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El Puente
¿Qué fuerzas motoras impulsan a un joven
a querer transformar su entorno social?

Proyecto Anual, San Miguel Arcángel

Buenos Aires 2006

Tutor: Gustavo Vega

Coordinadora: Eugenia Spasof

Sol Giadorou
El Puente2

A Dios Verbo
y a Dios Hombre

Sol Giadorou
El Puente3

Índice
Prefacio 9-2-2009

I parte: Juventud
Introducción

Antroposofía: biografía de Rudolf Steiner y resumen


básico.

Pubertad: una mirada antroposófica.

Adolescencia: características generales del tercer


septenio, simpatía-antipatía, metamorfosis del deseo
sexual.

Armando Ideales: una imagen del idealísmo crítico.

II parte: Fuerzas Motoras


Ira

Amor: Distintos autores (Fromm, Crottogini); amor


sexual, fraternal, maternal, etc; metamorfosis de los
estados del amor.

Reflecciones propias

Amor por los Maestros: matiz sutil entre frater y


ágape.

Amor Libre: relación de la Libertad con el Amor y


su actuar en la evolución del Hombre.

Amor mutuo: ¿Qué impulsa a buscar el Amor?

Ideales

Sol Giadorou
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Eidos: la Idea como realidad espiritual y su relación


con el hombre a través de la historia.

Concepto: jerarquías en el mundo ideico, verdades


ideadas por el hombre, diferencia entre el pensar y la
reflexión.

El Eidos actual: mal uso de la palabra idea, y otras


dificultades del hombre actual para acceder al mundo
del arquetipo.

Factores limitantes: bloqueos para vivenciar el


pensar intuitivo, la posibilidad de trabajar los
miembros anímicos para desbloquear la concepción
intuitiva del ideal.

Eidos Joven: capacidad natural para vivenciar el


mundo ideico, factores limitantes en el joven, la
historia de Perceval y su relación con el idealismo
sano; un tercer tipo de idealismo crítico.

Pasado, presente, futuro: idealismo del futuro,


educación en el presente: nuestra gran responsabilidad
sobre los niños y jóvenes de hoy.

III parte: Lo Social


Impulsos sociales y antisociales

Reflexiones finales:
El Amor

Los Ideales

Lo Social

Transformación del Joven

Últimas palabras

Sol Giadorou
El Puente5

Prefacio (9 de febrero, 2009)

Durante el 2005 y el 2006, con 17 años, elaboré mi Trabajo Anual, un


proyecto de investigación, tesis final en el colegio San Miguel Arcángel.
Escribí un ensayo al que titulé “El Puente”. Como texto tiene carencias y hoy
en día redactaría todo diferente, pero me pareció interesante reflejar el punto
de vista de una joven de 17 años y su estado del alma en aquel entonces.

“El Puente” surgió como respuesta a la pregunta que guió este


Trabajo Anual: ¿Qué fuerzas motoras impulsan a un joven a querer cambiar su
entorno social? De las diversas experiencias prácticas surgieron textos con
matices personales que, a lo largo del proceso, se fueron transformando. Del
campo teórico surgieron otros textos donde expongo material ajeno
esforzándome por ser objetiva. “El Puente” intenta guiar al lector a través de
diferentes puntos de vista, familiarizándose con conceptos que lo acercarán a
los pensamientos y vivencias de una joven adolecente. Las conclusiones
siguen un hilo que subyace a lo largo del escrito, y que, debido a la falta de
claridad en algunos momentos de mi escritura, es difícil de mantener. Existen
otros textos que decidí no incluir en el libro. Son relatos de las experiencias
que iban surgiendo a lo largo del proceso, son la base vivencial de las ideas
que edifican “El Puente”. Estos textos complementarios son caóticos,
contradictorios, pero muy interesantes para quien quiera observar los procesos
anímicos de una adolescente en medio de una intensa investigación. Estos
textos pueden ser repetitivos, algunos aburridos, otros pudorosos. He decidido
compilarlos aparte, ya que no aportan al hilo de comprensión de “El Puente”.

Tres años atrás, hice la presentación de mi proyecto con una


conferencia sobre los pensamientos expuestos, y varios padres allí presentes
me pidieron el texto. Prometí digitalizarlo e imprimirlo, o mandarlo por mail,
y pasaron los meses… Nunca podía encontrar tiempo y voluntad para volver
sobre un asunto que me había costado tanto esfuerzo. Ahora he tomado un

Sol Giadorou
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poco de distancia y finalmente me encuentro capaz de organizar los textos


para entregar “El Puente” a quien tenga interés.

Muchas Gracias.

Sol Giadorou 9/2/09

Sol Giadorou
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Introducción

Quien sostenga este libro entre sus manos está invitado a dejar
todo prejuicio de lado, ya que esta tinta no habla al intelecto.

Quien quiera leerlo entero está invitado a soltar todo y pensar en


los pensamientos expuestos.

Que este libro sea sólo el puente; puente al servicio del lector y
de la Idea, para que quien desee pueda atravesarlo y regresar, para construir

Su propio puente.

Sol Giadorou
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I parte
Juventud

Introducción
Los primeros capítulos exponen reflexiones de Erich Gabert y Johannes
Bockemühl. Erich Gabert ha editado “Autoridad y Libertad en la adolescencia”, con
Editorial Antroposófica, y Johannes Bockemühl, “Crisis de la Pubertad”, con la misma
editorial. Ambos ofrecen una mirada del joven en el período de pubertad y rasgos comunes
de la adolescencia. Debido al enfoque antroposófico ellos manejan un lenguaje que quien
no se encuentre familiarizado con tal puede malinterpretar. Consideré adecuado incluir una
breve introducción a los conceptos antroposóficos, y unas palabras sobre la biografía de su
fundador.

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Antroposofía

La antroposofía es la ciencia que, desde lo espiritual, estudia al hombre en su


totalidad y en relación con el cosmos, y aplica los conocimientos de lo natural y de lo
suprasensible en las diversas áreas de la vida del hombre. El antropósofo ve el mundo
suprasensible del mismo modo que el científico biólogo mira una célula. El científico
necesita un microscopio y ha aprendido su funcionamiento. El investigador de la ciencia
espiritual ha desarrollado los órganos necesarios para captar lo anímimco-espiritual en el
hombre y en el cosmos.

La Antroposofía fue fundada por Rudolf Steiner, quien nació en Kraljevec antiguo
imperio Austro-húngaro, el 27 de febrero de 1861. Gracias a numerosos libros y 6.000
conferencias, dio a la humanidad una cosmovisión de la ciencia espiritual que abarca todos
los aspectos de la vida, el hombre, y el cosmos. Desde la Antroposofía introdujo nuevos
conocimientos en la filosofía, la medicina, las ciencias sociales. Creó la agricultura
biológico-dinámica, una forma de cultivo que respeta en armonía las fuerzas de la tierra, del
hombre y del cosmos; las escuelas Waldorf, educación hacia la libertad; y la pedagogía
curativa, ambas basadas en un profundo conocimiento del hombre. Innovó rasgos de la
arquitectura, hizo aportes en la música, la escultura, la pintura, el teatro, la formación del
habla, y creó la Euritmia, un nuevo arte del movimiento. Dio también las bases para la
renovación del culto cristiano, creando “la Comunidad de Cristianos”.

Tres años después de haber erigido el Goetheanum, que hoy existe como
Universidad libre para el estudio de la Ciencia Espiritual, en Dornach, Suiza. Allí
desencarnó un 30 de marzo de 1925. Desde entonces la Antroposofía es un constante
florecer en diferentes ámbitos culturales, y su obra se ha expandido por el mundo.1

1
Esta biografía fue extraída del libro Teosofía, Editorial Antroposófica en el año 2004, traducido por Juan
Berlin. Teosofía es uno de los libros más importantes escritos por Rudolf Steiner.

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Resumen básico del Hombre


según la Antroposofía

Los tres cuerpos del hombre.


En la entidad humana es posible percibir cuatro organizaciones: los tres cuerpos y
el yo. Los tres cuerpos son cuerpo físico, cuerpo etérico y cuerpo astral.

El cuerpo físico está compuesto por la forma y la materia. Materia es todo lo


perceptible por nuestros sentidos físicos, la forma no puede verse con una conciencia
ordinaria. La materia se renueva constantemente y la forma es la que organiza la materia de
una determinada manera para vernos como nos vemos físicamente. El cuerpo físico es lo
que el hombre comparte con el reino mineral, vegetal y animal. Todo lo que podría verse
como muerto, lo que tienen en común una piedra, un cadáver y el hombre es el cuerpo
físico. Este cuerpo es de estructura mineral y es regido por las mismas leyes que gobiernan
el mundo material de la naturaleza.

El cuerpo etérico o cuerpo de vida es lo común en el hombre con todo lo viviente.


Este cuerpo es quien se opone a la desintegración del cuerpo físico. Cuando este cuerpo de
vida abandona al ser, su cuerpo físico comienza a desintegrarse o pudrirse. Al igual que el
cuerpo físico, sirve al ser humano, al animal y a la planta entre el nacimiento y la muerte,
dándoles la vida. En la constitución del hombre representa el reino vegetal. Las fuerzas
etéreas son las fuerzas solares que determinan entre otras cosas el crecimiento y la
procreación del ser vivo. Por ser de naturaleza suprasensible no puede ser visto con los ojos
físicos, mas quien haya desarrollado el “ojo” anímico-espiritual lo observará con claridad.

El cuerpo astral o conciente es el portador de lo anímico, no lo anímico mismo. Es


el cuerpo sobre el cual se estructura lo anímico de la siguiente forma: el cuerpo anímico que
es como la vaina de la espada es la envoltura exterior del miembro anímico más bajo, el
alma sensible. El alma sensible, donde se genera placer, dolor, simpatía, e impulsos, es
como la espada que se inserta en esta vaina denominada cuerpo anímico. Ambas- el cuerpo

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anímico como estructura exterior y el alma sensible dentro de él-forman un todo, y ese todo
es el cuerpo astral. El cuerpo astral es quien permite expresar lo anímico, actúa como
vehículo entre el mundo anímico y el físico, y es común a todos los animales y al hombre,
es decir a los seres que tienen cierta forma de conciencia. El cuerpo astral causa el
movimiento y la posibilidad de sentir, está ligado con las emociones, las pulsiones
instintivas, y también es quien capta las sensaciones del mundo. Este cuerpo astral, que el
hombre tiene en común con el reino animal, se retira durante el sueño, para recuperar sus
fuerzas en el plano astral y luego volver renovado al cuerpo físico, al día siguiente.

Tres miembros conforman la corporeidad humana: cuerpo físico, cuerpo etérico y


cuerpo astral. El cuerpo astral, es en parte cuerpo y en parte alma: cuerpo anímico y alma
sensible. El alma tiene tres esferas o miembros: alma sensible, alma racional, y alma
consciente. Cada alma tiene cualidades específicas que el hombre puede desarrollar
trabajando en ellas. El alma sensible es el primer miembro anímico. Cuando el individuo
aún no es consciente de que puede modificar sus instintos, pasiones y apetitos, el yo crea el
alma sensible en el cuerpo astral. El alma sensible transforma en vida interior anímica, en
sensaciones, lo que el cuerpo físico recibe como percepción. La percepción se transforma
en sensación en el alma sensible en el instante en que el hombre percibe. En el alma
sensible se encuentran las representaciones, la vivencia interior, las simpatías y antipatías,
los sentimientos y las sensaciones que tiene el individuo frente a las cosas.

El segundo miembro del alma es el alma racional o afectiva; abarca la memoria y el


intelecto inferior. Es generado en el cuerpo etérico por el trabajo consciente del yo. Cuando
el alma sigue elaborando los estímulos del mundo exterior el hombre vivencia el alma
racional o afectiva. A veces lo que ocurre en el mundo se continúa luego en la interioridad,
pero no ciegamente como en el alma sensible, sino conformando reflexiones sobre lo que
ocurre en el mundo; mediante la vivencia del alma racional se estructuran pensamientos,
como juicios, formando la estructura total del alma racional.

El principio constitutivo más elevado del alma humana es el alma consciente.


Gracias a ella nuestra facultad afectiva, de juicio, se concierte en saber sobre el mundo. Por
medio del alma conciente nos convertimos en hombres sapientes, cognoscentes. El alma
conciente, autoconciente, se desarrolla alcanzando el saber del mundo y de sí misma,
mediante el pensar. Este pensar tiene como cualidad estar impregnado de las fuerzas
volitivas y del sentimiento, en la voluntad la entrega y en el sentimiento el amor, este
pensar puro penetra el mundo suprasensible, intuye ideales, y vive en la unión del alma
conciente con el espíritu humano. Con este pensar intuitivo y ético nace el elemento eterno
en el alma, como lo es el bien, la verdad, la parte inmortal del alma. El alma consciente es
el elemento eterno y luminoso que nace del alma. Es el núcleo de conciencia humana, la
conciencia del Yo.

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El cuerpo anímico del hombre está compuesto por tres almas que maduran y
adquieren cualidades y son: alma sensible, alma racional y alma consciente.

En el interior del cuerpo anímico se sitúa aquello que vive tan sólo en el hombre,
situándolo en la corona de la creación terrenal y diferenciándolo de los minerales, vegetales
y animales y lo nombraremos como: el Yo. El Yo humano es un misterio velado, incluso
para el clarividente. Mucho se ha caracterizado pero nunca pudo ser definido con claridad
ya que es un misterio que cada hombre devela en sí mismo a medida que evoluciona. El Yo
es la manifestación humana individual, en la cual se impregnan los resultados de vivencias
profundas de la vida terrenal, para su evolución individual a lo largo de diferentes
encarnaciones en la tierra. El Yo es quien trabaja para la formación de cada cuerpo, está
antes del nacimiento, y nunca muere; es lo que queda del hombre cuando su cuerpo físico
se desintegra para unirse a la materia, la fuerza etérica se diluye integrándose en el plano
etérico y sucede algo similar con el cuerpo astral. El Yo, en cambio, es lo eterno en el
hombre. Dentro del Yo vive como germen Humano el espíritu del hombre, que puede o no
manifestarse en él. Este Yo es la manifestación divina o Crística, y vive como posibilidad
de ser expresada para cada hombre. Sin embargo la conciencia humana ordinaria percibe un
reflejo de ese Yo, un yo inferior. El yo inferior depende de la autoconciencia del individuo.
Este yo inferior, reflejo del yo superior, es también llamado ego, es un sustituto del Yo
cuando la conciencia del individuo aún no puede abarcar al Yo. Este Yo vive en el hombre
como germen, y también fuera del hombre en el mundo espiritual, como “estrella guía”. En
su desarrollo evolutivo el hombre va transformando su yo inferior o ego, para lograr que
éste sea penetrado por el Yo. El Yo actúa inconscientemente en el desarrollo del cuerpo
físico, etérico y astral, la autoconciencia es un proceso que se lleva a cabo durante la vida,
es la identificación del yo inferior-ego, con el Yo. Mediante la conciencia del ego el
hombre se autodetermina “yo”, y gracias a la conciencia puede desarrolla cada vez más lo
que percibe en sí mismo como “yo”, haciendo que se torne cada vez más parecido al Yo, es
decir que exprese o encarne cada vez más su esencia verdadera. El Yo no se encarna del
todo en el nacimiento, va penetrando la materia a lo largo de la vida; este proceso está
ligado a varios factores, se percibe como espiritualización de la materia. Esta transición del
yo inferior-ego, al Yo, puede generarse a partir de la autoconciencia, con un trabajo del
individuo sobre sí mismo, y con el desarrollo del hombre para percibir el Yo. El hombre se
vuelve conciente de su Yo mediante la conciencia intuitiva, tal nivel de profundidad es de
índole espiritual, por lo tanto el Yo es quien intenta ligar espíritu y materia, penetra en la
materia para transformarla.

El Yo está situado dentro de las tres almas; el ojo clarividente lo percibe como un
santuario velado, ya que es, por lo pronto un misterio, y nadie puede penetrar el verdadero
Yo ajeno. El Yo se percibe de un color azulado, centelleante, como el azul en la llama de
una vela. El clarividente reconoce que es el Yo pero no puede penetrarlo. Esto que ve es
llamado cuerpo yoico. En su interior, se enciende el miembro espiritual del hombre. El

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espíritu, al igual que el miembro anímico se compone a la vez por tres miembros
espirituales. Sólo un miembro está ligado con el alma humana. Es el miembro inferior del
espíritu, Yo Espiritual, y penetra la región anímica superior: alma consciente, de manera
similar a cómo el alma sensible y el cuerpo anímico forman un miembro en conjunto, el
cuerpo astral. Los dos miembros espirituales restantes están desarrollados en el hombre
sólo como disposición, es decir como objetivo, como germen del ser humano. Fueron
nombradas como: Espíritu de Vida y Hombre Espíritu. Estos tres nombres son la traducción
de lo que denomina la filosofía oriental como Manas, Buddhi y Atmá. Estos tres miembros
se encienden como una llama espiritual en el centro del Yo humano, y son: Yo Espiritual,
Espíritu de Vida y Hombre Espíritu.2

2
Los conceptos e ideas aquí plasmadas fueron extraídas de diversas fuentes, entre ellas la tierra como escuela,
de Roberto Crottogini, Metamorfosis de la Vida Anímica, de Rudolf Steiner, Teosofía, del mismo autor, una
conferencia de Rudolf Steiner sobre la entidad humana, pronunciada en Berlín, 23 de octubre de 1904,
Filosofía de la Libertad de Rudolf Steiner, y conversaciones con maestros y alumnos de la escuela Waldorf
San Miguel Arcángel, y sobre todo lo aprendido en un curso de Antroposofía en la casa Steiner, Donado y
Sucre, con la antropósofa Úrsula, iniciada en los estudios de la Ciencia Espiritual con Hans.

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Pubertad y Adolescencia

a Marina
y a Martino

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Pubertad

Cada siete años se producen cambios significativos en la vida del hombre. Cuando
hablamos de septenios no nos referimos a algo rígido y estricto sino a ciclos que se
cumplen alrededor de cierto número de años. Quise caracterizar el tercer septenio, de 14 a
21 años, y el siguiente, de 21 a 28, con algunos rasgos generales.

El primer septenio transcurre entre el nacimiento y el cambio de dentición. La


siguiente etapa de años escolares hasta la madurez sexual del niño o niña empieza a los
siete años, aproximadamente, cuando “nacen” las fuerzas vitales (cuerpo etérico), lo que le
da cierta independencia. Y un tercer ciclo, hasta llegar a ser mayor de edad, a los 21. La
adolescencia también es un nacimiento.

Cuando el niño cambia sus dientes de leche se vuelve maduro para aprender,
desarrolla sus sentidos para la percepción del mundo, de los hombres y de sí mismo.
Alrededor de los 10 años llega a la estabilización del sistema rítmico, porque el latido
cardíaco y la respiración alcanzan una relación: madurez respiratoria. El niño obtiene,
desde su sensibilidad profunda, la capacidad de diferenciar lo bueno y lo malo, lo verdadero
y lo falso, una especie de madurez afectiva. Luego una madurez terrenal, para el encuentro,
para las acciones, con sus revoluciones y cambios; son el comienzo de procesos de
maduración para la adolescencia. De esto se trata la pubertad, el niño reconoce que es
diferente del mundo. En pocos meses “aparece” en él una persona nueva. Ese ser se
experimenta como “joven”, asombrándose de sí mismo. Su cuerpo se transforma y surgen
aspectos notorios que lo diferencian del sexo opuesto. Toma conciencia de la separación de
los sexos, siente que algo falta y surge en él la necesidad de complementarse con el sexo
opuesto. Las atracciones son fuertes y confusas. El joven vive la vergüenza, la culpa, la
desnudez, y empieza a separar la vida interior de la exterior.

Los niños varones desarrollan caracteres angulosos en el cuerpo. Se vuelven rudos,


torpes, brutos, ya que, debido al estirón, aparecen nuevas proporciones en el cuerpo. El
dominio de estas relaciones de equilibrio, al principio, les genera dificultades. La voz se
quiebra hasta una octava más abajo, crecen los órganos sexuales y eyaculan por primera
vez. Anímicamente se cierran, suelen sentirse raros.

En las niñas la madurez provoca despliegue. El cuerpo se redondea, la voz baja una
tercera, con una modulación diferente. Menstrúan. Conquistan un gesto más comunicativo,

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relajado y abierto. Crecen pelos, empiezan a aparecer expresiones de carácter, rasgos


propios. Pero aún los rasgos individuales-personales son débiles. Buscan la moda: cómo se
muestran en un grupo, o cómo se aíslan. Importa el peinado, la ropa, ya sea exótica para
resaltar o de moda para pertenecer. La “joven-púber” o preadolescente se crea un ambiente
propio: perfume, adornos, decoración. En cierto sentido es como un escondite transitorio,
para no tener que mostrar aún algo personal.

El ánimo lleva a extremos las acciones desbaratadas, impulsivas y sin control, con
estados de desaliento y tristeza. Se mezclan acciones llenas de fuerza y estados de letargia
total. Se es cuidadoso o descuidado con el entorno. Pero todo esto antes mencionado es sólo
una imagen externa, y muchas veces da lugar a confusiones.

