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add aa Preyer) Bot ceo rec ott ree ee foece Cece eer Se teeter cat erie ge ie irsteseenee ty fe ee on eerie reir eter crerns ec eee erie ere tm arate arereen Poe Dede eine oenetnrenneenee Soe get ca cet ete eee eae ere) : ete Piietot ao LOS ESTUDIOS CULTURALES EN MEXICO $ ESTUDIOS CULTURALES* EN MEXICO JOSE MANUEL VALENZUELA ARCE CoO RDINAG OR LOS ESTUDIOS _ CULTURALES EN MEXICO José MANUEL VALENZUELA ARCE (coordinador) CONSEJO NACIONAL PARA LA CULTURA Y LAS ARTES FONDO DE CULTURA ECONOMICA MEXICO Primera edicién, 2003 Valenzuela Arce, José Manuel (coord.) Los estudios culturales en Mexico / coord. de José Manuel Valenzuela Arce — México : CE, CONACULTA, 2003: 464 p. ;23 x 15 cm — (Colec. Biblioteca Mexicana) ISBN 968-16-7081-7 Cultura I. Ser TL ¢ 1. Antropologia — México 2. Méxi LC HMIO1 Dewey 306 V125e Se prohibe la reproducién total o parcial de esta obra ~Ticluido el dsefo tipogrdfice y de portada-—, ea cual ere ol medi, electénico o mecinic, Sinelconsentimieno por escrito del editor. Comentarios y sugerenciaseitor@fcecom mx ‘Conozca nesta catalogor wow fondodecslterseconomice om D.R.© 2003, Constyo NACIONAL PARA LA CULTURA Y LAS ARTES Av. Revolucién, 1887, 7° piso; 01000 México, D. F. D.R.© 2003, Fonpo ps Cuttura Econoutca Carretera Picacho-Ajusco, 227; 14200 México, D. F. ISBN 968-16-7081-7 Impreso en México « Printed in Mexico Notas sobre los autores Rail Fuentes Navarro es licenciado y maestro en comunicacién y doctor en ciencias sociales. Miembro del Sistema Nacional de In- vestigadores (sv1), es profesor-investigador del Departamento de Estudios Socioculturales del Instituto Tecnol6gico y de Estudios Superiores de Occidente (rreso, Guadalajara). Ha ocupado diver- sos puestos directivos en el Consejo Nacional para la Ensefianza y la Investigaci6n de las Ciencias de la Comunicacién (Coneicc), la Asociacién Mexicana de Investigadores de la Comunicacién (ante), la Federacién Latinoamericana de Facultades de Comuni cacién Social (Felafacs) y la Asociacién Latinoamericana de Inves- tigadores de la Comunicacién (aLaic). Entre sus libros publicados recientemente se encuentran La emergencia de un campo académico: continuidad ut6pica y estructuraci6n cientifica de la imvestigacién de la contunicacién en México (1998), Pensar las ciencias sociales hoy: refle- xiones desde la cultura (coordinado con Rossana Reguillo, 1999), Educacién y telematica (2000), Comunicacién, utopia y aprendizaje (2001), Comunicacién: campo y objeto de estudio. Perspectivas reflexi- 9s latinoamericanas (coordinado con Maria Immacolata Vassallo de Lopes, 2001). Néstor Garcia Canclini es doctor en filosofia por las universidades de Paris y La Plata. Ha sido profesor de la uNaM y la ENaH.y cola- borador de Plural, Sabado, La Jornada y Excélsior, Es autor de Corté- zar. Una antropologia poética, Arte popular y sociedad en América Lati- na, La produccién simbélica. Teoria y método en sociologta del arte, Epistemologia e historia: la dialéctica entre sujeto y estructura en Mer- leau-Ponty, Las culturas populares en el capitalismo, Tijuana: la casa de toda la gente, Culturas hibridas. Estrategias para entrar y salir de la mo- dernidad y El consumo cultural en México. Es coautor de Méscaras, danzas y fiestas en Michoacan, Politicas culturales en América Latina, Puiblicos de arte y politica cultural, La educacién y la cultura ante el 7 8 NOTAS SOBRE LOS AUTORES Tratado de Libre Comercio y Cultura y comunicacién en la ciudad de México. Gilberto Giménez es doctor en sociologia por la Universidad de la Sorbona, Paris Ill. Investigador titular C de tiempo completo en el Instituto de Investigaciones Sociales de la uNAM, es profesor de asignatura en la Division de Estudios de Posgrado de la Facultad de Filosofia y Letras y en la Facultad de Ciencias Politicas y So- ciales de la misma universidad. Es miembro de la International ‘Communication Association (ica), del Sistema Nacional de Inves- tigadores (sw1, nivel 3), y miembro de nvimero de la Asociacién