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Chaim Perelman El imperio retorico Retérica y argumentacion ‘Traduedion de Adalfa Lesn Gémea Gitmo nescence SRA A Primeca edivin en franeést LEimpire Ritoriqus Ricearique t Argumenteron * Librsrie Philosophique J. Vin, Paris, 1977 Primera ecieién en castellanu, fbero de 197 © Eaitoriel Norma s., 1987 Apartado 52550 Suntafé de Doyotd, Colombia Foxoprate de euierta de Vitor Rbledo Inmpreso en Colombia por Canfrophice S.A. Imps digital Prine ia Colonic Probie ta repraduceion tomas pare por eualgaier medi sin pernise sera dela atari = 27008003 Isovsss.08s2259 sta edicin cons con el apoyo del “Ministerio de Relciones Extertres de Francia, cONTENIDO Tutrodueciin 9 caritu.ot Légica, dialéctica, filosofia y retériea 19 capituLo 1 La argumentacién, el orador y su auditorio caeiruLo tit Las premisas de la argumentacién 43 capiruto tv Seleceién, presencia y presentacién 3/ capiruLo v Significacién e interpretacién de los datos 87 Las técnices argumentativas 75 carituto vit Los argumentos cuasilégicos 81 1. Contadiecin eincompaiitidal 82 2, Wentidad,definicin, analiiidad y auroogis 80 5. La rola de justia y lo eeciprcidail 98 4, Angumtentos Ge wansicvidad, de imeusion y de division 101 5. Los pesos y melds, y las probobilidades 107 carituto vit Los argumentos basados sobre la estructura de lo real 113 L Lop nesorde sucesién 113 28 3, ELexo simblco, as dablesjerarquias, les diferencias de orden 130, 2, Las nesas dle eoexisencin earfruco ix La argumentacién por el ejemplo, 1. La argamentacin por ol eempla 143, 2.Lailuseracidn 1 3. Elmodelo y elamtimedele 4s caviruto © Anologia y metal captruto xt Las diguciuciunes de las noctones 167 caerruto xt Amplitud de le argumentacién y fuorza de los antumentos 183, cariruco xu Elorden de los argumentos en el discurso 193 caPrTULa SIV El imperio retsrico 201 Bibliografia 213 INTRODUCCION El hombre culto del siglo xx, para quien la palabra “retéri- ca” evoca palabras vacias y floridas, figuras con nombres extraitos e incomprensibles, podria preguntarse -no sin razén- por qué un fildsofo, sobre todo un légico, experi- menta la necesidad de asociar argumentacién y retérica, En Francia, hace un siglo, ésta se ensefiaba en la clase que Teva su numlie, peru después fue eliminads de lus progra- mas porque careefa de todo valor educative. Personalmente, mi breve contacto con la retérica, hace casi cincuenta afios pues en esta época su ensefianza era atin obligatoria en Bélgica-, consistié en el estudio de un ‘pequefio manual que mezclaba el estudio del silogismo con el de las figuras de estilo. Durante mis estudios de filosofia nadie me hablé de retdrica mds que en términos peyorati- vos y sabia que, en algunos de sus Didlagas, Platén atacaba los sofistas y a los maestros de retérica porque estaban ‘més preocupados por halagar a sus auditores que de ense- far la verdad, tan querida por Sécrates. Por otra parte, el término “retdrica” estd ausente del Vocabulario filosdfico de Lalande, lo que indica claramente que, cn su opinién, éste no presenta ningtin interés para el fildsofo. Sin embar- 0, si debo insistir en el papel de 1a retdrica, es porque mis investigaciones me han convencido de la importancia de ‘esta disciplina para el pensamiento contemporaneo. 10 sLimverro neréxico pejar una regla de justicia formal segin la cual “los seres de una misma categoria esencial deben ser tratados de la misma manera”. Pero, gcémo distinguir lo que es esencial de lo que no lo es, lo que importa de lo que es desechable? Me daba cuenta muy bien de que esta distincién no podia hacerse sin recurrir a juicios de valor, que en esta época me parecian perfectamente arbitrarios y l6gicamente inde- terminados* Cémo se puede razonar sobre valores? zExisten méto- dos, racionalmente aceptables, que permitan preferir el bien al mal, la justicia a la injueticia, la democracia a la dic- tadura? La respuesta escéptica de los positivistas me habia dejado insatisfecho, Me puse a buscar una légica de los ju clos de valor. La obra de Goblot aparecida en 1927 bajo el titulo Logique des jugements de valeur, no me parecia que tratara de una manera satisfactoria sino los juicios de valot derivados, aquellos que aprecian los medios o los obstécu- los en comparacién con su fin, es decir, los juicios teeno- l6gicos; pero no presentaba ningiin razonamiento que Justificara la preferencia a tal fin més que a otto. Ahora bien, en ausencia de técnicas de razonamiento aceptables, referentes @ los fines, Is filosofia préctica deberia renun- ciar a su objeto tradicional -la busqueda de la sabiduria-, guiando la accién por la rezén; y Ia flusofia mural, la flo sofia politica y la filosofia del derecho no podrian desarro- arse como disciplinas serias. Bs, pues, a esta conclusién "Ci "De a Justia™ en facet Ration, Bdlons ide LUniversi de Bruxelles, 1972, pég. 26 (reimpresién de un estudio aparecide en 1985 Amat’ Sole, Neve Sve Unies Lie de Bre les, Institut de Socologie Solvay, Brus, office de publ, 1948 (uel A) —_ pase 198) Fate estudio ha sido pulled un espaol como Del jest Ce tod slo nts, Unive Nacional Anam de «0, Colccin Cuadernos, N* 14, 1961, pag. 7 la traduccion ee Luis Recaséns Siches, (N. del T.) me * 2. Mid, pi. 75. Ineroducciin = 11 a la que habian Megado los positivistas, para los cusles Jos juicios de valor no tenjan ningiin valor cognoscitivo, ningkin sentido verificable, Pero entonces, 0 sus propios razonamientos, que conducisn a la condena de la filosofia préctica, estaban igualmente desprovistos de valor, o bien, si se les admitia, ellos testimoniaban que se podian justifi- car filos6ficamente conclusiones cue tenian una importan- cia préctica. No podia resignarmea su conclusiéa, a la vez paraddjica y desesperada para un fildsofo, tanto més cuan- to pareefa admitido que nn se puede fundar un juicio de valor dnnicamente sobre juicios de hecho. gLos juricios de valor primitivos, los principios de la moral y de toda con- ducta, serfan puramente irracionales, expresién de nues- tras tradiciones, de nuestros prejuicios y de nuestras pasinnes? En caso de desacuerdo, gsdlo la violencia seria capaz de zanjar los conflictos y le razén del mas fuerte se- ria la mejor? O gexiste una ligica de los juicios de valor, y desde esta hipétesis, cémo constituirla? Decidi consagrarme a esta tarea y para llevazla a cabo traté de imitar al légico Gottlob Frege, de quien habia estu- diado sus trabajos y que hace més de un siglo se habia planteado una cuestién andloga, a propésito de la légica utilizada por los mateméticos. Para despejar ésta, analiz6 como con un microscopiu (udas las wpezaciuues que persni- ten a los matemiticos demostrar sus teoremas. El resulta- do de estos andlisis fue Ia renovacién de la logica formal, concebida como una légica operatoria, que permite eélcu- los, y no una Idgica de clasificac:én como la légica elésica de Aristételes. zAcaso no seria gosible retomar estos mis- mos métodos, aplicdndolos esta vez a textos que tratan de hacer prevalecer un valor, una regla, que tratan de mostrar que tal accién o tal decisidn es preferible a tal otra? Al ana- lizar los escritos de moralistas y de politicos, oradores que preconizan tal linea de conducta, articulos de fondo en los periddicos, justificaciones de toda especie, gno seria posi 12 evimperio rerorico ble despejar esta logica de los juicios de valor, cuya ausen- cia se hace sentir tan cruelmente? — Este trabajo, de gia euvergadura emprendido con lat sefiora L. Olbrechts-Tyteca, nos conduje a conclusiones completamente inesperadas y que han constituido para nosotros una revelacién, a saber, que no existia una ldgica especitica de los juicios de valor, sino que io que nosotros busedbamos habia sido desarrollado en una disciplina muy antigua, actualmente olvidada y despreciada: la retérica, el _Bntiguo arte de persuadir y convencer, Esta revelacién se 20 produjo con ocasidn de la lectura del libro de Jean Faublan Les Meurs de Tarbes. El autor publica alli, como apéndice, extractos de la retérica de Brunetto Latini, el maestro de Dante, De este texto nos fue ficil remontarnos ala retérica de Aristételes y a toda la tradici6n greco-latina —~ dela retériea y de los tépicos". Constatamus que en los do- minios donde se trata de establecer lo que es preferible, 1o que es aceptable y razonable, los razonamientos no son ni deducciones formalmente correctas ni inducciones que van de lo particular a lo general, sino argumentaciones de toda especie que pretenden ganar Ia adhesién de los espiri- tus a las tesis que se presentan a su asentimiento, Esta técnica del discurso persuasivo, indispensable para la discusién previa a toda toma de decisién reflexiva, los antiguos la habfan desarrollado ampliamente como la ‘técnica por excelencia, la de obrar sobre los otros hombres por medio del lagos, término que designa de una manera equivoca, ala vez, Ia palabra y la ranén. —* Es asf como yo romprendia la rivalidad que opuso, du- vanis coda ia aniigiiedad grecoJatina, los retdricos a los fildsofos. Unos y otros pretenden tener derecho de formar 4 la juventud; el filésofo preconiza la investigacién de la i. L. Olbrechts-Tytecu, “Rencontre avee la thétorique”, en La ‘Thoriede Vargumentacion, Lovainn, Nauweluerts, 1963, pads. niroduecién 13 verdad y la vida contemplativa, los retéricos, al contrario, acuerdan el primadbo a la téonica de influir en los hombres por la palabra, esencial en la vida activa y, especialmente, en la politica’ Cémo puede suceder que esta técnica del discurso per suasivo haya desaparecido de nuestro horizonte intelec- tual y que Ia ret6rica llamada cldsica, que 2c opone a la ret6rica antigua, se hubiese reducido a una retdrica de figuras que se consagra a la clasificacién de las diversas maneras como se puede ornar el estilo? Ya en la antigiiedad, algunos retdricos se habian espe- cializado en la declamacién y en las exhibiciones literarias sin Hegar muy lejos y los fildsofos, como Bpieteto, no esca- ~ timaron sus burlas: “Y este arte de decir y de ornar nues- tro lenguaje, si hay ahi un arte particular, qué hace él Giferente, cuando nos proponemos enfrentar un tenia, sino el de embellecer y onganizar nuestro lenguaje como un peinador lo hace con une cabellera?” eCémo es posible que mientras los grandes autores, tu- Jes enma Aristiteles, Cicerén y Quintiliana, han consagea- do a la retérica -como arte de persuadir~ obras notables, la retdrica clisica se haya limitado al estudio de las figuras de estilo, que las obras de ret6rica, las més conocidas en Fran- cia en el siglo xvi y xix, fuesen las de Dumarseis (Des ” tropos ou des différents sews dans les quels on peut prendre wn méme mot dans une méme langue, 1730) y de Fontanier (aparecidas en 1821 y 1827 y reeditadas en 1969 por G. Genette bajo el titulo Les figures du discours), que no vetan on la retérica sino ornamento y antificiu? Bsta perspective hha valido a la retériea clisica el odio de los roménticos i “Rhétorique et philasophie” en Chaim Perelman, Le champ ‘de Vrarqumentation, ditions de PUniversié de Bruxallee, 1070, page 219.991 ei » 5. Bpicteto, Euireriens, L. , xxm, 14, en “Les Stoiciens", tradue cin de E, Bréhier, Plsinde, pig. 950. 14 ELIMPeRio RETORICO (“guerraa la ret6rica, paz. la gramética”) y el desprecio de nuestros contempordneos, amantes de la simplicidad y de lo natural. ¢Cémo creer que la rehabilitacién de la retérica, que una nueva retérica, pueda limitarse a la clasificacién de la retérica de las figuras, para “renovar la empresa esentcial- mente taxonémica de la retérica cisica"?® Roland Barthes, que no ve en la retérica antigua sino tun objeto histérico, es decir, actualmente superado, afir- ma, sin embargo, que es un contrasentido limitar la re- torica a las figuras’. Em el mismo ntimero de la revista Communications Gérard Genette, se rebela contra esta teu- dencia a la cual él mismo ha contribuido con sus propios trabajos. Considera st exposicidn como una forma de autocritica, en un notable articulo “Le Rhétorique res- treinte”, y del que me permito citar este extracto, bastante largo pero significativo: El afio 1969-1970 ha visto aparecer; cosi simultsineamen- te, tres textos de amplitud desigual pero cuyos titulos con- cuerdan de una manera sintomdtica. Se trata de La retdrica general, del grupo de Lieja, del que se sabe que el titulo inicial era Retérica generalisada; el articulo de Michel Deguy, “Por una tworfa de la figure generalizada”, y el de Jacques Sojcher, “Le motdfora gencralizeda, .etGuica, figura, metdfora”. Bajo Ta cubierta denegativa 0 compensatoria de una generalizacién pseudo-einsteiniana, he trazado aqui en sus principales etapas el recorrido, aproximadamente hist6rico, de una disci- plina que no ha cesarin en el ets de los sigloe de ver eatre chado, como piel de zapa, el campo de su competencia o, por Jo menos de su accidn. La retdrica de Aristételes no queria 6.CEB Ricoeur, La midtaphore vive, Paris, Scull, 1075, pa. 273. [Ca metafora viva, Pdiciones Megépolis, Buenos Aires, 1977.) 7. R. Barthes, “Lianeienne rhétorique”, en Communications, 16, Paris, 1970, pay. 223, 8. bid, pag. 158, nota 4, Inerodueciin. 15 ser “general” (atin menos, “generalizoda”); ella era, y lo era en la amplitud de su mira, sélo una teorfa donde las figuras rho merecian todavia ninguna mencién particular; sélo algu- nas peiginas sobre la comparacién y la metéfora en un libro (de tres) consagrado al estilo y a la composicién, territorio exiguo, cantén perdido en la inmensidad de un imperio. Hoy lamamos retérica general a lo que, de hecho, ¢s wn tratado de figuras. Y si hemos tenido que generalizar tanto, evidente- mente es por haber restringido demasiado. De Ccrax a nues- tros dias, la historia de ta reté-iea es la de una restriccién aenerelisui, oes aparentemente desde el somionen dela Bad Met, cuando comienza a deshacerse el equilibrio propio a la retéri- ca antigua, del que testimonian las obras de porque es la encarnacién de lo verdadero, del bien y ce lo justo? gBs preciso, tomando a Dios como modelo, decidir que una conducta es sabia y justa porque es divina, 0 al contrario, en la medida en que un comportamiento es va- lorizado, atribuirle a Dios que no puede obrar mal? Es ast como Descartes no duda en afirmar que: “para conocer la naturaleza de Dios, tanto como la mia la permite, sélo ten- go que considerar, de todas las cosas de las que tengo una idea, si es o no una perfeccién poseerlas y estaba seguro qué ninguna de aquellas que marceban alguna imperfec- cién se encuentran en él, pero que todas las demas en él se encuentran” Los razonamientos fundades scbre valores concretos parecen caracteristicos de sociedsdes conservadoras. Al contrario, los valores que sirven més fécilmente a la criti- ca, estarfan ligados a la justificacidn del cambio, al espirita tevolucionario. René Descartes, Disconrs dela méthode 4a, parte, 52 ELIMPERIO RETORICO Al lado de los valores, la argumentacién se apoya sobre Jerarquias tanto concretas como abstractas, homogéneas 0 heterogéneas. Muchos razonamientos parten de la idea de que los hombres son superiores a los animales, y los dioses a los hombres, Para Scheler, los valores pueden jerarquizarse, segtin sus soportes: los valores relatives a las personas son superiores a Tos relativos a las cosas Al lado de las jerarquias concretas, como los ejemplos gue acabo de dar, otras se refieren a valores abstractos, Como por ejemple: la superioridad de lo justo sobre lo vitil, Un principio abstracto, tal como la superioridad de la cau, sa sobre el efecto, puede establecer una jerarquia entre un gran nimero de realidades concretas. La superioridad de {o uno sobre lo miiltiple subtiende toda la ontologia de Plotino, Mientras que las jerarquias heterngéneas ponen en relacién valoves diferentes (“el respeto de la vesciad es Superior a la amistad de Plat6n”), tas jerarquias homogé- neas.son aquellas que se basan sobre la cantidad: tendrd referencia le cantidad més grande de un valor positivo y, simétricamente, ua cuntidad mas pequefia de un valor negativo (tn dolor més débil, debe ser preferido cuando se Je compara con un dolor o un mal mas grandes) Mientras que lo que se opone a lo real y alo verdadero, Ro puede ser sino apariencia, ilusién o error, el cuullicio de valores no conileva necesariamente a la descalificacién del valor sacrificado. Al contrario, es porque uno quiere lo ne sacrifica, por lo que el sacrificio es doloroso; un menor valor siempre petmuizzr* un valor, a pesar de todo. Por ultimo, yendo hasta lo que isay de mds general, se llega al dominio de los valores, a los lugares de lo preferi. ble, que juegan un papel andlogo al de las presunciones 15. CE. Max Scheles, Le formulisone en dhiqua, tad, de Mi Gam Gillag, Paris, Gallimard, 1955, pag. 121. i ' i i i i i | | Las prenisas 53, de league Podemos distinguir en este punto, lo que los antiguos y, es- pecialmente Aristételes, calificaban de lugares comunes y de lugares especilicus (wpui)”" ttt Sin embargo, para el estudio de los lugazes nos Himitare- mos a los lugares de Jo preferible que Aristételes examina entre los lugares del aecidente". Los lugares comunes sort afirmaciones muy generales referentes a In que presumi- Dlemente vale més en algtin dominio, mientras que los Ingares especificos se refieren a lo que es preferible en do- minios particulares. : Cuando se dice: que lo que aprovecha al mayor mimero, 1o que es mas durable y itl en las situaciones més variadas es preferible a lo que no aprovecha sino a un pequeio ni ‘ero, es mas frgil 0 no sirve sino en situaciones particu- lares, se enuncia un lugar de la cautidad. Se enunciard un lugar de Ja cuclidad si se da como razén de preferir alguna cosa, el hecho de que es vinica, rara, irremplazable, que es una oeasién que no se produciré mas: carpe diem. Es un ugar que favorece la elite mas que la masa, lo excepcional mis que lo normal, que aprecia lo que es dificil, lo que hay que hacer en el momento preciso, la urgencia, Los lugares de la cantidad caracterizan el espiritu cldsico, los de la cua- lidad el espfritu roméntico'®, a vedo de los Iugeres de la cantidad y de la cualided, que son Tos miis usuales, encontramos en nuestra cultura el recurso a los lugares del orden (Ia superioridad de lo an- terior sobre lo posterior, de la causa sobre la consecuen- sia), Ingares de lo existente (que afirmain la superioridad de lo que es sobre To que os simplemente porible), lugaroe de Ia esencia, que conceden wna superioridad a los indivi- duos que representan mejor la esencia del género, lugares tees, Renan, 1958, 12 ibteles, Retr, 9620-1969, Topas, W649. 