Estas modificaciones son el resultado de enormes transformaciones internas. En este


sentido lo corporal es una imagen refleja del alma.

En la pubertad, lo anímico llega a tener una dimensión propia, aún sin demasiados
matices personales. A medida que esta vida anímica se va separando de la unión con lo
familiar, adquiere cierta independencia. Da lugar a experiencias nuevas y desconocidas, y
el joven puede sentirse tan desvalido como un recién nacido.

Esta nueva sensación de independencia autosuficiente está plagada de


contradicciones. Por un lado, el púber siente en su interior la libertad y por otro, empieza a
verse solo frente a la vida. Donde antes era llevado y dirigido ahora camina, y solo.

La implacable necesidad de libertad muchas veces produce la sensación de


aislamiento. Los sentimientos son como un torbellino arrasador, una tempestad oceánica.

En lo anímico se ven movidos de un extremo al otro, entre el dolor de la soledad y


el viento entusiasta de la libertad individual. Los preadolescentes vivencian múltiples
estados de exaltación y confusión. Surgen fuerzas comparables a lo devastador en el poder
del fuego. Johannes Bockemuhl también confronta lo que vive en el alma adolescente con
la extraordinaria fuerza ígnea de un pajar ardiendo: “… el increíble calor, la energía y
fuerza destructiva que emana de él. (…) ¿Qué es lo que se quema en un viejo pajar? Es la
fuerza acumulada del sol que se almacena en forma de heno…” se quema el cariñoso aroma
de los prados, la caricia maternal de flores bellas. Pero en un pajar hay también ruecas,
suciedad, paja vieja. Hay desilusiones, dolor estancado, elementos inservibles, cadáveres.
¡Todo arde!

El joven púber vivencia la destrucción de lo antiguo y la construcción de lo nuevo.


La búsqueda de las barreras de la experiencia, el reconocimiento de las propias dimensiones
del alma.

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Algunos impulsos tienden a mirar afuera, todo en el mundo los atrae, los asombra,
pero más fuerte es el gesto de antipatía, que los obliga a separarse del mundo exterior para
explorar el desconocido mundo interno. Esto es necesario para que la persona pueda
desarrollar autonomía. La antipatía y la simpatía se manifiestan como gestos primordiales
del encuentro, de la relación yo-mundo. El joven tiene la necesidad de entregarse al entorno
y regresar a sí mismo para aprender a equilibrar estos impulsos, pero generalmente cae en
algún extremo. Entregarse al mundo de los otros (exceso de simpatía), eliminando las
barreras entre el exterior y su individualidad. Este gesto provoca una búsqueda
desenfrenada de placer, deleites y gozos; una dependencia enfermiza (drogas, fiesta, sexo,
alcohol, televisión, viajes, deportes extremos, arrebatos de ira, enamoramientos, Internet,
entre otros).

El otro gesto está relacionado con la fuerza de la antipatía; el joven puede retirarse
del mundo con la nueva capacidad reflexiva, evitando así los encuentros y las experiencias,
con actitudes rencorosas, destructivas, o de aislamiento. Si en la niñez no pudo desarrollar
debidamente la unión cariñosa con el medio ambiente, las fuerzas de antipatía suelen surgir
con mayor énfasis durante la adolescencia . “La fuerza de antipatía, cuya misión era la de
causar la independencia en equilibrio con las fuerzas de simpatía formadas con
anterioridad, domina el campo”. Esta fuerza, además de todo el daño antes mencionado, es
uno de los orígenes de los problemas sexuales. El exceso de las fuerzas de antipatía, debido
a la debilidad afectiva puede producir también el anhelo de dominar a los demás, de ejercer
el poder, y genera en él la sed de percibirse a sí mismo a toda costa. “El poder que se ejerce
sobre los demás sirve de espejo para la auto percepción”. (Erich Gabert).

Estas tendencias extremas suelen ser problemáticas, aunque, en general, el joven


oscila de un extremo al otro.

Durante el período de pubertad surgen experiencias dolorosas. Por ejemplo todo


aquello que parecía bello ahora se muestra con imperfecciones, lo fácil se vuelve de pronto
difícil. Mucho de lo que solía realizar con naturalidad durante la niñez ya no puede hacerlo,
por ejemplo pintar, hacer música o euritmia. Su cuerpo nuevo y desproporcionado genera
un movimiento espástico o torpe. Su relación con el mundo adulto se ve afectada: ya no
puede dirigirse a ellos con naturalidad, aunque necesite más que nunca compartir con ellos
una charla. A veces siente dolor por eso, otras, extremando su actitud, experimenta
repulsión y rechazo indiscriminado a todo quien se acerque. A veces todos se vuelven para
él ingratos, intolerables, y por momentos no puede soportar nada. Si bien ansía la compañía
humana, el muro que lo aísla es difícil de penetrar, y en estos casos percibe que su vínculo
con el mundo no es el mismo. No sabe por qué, pero se siente obligado constantemente a
buscar la soledad, a encerrarse. Ahora vivencia algo en su interior, y le es imposible
compartirlo con los demás. Lo que antes era una puerta abierta al mundo, está cerrada,
nadie puede penetrar su intimidad. Paralelamente se abre un espacio interior, un elemento
autónomo, donde vive algo propio que no se halla en conexión con el mundo externo. El

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pudor surge como membrana separadora, como envoltura protectora de todo aquello que
empieza a germinar en la interioridad del alma. Erich Gabert describe: “la emancipación y
desprendimiento de las anteriores conexiones anímicas con el medio ambiente y con los
demás hombres”. Rudolf Steiner llama a este suceso “nacimiento de lo astral, de lo anímico
en el hombre”.

La ruptura de la anterior unión cariñosa con todo el medio es lo que permite al


adolescente percibirse como individualidad. Esta separación causa dolor, repulsión y
sentimientos de antipatía.

Las fuerzas de antipatía tienen también otro gesto: cuando el adolescente se dirige
hacia el mundo nota que las cosas se han distanciado, puede percibirlas ahora con mayor
claridad. Algo en él se despierta. La anterior unión cariñosa con el mundo era inmediata,
íntima pero brumosa y poco consciente. Antes estaba en el mundo ahora frente a él. El
joven puede más que vivir el mundo; ahora puede contemplarlo. Sólo al tomar distancia de
lo exterior es capaz de adquirir la capacidad de juicio. Con esta nueva facultad prepara las
bases de su futuro pensamiento creador. Elabora la representación, tiene algo frente a sí.
Gracias al enfrentamiento el adolescente podrá vislumbrar la claridad en su conciencia
adulta.

Todo el dolor y oscuridad resplandece de pronto cuando logra relacionar fenómenos


hasta entonces inconexos y así entenderlos. Tiene la sensación de que a pesar de todo,
aumenta la claridad, fuera y dentro de él, cuando comienza a conocer las cosas. Para el
joven, la sensación de conocimiento es muy vigorizante, y otorga sentimientos de
autonomía y libertad interiores, a las cuales puede acceder gracias al pensar. Entonces hay
dos gestos que vienen juntos: el cerrarse al mundo gracias a las fuerzas de antipatía y la
emancipación e iluminación interiores. Si ambos gestos se coordinan debidamente, el joven
crece sano y puede prepararse para ingresar al mundo adulto.

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Adolescencia

Ser adolescente no significa tener de x a y años de edad; la adolescencia es un


proceso de emancipación del cuerpo anímico, y tiene consecuencias en lo físico.

Me gustó la idea de profundizar los cambios que se generan en el tercer septenio


desde una mirada antroposófica, capaz de complementar lo anteriormente descrito e
iluminar ciertos hechos fundamentales en el desarrollo del joven, y así contemplar una
visión más clara del hombre.

Septenio del Cuerpo Astral


La observación de las características generales del tercer septenio (14-21) servirá
para profundizar ciertos aspectos significativos de la adolescencia. Este capítulo describe lo
que sucede a los catorce años con el cuerpo astral y también con dos polos presentes en el
cuerpo: el polo neurosensorial y el polo metabólico-motor.3

El polo neurosensorial tiene que ver con la quietud-la cabeza-, y el metabólico-


motor con el movimiento, con la pelvis.

El joven, durante el tercer septenio, está en etapa de crear su propia individualidad y


en él se produce otro nacimiento. Es el nacimiento del cuerpo astral. Esta rotulación no
significa que antes de los catorce no existía en el niño el cuerpo astral; él compartía esta
“envoltura” con el entorno, con la madre, con el mundo, al igual que el feto comparte el
cuerpo físico con su mamá, dependiendo enteramente de ella. El cuerpo astral se desprende
de lo que antes estaba unido, adquiriendo cierta autonomía. Esta nueva “libertad” tiene dos
aspectos: el niño se desprende del entorno inmediato; mas el nuevo cuerpo es quien ahora
lo domina y él esta entregado a esas fuerzas, al igual que un bebé lo está a su cuerpo físico.

3
La principal fuente teórica para el capítulo del Septenio del Cuerpo Astral, fue el libro de Roberto
Crottogini, “La Tierra Como Escuela”, Errepar.

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Desde el nacimiento hasta los siete años todo el sistema neurosensorial se


compromete con canalizar las fuerzas formativas y dirigirlas al organismo, aparato
locomotor, órganos internos, y cuando este cuerpo está completo, nace el cuerpo etérico y
se desprende del polo neurosensorial.

En el polo metabólico motor -parte inferior del cuerpo físico- nace el cuerpo astral.

Teniendo en cuenta estos nacimientos se destaca una polaridad interesante. A los


siete años aparece la independencia del cuerpo etérico desde el polo neurosensorial-
cabeza-, mientras que el cuerpo astral transforma y desarrolla el metabolismo y los órganos
genitales, para poder desprenderse desde la zona pélvica y emanciparse. Este suceso
puntual se corresponde con la primera menstruación en la mujer y la primera eyaculación
masculina. El cuerpo astral trabaja en los órganos genitales, y cuando ya están
desarrollados se desprende de ellos.

El principio de la cabeza es la quietud. Desde el segundo septenio este principio


comienza a actuar en el niño: ingresa al colegio y aprende a quedarse quieto.

1. Polo neurosensorial = quietud - 2.polo metabólico motor = movimiento.

El primero tiene que ver con el pensar (quietud, calma, reflexión), el segundo con lo
instintivo (acción, movimiento, reproducción). Contienen la parte superior del hombre y la
parte inferior: pensar e instinto son dos manifestaciones humanas.

Entonces cuando se desprende el cuerpo etérico, el alma recibe los constantes


impulsos del polo del movimiento, el metabólico motor, relacionado con la parte inferior-
instintiva. Esta vida instintiva, vida emocional, entra en conflicto con la vida de la
“cabeza”, relacionada con el pensar, las ideas, lo superior. El alma del joven sufre estos
contrastes como luchas entre ambos polos. El movimiento que aparece y se “rebela” contra
la fijeza, contra lo intelectual-polo neurosensorial. Hay un impulso desde el polo del
movimiento, que arremete contra todo lo convencional, estable, rígido. La confrontación
presenta un mayor contraste en una sociedad regida por conceptos, razonamientos y
reflexiones. El joven es dominado por sus instintos y pasiones y su voluntad es débil.

Entre la cabeza y el abdomen está el corazón. Los impulsos que se generan en la


zona pélvica, pueden manifestarse desde ahí y salir así al mundo. Por ejemplo, el impulso
sexual genital, que se genera involuntariamente en la parte inferior, puede tener una
reacción inmediata (reproducción instintiva) o seguir un recorrido ascendente,
transformándose, hacia la conciencia. Esta misma energía sexual, cuando alcanza la altura
del corazón puede expresarse al mundo como amor, y este amor captado por la conciencia
seguirá su recorrido ascendente hasta incorporarse al pensar. Para que estos procesos
puedan realizarse es necesario que el adolescente despierte interés por el mundo, aquí la

Sol Giadorou
El Puente22

educación juega un papel importantísimo. Descubrir la verdad es casi una necesidad para el
joven, y el desinterés resulta atrofiante para su futuro.

A partir de los catorce años el cuerpo astral puede vivenciar el mundo circundante,
y la vida anímica del joven está impregnada de deseo y sensaciones. El deseo puede
transformarse en interés, y éste impulsar sus búsquedas. El interés logra convertirse en
amor, y el amor es capaz de metamorfosear el conocimiento en sabiduría. Surge la
conciencia sexual: cuando se libera el cuerpo astral, a los catorce años, no se emancipa en
su totalidad del organismo. Se libera una parte, y la otra penetra el cuerpo etéreo aún más.
La parte liberada es experimentada como vida anímica. La otra parte, más compenetrada
con el cuerpo físico, determina el crecimiento de los órganos genitales. Estos comienzan
con sus funciones, y si bien su crecimiento es inconsciente, los jóvenes toman conciencia
de la zona. “La conciencia en los genitales es la base de la conciencia en la sexualidad”
(Crottogini). En el animal no existe la sexualidad como tal; tan sólo está ligada a la
procreación, el animal termina su desarrollo en la “pubertad”. En un sentido el joven púber
es comparable al animal: puro instinto; en lo que a lo sexual comprende. Sin embargo la
importante capacidad de tomar conciencia le otorga oportunidad de transformar y dominar
los impulsos “animales”. En esta etapa no se determina el proceso sexual; el adolescente es
aún esclavo de sus impulsos; con el tiempo aprenderá a dominar las fuerzas que posee, para
luego emplearlas en el estudio secundario, universitario, el trabajo y la familia.

Este poder sexual nace en el polo metabólico motor y con voluntad y conciencia
asciende hacia el polo neurosensorial, impregnando las diferentes áreas de la vida del ser
humano.

31/07/2009 6:24 O7/p7

Sol Giadorou
El Puente23

Armando ideales

“Las ideas se tornan ideales a través del proceso de realizarlas.”

Rudolf Steiner

La construcción de ideales es un proceso que nace durante el tercer septenio gracias


al desarrollo del juicio crítico, del mundo intelectual, y a la reciente capacidad para elaborar
conceptos.4 Puede trascender el pensamiento concreto, para empezar a dominar la
abstracción.

El adolescente conquista así el mundo de las ideas, donde puede hallar las bases, los
impulsos, para la construcción de sus propios ideales.

El joven, debido a su “separación del paraíso” desarrolla una aguda percepción de


los defectos y las debilidades. Tiene nociones imperiosas de justicia, de “lo que debería
ser”, que pugnan por hacerse respetar. Al comprobar que los adultos y el mundo están lejos
de su ideal expresa decepción a través de la crítica, y muchas veces la meta de su ideal es
tan alta que se decepciona al ver que no puede realizarla.5

4
La profundización sobre lo que es el ideal en sí mismo se lleva a cabo en la parte de los impulsos motores.
Este capítulo de ideales en la juventud es una suave introducción.
5
5 En el Idealismo Ingenuo el joven o bien no ve la realidad y vive en el mundo de las ideas, o “está tan
arriba” que no sabe como plasmar o expresar todo eso, y se frustra, sufre, se desilusiona.

Sol Giadorou
El Puente24

En el septenio del cuerpo astral domina el impulso, cuya dirección va desde adentro
hacia afuera. El mundo entero clama para ser conquistado y transformado. Es un período
donde muchas veces la lucha interna se exterioriza. El equilibrio de estas fuerzas
centrífugas logra restablecerse mucho después de los veintiún años.

Cuando el “muro” del mundo cariñoso del segundo septenio, como capullo de
mariposa, se agrieta y cae, el joven se enfrenta con la “dura” realidad y quiere conquistarla
desde sí mismo. Desea, más aún, necesita, imponer sus ideales al entorno; sus propias
normas. Así comienza a volverse activo a nivel social.

Ideal se define académicamente como “la síntesis de la perfección suprema,


representa el modelo o las metas más elevadas del ser humano.”

El ideal procede de la esfera de las ideas, de la imagen arquetípica del hombre. En la


adolescencia la imagen ideal del hombre se enfrenta con los impulsos instintivos y tiene la
posibilidad de reconocerse esclavo de pasiones, impulsos, instintos. Así aprende a dominar
sus fuerzas. En una esfera elevada, espiritual, la de los arquetipos, o también llamado
mundo de las ideas, encontrará su estrella y hacia allí caminará, aún reconociéndola
imposible de alcanzar. 6

Esta estrella alumbrará y dará la fuerza, indicará la dirección del camino. La imagen
del ideal como estrella fue inspirada en diversas conversaciones con tres maestros y en
vivencias propias. Creo que ilustra con claridad el sentimiento de idealismo crítico.

Crottogini dice “este ideal no debe ser una meta tan elevada que produzca depresión
por lo inaccesible.” Yo pienso que ahora, en la adolescencia, el joven debe tener las metas
más elevadas y caminar con los pies en la tierra. Si bien cuanto más me elevo en lo ideico,
menos consecuente me vuelvo en mis actos cotidianos, o más difícil me es plasmar el ideal
en la tierra. De eso se trata: buscar el ideal más puro que podamos concebir en el mundo de
las ideas, y traerlo (bajarlo) a la tierra. Que impregne cada acto cotidiano, que influya lo
más posible en mis costumbres; el ejercicio de sostener un ideal es una lucha constante y
necesaria. Entre esta batalla y el ideal mismo nace la fuerza que me permite a mí realizarme
como ideal viviente. Si bien nunca llego a ser estrella es el no dejar de caminar lo que me
da la fuerza. Si bien la estrella sigue lejos es luz en la noche que me permite seguir
corriendo. Y quizá en este andar consciente sólo a mi mismo me acerco.

Nada más transformo algo dentro; (nada más ni nada menos). Por esto pienso que
los ideales son vitales en el adolescente.

-7En este ejemplo el joven ve que el ideal no se plasmará concretamente. Es el llamado Idealismo Crítico.

Sol Giadorou
El Puente25

Mientras más arriba en la idea me encuentro, mayor esfuerzo demanda el plasmarlo


en la tierra, en mi vida cotidiana; más intensa es la lucha por realizar el ideal en mí 7. Cuanto
más difícil esta batalla es, cuanto más transformo de mí, en ella, más sublimes son mis
logros y maestrías que en el camino voy adquiriendo.

Entonces el camino mismo es una especie de ideal8; el camino en la tierra, no en las


estrellas; pero mi mirada arriba,

apunta alto;

firme y fija,

en esa estrella.

7
¿Qué se encarna en nosotros? ¿Encarnamos el ideal? ¿O la virtud de ese ideal? Ya se profundizará en el
capítulo del ideal como fuerza motora.
8
El camino no es el ideal, pero va hacia él. Hay sólo un punto de encuentro entre ambos y soy yo, ¿cómo
manifestarlo?

Sol Giadorou
El Puente26

II parte
Fuerzas Motoras

Para esta parte del trabajo decidí investigar sobre la ira, el amor y los
ideales, ya que en un principio los consideré como posibles fuerzas motoras
capaces de impulsar al joven en sus diferentes maneras de actuar. El fenómeno
de la ira lo investigué en muchos escritos, sobre todo “Metamorfosis de la Vida
Anímica” de Rudolf Steiner. Mucho más leí sobre el amor, mas fue la
experiencia vivencial la base para la última parte del capítulo. El tercer capítulo
de esta segunda parte, Ideales, nació de un trabajo con mi tutor, Gustavo Vega,
sobre ideas ya existentes en el mundo arquetípico.

Sol Giadorou
El Puente27

Ira

La ira puede ser abordada desde diferentes lugares. Tiene en sí misma un aspecto
que puede parecer positivo y ese mismo aspecto, al ser contemplado desde otra perspectiva
resulta dañino a la salud física.

Daniel Goleman ha escrito varios libros sobre el mundo emocional, desde la mirada
de la psicología contemporánea. Entre ellos “Emociones Destructivas” y “La Inteligencia
Emocional”.

Antes de de reflexionar sobre la ira, plasmaré algunas citas, para contemplar el


fenómeno desde diversos puntos de vista.

En cuanto a si la ira es buena o mala deberemos tener en cuenta las palabras de


Daniel Goleman: “Así pues, las emociones no son intrínsecamente positivas o negativas, lo
único que importa es si uno está esclavizado o no por ellas.” 9 Muchos autores hacen
referencia a este lado “útil” de la ira: ira sana, ira constructiva, noble ira, ira saludable.
Otros investigadores resaltan sus daños en el cuerpo físico: “parece ser la (emoción) que
más daño le causa al corazón”.10

Nancy L. Van Palt plantea que “la ira es energía.”11 Ella propone que el individuo,
al tomar conciencia de su ira, logre hacerse dueño de esa energía con el fin de utilizarla
para su beneficio. Nancy L. Van Palt en su libro de auto ayuda recomienda: “Tratar la ira
de manera constructiva… en vez de convertir la ira en un ataque, transforme la energía en
algo que lo beneficie”. Aconseja al lector que se haga responsable de su propia ira, y
remarca que muchas veces una persona culpa a otra de su propia reacción. Ella ejemplifica
con frases de uso corriente como: “vos me enfureces”, “me sacás de mis casillas”, “no me
hagas enojar”. Según la autora, la ira nace de un proceso dirigido por la voluntad y es por
esto que el individuo puede preguntarse: “¿qué se esconde tras mi ira?”, en lugar de mirar
al otro y culparlo de ser su causante. ¿Quién genera la ira? ¿En qué lugar de se lleva a
cabo? ¿Cómo actúa fuera del ser?

