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642 / Miel les sometidos y lugares de influjo s grado (como suponia en un contexto| politico el apdlogo de Jotan: Jc 9,7-20) En ese contexto se entiende la inter vencién de Caifés, el sumo sacerdote, cargada de ironia y doble sentido, cuando expone su razén politica: «Os conviene que muera un hombre por el pueblo y no que perezca todo el pue- blo» (In 11,50). Caifiis defiende el inte- rés de su grupo de sacerdotes dominantes, que él identifica, s da, con los intereses del pueblo, que ellos controlan y dirigen desde el tem- lo, en virtud del pacto de poder que ‘an hecho con los romanos. Los sacer- dotes tienen que «defender» sus intere- ses, suponiendo que concuerdan o pue- den compaginarse con los intereses de Pilato (conforme a un esquema de ley). Quieren mantener sus privilegios, tie- nen miedo de Jesus. CE. J. DetumEau, El miedo en Occidente. Si- glos XIV-XVIII, Taurus, Madrid 1989; X. Pr- KazA, Antropologia biblica, Sigueme, Sala- ‘manca 2006; H. Urs VON BALTHASAR, Teologia de la historia, Encuentro, Madrid 1992. MIEL (A leche y miel). Constituye con la leche el alimento Stimiblige dela tierra) (Prometida Forma parte de los siete alimentos* que produce la tierra de rael (Dt 8,7-10), aunque en ese pasaje parece referirse a la miel o dulce de da- tiles, mAs que a la miel de las abej En el judaismo posterior, la miel se ha tomado como alimento discutido, por su posible impureza, porque en el caso de que no esté bien preparada puede contener alas o restos de abejas muer- tas, lo que hace que sea impura. Por eso, el hecho de que Juan* Bautista co ma saltamontes y miel silvestre (Mc 1,6) esta indicando que no acepta las normas de pureza que empezaban a defender los maestros del rabinato. De todas formas, la tradicién israelita antigua, que define a Palestina como tierra que mana leche y miel, no ha podido considerar a la miel como im- ura, sino como un Por otra parte, una tradicion judia de tipo helenista (cf. libro de José* y Asenet) y la cristiana (muchos mani critos de Le 24,42) aluden a la miel no sdlo como que esta vinculado a de iniciacién y pascu: MIGUEL (A dngeles, arcangeles). Uno de \ arcngeles del libro de 1 Henoc*, en- cargado de vencer a los angeles vigilan- tes caidos. Cumple una funci6n impor tante en el libro de Daniel* donde aparece como uno de los principes ce- lestes que ayuda a los israelitas, m: atin, como el angel protector o principe de Israel (Dn 10,13.21). Daniel espera todavia y promete su intervencién deci- «Enton- siva para los tiempos finale: ces se levantara Miguel, el arcangel que se ocupa de tu pueblo. Sern tiempos dificiles, como no los hubo desde que hubo naciones hasta ahora. Entonces se salvara tu pueblo: todos los inscrit en el Libro. Muchos de los que durmie- ron en el polvo despertaran: unos para Ja vida eterna, otros para la ignominia eterna. Los Maestros brillaran como brilla el firmamento, y los que mantie- nen mis palabras como Estrellas para siempre» (Dn 12,1-3). Judas 1,9 recoge una tradici6n apécrifa (de la Asuncion de Moisés) en la que se decfa que Mi- guel disputé contra el diablo, pero la tradicion mas importante del Nuevo Testamento sobre Miguel la recoge el Apocalipsis: «Después hubo una gran batalla en el cielo: Miguel y sus angeles luchaban contra el Dragon; y luchaban el Dragon y sus Angeles, pero no preva- lecieron, ni se hallo ya lugar para ellos en el cielo» (Ap 12,7-8). El Dragon y Miguel aparecen asi frente a frente, en- tablando el combate del fin de los tiem- pos, conforme a la vision apocaliptica judia de Dn 12. Pero lo que aqui se dice en forma de batalla angelica (angélico- demonjaca) se interpreta en el conjun- to del Apocalipsis (y ya en Ap 12,10-12) como lucha de Cristo-Cordero y de sus fieles en contra del Dragén. Sea como fuere, Miguel viene a convertirse en simbolo del poder de Dios, expresado a través del Cordero degollado. Se supo- ne que es el guerrero de Dios, encarga- do de establecer su justicia sobre el mundo; es légico que, desde esta pers: pectiva, las representaciones cristian: le presenten con la espada, luchando contra los enemigos de Dios o con la balanza, pesando las acciones de | hombres para el juicio.

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