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Unos ratoncitos, jugando sin cuidado en un prado, despertaron a un

len que dorma plcidamente al pie de un rbol. La fiera,


levantndose de pronto, atrap entre sus garras al ms atrevido de
la pandilla.
El ratoncillo, preso de terror, prometi al len que si le perdonaba la
vida la empleara en servirlo; y aunque esta promesa lo hizo rer, el
len termin por soltarlo. Tiempo despus, la fiera cay en las redes
que un cazador le haba tendido y como, a pesar de su fuerza, no
poda librarse, atron la selva con sus furiosos rugidos. El ratoncillo,
al orlo, acudi presuroso y rompi las redes con sus afilados
dientes. De esta manera el pequeo exprisionero cumpli su
promesa, y salv la vida del rey de los animales. El len medit
seriamente en el favor que acababa de recibir y prometi ser en
adelante ms generoso.

El caballo y el asno
Un hombre tena un caballo y un asno.
Un da que ambos iban camino a la ciudad, el asno, sintindose cansado, le dijo al caballo:
- Toma una parte de mi carga si te interesa mi vida.
El caballo hacindose el sordo no dijo nada y el asno cay vctima de la fatiga, y muri all mismo.
Entonces el dueo ech toda la carga encima del caballo, incluso la piel del asno. Y el caballo,
suspirando dijo:
- Qu mala suerte tengo! Por no haber querido cargar con un ligero fardo ahora tengo que cargar
con todo, y hasta con la piel del asno encima!
Cada vez que no tiendes tu mano para ayudar a tu prjimo que honestamente te lo pide, sin que lo
notes en ese momento, en realidad te ests perjudicando a ti mismo.

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