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TEXTOS DE ADMINISTRACION Ciencias Sociales Y ADMINISTRACION Jean Francois Chanlat FONDO EDITORIAL UNIVERSIDAD EAFIT V. HACIA UNA ANTROPOLOGIA EXTENDIDA “Cualquiera que sea su época (o sus logros), todas las ciencias humanas son “encrucijadas” 0, si se prefiere, puntos de vista diferentes so- bre el mismo conjunto de realidades sociales y humanas”. Fernand Braudel «_.detras de todo hecho social hay historia, tra- dicién, lenguaje y costumbres”. Marcel Mauss Desde los inicios de la revoluci6n industrial hasta nuestros dias, como acabamos de recordarlo, la concepcién que del ser humano tuvo el mundo de la administracién se caracteriz6, en la mayoria de los casos y debido a la influencia de ingenie- ros, economistas y financistas, por esquemas de pensamien- to mecanicos, econdmicos y financieros. Y aun cuando esta laguna fue sefalada constantemente por numerosos obser- vadores, los aspectos propiamente humanos permanecieron amenudo en la sombra e, incluso, totalmente olvidados.' Hace muy poco todavia que Michael Hammer -uno de los coristas de la reingenieria que, como hemos visto, fue sobre todo siné- nimo de despidos masivos y de malos resultados financieros— confesaba publicamente, a un grupo de participantes que habian pagado caro por oirlo, que, en efecto, habia prestado poca atencién a los aspectos humanos debido a su formacién como ingeniero, y que sdlo después habia descubierto que esos aspectos eran cruciales.? ;Todas las personas y las orga- nizaciones que fueron victimas de su método, hoy deben apre- ciar su franqueza!. Ver al respecto la obra que dirigi (1990). 2 White (1996), Al, A13. 63 Ante los graves problemas que debemos enfrentar (frag- mentaci6én social, empobrecimiento, escasez, desempleo, ex- clusion, riesgo ecoldgico, etc.) y alos cuales la administracién no puede ser ajena, se hace urgente ampliar nuestra pers- pectiva. Y para hacerlo es necesario ratificar ciertos acuerdos sobre lo que define la especie humana y aceptar una contri- bucién mas amplia de las ciencias humanas en este campo. Esta voluntad de construir una antropologia mas amplia no es nueva en la historia de las ciencias humanas. En el siglo XX, grandes figuras intelectuales de lengua francesa defen- dieron esta idea. Frente a la fragmentaci6n del conocimiento, nos parece importante -como lo han hecho en diferentes mo- mentos de este siglo Marcel Mauss, Fernand Braudel, Georges Gusdorf, Edgar Morin- participar con otros en la unificacion de las ciencias sociales.* Esta unificacion del saber fue igual- mente recomendada en los programas de formacién en admi- nistracién por numerosos autores, tanto en América del Nor- te como en Europa;* del mismo modo, nuestra escuela (HEC de Montreal) ha ocupado un lugar importante a escala inter- nacional en este movimiento, gracias a los esfuerzos de mu- chos de nosotros.° A este respecto, nos inscribimos perfecta- mente en esta doble tradicion. La antropologia de las organizaciones -en la cual invita- mos a todos a participar- es una antropologia a-disciplinaria. Desea hacer una sintesis de los conocimientos fundamenta- les de la humanidad o, para decirlo con las palabras de Marcel Mauss, remite a la “totalidad de las ciencias que consideran al hombre como un ser vivo, consciente y social”.°(1968, p.285) 2 Ver a Mauss (1968), Braudel (1967), Gusdorf (1967), Morin (1973), Caillé (1993) y, en los anglosajones, Wallerstein (1985). * Ver principalmente a Morgan (1989), Collectif Dauphine (1987), Enriquez (1992), Brabet (1995) y Clegg, Hardy y Nord (1996). 5 Ver principalmente a Dufour y Chanlat (1985), Aktouf (1989), Chanlat (1990), Pitcher (1995) y Pauchant (1996). © Desarrollé la idea de antropologia de las organizaciones por prime- ra vez en 1990. A. Caillé, de quien tomé el calificativo de “a-discipli- nario” desarrollé un argumento andlogo en 1993. Pero esta idea de antropologia general fue propuesta antes por numerosas figuras en el transcurso de este siglo 64 - ——_—— = a Dicha antropologia se basa, por una parte, en una cierta aper- tura disciplinaria, y por otra, en el retorno a los aspectos cen- trales olvidados a menudo por el mundo de la administra- cion. La apertura disciplinaria Nadie puede abarcar todos los aspectos de la existencia humana al mismo tiempo. Es por eso que existen disciplinas, Pero con frecuencia el espiritu disciplinario oculta las otras facetas de la realidad y da ocasién a esos vicios intelectuales que conocemos como el reduccionismo y el imperialismo y que limitan todo esfuerzo de comprensi6n verdadera. La an- tropologia por la cual abogamos es decididamente multidisci- plinaria. A la manera de Camille Limoges -historiador cana- diense de las ciencias-, lo que reclamamos no es abolir la disciplina, sino el reconocimiento del derecho e incluso del deber de circular, la valorizaci6n de los transitos, el levanta- miento de barreras para la asociacién con otras especies: so- cidlogos, economistas, bidlogos, filésofos etc. En resumen la libertad de tejer redes a voluntad. Pero sobre todo abogamos porque la formacion, de la que somos responsables, no eve la impronta de nuestros intereses —muy bien protegidos por la institucién disciplinaria-, sino que concite los esfuerzos atrevidos del conocimiento. Sin duda, es poco confortable re- conocer la contingencia de las configuraciones de la organi- zacion de los conocimientos y los limites de la fecundidad del camino disciplinario, es también dificil superar la opacidad de los lenguajes, y es un deber cuidarse permanentemente del diletantismo. Pero, ¢quién ha dicho que confort y facilidad son condiciones del conocimiento? Esta voluntad de transitar [..