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Michel F< La ver: las formas A = ult aN juridicas ADVERTENCIA DEL EDITOR Este volumen retine cinco conferencias pronunciadas por Michel Foucault ante un nutrido piiblico en Rio de Janeiro, entre los dias 21 y 25 de mayo de 1973. La versién castella- na de estos textos se ha realizado a partir de la publicada por a entidad organizadora del ciclo, Pontificia Universidade Catdlica do Rio de Janeiro, que prepard su edicion contan- do con la colaboracién de un equipo de investigadores y do- centes de los departamentos de Filosofia, y Artes y Letras de la Universidad, . Los editores brasilerios, seguramente preocupados por respetar al pie de la letra la categorizacién y la compleja or- ganizacion del discurso foucaultiano, lograron un texto por ‘momentos rigido y reiterativo, plagado de expresiones co- loquiales y redundancias. He tratado, en la medida de mis posibilidades, de salvar estas dificultades y ofrecer al lector de habla hispana wna versién mas parecida a un ensayo que a una exposicién oral, pero bien sé que mi tentativa ha quedado en gran medida incompleta pues era casi imposi- ble -y, por cierto, improcedente- proponerse wna reescritu- ra del original. En muchos casos me he visto obligado a ce- der al temor de estar traicionando las ideas del autor y he optado por sacrificar el estilo en bien de la fidelidad. Esto es particularmente evidente en la segunda conferencia y en el apéndice que, por ser un debate, hace més patentes estas deficiencias. Pido pues la indulgencia del lector; que no vea desalitio alli donde no ha habido mas que un exceso de celo. De lo dems, soy enteramente responsable. ELL. PRIMERA CONFERENCIA (Nietzsche y su erftica del conocimiento) Es probable que estas conferencias contengan una gran cantidad de cosas inexactas, falsas, erréneas, Prefiero ex- ponerlas, pues, a titulo de hipétesis para un trabajo fu- furo. Por esta razon pediria la indulgencia de ustedes y quiz también su maldad. Quiero decir que me gustaria mucho que al final de cada conferencia me expusiesen sus dudas, hicieran preguntas y me comunicaran sus criticas y objeciones para que, en Ia medida de mis posibilidades y ateniéndonos a que mi espiritu no es todavia demasiado ri- gido, pueda adaprarme poco a poco a ellas. De ser asf, po- dremos finalizar estas cinco conferencias con la confianza de haber realizado en conjunto un trabajo o, eventualmen- te, un progreso. La de hoy es una reflexién metodolégica para introdu- cir este problema que, bajo el titulo de «La verdad y las formas juridicas», puede parecer un tanto enigmatico, ‘Trataré de presentarles una cuestién que es en realidad el punto de convergencia de tres 0 cuatro series de investiga~ cones existentes, ya exploradas, ya inventariadas, para confrontarlas y reunirlas en una especie de investigacion si no original, al menos renovadora. En primer lugar, se trata de una investigacién estricta- mente histérica, o sea: ge6mo se formaron dominios de sa- un ee ber a partir de las practicas sociales? La cuestién es la si- guiente: existe una tendencia que podriamos denominar, de una manera un tanto irénica, marxista académica, o del marxismo académico, que consiste en buscar cémo las condi- ciones econémicas de la existencia encuentran en la von. ciencia de os hombres su reflejo 0 expresidn. Creo que esta forma del andlisis, tradicional en el marxismo universitario dde Francia y de Europa en general, tiene un defecto muy grave: el de suponer, en el fondo, que el sujeto humano, el sujeto de conocimiento, las mismas formas del conocimien- to, se dan en cierto modo previa y definitivamente, y que las condiciones econémicas, sociales y politicas de li eis. tencia no hacen sino depositarse o imprimirse en este suje~ .. to que se da de manera definitiva, : Me