Está en la página 1de 35
Cuentos en verso para nifios perversos Roald Dahl lwustaciones de Quentin Blake Cuentos en verso para nifios perversos Roald Dahl lustraciones de Quentin Blake Sieres de los que ya no se toman eri serio. los cuentos de hadas, este libro es para ti. ‘Aqul verds que Ricitos de Oro no es tan tierna, Cenicienta no es tan dulce y el Lobo de Caperucita no es para nada malo. Todo sucede aqui con gran humor negro yal lado de las hilarantes ilustraciones de Quentin Blake. 1 10% de los derechos de autor generados por Ia venta de este libro se dana alas organizacones ‘benéficas de Roald Dati. % [Mss informacion en el inter. “. cue 82-1.-DAH seco i (ain ALE: BIBLIOTECA 000910 ROALD DAHL INFANTIL vrrasezorer sive Las obras de Roalel Dahl no sblo ofrecen historias apasionantes. ‘Us 1096 dees derechos de ator de ete fb desing a finan a bor des orpanizaions bens de Read Da on "La Roald Dahl Foundation cuenta, por todo el Reino Unido, con enfrmets expecnador em peiarfa que atienden a nis ton cplepia,derdenes sangulsos y dao cobra aduirdo, La Fandacdn aida propscionn ayudsccondmic boy venes com prublemas hemalgins, newollgicory de labezacién —cucsones ody elas ceanas 4 Roald Dab fo lgo de su via por medio de dlonacones desinadas hospice © intitaciones benfies dal Reino Unio, cone slor propos nits y usa. Roa Dahl Mica ad Story Centre nes sd 2 (Great Misenden loaded de Backnghanshie ceca a Louies donde Roald Dab esi yescrib ochar de sobs H mus, cua inte cine fom el amor por cura y le estar, albegt el achiro thizo decay manus del aoe Adem de doe ples bigs tue eicen grandes xs e ives, el mae cane on un cent de ‘loos inert done fais, prone luna pueden explana ‘inaonane mundo dee reaver wu raldabloundaion og rutalddabliseamong, Roald Dahl Foundation (RDF) uns organiza bends egtrada [Némero 1004230, Roald Dahl Museum and Story Centre (RDMSC) es una onc benicar, Numero 1085853, Roald Dahl Chavtable Trust, orgaiacn bender redentemente sabia, soya a abr de RDF y KDMSC. ond de ar domo de coins ALFAGUARA INFANTIL, wonwalfaguarainfantilyjuvenileom GUARA swwyalfguarsinganiyjuvenil.com “Titulo orignal: REVOLTING RAYMES {© Del texto: Roald Dhl, 1982 {© De las hstaiones: Quentin Blake, 1982 Primer icin Ingles de Jonathan Cape Lid, Londses 1982 De la taduceidn: Miguel Azaole {© Grupo Santillann de Ediciones, S.A. © Deesinedicion: 2008, Sanillna Ediciones Generals, SL Tomreiaguna, 60, 28043 Maced Teleton 91744 90 60, Ediciones Santillana, S.A.Leandto N, Alem 720 CIOOIAAP~ Ciudad de Buenos Aces. Argentina + Editorial Santillana, S.A. de CV ‘Avi. Universidad, 767, Cal, Del Valle, México DF, CP. 03100, = Distbuidoray Editors Aguilar, Altea, Taurus, Alagus, S.A Calle 80, 1° 10-23, Boots Colombia ISBN; 978-84-204-7319.2 Depbsta legal: M-36.427-2008. Pred in Span impresoen spate por ‘Top Printer Pls, LL, Méstoles (Madi) Primera edicion: enero 2008 Segunda ediion: jlo 2008 Disco de a colecedn: MANUEL ESTRADA Maguetcién: Davo Rico -Eitra: MARIA HLGUERAS (Queda prota salvo excep previa en la ley, cule forma de teproducién, istibucin, ‘omniesein poblicay tansformacidn de eta obva Sin ontar cn In autoiacion dels ulres de a propiedad inlet, La intacein de los derechos mencionados puede ser constitativa de dlito contra a propiedad Intlecual (as. 270 y ses. del Cig Pen Cuentos en verso para nifios perversos Roald Dahl usacenes de Quentin Blake ALFAGUARA Z indice +. Juan y la habichuela magica Blanca Nieves y los siete enanos. Rizos de Oro y los tres osos Caperucita Roja y el Lobo... 257 Los tres cerditos La Cenicienta - oo, | Si ya nos lo sabemos de memorial», diréis. Y, sin embargo, de esta historia tenéis una versién falsificada, rosada, tonta, cursi, azucarada, que alguien con la mollera un poco rancia consideré mejor para ta infanci 2 EL Ifo se organiza en el momento en que las Hermanastras de este cuento se marchan a Palacio y la pequefia se queda en la bodega a partir lela. Alli, entre los ratones Hora y grita, golpea la pared, se desgaitita: «(Quiero salir de aqui! {Malditas brujas! ji0s arranearé el mofio por granujas!!