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Eric HOBSBAWM LA ERA DEL IMPERIO, 1875-1914 CriTICA Gauro Eprroniat PLANETA BUENOS AIRES 64 LA RA DEL IMPERIO, 18751914 trospectiva como la «normalidad» radiante a la que aspiraban retornar. Como ya la perturbacion 3. LA ERA DEL IMPERIO ' araviesa con ty bayoneta a todo odiado infel al que veas To que signifi nuestra c permits que los franceseso los russ tla arrebat Mr. Dooley’ Philosophy. 1 al perfodo transcurr 10 s6lo porque en él se desarroll6 también por otro motivo ciertamente ana- fue el perfodo de la historia modema en que hubo 's que se autotitulaban oficialmente «emperado- cas occide! ‘mayor nimero de resp 0 que eran i ccedores de ese titulo, En Europa, los gobemantes de Alemania, Avs- ‘ria, Rusia, Turquia y (en su calidad de sefiores de la India) et Reino Unido, Dos de ellos (Alemania y el Reino Unida/India) eran innovaciones del decenio Jes como mere- ca [LA ERA DEL IMPERIO, 175.1914 de 1870. Compensaban con creces la desaparicin del «segundo imperio» de "Napoleén III en Francia, Fuera de Europa, se adjudicaba normalmente ese ti tulo alos gobemantes de China, Japén, Persia y —tal vez en este caso con un grado mayor de cortesfa diplomitica intermacional— a los de Etiopia y Ma- un emperador ameri- ceano. Podrian afadirse a esa lista uno o dos «emperador En 1918 habian desaparecido cinco de ellos. En la actu sluperviviente de ese conjunto de superinonarcas es el de Japdn, cuyo perfil po- 280 fueron los antiguos imperios prein- je Espatia y Portugal, el primero —pese a los inten- ier el territorio bajo su ‘al noroeste de Alrica— més que la supervivencia de los més importantes teritorios portu- jozambique), que sobrevivirian a otras colonias sobre todo, de [a incapacidad de sus rivales jemos para ponerse de acuerdo sobre Ia manera de repantirselo. No hubo para acordar una form: ‘Dor su gran extensiGn. El tinico estado no europeo que resis- ‘conquista colonial formal fue Etiopfa, que pudo mantener a lia, la mas débil de las potencias imperiales. de aeye. Ninguno dels ons era come [Ls ERA DEL IMPERIO a Dos grandes zonas del mundo fueron totalmente divididas por razones fc estado independiente en franceses, alemanes. neer- fa, de Ia insignificante repablica de Liberia en dental y de una parte de Marruecos, que todavia res Como hemos visto, en Asia existfa una zona amplia no diente, aunque los imperios europeos mis antiguos amy sus exten: nes: el Reino Unido, anexionando Birmania a su impe- sciendo o reforzando la zona de influencia en el Tibet, Per- profundamente en el mas tarde, a expensas de Ru- 1d una gran zona del mundo pudo de reparto territorial. En 1914, el gue en 1875, 0 que en cexcepcidn de los Estados Unidos, su estatus poltico rarament a nadie salvo a sus vecinos. Nadie dudaba de que desde el punto de vista fecondmico eran dependencias del mundo desarrollado. Pero ni siquiera los Estidos Unidos, que i en esta amplia zona, intentaron seriamente conqui \inicas anexiones directas fueron Puerto Rico (Cuba consiguié una indepen- encia nominal) y una estrecha franja que discui Panamé, que formaba parte de otra pequetia rep te independiente, desgajada a esos efectos del mas extenso pats de inente americano fue la tnica gran re la que no hubo una ser foal presente volume, eran exeson nis espectacular dela progres ‘Gabo en fiers dies (cavnzados ysatasadoon, ose rt amb frome se 1876 1913-aproximadameate una cua parte del superficie del planes fe dui eta ev fr cae ere ea So tena de extados. El Reino Unido increments ss posesions en nos dies mi Tones de klometoscudraos, Francia en neve le nuevos terrtorios, fundamental- de Espaia, extensién similar a la que consiguié Japon con sus anexiones a costa de China, Rusia y Corea. Las antiguas colonias africanas ortugal se ampliaron en unos 750,000 km*; por tun claro perdedor (ante los Estados nos terrtorios ridos en Marruecos y nes imperialistas de Rusia, ya que se sesiones a expensas de Japén. De los grand Paises Bajos no pudieron, o no qu pertenecfan En cuanto alas pequelias potencias que conservaba, una isla de las Indias qu 'y Dinamarca actoaria en la misma linea, cconservando dnicamente ia como dependencias. Lo mas espectacular no es necesariamente lo més importante. Cuando los ‘observadores del panorama mundial a finales del decenio de 1890 comenza- on a analizar lo que, sin duda alguna, parecia ser una neva fase en el mo- delo general del desarrollo nacional ¢ internacional, totalmente distinta de libre competencia, consideraron que la creacién de imperios coloniales era simplemente uno de sus aspectos, Para los observadores ortodoxos se abria, en términos general un papel cada vez més ‘como en el exterior. amente esa nueva era gia de diversas ten bio mas generalizado en la situa [LA ERA DEL IMPERIO 7 16, no analizaba «la division del mundo entre las gran- des potencias» hasta el capitulo 6 de los diez de que constaba.” ‘Be cualquier forma, siel colonialismo era tan s6lo un aspecto de un cam= fel mundo, desde luego era el aspecto mds aparente. Constituy6 el punto de partida para otros andlisis ma ‘pues no hay duda de que el témino imperi durante la década de {que se desarrollaron s do adquiri, en cuanto ct desde entonces. Por esa 3s emperadores y los, aun