16. Cl, nuestto ensayo “Clissicisme et romantisme dans Vargu- sentation” en Le champ deargumentarion, pi. 387-06 54° EL impenio aerorico Ge la persona, que implican la superioridad de lo que esta ligado a la dignidad y a la autonomia de la persona Mustromos el lugar ee la esencia con dos ejemplos. Se conocen estos versos de Marot a Francisco i: Rey mis que Marte de honor rodeado, Rey el més rey, que alguna ver fue coronado. Froust utiliza el mismo procedimiento para valorizar a Ja duquesa de Guermantes: la duquesa de Guermantes, para decir la verdad, a fuerza de ser Guermantes, se volvia algo més y algo més agradable”™, En cuanto al lugar de la autonomia, es el que permite a Pascal condenar la diversi¢: Acoso no se es tox cuando se goua de In diversién? No, pues viene de otra paste y de afuera... Para terminar este capitulo, debemos atin Hamar la ateneién sobre acuerdos propios « ciertas argumentacio. hes que se deben, ora al tipo de auditorios a los cuales se dirige, ora al desarrollo mismo de la discusién, Cuando uno se dirige a grupos que presuntamente ad- hieren por su profesién o su profesién de fe, a cicrtas tesis, elautor tiene derecho de contar con la adhesién a éstas; os asi como el abogato puede contar con el hecho de que el Juez presumiblemente respeta 1a legislacién del pais, 0 cualquier otra norma legal, cualquiera sea su origen, desde que ella se reconoce por la jurisprudencia. Un sabio al diri- firse a sus colegas, puede suponer que ellos adhieren a lo que hace parte del Cuerpo reconocido de su disciplina; de 17. Proust, A la recherche du temps perdu, t 8, be ched de Guo ‘anes, Pars, Gallimard, 1946 - 1947, pig. 74 16, Pascal, Pensées, 216, en L’Oewvre, pliade, pig, 884. ir crite de ta saguomenteni la misma manera el sacerdote predicando en el seno de la iglesia, puede admitir que los fieles zeconocerdn la autori- dad de las Sagradas Escrituras. En un didlogo, quien argumenta puede asegurarse, a medida que avanza, de la adhesin de su interlocutor a los eslabones del razonamiento; es a esta técnica 2 la que hace alusién Sécrates en sus discusiones con Calicles: He aqui una cuestin regulac; cada vex que estamos de acuerdo sobre un punto, este punto serd considerado como suficientemente seeptado pur una y otza perte, sin que haya Iugar de reexaminarlo. Ti no puedes aceptérmelo por falta de ciencia, ni por exceso de timid, y tino podefas al hacer- Jo, querer engefiarme, pues ti eres mi amigo, dices ti Vemos cémo Sécrates, asegucdndose del acuerde ex- Dieta de su interlocutor, puede avansar en ou dslogo y poner a su adverserio en una situacién embarazosa, le- vandolo a contracecirse; es esa la caracteristica de la ironia serge Séerates no se contenta con la adhesién, él quiere mds, pues concluye su propésito diciendo a Calicles: Nuestiv acueidy, pur vonsifuiente, probaré realmente ‘ue hemos aleanzade la verdad. Sacando, del hecho de que los dos estén de acuerdo sobre una tesis, esta conclusién tin poen rfpida de que la tesis es verdadera, Sécrates trata de mostrar que a no sé contenta con Ia adhesin a la que aspira el retérico, sino que quiere aleanzar la verdad, ambicidn del fldsofo, Pero esto se da al precio de una generalizacién, sujeta acaucidn, 18, Platén, Gorgias, 487 de. 20 Hid, 36 EL mipprio RETORICO a saber, que su acuerdo no es sino la expresin de una ver- dad objetive y por lo mismo del acuerdo del auditorio uni- versal CAPITULO IV Seleccion, presencia y presentacion Las concepciones modernas de la demostracién que bus- can un rigor ereciente, han legado a concebir la prueba como relativa a un sistema en el cual todos los elementos se formulan explicitamente, y se presenta, por este mismo hecho, como aislado del pensamiento global. Es, por otra parte, este esfuerzo de tormalizacién y aislamiento el que hhace que el sistema sea mecanizable y permite una mé- quina caleular 0 un computador cjceutar corrcelamente las operaciones prescritas sin intervencién del pensamien- to humano. Al contrario, la argumentacién se inserta en un pensamiento cuyos diversos elementos son solidarios Jos tos con los otros. Se han tratado de sistematizar, para hacerlas mds rigu- 10sas, algunas ramas de disciplinas no formales, tales como Je fisica 0 el derecho. Estas tentativas han podido tener éxito en la medida en que hacen corresponder férmulas abstractas a situaciones coneretas y en la medida en que no han chocado con experiencias que contradigan las previsiones, con situaciones imprevistas que escapan al esquema preestablecido, Para adaptar el sistema a la expe- riencia, para flexibilizar las férmulas utilizadas, estamos obligados a recurrir a la argumentacién y, como conse- cuencia, a reinsertar cl sistema en el conjunto de nuestros conocimientos y de nusstras aspiraciones, a restsblecer el contacto entre el dominio que queriamos aislar y el con- Junto de nuestras creencias y de nuestras convicciones. Este conjunto més o menos claborado, mds 0 menos flui- 38° EL INPERto ReTORICO do, corresponde a une visién global, sea de sentido comtin o filoséficamente mas elaborada. Es n tal conjunto de las tesis admitidas por su audito- rio, donde ol oradar que arguinenta deberd escoger sus Premisas: deberé inevitablemente proceder a una selec- cién, Toda argumentacién implica una seleccién previa, se- leccidn de hechos y de valores, su descripcién de una ma. nore particular, en algin lenguaje y con una intensidad ue varla segiin la importancia que se les otorgue. Selec- cidn de elementos, seleccidn de un mado de descripeién 0 ce presentacién, juicio de valor o de importancia, Todos estos elementos se consideran de una manera tanto mds Justificada como manifestacién de una toma de partido, cuanto mds netamente se ve que otra escogencia, otra pre: sentaciGn u otro juicio de valor podria oponérsele. Una afirmacién y una presentacidn que a primera vista parece objetiva e imparcial, manifiesta su cardcter voluntaria o involunteriamente tendencioso, cuando se la confronta Con otros testimonios en seutido opuesto. El pluralismo aguza el sentido critico. Hs gracias a la intervencién siem. Pre renovada de los otros, como se puede distinguir mejor, hasta nueva orden, lo subjetivo de fo objetivo! Es éste el ctiterio que permite a Kant distinguir la pos suasi6n de la conviccién, como una creencia que no tiene sino un fundamento subjetivo de aquella cuyo fundamen. to ¢s objetivo; pero agrega Kant: “La persuasién no puede, en verdad, distinguirse subjetivamente de Ia conviccién, si en el sujeto no se presenta la creencia sino cotno un simple fenmeno de su propio espiritu; pero el ensayo que se hace Sobre el entendimiento de los demés, de los principios que Aick Ca. Berelman, *A propos de Vobjectivitg de Mnformation™, gn Pablics ct techniques de ta difusion collective, Bd. de VUuversite de Bruxelles, 1970, pigs. 81-88, Selec, 59) preencta y presencia son vilidos para nosotros, para ver si producen exacta- mente sobre una razén extra el mismo efecto que sobre el nuestro, es un medio que, a pesar de ser solamente sub- Jetivo, sirve no solo para producir la convicién, sino tam- bign para descubrir el valor particular del juicio, es deci, lo que no es en si sino simple persuasién”®, ; Esta reilexién de Kant recuerda el discurso de Séorates a Calicles® y puede ser sometida a la misma critica. En efecto, si el desacuerdo de otro que parece tan calificado como nosotros, subraya In subjetividad de muestra opi- nidn, 0 por lo mons el hecho de que ella no sc impone a tors, el acuerdo de los demés no basta para garantizar la objetividad, o por lo menos la universalidad, pues puede suceder que no se trate sino de una opinién comin a un medio 0 a una época. El test de la objetividad y de la uni- versalidad debe, por consiguiente, renovarse constante- mente. El resultado, aun favorable, no establece sino una presuncién y no una necesidad o unaevidencia, La escogencia de ciertos elementos que uno retiene y que presenta en un discurso, los pone en el primer plano de la conciencia y por este hecho les da una presencia que impide olvidarlos. ; ; Un relato chino contado por Mencius, testimonia del efecto de la preseuia: Un rey ve pasar un buey que debe ser sacrificado. Tiene compasién de él y ordena que se le cambie por un cordero. Confiesa que esto ha pasado porque é1 veia al buey y no al cordero', 60 EL IMPERto RETORICO La presencia obra de una manera directa sobre uuestra Sensibilidad; y efectivamente, le presentacién de un objeto, tal como la tiinica ensangrentada ile Julio César blandit, Por Antonio, o la de los hijos de la victim o del acusado, puede conmover a los auditores, 9 a los miembros de an Jurado; pero la presencia efectiva ofreve tumbién inconve. nientes, pues no sélo puede distract a los auditores, sino que puede conducirlos en otra direccién distinta a la de. seade por el orador. Es por esto por lo cual los consejos de algunos maestros de retérica, que preconizan recurrir u tealidades corporales para conmover al auditorio, no de- ben seguirse siempre Pero hay mas, La técnicas de presentacién, ereadoras de Presencia son esenciales sobre todo cuando se trata de evo- car realidades lejanas en el tieinpo y en el espacia. Ee por esto que es importante no identiticar la presenrin, val coma {8 conecbinos, yue es presencia a I conciencia, con una Dresentacién efectiva, El recurso a los efectos del lenguaje y &su capacidad de evocacin, es el que establece la transi. cign entre la retérica como urte de persuadir y la retdrica como téenica de expresién literaria, Sila retdrica, seyiin Lord Bacon, es el arte “de aplicar la razén a la imaginacién Para mover mejor la voluntad”, es sobre toda porque ella combate la influencia de lo que nos rodea sobre nuestra sensibilidad: Fl sentimiento considera sobre todo lo presente, la razén considera Jo pur «cir y la serie del tiempo; y a causa de eso, Jo presente que llena ms la imagmacién, la razén es general. mente vencida; pero después que le fuerza de laelocueniin y Ge la persuasisn han hecho aparecer cosas alejadas y fturas ‘como presentes, entonces la razén gana su terreno sobre la revuelta de la imaginacién * Seesciin, 61 proneingy preeaiiaclin Georges Campbell, infuido por el asociacionismo de Hume, ha consagrado en su Philosophy of Rhetoric (1778), argos desarrollos a las condiciones de tiempo, de hgar, de conexidn y de interés personal por las cuales un aconteci miiento nos afecta y esti presente en nuestro coneiencia; pero el esfuerz0 del orador es meritorio cuando obiiene, Eracias a su talento de presentacién. que los acontecimien- tos que, sin su intervencién imbieran sido olvidados, He guen a ocupar el centro de nuestra atencidn: lo que esté presente para nosotros se encuentra en el primer plano de la conciencia y se vuelve importante, Por otra parte, por un curioso etecto psicol6gico, fo que pierde en importanci, se vuelve, por ese mismo hecho, abstracto, casi inexistente Algunos escritores, tales como: Spender y Kistler, han observado la forma como los hombres perciben la realidad de sma manera influencieda por sue compromisos centi- mentales 0 politicos. He aquf, con relacidn a este punto, la observacién de Stephen Spender: Casi todos los seres humanos tienen una aprehensién muy intermitente de la realidad; s6lo un pequefio niimero de cosas que ilustran sus propios intereses son reales para ellos, las otras que, de hecho, son ton reales también, se les apare- cen como abstracciones... Vuestros amigos, porque son vues- tos allados, son verdaderos seres humonos... vuestros adversarios no son sino molesias tesis, poco rezonables, i Stiles y cuyas vides no son sino folsos juicios que vos desea- riais borrar con una bala de plom Ellazo que se establece entre la presencia de ciertos ele- mentos en la conciencia y la importancis que se les otorga, ha permitido no ver en la ret6rica sino el arte de crear esta 5, Lord F. Bacon, Of rhe Advancement of Learning, Oxford Univer. sity Press, 18d libra , pégs. 158-157, 6. Cf. The God that Failed, 2d. por Crossma 259/354, citada en T A, pig, 159. London, 1950, pigs. 62 EL imperro RETGRICO presencia gracias a las técnicas de presentacién. Richard Weaver, en un diseurso considerado como un clisico de la teoria retérica americana ha podido decir: “Ia retdrica, glo- balmente considerada, es un arte de énfasis”. El orador no debe, como el Idgico, enumerar todos los eslabones de $11 razonamiento: puede dejar premisas so- breentendidas que todo e! mundo conoce; de donde vione la definicién aristotélica del entimema como silogismo re- térico*, Sin embargo, es indudable que para crear la pre- sencia, es itil insistir ampliamente sobre ciertos elementos que no son cudosos: prolongando Ia atencién que se les otorga, se aumenta su presencia en la conciencia de sus auditorest; sélo extendiéndose sobre un tema se crea la emocién buscada" Se ha recomendado, por los maestros de retérica para este efecto, diversas técnicas. La insistencia puede resultar de la repeticisn, de la acumulacién de detalles, de la acen- tuacién de ciertos pasajes; se tratard un tema primero de una manera sintética, Iuego por la enuuneracisn de las pa tes. He aquf como Fléchier, en su oracién hinebre de En que de la Tour d’Auvergne, vizconde de Turena, describe las reacciones provocadas por la muerte del mariscal: Cantos eucpires, eudntas quejas, cusulus elogios resue- nian en las ciudades, en el campo! El uno viendo crecer sus rieses, bendice la memoria de aquel que... El otro le desea una etema paz, a aquel que. Aqui se ofrece el sacrificio ado- rable de Jesuctisto, por ol alma de aquel que... All se le cole bra una pompa fiinebre. Asf todo el reino llora la muerte de su defensor...! T.C.R Weaver, en R. Johannsen, Contem- porary Theorir of Rhetoric, NS, Harper and Rove, 1370, pag, 173. 8. Atistoteles, Revérica, L. 1, 19578. 3.T.A, pig. 194, 10. CE. Vieo, Delle insta ITA, pags. 195-198, mi orator, pai. 87. Selecein, OB Esta técnica para desarrollar un tema recibi6, en la teo- ria retdrica, el nombre de amplificacién. Se trata de una figura de retdrica que utiliza, para crear la presencia, la di visién de un todo en sus partes, de la que hablaremos mas adelante como esquema argumentativo, En otra figura, la congéries, se comienza por enumerar las partes y se termina por una sintesis. He aqué un ejem- plo tomado de Vico: “Tus ojos estan formaclos para la des- vergiienza, la cara para la audacia, le lengua para los perjurios, el vientre para la glotoneria, los pies para la hui- da, pucs thi eres toda maldad”! De la misma manera en la sitonimia o metdbole, se repi- te la misma idea con ayuda de palabras diferentes, queipa recen reetificar el pensamient> en un sentido dado, tal: como en este pasaje del Cid de Corneille: “Ve, corre, vuela y vénganos”™, Mientras que le repeticién de una misma palabra expre~ sa simplemente la insistencia, la metdbole refuerza esta in~ sistencia acentuando tal o cual aspecto. Un efecto andlogo, puede ser obtenido por endlage de tiempo, donde reempla: zando el futuro por el presente, se realiza un efecto de pre- sencia marcado: “si tt hablas, estds muerto”” Estos ejemplos de figuras retdricas, nos permiten insis- tir sulue las relaciones de las figuras con la teoria de la ar- gumentacién, Es normal, en efecto, y hemos llamado la atencién so- bre este hecho en el, prélogo, que uno se sirva de maneras de hablar que estén fuera de lo ordinario con el fin de crear Ja persuasién. Es asi como la Hipotiposis es la figura que, segiin la Retérica dz Herennio, “expone las cosas de una manera tal que el asunto parece desarrollarse y la cosa su- ceder frente a nuestros ojos". 12, Delle instinesion oratorie, pig 81, citado en T:A., pa 237. 13. TA, p.238. VL. Retérica le Herennio, L.wv, 84 EL warerio aeronivo Para que haya figura, es preciso que uno se encuentre frente a una manera de habler que no es ordinaria y cuya forma sea discernihle por una estructura particular, Es ast como la repeticién constituird una figura en la medida en que ella no es requerida por el hecho ce que nuestro in- terlocutor no nos ha entendido, La interrogacién seré una figura, cuando es puramente oratoria, pues el orador co- noce ta respuesta a la pregunta. De I misma manera, la prolepsis es una figura titil cuando el orador presenta obje- cicnes a las cuales se apura a responder inmediatamente. Una figura es argumentativa si su empleo, que conduce aun cambio de perspeviiva, parece normal con telacidn a a nueva situacidn asi sugerida. Al contrario, si el discurso no logra la adhesién del auditor, la figura seré percibida como ornamento, como figura de estilo que permanece ineficaz en tanto medio de persuasién. Fs asi como una metSfora admitida pasa inadvertida y puede volverse un cliché, Al contraria, una concepcién tedrica, como la de la duracién en Bergson, serd rechatzada por Sartre, porque él Ja relega.al rango de una figura de retérica'’, entendiendo or esto una simple figira de estilo, Lo que es normal en cierto contexto, no lo es en otro: los vestidos de fiesta, no se notan en las cireunstancias apropiadas. No hay, observa el pseudo-Longin, figura més excelente ue aquella que esté completamente escondida, y cuando no Se reconoce que ¢s una figura. No hay recurso, ni meciio mas ‘maravilloso para impedirle aparecer, que lo Sublime y lo Paré- tico porque el arte asf encerrado en medio de algo ganda y sorprenclente, tione todo lo que Ie falta y no es sospechoso de ningin engafio™, presencta y present Coneibiendo las figuras como ornamentos agregados a Ja materia misma del discurso, se ha visto en la técnica re- iGrica un simple estilo florido y vacto, ridiculo por exeeso de ostentacién, Porque no existe una sola manera perfectamente ade- cuada de deseribir lo resl, cualquiera otra no serie sino fal- sificacidin a defrrmacidn, la separacién que se hace entre la materia y la forma del discurso no puede ser realizada de una manera tan simple como lo ha imaginado el pensa- miento clisico; lo que esta manera normal, usual, de ex- presarse y lo que no es sino efecto literario y ornamento no puede, la mayor parte del tiempo, ser definido de una vex por todas. Si se considera como normal una manera de expresarse que pasa inadvertida, ésta no puede ser indica- da independientemente del contexto a la vez lingtifstico y cultural del discurso. Muchos enunciados parcucu Jt sie ple expresin de la realidad que se describe, pero se vuel- ven rebuscados, artificiales, cuando se les traduce a una lengua extranjera. Puede suceder igualmente que el estilo neutro sea el re- sultado de una investigacién retorica, Es el caso de Gide cuando se esfuerza por promover juicios de valor chocan- tes que salen de lo ordinario, gracias a una escritura sin relieve, que no choea en nada al lector" Subrayemos, a propésito de esto, que el lenguaje ordi nario usual es, por la misma razén, que las ideas recibidas Y¥ que los lugares comunes, manifestacién del acuerdo de una comunidad. El acuerdo sobre la manera de presentar iertos hechos, por Io menos la ausencia de reticencia a este propésito, puede favorecer el acuerdo del auditorio so- ‘bre el fondo del problema. Veremios cudnto implica el sim- agg CE Bats Bloor ls nada, Allanaa, Ba, citado en TA, pig 16. Longin, Traieé du subline, esp. xv, pig. 973, traduccién de rer SEL anime flab aneesnmmtecttn narnminintiyniees nn Nicolas Boileau-Despréaux ext tudo en T.A., pig. 231. 