propongo mostrar a ustedes cémo es que las précti- cas sociales pueden llegar a engendrar dominios de saber que no sélo hacen que aparezcan muevos objetos, concep. tos y técnicas, sino que hacen nacer ademés formas total. “mente nuevas de sujetos y sujetos de conocimiento. El mis. mo sujeto de conocimiento posee una historia, la relacion del sujeto con el objeto; o, mas claramente, la verdad mnie, ma tiene una historia, Me gustaria mostrar en particular cémo pudo formar- se en el siglo x1X un cierto saber del hombre, de la indivi. dualidad, del individuo normal o anormal, dentro o fers de la regla; saber éste que, en verdad, nacié de las pric. ticas sociales de control y vigilancia. Y cémo, de alguna ‘manera, este saber no se le impuso a un sujeto de conoei. Imiento, no se le propuso ni se le imprimi, sino que hizo nacer un tipo absolutamente nuevo de sujeto de conoc, miento. Podemos decir entonces que la historia de los do. 2 minios de saber en relacin con las préctcas socials, x- eluida a preminenca de un sujeto de conocimiento dado definitivamente, es uno de los temas de investigaci6n q 0. ; PYOET segundo tema de investigacién es metodolgico, un sema que podrfamos lamar aniss de los discuss, Tengo Ia impresén de que en est pals exit ys, coincidente con una tadicién reciente aunque aceptada en las universida des europeas, una tendencia a tratar el discurso oe conjunto de hechos lingiisticos ligados entre sf por re ‘cticas de construccién. ors der ed «ip mesa que aquell que se hacia con el lengusj poe Ie teratura flosofa discus en general-obedeca aun cierto aximero de leyesoregulriadesincemas: as leyes o regu, fidadesdellenguaj. Ecardcter linguistic de os hechos del lenguaje fue un descubrimiento que tuvo su importancia serminada época : ob Tlegado el momento, pues, de considerar estos hechos del discurso yan simplemente por su aspect in- giiistico sino, en cierto modo -y aqui me inspiro en las in vestgacionesrelizadas por los angloamericanos~ como juegos (gas, juegos etatgicos de accion y reacién, de pregunta y respuesta de dominacin y retracién,y también de lucha. El discurso es ese conjunto regular de hechoslingisticos en determinado nivel y polémicosy ex trtéyeos en otro. Este andisis del dscurso como jueg estratégicoy polemic sgn mi modo de ver as cose, egundo tema de investigaci6n. repealing, eer wax de inveigacia que pro pongo a ustedes y que definiré, por su encuentro con los 13 dos primeros, el punto de convergencia en que me sitio, consistiré en una reelaboracién de la teorfa del sujeto. Esta teorfa fue profundamente modificada y renovada en los ‘limos afios por unas teorias o, atin mas seriamente, por unas précticas entre las que cabe destacar con toda claridad al psicoandlisis, que se coloca en un primer plano. El psi- coanilisis fue ciertamente la préctica y la teoria que re- planteé de manera més fundamental la prioridad conferida al sujeto que se establecié en el pensamiento occidental a partir de Descartes. Hace dos o tres siglos, la filosofia occidental postulaba, explicita o-implicitamente, al sujeto como fundamento, como niicleo central de todo conocimiento, como aquello en que no solo se revelaba la libertad, sino en donde podia hacer eclosion la verdad. Ahora bien, creo que el psicoané- lisis pone enféticamente en cuesti6n esta posicién absolu- ta del sujeto. Pero a pesar de que esto es cierto con respec- to al psicoandlisis, en compensaci6n, en el dominio de lo que podriamos llamar teoria del conocimiento, o en el de 1a epistemologia, la historia de las ciencias 0 incluso en el de la historia de las ideas, creo que la teoria del sujeto si- guid siendo todavia muy filoséfica, muy cartesiana o kan- tana. Aclaro que en el nivel de generalidad en que me co loco no hago, por el momento, diferencia alguna entre las concepciones