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Walter A. Pengue Horacio A. Feinstein (Editores) Nuevos enfoques de la Economia Ecologica Una perspectiva latinoamericana sobre el desarrollo Colecci6n Nuevos Paradigmas Sobrelos editores Walter A. Pengue, después de mis de ‘ues deécadas de estar trabajando en el area ambiental y el dess- rrollo sustentable, se ha propuesto el cami- ro de ayudar a com- prender que la humanidad se enfrenta aun cam- bio ivlzatorio que por un ado puede exponerla ‘2 crecientes catéstrofes ‘autoconstuides" pero también la misma stuaci6n de asumiras le pre sentaré oportunidades posibles para la mejora ‘dela vida de millones de humanos.La propuesta de estervevo paradigma que la Economia Ecol ica ha contibuido sustancalmonte a expandic en América Latina ha crecdo Ukimamente tanto enel interés de los decisores politicos como los Clentfics ¢ investigadores de distintas disci nas como asitambién de os representantes de a sociedad cil Los cursos de formacién de Walter Pengue, tanto en el campo académico como en fl de la extensidn, regulares y electénicos, encuentran un espacio de demands ain no satis fecha por la academia convencional, contribu yendo a abrir una fisuraen el sistema e incorpo: ‘ando yrecuperandio una escuela de pensamien to atinoamericano que parecialamentableren- te perdida. Estas Investigaciones muestran el ‘amino del trabajo por un mundo mejor y una esperanza verde con rostio humana yun ambiente sano pars el continente Horacio Feinstein, ha refleionado tem pranamente sobre la relecién ambiente y sociedad primero des- deuna posture antola vida y luego deste a Pespectna concep tual de la Economia Eealigica. Su experiencia profesional en policas pleas clenttico tecnoldgicas industrials, ruraes y regionales lo convencieron de la necesidad de ahondar en tenfoques de desarrollo aksmnatis,privlesiand la elacion nawwaleza sociedad os que e expery den en la recon 2 partir de la confermaccn dle ASAUEE, de la cue es mierbro fundador. Nuevos enfoques de la Economfa Ecolégica Walter A. Pengue Horacio A. Feinstein (editores) Nuevos enfoques de la Economia Ecolégica Una perspectiva latinoamericana sobre el desarrollo Autores Bernardo Aguilar Enrique Ortega Emma E. Bonino Claudio Passalia Horacio A. Feinstein Walter A. Pengue Julio Lozeco Martfn Tarragona ‘Alberto Lépez Calderén Coleccion Nuevos Paradigmas Lugar Editorial Nuevos enfoques de la economia ecolégica : una perspectiva lati- noamericana sobre el desarrollo | edicion a cargo de Walter A. Pengue y Horacio A. Feinstein. - 1a ed. - Ciudad Auténoma de Buenos Aires : Lugar Editorial, 2013. 336 p. ; 23x16 cm, ISBN 978-950-892-430-4 1, Economia. 2. Desarrollo Sustentable. I. Pengue, Walter A., od, Il Feinstein, Horacio A., ed cDD 330, Disefio de tapa y diagramacién: Silvia C. Suérez Ezicién: Juan Carlos Ciccolella © Walter A, Pengue / Horacio A. Feinstein {Queda pronibicalarepreduccitn total o parcial de ese tro, on forma idética © mod ‘cada y por cualguior medio o procedimiento, sea mecinic,informaiico, da grabacion ‘0 fotocopia, sin auorizacion de los ecitores. ISBN: 978-950.802.430-1 (© 2013 Lugar Editorial S.A Castro Barros 1754 (C1237ABN) Buenos Aires TolfFax: (84-11) 4921-5174 | (54-11) 4924-1565 E-mail: lugar@ugareditorial.com.ar rw ugareditorial.com.ar facebook. conlugarecltoral (Queda hecho el depésito que marcala ley 11.723 Imprese en la Argentina — Printed in Argentina Dedicado a Jorge H. Morello, ecdlogo y fitogedgrafo argentino, viajero eterno del Gran Chaco Gualamba.. Los autores Bernardo Aguilar Gonzalez Economista Ecol6gico y Especialista en Derecho Ambiental. Presidente de la Sociedad Mesoamericana de Economia Ecalégica. Candidato a Docto- rado en Ciencias Naturales para el Desarrollo, DOCINADE (ITCR, UNED, UNA, Costa Rica; UNAM, UAC, México; UNA, Nicaragua; USAC, Guatema- Ja), MSC. en Economia Aplicada y Agricola de la Universidad de Georgia, EEUU, Esp. y Lic. de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Costa Rica; Director Bjecutivo de la Fundacion Neotrépica, San José, Costa Rica baguilar@neotropica.org Emma. Bonino Doctora en Ciencias Biolégicas. Directora del Centro de Zoologia Aplicada de la Facultad de Ciencias Exactas Fisicas y Naturales, Universidad Nacio- nal de Cérdoba (UNO), Miembro de la Comisién Directiva de la Maestria en Manejo de Vida Silvestre. Profesora de grado y posgrado en las siguien- tes materias: "Ecologta’; “Economia Ecolégica’, “Educacién y Extensién Ambiental” y “Manejo de la Vida Silvestre” en la UNC. ebonino@efn.uncoredu. Horacio A. Feinstein Lie. en Economia Polftica, Universidad de Buenos Aires, Magister en Am- biente Humano, Universidad Nacional de Lomas de Zamora, Buenos Ai- res, Economista de Planta Permanente del Ministerio de Economfa de la Nacién. Miembro fundadory ex Tesorero de la Asociacién Argentino-Uru- guaya de Economfa Ecolégica. hhoracioarielfeinsteim@gmail.com Alberto Léper Calderén y equipo Ingeniero Agronomo y Especialista en Gestion Ambiental de la Universi- dad Nacional del Litoral (UNL). ProfesorTitular de las Cétedras “Economia 8 \Watran Pex - Hoeaci A. Fastin editors) Ambiental” y “Tecnologia, Ambiente y Sociedad” de la Facultad de Inge- nierfa y Ciencias Hidricas. Actual Presidente de la Asociacién Argentino. Uruguaya de Economia Ecologica (2011-2013), lopezcal@hotmail.com ‘Suequipo de colaboradores en el desarrollo del documento esta integrado por: ‘Claudio Passalia. Ingeniero Ambiental (UNL). Doctor en Tecnologia Qut mica (UNL). Adscripto en la Cétedra “Economia Ambiental’, Julio César Lozeco. Tesista, Lic. en Econom{a (UNI). Pasante Adscripto Catedra "Economia Ambient Martin Tarragona. Tesista, Lic. en Economia (UNL). Pasante Adscripto Cétedra "Economta Ambiental’. Enrique Ortega Rodriguez, Licenciado en Ingenieria Quimica. Master y Doctor en Ingenierfa de los ‘Alimentos, Universidad Estatal de Campinas (UNICAMP Brasil). Investi- gador Independiente, UNICAMP Postdoctorado bajo la tutela de Howard ‘Odum (1996). Responsable del Laboratorio de Ingenieria Ecolégica e In- formatica Aplicada. Director del Curso sobre Andlisis Emergético de Sis- temas, Facultad de Ingenieria de Alimentos, UNICAMB. Coordinadar del Programa Europeo-Latinoamericano Alfa-Support. Autor de libros y ca pitulos de libros en las teméticas emergéticas, modelos agroecolégicos y sistemas sustentables. Miembro de la International Society for the Advan- cement of Emergy Research. ortega@fea.unicamp.br Walter A. Pengue Economista Ecoldgico. Ex Presidente de la Asociacion Argentino-Uruguaya de Economfa Ecolégica. Actualmente es miembro del Board Mundial de Ia Sociedad Internacional de Economia Ecolégica (ISEE). Doctor en Agroecologia, Sociologia y Desarrollo Rural Sostenible (Universidad de Cérdoba, Espanta). Magister en Politicas Ambientales y Territoriales (UBA). Ingeniero Agrénomo especializado en Mejoramiento GenéticoVe- getal, (UBA). Profesor Titular de Ecologia, Universidad Nacional de Gene- ral Sarmiento. Director del Programa de Actualizacién de Posgrado sobre Economia Ecolégica, GEPAMA, FADU, UBA. Profesor y promotor del Cur- so Virtual sobre Economia Ecol6gica en Iberoamérica. Miembro Cientifico del Panel Internacional de los Recursos, PNUMA (Programa de las Nacio- nes Unidas para el Medio Ambiente). Autor de libros y capftulas de libros sobre Economia Ecol6gica, Desarrolio Rural Sostenible e Impactos Am- bientales de los modelos de desarrollo. Sus ultimas obras son Fundamen- tos de Economta Feoldgica (Kaicron, 2009) y Los desafios de la Economta Verde {Oportunismo capitalisiao realidad sustensable? (Kaicron, 2012), Wapengue@ungs.edu.ar Intraduecion Desde “Rio-20” a “Rio+2I Walter A. Pengue Horacio Feinstein Enos prolegémenos de los afos setenta, el deterioro del medio ambiente provocado por el desarrollo industrial comenzaba a ser preocupante en todo el mundo. Ya en el affo 1967 el encallamiento y derrame posterior del petrolero Torrey Canyon frente a las costas del sur de Inglaterra dio lugar a la contaminacién de centenares de kilémetros, aniquilando la vida marina, como asf también la fuente de ingresos de pescadores, industrias de conservas y turismo local durante varios afios. Por primera vez el mundo utilizaba la expresion “desastre eco- logico’ como una de las mayores tragedias que el hombre podia suftir. Ante esta y otras situaciones que amenazaban a nuestro pla- neta como consecuencia de los avances tecnolégicos y la masifi- cacién del hombre en las grandes ciudades, las Naciones Unidas decidieron convocar a una conferencia internacional en su més alto nivel, en la que cientfficos, industriales y politicos realizaran ‘un estudio y posterior debate para conciliar en el futuro el respeto al medio ambiente y el progreso de la humanidacd. Esta reunién se realiz6 en Estocolmo en 1972. Fue precedida por im conjunto de informes oficiales y no oficiales que manifestaban, de uno u otro modo, la preocupacién sobre el estado ambiental y por tanto la seguridad planetaria que estaba Ilevando por delante Ia humanidad, Informes no oficiales como los de René Dubos que volvia a alertar, al mismo estilo de Malthus, sobre la escasez. de los alimentos en el afio 2000, no se confirmaron por cierto en la rea- lidad actual, en lo que a escasez se entiende, pero sf en cuanto a la desigual distribucién de los mismos. La reunidn no alcanzé los objetivos propuestos por las Naciones Unidas, pero se rechaz6 el fantasma de la superpoblacién mundial. Reunié a més de 10.000 10 Hoaacio A. Fmssrenyfeditores) personas de todo el mundo y defendié con todo entusiasmo la calidad del medio ambiente, los espacios virgenes, la biodiversidad y la lucha contra la contaminacién, compafera inseparable de la industria en esos tiempos. Las diferencias entre los grupos ecolo- gistas y los industriales no se limaron en Estocolmo. Ya reuniones posteriores en 1984 y particularmente en 1987, sostenidas bajo la convocatoria del Informe Brundtland, manifestaban fuertemente esta preocupacién e instalaban bdsicamente el concepto de desa- rrollo sostenible bajo los ejes conceptuales ya conocidos. En esos tiempos, la preocupaci6n inicial era la de garantizar un desarrollo para todos ajustdndose a practicas productivas en lo posible sostenibles, bajo una mirada que igualmente no acompa- faba en muchos casos a los propios procesos de desarrollo end6- geno 0 pertenecientes a todos los entornos culturales y sociales de nuestra diversa tierra. El sustento principal de la idea residi6 bésicamente en una vision occidental, dejando en un segundo plano las percepciones de otras sociedades y particularmente de todo el otro mundo, que también habita en la misma tierra. Increiblemente, en esos tiempos, América Latina estaba pre- parada para posicionarse y manifestar una propia preocupacién sobre las formas, los objetivos y las bondades de la propuesta del desarrollo sostenible. Desde la tegién se manifestaba con claridad sobre las incongruencias del planteo de un modelo de desarrollo excluyente donde también era relevante incorporar las percep- clones de los pueblos de la region y particularmente los