17.CETA., pag 205, i obras de Gate, Amsterdam, 1739, ch 66 EL impeRro ReTORICO ple uso del lenguaje en tomas de posicién que pasarfan in- advertidas si uno se limitase en el andlisis retérico sdlo a las Sguras de estilo. caPITULO V Significacién e interpretacion de los datos En wn discurso todos los elementos de los que el orador | habla sélo pueden ser descritos por medio de un lenguaje que debe ser comprendido por el auditorio; de tal manera | que los hechos evocados conllevan, ademas del dato, la manera de interpretarlo y de deseribirlo. Esto no quiere, decir que nosotros adherimos a una ontologia que separa: netamente los datos inmediatos e irreductibles de las cons-~ trucciones tedricas elaboradas 4 partir de ellos. Los traba-.,; a jos de J. Piaget sobre la construccién del universo en el.: nifio, muestran claramente que lo que parece dado a un adulto no es sino el resultado de una construcci6n realiza- da durante los primeros afios de vida. La oposicién entre lo dado y lo construido, desde el punto de vista de la argumenta:ién, es relative; ella permi- te separar los elementos sobre los cuales existe un acuerdo, de los que resultan de una interpretacién, que, hasta nueva orden, es algo untvoco e indiseutido. Pero para este pro- pisito, es preciso distinguir la escogencia entre interpre- taciones del mismo nivel, las a menudo mas inconspatibies | | ~cuando se pregunta, por ejemplo: si es el tren en el cual uno se encuentra 0 el tren vecino el que acaba de ponerse en movimiento-, y la escogencia del plano de generalidad, segiin el cual se describird el fenémeno. Una misma accion. podrd ser descrita como el hecho de apretar un tornillo, de ensamblar un vehiculo, de ganar su vida, de favorecer la corriente de exportaciones', Se puede describir el fendme- | 1. GE & Gellner, “Masinis” en Mind, julio de 1951, pig. 399, yen TA. pig. 162 ° 68 BL impento RETORICO no aislindolo de su contexto, se puede también ver en ét una causa 0 un efecto, un medio o un fin, un simbolo de im conjunin mas vasto, un jalén en detcrminada diseucisn, Aun cuando estas iliversas interpretaciones no son incom Patibles, el hecho de presentar una de ellas, deja a las otras en la sombra: no se puede ver pnes, en ellas, la expresin ‘simplemente objetiva de lo real. Observemos por otra par- te, que la interpretacién no es sélo seleccidn; ella puede ser también, creacién de significacién, insercién en un con- texto nuevo, en una teoria original. Durante todo el tiempo que tardamos en darnos cueuita de la multiplicidad de interpretaciones posibles, que la que Se presenta parece imponerse sin rival, no hay incitacién 2 disociar Ia parte de lo dado y la parte de lo construido: la distincidn aparece con ocasién de una controversia susci- tada por una divergencia en la interpretacidn, A propésito de la interpretaciéin de un texto sé puede descubrir el mismo fenémeno. Un sentido parece dado cuando el texto parece claro, es decir, cuando de él sélo se ve una interpretacién tazonable. Pero lo que parece una cualldad del texto, puede resultar de la ignorancia o de la falta de imaginacién. Sefialemos la observacién de Locke, que corrobora este punto de vista: Mis de un homie quo, a primesa vista, habfe creiio com- render un pasaje de la Escritura o una cldusula del eédigo, hha pertido salu su comprensién, después de haber consulta. do comentaristas cuyas dilucidacioncs han aumentado sus divdas elas han creado y han sumer el texto a seus Se ve netamente cémo la claridad de un texto es una Propiedad relativa a los intérpretes y que puede ser consta- CE J, Locke, Eusayos sabre el entendimieuta humana, Le $9, ctado en Ta. pi. 168, fee er centeini artic Nin Siguificacion 69 le fucerpretacin de los dats tada después de la confrontacién de los puntos de vista, pero no puede ser considerada como una cualidad previa a esta wufivutaciéu. Los problemas de interpretacién y de significacién se presenitan a propésito de los signas y de los indices. Se en: tiende por signo un fenémeno susceptible de evocar lo que designa, en la medida en que es utilizada en um acto deco. municacién con el fin de esta evocacién, Los indices, al contrario, remiten a otra cosa de manera, por asi decirlo, cbjetiva, independientemente de toda voluntad de comu- nicacién®. Las marcas trazadas sobre los arboles para guiar a los paseaintes en el bosque, son signos; las huellas dejadas por un jabali en la nieve, son indices. Los signos lingiifst. cos mo son Ios tinieos que se conocen, pero su importancia es tal, que merecen un estudio especial, Una frase pronunciada para comunicar una informa- cin, puede revelar, por el acento, el origen de quien la pro nuncia. Ella serd simultdneamente signo e indice. Delante de las marcas dejadas sobre el suelo, se puede reguntar si se trata de indices o de signos: los ardspices hhan visto signos, es decir la expresién de la voluntad de los, dioses, en un conjunto de fenémenos a los cuales nosotros no les dariamos la menor significacién. Mientras que una falsa interpretacién de un indice constiniye tin error, la interpreracion errdnea de un signo, puede ademés, crear un malentendido, la incomprensién de un mensaje. Durante siglos, bajo la influencia de los pensadores racionalistas, que consideraban el lengwaje matemdtico co- ‘mo el modelo en el que debia inspirarse la lengua ordinaria y especialmente la de los filésofos, hemos vivido bajo 1a impresién de que los mensajes son claros en principio; las interpretaciones miiltiples resultarfan de una negligencia 3. Cf TA, pig. 164. 70 BL IMPERiO RETORICO de los autores o de la mala fe de los intérpretes, De alli, por otra parte, la mala reputacién de los juristas y especial- mente de los abogados. Algunos tedricos contempordneos, tales como I. A. Richards, han ido més lejos. Mientras que en la tradiciGn clisica se distingue la letra del espiritu de un texto, él no ve en la letra misma sino tn espejismo que se disuelve, por decirlo asi, entre miiltiples interpretacio- nes; de tal manera que, para él, la retérica, téenica de la expresi6n, como para Jean Paulhan, se define como el estu- dio de un mal entendido y de las maneras de remediarlo! Hoy se reconoce generalmente que las matemdticas y todos los sistemas formalizados, constituyen una lengua artificial sometida a numerosas restricciones para la elimi- nacién de toda ambigtiedad: se trata de una exeepeién con Tespecto a las lenguas naturales mds que de un modelo que debe seguirse en todas las cireunstancias. En las lenguas naturales, en efecto, la ambigtiedad, la posibilidad de inter- pretaciones miiltiples, es la regla. Mas particularmente, Ia lengua de los filésofos dificilmente podria prescindir de meuifores, caracterizedas por su falta de claridad. Aun en el limite, seria preciso renunciar a la idea de que las expre- siones tienen un sentido propio: éste no seria sino una metdfora, que se ha vuelto usual en el lenguaje’ Presta que las palabras colas no pueden garantizar wa comprensién sin falla de! mensaje, es preciso buscar Fuera de la palabra, en la frase, en el contexto verbal 0 no, en lo que se sabe del orador o de su auditorio, los suplementos de informacién que permiten reducir el malentendido, comprender el mensaje de una manera conforme a la vo. luntad de aquel que lo emite. A veces, por otra parte, la in- terpretacién deberd tener en cuenta otras exigencias, en Siguifcacisn 71 ica prcui e anos especial cuando se trata de descifrar textos sagrados 0 tex- t0s juridicos'. | El pensamiento de Pascal: “Cuando la palabra de Dios, que es verdaclera, es falsa literariamente, ella es verdadera espiritualmente”, agrega una condicién suplementaria a toda interpretacién de un texto sagrado: es preciso que pueda ser considerado verdadero por el intérprete. En una medida menor, desde que el autor goza de cierto crédito, uno se esfuerza por interpreter su texto de manera que pueda considerarlo como verdadero, razonable, 0, por lo ‘menos, sensato. Pero para llegar a esto serd preciso, a ve- ces, interpretar un mismo signo de dos manetas diferen- tes: el célebre fragmento de Hericlito: “Descendemos y. 20 descendemos dos veces en el mismo rio”, nos obliga -si no, se quiere imputar a su autor un incoherencia manifiesta~. a dar dos sentidos diferentes a la expresi6n: “el mismo» rio”, esta identidad puede ser relativa ora a las riberas del rio, ora a las gotas de agua que lo constituyen. Dela misma manera, en la medida en que el articulo w. del Cédigo de Napoledn instituye para el juez la obligacién= de jungar: (“el juez. que rehtise -uzgar so pretexto del silen- cio, de la oscuridad, o de la insuficiencia de la ley, podrd ser perseguido como culpable de denegacién de justicia”), Este ~debiewto decir ol derecho, aun cuando se trate de ca- 0s no previstos por el legislacor tendra que interpretar Jos textos de tal manera que su interpretacién permita zan- Jar el litigio judicial, atin si la interpretacién usual no da solucidn, Se ve por los ejemplos anteriores, que si la eliminacién de toda ambigiiedad se impone a las lenguas artificiales que utilizan los Idgicos y los mateméticos, el uso y la inter- pretacién de comunicaciones redactadas cn una lengua 4.CE,L A. Richards, The Philosopiuy of Rhetorie, Oxford University 1936, pig. 3. CEP. Ricoeur, La métaplore vive, pigs, 177-164, Pre 2, Perapstes rtoriques urls prbibmes sérmntiques en Lape! Analg 1874p 241-252 asa on 98 op ep 1008, eT, ps. 108-168 72 BL iMPERIO RETORICO natural, pueden estar subordinadas a otros imperativos que hacen de la exigencia de umivocidad una condicién su- bordinada. Algunos usos del lengnaje, tal como ou utili zacién poética, suponen incluso que uno se separe del sentido uswal y donde la distancia con relacién a este tilti- mo da « la expresién el valor afectivo buscado! Pero ya el uso normal del lenguaje ofrece posibilidades de escogencia miiltiples: el juego de calificaciones, de cate- gorias gramaticales, de modalidades en la expresin de! pensamiento, de los lazos que se establecen entre proposi- clones, permiten jerarquizar los elementos del discurso, y acentisr tal o eual de cus aapectos, Una deseripcién que parece neutra, devela lo que tiene de parcial, cuando se le puede oponer una descripcién diferente, cuyo cardcter sclectivo se marca por el uso del epiteto, de una calidad que se escote para resaltar Avis- toteles ya habia Ramedo nuestra atencién sabre esto: cs ast como Oreste es calificado, ora de “asesino de su madve", ora de “vengador de su padre". Cada epiteto es exacto, ero no expresa sino un aspecto de la realidad, Estas calificaviuues presuponen clasiticaciones previas, Pues gracias a ellas se introducen los elementos deseritos en las categorias preconstituidas; pero se pueden construir clases, gracias a las conjunciones: y, 0, ni. Asociando un elemento a otro, se les aprvima o se tionds a ponerles en. um pie de igualdad. Bste juicio por asociacién provoca la indignacién de André Gid Indignaos simplemente al escuchar decir “Stimer y Nietzsche", como Nietzsche mismo se indigna al escuchar decir: "Goethe y Sebiller™®, 8. CE Jean Cohen, Structure de langage potigue, Paris, Flam marion, 19R6, pdge. 44, 51, 114, 117, 182. 9, Aristoteles, Retéria, L. ut, 1405b. 10. A. Gide, Prétests, Paris, Mercure de France, 1947, pag. 195, I Signiieucion 73 taceepreeaitn ee lesen Sin embargo, Gide no ha dudado en utilizar esta técnica de asimilacién, algunas paginas mds adelante: Se pucde amar o no comprender la Biblia, etiar 0 no com- prender las Mil y Una Noches pero si ustedes lo permiten, yo dividiré el conjunto de los pensadores en dos clases, (a causa de dos formas inconcitiables de esprit: aqyetins que aelan: te de estos dos libros se conmueven, y aquellos que delante de estos libros permanecen y permanecerén cerzados", Cuando una realidad presenta simulténeamente dos aspectos, se puede mostrar la preeminencia de uno de ellos, calificindolo por medio de un sustantivo, y al otro menciondndolo por medio de tm adjetivo. Hay una gran diferencia entre la descripcidn de un hombre como “alma encarnada” y su doscripcién como “cuerpo animado”, ‘La misma ideu puede formularse de manera afirmativa 0 negativa; en este iiltimo caso se presenta como la refuta- cién de una afirmacién de otro, pero que tiene la consis- tencia suficiente como para que nos demos el trabaio de refutarla; por otra parte, puede, bajo apariencias inocentes, insinuar que lo que se niega, no carece, sin embargo, de fandamento, Al repetir regularmente, durante su campaiia electoral para el puesto de gobernador de Californie, que sui adversarto (el gobernador en fimcion Brown), no era comunista, Nixon expandfa, por este mismo hecho, el ru mor al cual parecfa oponerse. Al subordinar y atin al coordinar una proposicién con tra, se las jerarqiza, por lo mismo, en el espiritu de los auditores. Expresiones tales como: “sino”, “con excepcin de”, minimizan el hecho que introducen. Este pasaje mar- ca la benevolencia de Juliano el Apéstata con relacién a los judios: Ti. Mid, pig. 175, cE TA, pigs. 172178, 74 ELimpento REToRico Eilos estén de acuerdo con los gentile, con excepeién de Js creencia en un solo Dios, Eso les es especial y noses extra. fo, rode to demas nos es comin’? . Lo que es comin es la reg! Reve mt eritique par rétorsior hilosophique de Lowsain, 1954, pags. 205-233. 7. TA, pigs. 274275, 8. CEL. Olbreches-Tyteca, connique de discours, pigs, 169-173 ae. Los argumenus 87 frets sicién tiene un sentido y, en el caso afirmativo, si es anali- tica o fundada sobre la experiencia. ‘Otra forma de autofagia es aquella que opone uma afir- macidn a las condiciones 0 a las consecuencias de su apli- cacién, He aqui un mensaje dejado por unt abogado a su doméstico: “He ido al restaurante El Blefaunte, donde usted puede encontrarmne, pero si usted mio sabe leer, lleve esta nota al librero de la esquina quien la leerd para usted”, {A Bpicuro que recomienda al sabio no tener hijos y no regonocerlos si vienen al mundo, Spicteto responde iréni- camente: Creo que, aun si tu padre y tu madre hubiesen adivinado: |} que fueses a hablar asf, no te habrfan absndonado". ‘La observacién de Epicteto busca ridiculizar a Epicuro, pues si sus padres hubiesen seguido sus consejos, no lo ha- brian engendrado, o lo habrian abandonado, si hubiesen Sido sabios epictireos """"Vemos claramente con estas ejemplos que la autofagia no conduce al absurdo, pero que pone en ridiculo a aquel que la padece. —_ Como la incompatibilidad, sontrario a la contradiccién formal, nu ¢s universal y uv se pruduce siuw eu una situa- cién dada, una manera de escapar a ella consiste en exaini- nar por anticipado todas las situaciones que podrian dar nacimiento a ella. Es la actituc {dgica, la del jurista o la del talmudista que imagina las situaciones més variadas que podrian causar dificultades, tratando de resolverlas a priori. ‘Una discusién entre talmudistas se referia a la regla segiin la cual una paloma que se encontraba a menos de 9. CF, Ibid, pig 172. _ 10, Epieteto, Entretiens, 1, xxi, §10, en *Les Stofciens", Pldiade, ag, 860, 88 EL IMPERIO aETORiCo cierta distancia ~digamos 50 metros- del palomar, pre- sumiblemente pertenece al propictario; mds alld de esta distancia a quien la encontrd, Un tabino importinente se levantd para preguntar: “Qué hacer cuando una de las pa- tus de la paloma se encuentra a menos y la otra a mis de 50 metros?” El talmud sefisla yue no se le dio respuesta, sim- plemente fo echaron de la Academia, (Baba Batra 236). La actitud de la Academia nos muestra que hay casos que uno rehtisa tenerlos en consideracién para no tener que zanjar desde antes situaciones marginales, cuya solu- cidn podria depender del contexto. Bs Ia actitud préictica, Ja del hombre que sehiisa decidir y resolver por anticipade todos Ios problemas que podrian plantearse. Los jueces prudentes cuando tienen que decidir en un caso delicado, se esfuerzan por Timitar el aleanee de la regla que les ha permitido motivar el juicio, por temor a erear un prece dente y maniatar al juez futuro que tendré que examinar una especie un poco diferente, Quien no quiere sucrificar una regla o resolver una in compatibilidad planteada en un momento inoportuno, las arveglard para que la situacidn delicada no se produzea, ara que no tenga que resolver la incompatibilidad: ésta es la actitud diplomeitic Saint Simon, citado por Proust, describe ampliamente los sutbterfugios aloe cuales la nobleza debia recurrir para no tener que zanjar determinados problemas de primacia: En ciortos casos, ante la imposibilidad de llegar a un en tondimiento, se prefiere convenir que el hija de Tis xiv no recibird en su casa a tal soberano extranjero, sino fuera de la casa, al aire libre, para que no se diga que al entrar en el casti- lio el une ha precedide al otro 1M Proust, Al recherche di romps perdi, Pla de Guermantes, (i, pig. 438, pepe val. 2, Le ede Les arguments — 89 Se evita que la situacién que origina el problema no se produzea o si se produce se finge no verla, recurriendo al silenciv, a la ficeida y aun a la mentira ¥s una regla en el Japén la de no recibir visitantes sino en traje decente; quien sorprende en traje de trabajo a la persona que le hace visita, fingiré no verla y no la saludara sina en el momenta en que hahes eambiado si vestidla. La enfermedad diplomatica es una de las técnicas que permite retardar una escogencia desagradable, un sacrificio dolo- oso, pero eso a precio de una mentira. Como lo dive Jankélévitch, comparando la mentira con Ia limosna: “Ia li- mosna, como la mentita, aplaza el problema sin resolverlo; aplaza la dificultad haciéndola ms pesaca”™ Es por esto por lo cual, si se quiere resolver una incora- patibilidad y no aplazaria, se deberd sacrificar una de las dos reylas en conflicto, © por lo menos arreglatla, y esto operancio una disociacién de las nociones. Tendremos la ocasién de extendernos més ampliamente sobre esta técni- ca de razonamiento propia de la argumentacidn. 