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JOSE ANGEL BRANDARIZ GARCIA Profesor Ayudante de Derecho Penal Universidade de A Coruiia Notas sobre el régimen penitenciario para penados considerados extremadamente peligrosos: Departamentos especiales y F-LE.S.-1 (CD)* = El presente trabajo constituye una versin reelaborada con aparato biblio- grifico de ta conferenia que con el mism titulo, se pronuncié en A Corufia el 24 de octubre de 2000, en el marco de las “I Jornadas de Derecho Penitenciario”, organizadas por el Area de Derecho Penal de ta Univer- sidade da Coruiia. Sumario INTRODUCCION. 1. EL REGIMEN CERRADO. LA MODA- LIDAD DE VIDA EN DEPARTAMENTOS ESPECTALES. 2. EL FICHERO DE INTERNOS DE ESPECIAL SEGUIMIEN- TO (LES). BL COLECTIVO FLES.-I (CD). 3. VALORA- CION DEL REGIMEN DE VIDA DE LOS RECLUSOS DES- TINADOS EN DEPARTAMENTOS ESPECILES E INCLUI- DGS EN EL COLECTIVO FLE.S.-1 (CD). 4. A MODO DE CONCLUSION: CONTEXTOS EXEGETICOS DEL FENO- MENO DEPARTAMENTOS ESPECIALES Y E.LE.S.-1 (CD). 4, BIBLIOGRAFIA CITADA EB! régimen penitenciario previsto en nuestro ordena- miento para el cumplimiento de las penas de prisién por parte de reclusos considerados como extremadamente peligrosos resulta de la integracién de dos conjuntos normativos: por una parte, las disposiciones reguladoras del régimen cerrado, en concreto, la modalidad de vida en departamentos especiales; por otra parte, las normas reguladoras del F.LE.S. (fichero de internos de espe- cial seguimiento), sefialadamente las aplicables al colectivo denominado F.LE.S.-1 (CD). El 4mbito subjetivo de aplicacién de ambos sistemas —la modalidad de vida en departamentos especiales y el KLE.S.-1 (CD)— coincide, refiriéndose a los re- clusos que sean considerados extremadamente peligrosos y que hayan protagonizado determinadas alteraciones regimentales muy graves con el resultado de puesta en peligro de la vida 0 integridad fisica de las personas. En consecuencia, este artfculo, que pretende analizar las condiciones de cumplimiento de la pena de prisién de este colectivo de reclusos, debe proceder, a efectos de una mejor comprensién de las mismas, a deslindar ambas regulaciones. 1. BL REGIMEN CERRADO. LA MODALIDAD DE VIDA EN DEPARTAMENTOS ESPECIALES Las lfneas fundamentales del régimen cerrado se estable- cieron en el art. 10 de la Ley Organica General Penitenciaria -l- -—LOGP—, sin una delimitacién de fases 0 modalidedes de vida dentro de] mismo, Esla norma, con una regulaci6n cierlamente lac6nica, dispone que los cstablecimientos de cumplimiento de régimen cerrado o los departamentos especiales estén destina- dos para los penados y —excepcionalmente— presos preventi- vos que pertenezcan a alguna de las dos categorfas siguientes: a) reclusos calificados de peligrosidad extrema, b} reclusos ina- daptados a los régimenes ordinario o abierto’. Ambas circuns- tancias —la peligrosidad extrema y Ja inadaptacién— tienen que ser apreciadas por causas objetivas en resolucién motivada, Como notas basicas de este régimen cerrado el art. 10.3 LOGP s6lo establece que se caracterizard por la limitacién de las acti- vidades en comtin de los reclusos y Ja mayor vigilancia y con- trol que se establece sobre los mismos. Esta regulacién parcial fue completada por el RP 1981, que recogfa en su art. 43.3 un elenco de las circunstancias que debian ser especialmente tomadas en consideracién a la hora de 1 Aunque la categoria de los reclusos tnadaptados a los regimenes ordinario Oo abjerto no es objeto de este trabajo, no deja de Hamar la atencién la men- ci6n a esta nocién de inadaptacién a la vida carcelaria ordinatia. Y ello por~ que en un momento en que se acepta que la reelusiéa en un centro peniten- ciario Jleva aparejada necesariamente: un clevado riesgo de desocializacién del penado, representade por el proceso de adaptacién al marco de relacio- nes personales y sociales que se dan en el mundo penitenciario conocido como “prisionizaciés (cfc, Garefa-Pablos de Molina, A., “Le supueste fncida resociahzadara del Derecho Penat’, en Gavefa-Pablos de Molina, ‘A., Estudios Penales, Barcelona, 1984, p. 62, y 67 y s.; Mufioz Conde, E, “La resocializacién det delincuente, andlisis y critica de un mito”, en Cuadernos de Politica Criminal, n° 7, 1979, p_ 101 y s.), In nocién de ina- daptacién adquiese un sentido dudoso. La compatiblidad de este concepto con el fin resocializador de Ias penas de prisién constitucionalmiente cons grade cxige que ¢] mismo no sea interpretado como inadaptacién al proce- mnizacién, sino, al contrario, como inadaptaci6n a las posibilida- izar la desocializacién que el tratamiento pueda ofrecer: Ello viene exigide por el hecho de que la rehabilitacién no puede ser resociati- {én paa la vidaen prisién, sino para ba forura vida en libertad Cf, sobre esta cuestién, Moreno Arraras, P/Zamoro Durén, J.A., “Las politicas de aislamiemo penitenctaro. La especial problemética del Fichero de Internos de Especial Seguimiento (FLE.S.)", en Rivera Beiras, L (coord.), Lacatcel en Espafa en el fin del mifenio, Barcelona, 1999, p. 157. “12 calificar a un recluso como extremadamente peligroso 0 mani- fiestamente inadaptado y disponer su paso a un establecimicnto o departamento de régimen cerrado. Entre estas circunstancias se contaban la pertenencia a organizaciones criminales, la parti- cipacién en motines, violencias o coacciones a funcionarios 0 a otros reclusos, 9 el nimero y entidad de los delitos integrantes de Ja condena del sujeto". Sin embargo, el RP 1981 no acompa- ii6 esta yegulaci6n de disposiciones sobre condiciones minimas. de vida en los centros o departamentos de régimen cerrado (horas de patio, actividades comunes, comunicaciones, etc.). El art. 46 RP sélo incorporaba al respecto vagas referencias ala posibitidad de intervencién de las comunicaciones y a la recep- ci6n de paquetes, dejando en manos de ja correspondiente Junta de Régimen y Administracién de cada centro la determinacion de estas condiciones de cumplimiento, que deberfa guiarse por los principios fundamentales de seguridad, orden, disciplina y garantia del contro] constante de los reclusos. Este vacfo normativo fue colmado por circulares de la DGIP que fueron las que, durante fa vigencia del RP 1981, regu- laron Ia practica totalidad de las condiciones de cumplimiento en el marco del régimen cerrado, con Ja intencién de armonizar las normas aplicables en los diferentes centros penitenciarios. ‘Tales disposictones de rango inferior pormenorizaban asf Jo no establecido en la Jey 0 en el reglamento: horario y condiciones de salida al patio, cacheos y otras normas de seguridad, enseres disponibles en la celda, limitaciones en las comunicaciones, y plazos para la progresiva mejora de las condiciones de vida. Estas notmas administrativas consagraron la delimitacién de diversas fases dentro del régimen cerrado, cada una con dife- rentes condiciones de cumplimiento, asentando una politica de diferenciacién de modalidades de vida que habfa iniciado ya e] 2. Las demas circunstancias mencionadas en ese art. 43.3 RP derogado eran- Jas negativas injustificadas al cumplimicnto de érdenes legales de conduc- cidn, asistencia a juicio y diligencias, y las negativas al cumplimiento de sanciones disciplinarias. -13- propio RP 19815, Esta separacién en fases, que en el tiltimo peri- odo de vigencia del RP 1981 —en virtud de la