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ae Carlos Garcia Gual Historia, novela i i PARC TE 7 Carlos Garcia Gual Histor El libro de bolsillo Literatura Carlos Garcfa Gual Historia, novela y tragedia El libro de bolsillo Ensayo Alianza Editorial Diseno de cubierta: Alianza Editorial ustracién: Peliesatica de figuras rojes. ru lirlin, Antkenmuscun © CarlosGarcia Gu, 2006 (© Alianza Helios S.A, Modeid, 2006 Juan fgnacto Luca de'Tena, 1528027 Madrid Telaforio91 393 88 88 vwwalianzaeditoriales ISBN:84-200 6008-6 Dopositologak M. 49.779-2005 otocomposicisn e impresion: Fernanclez Ciudad, Cote de Donana 0.28320 Pinto (Madrid) Printedin Spain Prélogo Losantiguos griegos no sélo inventaron todos los géneros de nuestra tradicién literaria, sino que al crear sus prime: tos modelos orientaron de manera decisiva el curso de esa tradici6n. Fsta muy claro que la produccidn de esas obras pioneras situadas en los albores dela literatura porsu cro- nologfa y también por su propia calidad narrativa, com- puestas unas en verso y otras en prosa, precedis a todas las, preceptivas literarias, Cuando, unos siglos mis tarde, Aristoteles en su Podtica analité los géneros mas clasicos de esa tradicién (es decir, fundamentalmente la épica ar- caica y la tragedia clfsica),lo hizo analizando los textos ya paradigméticos, como eran los poemas homéricos y las, tragedias de Sofocles. A partir de los textos ejemplares ya existentes se forjo la teoria. En cambio, el Estagirita se ocu: pé poco (por lo que sabemos por sus obras conservadas) de ottos géneros escritos en prose, como las obras filos6fi- casy las histéricas, y tampoco pudo tratar, claro esta, de un género que tardarfa en aparecer cerca de tres siglos des- pués de su muerte: a novela, ese relato largo de ficcien sin mites cuyo tema era el amor y las aventuras de los jovenes amantes, 4 Canuovoaectnaun. También aqui nuestra tradicién literaria encuentra sus origenes y paradigmas en admirables textos griegos, que,en ciertos campos, como es el caso de ki Filosofia yla Historio- gratia, suministraron los ejemplos cestinados a convertirse en textos candnicos para una larga posteridad. Y, desde lue- 0, no sélo en la tradicidn griega, sino a continnacién en Ia romana, y luego en la europea desde el Renacimiento, De otto modo sucedi6 con fa novela, el ditimo género inventa- do por los griegos, ya en una época tardfa, casi en el ere- puisculo de su cultura, muy avanzado el period helenistico. Ni siquiera dicron nombre al género, Y, aunque la novela ‘griega fuera un género de produccién prolifica y popular, quedé al margen del canon ce los grandes modelos clisicos Dehecho, solo tenemos cinco novelas conservadas por ente- 16, pero sabemos, por algunos fragmentos papirdiccos y por algunas citas y resiimenes, que huubo muchisimas novelas, y probablemente mucho niis variadas de lo que sugiere esa breveseleceién, En todo caso, tanto el relato histérico como el novelesco estan escritos en prosa, y no tienen un trasfondo mitico, como lo tuvieron los géneros mas elisicos (Ia epopeya, la trogedia y, en buenia medida, alirica arcaica), Historiografia novela se refieren a un mundo sin mitos y sin musas, pues, tanto el historiador coma el novelista construyen sus relatos ‘partir le sus experiencias 0 sus propias imaginaciones. ‘Tienen una nueva libertad, condicionada en el caso del toriador por su anhelo de atenerse a la verdad bien investi- ¢gada, y en el del novelista por mantener una ficcién verosi- mil. (Cierto es que el criterio deo verosimil no parece sere mismo que tenemos nosotros y que en algunas novelas grie- gas atin aparecen en el trastondo los dioses, pero unos dio- sesms bien distantes y de perfil distinto alos dela épieay la tragedlia.) En uno y otro caso, sin que hubiera una precepti- va previa con unas claras normas, esos primeros textos sir- vieron de modelos y pautas @ los siguientes, pero siempre moto 9 con un gran margen para las variaciones tanto de enfoque como de estilo (como puede verse en el contraste entre He- rédoto y Tucidides, y entre Caritén y Longo y Heliodoro, por ejemplo). En losensayos recogidos en este libro he tratado de anali- zary comentar cémo fueron desarrollindose esos géneros que avanzaron en su trayectoria sin un esquema programé- tico previo, pero lo hicieron contando desde muy pronto conuna tradicién yjugando con ella (ya sea historiogratica © novelistica), is muy interesante observar emo los histo- riadores griegos quisieron dar la imagen de una historia, continuada, en linea unos tras otros, aunque fuera can esti- los yenfoques divergentes. Por otra parte, los novelistas ma niejaban toda una serie de t6picos que demuestran que ya hhabfan leido otras novelas al construir su nueva fiecién de amor yaventuras. Es decir, siemprese compone teniendo en ‘cuenta relatos precedentes, Esto es lo normal en cualquier tradicién literaria, pues siempre se escribe a partir delo ya escrito antes por ottos. Pero el interés de los ejemplos griv- gos esiriba en gran medida en que esos textos inauguran tuna larga tradicién, y los griegos fueron los pioneros en la, transmisién de la literatura occidental He quetido también destacar como se define, frente a e505 esquemas, alguin subgénero narrativo, como es la bio- graffa en el terreno de la historiografia, 0 c6mo conviene distinguir entre tipos de ficcidn de diverso origen y compo- sicidn divergente, como es el caso, en general y desde hiego en.el Ambito griego, dela novela breve frente aia larga, dein- a sentimental, que quizés podrfamos llamar prerro- ‘mantica, con su entramado un tanto tépico de escenas de amor y aventura, En fin, estas paginas son apuntes para in- vitaralJector a la reflexidn y la relectura de textos elésicos 0 textos que, como esas antiguas novelas, merecerfan mayor atencién por sus ecos en la literatura posterior (ya en la bizantina yen la novela barroca), No son ensayos de corte wo ‘caRLeNOARCIAOUNE formalista, sino que siempre sittian los relatos en precisos contextos. E insisten en laimportancia que a menudo tienen elcontexto histérico y el entorno cultural en la evolucién del .género, Por ejemplo en cémo, en el caso de la figura de Ale~ jandro Magno, el aura mitica del personaje produjo la des- vViacién desu Vide hacia una fantistica y fabulosa ficcidn de singulares ecos en Ia literatura novelesca medieval Alfinal, como un punto de contraste con las reflexiones anteriores sobre los comienzos y camino de la historiogra= fia, la biogratia y la novela, he querido recoger unas paginas acerca del teatro de Euripides y sus diltimas tragedias (que son, en definitiva, el final dela tragedia chisica). También en €508 finales del tratamiento dranratico del mito, yan el cre- piisculo del teatro atico, pocemos subrayar como la tradi- cid se gasta y se recompone y renueva deslizindose hacia formas literarias més modernas y merios clésicas (mas ceca lentes, segsin Nietzsche), como el melodrama ola comedtia con tintes novelescos. He reunido este grupo de ensayos, redactados en ocasio- nes diversas, algunos publicactos en libros ya agotado revistas de hace algunos afios, con la idea de que qi ‘gan conservando su atractivo para los lectores interesados ‘enel mundo antiguo y la gran tradici6n della literatura eu- ropea que comienza én Grecia. No pretenden ser lecciones ‘académicas, sino s6lo unas cuantas suigerencias y perspecti: ‘vas, surgidas de una lectura atenta delos expléndidos textos griegos. C.G.G, Madrid, octubre, 2005 Lanarrativa hist6rica griega Fatas breves paginas quieren s6lo invitar a reflexionar s0- bre el cardcter determinante que tuvo el enfoque de los dos primeros historiadores grieyos en lx constitucién de lahistoria occidental como un género literario especifico, ajustado a un relato polémico y politico. La narracion historiogrética fue un invento griego, condicionado por su propio contexto hist6rico (la ilustracién ateniense, la imparcialidad del viajero exiliado, la 6ptica democratica, etcétera) y cultural (la distancia frente ala épica, la forma abierta en prosa, la sofistica, ete), pero por encima de es- tos condicionantes la diversa personalidad de Herddotoy de Tucidides orienté sus investigaciones sobre los hechos historiables en dos sentidos un tanto opuestos, Por lo me- nos, en cuanto a la perspectiva fundamental, Tucidides quiso corregir la éptiea y el programa de su precursor. De todos modos, estos apuntes son s6lo unos cuantos comentarios abiertos e inconclusos, y, por otro lado, no demasiado originales. Podrfan verse como un sencillo 1" BD ‘cantovcancia aun. comentario a unas paginas de A. Momigliano, o a unos pocos parrafos, como estos que citaré a continuacion,, procedentes de la seleccidn recogida en A. Momigliano, Lahistoriografia griega (trad. esp." J. Martinez. Gazquez, Barcelona, Ed. Critica, 1984), ‘Tenemos ahora en castellano algunas nuevas traduc- ciones de Tucfdides, nada menos que cuatro, y tres de Herddoto, ademas de la admirable versién anotada de C. Schrader (en «Biblioteca Clisica Gredos», en cinco 'sta§ notas son sugerencias para su lectura. Senala, pues, A. Momigliano: Entre Herécloto y las crénicas orientales se Levantan tres dife- rencias 1. Las crénicas orientales son mas bien mondtonas en los, motivos delas guertas, Este o aquel pueblo han cometido al- tin delito tipico -traicién, conspiracién, rechazo del pago de algiintributo~ yhan sido castigados. 