-.] hay que asumirla como esencial al proyecto de las cien- cias humanas, proyecto que no prohibe la acumulaci6n disci- plinaria de conocimientos, pero que se define antes que nada por la exigencia de retomar reflexivamente las experiencias humanas y sus resultados multidimensionales.” ee ee ee eee ee 7 Limoges (1996), p.154. Ver igualmente a Stengers (1987). 65 Cuando todas las disciplinas son convocadas, cada una debe ser consciente de que solo levanta una parte del velo de la realidad estudiada. Esta es la raz6n por la cual esta antro- pologia no puede ser mas que “complementarista”, emplean- do un calificativo tomado de Georges Devereux (1972). En efec- to, entendemos por complementariedad que todo fenémeno estudiado tiene numerosas explicaciones. Seguin el aspecto que se estudie (psicolégico, sociologico, econdémico, etc.), se valoraran una serie de elementos particulares. Pero sdlo al tomar en cuenta los diferentes aspectos se podra dar cuenta de la realidad estudiada. Como lo escribié Fernand Braudel: “Cualquiera que sea la época (0 sus logros), todas las ciencias humanas son “encrucijadas” o, si se prefiere, puntos de vista diferentes sobre el mismo conjunto de realidades sociales y humanas” (p.38). Se podra asi evitar conclusiones apresura- das, al tiempo que se restituye la complejidad de los fenéme- nos observados. En fin, la antropologia que queremos aspira a estimular el nomadismo, a eliminar las fronteras y a la hibridacién. La historia de las ciencias en general y la historia de las ciencias humanas en particular llevan el sello de los pioneros, quienes al plantear nuevas preguntas, inventan disciplinas y trazan nuevos territorios; pero también estan animadas por fran- cotiradores, es decir, por indisciplinados que se pasean de un campo al otro llevando en su alforja nuevas miradas. Ahora bien, estos hibridos -como los llaman Dogon y Pahre- estan en la base de la mayor parte de las grandes innovaciones en las ciencias sociales contemporaneas (1991). “Sin el aporte de nuevas ideas exteriores —dice el antropdlogo Turner-, las especialidades aisladas se vuelven moribundas”. Muchos son los ejemplos que lo confirman. En ciencias sociales, por ejem- plo, fue un geégrafo, Braudel, quien revolucioné la historia moderna. Herbert Simon, en su autobiografia, recuerda que Jas lealtades tribales son débiles: “Soy un investigador en cien- cias sociales -insiste- antes que un economista o un psicdlo- go, y espero ser un ser humano antes que cualquier otra cosa” (1991, p.366). Hayek, premio Nobel de economia, estaba igual- mente convencido de ello, y no dudo en escribir que “nadie 66 OF puede ser un gran economista si solamente es un = ta’ » ¥ agregaba: “un economista que sdlo sea un economista tiene todas las posibilidades de llegar a ser dafiino e, incluso, realmente peligroso”.* Los hibridos son pues creadores aie ven de otra manera e innovan en los margenes, nunca en el centro que siempre esta ocupado por los guardianes de la ortodoxia. En la escala social, son una ilustracion de la teoria de las estructuras disipativas -formulada por el premio Nobel, Ilia Prigogine, para la quimica-, segun la cual es en la eee ria de la materia donde se forman las nuevas estructuras. y es lejos del equilibrio donde emerge la complejidad.? Deses- timular los pensamientos que se apartan de la ortodoxia, né- madas e hibridos, es condenarse a la reproduccion de lo idén- tico y condenar los sistemas sociales al estancamiento e, in- cluso, ala desaparicién. ¢Cudntas veces, en nuestros univer: sos alfombrados con la ortodoxia y la estrechez intelectual, hemos vistos como éstas hacen su obra de demolicién 0 puri- ficaci6n académica? Cada vez que estas fuerzas se ponen en movimiento, reducen el campo de las posibilidades, transfor- man el universo de la reflexion en un espacio politico cuyo Unico objetivo es gozar del poder, y el pensar desaparece en beneficio de lo que hoy se llama el pensamiento tnico. Sin embargo, en nuestros dias, en el campo de la ciencia estamos mas a menudo unidos por el objeto que se estudia y por la pregunta que se plantea, que por la disciplina stricto sensu. La apertura de las fronteras y el nomadismo de los conceptos estan cada vez mas inscritos en nuestra experien- cia.!° Por su naturaleza profundamente abierta, el campo de la administracién -como lo muestra Richard Déry (1997)-es, aeste respecto, un gran prestatario y un lugar de numerosos bricolages. La antropologia ampliada que deseamos se inscri- be con pleno derecho en esta tradicién. ® Citado por Dogon y Pahre (1991), p.151. Ver Prigogine (1994). © Lo que confirma una encuesta hecha recientemente en los Estados Unidos. Ver The Economist (1997). 9 67 El retorno de las dimensiones fundamentales Si se da crédito a numerosas publicaciones sobre adminis- tracion, las dimensiones humanas y sociales son siempre, como se dice hoy, inevitables. Sin embargo, otro es el sonido de la campana cuando nos aproximamos a la realidad de la practica. Los pocos datos que acabamos de dar lo ilustran de manera ejemplar. La humanidad que se exalta es la mayoria de las veces una humanidad mutilada en sus dimensiones fundamentales. Al agente calculador racional, emisor y re- ceptor de mensajes, movil y gestor de su vida, que nos descri- ben numerosos libros de administraci6n, le falta en realidad muchas cosas, sin las cuales no puede llamarse plenamente humano. Las contribuciones, tanto de las ciencias humanas como de las naturales, nos lo confirman todos los dias. En tanto que la gestién administrativa es un mundo que privilegia de buen grado la accién, la frialdad, el conformis- mo, la masculinidad, la homogeneidad, la racionalidad ins- trumental, la certeza y el universalismo abstracto, en el que la tecnocracia es a menudo su medio natural y la brillante figura del tecnécrata la imagen misma del gerente