fendmeno ‘de Karl Marx, que murié en 1883} la politica britént- ‘ca a partir de 1870 y a finales de ese decer iderado todavfa como in ncologismo. Fue en la década de 1890 cuando la uilizacién del término se generaliz6. En 1900, cuando los intelectuales comenzaron a escribir libros ‘palabra imperialismo estaba, segiin uno de los primeros de ico J. A. Hobson, wen los labios de todo el mun- para indicar el movimiento mis poderoso del panorama po- Iitico actual del mundo occidental» En resumen, era una voz nueva ideada para describir un fenémeno nuevo. Este hecho evidente es suficiente para des- Autorizar a ona de las muchas escuelas que intervinieron en el debate tenso y muy cargado desde el punto de vista ideol6gico sobre el «imperial ‘escuela que afirma que no se trataba de un fenémeno nuevo, tal vezi {que era una mera supervivencia precapitalista. Sea como fuere, se consideraba como una novedad y ‘Los debates que rodean a este delicado tema son tan apasionados, densos yy confusos que la primera tarea del historiador ha de ser la de aclararlos para {ue sea posible analizar el fenémeno en 1o que realmente es. En efecto, la To que sucedié en el mundo que levanta fuertes pasio- jetemente critico, realizado por Lenin se convertiria en un elemento central del marxismo re\ de los movimientos comunistas a partir de 1917 y también en los movimien- Lo que ha dado al debate un tono es- pecial es el hecho de que una de las partes protagonistas parece tener una i- era ventaja intrinseca, pues el término ha adquirido gradualmente —y es ‘una connotacién peyorativa. A diferencia de lo q érmino democracia, al que apelan incluso sus enemigos por sus connotaciones favorables, el «imperialismom es una actividad que hhabitualmente se desaprucba, ¥ que, por tanto, ha sido siempre practicada por ‘otros, En 1914 eran muchos fos politicos que se sent llosos de lamar- ‘se imperialists, pero a lo largo de este siglo los que asf actuaban han desa- pparecido casi por completo. 70 1X ERA DEL IMPERIO, 1675-191 formales e informales y de esferas de i entre los capitalistas que fueron causa de esa di la primera guerra mundial. No analizaremos a ‘mediante los cuales el «capitalismo monopol ies imperialists y, ra fundamental para bre las ec sobre el origen de la primera guerra mundial. Re- ‘ones econdmicas, se concentraban en los aspectos psi cos, culturales y politicos, aunque por lo general evitando ‘cuidadosamente el terreno resbaladizo de la politica interna, pues los marxis- ‘obemantes de las metrSpois la ue, entre otras cosas, sirvieron para contrarrestar el atractivo que los mo- vimientos obreros de masis ejerefan sobre las clases trabajadoras. Algunos de Jos eontemporéneos con er 1 desde el punto de vista histérico. En defintiva, lo que ha- ls autores de esos andliss es negar hechos que eran obvios en el momento en que se produjeron y que todavia lo son. LA BRA DEL IMPERIO 1 primero que ha de . que nadie habria Dejando al margen el leninismo y ef ant hacer el historiador es dejar sentado el hecho negado en la década de 1890, de que la div sién econémica. Demostrar eso no lo explica todo sobre. 19 no es una especie de ventrflocuo en el que fu mufieco sea el resto de dde considerar ni siquiera al m: conseguir beneficios —por eje smente desde un prisma econémico, no pueden analizarse importancia del petrdleo cs la creacién de una. den explicarse tii de forma realsta sin tener en cuent E] acontecimiento mas importante en el siglo economia global, que pen: tos del mundo, con un europeos hubieran demostrado el menor enzarzado en disp 3s relatives, pero de forma 1875 y 1914. Entre 1848 aumentado mis de cuatro veces, dduplicaron entre 1875 y ‘de 10 a 16 millones de toneladas entre 1840 y 1870, ‘cuarenta afl siguientes, de igual Ja red mundial de ferrocarriles se ampli6 de poco més de 200.000 hasta mas de un millén de Kilémetros inmediatamente antes de la primera guerra mundial Esta red de transportes mucho més tupida posiblité que incluso las z0- nas més atrasadas y hasta entonces marginales se incorporaran a la economs ‘mundial, y los miicleos tradicionales de riqueza y desarrollo e lun nuevo interés por esas zonas remotas, Lo cierto es que ahora que eran 1 BRA DEL IMPERIO, 1675-1914 nuchas de esas regiones parecfan a primera vista simples exten- siones potenciales del mundo desarrollado, que estaban siendo ya colonizadas ¥y desarrolladas por hombres y mujeres de origen europeo, que expulsaban 0 retroceder a los habitantes nativos, creando ciudades y, sin duda, a su -mpo. la civilizaciOn industrial: los Estados Unidos al oeste del Mississippi, Canad, Australia, Nueva Zelanda, Sursfrica, Argelia y el con0 sur de Suramérica. Como veremos, la prediecidn era errénea, Sin embargo, s, eran para las mentes contempord 1es donde, por razones cli ‘pero donde —por palabras el il Oriente Medio diplométicos. El fran ya objeto de un intenso enfrentami ccaucho era un producto exe! aria intensamente en Malaya. El estafo procedia de Asia y Sur américa. Una serie de metales no férricos que antes carecian de importan ‘comenzaron a ser fundamentales para las aleaciones de acero que ex tecnologia de alta velocidad. Algunos ‘grandes cantidades en el cobre, Sus principales reservas res més importantes se hallaban en lo que