circular de ‘2/VT/199 |+— eran dos, llegé hasta el RP 1996, que deslinda las condiciones de cumplimiento de los centros 0 médulos de régimen cerrado de las correspondientes a los departamentos especiales (art. 91 RP)* EI RP 1996 vino a patiar, cuando menos parcialmente, la irregularidad que suponia la ausencia de regulaci6n, o la falta de concrecién, de Jas condiciones del régimen cerrado en normas de rango legal o reglamentario®. El reglamento actualmente vigente reafirmé la identificacién entre primer grado de trata- 3 EL RP 1981, en su redaccién anterior # Ia reforma operada por RD 787/1984, de 28 de marzo, secogfa dos modalidades def régimen cerrado: Ia de régimen comin (aut. 46 RP) y la extiaordinariamente severa de régimen especial, o de departamentos especiales (art. 47 RP). La refotida reforma explicitaba -en su Exposiciéa de Motivos- que la mencién del art. 10 LOGP a centros de 1égimen cerrado y departamentos especiales no aportaba base suficiente para establecer unha diferenciacién regimental dentio de! propio régimen cerrado. Sin embargo, el art. 46.5 RP, tras Ja reforma, facultaba expresamente a la Junta de Régimen y Administracién de cada centro peni- renciario para establecer distintas modaltdades en el sistema de vida de los médutos de régimen cerrado en funcién de las caracteristicas de los diver~ sos reclusos y de las necesidades de control de los mismos. Cfr. sobre ello Aymerich Cano, C., “Réxime penitenciario fechada cdrceres de méxima seguranzat. Unha reflexion desde o Dereito Administrative”, en Anwario da Facultade de Dereito da Universidade da Corufia, n° t, 1997, p. 89. 4 Lacircularde 2/VIIV/1991 sustituyd alas “Normas Communes Tipa para pri- mer grado de tratamiento y art, 10.de tu LOGP” datadas et 26/VI/1989. En cuanto se alcanza a ver, la circular fue sustituida, en los momentos finales de vigencia del RP 1981, por la instruccidn de 28 de febrero de 1995 5 Armenta Gonzélez-Palenzucla, F,J/Rodriguez Ramirez, V., Reglumento Penitenciario comentado, Alcald de Guadaira, 1999, p. 187, critican que se denomine a la primera modallidad de vida con la referencia a centros 0 médutos de régimen cerrado, fo que induce a pensar errGneamente que la modalidad correspondiente a los departamentos especiales no pertenece propiamente al régimen cerrado. 6 Clr. Armenta Gonziiler-Palenmuela, FJ /Rodriguex Ramirez, V., Regla- meno... cit, p. 183, quienes, no obstante, reclaman con razén Ia inclusién de tales disposiciones roglamentarias en la LOGP. -14- miento y régimen cerrado (art. 89 RP) y mantuyo la caracteriza- cidn de los reclusos susceptibles de ser destinados a este régi- men: los extremadamente peligrosos y los manifiestamente ina- daplados alos regimenes ordinario y abierto, Los arts. 96-98 RP regulan, en consonancia con lo dispuesto en el art. 10.2 LOGP, el destino a este régimen de los presos preventivos en los que concurran las referidas caracterfsticas de peligrosidad extrema o inadaptacion manifiesta’. Los factores que, en virtud del art. 102.5 RP, deben ponderarse para acreditar la presencia en un recluso de estas caracteristicas son*: “a) Naturaleza de los deli- tos cometidos a lo largo de su historial delictivo, que denote una personalidad agresiva, violenta y antisocial. b) Comisién de actos que atenten contra la vida o la integridad fisica de las per- sonas, fa libertad sexual o ta propiedad, cometidos en modos 0 Formas especialmente violentos. c) Pertenencia a organizacio- nes delictivas o a bandas armadas; d) Participacin activa en motines, plantes, agresiones fisicas, amenazas 0 coacciones; e) Comisién de infracciones disciplinarias calificadas de muy gra- ves o graves, de manera reiterada o sostenida en el tiempo, f) Introduccién 0 posesién de armas de fuego en el Estable- cimiento penitenciario, asi como la tenencia de drogas téxicas, estupefacientes y sustancias psicotrépicas en cantidad impor- tante, que haga presumir su destino al trdfico”. Se trata de un elenco de circunstancias en e} que, como puede comprobarse, varias de ellas se refieren, no al grave comportamiento desarro- Mado por el recluso durante su estancia penitenciaria, sino a la gravedad de Ja conducta criminal del mismo anterior a su ingre- 7 Estamos ante un supuesto que, como apostillan De la Cuesta Arzamendi, JL Blanco Cordero, L., “El sistema prisional en Espaa”, en Bguzkilore, 8° 12, 1998, p. 263, ha de ser entendida como “muy excepcionat”. Este carficter debe tener igualmente la clasificaciéa en primer grado de los reclu- 50s jSvenes 8% Enopinién de Armenta Gonzilez-Palenzuela, ¥.Rodriguez Ramirez, V,, Reglamento...cit , p. 205; De la Cuesta Arzamendi, J-L/Blanco Cordero, 1., “El sistema..cit,, p. 263, se tata de una enumeracién de cir- cunstancias no cerrada i . -15- so en el centro penitenciario. Ello suscita una serie de conside- raciones crfticas sobre la regulacién de este art. 102.5 RP: A) estamos ante una regulacién que entra en contradic- cién con las circunstancias consideradas por el art. 91.3 RP para destinar a los reclusos a los departamentos especiales, que pivo- tan sobre alteraciones regimentales de notable entidad y puesta en peligro de la vida o integridad fisica de las personas, es decir, sobre el grave comporlamiento observado en el centro peniten- ciario’, si el historial delictivo no puede servir para acreditar una peligrosidad vinculada por ese art. 91.3 RP a la conducta obser vada tras el ingreso en el centro penitenciario, menor relevancia atin puede tener para poner de manifiesto una inadaptaci6n a los regimenes ordinario y abierto que sdlo el comportamiento en ¢] Ambito penitenciario puede evidenciar, sin que resulte admisible una presuncién basada en la mayor o menor gravedad de ese his- torial criminal". B) Este elenco de circunstancias diverge claramente de los criterios generates de clasificacién -establecidos en los arts. 63-65 LOGP-, que se basan por completo en las necesidades del tratamiento del recluso". Estamos, por tanto, ante un conjunto de circunstancias orientado no por los intereses del tratamiento resocializador, sino por las necesidades de orden y seguridad del 9 Cir. Elias Ortega, A., “Los departamentos especiales en ef nuevo regla- mento penitencianio”, en Pandptico, n° 2, 1996, p. 17. 10 En la linea de lo expuesto, y con la intencién de colmar de sentido este con- cepto de inadaptacién, Armenta Gonzilez-Palenzucla, E.J/Rodrignez Ramirez, V., Regiamento..cit., p. 184, sostienen que la misma debe com- portar no sélo la existencia previa de infracciones diseiplinarins, sino tam- bién el fracasa de les recursos disciplinarios disponibles. Para estos autores: {p. 199) s6to las circunstancias mencionadas en los apartados ¢) y f) del art. 102.5 RP son relevantes a efectos de determinar la inadaptacién manifiesta, {1 Cfr, Aymerich Cano, C., “Rérime.cit, p95. Y entia igualmente en contradiccién, como recuerdan Tamarit Sumalla, J.M.,y Otros, Curso de Derecho Penitenciavio, Valencia, 2001, p. 267 y's., con el art, 72,2 LOGP, que vincula 1a ubicacién en un establecimiento con Inclasificaci6n determinada por Ia evalucién del tratamiento. -16- centro penitenciario, Ello supone una muestra de la preeminen- cia de los objetivos de orden y seguridad interna del estableci- miento penitenciario, a los efectos de situar la retencién de ios reclusos como finalidad fundamental, en la practica, de la