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Hablar de la independencia de México no es solamente celebrar una fecha más en

el calendario, es recordar a los hombres y mujeres que dieron su vida por darnos
la oportunidad de vivir en libertad como seres humanos, de vivir en un México
donde los derechos sean respetados y donde las leyes estén por encima de
intereses particulares.

Es reflexionar sobre los avances que como nación hemos tenido, y lo que nos falta
por alcanzar.

Y es que en su origen y esencia, el movimiento fue siempre claro en cuanto al


anhelo de suprimir las desigualdades sociales y jurídicas, determinadas por las
diferencias raciales, reconocidas por la costumbre e incluso por la legislación
imperante en esos tiempos.

En el orden político, fue un movimiento que reclamaba la instauración de un


régimen de democracia social y de libertad humana, sustituyendo el sistema
tiránico, por una organización democrática parlamentaria. Fue también una guerra
económica en contra del sistema de prohibiciones en materia agrícola, industrial y
comercial, sistema que beneficiaba sólo a un sector reducido de la población de
nuestro país.

De las cuatro grandes etapas de la guerra de Independencia: iniciación,


organización, resistencia y consumación, la primera es sin duda obra de la
inteligencia y pasión del caudillo más representativo, Don Miguel Hidalgo, el “cura
ilustrado”, fruto de ese grandioso movimiento espiritual que despertaba
aspiraciones libertarias e impulsos de rebelión política e intelectual.

Como representante destacado de lo que podemos llamar la “Ilustración


Mexicana”, había forjado su espíritu enciclopédico y revolucionario en la lectura de
los libros y el contacto con la realidad social de su pueblo, víctima de un sistema
de prohibiciones y de explotación.

Hidalgo, quien en la madrugada del 16 de septiembre de 1810 llamó a misa,


incitando al pueblo a levantarse contra los dominadores; al llamado con el grito
¡Mexicanos, viva México!. Suceso al que conocemos como el "Grito de Dolores".

Pero el movimiento de independencia, al igual que cualquier otro importante


acontecimiento de la historia, no estaría completo sin la participación de las
mujeres y por ello es de destacar la labor de algunas de ellas, como es el caso de
Doña Josefa Ortiz de Domínguez, mejor conocida como “La Corregidora”: mujer
que se distinguió por su carácter enérgico, al mismo tiempo que fue generosa y
caritativa con los oprimidos. Su simpatía por la causa independiente la puso de
manifiesto cuando realizaba en su domicilio, reuniones disfrazadas de veladas
literarias y en las que se encontraban, entre otros, don Miguel Hidalgo, Ignacio
Allende, Juan Aldama y Mariano Abasolo.

Fue además, Doña Josefa, quien se apresuró a comunicar a los conspiradores del
movimiento independiente que este, había sido descubierto.

Por otro lado, no podemos dejar de mencionar a otro gran héroe de la patria,
responsable organizar el Congreso de Anahúac, el primer cuerpo legislativo de la
historia mexicana, que sesionó en Chilpancingo (actual Estado de Guerrero)
durante septiembre y noviembre de 1813, donde presentó sus “Sentimientos de la
Nación”; me refiero a Don José María Morelos y Pavón, mejor conocido como el
Siervo de la Nación.

El Movimiento de Independencia trajo como resultado la creación de la Primera


Carta Magna de México, conocida como la Constitución de Apatzingán de 1814,
donde el Congreso jugó un papel fundamental, sentando las bases de nuestra
legislación actual; demostrando que, entonces como ahora, las leyes representan
las bases de nuestra sociedad.

SEÑORES Y SEÑORAS: Hoy celebramos el resultado del movimiento de


independencia que está a unos meses de llegar a su bicentenario; hoy celebramos
que nuestros antepasados dieran su vida por permitirnos disfrutar de un valor
fundamental que es la Libertad.

Esa libertad por la que debemos seguir luchando, pero no con violencia; sino por
el contrario con el respeto a las leyes, el respeto a los derechos de los demás; y
por supuesto con el trabajo coordinado de los tres poderes de gobierno y de los
tres niveles de gobierno aunado a la gran participación de la sociedad civil.

Seamos pues compañeros, fieles a México, fieles a sus principios y valores que
nos identifican como sociedad en unidad y armonía con los demás y tengamos
presente nuestro papel en la historia.

Es por ello:

¡Que viva México!

Y que ¡vivan los héroes que nos dieron patria y libertad!

Salud

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