Físicamente ha sido observado que la ira produce úlceras y cáncer, dolores de


cabeza, depresión. Muchos escritores afirman que no debe ser reprimida; “si no explota,
9
Emociones Destructivas. Daniel Goleman.. Pág. 435
10
La Inteligencia Emocional. Daniel P. Goleman Psycology 2005
11
Cómo Hablar para que su Pareja Escuche y cómo Escuchar para que su Pareja Hable. Nancy L. Van Palt.ed.
Selector. Pág. 68

Sol Giadorou
El Puente28

implota”. Esto significa que si retenemos la ira, su efecto de explosión se produce en


nosotros.

A la vez la ira enajena: quien se ve tomado por la ira puede sentirse fuera de sí;
“sacdo”. La persona puede hablar o actúar de cierta manera en un ataque de ira, y tras el
tormento, niega haber dicho tal o cual cosa o haber actuado de aquella manera. Hay quienes
sostienen que la ira es un método de defensa en dos sentidos; hacia el exterior, ya que al
mostrar ira nos hacemos grandes frente a nuestro adversario, y hacia el interior: ira que no
deja sentir pena, tristeza; ira que tapa el miedo. A veces la persona se incendia en ira para
no sentir el dolor profundo de la pena. La ira tiene una cualidad de fuerte presencia, de
imponerse ante algo, alguien; ya sea un ser ajeno a nosotros, un nosotros mismos, o algún
personaje interno débil o indeseable, que nos asusta o entristece.

Cuando el hombre es tomado por la ira, el pensar se anula. El pensar y la ira no son
compatibles, pero cuando todavía no posee un pensar lo suficientemente maduro para
comprender y abarcar una situación, la ira es un motor para la acción. En lo que se ve desde
afuera el ser se hace “presente en el mundo”; pero en lo anímico se pierde en la ira; es
tomado, arrastrado, sin posibilidad de auto dominio, de auto conciencia, de pensar claro. De
este modo la ira “aparece” cuando la autoconciencia es débil. La ira no surge en el ser
humano tras una caracterización objetiva de un hecho o situación; surge de lo más
subjetivo; desde la incomprensión, la imposibilidad de tomar distancia, de pensar.

La ira tiene en sí misma dos gestos que aparentan una contradicción. En un sentido
la ira pareciera estar vinculada con la autoafirmación del individuo en la tierra, y en otro
sentido con la renuncia altruista a uno mismo. Esta polaridad egoísta-altruista que presenta
la ira puede resolverse al ser observada desde la antroposofía.

Rudolf Steiner, en su libro “Metamorfosis de la Vida Anímica”, entrega una imagen


compleja de lo que es la ira, y explica cómo la ira produce diversos efectos al mismo
tiempo, y para qué es necesaria su intervención en el proceso evolutivo del ser humano.
Ambos aspectos la auto-afirmación-egoísmo, y el desinterés de sí mismo-altruismo; se
corresponden con nuestra naturaleza humana. Un capítulo anterior comprende la idea del
Yo humano según la antroposofía, y su reflejo o sombra, el yo inferior, ego. Este último es
un yo cotidiano, y su identidad y evolución reside en igualarse cada vez más al Yo
auténtico. El yo, que en este capítulo está escrito en minúscula se refiere al yo terrenal, al
ego. Este yo abarca a todo lo que nos estamos refiriendo de nosotros mismos en el
momento que decimos “yo”.

“Cuanto más rico el yo, tanto mayor la perfección del hombre como hombre”.12 Un
hombre se enriquece y evoluciona, en la medida que su yo se individualiza, explora los

12
Metamorfosis de la Vida Anímica. Rudolf Steiner. Pág. 21

Sol Giadorou
El Puente29

fenómenos del mundo y aprende. En este sentido el yo “trabaja” enriqueciéndose,


asimilando conocimientos, este es un gesto de individualización y egoísmo.

¿Por qué el yo cuando trabaja representa en sí mismo una espada de doble filo?

El hombre evoluciona en su egoísmo y al mismo tiempo corre el riesgo de perderse


en él. Si el “enriquecimiento del yo está ligado a un endurecerse del yo en sí mismo” 13 se
encierra en su enriquecimiento.

Si en nuestro enriquecimiento aspiramos solamente al enriquecimiento del yo


perdemos la conexión con el mundo, por lo tanto el yo no puede seguir recibiendo nada del
mundo, ni el mundo de él. Entonces se empobrecería al perder la conexión con el mundo; el
yo se empobrecería al querer enriquecerse.

¿Cómo hace el yo egoísta para no caer en la egolatría? Trabaja para convertirse en


una fuerte irradiación de su individualidad, al mismo tiempo que “todo aquello que absorbe
debe a su vez armonizarlo con lo que vive en el entorno. A fin de cuentas, en la misma
medida en que evoluciona en sí mismo, debe salirse de sí mismo, confluir con todos los
seres.”14

El yo trabaja en ambas direcciones; enriquecerse y volverse desinteresado. Sólo


entonces el hombre puede evolucionar “para su propia satisfacción y para el bien y
progreso de la existencia.”15

Imaginemos que el yo está aun desvalido para trabajar sobre los miembros anímicos
del hombre en las dos direcciones que pudimos contemplar. Está inmaduro, se incuba en el
alma sensible, es arrastrado por el mar de pasiones y afectos, simpatías, antipatías, placeres
y sufrimiento.

Dentro del alma sensible, el yo se encuentra “dormido” ¿cómo puede despertar?


¿Habrá algo en la misma alma sensible que lo sacuda, que lo incendie? ¿Habrá una fuerza
capaz de despertarlo, dándole el vigor necesario para auto-percibirse?

Cuando el yo no puede actuar en el alma en consecuencia con la acción del mundo


exterior, ¿qué actúa en el alma sensible? Esta fuerza suplanta al yo cuando aún no alcanza
los juicios luminosos del alma racional o una mayor claridad en el alma consciente. Este
elemento del alma sensible es la ira. Es ella la educadora del yo en ambas direcciones;
hacia el enriquecimiento y hacia el desinterés de sí mismo.

Al emitir un juicio desde la ira, el hombre aprende a no coincidir con lo que no


debe ser. Entonces, por medio de este juicio iracundo inconsciente, aprehende y va

13
Ibídem.
14
Ibídem.
15
Ibídem.

Sol Giadorou
El Puente30

formando un juicio cada vez más claro, elevando el yo hacia las regiones superiores del
alma.

Si percibo una injusticia del mundo que no responde a mí ideal, si aún mi juicio no
está maduro para darme una idea clara, la ira me sobrecoge; me hace reaccionar ante este
hecho, con juicio sordo, ya que aún no puedo emitir un juicio sereno en la claridad
luminosa.

La ira es quien me educa hacia esta claridad luminosa.

De la misma manera que el sano egoísmo del yo podía degenerar en egolatría (el
enriquecimiento del yo aspirando solamente a ese enriquecimiento en sí mismo) o en
egoísmo puro o mezquino (enriquecimiento a costa del sufrimiento o empobrecimiento del
otro); de esta misma manera, y esto se debe a nuestra posibilidad de evolución hacia la
libertad, la ira también puede degenerar. Satisface el más perverso egoísmo cuando se
transforma en furia. “Así, la ira debe ser concebida como aquello por lo cual el ser humano
puede elevarse a la disposición anímica de la serenidad.”16

Y la ira también es educadora en el trabajo del yo en la segunda dirección; el


desinterés del yo. La ira que educa en nosotros lo opuesto al egoísmo; el mirar (interés)
hacia afuera. “Dentro de la ira es posible advertir la existencia de la ternura y del
altruismo.” (Daniel Goleman)17

Cuando al individuo lo sobrecoge la ira por una acción injusta, falsa, o necia de su
entorno, el yo quiere afirmarse a lo que está afuera. Cuando el yo se afirma afuera no se
afirma en sí mismo (auto-afirmación). Lo qué está en el hombre choca contra el entorno, lo
que está en su interior quiere enfrentarse al mundo exterior. Sin el noble fuego de la ira, las
injusticias y falsedades pasarían inadvertidas ante el ser humano. Si esto sucede, el
individuo no siente el aguijón del yo; “el yo en su despliegue” 18. La ira lo saca de sí mismo,
lo enriquece, y también lo educa en el otro sentido, el altruismo: la noble ira, al ser
vivenciada, presenta en el ser humano un “amortiguamiento en el sentimiento de su yo”.19

Rudolf Steiner describe que en este momento se produce “algo así como un
desmayo del alma”, y cuanto más es absorbida el alma por la noble ira, más y más sordo se
vuelve el yo. El veneno de la ira es lo que corroe (desmaya) el alma humana. Esa violencia
de ira reconcentrada es la que educa en el altruismo. El envenenarse atenúa, “mata”, el
interés por uno mismo.

16
ibídem. Pág. 25
17
Emociones destructivas. Daniel Goleman. Pág. 435
18
Metamorfosis de la Vida Anímica. Rudolf Steiner. Pág.26
19
ibídem. Pág. 26

Sol Giadorou
El Puente31

Entonces la ira, con su doble misión, además de ser precursora de nuestra


autonomía, forma el desinterés por nosotros mismos.

Hay otra observación muy interesante en el libro “Metamorfosis de la Vida


Anímica”, de Rudolf Steiner; y en sus propias palabras nos dice:

“La observación de la vida nos revela que quien no sea capaz de


arder en noble cólera frente a una injusticia o una necedad, tampoco
alcanzará jamás la verdadera Clemencia y el verdadero Amor. Observad
la vida y veréis que quien puede arder en noble ira frente a una injusticia o
una necedad, siempre que tenga que educarse por este medio, desarrollará
también, en el mejor sentido de la palabra, aquel corazón inflamado de
amor, que a partir del amor realiza el acto de bondad. El amor y la
clemencia constituyen la otra cara de la noble ira. La ira superada,
purificada, se transforma en amor y clemencia. Rara vez se encontrará en
el mundo una mano amante que no haya sido capaz también de cerrarse en
puño en cierto momento, frente a lo que en la noble ira puede sentirse
como injusto o necio. Son cosas que van juntas.”

Sol Giadorou
El Puente32

Educadora para el Amor

A partir de el párrafo citado en el capitulo anterior empezamos a ver la ira de una


manera. Además de ser educadora del yo, llega a ser, educadora para el amor.

El hombre crece y logra a veces depurar sus pasiones. Para esto no puede
esquivarlas, sino abrazarlas, comprenderlas. Desde la pasión misma y su observación y
vivencia profunda puede transformarla; impregnando cada sentimiento, cada impulso, con
la luz de la conciencia. Consigue hacerlo sagrado. En el sacrificio de superar pasiones no
las reprime, no las esquiva. Sólo reconociéndolas puede trascenderlas. Si no las tiene no las
supera. “Sólo puede superar la ira quien antes pudo arder en ira.”20

En este caso transformar la ira significa ascender desde el alma sensible, desde
nuestro arder en la noble cólera, al alma racional y alma consciente. Es entonces cuando de
la ira puede brotar el amor. “En la vida, la ira transmutada es amor.”21

Esto se puede ver en lo llamado cólera divina, en contraposición al amor divino. El


caos y el cosmos. Por lo tanto el amor y la ira se condicionan y determinan; van juntas.

En el capítulo siguiente entonces profundizaré en el tema del amor ya que una


fuerza lleva a la otra; en palabras de Steiner:

“El yo, educado por la misión de la ira, adquiere la libertad que le permite el
despliegue del amor.”22

20
Ibídem. Pág. 27
21
Ibídem. Pág. 28
22
Ibídem. Pág. 31

Sol Giadorou
El Puente33

Amor

a Nikolai

Sol Giadorou
El Puente34

El Amor

Al descubrir en mi alma una fuerte inquietud acerca del amor decidí abordar el
tema por un camino de tres pasos. Primero definí lo que era el amor para mí, basándome
tan solo en impresiones subjetivas y vivencias, antes de leer o ponerme a pensar. Estos
textos no están en el libro. Luego investigué lo más que pude el concepto “amor” para
diferentes individuos y en general. En tercer lugar intenté acercarme a la Verdad desde mi
individualidad tratando de ser lo más objetiva y sincera posible, trabajando para dejar de
lado los prejuicios que enturbian mi alma.

Los griegos utilizaban distintos términos para llamar a las diferentes expresiones
del amor. Una de ellos era “Eros”. Hoy en día se entiende como amor erótico o sexual.
Suele ser llamado “amor de pareja, o amor sexual, o amor genital, o vínculo carnal. En
diversas culturas y cosmovisiones aparecen matices o niveles de amor; muchos autores
mencionan diferencias entre las formas y expresiones del amor. El nombre “Ágape” fue
usado como amor a dios, amor a la vida o amor al conocimiento. “Frater”, el amor de los
hermanos, los amigos. Usando estos nombres para definir los conceptos se puede
profundizar en otras inquietudes: ¿Cómo entra eros en frater y cómo se vivencia frater entre
un hombre y una mujer? Los impulsos sexuales, la sublimación, los niveles, las
intensidades, la libertad.

“Diario de un Mago” de Paulo Cohelo expone tres maneras: Ágape, un amor


multiabarcante, omnipresente, pleno, “sin motivo aparente”, una especie de amor por el
Todo, por Dios, por la Vida misma; un amor de pareja, y uno de amistad. También
menciona que están relacionados: ambos últimos pueden ser caminos hacia ágape.

Algo similar pero más complejo plantea Erich Fromm en “El Arte de Amar”. Habla
del amor como un proceso que requiere trabajo. En su opinión no cualquiera está preparado
para amar y amar no es nada fácil; exige un desarrollo interno del individuo. El autor hace
mención a “objetos amorosos”, entre los cuales describe detalladamente el amor fraternal,
el amor materno, el erótico, el amor a sí mismo, y el amor a Dios. También marca una
diferencia interesante entre un principio materno y uno paterno, refiriéndose al modo en
que el niño ama a su madre y padre; para comparar ambas maneras con el amor a Dios.

Sol Giadorou
El Puente35

Amor a Dios
Erich Fromm hace un recorrido histórico-cultural donde muestra cómo el amor a
Dios fue evolucionando. En diferentes religiones, Oriente y Occidente la “idea de Dios”
que fue cambiando, el culto a los animales practicado por las tribus primitivas, la
veneración a ciertas plantas, el sol, u otros elementos de la naturaleza. Una “madre” dios
cuyo amor incondicional envuelve y protege. Del mismo modo la madre ama a sus hijos,
incondicionalmente. Si ese amor de dios madre está, otorga a “la persona amada una
sensación de dicha; su ausencia produce un sentimiento de abandono y profunda
desesperación.” (pág. 73)

Luego Dios es visto patriarcalmente. Un “padre” castigador o recompensador,


temido y respetado, obedecido ciegamente. Tiene relación con una sociedad patriarcal, las
jerarquías, el desarrollo de la propiedad privada. Esa “madre dios” es suplantada por la
imagen de María para el catolicismo y otras figuras en diversas religiones o prácticas
místicas. Esta es una diferencia entre la doctrina católica y otras como la de Lutero. Lutero
enseñó que el amor de Dios no puede ser conquistado con buenas obras, “nada de lo que el
hombre hace puede procurarle el amor a Dios.” La historia muestra un dios naturaleza, un
dios madre (matriarcal), un dios padre (patriarcal). El autor describe que actualmente la
humanidad ya no es un niño que requiere de una madre y de un padre: cada individuo busca
desde sí mismo un concepto de amor a Dios determinado por su grado de madurez.

“Amar a Dios, si usara esa palabra, significaría entonces anhelar el logro de la plena
capacidad de amar, para la realización de lo que “Dios” representa en uno mismo. (…) la
consecuencia lógica del pensamiento monoteísta es la negación de toda “teología”, de todo
“conocimiento de Dios”. (pag. 79)

Describe el concepto amor según la imagen que el hombre se hace de Dios, y se


hizo durante la historia.

Amor materno
Lo que Fromm define como amor materno es el amor de una madre por su hijo, o el
que surge por un niño o por alguna persona inválida que requiera ayuda, asistencia. Es
incondicional y tiene que ver con el cuidado y la contención, donde la madre transmite
también el amor a la vida. El amor materno sabe que en algún momento el niño crecerá y
abandonará el nido. Mezcla de resignación sabia, amor profundo y sereno que todo lo da
sin pretender algo a cambio. No estoy diciendo que todas las madres amen así a sus hijos,

Sol Giadorou
El Puente36

tampoco que hace falta ser madre para experimentar de esta forma el amor. Es el concepto
de amor materno. En este deseo de acompañar el crecimiento del niño está la doble
naturaleza de mater (amor materno): Te amo y te dejo ir, si deseo que crezcas deseo que
cuando llegue el momento puedas separarte de mí. Esta es una diferencia grande con el
amor erótico (pareja/eros) o el fraterno (amistad/frater).

Dos seres que están unidos y se van separando = mater.

Dos seres separados que buscan unirse = eros y frater.

Eros desde la fusión casi siempre física con una única persona, amor exclusivo, no
universal. Frater universal; cuando amo frater puedo experimentar amor por la humanidad
entera, al igual que mater.

Amor fraternal
Así que frater es amor básico por cualquier otro ser humano. Fromm habla de un
vínculo basado en el conocimiento del “núcleo” del otro. Llama periferia a los aspectos
superficiales del hombre y plantea que una relación de amor fraterno busca llegar al núcleo.
Sólo así, relación núcleo-núcleo y no periferia-periferia, es posible experimentar la
unicidad, que es la base de la experiencia fraternal de amor planteada por el autor.

Frater no exige exclusividad, al contrario, ama a la humanidad. Cuando Fromm


habla del amor entre iguales se refiere a que ninguno es más o menos que el otro en el
sentido de protector-protegido, inválido-salvador, etc. “En la medida en que somos
humanos, todos necesitamos ayuda”23. Existe a veces la necesidad de ayudar o ser ayudado,
pero esta condición debe ser transitoria, (hoy por mí mañana por ti). Igualmente un impulso
de brindar ayuda al desvalido puede ser el comienzo del amor fraterno. Amar es amar desde
el vecino al extranjero, incluso al “enemigo”. Frater implica mirar al otro, y que surja un
real interés por su subjetividad. Muchas veces requiere la renuncia de algo nuestro para que
nos sea posible penetrar en “el núcleo” del otro, y así ser seres fraternos, sociales.

Erich Fromm sostiene que el amor erótico tiene una “naturaleza engañosa”. Es de
por sí egoísta, excluyente y exclusivo en el sentido antes mencionado. No es universal. Él
recomienda no confundir eros con el enamoramiento. Amar no es enamorarse o estar
enamorado. Esta confusión tiene que ver con “el carácter engañoso del deseo sexual” (Pág.
62). Cuando digo deseo sexual no hablo del hecho meramente físico, y muchas veces el
deseo sexual no deriva directamente del amor erótico. Por ejemplo la soledad, la angustia,
el querer conquistar o ser conquistado, la ansiedad, la vanidad, pueden estimular o

23
Erich Fromm. El Arte de Amar. Pág 56

Sol Giadorou
El Puente37

identificarse con este deseo. En realidad cualquier emoción suficientemente intensa puede
provocar y fundirse con el impulso sexual. “Como la mayoría de la gente une el deseo
sexual a la idea del amor, con facilidad incurre en el error de creer que se ama cuando se
desea físicamente”24. El impulso sexual puede parecer físico, pero el deseo prevaleciente
que subyace a este impulso, ese fundirse con el otro, ese ser uno, compromete en parte lo
anímico.

En el amor erótico la intimidad se da generalmente a través del contacto sexual, al


menos en nuestra sociedad para la mayoría de la gente. Se experimenta la unión, pero esta
unión, en muchos casos, es efímera y solamente física. No es una unión al fin, y genera la
ilusión de amor al otro. Esta experiencia de unión sexual es la ilusión de la unión, y luego
de “intimar” ambos quedan tan separados como antes.

Hay otro punto importante que el autor de “el Arte de Amar” expone. La
exclusividad: “El amor erótico es exclusivo pero ama en la otra persona a toda la
humanidad, a todo lo que vive. (…) El amor erótico, si es amor tiene una premisa. Amar
desde la esencia del ser y vivenciar a la otra persona en la esencia de su ser. En esencia
todos los seres humanos somos idénticos. Somos todos parte de Uno; somos Uno. Siendo
así no debería importar a quién amamos.” Habla también de la voluntad en el amor, una
decisión “voy a dedicar mi vida a él/ella” razonamiento que sustenta la “indisolubilidad del
matrimonio”. (¿Será el amor una decisión? ¿Si puedo decidir amar, decidir a quién amo y
cómo, soy entonces libre en el amor?)