Mexicana de Semiética. Ha publicado numerosos articulos en revistas especializadas y en voltimenes colectivos. Es autor de los libros Cultura popular y religién en el Andhuac (1978), La teoria y el anélisis de Ia cultura (1987) e Identidades religiosas y sociales en Mé- xxico (1996). Junto con Ricardo Pozas edité el volumen Moderniza- cidn e identidades sociales (1994). Tiene estudios de licenciatura en ciencias sociales (Instituto de Scienze Sociali, Roma) y en filosofia (Universidad de Comillas, Espafia). Ha investigado sobre los efectos de la modernidad en las culturas campesinas tradiciona- les en el centro de México (estudio regional bajo el angulo de la cultura y de los procesos identitarios). Actualmente desarrolla la investigacién “La narrativa latinoamericana: estudios socio- criticos”. Jorge A. Gonzélez es miembro del Sistema Nacional de Investiga- dores desde 1987. Fund6 y coordin6 durante 16 afios el Programa Cultura en la Universidad de Colima. Es cofundador y partici- pante de la Red de Investigacién y Comunicacién Compleja (ruc), y coordina el Laboratorio de Comunicacién Compleja en la Uni- versidad Iberoamericana, en la ciudad de México. Es director de Estudios sobre las Culturas Contemporédneas desde 1985 y forma parte del comité ejecutivo de la Asociacién Internacional de Sociologia desde 1994, En 1998 publicé La cofradia de las emociones (in)terminabies. Miradas a las telenovelas en México, y a finales de 2000, “Cultural Fronts: Towards a Dialogical Understanding of Con- temporary Cultures”, en James Lull (ed.), Culture in the Communi- cation Age. Actualmente trabaja en proyectos de investigacion y desarrollo (I+D) de cibercultura desde las ecologias simbélicas de NOTAS SOBRE LOS AUTORES 9 México y América Latina. En 2002 recibié la Tinker Professorship en la Universidad de Texas en Austin. Esteban Krotz es doctor en filosofia (Hochschule filr Philosophie, Munich) y maestro en antropologia social (Universidad Iberoa- mericana, México). Profesor-investigador titular en la Unidad de Ciencias Sociales de la Universidad Aut6noma de Yucatan y do- cente en la Facultad de Ciencias Antropol6gicas de la Universi- dad Auténoma de Yucatén y en el Departamento de Antropolo- gia de la Universidad Auténoma Metropolitana-Iztapalapa. Ha Publicado recientemente La otredad cultural entre Ia ciencia y la uto- pia (2002). Ha editado el Inventario antropolégico: anuario de la antropologia mexicana (1995), El estudio de la cultura politica en Méxi- co: perspectivas disciplinarias y actores politicos (1996) y Antropologéa juridica: perspectivas socioculturales en el estudio del derecho (2002). Marta Lamas es una antrop6loga con formacién psicoanalitica, que participa desde 1971 en el movimiento feminista. Pasante de Ja maestria de etnologia de la Escuela Nacional de Antropologia e Historia (ewan), actualmente es profesora de génezo y politica en el Instituto Tecnolégico Auténomo de México (rram). Ademés, se dedica al periodismo. Es fundadora de la revista Fem (1976), del suplemento Doblejornada (1987) y de la revista Debate Feminista, (1990) de la cual es directora. Es editorialista en La Jornada. En 1992 fund6 el Grupo de Informacién en Reproduccién Elegida (cine), que ella dirige, para formular una nueva perspectiva de anilisis, defensa y promocién de los derechos sexuales y repro- ductivos en México. Pertenece al Consejo Directivo de ia Socie- dad Mexicana Pro-Derechos de la Mujer, A. C., SEMILLAS, una aso- ciacion filantropica que financia proyectos a grupos de mujeres organizadas, Es directora-fundadora del Instituto de Liderazgo Simone de Beauvoir. Sus libros mas recientes son: Politica y repro- ducci6n (2001) y Cuerpo: diferencia sexual y género (2002). Carlos Monsivdis es periodista y escritor. Estudié letras y econo- mia en la uNaM. Dirigié la colecci6n de discos Voz Viva de México de la unam. Escribié para México en la Cultura, El Gallo Ilustrado, Politica y Excélsior. Cofundador y colaborador de Proceso, Unomés uno, Nexos y La Jornada, en la actualidad