cartesiana y kantiana. Actualmente, cuando se hace historia historia de las ideas, del conocimiento o simplemente historia-, nos atene- mos 2 ese sujeto de conocimiento y de la representacion como punto de origen a partir del cual es posible el conoci- miento y la verdad aparece. Seria interesante que intentara- ‘mos ver cémo se produce, a través de la historia, la consti- “ cucion de un sueto que no esté dado defntivamente, que noes aquello a partir de lo cual la verdad se da en Ia historia, sino la de un sujeto que se constituy6 en el interior mismo deésay que, cada instante, es fundado y vuelto a fondar por ella. Hemos de diigmos pues en I direecion deers Eritica radical del sujeto humano tal como se presenta en la ea noe oe cierta tradicién universitaria o académica del marxismo, concepeién tradicional del sujeto desde el punto de vita filossico, ain contina, Estos, en mi opinin, lo que de- be llevarse a cabo: la constitucién histérica de un sujeto de conocimiento 2 través de un discurso tomado como un conjunto de estrategias que forman parte de las practicas iales. = aoa ee Fiate ls précticas sociales en las que el andlisis hint co permite localizar la emergencia de nuevas formas de subjetividad, las practicas juridicas, o més precisamente las practicas judiciales, estin entre las mas importantes. La hipotesis que me gustaria formular es que en rea- lidad hay dos historias de la verdad. La primera es una especie de historia interna de la verdad, que se cotig par- tiendo de sus propios principios de regulacién: es la histo- Tia de la verdad tal como se hace en o a partir de la historia de las ciencias. Por otra parte, creo que en la sociedad, o al menos en nuestras sociedades, hay otros sitios en los que se forma la verdad, alli donde se definen un cierto mimero de reglas de juego a partir de las cuales vemos nacer ciertas, formas de subjetividad, dominios de objeto y tipos de sa~ ber. Por consiguiente, podemos hacer a partir de ello una historia externa, exterior, de la verdad. Re Las précticas judiciales —la manera en que, entre los hombres, se arbitran los dafios y las responsabilidades; el modo en que, en la historia de Occidente, se concibie y definié la manera en que podian ser juzgados los hombres en funcién de los errores que habian cometido; la mane- ra en que se impone a determinados individuos la repara- cién de algunas de sus acciones y el castigo de otras; todas esas reglas 0, si se quiere, todas esas précticas regulares modificadas sin cesar alo largo de la historia creo que son algunas de las formas empleadas por nuestra sociedad para definir tipos de subjetividad, formas de saber y, en conse- cuencia, relaciones entre el hombre y la verdad que mere- cen ser estudiadas. Esta es, pues, la visién general del tema que me pro- pongo desarrollar: las formas juridicas y, por consiguiente, su evolucién en el campo del derecho penal como lugar de Origen-de-un-determinado mimero de formas de verdad. Trataré de demostrar a ustedes cémo ciertas formas de verdad pueden ser definidas a partir de la préctica penal. Porque lo que lamamos indagacién (enquéte)-indagacion tal como es y la practicaban los fil6sofos del siglo xv al xvutly los cientificos, fuesen gedgrafos, boténicos, 20610- 05 0 economistas— es una forma muy caracteristica de la verdad en nuestras sociedades. Ahora bien, gdénde encontramos el origen de la inda- gaci6n? En una prictica politica y administrativa de la que més-adelante hablaré, aunque la hallamos también en la préctica judicial. La indagacién aparecié en la Edad Media como forma de investigacién de la verdad en el seno del orden jurfdico. Fue para saber quién hizo qué cosa, en qué condiciones y en qué momento que Occidente elaboré las 16 complejs tencas de indagacin que cat en seguda pu- Gieron ser empleadas en el