Él supone que una de las causas de la ilusión de amor, de la imposibilidad de


encuentro con la verdadera esencia del otro, es la falta de conciencia de lo que el otro
realmente es. En la “cultura occidental contemporánea” esta idea de amor eterno parece
falsa. Nuestra sociedad supone “que el amor es el resultado de una reacción espontánea y
emocional, de la súbita aparición de un sentimiento irresistible.” (P.63)

Muestra dos puntos de vista, por un lado el amor es exclusivamente voluntad y


compromiso: una promesa, una decisión. Por el otro “el amor erótico requiere ciertos
elementos específicos y altamente individuales que existen entre algunos seres pero no
entre todos. (…) Atracción completamente individual, única entre dos personas específicas
y a su vez acto de voluntad, compromiso por profundizar tanto en el otro”, tanto hasta “esa
esencia donde todos somos uno y da lo mismo quien específicamente sea”. Luego afirma
ambos puntos de vista “son verdaderos, o como sería quizás más exacto, la verdad no es ni
lo uno ni lo otro” (p.65)

Amor a uno mismo


24
Erich Fromm. El Arte de Amar. Pág 62

Sol Giadorou
El Puente38

“Ama a tu prójimo como a ti mismo”

Erich Fromm dedica un capítulo al “amor a sí mismo” (p.65). Parece ser de


creencia común que esta forma de amor está teñida por egoísmo y por lo tanto es menos
válida que el amor hacia todo lo demás. En realidad el egoísmo es amor a uno mismo, pero
tiene connotaciones negativas ya que presupone que el aumento de amor hacia uno mismo
disminuye el amor que el sujeto amante pueda “tener” por el mundo. Fromm cuestiona
“¿Es el egoísmo del hombre moderno realmente una preocupación por sí mismo como
individuo, con todas sus potencialidades intelectuales, emocionales y sensuales?” (p.66)

Según Erich Fromm el egoísmo es amor a uno mismo, pero, ¿qué es uno mismo? En
capítulos anteriores (amor erótico y amor fraterno), Fromm exponía la posibilidad de un
sujeto para conectarse con la esencia central del otro, y nombraba esta esencia como
“núcleo”. A esta forma de vínculo la tituló “relación central”, (de centro a centro en lugar
de periferia a periferia). Si cada humano “tiene” una parte diferente en su predisposición
caracterológica, personalidad, ego, y algo que es eterno y universal en él, lo más íntimo y
profundo, donde puede realmente encontrar a todas las personas, inclusive a Dios; si
Fromm afirma que solamente es amor un vínculo de relación central, donde el individuo
penetra la esencia del otro, podría preguntarme ¿qué amo en mí cuando afirmo ser egoísta?
¿Me amo, o miro ciertos aspectos, cualidades mías, me regocijo de pensarme, percibirme?
Mejor dicho ¿Qué aspecto mío ama a qué otro aspecto mío? O mejor dicho aún, ¿ama
realmente? ¿Es eso amor? El percibirme a mí misma, que tanto placer genera ¿es auténtico
amor?

Según Erich Fromm para amar primero hay que tener conciencia del “centro”.
¿Quién afirma conocer realmente su esencia sagrada, su punto donde es él y Dios al mismo
tiempo, donde puede encontrarse con toda la humanidad sin perderse en ese intercambio?
¿Quién pudo, aunque sea alguna vez, ser individuo y universo?

Más común es observar que la gente cuando dice yo, nombra un yo cotidiano,
intrascendente, anímico. La personalidad, a veces el cuerpo, las representaciones y
conceptos. Sí, puedo decir: ese “Yo” está en mí pero yo no soy Dios ni toda la gente, ni los
experimento, ni actúo desde esa conciencia, por lo tanto, yo no soy Yo. No soy Yo en ese
sentido del Yo esencial espiritual del hombre. ¿Me amo a mí, amo mi Yo, o simplemente
diversos aspectos caracterológicos, personajes del ego? ¿Es eso un amor verdadero hacia
mí misma? Acá reconozco otra vez esa ilusión que nace desde mi vivencia de lo que es el
Hombre. Creo ser sólo lo que percibo, por lo tanto no hago un camino de auto-
conocimiento. Quizá sea amor: amor al ego, y como el ego es lo que creo que soy diré: yo
soy; y como lo amo diré: yo me amo.

Sol Giadorou
El Puente39

Ahora podemos afirmar: el amor a sí mismo y el amor a otro están relacionados y


no se excluyen entre sí. Implica en ambos casos un conocimiento del Yo propio y el interés
por conocer un Yo ajeno sin dejar de lado el propio.

“Amarás al prójimo como a ti mismo” enseña, entre muchas cosas, que si amo al
otro, y en lo que es el otro realmente (esencia) puedo encontrar a la humanidad, me amo a
mí ya que soy también parte. “El respeto por la propia integridad y unicidad, el amor y la
comprensión del propio sí mismo, no pueden separarse del respeto, el amor, y la
comprensión de otro individuo.” (p.66) “…si sólo ama a los demás, no puede amar en
absoluto”. (p.68)25

El escritor se vale de una imagen para explicar que es imposible que un sujeto
pueda transmitir amor a otro si carece de amor propio. Es una madre sobre protectora,
austera y generosa al extremo. Tan austera es que nada quiere para sí misma, “sólo vive por
los demás”. El psicoanálisis lo llama “síntoma de generosidad neurótica”; donde
habitualmente el paciente no sólo no reconoce este síntoma como tal, si no que se jacta de
su generosidad, creyendo que esta es su mejor cualidad humana. Con su capacidad de
disfrute paralizada tanto como su capacidad de amor, intenta transmitir a su hijo la mejor
enseñanza de amor, pero este percibe la contradicción y sufre el efecto. Esto sucede muy a
menudo en nuestra cultura, afirma Fromm. “Ella cree que, a través de su generosidad, sus
hijos experimentarán lo que significa ser amado y aprenderán, a su vez, a amar.” Pero les
ofrece de manera encubierta una hostilidad contra la vida que ellos perciben y aprehenden.

Entonces amar no es querer amar, ya que seguramente la madre hacía sus esfuerzos
por dar amor a sus hijos, pero ¿desde dónde? ¿Es posible dar algo que no vivió en el
interior de uno, transmitir el concepto de amor si no es a través de la vivencia? (Quiero
incubar el amor en mí, buscar y conocer mi interioridad. Desarrollar la capacidad de amar).

¿Y qué relación tienen eros, frater, ágape, mater, el amor a sí mismo? ¿Se dan
estáticos y puros en nuestras relaciones cotidianas o suelen mezclarse? ¿Es sano mezclar,
por ejemplo eros entre los amigos (frater)? ¿Y qué es una pareja (eros) si en ella no existe
frater, cómo sería el vínculo, cuánto (o cuan poco) duraría el matrimonio?

Quizá estas formas básicas de expresión humana del amor estén en constante
cambio.

25
ibídem.

Sol Giadorou
El Puente40

Así como el agua es nube y hielo, sin perder su cualidad de “agua”, así el amor
puede estar más cerca de la tierra o del suelo, de lo divino o de lo humano, incluso de lo
“animal”.

Lo que era pseudo-amor puede evolucionar con la conciencia, el enamoramiento


puede ser impulso para la búsqueda del amor desde uno mismo, el vínculo carnal puede ser
trascendido en la búsqueda de una conexión espiritual. Cada nuevo encuentro irá formando
nuestro ojo para el amor, nuestra voluntad para sublimar, y la libertad para elegir desde
dónde vamos a amar.

El libro “La Tierra como Escuela” de Roberto Crottogini expone tres de las formas
de expresión del amor antes mencionadas: amor sexual, nombrado amor erótico por Fromm
y antiguamente eros por los griegos; amor fraternal, expuesto en igual término en “El Arte
de Amar”, frater en latín, y amor sublime, algo así como lo que los griegos llamaron
Ágape, y con cierto parecido a cómo era planteado el amor maduro hacia Dios en “el Arte
de Amar”.

La diferencia fundamental es que Crottogini menciona diferentes planos en los que


el amor puede vivir, y este amor es el mismo, por ejemplo la sexualidad es el amor sublime
en un plano más bajo, más terrenal, y puede evolucionar hasta comprender frater y llegar a
ágape con tiempo y proceso. Esta mirada es más parecida a lo que expresaba Paulo Cohelo
en su “Diario de un Mago”, titulado posteriormente, “El Peregrino”.

“De tal modo, el amor sexual constituiría en sí mismo un verdadero reflejo terreno
del amor sublime, y este último, a su vez, la expresión humana más elevada del amor
divino”. 26

Estos “grados” de amor coexisten; y son difíciles de encontrar en su forma pura.


Pero antes de seguir intentando describir a eros, frater y ágape algunas reflexiones sobre el
enamoramiento.

Enamoramiento
Enamorarse no es amar.
Observemos el fenómeno del enamoramiento en los vínculos humanos. El
enamoramiento está, en un aspecto, ligado a la pasión sobre todo en la pérdida de libertad y
como fuerza que impulsa al hombre a buscar el amor.

26
La Tierra como Escuela. Roberto Crottogini. pág. 161

Sol Giadorou
El Puente41

En el libro “Del Enamoramiento al Amor”, Thomas Hofer describe cómo surge el


enamoramiento salvando al hombre de su gran soledad, para que pueda abrirse y
compartirse con un otro. Permite que las personas se encuentren y luego desaparece. El
desarrollo de un vínculo basado en el amor demanda un proceso, una conciencia. Amar es
un trabajo; enamorarse, un regalo.

Este estado regalado por los dioses puede durar un instante, dos semanas, tres
meses; y una vez escuché decir que llegaba a durar un año. La duración depende del sujeto.
También observé como en una relación de mucho tiempo el enamoramiento puede surgir
un día y apaciguarse, luego de unas semanas volver a aparecer. Entra en juego la edad y la
madurez de la relación. ¿Cómo alguien logra reconocer en sí mismo el estado de
enamoramiento? ¿Qué efectos tiene sobre el individuo? ¿Cuán libre puede llegar a ser?

En el libro antes mencionado se describe una relación interesante:

“Como el enamoramiento mutuo muchas veces lleva a una relación sexual, el


sentimiento de entrega y ligazón con el otro se vive intensamente. Esto no es sorprendente,
ya que toda la naturaleza instintiva del ser humano se moviliza vigorizando las vivencias y
las sensaciones. Desde el punto de vista científico natural, el encuentro sexual no es la
consecuencia del enamoramiento, sino justamente su razón de ser, es decir que las personas
se enamoran unas de otras para dar cabida a su instinto sexual, y garantizar la conservación
de la especie (…) se experimenta en forma tan elemental como el hambre y la sed.”

No en todos los casos se experimenta de una forma tan extrema y vital como la sed,
mas llega a ser esclavizante, sobre todo si se vivencia en relación con la sexualidad.

El enamoramiento puede estar por completo desvinculado del erotismo.

Por lo general el enamorado “abre los ojos” a lo bueno; se abre a sí mismo. Los
otros pueden verlo más luminoso, lleno de felicidad; como flotando en el aroma de un dulce
amanecer. De pronto no sólo somos ciegos a los aspectos feos; somos videntes a algo que
está por ser. A lo sagrado en el otro, toda una gama de aspectos luminosos se abre ante
nuestros ojos enamorados.

El individuo tiene una posibilidad de florecimiento, regocijo, altura intensa. “De


modo que hace visible los aspectos fuertes del otro, y también ayuda a movilizar las propias
fuerzas”27.

Es interesante observar que cuando una persona se enamora se afirma en el otro, en


su vida, en su sentir. ¿Dónde está el yo del enamorado? Muchas veces totalmente fuera de
sí, con la atención volcada en el otro. ¿Desde dónde alguien penetra la subjetividad ajena?
Suele suceder que la gente se enamora cuando no está en compañía saludable con sigo

27
Del enamoramiento al amor, Thomas Hofler pág. 19.

Sol Giadorou
El Puente42

misma; con claras palabras de Hofler: “Las personas sólo están en condiciones de
enamorarse cuando están solas.” Aunque esta soledad esté tapada, disfrazada. Cuando me
enamoro no lo hago desde el Yo. Si estoy fuera de mí desde un principio, sólo puedo
perderme en el otro; no encontrarme en él; como era el caso del amor. Al principio el otro
aparece como espejo de mis virtudes, alimentando mi egocentrismo encubierto de un
altruismo extremo, esto se puede ver en frases típicas del enamoramiento: “te doy todo,
perderme en vos, soy todo tuyo, etc.” En esa polaridad no tiene la posibilidad de centrarse
en la empatía: sentir con el prójimo, desde su Yo; sin perderse. Esta fuerza puede vivirse
como arrebato, como ráfaga que de improviso eleva ambos seres sobre el valle, sobre las
nubes; en la cima del mundo. Durante el enamoramiento se genera un estado ilusorio. Esta
experiencia es un regalo, intenso y efímero como un relámpago. La imagen del rayo puede
expresar lo que sucede.

Hay algo maravillosos; pero en la oscuridad no llego ni a sospecharlo. El rayo


explota en el cielo y su luz muestra por un instante al ser humano que está a mi lado. Luego
negro. Ahora sé que hay algo en el otro, y merece ser buscado; puedo empezar a conocerlo
realmente. O puedo también intentar retener ese estado mágico, esa maravilla de los dioses,
ese relámpago. Esto último es el resultado de ignorar las diferencias entre amar y
enamorarse, y esta falta de consciencia provoca problemas amorosos. Querer un
enamoramiento eterno frustra al ser, lo desgasta.

Cuando una persona toma decisiones en este estado, suele confundirse, ya que su
vivencia es unilateral: “el aspecto de la unión se halla poderosamente situado en el primer
plano de la vida anímica, reprimiendo otros movimientos y representaciones.”28

En el alma enamorada no es posible hacer una representación realista de lo que el


otro es; menos aún generar un pensamiento claro acerca de si resulta adecuado como
compañero/a de vida; padre o madre de los hijos.

El aturdimiento, en este sentido, es una característica del enamoramiento; se


potencia en el adolescente, y el temperamento sanguíneo está más predispuesto a caer en él.
Puede desgastar a la persona que se distrae fácilmente con las sensaciones de la vida.
Cuando éstas son muy intensas puede perder el dominio de sí mismo y dejarse llevar por
este estado de enamoramiento, perdiendo la libertad por completo.

Este estado no es eterno, de lo contrario podría acabar con la persona. La fuerte


necesidad de auto-afirmación no es compatible con el enamoramiento y tras cierto tiempo
parece gritar desde dentro “yo también necesito mi propia atención, no puedo vivir para el
otro”. Esta especie de olvido de sí mismo no pude durar mucho, y es sano y natural que
nuestro enamoramiento se disipe, para que cuando deje de brillar esa luz que nos dejaba

28
Ibídem. Pág. 17-18.

Sol Giadorou
El Puente43

ciegos, encandilandos; se nos acostumbre la vista y empecemos a buscar nosotros mismos


con nuestras propias “herramientas”.

Hay ciertas características básicas del enamoramiento. Estas pueden darse tanto en
eros, (pan de cada día), como en frater y mater. Puede darse que cualquier forma de amor
tenga su fase de enamoramiento previo. Tengo la certeza de que el enamoramiento en frater
existe. Enamorarse de un amigo/a y que sea puro frater, nada eros. Esto es de mayor
confusión aún. Recurramos a la imagen: Me enamoro, es fraternal. Lo fraterno tiene
también el enamoramiento. No es físico, aunque hay impulso físico del corazón, esas ganas
de abrazar, de ser el otro, abarcándolo en su totalidad. Impulso y búsqueda de un encuentro
de intersubjetividad, unión. La pérdida del borde. La renuncia a uno mismo en pos de otro.
Es una tendencia altruista extrema, querer acercarse hasta penetrar las profundidades del
alma.

En la amistad dos seres son apoyo mutuo. Forman un ser donde cada uno apoya y
sostiene al mismo tiempo, una hermosa entrega. La confianza es total, surge la sensación de
somos uno. Sin embargo, el interés no surge desde el Yo consciente en el centro de cada
individuo; más bien se vuelca en el otro, atraído hacia el nuevo amigo. La fuerza de
simpatía, el interés o curiosidad intensa, la necesidad de compañía y sobre todo eros en
frater, pueden ser el comienzo de una fructífera amistad.

Estas imágenes pueden vivir en el alma de quien está tomado por un enamoramiento
fraterno. Es un impulso donde la libertad se ve condicionada por fuerzas mayores. Como
frater tiene la cualidad de ser más libre que eros, en el mejor de los casos este
enamoramiento fraterno dura menos, y puede aparecer la decisión consciente de conocer al
otro. No hay tanta distancia entre este enamoramiento y el amor fraterno, ya que éste último
es más desapegado. A la vez es más “sano” que el enamoramiento erótico; tanto eros como
el enamoramiento pueden ser unilaterales, confusos y esclavizantes. Si ambos se potencian
la persona tiene casi nulas oportunidades de escapar o tener conciencia de lo que está
ocurriendo. Salvo que sepa reconocer las diferencias y no se encuentre inmerso entre “los
séptuples velos” de la ilusión.

El enamoramiento fraterno es un tema casi inexplorado, y merece ser observado en


nuestras relaciones. (Yo no pude encontrar suficiente información objetiva, de modo que lo
escrito vale sólo por mis vivencias y las de conocidos que lo compartieron, lo expuesto aquí
debe ser tomado como posibilidad observable. Si alguien tiene experiencias de
enamoramiento en frater o en algún otro estado que no sea eros; por favor podríamos
compartir e intercambiar ideas.)

Muchas gracias.

Sol Giadorou
El Puente44

Amor sexual
Es, de los tres, el que más relación tiene con el mundo físico. Los cuerpos, la
materia, los sentidos, la percepción. Lo instintivo, los impulsos, el alma sensible. Sin
embargo es vital hacer la diferencia entre genitalidad y sexualidad. Siendo esta última una
forma de compartir sensaciones, todo lo físico no sólo lo sexual-genital, desde el beso hasta
el apretón de manos, tanto una caricia, un abrazo, una mirada amorosa. La entrega física de
dos individuos, ambos desde sí mismos, experimentando la fusión, y a Dios en ese
encuentro.

Erotismo-culto a Eros, sensualidad- placer de los sentidos.

En cambio, la genitalidad es una de las formas más pobres del vínculo humano. En
la genitalidad se pierde lo humano. Hoy la “cultura” de lo pornográfico invade nuestra
sociedad viciosa. Sumada al materialismo y al escepticismo, la genitalidad amputa la
belleza espiritual Humana, y en última instancia degrada hasta su belleza física. Un cuerpo
humano, hermosa y perfecta creación divina, se convierte en materia útil, luego en un
objeto generador de placer, un placer que nace y muere en la misma zona (polo-metabólico
motor), resecando los canales de energía, y la capacidad de amar.

El autor comenta posibles problemas en las relaciones:

Ilusión y confusión: llamar amor al enamoramiento, llamar amor a la genitalidad, al


deseo sexual, al altruismo, incluso a la simpática ternura. (Puedo elegir vivir en mi ilusión
por siempre, no descubrir los velos…)

Más aspectos de la ilusión del amor son la posesión, la adicción, el vicio al otro, la
necesidad del “objeto amado”, el entregar a la pareja más de lo que uno tiene,o más de lo
que se da a sí mismo. También es frecuente, en eros, la pérdida del sí mismo en el otro, una
total entrega, algo abrumante que envuelve y ciega, fuerza más poderosa que hace del
hombre lo que quiere. La posesión es un aspecto del amor sexual (eros) y tiene que ver con
el poder y con la ilusión. El poder es someter al otro, creerse dueño de él, controlar lo que
hace, hacerse dueño de él. En este caso la ilusión crece poco a poco, a partir de lo que
representamos en nosotros o imaginamos que debemos representar para el otro. Si
idealizamos a nuestro ser amado podemos ir directo a la esclavitud, o frustrarnos mucho al
momentote “caer a la tierra”.

Si en mi relación comienzo a depender del otro, perdiendo mi libertad, si él


condiciona mi personalidad, si yo permito todo por no dañar, por no poner límites, algo
fundamental en nuestro vinculo se agrieta, no soy Yo quien ama, es una parte en mí que ya

Sol Giadorou
El Puente45

no puede sustentarse y necesitar el lazo de dependencia con el ser amado. A esta relación
enferma Roberto Crottogini la llama amor cómplice. También nombra este hecho como
amor mezquino, otros autores prefieren llamarlo amor egoísta o amor inmaduro, y en todos
los casos concluyen que no es un verdadero amor, o sea: no es amor, pero puede ser
concientemente trabajado, y evolucionar hasta ser vínculo amoroso.

El autor agrega, desde una mirad antroposófica, que la sexualidad tiene que ver con
asumir el rol de varón o de mujer que nos tocó en ésta encarnación, y experimentar la
condición masculina o femenina que elegimos antes de nacer con quienes debemos
compartir nuestro destino en esta tierra.

El deseo sexual puede ser resultado de las fuerzas anímico-espirituales que operan
en el plano físico. Ese impulso que nace en el polo inferior del cuerpo puede ser “llevado a
la luz” por nuestra conciencia, incluso sublimarse.