impactos ambientales y sociales vinculados al descalabro econémico, finan- ciero y la deuda externa que impactaba fuertemente sobre estas economias, que volvfan a convertirse meramente en economias de extracci6n, como sucedfa desde varios siglos atras, Nace asf, un documento {eénico como Nuestra Propia Agenda (CEPAL, 1990), con una frase premonitoria: “La condicién de un pequefio planeta: La tierra no debe albergar un tercer mundo’, donde no solamente las cuestiones tradicionales de la preocupa- cion ambiental estaban desarrolladas, sino particularmente el peso que la deuda externa de las naciones poderosas sobre la regién estaba generando, la construccién de un modelo de pobreza e inequidad, la contaminacidn en el medio ambiente de la pobreza, la expansién y los impactos de las grandes ciudades, como asf tam bien los crecientes problemas de las drogas y la destruccién de las Nurvor tnvoqurs pe La Bconowta Brovicien uu sociedades y;justamente, poniendo el hincapié sobre la pérdida de la calidad de vida de millones de latinoamericanos. Autores como Nicolo Gligo, Osvaldo Sunkel o Jorge Morello expresaban desde esas lineas y otros documentos imposibles de soslayar hasta hoy mismo, la preocupacién y por otro lado la relevancia que encuentros Norte- Sur del mas alto nivel podrfan tener en las decisiones y los caminos de la regi6n hacia la sustentabilidad o el alejamiento de ella. Es justamente desde estos tiempos, donde los movimientos ecologistas, particularmente los construidos y devenidos desde el propio movimiento social de base, comienzan a emerger con una ‘mayor fuerza y posicionamiento por incorporar las voces de los excluidos dentro de estos dislogos formales e informales. Rio 92 fue justamente el punto inicial de una nueva pelea ambiental que logré unir las opiniones de los més favorecidos con Jos més desprotegidos de la tierra. Si bien se avanz6 en términos de acuerdos y reconocimiento de la importancia de las cuestio- nes ambientales, el peso especifico de la economia por encima de los modelos sostenibles ha sido dramatico y siempre hasta ahora ha predominado esta decisin por encima de las demés. No obs- tante, la construccién social colectiva de! discurso ambiental, el ecologismo de los pobres que se une a la visién de justicia social y ambiental reconocida por algunos grupos en los pafses més ricos, emergié con toda su fuerza y desde ahi en més, algo siguié cam- biando en el tema ambiental planetario. Hace ya tiempo entonces que la “cuestién ambiental” ha dejado de ser un efe importante solo para la discusién entre expertos de la tematica, académicos, decisores de la politica publica especifica, para ergirse especialmente en esta ultima década en una cuestién clave que se ha convertido en centro de preocupacisn de la socie- dad global, tanto del Norte como del Sur o de las bien lamadas economias emergentes. No obstante, costé mucho que quienes tenfan en sus manos cruciales decisiones tomaran en consideraci6n la seria situacién ala que se enfrentaba el planeta y cémo estos impactos derivarfan ‘en profundas consecuencias hacia las sociedades humanas y de alguna manera porque no, podrfan incluso llegar a amenazar ala vida misma del planeta, por lo menos, en los términos civilizato- rios en que actualmente la conocemos. Cumbre tras cumbre elalerta comienza a perfilarse en el horizonte como un alerta maximo, un llamado de atenci6n, particularmente a R ‘Wana Pencut - Hono A. Fensran feditores) los consumidores del mundo, sobre los impactos de sus estilos de desarrollo y crecimiento sobre la tierra, hoy en dia, a los ecosiste- ‘mas ya sus habitantes (no humanos y humanos). ‘Mucho ha pasado desde Rio 92 hasta nuestros dias en Ia cues- tin ambiental La sociedad global se ha propuesto muchas cosas, la mayoria de ellas paradas en la vision de la econom{a capitalista, mas o menos pintada de mas 0 de menos verde. Desde la visién propuesta por aquellos afos del “desarrollo sus- tentable” a las actuales propuestas del "decrecimiento’, “el buen ‘el desacople” y a “economia verde’, el mundo ha caminado atin sobre el mismo sendero de intentar encontrar el dilogo final que asegure el bienestar de todos los humanos, su crecimiento material y la no destruccién de la naturaleza. El concepto del desarrollo sostenible se apoyé sobre mento primigenio denominado "Nuestro futuro comtin’, publi- cado en 1987 por la Comisién Mundial sobre Medio Ambiente y Desarrollo, también conocida como Comisién Brundtland y que cataliz6, como deciamos, en productos posteriores derivados principalmente en la cumbre de Rio, identificando los elemen- tos de la interrelacién entre ambiente y desarrollo y. definién- dolo como aquel que puede lograr satislacer las necesidades y las aspiraciones del presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras de satisfacer sus propias necesidades y aspiraciones, ‘A.su vez, se hizo un llamado a todas las naciones del mundo a adoptarlo como el principal objetivo de las politicas nacionales y de la cooperacién internacional. Luego siguieron otras eumbres como Johannesburgo, Kyoto y otras, pero sin el logro de grandes acuerdos que cambiaran virtualmente la orientacion que el pla- neta estaba tomando. Aveinte afios de todo ese proceso, el mundo ha avanzado més hacia su propia eliminacién que hacia un andarivel que le acer- cara hacia su sostenibilidad. No vamos felices hacia el préximo Encuentro de Rio+20, Vamos sumamente preocupados por el deve- nir de este mundo y la sociedad que contiene, particularmente si no logramos que las instituciones de la gobernanza global y los. gobiernos nacionales comprendan a cabalidad los serios impactos. antropicos e irreversibles que estamos generando, y que apesar de tener un excelente desarrollo cientifico y tecnolégico, las institu- ciones sociales, y entre ellas especialmente “el mercado", se cons- e docu- 1S bE 1A EconioM EcoLocicn 13 [Nuevos boat tituyen como el eje de poder mas relevante a controlar e intentar refrenar en su consumo abusivo del planeta. Mas alla de ejemplos de desarrollo local sostenible, en el nivel global las alternativas no se han abierto cada dia més sino que basicamente se han cerrado en dos o tres nuevas Iineas discursivas que igualmente se ubican todas por debajo de un paraguas muy riesgoso para la sostenibilidad planetaria: el modelo de construc- cidn capitalista, Tanto la teorfa del dectecimiento como el modelo hacia una economfa verde, o el actualmente propuesto esquema del des- acople del crecimiento y el bienestar econdmico de los impactos ambientales y la demanda por el consumo de recursos naturales, se sostienen nuevamente en la importancia que el “desarrollo” y el aporte de las nuevas tecnologias podrén supliry entonces reempla- zar a sistemas productivos contaminantes existentes por doquier. Con distintas miradas la percepcidn del desarrollo, incluso desde el postulado del decrecimiento se apoya en una reduccién, de la demanda de bienes hasta donde fuera posible tal reduccién. Una posicion interesante pero que no ha profundizado en la compleja relacién y necesidades en el nivel global que es justa- mente uno de los ejes prioritarios que presionan sobre el uso de los recursos naturales y humanos de cada territorio. La visi6n de avanzar hacia una “economfa verde” encuentra también en laescala global, justamente un importante escollo, que algunos sostienen puede resolverse con una mds y mejor tecnolo- gfa disponible. La discusién de si es posible el capitalismo soste- nible (ver O'Connor, entre otros) ya est saldada hace tiempo. Fl capitalismo no es sostenible. Este no es un juicio de valor, simple- mente no lo es y esto en términos ambientales y para un mundo ‘que en cuarenta afios alcanzard a los 9.000 millones de personas, es un aspecto a tener muy en cuenta, Por otro lado, més allé de la propuesta innovadora de separar tanto relativa como absolutamente el crecimiento econémico de la utilizacién insostenible de los recursos, la postura propuesta hasta ahora no ha podido ofrecer un conjunto teérico disponible ‘que explique, més que el porqué, el cémo, en una sociedad global ‘que se ha convertido en una consumidora voraz de recursos natu- rales y energfa, se pueda sostener un esquema como el propuesto. Pero ademas de todo el proceso de degradacion ambiental que ha venido acompafiando este modelo de crecimiento econémico global, particularmente en este momento especial de nuestro his- torial humano, otro fenémeno como el cambio climatico y global nos presiona atin mds por la busqueda de un viraje rotundo en nuestros estilos de desarrollo, o mds bien aun, en cuanto a toda la evolucién humana desde este siglo XXI en adelante. Sera posible entonces promover el decrecimiento econémico sostenible, con mas empleos verdes y solidarios en las economias hiperdesarrolladas y la disminucién de sus consumos desenfrena- dos (lo mismo que en los enclaves hipertrofiados y consumistas de los paises pobres) y por otro lado, el crecimiento sostenible de las economias en desarrollo, para alcanzar una escala minima de scala humana (alimentacién, educecién, salud, derechos al buen vivir). Es claro que decrecer es importante ya en algunos lados, pero scémo dectecer en Africa, algunos paises asisiticos y América Latina, cuando sus mismas sociedades no han llegado siquiera a ‘una minima linea de dignidad para la vida? Mientras las tasas de crecimiento de la economfa global sigan expandiéndose en ntimeros totalmente desconectados de su base de sustentacién real, la naturaleza, el camino de nuestra especie ‘como tal es uno solo: el abismo. En otras palabras, mientras la racionalidad econémico-finan- ra domine sobre las demas formas de racionalidad ~tal como sucede en el capitalismo- se extinguirdn la naturaleza y las diversas formas de vida. Paradéjicamente, el avance del capitalismo lleva- rfa.a su propio final, al concluir acabando con la naturaleza. Por la necesidad de expansién ilimitada del capital, este procura suprimir la naturaleza y los recursos naturales para reemplazarlos por pro- ductos manufacturados por empresas que reporten beneficios. Segiin algunos analistas, la tierra se “inicio” sin el hombre y también “terminaré” sin él, Podemos concordar 0 no con parte de este mensaje, pero sf entenderlo como un slerta temprano frente a nuestra irracionalidad econémica y social. Es también un impor- tante grado simbélico de la amenaza que representamos como especie para el planeta. Sin embargo, fue en el siglo pasado y en el que actualmente ya atravesamos, el momento en que hemos logrado desarrollos tecnol6gicos fenomenales y también vencido (en relacion con nuestra historia), desequilibrios e inequidades ‘humanas que eran realmente brutales. La ciencia y la tecnologia han sido un aporte sustancial y lo serén en el futuro también para la humanidad si evitamos su apropiacién en pocas manos y des- Ica 15 ‘Nunvos sroauss pF Ls Ecosoula Eco.o atendemos como investigadores los trabajos a pedido, evitando convertimnos en ‘cientificos al plato’. Pero por otto lado, lamentablemente para la visién de la econo- mia global y de la mayoria de los decisores politicos y de algunos Ideres del mundo, la tinica manera de resolver la “ecuacién eco- nomic y por tanto Ia del bienestar” es seguir creciendo. ¥ cuando esta tasa de crecimiento sea més alta, mejor. Solo algunos gobier- nos, por conviccién real como los de Evo Morales 0 Rafael Correa y otros quizés siguiendo Ia postura de moda de algunos economistas ‘como Stiglitz, tal el caso de Nicholas Sarkozy, comienzan a incor- porar en sus discursos la idea del bienestar humano, promoviendo el cambio de fndices ya tan arcaicos para medir el “desarrollo eco- némico”, como el PBI, por otros que incorporen medidas como la calidad de vida de toda la poblacién involucrada, 0 el "buen vivir’. La propuesta no es menor en los tiempos que corren, cuando practicamente hemos asistido a un nuevo y rotundo fracaso en la ‘cumbre de Cambio Climético de Copenhague, y cuyos impactos se focalizarén mucho mas sobre los paises en vias de desarrollo que sobre los desarrollados y en particular sobre sus poblaciones mas pobres y vulnerables. 