a naria como el tre ifrica en el mayor productor de oro del mundo, por no ueza de diamantes. Las minas fueron los grandes pioneros \Jo al imperialismo, y fueron extrzordinariamente eficaces porque sus beneficios eran lo bastante importantes como para ju bign Ia construccidn de ramales de ferrocarzil ‘Completamente:aparte de las demandas de la nueva tecnol ‘miento de! consumo de masas en los paises metropolitanos significs la répi- da expansion del mercado de productos alimentarios. Por lo que respecta al volumen, el mercado estaba dominado por los productos bisicos de la zona LA BRA DEL IMPERIO ‘emplada, cere ‘eantidades en Togramos en la década de 1840. Mient ‘consumir las pocas tazas de café que tod: on el té de fa India y Ceikin (Sri Lanka}, 1os norteamericanos y alemanes Jmportaban café en ca sobre todo de los primeros afios del decenio de 1900, de café a la semana. Los Yyorquinas con aleohlicos, abtenfan su mi cca. Los astuto Company en 1885, crearon Norteamérica con los hasta no cambiaron la forma y las caractersticas de los mn proceso de industrializacién, aunque crearon f .gocios cuyos destinos corrian paralelos @ los de zonas determinadas del planeta, caso de las compafias petroliferas. Pero transformaron el resto del mando, en la medida en que lo convirtieron en un 9 en produetores especial u al, de cuya fortuna depen¢ fs ‘caucho y el es- conv para exportar pleto, El nombre de Mal " (Lv ERA DEL INPERIO, 1575916 cextraordinario, aunque no solfa estar representada en ellas la poblacién na- tiva.* Probablemente, para el europeo deseoso de emigrar en 1a época impe: rialista habria sido mejor dirigirse a Australia, Nueva Zelanda, Argei Uruguay antes que a cualquier otro lugar, 3s y ambiciosos sistemas de bienestar y seguridad soci ‘Uniguay) mucho antes que en Europa. Pero estos pafses eran com ‘economia industrial europea (fundamentalmente de la brits 10 con buenos ojos ese proceso. Sea eual fuere las colonias y de las ependencias no formales era la de complementar las economias de las me- tr6polis y no la de competir con ellas, fertitorios dependientes que no pertenecfan a Io que se ha llamado onizadors* (blanco) ron tanto éxito. Su interés eco- icién de recursos con una mano de obra que por estar formada por «nativos» tenfa un caste muy bajo y era barata. Sin em- bargo, las oligargufas de terratenientes y comerciantes —locales, importados {de Europa o ambas cosas a un tiempo— y, donde existian, sus gobiemos, se beneficiaron del dilatado periodo de expansién secular de los productos de exportacién de su regién, inlerrumpida Gnicamente por algunas crisis efime- 890) graves, producidas ‘cacao, del buey 0 de Ia de las materias primas du- tener mucha importan- cia a largo plaza, por comparaciGn con la exps de las exportaciones y los c Al contrario, como hemos visto, hasta ies de intereambio pareeian favorecer a los productores de ‘Sin embargo, la importancia econdmica creciente de esas zonas para la economia mundial no explica por qué Ios principales estados industrials ciaron una répida carrera para dividir el mundo en cotonias y esferas ‘nents oman. [LA ERA DEL INPERIO 15 a del imperialismo ha sugerido diferentes ‘esa actitud. E] mas conocido de esos argu ontrar inversiones mas favorables que terior del pals, inversiones seguras que no ‘extranjero, es el menos convincente. {que Las exportaciones briténicas de capital se incrementaron verigino fercio de la centuria y que los ingresos procedentes de 1s fenian tna importancia capital para la balanza de pagos bri- ‘nica, era totalmente natural relacionar el «nuevo imperilismo» con las ex- portaciones de capital, como Io hizo J. A. Hobson. Pero no puede negarse fue sélo una may pequetia parte de ese flujo masivo de capitales acudia@ evos imperios coloniales: la mayor parte de las inversiones briténicas en el exterior se dirigfan alas én y por lo general de po- ran la competencia del capi les y servicios piblicos que repor- ‘deuda publica britinica un promedio de un 5 por 100 frente al 3 por 100—. pero eran también me- vas que Ios beneficios del capital industrial en el Reino Unido, na- ‘para los banqueros que organizaban esas inversiones. Se jones seguras, aunque no produjeran un elevado ren- ificaba que no se adguirieran colonias porque un grupo de inversores no esperaba obtener un gra ‘en defensa de {nversiones ya realizadas. Con independencia de la ideologta, la causa de la {guerra de los bers fue el oro, ‘Un argumento general de més peso para la expansién c labis- queda de mercados. Nada importa que esos proyectos se vieran muchas ve- de que el a de la «superproduccién» é sravés de un gran ‘currirfa si cada uno de los na caja de cla- Las céma- itnicas se conmocionaron en los ide que las negocia- is pudieran excluir a tes del acceso a la cuen- ‘se pensaba que offecta perspectivas inmejorables para Ia venta, tanto més cuanto que ese territorio estaba siendo expl ‘provechoso por ese hombre de negocios con corona que era el rey 6 1A ERA DEL (MPERIO, 18751914 Leopoldo It de Bélgica.’ (Su 2082 no iba di capi clientes mediante Pero el fact puerta abjerta» en los mer- de la fuerza nece- padas del ‘ionismo que fue ganando fuerza a partir de 1879 (véase el capitulo anterior) 39 fueran tan tenazmente proteccionistas —le dijo el primer mir briténico al embajador francés en 1897, no nos encontrarian tan deseosos Ge anexionamos territorios.»