Imaginemos el cuerpo con sus polos, metabólico motor y neurosensorial, (descriptos


en capítulos anteriores), pubis y cabeza, en el centro el corazón. Esa energía que se genera
en la zona genital puede subir y, en lugar de expresarse de forma sexual, “sale” al mundo
por otro lugar: por el corazón. Misma energía, diferente forma de expresión. Energía que
también puede subir a la cabeza, y más allá, otorgando al hombre conexión con el amor
sublime. Es bueno tener conciencia de esta energía ascendente y más de que somos dueños
de ella, por lo tanto podemos elegir cómo hacerla llegar al mundo en cada vínculo
individual o hacia la humanidad, lo universal. Esa energía sexual poderosa, que en un
principio podía llegar a someternos, dominarnos, puede ser usada en el arte, en el estudio,
sublimándola hacia aspectos “superiores”. Sin embargo, el hombre no debe reprimir el
instinto. Llega el momento en que este impulso sexual ya no aparece como tal; es
trascendido. En imágenes: con la aparición de cierta persona surge involuntariamente el
impulso, sublimo, y el instinto llevado por la conciencia hasta el corazón, se metamorfosea
en amor fraterno. Me encuentro ante otro ser humano de sexo opuesto, y el instinto ahora es
débil; más amplia es mi conciencia, elijo que seamos amigos y la energía sexual ya conoce
el camino: sube rápido, y en el corazón es energía de amor, que sube a su vez, y se expande
en mi pensar. Sigue ocurriendo, y voy creciendo. Esto suele suceder muy a menudo en la
juventud. Un día aparece alguien y reconozco que ya no surge ningún impulso sexual hacia
esa persona, y sin embargo mi sentimiento hacia él es amor. Y es un amor puro, abarcante,
verdadero; pero no proyecta en lo físico ninguna “sombra”. Ya no nacen instintos, y uno
presta atención a su polo metabólico motor y ya no ve impulsos sexuales. De esta manera el
joven conquista poco a poco su libertad en lo sexual.

Esto sucede en el mejor de los casos ya que no todos los hombres deciden pasar por
este proceso. Las influencias de nuestra sociedad nos muestran dos caminos para solucionar
el “hambre sexual”. El de buscar constantemente sensaciones, alimentar los vicios, y en el

Sol Giadorou
El Puente46

libertinaje extremo decirle “sí a todo”; y el opuesto represor: sólo una máscara que intenta
tapar lo instintivo encubriéndolo, negándolo. En ambos casos no es un acto libre. Por un
lado obedece a la sensación inmediata ni bien aparece o ni bien es percibida, por otro lado,
el individuo se somete a una imagen de “lo que es correcto”: un mandato socio-cultural, un
líder religioso, una institución, el estado, o un superior.

En cuanto a eros, nuestra cultura no lo ayuda a establecer vínculos de amor entre las
personas, y en ese nivel pasional todo es muy confuso.

Amor fraterno

“El amor no vive de palabras, no puede ser explicado…

Sobre todo el amor que sirve a Dios, que viene de Dios, que Lo encuentra y que Lo
conmueve. Tenemos que llegar hasta el corazón, y para llegar allí, tenemos que actuar. El
amor se demuestra a través de los hechos”.

Madre Teresa de Calcuta 29.

Siento a frater en el corazón, físicamente algo en mí se abre. Por esta apertura fluye
y se expresa esa energía que es calor, acción, interés genuino hacia el otro. Siento al
prójimo como un hermano, como un igual. Logro trascender los impulsos egoístas, de
placer, o la simpatía /antipatía. Este amor fraterno me hace ir más allá; algo se vacía en mí,
y recién entonces puedo percibir al otro como tal. El calor en el corazón me recuerda mi
existencia verdadera, y es desde allí que me intereso por el otro, buscando trascender los
juicios que surgen en mi alma a medida que penetro su subjetividad. En la unión de ambos
está el amor fraterno, que deja de lado las diferencias subjetivas, los prejuicios y
condiciones, que no prefiere alguna personalidad más que otra; podría decir que frater no se
nutre del ego. El amor fraterno expresa lo que vive en las más elevadas regiones del mundo
anímico.

Desde una vivencia de amor fraterno todo en el mundo es digno de amar; la


naturaleza está llena de magia, con las cualidades de los diferentes reinos, pero también está
la vida, llena de oportunidades para plasmar nuestro amor. Cuando vemos a nuestros
hermanos sufrir muchas veces sufrimos en su dolor y buscamos dar lo que ellos necesitan.
29
Las enseñanzas de la Madre Teresa. Pág. 59

Sol Giadorou
El Puente47

Si aprendemos a actuar desde el amor, por amor a la acción, no cabría la duda de que
nuestro acto sería “bueno”. Todo lo que podríamos darle al mundo sería acogido con
agradecimiento. Inclusive en la “no-actividad” aparente, estaríamos irradiando amor a todos
los seres (y no sólo los que vemos con los ojos físicos). Aquí es visible la estrecha relación
que un frater puro tiene con el amor sublime. No hay una línea divisoria, frater un día nos
aconseja mirar para arriba y…

Dios. Es que aquí, en el amor sublime, ya no me alcanzan las palabras, por eso, con
mi lenguaje humano lo que logre expresar sonará parecido a frater; nunca suficiente para
este Ágape que trasciende, incluso, el “cosquilleo en el corazón”.

Amor cósmico
Si el amor sexual comprende lo físico, y frater es amor que une a los seres entre sí
desprendiéndose en parte de lo físico-corporal, en el amor sublime este “desprendimiento”
se completa y se manifiesta el amor libremente hacia los mundos superiores, hacia los
ideales. “Es la verdadera luz que se proyecta desde lo alto reflejándose en el amor fraterno
y sexual.”30

Reflexiones propias:
Mucho se mezclaba mi pensar y sentir cuando explicaba textos ajenos y no pude
separar por completo lo leído y lo vivenciado. Usé vocabulario ajeno para plasmar
reflexiones, mas no puedo decir que son propias ya que diferentes maestros me ayudaron a
alcanzar y concebir la idea; y las ideas no tienen dueño.

30
ibídem. Pág. 163

Sol Giadorou
El Puente48

Amor por los Maestros

Hoy
descubrí en mí un puente intermedio entre un frater muy puro y algo un
poquito más, un casi ágape… es que no hay una línea divisoria entre frater y ágape, pero sí
hay algo.

Muy de a poco me vuelvo sensible en los matices del amor. Quise hacer del texto
una vivencia pero para eso necesito ser Yo en la escritura.

¿Con qué ojo miro?


Las distintas caras que miro en el amor parecen, en un punto, contradictorias. El
amor es esto y aquello: un todo, y de sus infinitas caras yo percibo algunas y estoy
descubriendo otras en este momento. Con tiempo, y desde otro lugar quizá llegue a abarcar
con mi mirada esto y aquello. Escribí un poquito de aquello. Otros aspectos los vivencio en
mi relación con las personas, con Dios y con el mundo, pero no sé cómo expresarlo en
palabras, ahí la conciencia de qué está pasando realmente no es tan clara como para llevarla
a la escritura.

“Por supuesto habrá una acción y una palabra que broten desde
las serenas aguas del lago del espíritu. Y así cómo el ojo del espíritu es
capaz de ver lo invisible, la acción del espíritu es capaz de realizar sin
movimiento externo”31

Cuando caigo en la duda, frases así me hacen tomar distancia de esta subjetividad
que tejo, y la comprensión llena mi alma de luz. Hay quienes expresan el amor en sus
textos. Otros autores, sin embargo, dicen muchas cosas, pero como si el amor fuese un
objeto. Describen el concepto de amor que tiene el hombre, es una cosa, una idea, no vibra
el amor en cada palabra. Yo quiero que mi acción y mi palabra broten de las serenas aguas
del espíritu; ¿dónde busco ese lago?

31
ibídem. Pág. 335

Sol Giadorou
El Puente49

Maestros: la sinceridad serena, esa forma que tienen de ser incluso sin palabras,
ellos son en su mirada, en la voz honda, hasta en el aire que mueve su respirar. Son un
ejemplo que camina en mis pasos, son donde puedo mirar un poco más alto y cuando voy
abriendo los ojos veo en ellos, veo la luz que transmiten en sus rasgos, siento irradiar el
amor tan límpido, tan sabio; como si todos se hubiesen puesto de acuerdo en qué es lo
sagrado, y respetando eso impregnaron su vida cotidiana. Ahí veo la luz. No en un
momento fugaz de inspiración, ellos viven el instante, haciéndolo sagrado.

Este amor es uno de los que abre la puerta; como si ágape no fuese un estado donde
yo me vinculo con otro. Más bien en ágape me estoy vinculando con el Todo; con Dios. Si
bien encuentro a Cristo en cada uno de mis maestros, ellos son el sagrado puente, la puerta
que se abre con cautela, los velos sacudidos por un viento... Vivir en sus palabras tiene un
sentido inmenso, cuando puedo vibrar lo que vivieron estoy aprendiendo, comprendida y
cobijada en esa luz puedo ser sincera sin miedo, puedo expresar lo más íntimo y sagrado,
incluso cuando aún no encontré los términos. Y se alegran por mis logros, como si fuesen
propios. Ser aprendiz es mi alucinante experiencia y un amor muy inmenso. Desde frater
hasta ágape. Frater en el encuentro humano, ágape en el vínculo divino donde nos
desvinculamos uniéndonos al cosmos. Mis maestros me llevan de paseo: “hay algo arriba
nuestro, Sol” “Yo quiero buscarlo.” Hay, más aún, ahora hay que volver, de a poco, Sol…”
para que pueda estar acá y allá; al mismo tiempo. 31-5-06

Sol Giadorou
El Puente50

AmorLibre

…y Amor y Libertad se juntan.

Soy Hombre en la medida que soy Libre,

y sólo soy Libre cuando Amo.

En su libro “El Arte de Amar”, Erich Fromm expresa la relación de hombre con el
concepto amor, no el amor en sí mismo. Describe cómo el hombre llega a experimentar el
amor, este “objeto perceptible”. Entonces surgen ciertas inquietudes: ¿por qué amar? ¿Por
qué el amor, qué me hace querer buscarlo, qué se despierta en mí y en la gente? ¿Dónde
nace el interés por el propio centro o el ajeno? ¿Amar me satisface en algo, transforma mi
personalidad… sólo por eso? ¿O busco experiencias nuevas, sensaciones placenteras,
expansivas, místicas?

El amor como búsqueda en sí mismo.

Algo en el amor trasciende lo humano, y algo de lo humano trasciende en el amor.


¿Pero qué enciende en nosotros el interés de amar?

Algo de lo que me impulsa a “querer” amar es el enamoramiento, y en otros casos,


mandatos sociales que crean a nivel general la ilusión del amor.

Al obedecer mandatos el Hombre no actúa desde su libertad, desde lo que es como


individuo; desde su Yo.

En la medida que sus actos responden a algo dictado fuera del Yo, ya sea interno o
externo, no es él quien está eligiendo. No es libre en su decisión de amar.

Sólo puedo ser libre en la medida que elijo desde el amor. Únicamente realizo esta
acción porque la amo. Soy Yo quien ama.

Amamos en Libertad y somos libres Amando.

Sol Giadorou
El Puente51

(Así que el “camino hacia el amor” es el camino a la libertad, a ser Yo individual y


desde ahí encontrarte, Amor.)

Hablar de amor como si fuese una sensación en mí sería extraer la idea materialista
del amor. Un amor de pensamientos muertos. Ante este hallazgo ya no puedo seguir
escribiendo como antes: ¿qué es el amor? Ahora, en cambio, digo: ¿Quién es el Amor?

Nunca voy a olvidar la primera vez que percibí al Amor como un ser. Caminaba por
las calles del otoño de mi barrio, hilando pensamientos sanos, y escuché cómo mi pensar
dialogaba con alguien. “Puedo hablarle al Amor”.

¿Cómo pude pensarlo tanto tiempo como una “cosa”, un algo?… rebajarlo hasta
creerlo un sentimiento, al principio. Algo humano, nuestro, por y para nosotros, entre los
hombres; decir yo amo y creer que es mi amor el que estoy dando. ¡¿Mi amor?! Estaba
errada, nunca me perteneció nada, y menos este Ser inmenso.

Amor, ahora puedo hablarte.

Amor, te invito una vez más. Puedo albergarte en mi alma, expresarte sobre todo en
la palabra; te regalo, Amor, mi palabra. Para el mundo, para mí; para lo que Soy en Vos.
Amor, quizás veamos sólo tu sombra, creyéndonos amantes, los Hombres.

Amor, gracias por este regalo, unión Humana, unión Divina, unión del Yo.

Y vuelvo a cantar tu nombre:

Amor. Cada aspecto de mi vida, cada esfera de mi ser, cada vínculo que entablo,
que sostengo; desea, quiere, elige, ser reflejo mismo de tu esencia,

Y transformarse en puente.

Dios;

Yo te agradezco. 31-5-06

Sol Giadorou
El Puente52

AmorMutuo
Mi sinceridad
Un amigo dijo: “Sé sincera con lo qué sos, y escribí.
Sé sincera con Vos, y separá; sé sincera con el Mundo, y
entregá sólo lo necesario.Se sincera con tu Escritura y
pensá cuál es el Verdadero sentido de tu
Trabajo Anual”.

Amor; mi sinceridad. ...dónde. ¿Desde dónde voy a dar mi texto al mundo?


¿Cómo puedo ser sincera? Más, salirme, “morirme” para separar, mirar el sentido profundo
de mi trabajo, su resonancia en el mundo, más, ¿cuál será?, ¿tiene sentido? ¿Cuál es el
sentido de este texto? ¿Doy mi alma a la palabra, me dejo penetrar por un habla superior,
por la fuerza que imprime en el texto el Amor? Lo dejo ser y le agradezco, pero el mundo,
el lector, vos, vos que acaricias mis letras, y yo no puedo verte, no sé si estoy dando lo
mejor. Para cada individuo necesidades diferentes, que el Amor se exprese entonces en la
tinta. Amor, quizá estés en mi poesía. Tengo una intuición, algo espiritual nos une. Soy del
todo transparente, cuando escribo de amor, ¿es porque lo siento? A veces puedo, a veces va
del corazón al texto. Escribo y me convierto, si puedo ser de Dios ayuda, un instrumento.
Que Su amor en cada acto mío pueda transformar el mundo. ¿Cómo?

Por amor al hecho; no puedo escribir de Amor sin amarlo. Amo la palabra, el verbo
cuando expreso con el alma, con todo mi ser. Amor. Con él, y en él. Ser espíritu de Amor.
Estamos dialogando…

Amar al Amor y obrar en él; amar al Amor y verlo en el mundo. Desde, por y para.

Antes preguntaba: ¿Qué impulsa al Hombre a buscar el Amor? Ahora sé;

Nos buscamos mutuamente.

El Amor y el Hombre se buscan mutuamente. Cada individuo puede tener su


vivencia del amor, y acá está la mía, queriendo revivir en el alma de cada lector. Soy Yo
quien intenta llegar al mundo, descubriendo al Amor como algo vivo, alguien. Un Ser que,
como tal, ama. Un ser que desde su amor busca, expande, desde Él. Une, crea, es. Y me
necesita, como yo a él. Me necesita para transformar la tierra, el mundo de materia, y lo que

Sol Giadorou
El Puente53

ahora no puedo ver. Penetra y llega a expresarse en el espíritu mismo, para poder vivir en el
mundo. Soy consciente sólo un instante, donde llego a Ser Dios; y a la vez sangre,

paso a ser Yo;

y una misma encarnación

de Amor.

Sol Giadorou
El Puente54

Ideales

A Juli y a Pablo

Sol Giadorou
El Puente55

Eidos

Para intentar describir lo que percibí encontré la palabra Eidos. No sé bien cómo
era utilizada anteriormente, ya que he leído casi nada de filosofía. En este texto puede ser
plural-singular, femenino-masculino, como lo que describe, Eidos no es forma fija.

En la antigua Grecia los seres humanos tenían un vínculo diferente del que tenemos
ahora con la esfera ideica (mundo de las ideas o los arquetipos). Ellos notaban la diferencia
entre una representación en el pensamiento y una idea. Estaban familiarizados con este
mundo espiritual y sostenían que cada idea era un ser; lo llamaban Eidos. Los Eidos eran
los “seres ideas”, cada uno un arquetipo; eran sus dioses.

Mucho antes de Grecia la humanidad también tenía una relación diferente con estos
seres arquetipo. El Hombre podía verlos. A medida que la humanidad evolucionaba
(encarnaba más y más en la materia) necesariamente se iba separando de este mundo
espiritual donde las ideas tenían formas visibles. Ya en Grecia comenzaba la búsqueda de
estos llamados Eidos, filosofía, amor a la verdad, a la sabiduría. Esto nos dice que la esfera
ideica ya no era visible, y era necesario buscar para poder tener una noción del mundo de
las ideas. A través de la filosofía muchos griegos pudieron vivenciar en el alma estos seres.
Inclusive en la edad media el ser humano podía tener un vínculo con estos seres
espirituales, a través de una vivencia anímica.

Hoy en día no es natural que el hombre tenga este reconocimiento de Eidos en el


alma, pero hay mucha gente que, elevándose en el pensar, puede penetrar esta esfera ideica
y establecer cierto tipo de relación con estos seres de la idea.

Observemos a la Antigua Grecia. Los hombres sabían cuándo estaban frente a un


ser espiritual Eidos, tenían la vivencia de la idea. A las representaciones cotidianas, lo que
comúnmente llamamos pensamientos, ellos no las llamaban ideas. Acceder a la idea era
tener un encuentro con uno de estos seres del arquetipo. Un griego no confundía una
reflexión muerta, o algún pensamiento cotidiano, o las imágenes impresas en su alma, con
una vivencia ideica. Tener un vínculo con ese ser arquetípico, con ese dios, era diferente
que representarse, por ejemplo, la justicia. Los Eidos eran considerados leyes espirituales y
por lo tanto eran objetivos y universales. Cualquier persona que tuviese acceso a esta esfera
vería exactamente las mismas líneas espirituales que cualquier otro. Considerando esto

Sol Giadorou
El Puente56

ellos no podrían haber dicho “tengo una idea,” ya que habrían querido decir, estoy
encarnando un dios, el arquetipo “árbol” está en mí. La forma de la idea del árbol, su
expresión en la materia, es un árbol, por lo tanto los griegos, al vivenciar, al captar una
idea, no se creían dueños de ella. Y así como el árbol que ellos observaban con sus ojos
físicos (percepción), respondía a una ley espiritual que le daba sustento, cada objeto tenía
su dios, su arquetipo. También sabían que no todos los dioses (seres ideicos, leyes) se
expresaban entre nosotros materialmente, como el árbol. La justicia, por ejemplo, no era
mesurable con los sentidos físicos, sin embargo ellos reconocían donde se expresaba este
ser espiritual y donde no.

Orientaré un ejemplo muy sencillo. Así como detrás de lo que vemos como árbol y
reconocemos como justicia existen Eidos que son leyes espirituales vivientes, en la
matemática hay una idea viva detrás de cada concepto abstracto. Muchas veces sólo
podemos ver la parte muerta de esta “idea”. Los griegos hubiesen dicho, la sombra de la
idea. Esta sombra es la representación que me hago de un número; por ejemplo el dos.
Puedo dibujarlo así: 2. Pero puedo reconocerlo como ley, y en el momento que esto sucede
comprendo el sentido de la dualidad, y comienzo a ver como esta ley se expresa en lo que
me rodea (dos ojos, sí y no, blanco-negro, femenino-masculino, etc.) también puedo notar
que no todas las leyes responden a todos los órdenes. Algunos Eidos pueden ser
reconocidos en los objetos, otros en la matemática, y hay algunos que se encuentran más
arriba, ya que los Eidos tienen su propio orden jerárquico. Platón afirmaba que estos Eidos
de mayor orden jerárquico se encontraban más cerca del Sol, y que respondían a un orden
armonioso y amoroso, ya que eran seres del bien. Los seres del mal, o los malos
pensamientos-ideas, no respondían a orden alguno, y entre ellos reinaba el caos, la
desarmonía; podían estar en cualquier lado, inclusive entre los hombres. Por otro lado un
pensar humano tenía la capacidad de crear una idea; esto significa ser co-creadores de
realidades, poder dar a luz (concebir) un ser ideico. Por eso no consideraban bueno tener un
mal pensamiento; éste daría a luz un ser maligno, que rondaría sin orden ni obediencia,
influyendo de forma negativa en el mundo, en su progenitor, y en el pensar de las gentes.

Esta capacidad de crear un pensamiento, de introducir en el mundo una idea, fue lo


que hizo posible que el hombre pudiese idear objetos. Tomemos el ejemplo de un tenedor.
En lugar de mirar un árbol en la naturaleza hasta sentirse familiarizado con el concepto de
árbol, o vivenciar la idea subyacente a éste, primero tuvo que crear en su interior, en su
espíritu, una imagen de tenedor; una idea. Cada idea como esta es un arquetipo introducido
en el mundo, y gracias a que el hombre pudo idear este arquetipo con las fuerzas creativas
de su pensar, fue posible hacer un tenedor en la materia, que se corresponda con este ser
ideico (arquetipo de tenedor).