2. La guerra es valorada casi exclusivamente desde el punto de visia del vencedor. Las derrotas se disimulan. No conozeo historia andloga ala delos espartanosenlas Termopilas. 3. Eley vencedor identifica autométicamente la causa pro- piiacon la causa de susdioses y presenta la victoria como un jul Cio divino asu favor. Podemos decir con certeza al menos que, porlo gue sabemos, Herddloto fue el primero que organiz6 una vasta investigacion sobre wna guerra y sus causas. Esta esde hecholaherencia deja- dapor Herédoto ala historiografia europea, una hereneinenvie ie (0.6, pig. Es hasta demasiado obvio que Tucfdides determiné en definiti. va cl veredicto dela Antigiedad sobre su predecesor. Leys (0 escuch) atentamente su Herédoto y decidié quela forma hero= dotea de afrontarla historia era peligrosa. Para escribir historia en serio era necesario ser contemporaneo de los hechos en dis- cusion y conseguir comprender lo que decia la gente. La histo- Laxanmaciva asTORICA CREA 2B ria seria, segin Tuc{dides, no se ocupaba del pasado, sino silo del presente; no podia ocuparse de paises Iejanos, sino sdlo de Jugares en los que vivia el historiador y de personas cuyos pen- samientos podia exponer sin dificultad con palabras propias. ‘Tuctdides no crefa que e) intento herodoteo de eseribir hechos que el autor no habia vivico y de nacrar la historia de hombres de los que no entendia la lengua pudiese tener futuro (0.¢. pig 137). En algunos bustos antiguos, bifrontes como el dios Jano, aparecen los rostros de Herddoto y Tucidides en la misma cabeza, mirando cada uno en sentido opuesto. De un lado, ese apareamiento indica una continuidad; del otro, una divergencia. Tucidides contimia a Herddoto, sin decirlo expresamente, pero dindoloaentender cuan- do relata esquemsticamente la Pentecontecia como un «espacio abandonado» (1, 97), es decir los cincuenta anos que van desde el final de las Guerras Médicas al co- mienzo de la Guerra del Peloponeso, tema de su gran re- lato, Herédoto, «padre de la historia», inicia una narra- cién que encuentra su continuacién en Ja obra de ‘Tucidides. Jenofonte en sus Helénicas y Teopompo (en sus Helénicas y luego en sus Filfpicas) comienzan su rela- to declaradamente wdonde se interrumpe Tucidides», Se forma as{ una historia perpetua en la que el historiador parte del lugar en que acaba la narracién de su predece- sot, Polibio afirma que contintia la narracidn de Timeo y de Arato; y en Posidonio yen Estrabén encontramos la misma idea: proseguir la historia ya comenzada, avanzar el relato recogiendo la antorcha, como el corredor de la ‘carrera de relevos, Notemos que, al aceptaresa continua- cién, estos historiadores aceptan también la éptica desu predecesor, es decir, fundamentalmente, la de Tuctdides, mientras que entre éste el fundador dela serie, Herédo- a canioscaneta cin to, as divergencias son mucho més notables en cuanto al enfoque ya la técnica narrativa. (Cf. L. Canfora, Letture critiche, Milan, 1975.) Dos rasgos para subrayar: Herddoto inaugura ese gé- nero narrativo, pero Tucidicles reajusta el objetivo dejan- do una impronta imborrable en la tradicidn historiogré- fica posterior, mésadictaa él queasu predecesor, (Frente alcicloépico surge la cadena historiogratica.) En esa historia continuada prevalece -con la excepcién tal-vez de la obra de Posidonio, que conocemos mal~ la, orientacién tucididea de la historia politica y pragmética, descartando la panorémica més amplia, cultural, antro~ poldgica, que ofrecia la obra de Herédoto,en su enfoqu inicial, Los sucesivos historiadores griegos, que comien- zan por darnos su nombreyyel de su ciudad, actiian como, testigos y relatores criticos de un tiempo proximo, aten- tos alos sucesos de relevancia bélica y politica, expresan- do en suescueta prosa la leccién de los acontecimientos, que consideran titil para un juicio sobrelaépocay de una perenne validez.en susignificacién moral. Para la construccién cle sus relatos los historiadores ‘griegos se fundan primordialmente en la propia observa- cién de los hechos, Lo mejor es la propia experiencia di- recta, lavisién inmediata de las batallas y delas actuacio~ nes politicas, pero a falta de ella la referencia a testigos, inmediatos, Solo secundariamente a documentos y ain- formaciones de tercera mano, Lo fundamental es la au- topsta, la vision propia, y luego el anélisis de esa autops delosdatos en frio, Antes de Herédoto estén las narraciones de! epos y las periegesis y periplos, de caracter local, monografico, y las historias locales basadas en tradiciones menores, @ menudo ligadas a mitos. Frente a ello ~con algunos pre- LAKARRATIAISTORTCAG REA 15 cedentes como Hecateo, por ejemplo~ la obra de Heré- doto supone un enorme avance, Puede ser considerado el «ereador de la Historian como Esquilo lo es de la Trage~ dia, no porque no tuviera predecesores, sino porque st obra supone el logro definitivo en la consolidacidn de un género literario y un hito clisico, de un vigor ejemplar e insuperable. Es también Herddoto quien introducela palabra histo- rie para designar ese género en prosa, Una palabra queen griego tiene el sentido de «investigacion, vencuesta», muy proximo al actual de wreportajen. (Todavfa Aristote- les escribe una historia delos animales y Teofrasto una, historia de las plantas, con ese mismo sentido de «inves- tigacién» personal, en unos campos en quela historia en elsentido posteriorapenas existe.) La historia se opone al mythos en cuanto supone una experiencia personal, una constatacién de hechoss un testimonio directo, delo real y verdadero, frente a lo na- rrado por otros y referido a tiempos lejanos, sucesos fa~ bulosos que nadie ha visto. Como el mito, la historia es ‘una narracién, pero su forma es significativamente la prosa, frente al artilugio de la forma poética, del verso so: lemne y tradicional, ligado al mundo della oralidad. ‘oposicién entre historte y mythos es ain mis radical que lade mythos y ldgos, yaen Herddoto y sobre todoa partir de'lucidides, Mientras que el mito esta ligado siempre a una tradicién inmemorial, la historia surge con la escri {ura es testimonio escrito, reconstruecidn literaria (en el mejor sentido del término, queno incluye a subjetividad ylaretorica, que también se introducen en el relato histo~ rico, a pesar de la intencién de objetividad del historia dor). (Cf. Lozano, El diseurso histérico, Madrid, 1987, pags, 113 ysigs,, cap, Ul: «La Historia como narracién».) Es muy interesante subrayar que Tucfdides no emplea el término de historia, sino que para referirse a su obra utiliza el de sygeraphé. Syyerapheus es el escriba queda fe de un determinado acto, sea juridico 0 histérico. Pero junto alhecho de escribir, grpho, esta tambien el de se- leceionary juntar determinados hechosen una composi- cién cuyo sentido depende de esa misma estructura de composicidn y seleccién previa, El prefijo griego synalu- dea esa trabaz6n de lo histérico, que no esté tanto en la realidad como en la misma concepcién critica y en la vi- sidn personal del autor del relato histérico, El hecho de que Tucidides se presente como el que sy inégrapse tin pélemon de los peloponesios y tos atenien- sess muy revelador. Resulta un poco forzado el hacer de Ja guerra el complemento directo de ese verbo que seguin L, Edmunds tendria un significado de «atestiguar». Syn- _grapho es componer un testimonio escrito de, acentuando el componer junto al mero testimoniar. También de la obra histérica de su contempordneo Helanico de Mitile- ne habla Tucidides como syggraph¢ (1.97). 