3 La discusién mundial de los gobiernos, muchos cientificos y ‘grupos de presion se centran simplisticamente en los mecanismos de mitigacin y adaptaci6n que se requerirén para hacer frente al ‘mismo, intentando salvaguardar con estos mecanismos, tanto ala generaci6n actual como en particular a las generaciones futuras y (por qué no decitlo) a las otras especies y ecosistemas del planeta. Ya en 1990 se habian asumido, por parte de una buena parte de los cientificos del mundo, los impactos catastr6ficos por venir conel cambio climético, Précticamente 20 afos después muy poco hemos hecho y en paises como Ia Argentina la situacién puede hacerse también muy compleja. A pesar de ser, a nivel nacional, un Estado que summa poco a los gases de efecto invernadero glo- bal (estos son en particular el diéxido de carbono, pero también el metano, ~aportado por la ganaderia o los basurales por ejemplo-, el 6xido nitroso -proventente de la industria y la agricultura-, los hidrofluorocarbonos -refrigeraci6n-, perfluorocatbonos y el hexa- fluoruro de azufre), su perfil de aportes ha crecido en los tiltimos quince aftos, aumentando en un 50% en el caso de la energéa, un 100% en relacién a los procesos industriales, un 100% respecto de los residuos y un 30% considerando a la agricultura. 16 No obstante, lo més grave para el caso latinoamericano tiene relacién con los aportes dados, en particular en la tiltima década (2000 a la actualidad), por los cambios de uso del suelo, devenidos ‘en patticular dela deforestaciGn para liberar tierra de bosques nati- vos y también hasta de montes implantados para la agricultura, al igual que la mineria extractiva a cielo abierto. En toda la regién del Sur de América todo esto parece no tener freno. Incluso con la exis- tencia ya de una legislacién para la proteccién del bosque nativo, que por trabas burocréticas provinciales y ahogo estatal derivado enla falta de inyeccién de recursos econémicos, por ejemplo en la Argentina, tiene al instrumento més en el papel impreso que en el terreno donde el bosque se hace papel. Copenhague, otro encuentro de la cumbre climética, no fue, lamentablemente, una discusin “ambientalista”. Pue una discu- sién econémica, donde unos pafses, los mas ricos, han hecho la mayor cantidad de esfuerzos por aportar la menor cantidad de dinero posible para subsidiar las medidas de mitigacion y adapta- ion de las economfas pobres (jy garantizarse la continuidad de sus estilos de viday de consumo!) y estas asisten con “laesperanza’ de ograr “fondos frescos” que les permitan seguir subsistiendo. Un tercio o poco més de la poblacién mundial vive en areas de borde costero hasta unos 100 Km de esta linea. Es una de las por- ciones de la humanidad en mayor riesgo, por la llegada de mayo- res inundaciones y eventos climéticos extremos. Argentina y otros paises del Sur de América, no estén exentos de ello y los principa- les impactos se perciben ya en la Cuenca del Plata, en particular en su porcidn inferior. Pero también se encontraran en riesgo el noroeste argentino y el noreste, situaciones a las que estamos ya sumando con claridad la mano del hombre, en particular por la implementaci6n de un modelo extractivo agricola que esté elimi. nando las dreas boscosas nativas, El bosque no es importante solo por su cuestiGn estética o pai- sajfstica. Lo es y mucho més por los servicios ambientales que presta: mitigacién de las inundaciones, regulacién del clima, atem- peracién de la sequfa, mantenimiento de la biodiversidad, sosteni- miento dela base alimentaria (miel de palo, carne de monte, medi cinas naturales) de nuestros pueblos originarios; y todo esto tiene valor ademés del precio coyuntural de la tierra que lo sostiene, Ese valor se entiende hoy mas cuando en parte estos efectos complejos e integrales se reflejan en la apariciGn de eventos extre- Nuwwor xvoquis be Econowta Beov occa 17 mos como sequfas e inundaciones, con costos sociales y ambien- tales numerarios. Los més de diez. millones de hectareas afecta- das -y en crecimiento-, deberian hacernos reflexionar a tiempo. Mientras en Entre Rfos y Corrientes se lucha contra la inunda- cién, sacando ahora animales de lugares donde nunca debieron haber estado ni pastado y en el oeste, centro y sur de Cordoba, en €l Chaco, el oeste bonaerense, La Pampa o Santiago del Estero la sequa golped sobre la soja por implantarse o recién implantada, con pérdidas millonarias en la campafa anterior. Estas recurren- cias climéticas, deberdn iracostumbrando a nuestros productores y goblernos a no apoyarse ni buscar sostenerse en las précticas ‘monoproductivas. ‘Muchas de ellas (no todas), provenientes por supuesto, de tie- ras con bosque nativo hoy deforestado. Catéstrofe ambiental 0 imprevisibilidad humana, Ambas cosas y el cambio climatico que comienza a sumarse por estas pampas. Quizés, como algunos investigadores plantean, habra “mas agua’, pero la recurrencia de fonémenos extremos obliga a prever formas de manejo mas racio- nales y que acompafien alos ciclos de la naturaleza y no alos de la ‘economia. En este sentido, en Copenhague se debio pensar mucho mas que solo en mitiger o adaptar, como se viene impulsando. Se debis discutir seriamente este alocado modelo de globalizacién con- sumista y algunos paises de América Latina tienen propuestas y modelos que llevar y poder mostrar. El globo terréqueo no puede ni debe seguir las metas de con- sumo de Estados Unidos. {No nos alcanzan los mundos! China no debe tampoco seguir este modelo. “Sofiar” en crecera perpetuidad a tasas chinas, como proponen algunos gobernantes ygobernantas de los pases del Sur, es simplemente suicida. Cons- truir modelos de desarrollo apoyados solamente en el consumo son meros parches parciales que no permiten entrever alternativas sostenibles. Otro estilo de desarrollo parece necesario. Un sistema social y productivo capaz, de garantizar a cada individuo un ingreso sufi- iente, independientemente de la duracién de la jornada de tra- bajo (la cual no puede sino disminuir, mas © menos proporcional- mente al cambio tecnoldgico); de distribuir el trabajo socialmente necesario de forma tal que todos puedan trabajar cada vez menos ymejor (més a gusto). Wren Pencut- Hanson A, Fuss (editors) Y ahi, entonces, probablemente, aparezca el tiempo libre (dis- tinto del ocio, considerado tiempo-mercanefa, cuya finalidad es el gasto, para que el sistema no deje de generar ganancias todo el tiempo) para dedicarse a lo que cada cual desee, no solo a activi- dades contemplativas, artisticas, deportivas, etc, sino también ala autoproduccién de alimentos y energia, intercambio de servicios, etc., actividades que reducirfan la dependencia de la gente de los ‘mercadis y estimularfan lacreatividad, el asociativismo y la solida~ ridad entte los individuos y los grupos sociales. El tiempo libre, la liberacién del trabajo dependiente y del ocio como forzado consu- mismo, y el progresivo empoderamiento de las personas requeri- rin repensar la organizacion y el funcionamiento de la sociedad, la relacién urbano/rural -fortaieciendo lo local y regional-, el urba- nismo, la arquitectura, los servicios piiblicos; en definitiva, todos y ‘cada uno los aspectos de la vida social. Finalmente, acaso los gran- des pensadores de la modernidad y los utopistas, sno sofiaban con ‘el tiempo libre para la humanicad como la verdadera medida de la rigueza social? Proponemos promover el decrecimiento econémico sostenible de las economias hiperdesarrollacas, con més empleos verdes y mas trabajo cooperativo y solidario, junto a la disminucién de los ‘consumos; y por otro lado, el crecimiento sostenible de las econo- mias en desarrollo, para alcanzar a satisfacer las necesidades basi- ‘cas (alimentacién, educacién, salud, derechos al buen vivir). Que el crecimiento econdmico acompafie las tasas de creci- miento negentrépicas (las provenientes de la unica fuente verda- dera de energfa que es la solat), del 1 al 3% dependiendo de los ecosistemas y no mucho més. Con los niveles tecnolégicos actuales y de productividad global yel hecho que la tecnologia haga crecer a la economia en niveles del 35% como minimo, seguramente enfrentaremos problemas de empleo, siempre y cuando no se piensen estos empleos de otra ‘manera, totalmente distinta a la forma actual de ver el trabajo que es medido solo en términos de “productividad’. Elacortamiento de la jornada de trabajo, tal como fuera sonado yy previsto por el socialismo y el anarquismo, fue tibiamente prac- ticado en décadas pasadas en paises del mundo industrializado, y répidamente suprimido ya que para el sistema vigente es ries 050 que la gente empiece a acostumbrarse al “dalce-far-niente’ cuando se requiere de consumidores full-time y full-life. Es posible Nutvosevoguts ne 1a Eoaxonls Eoacocies 19 que, de cara al abismo, una humanidad més solidaria reconsidere laexistencia de otras formas ce entender el trabajo. En pos de ello, como regia general, la sociedad deberé romper con la dependencia de los mercados (dejar de producir para ellos), inclusive -y muy cruciaimente- con el mercado de trabajo; procu- rando satisfacer las necesidades humanas de manera directa, sin tener que recurrir a vender la fuerza de trabajo a cambio de dinero con el que procurar satisfacer esas necesidades. Como se analiz6, mas arriba, esto es ir contra la logica del capitalismo, que exige si ‘sf trabajadores a tiempo completo, trabajadores que no dejen de producir para el sistema ~queno hagan nada fuera del sistema capi- talista concentrado- y, muy especialmente, que no dejen de consu- ‘mir-para que el sistema no se caiga por falta de demanda~ atin en el tiempo libre, en tiempo de vacaciones, las que constituyen una interrupcién programada de la produccidn pero otra manera de consumir: jun delicioso y breve lapso de puro consumo! Bl tltimo gran cataclismo financiero del afio 2008, y el que se ‘yergue hoy sobre nuestras cabezas, tir6 porla borda en poco menos de unos meses las previsiones sobre el hambre en el mundo, plan- teadas por organismos