Debemos tener en cuenta que el arquetipo tenedor no se ubicará en la misma esfera


que justicia o árbol. A estos seres producto de creaciones humanas les corresponde otra

Sol Giadorou
El Puente57

esfera, del mismo modo que el ser que subyace al árbol no estará al nivel del arquetipo
Justicia.

Así como hay muchos Eidos que pueden expresarse en el mundo exterior al hombre,
en el mundo de la materia, ya sean naturales o ideados por él; existe una esfera que sólo
puede se vivenciada en el hombre; interiormente. Existen seres idea que necesitan al
hombre para expresarse en la tierra. Ellos no tienen expresión material propia (como árbol
tiene un árbol y tenedor un tenedor). Cuando los griegos accedían a este mundo y se
relacionaban con uno de estos seres espirituales superiores, entablaban vínculo con un
ideal. Justicia, por ejemplo, nunca aparecería caminando por el templo, y sin embargo el
griego podía, por medio de su actuar en la tierra, obrar con justicia; elaborar un juicio justo,
inclusive reconocer la justicia en el acto de otro ser humano. Pero no estaría reconociendo a
La Justicia como ser espiritual en este acto sino su expresión en la tierra, su producto, su
sombra, su influencia. Este inmenso ser espiritual que es la Justicia no podría encarnar en
un hombre; ningún cuerpo humano podría contenerla, sin embargo hay algo de Ella que
llega al mundo y al hombre por nuestro actuar. Llega al mundo sólo por medio del hombre.

Imaginemos una flauta traversa que sopla una hermosa melodía. Esta música fluye a
través de nuestro cuerpo, penetrando la piel, el pabellón auditivo, haciendo vibrar alguna
membrana… Las ondas sonoras siguen un recorrido específico, hacen proceso en nuestra
alma. Entonces podríamos pensar: estoy escuchando una flauta traversa; sí, no hay duda
que es una flauta traversa lo que hay aquí. Pero ¿fue acaso la flauta traversa quien penetro
mi oreja para pasear por el pabellón auditivo, hizo retumbar mi membrana, para llegar a
estacionarse en un pliegue del cerebro y en el alma misma? No fue la flauta en sí, pero yo
pude vivenciar su música. Ahora, si escucho la misma música pero desconozco que en el
aula de al lado alguien está haciendo sonar su instrumento, como ya conozco cómo es el
sonido de una flauta traversa, podré afirmar: sí, éste es el sonido de una flauta traversa,
desconozco dónde está la flauta, pero sé que proviene de ella. De ningún modo podría
negar la existencia de la flauta traversa. Tampoco negaría que esta música es producto de su
existencia. Si jamás escuché el sonido de una flauta no tendría herramientas para afirmar de
dónde proviene la música, y esto sería para mí un misterio, y aunque crea que es el viento
en las cañas de bambú y alguien me diga que así es, en el aula de al lado seguirá sonando la
flauta traversa con la misma música.32

Hay jerarquías, y los Eidos pertenecientes a la esfera superior son los que
corresponden a los ideales del Hombre. Es necesario que reflexionemos sobre la relación
entre el Hombre y la esfera de estos seres espirituales “de alto rango”, que no pueden ser
percibidos con los sentidos físicos y no obstante son reconocidos como “la música de la
flauta”. También debemos considerar la relación que entablaba un hombre de la Antigua

32
La imagen: “la flauta no entra en vos, sí su música”, es aplicable al ideal: el ser ideico no encarna en vos,
pero sí su cualidad, su virtud. También que quien no sepa o conozca el ser no podrá reconocer la virtud, o la
verá pero no sabrá que es resultado del ser ideico.

Sol Giadorou
El Puente58

Grecia con este mundo espiritual de Eidos, y el vínculo que existe entre el hombre moderno
(o posmoderno) y los seres espirituales. El hombre de hoy, ¿tiene una vivencia anímica de
los “Eidos”? ¿Es necesario para que pueda experimentar este mundo, el separarse de lo
anímico?

Otra pregunta que intentaremos responder en los siguientes capítulos es: ¿qué
relación tiene la vivencia griega de Eidos con la vivencia que puede tener un joven actual
con respecto a los ideales?

Hoy en día parece ser poco común entablar vínculos con estos seres ideicos. En el
hombre actual no es algo que pueda darse naturalmente, como en los tiempos antiguos.
Ciertamente hay muchos factores que nos impiden tener vivencias plenas de los Eidos,
¿Podemos notar a simple vista algo que nos limite el poder tener una vivencia plena del
mundo ideico?

Sol Giadorou
El Puente59

Concepto, sombra de idea

Cuando el tenedor aún no existía, un hombre tuvo que crear la idea y al darle vida
con su pensar pudo construirlo en la materia. Al crear una idea de tenedor, su pensar hizo
un trabajo diferente a la mera reflexión sobre algo existente en la naturaleza. Su pensar,
hasta entonces, podía reflexionar sobre los objetos dados. Tras la contemplación del árbol
lograba formarse un concepto de árbol. En realidad, no tenía una relación directa con el ser
espiritual, la idea árbol. El concepto muerto que alcanzaba con el pensar era una sombra de
este ser ideico. Creer que el concepto árbol es la idea viva árbol sería escuchar la música de
la flauta y creer que es flauta.

Pero de algo no existente aún en la materia no es posible, a través de la percepción,


formar un concepto. Cuando el hombre reflexiona acerca de lo que percibe, no está creando
nada nuevo, observa la creación ajena. Cuando necesita idear, su pensar se vuelve activo; es
un pensar vivo. Es esta actividad pensante la que permita al hombre salirse de lo dado,
transformarse en creador.

Esta es una diferencia entre el pensar creador (o creativo) y la reflexión acerca de lo


creado. El primero tiene que ver con lo que no percibimos en la materia, el segundo con las
verdades sobre objetos perceptibles.

Nuestros ejemplos son el árbol y el tenedor. Aunque el hombre pueda acceder a


ambas verdades usó dos caminos distintos para llegar a ellas. En el segundo caso fue
necesario el desarrollo del pensar creativo en el hombre, donde la idea llega antes que el
objeto. Tengamos en cuenta ahora el ideal de Justicia. Justicia no es un objeto perceptible;
como lo era el árbol. La Justicia es el ser ideico, y al no tener una expresión perceptible
para nuestros sentidos físicos, necesitamos un pensar creador para vivenciar esta idea. Sólo
por medio de un pensar creativo somos capaces de crear algo que nuestros sentidos físicos
no pudieron percibir. Igual pasa con los ideales, los Eidos: sólo en el pensar vivo nos
encontramos, y un pensar muerto (reflexivo-abstracto) no llega a experimentarlos. Si
ignoramos como suena una flauta traversa, al escuchar su música no podríamos decir “lo
que está sonando en el aula de al lado es una flauta traversa”. Lo mismo ocurre con los
Eidos. Cada Eidos tiene su forma de expresarse en la materia, y una vez que el hombre
reconoce la idea, puede vivenciar su expresión constantemente. Por ejemplo el número dos,
que podemos conocerlo como un concepto abstracto separado del mundo, o bien, como la

Sol Giadorou
El Puente60

ley viva que se expresa en las dualidades de la existencia. Lo primero pertenece a una
esfera anímica del pensar que está ligado al alma racional. Este pensamiento es la sombra
de los Eidos, el cadáver intelectual del pensar vivo, y es frío, abstracto. Un exceso de esta
actividad de reflexión racional produce un resecarse del alma. Y aunque entendamos
racionalmente que el dos aparece en lo que nos rodea, (día-noche, femenino-masculino,
etc.) seguiría siendo una reflexión.

El prensar por el cual tenemos vivencia de los Eidos es el pensar intuitivo. Este
pensar vivo se anticipa a la idea: primero es necesario ver (intuir) la idea para comprobar
luego su expresión en el mundo. A estas ideas se llega con el pensar intuitivo. Cuando el
hombre capta la idea, los fenómenos que en su vida resultaban incomprensibles, comienzan
a explicarse con claridad.

El árbol es perceptible y, reflexionando, puede ser entendido por el hombre. La


Justicia, en cambio, no es perceptible, no puede ser abordada por la reflexión, pero sí por la
intuición del ser humano.

Al decir que el hombre se relaciona con estos seres ideicos, no necesariamente ve


una imagen o una figura del Eidos o escucha su voz nítida. Esto habría sido posible mucho
antes de la Antigua Grecia, pero hoy el hombre tiene acceso al mundo de las ideas mediante
un pensar de índole espiritual. Cuando el hombre se eleva en esta esfera espiritual intuye
los ideales.

Sol Giadorou
El Puente61

El Eidos Actual

Es muy común escuchar a alguien decir: “tengo una idea; hoy comeremos pizza.”
Esto puede contradecir el concepto de idea (ser del mundo ideico) o bien afirmar que hoy
en día el lenguaje ha cambiado. Por lo general la gente usa palabras como “idea” y
“pienso”, para describir fenómenos que en realidad no son pensamientos ni ideas. Hoy,
cuando hablamos la palabra idea o ideal, solemos darle un sentido propio, subjetivo, que
tiene más que ver con el sentido de la frase, que con la palabra en sí. A veces creemos que
la idea es nuestra que somos sus dueños o inventores, y nos sorprendemos al escuchar un
contemporáneo planteando un razonamiento similar al nuestro, quizá sean diferente las
palabras pero la idea es la misma. La idea no era nuestra. Las ideas captadas con un pensar
intuitivo son universales y verdaderas para todos. Podemos ver que una religión llega a una
verdad espiritual, y al contemplar otra práctica religiosa notamos, a veces en palabras muy
diferentes, la misma Verdad espiritual.

En la actualidad tener un vínculo intuitivo con el mundo ideico no es algo frecuente,


o al menos no es un tema de charla cotidiano. La gente no suele mencionar experiencias
suprasensibles cuando afirma tener una idea. Puede pasar, pero esto no es lo más común, lo
más visto por todos. Suele ser más frecuente que, al decir “idea”, en un lenguaje cotidiano,
nos estemos refiriendo a lo mismo que “la idea de comer pizza esta noche”.

La separación del ser humano con el mundo espiritual es parte del proceso natural
de individuación del hombre. A lo largo de la historia, el hombre se fue separando del
mundo espiritual, encarnando en la materia, investigando lo sensible. El hombre moderno
logró un gran desarrollo del mundo físico. También tuvo lugar el pensar creador, donde el
hombre se anticipó en la idea, logrando crear desde el tenedor y la flauta traversa hasta los
más avanzados aparatos tecnológicos. Fueron ideados por y para el hombre. A medida que
en el hombre crecían las posibilidades de un pensar creador, más y más seres humanos
tenían la posibilidad de ser artistas, inventores. Lo mismo sucedía con respecto al pensar
reflexivo: hoy en día cualquier persona es apta para realizar un trabajo de investigación
teniendo las herramientas necesarias (educación, recursos, conocimientos sobre el tema).
Hoy, lo que no se sabe se aprende. Lo mismo sucede con un pensar intuitivo. En la
actualidad no suele ser herramienta de común investigación, pero al igual que un pensar
reflexivo, puede ser desarrollado en el hombre, y aprehendido por él, de un modo similar a
como el matemático ejercita su pensamiento lógico. La diferencia está en los impedimentos
y la dificultad, ya que es necesario que el ser humano pueda separarse de múltiples
bloqueos y limitaciones para experimentar el mundo de las ideas.

Sol Giadorou
El Puente62

Existen muchos factores que nos impiden tener vivencias plenas de Eidos. Aquí
observamos el alma, cada uno su propia alma con mirada sincera; ¿Cuáles son los factores
limitantes que reconocemos a “simple vista”? ¿Qué vive en mi alma que me impide tener la
clara capacidad del pensar vivo, de la intuición del mundo arquetípico de las jerarquías más
altas?

Sol Giadorou
El Puente63

Tres Almas
Ya en la Antigua Grecia, el filósofo Platón, supo reconocer que existían diferencias
en las funciones del alma humana. Él enseñaba sobre tres almas.

La primera tenía relación con los impulsos y pasiones, con lo inmediato y el


instinto, con los sentimientos y las emociones, el dolor, la antipatía, y placer. Era la “parte”
del alma más ligada al cuerpo físico, respondiendo a él directamente. Era lo más parecido al
alma de los animales, y era quien respondía a la demanda corporal en la mayoría de los
casos.

La segunda alma estaba descripta como el alma de la reflexión. En ella se


cultivaban los esquemas de pensamiento abstracto, pero también algunos sentimientos
relacionados con el aprendizaje y conocimiento, como es el amor a la verdad. En el alma
reflexiva el pensamiento aún estaba ligado a ciertos aspectos físicos, teniendo su
manifestación en los procesos cerebrales. Aquí las leyes ideicas eran vivenciadas como
meras sombras de las entidades espirituales arquetípicas.

Finalmente, en la tercera esfera anímica se desarrollaban cualidades capaces de


penetrar el mundo de las leyes espirituales. Esta alma estaba ligada al espíritu, y podía
responder por lo que allí se generaba como impulso, del mismo modo que la primera esfera
anímica respondía al impulso del cuerpo físico. Este tercer miembro del alma no sólo tenía
vivencia del mundo espiritual; podía compenetrarse con la esfera más baja del espíritu del
hombre.

A lo largo de la historia fueron muchos los investigadores que supieron percibir


estos matices, si bien las formas usadas para describirlos tuvieron gran variedad
terminológica. No entraré en marco histórico-teórico sobre las “tres almas” de Platón;
suficiente es decir que desde la Antigua Grecia hasta actuales investigadores científico-
espirituales otorgan similares cualidades al alma. Incluso en la psicología es posible
observar un fenómeno parecido: Sigmund Freud hizo mención al yo, ello, y superyo. La
antroposofía tiene en cuenta las diversas esferas del mundo anímico, y además de “las tres
almas”, de Platón, describe relaciones muy complejas entre ellas y siete regiones del mundo
anímico. Con respecto a las “tres almas” de Platón, Rudolf Steiner hizo complejas
descripciones de ellas, llamándolas Alma Sensible, Alma Racional o Afectiva, y Alma
Consciente.

Sol Giadorou
El Puente64

Factores Limitantes
Es posible relacionar lo que sucede en cada esfera anímica con las vivencias del ser
humano, con las leyes arquetípicas. En cada círculo del alma existen cualidades que
bloquean el desarrollo del pensar intuitivo antes mencionado, y, por lo tanto, una vivencia
plena del mundo ideico. Reflexionando sobre las posibles trabas reconocí que los factores
limitantes no son los mismos en el alma sensible que en el alma racional y consciente.

En el alma sensible son los impulsos y las pasiones, las necesidades básicas
urgentes33, los deseos, la simpatía y la antipatía, las emociones y el egoísmo.34

En el alma racional existen otros bloqueos, lo que no nos permite cultivar el amor a
la verdad y a la certeza, como el escepticismo, el apego al materialismo, cualquier creencia,
los esquemas mentales y bloqueos, las trabas de la lógica, unilateralidad o dualidad de
pensamiento, raciocinio rígido, inflexible, frío. Exceso de reflexión abstracta,
intelectualismo. Especulación de crítica negativa, destructiva y pensamientos negativos,
laberintos oscuros por lo que creemos que son ideas, fijeza en una “manera” de pensar, y la
ambición de más conceptos para uno mismo, ósea, el conocimiento con fines egoístas.35

El alma consciente no posee en sí misma cualidades que bloqueen su relación


intuitiva con los seres del mundo ideico. Ella reúne capacidades que por lo general se
encuentran dormidas o, más bien, el yo no logra aún situarse en el alma consciente y desde
ahí actuar para con el mundo ideico y terreno. Es en esta esfera anímica superior donde el
ser humano puede penetrar el mundo espiritual de los arquetipos.

Así como existen factores limitantes en el alma, también viven cualidades anímicas
que al ser desarrolladas o cultivadas, acercan al hombre a concebir el mundo espiritual.

En el alma sensible el individuo puede buscar la ecuanimidad, observar su sentir y


cultivar en el alma sentimientos cariñosos y profundos; ejercitar el control sobre ciertos
impulsos de dispersión o distracción. También la conciencia sobre tormentas emocionales
como la euforia o la excitación, el dolor profundo, inclusive una alegría o un placer de
mucha intensidad, ya que pueden arrastrar al yo, esclavizándolo a responder necesidades
inmediatas. No hay que ignorar los impulsos, simplemente tener conciencia de ellos y no
dejar que la emoción tiña al yo; no es bueno estar tomado por el ánimo.

33
No se puede pensar con mucha hambre
34
Estos fueron sólo los que yo pude reconocer. El impulso Luciférico tiene íntima relación con los factores
limitantes del alma sensible.
35
El impulso Arhimánico está relacionado con los factores limitantes del alma racional.

Sol Giadorou
El Puente65

En el alma racional es sano cultivar un amor por la verdad, claridad en el juicio y


objetividad. Veneración por el mundo superior, respeto hacia la sabiduría, ya sea un
maestro o un libro. Es también necesaria la capacidad de silenciar el pensamiento propio, y
así poder acoger los mensajes del mundo, asimismo recordar que no somos dueños de la
sabiduría o del conocimiento. Impregnar de amor el pensar y poder entregarse con amor y
devoción a una sabiduría superior. Para quien no haya erradicado la duda y el prejuicio esta
entrega se volvería imposible, ya que las pruebas del mundo espiritual no son como las
físicas y “hay que creer sin ver para luego poder ver”. Quizás haya que abrirse al la
posibilidad de un mundo enteramente distinto, con otras leyes, que contradicen lo que
vimos y escuchamos. En un punto es comparable con saltar a un abismo, ya que la persona
necesita cultivar en su alma primero la predisposición a la sabiduría, estar abierto, luego
reconocerla, respetarla, para recién después poder penetrar sus mundos, aprehender la idea.

En el alma consciente el gesto es distinto. Desde una libertad del Yo, el hombre
puede entablar la relación amorosa con los Eidos. El sentirse parte de un equilibrio, y así
asumir las responsabilidades y compromisos, ya que los Eidos necesitan de nosotros y una
vez que los intuimos no podemos ser inconsecuentes con ellos. Entonces autoconciencia,
para obrar en la tierra lo aprehendido en la esfera ideica. Intentar llevar adelante el ideal,
siendo consecuentes.

Hoy reconocemos que el hombre está “más lejos” de Eidos que el griego, no
obstante, realizando un trabajo anímico tiene vivencia de los seres ideicos gracias a la
intuición que desarrolla. Si bien es bueno considerar la relación que entablaba un hombre
de la Antigua Grecia con el mundo espiritual de Eidos, y el vínculo que existe entre el
Hombre moderno (o posmoderno) y los seres espirituales, hay que diferenciar al
adolescente actual del hombre adulto. Otra pregunta que intentaremos responder en los
siguientes capítulos es: ¿qué relación tienen los Eidos que el hombre podía vivenciar en la
Antigua Grecia, con la vivencia que puede tener un joven actual, con respecto a los ideales?

Sol Giadorou
El Puente66

Eidos-Joven
Enla Grecia Antigua la humanidad atravesaba una etapa en la cual el pensar
racional comenzaba a despertar y si bien ya no tenía el mismo vínculo con los Eidos,
todavía el individuo podía abrirse al mundo espiritual con facilidad.

El joven actual sano realiza un proceso similar al del hombre griego. En pleno
desarrollo del alma sensible, como un rayo, el pensar se eleva de pronto, penetra el mundo
ideico, y “baña” al joven de un fuerte idealismo. Muchas veces el joven se enamora del
ideal, el Eidos que intuye, al tener una experiencia tan intensa, y a la vez fugaz, como el
rayo.

La nueva posibilidad del pensar que se abre en el adolescente le permite estar más
cerca del mundo espiritual, de los arquetipos. Este “rayo de luz” en la “tormenta” es quien
permite al joven tener ideales y es que su pensar ha madurado lo suficiente para que esto
sea posible. El joven tiene en sí mismo la capacidad de relacionarse de una manera
particular con las leyes del mundo espiritual. Es un repentino despertar a un mundo que ya
existía en él, pero de otra manera: sin conciencia, “durmiendo”.

Sin embargo, al mismo tiempo sufre otro tipo de vivencia, que, en el alma sensible
sería factor limitante para un pensar vivo, y a la vez el alma racional aún no tiene las
herramientas necesarias para penetrar el mundo ideico con total lucidez. Es curioso, ya que
el joven se encuentra sacudido por los bruscos cambios anímicos, pleno proceso del alma
sensible, -cambios similares ocurrían al adulto griego, y, al igual que ellos, en el joven
existe una predisposición natural a vivenciar la esfera donde viven los arquetipos de las
jerarquías superiores, los ideales.