2 Que tanto uno como otro término, historie y syeeraphé, se.utilizaban sin un sentido téenico podemos verla clara~ menteen un curioso fragmento de Herdclito (129 DK): «Pythagores Mnesdrchou historien eskesen anthrépén maélista parton, Kat eklexiimenos taritas tas syggraphis epoiésato hedutou: sophten, polymathéen, kakotechnién. ‘Trad. de A. Garcia Calvo: «Pitagoras el de Mnesarco se ejercité en la investigacién mas que ninguno deloshom- brestodos. ¥ también, escogiendo (de sus resultados), se LyMaanartvatistonicacnien 7 prepars estos libros a su propio nombre: “Inteligencia, Plurisciencia, Malamana’y, (Cf. comentario interesante en Razén comtin, Madrid, 1985, pigs. 88-89.) Otra versién dice: «Pitdgoras, el hijo de Mnesar- co, practicé la investigacién mas que ninguno de los hombres; pero, haciendo su propia seleccidn, estos es critos compuso a su nombre: Sabiduria, Erudicién, tala Otro fragmento de Hericlito -35 DK~ afirma: «De muchas cosas han de ser investigadores los hombres fil sofos>. « rédoto (1,8, 2), tal ver recordando un axioma de Herdcli- to (Frag. 101a). Em efecto, la autopsia parece la mejor ga rantia del saber ‘0. Etimologicamente histor es quel que sabe porque cha visto» (la ratz del término esla, misma del verbo latino uideo). «Demostracién», apdde- xis, de lo visto en la investigacién es el relato hist6rico, Exposicién de los resultados de una encuesta. El histori dores un veedory un inguisidor; observa los fenémenos, yluego indaga las causas. A diferencia del poeta ~épico 0 tragico-, no busca los fundamentos de losacontecimien- tos mas alld de lo real; prescinde del trasfondo mitico 0 divino que pudiera sustentarlos, (Aunque el saga Herd- doto haga algunas alusiones a la actuacién taimada de la divinidad, envidiosa y perturbadora de la felicidad siva, 0 de la Tyche que desbarata los planes humanos,) ‘«Autopsia mds discernimiento critico mds buisqueda de las tradiciones (prevalentemente orales) constituyen, como es sabido, la compuesta trama del método de Herd- doto», como apunta D. Musti (Lastoriografia greca, Bari, 1979, pag. XI). Estd claro, sin embargo, que no puede prescindir el historiador delos oidos, Siempre ha de acudira testimo- axannarivamsrOueA GIG B nios ajenos, tanto para hechos del pasado como para cir- ‘cuinstancias en las que no estuvo presente. ¥ también, en el caso de Herddoto, debe acudira intérpretes al encon- {rarseante documentos de otra cultura, En todo caso, el historiador hace fundamental y acaso ‘inicamente-caso de Tucidides y Jenofonte- historia con- tempordnea, Incluso cuando tiene una intencidn épica, la autopsia buscada le diferencia del pocta épico, que canta Joque no ha vistoy le llega a través de una tradicién larga ynebulosa. El historiador, como el buen testigo, debe es- tar siempre dispuesto a aportar las pruebas objetivas de logue reliere. 4 Hay entre Herddoto y Tucidides una notable divergencia respecto a la finalidad de sus escritos. La pretension del primero queda claramente expuesta en las Ifneas iniciales del proemio ya citado: confiar al escrito los grandes y ad mirables sucesos y las hazafias de los hombres, salvaindo- los del alvido y haciéndolos memorables. La admiracién Jellevaa intentar prolongarsu gloria medianteel testimo- nio de la historia, Frente a este objetivo, Tucidides afirma que su historia tiene una utilidad propia: ensefta a cono- ¢erla naturaleza humana, recordando el comportamien- to politico de unos momentos de especial significacién. Narra los pathémata ~sufrimientosy experiencias- delos contendientes en el mayor contflicto del mundo helénico. Esa megéste kinesis, maxima perturbacién de la hum dad civilizada, es decir, del mundo griego en su momento de apogeo, puede presentarse en un andlisis critico para servira futuros politicos como una investigacién sobrela m4 ceamencianctacias naturaleza humana, Por ello es tuna vadquisicién para siempre, ktéma es aiet». Lalimitacidn del campo de accién va acompanada de una profundizacion en los motivosyy sintomas de los su- 08. Pragmatismo acompatiado de critica. Es una his- toria de sucesos belicos y polfticos con una orientacién critica, A modo de un médico social, Tucidides estudia Jos sintomas de los cambios para levantar un diagndstico que sirva al prondstico. A partir de os sintomas, y del co- nocimiento de la naturaleza humana, que es siempre la misma (segiin él), ofrece una interpretacién de la lucha por el poder, justificada por esa voluntad de dominio in sita en la naturaleza delo politico, Philotinia, pleonexta, phébos -ambicisn, avidez, miedo-, son los tres impulsos primordiales de la inmutable naturaleza del hombre (H. Strassburger). Hay en Tucidides influencias dela so- fisticay dela dramaturgia ateniense, p.e,en los discursos contrapuestos que reflejan y exponen las motivaciones de Ja accién. Hay una concepeidn tragica y pesimista del existir humano, (Cf. el diseurso de Pericles en II, 43.) Pero ha desaparecido todo trasfondo divino en la actua- cién de los humanos. La Tyche juega su papel, pero son los hombres quienes a solas combaten y se destruyen, im pulsados por su natureleza. El atefsmo tucidideo va uni- do auna concepcidn un tanto aristocratica de la inteli- gencia; la masa ignorante se extravia con facilidad y el lenguaje refleja en los momentos de crisis la descomposi- ciénmoral dela sociedad. (én humanista de Herédoto le lleva a una clerta concepcign tragica de la historia y la naturaleza humana, «Toda la vida humana esté sujeta al azar», «el hombre es pura contingencia». La Tyche domina el curso de los su- cesos, pero tambign la hybris consigue atraer el castigo AMARA STORKEA a5 divino, Herédoto, amigo de Séfocles, todavia se atiene a tuna concepcién religiosa del destino. Pero no Tucidides. Cuando éste insiste en la biisqueda de los motivos y cau- sas del conilicto, con precisos términos ~aitia, prophasis-, tan sdlo piensa en los agentes humanos. No es que Heré- doto haga nunca intervenira los dioses, sino que advierte que tras las peripecias tragicas de algunos grandes hom- bres se mueve oscura la actuacién de la divinidad, segin Jn falsilla de Homero. ‘Tucidides, en cambio, es un diset- pulo dela sofistica radical. Los dioses no forman parte de la realidad historiada, donde lo mitico esté ausente, Tucidices sentencia la desa~ paricién de t0 mythddes. Con los cristianos reaparecerén las interpretaciones religiosas de la Historia. La Historia Felesidstica, por otro lado, es una invencidn cristiana; como la interpretacidn cristiana de la Historia como ma- nifestacién de la voluntad divina es algo nuevo, asf tam- bign los cristianos dejaran la historia pragmatica de los antiguos a las continuaciones de los autores chisicos, (CfA, Momigliano,) Autores posteriores desarrollaran la historia patética y dramética, después de Tucfdides, ast como buscardn efectos escénicos y sentimentales del gusto de la época helenistica. Ya Teopompo, «el cinco» segiin G, Murray, colorea con su satira os temas. 5 Hay dos pasajes donde Aristételes se refierealoslibros de historia, En a Retdrica, 1360a33-37, recomienda alos di- rigentes politicos que lean relatas de viajes y textos de his- toria. 