>. Y asf hasta que por fin asoma el Hada por el encierto en el que esté su ahijada, {Qué puedo hacer por ti, Ceny querida? (Por qué gritas asf? {Tan mala vida te dan estas lechuzas?>, «/Frita estoy Porque ellas van al baile y yo no voy!». La chica patalea furibunda: «jPues yo tam n iré a esa fiesta inmunda! iQuiero un traje de noche, un paje, un coche, zapatos de charol, sortija, broche, pendientes de coral, pantys de seda y aromas de Parfs para que pueda enamorar al Principe en seguida con mi belleza fina y distinguidal». Y dicho y hecho, al punto Cenicienta, B en menos tiempo del que aqui se cuenta, se personé en Palacio, en plena disc dejando a su rivales hechas cisco. Con Ceny bailé el Principe rocks miles tomindola en sus brazos varoniles y ella se le abraz6 con tal vigor que allf perdié su Alteza su valor, y mientras la mir6 no fue posible gue le dijera cosa inteligible. ‘Al dar las doce Ceny pens6: «Nena, ‘como no corras la hemos hecho buena», y el Principe grit6: «jNo me abandones!», mientras se le agarraba a los rifiones, y ella tirando y él hecho un pelmazo hasta que el traje se hizo mil pedazos. La pobre se escapé medio en camisa, pero perdié un zapato con la pri “4 BI Principe, embobado, lo tomé y ante la Corte entera declarsé: , bram6 su Alteza Real con muy mal gesto y, echando mano de su real espada, 16 la descocoroté de una estocada; cay6 la cabezota en la moqueta dio un par de botes y se qued6 quieta... sae ” En la cocina Cenicienta estaba quitdndoles las vainas a unas habas cuando escuché los botes —pam, pam, pam— del coco de su hermana en el zaguén, asf que se asomé desde la puerta y pregunt6: «jTan pronto y ya despierta>. EI Principe dio un salto: «Otro mel6n!», ya Ceny le dio un vuelco el corazén, «jCaray!>, pens6. «jQué barbara es su alteza! Con ése yo me juego la cabeza... jPero si est completamente loco!» Y cuando grité el Principe: «Ese coco! {Cortédselo ahora mismo!>, en la cocina brill6 la vara del Hada Madrina, «jPideme lo que quieras, Cenicienta, que tus deseos corren de mi cuental», «(Hada Madrina», suplicé la ahijada, «no quiero ya ni principes ni nada que pueda parecérseles! Ya he sido Princesa por un dfa, Ahora te pido quizé algo més dificil e infrecuente: un compafiero honrado y buena gente. 18 Juan Podrés encontrar uno para mi, : ae IMadlina droada? Yo lo quiero asf...» y la habichuela magica Y en menos tiempo del que aqué se cuenta se descubrié de pronto Cenicienta a salvo de su Principe y casada con un sefior que hacfa mermelada, ‘Y, como fueron ambos muy felices, nos dieron con el tarro en las narices. Lia madre de suan dijo: «Se acabé, No queda un chavo en casa... Y digo yo que ofrezcas a la vaca en el mercado, a ver si la compra algtin tipo despistado. Limitate a decir lo sana que es la Juana, aunque tt y yo sepamos que es anciana». wee Se fue Juan con la vaca y volvié luego diciendo: «/Madre, cémo les di el pego! Jamés habré un negocio tan redondo como el que hizo tu Juan». «jMira el sabihondo! Seguro que tu trato es un desastre y que te ha dado el timo algiin pillastre. Mas cuando Juan, con gesto artero y pillo, 2 2 extrajo una habichuela del bolsillo su madre salt6 un cugdruple mortal, No ves que es de oro? {Mira e6mo brillal». jCudnta raz6n tenfa el rapazuelo! All afuera, estirandose hasta el cielo, brillaba una alta torre de hojas de oro mis imponente que el mayor tesoro. La madre de Juanito, espeluznada, peg6 otro brinco y dijo: «jQué burrada! Hoy mismo compro un Rolls, me voy a Ibiza zurréndole lo menos media hora. y abro una cuenta en una banca suiza. se puso azul y le grit6: «Animal! {Te has vuelto loco? Dime, tarambana, 4te han dado una habichuela por la Juana? iTe mato!» y tind al huerto Ia habichuela, agarré a Juan y le atiz6 candela con la mangueta de la aspiradora iVamos, granuja, tréeme las que puedas ane y las que no sean de oro te las quedas!