orden cientifico y en la rel én filosética . rel eeie x re inventaron, también partir de pro. blemas jurdicos, judiciales y penales, formas de andlisis muy curisss que Yo lamatia examen (exemen)y ya non ‘dagaci6n. Estas formas de examen dieron origen a la sce Jog la psicologia, la psicopatologis, ls criminologia y sicoandlisis, Intentaré explicar cOmo, al investigar el ori- gen de estas formas, se observa que nacieron en conexion directa con la formacién de un cierto ntimero de controles oliticos y sociales, en los inicios de la sociedad capitalista, el siglo xxx, . feescs cn teminos generales, la formulacién de loque trataremos en las siguientes conferencias. En la proxima, hablaré acerca del nacimiento de la indagacidn en el pensa~ miento grego, en algo que no llega ser ua mito i es en- teramente na tagedia: a historia de Edipo, Hablaré de la historia de Edipo no.como punto de origen, de formula- ‘cin del deseo del hombre, sino, por el contrario, como episodio bastante curioso de la historia del saber y punto de emergencia de a indagaion. En Ia conferencia subst guiente, trataré de la relacidn que se establecié en la Eda Media, del conflicto u oposicion entre el régimen de la prucka (épresve) y el sistema de indagaci6n. Finalmente, ‘en las dos tiltimas conferencias hablaré del nacimiento de eso que llamo examen o ciencias de examen, que se rela- cionan con la formacién y consolidacién de la sociedad capitalista Por él momento, me gustaria retomar de otra manera las reflexiones puramente abstractas que acabo de hacer. 17) _. Lo mis honesto habria sido, quiz4, citar apenas un nom- bre, el de Nietzsche, puesto que lo que aqui digo sélo tiene sentido si se lo relaciona con su obra que, en mi opiniGn, es el mejor, més eficaz y actual de los modelos que tenemos a mano para llevar a cabo las investigaciones que propon- go. Creo que en Nietzsche se encuentra un tipo de discur- so en el que se hace el andlisis historico de la formacién misma del sujeto, el anilisis histérico del nacimiento de un cierto tipo de saber, sin admitir jamés la preexistencia de tun sujeto de conocimiento. Sugiero, pues, que sigamos en Ia obra de Nietzsche los lineamientos que pueden servirnos de modelo para los andlisis que nos hemos propuesto. ‘Tomaré como punto de partida un texto de Nietzsche _fechado en 1873 y publicado péstumamemte. El texto dice: ‘. El mundo no busea en absoluto imitar al hombre, ignora toda ley. Abstengémonos de decir que existen leyes ena naturaleza. El conocimiento ha de luchar contra un mundo sin orden, sin encadenamiento, sin formas, sin be- Ileza, sin sabiduria, sin armonia, sin ley. El conocimiento se relaciona con un mundo como éste y no hay nada en él quelo habilite a conocer ese mundo, ni es natural a [a na- turaleza ser conocida Yasi como entre elinstinto y el conocimiento encontra- mos no una continuidad, sino una relaci6n de lucha, domi- acion, subordinacidn, compensacién, etcétera, de la mis- ma manera vemos que entre el conocimiento y las cosas que &te tiene para conocer no puede haber ninguna relacién de continuidad natural. Sélo puede haber una relacién de vio- lencia, dominacién, poder y fuerza, una relacién de viola- cién. El conocimiento slo puede ser una violacion de las cosas a conocer y no percepci6n, reconocimiento, identifi- cacién de o con ellas. OS™ En mi opinién, hay en este anilisis de Nietzsche una doble ruptura muy importante con la tradici6n de la filoso- fia occidental, ruptura que configura una leccién que he. ‘mos de conservar. La primera se da entre el conocimiento y, las cosas. En efecto, gqué aseguraba en la filosoffa occidend, { tal que las cosas a conocer y el propio conocimiento estax \ ban en relacién de continuidad? :Qué era lo que aseguraba al conocimiento el poder de conocer bien las cosas dell mundo y de no ser