eficaz, la realidad concreta del administrador esta llena de pasiones, manejos velados, deseos inconfesados, resultados inciertos, comportamientos desviados, sociabilidad paralela, envidia, celos, diferencias y creatividad a menudo desbordante." Al mundo serio y racional de los libros y discursos sobre admi- nistracién, se opone el mundo real y concreto de lo viviente. ¢Por qué el universo oficial de la administracién concede tan poco espacio a estos aspectos de la condicion humana? Mas alla de la voluntad de organizar algo estable, esta si- tuacién se explica -como lo resumi6 bastante bien Enriquez en un libro publicado en 1997- por el miedo: miedo de lo informe, de las pulsiones, de lo desconocido, de los otros, de la palabra libre y miedo del pensamiento. El mundo de la administracion, en efecto, tiene horror a lo imprevisible, espontaneo, cambiante, y a todo lo que surja de un movimiento social cualquiera. Prefiere rotundamente el 1 Ver al respecto la obra de Enriquez (1997). a orden y la disciplina de las estructuras y los puestos bie! establecidos. Si bien esta reaccién es comprensible la a sencia de toda forma no conduce a ninguna parte-, el miedo. la espontaneidad y a todo movimiento social despoja a la a ministracién de un elemento vital. jCuantas técnicas, des; rrolladas por los especialistas de las ciencias humanas, tu vieron como finalidad ~a la manera del Panopticon de Ben: en el siglo XIX- vigilar y controlar los movimientos de est tipo! (el desarrollo de la vigilancia con video no se debe sola mente a los problemas de seguridad). El mundo de la admi nistracion es igualmente refractario a todo lo que sea senti miento, emocion y afectividad. (“El famoso yo, Senor, no te go sentimientos”). Porque los sentimientos demasiado fuerte entre empleados y compafieros de trabajo pueden disminui la eficacia en provecho de la solidaridad. El mundo de la ad ministracién es igualmente un universo que otorga poco lu gar a la palabra espontanea y a las ideas creativas contras tantes. En muchos lugares de trabajo se prohibe, inclusc hablar pues, como se sabe, la charla es improductiva. El sue fio y lo imaginario son vistos a menudo como elementos sus ceptibles de amenazar el orden establecido. (jYo, Senor, n suefio!) Aun si en ciertos casos se declara querer a los indivi duos creativos, éstos no deben apartarse demasiado de 1 norma establecida o lo pagaran. Para decirlo de un modo ma general: el mundo de la administracién se caracteriza a me nudo por un marcado rechazo a la reflexion. El placer de pen Sar por pensar, 0 la facultad de juzgar de manera no conver cional, son a menudo rechazados en provecho de pensamier tos hechos que reflejan las Ultimas ideas de moda. La cultur reflexiva esta colocada en el rango de los accesorios inutile: {i¥o, Seftor, actuo!) Lo propio del orden social construido s vuelve natural y no puede ser discutido. La costumbre cum ple el papel de la necesidad y el conformismo reina como ami Sin embargo, como escribié Tocqueville, “lo que llamamos in: tituciones necesarias no son mas que las instituciones a le que nos hemos acostumbrado”.'? Lee eS 2 Citado por Enriquez (1997), p.25. - £O Ensefar las ciencias sociales en una escuela de adminis- tracién es estar en el corazon de esta realidad. Pero tambien es defender y reafirmar el caracter socialmente construido de todos estos fendmenos. En un mundo Ileno de certezas y su- ficiencia, semejante posicidn no es facil de sostener. Se cono- cen numerosas instituciones de administracion donde la pre- sencia de las ciencias humanas se reduce en provecho de disciplinas mas técnicas o menos perturbadoras e, incluso, a practicas que se parecen mas a la magia que a otra cosa."* Nuestra escuela se honra de haber otorgado siempre un lu- gar importante a estos programas y a este tipo de ensefianza, y de haber sabido resistir hasta hoy al canto de las sirenas del conformismo y el pensamiento operativo."* ¥ el mundo de la empresa y el universo de la administracién no pueden pa- sar por alto su aporte que, actualmente, implica el retorno y la afirmaci6n de ciertas dimensiones fundamentales. Permi- tanme recordarles algunas. El retorno del actor y del sujeto En el curso de los ultimos anos, las ciencias sociales asis- tieron a un regreso vigoroso del actor y del sujeto. Hasta el presente, este movimiento sélo afecté el mundo de la admi- nistracién de manera marginal. Ocupado entre la noci6n eco- nomica del agente y la realidad de las estructuras, la tecnolo- gia y el medio ambiente, el mundo de la administraci6n deja poco espacio a estas dos nociones esenciales; y cuando se lo da, habla mas de accién que de subjetividad y la reserva la mayor parte del tiempo para los cuadros directivos. Se debe entonces recordar aqui que toda persona es un actor y que la realidad de las organizaciones se produce, se reproduce y se transforma a través del juego de los diferentes grupos e indi- viduos que la componen, incluidos aquellos y aquellas que 8 Acerca de las practicas magicas, ver a Amado y Deumie (1990) y Gendron (1997) \* Esta particularidad se inscribe en la historia de la Escuela HEC de Montreal. Las ciencias sociales han estado siempre presentes en el programa de estudios. Ver Harvey (1994) y Chanlat (1996). 70 estan en la base de la jerarquia.'* Igualmente es importante recordar que esas personas no se convierten en verdaderos actores si no son también sujetos, es decir, personas que pue- den expresar lo que son, personas comprometidas con lo que hacen.