como la FAO (Organizacién de las Naciones Unidas para la Alimentacién y la Agricultura) en su errética politica de alimentaci6n, que aporté a la ecuacién de la pobreza unos 1.100 millones de pobres y hambreados (en pocos meses, 200 millones mis de hambrientos). El impacto climético, que es una consecuen- cia directa de las politicas de crecimiento de la economia industrial de los tiltimos 200 aftos, no puede ser pagado por ellos. Los pobres no piensan en el cambio climatico, Piensan en ‘comer. Por lo tanto, la crisis financiera ha podido generar mas dafios (porlo menos més r4pido) ala poblacién global que la crisis climética. Pero esto ha sido solo una advertencia. El efecto combinado nuevamente en el futuro de ambas crisis tendré consecnencias impredecibles. Con la suma de ellas, més la crisis alimenticia y la ya mencionada crisis del consumo, el mundo se enfrenta a su tor- menta perfecta. Hay que actuar ya, la responsabilidad principal esta en manos de las economfas ricas, en la disminucién de sus pautas de con- sumo de materiales y de energia, y en los paises pobres resguar- dando sus recursos naturales, poniendo en valor real ya a todos sus intangibles ambientales (jquién valora los nutrientes que se 20 Wourix Peng - Hono A, Fans (editors) “wuelan” hoy en Cérdoba o el Chaco, el agua virtual consumida para productos de exportacién que no necesitan los argentinos, los servicios ambientales que disminuyen o.evitan inundaciones 0 catdstrofes?), y en no seguir a pie juntillas el canto de sirenas de la economia ortodoxa y la alocada carrera por el consumo superfiuo que nos ha trafdo hasta este punto. Latinicamaneradeenfrentar este serio problemas la construc- cién y propuesta de un abordaje holistico del problema ambiental. Un problema que amerita la orquestacidn de un conjunto de ejes disciplinares que coadyuvan a la comprensién del todo més que de cada parte por separado. Esta es la visidn que propone la Eco- rnomia Ecolégica. La Economia Ecol6gica se puede entender como Ia nueva dis- ciplina de “gestién de la sustentabilidad” (Costanza er al., 1999). Una asignatura que aporta el marco metodoldgico y los instru- mentos tedricos, técnicos y précticos que contribuyen a la resolu- ci6n y revision sobre las formas de produccién, transformacién y consumo de los recursos naturales (Daly, 1968), bajo un enfoque ecointegrador (Naredo, 1992). La economta ecoldgica no es una rama fértil ni un apéndice ‘mds.o menos independiente de la teorta econdmica, sino que es un campo de estudios transdisciplinar. Quizds su tinico pecado (original) haya sido nacer con ese mote ‘econdmico. No obstantees mucho masque una mera visién economi- cista del mundo. Es una transdisciplina que construye metodologias ‘ydidlogos entre el ambiente y su sociedad. En un enfoque claramente vinculado a una ecologia productiva, que de la mano de la mejor ciencia y la tecnologia y en el resguardo y el respeto a todos los seres humanos, todas las especies del planeta y sus ecosistemas, propone un cambio alternativa, sostenible, a la actual crisis de civilizacién. La economia ecol6gica adopta la teoria de sistemas para la comprensién de los fenémenos ecol6gicos y los integra a los estuidios de los limites fisicos y bioldgicos debidos al crecimiento Fstudia a las sociedades como organismos vivos que tienen funciones como las de captacién de la energfa, utilizacién de los recursos y energia de la naturaleza y eliminaci6n de sus residuos (metabolismo social). Este metabolismo, urbano, rural, industrial, funciona de distintas maneras, en diferentes etapas, desde la cap- tacidn de la energia hasta su eliminacién. Nusvos JOQUIES DF 14 EooNow oot La economfa ecoldgica supera ademas el enfoque econémico de la gestion de lo til y lo escaso para considerar toda la biosfera yllos recursos que, pueden ser a la ver. escasos y de alguna manera hoy oen el futuro, titiles. Recordemos entonces que el proceso de produccién se repre- senta como un sistema abierto y dependiente de la energia y de los, materiales, que intercambia con su medio ambiente, en un sistema de representacion del proceso econémico, caracterizado porsu des- equilibrio permanente y su ieversibilidad respecto del tiempo. Elenfoque ecointegrador tiene como objeto de estudio el flujo de materiales y energia, en un sistema abierto y en continuo des- equilibrio donde interaccionan con los objetos econémicos rea- Jes que aparecen y desaparecen del sistema en tanto lo hacen sus correspondientes valores de cambio. Inclusive desde el punto de vista social, la economia ecoldgica hace de la discusién de la equidad, la distribucién, la ética y los rocesos culturales, un elemento central para la comprensién del problema dela sustentabilidad. Es por tanto una visi6n sistémicay transdisciplinaria que trasciende el actual paradigma econémico. Por tanto, serd la misma consecuencia del actual sistema eco- n6mico el principal pilar que las sociedades en su conjunto anali- zarén y criticaran ampliamente de cara a su propia supervivencia. Es alli donde emergen con eficacia los supuestos de la econo- mia ecolégica: cuando la sociedad asuma, con una nueva mirada de racionalidad ambiental, que ya no le es posible seguir sobreex- plotando los recursos naturales y que se encamina directamente a su extinci6n si no produce cambios en sus hdbitos de consumo y produceién. Cuando al poner en riesgo los recursos naturales se pierdan los servicios ambientales minimos, la sociedad comprenderé también que no se puede comer el dinero 0 que con todo este junto, no ¢s posible volver atrés, antes de los graves impactos naturales de scala global Varios de estos fueron (no todos) los temas emergentes que sur- gieron en la Cuarta Reunion de la Asociacién Argentino-Uruguaya de Economta Ecol6gica (ASAUEE), desarroliada durante el mes de noviembre de 2009 en las instalaciones de la Universidad Nacional de General Sarmiento Provincia de Buenos Aires, Argentina). Como emergente de dicha reunién y del curso internacional sobre el tema asociado, los autores aqui convocados disefiaron Warren Prva - Honcho A, Funsin edicore) posterior y especialmente este libro introductorio a la problemé- tica, pensando en los nuevos temas conflictivos por venir y las dis- cusiones globales y regionales que derivarfan a Rfo+20, trabajando para ello y para la comprensi6n de todo tipo de puiblico experto 0 no, haciendo un pasaje por el eje discursivo de la economia y de la ecologfa, para luego colaborar Introduciendo al lector en la com- prensi6n de los ejes fundacionales de la econom{a ecoldgica y de su forma de abordar la mal llamada cuestin ambiental La presente obra, pergefiada al fragor de esos ricos intercam- bios y discusiones iniciales, intenta contener, siquiera parcial- mente, una visién de ese pensamiento latinoamericano y de sus ricas aristas, y el aporte propio y reflexiones de cada uno los auto- res invitados, pensados como un aporte a la comprensién de los grandes temas ambientales que emergieron en América Latina y el mundo en Rio+20 y especialmente también atendiendo a sus pasos subsiguientes, En el Capitulo 1, L6pez Calderdn, Passalia, Lozeco y Tarragona nos introducen inicialmente a comprender el proceso general de lahistoria econémica y sus interrelaciones bésicas con la cuestin ambiental. El texto “La evolucién historica del pensamiento econd- ‘ico y su visiin de la naturaleza en el proceso social de produecién’, ‘muestra un recorrido por las distintas etapas del pensamiento eco- némico en relacién al medio natural, alos recursos ya los impactos ambientales. También observan que la importancia de Ia historia de las ideas es que son necesarias y fundamentales para valorar mejor el presente, y asf poder influir eficazmente sobre el futuro, hecho que no es menor, porque lo que esté en juego en el abor- daje desde el conocimiento de la problemética ambiental... son las mismas posibilidades de vida presentes y futuras. El Capitulo 2.se ha apoyado en un documento icénico de Walter Pengue, llamado “La economéa ecolégica y el desarrollo en América Latina’, donde se hace un racconto general sobre las bases fun- dacionales de la Economia Ecoldgica y ademés se problematiza la cuestién ylarelacién de esta disciplina con otras vinculadas como la Economia Ambiental y la Economfa de los Recursos Naturales, ‘como asf también se revisan en profundidad las bases fundaciona- les de la Economia Ecol6gica. En el Capitulo 3, Emma Bonino presenta “El aporte de la Fco- logia al pensamiento sostenible en el siglo XXP’. Al respecto, sefiala [Nuivos nivoquis be LA Ecowonls Exo deren 23 Ja autora que: “dado que la especie humana se ha apropiado de la mayor parte de los ecosistemas no es posible entender el funcio- hamiento de estos sin considerar a los seres humanos’. Asimismo, afirma que"...cualquier regidn, con o sin recursos naturales perci- bidos como de importancia econémica, es igualmente valiosa en términos de las funciones y servicios ecolégicos que nos presta’. Por tiltimo, sostiene que la complejidad de las problematicas que se estaban planteando en las tiltimas décadas demands la dilu- cién de las fronteras disciplinates y la necesidad de enfrentar los problemas con nuevas sintesis, como la Economia Ecol6gica.Enri- que Ortega Rodriguez, en el Capitulo 4, hace un aporte novedoso y sumamente interesante para la éptica vineulada a los estudios de ‘metabolismo de flujos en los sistemas agricolas, parado en los con- ceptos de la emergia, fortaleciendo el enfoque sistémico relevante ala Econom‘a Ecol6gica y la comprensién fisica y energetica de los procesos involucrados. Los capftulos 5 y 6 hacen alusién a los “intangibles ambienta- les". Es decir, aquellos bienes y servicios ambientales que no son inchuidos en las cuentas de ganancias y pérdidas, ni de las empre- sas ni de los Estados y que vienen a instalarse en la mesa de la dis- cusisn sobre el mejor uso y aprovechamiento de los recursos de aqui a futuro. Es asf que se desarrollan conceptos de Walter Pengue como el del suelo virtual, en cuanto alos nutrientes exportados por los paises emergentes a través de los productos agricolas, propo- niendo una revalorizacién de estos intangibles ambientales. Otro proceso similar, recordando la importancia del agua en la produc- idn, se acerca con el de agua virtual, desarrollado primeramente porel Dr. Allan en el Correo dela UNESCO hace précticamente una década atrés. “Todo pasto es agua” decia el padre de la agricultura conservacionista argentina (Molina, 1967). A su vez, advierte que, elincremento del comercio global de agua virtual implica cambios drasticos en los patrones de produccién agricola de los pafses y tiene que ser examinado en las cuestiones de politicas de seguri- dad y soberania alimentaria y formas sostenibles en el uso de los recursos hidricos. En el Capitulo 7 Horacio Feinstein trata acerca de “Regiona- lismos y globalizacién. Cuestiones ambientales y econémicas en la reasignaci6n de los nuevos roles mundiales” y seftala como en las titimas décadas el avance de la globalizacién ha reavivado y fortalecido el regionalismo en