eje- cucién de las penas privativas de libertad”, Desde esta perspec- liva, la regulacién resulta criticable porque dificulta sobremane- ra la resocializacién del penado, sin que esas trabas estén fun- damentadas en necesidades del tratamiento". C) Por otra parte, esta toma en consideracidn de hechos anteriores al ingreso a efectos de endurecer el régimen de cum- plimiento supone un retroceso en nuestra cultura juridica, en la cual es la duracién de 1a pena (en un sistema de consecuencias juridicas que ha ido depurando progresivamente un modelo de ‘medicién temporal para todas las penas, incluida la multa), y no Ia mayor o menor dureza de su ejecucién (que es en lo que se concreta el régimen cerrado, mds que en un modelo distinto de tratamiento), cl Unico parémetro de referencia para calibrar la 12 Armenta Gonzdlez-Palenzuela, F.J./Rodriguez Ramirez, V., Regla- ‘mento...cit., p. 186, reconocen esta preeminencia respecto del régimen cerrado, pero Ia interpretan sefialando que en el mismo se produce una con- {usin entre régimen y tratamiento, ya que las patticulares circunstancias de los reclusos incluidos en este régiren han imposibilitado establecer los ininimos ambientales para desairollar el tratamiento, 13. Rfos Martin, J.C., “Los ficheros de internas de especial seguimiento (FIES)", en Cuademos de Derecho Pemtenciario de! lustre Colegios de Abogados de Madrid, n° 3, 1998, citando el auto del JVP Granada de 31/VII/1995, pone de manifiesto que la toma en consideracién de eizeuns- tancias como las reseitudas, y mas en el caso del sistema F.LE.S, (en el val se incluyen determinados reclusos, como se expondré mas adelante, consi- derando exclusivamente ef delito cometido) contradice el principio basico del ordenamiento penitenciario de individualizacién cientifica, que susten- tala clasificacién en el estudio de la personalidad del recluso, Esta fundamentacién de la inclusién en el régimen ELE con base exclu- sivamente en la comisién, 0 en Ta mera imputacién, de un determinado tipo delictivo fue rechazada por un buen nimero de resoluciones; a titulo mera- mente ejemplificativo pueden citarse los antos de la AP Madrid 323/97, de 20 de marzo; 571/97, de 28 de mayo; 224/98, de 26 de febrero; 326/98, de 25 de marzo; 503/98, de 6 de mayo. -I7- proporcionalidad entre gravedad del delito y severidad de ta consecuencia juridicaY. D) A todo ello cabrfa afiadir que alguna de estas circuns- tancias constituyen en sf mismas infracciones disciplinarias, con lo que la regresion al régimen cerrado puede funcionar en la practica como una segunda via sancionadora'’, con los efectos que ello pueda tener en refacién con una posible colisiGn con el principio ne bis in idem, incluso en un Ambito en el que —de forma cuestionable— se afirma la existencia de relaciones de sujeci6n especial Los arts. 95 y 97.2 RP disponen, por su parte, que la cla- siftcacién del recluso en 1° grado y la correspondiente imposi- ci6n del régimen cerrado se acordard por el centro directivo (DGIP) a propuesta de la correspondiente Junta de tratamiento", y —como novedad respecto del RP 1981— seré comunicada en el plazo de 72 horas al Juez de Vigilancia Penitenciaria (JVP)", 14 En una linea convergente con fo expuesto, Elfas Ortega, A., “Los departa- ‘menios...ct., p. 17, enticnde que estamos ante unha regulucién cont adicto- ria con la aplicaci6n del principio de igualdad a la ejecucién penal, Sobre ello, eff. igualmente Rios Martin, J.C., “Los ficheras, .cit 15. Cir, Tamarit Sumaila, J.M,, y Otros, Curso...ci, p. 268, quienes sefialan que la parca regulacién legal de las restrieciones que impone este ézimen y 1a ausencia de limites temporales a fa inclusién en el nusmo pueden con- verti la clasificactén en primer grado en algo mis gravoso que la ms seve- ra de las sanciones disciptinarias. 16 Para una critica del excesivo poder que el RP atbuye a fas juntas de trata- miento, cfr. Aymerich Cano, C., “Réxime...cit, p.92 n. 18, y la bibliogra- fia por él citada. 17 Tamarit Sumalla, JM, y Otros, Curso...it,, p. 268 y s., se muestran cri ticos con el hecho de que el JVP deba aprobar la impasicién de una sancién de aistamiento en celda superior a 14 dias, mientras que la clasificacién en primer grado —que estos autores estiman sustancialmente cojncidente con aquella sancién— puede ser acordada de forma directa por la Ad- mninistraci6n penitenciaria, que sélo esti obligada a informac al IVP. -18- tan‘o si comporta traslado de centro como si no, asf como al pro- pio interno, con expresién de los recursos que correspondan™. El art. 91 RP consagra, como se mencioné con anteriori- dad, la distincién de dos “modalidades de vide” en el marco del régimen cerrado, sobre la base de implantar una distincién entre centros 0 médulos de régimen cerrado y departamentos espe- ciales”. En todo caso, el régimen cerrado se caracteriza por el cumplimiento de la pena en una celda individual, por la absolu- ta segregaci6n respecto de los reclusos sujetos a otros regimenes y por el principio general de que en ningtin caso puede compor- tar limitaciones regimentales iguales o superiores a las corres- pondientes a la sanci6n de aislamiento en celda (art. 90.2 RP)". A partir de la distincién de modalidades de vida que con- sagra e] art. 91.1 RP, a los establecemientos de régimen cerrado. estarén destinados los reclusos que muestren una manifiesta ina- daptacién a los otros régimenes (ordinario y abierto). A los 18 La excepeién a esta regulaci6n viene dada por los arts. 95.3 y 98.3 RP, que disponen que en caso de que el recluse haya participado en un notin, agre- sida fisica con objetos peligrosos, toma de rehenes o intento violento de evasidn, serd el propio centro directivo el que acordard el paso al régimen cerrado, tras lo que se procederd, en el plazo de 14 dias, a la clasificacién en (° grado y ala conespondiente comunicacién al IVP, 19 Valoran esta solucién legislativa ‘Tamarit Somalla, J.M., y Otros, Curso. cit., p. 269. 20 Antes de que el art, 90.2 RP proclamase expresamente el principio de mayor benignidad del ségimen cerrado iespecto de la sancién de aislamiento en celda, fo reclamaban, entre otras resoluciones jurisprudenciales, los autos del SVP n? 3 Madrid de 27/X1V1993 y de 4/VI11/1995, en la linea de Jo ya acordado por fa Vil reunién de jueces de vigilancia penitenciaria (Madrid, septiembre 1993). A esta demanda parecen suinause también, implicita- niente, Tamarit Sumalla, J.M., y Otros, Curso...cit, p. 268 y s. Con ante~ tioridad a la aparici6n del RP 1996 destacaba la similitud de la sanci6n de aislamiento en celda con él régimen de vida de los reclusos clasificados en primer grado, primera fase, Martinez de la Concha Alvarez del Vayo, R., “Clasificacién en primer grado: Causas. Derechos y deberes del mierno, Limitacién de beneficios penirenciarios. Problemas propios de ta prisién cerrada”, et A.V. Vigilancia penitencinria (VI Reonign de Iueces de Vigilancia Penitenciaria), Madrid, 1994, p, 132 -19- dcpartamentos especiales, en cambio, se destinaran los reclusos clasificados en primer grado calificados como de peligrosidad extrema; no obstante, en principio no todos ellos tendran este destino a departamentos especiales, ya que el art, 91.3 RP afiade otros dos requisitos que deben concwrir cumulativamente en la poblacién penitenciaria adscrita a esta modalidad de vida del régimen cerrado: