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( par dat & i | 123§ + LS we “BIBLIOTECA DE JURISPRUDENCIA, FILOSOFIA E HISTORIA é LAAT Aninnnnnnnnnnen ~ XXX! ! -16 MANUAL DEL JUEZ PARA USO DE LOS JURCKS DE INSTRUCCION ¥ MUNICIPALES, GOBHRNADGRUS DE PROVINCIA ALCALDRS, ESCRIPANOS, OPIOIALES ¥ SUBALTERNOS DE LA GUARDIA OIVIL AGHNTES De POLIOEA, REC. RTC. POR EL Dr. HANNS GROSS, DE GRAZ traduecién dal alemén, préloge y notes POR D. MAXIMO DE ARREDONDO {TUHZ DB PRIMERA INSTANCIA FOR OFOSLOLON EX-SECRETARIO AUXILIAR POR IGUAL CONCERTO DRL TRIBUNAL DR LO CORTENCIOSO ‘Obra ilustrada con cuullitud de grabados MADRID LA ESPANA MODERNA Cuesta de Sto, Domingo, 16 Weléf. 260 ‘Re propiedad del Rditor, ‘BST. TR, VIUDA E HOS DE H. TELLO ©, de San Fronciaas, 4 PROLOGO DEL TRADUCTOR Tiempo ha sentiase en Espafia la necesidad de una obra, 4 la altura de los adelantos de la ciencia penal moderna, quo sirviera de consultor y de guia al fancionario encargado de la ardua cuanto im- portantisima misién de investigar la verdad en los hechos eriminosos, por medio de la insiruccién del sumario, piedra angular del edificio judicial en el orden de los procedimientos penales, cuyas deficien- ‘cias hacen, ya que no imposible, muy dificil al me- nos, la misién del juzgador, impidiendo no pocas veces la consecucién del fin que el Estado, en su alta estera, persigue, cual es el restablecimiento del de- recho perturbado, por la mala fe y las pasiones hu- manas. Pero si en todos los tiempos los Jueces de instruc- cidn, los Fiscales, los agentes de la policia judicial, y en una palabra, cuantos cooperan al fin juridico penal, han necesitado de obras de consulta que les ilustren sobre determinados puntos relacionados con las ciencias que pudiéramos llamar auxiliares, como son las médicas y antropoldgicas, ya que al 6 wANUAL DEL JUEZ Juez en ninguna parte, y mucho menos en nues— tro pais, se le puedo exigir que sea omnisciente y que retina un caudal tan vasto de conocimientos. que abarque en toda su extensién Jas de diversa y aun opuesta indole que reclama la dificil y abs— trusa misién que se le encomienda; si en todos los. tiempos han sido necesarias, repetimos, obras de esta naturaleza para el jurisconsulto y aun para el funcionario ajeno esta profesidn, tal necesidad se siente doblemente en los momentos actuales, en que, con el procedimiento acusatorio hoy vigente,. se entabla una lucha de habilidad entre el Juez y el criminal; lucha que se verifica con armas desigua- les, toda vez que el delincuente ha podido, antes y después de cometer el delito, utilizar cuantos medias. le sugiera su astucia 6 instinto de conservaciéu para burlar la accién investigadora del Esiado y eludir la pena; en tanto que el Juez, con los datos incom— pletos que Je suministra el hecho realizado, se ve en la necesidad de despejar la inedgnita del proce- 80, que cuidadosamente ocultan, de un lado Ja fata- lidad y de otro los esfuerzos del criminal, razén por la que, le es indispensable suplir estas deficiencias,. no.sdlo por el impulso poderoso de su talento, sino también por los consejos de la experiencia, propia 6 ajena, que 4 ésta tendrd que acudir en defecto de ja primera, ya que sin ella rara vez podra levar 4 término feliz la empresa que la sociedad le confia. Desgraciadamente para nosotros jtriste es confe- sarlo! en Espafia, en donde hay tantas ilustracio— POR EL Dr. GROSS 7 nes del Foro y de la Magistratura, son pocos, muy contados, los que se dedican 4 escribir obras juri- dicas, pues la inmensa mayoria de nuestras emi- nencias forenses consagran loda su actividad 4 la politica, y descuidan y tienen en menos la produc— cién cientifica. Esto explica Ja deficiencia de nues— tra literatura juridica en todos los ramos, pero muy particularmente en la esfera del derecho judicial 6 de procedimientos, como otros le designan- No existiendo, pues, en nuestro pais obra alguna que viniera 4 llenar el vacio de que antes hablaba- mos, no hemos vacilado en acudir 4 las literaturas extranjeras, y muy particularmente 4 la alema— na (1), que sabido es figura en primera linea en la evolucién juridica moderna; y entre los muchos li- bros que hubiéramos podido escoger, hemos dado la preferencia, por su modernismo y su mérilo in— discutible, 4 la obra del Dr. Gross, recientemenie publicada en Graz, Austria (Enero de 1893), y que tan justos y universales elogios ha merecido 4 la prensa europea. Noes el libro en cnestidn, segan podra demos— trar la simple lectura del indice, un comentario més 6 menos cientifico de la legislacién austriaca; antes ‘bien tiene un cardcter general que le hace igualmente aplicable 4 todos los paises, viniendo 4 ser un resumen magistral de cuantos conocimien— tos auxiliares necesita poseer el Juez, para el mejor (4) . Claro es que en la literatura alemana inelaimos la de Austria, 4 cuyo pais pertenece el autor. 8 MANUAL DEL JUEZ cumplimiento de su cometido; encerrando ademas una serie de consejos prdcticos, producto de la larga experiencia del autor, que ha consagrado la actividad de su vida entera 4 las funciones judi- ciales, El libro se divide en dos partes, una general y otra especial. En la primera se trata extensamente de cuanto se refiere al sumario, 4 la forma de ins— truir las primeras diligencias, al modo de apreciar el respectivo valor de los testimonios, segin las condiciones de quienes los prestan, ya sean éstos testigos 6 peritos, 4 utilizar de un modo convenien- te los servicios de estos ultimos; en una palabra, 4 servir de guia.al Juez poco practico, contribuyendo A formar su criterio. A continuacién se estudian detenidamente, todos aquellos puntos relacionados con la practica mecd- nica judicial, como son el levantamiento de planos, la forma