América Latina. Analiza el caso 24 \Whuren Pevout - HonNcio sri editors) actual de integracién fisica sudamericana, denominada IIRSA, en Ja cual “una vez mas, en nombre del progreso se caracteriza a los pueblos sudamericanos viviendo primitivamente, derivados de los avances de la civilizaci6n’. En el Capitulo 8 nos introducimos al concepto de “economia verde’, sefialando algunos de los criterios basicos de la misma, establecidos desde la cumbre de Rio del afio 1992 y que se propon- dran con fuerza en la nueva reunién de Rio+20, analizando dife- rentes enfoques, conceptos y propuestas tendientes a una mayor sustentabilidad, sumada a la idea del “desacople’, el andlisis de Jas “tasas metabélicas” y el conocido concepto de las “3 R”, al que reformula como las “4 R” y ademés discutiendo, porqué no, otras ideas propuestas actualmente desde la América Latina como el del “buen vivir’ En el rico Capitulo 9, es Bernardo Aguilar quien nos sumerge una apasionante discusién vinculada a los temas de la deuda externa, la deuda ecoldgica y la sobreexplotacién de los recursos naturales. La base sustancial del andlisis nos permite entrever la complejidad del asunto ambiental, particularmente en su basa- mento social, y la construccién de politicas nacionales y globales que apunten a la sustentabilidad y equidad intra e intergeneracio- nal como asimismo alla relevante cuesti6n de la justicia ambiental, particularmente importante en los paises en vias de desarrollo. EL libro cierra con un conjunto de propuestas que conllevan a destacar la importancia de comprender la encrucijada en la que se encuentra el mundo actual y particularmente los paises que siendo “ricos en recursos” pueden ser hoy considerados “subde- sarrollados” o bien dejados en un estado de aletargamiento que podriamos entender como un estado de permanente “subdesarro- lo sustentable”. Los autores agradecen la colaboracién prestada con su apoyo explicito al evento a la Secretarfa de Ambiente y Desarrollo Sus- tentable de la Nacién, el INTI, el INTA, la UTN, el Programa de Posgrado en Economia Ecoldgica (FADU, Universidad de Bue- nos Aires), el Instituto del Gonurbano, Universidad Nacional de General Sarmiento, la Sociedad Cientifica Latinoamericana de Agroecologfa, GEPAMA, Red Iberoamericana de Economia Eco- 6gica, ISEE (Sociedad Internacional de Economfa Ecolégica), la Embajada de Espafia en la Argentina, la Fundacién Heinrich Boll ‘Nuevos erogurs be LA Econowts EcoLdcica 25 Stiftung y particularmente a la Agencia Nacional de Promocién Cientifica y Tecnol6gica de Argentina, que merced a su apoyo RC 2009-128, permitié parcialmente la disponibilidad de fondos para laelaboracién de los materiales del encuentro y de esta obra, com- pletados con el apoyo financiero de la Asociaci6n Argentino-Uru- ‘guaya de Economtfa Ecoldgica (ASAUEE) y de Fundacién H. Boll. Capitulo 1 La evolucién histérica del pensamiento econémico y su vision de la naturaleza en el proceso social de produccién Alberta Lépex Calderin Claudio Passatia Julio Lozeco ‘Martin Tarragona Al hablar de ambiente, se est haciendo referencia no solo ala nocién de lo natural, sino también a su interseccién con Io cultu- ral; es un concepto resultante de una construcclén social. En este sentido, el ambiente es desde todo punto de vista un sistema alta- mente complejizado y dinamico, intervenido en mayor 0 menor medida por el hombre, donde entran en juego elementos del or- den natural y del orden social. De este modo, se pone en evidencia el sentido tanto ecolégico como econémico del concepto de eco- sistema, en donde naturaleza y sociedad son componentes de una realidad mayor que las engloba y define sus principios. Elhombre es tanto sociedad como naturaleza, ya que todas las porciones de naturaleza se incorporan ala forma de actuat, pensar ymaverse del hombre en sociedad (Galafasi, 2000). Bs desde esta Sptica que el concepto de proceso social de produccién haré refe- rencia a la intima relacién entre sociedad y naturaleza, explicada en base a leyes y conceptos similares. LaTierra, en particular la biosfera, es el soporte de todas las ac- tividades del hombre, de su organizacién social, de su existencia yladel resto de las especies. En la larga historia de nuestro plane- ta, la civilizacién humana ha ocupado solo una fnfima y reciente porci6n. Cierto es que durante un largo tiempo hubo una con- vivencia tolerable y Ia especie humana era una mas entre tantas 28 A. Catnenow - C. Passa J. Lozeco « M, Tanacon que pugnaban por sobrevivir'. En estas circunstancias, el hombre dependia netamente de la productividad natural, apropidndose de una parte de lo que se podria denominar “excedente ambien- tal. Su bajo niimero poblacional y su rudimentario equipamiento tecnologico constituian un vector de presién ambiental de escaso poder. Sin embargo, cualquier accién ejercida se puede interpretar como una alteracidn del ambiente, en el sentido que la explota- cidn de determiadas especies y no otras, provoca un cambio en el equilibrio ecosistémico “natural’. Al sostenerse estas practicas en cl tiempo o incrementarse el nuimero de individuos, los cambios sobre el ecosistema se magnifican (Reboratti, 1999). Larevolucién neolitica ocurrida hace unos diez mil afios (Gup- ta, 2004), significé el primer gran impacto del hombre sobre las, condiciones naturales. Con la consolidacién de la agricultura, el hombre dejé de depender de ese excedente ambiental obtenido en recolecciones mas 0 menos azarosas y no siempre abundan- tes (Blanco Richart, 2006). Por primera vez se pudo apropiar de Jos mecanismos ecosistémicos en su favor para acumular y admi- nistrar energfa solar obteniendo excedentes alimenticios. En este periodo también comienza la ganaderfa y se inventa la rueda, lo ‘que producirfa mejoras técnicas sustanciales. La agricultura y la domesticacién de animales trajeron cambios en el paisaje, en la biodiversidad, en los suelos, en la circulacién superficial del agua. Los resultados directos de la agricultura fueron la posibilidad de sostener la alimentacién de un ntimero cada vez mayor de indi viduos, ahora sedentarios, lo que permitid el surgimiento de inci pientes conglomerados poblacionales. Pero sobre todo, el hombre como especie pass a ser dominante, capaz de aumentar constan- temente su poblacién y su consumo exosomitico de energia. A esto contribuyeron algunos otros hechos tecnol6gicos que apre- suraron los efectos de esta revolucién, tales como la navegacion a vela, los molinos de agua, los puentes y acueductos, la invencién del papel, etc. Desde entonces, Ia creciente complejizacion y crecimiento de las sociedades fue acentuando la presién ejercida sobre el planeta, 1. Surgida Hace unos tes millones de aflos, In evolucin de la especie humana recien le permitid convertirse en un actor de peso en el contexto planetario hace poco mds de 30 mil aes. Hasta entonces, el ntimero total de individuos en todo el planeta apenas alcanzaba a algunos cientos de miles, en poblaciones dispersas e Tnregilares quo se alimentaban dea cxza menor yla ecoleccién. LL Bvouver0s STON DEL PESSANIENTO ECONOMICD ¥ SU VION. 29 fundamentalmente en la buisqueda de recursos que permitieran dar respuesta a unas necesidades también crecientes, aunque a veces desmesuradas e irracionales. En la Revolucién Industrial se produce el segundo gran hito del cambio en la relacién sociedad-naturaleza (Blanco Richart, 2006). La mecanizaci6n de la industria textil, el desarrollo de los. procesos del hierro, la expansién del comercio, Ia invencién dela maquina a vapor, la industrializacién y la capacidad de utilizar ‘energia solar fosilizada, provocan enormes transformaciones so- cioeconémicas y culturales que acentuarfan el impacto sobre el medio natural. En este punto es donde entra la economéa como disciplina de- dicada a la asignacién eficiente de unos recursos (intrinseca y) relativamente escasos para la satisfaccién de determinadas nece- sidades sociales, empleando lo que ofrece la naturaleza como ma- teria prima. El crecimiento econémico, el desarrollo y 1a industrializacién han tenido consecuencias importantes en el ambiente, algunas irreversibles y otras aun inciertas. Aunque estos efectos no son ex- clusivos de una economia de mercado ni de un modelo industrial (Blanco Richart, 2006), buena parte de su magnitud actual parece consecuencia del actual modelo de desarrollo. Los problemas ambientales han surgido a la par de la forma- cion de la sociedad humana; en este sentido se puede decir que “no hay civilizaci6n ecolégicamente inocente” (Deléage, 1993). La afirmacién anterior, se sustenta en el hecho comprobable de que Jos vincutos entre la sociedad y la navuraleza, surgen y son propios del proceso de produccién social en todas sus manifestaciones, Cuando hablamos de proceso social de produccién, y ubicados en una economfa de mercado, nos referimos tanto a la conducta de los productores como de los consumidores. En este punto, quizés sea conveniente destacar el campo con- ceptual dela economia, En el siglo IVa.C., Aristdteles acufia el con- cepto de “economia” (o/konomia), al hablar de la misma como el “abastecimiento de la polis” (=ciudad). La economfa, para Arist6- teles, referfa a la administracién de la casa y el hogar, Para referir- se a problemas que nosotros consideramos econémicos, utiliz6 la palabra griega “crematistica’ (khivema, arte de la adquisicién), para deseribir el estado de 4nimo de aquel que acumula capital por el solo gusto de hacerlo. 