que hayan protagonizado o inducido alteracio- nes regimentales muy graves, y que en el curso de estas allera- ciones pusiesen en peligro Ja vida o integridad fisica de funcio- narios, autoridades, reclusos 0 personas ajenas a Ja institucién penitenciaria”. Por lo demés, cabe exigir una proximidad tem- poral de las referidas alteraciones regimentales para entender que complementan de forma suficiente el juicio de peligrosidad extrema, a efectos de determinar el destino al régimen cerrado”, evitando de este modo que un grave comportamiento de aiios atrds pueda seguir desplegando efectos de forma cronolégica- mente indefinida, Entvando ya en el contenido de esta diferenciacién en modalidades de vida, el régimen de los centros 0 establecimien- tos cerrados es el menos severo, en la medida en que se permite un mfnimo de cuatro horas diarias de actividades en comin de los reclusos (que pueden ampliarse a tres més diarias para acti- vidades programadas), con un minimo de cinco internos juntos en estas actividades; la programacién de las actividades cultura- les, deportivas, formativas o ocupacionales se remite a la corres- pondiente Junta de tratamiento, que deberd hacer una propuesta aprobada por el consejo de direccién del establecimiento peni- tenciario y autorizada por el centro directivo (art. 94 RP). 21 De la letea del art, 91.3 RP sélo parece posible inferir que las circunstancias de grave comportamiento refetidas y Ia peligrosidad extrema del recluso deben darse de modo cumulative, Chi, en este sentido, Elias Ortega, A., “Los depurtamentas..cit., p. 16; Etxebarria, X., “Nuevo Reglanrento Penitenctaria”, en Pangptico, n° 2, 1996, p. 10; Famarit Samalla, JM., y Otros, Curso..cit,, p. 269. 22 Cir, en esta linea, Armenta Gonzilez-Palenzucla, F.J/Rodriguez Ramirez, V., Reglamento...cit, p. 189. -20- La regulacién del régimen establecido para los departa- mentos especiales no est4 mucho més desarrollada, si bien se caracteriza en general por una mayor severidad, en un esquema que, como ha sefialado algtin analista’’, parece heredero del sis- tema FIES-] en su versidn anterior al RP 1996. Seguin el art. 93 RP, Jos reclusos dispondran de un minimo de 3 horas diarias de salida al patio’, que podrén complementarse con 3 mds de acti- vidades programadas. En las salidas al patio no podran estar nunca mas de 2 internos juntos, mimero que se eleva hasta un maximo de 5 en las actividades programadas®. El registro de las celdas sera diario, asf como el cacheo del recluso, que podra consistir en el desnudo integral y, en su caso, las correspondien- les flexiones cuando se sospeche la posesién de objetos cons derados como prohibidos. Mas alld de ello, se remite al consejo de direccidn del centro la elaboracién de las normas de régimen sobre acceso a barberia, duchas, peluqueria, economato, distri- bucién de comidas, limpieza, disposicién de libros, periddicos, aparatos de radio y TV, y sobre las ropas y enseres que puedan tenerse en la celda, Estas normas deberdn ser aprobadas por el centro directivo. La disposici6n (art. 93.1.6* RP) observa por lo demas una notable vaguedad tanto en lo referido a 1a obligatoriedad de arti- cular actividades programadas para estos reclusos como en lo relativo a la orientacién del programa de tratamiento rehabilita- dor que se elaborard para los mismos. Esto resulta especialmen- 23. Clr, Wtxebarria, X., “Nuevo. cit, p 10; Moreno Arraras, P/Zamoro Duran, J.A., “Las poliheas...cit., p. 169. 24 Rios Martin, J.C./Cabrera Cabrera, P.J., Mil Voces presas, Madrid, 1998, p. 97, defienden razonablemente ana ampliaciGn del horario de patio hasta 6 horas diarias, lo que, no poniendo en cuesti6n [a seguridad, resulta- fa positive para la resocializacion. 25 Como resulta evidente, esta limnitacidn tan notable -sobre (odo por lo que se refiere a las salidas al patio- en el contacto con otros penadas puede resul- tar funcional a los efectos de la seguridad del establecemento penttenciario, pero es completamente disfuncional para evitar el aislamiento del penado y su consiguiente desocializacion -21- te relevante en un caso como el de los penados internados en departamentos especiales, cuyas necesidades rehabilitadoras son muy notables”; sin un programa de tratamiento especitico ¢ intensificado para estos reclusos el régimen de los departamen- (os especiales se reduce simplemente a un conjunto de medidas de maxima seguridad que incrementan la desocializacién del recluso”. El paso de la modalidad de vida en departamentos espe- ciales a la correspondiente a los médulos de régimen cerrado se estudiard cada 3 meses, y deberd ser autorizada por la DGIP, a propuesta de la Junta de tratamiento, en atencidn a los siguien- tes criterios: “a) interés por la participacién y colaboracién en las actividades programadas. b) Cancelacién de sanciones 0 ausencia de las mismas durante periodos protongados de tiem- po. c) Una adecuada retacién con los demds” (art. 92 RP). Las particulates circunstancias de severidad y rigor que Ileva apare- jado este régimen determinan en multitud de casos una sucesién de infracciones disciplinarias por parte de los reclusos que 26 Cr. Fernindez Arévalo, L., “ET régimen cerrado”, en AA.VV., Desecho Penitenciario y Democracia, Sevilla, 1994, p. 343. En la misma Jinea se ha pronunciado el Defensor del Pueblo (citado por Rios Martin, JCHabreva Cabrera, PJ., Mil...cit, p. 111), quien sefiala que el aata- micnto es especialmente necesario respecto de estos penados, ya que sus condiciones de vida no s6lo intensifiean la desocializaci6n, sino que gene- ran una agresividad que puede imposibilitar la progresién de grado. 27 Chr, Rios Martin, J.C. “Los ficheras..cit, Moreno Arraras, P/Zamoro Duran, J.A., “Las polfucas..cit, p. (917; Martinez de In Concha Alvarez del Vayo, R., “Clasificacién...cit, p. 132 y 136, quren, en atenci6n a la tras- cendencia del tratamiento en relacién con estos reclusos, reclama una espe- cial atencién a estos departamentos en fo que hace a Ja dotacién de medios para el tratamiento y de infraestructuras para et desarrollo de actividades deportivas, Formativas y laborales, gue abran posibilidades a la progresién del recluso. 28 Bl ait. 98.1 RP reproduce, respecto del mantenimiento de los presos pre- ventiyos en régimen ce1rado, una referencia mas inconcreta, incluida ya como puncipio general en el art. 10.3 LOGP: la estaneia en el departamen- to especial dmaré hasta que desaparezcan o dismninuyan las razones que fundamentaron el traslado del recluso al mismo (ait. 98.1 RP) 22, imposibilitan la progresién”. Por ello, a pesar de la revisabilidad trimestral del destino a departamentos especiales, no es intre- cuente que la permanencia en los mismas se extienda a lo largo de varios afos. 2. EL FICHERO DE INTERNOS DE ESPECIAL SEGUIMIENTO (ELE.S.), EL COLECTIVO PLES.-1 (CD) La regulacién de las condiciones de cumplimiento de la pena de prision en el caso de reclusos considerados como extre- madamente peligrosos se complementa con las disposiciones sobre el fichero de internos de especial seguimiento, el F.LE.S. La historia normativa del FLLE.S. es bastante mas atribu- lada y desconocida que la de las lineas generales del régirnen cerrado; no en vano el KLLE.S, fue siempre regulado por normas de rango inferior que en ningin momento gozaron de publica- cin oficial. Hasta donde se alcanza a ver, e] primer instrumento nor- mativo que regul6 el fichero fue la circular de la DGIP de 6/11/1991", complementada por otra circular de 28/V/1991, La 29° Cf. Martinez de la Concha Alvarez del Vayo, R., “Clasificacidn .cit., p. 134. 