una pér- dida de informacién por «compresién». Recordemos, en efecto, 70 A IMAGEN que, hablando geométricamente, una imagen en perspectiva pue- de ser la imagen de una infinidad de objetos que tengan la misma proyeccién: siempre habra, pues, ambigiiedades en cuanto a la percepciéa de la profundidad, El hecho de que se reconozcan casi infaliblemente los objetos representados, o al menos su forma, es, pues, algo notable: es forzoso pensar que, emtre las diferentes configuraciones geométricas posibles, el cerebro «elige la mas probable. La imagen sélo planteara problemas si ofrece caracte- risticas contradictorias, o si la representacién es insuficientemen- te informativa: es el caso de las figuras ambiguas, paraddjicas, inciertas, como la de la figura 11. Aqui, y salvo el parecido for- mal entre el principio de mayor probabilidad y la hipdtesis de in- variancia, base de la constante perceptiva, empezamos a dejar el campo de la simple percepcién para entrar en el de la cognicién: la seleccién del objeto mas probable se opera, ciertamente, segin Jos mismos procedimientos que en la visién real, pero recurriendo ademas a un repertorio de objetos simbdlicamente representados en el cOrtex visual, ya conocides y reconocidos. Vigusa 11. gPato o conejo? La figura central es ambigua. 1.2.3. Las ilusiones elementales Se dice que una imagen produce una ilusion cuando su espec- tador describe una percepcién que no concuerda con un cierto atributo fisico del estimulo, Sélo mencionaremos aqui las ilusio- nes referentes a la cvaluacion de los tamafos y de las distancias (y no, por ejemplo, las ilusiones ligadas al después o a la rema- neneia, como la ilusion de Ja cascada): la figura 12 da algunos ejemplos clasicos de cllo. — EL PAPEL DEI. OJO orl NN Figura 12. Ilusion de Hering Iusién de Ponzo Ilusién de Miiller-Lyer = Estas ilusiones «elementales» se refieren, pues, a dibujos no des- linados a representar escenas reales, y en los que abundan los ind!- cadores de bidimensionalidad, La ilusién provendria entonces, se- gun una hipdiesis de R. L. Gregory, de una interpretacion de estos dibujos en términos tridimensionales y haciendo intervenir, por tan- to, una constante perceptiva «desplazada», y eso a pesar de que estas imagenes pocas veces dan lugar a una interpretacién cons- ciente en términos de profundidad. Por ejemplo, en la ilusién de Ponzo, la barra de arriba se ve como «mas lejos» en virtud del efec- to perspectivo inducido por la convergencia de las oblicuas; al es- tar, pues, ms lejos y tener una proyeccién tan grande como la otra, «se ve mas grandc. Del mismo modo, ea la ilusion de Miiller-Lyer, el segrnento de abajo, visto como un rincén interior, es «amplia- do» para compensar su supucsto mayor alejamiento. El estudio de estas ilusiones (y de muchas otras) sc prosiguid muy activamente en los afios sesenta y sctenta, en especial por par- te de la escuela inglesa seguidora de R.L. Gregory y Béla Julesz, como objeto privilegiado que habrfa de dar supuestamente acceso a ciertos mecanismos de la visién. Estos investigadores quedaron impresionados sobre todo por la capacidad del sistema visual para asociar a unas imagenes (aqui muy simplificadas) unas caracteris- ticas no visuales, en particular espaciales. Esta canclusién es la que tetcndremos también: la imagen se percibe, casi automaticamen- te, mediante una interpretacién en términos espaciales y tridimen- sionales. Las ilusiones elementales del tipo de las que hemos men- cionado no hacen sino manifestar espectacularmente esta capacidad de un modo particular, que es el de la percepcidn «obligada». 22 LA IMAGEN Tll.2.4. La percepcién de la forma La nocién de forma es antigua y se ha hecho compleja por su utilizacién en un gran numero de contextos diferentes. Noso- tros la utilizaremos aqui en el sentido de «forma global», «forma de conjunto» caracteristica de un objeto representado en una ima- gen, o de un simbolo sin existencia fenoménica en el mundo real. Se trata, pues, aqui, de la percepcién de la forma en cuanto uni- dad, en cuanto configuracién que implica la existencia de un todo que estructura sus partes de manera racional. Por ejemplo, se re- conocera en una imagen la forma de un ser humano, no solo si puede identificarse un rostro, un cuello, un torso, unos brazos, etc. (al tener cada una de estas mismas unidades, por otra parte, una forma caracteristica), sino si se respetan ciertas relaciones es- paciales entre estos elementos. Asi concebida, la nocién de forma es relativamente abstracta, y en particular relativamente independiente de las caracteristicas fisicas