30 A. Cupsnow = C.Passalta «J. Lozsco - M. TARRAGONA Esto refuerza los postulados de la obligada visién del sistema econdmico, desde las leyes y relaciones de la ecologia y no a la in- versa. Por lo tanto, la naturaleza, en las concepciones econémicas previas a los fines del siglo XVIII y hasta la segunda mitad del XIX, form6 parte de uma visién global que inclufa lo fisico (y por tanto elentorno o naturaleza), aunque tal vision integral fue perdiendo ponderaci6n en el transcurso de ese perfodo hist6rico. Pero a partir del siglo XVII, con los primeros logros de las ciencias experimentales, la econom{a comienza a “separarse” de esta visién global (recordar que “economia” y “ecologfa’, tienen como raiz comtin a “oikos’, que en griego significa “casa”, y se erige en un campo aut6nomo de estudio, para abocarse a la asig- naci6n de recursos que permiten la satisfaccién de las necesida- des humanas. La forma en que la economfa percibe e interpreta el medio am- biente no es estanca y ha variado desde sus comienzos a nuestros dias. El objetivo de este capitulo es hacer un recorrido por las dis- {intas etapas del pensamiento econémico en relacién al medio na- tural, alos recursos ya los impactos ambientales. Dado que la economfa no se consolida como disciplina inde- pendiente (de la politica, la filosofia o la religién) hasta el siglo XVIII, es menester rastrear historicamente las concepciones eco- némicas de distintas eras y civilizaciones, pero también Ia forma ‘en que se relacionaban con lo natural. Asf, este capftulo se articula en tres grandes estadios temporales que se desarrollarén: 1) pre- capitalismo, 2) eapitalismo y 3) reencuentro entre la economta y la ecalogta. El “precapitalismo” La economia preciisica: gmoral ecanémica 0 teoria econémica? Las sociedades primitivas, hasta los griegos, se sujetaron a las “leyes de la naturaleza’, coevolucionaron con la misma, por lo que tuvieron una relacién de muy bajo conflicto con el mundo fisico. Se dan en estas culturas cambios que tienen que ver con la apari- La evoturoy aston ne 10 UCONONICD ¥ VION. 31 cidn de las ciudades, la organizacién de estados y la formulacion de leyes. Con la agricultura comercial y la Revoluci6n Industrial, el hom- bre se apropia’ de la naturaleza, y su relacién se torna mucho mas conflictiva. La economia comenz6 a ocuparse de estos problemas recién en el siglo XVIII; no obstante lo hizo de una manera parcial, desde una dptica de la naturaleza como proveedora de recursos, para la produccién El trabajo como proceso social de valorizacién y wansforma- ‘cidn de los elementos de la naturaleza (recursos naturales) y del territorio, a fin de satisfacer necesidades humanas, constituye el vinculo primario de la relacin entre sociedad y naturaleza. Es obvio que la sociedad humana, desde su conformacién, se ha complejizado cada vez més, todo lo cual se apoya en buena me- ida en una ampliacién de la base productiva, sin la cual simple- ‘mente esa complejidad no podria existit. Y esa ampliacién pone a la sociedad en conflicto con su ambiente, dado que este no nece- sariamente responde a los mismos “intereses’, ni observa los mis- mos tiempos, ni tiene el mismo tipo de comportamientos. En su historia sobre la superficie de la Tierra, el hombre se ha servido de Io que el ambiente donde vive (0 la naturaleza si que- remos ser més amplios), le ha ofrecido para obtener todo lo que necesita para su supervivencia. Para esto utiliza, con mayor 0 me- nor grado de transformacién posterior, mucho de lo que Jo rodea, tanto objetos animados como inanimados. Los recursos que se obtienen del ambiente sin que el hombre haya hecho nada para producirlos, son conocides habitualmente ‘cono recursos naturales, término que denota claramente el sentido antropocénttico y utilitarista de tal denominacién, Como se ha podido observar, la actividad econémica (insepa- rable de la relacién sociedad-naturaleza) es intrinseca al origen del hombre; sin embargo, su analisis formal ha sido escaso hasta antes del llamado mereantilismo (s. XV). Si bien los estudios relacionados con lo econémico, anteriores al capitalismo mercantil, carecian de sistematicidad, su andlisis y comprensién es fundamental para entender la complejidad del sistema actual y sus efectos en el ambiente. Los més de 2.500 afios de historia econémica que presentare- ‘mos a continuacisn tlenen una importante raz6n de peso para set estudiados, y es que enriquecen toda elucidaciGn sobre aspectos 32 A. Canon -C. Pusan J. Lovtco -M. Tameacons filos6ficos y éticos, relacionados principalmente a la escasez re- lativa, Comenzaremos el abordaje de este apartado con el pensa- miento de la Antigiedad, el mundo griego y romano, para luego adentramnos en la Escoléstica (Edad Media - sociedad feudal) y culminar en las escuelas precursoras del pensamiento clasico: el ‘mercantilismo y la fisiocracia. ‘Antiguedad, Gracia y Roma Las relaciones hombre-naturaleza han sido objeto de andli- sis desde la Antighedad. Disquisiciones acerca del orden natural como un designio divino, sobre la influencia de lo natural sobre el hombre y viceversa o del hombre como agente modificador de la naturaleza, se pueden encontrar hasta en los mitos sumerios (Ca- ‘mus Gayan, 2001). El Cédigo de Hammurabi, que data del afio 1760 a.C., es uno de Jos conjuntos de leyes més antiguos que se han encontrado. Fue creado en la antigua Mesopotamia y, entre otras cosas, contiene algunas prescripciones normativas para las relaciones econémicas (Roncaglia, 2006). Distintas consideraciones sobre la vida econ6- mica pueden encontrarse en libros esenciales de distintas culturas, ‘como el cristianismo o el hinduismo, en libros politicos de la an- tigua China, etc., que datan de varios siglos anteriores al afio cero dela era cristiana. En la Biblia, por ejemplo, se considera al trabajo como expia- cién por el pecado original, con una connotacién positiva y como un elemento intrinseco de la propia naturaleza del hombre (Ron- caglia, 2006). ‘Autores como Panecio, Posidonio y Cicerén, fueron quienes més se acercaron a dar una interpretacién teleoldgica a los cam- bios en el medio natural. La misién del hombre en Ja tierra con- sistfa en perfeccionar el orden diseftado por Dios; las actividades del hombre en tanto intervenci6n en la naturaleza eran percibidas como un complemento del orden divino (Camus Gayan, 2001). Aligual que las sociedades antiguas del Mediterraneo (los feni- ios hacia elafio 1000 a.C.; el Imperio Romano desde 300 a.C. hasta 400 d.G)), en Grecia (750 al 300 2.C,) la organizacién social se basa- ‘ba en hombres libres y esclavos; los hombres libres comprendian |LfvoIvEION HSFCA DHL MSA REERaMED FSCS 33 ‘los efudadanos y los no ciudadanos; los ciuidadanos incluian a los propietarios de la tierra y a los no-propietarios de la tierra, Los griegos organizaron su territorio en ciucades-Estado, las “polis”. En Atenas, hacia el siglo V a.G., aparece la democracia (demas: gobierno; kratos: pueblo) como forma de organizacién politica, lo cual garantizé la igualdad politica de los ciudadanos. También ‘aquf aparecen las primeras explicaciones racionales sobre el mun- do y la politica, dando origen a la ciencia y ala filosofia. Las caracteristicas més generales de la sociedad griega eran: ‘una agricultura mas compleja, la divisién del trabajo en la produc- cin de manufacturas, la producciGn de excedentes de alimentos, ysen lo sociopolitico, le organizaciGn de estados, la formutacion de leyes y un crecimiento de la vida en las cludades. Para los pensadores griegos, la economia era el arte necesario para gobernar con orden y vivir bien en una unidad familiar (del agtiego oikos, conjunto de bienes de una unidad familiar; y nomos, orden, ley, derecho). Respecto a la concepcién de la naturaleza, consideraban a la misma como una entidad ordenada, creada con anterioridad y con caracterfsticas femeninas. Sostenian que el hombre era capaz de intervenir ese orden con sus actividades (agricultura, explotacion {orestal), asf como también la naturaleza influfa en él La mayorfa de los pensadores griegos consideraban al hombre como un ser destinado a dominar y ordenar Ios elementos de la naturaleza, visin que justificé el uso ilimitado de recursos (Rebo- ratti, 1999). Si bien es clerto que los primeros escritores griegos (Hesfodo, Jenofonte) no tenfan un destacado interés por analizar la eficien- ia al nivel de la sociedad (porque no posefan un verdadero discer- nimiento sobre lo que significaba la escasez y sus implicancias), la palabra economfa parte de ellos. La misma fue utitizada por Jeno- fonte (362 a.C.) como titulo de su obra Oeconomicus (un didlogo socrdtico que trata dela economfa domésticayla agricultura), para referirse a la administracién eficiente del productor y/o de su fa- milia. El nombre de la obra deriva de oikos (casa) y nomos (norma ley), designando asf el campo de la administracién del hogar. Un pequefo comentario merece Pindaro quien hacia el siglo V .C. introdujo la problemdtica del “valor de cambio" y el ‘valor de uso” comparando las joyas y el aire (Blanco Richart, 2006) 4 A. Cino - C Passurs «Je Lozeco ~M. TaRnacons Sobre Aristoteles y sus contribuciones La importancia de Arist6teles (460 a.C..- 370 a.C.) en el pensa- miento econémico radica no solo en sus importantes contribuci nesal pensamiento filoséfico sino también por el profundo impacto de sus ideas en la economia de la escuela Escolistica. En él encon- tramos lo que algunos autores llaman el primer economista anali- tico, ya que aborda tres puntos clave: la determinacién del campo dela economia, el andlisis de a citculacién ya teoria monetaria. La idea de economia de Aristételes inclufa la administracién del hogar {economfa nattiral) pero se extendia a la provision o adquisicién de determinados bienes que permitieran satisfacer necesidades. El pensador distingue entre una economfa natural y otra anti- natural; sostiene como natural el uso del dinero para el intercam- bio, mientras que lo considera antinatural si se utiliza para acu- mularlo y mantenerlo a través del interés (usura) (Blanco Richart, 2006). También consideré como antinatural, y por tanto condena- ble, cualquier riqueza que procediera del comercio; en particular condené el comercio con dinero, es decir, los préstamos con inte- rés (Roncaglia, 2006). Otra diferenciacién que establece en su obra Politica, es la exis- tente entre economia y crematistica, entendiendo a la primera como el estudio del abastecimiento material del oikos (casa par- ticular) o dela polis (ciudad), ya la segunda como el estudio de la formacién de los precios en el mercado. El maestro de Arist6teles, Platén, argiifa en favor de lo que se dio en llamar a propiedad comunal, aspecto que para Aristételes no era ast; él crefa que la propiedad privada ejercfa una funcion ‘itil en la sociedad y que no se deberian hacer reglamentaciones, ‘que limitaran esta propiedad, Platdn apoy6 la propiedad colectiva de los medios de produccién y una organizacién colectivista de las actividades de consumo, mientras que Atist6teles invocé una visiGn realista de la naturaleza humana: “La propiedad que es co- min al mayor ntimero de propietarios recibe la menor atenci6n; los hombres cuidan mejor sus posesiones privadas, y menos las que son comunes, o solo hasta donde toca a su parte individual” (Roncaglia, 2006). Esta frase, analizada en el sentido de la tela- cion economia-naturaleza, nos deja grandes aportes vinculados a la propiedad privada, los bienes comunes y sus consecuencias, ambientales. 