* Desde este prisma, «cl imperiaismo> era la consecuencia natural de una economia internacional basada en la rivalidad de ‘arias economias industrales competidoras, hecho al que se sumaban las pre- siones econdmicas del decenio de 1880. Elio no quiere decir que se esperara {que una colonia en conereto se convirtiera en El Dorado, aunque esto es lo que Scurrid en Surdfrica, que pass a ser el mayor productor de oro del mundo. Las nuevo siglo cuane hicieron un breve ipo no e: ayuda de la politica. La modivacién estratégica para la -on colonias muy imas que se consideraban vitales para Ios imos britinicos en el mundo, 0 que, con el desarrollo del bar 5. podfan convertrse en puertos de aprovisionamiento de carbs altar y Malta eran ejemy ermudas y Aden lo son del segundo.) Exisia tambign el significado simbslico real pera los ladrones de conseguir una pate adecuada del bot. Una vee que las potenciasrivales comenzaron a dividirse ef mapa de Africa u Oceania, cada ta de ells intents evitar que una porcién excesiva (un fragmento espe sobre una playa por palmeras siones de maleza seca) la adquisicién de colonias se convirtié en wn s{mbolo [Ln ERA DEL IMPERIO n .on independencia de su valor real. Hacia 1900 incluso los Esta- sta nunca se ha asociado, antes o después ‘colonias formales, se a seguir la moda mente ofendida por dde que una, Seyera muchas menos posesiones coloniales que los br ‘aunque sus colonias eran de escaso interés econdmico y de un a insistid en ocupar extensiones muy poco dde gran potencia, y su fracaso en la conquista de dda, esa posicién En efecto, si las grandes potencias ppequefios paises, por asf deci Ta mayor parte de lo que quedaba de su los Estados Unidos de 1898. Como he diversos planes para repartise I elga se le pe n de que permitiera que fuera accesible 7 inguna gran potencia estaba dispuesta a as una parte importante de la gran cuenca del rio Congo. Natural- habria que afiadir que hubo grandes zonas de Asia y del tricano donde por razones politcas era imposible que las pote! peas puidicran repartrse zonas extensas de terrtorio. Tanto en AL Rone como del Sur, las colonias europeas supervivientes se vieron inmo- vilizadas como consecuencia de la doctrina Mons tenia libertad de accién. En la mayor parte de Asia, r esferas de influencia en una serie de estados nominalment Medio, el mar Rojo, el g imas largas (el cabo de Buena Esperanza y Singapur), ieos eran perfectamente conscien- cin del poder local en algunas is, como Egipto torios africanos, siendo en este sentido el caso mas claro el de Surifrica. En cualquier caso, los enfrentarmientos por el Africa occidental y el Congo tuvieron causas fun- damentalmente econémicas. ignoran el hecho de que la India era la «joya més radia ia pieza esencial briténica global, la economia bitin importancia nunca fue mayor que cuand s de ‘ese perfodo del del sido ahora por una pluralidad de «econom 3 «protegians unas de otras. En definitiva, es impos ica y la n y la sociedad en una comunidad islimica. La pretensién de smo» desde una éptica no econdmica es tan poco realista como el intento de explicar la aparicién de los partidos obreros sin tener en cuenta para nada los factores econdmicos. pansion imperial par del impecialismo la fa de a politica interior». Probablemente, la vers ‘Cecil Rhodes, en la que el aspecto fundamental eran los beneficios eonémicos que una politica imperialista podia suponer, de forma directa © {ndirecta, para las masas descontentas, sea la menos relevante. No poseemos pruebas de que la conquista colonial taviera uia gran influencia sobre ele salarios reales de [a mayor parte de in a las colon ser una una f para emigrar que en el , pequeia inoria de legitimidad al sistema social y po- a de masas (véase el fo viejos sites ex ono los conteporsnets ean in Je cormiionbnitnic,euldadesamente rode, estaba ciigida a exprsar Fede una corona Hereditas, como raz (casa es mia." En resumen, teen cemento eon recs hasta qué panto tusiasmo espontineo por las conquistas en las colonias, ya fueran nue 5 de insti- 80 La ERA DEL 1 10. 5-194 cl éxito de la capacidad de movilizar a los estudiantes. (Mas adelante anali- zaremos el recurso al patrotismo en un sentido més general.) De todas formas. no se puede negar que la idea de superioridad y de do- ‘minio sobre un mundo pablado por gentes tenia araigo popular y que, por ta sus grandes exposiciones Ia civilizacis (véase La era del capital capitulo 2) jempre los tes triunfos de la cien- reales resultaban tanto mis _guos trunfos romanos, exhiban a sumisos maharajés ci {Joyas, no cautivos, sino libres y leales. Los desfiles ‘ordinariamente animados gracias a la presencia de rajputs adomados con bigotes, sontientes © implacables gurkas, ts y negros senegaleses: el mundo considerada barbaro all lizacién. Inluso en la Viena de los Habsburgo, donde no e colonias de ultramar, una aldea ashanti magnetiz6 a los espe seau e] Aduanero no era cl tnico que sofiaba con los trdpicos. I sentimiento de superioridad que unfa a los hombres blancos occiden- 3s Ficos como a los de clase media y a los pobres, no derivaba scho de que todos ellos gozaban de los