escribe en El Universal, 10 NOTAS SOBRE LOS AUTORES Proceso, Milenio, Letras Libres, entre otros. Cofundador y director de La Cultura en México, ha publicado los volimenes Principados y potestades, Dias de guardar, Amor perdido, A ustedes les consta, Nuevo catecismo para indios remisos, Entrada libre, Escenas de pudor y livian- dad, Salvador Novo. Lo marginal en el centro, Aires de familia, entre otros. Fue becario de! Centro Mexicano de Escritores, de la Uni- versidad de Harvard y de la John Simon Guggenheim Memorial Foundation. Emérito del Sistema Nacional de Creadores de Arte, ha ganado los premios Nacional de Periodismo, Manuel Buendia, Mazatlan de Literatura, Xavier Villaurrutia, Principe Klaus de Holanda, entre muchos otros. Es doctor honoris causa por la Uni- versidad Auténoma de Sinaloa y la Universidad Auténoma Me- tropolitana. ‘Maya Lorena Pérez Ruiz es investigadora de la Direccién de Emo- logia y Antropologia Social del Nat. Doctora en ciencias antro- polégicas, es miembro del sw y ha trabajado con indigenas de Chiapas, Yucatén, Sonora, Chihuahua y la ciudad de México. Sus temas de interés son la cultura, las identidades, la organizaci6n social, los movimientos sociales y el patrimonio cultural. Algunas de sus publicaciones recientes son: ezin, la utopia armada. Una visién plural del movimiento zapatista (en coordinacién con Marcelo Quezada, 1998) y El sentido de las cosas. La cultura popular en los ‘museos contempordneos (1999). También ha publicado articulos en revistas especializadas y voltimenes colectivos. Rossana Reguillo es doctora en ciencias sociales con especialidad en antropologia social por el Centro de Investigaciones y Estu- dios Superiores en Antropologia Social y la Universidad de Gua- dalajara. Es profesora-investigadora del Departamento de Es- tudios Socioculturales del Instituto Tecnolégico y de Estudios Superiores de Occidente (11850), donde coordina el Programa de Investigaci6n y dirige la Iinea “Comunicacién y culturas urba- nas”. Es autora de varios libros, entre los que destacan: Estrategias del desencanto. Emergencia de culturas juveniles (2001), Ciudadano N. Crénicas de Ia diversidad (2000) y La construccién simbélica de la ciu- dad (1996). Ha colaborado en varias obras colectivas y ha publicado en numerosas revistas latinoamericanas y europeas. Su trabajo de investigacién gira en torno a las identidades, los movimientos NOTAS SOBRE LOS AUTORES u sociales y la cultura urbana. Su trabajo més reciente aborda la cons- truccién social del miedo en algunas ciudades latinoamericanas. Héctor Rosales es soci6logo por la Escuela Nacional de Estudios Profesionales Acatlan, con la tesis Tepito Arte Aca: una interpretacion desde la sociologia de la cultura. Tiene la maestria en arquitectura, investigacién y docencia (urbanismo) por la Facultad de Arqui- tectura de la nam, donde desarrollé la tesis Culturas, sociedad civil y territorialidad en Ia zona metropolitana de la ciudad de México. Es doctorando en estudios latinoamericanos en la Facultad de Ciencias Politicas y Sociales de la misma universidad, con la tesis Que circule la palabra, Teatro, pensamiento y performance en América Latina, Actualmente es responsable dei programa Instituciones, Politica y Diversidad Cultural del Centro Regional de Investiga- ciones Multidisciplinarias de la ua, y desarrolla tres proyectos: "Diversidad, cultura y creatividad”, “Teatro, sociedad y cono- cimiento” y “La identidad nacional mexicana como problema politico y cultural”. Es responsable de la pagina web www.crim. ‘uunam.mx/culturas. Ha sido becario del Crefal, de la pcara de la uNaM, del Icetex y el gobierno de Colombia, y del Fonca. José Manuel Valenzuela Arce es director del Departamento de Estu- dios Culturales de El Colegio de la Frontera Norte. Es doctor en Estos planteamientos cobran relevancia frente a las perspecti- vas multiculturalistas que no consideran al sistema como una to- talidad articulada. Esta dimensién de totalidad articulada se debe recuperar en Ambitos més amplios, pues