5 Por otra parte, tanto Platén como Aristételes consideraron la estratificacién social y politica como un hecho natural, consecuen- cia de las diferencias intrinsecas existentes entre los miembros de lasociedad (hombres, mujeres, esclavos). El sentido de la economia aristotélica era lo que hoy llamamos “ecologia humana’. Demécrito hablaba de la economia como la forma de administrar los recursos para satisfacer las necesidades de los grupos humanos (la palabra “ecologi”, que nace en el siglo XX, tiene la misma rafe: oikos). Asimismo, la ley natural, para Aris- {teles, refiere a las formas de comportamiento impuestas por las eras necesidades elementales de la vida, necesidades comparti- das por el hombre con otros animales. En el contexto de las sociedades griega, romana y medieval, Ia base de la organizaci6n de la sociedad era el “idealismo” politico y econémico; la actividad econémica se concebia y se adaptaba a la finalidad propia del ser humano, En cuanto a Roma, las actividades econémicas en sus amplios territorios, comprendian la agricultura, la fabricacion de cerami- eas y tejidos, la extraccidn de diversos minerales, la elaboracién de alimentos, ete. Es de destacar que durante el Imperio Romano, aparece el De- recho Romano, base de la actual organizacién juridica del mundo occidental, y cuyo reconocimiento de la propiedad privada, tiene obvias repercusiones sobre el ritmo de uso y extraccicn de los re- cursos naturales. La Edad Media y la Escoléstica Para comprender sin prejuicios la doctrina econémica escolés- tica es imperloso tomar en consideracién el contexto dentro del cual se desarrolla la misma. Este escenario es el de la llamada so- ciedad feudal o feudalismo. Son las caracterfsticas de esta sociedad Jas que determinan le forma en la que se configuran las ideas, los conceptos y las definiciones que se estructuran dentro del escolas- ticismo, Durante los diez siglos posteriores al afio cero, se desarrolla lo que se ha dado en llamar el pensamiento patristico, expresado por Jos pensadores cristianos mas influyentes, los padres de la Iglesia 36 J. Lozte) = M. Taaxacons ccristiana. Se caracteriz6 por el recurso sistemtico a ciertos filéso- fos de la Antigiiedad, como Boecio y Aristételes. El pensamiento patristico devino posteriormente en Ia doc- trina oficial de la Iglesia. Sus principales ideas en lo relativo alo ‘econémico, que se presentan a continuacién, son la antesala de la Escolistica En la cuestion dela propiedad privada, los padres delaIglesiala vefan en general como algo fuera del derecho divino, ya que consi- deraban que Dios habia asignado los bienes terrenales como pro- piedad comtin a todos los hombres y que la propiedad privada era sindnimo de usurpacion y germen de guerras e injusticia social. Laesclavitud no fue condenada, ya que la consideraban normal ‘enel sistema social dela época, aunque no una institucién natural, como sostenfan Platén y Aristoteles. Se condenaballa brisqueda del lujo o dela riqueza, en tanto dis- trafa de la prioritaria persecucién de la salvaciGn eterna. El comer- cio era considerado con desconfianza, como una fuente probable Ge riesgos morales, aunque se lo aceptaba siempre que se lo prac- ticara de forma honesta. ‘A la patristica de la Antigiedad tardfa siguid 1a Escoléstica como corriente teol6gico-filosofica dominante en el pensamiento medieval. Se sustentaba en la coordinacién entre fe y razén, y la cuestién moral, al igual que en la Antigiiedad clésica, segufa domi- nando las cuestiones econémicas. Segiin uno de los historiadores mas importantes del pensa- miento econémico sobre ese perfodo (Pribram, 1983, citado por Roncaglia, 2006), “la economfa medieval se componta de un cuer- po de definiciones y preceptos concebidos para regular el compor- tamiento cristiano en las esferas de produccién, consumo, distri- bucidn ¢ intercambio de bienes” En términos de la economia politica actual, se puede afirmar que esta época, més que en la biisqueda de comprender los me- canismos econémicos, se centraba en la aplicacién de reglas de conducta moral que inclufan lo econdmico. Los temas més impor- tantes abordados a este respecto fueron el precio justo y la usura, considerados siempre desde el punto de vista de la ética y lejos de Ia interpretaci6n del funcionamiento del sistema econémico en su conjunto (Roncaglia, 2006). La sociedad feudal se consotida entre los siglos Vill y XI, y se basa principalmente en una economia ruralizada, con unaagricul- Lanvouiaer, Won 37 tura para la subsistencia, dentro de una sociedad encerrada en la tradicién y la costumbre, el trabajo del campesino servil, el pode- rio de los sefiores feudales y la influencia de la Iglesia Catélica. En la concepcidn feudal, toda la tierra era de Dios, quien ha- bia colocado alos reyes y a la Iglesia Catdlica, por derecho divino, como administradores y custodios de ella. En un sistema semejan- tc, la tierra, el trabajo y el capital no eran bienes que se vendian y compraban en un mercado, por lo tanto la produccién era escasa y tuna fnfima parte se ponia en venta En este escenario se configura la Escoléstica: esta corriente es- taba conformada por monjes, quienes tenian un altisimo grado de educacisn, con conocimientos en filosofia, teologia, matematicas y otras ciencias, lo que otorgaba a sus escritos sends fundamen- tos y los habilitaba a adentrarse en el mundo de la economfa y su. relacidn con el dogma y Ia naturaleza, Elprincipal exponente de esta escuela fue Tomés de Aquino (ca. 1225-1274), considerado uno de los fildsofos mas importantes de la Edad Media y cumbre del pensamiento escolAstico, quien soste- nia que la propiedad privada no viola el derecho natural y favore- ce el comportamiento socialmente util (una tesis que ya propuso Aristételes). De modo semejante, Tomas consideraba que en mu- cchos casos era legitima la persecuciGn de los beneficios mercanti- les (Roncaglia, 2006). En general, los autores de esta escuela, sobre todo Tomés, fue~ ron muy conscientes del papel del dinero como medio de cambio y patron de medida, pero no como reserva de valor. Consideran que elvalor de los bienes no refleja la jerarqufa “natural” sino lacapaci- dad de los bienes para satisfacer necesidades humanas. Respecto del dinero, la postura se fundamenta también en Aris- t6teles; asi Santo Tomas acepté la opinidn de que el dinero nace como un medio para facilitar el cambio legitimo (natural), cuyo tinico objeto es la satisfaccion de las necesidades de los consumi- ores, pero critica la obtencién de ganancia por medio del interés. Por otra parte, el mismo Tomas de Aquino establece que el mun- do no puede ser eterno, sino que hay un Dios que ha creado esa naturaleza (Brailovsky, 2006). Entiende a la “ley natural” como el Conjunto de reglas que la naturaleza impone a todos los animales yla adecua a las necesidades humanes, La concepeia medieval de la naturaleza es Ia de un peligro latente para la excitacién de los sentidos, cuestién obviamente 38 exo =. Pasa J. Lozsco « M. Tana objetada desde el paradigma religioso imperante, y no aceptada posteriormente por Francisco de Asis, quien introdijo un cambio en esta visién y, asi como lo hizo con la riqueza y el poder, tam- bien condené el alejamiento del hombre de la naturaleza; para él, el mundo fisico creado por Dios solo podta teflejar el paraiso pro- metido y por lo tanto, era testimonio de su existencia (Brailovsky, 2006). Luego del siglo XI, la sociedad feudal sufre profundas trans- formaciones debidas a: a) el restablecimiento y desarrollo del comercio; b) el renacimiento de las ciudades como centro de la produccidn y el comercio; c) el fortalecimiento de la burguesia; d) las nuevas técnicas apricolas; y e) las. comunas como gobierno de Ja ciudad. Estas transformaciones llevan a la decadencia de la so- ciedad feudal hacia el siglo XIV; las limitaciones técnicas, la crisis, de Ia agricultura, las incontrolables pestes, hambrunas y guerras, terminan por sepultar a la misma, gestando un nuevo periodo, el Renacimiento, en el que se va conformando una nueva forma de pensar y conocer la realidad, a partir de la cual, algunos pensado- res, comienzan a comprender que las cosas de la naturaleza y de la vida no necesariamente podian explicarse por lo dogmatico, a partir de lo cual el hombre se coloca frente a la naturaleza con una actitud distinta; ya no le teme, y ahora busca entenderla y gestar una nueva forma de dominacién, a través de la industria y Ta tec nologia. En estos cambios, tuvo una fuerte influencia el surgimien- to de la burguesfa. En resumen: en la Edad Media cristiana, si hubo una idea do- minante fue que el hombre, bendecido con la facultad de trabajar, ayudaba a Dios y a sf mismo en la mejora de un hogar terrenal, aunque en la teologia cristiana la tierra era solamente una estacién de transito. Lajustificacion dela observacién y estudio dela naturaleza era Ja conducencia a una mejor comprensién de los designios divinos. La naturaleza (y sti comprensi6n) probaba la existencia del crea- dor y de su plan celestial, asf como de la verdad cristiana (Camus Gayan, 2001). La sociedad cristiana se apoyaba en la tradicién ética de Arist6- teles respecto a las ideas econémicas. Consideraba a la economia como un conjunto de preceptos morales encaminados a conseguir la buena administracién, condenando la avaricia, la codicia 0 la usura (Blanco Richart, 2006). Lawvowverens En cuanto a la propiedad, no compartian los derechos ilimita- dos que concedia el derecho romano, sino que postulaban la exis- tencia de un deber en pos del interés de la comunidad. La concep- cién de “trabajo obligatorio” y “trabajo como autorrealizacion’, de la tradicién biblica ale cultura moderna, difiere de la de la cultura gtiega, en la que el trabajo no era concebido como fumci6n social. En general, la cultura griega siguis “un enfoque administrativo, no de mercado, ante los fendémenos econémicos” (Lowry, 1987, citado por Roncaglia, 2006). Las cuestiones econdmicas se trataban en el marco de tuna discusion que se referfa a la buena administracién del hogar (grupo familiar y esclavos) 0 de una discusidn sobre las, institueiones politicas. El Renacimiento y el mundo moderno. Mercantilistas y fisiocratas La Edad Moderna se inicia en el siglo XV (afio 1453) y finaliza ‘en el siglo XVIII (afio 1789), segtin los historiadores. En este marco temporal, de la mano del Renacimiento se consolida la valoracién del hombre en el mundo (antropocentrismo) y, a su vez, enraizado en el pensamiento cientffico, se gesta en la sociedad una cultura Iaica; de esta manera, surge una gran confianza en el destino de la Humanidad. Hay una critica al orden establecido por la Iglesia Ca- tlica, sobre todo a través de la educacién. Se discuten las teorfas, preexistentes, y se promueve el método inductivo. Hay una reva- lorizacién de la vida en la Tierra, en contraposicién con la visién dominante en el Medioevo. El surgimiento de la economfa, como ciencia independiente de lapolitica ya filosofia, no puede comprenderse sin detenerse pre- viamente a vislumbrar las transformaciones que acontecieron en ‘el mundo occidental en el perfodo de la Edad Moderna; este es un perfodo de transformacién en donde los paradigmas por los cuales se interpretaba la realidad estén en proceso de cambio. finales del siglo XV, dela mano del desarrollo de la navegacién, se produce el descubrimiento del “Nuevo Mundo”. Al mismo tiem- po, en Europa comienza la conformacién de los Estados-nacién, en donde las actividades de gobierno se restringen a un espaci territorial determinado. 