indefinidamente error, ilusién, arbi a4 riedad? ¢Quién sino Dios garantizaba esto en la filosofial occidental? Ciertamente, desde Descartes, para no ir més alli, y aun en Kant, Dios es ese principio que asegura la existencia de una armonia entre el conocimiento y las cosas a conocer. Para demostrar que el conocimiento era un co- nocimiento fundado verdaderamente en las cosas del mun- do, Descartes se vio obligado a afirmar la existencia de Dios. / Sino existe mas relacién entre el conocimiento y las co- | sas a conocer, sila relacidn entre éste y las cosas conocidas| | es arbitraria, relacién de poder y violencia, la existencia de | Dios en el centro del sistema de conocimiento ya no e mis indispensable. En ese mismo pasaje de La gaya ciencia fen que evoca la ausencia de orden, encadenamiento, for- mas y belleza del mundo, Nietzsche pregunta precisamen- te: «¢Cuando cesaremos de ser oscurecidos por todas esas sombras de Dios? ¢Cuindo conseguiremos desdivinizar completamente a la naturaleza?», La ruptura de la teoria del conocimiento con la teolo- gia comienza, estrictamente hablando, con el anélisis de Nietzsche En segundo lugar diria que, sies verdad que entre el co nocithiento’y los instintos todo lo que hace, todo lo que’ a rama el animal humano- hay solamente ruptura, relacio- tres de dominaciOn y subordinacién, relaciones de poder, ejen desaparece entonces no es Dios, sino el sujeto en su ‘dad y soberani side J ntamow i tradicinflosfica has Descartes, vara no ir més lejos atin, vemos que la unidad del sujeto hu- Piano era asegurada por la continuidad entre el deseo y el Zonocer, el instinto y el saber, el cuerpo y la verdad. Todo foto aseguraba la existencia del sujeto. Sis cierto que por ‘un lado estén los mecanismos del instinto, los juegos del deseo, los enfrentamientos entre la mecdnica del cuerpo y la voluntad, y, por otzo lado, en un nivel de naturaleza to~ talmente diferente, el conocimiento, entonces la unidad del Sujeto humano ya no es necesaria. Podemos admitir «suje- tos», o bien que el sujeto no existe. Es precisamente en esto eno que me parece que el texto de Nietzsche que he cita- do rompe con la tradicién filosofica més antigua y arraiga- dade Occidente, ‘Ahora bien, cuando Nietzsche dice que el conocimien- t0 es el resultado de los instintos pero no es él mismo un jnstinto ni deriva directamente de los instintos, zqué quie- rerdecir exactamente, y cOmo concibe este curioso meca~ nismo por el cual los instintos, sin tener relacién’ alguna de naturaleza con el conocimiento, pueden, por su simple jue- go, producir, fabricar, inyentar un conocimiento que nada tiene que ver con ellos? Esta es la segunda serie de proble- tas que desearia abordar. Hay en La gaya ciencia un texto (pardgrafo 333) al que podemos considerar como uno de los andlisis de Nietzsche més estrictos acerca de esa fabricaci6n o invencién. En ese largo texto titulado «gQué significa conocer?», Nietzsche 25 Tetoma un texto de Spinoza en el que éste opone intelli! gere, comprender, a ridere, lugere, detestari. Spinoza dec que si queremos comprender las cosas, efectivamente, en su) propia naturaleza y su esencia y, por lo tanto, en su verdad) es necesario que nos abstengamos de reir de ellas, de deploy rarlas o de detestarlas, Sélo cuando estas pasiones se apaci, guan podemos finalmente comprender. Nietzsche dice que no s6lo esto no es verdad, sino que sucede exactamente lo contrario. Intelligere, comprender, no es més que un cier to juego, o mejor, el resultado de cierto juego, composicién ‘© compensaciGn entre ridere, rer, lugere, deplorar, y detes tari, detestar. Nietzsche dice que s6lo comprendemos porque hay como fondo del comprender el juego y la lucha de esos tres) instintos, esos tres mecanismos o pasiones que son refr, de- plorar y detestar (odio). En relacién