el capitalismo pose una condicién global “desde arriba”, especialmente en los sectores. financiero, informatico y comunicacional, lo cual constituye un reto apremiante para quienes no forman parte de esos circuitos de poder y sélo padecen los efectos de sus politicas globalizadas. Subrayando la estructuracién de los elementos culturales como practicas materiales, los estudios culturales nos ayudan a consi- derar las practicas ideolégicas y culturales como parte de las rela- ciones materiales en su forma discursiva determinada y no como condici6n fija ni inamovible ‘Més que acentuar las aristas de un campo disciplinario, los es- tudios culturales nos ayudan a reposicionarnos en los diferentes intersticios desde los cuales es posible agudizar las miradas criti- cas sobre nuestras sociedades y, junto con Jameson, considerarlas como una nueva trama de cédigos que nos permiten interpretar los fenémenos sociales, destacando el papel de la cultura y de las representaciones colectivas en las relaciones sociales, condicién. » Fredric Jameson, Slavoj Zizek, Estultos cultures. Reflexiones sobre el multicul- turalismo, Paidés, Barcelona, 1998, 26 INTRODUCCION *? anticipada por Raymond Williams, para quien los estudios cultu- rales son una forma de materialismo cultural, que refieren mas a una particular forma de inserci6n en las cuiestiones sociolégicas generales que a un drea especializada, Por ello, los estudios cultu- rales mas que buscar la formacién de un: campo disciplinario, representan un enfoque que articula perspectivas transdisciplina- rias desde las cuales se conforman nuevas comunidades interpre- tativas y nuevas formas de significacién. (CRONICA ¥ ESTUDIOS CULTURALES EN MEXICO Sin una perspectiva disciplinaria ni académica, la crénica, el ensayo y la literatura fueron de gran relevaneia para comprender los procesos sociales, politicos y culturales de nuestro pais, sien- do los discursos legitimados hasta las postrimerias decimonéni- cas cuando se consolidaron los campos disciplinarios que gana- ron legitimidad en la produccién de sdberes y conocimientos, proceso que se fue consolidando a lo largo del siglo xx. En México existen intentos tempranos por narrar las conductas y los imaginarios de los otros, como registro'y catalogo que exhibe diferencias y demarca desigualdades. La construccién/interpre- tacién de las diferencias y desigualdades socioculturales empezé con las cr6nicas pristinas que describieron encuentros y desen- cuentros entre los esparioles conquistadotes y los pueblos indios, entre las que se ubican el Itinerario, de Grijalba, la Relacién, de Andrés Tapia, las Cartas de relacién, de Hernan Cortés, y la Histo- ria verdadera de la conquista de la Nueva Espafta de Bernal Diaz del Castillo. Situando la relevancia de estos trabajos, Manuel Gamio considera que desde el siglo xv1 iniciaron ert México las investi- gaciones en etnografia, arqueologfa, lingiifstiea, folclor y otros co- nocimientos antropoldgicos, ejempllficados'ton fray Bernardino de Sahagun, Fernando de Alva Ixtlilxéchifl y Bernal Diaz del Castillo. Mis alla del registro, estas descripciones desbordaban los limi- tes del recuento y servian como par4metros de cuestionamiento moral y mecanismo de reafirmacin de la superioridad cultural. En algunos casos, la descripcién adquirié compromisos con los pueblos conquistados y denuncié las injusticias, como ocurrié INTRODUCCION a con las voces que cuestionaron la supuesta condicién prehumana de los indigenas; también combatieron las situaciones infrahuma- nas a las que se les reducfa y, en algunos casos, se comprometie- ron con los afanes de libertad de los indios del llamado nuevo continente.!