40. En esta época, la riqueza se identificaba por la abundancia de metales preciosos que atesora en su poder el Estado. Por este mo- tivo, el Estado era la principal empresa que debia intervenir para proteger los intereses comerciales y lograr incrementar el stock de oro y plata mediante las vias comerciales, En este contexto, se de- sartolla una linea de pensamiento econémico que se conoce como mercantilismo, la cual otorga el rol de actor principal al Estado, parael enriquecimiento de las naciones. Se pensaba que el comer- ‘cio era un juego de suma cero, en donde existian ganadores y per- dedores, porlo cual era necesario que el Estado incorpore medidas proteccionistas que resguardaran la riqueza de la naciGn. Dentro de esta linea de pensamiento es menester mencionar, por sus respectivos aportes al pensamiento econdmico, a Sir Wi- liam Petty y Richard Cantillon. Petty intents desarrollar una nueva forma de investigacién que llamo “aritmética politica’, por medio de la cual buscaba introducir métodos cuantitativos en el estudio de los fenémenos sociales. De esta manera, se reflejaba la ascen- dencia de concepciones mecénico-materiales sobre la aproxima- cién deductiva aristotélica. Este interés por la precisién matema- tica lo condujo a la btisqueda del valor de las cosas, llegando a la conclusién de que “el trabajo es el padre y principio activo de la riqueza mientras la tierra es la madre”, De esta manera, aparecen los pilares del proceso de produccién: tierra y trabajo. EI hombre con su continuo proceso de tecnificacisn, introduce mejoras sus~ tanciales « los bienes provistos por la naturaleza, logrando con los vances en el sector agropecuario un incremento en los rindes de la tierra, y a su vez, con las mejoras en los medios de transporte (mejoras navieras y terrestres), estos incrementos de la produccién logran llegar a una mayor cantidad de mercados. En el apogeo del pensamiento mercantilista, la estructura de Ja sociedad es bien representada por Richard Cantillon, quien la presenta repartida en dos mitades, en el campo y en la cludad. El transcurso del tiempo va dejando de lado la organizacién feudal, para la conformacidn de los dos grandes centros de produccisn: el sector rural, donde la produccién agropecuaria se tecnifica y logra mayor aprovechamiento del recurso natural, y las ciudades, que comienzan a engendrar en los pequeios talleres la semilla de lo quea posteriori devendré en el surgimiento de las ciudades indus- 2 Potty, W. (1682). Treatise of taxes and contributions. LA nvo10a0n st DEL PMIENTO FCONOMIED ¥ SU Ve 41 triales. Es en esta sociedad que Cantillon dividea la ciudadanta et a) habitantes rurales: colonos y labradores; y b) urbanos: empresa- ris, artesanos y comerciantes. ‘Ala par de esta transformacién de la estructura social, en este perfodo se produce el desmantelamiento de las viejas concepcio- nes del mundo debido al desarrollo de la visi6n mecanicista; de ‘esta manera la ciencia es medici6n y por lo tanto debe basarse en la formulacién matemética. Esta concepcién de querer medit los hechos de la vida cotidiana para poder razonar los stucesos y for- mular teorias, se ve plasmado en el pensamiento econémico con la primera sistematizacién del sistema econémico que fue Le Ta- bleau Economique, Esta compresién del funcionamiento del tema econémico nace en la Francia de 1700, siendo su creador el padre de los fisiscratas, Francois Quesnay. Esta nueva corriente del pensamiento econémico surge como respuesta a los acontec! mientos en la sociedad de esa época, la cual estaba caracterizada porel derroche y las ideas de Colbert (ministro de hacienda duran- te el reinado de Luis XIV en Francia), que entendfa que el valor de Jas cosas solo se encontraba en el valor agregado de las mercancias industrializadas’ Quesnay, por medio del Tableau Economique muestra la idea de interdependencia general entre las distintas partes del sistema eco- némico, considerando una sociedad estratificada. En esta sociedad existen tres tipos de clases: 1) la clase productiva, constituida por los productores agropecuarios; 2) la clase estéril, conformada por Jos productores manufactureros y comerciantes; y 3) la clase pro- pietaria destinada a consumir los bienes finales que se producen tanto en el sector industrial como asf también el agropecuatio. La definicién por parte de Quesnay de una clase productivaysu vincu- lacién con el sector primario no fue azarosa. Los fisiScratas reorien- taron la visién de lo que genera valor y excedente econémico en tuna economfa, volviendo a considerar a las actividades primarias como fuente generadora de valor. Para reivindicar este postulado, los fisidcratas tendrian que liberar y fortalecer al sector rural de las 3. fines del siglo XVI principios del silo XVIM, le produccién francesa se ca- racterizaba por la fabricaeidn de blenes de lujo, suntuatos, que eran destinados al Comercio exterior de las clases nobles del veeino pats espafol, el cual derrochaba el foro ylaplata que extrafan de América en el consumo de estos bienes. Deesta mans ‘a Francia poalograr el precepto mercantiiata de superavitcomercial generando clingreso de metals preciosos por medio del comercio de bienes suntuatios. A. CALDEROW = C, Pusat = J Loco ~M, TanwAcond Politicas asfixiantes que el Estado le imponfa, proponiendo como camino para el crecimiento de la nacidn el iberalismo econémico, dejando inerte la accidn del Estado y apuntalarlo por medio de las acciones de los actores individuales (productores, comerciantes, etc). La frase que constituird la conducta de la politica del libera- lismo econémico es acufiada por esta escuela: "laissez fair, laissez passer’; de esta manera, segtin Joseph A. Schumpeter, “el ordre na~ turel” (el orden natural) es el estado de cosas més ventajoso para la humanidad. Cada individuo acta, pues, en interés de todos cuan- do busca su interés personal” (Schumpeter, 1963 [1914)). Un aporte adicional es reconocido a la escuela de la fisiocracia, yes que comienza a vislumbrarse el rol significativo que tendra el capital dentro del sistema econémico, para el crecimiento de las naciones. A fines del siglo XVIII, la sociedad emprende un nuevo proceso de cambio, que nuevamente convertiré su forma de organizar ysu telacién con el ambiente. En cuanto a las preocupaciones ambientales, cabe mencionar a titulo de curlosidad que ya en 1661, en Inglaterra, John Evelyn (2999) publica sus tesis sobre el humo de Londres, Fumifugium, uno de los primeros trabajos conocidos sobre la polucién del aite debido a la actividad industrial, El capitalismo Los clésicos (siglos XVII y XIX) Después de la introduccién del carbén, las acumulaciones de contaminacién, principalmente del aire, esporédicamente afli- gicron a los poblados, pero los centros urbanos atin tenfan bajas Poblaciones, la industria operaba a pequeia escala y las emana- iones de contaminantes industriales no eran la norma. En conse- cuencia, los efectos de los episodios tempranos de contaminacién eran relativamente menores. Pero 2 mediados del siglo XVI comienzan en Inglaterra a abric- se paso la mecanizacién de las industrias textiles y el desarrollo de los procesos del hierro, cuyo culmen se da con la creacién de Ja maquina de vapor, que da inicio a la Primera Revoluci6n Indus- LL bvoind isTORCA DEL RENSANENTO HEONOAMIED ¥ SU VION, 43 trial, favoreciendo enormes incrementos en la capacidad de pro- duccién, aumentando la canticad de productos ¥ disminuyendo el tiempo en el que estos se realizan, dando paso asa la produccién censserie, ya que se simplifican las tareas complejas en varias opera: ciones simples que puede realizar cualquier obrero sin necesidad de que sea mano de obra calificada, De este modo bajan los costos, de produccién y se eleva la cantidad de unidades producidas bajo el mismo costo fij. En este contexto, en 1776, Adam Smith, el “padre de la econo- mfa moderna’, se propone, en Iinea con Arist6teles, estudiar las bases de la produccién y de la distribucién de la riqueza, y edita una obra maestra de la economfa: Investigacion acerca de la na- muraleza y causa de la riqueza de las naciones. Su obta, en resumi- das cuentas, postula dos principio basicos que hacen ala esencia del capitalismo. El primero de ellos se refiere a que cuanto mas se ppersiga el beneficio individual (ucro), aunque parezca paraddjico, ‘mayor serd el beneficio social resultante. Y segundo, cudinto més libre (sin ningtin tipo de trabas o regulaciones) sea el funciona- miento de los mercados, se asegurard la mas correcta y eficiente distribucisn de los recursos y se generaré la mayor riqueza posible. Obviamente que estos dos principios van unidos: el hicto es el mo- tor del sistema que potencia la acumnulacién de la riqueza y es el mercado “transparente” y en “competencia perfecta” el que asigna los recursos de Ia forma mas eficiente. Con Adam Smith surge un cuerpo tedrico que serd Ia conso- lidacién del inicio de la economia como ciencia social, y es en el marco social de la Revolucién Industrial que comienza aacelerarse el deterioro ambiental, sobre todo en los patses del Viejo Mundo. ‘Sin embargo, para ellos no habria mayores preocupaciones por el medio ambiente, ya que creyeron que solo una economia de mer- cado podfa reconciliar los objetivos de que el hombre obtuviera beneficios de su esfuerzo y que el mundo fuera cada vez més rico y con igualdad de oportunidades, con la libertad individual. ‘Adentrdndonos en otra gran obra de Smith, en la Teoria de los Sentimientos Morales trata de explicar el problema de la degrada- cién del medio ambiente, pero no resuelve polémicas acerca de su valor intrinseco sino que aparece como un nuevo enfoque en la ética del medio ambiente, que hace hincapié en qué tipo de per- sona debe ser y qué tipo de actitudes debe tener el hombre hacia lanaturaleza, “4 A. Gna Cassis J. Lozaco - M. Tamencana Un autor que merece tin poco mas de atencién en cuanto a la relacién economfa-naturaleza es Thomas Robert Malthus (1766- 1834), para muchos el clésico més “ecoldgico’. En 1798, publica su Essay on the Principle of Population, en el cual deja entrever su. acercamiento a la fisiocracia, su preocupacién por los valores de uso y la idea de que la renta de la tierra depende de su fertilidad y por tanto es necesario tn uso eficiente. Ademés, se preocupa- ba por la capacidad sustentadora de la poblacién ya que la misma rece més que la produccisn de alimentos, Para David Ricardo (1772-1823), economista inglés, el propési- to fundamental de la economfa no era identificar las fuerzas que determinan las riquezas de las naciones, sino més bien determinar qué leyes regulan los principios distributivos del ingreso entre te- mratenientes, capitalistas y trabajadores. Para este autor, los precios relativos a lo largo del tiempo se ex- plicaban a través del costo del trabajo; desde esta postura argu- ‘mento en contra de la Ley de Granos: segtin el economista, arance- les més altos no provocarian menores precios de los granos. En este marco, y en un pequentsimo libro, David Ricardo con- fecciona lo que se llam6 la tearia de los rendimientos decrecientes, con la que intenté explicar los cambios en las cantidades del pro: ducto total que recibfa el terrateniente y el capitalista alargo plazo. Ricardo afirmaba que las rentas (lo que se le page al terrateniente) existfan por: 1) la escasez de tierra fértil;2) la ley de los rendimien- tos decrecientes. El argumento, en términos extremadamente simplificadores era el siguiente: Si se supone la existencia de dos tipos de tierras y que la canti- dad de trabajo y capital que se aplican a cada una reditda una pro- ucci6n de X toneladas de trigo para la mejor tierra y Z toneladas (con Z

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