>. Y Juan, sin atreverse a vacilar, A las diez de la noche, sin embargo, trep6 por la habichuela sin tardar, Ja alubia empez6 a echar un tallo largo, ganando altura —no preguntéis cudnta— tan largo que la punta se perdfa hasta aleanzar la punta de la planta, entre las nubes cuando llegé el dia, Mas una vez allf ocurrié una cosa Juanito grité: «|Madre, echa un vistazo de lo més espantable y horrorosa: y dime si no hice ayer un negociazo!». se levant6 un estruendo tremebundo La madre dijo: «jCalla, pasmarote! como si se acercara el fin del mundo , grufifa sordamente, Varias horas esperé Juan, Por fin cayé dormido el monstruo, y el muchacho, sin un ruido, hizo cosecha de oro a troche y moche y durmié billonario aquella noche. «Bafiarse>, dijo, «es algo muy seguro. Me daré un bafio al mes en el futuro». FD _ Blanca Nieves y los siete enanos Cuando murié 1a madre de Blanquita dijo su padre, el Rey: «Esto me irrita, i Qué cosa tan pesada y tan latosal Ahora tendré que dar con otra esposa...>. Es, por Io visto, un lio del demonio para un Rey componer un matrimonio. Mand6 anunciar en todos los periédicos: «Se necesita Reina» y, muy metédico, recorté las respuestas que en seguida egaron a millones... «La elegida ha de mostrar con pruebas convincentes que eclipsa a cualquier otra pretendiente» 2 Por fin fue preferida a las demas la sefiorita Obdulia Carrasclas, que trajo un artefacto extraordinario comprado a algtin exético anticuario: era UN ESPEJO MAGICO PARLANTE con marco de latén, limpio y brillante, que contestaba a quien le planteara cualquier cuestién con la verdad més clara Ast, si, por ejemplo, alguien queria saber qué iba a cenar en ese dia, el chisme le decfa sin tardar: «Lentejas 0 te quedas sin cenar», El caso es que la Reina, que Dios guarde, Je preguntaba al trasto cada tarde: «Dime Espejito, cugntame una cosa: de todas, no soy yo la mas hermosa», Y el cachivache, siempre: «Mi Sefiora, Vos sois la més hermosa, encantadora y bella de este reino. No hay rival @ quien no haydis comido la moral», see eee | 3 La Reina repitié diez. largos aftos la estipida pregunta y sin engaiios le contesté el Espejo, hasta que un dia Obdulia oy6 al cacharro que decfa: «Segunda sois, Sefiora. Desde el jueves es mucho més hermosa Blanca Nieves». Su majestad se puso furibunda, armé una impresionante barahtinda «(Yo me cargo a esa muchacha! y dijo: jLa aplastaré como a una cucaracha! iLa despellejaré, la haré guisar y me la comeré para almorzar!». Llamé a su Cazador al aposento y le grit6: «jCretino, escucha atento! Vas a Hlevarte al monte a la Princesa diciéndole que vais a buscar fresas y, cuando estéis allf, vas a matarla, desollarla muy bien, descuartizarla y, para terminar, traerme al instante su corazén caliente y palpitante». 4 BI Cazador Hev6 a la criatura, intigndole vilmente, a la espesura del Bosque. La Princesa, que se oli6 la torta, dijo: «jEspere! ;Qué he hecho yo para que usted me mate, sefior mfo?>, el brazo y el cuchillo de aquel tio erizaban el pelo al mas pintado, «jDéjeme, por favor, no sea pesado!», El Cazador, que no era mala gente, se derritié al mirar a la inocente. ‘«jAlgjate cortiendo de mi vista, porque, si me lo pienso més, vas lista, La chica ya no estaba —jqueé iba a estar!