25 cantoscnncn cunt «Gs evidente que para los legisladores son titiles los re- Jatos de viajes por el mundo, pues en ellos se pueden aprender las leyes de los pueblos, y de otra parte, paralas decisiones politicas, los escritos delos que narran los su- esos. Mas todo esto es tema de la politica y no dela reté- rica» ‘A. Tovar traduce historfai por «escritos» con cierta fal- ade precisidn. Aunque la misma expresisn de Aristote- les muestra que el sustantivo no es suficiente todavia para designarlos relatos de historia, y le agrega «delos qu criben sobre las acciones», es decir, unas historias prag- miticas, como las de Tucidides y Jenofonte, mientras que Herddoto abarca ambos sentidos: historias y relatos de viajes. El otro texto de Aristételes es el famoso pasaje de la Poctica, 1451b 4-10, en el que diferencia lo que escribe el poeta ylo que escribe el historiador: Desde luego el poeta y el historiador no sediferencian por decir las cosas en verso 0 en prosa (pues seria posible versificar las obras de Herddoto y no serian menos historia en verso que en prosa). La diferencia esta en que uno dice lo que ha sucedido y tro lo que podria suceder,Poreso también la poesiaes mds ele- vada y filoséfica que la historia; pues la poesia dice mas bien lo general, y la historia lo particular. En general como a qué tipo dehomibres se les ocurre hacer o deci tales o cuales cosas vero- fmilo necesatiamente, a eso tiende la poesia. yen p quéhizo oquélesucedi a Alcibiades. «Guerras y laadministracion de los asuntos publics dice Gibbon (c, 9), son los principales temas de histori Esta es una definicién estrecha, aunque muchos atin la suscribirfan, El hombre mds responsable de la visién de lahistoria que|a implica es un historiador queen su obra | | Lonenanvauistonica seca ZB ‘nunca usa, en absoluto, las palabras chistoriav «histo~ riadop» (historfae historikds),afiema. Hornblower Herddoto usa la palabra historfe en dos lugares: al co- mienzo desu obra~en el pasaje ya analizado-, y en VIL ‘96: es histories légon, un uso bastante preciso del térmi- investigacién, historian, «Caudillos locales, a los que yo no he mencionado, pues no estoy obligado necesariamente con vistasal légos de mi historia,» (Un pasaje muy interesante porque indi- ca que al presentar la investigacidn el autor la hace de acuerdo con un Jdgos previo y selectivo.) Légos significa agut «plan racional», xobjetivor. Ensu Podtica (1451436 sigs.) Aristételes distingueen- tre el poeta -poierds-y el historiador ~historikds-, Antade Juego su comentario:la poesfa es ms seria y filos6fica que la historia porque se ocupa de lo general y lo posible, mientras quel historiase limita arregistrarlo que pass. Dos observaciones importantes: Arist6teles traza esta distincidn inventindola, no recogiéndola de autores an- teriores. En él aparece, por primera ver.en griego, el tér- mino de «historiador», historikds. (Que se opone al de poietés, «poetay.) En segundo lugar, al reducir la labor del historiador ala deresenador deo particular ylo realmente sucedido, sin pretensiones generalizadoras, es decir, al ver al historia~ dor como un mero syngrapheiis de loshechos, Arist6teles esinjusto, tanto con Herddoto como con el mismo Tuet- dides, que registra los hechos significativos y concretos, con maxima acribia, pensando que de ellos puede extra~ erse una leccién politica, una visidn del ser humano eis ‘ies, spara siempre». ‘Arist6teles y sus diseipulos han hecho, por otra parte, tuna conteibucién importante ala labor histérica al inte- 28 ceamossancta att resarse por el desarrollo de las instituciones y las formas politicas, Por ejemplo la recoleccisn de tratados constitu- cionales emprendida por Aristételes (de la que nos que- da La constitucién de los atenienses y como paralelo La constitucién de los espartants del Ps. Jenofonte) aporta un material muy importante ala reconstruccisn historica, y contrapesa el interés demasiado volcado hacia la historia de las guerras y alteraciones, hacia lo dindmico y cinéti- 0, con tina atencidn a las instituciones ya la configura- cién social dela polis. Dicho esto, conviene insistir, como hace Hornblower, en lo tarclfo de los usos documentados de la palabra ahi toria» en sentido preciso. Aparece as{en una carta de L maco (tal ver del 280 a, C.) conservadaen una inscripeién del Ashmolean Museum de Oxford, y en elhistoriador he: lenistico Bilarco, ya muy de finales del siglo 11, «La conclu- sidn que conviene subrayar es que no es hasta entonces cuando las palabras historia e historikés devienen los tér- minos absolutamente standards para lo que Hamamos. “Historia” e “historiador”, y que Aristételes estaba cierta- mente acuftando un término, no describiendo un uso es- tablecido, No debemos pues sorprendernos al encontrar dificil categorizara Tucfdides» (Hornblower, pag. 12). Por un ado, pues, como hemos notado, los historiado~ esse suceden y tratan de continuar la obra de quien con- sideran su predecesor; por otro, no tienen ni un nombre preciso para dar titulo al género literario que practican. De algiin modo, Tucidides resulta el continuados de He- 6dotos pero también resulta sti oponente en cuanto ala, orientacidn diversa de su obra, que significa una desvia- cién de los objetivos del viajero jonio. Ambos historiado= resbuscan relatar una verdad objetiva, testimoniarlo ob- servado y seleceionado por su grandera, se centran en LanWwaVAMSTORICA CRI Ey estudiar el mayor conffieto belico de su tiempo, yen bus- car las causas bajo las apat Pero, como ya nota- ‘mos, el objetivo de Tucidides es mucho mas restringidoe intenta compensar esa reduceién con su mayor precision. Altratarde salvar del olvido y la disgregacién los suce- 03 admivables del pasado, ta gendmena ex anthrépon y ta erga megaila te kai thomasté, Herddoto en los cuatro primeros libros de su historia habfa mostrado un espiritu etnogeifico (al uso de un Esquiloo de algunos redactar sus lgoi sobre Lidia, Persia, teresdndose por cuatro elementos: la geograli tumbres, kis maravillas locales y a historia polit dides tiene una decisiva influencia en la alteracién de las investigaciones posteriores, que dejarsin de lado todo eso, para reducirse a escribir los hechos de guerra y las cor vulsiones politicas de los Estados griegos, Su influjo es dlaramente benéfico en cuanto a reclamar una historia ‘mis eritica, y una mayor cautela en el examen de los he- chos y testimonios, pero no es tan digna de encomio por su limitacién a estos hechos, desligados de todo el con- texto cultural, que Herddoto atendfa, Sélo en historindores helentsticos, posteriores eonquistas de Alejandro, volveremos a encontrar esos in- tereses etnograficosy culturales. Lo que refleja la apertu- adel horizonte helénico a nuevas culturas, y un renaci- miento de aquella curiosidad que se manifestaba en el Viajero jonio. Sin duda Herddoto nos resulta hoy mas moderno que en otras épocas. (Hornblower subraya cémo un libro como el de Braudel sobre el Mediterréneo esti en una linea que enlaza con esa concepeidnhistérica herodotea,) Es corriente relacionar a Tucidides con los médicoshi- pocriticos, en su afin de describir objetivamente los sin 30 camoscanetscvan tomas de los procesos de enfermedad y analizar sus cau- sas; pero también hay autores hipocraticos que estiin mds cercanos.a Herddoto. Asfel autor de Sobre la antigua me= dicina esta cercano a Tucidides, y también el del Pronds- tico y los de Bpidemias, pero el de Sobre los aires, aguas y lugares esta mds cerca del historiador jonio. (Los médicos hipocrdticos critican a sus oponentes, y analizan bien los sintomas,pero luego elaboran teorfas en extremo hipoté- ticas.) Lateorla sobre el relato historico, as{ como la teorfa sobre laHistoria, esalgo muy posteriorala aparicién del géne- 10, Elya clasico opiisculo de Luciano de Samdsata, Como debe escribirse a historia, es del siglo 11d. C., es decir, mis de quinientos aos después de Tucidides. No quiero ni puedo entrar aquéa discutir o resumirla tesis de esa inte resantisima obrilla; pero sf recordaré que Luciano, tras criticar algunos ensayos histéricos de excesivo patetismo y pintoresquismo, dedica un par de capftulos a esbozar 1 tipo del historiador ideal, y su modelo es Tucidides (caps. 41-42). 