en las cuales se encuentra materializada. Una forma pue- de, por ejemplo, cambiar de tamafio, de situacién, cambiar algu- nos de los elementos que la componen (puntos en lugar de una linea continua...), sin verse realmente alterada como forma. Es lo que ha formulado, mds claramente que cualquier otro enfo- que, la Gestalttheorie, al definir la forma como esquema de rela- ciones invariantes entre ciertos elementos. a) Forma, bordes visuales, objeios: todas las experiencias con- firman esta idea (sensata} de que son los bordes visuales presentes en el estimulo los que proporcionan la informacion necesaria para la percepcidn de la forma. Numerosos dispositivos destinados, en particular, a producir luces homogéneas, sin bordes, demuestran bien que se es entonces incapaz, no slo de percibir formas, sino, incluso, de percibir sin mas. Segunda idea sensata confirmada por la experiencia: la percepcion de la forma requiere tiempo. Incluso al presentar una figura muy sencilla (circulo, tridngulo, cuadra- do) a un sujeto, si la presentacidn tiene lugar con luz débil y es muy breve, ¢] sujeto slo tendra conciencia, muy vagamente, de haber visto algo, sin saber bien qué. En este tipo de experiencia de laboratorio, tado sucede como si hubiese construccidn de la forma por el sistema visual: as!, la prolongacién de la presenta- cién hace identificable la forma En una imagen figurativa, la percepcién de la forma es inse- parable, no sdlo de la percepcidn de los bordes, sino de la de los 1 eee ence DTI A rs LL. PAPEL DEL OJO 73 objetos figurados: en estas imagenes ~-en particular en 1a inmen- va mayoria de las imagenes fotograficas y videogrdficas— el pro- blema de la percepcién de la forma es el de Ja percepcidén de los objetos visuales. La percepcidén de la forma sdlo se hace mas difi- cil, o menos habitual, cuando la imagen se vuelve mds abstracta, mas simbdlica (o cuando la profundidad se representa de manera incorrecta). En todos estos casos, en los que esté ausente o ¢s pobre la informacién sobre la profundidad, pueden entrar en jue- go otros principios de organizacion formal, 6) La separacién figura/fondo: esta doble nocién, que ha pa- sado hoy al lenguaje corriente, fue propuesta por psicdlogos de la percepcién para designar una divisiéu del campo visual en des zonas, separadas por un contorno. En el interior del contorno (borde visual cerrado) se encuentra la figura; ésta tiene una for- ma, un cardcier mas 0 menos objetal, aunque no sea un objeto reconocible; se percibe como situada mds cerca, como de un co- lor mas visible; en las experiencias es mas facilmente localizada, identificada y nombrada, mas facilmente asociada a valores se- méanticos, estéticos, emocionales. Et fondo, por el contrario, es mas o menos informe, mas o menos homogéneo, y se percibe como extendido tras la figura. Notemos que esta distincién «se origina» en la percepcion diaria tal como la describe la concepcidén ecoldgica: percibimos muchas figuras (conjuntos de superficies texturadas que constituyen obje- tos) sobre unos fondos {superficies texturadas o no, pertenecien- tes o no a objetos). Es, incluso, una de las constantes de toda escena perceptiva real. La importancia practica de la distincién figura/fondo se pone bien en evidencia mediante las técnicas que intentan destruirla, en especial el camuflaje: éste pretende incor- porar la figura al fondo, jugando con uno, o preferiblemente va- trios, de los caracteres distintivos de la figura enumerados mas arriba. La Gestalttheorie ha adelantado la idea de que la separacién figura/fondo es una propiedad organizadora (espontanea) del sis- tema visual: toda forma seria percibida en su entorno, en su «con- texto», y la relacién figura/fondo seria la estructura abstracta de esa relaci6n de contextualizacién. Esta concepcion guestallica fue criticada por las teorias anali- ticas, que observaron, por una parte, que la separacién figura/fon- do no es inmediata (necesita un tiempo); por otra parte, que ni siquiera es un proceso primario en relacién con otros como la exploracion visual, la vision periférica, o las expectativas del es- 74 LA IMAGEN Figura 13. He aqui un ejemplo que demuestra la fuerza del contexto sobre la per- cepeidn de la forma: una forma muy sencilla (un cuadrado), presentada con una inclinacion de 45°, se vera como un rombo. En cambio, si este cuadrado se inser- taen un marco rectangular, apareceré como una figura unida a un fondo, delimi- tado, enmarcado, y la orientacién de ese fondo desempefiard un papel. pectador; y, finalmente, que muchas veces los criterios locales de profundidad