— cuando el verdugo terminé de hablar. Después fue el hombre a ver al carnicero, pidié que le sacara un buen cordero, compré media docena de costill: amén del coraz6n y, a pies juntillas, _ > Obdulia tomé aquella casqueria f 6 \ por came de Princesa, «jQue mi tfa se muera si he faltado a vuestro encargo, Sefiora...! Se hace tarde... Yo me largo...» ak) 36 «Os creo, Cazador, Marchad tranquilo», dijo la Reina. «j¥ ese medio kilo de chuletillas y ese corazén los quiero bien tostados al carbén!: y se los engull6, la muy salvaje, con un par de vasitos de brebaje. eee {Qué hacfa la Princesa, mientras tanto? Pues autoestop para curar su espanto. Volvié a la capital en un voleo y consiguié muy pronto un buen empleo de ama de llaves en el domicilio de siete divertidos hombrecillos. Habjan sido jockeys de carreras y eran muy majos todos, si no fuera por un vicio que en sabados y fiestas les devoraba el coco: jlas apuest: Asi, si en los caballos no atinaban un dia, aquella noche no cenaban, Hasta que una mafiana dijo Blanca: «Tengo una idea, chicos, que no es manca. Dejad todo el asunto de mi cuenta, que voy a resolveros vuestra renta, pero hasta que yo vuelva de un paseo no quiero que juguéis ni al veo-veo». Se fue Blanquita aquella misma noche de nuevo en autoestop, y en un buen coche, hasta Palacio y, siendo chica lista, cruz6 los aposentos sin ser vist el Rey estaba absorto haciendo cuentas nta en el Despacho Real y la sangri Obdulia se encontraba en la cocina comiendo pan con miel y margatina. 38 La joven pudo, pues, legar al fin hasta el dichoso Espejo Parlanchin, echarselo en un saco y, de puntillas, yolver sobre sus pasos dos mil millas, que eso le parecieron, pobrecita, «jMuchachos, aqut traigo una cosita que todo lo adivina sin error! {Queréis probar?». «(Si, sil», dijo el mayor: «Mira, Espejito, no nos queda un chavo, asf que has de acertar en todo el clavo: {quién ganard mafiana la tercera?». «La yegua Rififf sera primera», le contesté el Espejo roncamente... jImaginad la euforia consiguiente! Blanquita fue aclamada, agasajada, despachurrada a besos y estrujada. Luego corrieron todos los Bnanos hasta el local de apuestas més cercano y no les quedé un mal maravedt que no fuera a parar a Rififi vendieron el Volkswagen, empefiaron relojes y colchones, se entramparon con una sucursal de la Gran Banca t » para apostarlo todo a su potranca, Después, en el hipédromo, se vio que el Espejito no se equivocs, y ya siempre los sdbados y fiestas ganaron los muchachos sus apuestas. Blanquita tuvo parte en beneficios por ser la emperatriz. del artificio, y, en cuanto corrié un poco el calendario, se hicieron todos superbillonarios, de donde se deduce que jugar no es mala cosa... si se va a ganar. | | Rizos de Oro | y los tres osos i Jamis aevis ponerse en un estante una bellaquerfa semejante! {Cémo una madre amante y responsable puede dejar la historia detestable de esta malvada nifia entre las manos de unos retofios candidos y sanos? Si de mf dependiera, Rizos de Oro estaria entre rejas como un loro... wv) Imaginense ustedes qué gracioso resulta hacer potaje para oso, café y bollitos con su mermelada y, con la mesa puesta y preparada, que diga Papa Oso: «|Mil comejas! jLa sopa esté que quema las orejas ‘Vamos a daros un paseo juntos hasta que este potaje esté en su punto, “4 Ademés, caminar un buen ratito nos abriré el apetito». Ninguna ama de casa se opondria a propuesta de tal sabiduria y menos con el genio singular de un oso cuando es hora de almorzar. Pues bien, en cuanto dejan la mansin se cuela Rizos de Oro en el salén y, cual reptil sinuoso y repelente, lo curiosea todo soezmente, Al punto ve el potaje apetitoso que puso en los tres platos Mami Oso y, en menos tiempo del