41. Heagui como debe ser segiin yo, el historiador:impavido, incorruptible, libre, amigo de la verdad y dela palabra precisa, uno que -como deeia aquel eémico~ llama «pany al pan y «vino» al vino, uno que jams poramistad por odio es ind cido aconceder o negar, a conmiserarse o avergonzanie oa.des- preciar; juez ecuanime, benévolo con todos, nunca hasta el punto de concede alguna parte mas de lo que merece, que no. tiene patria ~cuando escribe~ ni ciudad ni soberano; uno que no se detenga a preguntarse qué pensar de esto tal o cual otro, no que refiere lo que ha sucedido. LANAMIATIOATISTORICA GRIF a 42. Fue Tucidides quien fue él quien dist uo virtud y vicio en la historiografia, viendo que Hersdoro fraadmirado hastal tal punto quesuslibroseran llamados Mu- ss, Dice pues que va. escribir una obra que permanezca «para mpre» mis que para «la competicion del momentons dice gue no apreciae) elemento fabuloso, sino que deja los venide- ros un relato veridico de lo que efectivamente sucedis. E:intro ducela consideracién de lo util, de aquello que cualquier hom- bre con sentido puede aceptar como fin dela obra hist6rices esto es, como dl dice, quesi se representan situaciones semejan- tes, tino podra ayudarse con el relato histsrico justamente para lasituacién contingente (p ‘As{en Gémo debe escribirse la historia Luciano apunta ‘que el historiador debe ser imparcial y eritico, desarra gacio como un fildso‘o cinico, un intelectual, como Lucia- no. Asi podrsi referir s6lo lo real, sin parcialidad ni prejui- cios, segtin el postulador: «decir lo que sucedis». Talesla tarea del historiador «Toi de syggraphéos érgon hds eprdchthé eipein» (Lu- iano, 0.c.,391), ‘Tueldides le sirve de ejemplo. Es curioso que Plutarco, ‘en su opiisculo contra Herddoto, le acuse de «amigo de os barbaros» y poco patriotero, una censura que debe- mos nosotros leer, por el contrario, como un testimonio delaimparcialidad del Padre dela Historia, La distancia y la imparcialidad del historiador son im- portantes, Por eso el destierro es un buen lugar para es cribir historia con una perspectiva no disturbada porlas presiones familiares. Los historiadores griegos son indi- viduos de una fuerte personalidad, que comien ‘obra lejos de su patria: el viajero Herddoto y el ex ‘Tucidides, el desterrado Jenofonte, son buenos ejemplo: como también Teopompo, Fforo, Timeo o Polibio. El hi toriador toma conciencia de los sucesos desde su apart 2 camtoscancisaua. miento, y su afdn de investigar las causas de los hechos y Jos comportamientos viene unido a esa visidn proxima, pero no parcial ni partidaria; el historiador contrasta ver- siones desde su posicién marginal al conflicto, Aunque proceda de una de las ciudades combatientes ~Tucidides y Jenofonte son atenienses, pero no partidarios del go- bierno democrat tancias para juzgar con imparcialidad los hechos Como sefiala D, Musti, «en el origen de la exper de los historiadores griegos hay desde luego un respecto la comunidad de proveniencia o de perte un momento de ruptura, que representa la oc fica para un empeno de reflexion y de indagacién, en una suftida experiencia individual que vehicula reacciones que no son individuales, sino que connotana grupos enteros y determinados niveles sociales. Una historiografia pues de desartaigados ode disidentes...» (pag. XXXVI). z mas advertimos cémo es importante que el historiador firme su obra al comienzo: su personalidad garantiza la objetividad de lo narrado, una objetividad sin compromisos patrios, aunque toca obra personal comporte una cierta subjetividad propia. Bsedistanciamiento det historiador requiere una nota- blepersonalidad propia. Al dar testimonio seda también juicio, eimporta mucho que el que eseribe de la guerra y Jas batallas sea, o pretenda ser, con buena voltintad einte- ligencia, objetivo, Ese trauma frentea la ciudad deorigen y Sus prejuicios e intereses, visto asf, es un buen requisito previo ala obra. Vuelvo acitara D. Musti: wiencia Faun Esto significa en sustancia que, ya en Herddoto (yen larga me- didaen el mismo Hecateo), la historiografa griega se presenta con los caracteres de la experiencia y de la expresi6n sinlvi- LaNannervanistonicascna 33 dlvalista»,en cuanto manifestaci6n no solo del espiritu jénico debuisqueda y de critica, sino también de la distancia, 0 del de- sacuerdo abierto, respecto ce la comunidad de pertenencia, tal como esté configurada histéricamente, Este individualismo, nnaturalmente,n0 exctuye de hecho solidarided de otro tipo, por ejemplo de mis especitico cuito aristocrdtico, con particulares ambientes 0 grupos sociales, con los cuales|a comunidad, como istéricamente desarrollada y determinada, no se identifica En Thcidides se advierte también en mayor medida la intima {ensidn entre la democracia radical ateniense y las tendenchas imperialisticas que caracteriza su politica exterior (en contra de Tamayor pretension de verdad codificada en el método); es el historiador quien sulre la sospecha de traicion y el exilio, por parte de su ciudad, despues de in fracaso de wna expedicion militar para la que estaba revestido de responsabilidades altisi- tnas, La mayor parte dela actividad historiogrifica de Jenofonte presenta tovlas estas connotaciones: curiosidad y atraccién por odiverso, ya sea de Persia o Esparta, en la Andbasis, en la Ciro pedia, en el Agesilaos partisamerta de waristocritica laconizantes eenla obra hisidrica que se presenta como continuacién de lade ‘Tucidides (Ia Helenicas), partidismo que se ve respondido con la acusacidn de laconismo levantada por los ateniensesy en laconsi- guientecondenaal exilio(D. Masti pags. XXXVI-XXXVID, Después de Tucidides algunos escritores buscaron una hnarracidn mas cargada de efectismos, mimetica y dramné- tica, una historia que privilegiaba las escenas patéticas y espectaculares, Pero importa destacar que ya en el auste- ro autor de la Guerra de! Peloponeso su sobrio estilo v. acompanado de una intensa vision tragica del destis humano, Sin duda, Tucidides esta influido por la drama: turgia ateniense, tanto en suatencién alos sufrimientos de los pueblos como en la presentacién de los discursos muchas veces enfrentados en unagén, como en las trage- dias de Eurfpides (por influencia quizas de los sofistas) El pesimismo del historiador acerca de la naturaleza hu- 4 ceanuoseunctnons mana se parece al del ultimo de los grandes tragediégr fos, contempordineo suyo. ‘Como sefala Strassburger, ire todas ls elecciones dle Tucidides, la mas importante es la {que ba tenido mayores consecuencias para todos los tiempos futuros: ln eleccion de un argumento de guerra como tema jemplar,y tambien como el mas importante asunto de historia hasta sus tiempos, La motivacién deta elecci6n ofrecida por el historiador al comienzo de su obra, es decir, que tal guerra ha sido la mayor Kinesis jamés habida, el mas grande movimiento no puede ser considerada en modo alguno un mpleantificio retérico; &e ese puntoclave de historica de Tuctdides, y queda demostracio por la coheren ‘con la que ha mantenido, en toda su obra, la negaciGn, condi- cionada por aquella motivacidn, dela historia dela cultura, y de la preeminencia otorgadaal registro de todos los momentos di- ndmicos...(pag, 16). «Es pues la extraordinarin cantidad de pathémata, de sutri imientos, lo que ha hecho para ¢l esta guetta axiologetaton ror progegenentenon... y esta afirmacién es mucho mas que una en- fitica introduccién a una reliquia formal delos orfgenes épieas dela historiograffasen elcurso de toda la obra, de hecho, es js tamente sobre os geandes parhénata donde cae el acento cela ™. Cada géncro hist6rico tiene sus pautas y normas un tanto flexibies, El Agesilao ya Ciropedia tienen una orien .cién peculiar que permite a su autor remodelar la his- toria, silenciar ciertos hechos, embellecer las figuras con Jos prestigios de la ret6rica y la ficcidn’?. En la Andbasis, ;pese su tendencia apologética, a su visidn personal delo narrado, hay una fidelidad a lo real y una dramaticidad 56 cantoscanerscuay histética singular, que hacen de esta narracién un adr rable reportaje, escrito a cierta distancia de los hechos, contenida deemocién, de una indiseutible grandeza. Bibliogratia Nos limitamos a sefalar los libros mAs recientes y algunos ar» ticulosdeinterés para la eritica de Jenofinte como historiad I. Estudios ANDERSON J. K., Geek Military Tactics inthe Age of Xenophon, Berkeley, 1970, = Xervophory, Londres, 1974 BREITENBACH, H.R. Historiographische Anschauungsformen Xenophon Basilea, 1951, = Xenophon von Athen, en Pauly-V «cols. 1569-1928. CANFONAY Ley Theidide coutinuato, Padus, 1970, pags. 57°77. (ed), Erodote, ucidide, Senofonte, Letiure critiche, Milin, 1975, pags. 167-210, Drtanncauis, E., Bssalsurla vie de Xénophon, Paris, 1957, Expsi H. lesco, Del ruinoso papiro sélo sacamos unas palabras sueltas: «apasionado amante», avergiienza», «esperan- za», «peligro», «confianzay, «viajar errante», eprucbars pero esos pocos vocablos truncos nos sugieren ya Ia at= miésfera romantica dela trama. Lo curioso es que esta pareja de jévenes amantes, cuya preocupacién fundamental es la boda préxima, llevan los nombres de dos famosos reyes de Asiria. Semiramis ha sido identificada con la reina Sammu-rammat, reina, oficial en el harén del rey Shamsi-Adad (823-810 a. C.) yrreina regente tras la muerte de éste y la nifier de Adad- Niran IIT. Este personaje femenino dejé una curiosa le- yenda, que los griegos