pueden ser insuficientes o ambiguos (véase fig. 11). Para el constructivismo, la percepcidn del fendmeno figura/fon- do en Ja realidad corresponde al aumento de la distancia real en- tre las dos estructuras visuales cuando se franquea el contorno dei objeto. En lo referentc a las superficies visuales (y por tanlo a las imagenes) cs, en cambio, un fendmenc totalmente aprendi- do, cultural. En este punto hay, pues, oposicion clara entre una teoria in- natista, la Gestalt, y una teoria del aprendizaje, el constructivis- mo. En adelante, en este libro, se adopta implicitamente una con- cepcién constructivista y se supone, pues, que, en lo referente a las imdgenes, la distincién figura/fondo es aprendida. Subraye- mos, sin embargo, para evitar cualquier malentendido, que eso no convierte en arbitraria esa distincié el mundo real esta, como creen casi todas las teorfas de la percepcién, estructurado visuaimente en figuras sobre fondos, la transposicin de esta no- cién a las imagenes no necesita establecer una convencién suple- mentaria de las que regulan la imagen figurativa en general; for- ma parte, en cierto modo, de la nocién misma de figuracién. (Fl vocabulario es coherente: la imagen figurativa es la que produce © reproduce las figuras y sus fondos.) BL PAPEL DEL OJO 18 c¢) Estructuras regulares de la forma: se trata aqui de princi- pios generales de percepcion de la forma (objetal o abstracta, y que actiian més claramente en el segundo caso), que fueron tam- bién propuestos por la Gesialtiheorie. La «explicacién» guestalti- ca esta hoy superada (consistia en atribuir la organizacién perci- bida al impacto de los elementos del estimulo sobre «campos de fuerza» nerviosos, concebidos mas bien segtin el modelo de un campo eléctrico), pero las observaciones que dieron lugar a su. formulacién siguen siendo validas. Una parte de la popularidad de estos principios se debe, qui- z4s, al vocabulario lega! de los partidarios de la Gestalt, que atri- buyeron, ademas, nombres Jlamativos a sus «leyes». He aqui las mas conocidas (véase la figura 14); — fa ley de proximidad: unos elementos préximos se perci- ben mas facilmente que unos elementos alejados como pertene- cientes a una forma comun; — fa ley de similitud: unos elementos de la misma forma 0 del mismo tamafio se ven mas facilmente como pertenccientes a una misma forma de conjunto; — la ley de la continuacion adecuada: existe una tendencia «natural» a continuar de manera racional una forma dada, si esta inacabada; — la ley de destino comin: afecta a las figuras en movimien- to y afirma que unos elementos que se desplazan al mismo tiem- po se perciben como una unidad y constituyen de manera tenden- cial una forma unica. Todas estas «leyes», claboradas en lo esencial entre las dos guerras mundiales, descansan en una nocion central, la de forma (Gestait}, que implica entre los elementos de la figura una rela- cidn mds profunda que los elementos mismas, y que no se destru- ye por la transformacidn de estos elementos. Se ha concedido mu- cho crédito a esta leyes, ampliamente difundidas (eran, por ejemplo, conocidas por Eisenstein, que se refirio a ellas en varios textos de los afios treinta y cuarenta); después, el cardcter total- mente superado de su explicacién neuroldgica provocé su relati- vo descrédito. De hecho, estas leyes son combinaciones medio em- pfricas, medio intuitivas que, en esos limites, resultan bastante exactas, aunque peligran apenas se da una informacién sobre la profundidad. Son, pucs, muy interesantes para las imagenes poco o nada representativas, que contengan numerosos elementos sim- ples y abstractos (se las puede comparar, desde este punto de vis- ta, con algunas teorias del arte abstracto, de Kandinsky a Vasa- 76 LA IMAGEN rely, que redescubren principios de organizacion, de estructura, de forma, de! todo comparables: véase el capitulo 5, 1.2). @) Forma e informacién: desde hace algunas décadas, las ten- tativas para superar Ja teoria de la forma se concentraron en gran parte alrededor de la nocién de informacién, en el sentido técnico que le dieron las teorfas surgidas de los célebres trabajos de Shan- non y Weaver. La idea directriz es que, en una figura dada, exis- ten partes que proporcionan mucha informacién y otras que pro- porcionan poca: estas ultimas son Jas que apenas «dicen» mas de lo que «dice» ya su vecindad, las enteramente previsibles; acerca de ellas se habla de redundancia. 