2. Identidad, definicién, analiticidad y tautologia Una identidad puramente formal se presenta como una evidencia, o se establece convencionalmente, pero en todo caso escapa a la controversia y, por consiguiente, 2 la argu- mentacién, Noes el caso de las identifieaciones que encon- tramos en el discurse ordinario. Estas buscan ya una identidad completa, ya una identi- dad parcial de los elementos confrontados. La identificacién de dos expresiones puede resultar de la definicién o del andlisis. Cuando, gracias a una definicién, se pretende identifi car el definiens con el definiendum, se trata de un uso TB. janklvith, Tai des vera, Pars, Bvdas, 1048, pi BS 90 eu imrERto RETORICO argumentativo cuasilégico de la identidad. En efecto, a menos que sé insista especialmente sobre el becho de que 6l definiens no da sino una aproximacién, las definiciones buscan tratar al término definido y la expresién que fo de. fine como intercambiables, Se pueden distinguir cuatro especies de definiciones.en Ja lengua natural: la definicién normativa, que prescribe el uso de un término; la definicién descriptiva, que nos cons: ‘ata su. uso normal; la definicién de condensaciéa, que in. dica los elementos esenciaies de la definicién descriptiva; y finalmente, la definicién compleja, que combina, de mane. ta variable, elementos de las definiciones precedentes!2. ‘Los légicos tienen unu tendencia a considerar las defic niciones como arbitrarias, aunque eso sélo vale para un sistema formal, donde los signos presumiblemente no tie. nen sino el sentido que se les atribuye convencionalmente, ero esto jamés ¢s asi en una lengua natural, a menos que se trate de términos técnicos que se introducen en el len- Suaje con el sentido que se les impone. $i 1a palabra reexiste, ella es solidaria en el lenguaje con las clasifica. Clones previas, con los juicios de valor que le dan por anti- sipadu una coloracisn atectiva, positiva o negativa, de tal manera que la definicién de un término no puede ser con- sillerada mds como arbitraria. Por otra parte, si éste fuera elicaso,'no se comprenderia que se discuta frecuentemente Sobre el sentido de las palabras como en lus didlogos plat6. nicos. Si se pretende presentar una definicién descriptiva, ésta puede ser sometida a la prucha de la experiencia, con ‘cualquiera de sus usos, Si se trata, al contrario, de una defi- nicién normativa de una palabra, tal como “justicia” o “democracia”, que designan una nocién valorizada, gra cias a la definicién, se transfiere sobre el definions el valor Los argumentos 91 uasilgicos atcbuio al dfiniendum: 6 coneibe que tal ransferencia, ‘que precisa a qué hay que atribuir el valor, no puede ser objeto de una decisidn arbitraria, pues resolveria por via de autoridad una controversia sobre los valores Es la razén por la cual en filosofia, la defi valor contovetido deb justcarte por medio de une ar- aed: medal clo nina ye ieiniens ‘se consideran ‘intercambiables. AL eins wna no cidn que tiene uso habitual en ol lengua, se identi a, Bor medio de la definicién, la definicién propucsta con el sent © do habitual de la nocién, lo que no puede ser objeto de una decisién arbitraria. Cada vez que una nocién se pueda definir de mis de tna manera, oo tata de realizar na escogensia que no po: rd admitirse sin discusién -silo si carece de efecto para razonumiento~. Por el contrario, si una definicién orienta el razonamiento, debe ser justificada. Una definicién egal no se puede imponer si no se dispone de la autorida tela ‘medida en que un juicio analitico es el que resulta de convenciones lingisticas, se ve inmediatamente que se podiré asimilar con 61 toda equivalencia fundada sobre une Gefinicién. Laafirmacién de que toda ley légica es analiti- ca, ides central en l nenpostvismo moderno, sella de ‘dentificaciGn de la ldgica con un lenguaje convencions ues eo otenminado poles axiomas del sistema ylas regs de deduccién edmitidas. Una reflexisn sobre el status den l6gica, se interrogard sobre lo bien fundado de la identifi- cacién de la légica con 1m lenguaje y sobre los presupues- tos filoséficos-de tal identificacién. gResulta ésta de una definicién arbitraria? En caso contrario, se podrin reto- 82 EL imrenio RETORICO mar, a propdsito de la idea de analiticidad, las observacio- nes anteriores, en Jo que se refiere a la definicién. Se ha dado el nombre de filosofia analitica al movimien- to filoséfico propagado por la Escuela de Oxford, segiin el cual la tarea de los filésofos consiste en un andlisis lingiiis- tico, El profesor John Wisdom distingue en este campo el andlicie material, 61 anélicis formal y o! anélisis floséfico!*, Bl analisis material se limitard a explicar uno u otro de los términos utilizados: “A es hijo de B”, significa que “A es hijo hija de BY. El andlisis formal pondrd en evidencia la estructura légice de las proposiciones, tal como el andlisis bien conocido de Bertrand Russell, que tiende a mostrar que la frase: “Bl rey de Francia es calvo", seré equivalente a: “hay un ser y solo uno que es rey de Francia, y él es cal- vo". Mientras que estas dos primeras formas de andlisis se- tian de maturaleza lingttfstica o t6gica, el analisis filosofico iia de lo complejo a lo simple, hacia los elementos tiltinios, trdtese de hechos fundamentales o de datos sensoriales, L. §. Stebbing lo ha calificado de direcoional!. Pero si nos colocemos en el punta de vista de la argumentacién y no en un punto de vista ontoldgico, se notard que todo anilisis es direccional, pues se propone hacer que ciertas expresiones sean intercambiables, conduciendo al auditor hacia concepciones conformes a la idea que de él se hace el orador y excluyendo las interpretaciones diferentes que podrian darse a los enunciados que se ansllizan. Se sabe que el anélisis de Russell ha sido combatido por Strawson quien ha insistido en los presupuestos patentes en el uso de un lenguaje natural, y que el andlisis de Russell ula de escamotear. En efecic, seytin su anélisis, la proposicié: “Bl rey de Francia es calvo”, es falsa, si no hay rey de Fran- 15.]. Wisdora, “Logical Constructions” en Mind, 1931 @ 1933, 16. CE L. S. Stehbing, “The method of analysis in metaphysics", Proceetings ofthe Aristorelian Society, vol. sss, 1922-1923, Losargumentos 93 uasagicns cia en el momento en que se pronuncia la frase, mientras ‘que para Strawson, en estas condiciones, la proposicién no es talsa sino que carece de aplicacion (“The question does not arise”)"". De la misma manera, el andlisis direccional se sirve de una argumentacién cuasilégiva para reducir una expresidn compleja a sus siltimos elementos ontolé- icos, de los que el orador se siente seguro, considerando cousio despreciables todos los aspectos por los cuales el enunciado podria diferir de los elementos tiltimos a los cuales los reduce el endlisis. Por medio de técnicas flosdficas diferentes, el andlisis conduce a Ias mismas consecuencias argumentativas que la definicién, El analisis, tanto como la definicidn, podré pretender tener un status diferente del argumento cnasildgico. Mien- tras que la definicién, para escapar a la controversia, se presenta como arbitraria, el andlisis se presenta como evi- dente y necesario. Podriamos en este caso hacerle el repro che opuesto, a saber, que no nos ensefa nada nuevo, gen este cash eareceria de interés, porque es simplemente tautolégico? El no haria sino retomar en otros términos, es decir, recurriendo a una definicién, el contenido de la pro- posicién analizada. El cardcter tautolégico del andlisis, es asisolidario con el status no controvertido de la definicién. Algunes expresiones, tales como: “Los negocios son los negocios”, “un centavo es un centavo”, se presentan lite- ralmente como tautologfas indiscutibles. En realidad no se trata sino de taurolagtas aparentes: mientras que se presen- tan como el enunciado de una identidad, todos aquellos que lo interpretan se esfuerzan por volver estos entuncia- dos suficientemente interesantes como para que merezcan 17. CE. P. E Strawson, Iniroduerion to Lagial Theory, London, Methuen, 1953, eap. 6, ut, §7 94 EL IMPERIO RETORICO ser comunicados, y por consiguiente, se esfuerzan por di- ferenciarlos términos que alli se encuentran identificados. ‘Como para la contradiccidn, transformada por la inter- pretacidn en una contradiccién aparente, se transformard Ja tautologia en aparente dando a los dos términos un sen- tido diferente: “pero serfa falso creer que el sentido exacto de éstos sea fijo a priori, y, sobre todo, que la relaciGn entre los términos sea siempre la misma. La formula de identi- dad nos pone en la via de una diferencia, pero no especifi- ca sobre qué punto debemos fijar nuestra atencién”™, Es quien lee 0 escucha tal ensinciado, cl que debe inter pretarlo cade vez de la manera mds apropiada, como en este bello ejemplo que nos cuenta Jouhandeau: “cuando veo todo lo que veo, pienso lo que pienso”. Varias figuras de la retdrica recurren a la tautologia y a la contradiccién aparente, para obligar a darle diversos sentidos a una misma palabra®, 3. La regla de justicia y Ia reciprocidad Segtin la definicién de Leibniz, dos seres a yb son idén- ticos, si toda afirmacidn referente a uno de estos seres es equivalente a una afirmacién referente al otro, Resulta de ello que serd racivual trata: dele unisum umnera x los seres idénticos, pues no existe ninguna razén para tratarlos de manera diferente, El principio que considera como intercambiable a dos seres idénticos puede ser tanto mds ficilmente admitido, cuanto que no es del todo seguro que pueda ser aplicado 18. Ch TA, pig 208, 19. M, Jouhundeau, Les Ana de Madame Apremont, Gallimard, 1954, pig. 61, ef también Ch. Perelman, “Perspectives rhétoriques sur les problémes sémantiques”, Logique et Analyse, 1974, pig, 24, 20. CE. TA, pags. 292-204 y 590, Los argumentos 95 enaaitaytens alguna vez, ¢Hay seres idénticos? El Idgico alemin Frege pudo demostrar que no se identifican nunea dos seres di- ferentes, sino tinicamente dos maneras diferentes de de- signar a un mismo ser: mostrando que la estrella de la mafiana es idéntica a la estrella de la tarde, se probu que estas expresiones diferentes designan el mismo y tinico cuerpo celeste", Pero entonces el problema que se plantea en la practica es el de saber en qué caso es racional o justo tratar de la misma manera a dos seres, 0 a dos situaciones que difieren, pero que asimilamos una a otra. Se trata en- tonces no de identificacién completa, sino parcial, justif cada por el hecho de que las diferencias se consideran despreciables, mientras que las sewiejanzas se consideran esenciales, Lo que es despreciable o no dependé del fin que se per- sigue. En efecto, cuando se trata de establecer correlacio- nes entre fenémentos, de manera que se pueda prever con una probabilidad suficiente que un fenémeno del tipo sera acompaftado o seguido por un fenémeno del tipo b, es la experiencia, eventualmente explicada por una teoria, la que permitird determinar cuales aspectos del fendmeno se pueden despreciar, elaborando clasificaciones, buscando regularidades o leyes naturales Al couliaiio, cuando se tata de elabover reylas de con- ducta que determinan cudles son las obligaciones que de- seamos imponer a todos los individuos que se encuentran en cierta situacién, cuziles son las obligaciones que uno tie~ ne con relacién a ellos, en otitos términos, cuando se trata Ge leyes normiativas y no simplemente deseriptivas, el ca- ricter esencial o despreciable de una u otra de sus propie- dades, depende de los fines que la regla instaurada se 21. CE G. Frege, “Dher Sinn ond Bedeutung”, Zeitschrift fir Philosophische Kritie, 1892, vol. 10, pigs. 25-50. Ck. también Ch. Perelman, Droit, morale e pilasophie, pigs. 13-14. 96 FL nireRto RETOnICO propone perseguir. El principio admitido generalmente de la igualdad ante la ley, significa que todas los seres que po- seen las propiedades exigidas por Ia ley, serén tratados de la misma manera, es decir de 1a maners determinada por la ley. Este principio es le expresién de una regla de justicia de naruraleza puramente formal, segiin 1a cual “los seros de una misma categoria esencial, deben ser tratados de la mis- ma manera, El hecho de seguir precedentes, en ausencia de razones importantes para separarse de ellos, no es sino una aplicacién de esta regla de justicia. Esta no es, por otra parte, sino la expresidn de un principio de inercia, segiin el cual encontramos razonable reaccionar de la misma mane- ra como anteriormente en situaciones andlogas, si no he- mos :tenido razones para cambiar. Es asf como nacen costumbres que dau wu valor uormutivo a una manera de obrar hbitual. Se considera normalmente iniuste, porque tiene la mar- ca de la parcialidad, a una manera de obrar que se desarro lla de. manera diferente con relacisi asimilables entre sf He aquf un ejemplo de utilizacién argumentativa de le regla de justicia en una arenga de Deméstenes: a los situaciones @Pretenderian, por casualidad, que una convencién, si es contzaria a nuestra ciudad es vélida, mientras que si ella les sitve de garantia, ellos rehtisan reconocerla? gEs esto lo que 0s parece justo?™. La 1egla de justicia y el recurso al precedente que resul- ta de ella, pueden ser objeto de des criticas. 22, CF, Ch. Parelmam, “Te la jnstioa” on Justice et raison, op oe, pig. 20, y"La regle de Ia justice”, hid, pags. 224-233. 23. Demastenes, Hlarangues, tu, “Sobre el tratade con Alejandro", §18, Paris, 1925, Los arguments 97 euastlogtcos La primera discute la asimilacidn entre sf de dos situa- ciones esencialmente diferentes. He aqui un pasaje en el que el autor runano C.Y. Gheorghiu parece rebelarse con- tra el tratamiento igual a los prisioneros: Estas fracciones de hombre que no tienen mis que troz0s, de care, seciben la misma cantidad de alimento que los pri sioneros en perfecta posesién de sus cuerpos. Bs una gran Justicia, Propongo que estas prisioneras reciban raciones alimenticias proporcionsles a la cantidad de cuerpo que po- seen ain". EI humor macabro de Gheorghiu se rebela contra la desindividualizacién de los hombres por su insercién en categorias adiministrativas variadas. Su ironia sugiere la introduccidn de nuevas categorias administrarivas y trata de producir un efecto de repulsién com relacién a este des- precio extremo de la persona humana, Pero no se razona- ria de otra manera si uno se esfuerza seriamente en reemplazar una categoria esencial por atra, sugiriendo par ejemplo, tratar a los hombres no segiin sus obras, sino se- sin sus necesidades. La segunda critica se refiere al tratamiento que debe darse a dos situaciones que se asimilan una a otra. Es asi como Locke se sorprende de que no se deje a cada uno el euidado de buscar a su manera Ia salvacién de su alma, mientras que se les permite gobernar como quieran su patrimonio®; él quisiera que se aplique el mismo libera- lismo en materia religiosa como en materia civil. Pero hoy, cuando se reglamenta cada vez la economia, la asimilacién podria producir el efecto opuesto y conduciria, en el do- BE. V. Virgil Gheorghit, La vinge-ciiquitmne hewre, Paris, 1048, pag aa, 25. Locke, The Second Treatise of Civil Government aud A Letter Concerning Tolerarion, Oxford, 1948, pig. 196 98 EL uirERio RETORICO minio de la conciencia, a Ia interveneién creciente de los poderes piiblicos, por analogia con lo que sucede en el do- minio econémico. El argumento de reciprocidad es el que asimila entre si 8 dos sexes 0 dos situaciones, mostzando que los términos correlativos en una relacidn deben ser tratados de la mis- ‘ma manera. En l6gica formal los términos a y b ~antecedente y con- secuente- de una relacién R, pueden ser invertidos sin in- conveniente, si la relacién es simétrica: mostrando que esta simetria es esencial, podrd pretenderse que es preciso asimilar los términos entre sf y que hay Iugar de uplicarles la regia de justicia, que exige su tratamiento igual, He aquf algunos ejemplos sacados de los antiguos y de los modernos: “lo que es honroso aprender, es honroso también ensefiarlo™®; “si vender (los impuestos) no es ver- gonzoso pasa ustedes, comprarlos no lo es tampoco para nosotros”™", La Bruyére se sorprende de ver a “una masa de cristianos de uno y otro sexo que se reiinen ciertos dias, en una sala para aplaudir a una tropa de excomulgados, que no lo son sino por el placer que dan”, De la misma ‘manera, un vagabundo se indigna: “No llego a comprender cémo le mendicidad puede ser un delito en una sociedad donde la caridad es una virtud”™, La regla de oro, bajo varias de sus formas, resulta de la aplicacién de le regla de justicia a situaciones que uno pre- tende que son simétricas: No hagas a otro lo que no quieras que él te haya. Iséerates alaba a los ateniense cuando eseribe: : Quinlono,Pustinaion raoie, vol vs ep. $78 27, Arsttees, Retro, Le, 13970 28. La Braye *Caracibes™ De “quelques usoges" op. cit pg 482 28. CLL, Olrechts-Tyteca, Le consigned discon, pat. 193. Ellos esigian de sf mismos pata sus inferiores los mismos sentimientos que pedian a sus superiores™. La aplicacién de! argumento de reciprocidad, por la in- versién de situaciones que opera, puede hacernos reflexio- nar sobre le extrafieza de nuestras propias costumbres, mientras que nosotros las consideramos como narmales porque estamos habituados a ellas. De alli el efecto educa- tivo de las narraciones, tales como las Cartas Persas de Montesquieu, donde éste nos invita a mirar nuestras insti- tuciones y nuestras costumbres con ojos de extranjero. Me acuerdo de una tira oémica donde, delante de su amo que toma un bafo en la bafiera, un gato le dice a otro: “por qué no pueden lamerse como todo el mundo?” E] recurso al argumento de reciprocidad se vuelve fran- camente cémico y aun escandaloso, cuando la asimilacién de las situaciones olvida las diferencias esenciales. En Surate, un inglés destape una botella de cerveza que espumea aluindantemente. A un hinds que se sorprende de ello, alle pregunta qué es lo que le parece extrafio. Lo que me parece extrafio no es lo que sale de la botella -responde el hindd-, sino la manera como ustedes pudicron meter todo eso all. L, Sterne, que deriva buen nimero de efectos cémicos Ge la parodia de la argumentacién, cecuerda este pequetio Aialoge: Eh, -exclama Kysarsius, gquién ha tenido alguna vez la idea de acostarse con su abuela? Este jovencito ~replicé Yorick~ que no sélo tuvo la idea, 40. Isberates, Discours, tv, Banégyrique d’Athénes, 58. 