** Asi, el hacer auténtico esta siempre acompanado del poder de decir yo. El sujeto esta del lado de la imaginacién, de la creaci6n, de la critica y de la reflexion sobre si mismo. Par- ticipa en la transformacién del mundo, es -como escribi Enriquez- creador de historia siendo consciente de su fragili- dad. Se opone, entonces, al individuo hiper-normal definido por la psicoanalista Joyce McDougall: aquel que respeta to- das las reglas y nunca las transgrede, ni siquiera con la ima- ginacion, o el tecnocrata manipulador poseido por el fantas- ma del dominio total sobre los hombres y las cosas, que redu- ce las relaciones humanas a relaciones entre objetos y ve el mundo desde un punto de vista estrictamente econdémico. Esta subjetividad en accion, signo de la humanidad, esta, por otra parte, estrechamente relacionada con la existencia del otro, sin el cual no seriamos nada. Lo que nos muestra una vez mas que no existe individuacién sin socializacién, y que el vinculo social es primero y ante todo un vinculo afectivo.!” El retormo de la afectividad La dimension afectiva es central tanto en el desarrollo de todo ser humano como en la formacion de un grupo. Acaba- mos de asistir a un ejemplo de ello, por lo demas extraordina- tio, con motivo de la desaparicién de la princesa de Gales. En la administracin, esta dimension es -como lo hemos visto- ‘8 Ver Crozier y Friedberg (1977), Sainsaulieu (1997), Amblard, Bernoux, Herreros y Livian (1995). A este respecto Alain Touraine escribe que “el sujeto, siempre es un sujeto malo, rebelde a la regla y a la integracion... y es por la resistencia al poder... que transforma esta afirmacion de si en vo- luntad de ser sujeto” (1992, p.319). Ver igualmente a Olivier (1995), Dejours (1993) y Enriquez (1997). Ver al respecto el bello libro de Todorov (1995) que muestra como no existe “plenitud fuera de la relacién con los otros” (p.169). 6 71 casi siempre eliminada en provecho de un discurso racional. Esta separacion entre la raz6n y las pasiones —heredera del pensamiento cartesiano- es puesta en duda tanto por nues- tra experiencia cotidiana como por numerosos trabajos con- temporaneos, especialmente en neurobiologia y ciencias so- ciales. En una obra particularmente estimulante, una de las grandes figuras de la neurologia americana, Antonio Damasio, afirma a partir de ciertos trabajos sobre el tema que: “la capa- cidad de expresar y sentir las emociones es indispensable para poner en obra los comportamientos racionales, y cuando ésta interviene, tiene el papel de indicarnos la buena direccidén, de colocarnos en el lugar adecuado donde se juega la toma de decision, en lugar donde podemos poner por obra correcta- mente los principios de la légica” (1995, p.9). En otras pala- bras, el autor de El error de Descartes sostiene que la incapa- cidad de expresar y sentir emociones puede volverse tan pro- blematica para el razonamiento como su contraria, la exage- racion de las emociones. El problema de la afectividad es igualmente tratado por las ciencias sociales, sobre todo por los investigadores inspira- dos en el psicoanilisis y en la psicologia existencial.'* Sus tra- bajos nos recuerdan que la construcci6n de si mismo es siem- pre el resultado de relaciones afectivas, y que esta historia determinara en gran medida las relaciones que mas tarde ten- dremos con los demas. Todos somos, pues, el producto de relaciones sociales, histéricamente fijadas, que condiciona- ran nuestras relaciones con el otro y contribuiran a construir nuestra identidad. Si la relaci6n con el otro esta en el origen de nuestro ser, la afectividad, que es una manifestacién esen- cial de esta relacién, condiciona la calidad de vida en un gru- po. El mundo de la administracion, que frecuentemente lo olvida, se beneficiaria si la tuviera en cuenta, pues la manera de utilizarla condiciona en gran medida la dinamica colectiva y, en consecuencia, la calidad del trabajo realizado. Porque esta relacién con el otro pone en juego un elemento clave de © Ver en particular la obra de Laing (1974) y el hermoso libro que Enriquez dedicé a este tema (1983). wie la existencia humana: el reconocimiento, sin el cual no existe ninguna vida en comun para retomar el bello titulo de una obra reciente de Todorov sobre el tema (1995)-. El mundo de la administracion constituye uno de esos teatros donde se expresa esta afectividad y este reconocimiento. Sin ellos, los universos sociales son desiertos afectivos en los que la cons- truccion del vinculo social se vuelve dificil. Como nos lo mues- tra la obra de Reichheld sobre el efecto lealtad (1996), las empresas no escapan a esta ley de vivir juntos. El retomo de la experiencia vivida La existencia humana es por definicion una experiencia, es decir, un encuentro entre el espiritu y la realidad exterior por medio de los sentidos. Movilizando todos los aspectos de nues- tro ser, la experiencia se encuentra en el corazén de la condi- cion humana. Tomada en este sentido, la experiencia contie- ne a la vez el conocimiento de una actividad y la manera como se la vive. En administracion se habla con agrado del prime- ro, pero muy poco de la segunda. La ausencia de lo vivido esta relacionada con el lugar que ocupan los elementos im- puestos, formales y abstractos en el discurso gerencial. La administraci6n prefiere promulgar los principios de la efica- cia capaces de imponerse en todo el mundo. De Taylor a la reingenieria, muchas han sido las tentativas de este género, y todas -convencidas de su verdad- han rechazado, de una manera o de otra, la experiencia concreta vivida.'? Es a las ciencias sobre el terreno, en particular a las ciencias del tra- bajo, a las que corresponde poner al dia las diferencias de lo concebido y lo vivido.”