de ejecutar los modelados y reproduccio— nes, de ciertos objetos que ofrezcan interés para la investigacion sumarial, y que conviene conser— var, etc., etc. Por ultimo, termina esta primera parte, con un estudio acabadisimo de la prensa, como medio auxi- liar de la funcién investigadora del Juez, determi— nando la forma mejor de servirse de su coopera- cién, que segin la mayor 6 menor discrecién con que se emplee, puede ser utilisima 6 on alto grado perjudicial, La segunda parte, que tiene el caracter de espe- POR EL Dr. GROSS 8 cial, pudiéramos titularla de conocimientos auai- fiares. Comienza estudiando detenidamente las lesiones y la forma de producirlas, haciendo un examen detenido de los distintos instrumentos y armas, ya blancas 6 de fuego, y determinando su uso, cons— truccién, clases y efectos que son susceptibles de eausar. No menos concienzudamente se estudian luego las huellas y rastros, punto de importancia capi- talisima para descubrir al delincuente y que por punto general se descuida bastante. Esto lleva como por la mano a! autor 4 tratar de las manchas de sangre, 4 la forma de determinar su existencia, el sér de quien proceden, etc. Después de ocuparse de estos puntos relacionados con los delitos contra las personas, pasa 4 efectuar el mismo estudio en los delitos contra la propiedad, determinando su forma de realizacién, instramen- tos usados por los criminales, etc. Finalmente, los chalanes, tahures, rufianes y de- mas gente de mal vivir, suministran materia abun- dante de estudio en los capitulos sueesivos. Y para que nada falte, aunque el autor, con su modestia habitual, diga en el epilogo que son mn— chas las deficiencias de su obra, concluye ésta eon un examen verdaderamente cientifico de las causas yefectosque pueden producir las explosiones de cal- deras y demas accidentes que 4 menudo ocurren en las fabricas modernas, cuyos aparatos, aunque 10 MANUAL DEL JUEZ maraviilosos por su complicacién y admirables por el bien que reporian, llevan también la mnerte en sus enlrafias, sacrificando 4 veces la vida del des~ graciado obrero que los maneja. Este ligero examen sera suficiente para probar la imporjancia de la obra cuya traduccién empren— demos, con el propésilo de facilitar su conocimien- to 4 aquélles de nuestros lectores que no conozcan: el idioma de Goéthe. Si tal sucede, nos considera— remos suficientemente compensados de las moles— lias que este género de trabajos ocasiona. Antes de concluir, permilasenos, sin embargo,. recomendarnos 4 la benevolencia de nuestros lec— lores por las deficiencias de que seguramente ha de adolecer la traduccion, dadas las dificultades que supone el trasladar de un idioma, 4 otro de origen completamente opuesto, pensamientos ajenos; por eso acudimos también 4 la bondad del autor, que no vacilé en confiarnos su obra para que la vertié- ramos al castellano, sin tener en cuenta que, quiza personas més habiles hubieran podido dar término feliz 4 la empresa, que nosotros temerariamente he- mos acometido. MANUAL DEL JUEZ INTRODUCCION El autor de este libro, consagrado durante muchos niios 41a prdctica de la administracién de justicia, ha Megado 4 convencerse por experiencia de que el Juez en- cargedo de verificar la instruccién sumarial, necesita, para cumplir bien la misién que le esta encomendada, conocer, no solamente los Cédigos y la interpretacién le- gal de los mismos, sino también la ciencia practica de la investigacién; y aun cuando ésta sdlo se adquiere en pri- mer término por experiencia, de algo podran servirle, no obstante, las obras doctrinales. Pero no siempre al Juez de instruecién le serd dable acudir 4 este recurso, toda vez que en momentos dados habrd de adoptar una pronta re- solucién, en la que s6lo podré valerse de sus propios co- nocimientos, teniendo 4 lo sume como auxiliar y consejero prictico, algtin libro puramente experimental, en el que pueda examinar las resoluciones que en casos andlogos adoptaron sus predecesores. A satisfacer esta necesidad se encamina la presente obra, 4 la que el autor ha proeurado Hevar el caudal de sa experiencia, En un principio concebimos la idea, para lograr mayor acierto, de eneargar 4 una especialidad técnica cada una 12 MANUAL DEL JUEZ de las partes de que se compone este estudio, como, por ejemplo, la seccién médico-jurfdica 4 un antropélogo; la referente 4 los instramentos que sirven para la comisién de delitos 4 un perito armero, y el capitulo referente & la fotografia 4 un fotégrafo. Sin dude que por este medio hubieran sido tratados log asuntos en Ja parte téenica de un modo més perfecto, pero procediendo asi no hubiéra- mos logrado uno de los fines que nos proponfamos, cual es el de conseguir Ja unidad de criterio en la exposicion. Varios son los libros relacionados con las ciencias que necesita conocer el Juez de instruccién; pero es de adver- tir que éste, para utilizar los conocimientos indicados, ne- cesita deslindar lo que le es util de lo que no le sirve de aplicacién para su carrera, no pudiendo, por tanto, encontrar en ellos lo que necesita de momento, para el mejor cumplimiento de su misién, Ademds, es de todo punto imposible que el especialista se ponga en el caso del Jurisconsulto que no tiene aquel cardcter, Seguramente el hombre de ciencia suministrard al jurisconsulto una suma de conocimientos mayor dela que se necesita. Pre- ferible serd, sin embargo, que, sin exceso ni defecto, se le proporcionen los conocimientos de mayor utilidad practica. Por las razones expuestas, mo decidi & publicar la obra por mf mismo, prescindiendo de toda colaboracién, uti- lizando al efecto la mucha experiencia y estudio de casos aislados que en mi larga practica he podido adquirir, s6- lidamente cimentados