privilegios del do- sspecialmente cuando se hallaban en las colonias. En Dakar 0 el empleado mis modesto se convertia en sefior y era aceptado ‘como un «caballero» por aquellos que no habrfan advert siquiera su exis- tencia en Paris 0 en Londres; el trabajador blanco daba érdenes a los negros. Pero incluso en aquellos lugares donde Ia ideologia insstia en una igualdad al menos potencial, ésta se trocaba en dominacidn. Francia pretendia trans- formar a sus sibditos en franceses, descendientes te6ricos (como se afirma- ba en los libros de texto tanto en Tombuctd y Martinica como en Burdeos) de «nos ancétres les gaulois» (auestros ancepasadas los galos), a diferencia dé los briténicos, convencidos de la idiosincrasia no inglesa, fundamental y permanente, de bengalies y yoruba. Pero Ia misma existencia de estos estra- tos de évoiués nativos subrayaba la ausencia de evolucién en la gran mayo- sfa de la poblacién. Las diferentes iglesias se emarcaron en un proceso de conversién de los paganos a las diferentes versiones de ta auténtica fe cris- tiana, excepto en los casos en que-los gobiemas coloniales les disuadfan de ese proyecto (como en la India) o donde esa tarea era totalmente imposible (en los patses islimicos). LA ERA DEL IMPERIO 81 Esta fue la época clisica de las actividades misioneras a gran escala.* El ‘esfuerzo misionero no fue de ningiin modo un agente de la pol ia fa alas autoridades coloniales y (o del Sefior estaba en funcién del avance imperia- . Puede discutirse si el comercio seguia a la implantacién de la bandera, no existe duda alguna de que la conquista colonial abria el camino a una como ocurtis en Uganda, Rodesia Dabwe) y Niasalandia ( fas almas, subrayaba también la desi ccuerpos, incluso de los ceuerpos clericales, Era un proceso que blancos para los nativos 4 que costeaban Jos blancos. Y aunque cl nlimero de creyentes na- fivos, al menos la mitad del clero continus siendo de raza blanca, Por lo que potentisimo ‘pio para de- respecta a los abispos, habria becho f tectar un obispo de color entre 1870 'En cuanto al movimiento dedicado mas apasionadamente a conseguir 1a jgualdad de los hombres, las acttudes en su seno se mostraron divididas, La ‘zquierda secular era antiimperialista ras de las veees, en ‘La libertad para la India, libertad para Egipto e Ir- anda, era cl objetivo del movimiento obrero britinico. La izquierda no flaques rnunea en su condena de las guerras y conguistas coloniales, con frecuencia Mbomo cuando en el Reino Unido se opuso a la guerra de los béers— con el {rave riesgo de sufrir una impopularidad temporal. Los radicales denunciaron {os horrores del Congo, de las plantaciones metropolitanas de cacao en las jslas africanas, y de Egipto, La campaia que en 1906 permitio al Partido Li- ‘eral britinieo obtener un gran wiunfo electoral se bas6 en gran medida i ‘dela «esclavitud china» en las minas surafricanas. Pero, con muy raras excepciones (como la Indonesia neerlandesa), los socialistas entales hicieron muy poco por organizar la resistencia de los pu icales consideraban que las discusiones sobre las colonias eran fi gs ‘anle todo como una mano de of planteaba una amenaza a los trabajadores {ue las presiones para la expulsidn de los inmigrantes de color. y jén coloniales como un simple sintoma y una caracteristica de esa nueva fase, indeseable como todas sus caracteristicas, pero no fundamental. Eran pocos los socialistas que, como Lenin, centraban ya su ateneién en el «material inflan {que integraba senueva fase» del és amplio de una smo, era correcto en principio, aunque no lo 2); en resumen, era un perfodo en que «las tarfasproteccionistas y la ex- pansin eran la exigencia que planteaban las clases dirigentes»." Formaba parte de un process de alejamiento de un capitalismo basado en la préctica privada y publica del laissez-faire, que también era nuevo, ¢ implicaba la pariciGn de grandes corpo iatervencin cada vez ms intensa dl estado en fos asun Correspondia a un mo- ‘mento en que las zonas perifticas de la economia global eran cada vez mis Jimporeanes. Era un fendmeno que pareca tan «natural» en 1900 como in- habria sido considerado en 1860. A no ser smo posterior a 1873 Sn en el mondo no indus- talzado, cabe dudar de que in sempefiado el papel 4 dos como meros ‘ocasiones agudos, LA ERA DEL IMPERIO 83 ‘Quedan todavia por responder las cuestiones sobre el impacto de Ta ex- jpansidn occidental (y japonesa a partir de 1890) en el resto del mundo y s jgnificado de los aspectos «imperialistas» del imperialismo para los 'Es ms facil contestar a la primera de esas cu {impacto econsmico del imperialism fue import ‘profundamente desigual, por cuanto las elaciones e ricas. El y sus bre las segundas fue fundamen in real, mientras que el is oceidentales, pero cl « siendo muy poco importante, aunque se increment en una modesta cuant comerio europe. tanto po lo qu epee 8 portaciones, se realiz6, en el siglo xtx, con no puede decise sobre las inversiones europeas en el extranjro."