30. Esta cizcular determing la extensi6n a los reclusos considerados como muy peligrosos (integrantes a partir de ese momento del colectivo FLE.S. RB) y alos relacionados con actividades de narcotrifico organizadas (integrantes det colectiva FLE.S. NA) de un programa de control impulsado dos aiios antes para los reclusos relacionados con bandas armadas (Jos conocidos como F.LE.S. BA). Poco después se cred el colectivo LES, de reclasos pertenecientes a cucrpos y fucrzas de seguridad, y en 1993 el eajén de sas- {te gue son los F.L.E.S. CB. Sobre ello, cf. De la Cuesta Arzamendi, J.L/Blanco Cordero, I., “El sistema..cit, p.264; Fernéndez Arevalo, 1.., “Bl régimen...cit., p. 328; Moreno Arraras, P/Zamoro Duran, J.A.,"Las politicas...cit., p. 163 ys, -23- puesta en marcha del fichero coincidié en cl tiempo con un peri- odo (verano de 1991) particularmente conflictivo en diversas pristones del Estado, en el cual varios motines e intentos vio- lentos de evasidn fueron seguidos por el endurecimiento hasta limites extremos del régimen de los reclusos clasificados en pri mer grado y considerados como FIES (RE), concentrados en un ndmero reducido de centros penitenciarios (Badajoz, Sevilla I, Valladolid y El Dueso)". Ambas circulares de 1991 fueron pos- teriormente sustituidas por la circular de la DGIP de 28/11/1995%, y todas ellas refundidas tras la promulgacién del RP 1996 —con la cobertura normativa de su disposicién transi- toria 4°— en la circular 21/96, de 16 de diciembre de 1996. 31 La aplicacién de estas condiciones sin cobertura legal alguna dio hagat ala apertura de un procedimiento criminal ante el juzgado de instruccién n° 9 de Sevilla contra altos cargos de la Adnunistracién Penitenciaria del momento. El esciito del fiscal de conclusién de diligencias previas en el referido procedimiento documenta de forma pormenorizada las testriccio- nes de derechos impuestas. EI escrito puede ser consultado en Moreno Arraras, P/Zamoro Duran, J., “Las politicas...cit.,p. 174 y 56., asf como ¢n Tarrio Gonzilez, X., Huye, hombre huye, Barcelona, 1997, p. 335 y ss ‘Sobre las condiciones de dureza extrema que implicé la puesta en marcha y Jas primeras fases de aplicaciéu del sistema FES. (entre otras, colocacién de esposas a los reclusos para cualquier movimiento fuera de {as celdas, aseos por el patio de una hora daria y en solitario, sustitucién de la ropa habitual del interno por monos, utilizacién sistematica de rayos X en los cacheos, ntilizaciéu de las comunicaciones como beneficios penitenciatios, etc.), vid. Aymerich Cano, C., “Réxime...cit., p. 90 y s., Fernandez Arevalo, L., “EI 1égumen...cit., p. 330 y ss.; Martinez de la Concha Alva- ver del Vayo, R., “Clasificacidn...cit., p. 129; Moreno Arraras, PéZamoro Durdn, J.A., “Las politicas..cit., p. 165 y s. La dureza de estas condiciones dio tugar a criticas por parte de Ia VIIL reunién de los IVP, asi coino a miluples resoluciones de estos Grganos purisdiccionales, que de} ban en suspenso la inclusién de un recluso en el sistema PLES o la ap cacion de determinadas normas del mismo (cfr. Fernandez Arevalo, L., “El régimen..cit., p. 331 y 5s.) Fernandez Arevalo, L., “BI réginen...cit., p. 327, sin embargo, se refiere en esta primera etapa de la normativa FLE.S. alas circulares de ta DGIP de 2K/1991, 12NV1992 y 28/V11/1993, y a las msteucciones de ia Subdi- reccién General de Gestion Penitenciaria de 6/11/1990, 9/X/1991 y 8/1992 8 -24- EI ELE. es formalmente una base de datos de cardcter administrativo, gestionada por la DGIP, en la que se recogen ciertos datos sobre determinados reclusos. En este sentido, la confesada intencién del FIE.S. fue en todo momento, y sigue siendo, la obtencién de la informacién necesaria para hacer un seguimiento y control de determinados grupos de reclusos con- siderados como potencialmente desestabilizadores del orden y de la seguridad de los establecimientos penitenciarios. En con- sonancia con esta orientacién que se pretende aséptica, la nor- mativa reguladora del F.LE.S. afirmé en todo momento que la inclusién de un recluso en el fichero na prejuzga su clasifica- cién, no veda su derecho al tratamiento ni supone la imposicién de un régimen de vida distinto al que reglamentariamente le corresponde, Sin embargo, desde su puesta en marcha, el ELE.S. comporté la aplicacién a los reclusos incluidos en é] de unas condiciones de vida no sélo alegales (en tanto que impues- tas sin la cobertura de una norma con rango de ley, como se ana- lizard posteriormente), sino notablemente més restrictivas que el régimen que por su grado de tratamiento les corresponderia®. En su actual formulacién, el FLE.S. incluye cinco gru- pos de reclusos, que comparten fa caracteristica general, segin 33, Cf. Aymerich Cano, C., “Réxime...cit., p. 90, y 100 y s.; Martinex de la Concha Alvarez del Vayo, R., “Clasificacién...cit., p. 129; Moreno Arraras, P/Zamoro Duran, J.A., “Las polfticas...cit., p. 163; Pérez, Yaiiez, E,, “Principio de legalidad y relaciones de sujecién especial en et dmbito penitenciarto”, en Revista de Ciencias Penales, vol. 1, n° 1, 1998, p. 183. Cf asimismo Fernandez, Arevalo, L,, “El 1égimen.,.cit, p. 327 y 329; Maldonado Canito, P-J., “Régimen cerrado: Une siuaciin excepcional que requiere wna justificacién individualizada, (Comentarios a la luz de la sentencia del Tribunal Constiucional 143/97, de 15 de septiembre)", en Cuademos de Dexecho Penitenciario del lustre Colegio de Abogados de Madvid, n° 2, 1998. No abstante, bien es cierto que, fiente a buen mimero de resoluciones de IVP y AP que acogen este punto de vista, ha existido una linea jurispru- dencial, no insignificante, que ha tendido a asumir la letra de las correspon- dientes circulares, destacando que Ia inclusién en el F1.E.S. no influye en la clasificacién, no veda el derecho al tratamiento ni supone Ia imposicién al interno de un régimen de vida distinto al que reglamentariamente le corresponde, -25- la circular 21/96, de integrarse en formas de criminalidad alta- mente desestabilizadoras det sistema penitenciario. Una vez més, la propia circular expresa que el sistema ELE.S. nose esta- blece en funcidn de las necesidades del watamiento 0 reeduca- doras de los reclusos en él incluidos; sino en funcidn de los inte- reses de orden y seguridad del centro penitenciario (determina- da seguin los tipos delictivos —supuestamente, en el caso de los preventivos— cometidos por los penados), a los efectos de ga- rantizar la retencidn de los reclusos™. Los referidos cinco colec- tivos de reclusos F.LE.S. pueden describirse, segén la circular 21/96, de la siguiente manera: A) FIES-1(Control Directo). En este grupo se incluyen reclusos especialmente conflictivos 0 peligrosos, que hayan protagonizado o inducido alteraciones regi- Tentales muy graves que pusiesen en peligro la vida o fa integridad fisica de los funcionarios, autoridades, olros internos 0 personal ajeno a la institucién peni- tenciaria. B) FIES-2 (Narcotraficantes). En este grupo se incluyen reclusos penados 0 presos preventivos responsables o imputados por delitos de tréfico de drogas o infrac- ciones intimamente ligadas (delitos monetarios, blanqueo, etc.) cometidos por grupos organizados, y aquellos que —segtn las fuerzas de seguridad del estado— colaboren con ellos. 