por los estudios especiales 4 que he consagrado la actividad de toda mi vida. En las varias partes de que consta este trabajo, he pro- curado reunir los datos necesarios para poder resolver en momentos de urgencia, en los que el Juez no versado atin eu el ejercicio de su profesién podrd encontrar mas difi- cultades, Disto mucho de creer que el presente libro contenga ML MANUAL DEL JUEZ material do éste, tiene que pasarse sin sus buenos oficios, nuestra obra suministra Jas ensefianzas bastantes para que el Juez adopte en esos casos de urgencia resoluciones acertadas. Esta falta de auxiliares téenicos de que hablamos, la podré. notar el Juez en diferentes casos: 1.9, siempre que no se encuentre perito en el lugar del suceso 6 ne requie- ra su intervencién la {ndole del asunto, como, por ejem~ plo, las fulsificaciones de documentos, en que la prueba del delito cometido se deduce del conjunto del texto y de los anacronismos 6 inverosiruilitad de que adolece (en- tiéndase que no nos referimos 4 documentos de fecha re- mota, en cuyo caso deberd acudirse 4 los paledlogos, ar- chiveros, etc, como versados en el estudio do la eseritura antigua); 2.°, cuando no pudiere el Juez instructor reca- bar inmediatamente el auxilio de los peritos, y le es pre- ciso, no obstante, adoptar una resolucién de graves con- secuencias para el buen éxito del proceso, como, por ejem plo, practicar una inspeccién ocular, un registro domici liario 6 cualquier otro acto de indole semejante. Los casos mencionados tendran lugar muy particular- mente en localidades pequefias, en las que no hay mas que uno 6 dos médicos, y ésios en muchos ¢asos no se en- euentran disponibles on un momento dado (1), 6 cuando el Juez se traslade del punto de residencia 4 otro distinto para instruir diligencias sumariales por un hecho para cuyo esclarecimiento entiende no es indispensable el au- xilio de peritos, y en el lugar del suceso, por cireunstan- cias accidentales, se ve necesitado de sus servicios, como, por ejemplo, si habiéndose incendiado un edificio, se des- cubriera que el incendio sélo se utilizé come medio para (1) Inttil és decir que lo que afirmamos de los peritos mé- dicos, puede hacerse extensivo 4 todos los demas. POR EL Dr. GROSS 45 ocultar un asesinato ecometido con anterioridad, caso en al que el Juez que no levé consigo médico forense, se ve- ria en una situactén embarazosa hasta que éste llegara si eareciora de la practica necesaria. Téngase en cuenta, finalmente, que aun en el supuesto de tenerle 4 su lado, no siempre encontrara ol Jues un pe- rito de grandes conocimientos técnicos, y 4 la vez practi- co en los procedimientos judiciales, condicién sin la cual su auxilio seria ineficaz, Por tiltimo, no debe echarse en olvido que por ilustra- do y practico que sea un perito, noes posible exigirle que posea conocimientos criminolégicos; raz6n por la que, es indispensable que las dos porsonalidades del Juez y del perito se compenetren de tal suerte, que el uno suminis- ‘tre al otro los conocimientos de que carezca, si la inves- tigacién ha de llegar 4 feliz término. Nuestra obra, ademas, no sdlo serd til 4 los Jueces de instruccién poco practicos, sino también y de igual modo, 4 las autoridades y los agentes auxiliares de la adminis- tracién de justicia, como, por ejemplo, Gobernadores de provincia, Alcatdes, agentes de policia, oficiales y subal- ternos de la Guardia civil, y en general 4 todos cuantos cooperan 4 la accion judizial, persiguiendo los delincuen- tes 6 instruyendo las primeras diligencias sumariales, toda vez que este libro suministra datos y consejos im- portantes acerca de los multiples casos en que dichos fun- cionarios tisuen que intervenir. CAPITULO PRIMERO DEL JUEZ DE INSTRUCCION GENERALIDADES Entre laz varias situaciones en que el jurisconsulto pue- de hellarsa en la vida, por tazén de su cargo, la del Juez de instruccién, es, seguramente, la mds caracteristica.— Supénese generalmente que su misién es en extremo ar- dua; pero nunca ge apreciaré debidamente hasta qué pun- to ea ast, y cudntas son las difieultades con que tiene que juchar, En primer término, es necesario que el que gjorza las fanciones del Juez de instraceién, posea lag condiciones fl- sicas y morales necesarias para llevar 4 cabo su cometido, tales como vigor fisico 4 toda prueba, cabal salud, gran colo, conocimientos juridicos extensos y en constante apli- cacién, no sélo en el orden penal, sino también en el civil. Necesita hallarse dotado asimismo de extraordinaria ha- bilidad y perspicacia, sin las que nunca podria obtener resultados précticos en procesos de indole complicada, ¢omo, por ejemplo, los que se instruyen por estafa, falso testimonio y otros andlogos. jAy, por tanto, del funciona POR EL Da. GROSS 17 tio judicial que se fle tan sélo en ellos de sus conocimien- tos jaridicos! La cultura doctrinal del Juez de instruccién ha de ser muy vasta, abarcando conocimientos de distinta indole; asi, por ejemplo, deberd ser versado en el conocimiento de idiomas, para no valerse de intérprete cuando interrogue 4 delincuentes extranjeros; ha de tener conocimientos de dibujo lineal y topografico, para hacer por si mismo los croquis y planos del lugar del sucego, 4 al menos apreciar debidamente los que hicieren los peritos; necesita cono- cer la medicina legal, para dirigir A los médicos forenses las preguntas que conduzcan al esclarecimiento de la ver- dad, no permitiéndoles extenderse en divagaciones intli- les, y apreciar debidamente sus informes; le es indispen- sable estar versado on las argucias y estratagemas de quo se valen los delincuentes, desde las que emplea el rufidn vulgar hasta las mds refinadas de que se vale el fullero; no ha de ignorar eémo puede