° *° Bl ejemplo desarrollado por Villette (1988, 1996) a propésito “del ingeniero de motivos” ilustra bien la utopia tecnocratica que fre- cuentemente se encuentra en las empresas. Pienso aqui en los trabajos Ievados a cabo por la sociologia del trabajo, en ergonomia, en psicodinamica del trabajo y en antropo- logia industrial. Ver al respecto De Terssac (1992), Danieliou (1996), Clot 1995), Dejours (1990, 1993), Reynaud (1989), Bouchard (1990) y Guigo (1994). i 73 Ninguna tarea descrita, ninguna manera de empleo y nin- guna exigencia formal, nos daran verdaderamente cuenta de la realidad de un trabajo o de una actividad especifica. Lo que a menudo es pensado en sus cubiculos por los expertos, los especialistas o los directivos, siempre es vuelto a organizar de ‘un modo u otro por las personas que realizan las tareas. Por- que la realidad del trabajo es cambiante, incierta e, incluso, totalmente imprevisible. Tomar en cuenta la experiencia vivi- da es pues indispensable para el buen funcionamiento de una organizacién. Es haciendo un llamado a su inteligencia prac- tica —lo que los griegos llamaban la métis-, como los trabaja- dores reducen la separacién entre lo impuesto y lo real, lo concebido y lo vivido, permitiendo asi el funcionamiento de la organizacion. Por el contrario, cuando el administrador no reconoce esta experiencia, el estrés y el sufrimiento se dan cita.?’ En efecto, es dificil realizar una labor segun las exigen- cias prescritas cuando éstas se vuelven imposibles de satisfa- cer en la realidad. Tomar en cuenta la experiencia es pues esencial, no solo para la buena marcha de las operaciones, sino también para la salud fisica y mental de aquellos y aque- llas que trabajan. La reintroduccién de lo vivido hace posible entonces la humanizacion de los modelos administrativos que, como lo vemos frecuentemente -la reingenieria es uno de los ejemplos recientes-, se inclinan en la mayoria de los casos del lado de la normatividad y de la universalidad abstracta. Del mismo modo, plantea el problema de la singularidad. El conocimiento de las practicas a partir de la observacion en el lugar de trabajo y a través de lo que dicen los actores principales, nos revelan sus particularidades, y éstas son im- portantes para comprender los ambitos estudiados. Pero bajo el empuje de los modelos universalizantes, el mundo admi- nistrativo tiende a borrar esas diferencias, constitutivas de las identidades propias. El “gerencialismo”, del cual ya hemos hablado, se inscribe completamente en este proceso de aboli- cion de singularidades, En efecto, cuando vemos el vocabula- *\ Ver principalmente a Karasek y Theorell (1990), Dejours (1993), Carpentier-Roy (1995) y Chanlat (1996). 74 rio de la empresa privada utilizado ampliamente en otras es- feras, uno puede preguntarse entonces sobre la naturaleza distintiva de esas actividades. La universidad y el sistema hospitalario son dos ejemplos, entre muchos otros, que per- miten observar esta confusion de géneros. En nuestro medio, cada vez es mas frecuente oir hablar de clientes para desig- nar a los estudiantes, y de productos para designar los pro- gramas.*? Estos dos términos remiten a una realidad muy pre- cisa: la del mercado. Pero todos sabemos que la universidad no es una empresa, y que la relacion que debe unir a los estu- diantes con los profesores nada tiene que ver con esta vision comercial, a menos que se transforme radicalmente la identi- dad de estas instituciones y se abandone definitivamente el sentido de su nombre. Lo mismo ocurre en el sector hospita- lario en el que el cliente tomo el lugar del paciente. Segan los numerosos articulos y reportajes que hoy se le dedican a este tema en Québec, este cambio de palabras no parece haber sido sinénimo de mejoramiento para los nuevos clientes. Por el contrario, al infiltrase en un mundo que le habia sido aje- no, el vocabulario tecndécrata de la empresa ha provocado una profunda desestructuracién de esas instituciones. La mayo- ria de las veces, la naturaleza singular de cada una de ellas se niega en nombre de concepciones abstractas y contables. Esta ausencia de comprension de las particularidades orga- nizacionales se observa también en el mundo industrial. ¢éCuantas reestructuraciones se han hecho en las empresas sin tener en cuenta su singularidad? Encerrado la mayor parte del tiempo en esquemas universalizantes, el mundo adminis- trativo destruy6 en el transcurso de los ultimos afios -como lo demuestran los datos americanos presentados anteriormen- te- muchas organizaciones. El retorno de la experiencia y de las singularidades es un instrumento para luchar contra esta tendencia, tan perjudicial para las empresas y las personas que trabajan en ellas. Desde este punto de vista, las ciencias ” En uno de los ultimos boletines de la Asociacién universitaria ca- nadiense se hace profesion de esas practicas. Ver Guéricolas (1997). Ver igualmente Romainville (1997). ‘ 75 sociales y particularmente aquellas que trabajan sobre el te- rreno, tienen un papel muy importante que cumplir con res- pecto a la experiencia vivida por los diferentes estamentos involucrados en la administracion.** Constituyen el primer antidoto contra los fantasmas de los tecnécratas. El retomo de Io simbdlico Como todo universo social, el mundo de la empresa es tam- bién un mundo de signos, un espacio donde lenguajes dife- rentes se entrecruzan, un teatro donde se representan come- dias, tragedias y dramas, una realidad mas o menos imagina- ria, un universo de donde salen significaciones multiples que dan sentido a acciones diversas. Pero también aqui y en nom- bre de la racionalidad y la eficacia, esta realidad casi siempre se oculta o se reduce, a menudo bajo lemas publicitarios caren- tes de sentido. E] mundo de la administracién debe poner todo su interés en concederle un espacio mas amplio a aque- llas disciplinas que han hecho de esa otra realidad su objeto de estudio: el psicoanilisis, las ciencias del lenguaje, la se- miologia, la antropologia, la sociologia, etc., pues son ellas las que mejor dan cuenta del problema. Al hacerlo, se romperia con la concepcién esencialmente instrumental dominante y se retomaria el problema del sentido que, como todos saben, esté en el corazén de la existencia.