34 Con todo, mas alld de esta finatidad general, esta regulaciéa presenta una onentacién multidireccional; como han sefialado acertadamente Moreno Arraras, P/Zamoro Duran, J.A., “Las politicas..cit., p. 165, n0 es desde luego fa misma finalidad 1a que determina la inclusidn en cl fichera de los RLES.-1 0 de los PLES.-3 que la que fundamenta Ia toma en considera- cién de los F.LE.S.-4. En un sentido coincidente, Armenta Gonzélez- Palenzuela, F.J Rodriguez, Ramiver, V., Reglamento...cit, p. 199, ponen de manifiesto que la finalidad de incluiea un recluso en el colectivo F.1.E.S.~ 4/es incrementar la pioteccin del mismo. -26- C) FIES-3 (Bandas armadas). En este grupo se integran los reclusos ingresados por su relacién con bandas armadas 0 elementos terroristas y aquellos que —segtin las fuerzas de seguridad—. colaboran con estos colectivos. D) FIES-4 (Fuerzas de seguridad y funcionarios de ILPP.}, En este grupo se integran los reclusos que pertenccen 9 pertenecieron a estos cuerpos de fun- cionarios de seguridad. B) FIES-5 (Caracteristicas especiales). En este colecti- vo se integran varios grupos de reclusos: los incluidos en el colectivo ‘control directo’ que evolucionen de modo positivo; los vinculados a la delincuencia comtin de caracter internacional; los responsables 0 imputados por delitos contra la libertad sexual extra- ordinariamente violentos y que hayan causado gran alarma social; los reclusos ingresados por delitos contra el deber de prestacién del servicio militar 0 de laPs.s. El alta o la baja en el fichero se produce por decisién de la DGIP, de oficio 0 a propuesta de los centros. EI mayor desarrollo de la regulacién dei régimen cerrado en el RP 1996 Ilev6 aparejada una normativa sobre el RILE.S. més parca que las circulares de 1991 en la fijacién de condicio- nes regimentales de los reclusos, soslayando de este modo en parte las fundamentadas criticas sobre Ja inadecuacién de} ins- trumento normativo empleado para limitar derechos de los reclusos**. No obstante, se siguen incluyendo en esta sede nor- mativa disposiciones que suponen una restriccién objetiva de las condiciones de vida de los reclusos integrados en el fichero. 35. Cf. Aymerich Cano, CLL, “Révime. .cit,, p. 94. Esta polémica legs inclu- s0 al Congieso de los Diputados en varias ocasiones. Valga como referen- cia la proposicidn no de ley presentada por el G.P. Popular el 26 de abuil de 1994, mnstando al gobierno a regular el régimen aplicable a los reclusos FLLE.S. en normas con rango reglamentatio. -27- La circular 21/96 exige que, con cardcter general y apli- caciGn a todos tos reclusos incluidos en alguno de los colectivos del fichero, se comuniquen puntualmente a la Subdireccién General de Gestién Penitenciaria determinados datos, entre los que cabe citar: a) las propuestas de excarcelacién defin: concesién de la libertad condicional; b) excarcelaciones para traslado a otro centro, al hospital 0 a un 6rgano jurisdiccional para la realizacién de diligencias; ¢) acuerdos 0 resoluciones de Jos érganos competentes con relevancia penal (apertura de nue- vas causas, condenas, etc.) o penitenciaria (sanciones, cancela- ciones de Ias mismas, destinos, intervencién de las comunica- ciones, clasificaciones), d) comunicaciones con letrados, con identificacién de los mismos; e) solicitudes de permisos con indicacidn del domicilio de residencia, antes de que sean estu- diadas por el equipo técnico; f) resoluciones de los JVP 0 de las AP que resuelvan quejas de los reclusos. Las consultas médicas externas, 0 las internas con facul- tativos ajenos a la institucién penitenciaria, deben ser solicitadas con 7 dias habiles de antelacién a la Subdireccién General de Sanidad Penitenciaria, con indicacién del servicio sanitario o del facultativo que la va a realizar. El colectivo FLE.S.-1 (CD) coincide —al menos, segtin la letra de la normativa apiicable— en su dmbito subjetivo de aplicacion con el régimen de cumplimiento en departamentos especiales. De este modo, la circular 21/96 recoge disposiciones sobre régimen cerrado y departamentos especiales que vienen a complementar la normativa legal y reglamentaria®, y que resul- tan aplicables a los ELE.S.-1 (CD). Asi, respecto de este colectivo de reclusos considerados como especialmente peligrosos y conflictivos, la circular 21/96 afiade, entre otras medidas: 36. El cardcter complementario de la circular 21/96 respecto de las condiciones de las modalidades de vida del régimen cerrado es reconocidlo por la propia circular, que explicita la finalidad de control y seguridad de esta normativa, -28- - Obligatoriedad de inspecciones cculares periddicas. Las rondas nocturnas deberdn ser periddicas, sin que entre una y otra medie mas de una hora. - Obligatoriedad para los reclusos de situarse en el fondo de la celda y con las manos visibles cuando el funcionario haga acto de presencia. - Obligatoriedad de que el recluso sea acompafiado por lo menos por dos funcionarios cada vez que salga de la celda, - Comunicacion diaria al jefe de servicios sobre cache- os diarios ¢ incidentes protagonizados. ~ Cambios periédicos de celda”. - S6lo dispondran en su celda de la ropa y enseres mini- mos para uso diario. Su cambio se realizard tras un cacheo minucioso de lo entregado y de lo recogido. Podrdn disponer en Ja celda de dos libros, dos revistas 9 periddicos y, si cursan estudios, del material diddcti- co necesario. - Si bien pueden utilizar el servicio de economato, no se les permitiré la adquisicin de productos que por su contenido o forma conileven riesgo para Ja seguridad. - La distribucién de comida se realizaré por un recluso- auxiliar, previamente cacheado, a través del pasa-ban- dejas de la celda, tras el correspondiente cacheo de los alimentos, En materia de comunicaciones, la circular 21/96 dispone con cardcter general que estos reclusos podran hacer hasta 2 Ia- madas telefSnicas semanales, que gozaran de comunicaciones intimas y familiares en las mismas condiciones que los demas 37 Santisteve Roche, ‘drceles: zTiatamiento o exterminio?”, en Pandptico, n°2, 1996, p. 29, habla de una media de un cambio de celda cada diez dias. -29- reclusos y que podrén utilizar una radio de su propiedad, asi como una TY de su propiedad, salvo que Jo limite la junta de tra- tamiento por razones de seguridad y buen orden del centro. No obstante, puede procederse a la intervencién de las comunica- ciones de este colectivo de reclusos, que se fundamentard en razones de seguridad. Esta fundamentacién en razones de segu- ridad y la consideracién de los reclusos aludidos como extrema- damente peligrosos determina que en la practica la intervencidn de las comunicaciones sea un hecho mds normal que excepcio- nal. Del mismo modo, esta relacién entre fundamento de la intervencién de las comunicaciones y calificacidn de los reclu- sos integrados en fos departamentos especiales y en el F-LE.S.