falsificarse un testamento, ni las causas por las que llega 4 producirse un accidente ferroviario, la explosién de una caldera en un estableci- miento industrial, etc., etc; le han de ser familiares los recursos de que el chalin se vale para engafiar al com- prador dandole por bueno lo que no lo es; por ultimo, es indispensable que sa halle versado en contabilidad para apreciar los delitos que en este orden pueden producirse; ha de saber la jerga (argot) do que se valon los crimins- les, siéndole facil descifrar las claves més frecuentemente usadas por éstos en su correspondencia; pero todos estos conocimientos y otros muchos que seria prolijo enume- rar, ha de poseerlos el funcionario judicial antes de ser desiguado para el desompefio del Cargo, sin que sea sufi- ¢iente quo los adquiera con posterioridad, por lo cual me permitiré aconsejar que sdlo se designase para tales car— gos 4 aquellos jurisconsultos que acreditasen previamen- Manvae —] 2 48 MANUAL DEL JUEZ te poseer conocimientos enciclopédicos de 1a indole de los arriba mencionados (1), y que sean ademas naturales del pais, 6 al menos eonocedores del mismo, siendo de desear también que hubieran completado aa educacién por me- dio de los viajes 4 diferentes puntos del extranjero, para, finalmente, Hevar toda esta suma de conocimienios a} acervo connin, cumpliendo el fin jurfdico que el Estado persigue. Tan imprescindibles son las aptitudes, asf mo- rales como adquiridas, que acabamos de exponer, para desempefiar bien el cargo de Juez de instruccién, que en- tendemos que el funcionario que eareciera de las unas 6 no se considerara con fuerzas para adquirir las otras, debe renunciar al ejercicio de un eargo que seguramente — no podria desempefiar. A pesar de Jo dicho, no bastan los eonocimientos cien- tifieos por s{ soles, para formar un buen Juez de instrue- cién, sino que es indispensable que éste consagre eu actividad entera al ejercicio y perfeccionamiento de la funcién que se le encomienda, procurando aumentar el caudal de su experiencia, no sélo cuando se halla en el ejercicio de su profesién, sino también en todos los mo- mentos de la vida. Los hechos al parecer mas insignifi- _ cantes podrdn contribuir 4 este resultado, desarrollando las facultades inquisitivas y de observacién del funciona- rio judicial. La buella de una pisada, el rastro de un ani- (A) Recomendamos 4 nuestros hombres de Estado y fun- cionarios eleyades del Poder judicial, las obseryaciones tan — atinadas del Dr. Gross, relativas 4 los conosimientos del Juez de instruccién, por si en fas opesiciones 4 Ja judieatura que hayan de verificarse en Io sucesivo, creen pertinente incluir en el programa algunos temas referentes 4 los especiales co- nocimientos técnicos mencionados, que tan utiles pueden ser, sin duda alguna, al funcionario eneargado de la instruccién sumarial, So gastrin am POR EL Da. GROSS 49 mal, un objeto destrozado que se ve en el suelo, una yentana abierta en edificio determinado; todas estas cir- cunstancias, al parecer baladies, pueden servir al Juez, de inducciones sobre las que se base el cdleulo de probabili- dades, que le ha de conducir 4 Ja averiguacién de los he- chos; y no se diga que la persona encargada de instruir un sumario, podrd, sin necesidad de ejercitar constante- mente y en tal forma su inteligencia, hacer brotar la luz en un hecho criminoso; pues es evidente que una facultad cuanto mas se ejercita, mas se desarrolla, y esto sucede en mayor grado con la de inquirir. Es asimismo conveniente que el Juez se ejercite 4 me- nudo en la apreciacién del grado de credibilidad de log testimonics, poniendo sumo cuidado en el estudio de los earacteres y temperamentos, para conocer la influencia que puedan tener en las declaraciones. Este es el camino mas sencillo y practico para llegar 4 ser un buen juz- gador. II DE LA EDUCACION DEL JUEZ INSTRUGTOR Acerea de este punto, sera conveniente agregar, como corolario de lo ya expussto, que la instruecién autodi- dactica, 6 lo que es lo mismo, la que es producto dela experiencia propia del Juez, no podré estimarse como bastante por dos razones: primera, porque carece de Ta necesaria claridad para discernir aquello que eg directa- mente util de lo que no lo Sea; dificultad que sélo en parte podria vencerse después de muchos aiios de pricti- ca y amarges oxperiencias en la profesién: y segunda: porque seria imposible, sin el auxilio de la experiencia 20 MANUAL DEL JUEZ ajena, hallar y aplicar los medios auxiliares dispersos y eacondidos en los multiples ramos del humano saber; y aun en el supuesto de que esto fuera posible, la fulta de plan en la investigacién haria en cierto modo inutil la eiencia adquirida. Un elevade fancionario judicial, cuya fama cienlifica ha traspasado las fronteras de au pais, sostuvo la opinion de que seria conveniente 4 tal propésito, establecer un Jazgado de instruecién modelo, dirigido por persona ex: perta, que sirviera de escuela practica 4 los demas funcio- narios de este orden; opinién que nosotros no admitimos, porque, aunque buena en teorla, ofrece insuperables difi- cultades practicas para su ejecucién, ya por ser incom- patible con Jo dispuesto en las legislaciones positivas do muchos paises, ya también porque se lastimaria en alto grado la dignidad del funcionario judicial, sometiéndole 4 la vigilancia, y lo que es mds, dla direccién de un su- petior, en 6] desemperio de su cargo. Aunque este cpinidn se redujera, como pretenden al- gunos, 4 autorizar 4 loa Jueces para que consultasen al funcionario superior los casos dificiles, entendemos por igual modo que serfa supérfluo 6 impracticable, porque si el Juez tiene tiempo para consultarle, por no ser el caso urgeite, més facil y agradable