Estos dos gestos, en apariencia antagónicos pueden describirse utilizando la imagen


de la tormenta, misma alegoría que, capítulos atrás se refirió al enamoramiento: en la
oscura noche un hombre avanza tanteando. De pronto, un relámpago estalla en las alturas, y
su luz hace visible el derredor por un instante. El sujeto puede llegar a ver la gran belleza
que el paisaje encierra, alucinado, encantado, encandilado a la vez por la intensidad del
rayo. No obstante su claridad es efímera, y la oscuridad reina en el instante en que el joven
puede percibir el espectáculo.

En el enamoramiento, cuando “cae la magia”36, el individuo reconoce, en el mejor


de los casos, que está ante algo inmenso, digno de amar. Durante el relámpago él ve, los
36
Ver capítulo de enamoramiento en “Textos Complementarios”.

Sol Giadorou
El Puente67

verdaderos aspectos divinos en el otro, todos, incluso los que aún no se han desarrollado en
el ser. Cuando “la oscuridad” regresa recuerda que en el compañero existen aquellos
gérmenes escondidos y son tan altos y dignos de amar que lo impulsan a conocer al otro, a
buscarlo realmente, a amar.

El joven, entonces, reconoce el ideal cuando un rayo estalla en su oscura tormenta.


Es esta la tormenta anímica, la poca conciencia que el adolescente puede tener; la
animosidad que arrastra al yo entre extremos y esteros, costas, oleaje y muy pocas veces, la
calma, que desde esta imagen sería la ecuanimidad en el alma sensible.

De esta manera el joven atraviesa una suerte de enamoramiento del Eidos, su ideal
se transforma en lo único importante y desea, imperioso, plasmarlo en el mundo a toda
costa, inclusive, a veces, de su propia vida.

Tras haber sido “tocado” por la intensa luz del rayo, el joven vuelve a la oscuridad,
pero algo en su alma es diferente. Dentro de sí ha despertado la sensación de que hay “algo
más”; todo un mundo no perceptible a los ojos físicos, no obstante tan verdadero como
cualquier certeza. En la mayoría de casos, de manera no consciente, recuerda una esfera
que conoció, que siempre estuvo. Los ideales son, entre la oscuridad de la tormenta y el
pleno desarrollo del alma sensible, recuerdos del mundo espiritual.

¿Es este el proceso habitual en un joven o nos encontramos frente a una juventud
“dormida”? ¿Qué ocurre con los jóvenes idealistas; y los que parecen no serlo?, ¿dónde
reflejan la cualidad adolescente de idealizar? ¿Qué es la idolatría con respecto a la falta de
ideales verdaderos? ¿De qué manera quedan en el alma del joven las representaciones de la
vivencia espiritual con los Eidos? ¿Puede recordar esta vivencia con conciencia o es un
proceso inconsciente para él, posible sólo de reconocer en la adultez, haciendo una
retrospectiva de la vida?

En el libro Adolescencia y Posmodernidad, de Obiols, se pueden leer actitudes


adolescentes escritas entre 1916 y 1990, y al reflexionar sobre las diferentes conclusiones y
las estadísticas actuales, sale a la luz una gama de diferencias entre el joven descrito hace
décadas, y el llamado posmoderno. Una es la falta de idealismo en el joven de hoy. La
vivencia celestial del mundo arquetípico no es algo que suela verse con frecuencia. Si bien
es inadecuado generalizar, gran parte de los adolescentes tiene el mismo tipo de reacción
cuando, en medio de la tormenta, ven el rayo o escuchan el trueno al que precede. ¿Pueden
tener conciencia del rayo, del nuevo desarrollo de su pensar, de los seres espirituales Eidos?

Sol Giadorou
El Puente68

Perseval
Una segunda imagen puede acompañarnos en esta descripción sobre las reacciones
del joven en la tormenta, y diversas actitudes que puede tener frente al rayo de luz y a la
vivencia intensa, pero efímera, del mundo espiritual. Es la historia de Perseval; un muy
bello relato medieval donde un joven llamado Perseval o Parsifal, mediante sus aventuras
de explorador y caballero, ilustra procesos que pueden verse en la biografía de un joven
sano. Tras recorrer bosques, ríos y llanuras, haber vencido a caballeros y dragones, Perseval
se encuentra ante un castillo exuberante, y entra; tiene 18 años. Sentado está el anciano que
sufre, y una mujer entra en la sala, portando el Grial. Perseval no comprende nada en
absoluto, mas tampoco sabe qué preguntar. A la mañana siguiente nadie le dirige la palabra,
y él se marcha contrariado, aislado aún sin comprensión. Momentos después el gran castillo
desaparece. Perseval vaga por los bosques, crece, aprende, se enamora, y la vida se va
desarrollando. Él nada recuerda del castillo, o del Grial, sin embargo, cuando forma parte
de los caballeros del Rey Arturo, una horrible mujer aparece, y lo maldice por no haber
“hecho la pregunta”. Entonces, muy dolido, abandona la sala de caballeros, y comienza a
merodear, sin rumbo… Llega el día en que enfrenta al gran Feiferiz, y tras días enteros de
lucha, se reconocen hermanos entre las charlas. Hijos del mismo padre. Perseval se vuelve
a encontrar ante el majestuoso castillos del Grial, y al entrar por segunda vez posee los
elementos para formular “la pregunta”. Gracias a su actuar correcto -preguntar-, libera al
anciano Rey del sufrimiento que lo acogía, transformándose él en el Rey guardián del Santo
Grial. Vive con su esposa Conwiramur y su medio hermano Feiferiz en el majestuoso
castillo, custodiando sabiamente el Santo Grial.

La imagen de la primera entrada en el castillo, a los 18 años, se compara con la luz


del primer rayo; efímero, fugaz y confuso, como arena o agua que escapa entre los dedos.
La segunda vez que Perseval llega al castillo, se encuentra preparado para “hacer la
pregunta” y puede convertirse en el Rey y protector del Grial. En la imagen anterior del
rayo, el segundo ingreso al castillo representa la luz lograda por el pensar, conscientemente,
con las herramientas necesarias para aprehender qué pregunta debe hacer y realizarla.
Comparado con una imagen del proceso desde el enamoramiento hacia el amor, la primera
visita de Perseval al castillo sería el enamoramiento y, tras un largo período donde el
castillo desaparece, el convertirse en Rey del Grial sería, el amor, amar al otro, ahora
conociéndolo realmente (con elementos para hacer la pregunta).

El joven Perseval se encuentra delante del Grial y no sabe preguntar. Tampoco


puede tener noción de la importancia que el Grial encierra, ni la magnitud del castillo. Sale
del castillo y éste se desvanece; luego olvida el castillo y continúa viviendo.

Sol Giadorou
El Puente69

Inesperadamente el castillo se yergue ante él por segunda vez, cuando ya es adulto y está
preparado para hacer la pregunta.

En la adolescencia lo que ocurre con respecto al el mundo ideico es inmenso. El


joven no tiene capacidades anímicas desarrolladas para comprender lo que está pasando, y
cuando quiere mirar de frente el fenómeno, éste se desvaneces como la luz del rayo, como
el agua entre los dedos, dejando sensaciones confusas en el alma adolescente que,
finalmente, son dejadas de lado y la vida continúa como si tal castillo no fuera real. La
situación existencial es tan grande que el joven no puede hacerse una clara noción de su
magnitud, y a la vez no sabe qué hacer con algo tan grande: no sabe qué preguntar. Todos
entran al castillo y, al no saber preguntar, deben irse.

Está dentro del sano proceso, que el joven pueda alejarse del castillo, y olvidarlo;
continuar respirando, aprendiendo, y, septenios después, de una u otra manera, la vida, Dios
o el destino (el Yo superior de cada uno), hacen resurgir el mismo castillo en el momento
indicado.

Es una fuerza espiritual tan poderosa que no puede dejar de erguirse, por segunda
vez, en la biografía del ser humano. La persona puede ser consciente de la fuerza espiritual
del castillo, como también puede seguir adormilada, ya que si no pudo intuirlo en la
adolescencia, difícilmente podrá abrirse a él en la adultez.

En la segunda aparición del castillo, el caminante tiene las herramientas para tomar
conciencia de que está ante el castillo, con toda la magnitud que esto implica, y además,
elaborar “la pregunta” correctamente.

Para la imagen de la tormenta y el relámpago, “haber salido del castillo” sería la


oscuridad que reina tras el rayo, y el “olvidar el castillo”, equivaldría dejar de mirar el cielo
a la espera de otro rayo, y volver a caminar tanteando, en la oscuridad.

“Perseval” representa la imagen del proceso sano del adolescente: percibe la


existencia de algo diferente, de gran magnitud, pero desconoce qué debe hacer con ese
“algo” tan grande. También ignora la esencia de lo que ese “algo” es, y el poder que
encierra (el Grial). Luego el castillo se esfuma de su campo visual, él lo olvida fácilmente,
y, un largo período después, algo se lo recuerda.

El proceso hasta ahora descripto –reconocer el castillo, luego olvidarlo- suele


plasmarse con diferentes matices de intensidad, ya que son vivencias individuales: todas
diferentes. Aún así representa un esquema de crecimiento sano en el joven. Sin embargo el
hecho actual que puede verse en la adolescencia no debe ser ignorado. ¿Qué castillo
reconoce un joven posmoderno tipo?

Sol Giadorou
El Puente70

Muchas veces el adolescente no tiene conciencia alguna de la existencia del castillo


y su Grial. Transcurren las décadas y el patrón de adolescente conformista, escéptico, se va
acentuando al encontrar el cobijo perfecto en el materialismo actual.

Si es posible percibir que “lo sano” sería entrar en el castillo, reconocerse ante algo
inmenso, inabarcable, para luego olvidarlo, hay que aceptar que no es lo habitual. Hoy el
joven no tiene ninguna conciencia del Grial. Sus ojos ya no ven la luz del rayo; y apenas,
quizás, puede escuchar el trueno. No todos los jóvenes “duermen” ante el mundo espiritual
(castillo), ante un ideal (Grial). Pero también debe ser graficado un rasgo habitual presente
en la juventud actual.

El joven que “camina” mirando hacia abajo, ensimismado en su andar egoísta, no


pueda ver el rayo. El joven que no despierta su interés por el mundo, jamás tendrá los ojos
en el cielo cuando explote el relámpago. Si aún sus oídos están atentos, puede ser sacudido
por el trueno; entonces, (en el mejor de los casos,) el joven yergue su rostro, y a la espera
de otro rayo aguarda, pero la luz no llega, y se distrae, corre en busca de placeres y proezas,
camino y nuevos conocimientos; cuando escucha otro trueno. Otra vez quedó sin ver la luz
del rayo, ni el paisaje iluminado.

Una mirada adolescente necesita penetrar lo “celeste”, ¿Dónde encuentra el mundo


espiritual, ideico? ¿Dónde busca tantos ideales, que en su interior aguijonean por ser
descubiertos?

Al no tener conciencia del relámpago, del castillo, o del grial mismo, posa su
mirada sedienta de ideales, en la primera figura que encuentra, creando idolatría.

¿Qué lugar ocupa un ídolo en la vida del joven que no encontró su ideal? (por
ignorar el Grial, me compro el vasito de plástico).

El adolescente cultiva en su alma el germen para venerar el mundo espiritual, las


verdades universales, las leyes éticas individuales; sin embargo éste mismo germen puede
degenerar en el culto a los aspectos materiales cuando niega toda existencia suprasensible.
En lugar de buscar ideales espirituales en la esfera ideica, el joven encuentra ídolos carnales
en el cartel de la esquina. Fomentados por los medios y la masa, los ídolos pueden ser
colgados en un póster o tatuados en la piel.

En los tiempos actuales el materialismo y el escepticismo están realizando una labor


profesional. Dotados de una gran inteligencia fría, estudian minuciosamente las mejores
formas de atrapar al joven, conscientes de sus debilidades y predisposición a idealizar y en
este caso, idolatrar.

Al igual que la publicidad y los medios de información masiva, la educación del


niño juega un papel importante; es una de las herramientas principales que usa el sistema
para crear jóvenes hedonistas y escépticos, conformistas y esclavos del consumo. El

Sol Giadorou
El Puente71

materialismo modela hombres que responden muy bien a sus demandas de derroche y mano
de obra, modela ejércitos enteros de esclavos del sistema.

Un joven con ideales no aceptaría el esquema actual, intentaría transformarlo de una


u otra manera, pero se vería frustrado al no tener las herramientas para hacerlo, o daría uso
a lo que cree tener a su alcance, ya sea un partido político, una ONG, o algún
emprendimiento similar.

Inmenso poder tienen las fuerzas que mueven a los jóvenes a no tener ideales. En un
punto se encuentran obligados inconscientemente a encontrar ídolos, en cuanto no son
libres de elegir lo que realmente aman.

Fuerzas como el materialismo, el escepticismo y el hedonismo (búsqueda constante


de placer), están arraigadas con firmeza en el orden social, instaladas en el estado, el
comercio, la educación, la publicidad, la economía liberal, el capitalismo, y también en una
parte de lo general a la especie humana. Si en el idealismo somos individuos, en la idolatría
respondemos a rasgos generales de la especie. “Ningún hombre es totalmente especie,
ninguno es totalmente individualidad”.37

El hombre tiene en sí mismo lo que la sociedad expresa, se identifica esa parte


general del hombre con el sistema. El hedonismo, por ejemplo, es un factor que obstruye la
concepción de ideales en el adolescente. Existe una búsqueda de placer que está fuera de él,
expresada en sitios diversos, en la gente en general, pero también el joven puede
reconocerla dentro de sí mismo. Quien atente contra la libertad del ser humano individual
querrá jóvenes sin ideales, ya que si el joven descubre que el hedonismo y el escepticismo
que ve en el mundo, están también dentro de él, empezará combatiéndolos en sí mismo, y
en ese ámbito sí tiene las herramientas, y sí puede triunfar y separarse de fuerzas como
aquellas. Y en la medida que se separe y se busque como individuo, en la medida que
desarrolle un pensar capaz de concebir ideales éticos; en lugar de frustrarse por no tener las
herramientas para plasmarlos en el mundo, puede prepararse a sí mismo, revivir los ideales
en su mundo interno. El joven puede tomar conciencia de las influencias que lo manejan, y
formarse a su voluntad individual, siendo consecuente con sus ideales espirituales. Quien
esté en contra de la humanidad libre hará lo posible para que el sujeto no se autodetermine,
para que no piense intuitivamente, para que sólo obedezca. Esto sería querer frenar la
evolución del hombre. Un individuo que con el pensar alcanza ideales éticos no necesita
someterse a mandatos morales, y no está condicionado por lo genérico de la especie. Un
joven aún no tiene las herramientas anímicas para autodeterminarse libremente, sin
embargo, concibe ideales de las jerarquías superiores y, al reconocerlos, y obrar en
consecuencia, comienza a tomar conciencia de las fuerzas que no le son propias y deja de
responder ciegamente a ellas. Así va adquiriendo autonomía, en una etapa donde, por lo
general, los impulsos y pasiones arrastran al ser. Todo lo que en la adolescencia suceda con
37
Rudolf Steiner, Filosofía de la Libertad. Pág. 200

Sol Giadorou
El Puente72

respecto a los ideales, tendrá sus frutos en otro momento de la vida: cuando el castillo se
haga visible por segunda vez. Cuando el hombre tenga las herramientas necesarias, volverá
a ingresar al castillo y se hará custodio del Grial. De un proceso sano en la adolescencia
dependerá que pueda reconocer el castillo en el acto, o que deba ser golpeado por los
truenos de la vida hasta que levante la cabeza… o muera cabizbajo, esclavo de las fuerzas –
internas y externas- que atentan contra la individualidad, contra el desarrollo de los
aspectos Humanos y, por lo tanto, contra la concepción de los ideales.

Pasado, Presente, Futuro


Recapitulando, hasta ahora se describen dos procesos sobre la concepción del ideal
en la juventud. El primero, ilustrado por Perseval fue llamado sano, el segundo, habitual.
En base a lo reflexionado tras la lectura de Adolescencia y Posmodernidad, queda expuesta
la primera forma al “pasado”, ya que las descripciones de juventud alrededor de los 60
hablaban de un joven típicamente idealista. Luego se percibe un proceso paulatino, hasta el
joven escéptico, hedonista, conformista, de la posmodernidad: esta segunda forma la
ligamos al “presente”.

Ahora bien, nada fue dicho de la tercera forma, escasa pero existente. Esta reacción
del adolescente frente al castillo tiene un parecido con la primera forma, mas encierra una
diferencia. El joven queda profundamente movido por lo que puede vivir en el castillo, está
más despierto que en los dos primeros casos, y su experiencia espiritual es nítida. Se
percibe ante el Grial y siente su magnitud, asimismo sabe perfectamente que no puede
tomarlo, ya que en su alma aún no se han desarrollado los elementos para hacer con él algo
digno y útil para el mundo. Sabe muy bien que debe esperar el momento y esto puede doler
en un punto, ya que entre sus ideales y el mundo hay un abismo. Si el joven es sensible,
puede frustrarse, pero algo dentro de él lo mantiene firme, haciéndole saber que todavía no
es su momento de “cambiar el mundo”. El castillo se presenta tan nítido en su vida que
puede tomar conciencia de dónde está parado. Al tiempo que algo nuevo se abre para
siempre, sabe que la vivencia del castillo no es eterna, y el “rayo” de luz iluminará por un
tiempo, para esfumarse luego. Este es el joven que ya no puede olvidar el Grial, ni el
castillo, ni todo lo que pudo ver a la luz del rayo. Sabrá salir del castillo, no para dormirse,
ni para olvidarlo luego, sino para buscar las herramientas necesarias, para aprehender más y
más del mundo y de él mismo, “¿Dónde se necesita mi Grial?”-puede preguntarse, o
“¿Cómo acercar más gente al castillo?”

Este joven busca la verdadera luz desde el momento en que el rayo se desvanece; y
prefiere que así sea, porque en el caminar aprende.

Sol Giadorou
El Puente73

Si Perseval ilustraba el joven del pasado, el sistema forma el joven del presente, el
tercer caso del joven idealista habla del futuro.

Hay jóvenes que no pueden olvidar el castillo. La vivencia espiritual no sólo es


intensa, sino que es acogida en el alma del joven con una claridad deslumbrante. Así como
hay cada vez más niños pequeños con capacidades, para el mundo adulto, incomprensibles;
desde seres que pueden ver u oír, hasta una actitud más despierta frente a la vida; así
existen hoy adolescentes con una intuición del mundo espiritual más consciente que lo
habitual o, mejor dicho, consciente, ya que lo habitual es un proceso de percepción
inconsciente. Estos niños que se ven muy despiertos pueden ser los adolescentes sensibles a
los ideales éticos, aunque no siempre llegan a la juventud con sus sentidos espirituales
“limpios”. Ya mencionamos varios factores contaminantes; la televisión, sistemas
educativos que no estén basados en un profundo conocimiento del hombre, bombardeo
publicitario, son sólo algunos demonios del sistema. Con frecuencia los niños sensibles se
“atrofian” por el entorno. Suele suceder que si aún no han sido contaminados, son
catalogados de hiperactividad (h.dd. o a.dd.) y drogados con pastillas que los adormilan,
acallando sus sentidos desarrollados y su sensibilidad. A veces creemos que el mundo sólo
es como podemos verlo, y existe para todos igual, como nosotros lo entendemos. Estos
niños que ven adonde no vemos, oyen adonde no oímos, y pueden ser maestros; pueden ser
los jóvenes idealistas del futuro, también pueden perderse, si no los cuidamos. Pueden
ahogar el germen, cerrar los ojos cuando el castillo se yergue. Ellos también necesitan
maestros, necesitan ser cuidados cuando son pequeños, educados para ser libres, para
encontrar por sí mismos las herramientas para acoger el Grial, aprehenderlo, y concebir
ideales superiores, para entregarlos al mundo. Los jóvenes del mañana serán Griales vivos,
y acogerán virtudes de las altas jerarquías espirituales, y nosotros seremos guías y maestros
al aprender de sus gestos, al educarlos en libertad, desde el Amor, desde nuestra libertad, en
cada acto.

Sol Giadorou
El Puente74

III parte
Lo Social

Sol Giadorou
El Puente75

Impulsos Sociales y Antisociales

Ya tuvimos en cuenta al hombre como un ser en proceso de individualización. Algo


nos lleva a buscarnos, separándonos del mundo, alimentando la personalidad individual.

Esto es lo natural en el hombre de hoy. Todavía lo egoico necesita afirmarse, y hay


fuerzas en el hombre que lo hacen separarse más y más del mundo, que lo vuelcan hacia
adentro, incentivándolo a formar su personalidad, a alimentar su ego. Estos impulsos
antisociales son lo natural en la actualidad y cada vez surgen con más fuerza. Pensando a la
humanidad como una persona, este momento de su desarrollo tiene un parecido con la
adolescencia en este aspecto. Las fuerzas de antipatía son fuertes, el egoísmo nos aleja, el
impulso de lo antisocial es natural y necesario para nuestra evolución como seres humanos.