31. CEL, Olbrechts-Tyteea, Le cone dr discoars, pag. 200, 100 EL imeemto RETORICO sino que aun ast la justified delante de su padre, basiindose en. Jo ley del Talis: “usted se acuesta -le dice él- com mi madre, bot qué no me acostarfa yo con ta vuestrs?” La Ley del Talién que aplica a ios castigos la misma re- dla de justicia que la regla de oro upliea a la conducta mo- tal, es inaplicable enanda Ia simetria invocada ec sélo aparente, sea a causa de la intervencién de un fendmeno natural, de una relacién familiar o de una actitud personal, que impiden Ia asimilacién de situaciones, como en estas palabras recogidas por Jouhandeau: Lévy, si hubiera sabido que éreis tan rico, no os amo; pero s6is vos, en lugar de Reymond, quien me habrias desposado y os labria enyatiado con él, hasta el dia en que a fuerza de robaros, cuando habriewivs pudiely ser felices, juntos sin vos, ‘0s habria dejado; pero todo ha sucedido al contrario: yo soy ‘su mujer y aunque hubiérois sido atin mas rico, ni por oro ni or plata, a ti Rayniond no lo engafiarfa con vos* En ciertos casos uno se pregunta si la asimilacién es vé- lida 0 no. ¢Cudl es la fuerza persuasiva de este pensamien- to de Montaigne?: “Es locura igual llorar porque dentro de cien afios no viviremos, que Horar porque no viviamos hace cien anos" éEis preciso asimilar el periodo en el que uno esta muer- to a aguel en el que atin no se hsbia nacido? ¢Es preciso consideiar que, igualmente, los seres que han nacido de- hen necesariamente morir y sacar la conclusién de que la inmortalidad de los dioses es una idea incompatible con el hecho que han nacido para venir al mundo? ‘Steme, Viet ovinious de Tristram Shandy, rad. de Mawron, 1085, pag. 2 33. M. Jouhandeau, Un monde, Paris, 1950, pag, 25. 34. Montaigne, Essuis, L.1, cap, xx, Pléiade, pag. 105, Losargumenos 101 eases Estos ejemplos y tantos otros en los que se aplica el ar- gumento de reciprocidad a lo real, testimonian el aspecto cuasilégico del razonamiento que utiliza la regle de justicia en situaciones consideradas como simétricas. 4, Argumentos de transitivided, de inclusién y de division Se entiende por transitividad la propiedad formal de una relacién que permite pasar de la afirmacién de que ella existe entre un término y un segundo, entre este segundo término y un tercero, ala conclusién de que se ds entre el primer término y el tercero. Esta propiedad caractetiza a relaciones tales como: “igual a”, “incluido en”, “mds gran- de que” La rélacién aR ces siempre verdadera cuando son verdaderas las premisas aR by b Re, Pero hay casus en que la transitividad se proclama sin estar siempre garantizada: “los amigos de mis amigos son mis amigos”, afirma una transitividad argumentative, que podria ser contradicha por Ia experiencia; quien proclama este adagio, podria defenderlo a pesar de los casos inva- lidantes, afirmando que no vale sino para los verdaderos amigos: definiendo “la verdadera amistad” como transiti- va, se ha transformado el adagio en una proposicién anali- tica, que ninguna experiencia podria refutar. El silogismo afirma la transitividad de la relacién de in- clusién o de implicacién. Cuando estas relaciones se defi- nen en un sistem formal, la transitividad no plantea inguna duda, Pero, ¢serd To mismo en el caso del sorites chino, donde el miembro de la frase que constituye la se- guunda parte de una proposicién se retoma al comienzo de Ja siguiente, buscando cada vez el medio adaptado al fin buscado? He aqui un ejemplo bien conocido de Ta Hio: 102 ELIMPERto RETORico Los antiguos que querian desempefiar con inteligencia su papel educador en todo el pais, primero ponian orden en su Principado; queriendo poner orden en su prineipado, prime- roregulaban su vide familiar; queriendo regular su vida fara liar, cultivaban primero su persona; dest indo cultivar su persona, primero rectficabon su corazdn; quetiendo rectif- car su corazén, buscaban la sinceridad en sus pensemientos; buscando la sinceridad en sus ponsamicntos, se splicaban primero a la ciencia perfecta, Esta ciencia perfecta consiste enadquirr el sentido de Ins realidades. gBste paso de consecuencia a condicién, que invertido daria el paso simétrico de condiciones a la consecuencia, presenta, bajo la forma de un entimema, una transitividad constrictiva o una argumentacion que debe sdlo ala forma adoptada un valor de implicacién? Estamos en todo caso lejos de la transitiviciad formal, en la cual se dotiva la exis tencia de uma propiedad comin a todos los elementos liga- dos por ella. La inelusién de la parte en el todo permite decir que el todo es mas grande que cada una de sus partes; lo que es una verdad demostrable en aritmética y en geometria, se vuelve argumento cuasilégico, si se sacan consecuencias de este tipo: “cl todo vale mas que una parte”, v “ly yue 10 le estd permitido al todo, no le esta permitido a la parte”, “quien puede lo més, puede lo menés”, donde “lo menos” se considera como una parte del todo, que es “Io més” He aqui como Locke utiliza de una manera implicita ese tipo de argumento: Nada de lo que esté prohibido por la ley a toda iglesia, no puede, por ningiin derecho eclesidstico, volverse legal para ninguno de sus miembros*, 35.CE TA, pags. 310.311 36. Locke, The Secand Treacise of Civil Government aud A Letter Los argumentos 103 cuasiligicos Encontramos im razonamiento anélogo segtin el cual es racional subordinar la parte al tedo, en Jankélévitelx: La economia opera segitn la sucesién, como Ia diplomacia segin la coexistencia, y como ésta determina el sacrificio de la parte al todo, del interés local al interés total, asf, por sus arveglos temporales, aquélla determina el sacrificio del pre- sente al futuro y del instante fugitive a la duractén més larga posible, gPuedes ti querer sin ebsurdo, que el placer de un segundo comprometa los intereses superiores de tods una vida Esta subordinacién de la parte al todo es obvia si las di- versas partes son homogéneas, pero, gsi la presencia del presente y de lo actual le diera una superioridad sobre todo porvenitr, el cual no es sino posible? Se puede pretender siempre que quien pueda lo més, puede lo menos? Si esta afirmacién expresara una verdad formal, serfa inconcebible que uno pudiera oponerse a ella, Ahora bien, tenemos un excelente ejemplo de lo con- tratio en la célebre Ley Vandervelde, votada en Bélgica des- pues de la Primera Guerra Mundial, Por iniciativa del gran lider socialista, ella permitie la venta a cada uno de dos li- tros de aleoliol por lo menos, mientras que prohibia la ven- ta de cantidades menores; aunque paraddjica, esta ley contribuyé eficazmente a combatir el alcoholismo en el medio obrero, que era el fin buscado por su autor. Es normal considerar a las especies como subdivisiones, © partes del género. De alli, a trasponer los razonamientos que se refieren al todo y sus partes en razonamientos rela- tivos a las relaciones entre el género y las especies, no hay sino un paso que se da répidamente, Lo més frecuente en este tipo de argumentos no es concluir la superioridad del Concerning Toteration, op. ct, 135. 87. V.Jankélévitch, Traité des vers, op. et, pig. 19. 104 Ee inpERio ReroRico género sobre la especie, sino que mds bien se razona sobre Jas especies para concluir sobre el género o sobre una espe- cie atin no examinada: “para poder afirmer alguna cosa so- bre el género, es preciso que esto se confirme en una de las especies; lo que no hace parte de ninguna especie, no hace parte del género"™ Este tipo de razonamiento nos recuerda los angumentos por divisién a los cuales se ha hecho alusién més arriba, pero mientras que exista un acuerdo previo sobre las espe- cies que constituyen el género, la divisién se puede insti- tuir libremente, lo que permite efectos inesperados: =4Tuvo usted buen tiempo en vacaciones? ~Oh si, en un mes no Hovid sino dos veces, <¢No mas? =No. Una vex durante ocko clias y Ia otra durante tres se- snanas®, El argumento por divisidn, cuya utilizacién puede ser- virnos no sélo de medio de prueba, cino también como medio para crear la presencia por la enumeracién de las partes (constiltese la amplificacién vista mds arriba), estd a la base del dilema, asi como de razonamientos a pari y a contrario.. En el dilema se examinan dos eventualidades para con- cluir que smbas conducen a una consecuencia desagradable: Si alguien que profesa ser el ministro de la palabra de Dios, el predicador del evangelto de la paz, ensefta to contra- io: 0 bien no comprence, bien descuida los deberes de su vocacién, y deberd dar cuenta de esto un dia el principe de la paz 38. TA, pag. 208, 38. L, Olbrechts-Tyteca, Le comique du discours, pig. 208, 40, Lockse, The Second Treatise of Civil Goverument and A Letter Les argumentos 108 enastlopios Deméstenes reduce a un dilema la escogencia de los atenienses con relaciGn a Filipo de Macedonia: En fin, atenienses, es una cosa que no debéis perder de vista: vosotros tenéis Ia escogencia hoy, entre esto y aquello: atecar a Filipo en su pais o ser atacados por Filipo en el nues- tro... ghlostrar qué diferencia hay entre hacer la guerra an eu pais y bacerla en el nuestro es acaso necesario™. Eldilema es constrictivo si se admite que le situacién se reduce a una alternativa: no queda sino escoger la rama de Ja alternativa que constituye el menor mal. La presentacién de una situacién bajo la forma de dile- ma tiende a menudo a probar la mala fe del adversario. He aqui como Herén de Villefosse, defensor de la autenticidad de la Tiara de Saitapharnts, ataca al experto opnesto a esta Cuando M. Furtwingler encuentra o cree encontrar en ‘un monumento antigao wna de las Figarns 0 smn Ae los mati- vvos de la tiara, declara por esta razén que la tiara es falsa; cuando no encuentra ejemplo del mismo motivo o de las mis: ‘mas figuras..., declara igualmente que la tiara es falsa, Es un procedimiento de discusién completamente extraordinario”, Cuando uno no repara en matices y no sefiala todos los elementos que permiten concluir cada vez en la falsedad de la tiara, reduciendo todos los razonamientos @ un dile- una que cuuduce siempre un mismo resultado, la argu: mentacién del adversario se presenta como la expresisn de Concerning Toleration, pig. 136. AL, Demastenes, Haraigues, tt Premire olynthienne, §25, 27. 42, Vayson De Prandennes, Les frances en archéolagie préhistorigqe, Paris, 1932, pag. 523. 106 ex imreRto RETORICO una toma de partido completamente independiente de los resultados de un estudio sobre la tiara, Hay casos en los que la presentacién bajo la forma de dilema se vuelve inadmisible, esto es, cuando sus dos ra- mas conducen a un absurdo manifiesto. Sterne esta inuy conitento cuando puede ridiculizar una u otra forma de ar- gumentacién. He aqui emo presenta las reflexiones de los, Juristas de Estrasbungo acerca de la narig de un extranjero: Verdadera -opinaron ellos-, una nariz tan monstruosa hubiera side civilmente intolerable. Falsa, hubjiera constitui- do una violacién mas grave, ands imperdonable aun de los de- rechos de la sociedad, a quien trataba de engayiar por su apariencia abusiva, La tinica objecién a este dilemma, si probaba alguna cosa, cera que la nariz del extranjero no era ni verdiadera ni falsa®. La relacién entre las partes y el todo, entre las especies y el género que las contiene, ha dado origen en derecho a dos clases de argumentos: e] razonamiento a pari y a con- rrario. Se puede pretender que lo que vale para una es- pecie, vale para la otra? O por el contrario, gvamos a oponerlas? {Cuando una regia de derecho declara que los hijos pueden heredar de sus padres, quieve estu igualmente decir que vale para las hijas, o las excluye de la participa- cidn de la sucesién? Sélo el contexto puede dar la buena interpretacién. Se sabe, por otra parte, que en la historia Gel derecho, una misma regla pudo en épocas diferentes recibir la primera interpretacién, mientras que al comien- zo es la segunda la que se admite. El hecho de que se pueda oscilar entre estos dos tipos de argumentos pone en claro Jo que distingue la argumentacién de la demostracién for- 43. Sterne, Vida y opiniones del eaballera Tristram Shandy, Cite tra, Madrid 1893, eitado en 7. A., pag. 320. os argumentos 107 ‘cnastagtcos mal. La aplicacién del esquema argumentativo presupone una decisidn referente a la importancia de las razones pre- sentadas en favor de la asimilacidn o de la diferenciacién de las dos especies de un mismo género en una situacién dada. 5. Los pesos y medidas, y las probabilidades La comparacién constituye un argumento cuasilégico cuando no da lugar a una pesaca o a una medida efectiva que utilice un sistema de pesas y mediclas; pero el efecto persuasive de tales comparaciones esté constituido, sin embargo, porla idea subyacente de que se podria apoyar su juicio por una operacién de control. Al decir: “sus mejillas son rjas como manzanas”, “es més rico que Creso”, parece queexpresamos un juicio von- tolable. Cuando Cicerén afirma: “El crimen es el mismo por ro- bar al Estado o hacer derroches contrarios al orden ptibli- co”, acuerda el mismo peso a una accién que no cae bajo el rigor de la ley, que a un delito punible. Mientras que en una pesade o una medida reel, el pa- trén de medida es neutro ¢ invariable, las comparaciones de cota especie suffen el contregolpe del término de vous paracién escogido, pues los dos términos, por la compara- ciéu misma, son reunidos en una misma clase y se vuelven or eso mismo mas 0 menos homogéneos. Decir que un escritor es inferior a tal maestro reputado o que es supe- rior a una nulidad patente, es expresar cada vez un juicio defendible pero que tienen aleances muy diferentes. Este efecto no ha escapado a Bossuet, quien lo subraya expresamente: “...Los soberanos piadosos quieren que toda su gloria se borre en presencia de la de Dios, y, lejos “A, Gieerdn, De Oratare, Lat, § 108 EL imPERto ReTORICO de ofenderse de que se disminuya su potencia desde esta perspectiva, saben que jams se les reverencia de manera més profunda que cuando uno los disminuye de tal mane- ¥2, comparandolos con Dios”, Acercando entre si dos términos muy alejados, se realza de lo que ec incomparable, de lo que no se puede comparar sino consigo mismo, de lo que se considera tinico. Plotino, después de haber observado la superioridad del ‘Uno sobre cualquier otra realidad, pero temiendo la deva- Juacién que resulta para él, agrega: “Separemos de Hl toda cosa, no digamos ni siquiera que las cosas dependen de El y ques libre,... no debe tener absolutamente ninguna re- lacién con nada... De-auatiera anifloga, La Bruyére, al ocuparse del valor de ios grandes artistas, escribe: ‘V... es un pintor, C... es un miisico, y el autor de Priamo es un poeta, pero Mignmrel es Mignard, Talli es Lalli, Corneille es Corneille”, La comparacién, acercando acciones diferentes, I ‘tic en un cierto nivel admitido por los interlocutores; pero Ja revelacién de una divergencia sobre el asunto no dejaré de producir un efecto cémico: ‘Una linda joven y una sefiora vieja y de mal genio espe- sen cl bus, La segunda rehuisa con indiguacidu uu eigarrillo: *gFumaer en la calle? Prefericia abrazar al primero que lloga- “45, Bossuet, Sermons, t., “Sur Pambition”, op. cit, pag, 395, 46, Plotino, Fnnéadas, vi, 7, §34, citadoen TA, pig. 328. AT, La Bruyére, op cit, pag. 18. Los argumentes 108 euastiggteas “Yo también, pero mientras lega podemos fumarnos uno", contesta Ia joven. En Ia argumentacién cuasilégica es raro que el término de comparacién esté determinado de tal manera que se im- pongs. Como el recurso a este argumento busca menos in- formar que imprecionar, la indiescién de una magnitud numérica absoluta pocird ser menos eficaz. para este efecto que la indicacién de una magoitud relativa, pero siempre y ‘cuando el término de comparacisn esté bien escogiclo. Para subrayar le inmensidad de un pais, en Paris serd més facil decir que es nueve veces més grande que Francia, que indi- car que cubre la mitad del Brasi El término de comparacién puede servir de contraste. Es asi como las descripciones entusiastas de una edad de oro o de un buen tiempo pasudo sirven, subre udu, past descelificar la edad y el pais en que se vive. menudo, la comparacién resulia.de un-sacrificio; éste imide ei valor atriluido a lo que se quiere obtener o guar- ar; de ahi Ta importancia de los mértires como garantes de Taf, Al pensamiento de Pascal: “No creo sino las historias ceuyos testigos se harfan degollar™, corresponde la afirma- cidn de Calvino, que sefiela el poco afecto de los catélicos & su religin, y opone a ella la determinacién de los protes- tantes: “Nuestra confianza es diferente, ella no teme los te- rrores de la muerte, ni el juicio de Dios”, La renuncia ascética permite valorizar el estado misti- co, argumento del que Plotino no ticne dudas cn sorvirse: “Todo lo que a El (a el alma) le producia placer antes —dig- nidad, poder, riqueza, belleza, ciencia-, todo esto ella lo EEA, pigs S908 49, Pascal Posts, 397, op. cit, pig. 992. 