que aqui se cuenta, sobre ellos se abalanza violenta, Imaginense, insisto, qué faena, después de preparar cosa tan buena, que acabe en el estémago ineivil de alguna delincuente juvenil, iY no acaba abé la cosa!, lo mejor viene a continuacién de lo anterior: 4s Como mujer de hogar que usted se siente, ha ido con todo amor, pacientemente, coleccionando muchos trastos viejos: un angelote manco, dos espejos, tres sillas y un armario estilo imperio comprados en subasta y, lo mas seri una silla de niifo isabelina que un dfa heredé usted de su madrina. Es esa silla orgullo, prez y gloria de su querida casa y no hay historia que usted no cuente de ella y se der cuando la ensefia ufana a las visita Pu ciendo, Rizos de Oro, sin el menor recato ni decoro s, como iba di coloca su trasero gordinflén sobre la y, como no le importa tres pepinos el mobiliario estilo isabelino, se carga en un segundo malhadado de su salén el mueble més preciado, a hist6rica en cuestién Cualquier nifia dirfa: «| Qué desgracia! jMerezco un buen castigo por mi aud: 46 Pero no Rizos de oro que, al contrario, exhibe su peor yocabulario: «{Maldito cachivache!» y otras cosas que, de tan malsonantes y espantos: no puedo ni me atrevo a transeribir ni creo que se deban imprimir, oe Ustedes pensarén que aqui termina n fatal nuestra heroina, su expedicis Pues yo lo siento mucho, amigos mios, pero no acaba aqui todo este lio, La miserable quiere echar la siesta, asf que va a mirar dénde se acuesta, Sube a los dormitorios de los osos, compara qué edredén es mas lanoso, los prueba del derecho y del revés, y se echa en el mas blando de los tres. Como sabéis, la gente de provecho se suele descalzar cuando va al lecho, pero con Rizos de Oro no hay enmienda ni se le ocurre cosa que no ofenda, a1 Podéis imaginaros los muy guarros que estaban sus zapatos, cudnto barro pestifero Hevaban en las suelas. Hasta algo que hizo un perro y, por que huela tan solo a tinta el libro, uno se calla... Y, digo una vez mas: {Es que no estalla cualquiera a quien un monstruo dormilén e ponga hecho una cuadra su edredén? 8 {Os dais cuenta cabal de la cadena de crimenes tramados por la nena? Crimen mimero uno: la. acusada comete allanamiento de morada, Crimen mimero dos: el personaje se queda con tres platos de potaje. Crimen mimero tres: la muy cochina destroza una sillita isabelina. Crimen nimero cuatro: va la dama y se limpia los zapatos en la cama. Un juez no dudaria ni un instante: «Diez. afios de presidio a esa tunante!>. 48 Pero en Ia historia, tal como se cuenta, Ia miserable escapa tan contenta mientras los nifios gritan, encantados: «(Qué bien; Ricitos de oro se ha salvado!>. Aes ve a Yo, en cambio, le darfa otro final aun cuento tan infame y criminal: «jPapal», grita el Osito, «estoy furioso, No tengo sopa>. «jVayal», dice el Oso. «Pues sube al dormitorio: esté en la cama, metida en la barriga de una dama, asf que no tendrés més soluci6n que dar cuenta del caldo y del taz6n», Caperucita Roja y el Lobo Estando una mafana haciendo el bobo Je entré un hambre espantosa al Seftor Lobo, asf que, para echarse algo a la muela, se fue corriendo a casa de la Abuela. «{Puedo pasar, Sefiora», pregunt6. La pobre anciana, al verlo, se asusté pensando: «jEste me come de un bocado!». Y, claro, no se habfa equivocado: se convirtié la Abuela en alimento en menos tiempo del que aquf te cuento. st Lo malo es que era flaca y tan huesuda que al Lobo no le fue de gran ayudi «Sigo teniendo un hambre aterradora. i‘Tendré que merendarme otra sefioral», Y, al no encontrar ninguna en la nevera, grufié con impaciencia aquella fiera: ‘«jEsperaré sentado hasta que vuelva Caperucita Roja de la Selval», que asf lamaba al Bosque la alimafia, creyéndose en