- 1 (CD) influye en el hecho de que la intervencién sea general- mente de caracter indefinido, renovandose trimestral 0 men- sualmente. En cuanto a las comunicaciones escritas, la interven~ cién supone que se remitird semanalmente a la coordinacién de seguridad (DGIP) fotocopia de las cartas recibidas 0 enviadas con su sobre. Si en e] plazo de 15 dfas no hay notificacién en contrario, se procederd a entregar Ia carta al recluso 0 a enviarla asu destino, De este modo, como es evidente, en el mejor de los casos las comunicaciones escritas de los reclusos son retrasadas més de dos semanas. Las comunicaciones orales serdn grabadas, remitiéndose al dfa siguiente la cassette a la DGIP, con identifi- cacién de los intervinientes en la comunicacién. Asimismo, las comunicaciones por locutorio tienen que ser solicitadas con antelacién a la DGIP. La contestacién suele tardar entre mes y medio y dos meses. Si es positiva mantendré su validez durante 3 meses, pero pierde tal validez si se produce un traslado de cen- tro. Respecto de las publicaciones recibidas, se remitirdn a la DGIP los originales de las que carezcan de depésito legal o “atenten contra la seguridad del establecimiento”, que serén devueltos con las indicaciones que correspondan. Respecto de las publicaciones que no retinan estas caracterfsticas sélo se remitira refacién mensual con indicacién del remitente. En materia de conducciones, el apartado 21 de la circu- lar 23/96 dispone que antes de la salida del recluso se procede- -30- r4aun cacheo minucioso. Si con el mismo se detectase la pre- sencia de objetos prohibidos, se conminaré su expulsién me- diante flexiones 0, como alternativa, se mantendré al rechiso esposado durante el transcurso de la conduccién. Antes del ingreso en el nuevo centro, se revisard la celda de recepcién y volveré a ser cacheado minuciosamente. Ademis, se comunica- rd la peligrosidad de! recluso a las fuerzas de seguridad respon- sables de la conduccién, a los centros de destino o transito y, en caso de traslado para diligencias penales, al 6rgano jurisdiccio- nal en el que las mismas vayan 4 desarrollarse. Si bien éste es el marco normativo que regula e] cumpli- miento de fa pena de prisién de los reclusos internados en depar- lamentos especiales incluidos en el colectivo F.ILE.S.-1 (CD), tanto los relatorios de los propios reclusos como exhaustivos informes recientemente aparecidos sobre la situacién actual de Jas cérceles documentan Ja existencia de otras circunstancias relevantes que determinan las condiciones de vida de este colec- tivo. Asi, e] Informe elaborado por la Asociacién pro Derechos Humanos (APDH)* y el conocido trabajo Mil Voces Presas* ponen de manifiesto circunstancias de cumplimiento como tas siguientes: a) en muchos casos no se respeta el minimo de 3 horas diarias de patio; b) en algunas prisiones la salida al patio se hace esposado®, c) en cuanto a las condiciones arquitect6ni- cas de las celdas, se documenta que, atin con la mejora experi- mentada en los tiltimos afios, las mismas cuentan con una doble puerta —la normal y Ja de barroles de hierro de seguridad—, mientras que las ventanas en muchos casos estén cubiertas por 38 Vid. Asociacién pro Derechos Humanos, huforne sobre fa situacidn de las prisiones en Espana, Madud, 1999, p. 436 y ss. 39 Vid. Rios Martin, J.C/Cabrera Cabrera, P.J., Mil..cil., p. 95 y ss. 40 Los autos de 7/X/1991, del IVP de Sevilla; de 20/11/1992, del IVP Badajoz, de 31/VIIV 1993 del JVP de Valladohd, entre otros, rechazan esta utilizacién generalizada e indiscriminada de las esposas, entendiendo que, como medio coercitivo que es, su empleo debe quedar restringido a los excepcionales easos en que se den verdaderas alteraciones regimentales, en la linea de Jo preceptuado por el art. 45 LOGP. -31- una chapa metélica con pequenos agujcros para ventilacién; es frecuente Ia existencia de argollas para facilitar el esposado a la cama del recluso; d) los patios de estos médulos suelen estar cubiertos también por verjas metdlicas que dificultan la visién del cielo abierto; ¢) la primacia respecto de estos internos de 1a seguridad sobre el tratamiento determina que en muchos casos los profesionales no visiten practicamente nunca estos médulos, lo que dificutta la posible progresién de grado incluso en los casos en que transcurran largos perfodos sin que el recluso reci- ba sanciones disciplinarias; f) su acceso a actividades deportivas © talleres es también casi nulo", con Io que en la practica los reclusos non disfrulan de Jas tres horas diarias de salida de fa celda para la realizacién de actividades programadas que prevé el art. 93.1 RP; g) sus condiciones de vida se ven agravadas por el frecuente alejamiento del Jugar de residencia de sus familia- res, asf como por la inaccesibilidad de organizaciones ciudada- nas a estos médulos*. No parece razonable concluir esta revisién de las condi- ciones de cumplimiento de los reclusos destinados a departa- mentos especiales e incluidos en el colectivo FLE.S.-1 (CD) sin hacer una mencién, siquiera breve, a la existencia de multitud de denuncias de malos tratos fisicos, humillaciones y vejaciones de diversos tipos formuladas por estos rechusos. Con independencia de otras consideraciones, a nadie se le oculta que la situacién de aislamiento e incomunicacién que se vive en los departamentos especiales favorece la existencia de una sensacién de impunidad gue puede facilitar !a aparicién de estos comportamientos*. Al Asi lo pone de manifiesto también Martinez de la Concha Alvarez del Vayo, R., “Clasificacid . 42. Bl Informe de la APDH Ilama la atencién sobre In situacién especialmente dura de tas reclusas en primer grado, que por su escaso mimero (segdn datos oficiales de la DGIP, el 28 de febrero de 2001 habia en las eareeles espaiio- Jas 53 reclusas en primer grado, frente a 865 1eclusos), suelen estar siempre solas (cft. Asociacién pro Derechos Humanos, fuforme..cit., p. 439). 43 Vid., sobre todo ello, Rios Martin, J.C/Cabrera Cabrera, PJ., Mil..cil., p 404 y ss.; Santisteve Roche, + p.27y ss., ast como los -32- 3. VALORACION DEL REGIMEN DE VIDA DE LOS RECLUSOS DESTINADOS EN DEPARTAMENTOS ESPECIALES E INCLUIDOS EN EL COLECTIVO. FLE.S.-] (CD) Vaya por delante que, a mi juicio, existen multiples razo- nes para mantener una posicién critica con el régimen normati- vamente delineado para los reclusos destinados a departamentos especiales e incluidos en el F.I-E.S-1 (CD), asf como para sumarse a las voces que, desde diferentes 4mbitos, han venido pidiendo la supresién del fichero y de las condiciones de vida penitenciaria que Neva aparejado. No es el objetivo de este tra~ bajo exponer un catélogo completo de las razones que funda- mentan esta posicion, que por lo demas han sido ya esbozadas por diversos analistas“. El objetivo, més modesto, es centrarse en tres argumentaciones centrales que avalan la posicién critica expuesta. A) En primer lugar, el régimen de cumplimiento en de- partamentos especiales y el sistema F.LE.S. vulneran el princi- pio de legalidad, al disefiar un conjunto de restricciones y medi- das de control que conforman materialmente un nuevo régimen penitenciario no previsto ni en la LOGP ni en el RP“. En con- creto, vulneran la garantia de ejecucion penal integrante de este principio basilar del ordenamiento juridico (art. 25.2 CE, 3.2 CP informes elaborados por los intemos E.LE.S.