Por esta misma razón nace una fuerte demanda social. Imaginemos una balanza,
sube más y más en lo antisocial y precisamos de alguna manera encontrar la forma de
equilibrarla. Necesitamos buscar conscientemente qué podemos poner para mantener el
equilibrio, para seguir desarrollando en nosotros lo antisocial. Buscar la forma para que
fuera de nosotros pueda crecer lo social y que no sea algo que disfrace nuestro propio
egoísmo. Es difícil hacerse una imagen de lo que estoy poniendo. A mí me costó mucho.
Pero realmente, ¿dónde estoy mirando cuando ayudo a alguien, cuando en mis ideales
intento plasmar lo que es mejor para el mundo, cuando lucho por un bien común? Quizás
creo, desde mi punto de vista, que lo que hago responde a las necesidades de los demás.
Aquí reconozco uno de los errores más grandes y peligrosos. ¿En qué me baso para decidir
qué necesita el otro? ¿Por qué pienso que lo que yo creo que necesita es lo que realmente
necesita? Estoy imponiendo ayuda, casi sin mirarlo. Desde mi personalidad encuentro algo
que creo bueno, entonces pienso que todos lo necesitan. No contemplo realmente la
necesidad del otro, no estoy siendo social.

Puedo ser social solamente si dejo mi subjetividad de lado para escuchar lo que el
otro necesita. Y para esto no puedo generalizar, porque cada individualidad encierra un
mundo de necesidades diferentes. Entonces el vinculo hombre a hombre es importantísimo
para el desarrollo social. Este interés genuino por el hombre se pierde cada vez más, debido
a los impulsos antisociales que crecen, y para balancear lo antisocial también crece la
necesidad de lo social. Aquí hay algo muy erróneo y frecuente; el querer llegar a lo social
combatiendo lo antisocial. No tiene sentido. Sería combatir la evolución humana en vano.
Entonces: afirmar que todos tenemos las mismas necesidades es en un aspecto egoísta, ya

Sol Giadorou
El Puente76

que ayudo al otro desde lo que yo creo, lo que yo pienso, lo que yo necesito, sin en verdad
contemplarlo. No puedo intentar transformar algo social en masa, ya que estaría perdiendo
el vínculo hombre a hombre tan necesario. No puedo contemplar al otro sin primero
encontrar en mí el interés genuino por el otro. Necesito estar en silencio para escuchar.
Necesito vaciarme para que algo entre. Ese algo es la imagen de lo que el otro es. Por eso
es necesario eliminar el prejuicio, lo subjetivo. El otro ya no puede ser para mí, el obrero, el
boletero del tren, el policía que cuida la calle, etc. Hay que separar al individuo de lo que
hace, por eso tampoco puede existir la clase social como era vista antes. Cada persona es
íntegra, individual, y sólo al objetivarla en nosotros podemos ver qué es lo que realmente
podemos darle. Muchas veces la representación que me hago del otro se ahoga en lo
subjetivo: simpatía o antipatía. El otro no es más que un me gusta, no me gusta, me da, no
me da, es bueno/malo porque me hace sentir tal o cual cosa. Y eso es el otro para mí,
entonces ¿estoy viendo al otro o viendo en mi representación del otro lo que él produce en
mí? Lo que me da o no me da.

El otro es en base a lo que genera en mi alma. Muy difícil es revivir en mí su


imagen dejando de lado los prejuicios, las sensaciones de simpatía o antipatía. Sería
trascender la mera representación individual, esforzarse por buscar lo que él en verdad es.
Su esencia. Sólo logrando esto estoy siendo social. Solo así, objetivándolo, puedo
escucharlo. Silenciándome, siendo sincera, y aceptando de verdad. Porque muy fácil es oír
lo que nos causa simpatía, pero si somos objetivos trascendemos también la antipatía, y el
otro deja de ser lo que es para mí y lo percibo como lo que él es.

Cada vez es más difícil contemplar al otro. Rudolf Steiner nos cuenta que “existe la
tendencia latente de que en la comunicación social un hombre adormece al otro”.
Adormece en el sentido de que mi personalidad tiende a callarse cuando sigo el hilo de lo
que la otra persona expone. El impulso social en este sentido solamente se desarrolla
cuando la persona duerme. El impulso, recordemos, es como un instinto. Surge
inconscientemente para ser llevado a la luz en nuestra vida consciente. A no ser que seamos
clarividentes o hayamos desarrollado algo que nos permita tener impulsos sociales estando
despiertos, tendemos a vivenciar la relación con el otro desde el ensueño. “…para realizar
la estructura social de la humanidad existe una continua tendencia a dormirse.”
(R.Steiner.4)

Hay en nosotros un impulso que actúa sobre este dormirse. No podemos ir por la
vida quedándonos dormidos cada vez que nos vinculamos socialmente con otro.
Necesitamos la fuerza contraria para mantenernos despiertos, y ésta reafirma nuestra
personalidad, es un impulso antisocial.

Entonces estamos en la época en que debemos encontrar conscientemente cómo


desarrollar lo social, ya que lo antisocial es dado en nosotros naturalmente. Dentro nuestro
crece el sano impulso antisocial, fuera, un impulso complementario equilibra esta tendencia

Sol Giadorou
El Puente77

evolutiva. Hay que encontrar una estructura social que sea realmente social. Lo que hoy
llamamos sociedad no es social, ya que se pierde lo fundamental del gesto social: se pierde
el vínculo hombre a hombre. Desaparece el interés verdadero por el otro, se esfuma la
conciencia en las relaciones. El otro es ajeno, desconocido, distante. Es un algo que me da
placer, displacer o indiferencia. Nuestra sociedad crea abismos entre los hombres. Lo
egoico necesita ser una tendencia interior; necesita también un contrapeso para poder
desarrollarse. Una estructura social donde el hombre sea contemplado como individuo, y no
como fuerza de trabajo/tiempo/poder adquisitivo. (Perdón que repita varias veces este
concepto, es que me es difícil transmitirlo, y ser clara. Pienso que como a mí me costó
mucho armar esta idea, quizá a otro le cuesta entenderla, y no quiero ser malinterpretada).

Entonces sería antinatural luchar contra la naturaleza antisocial que hoy en día se
desarrolla como impulso dentro del ser humano. Más bien habría que buscar todo lo que
está fuera del individuo y hacerlo social. Instituciones, sistema, estructura, organizaciones.
La estructura social queda entonces ajena al hombre. Ya los hombres no pueden ser
divididos en clases. Eso fue quizá necesario en otra época, pero hoy no, los hombres no
pueden estar clasificados.

¿Cómo podemos construir un sistema que responda a las necesidades genuinas, que
contemple al otro realmente, que equilibre nuestros impulsos antisociales?

Muy común es que la gente intente elaborar proyectos sin primero investigar la
relación entre los social y lo antisocial, sin preguntarse primero ¿qué es social? Al no tener
en cuenta esto caen en el error, tiene buena intención, pero no es social.

A veces es una ilusión creer que estoy cambiándole la vida al otro, y que lo estoy
haciendo por el otro, además siento ese calorcito de la buena acción de hoy, me hace bien
(a mí me hace bien darte). Es egoísta y está bien que así sea, pero no caigamos en la ilusión
de creer que ese amor benevolente (o de beneficencia), en palabras de Steiner “es un amor
encubierto por uno mismo”. Claro que existen obras de beneficencia en las que se
contempla al otro pero no creo que sea lo más frecuente.

¿Entonces qué podemos hacer? Ya que lo natural es el impulso antisocial hay que
cultivar lo social para que de verdad surja en nosotros el interés por el hombre. Un deseo
auténtico de ocuparnos del otro.

Otra cosa que podemos hacer es ser conscientes del lugar que ocupamos en el
sistema, en la sociedad por ejemplo en el momento de comprar algo. ¿Sale tanto más barato
porque están explotando a alguien? Si compro es mi forma de decir sí, acepto. Formo parte
del sistema, apruebo el trafico de… , la soja transgénica, la invasión publicitaria, fomento la
explotación de niños, los fertilizantes en mi verdura químicamente “mejorada”, la sal
yodada; podemos elegir conscientemente qué aprobamos y qué no. Podemos dejar de
ignorar todo lo que hay detrás de ese billete de 100. Estamos comprando trabajo humano.

Sol Giadorou
El Puente78

También podemos luchar contra la ilusión. Buscar sin miedo qué es real en lo social.
Esforzarnos por pensar cómo actúa la fuerza social y antisocial en nosotros, tenerla presente
en la vida cotidiana; experimentémonos. Uno se duerme frente al otro y este otro adormece
a uno. Según Goethe este es el “fenómeno primordial de la ciencia social”.

Si no buscamos qué es realmente lo social, lo antisocial y cómo esas fuerzas


consciente e inconscientemente operan en nosotros, cualquier institución que inventemos,
cualquier cosa que hagamos no sirve para nada. Bueno, sí, sirve para nosotros mismos
como experiencia. Lo más importante es la comprensión, la voluntad para adquirir
conocimientos, sacar las ilusiones y dejar de lado también los pesimismo u optimismos
superficiales: ver bien dónde estoy y cómo puedo colaborar con el desarrollo libre del
hombre sin imponer cosas desde mi egoísmo, sin cerrar los ojos, ya que cada día vamos a
aprender algo nuevo sobre lo social si pensamos que podemos seguir aprendiendo más y
más. Y a medida que aprendamos vamos a adquirir el verdadero interés por el otro, y así
llevar a la conciencia esos impulsos sociales que viven en nosotros transformando el mundo
paso a paso, desde nosotros mismos, desde el Yo.

9 mayo 2006

Sol Giadorou
El Puente79

Reflexiones Finales

A mis Maestros

Sol Giadorou
El Puente80

Amor,
quién eres…

El Amor es un ser de las jerarquías superiores de los arquetipos.


Es de naturaleza inmensa, infinita, y como ser está compuesto por muchos
miembros que cada uno es un ser en sí mismo.

Estos seres trabajan para que el Amor sea posible, como los diferentes empleados de
una fábrica: trabajan en conjunto, mas tanto el repartidor como el jefe son necesarios para
realizar el objetivo.

Este Uno, este “objetivo”, es el Amor.

Podemos nombrar tres de estos seres como Eros, Frater y Ágape.

Cada uno opera en el ámbito que le es afín y se encarga de tareas específicas; ellos
tres son, sirven y hacen al Amor.

Ágape es a menudo llamado el amor verdadero. Ágape en el Amor es como el Yo


superior en el ser humano. Es como el jefe de la fábrica.

Eros es la fuerza de este Ser, que opera en el plano físico. Eros fue mal etiquetado
en capítulos anteriores como “amor sexual”, debido a una confusión que reside en la actual
búsqueda de placer y en la pérdida de la capacidad de nombrar. Los griegos tenían otro
nombre para el amor sexual: “sexus”. Entonces Eros…

Eros, servidor del Amor, trabaja en el mundo a través del ser Humano y trabaja en
el hombre desde el plano etérico, de vida. Allí construye un vínculo que va desde el hombre
hacia el entorno, y sobre todo, hacia otro individuo. Él es quien despierta, casi siempre, el
primer interés. Puede aparecer como enamoramiento, curiosidad, admiración. También
provoca en el hombre interés hacia lo bello, como el arte, la naturaleza, o una persona.
Atracción. Eros puede vivir en la amistad o en el nacimiento de ella; es un primer impulso a
querer conocer al otro.

Sol Giadorou
El Puente81

Eros despierta la voluntad de comenzar a construir un puente.

El puente conecta, a la vez, a dos seres humanos y al Amor.

El Amor es todos: Eros, Frater y Ágape, y al considerar una parte separada del resto,
deja de serlo.

Entonces, Eros sólo es Amor al ser considerado parte de un todo, como principio de
una búsqueda. Eros, en su proceso de trabajo con el Hombre al construir el puente,
reconoce que en algún momento debe pasarle su lugar a Frater para que él siga trabajando
en lo anímico, ya en otro plano, profundizando el vínculo.

La amistad es el Amor trabajando en lo anímico. Quien se encarga de seguir


construyendo el puente en este nivel es Frater.

El Amor, si bien surge de las jerarquías superiores -Ágape-, responde a y se expresa


en todos los órdenes. Tiene sus leyes en el mundo etérico, anímico y espiritual. Mas para
poder vivir necesita del Hombre.

De esta manera, el Hombre, al tomar la decisión libre y consiente de querer buscar


el Amor, se convierte en otro empleado de la fábrica: trabajador para el Amor. A la vez, el
Amor comienza a trabajar para él y en él, transformando y embelleciendo múltiples
aspectos de su vida.

Si son tres quienes construyen el puente, el tercero tiene que ver con el puente
mismo. En un momento del proceso amoroso, el puente comienza a subir hasta “llegar a
Dios”. Por esta vivencia Ágape fue nombrado “amor divino”.

Ágape es un dios cuyas leyes arquetípicas operan en el plano espiritual. Aquí, el


puente tiene un gesto de introspección al mismo tiempo, ya que con Ágape, el puente va de
Yo a Yo.

Los encuentros humanos de esta cualidad son eternos. Dos seres tocados por Ágape
quedan vinculados de una manera especial y profunda.

Sol Giadorou
El Puente82

Amar

Viendo al amor como una trinidad, amar es vincularse con Ágape, trabajar con él, a
la vez para él y en él. Si amar es trabajar para él, el Hombre también ama en la búsqueda
del amor, en Frater, incluso en Eros. Si la búsqueda es una decisión consciente, un impulso
del Yo, al buscar al Amor, ya se está amando.

El individuo también trabaja en el Amor, en la misma construcción del puente,


hacia la parte más alta, en Ágape. En este nivel es el aprender y el aprehende: hacer vivir su
música en nosotros. Llevarlo al mundo y darle vida en la tierra y entre los hombres.

Es en este ida y vuelta donde Eros renace, renovado. Este proceso realmente
transforma el mundo, tanto espiritual como material, y al Hombre, unión entre ambos
mundos.

El Hombre es el único puente capaz de espiritualizar la materia, ya que la evolución


de la Tierra con sus reinos, la del Hombre y la de Eidos, van avanzando juntas.

Así el Hombre hace al Amor.

Así el Amor hace al Hombre.

Un hombre sólo es Hombre en la medida en que es Libre. Sólo puede ser libre en la
medida en que actúa, siente y piensa influenciado por sí mismo. El actuar desde el Yo es
impulso de Amor. Actúa libremente cuando lo hace sólo por amor al hecho. Ama hacerlo, y
lo ama porque es bueno, bello y verdadero.

Porque en el mundo espiritual superior todo trabaja armoniosamente, y nosotros, al


encarnar sus virtudes, al darles vida en la tierra, somos co-creadores con Dios, y con él,
armonía;

…y así nos vamos haciendo Hombres.

Sol Giadorou
El Puente83

Eidos,
quién eres…

El individuo percibe las ideas en el mundo espiritual así como percibe a Ágape.
Este camino de intuición ética es individual y libre. El ideal, la forma de dar vida a la idea
en el mundo es también individual. La idea, universal.

Al encarnar la ética el Hombre es Individuo y Universo.

Sólo lo ético y verdadero provoca transformaciones en el entorno social, ya que las


búsquedas éticas nacen de los impulsos del Yo.

Ningún ideal impuesto o masivo es un verdadero ideal. Los cambios realizados a


partir de impulsos que no provienen del Yo son superficiales: “maquillaje espiritual”. Son
en su mayoría impulsados por el egoísmo.

El ideal transforma al Hombre.

El Hombre transforma el ideal al trabajar para y con la Idea.

Es un trabajo entre el individuo y un dios; entre todos los hombres como


Humanidad y Eidos, como parte espiritual de Dios.

Sol Giadorou
El Puente84

La Transformación Social

La transformación social es posible con acciones que responden a impulsos del Yo


superior de cada individuo.

La fuerza antisocial o egoísta, sirve a la individualización del ser; luego, el impulso


social puede surgir desde el Yo para integrarse al mundo. El gesto social duerme al ego, y
si el Yo está despierto, puede irradiar su luz en el mundo, estimulando acciones que sí
generan transformación, de lo contrario el impulso que pretende ser social responde a fines
egoístas.

Si el joven aún no posee conciencia del Yo, los cambios “sociales” que produzca en
su entorno le ayudarán a conocerse a sí mismo, a autoafirmarse en el mundo como
individuo.

Maquillaje espiritual
Maquillaje espiritual es un buen título para describir el cambio que radica en la
ilusión de lo social. Al aparecer en ciertos jóvenes transforma: no el mundo, pero sí a ellos.
Los jóvenes pueden producir cambios superficiales en el mundo externo, quién no quiera
mirar más profundo, confundirá el maquillaje espiritual con transformación social.

Sol Giadorou
El Puente85

A los Jóvenes

El adolescente se busca a sí mismo, necesita autoafirmarse como individuo. Una de


las maneras de conocerse, de enriquecerse con experiencias, es accionando en su entorno
social del modo que le sea posible.

Individualmente el joven tiene la capacidad intrínseca de concebir ideales, “ingresar


al castillo”. Aquellos jóvenes que lleguen a reconocerse en el castillo sentirán los ideales
ardiendo dentro; para poder realizarlos en sí mismos se esforzarán en la consecuencia, para
plasmarlos en el entrono y en verdad transformarlo deberán buscar las herramientas.

Las herramientas son individuales. Tienen que ver con la parte esencial y con la
vocación. Un joven en su búsqueda no está solo; recibe la ayuda del mundo espiritual en la
medida en que se abre como cuenco, y se deja penetrar por la Luz.

Otra búsqueda individual está en el trabajar para el Amor. Cada uno encontrará la
forma de “traerlo” al mundo en el hacer cotidiano, y también tiene que ver con la vocación.

Por último, para que este proceso sea posible, el niño necesita una educación que lo
forme íntegro y le permita desplegar y reconocer sus cualidades intrínsecas. Una educación
que con Amor y Libertad lo ayude a formarse como Ser Humano.

Gracias. Sol Giadorou

Sol Giadorou
El Puente86

Últimas Palabras

“Existe un velo que nunca ha de ser develado”.

Águila Negra

A Gustavo

Sol Giadorou
El Puente87

El Sentido del Sentido

Saltando alto pude percibir ideales de las jerarquías superiores. Como chispa en la
tiniebla, el rayo ideico iluminó ante mi incertidumbre el magnífico universo (convirtiéndola
en certezas). A través del proceso encontré palabras para lo que en el pensar intuía.
Encarnando leyes encontré sentido a lo que conocía y a lo que me inquietaba: al ideal, al
mundo de la materia, al espíritu, a la vida, al Amor, incluso al Hombre y a Dios.

Todo tenía sentido cuando al final volvía a unirse en mi alma, cuando en mí vivía la
conciencia del todo. Si puedo llamarlo Dios o “la misma cosa de la cual también soy parte”,
o el Todo, o esencia universal, no importa: es ahí donde todo tiene sentido, mas, ¿para qué
el todo en sí mismo? ¿Cuál es el sentido de ese todo, esa unidad, y por qué? ¿Y más allá de
eso?

¿Podría separarme para mirarlo de frente?, si soy parte…

¿Estará en Cristo mirar de frente, o en mi designio; separarme tanto y a la vez hallar


la forma de seguir siendo parte, para contemplar el sentido completo?

Todo lo que conozco, después de este trabajo anual, tiene sentido, pero al
contemplar ese todo, mi alma joven se oscurece, caigo en algo negro, muy profundo:

¿Cuál es el sentido del sentido?

Tendré que volver, lo cotidiano, paso a paso, aunque eso sólo sea distraerme…

¿Es que en verdad quiero encontrarle un sentido al sentido, o sólo ser parte?

Volver, salir del castillo, separarlo todo en conceptos otra vez, construir el puente
desde abajo.

Si no puedo pararme firme sobre el puente para encarnar la idea, si apenas la intuyo
con saltos, nada tengo para el sentido del sentido. Ni siquiera intuyo si el sentido tiene
algún porqué. Si todo existe para algo, y para algo que no sea el todo mismo, y para que
haya algo más allá del todo tiene que no ser parte, pero… ¡todo es todo!

Sol Giadorou
El Puente88

Podría perderme hoy, o construir el puente de los sentidos pequeños, fragmentados;


volver a considerar las cosas por separado y profundizarlas, y tratar de ser ecuánime ante
este dolor profundo de sentidos fragmentados que en sí mismos son inmensos. Más allá
todavía es para mí muy negro, estoy salteando pasos, y más allá de lo que aprendí, llegué a
rozar el borde de algo que es infinito, inmenso y desconocido, y saber de su existencia me
hace ver que no sé nada;

porque haber rozado el mundo de la puerta con el alma no es suficiente.

Hoy puedo distraerme investigando o trabajando, pero en los momentos de silencio


me invade la pregunta inmensa, ¿cuál es el sentido del sentido?

¿Y por qué me importa?, ¿por qué me duele tanto?

Esto no es una inquietud por develar, y creo que nunca podré responderme cuál es el
sentido del sentido.

A ver si ahora dejo de lado el Grial y construyo el puente desde abajo, convirtiendo
mi pregunta en Herramienta.

Sol Giadorou

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