Brasil y no en Espafia, Y porque no se viera su fiereza, se disfraz6 de abuela con presteza, se dio laca en las ufias y en el pelo, se puso la gran falda gris de vuelo, zapatos, sombrerito, una chaqueta y se senté en espera de la nieta, Llegé por fin Caperu a mediodta , abuela mia? y dijo: «Como e Por cierto, jme impresionan tus orejas!». «Para mejor ofrte, que las viejas somos un poco sordas», «jAbuelita, qué ojos tan grandes tienes!». «Claro, hijita, son las lentillas nuevas que me ha puesto 55 para que pueda verte Don Ernesto el oculista», dijo el animal mirindola con gesto angelical mientras se le ocurria que la chica iba a saberle mil veces més rica que el rancho precedente, De repente, Caperucita dijo: «jQué imponente abrigo de piel Hevas este invierno!». El Lobo, estupefacto, dijo; «Un cuerno! O no sabes el cuento o tii me mientes jAhora te toca hablarme de mis dientes! {Me estis tomando el pelo...? Oye, mocosa, te comeré ahora mismo y a otra cosa». Pero ella se senté en un canapé y se sacé un revolver del corsé, con calma apunté bien a la cabeza y —ipam!— alli cayé la buena pieza, — CS ae Los tres cerditos ‘Al poco tiempo vi a Caperucita cruzando por el Bosque... ;Pobrecita! {Sabéis lo que llevaba la infeliz? Pues nada menos que un sobrepelliz. que a mi me parecié de piel de un lobo que estuvo una mafiana haciendo el bobo. Eoaninat mejor que yo recuerdo es, con mucho y sin duda alguna, el cerdo, El cerdo es bestia lista, es bestia amable, es bestia noble, hermosa y agradable, Mas, como en toda regla hay excepcién, también hay algiin cerdo tontorr6n. Digame usted si 10: {qué pensaria si, paseando por el Bosque un dia, topara con un cerdo que trabaja haciéndose una gran casa... de PAI? 2 61 El Lobo, que esto vio, pens6: «Ese idiota oc eee debe de estar fatal de la pelota «Ay no, que eres el Lobo, eso ni hablar!» ;Cerdito, por favor, déjame entrar». «qAy no, que etes el Lobo, eso ni hablar!» <«jPues soplaré con més fuerza que el viento y aplastaré tu casa en un momento!» ««jPues soplaré con més fuerza que el viento Farfullé el Lobo: «ja verds, lechdn'>, y aplastaré fu casa en un momento!» Sa ue Y por mas que rez6 la criatura el Lobo destruyé su arquitectura. «(Qué afortunado soy!», pensé el bribén. «;Veo Ia vida de color jamén!». Porque de aquel cerdito, al fin y al cabo, Bl cerdo grit6: «jNo hace tanto rato | que ya has desayunado! Hagamos un trato...» El Lobo dijo: «|Hards lo que yo diga!», Y pronto estuvo el cerdo en su barriga «No ha sido mal almuerzo el que hemos hecho, ni se salv6 el hogar ni qued6 el rabo. pero ain no estoy del todo satisfecho», se dijo el Lobo, «No me importaria se : comerme otro cochino a mediodia». El Lobo siguié dando su paseo, pero un rato después grité: «{Qué veo? jOtro lechén adicto al bricolaje haciéndose una casa... de RAMAIE! en cuyo comedor otro marrano trataba de ocultarse del villano. 7 La diferencia estaba en que el tercero, de los tres era el menos majadero y que, por si las moscas, el muy pillo se habja hecho Ia c: ide LADRILLO! 62 8 «(Conmigo no podrés!», exclamé el cerdo. Estaba proyectando irme de trapos, «qT debes de pensar que yo soy lerdo!», asf que, aunque me da cierta pereza, Ie dijo el Lobo. «jNo habré quien impida iré en cuanto me seque la cabeza». que tumbe de un soplido tu guarida!». «Nunca podras soplar lo suficiente wee para arruinar mansi6n tan resistente», le contesté el cochino con razén, pues resistié la casa el ventarrén. «Si no la puedo hacer volar soplando, a volaré con pélvora... y andando», dijo la bestia, y el lechén sagaz que aquello oy6, chillé: «jSeras capaz!» y, llené de zozobra y de congoja, ‘un nimero mareé: «;Familia Roja. 4jAl6! ,Quién Hama?», le contest6 ella. | «

También podría gustarte