-1 (CD) de los centros peni- tenciarios de Villabona, Valdemoro, Villanubla, Badajoz y Bonxe, incluidos en el n* 2 (1996) de la revista Pandprivo (p. 32 y ss.), 44 Al respecto puede cfr, por todos, Rios Martin, J.C., “Las ficheras...cit. 4S Cir, Aymerich Cano, C.L., “Réxime...cit., p. 94 106; Ferniindez Arevalo, 1 régimen...cit, p. 349; Pérez Yaiiez, E., “Principia...cit, p. 183; Rios Martin, J.C., “Los ficheros...cit,, asf como los autos IVP Valladolid, do 31 de agosto de 1993; JVP Badajoz, de 8 de agosto de 1994; 503/98, de 6 de mayo, AP Madrid, los acuerdos de la VU reunién de jueces de vigi- lancia penitenciaria (Madrid, septiembre 1993) y la propia Memoria de la Fiscalfa General del Estado de 1993. 33. y 2 LOGP), que exiiende [a reserva de ley hasta la ejecucisn de fas penas. No cabe minusvalorar la relevancia de esta vutnera- cién. Expuesto de forma sintética, ef principio de legalidad es una garantia derivada de la naturaleza democratica del Estado, ¢n fa medida en que determina la competencia exclusiva del poder legislativo —en tanto que poder con una legitimidad democratica directa— para regular las condiciones de exigencia de responsabilidad penal. Ademés, el principio de legalidad es presupuesto necesario de la eficacia de diversas garantfas inhe~ rentes al Estaclo de Derecho, que se encarnan en torno a la idea de seguridad juridica®, La gavantia de ejecucién inherente al principio de legali- dad penal no imptica, sin embargo, que quede vedada de forma absoluta la inlervencidn reglamentaria en esta materia. Se admi- te en gencral pacificamente la posibilidad de desarrollo regla- mentario de las condiciones de ejecucién de las penas privativas de libertad”. Desde este punto de vista, hay que considerar, en primer término, que a normativa reguladora del sistema ELE.S. y las disposiciones que perfilan el régimen cerrado no tienen rango reglamentario, sino que —como se mencioné ya— se articulan en circulares e instrucciones, Estas normas crean en la practica un régimen nuevo, tensionando en exceso el principio de legali- dad, lo que resulta inadmisible incluso aunque se acoja la tesis 46 Cli, por todos, Luzén Peiia, D-M., Curso de Derecho Penal Parte General 1, Mathid, 1996, p. 81 y sy (31 y En relaci6n con el principio de seguridad jurfdica, consagrado por la CE {art. 9.3), no parece irvelevante el hecho conacido de que en multiples casos Jos reclusos incluidos en el F.LE.S. han manifestado desconocer esta inclu- sidn 0 las consecuencias que tal inclusién comportaba, por las dificultades de acceso al texto de las diversas circulares reguladoras. 47 Como planteamiento paradigmitico en este sentido puede cfr, Carbonell Mateu, J.C., Derecho Penal: concepto y principios constitucionales, 3ed., Valencia, 1999, p. 121, de las relaciones de sujeci6n especial. En este sentido, la cir cular 21/96 constituye una regla imperativa nueva, una decisién 48 BLTC afinna la existencia de una relacién de sujecién especial que vineula a los reclusos con Ia Adsunistraci6n penitenciaiia; esta construccign le fa llevado a flexibilizar en este: Ambito las exigencias det principio de fegali- dad (vid., en general, SSTC 74/1985, de (8 de junio; 2/1987, de21 de enero; 120/1990, de 27 de junio; 137/199, de 30 de julio; 57/1994, de 28 de febre~ 10; 130/1995, de 11 de septiembre; 179/197, de 29 de octubre). Sin embar- g0, In aphicacién de esta categoria al ambito penitenciario es una cuestién polémica. Por exponeilo santéticamente, en primer Iugar, Ja categorfa fue construida para un modelo estatal distante de! actaal, en el cual el Estado de Derecho se encontraba en una fase mucho més embrionaria que la presen- te. En un modelo de Estado de Derecho como el delineado por la CE 1978 no pueden existir los espacios libres del control juridico que preconiza cli. sicamente [a teoria estudiada, En segundo lugan, ta propia aplicacion de esta categoria a las relaciones en el mibito penitenciario ha sido fuertemente cuestionada por Ia doctrina [efr., por todos, Mapelli Caffarena, B, MTerradillos Basoco, J., Las consecuencias juridicus del debto, ¥ ed., Madrid, 1996, p. 114; Mapelli Caffarena, B.,“Canenido y Hinites de la privacién de libertad (Sobre la constitucionatidad de las sanciones disci~ plinarias de aislamienta)”, en Cerezo Mix, J. y Otros, El nuevo Cédigo Penal: presupuestos y fundamentos. Libro Homenaje al Profesor Doctor Don Angel Torio Lopez, Granada, 1999, p 623; Octavio de Toledo y Ubieto, E., Sobre ef concepto de Derecho Penal, Maduid, 1981, p. 298 y s.). En tercer Ingar, Ia propia jurisprudencia del TC no ha sacada todas las con- secuencias que de la utilizacién de fa categoria padrian derivarse en mate- ria de limitacién de los derechos fundamentales de los reclusos, por intere~ ses internos de la Administracién, sin plena sujecién al principio de'legali- dad; de hecho, ha procedido a un paulatino vaciamiento de sentido de la construccién (cn este sentido, vid las SSTC 57/1994, de 28 de febrero; 9711995, de 20 de junio; 143/195, de 3 de octubre; 35/1996, de LI de marzo; 48/1996, de 25 de marzo; 112/1996, de 24 de junio; 127/1996, de 9 de julio; 24/1999, de 8 de marzo). Por dltimo, ¢} propio art. 127.3 Ley 30/1992, de 26 de noviembre, de Régimen Juridico de las Administraciones Pablicas y Procedimiento Administrative Comin -LRIAPyPAC- restvinge Ja apticabilidad de estas relaciones de sujecién especial al personal al servi- cio de la Administracién y a los vinculados con ella por una relacién con- actual; categorias en las que no tiene cabida la celacién peniten- ciaria.Teniendo todo esto en cuenta, no parece que ana eventual aplicacién de la construccidn de las relaciones de sujecién especial al dmbito peniten- ciario deba conducir a admitir que la cobertura noumativa que dan el art, 10 LOGP y los aits. 89 y ss. RP sca suficiente para negar la vulneracién del principio de reserva de ley por parte de las circulares reguladoras del LES. y del régamen cerrado, Sobre todo ello, cft, Aymerich Cano, C.l., -35- de cardcter general, acompajiada de ciertas medidas de aplica- cidn”. Por ello, desborda el marco que corresponde a las circu- lares ¢ instrucciones: el de la mera eficacia ad intra de la propia administracién, como normas internas que se dirigen a los subordinados en la jerarqufa administrativa, segdn establece el art. 21 LRJAPyPAC®, Estos instrumentos normativos s6lo pue- den referirse a la organizacién interna de los servicios de Jos subsecretarios y directores generales", limitacién de la eficacia que justifica que no sean de obligada publicacién oficial. No se (rata —como se ha apuntado— de normas reglamentarias, sino de disposiciones de cardcter interno que se fundamentan en la_ postestad administrativa de mando y direccidn que corresponde a los 6rganos superiores respecto de sus subordinados®. Todo ello implica que las circulares e instrucciones no pueden inno- var respecto de las leyes o reglamentos que desarrollan, y que no poscen eficacia habilitante, por lo cual no pueden crear potesta- des que incidan en la esfera juridica de terceros. Si una circular pretende alterar, matizar o interpretar disposiciones legales o “Réxime...cit, p. (02 ss.; Martinez Escamilla, M., La suspension e imer- venciéu de tas comunicaciones del preso, Madrid, 2000, p. 43 y ss ; Mutiagorri Laguia, ¥., “Lr vigencia del principio de legalidad en et dmbi- 10 penitenciario”, en Muftagorri Lagnia, L/Rodrigues, A.M. Pinto de Miranda/Rivera Beiras, L., Legalidad constitucional y retaciones peniten- ciarias de especial sujecién, Barcelona, 2000, p. 21 y ss.; Pérez Vaiicz, E., “Principio.

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