* Todos los dias somos testigos de esta irrupcién de lo sim- bolico en nuestras vidas, y de los efectos a menudo desastro- sos que ciertas decisiones insensibles a esta dimensi6én pro- yocan. Tomemos un ejemplo familiar para nosotros: la des- aparicién del nombre de Patrick Allen de la nueva biblioteca de HEC (Hautes Etudes Commerciales). Como se sabe, la eli- minacién de este nombre fue sentido por nuestra comunidad como un error torpe y un olvido de las personas que han he- cho la historia de esta escuela. Existen simbolos més carga- dos de sentido que otros, y para la mayoria de nosotros este % Ver al respecto Le Goff (1996), Brabet (1995), Galambaud (1996). ™ Ver sobre este tema la obra dirigida por Pauchant (1995). 76 cambio no debi6 ocurrir nunca,”* pues afectaba a una perso- na que contribuyé6 a construir una biblioteca de la que esta- mos orgullosos. Dandole el nombre de su promotor se reco- nocia el trabajo realizado y se escribia la historia en los muros de nuestra institucion. Eliminando su nombre del nuevo edi- ficio se cometieron dos injusticias: hacia la persona y hacia nuestra historia. Por otra parte, se enviaba a la comunidad un mensaje cargado de sentido: el dinero “contante y sonan- te” tiene mas valor que el trabajo realizado por aquellos y aque- llas que han contribuido a hacer de la Escuela de HEC lo que hoy es. Elretomo de Ia historia La historia es otro dato fundamental en la existencia de los individuos y las sociedades. Pero, como acabamos de verlo, esta dimension también es a menudo olvidada en las organi- zaciones modernas. La historia es, por supuesto, la cronolo- gia, también es la oposicién pasado-presente que siempre se construye socialmente, son los ritmos que armonizan las so- ciedades y los diferentes tiempos sociales y personales. Si bien la conciencia historica es una caracteristica de nuestras so- ciedades desde la Antigtedad, ésta es afirmada en mayor 0 menor medida seguin las épocas.”° La historia impregna todos los aspectos de la vida social, pero la dimensi6n hist6rica casi nunca ha sido un elemento central en las preocupaciones de los administradores. Sumer- gidos en la accién inmediata y orientados por el corto plazo, éstos tienden a ignorar la memoria y la duracién en provecho de lo inmediato y de un horizonte cada vez mas reducido. En la ensenanza de la administracién, la parte dedicada a la his- toria es también muy pobre: son raros los programas que le conceden un espacio. En nuestros dias, esta laguna en la formacién se conjuga con una conciencia histérica muy dé- ee 25 Se puede afirmar también que la venta de los nombres de los salo- nes de HEC a las companias privadas, asi como se hizo, provocé un profundo malestar en el cuerpo profesoral. 25 Ver al historiador La Goff (1998) 77 pil, en particular en América del Norte. Como nuestras socie- dades han eliminado la historia -tanto en su aspecto cultural como en su funcionamiento-, no es extrafo hoy encontrar que el horizonte histérico de los jovenes se reduce a su propia historia.”’ La dominacién de lo inmediato, la destruccién de los vestigios del pasado y la pobreza en la ensefianza de la historia lo evidencian. Hoy, podemos decir con Castoriadis: “objeto de saber para algunos, de curiosidad turistica o de hobby para otros, el pasado no es fuente ni raiz para nadie” (1996, p.23). Pero todos sabemos, mas 0 menos confusamen- te, que la carga del pasado pesa sobre el presente y el porve- nir y que no hay experiencias que no sean histéricas. Al con- trario de lo que pensaban los entusiastas de la revolucion cultural china, no hay experiencia cero ni tabula rasa. Tal vez no habian leido, o habian entendido mal, a Marx cuando es- cribié: “Los hombres hacen su propia historia, pero no por su propio movimiento ni en las condiciones escogidas sdlo por ellos, sino en las condiciones que encuentran directamente y que les son dadas y transmitidas”.* En otras palabras: aque- llos y aquellas que quieren transformar el mundo, lo hacen siempre a partir de estructuras existentes que han incorpo- rado la experiencia del pasado.” Igualmente, la historia constituye la identidad de los indi- viduos y las sociedades, razén por la cual tiene tanta impor- tancia. Negar la propia historia, es olvidar quién se es y de donde se viene. Cuando un rector considera que las universi- dades deben inspirarse en las técnicas de Wal-Mart, es muy probable que haya olvidado la identidad secular de la institu- cién que dirige y, por lo tanto, se haya hecho indigna de pre- sidir su destino. Porque si en la misién de las universidades esta la de ser lugares de conciencia histérica, resulta impen- sable la entrega de poderes plenos a personas sin cultura, a # En un reportaje reciente presentado por Radio-Canada, se oia a un estudiante expresar esta idea. 28 Marx (1984). ® Consultar igualmente con relacion a este tema el estudio de Sahlins (1987) y el trabajo realizado por Giddens (1987). 78 menos que se pretenda convertir a las universidades en luga- res sin historia y, por ende, que desaparezcan definitivamen- te como instituciones de alto saber.*° A la hora de las rees- tructuraciones masivas, llevadas a cabo por muchos amnésicos, es mas que necesario recordar la importancia de la historia en todas las ocasiones que se nos presenten. No s6lo es un antidoto posible para todas las desviaciones actua- les del activismo desenfrenado, sino también una posibilidad de enraizar nuestra experiencia en la larga duracién, como nos lo recuerda con insistencia la obra de Fernand Braudel (1969). Es, en cierta manera, un deber de la memoria. El retomno de la ética “No se trata solamente de que ahora, mAs que en ninguna otra época, la relacién entre la ética y la economia se haya vuelto problematica, sino también que hoy el sentido que se le da a la ética ha dejado de tener sentido”. Con esta frase se abre el libro dedicado a la ética de dos intelectuales france- ses.