* Cuando esas 1 parar a un riimero reducido de ect de origen europeo —Canadé, Ai ‘adguiere una lalaya que cuando se cor jvo quiza durante las décadas doradas de Ja economia britinica era de todo punto 4 LA ERA DEL (MPERIO, 18751914, 1a cuarta parte de la superficie del se coloreaba orgullosamente de rojo). Si i ‘ituido por estados independien el Reino Unido, aproximadamé parte del globo era britinica el Reino Unido exports Buenos Aires un ate briténica como lk aso de Io de una serie de sporaron répidame muy al dinero cuando se distribufa en cantidades lo suficientemente im- portantes. Desemboes tambign en el més grave de los conflictos coloniales, la guerra surafricana de 1899-1902, que acabé con la resistencia de dos peque fas repablicas de calonos campesinos blancos. ‘Unido en ultramar fue consecuencia is sistomatica de las posesiones britinicas ya exstentes 0 de como principal importador de suspension de la yneda devaluada, el go Dbiemo no apoyé ppodia hacerlo. La gran depresid porque, al igual que otras deps una prueba fundamental en este sentido, nes mundiales posteriores (entre las que hay {gue incluir las de las décadas de 1970 y 1980), desembocs en una gran crisis de deuda extema internacional que hizo correr un gran riesgo a los bancos de la metrépoli. T ue el gobierno briténico pudo hacer fue conseguir sal- var de la insolveneia al Banco Baring en la ecrisis Baring» de 1890, cuando exe banco se habfa aventurado —com Futuro— demasiado alegremente en medio de la voragine de las morosas fi= hanzas argentinas, Si apoyé a los inversores con a diplomacia de la fuerza, como comenzé @ hacerlo cada vez. ms frecuentemente a partir de 1905, era para apoy [por sus gobiemos, mas que frente a UA ERA DEL IMFERIO 85 hacemos balance de los aos buenos y malos, lo cierto es que bien parados en sus actividades en reticamente, la mitad de todo el capital cen el extranjero a ‘Naturalmente, el Reino Unido consiguié su parcela propia en las nuevas nes colonizadas del mundo y, dada la fuerza y la experiencia b fue probablemente usta parcela mas extensa y més valiosa que la de ningén otro estado. Si Francia ocupé la mayor parte del inieas de esa zona controlaban como ocurria en la mé {dos por el comercio imo de vista econdmico, seid potencal para su inferoridad econ Tivales, y en el caso de Francia, de su inferioridad demografica y ogundo higar, en todos los casos existian grupos econémicos concretos —en tre los que destacan fos asociados con el comercio y las industrias de utramar fuerte pres por las perspectivas de los bet {gue algunos de esos grupos obtavi sin —ia Compagnie Francaise de I el 26 por 100 en syor pate de las nuevas co} 86 1A ERA DEL IMPERIO, 1575-1914 cl nuevo colonialismo fue una consecuencia de de rivalidad sna consecuencia de una era de rvalidad econd- ‘mico-politica entre economias nacionales competidoras, rivalidad intensifi- cada por el proteecionismo, Ahora bien, en la medida en que ese comercio ‘metropolitano con las colonias se increments en porcentaje respecto al lobal, ese proteccionismo tavo un éxito relatvo. an fendmeno econémico y politico, s, por la fuerza y por las institucio- 3 oe fenomeno asciado de ls isiones crstanss, ad de que aparcelern nuevas cites sociales sobre a base Sunn educacign ain manera olden a dvsgn ene estas stcanos sarees» sangsoo i nto and i con tad Is dsvibucton de lo impeios colonaes francés inglés Excepo en Africa y Oceani ml : ee Jos entusiastas administra ecole 7 para crear una forma de cristianismo menos id ¥ - = bligada a conseguir ses y coe, madera o> UA ERA DEL IMPERIO 87 {que inspiraban a esas elites en la época del imperialsmo se remontab dhos transcurridos entre la Revoluci6n francesa y las décadas centrales siglo XIX, como cuando adoptaron el positivismo de August Comte (17s 1857), doctrina modemnizadora que inspira los gobiernos de Brasil y México ya la temprana Revolucion turca (véase ifr, pp. 3-294 y 299-300). Las Rites que se resistian a Occidente siguieron oceidentalizindose, aun cuando Se oponian a la occidentalizacin total, por razones de religiGn, moralidad, {deologta o pragmatismo politico. El santo Mahatma Gandhi, tin taparrabos y' levaba un huso en su mano (para desalentar la industiai- acidn), no sélo era apoyado y financiado por las fabricas mecanizadas algodon de Ahmedabad,° sino que él mismo era un abogado que se feducado en Occidente y que estaba influido por una ide ental, Sera imposible que comprendamos su figura si le vemos tinicamente como un tadicionaista hinds ‘De hecho, Gandhi ilustra perfectamente cl impacto especifico de la época el imperialismo. Nacido en el seno de tna casta relativamente modesta de ‘comerciantes y prestamisias, no muy asociada hasta entonces con la elite oc- ‘SSdontalizada que administraba la India bajo la supervisidn de los britinicos, fin embargo adguirié una formacién profesional y politica en el Reino Unido ‘A finales del decenio de 1880 esta cra una opciGn tan aceptada entre los j6- Yenes ambiciosos de Su pas, que el propio Gandhi comenz6 a escribir una [gla inroductoria & la vida ritnica para los futuros estudiantes de modesta Economia como él. Estaba escrita en un perfecto inglés y hacfa recomenda- Clones sobre numerosos aspectos, desde el viaje a Londres en barco de vapor Ja forma de encontrar alojamiento hasta el sistema mediante el cual el in {hd piadoso podia cumplir las exigencias alimentarias y, asimismo, sobre la tranera de acosturnbrarse al somprendente habito occidental de afeitarse uno Jismo en lugar de acudir al