con esto es precisa considerar algunas cosas. En principio hemos de considerar que esas tres pasiones © impulsos ~reis, detestar y deplorar- tienen en comin el) ser una manera no de aproximarse al objeto, de identificar- se con él, sino de conservar el objeto a distancia, de dife- renciarse o de romper con él, de protegerse de él por la ri- sa, desvalorizarlo por la deploraci6n, alejarlo y finalmente destruirlo por el odio. Por lo tanto, todos estos impulsos que estén en la raiz.del conocimiento y lo producen tienen| en comin el distanciamiento del objeto, una voluntad de alejarse de él y al mismo tiempo de alejarlo, en fin, de des- truirlo, Por detrés del conocimiento hay una voluntad sin duda oscura, no de traer el objeto para si, de asemejarse a él, ino por el contrario de alejarse de él y destruirlo: maldad radical del conocimiento, 26 Llegamos asi a una segunda idea importante: estos a walsos ~reir, deploras, detestar— son todos del orden de las Femas relaciones. Por detras del conocimiento, en su raiz, Niewsche no coloca una copece de afeccié,impuso op Sin que ns har guar del objeto a conocer sin, por tonto, impulos que nos colocan en psicin de oi desprecio o temor delante de cosas que son amenazadoras, rantuosas. Treen Nictsche, k razén por la que estos tres impulsos ig deploraryodialleganaprodcir el conacimiento no ¢s porque se apacigien, como en Spinoza, ose reconcilien 0 leguen a una unidad, sino porque luchan entre si, se con- frontan, se combaten, intentan, como dice Nietzsche, perju- dicarse unos a otros. Es porque estan en estado de guerra, en tuna estabilizaci6n momenténea de ese estado de guerra, que llegan a una especie de momento de corte en que fpalmence el conocimiento aparecera como la centella que brota de choque entre dos espadas». - . Por lo tanto, no hay en el conocimiento una adecuacién al objeto, una relacién de asimilaci6n, sino que hay, por el contrario, una relacién de distancia y dominacién; en el co- nocimiento no hay nada que se parezca ala felicidad o al amor, hay mas bien odio y hostilidad: no hay unificacién, sino sistema precario de poder. En este texto de Nietzsche, se cuestionan los grandes temas tradicionales de la filosofia occidental. La filosofia occidental ~y esta vez.no es preciso que nos refiramos a Descartes, sino que podemos remontarnos a Platén— siempre caracterizé al conocimiento por el logo- ®Entrismo, la semejanza, la adecuacién, la beatitud, Ja uni- dad, grandes temas que se ponen ahora en cuestién. Se en- 7 tiende por qué se refiere Nietzsche a Spinoza: de todos lo, Yo responderia dos cosas. Diria en primer lugar que filésofos occidentales Spinoza fue quien llevé més lejos ests tomé este texto de Nietzsche en funcién de mis intereses, concepcidn del conocimiento como adecuaci6n, beatitud y no para mostrar que ésta era la concepcién nietzscheana del unidad. Nietzsche coloca en el micleo, en la raiz del conoci, conocimiento -hay innumerables textos bastante contra~ iento, algo asi como al odio, la lucha, la relacién de poder dictorios entre si que tratan este tema~ sino tan slo para Se comprende entonces por qué afirma Nietzsche que mostrar que existen en Nietzsche ciertos elementos que po- el fildsofo es aquél que més facilmente se engaiia sobre lj nen a nuestra disposicién un modelo para un anilisis hist6- naturaleza del conocimiento al pensarlo siempre en forms rico de lo que yo denominaria la politica dela verdad. Es un de adecuacién, amor, unidad, pacificacién. Sin embargo, s} modelo que encontramos efectvamente en Nietzsche y quisiésemos saber qué cosa es el conocimiento, no hemos pienso, incluso, que es uno de los mas importantes para la de aproximarnos a él desde la forma de vida, de existencig comprensiGn de algunos elementos aparentemente contra- ascética caracteristica del