siglos después recogieron en for- Ls Pivbnas NovHEASHISORICAS cLfeROR HUE m3 ‘mas varias, Se encuentra en Diodoro (1120, 3-5), Plutarco (Erdtico, 753d-e) y Eliano (Var: Hist., VII 1), Segiin la versién de Plutarco, la siria Semiramis eraes- clava y concubina de un esclavo (Diodoro dice que del gobernador de Fenicia) en el palacio del rey Nino. El rey seenamoré apasionadamente de ella yla convirti6 en su amante. ¥ tanto le dominé Semiramis que le permitid, cediendo asus ruegos, ocuparel irono por unos dias. Se- mframis, al ver que los guardias la obedecfan efectiva- ‘mente, mands encadenar a Ninoy darle muerte ensegui- da, Luego rein6 largo tiempo sobre toda Asiria, Esta historieta popular recogida por los tardios histo riadores griegos poco tienen en comin con la trama de nuestra novela, en la que tanto e] joven monarca como su prometida actitan conforme a los papeles clisicos de Jos jévenes y puros amantes. Nino y Semiramis tienen los nombres de dos antiguos personajes historicos; el deco- rado evocaba también los palacios y las guerrasasirias de un lejano y borroso pasado. Se ha supuesto que la novela tratarfa de la juventud de Ciro y su educacién sentimental. Aimitacién de la Ciropedia de Jenofonte, aqui tendria- mos una Ninopedia romantizadae idealizada, Peto eso no basta, desde luego, para convertir este re- Jato en una novela histérica. La historia es sdlo aqui un tapiz de fondo tenue para una ficcién enteramente desli- gada de los sucesos hist6ricos antiguos. ¥ los personajes =por lo queleemos y lo quesospechamos~ nose compor- tan sino como unos adolescentes burgueses, de acuerdo con el patr6n topico de las novelas. Los restos de esta primera novela -anterior en mas de un siglo ala de Caritén, probablemente- nos muestran ya (dentro de su aspecto fragmentario) las convenciones del género, ingenuo y sentimental. Lo histérico es puro ra ‘eanios enetscua decorado, y, por los pocos datos que tenemos, nos parece impreciso y de un colorido superficial Tal vez esta impre- sin pudiera modificarse si conociéramos més linces de esta primera trama novelesca, De momento, en espera de que las arenas de Egipto aporten algtin otro fragmento, podemos sefialar que s6lo hay una relacién formal con la historiografia en el relato en prosay en la evocacién por sus nombres propios de una pareja de monarcas asirios muy antiguos. Pero nada mas, el novelista se desinteresa dela historia y juega a crear, sobre una leyenda de origen popular, una historia de amor, combinando los ingre= dientes propios de este tipo de relatos: jovenes amantes. en apuros, viajes y batallas, naufragios y separaciones, stiplicas y quejas, todo lo preciso para emocionar a sus cndidos lectores. Que los protagonistas sean principe, famosos y lejanos emparenta esa primi Jos cuentos maravillosos, en donde también un principe yuna princesa pasaban por peligrosos lances hasta arrie bar al final feliz, tan imprescindible en la clausura del cuento dehadas, En su oportuno articulo sobre «los comienzos de la novela historiew en que el tema se aborda con una ad- mirable precisi6ny un insuperable dominio dels textos helénicos~T: Haggha prescindido de referirsea los frag- mentos de Nino. Con excelentes motivos, como se ve. 4 Enelarticulo recién aludido ~«Callirhoe and Parthenope: ‘The Beginnings of the Historical Novel», publicado en Classical Antiquity, 6, 2, 1987 (Univ, California Press) = analiza Tomas Fagg, sin duda uno de los mejores cono- AS nUERASNOVEEAS HSTORCAS.CANIRROFTPuRTEROMH 125 cedores de la nareativa novelesca antigua, los textos eon- servados a la luz de la teoria sobre la novela histérica. Hay, subraya, una serie de rasgos que cualquier relato con {al intencidn debe cumplir, para encajaraeste subgénero ‘cuyo prototipo inicial puede encontrarse ~segtin G. Lu- kacs y otros acreditados tedricos~ en Waverley (1814) de sir Walter Scott Subrayémoslo: la accidn de la novela debe transcurrir enun tiempo alejado del presente, sus caracteres son in- dividuos ficticios, cuya experiencia vital se ve conmovi da por los sucesos de esa época, yen la trama suelen apa> recor grandes personajes de la misma, siluetas historica bien definidas; también la geogratia de la novela es im- portante y supone un contexto esencial al relato; laaccién esyerosimily, ya que no verdadera, puesto que es una fic- cidn, debe encuadrarse bien en la época buscada, con re- ferencias a sucesos caracteristicos de la misma (algun gran acontecimiento o una sonada catéstrofe, sea una guerra o un terremoto, por ejemplo, viene muy al pelo para dar patetismo al destino de los protagonistas, un destino inmerso en el acontecer histérico). La novela requiere un «decorado histérico» que, en tado caso, como bien subrayé K. Kerényi, «esté menos definido por la exactitud de los datos histdricos que por lk pretensién de una atmésfera hist6rica», Me parece ‘muy acertado el término de atmésfera histérica pai marco en el que se desarrolla la peripecia novelesca, Esa 4atmésferan es esencial y refleja claramente la intencién delautor. Esta bien claro que Caritén ha situaco su relato en un ambiente muy definido por sus reminiscencias hist6r eas, La protagonista del mismo, Calirroe, que da nombre ala obra, es la hija de Hermdcrates, el estratego siracusa- 126 ‘eannosearcia aunt no que derroté a los atenienses acaudillados por Nicias en la famosa expedicién a Sicilia en la Guerra del Pelopo- neso. La accién transcurre a comienzos del siglo 1v a. C. y tanto Siracusa como los otros escenarios de la trama: la costa jonia vecina a Mileto y la Persia gobernada por el rey Artajerjes LI son zonas renombradas en la historio= grafia antigua. El marco geografico de la accién es amplio, Yentte Sicilia y Persia se extiende el prestigioso Medite- mino franco de aventuras. 0 la primera frase de la novela -del siglo rantes.o después de Cristo= parece evocar, amodo de alusién cui, dada, el comienzo de un telato historiografico: «Yo, Cari= tén de Afrodisias, secretario del orador Atendgoras, voy. @ contar un sticeso amoroso que acaecié en Siracusa», Afrodisias esté en la costa jonia, y las excavacionesactua- Jes muestran que fue una ciudad florecienteen esa época del helenismo. La escena del suceso amoroso pathos crotikén- remite desde el principio aun escenario famo- 0; labrillante Siracusa, yel nombre de Hermécrates evo- caenseguida el relato de Tucidides, Pero, frente al pasado, que utiliza el historiador ~«Tucidides de Atenas escri- bi6...»-, el novelista habla en futuro y con unyo un tanto enfitico: «Yo voy a contat..» (eg6...diegésomai...) y deja claro que su temaes algo distinto: un pathos erotikon, una historia de amor. Escurioso el repetido intento de Caritéin de aludir a la famosa contienda de los siracusanos y los atenienses, en, laguese cubrié de gloria el padre delaheroina. Gon apa sionada ¢ ingenua simplicidad nos dice Caritén que el pucblo de Siracusa se alegra mds con el final feliz de los, amores y aventuras de Quéreas y Calftroe que con el re- cuerdo dela famosa victoria, Al final los dos protagonis- tas retinenal pueblo en el gran teatrolocal para relatarles Ls gERASNOELAS STORIES Ca ROU PRP L sus romédnticas peripeciasy con esa escena se cierrala no- vela triunfalmente, ‘ACariton le gustan las escenas patéticasy su relato, del que varias veces se ha dicho que posee enormes cualida~ des cinematograficas, podria servir de guién a un buen filma lo Cecil B. de Mille. No voy ahora a resumir Ia tra~ ma de esta magnifica novela romantica, dela que hay un par de buenas traducciones espafiolas. Si puedo dar un breve esquema, para subrayar la variedad de escenarios, Lavbra esta clividida en ocho libros (como la Historia de ‘Tucidices), pero la divisidn en cinco partes, a modo de actos teatrales, me parece claray cémoda. Primer acto: encuentro de los amantes en Siracusa, oda, pelea, falsa muerte y enterramiento de Calirroe, Rapto de la protagonista porlos asaltantes de la tumba y traslado de la joven a Mileto, Segundo acto: Quéreas va en busca de su esposay acaba vendido como esclavo. Ter eer acto: los dos protagonistas, tras un azaroso suspense, sereencuentran en la corte del rey persa Artajerjesen Ba bilonia, en una estupenda escena. Cuarto acto: Quéreas: sepone al frente dela escuadta de los egipcios sublevados contra el monarca persa, Quinto acto: en su vietoria » ‘val Quéreas se apodera del harén real, donde esté cautiva Calirroe. Alfin reconocea suamaday vuelvecon ella por mara Siracusa. Entusiasmo de la muchedumbre y happy end. En algtin otro lugar he subrayado la modernidad de esta narracién un tanto folletinesca, y la habilidad con que el novelista juega con el xsuspenser y tiene en vilo a sus lectores y busca emacionarles con escenas patéticas y con efectos escénicos. Ahora no puedo extenderme en el comentario. 