50. Calvi, Jnstinurion de lr religion chvvienne, Genéve, 1988, ie. 8. 110 EL ImMPERtO RETORICO desprecia y dice: glo diria si no hubiese encontrado bienes mejores?” Los confesores de le fe pueden ser humildes y carecer de reputacin; su mimero supliré a su falta de prestigio in- dividual, como en la leyenda de las once mil virgenes que scompafian a santa Ursula. En la argumentacién por el sacrificio, en ausencia de una medida objetiva, no se juzgan las cosas sino por el pre~ cio que los hombres les atribuyen. ¢Constituye este precio una constante? Nada lo indica. Fl bien sacrificado puede ser objeto de una amhivalencia, coma también el fin busea- do: “Se rechaza violentamente aquello 2 lo cual se ha dado demasiado o nos apegamos a ello con una especie de deses- peracién”®? El sacrificio imitil, que no ha tenido ningiin resultado, tiende a devaluar lo que ha sido sacrificado de esta manera, Los soldados caidos después del rechazo de una ofensiva eran designados por sus camaradas de combate como “aquellos que precisan volver « comenzar”®, El argumento por el sacrificio se volverd cémico si mide otra cosa que lo que interesa al interlocutor. El empleador interroga a un candidato para un puesto y se sorprende: Usted pide un salario. muy elevado para un hombre sin experiencia, -El trabajo es tanto més dificil cuando uno no sebe cémo hacerto* 5. Platina, Enndodas, vw, 7, §4 52.5, Weil, Livwracinement, Poris, Gallimard, 1949, pig, 114. 53. J. Paulhan, Le Guerrier appliqué, Paris, Gallimard, 1930, pai. 133. 54. L. Olbrechts-Tytecs, Le comique du discours, pig, 219, Los argumentas LL cenathiiee A los argumentos cuasilégicos o cuasimatematicos s* pueden aproximar todos aquellos que se refieren a proba- bilidades no calculables, o por lo menus a ideas subyacen- ‘es al céleulo de probabilidades. ‘He aqui dos razonamientos fundados sobre la idea de que la probabilidad de una mejor eseogencia aumenta con “el miimero de soluciones entre las cuales es preciso escoyer. Isécrates aconseja admitir a los jévenes en las asambleas deliberantes: Puesto que Ia cualidad de nuestros juicios difiere, no por el mimero de nuestros. alos, sino en razén de Jos tempe- romentos y de nuestra facultad de aplicacién, gpor qué no ‘hacer obligatorio el amado a la experiencia de las dos gene- aciones, para que ustedes tengan la posibilided de escoser entre todos los discursos sostenidos los’ consejos mis di- les, Es también el argumento utilizado por Locke para opo- nerse a la tirania de los principes en materia religiosa: Si no hay sino une verdad, un camino pera ir al cielo, qué esperanzas hay de que mucha gente serd conducida all, sino tienen sino la roligién del principe y se posten et Ia vbliger cidn de abandonar Ia luz de su propia razén... el estrecho ca- ino se disminuirfa atin més; sélo un pais estaria en to verdadero" En los dos casos se pretende que es preciso preferir les, combinaciones que nos dan el mayor nimero de opciones: se reduce el problema de la participacién en las asambleas 56. Locke ‘The Second Treatise of Concerning Taleration, pig, 128. 112 ELempenso REroRILO deliberantes, asf como el de la libertad religiosa, a uno solo de sus aspectos, la probabilidad més o menos grande de Ne- gar al resultado esperado. Considerando nuestra vide como una apuesta finita comparada con la salud eterna, Ja infinidad de vida infiri- iamente feliz por ganar, la apuesta de Pasval nos invita a jugar, pues on cate juogo las posibilidades cstin de miestro lado: “...odo jugador arriesgs con certidumbre para ga- nat con incertidumbre; y sin embargo, él arriesga cierta- mente lo finito, para ganar inciertamente lo finito, sin pecar contra la razén... Pero la incertidumbre de ganar es proporcional a la certidumbre de lo que se arriesga, segin Ja proporcidn de los riesgos de ganancia y de pérdida... nuestra proposicién es de una fuerza infinita cuando hay Jo finito por arriesgar, en un juego en que hay tales riesgos de ganancia como de pérdida, y lo infinito por ganaz.">" Leibniz y Bentham han queridu aplicar las probabilida- des a la apreciacién del valor de Jas prucbas y de los testi- ‘monios, y los jesuitas en su casuistica, a su manera, han reeurridd al probabilismo, Todas estas técnicas suponen la reduccién de un pro- Dlema a uno solo de sus aspectos, no calculable, pero apre- ciable en téminos de frecuencia. Pero esta reduccién puede implicar el olvido de otros aspectos, quizds esencia- les, y Pascal no ha dejado de subrayarlo en sus Provicia- les. A causa de los inconvenientes de la reduceién a lo formal y a lo cuantitativo, es raro que los argumentos cuasilégicos puedan por si solus producis la conv ellos deberin ser completados por argumentos basados so- ‘bre la estructura de lo real. ‘37. Pascal, Pensées, 451, op. ci, pigs. 955-956, CAPITULO VUT Los argumentos basados sobre la estructura de lo real Cuando dos elementos de 1o real estén asociados entre sf, en un nexo reconocido, es posible fundar sobre este nexo una argumentacién que permita pasar de lo que se admite a lo que uno quiere hacer admitir. ‘Hemios visto cémo Bossuet, arguyendo a partir de la so- Tidaridad tradicional en la iglesia entre el altar y el pilpito, se esfuerza por obtener de los fieles el mismo respeto para Ja palabra de Lios que aquel que ellos testimonian en la comunién por el cuerpo del hijo de Dios. Las estructuras invocadas habitualmente son de otra naturaleza: la mayor parte de los argumentos fundados so- ‘bre lo real apélaia'niexos Ae sucesicin!, tales coma la rela- cidade causa a efecto, 0 a nexos de.coexistencia’, tales como la relacidn entre la persona-y.sus.actos. Se trata de dos maneras diferentes. de.estructurar.lo real, En los nexos de sucesién son fenémenos del mismo nivel Ios que se ponen en relacién, mientras-que, en los ba- sados on los nexos de coexistencia, Ia argamentacién se apoya sobre términos de nivel desigual, tales como la esen- cia y sus manifestaciones. 1. Los nexos de sucesion A partié de le afirmacién de un nexo causal entre fend- menos, fa argumentacisn puede dirigirse hacie la buisaue- TEA, pigs 354-904. 2. hid, pags. 3445, 114 EL Impenzo rerorico da de las causas, hacia la determinacién de los efectos y hacia la apreciacién de un hecho por sus consecuencias. ‘Cuando se trata dé actos intencionales, la determinacién de la cansa se acompafia de la del motivo que ha incitado a realizar el acto, La argumentaci6n desarrollada sirve para dar cuenta de un fenémeno, para explicerlo, a veces para orientar las in- vestigaciones. El descubrimiento de un cadaver suscita una serie de preguntas: gse trata de una muerte natural o de un cri- men?, y en este iltimo nso, quiéa ha podido producilo? 4Quién twvo interés en matar a la victima? Entre los sospe- chosos, gquien es él que ha tenido el deseo y la posibilidad de obrar?, {las presunciones de que se dispone son precisas y concordantes?, gen qué medida explican el desarrollo de los acontecifaientos?, gotras hipétesis no serian también nds aceptables?. Observemos con relacién a este punto que el mismo tipo de razonamiento servird también, tanto en una delibe- racién fatima, como en una argumentacién para uso de otro, Esta tiltima no serd eficaz, a menos que exista entre Jos interlocutores un acuerdo sobre los motivas posibles de una accién, sobre su pertinencia y su probabilidad en un contexto determinado, Aquel que en un juego de azar gana un mimero de ve- ces anormalmente alto puede ser sospechoso de hacer trampa, lo que hace su éxito ms comprensible. Si varios testigos estén de acuerdo, sin que se haya puesto previa- mente de acuertio, estaremos incitados a concluir que han, asistido al mismo acontecimiento del cual atestiguan la realidad. Admitiendo ls existencia de correlaciones, de leyes na- turales, del principio de que las mismas causas producen Jos mismos efectos, podremos llegar a constituir hipstesis Los argunenios basedas 115 ure la coeructra dla real en un contexto determinado, controladas por medio de in~ vestigaciones apropiadas ; “ Elargumento pragmatico” esel que permite apreciar un hecho por sus consecuencias. Fara Bentham, es incluso el nico argumento vilido cuando se trata de adoptar una norma: eQué es dar una buena raxéa en materia de ley? Es alegar en pro o en contra de la lay lo bienes o males’que ella tiende a producir. Qué es dar una fa'sa rasén? Alegar en pro o en contra de una ley cualquier ots cosa que sus efectos, sea para bien o para mal’, El razonamiento por las consecuenciaé parece tan ab- vio que no tiene que ser justificado. Las consecuencias pueden ser observadas o previstas, segiiras o presuntas, El razonamiento pragmnatico permite justificar incluso la con- ducta del supersticioso: - i somos trece ent In meso, si eniciendo tres cigarrillos con una sola cerilla, estoy inquiets y no valgo nada. Si al con- trario, exijo que seamos doce, 0 me niego a prender el tercer cigarrilo, ntonces estoy seguro y recobra todas mis faculta- des. Por consiguicnte, esta exigencia y este recharo son logi ‘mos y razonablest. El argumento pragmatico, que parece reducir el valor de la causa al de sus consecuencias, da la impresién de que todos los valores son del mismo orden: es asi como la ver- 3. OF Ch, Poralman, “Largumert pragimatique”, en Le oi Pargnmencatiou, pdg. 100.4 118, tanto como 7 A. pigs. 357-364. “4. Bentham, Oewvres, 1, Prinipest Ch. Odier, Langoisse et fa paisée magique, Neuchitell, Dela- chou, 1948, pig, 121 116 EL impeRio ReroRico dad de una idea en el pragmatismo sélo puede ser jungata por sus efectos. Bl fracaso de una empresa o de una exis- tencia pueden, asimismo, servir de criterio de su irraciona- lidad o de su inautenticidad. ‘Max Scheler califica de farisefsmo a la coneepcién que identifica la moral con lo wtil®. S. Weil se rebela igualmente contra los angumentos en favor dol cristiasisme y que se parecen a la publicidad del tipo: “antes de su uso y después de sti uso”, Ellos consisten en decir: “mirad cémé los hom- bres eran mediocres antes de Cristo”. Las objeciones més graves contra el argumento pragmé- tico derivan de las dificultades de su aplicacién, pues ecdmo detenerse en Is cadena indefinida de las consecuen- cias de un acto y cémo imputar a una sola causa las conse- cuerieizs que resultan frecuentemente de un concurso de varios acontecimientos? Esto lo dhustran las dificultades de toda clase que susci- tan la aplicaci6n del articulo 1382 del Cédigo Civil, segin el cual; “todo hecho cualquiera de un hombre que causa dafio a. otro to obliga a repararlo” ‘udles son las conse- ‘cucncias que es preciso imputer a la falta? ¢En qué medida Ia falta debe considerarse como la tinica causa de los acon- tecimientos que se han sucedido en el encadenamiento de las causas y de sus efectos? En la medida on que un acontecimiento presumible- menie ka producido efectos vatiados y en sentido contra- rio, la falta de Eva que incité a Adan # desobedecer a Dios, lo que ha tenido por efecto privarlo del paraiso y de la in- mortalidad, pero también de das nacimiento a toda la hu- manidad, es un bien o es un mal? Es para responder a csia objecién para lo que fue inventads el cdleulo utilitarista Los angumentas basades 117 sobre laestrnctara de a reat que se propone redueir a un resultado cuantitativo, posi tivo 0 negativo, el conjunto de las consecuencias del acto sometido a apreciacion. Las criticas suscitadas por et utili tarismo contra el uso del arguinento pragmitico serian vi- idas con una doble condicidn: que éste pretenda en cada caso ser capaz de reducir cl conjunto de las consecuencias a un resultado objetivamente calculable, y que, por otra parte, excluya el recurso a argumentos de otra tipo. Esta doble pretensién, que es la del utilitarismo de Bentham, no es necesariamente la de todo uso del argumento pragm- tico, que podria no ver en este iltimo sino un argumento importante, pero ciertamente no el tinico argumento admi- sible en una controversia. La mejor prucha de que no es asi se da por el mismo hecho de que una cadena causal serd apreciads diversa- mente segin que s¢ la consilere como una sucesiGu de causas 0 efectos, o gracias « la intervencidn del elemento intencional, como una relacién de medios a un fin, El he: cho de que un mismo acontecimiento pueda ser interpreta- do de wma w otra manera puede dar Inger a efectos de estilo, tal como la antttesis, utilizada por Cicerén para opo- nor el fin a las consecuencias: “No es un exilio miserable el que tu iniquidad me ha infringido, sino un tegreso glorioso el que ella me ha preparado™. La oposicién entre fines y consecuencias tendrd a veces un resultado inesperado, y aun eémico: Un rico heredera ha pagado con creces a sus gentes para que pouye un seaiblente digno en las exequias dc su difunto padre, Pero he aqui que esta gente entre més se le paga por estar triste, més se pone contents’ 6. M. Scheer, Le ormalisme en éthique, Pari, Gallimard, 1055, pa. 194. 7.CE Ch, Perelman, Largionent pragmatique, op » pig. 108. BLA, pag. 368. i 9. CE Ch, Lalo, 159. ‘Bethérique du rire, Paris, Flaramarion, 1948, pig. 118 EL IMPERIO RETORICO Las consecuencias podran ser diametralmente opuestas a los fines buscarlos, sobre todo cuando las actividades de varios no estan coordinadas. Esto es lo que permitié a Anatole France comenzar Thais con esta férmula llamati va: “En aquel tiempo el desierto estaba poblado de anaco- retas"™, Observemos que algunos hechos no producen las con- secuencias deseadas si son percibidos como medios para un fin, es decir, como pracedimieutos. Es esto lo que obser- v6 bien Proust: “Si un hombre sintiera no ser buseado por el mundo, le dirfa que no vaya a ninguna invitacién, que viva encerrado en su cuarto y que no deje entrar alli a na- die, y entonces le harén cola delante de la puerta; 0 mejor no le diria, pues es una manera segura de ser buscado que no tiene éxito, como la de ser amado, es decir, sino se 1a ha adoptado por eso, si, por ejemplo, se duarda discrecién en <1 cuarto porque se esté gravemente enfermo, 0 se cree estarlo, o se tiene alli una amante encerrada, y se prefiere ella a todo el mundo”"! De lu misina manera, los efectos oratorios cuando no parecen corresponder a una emocién sincera, cuando care- con de naturalidad, se descalifican como procedimientos, Jo que no dejard de tener por consecuencia una aprecia. cid peyorativa de la etérica, El medio no posee sino un valor relativo, pues depence del valor acordado al fin, considerado como independiente. Pero sucede que los medios se transforman en fines, como en el caso de la avaricia o del amor: “Se ama ya enando se adivina en la amada una fuente de felicidades inagotables, indeterminadas, desconocidas... Entonces, el amado es arin un medio, un medio tinico e imposible de reemplazar por fines innumerables e indeterminados... Se ama verda- 10, CF. Olbrechis-Tyteca, Le comigue du discours, pig. 240, M1. TA, pigs. 366-387. Ens anguinentos busados 119 soure ta estrciret eo Feat deramente, se ama al amigo por sf misnto, como el avaro ama a su tesoro, cuando el fin ha dejado de ser considerado y es el medio el que se ha vuelto fin, cuando el valor del amado de relativo se ha vuelto absoluto””. La transformacién de un medio en fin y de un fin en medig-coincide con su valorizacién o su desvalorizacién. Mientras que el coraje es indispensable para tritunfar en Ia guerra, Isdcrates hace de la guerra un medio indispensable para poner en evidencia este coraje: 1s algiia Dios que ha producide esta guerra para admi- racién por su coraje, para impedi que tales naturalezas fue- sen desconocidas y que terminasen su vida en la oscuridad® No ver en la guerra sino un inedio de revelar el coraje de los hombres puede lindar con lo ridiculo; lo odmico es- talla en esta publicidad imaginada por ciertas casas de ‘pompas fiinebres, inspirada por las propaganclas de apara- tos fotogrdficos (“apriete el bot6n, nosotros hacemos el re to”): “basta morir, nosotros hacemos el resto”. Mas alld de cierto limite, el uso de una téonica de angumentacién; en lugar de persuadir provoca la risa, Donde se sitda este limite? Es preciso que la despro- porcidn eutre lus valuies considerlus como fin y woue medio sea tal, que no se pueda tomar en serio la sugerencia presentada irénicamente, como la de J. Swift que preconi- za un medio infalible para que los nifios de los pobres no sean una carga ni para sus pacres ni para su pais: proponia simplemente usarlos para darles un alimento suplementa- rio a los adultos. Después de las horribles experiencias de 12, Goblot, La legiqne desjugemonts de valeur, Paris, 192 56, 13. feSerates, Diseowrs, tu, "Panegirico de Atenas”, §84. HLL, Olbrechts-Tytees, Le comique ds discours, pag. 240. 