le serfa hacerlo 4 persoua de su confianza, 6 buscar en las obras cientificas una acertada opinién. No queremos con esto significar en modo alguno que el Juez no deba tratar de asesorarse, puesto que es responsable en el ejercicio de su cargo por las ex~ tralimitaciones que cometa; ni menos que la Superioridad no deba tratar de averiguarlas, y si tan e6lo que mientras duren sus funciones, debe tener amplia libertad para apli- car su crigerio, con lo que la responsabilidad sera wads ¢8- trecha, por lo mismo que las facultades son mayores, y D0 se atenuard 6 desaparecerd por completo, como sucederia voR EL Da. GROSS PS) en el supuesto de que el funcionario judicial obrara por inspiracién superior. Aparte de esto, no siempre serfan factibles las consul~- tas de que hablamos, que sélo podrian tener jugar cuando el Juez no seapartara del punto desu residencia; pero se- an imposibles cuando tuviera que practicar una diligen- cia en sitio distante, en cuyo caso tendria que obrar por si naismo; y como precisamente éstos son los casos mas im~ portantes, como se justifica en el mero hecho de oxigir la presencia del Juez; tratandose de instruir las primeras dili- goncias, que, comoes sabido, suelen ser de importancia de- cisiva en el proceso, en ellas el acuerdo mds insignificante del funcionario judicial reviste extraordinaria transcenden - cia, viniendo, por tanto, 4 demostrarse que, 4 mas dein- conyeniente, es impracticable el sistema que censuramos. Ea corroboracién de lo expuesto, pueden citarse otros varios casos; porque gcémo el Juez de instruccién, aun cuando no se moviera de su despacho, al tiempo de veri- ficar un interrogatorio, habria de interrumpir la solemni- dad del acto y la declaracién, para pedir consejo y auxilio 4 ningun otro funcionario? Por ultimo, no ha de perderse de vista, que el despacho del Juez de instruccién no ha de ser nunca una escuela «le aprendizaje, que debe haberse verificado ya, y sf tan dio un lugar en que, procediéndose libremente y sin couc- ¢iéu de ninguna clase, se haga aplicacién de conocimien- tos de antiguo familiares. Esto no quiere decir que of Juez, durante el ejercicio de su cargo, no tenga necesidad de aprender: jcimo hemos de sostenerlo, si reconoce- mos paladinamente que el hombre esté sujeto ala ley de la porfectibilidad! Pero al ocupar su sitial, debe ya el fan- cionavio encargado de instruir ol sumario, haber termi- nado todos los estudios, sin cuya aplicacién, no pudiera cumplir su cometido, Ens MANUAL DEL JUEZ Nuestra opinién en tal asunto se reduce 4 recomendar que los Gobiernos se decidan 4 establecer catedras espe- ciales de estudios criminoldgicog, y de las ciencias auxi- liares del Derecho penal, como In Medicina legal aplicada; la erisefianza de los usos, aplicaciones y efectos de las dis- tintas armas blancas 6 de fuego; la Psicologia criminal, etc., en las que los aspirantes al ejercicio de la Judica- tura, cursasen estas materias antes de comenzar el ejer- cicio de su profesién, viniendo 4 constituiz una aplicacién de los econocimientos universitarios (1). Esta ensefianza podria basarse en hechos yerdaderos, pudiendo de esta manera adquirir el Juez los conccimientos auxiliares en que hasta ahora los {unciovarios judiciales se hallan bas- tante rezagados. La creacién de tales cdtedras seria costosa, pero el éxito que se obtuviera compensaria los dispendios hechos; pues no se debe olvidar que el fin juridico es antes que el eco- némico, y que, por tanto, el Estado que no da 4 sus fun- (1) La tendencia cientifica hoy predominante i perfeccio- nar Jos estudios especiales, que al fin y al cabo no son sino una aplicacidn practica de la ley econémica de la divisién del trabujo, hace indispensable, para llegar 4 poseer un personal idéneo en fa carrera judicial como en las demas que con ca- racter oficial reconoce el Estado, la creacién de escuelas de ampliacién de la indole de {as que el autor indica. No nega~ mos que la escasez de recursos con que més que nunca Lu- chamos en los actuales momentos en Espata, dificullard tak medida; pero pudiera conciliarse su conveniencia con la pe- ouria de nuestro Tesoro, encomendando A los altos funciona- vios del Poder judicial, 6 al personal ascendente de la Judica~ tura, la explicacién de estas asignaturas eminentemente price Licas, atendiendo en todo caso 4 los gastos, si los hubiere, con el importe de las matriculas y demds derechos que los alum— nos abonasen, entendiéndose que sdlo los aprobados en estos conocimientos podrian aspirar al desempeiio de cargos judi- eiales, aunque siempre previa Ja correspondiente oposicién. POR EL Da. GROSS 23 cionarios los medios de adquirir le vasta instruccién que necesitan para luchar con ventaja contra los criminales que tanto han perfeccionado sus practicas en estos tlti- mos tiempos, no cumple bien el fin juridico que Te esté encomendado. El Estado que tal hiciera, no sélo serfa responsable de debilidad para con Jos delincuentes, sino que olvidaria por completo el deber que tiene de garantir la existencia y propiedades de los ciudadanos honrados, Jos que 4 su vez adquieren como miembros de la sociedad juridica, el derecho de exigir 4. los Gobiernos, como mani- festaciéu del Estado oficial, el empleo do todos aquellos medios que la ciencia y el poder humane les proporcionan, para vencer en la lucha que la sociedad entabla contra Jos perturbadores del orden juridico. OT MISION DEL JUB% INSTRUCTOR Si estudiamos detenidamente Ja forma en que el Juez ha de lienar ix misién que se le encomienda, nos con- venceremos de que su fin principal, es el feliz resultado de la investigacién sumarial. Claro es que para alcanzar buen éxito en ella, tendrd el fancionario judicial que con- centrar sus facultades