barbero.” Gandhi no asimilaba todo To briténieo, pero tampoco lo rechazaba por principio. Al igual que han hecho desde en de la liberacidn colonial, durante su estancia tempo- icgré en eftoulos occidentales afines desde el punto de jos vegetarianos britinicos, de quienes sin duda ica caracteristica de movilizacidn de las masas rales por medio de la resis- perialismo». Como no po- les y occidentales, Gandhi aprendié su tradicionales para conses tencia pasiva, en un medio crea da ser de otra forma, era una f ‘pues Gandhi no ocuitaba su deuda int (Antes del decenio de 1880 habria ign de las flores politcas de la India con poten llegado desde Rusia, pero ese fenéme- no era ya corriente en la India en la primera década del nuevo siglo, como Jo sertalnego entre los radicales chinos y japoneses.) En Surdfrica, pafs don- + ja —se afm gue exclamd unt de eas paocinaoras—. si Bau sypier o qe 88 1A ERA DEL IMPERIO, 1575-914 de se produ mantes y el extraordinario desarrollo como consecuencia de los di se formé una importante comunidad de modestos inmi- nuevo escenario dio pie a *6 como defensor de los derechos de imente podria haber hecho entonoes eso mis- fade 1914— para convertirse en jento nacional indio. 1es que deter- ‘condiciones ica fundament Ja dominaci6n y ala in ia a Occidente. Es jones que sefialaremos mas adelan- istas importantes comenzaron en la mayor parte de los sitios con la primera guerra mundial y Ia Revol lun error porque interpreta el texto del n2ci én de storia de los puc uencia de las metrépol ada las primeras en entrar en contacto con esas ideas durante sus visitas a Occidente y a través ra de el Reino cel momento eran pocas los habitantes del Punjab, y m regiones tales como el Sudén, que tenfan la men significa, En consecuencia, el legado cultural mas importante del imperialismo fue tuna edueacién de tipo occidental para minorias distintas: para los pocos afor- nados que Hlegaron a ser cultos y, por tanto, descubrieron, con 0 sin ayuda la conversion al cristianismo, el ambicioso camino que conducfe hasta el sacerdote, el profesor, el burécrata o el empleado. En algunas zonas se in- clufan también quienes adoptaban una nueva Tica al seri os nuevos gobernantes, vestid r a s, vestidos como ellos y adoptando sus ideas peculiares sobre el tiempo, el lugar y los habitos domésticos. Natu- ralmente, se trataba de minorias de a ideres, que es la razén por texto de Ta vida hu ¢s sorprendente que en casi todos los lugares de Africa la experiencia del colonialism, desde ‘ocupacién original hasta la formacién de estados independientes, dcupe el discurrir de una vida humana; por ejemplo (Churchill (1874-1965). [LA ERA DEL INPERIO 89 Jue ejerci6 el mundo dependiente so- ‘ido tna consecuencia de fa expan- XVI, aunque una serie considerado muchas veces a los los colonizadores europeos como ypea. Cuando se les ci ss de Occidente, como en urria podian ser tratados admirable ilustraba la igo xix co sin europea desd de Ta época de la vilizaba podian las Cartas persas de Montesquieu: cuando eso como salvajes nobles cuyo comportamiento natu omrupcidn de la sociedad civilizada. La novedad de! hecho de que cada vez mas y de forma mis general se con bos no europeos y a sus sociedades como infer atrasados, incluso infantiles. Eran pueblos adecus ‘menos, para la conversin alos ¥ preseniaban los comerciantes, los misioneros y los ejéreitos de hombres Prenados, que se presentaban cargados de armas de fuego y de bebidas alco Indlicas. En cierto sentido, los valores de jonales no occ dentales fueron per un momento fen que lo Gnico importante eran la fuerza y Ia teen Sofisticacién del Pekin imperial pudo impedir que de una vez 5 bérbaros {quemaran y saquearan el Palacio de Verano m 2 (Si gancia cultural de la elite de la decadente ca rita en la obra de Satyajit Ray Los ajedrecistas, para it ‘esos pueblos pasaron a ser objeto de st dos, co los briténicos? Para el europeo medi Gesdén, Los tnicos no europeos que les interesaban eran los so preferencia aquellos que podian ser reclutados en sus propios ¢jércitos Tonisles (sis, gurkas, beréberes de las montallas, afganos, beduinos). El im- perio otomano aleanzé un temible prestigio porgue, aunque estaba en deca encia, posefa una infanterfa que podia resistir alos ejéreitos europeos. Japén omenzé a ser tratado en pie de igualdad cuando empez6 a salir victorioso ca las goers Sin embargo, Ja densidad de la red de comunicaciones globales, la acce- siitdad de los ines la confronacisa jos mundos oceigntaly exc. Eran pocos res rerda ambos mundo yse wefan reads en ellos, aungue en Ia ea ipcratss su numero se vio inremestado por aquellos escrtores que SEiteeaamene Sciieron converse en ilermediros entre ambos min Seetetaeso incest gue eran, por voccin yor profesién, mar- or ee Pe ty. el mss celeb de todos, Joseph Conrad), sldados a come redres (om el onenaia Lous Masignon periods colo- Rodd Kipling). Pero to exc se intgt cadaver mas eX pore cy hero imaginaio sleman 20- mn ncursiones en el Aca near ceri. que ieuan ene 1s vila las juveniles de Kari May (184 rif el salvaje Oeste y el Oriente islimico, yy en América latina; en las novelas de 90 [Lx ERA DEL DMPERIO, s babu sega uso una parte oca- especticulo de nes de las grandes exposiciones internacionales. sas