PRIMERA PARTE: PLATONISMO, ZOROASTRISMO, GNOSTICISMO
EL DEMIURGO EN LA DOCTRINA DE PLATN
Fuente: La Ariosofa Gnstica Luciferina Vs. El Culto del Demiurgo. Por Matt Marshal l, Miembro de la Sociedad Costa Rica de la Lanza Hiperbrea. El trmino Demiurgo fue acuado por el filsofo y ocultista griego Platn para describir al creador del Universo material. Recordemos que Platn no era un filsofo ordinario, sino un profe ta mstico y espiritual. En las universidades modernas rara vez se ensea que Platn, por ejemplo, crea en la reencarnacin y que crea en una sociedad dividida en castas, donde los filsofos sabios (es decir, los lderes espirituales), gobernaran, seguidos de los guerreros, mercaderes y esclavos (la doctrina platnica en este sentido se asemeja mucho al sistema de castas predicado por el hinduismo, una re ligin aria). El platonismo, adems, predicaba que exista el mundo de las ideas, un plano espiritual superior y mstico del cual provena la verdadera esencia de las cosas, siendo el plano material una grot esca parodia del espiritual. No es raro entonces las destacadas figuras espirituales que pertenecieron al pla tonismo y al neoplatonismo, siendo una de las ms destacadas la filsofa neopltonica romana Hypatia de Alejandra, una excepcional mujer cientfica, matemtica, filsofa y poltica, que asesoraba a altos polticos de todo el Imperio Romano del siglo IV, considerada adems la mujer ms hermosa de su poca, quien se preservaba clibe. Inventora de un muy sofisticado medidor de agua, era maestra de filosofa siendo receptora d e la corona de laureles de la Academia Platnica de Atenas, el mayor galardn que poda recibir un filsofo, y d evota practicante pagana en una poca en que el cristianismo comenzaba a florecer. Hypatia fue final mente desnudada, humillada, arrastrada por las calles de Alejandra, violada, despellejada viva y l uego quemada an con vida por una hueste de cristianos fanticos al mando del obispo de Alejandra, San Cirilo que luego fuera canonizado como santo. El Demiurgo actu a travs de sus seguidores para acallar una de sus voces enemigas.