filésofo. Para saber qué es, parg conocerlo realmente, para aprehenderlo en su raiz, en su fabricacién, debemos aproximarnos a 4 no como filéso: fos, sino como politicos, debemos comprender cudles son) las relaciones de lucha y de poder. Solamente en esas wa ciones de lucha y poder, en la manera en que las cosas ‘oponen entre si, en Ja manera en que se odian entre sik hombres, luchan, procuran dominarse unos a otros, quie- ren establecer relaciones de poder unos sobre otros, com: prendemos en qué consiste el conocimiento, Es claro, pues, que un anilisis como éste nos introduc de manera eficaz. en une historia politica del conocimien. to, de los hechos y el sujeto del conocimiento. _Pero me gustaria responder antes a una posible obje- cién: «Todo esto que usted dice es muy bonito, pero na esta en Nietzsche; fue su delirio, su obsesién de encon= 28 dictorios de su concepci6n del conocimiento. En efecto, si admitimos esto que Nietzsche entiende como descubrimiento del conocimiento, si todas estas re- laciones estan por detras del conocimiento, el cual, en cier- ta forma, seria un resultado de ellas, podemos comprender ‘entonces determinados textos de Nietzsche. Por de pronto, todos aquellos textos en los que Nietz~ sche afirma que no hay conocimiento en si. Al leerlos, més de una vez ocurre que creemos estar leyendo a Kant y nos ‘vemos obligados a cotejar los textos y verificar todas las di- ferencias. La critica kantiana cuestionaba la posibilidad de tun conocimiento de lo en si, un conocimiento sobre una verdad 0 una realidad en si. Nietzsche dice en la Genea-/ logia de la moral: «Abstengimonos, sefiores fildsofos, de los tenticulos de nociones contradictorias tales como ra- :26n pura, espirivu absoluto, conocimiento en si». Mas atin, ‘en La voluntad de poder Nietzsche afirma que no hay ser en si, y tampoco conocimiento en si. Cuando afirma esto, de- signa algo totalmente diferente de lo que Kant entendia por conocimiento en si. Nietzsche quiere decir que no hay 29 naturaleza, nj esencia ni condiciones universales para el co nocimiento, sino que éste es cada ver el resultado hist6ri y puntual de condiciones que no son del orden del conoci ‘miento. El conocimiento es un efecto o un acontecimient que puede ser colocado bajo el signo del conocer, no es tng facultad y tampoco una estructura universal. Aun cuan utiliza ciertos elementos que pueden pasar por universal este conocimiento seri como mucho del orden del resulta do, del acontecimiento, del efecto, Se comprenden asiuna serie de textos en que Nie! afirma que el conocimiento tiene un cardcter perspectivis co. Cuando Nietzsche dice que el conocimiento es siemp: una perspectiva, no quiere decir, en lo que seria una mezcl de kantismo y empirismo, que aquel serencuentre limitad en el hombre por ciertas condiciones, limites derivados de la nacuraleza humana, el cuerpo 0 la propia estructura de conocimiento. Cuando Nietzsche habla del caracter pers pectivico del conocimiento, quiere sefialar el hecho de que s6lo hay conocimiento bajo la forma de ciertos actos que s diferentes entre si y miltiples en su esencia, actos por los cuales el ser humano se apodera violentamente de ciert cosas, reacciona a ciertas situaciones, les impone relacion« de fuerza. O sea, el conocimiento es siempre una cierta re lacién estratégica en la que el hombre esta situado. Es pre cisamente esa relacién estratégica la que definiré el efect del conocimiento y, por esta raz6n, seria totalmente contra dictorio imaginar un conocimiento que no fuese en su na turaleza obligatoriamente parcial, oblicuo, perspectivico. cardcter perspectivico del conocimiento no deriva de la na: turaleza humana, sino siempre del cardcter polémico y es- tratégico del conocimiento, Se puede hablar del caricter spectivico del conocimiento porque hay batalla y