°! Planteaban asi la importancia del problema ético y las dificultades que hoy se deben tener en cuenta. ¢Qué se entiende exactamente por ética? La ética es, segan Ja acepcién filos6fica, la disciplina que interroga las reglas de conducta constitutivas de la moral.” Aquella es anterior a ésta, en el sentido en que ella la funda al interrogar los fundamen- tos ocultos de nuestras obligaciones. La ética esta pues pre- sente en todas las acciones. Es una manifestaci6n de la liber- tad, porque esta estrechamente ligada a la voluntad de no someterse a los determinismos naturales y sociales. Igualmen- te, la ética siempre se vive en interaccion, porque es por el reconocimiento del otro que la accién ética existe. Sin embar- go, la ética no esta unicamente presente en la relacion inter- personal inmediata, también esta presente en la relacién con 8° Este argumento fue sostenido por personas tan diferentes como Gusdorf, Bloom y Freitag (1995). 31 Ladriére y Freitag (1995), p.21. 32 Ver al respecto a Russ (1994). 719 los ausentes a través de la constitucién de las reglas, que son siempre el producto de elecciones éticas anteriores. La reflexion ética tiene que ver con lo esencial, esta en el centro de la relacion y la vuelve efectiva. Esta, en efecto, en el origen del saber-vivir y la urbanidad.** E, igualmente, en el fundamento de la confianza, porque ésta -como escribié Dejours— “depende del respecto a la promesa” (1995, p. 60). Interrogando los valores que sostienen las acciones en nom- bre de los principios fundamentales, ella no constituye uni- camente una metamoral, sino que esta ademas en el corazon de la politica. De este modo, la ética no puede ser confundi- da con la deontologia, pues ésta sédlo agrupa las reglas de conducta practicas que deberan ser interrogadas precisamente por la ética. En consecuencia, la ética profesional s6lo puede ser una ética aplicada. Qué nos puede aportar este tipo de reflexiones en un mundo que frecuentemente esta en las antipodas de este tipo de interrogaci6n?** En efecto, el universo de la empresa es, como ya vimos, el lugar en el que la racionalidad técnica o instrumental ha triunfado, donde casi siempre el problema de los fines ha estado subordinado completamente al proble- ma de los medios. En otros términos: el como prevalece facil- mente sobre el por qué y el para quién. Es asi como uno de los padres de la ciencia administrativa moderna, H. Simon, no dudaba en escribir que en el seno de una disciplina cientifica como la administracién no habia lugar para afirmaciones éti- cas (1960). Pero esta separacién plantea muchos problemas, razon por la cual el universo de la administracion se interesa cada vez mas en la ética. En el momento en que las socieda- 33 Ver a Pharo (1991). % Se puede afirmar, a la manera de Castoriadis, que la politica tam- bién sobrepasa la ética (1996). 38 El historiador Alain Cottereau recuerda cémo desde el punto de vista kantiano, la administracin y la ética son antinémicas. La ética pertenece al reino de los fines, y cuando considera a los hom- bres y a la administracién como fines en si mismos, en el campo de los medios, considera a los seres humanos como recursos (1996). 80 des se fragmentan, en que las amenazas sobre el medio am- biente se hacen realidad y los hombres y las cosas son victi- mas de un mercantilismo generalizado, es verdaderamente urgente volver a introducir ciertos problemas morales.*° Esta problematica -como lo deciamos al principio de esta exposi- cién- esta estrechamente ligada a la reflexion de las ciencias sociales. No pudiendo tratar aqui todos los aspectos, por ra- zones evidentes, nos contentaremos con destacar el aporte de dos tipos de interrogantes: el primero sobre la nocién de res- ponsabilidad, y el segundo sobre la nocion de comunicacién. La ética de la responsabilidad fue desarrollada por Marx Weber. Alude a las consecuencias que nuestra accién puede tener sobre los otros y a la reflexién que la precede. Una persona responsable es una persona que trata de anticipar, en la me- dida de sus posibilidades, las consecuencias que tendran sus actos para el otro. Dicha postura es muy exigente, sobre todo en un contexto donde no todo es comprendido o controlado, pero es esencial para la supervivencia de la vida colectiva. Las preocupaciones sociales no pueden evitarse sin correr gran- des riegos. Para las organizaciones y, en particular, para las empresas, esta ética de la responsabilidad tiene dos grandes vertientes: la primera tiene que ver con la responsabilidad social propiamente dicha, y la segunda con la responsabili- dad hacia la naturaleza -lo que Michel Serres llamé el contra- to natural y Jonas el principio de responsabilidad- Para una empresa, como para cualquier organizaci6n, ser socialmente responsable es evaluar los efectos de sus accio- nes sobre la comunidad que la rodea; es actuar como “ciuda- dano”, es decir, respetando las reglas instituidas por la socie- dad;°’ es preocuparse, hasta el mas alto grado, por las conse- cuencias nocivas de sus actos o de los productos que fabrica; es cuidar profundamente la cohesién y la solidaridad social; Bes mis nkbd tse ee en % En Estados Unidos, Etzioni (1988) fue uno de los primeros en plan- tear este problema. 3? Schnapper, dijo con raz6n que la nocién de empresa ciudadana era problematica. Por eso, utilizo aqui el término entre comillas (1997). 