128 camoscanctaciy Sila trama romantica “las aventuras de Calirroe y su es forzado esposo Quéreas~ es una invencidn del novelista (tal vez sobre las trazas de alguna leyenda local, como al- giin estudioso supone), no cabe duda de queéste seha es merado en referirla a una época lyjana, pero precisada Por unas referencias geogesificas¢ histéricasclaras, Impor= ta poco que haya algunos ligeros desajustes en detalles, que un historiador podria reprocharle, pero que caen dentro de las licencias que un novelista suele tomarse con lacronologia. (Asf, por ejemplo, Hermécrates de Siracu: sa muriéi en 407, mientras que el reinado del persa Arta: jerjes II Mneman se extendid de 404 a 363 a, Cy Mileta [contra lo que se da por dato real en la novela | no estuvo bajo dominio persa hasta después de 387, y la rebelidn de los egipcios parece combinar imprecisos datos de las te- vueltas de 405, 389, 360 y 332, 0 incluso de la rebelion egipcia de 460-454 bajo Artajerjes I, segtin P. Grimal,) E] mismo Walter Scot, porno hablar de otros de sus secua- ces més descuidados, se permite desajustes parecidos, No importa tantola exactitud, cuanto la impresién y los efec- tos del rableahistérico, ¥ eso esti bien conseguido en nuestra primera novela griega. Como lo estaba también, al parecer, en la de Par- *énope y Metioco, de fecha muy cercana en cuanto a su composicidn. Esta Parténope es nada menos que la hija de Polfcrates, el famoso tirano de Samos, y Metioco es el hijo de Milejades, el vencedor de Maratén, (Cfr, Herédo- to, III 124 y VI-34-41.) Tan sdlo conocemos, gracias a unos restos papiraceos, un par de escenas de la novela, que, coma ya apuntams, debié de haber sido bastante famosa. Una de ellas es una escena de banquete, un syi- Dis rinuussnovtsacinstoncas cxrinoey eae 129 pasion donde, como en el platonico, se discute acerca del amor. En esa discusién sobre el eros el que dirige los brin- -disesel filésofo Anaximenes de Mileto y el poeta que elo- ‘git la belleza de los dos protagonistas es, creemos, el liri- ofbico de Regio, nada menos. ‘También esta novela recreaba un decorado histérico, situando la peripecia inyentada de los amores de la joven ateja en. un ambiente antiguo y prestigioso. En la trama se inclufa algiin importante suceso histérico, como la ‘muerte cle Policrates, y su sucesidn por Meandrio y Silo- $61, tal como lo contaba el vetusto Herddoto, Es una las tima que hayamos perdido el texto y sdlo poclamos re~ construir algunos momentos de esa trams que promete habersico brillante, ‘Tambicn Heliodoro de Emesa, algunos siglos despues, yeen clin oel1v de nuestraera, ha situado la peripeciade ‘Tedgenes y Cariclea en una época lejana (su ligipto esta bajo el dominio persa, es decir, entre 525 y 330 a. C.) y evoca unos escenarios solemnes y suntuosos, como Del- fos, un Egipto pintoresco y la corte real de Etiopia. La he- ‘ojna es la hija del rey Hidaspesyy de la reina Persina, pero tanto estos reyes etiopes como los protagonistas parecen invenciones noveleseas, No hay ninguna precisién res- pecto al tiempo en que suceden los episodios turbulentos deeste relato bartoco, el mas influyente de todos los anti- guosdel género, queentusiasmé Cervantes ya Racine,a Baltasar Gracidn y a Madame de Scudéry, entre otros, y del que nos llega un eco barroco en el libreto de la pera Aida, Como en algunas novelas barrocas, aqui se busca un decorado antiguo y a Heliodoro le atrae la pose del historiador, pero pronto se advierte que eso es sdlo un barnizy un aparato teatral, Solo en un sentido muy vago puede considerarse hist6rico el trasfondo oe contexto de 130 ‘camovcanctncns algunas escenas; suceden en un pasado lejano, pero es, s6lo una ficcién elegante y acorde con cierto tono zantedeeste extraiio escritor de Emesa, un narradormuy, hhabilidoso. ‘Tal vez otras novelas, que sélo por su titulo o por bre= vvisimos fragmentos, tuvieron un decorado hist6rico bien definido, Lo podemos afirmar tan sdlo dela de Caritén y laandnima -para nosotros~ Parténope, es decir, de dos novelas en los inicios del género (s.14d.C. 6 Pero para ser justos con los tedricos de la literatura y con eldensoy riguroso G, Lukacs, debemos reconocer queen estas novelas griegas que buscan un decorado historieo, y no meramente de disfraces a la antigua, como tantas novelas del xvi sino puntual y preciso~ falta un ingre- diente que es decisive en el espiritu historicista del xnxtla conciencia hist6rica de pertenecer a una sociedad cuyo destino viene marcado por Ia Historia, Como sefiala el critico alemain: «A la llamada novela historiea anterior a Walter Seottle falta precisamentelo especifico hist6rico: el derivar de la singularidad histérica desu época la ex: cepciorialidad en la actuacidn de cada personajen. Dicho ‘menos hegelianamente, los personajes yloscaracteresno stan motivados histéricamente; se mueven en tun deco- rado histérico, pero no estn definidos por esa presencia, deo espectiicamente histérico. Enese sentido sigue siendo valida laafirmacisn de que lanovela histdrica moderna empieza enmarcadaen el o- ‘manticismo de comienzos del x1x, con Walter Scott (y tal ‘yer ya se barrunta en Los Madrtires de Chateaubriand 195 PERS NOVaLASISTORICNS CARON nse a [1809], como bien apunta Hi, Rikonen en subien documen: tado libro Die Antike im historischem Roman des x1x Jahr- hhunderts: Eine literatur-und kuleurgeschichtliche Untersu- chung, Helsinki, 1978), En un sentido més lato, las dos noyelas griegas de que hemos hablado, en la etapa auro- tal del género novelesco, son ya unos magnificos ejem= plos de esa técnica narrativa que inserta la ficeidn ro- méntica (perdéneme el lector mi insistencia en este adjetivo, que creo muy justo también para esos escritores helenisticos tardfos) en un marco semejante al que po: drfa esbozar un buen relato historiogrfico. Son, en todo caso, unios textos inolvidables, y que no deben olvidarse, al tratar de este tema desde una perspectiva de historia li- teraria, Nova final Conyiene mencionar, aunque sea fundamentalmente para explicar el motivo de descartarlo en este ensayo, un {texto antiguo que el lector tal vez pudiera echar en falta. Es el caso del relato del Pseudo Calistenes Vida y hazarias de Alejandro de Macedonia (compuesto a comienzos del s.titd, C.), Ese es un texto interesantisimo y de una enor> ‘me influencia en la tradicién medieval, como es bien sa- bido, Sin embargo, esta biografia fabulosa del gran con- quistador macedonio, a la que alguna vez se denomina como la Novela de Alejandro, no es, desde un punto de vista formal y tampoco en la inteneidn de su autor, una novela, sino una biograffa novelada de gran éxito popu- lar en la que se han embutido unos episodios fantésticos ydonde el protagonista esta visto como el iltimo gran héroe helénico, 132 LOSGARCIN CL ‘También es una biografia, con ribetes novelescos, la Vida de Apolonio de Tiana, compuesta por Filéstrato. No son novelas, como es obvio, las biogratias de Plutareo ni la Ciropedia de Jenofonte, aunque se trata de textos que han tenido una enorme influencia posterior yque contic: nen episodios patanovelescos, dondela fiecién ya histo- riase cruzan. ; ‘Tambien hay elementos novelescos en algunos histo- riadores, comenzando por el mismo Herdédoto. Ala hora de rastrear las influencias de la tradicion clésica en lano- velistica posterior, todos esos relatos han de ser conside- rados, Peto si queremos hablar de «novela hist6rica» con toda propiedad, y si decidimos no recargar todo el peso dela definicién en la ya cludida «conciencia historia, es justo considerar que la inventé un tal Caritén de Afeodi= sias unos dieciocho siglosantes de sir Walter Scott. ¥ Ha- mo asu novela Calirrve, buen nombre para una hero{na romantic 4Por qué el emperador Juliano prohibia leer novelas? En mus de una ocasién he citado Las lincas en que el em= perador Juliano, que como Pontifice Maximo escribe a ‘Teodoro, el Gran Sacerdote de Asia, en el afio 363, reco- mienda que los sacerdotes romanos se abstengan de leer ficciones en forma de relato historico con argumento Amor0s0»!, Estoy de acuerdo con B,P, Reardon en que, para la historia de la novela antigua, «es un texto impor tante», pero no porque «esto nos confirme el poco caso que los pepaideuménoi hacian de la novela»?, Por el con- trario, aunque sea para desaconsejar su lectura, es Julia: no el primer pepaidewménos, «hombre culto, educado, intelectual», que se toma la molestia de mencionarexpli cltamente (aunque de forma un tanto perifirdstica y des- criptiva, porque el género no ten{a un nombre preciso) el tipo de relatos que nosotros denominamos «novelas». Para comprender las razones que le mueven en su propé- sito de censura, es preciso leer su consejo en su contexto, yentonees queda muy claro que la prohibicién de fre. cuentar las novelas no se basa en motivos de cultura lite- raria, sino de moralidad. 