muestras de mundos extrafios no eran de caricter documental, fuera cval fuere sit intencién. Eran ideolégicas, por lo general reforzando el sentido de superioridad de Io «civilizado» sobre lo «primitivo. Eran imperialists tan sélo porque, como muestran las novelas de Joseph Conrad, el vinculo central entre los mundos de lo exético y de lo cotidiano era la penetacién formal 0 informal del tercer mundo por parte de los occidentale. lengua co- elecciones por I vas). Los caciques, jefes indios . habian pasado a ser sindnimos de jefe pol igenas noneafricanos) proveyeron el t&mino utlizado para d de las bandas de eriminales en Francia. : 10 de ese exotismo. Administradores y 2s hombres de negocios se interesa- bban menos por esas cuestiones— meditaban profundamente sobre las dife- rencias existentes entre sus sociedades y las que gobernaban. Realizaron im- portantisimos estudios sobre esas sociedades, sobre todo en el imperio indio, y reflexiones te6ricas que transformaron las eiencias sociales occidentales. bajo era fruto, en gran medida, del gobierno colonial o intentaba con- tribuir a él y se basaba en buena medida en un firme sentimiento de superio- ridad del conocimiento occidental sobre cualquier: jerreno en que Ia superioridad, por ejempl bre el budismo no era obvia para los observad lismo hizo que aumentara notablemente el interés 0c d derivadas de Oriente, 0 que se dé dente.” A pesar de todas las criticas que se han vertido sobre ellos en el perio ro se puede rechazar ese conjunto de estudios occidentales, je desdén arrogante de Tas culturas no europeas. Cuando me- representaban 2 civilizaciones ‘rte japonés, cuya influencia en Jos pintores franceses era not y. muy en especial, las de Africa y Oceania. Sin bu principal atrac ‘puede negarse que las generaciones vanguar- istas de los inicio’ ‘Xx ensefiaron a los europeos a ver esas obras Como arte con frecuencia como un arte de gran altura— por derecho pro- "io, con independencia de sus orfgenes. Pro ay que mencionar brevermente un aspecto final del imperi pacto sobre las clases dirigentes y medias de los paises metrop cierto se ‘mperalismo dramatiz6 el triunfo de esas clases. ciedades creadas a su imagen como ningin ot © simados cas se afirmaba que (et en el respeto 208 palses —funcionarios, administradores, hombres de negocios, ingenie- fan ese dominio de forma efectiva. Hacia 1890, poco mas de seis ‘gobemaban a casi trescientos millones de indios on la ayuda de algo mas de setenta mil soldados europeos, la mayor parte Ge los cuales eran, al igual que Tas tropas indgenas, mucho mds numé Imercenarios que en un niimero desproporcionadamente alto proce tradicional reserva de soldados nativos coloniales, los irlandeses. Este ¢s un ‘aso extremo, pero de ninguna forma atjpico. ,Podria existir una prueba més contundente de superioridad? nimero de personas implicadas directamente en Send Kiping. bso dl perio Ton os condolences ox bi Bae de ddicar un poeta aos Dino, respec esena fSipeater de Alemania ov sn legaa. eros peril plato probe incersdumbres.Pante6go- blemas porque se iv cala ver ds snadicién ene It mee pei class cigents del pol goeraban sos pes y a ms glo ialancon su pueblos. Como veremos en ls retools ere cata dstnada a inponerse Ix politica del clectoraiste de- Toubice, com pasts neviable, En los impess colonies previ a ors en a combinai dee coactn fsa Ta Sumisin pe wi Serio tan Brande que aria imposible de desir oe 92 (LA BRA DEL MPaRIO, 18751916 tanto, legitima. Soldados y «procénsules» autodisciplinados, hombres aislados can poderes absolutos sobre teritoros extensos como reinos, gobemmaban con- 2s, mientras que en la metrépoli ca feriores. ;No habla acaso una lece! fina de la eugenesi ver. sobre ‘peligro amarillo» contra 2 emperador ¥ la defensa de Occidente.® ;Podian durar esos imperios tan fécilmente 1nadas, con un base tan estrecha, y gobemados de forma tan absurdamen- ‘gracias la devocién de unos pocos y a la pasividad de los ms? Ki ing, el mayor —y tal vez el nico— poeta del imperialismo, celebrs el ‘gran momento del ongullo demagégico imperial, las bodas de diamante de la reina Victoria en 1897, con un recuerdo profético de la impermanencia de los ‘imperios jones, perdénanes con todo, demos, para que no olvidemos.*® necesarios para mantenerlo? No conduciria el imperialismo al parasitismo en el centro y al triunfo eventual de los barbaros? En ninguna parte suscitaban esos interogantes un eco tan ligubre como en el més grande y més vulnerable de todos los imperios, aquel que superaba and sadn sinks he fre / Lo, ge ofthe Nation, spare ye ria todos los imperios del pasado, pero que en otros aspec- ia, Pero incluso los tenaces y enérgicos dlemanes consideraban que el imperialismo iba de la mano de ese «estado > que no podia sino conducir a la decadencia, Dejemos que J. A. Hob> iprese 650s temores en palabras: si se dividfa China, 1a mayer ricter que tra los cuales estaban indefen: ‘Schulze-Gaevernite— traspasard la carga del trab ‘cultura y la io mas arduo de e color y se contentard con ay de esta forma, tal vez, abriré ‘posteriormente, politica de las s que perturbaban el suefio de la belle épogue. En tas se mezelaban con los temores de Ia demo-

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