120 ELimenrio ReTORICO Ja itima guerra, esta misma sugerencia leida a los nifios de las escuelas no parecis edmica sino macabras, Ex uma pelicula, ya antigua, una prostituta trataba de dejar su oficio caséndose con un hombre que dirigia una empresa de transporte en camiones; el chulo pregunté al camionero eémo trataria 4 a alguien que le robase alguno de sus camiones. El debia esyeun uu Lutamienio andlogo Por parte de aquel e quien quitaba suis medios de subsis- tencis. La transformacién de un ser humano en medio provoca, segiin el caso, Ia risa 0 Ia indignacién. En otro contexto puede parecer perfectamente normal. La telacién “medio-fin” esti a la base de ciertos argu- mentos tales como: ef angumento del derroche, de lo super- fluo y de lo decisivo. La existencia de un medio eficaz que permite realizar un deseo, dara a este iltimio una consistencia suficiente para transformarlo en fin. Bossuet compromete a los pecs- cores con la penitencia insistiendo sobre el hecho de que Dios les da por misericordia el medio de salvarse. El sacri- ficio de Jeetis ha puesto a dieposicién de los Beles la posibi lidad de hacer penitencia; su impenitencia agrava el dolor dela Virgen y hace que el sacrificio de su hijo sea imitil: en lugar de dar un medio de salvacién a los hombres, esta muerte se vuelve derroche. Es una forma de razonamiento frecuentemente utilizada por Bossuet en sus Sermones'®. Para evitar cl derroche de esfuerzos hechos pera alean- var algan fin, continuaremos obrando en el mismo senti- do. Este argumento servird igualmente para incitar a ‘ayuellus yus Uenen dotes especiales, un saber y una com petenia excepcionsles, para que no los derrochen, Mientras que lo que es superfluo es por este mismo he- 15, Wid, pig. 22. 16. Cf. Bossuet, Sermons, vol. u, “Sur la Compassion de Ia Sainte ‘Vierge", pig. 645; “Sur la pénitence”, pig. 72 Los argumentes bnsades 121 sonvetaestructura de (0 reat cho devaluado, lo que es decisivo gana en importancia: “La accién que, dadas las circunstancias, podrd tener pleno al- cane, que no deberd ser considerada como un derroche, seri por esto mismo valorizada, lo que milita en favor de su realizacién”™, Cuando entre les tesis admitidas por el auditorio y las dofendidas por al orador hay una distancia muy grande para poder ser franqueada de una sola vez, se aconseja di- vVidir Ia diffcultad y llegar al mismo resultado gradualmen- te: en lugar de ir de A aD, se propone llevar al interlocutor primero a B, de alli a C y por fin a D: es el procedimiento de las etapas. Para precaverse contra esta técnica, el adversario se val- drd del argumento de direccién, que previendo los desarro- Mos futuros, se opone al primer paso por temor a que conduzea por tna “via enjabonada” que ya no permite detenerse en el camino, y que de abandono en ahandono Tlegard a la capitulacién total. Esta concepeién dindmica de la argumentacién intro- duce en el procesa una neva ambigiieflad: quien argu- menta con él fin de pasar de A a B gse contentard con el cambio efectuado lo consideraré como una etapa en cies- ta direccién? Observemos con relacién a esto que el cam- bio propuesto puede dar lugar no e un trinsito més fécil hacia C y luego a D, sino a la generalizacién del trénsito de AaB, por la técnica del precedente, En efecto, gracias a esta técnica, toda decisién puede ser considerada como un precedente que facilitard en el porvenir el trénsito de A a B. A esla idcuica se upone cl temor del precedente quo, como argumento de direccién, impide adoptar una solu- cién, aceptable si fuera excepcidnal, pero de la que no se aceptaria su generalizacién, Desde este momento, la discusién pods comenzar so- 17. BA, pig. 378. 122 BL IMPERIO RETORICO bre el aleance de una decisién, la posibilidad de detenerse en la etapa indicada 0 de considerar la medida como un desarrollo tinico en su género, ‘Cuando es el orador quien propone el transito inmedia- to de Aa D, su adversario puede sugerir un compromiso, el trénsito a B, presentando esta medida como una etapa en Ja marcha gradual, con Ia esperanza de que no estare- mos obligados a continuazla, o en todo caso, con la certi- dumbre de ganar tiempo antes de tener que aceptar la medida indeseable, Este pcocedimiento que Bentham cla- sifica entre los “sofismas dilatorios"", pero que no es mis, sofistico que las otras téonicas argumentativas, consiste en echazse el lastre, es decir, en aceptar sacrificios inevitables cuando uno no se encuentra en posicidn de fuerza. En este caso, quien quisiera obtener todo de una vez, alegard que Jo que el adversario califica de marcha gradual, conduce de hecho “a querer separat lo que deberia ser un todo, a hacer nula o ineficaz.la medida, segmentindola”'*, Acesta técnica de la divisiéu corresponde, por otra par- te, la oposicién entre cambio cuantitativo y cualitativo. &n qué momento el cambio, en Ingar de ser un cambio de grado, se vuelve un cambio de naturaleza? ¢En qué grado las contribuciones pueden ser asimiladas a la confisca- cién? gEn qué momento la naviouulizaviéu de ramas ente- ras de la industria, transforma la economia de un pais en una economia socializada? Toda la discusi6n a este respec- to, no constituye sino una variante del procedimiento por etapas, donde cada etapa es de naturaleza cuantitativa y el resultado es un cambio cualitativo, un cambio de natu- raleza, El argumento de le superacidn sélo considera un valor; no es limitado por ningiin otro que pueda cbstaculizar el 18. Did, pag. 381. 19. Bentham, Oenres,t 1,“ sees, 1840, pag, 483, ‘mité de Sophismes politiques?, Bre Los argumentas bases 123 sobre estructura elo real desarrollo desmesurado del-valor que se exalta: él preco- niza no considerar cada realizacién en el dominio conside- rado sino como una etapa en-una progresién indefinida, pero es obvio que el adepto de un pluralismo de los valores observard que todo valor Hevado hasta el limite conduce a incompatibilidad con otros valores a los que impide su rea- lizacin. Una libertad infinita es incompatible tanto con lo real como con la existencia de varias libertades. La idea de superacién, al indicar una direccién de pen- samiento, puede servir, gracias a la exageracién, tanto ala hipérbole como a la litote™. 2. Los nexos de coexistencia Mientras que los nexos de sucesién unen elementos de Ia misma naturaleza, tales como acontecimientos o fené- menos unidos por wn lazo de causalidad, los nexos de co- existencia establecen un lazo entre realidades de desigual nivel de las cuales la una se presenta como la expresién 0 ‘manifestacidn de la otra, tal como la relacién de una perso- na y sus acciones, sus juicios o sus obras. Mientras que filoséficamente y de manera abstracta el nexo de coexis- tencia se simboliza por la relacidn entre acto y esencia, el rorotipo de tal nexo es la relacién que existe entre u persona y sus manifestaciones, Todo lo que se afirma de ‘una persona se justifica por la manera como ésta se mani- fiesta, pero es la unidad y la estabilidad de la persona la que unifica el conjunto de sue actos, Ee el cardeter de la peisona y las intenciones que se le atribuyen, los que da- rin un sentido y un aleance explicativo a su-comporta- miento. Si la persona se constituye a partir de sus manifestacio- nes, éstas se interpretan en funcién de la idea que uno se 20. TA, pigs. 990-394, ‘hace de la persona: la persona y sus actos estén en cons- tante interaccién y es dificil decir cudl es el elemento que precede al otro. Mientras que en los nexos de sucesién Ja causa precede siempre al efecto, sabemos que filosé- ficamente la relacién entre Ja persona y sus actos pudo elaborarse de dos maneras diametralmente opuestas: mien- tras que pora Leibniz: la ménada esta dada de una vez y su existencia se desarrolla en el tiempo de una manera deter- minada por su naturaleza, para el existencialismo, la exis- tencia precede a la esencia y la persona no se constituye sino en funcién de sus actos. La teoria de Ia argamenta- cién no debe tomar posicién en un debate ontolégico, le basta constatar que la idea que uno se hace de la persona y la manera de comprender sus actos estén en constante interaccién, Totlo Io que se reflere a la estructura de la persona sera considerado como esencial y dotado de una estebilidad que se podré negar a lo que no es sino accidental y pasajero. “Todo argumento sobre la persona constata esta estabili- Aad: cola presime, interpretanda el acto en funcién de Ia persona, se deplora que este estebilidad no haya sido res- petada, cuando se dirige a alguien el reproche de incohe- encia o de cambio injustificado™. La construccién de Ia persona le asegura cierta conti- nuidad, ella se considera como responsable de sus actos pasados, que contribuyen a su reputacién, a su mérito oa sui demériio, Es a la person Ia que se loa o se censura, a 1a que se recompensa o a Ia que se castiga ‘Téonivas sociales como el levguaje, ls wural, vl derecho y la religi6n, conzriysirin a acentuar esta expresién de unidad y de estabilidad: Ia més notable de estas técnicas es la atribucién de un nombre propio. Una calificacién intemaporal, el epiteto (“Carlo Magno el de la barba flore- TA, pig. 205. armaments basins 125 cida”), acentdan este aspecto inmutable del personaje in- dependientemente de las contingencias. Este rasgo ha sido muy bien subrayado por Kenneth Burke, el eritico ameri- eano que mejor ha analizado el uso argumentativo de les técnicas literarias: Un héros e3 on primer lugar un hombre que realisa cocas beroieas, y su “heroismo” reside en sus aetos, pero enseguida tun héroe puede ser un hombre con potencialidndes de acciéa, lheroiea; los soldados que se van ala guerra son héroes en este sentido, Ahora bien, un hontbre puede ser considerado como wa héroe porque ha realizado actos heroicos, mientras que en su estado actual puede ser muy débil o muy viejo para reali- Pero all lado de esta estabilidad que fija a la persona, se insiste sobre su libertad, su espontaneidad, su capacidad de cambio, de adaptacién, asimisino de conversién; por esto la persona se diferencia de un objeto. Bl existencia- Tismo aun llegar hasta rebnisarle tna esenc leza, Esta no se fijard sino en el momento de su muerte. Esto no impide que desde el punto de vista argumenta- tivo, Ia persona sea el autor de sus actos, un ser durable al- rededor del cual y con relacién al cual se agrupard todo lo que se considera como sus manifestaciones, Esta imagen ambigua de la persona y, en general todos los nexos de coexistencia construidos sobre este mismo ‘modelo, es ls que dard su especificidad 4 las ciencias huma- as, convebidas como ciencias del espfritu, opuestas a las ciencias de la naturaleza. Es en derecho y en moral sobre todo, donde el nexo “acto-persona”, con las nociones co- nina natira- ‘A Grammar of Motives, New York, 1945, pig. 42, eitado en 7 A, pig. 398, | | 126 BL iMPERIo RETORICO rrelativas de responsabilidad, de imputabilidad y de cons- triccién, desempefian un papel caracteristico™, éCémo influyem los actos en nuestra concepeién de la persona? Esta puede sufrir el contragolpe de todo acto ‘nuevo, pues acordaremos a Ia persona una libertad, una capacidad de cambiar: mientras mds se hunde wna persona en la historia, mas rigida se vuelve la imagen que de ella tenemos. Pero esta rigidez permanece siempre relativa: ella est ala merced de un cambio de perspectiva que atribuird mds importancia, para su estructuracién, a ciettos actos olvidadns antes y de los que se subrayard al cardeter deter- minante, Puesto que, salvo cuando se trata de personas cuya naturaleza es dada a priori, tales como Dios o Sata- nis, las personas no son conocidas sino a través de sus manifestaciones, nuestra concepcidn humanista del dere- cho impide castiger a los hombres de una manera preventi- va antes de que hayan cometido un delito: la libertad que se les atribuye proliibe asimilarlos a un animal nocivo, a una serpiente venenosa, 0 a un perro rabioso. Todo acto se considera menos como el indicio de una naturaleza inva- riable que como una contribucién a la construccién de la Persona, que no se termina sino con su muerte. El juicio que se da sobre la persona de otro, por reflejo puede reeaer cobre la persona del juez. Sieste dltimu acusa a alguien, sin razén, de ligereza o parcialidad, podremos tacharlo a su vez de lo uno o de lo otro. Cuando se trata de apreciaciones fundadas sobre una interpretacién a menu- do muy controvertida, en ausencia de criterios indiscuti- bles, todo jusicio puede ser devuelto contra quien lo emite. Segiin una leyenda oriental, un mago habia convencido al rey de que los vestidos que él le daba no serfan vistos sino por las personas de una moralidad irreprochable. Ningiin ae 23. CE. Ch, Perelman y Olbreches-Tytaca, “Acte et personne dans Vargumentatian”, Retoriqne er philesephie, Paris, 1952, pas. 19-84, Las argumencos basados — 127 oi la ooerncrira elo ren cortesano os6 decir en vor alta lo que veta por temor de desvelar su propia inmoralidad. 31 engafo del mago sélo se descubrié cuando un nifio ingenuo pregunt6 por qué el rey estaba desnudo. La inocencia indiscutida del nifio supri- mid la relaci6n establecida por el mago entre lo que se veia Esta narracién, que establec: una interaccién entre el cardcter del sujeto y sus percepciones, lleva hasta el limite la interaccién admitida frecuer.temente entre el sujeto y sus apreciaciones, ¢ infumde la sospecha sobre todas sus afirmaciones que no serian controlables ‘Los actos pasados contribuyen a la buena o a la mala reputacién de la gente, El buen renombre del que se yoza se vuelve un capital que se ha incorporado a la persona, un activo que és legitimo utilizar en caso de necesidad. Ain més, crea un prejuicio favorable 0 desfavorable, pues es en el contexto formado por la persona donde se interpretardn torios sus actos, atribuyéndole una intencién conforme a la idea que nos hacemos de ella. Este fendmeno de interpretacién permitié al psivdlugo americano S. E. Asch criticar ‘os métodos de sus colegas que habian constatado que la misma proposicién se juzga- ba de usa manera favorable o desfavorable segiin que fuera atribuida a uno o a otro autor: ellos veian allfla influencia del prestigio que crefan irracional. Asch mostré que éste no era el caso, pues el juicio se interpretaba de manera diferente segin el contexto dado por la persona de su autor. El caso mas llamativo de interpretaciones divergentes se refiere a la actividad de las personas como Dios y Sata- nds, cuya conducta se juzga por anticipado de manera fa- vyorable o desfavorable. Mientras que ambos contribuyeron Ba S, E, Asch, “The Doctrine of Sugiestion, Prestige and Imita- tion in Social Psychology”, Paycholigical Review, vol. $5, 1948, pags. 2504 128 EL impento ReTOnico a producirle aflicciones de toda clase a Job, Calvino nos segura que Dios obré bien y Satands de manera reprocha- ble porque sus intenciones eran diametralmente opues- tas®, Es la intencién que se esconde detrés de los actos lo que se vuelve esencial, es ella la que hay que buscar detrés de Jas manifestaciones exteriores de la porsona, pues ella es la que les da su significacisn y aleance, De alli un doble jui- cio: el uno referente al acto mismo, el otro relativo al agen- te: “se habla no sin razdn -escribe Lalande- de errores inteligentes (Descartes estd leno de ellos), de crimenes o de delitos honrosos, como san Vicente de Paul engaiiando para los pobres. La influencia de la persona sobre la manera de coger sus.actos se ejerce por intermedio del prestigio, que es la cuslidad de ayuellos que producen en los otros la propen- sidn a imitarlos”, “El ejemplo de los grandes -escribe Gracidn- es tan buen retérico que persuade hasta para las cosas mds infa- mes”**, Se imita su camportamiento y se adoptan eur opi niones. De alli la importancia del argumento de autoridad donde el prestigio de una persona o de un grupo de perso- ‘nas se utiliza para hacer admitir una tesis, El argumento de autoridad ~argumentum ad verecun- diain— fue vivamente combatido en los medios cientificos, porque fue utilizado ampliamente de manera abusiva para oponerse a toda novedad, a todo descubrimiento y a todo cambio, en la medida en que ellos se oponfan a autoridades consideradas como infalibles. Es claro que ninguna autoridad puede prevalecer frente 35, CE. Calvino, institution dela religion crdienne, op ct, a1, Ch, 26. A. Lalande, La raison et les normes, Paris, 1948, pag. 196, 21. CF. E. Dupréel, Sociologie générale, Pars, 1948, pag. 66. 