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Nuestros padres ya casi no tienen soldados, as que, si eres hombre, coge tu caballo y tu
armadura. Te cito maana por la maana en el campo de batalla: nos batiremos en duelo, y el
que gane el combate habr ganado tambin la guerra.
Firmado: Julio
Estoy con el rey Amarillo, Basilo IV, que me ha dado un gran ejrcito. As que, si sois
hombres, coged vuestros caballos y vuestras armaduras. Os cito maana por la maana en el
campo de batalla.
Firmado: Fabin.
Seores, dijo Armando XII, creo que frente a ochocientos hombres tendramos que
unir nuestros ejrcitos.
Me parece bien, respondi Vctor II.
Esperaron an toda la tarde.
A las siete los dos reyes discutieron para acordar si haba que volver al castillo, pero
decidieron que no, que era mejor quedarse, por si acaso los Amarillos llegaban de noche; y
se hicieron traer bocadillos.
Al da siguiente los Amarillos todava no haban llegado, as que se empezaron a montar
tiendas y a encender fuegos de campamento. El tercer da vinieron las mujeres de los
soldados con sus cazuelas y sus cucharones, porque no se poda alimentar a dos ejrcitos
slo con bocadillos.
El cuarto da stas trajeron a sus bebs. Y el quinto da los dems hijos, que solos en casa
se aburran, vinieron a su vez con las vacas, los cerdos y las gallinas. Los hijos mayores
montaron comercios.
El dcimo da el campo de batalla pareca un pueblo.
Fabin pens: No tengo ejrcito, y nunca lo he tenido; pero gracias a m la guerra ha
terminado.
Entonces Fabin fue a ver a Basilio IV, rey de los Amarillos para explicarle su historia.
Basilio se ri mucho con lo del ejrcito imaginario, pero llor un poco por el prncipe Julio,
muerto tan tontamente; y hasta llor por todos aquellos soldados que ni siquiera conoca.
Basilio IV pens que Fabin era el ms listo, y tambin el ms sabio; y como no tena hijos,
le pidi que fuera el prncipe de los Amarillos y que ms adelante reinara en su reino. El rey
Fabin fue un rey excelente. Y, naturalmente, en su reino nunca hubo ni una sola guerra.
Anas Vaugelade