intelectuales, sin darlas un momen- to de reposo, yaligndese de toda clase de medios licitos, y empleando tal perseverancia, que desde luego podemos afirmar, que las personas dotadas de cardcter poco cons- tante, y faltas de tenacidad, harfan bien en no dedicarse al cargo de Jueces de instruccién; pues es evidenie que para éstos, no hay términos medios: 6 llevan la investi- gacion 4 feliz término, 6 es inttil é infruetifero ol trabajo 2s MANUAL DEL JUEZ empleado. Ahora bien; entiéndase que para nosotros al éxito no se reduce al efectismo de relumbrén, y existe no tan sdlo en las investigaciones en que la verdad resplan- dece, sino también en aquellas otras en que, habiéndose dirigido Ja instruceién acertadamente y empleado todos los medios racionales conducentes al esclarecimionto del hecho, este propésito no se logra, por las deficiencias hu- manas, que no nos ¢s dable yencer. Por esto conviene te- ner presente, que hay sumarios mal instrufdos 4 los que, sin embargo, la casuslidad corona con el éxito, y otros, por el contrario, perfectamente llevados, en que aquél no selogra; razén por la que, el encargado de Ja instruccién no ha de aspirar & conseguir esos éxitos eflmeros, produe- to de las circunstuncias; y sf tan sdlo 4 aplicar los prin- cipios que la razén y la experiencia de consuno dictan en casos semejantes, sea cualquiera el resultado obtenido. Pero no bastard que e6 haya tratado de esclarecer el hecho, como suele decitse, ni serd suficiente Ja frase tan usual «se ha hecho lo posible,» «se han puesto los me- dios;» es indispensable que se hayan agotado todos los Tecursos que la ciencia y la razon aconsejan, para que ol Juez que no obtiene favorables resultados, haya cubierto su responsabilidad, El funcionario judicial ha de plantear por s{ mismo los téxminos del problema, sin perder de vista que en el pro- cedimiento acusatorio hoy vigente, ha de luehar, en pri- mer término, con la resistencia del acusado y & menudo de los testigos, y on Segundo lugar, con las sombras y obscuridades que la distancia y el tiempo arrojan sobre el proceso; pero estos inconvenienies, més 6 menos gra- ves, casi nunca gon insuperables, y) por tauto, no ha de confundirse el término déficultad con el de imposibilidad. No negaremos que con el sistema vigente se estimulan menos las energias del Juez que con el ingnisitivo, tods POR EL Dr. GROSS a5 vez que se nos exige mucho y se nos conceden pocos me- dios para llevar 4 cabo nuestro comaetido, Se nos pide hu- mauidad para los procesados, y se nos niega intervencién en las primeras diligencias sumariales, que el Juez ins- pecciona, pero no dirige. Se nos encomienda la direccién, pero no la aceién; se pretends que esclarezcamos el he- cho, sin emplear ningin género de coaccién sobre el pre- sunto delincuente, y todas estas restricciones que se nos imponen 4 nombre de una escuela acogida con tanto en- tusiasmo, {para qué han sorvido en realidad? éQué bene - ficiog reportan? La excesiva humanidad observada con el criminal, es injusticia para la mayorta de los cindudanos, que por el empleo de esa lenidad, yeu impunes muchos delitos, El alejamiento de las primeras diligencias, se ha trocado en abandono, la inaecién on desorden, y Ja falta de medios coercitivos, ha dado margen 4 esos simples in- terrogatorios, en que el Juez lucha y se esfaorza, no siem- pre con éxito, por vencer en la lucha moral que entabla con el delincuente, So objetara queen muchos sumarios se ha logrado feliz éxito con el empleo del procedimienta acusatorio; pero ese resultado no debe atribuirse 4 su virtualidad, sino 4 la pericia del Juez y al empleo de las doctrinas tan pros- criptas hoy del procedimiento inquisitivo. Un proceder y una conducta enérgieos del Juez para el delin cuente con- tribuirdn de un modo eficaz al mejor resultado de la prae- ba, lo que rara vez ha de lograrse con el sistema de con- templaciones hoy en boga (1). (4) No es el propésito det autor, como se tendra ocasion de ver mas adelante, defender Jos procedimientos inquisito- riales para la instruceién sumarial, y sf tan sdlo protestar contra el abuso que viene haciéndose del sistema acusalorio. basado en exagerados principios de escuela, y que en su de— seo de evitar injusticias y abusos del funcionario judicial, 26 MANUAL DEL JUEZ El Juez, sii embargo, llamado 4 cumplir su misidu con arreglo 4, las preseripciones de los Cédigos modernos, encontrard medios, 4 pesar de las dificultades expuestas, para llevar 4 cabo su cometido. El célebre jurisconsulto Jageman dice 4 tal propésils «que rara vez se encuentra un sumario que satisfaga por completo lo exigido por 1a ciencia y por las leyes, pues son muy pocos les casos en que el investigador judicial, pudiera justificar la perfecta legalidad de todas Jas ac- tuaciones practicadas, ni tampoco razonar los motivos qué han dado margen 4 la resolucién adoptada.» |Qué pocas serfn, en efecto las veces, en que podamos observar én la instruccién sumarial la aplicacién de los principios de una escuela cientifica! Generalmente el Juez acumula ma- teriales probatovios, sin obedecer 4 un plan preconcebido, y lnego entresaca de ellos, los que juzga mds utiles para entablar su lucha moral con el procesado. En el supues- to de que tales medics de prueba no fueran bastantes, so procura traer otros nuevos, allegados al acaso y sin res- ponder 4 un plan; y si tampoco producen resultado, se da el sumario por coneluido. Pues bien: este sistema, que nunca censuraremos bastante, tan sélo conducird & re- sultados ofimeros, hijos de la mera casualidad, y que nin- gin mérito atribuyen al Juez de instruccién, el cual es coloca 4 éste en muchos casos en situacién embarazosa. Lo que lan sélo quiere significar es que no debe