13 134 ccanteseancia cuts mont, 301b); Dice Juliano en su carta (89b. Bider~ i cerciotes) relatos Nos pareceria apropiado que leyeran (Ios sacerdotes) r Histdricos, de los que estan compuestos sobre hechos reales: Pero hay que rechazar todas as ficciones propagadas porlosde ntario en forma derelato hist6rico, argumnentos amorosos ¥en general, todos los por el estilo, Pues como tampocoes cualquier camino adecuado a los sacerdotes y también hay que tencrlos srogramados, as{tampace cualquierlectura esdecenteparaun esrdotePorquelasleturasproducen en ala certa dspo> sicidn, y al poco tiempo despiertan los deseos; luego de pronto, encienden una tremenda llama, dela que, cteo, hay que estar apartado de lejos, En el modo de referirse Juliano a ese género de relatos gue, en cuanto género, permanecid anénimo entre Los griegos, resalta la relacidn con la historiografia. De un, lado aproximase Ja novela a La historia por su presenta: cién formal, como largo relato en prosa, y también, aun~ quc esto me parece més anecddtico ynnotan general (contra Lavagnini), por sus decorados histéticos, que permiten calificat de «novelas histéricas» a algunias griegas. Con: viene recordar, a propésito dela exptesién en historias ef dei, quela palabra eicos tiene en textos de Postica el senti- do de «género literarioy. ¥ cuando Estrabén habla de los _géneeros en prosa (en téi pedsei phradsei) distingue solo: dl elhistérico y el oratorio (hé historike kai he dikaniké”), Deotra lado, el contenido de las novelas se opone ala his: toria por no tratardessucesos reales (epi pepoieménots rots égois), sino por tratarse de sficciones» (plésmata). Es probable que la calificacién de pldsiata conserve una connotacién peyorativa para muchos griegos, Podemos recordaral respecto cdmo el presocritico Jendtanes cali- ficaba despectivamente ciertos relatos mitolégicos como pldsmata ton protérdn, «ficciones delos antiguos», {POR QUERLENPHEAD RILN:AKOFNEHI exRNOVILAE 135 aplasmata (término que, por otra parte, subraya algo t pico de tales relatos) existian otros vocablos més neutros para designarlos, como el dediegémara’ Sin embargo, el motivo fundamental para rechazarta- les sargumentos amorasos» (eratikds hypothéseis) no es, alos ojos de Juliano, su falsedad. En tal sentido podria haberse expresado un historiador (como Polibia lo hacfa respecto de otro tipo de relatos en XII 12: «Si dela histo- tia quitas la verdad, lo restante es un relato imutil»), Ju Jiano no los rechaza por «falsos», sino por su perniciosa influencia moral y sentimental, «porque avivan la llama delas pasiones», Emite su dictamen como Pontifice Ma ximo, velando por la integridad moral del cleto pagano. En otros parrafos dela carta ha prohibido a Arqufloco, aHiponacte y ot70s poetas similares, y también a los au- tores de la Comedia Antigua, por su carécter licencioso (300e-d). También ha criticado severamente el contenido delas leyendas mitoldgicas (301a}, critica ya tradicional desde Jendfanesy Platén, ‘Ademés, en el terreno de las lecturas filos6ficas reco mienda a ciertos autores, camo Platén, Arist6teles y los Aiscipulos de Zenén y Crisipo (es decir, los estoicos), y Prohibe acercarse a otros como Pirrdny Epicuro, euyas obras y argumentos no deben ni siquiera ser menciona dos (cf. 300d y 3014). Aqui los motivos son de indole sideol6gica», podrfamos decir, Mas adelante (304¢) pro hibe alos sacerdotes frecuentar los teatros y tener amis- tad con histriones, cocheros, bailarines y mimos; segura- ‘mente por la mala fama y perniciosa influencia de tales ambientes y personajes. Todo este conjunto de consejos y prohibiciones es muy interesante para conover la mentalidad de este extrafio. personaje, moralista muy de su epoca, comprometido 136 Cantos anncsn oe trigicamente en una restauracidn de un paganismo iclea- lizado, Pero hemos de volver a cenirnos a su opinién so- bre las novelas de amor, Por qué tratabra de prohibiclas? Acaso por ser licenciosas? No es eso lo que dice, ni a tal respecto es muy notable Ja licencia de las obras conservadas. Con todo, es evi dente que algunas, como la de Aquiles Tacio y la de Lon- go.conticnen mas de un pasaje de tono escabroso. (Los iraductores de hacealgunos lustros suelen destacar esos pasajes vertiéndolosal latin, como silaslenguas moder- hhas no pudieran recoger tales atrevidas expresiones 0 como sil docto latin los enjalbegase un tanto.) ¥ ¢s pra- bable que otras obras, hoy perdidas, las superaran al res- pecto, Ast, p. e., las Fenicfacas de Loliano, a juzgar por los breves fragmentos conocidos, 0 las Babilénicas de Jémblico (al que no en vano el médico Teodoro Prisciano,, hacia el 400, recomendab leer entre otras aniatoriae fa: bulae como remedio contra la impotencia). El Satirieén de Petronio y las Metamorfosis de Apuleyo no se quedan, atras en esa competencia. De las para nosotros nebulo sas Rodiaed de un tal Filipo ya advierte Focia que «sa es delas muy indecentes» (esti dé t6n pany aischron). in embargo, cn otras novelas, como las de Caritén, Je: nofonte de Ffeso o Heliodoro, encontramos una moral dad ejemplas, y nadie encontraria nada que reprocharen, cuanto a decencia de expresién y de intencién al novelista ‘enicuestin. Por el contrario, desde cierto punto de vista ‘moral, la propaganda que las novelas hacen del valor dela castidad y de la fidelidad amorosa las hace aconsejables, sobre todo para jéyenes un tanto ingenuios 0 Jectoras 10: maanticas, Otro elemento que el emperador Juliano parece no te- neren cuenta es el de la propaganda de ciertos cultos que {MOK IUEELEMPHRADOK LILANOFROMIMFALEURNOWSLAN a7 Inliteratura novelesca evoca, (Los de Isis en Jenofonte y Apuleyo, de Helios en Jenofonte y Heliodoro, de Eros en Longo.) Desde Inego, no alude para nada a su posible in- Aluencia como literatura mistérica, segdin la interpreta cidn sostenida hace aftos por K, Kerényi, R, Merkelbach yR. Petri’, Las novelas, con su happy erid, insisten a su modo en Ix idea dela Providencia divina que castiga alos ‘alos y depara un final feliz, despucs de sus sultidas pe- ripecias, a los buenos amantes, no en vano jovenes, be~ llos,castosy dolientes, Creo quel aspecto licencioso noes esencial en ka trama delanovelacréticaantigua. En ese aspectoes probable que fueran atin masatrevidaslas novelas cortas recogidasen las Milesias de Aristides (8,110. C.), el Decamerdn dela época helenistica, porque en ese tipo de relatos lo picanteylo f- nico tienen un papel més clestacado que en la trama to~ mantica y sentimental dela novela’, Ahora bien, precisamente por lo gue Juliano desacon- s¢ja leer cualquier novela es por su influencia sentimen- tal, Es algo caracteristico de este género indefinido for- malmente el impacto emocional sobre sus lectores, qu dealgtin modo quieren identificarse con los protagonis- tasdela historia romvintica y sentir con ellos pasiones que no tienen curso en su vida cotidiana y gris. Tales lecturas provocan una disposicién del alma (engignetai psyches didthesis), «despiertan las pasiones yal punto encienden tuna tremendallama». Bsas palabras expresan muy bien la sugestin emotiva de los folletines del alba romsntica ariega. Sin embargo, Juliano no admite que ese influjo tenga una funcién catdrtica benéfica (como Aristételes decia de la tragedia), ‘También san Basilio, més o menos por la misma época que Juliano, en su optisculo A los jdvenes sobre el modo de

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