DANZA Y R OND A Q UE SE V AN
Sangre nueva es aluvión,
Es altanera y bravía;
Anchos mares, ilusión,
Fuerza, vigor, tentación,
Sueños, cambios, rebeldía.
Juventud con sus pasiones
Mira solo hacia delante,
Rompe con las tradiciones,
Las costumbres, las razones,
De siglos que fueron arte.
Yo no sé si está dormida
O está muerta la “cantera”
Pero parece perdida
Alejada, destruida,
Reseca en la primavera.
Arte de la danza maragata,
Tamborín y castañuelas,
Corrido, jota, dulzaina,
Bailina la cabrilesa;
Como final la entradilla
Y brinco de la zapateta.
Arte de la danza maragata
Que la juventud no siente;
Por veteranos bailada,
Por foráneos elogiada,
Pero con la savia nueva inerte
Pronto se verá olvidada.
¿Quién sabe cantar la ronda
En noche de madrugada?
Son los padres, los abuelos,
De una época pasada,
Que repiten con anhelo
Con el alma emocionada:
“levántate morenita,
levántate resalada”,
Y retumba entre las piedras
De las tierras maragatas
En noches de luna llena
O noche oscura y helada.
¿Está la danza dormida
Y volverá a despertar?
¿Está la ronda pérdida
Y ya no se oirá cantar?
Danza y ronda que se van
Con el alma entristecida,
Van lentamente muriendo,
Van acabando su vida,
Y cuando a veces revivan
Traerán el alma vacía,
Y en sus notas la nostalgia
De la alegría perdid
 LA ZAP ATETA

Es un salto ladeado
tirado hacia la derecha,
piernas en arco cerrado
a la altura de la cabeza,
y taconazo que suena
Como tiro de escopeta.
En el baile maragato
Puedes bailar con dos mozas
Y no ser ningún pecado,
Pero tienes el castigo
Que te pueden quitar una
Y terminar en martirio
Quedándote sin ninguna.
Una buena zapateta,
Una vuelta de la moza,
Una cara de disgusto...
Dos almas que se emocionan,
Corazones que aceleran,
Nuevo ritmo, más destreza
Palabras cortas, promesas
Que pueden quedar truncadas
Por la extraña zapateta.
Con la zapateta triunfas
Y te sientes el primero,
Con la zapateta adulas
A la moza de tus sueños,
El mismo brinco te expulsa
Y te sientes más pequeño,
Pero te da la ocasión
De escoger con emoción
La mejor moza del pueblo.

Herminio García Martínez

1950