38 Una preocupacién que se encuentra especialmente en la obra de Polanyi. Ver al respecto, a Baun (1996) y Petrella (1996). i 81 es preocuparse por los derechos de todos y no unicamente por los de uno: el accionista. En otras palabras: es rechazar la ganancia si pierde la sociedad. Con relacién al medio am- biente, es preocuparse por los efectos de sus actividades pro- ductivas sobre los equilibrios ecolégicos, con el fin de asegu- rar a nuestros hijos un planeta habitable. Actualmente tenemos numerosos desafios que enfrentar. Acabamos de nombrar los dos mas importantes, que no po- dran ser superados si no tomamos plenamente conciencia de lo que en el fondo esta en juego. En este doble trabajo de reinsercién de lo economico en lo social y de la preservacién de la naturaleza que nos rodea, la reflexion ética debe ser discutida y compartida. Para hacerlo, como sugiere Habermas, es necesario darle a la comunicacién el lugar que merece. Es, en efecto, por el intercambio y la discusién entre los seres humanos autonomos y razonables que podremos promulgar nuevas normas que sean aceptadas por todos sin coaccién. En cierta forma, reanudaremos el ideal democratico que es constitutivo del proyecto occidental desde la antigua Grecia.” Las empresas, como las otras instituciones, no podran sus- traerse a este intento por mucho tiempo.*? Ejecutando una dinaémica renovada en el plano interno, contribuyen, en una escala macroscépica, a salvaguardar, por una parte, el equili- brio social indispensable para la paz civil y, por la otra, el equilibrio ecologico esencial para nuestra supervivencia como especie. En este quehacer, el administrador tiene importan- tes responsabilidades, igualmente aquellos y aquellas que la ensanan. Las ciencias sociales, como ciencias reflexivas, no podran tampoco huir de sus responsabilidades. Deberan dis- tanciarse de sus tendencias operativas con el fin de respon- der a las preguntas que nos hace nuestra sociedad. Lo que deseamos como una antropologia extensa y singular para el mundo de la administracién es, esperamos, un paso en esa direccién. ® Ver Castoriadis (1996). * Este es el sentido de la obra publicada por el Centro Francés de Jovenes Dirigentes de Empresa (1995). 82 Conclusién Al llegar al final de esta leccion, quisiéramos terminar con tres citas: la primera es de Berthold Brecht; se trata del prélo- go a La excepcién y la regla; la segunda es del premio Nobel de quimica, Ilia Prigogine; y la tercera es de Fernand Braudel, una de las grandes figuras de las ciencias sociales de este siglo. Os contaremos La historia de un viaje, La expedicién comprende un mercader y dos ayudantes. Mirad bien como actiian: Bajo lo cotidiano, descubrid lo inexplicable. Detras de la regla consagrada, discernid lo absurdo Desconfiad del minimo gesto, por simple que sea. No aceptéis la costumbre establecida, Buscad en ella la necesidad. Insistentemente os rogamos: no digais: “Es natural” Frente a los sucesos de cada dia. En una época en la que reina la confusion, en la que corre la sangre, En la que se ordena el desorden, En la que la arbitrariedad adquiere fuerza de ley, En la que la humanidad se deshumaniza... No digdis jamas: “Es natural” Para que nada pase por inmutable. Escribe Prigogine: Existe hoy, a finales de este siglo, la necesidad de encontrar la unidad perdida, y esto a pesar de todos los éxitos de la ciencia y de sus grandes contribuciones a la civilizacién. Pien- so que hoy uno de los objetos de la ciencia es encontrar esta unidad. La ciencia de hoy debe buscar esa via estrecha, encontrar un camino entre dos extremos, alienantes los dos. Uno de los extremos es el de un mundo determinista que nos vuelve extranjeros al mundo que describimos, y el otro.es un mundo aleatorio que hace toda previsién imposible. En esta 83 perspectiva, hay muchos futuros, el futuro no esta dado, es una de las posibilidades implicadas en el presente.’ Escribe Braudel: Un humanismo es una manera de esperar, de querer que los hombres sean fraternales los unos con respecto a los otros y que las civilizaciones, cada una por su cuenta y todas jun- tas, se salven y nos salven. Es aceptar, es desear que las puertas del presente se abran ampliamente sobre el porve- nir, mds alla de los fracasos, de las decadencias, de las ca- tdstrofes que predicen extranos profetas... El presente no pue- de ser ese lugar de llegada que todos los siglos, cargados de eternas tragedias, ven ante sus ojos como un obstdculo, sino la esperanza que los hombres, desde que existen, no han dejado de franquear* Cada una de estas citas, que asocian tres mundos general- mente separados -la literatura, la ciencia y la ciencia social-, resume el sentido que quise dar a mis palabras y al papel que debe tener el intelectual en la sociedad de administradores en la que vivimos: critico, hicido y portador de esperanza. En el umbral del siglo XXI, en un mundo que tiene necesidad de todo esto, esta postura me parece indispensable para poder sofiar con un mundo mejor, es decir, con una democracia que sepa conjugar la autonomia individual y colectiva y el bien comun.* Muchas gracias. 1 Prigogine (1997), p.44. 2 Braudel (1969), p.314. 3 Castoriadis nos recuerda que: “en su verdadera significacion, la democracia consiste en eso, en que la sociedad no se detenga fren- te a la concepcién de lo que es lo justo, lo igual o lo libre, dado de una vez por todas, sino que se instituya de tal manera que los pro- blemas de la libertad, la justicia, la equidad y la igualdad puedan siempre ser replanteados en el marco del funcionamiento “normal” de la sociedad... una sociedad es auténoma no sélo si sabe que hace sus leyes, sino si esta en condiciones de ponerlas explicita- mente en duda” (1996, p.162). 84

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