desecharse en absoluto el procedimiento inquisitive, si ha de lograrse éxito en algunos sumarios, y que no debemos Ievar nuestra con- sideracién al delincuente, hasta el punto de olvidar los inte~ veses de Ja sociedad, que ei Estado tiene obligacién de defen- der. Por lo demas, sabido es que en la préetica cuantos han ejercido el cargo de Juez de instruccién, han tenido que echar mano, siquiera de un modo prudencial, de alguna me- dida inquisitiva, de lo cual es buena prueba un célebre pro- veso seguido recientemente, POR EL Da. GROSS 27 muchas veces el primer sorprendido con el éxito logrado. Por eso recomendamos en primer término, la adopeién de un plan racional y cientifico, con arreglo al que se ha de dirigir la instruccién, y que sélo habra de alterarse, cuan- do nuevos elementos allegados al proceso lo exijan. Iv DE LA MANERA DE PROCEDER DEL JUEZ DE INSTRUCCION Importa mucho al funcionario judicial, una vez co- menzada la instruccién del sumario, escoger el momento oportuno y propicio para formarse una opinién légica y firme acerca del asunto, porque en los casos dificiles, de- pende de esta cireunstancia, la obtencién de un éxito fa- vorable. Si el Juez formara opinién prematuramente, ésta se convertiria en prejuicio, merced al que se perderia ol hilo verdadero del proceso, que luego quizé no se pudie- ra anudar, convirtiéndoss la investigacién, por falta de oportunidad, en un verdadero caos, El momento preciso en que ha de adoptarse el plau no se puede prefijar de antemano, pues depende de las cir- cunstancias, y adlo la diserecién y buen eriterio de! Juez pueden precisarle; pero bien podemos afirmar a priori, que el funcionario judicial, si procede sistematicamente, habra de encontrar la oportunidad que se busea, toda vez que ha de ser la resultante del plan concebido y de lag diligencias practicadas, No es conveniente, por tanto, formar opinién definitiva en las primeras diligencias, porque el atestado que las auto- 28 MANUAL DEL JUEZ ridades gubernativas remiten al Juez, tan sdlo puede servir 4 éste como prueba indiciaria de que, en un lugar cual- quiera, se ha consumado un delito; pero nunce de las eir- cunstancias que on él an concurrido, ni de los méviles 4 que obedecié. Tampoco debe darse importancia excesiva 4 las indica- ciones que suelen hacarse 4 la autoridad judicial, desde los primeros momentos de la comisién de un delito, ya por la prensa, ya por algunas personas, sefialando 4 al- guien como presunto culpable, Este género de denuncias, pueden ser equivocadas, i obedecer 4 una malquerencia, razén por la que, el Juez de instraccidn, sin desecharlas en absoluto, sdlo debe admitirlas en el caso de que res- pondan 4 su propio criterio, inico que debe sorvirle de guia. Estos consejos habra de tenerlos en cuenta muy par- ticularmente ol Juez de instruccién cuande, tratandose da un delito grave, haya de practicar diligencias en punto distinto del de su residencia. Las impresiones que reciba seguramente habran de sugestionar sa animo, y tendra bastante trabajo con depurarlas y analizarlas 4 los ojos de la sana razén, sin dar oidos 4 influencias ajenas, que tan sélo podxian distraerie del asunto principal, Mas no se entienda por esto que el Juez no deba eseu- char las observaciones que se le hagan , pues su inteligen- cia y su memoria, deben ser en tales momentos, 4 manera de esponjas, que absorban todas las ideas 6 indicios rela- tivos 4 la investigacién, para luego verterlos on la vasija del proceso, tomando el agua y el cieno juntamente, sin perjuicio de separar luego de un modo cuidadoso, Lo utili- zable de io que no lo sea. Este trabajo de depuracién, sera mds perfecto 4 medida, que la investigacién avance, porque efecto de las luces trafdas al proceso por testigos que estimo verfdicos, por POR EL Da. GROSS 20 el dictamen de peritos concienzudos y demas datos del sumario, podra el Juez formarse idea del modo como el yao ha podido verificar el erimen; llegaré 4 comprobar la fecha y hora en que el delito so cometié, de igual modo que les medios de que pudo valerse el criminal para rea- lizarle; y reconstituyendo, en fin, dentro de lo probable, el hecho del delito con todas sus cireunstancias, podra for- marsé un criterio provisional, que puede rectificar poste- riormente con los nuevos datos sumariales, Defendemos la reformabilidad del criterio del Juez, por- que el plan del sumario reviste un cardct-r especial y no puede compararse, por ejemplo, al que forma un arqui- tecto antes de construir un edificio, en el cual las rectifi- caciones posteriores perjudicarian 4 la unidad. El plan del stumario se basa en elementos contingentes, y sélo pueden irazarse en él las lineas generales y los grandes trazos, nunca los detalles; semejandose en cierto modo al que for- ma el Estado Mayor del ejército antes de emprender una campafia, que ha de rectificarse sobre el terreno, cuando lo exijan los cambios de posicién del enemigo. Sdlo en el caso en que por el resultado de las primeras diligencias y la importancia de égtas llegara el Juez 4 for- mar una conviccién firme, podra y deberd trazar por an- ticipado el plan sumarial, queen tal supuesto debe seguir con perseve rancia hasta el fin, Insistimes en este particular porque, aun cuando se trata de consideraciones que por su sencillex se halla al aleance de todos, es, sin embargo, muy conforme 4 los impulsos de nuestra naturaleza, el aferrarse tanto mas a una idea, cuanto mayor ha sido el esfuerzo que nos ha eoatado concebirla; y para eyitar que este innato senti- miento, influya en las resoluciones que el Juez adopte, es de necesidad, que en cada nueva diligencia, se estudie des- apasionadamente el asunto, haciendo cago omiso de ideas 30 MANUAL DEL JUEZ preconeebidas, para