por- PT conocimiento es el efecto de esa batalla. aac esto-se-debe que encontremos en Nietzsche la idea, que vuelve constantemente, de que el conocimiento es al fhismo tiempo lo més generalizante y lo més particular zante, El conocimiento esquematiza, ignora las diferencias, -similalas cosas entre sf y cumple su papel sin ningin fun- damento en una verdad, Por ello el conocimiento es siem- ppreun desconocimiento. Por otra parte, ¢s siempre algo que punta, maliciosa, insidiosa y agresivamente, a individuos, “bsas, situaciones. Solo hay conocimiento en la medida en Gque se establece entre el hombre y aquello que conoce algo @x{ como una lucha singular, un téte-a-réte, un enfrenta- niento. Hay siempre en el conocimiento alguna cosa que es del orden del enfrentamiento y que hace que ésta sea siem- pre singular. En esto consiste su carcter contradictorio tal ‘como ¢s definido en unos textos de Nietzsche que, aparen- temente, se contradicen: generalizance y singular. He aqui cémo a través de los textos de Nietzsche pode- mos establecer no una teoria general del conocimiento, sino ‘un modelo que permite abordar el objeto de estas confe- rencias: el problema de la formacién de ciertos dominios de saber a partir de relaciones de fuerza y relaciones politicas enla sociedad. Retomo ahora mi punto de partida. En cierta concep- cién del marxismo muy difundida en los medios universi- tarios, o bien, en una cierta concepcién del marxismo que se impone en la universidad, se expone siempre como fun- damento de andlisis la idea de que las relaciones de fuerza, las condiciones econémicas, las relaciones sociales, les son dadas previamente a los individuos, aunque al mismo tiem- at po se imponen a un sujeto de conocimiento que perman ce idéntico, salvo en relacién con las ideologias tomat como errores. Llegamos asia esta nocién muy importante, y al mis >» tiempo muy embarzzosa, de ideologfa. En los anslisis xistas tradicionales, la ideologia es presentada como ui especie de elemento negativo a través del cual se traduce, hhecho de que la relacién del sujeto con la verdad, o si plemente la relacién de conocimiento, es perturbada, osc recida, velada por las condiciones de existencia, por rel jones sociales o formas politicas impuestas, desde el ext rior, al sujeto de conocimiento, La ideologia es la marca, eestigma de estas relaciones politicas o écondmicas de exi tenciz aplicado a un sujeto de conocimiento que, por de cho, deberia estar abierto a la verdad, ‘Mi propésito es demostrar en estas conferencias cém de hecho, las condiciones politicas y econmicas de exis tencia no son un velo o un obstaculo para el sujeto conocimiento, sino aquello a través de lo cual se form: los sujetos de conocimiento, en consecuencia, las relaci nes de verdad. S6lo puede haber ciertos tipos de sujetos conocimiento, Srdenes de verdad, dominios de saber, partir de condiciones politicas, que son como el suelo que se forman el sujeto, los dominios de saber y las rel: ciones con la verdad. Una historia de la verdad ser pos ble para nosotros sdlo si nos desembarazamos de est grandes temas del sujeto de conocimiento, al mismo tie po originario y absoluto, utilizando para ello el model nietzscheano. Presentaré algunos esbozos de esta historia a partir d las pricticas judiciales que dieron nacimiento a los mod 32 Jos de verdad que todavia estan vigentes en nuestra socie~ Ie que ain se imponen alla yvalen no solo en el domi- jo de la politica, en el dominio del comportamiento cot Fiano, sino también en el orden de la ciencia. Aun en la Gjenela encontramos modelos de verdad cuya formacién eral producto de las estructuras politcas que no se impo- fen desde el exterior al sujeto de conocimiento, sino que fon, ellas mismas, constitutivas de éste. 3B

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