8. Lhiomme de cour, Augsbourg, 1710, pag. 217 Las argumenos basatas 129 sobre extrcrara eto ont a una verdad demostrable -un hecho siempre seré supe- rior a la autoridad del Lord Maire-, pero no es lo mismo cuando se trata de opiniones 0 de juicios de valor; lo mas frecuente en una controversia no es que s¢ discuta el argu- mento de autoridad, sino la autoridad invocada. Pascal, que se burla de las “gentes de condicién”, no duda en invo- car la de san Agustin, y Calvino opone a la autoridad de la iglesia, la autoridad de los profetas. Las autoridades que se invocan son muy variedas: a veces serd la “opinién undnime” o la “opinién comin”, a veces ciertas categorias de hombres: “los sabios”, “los filé- sofos”, “los padres de la iglesia”, “los profetas”; a veces Ia autoridad serd impersonal: “la fisica”, “la doctrina”, “la religién”, “la Biblia”; a veces se tratard de autoridades de- signadas especialmente”, Kl argumento de autoridad no tiene interés sino en la ausencia de prueba demostrativa. El vendrd en apoyo de otros argumentos, y quien lo utiliza no dejard de valorar la autoridad que coneuerda con su tesis, mientras que se devalia Ia autoridad que sostione 1a tesis del ariversaria, En el limite, la autoridad indiscutida es la autoridad divi- na, Bs el argumento fundamental que justifica la sumisién a la palabra de Jestis: Un maestro (Jess) en quien aparece tanta autoridad, aunque su doctrina sea oscura, merece bien que se crea en st palabra: ipsunt audite.. No busquemos las razones de tas ver- daties que él nos ensefia: toda la razén es que él hablo™. Salvo cuando se trata de una autoridad absoluta, en el conflicto entre autoridades se necesita un criterio para es- coger: el fundamento mas invocado en nuestros dias es la Ba, pe HS : St, Beutel, vo #Sur a soumisson de a pole de senshi pige 1722 130 =L imrenro RETORICO competencia, pero se conocen otros fundamentos, tales como la tradicién, la antigiiedad, la universalidad., La bt queda de un fundamento nuevo se acompafia frecuente- mente con el rechazo de las autoridades establecidas. ‘Un uso cutiose del argumento de autoridad es aquel en el que la autoridad calificada muestra ser incapaz de com- ptender una afirmacidn, lo que leva a la conelusién de que ésta es incomprensible, que nadie puede comprenderla”. Para evitar conflictos de competencia, el derecho hizo de la “competencia” una nocién técnica. Es competente para juzgar un litigio el juez designado conforme a les re- glas del procedimiento. El es el que zanjaré con autoridad, y la autoridad de ta cosa juzgada puede ser asimilada a la verdad ante la cual todo el mundo deberd inclinarse. La interaccién de la persona y de sus actos, que es nor- mal en toda argumentacién, puede suprimirse o frenarse: en ciertos casos apartaremos Ia influencia de la persona sobre el acto, en otros la del acto sobre la persona. Cuando se dispone de un medio para probar una ver- dad, para establecer un hecho de manera indiscutible, la cualidad de quien 1a afirma no modifica en nada el status de Ja afirmacién. No es porque wn criminal ha inventado la formula de un veneno por Io que podemos dudar del valor de su receta. (Al contrario, “un error, de hecho, sume u uu hombre prudente en el ridfculo”, la intoraccién es reem- plazada por una accién que va del acto hacia la persona). Para obtener el efecto inverso, para poner la persona al abrigo, serd preciso considerarla como perfecta, como divi- na. Todo lo que Dios hace o dice debe interpretarse en fun- cidn de su perfeccién, nada podria oponérsele. Es lo que Leibniz subrayé en sus Ensayos de Teodizea: Los arnumentes basados 131 tre la suru te fo read Lo que se puede oponer @ labondad y a la justicia de no es sino apariencia, que seria fuerte contra un hombre, pero que se vuelve nula cuando se aplica a Dios, y cuando se la pone en la balanze con las demostraciones que nos asegti- ran la perfecciGn infinita de sus atributos"™ Las técnicas indicadas, que impiden la interaecién en ‘un sentido o en otro, pueden ser calificadas de técnicas de ruptura, pero éstas tienen muy rara vez la ocasién de ma- nifestarse en la argumentacida. Lo que es frecuente, al contrario, son Ias téenicas de freno que buscan no supti mir, sino restringir el elcance de un acto, su influencia so- bre la imagen de la persona. El papel del prejuicio o de la prevencién favorable o: desfavorable es mantener, en la medida de lo posible, 1 opinién que se tiene de Is persona contra los actos que pa recen a primera vista contradecirla. Se interpretara el acto conforme al prejuicio, de manara que se guarde una ade-> cuacién entre el acto asf interpretado y la concepcién que: habjamos elaborado de la persona. Sila discordancia entre: Jos dos es demasiado patente, se recurrird a otras técnicas de freno para impedir una influencia muy grande del acto sobre el agente. Se consideran como despreciables los actos muy auliguys, ayuellus actus iufautiles u de adolescencias © aquellos que se refieren a cierto dominio; 0 aquellos que son excepcionales porque han sido cometidos en un estado de embriaguez 0 por efecto de una fuerte emocisn; 0 se responsabilizard al medio, a la mala educacién, a las malas amistades, Cuando es el acto o el juicio el que se quiere poner al abrigo de la idea que uno se hace de la persona, Io relacio- naremos con otra fuente, Para aue los sermones de los pre- 31. Este oscuro posaje se puede entender reliriendonos « TA, pigs. 115-416 (N del T), Leibniz, Oruvres, ed. Gerhardt, val. , Hssais de Theodicte, pag. 132 EL impeRio RErdnico dicadores corrompidos sean escuchados con respeto, Bossuet retoma para su propésito una analogia de san Agustin: Ls zarza lleva un fruto que no le pettenece, pero que no es ‘menos el fruto de la vila, aunque esté apoyadto sobre la zar- za... No desdeiéis esta uva con preteato de que lu veis enue espinas, no rechacéis esta doctrine porque est rodeada de malas costumbres; ella no deja de tener origen en Dios...*, Al contrario, quien quiere atacar un testimonio o una apreciacién tratard de establecer una solidaridad entre ei agente y los actos, descalificando a aquel de quien emanan. Aristételes aconseja en su Retérica, “acusar a nuestro tur- no a alguien que nos acuse, pues seria el ebsurdo mismo que el acusader fuese juzgado indigno de confianza y que sus palabras mereciesen conflanza”™ Los ataques ad personam fueron aconsejados por teér cos de le antigiiedad. Ein nuestros dias, salvo cuando se tra- ta de descalificar a un testigo extraviado, el recurso a tales procedimientos es mal visto. En todo caso, en las materias donde las técnicas de rupture permiten separar el orador de su discurso, es dificil e ineficaz atacar al orador mas que ala tesis que él defiende. Cuando se trata no de hechos sino de opiniones, y sobre todo de apreciaciones, no sélo la persona del orador, sino también la funcién que ejerce, el papel que asume, influ- yen innegablemente en la manera como el auditorio acoge- mas chservaciones pronunciadas por el abogado, el procurador o el juez se recibirén y com prenderdn de maneras muy diferentes. 33. Bossuet, op. cic, vol. u, “Sur les vaines excuses des pécheurs”, Paris, Garnier, pég. 489. 4. Retiriea, L-, 14i0, Los argumentos busados — 133 sobre laestonctura deo ra Pero de manera inversa. los propdsitos del orador dan de él una imagen cuya importancia no debe subestimarse: Aristételes la considera, bajo el nombre de ethos oratorio, como uno de Jos tres componentes de la eficacia en la persuasién™, siendo los otros dos el lays y el pathos, el Ha- mado ala razén por medio de argumentos y los procedi- micntos retdricos que tratan de suscitar les pasiones del suditorio. Sobre el modelo del nexo acto-persona, serin elaborados otros nexos de coexistencia, cuyo empleo es caracteristico de las ciencies humanas. Cuando las ciencias histéricas desplazaron su centro de interés de los individuos hacia los pueblos, los periods, las instituciones, los regimenes politicos y econémicos, ellas insistirin sobre nuevas ca- tegorfas construidas a partir de la persona. Como ésta se manifiesta a través de sus actos, los yrapos nacionales se manifiestan a través de sus miembros. Gracias a estos tlti- mos es como se podrd descubrir el Volkgeist. Por otra parte, Ja idea que se hace del grupo, et prejuicio favorable o desfa- vorable que se tiene respecto a él, reperciite sober Ia atic tud que se adopta hacia aquellos que hacen parte de él. Pero los nexos individuo-grupo presentan problemas sui generis que se deben al hecho de que el individuo hace parte normalmente de varios grupos y que no se sabe decir siempre, sin dudar, con cual de ellos es solidario, y cudl es el grupo que representa. Este problema no se plantea ja- mds en el lazo establecido entre una persona y sus actos. Es asi coma el miembro de un gripo minoritario se cousiders wis fcilmente teprescatative que cl miembro de un grupo mayoritario: un negro perdido en una pobla- cién blanca, un blanco perdido entre negfros, un extranjero en una masa de indigenas, darén més posibilidades de una generalizacién. Seria ridiculo considerar a cada indigena 35. Thi, Lv, 1986a, 5.13, 154 ELIPeaio KETORICO como representativo del grapo mayoritario; al contrario, sera considerado mds ficilmente por sus compatriotas, como representante de un subgrupo regional, confesional o profesional, Se es miembro de ciertos yrupos desde el nacimiento y durante toda la vida, segiin la raza o el pueblo en que se nacié. Se entra en otros grupos, sean politicos o profesio- nales, en cierto momento y uno se puede también retirar de ellos. Algunos grupos son reconocidos y protegidos por las instituciones, el derecho, las costumbres, las tradicio- nes. Otros, tales como los grupos de amigos en una clase, en un equipo deportivo, se constituyen esponténeamente y se desmembran después de algin tiempo. Las culturas, las religiones, las ideologias contribuyen a los nexos de s0- lidaridad entre los miembros de un grupo, que se acentiian en caso de conflicto con otros grupos, sobre todo en caso de guerra nacional o de guerra civil. Algunos individuos son considerados por sus funcio- nes como representativos: el embajacor de un pais extran- jero, el jefe de una iglesia, el presidente de un partido, son voceros designados institucionalmente; pero gen qué me- ida es esto cierto de los otros miembros del grupo? Nor- malmente la accién de cada miembro tiene influencia sobre la opinién que lus eatiaiius al yrupo se haven de este Ultimo, Para romper esta solideridad se instituirdn igual- mente técnicas de ruptura o de freno, tratese de la exelu- sién de un miembro o de su condena oficial; la ruptura del nexn deberd ser tanto més manifiesta en cuanto que este miembro podria ser considerado mas representativo. ‘Los nexos de coexistencia servirdn para establecer una relacién entre los acontecimientos, los hombres, las obras y el perfodo de la historia en la que éstos surgen. Se habla- 14 del hombre de la Edad Media o del Renacimiento, de quienes se describiré el tepresentante ideal. Es verdad que serd preciso admitir excepciones, que se calificardn de pre- Los argumentas busados 135 subre la estructure eta rea cursores 0 retrasados, o que sees asignaré a un perfodo posterior o anterior a aquel en que efectivamente vivieron. Se admitird facilmente que el esfuerzo de sistematizacién y de explicacién de una realidsd compleja y multiple, no puede realizarse sin admitir excepciones que aparecerin como secundarias con relaciGn al cuadro de conjunto. Sobre el mismo modelo se tratardn las corrientes litera- tias y artisticas (el romanticismo), de estilos (el barroco), de estructuras econémicas o juridicas (el capitalismo, el feudalismo), de ideologias (el liberalismo, el socialisino), de todas las categorias de las que la historia no puede pres- cindir®, La manera como se elabora: estas categorias, estos ti- pos ideales, como los llama Mex Weber, y la relacién que tienen con la experiencia, con las “fuentes” de la lristoria, determinardn la mayor parte de los problemas metodolégi- cos especificos de las ciencias Lumanas. 10s estudios con sagrados a la periodizacién e1 historia dan numerosas ilustraciones. No olvidemos, en efecto, que las categorias elaboradas en las ciencias humanas no tienen la rigidez. y Ia estabi- lidad de los objetos, ni son garantizadas por relaciones bioldgicas, como en las especies animales, sino que son construcciones del espfritu, igadus a una distinvidu eute lo que es esencial y lo que es accesorio, accidental o despre- ciable. El nexo de coexistencia sus general serd la relacién entre la esencia y los actos queson su manifestacién: el es- fuerzo de los metafisicos por explicar, mediante una exen- cia comin, 1o que los individucs tienen en connin, y por la intervencién de elementos exteriotes, tales como la mate- ria, el accidente, lo que los diversifica, puede estar cerca de todas las técnicas argumentativas utilizadas en el estableci- miento de los nexos de coexistencia. 36, CE. Les eardgories en histoire, 4. por CHL. Perelman, Bruxelles, 1969. 136 EL inrerto aeTORico Es en relacién con la esencia como se comprenderd la oposicién entre el abuso y el uso; el abuso sirve para desig- nar las actividades que no deberian reaccionar sobre la idea que uno se hace del funcionamiento, gracias a una ‘téonica de ruptura, que permite guardar la esencia al abri: go de lo que es abusivo, De la misma manera, las ideas de ‘rarencia ode demasta se definen explicita 0 irmplicitamen te con relacidn a la esencia Una esencia podré aproximarse con la persona gracias a las figuras de retérica, tales como la personificacién, In prosopopeya y el apdstrofe 3. El nexo simbélica, las dobles jerarquias, las diferencias de orden Se podefa iglacivuar el uexu simbdlico con los nexos de tal como el que existe entre el simbolo y lo que evoca y que se caracteriza por una relacién de partici- pacién, apoyada en una visi6n mitica 0 especulativa de un conjunto del que simbolo y simbolizado hacen igualmente parte. En tal vision, realidades que estén alejadas en el tiempo pueden, ‘sin embargo, considerarse como coexis iendo dentro de una concepeién intemporal de Ta historia. Es asi como Adén, considerado como la prefigura del Cris- to, no se encuentra con este riltimo en une relacién de causalidad, sino en una relacién de participacién en el sono de un proyecto divino que los hace solidarios. A caus do esta relacién de participacién, la accién s bre el cimbolo toca dircctamente lo simbolizado: escupis sobre una bandera es mofarse del pais que simboliza; blan- dir la cruz, es hacerse el vocero del cristianismo militante. Se insulta una religién, atacando sus objetos de culto; el simbolo es indispensable para suscitar tn fervor religioso o patridtico, pues la emocién dificilmente puede producir- se con una idea puramente abstracta ta tera Los argnntents basades 137 sobre ta estrctira de tora En una concepcidn roméntica del universo, donde la naturaleza parece participar de la vida de los hombres, los acontecimientos que se asemejan se retlejan en el cielo; nada mds caracteristico con relacién a esto, que el cielo tréyico que forma el teldn de fondo de buen mimero de cuadros que presentan la crucifixién de Jestis. Observetnos que a conseeuencia del cardcter irracional dela mayor par te de las narraciones que presentan el lazo simbélico, las técnicas de ruptura y de freno no pueden encontrar allf ssi aplicacién. ‘Sélo cuando el lazo simbélico ha sido institucionali zado, la argumentacién puede, en esta perspectiva, desem- pefiar un papel. Si el rey es simbolo del Estado, cesa de ‘cumplir con ese papel después de su abdicacién. Sucede, sin embargo, que el simbolo sea escogido no porque encar- ne al pas, en lo que ¢l tiene de mejor, como un premio Nobel o un campedn de bosco, sino porque no tiene nin- shin signo distintivo individualizedo que lo distingue de la masa, tal como el soldado desconocido. No obstante, é1 permitiré cnneentrar enhre éste Ins hamennjes de todas aquellos que quisieran honrar a través de éla la nacién y a todos aquellos que se han sacrificado por su salvacién. En la medida en que el simbolo da una presencia a lo que simboliza es como podrd servir a una figura de retéri- ca, tal como la metonimia Fundandose sobre Ja estructura de lo real, tanto sobre Jos nexos de sucesidn como sobre los nexos de coexisten- cia, se pueden presentar argumentos de dotle jerarquia, de los cuales el argumento a fertiori constituye una aplica- cién. 7 Cuando la doble jerarquia es puramente cuantitativa, puede fundarse sobre una correlacidn estadistica, tal como este razonamiento que concluye del hecho de que un hom- bre es mds grande que otco que sus piernas son igualmente mis largas. Pero las mds intetesantes son las dobles jerar- 138 EL ImPERio RETORICGO ‘quias cualitativas; por ejemplo, la que concluye de la supe- rioridad de un fin la superioridad del medio que permite realizar el fin preferible". La superioridad de los hombres con relacién a los pajaros se basa en el argumento a fortio- ri, segiin el cual, “Dios, habiendo cuidado de los pajarillos, no olvidard a las criaturas razonables que le son infinita- mente mas queridas™, Los argumentos de doble jerarquia més frecuentes es- tn fundados sobre los lazos de coexistencia y especial- mente sobre la relacién entre una persona y sus actos, Aristételes lo expresa muy claramente en estos términos. El atributo que pertenece a un sujeto mejor y mas honto- So, es también preferible: por ejemplo, lo que pertenece a Dios es preferible # lo que pertenece al hombre, y lo que per- tenece al alma a lo que pertenece al cuerpo. Es asf como las leyes divinas son superiores a las leyes de los hombres" y el saber sin mezcla del que se nutte el pensamiento de un Dios es superior a la opinién, que constituye el alimento de las almas humanas", $i hay una Jerarquia de seres, se le puede hacer corresponder una je~ Tarquia de conductas: para Plotino ls regla de conducta que se impone oc la de accrearse al Uno y alejaise de lus objetos sensibles que son los tiltimos de todo™: la Ontolo- gia servird de fundamento 2 la jerarquia de conductas, De la superioridad de los hombres sobre los animales, de los adultos sobre los nifios, se sacarsn fécilmente leccio- 38. Leibniz, Oc Ly, Di sas wal de mea, xx, 3 Tipe, Lom, 11h 25.50 40. Scot, gona, AL. Platén, Pedro, 2470-248, AB. Brndades, V9, §3. Los argumentos asudos 139 selvela estructura dele real nes de moral: “no te conduzeas como un cerdo o una bestia salvaje”; “condticete como una persona mayor”, ~se le dir al nif. Pero es obvio que la eficacia de este argumento presu- pone el acuertlo sobre la jerarquia de partida: sélo en una sociedad que admite una visidn aristocrética de la socie- dad, la conducta de los nobles serd noble y la de Los villa- nos, es decir la de los habitantes del campo, seré villana. Para terminar el examen de los argumentos fundados sobre la estructura de lo real, serd titi sefilar la importan- cia que se da a la diferencia de naturaleza o de orden con relacidn a las simples diferencias de grado, La introduecién de consideraciones relativas al orden que resultan de la oposieién entre una diferencia de grado y una diferencia de naturaleza, o entre uns diferencia de modalidad yuna diferencia de principio, tiene por efecto minimizer las diferencias de grado, igualar més © menos los términos que no difieren entre si sino por la intensidad, y acentuar lo que los separa de los términos de otro orden. Al contrario, 1a transformacién de diferencias de orden en diferencias de gra- do, produce el efecto inverso; ella pone en relacién términos que parecian separados por un limite infranqueable y valori- xe lus distancias entre los grades". ‘Los defensores del plan Marshall establecido para Eu- ropa, asolada por la guerra, y concebido como un plan de reconstruccién, pretendian que una reduceién de los eré- ditos del 25 por ciento lo transformaria en un programa de asistencia: una diferencia cuantitativa se presentaba como una diferencia de naturaleza. En qué momento un diferencia cuantitativa se vuelve una diferencia cualitative? ¢Cuintos cabellos es preciso

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