poder dar 4 la instruccién un nuevo rambo, si las circunstancias lo exigieren (1). Pfister dice con mucho aciorto que el mayor mérito del Juez consiste en llevar la investigacién de tal modo, que por la simple lectura del sumario, se reconozcan las hue- llas de la mano que lo dirigié, pues el Juez, como el ar- tista, debe imprimir cardcter de personalidad 4 sus obras, Como Jos instantes son preciosos en la instruccién de las primeras diligencias sumariales, seré conyeniente que el Juez, procure no abandonar ninguno de los hilos de Ja trama, y siga 4 la vez las diferentes pisbas que puedan con- ducir hasta el criminal, sin perjuicio de dar mds impor- tancia 4 la que, seguin el criterio provisional formado, juzgue verdadera. De no proceder asi, se expone 4 que, si ja tnica pista seguida resultare equivocada, y se ha per- sistido durante mucho tiempo en ol error, acumulando abundantes materiales de prueba en determinado senti- do, estas diligencias eutorpezcan la accion judicial, y Jo que os mds sensible, hagan, que se haya perdido inutil- mente wn tiempo precioso, quo hubiera podido aprove- charse de oira suerle y que ya uo es posible recobrar. Como lo més dificil en Ix investigacién, es el cambio de plan, cuando el Juez se convence de haber seguido una pista equivocada, deberg ésts poner sumo euidado al vorifi- carlo, procurando en primer término estimular 4 sus agen- tes y auxiliares, para que no desmayen en la empresa en (1) No se olvide que el prejuicio es el primero de los de~ feetos que los partidarios del moderno sistema de enjuiciar atribuyen al Juez perito, y, por tanto, siquiera haya exagera~ cidn en eslas afirimaciones de escuela, debe con sumo cuidado evilarse, no sdlo en Ja instrucvién sumarial, sine también en los acuerdos que se adopten por el Magistrado, ya que una y otra funcién ha de desempeliar en nuestro pais el fancionario judicial, segin ¢} nuevo arreglo de Tribunales, POR EL Dx. GROSS al vista de lo negativo del resultado obtenido; y no olvidando nunea que, al dar al sumario nueva direceidn, ha de encon- trar.aumentadas las dificultades y acrecidos los obstacnlos, puesto que varla por completo la indole de la prueba, por haberse destrufdo quiz4, elementos preciosos de imposible sustitucion. El medio mejor de que el Juez dispone para obviar es- tos inconvenientes, es el utilizar discretamente el perso- nal y agentes auxiliares puestos 4 su servicio, distribu- yendo entre ellos lag funciones inquisitivas para gue, sin formarse idea del conjunto, eada uno por separado, no se desanimen por el fracaso obtenido. Divese hoy generalmente que lo expuesto se halla en contradiecién con la misién del Juez, porque éste no debe ser confundido con un agente de policia; y los que tal opinan, no deben perder de vista que los resultados préc- ticos contrarian sus afirmaciones, pues si bien nadie pre- tenderé que el Juez realice actos que no encajan en sus facultades, no cabe desconocer tampoco que ha de ser el Unico que tenga en sus manos los diferentes hilos de la trama del proceso, y que los agentes auxiliares han de hallarse subordinados 4 Ja direceién del sumario. La for- ia de ejecutar los mandates que se le confien sera, si, de la exclusiva competencia ¥ responsabilidad del agente en essos determinados; Pero aun en tal:supuesto es evidente, que el impuiso ha de venir de Ie autoridad judicial. A menudo se coloca & la policia en una situa yooa, ya por ensalzarla demasiado, Ya por ¢on exceso. Esto ultimo, cuando se considera #0 rebaja si interviene ex }; cién equi- deprimirla que el Juez las funciones del agente coope- rando 4 su obra; y lo primero, euando se la concede ple- na autonomia, permitiendo que aquélla obre por su cuen- tay sin supeditarse al Juez, Sélo se dard al asunto Ia Solucién debida, resoiviendo esa aparente antinomia, 32 MANUAL DEL JUEZ ee cuando el Juez trabaje mancomunadamente con sug agentes, suministréndoles cuantos datos posea y conside. re pertinentes para el esclarecimionto del hecho persegui- do. Procediendo de ese modo, tendraé derecho 4 exigir, en cambio, que la direccién completa y absoluta de las ins vestigaciones esté tnicamente en sus manos, y que no so dé un solo paso sin su anuencia, El impulso ha de partir del Juez; el movimiento y la accién, del agente; mas uno y otro han de armonizarse para que el éxito sea favora- ble, He aquf la verdadera solucién det problema. El funcionario judicial celoso del eumplimiento de su deber, se prestard de buen grado 4 esta compenetracién tan necesaria de que hablamos, y su condueta redundarg en tillimo térmiuo en beneficio de la administracién de justicia, puesto que sdlo de este modo podré satisfacerse Ja necesidad, que nunca encareceremos bastante, de que el funcionaric judicial conozca 4 fondo & sus agentes, asi como también las opiniones que éstos se formen de cada aso en particular, Tan luego como en un proceso cualquiera leguen & tomar cuerpo las sospechas que pudiera haber en contra de determinada persona, se considerard llegado el mo- mento de emprender en la investigacién sumarial una senda determinada; y suponiendo que haya motivos bas- tantes para ordenar la detencién del presunto culpable, el Juez podré utilizar los recursos de que dispone, nece- sitando en mayor grado los auxilios del personal policia- ©0, utilizando 4 cada agente segtin sus talentos y aptitu- des, y dando 4 cada uno la comisién mds en armouia con Bus gustos € inclinaciones, cosa que no podria hacer si no conociera dstas con anterioridad. Una vez verificada la eleecién, no conviene, 4 menos de tratarse de una necesidad apremiante, cambiar el per- sonal que ha comenzado 4 instruir diligencias en un su-

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