000 4« « « oo 0 Oo oO o 00 fF @ # oo O o. 0° ta) ib) e at? *.. ° «) ote . ° . ° ° . eee «) Figura 14, (a): ley de proximidad, (b): ley de similicud, (@): ley de la continuacion adecuada, (d): ley de clausura. En una figura visual, Ja redundancia proviene de una zona de color o de luminosidad homogénea, sin ruptura, o de un con- torno de direccién casi constante, etc. Se introducen otras redun- dancias por las grandes regularidades de estructura, en primer !u- gar la simetria, pero también por el respeto de las leyes guestalticas (y de modo general, todo criterio de invariancia). Las partes no tedundantes son las partes inciertas, no previsibles, concentradas sree tetas PAPEL DEL 010 7 en general a lo largo de los contornos, y sobre todo en los lugares en los que la direccion cambia muy rapidamente. A esos puntos, sobre todo, es a los que se dirige de manera privilegiada la aten- cidn del espectador cuando se le plantea una pregunta de tipo «in- formativo» (por ejemplo, si se le pide que memorice o que copie una figura}. La nocién de informacion ha permitide refornmuilar los princi- pios guestdlticos de modo mds general, englobandolos en el prin- cipio del minimo: de dos organizaciones informacionales posibles de una figura dada, la mas sencilla es la que sera percibida, la que implica mds redundancia 0, !o que viene a ser lo mismo, aque- lla cuya descripeién moviliza menos informacion. Esta generali- zacién es en si interesante, aunque no haya respondido hasta ahora a las expectativas de informacién que habia despertado (notemos que el principio del minimo esté, evidentemente, acluando con gran amplitud en las imagenes de sintesis). En cambio, ha dado lugar a gran numero de desarrolJos en el marco del enfoque cons- tructivista, para cl cual la percepcién de figuras y de objetos se funda en una acumulacion de predicciones y de «tests» sobre lo que significan los bordes: predicciones, por su parte, fundadas a la vez en la desigual distribucién de la informacién y de la re- dundancia en la figure, y en las expectativas del espectador. HE3. Conetusidn: el ajo y la imagen {Qué se puede retener de esta relacién entre el instrumento més universal, el ojo, y la imagen, objeto cultural, histérico por excelencia, infinitamente singularizado en mil formas diferentes? Ante todo, como deciamos en forma de perogrullada, que no hay imagen sin percepcién de una imagen, y el estudio, incluso rapido, de los grandes caracteres de la segunda, evita muchos erro- Tes —algunos convertidos en verdaderos clichés— en Ja compren- sién de la primera. Pues si la imagen es arbitraria, inventada, ple- namente cultural, su visién, por su parte, es casi inmediata. El estudio intercultural de la percepcidn visual ha demostrado abun- dantemente que unos sujetos que nunca han sido expuestos a ella tienen una capacidad innata para percibir los objetos figurados en una imagen y su organizacién de conjunto, con tal de que se les den los medios de utilizar esta capacidad, explicandoles qué es una imagen. (Estos estudios se han kecho mucho mas demos- trativos desde que tos etndlogos, por una parte, tomaron conciencia 78 LA IMAGEN de su propia posicion de encuestador exterior y, por otra paric, dispusieron de medios de preduccion de imagenes casi instantd- neas, con el video o la Polaroid.) Se ha reprochado a menudo a los estudios sobre la percepcién de las imagenes el hecho de ser etnocéntricos, el sacar conclusiones de alcance universal de experiencias realizadas en laboratorios de paises industrializados: eso es verdad a veces, pero es bueno recordar también que, en principio, la percepcién de las imagenes, con tal que se consiga separarlas de su inierpretacion (lo que no siempre es facil), es un proceso propio de la especie humana que slo ha sido mas culti- vado por ciertas sociedades. Et papel del ojo es cl mismo para todos, y no deberia subestimarse. qT BIBLIOGRAFIA Primera, dos obras de introduccion que permiten profundizar un poco en los problemas abordados en este capitulo: Delorme (André), Psychologie de ta perception visuelte, Monweal-Paris, Etudes Vivantes, 1982. Haber (Ralph N.) y Hershenson (Maurice), The Psychology of Visual Perception, 2.* edicién, Nueva York, Holt, Rinehart & Winston, 1980. Luego, dos recopilaciones de articulos de sintesis, que cubren mas 0 me- nos el mismo terreno: Carterette (E.C.) y Friedman (H.) (comps.}, Handbook of Perception, vol. 3 y vol. 10, Nueva York, Academic Press, 1975 y 1978. TV.1. El funcionamiento del ojo Frisby (John P.), De Meeil a fa vision (1980), Paris, tr. fr. Nathan, 1982 (wad. cast.: Def ojo a ia vision, Madrid, Alianza, 1987). Le Grand (Yves), «History of Research on Seeing», Handbook of Per- ception, vol. 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