* Los trabajos de estos autores no iniciaron la descripci6n de cos- tumbres ni el registro cultural, lo cual ya hacian los propios nati- ‘vos americanos, pero con ellos comenzé un recuento en quese ponderaban las fronteras y diferencias entre espafoles e indios. Dentro de estos nuevos inventarios, la “documentacién” contri- bufa a demarcar diferencias y, en la mayorfa de los casos, fue un recurso para justificar la desigualdad. Autores y textos que marcaron el pensamiento europeo tenfan una influencia considerable sobre los espafoles peninsulares y ctiollos. Las tesis escolésticas y renacentistas perticipaban en la justificacién de la supuesta condicién natural de la servidumbre y el sometimiento indigena. En ellos tuvo particular presencia el re- ciclaje de las tesis aristotélicas sobre la condicién natural de la ser- vidumbre como producto de las diferencias en el uso de la razén. De igual forma, las teorfas deterministas consideraron que el suelo y el cielo americano eran los elementos que generaban la inferioridad de sus habitantes. Con la asignacién de caracteristi- cas deterministas al sitio de nacimiento, cobré fuerza la posicién de Georges-Louis Leclerc, conde de Buffon, como insumo legiti- mador de las perspectivas naturalistas y su justificacién de la subordinacién social de los grupos y pueblos dominados. Al mis- mo tiempo, frente a estas perspectivas que justificaban la esclavi- tud indigena surgieron voces divergentes con posiciones criticas a los discursos que justificaban la esclavitud y el sometimiento indigena. En el siglo xvir destacaron textos crnico-epistolares como La ‘grandeza mexicana de Bernardo de Balbuena. Por otro lado, los his- toriadores jesuitas defendieron la existencia dé la Virgen de Gua- dalupe y su aparicién al indio Juan Diego y denunciaron las injusticias cometidas en contra de los indios, como en la Historia + Entre los protagonistas de estas posiciones en Américe Latina destacan los Comentarios reais de fos inens, de Garcilaso de la Vega; Crémica moralizada, de Anto- rio de la Calancha; la Brevicima relacion do a destnceién de ls Indias, de fray Bar~ tolomé de las Casas, y La monarquia indiana, de fray Juan de Torquemada. 28 INTRODUCCION, antigua de México, de Francisco Javier Clavijéto. Junto a él la pro- puesta humanista cuestionaba las posicioniés naturalistas y de determinismo ecol6gico, como hicieron Francisco Xavier Alegre, Andrés Diego Fuentes y Vicente Lopez (véase Alfonso Méndez Plancarte, Humanistas del siglo xvi). , El liberalismo europeo y el enciclopedismto también marcaron. el pensamiento de intelectuales mexicano’ como José Maria Luis Mora, Mariano Otero, Lorenzo Zavala y Valéntin Gomez Farias, para quienes la libertad y la educaci6n etan'la base del progres nacional. Ademds de las tesis de Rousseaii sobre la voluntad general, las influencias de la teorfa econémica de Smith y Ricardo sirvieron de pilares del liberalismo econémi¢d mexicano. Recuperando los postulados de la Ihistréci6n, el liberalismo enirenté los poderes dinasticos apostarido'a un proyecto laico y secular, pero también antiindigena. Los pensadores mexicanos no eran ajenos a las discusiones europeas y'coriocian los trabajos de Montesquieu, Newton, Bentham, Condillac'y Locke. Durante ese periodo, los liberales mexicanos, al mistiio tiémpo que confronta- ron los poderes de la Iglesia y el orden religioso, mantuvieron las tesis del supuesto envilecimiento de los/pueblos indios. La necesidad de legitimar un proyecto nacional requeria dis- cursos integradores, por lo menos en el'plaho formal; asi, junto a las crénicas de Guillermo Prieto, Manuel Payno, Ignacio Manuel ‘Altamirano y Francisco Zarco, aparecieron obras importantes en el campo de la literatura y de la historia que presentaron una perspectiva de nacién, constituida coms haftacién de una biogra- ffa colectiva, de un pasado comuin y de un Proyecto compartido. Los pensadores liberales y conservadores irecurrieron a la lite- ratura para construir un sentido de histéria tiacional e interpretar las costumbres del pueblo mexicano, asi cotio a la elaboracién de obras globalizadoras que esbozaban los'clementos de una direc- cionalidad nacional y pretendian dar‘ cuénta de una historia comuin al estilo de México y sus revolucionés, de José Maria Luis Mora, 0 la Historia de México desde los primeros movimientos que pre- pararon su independencia en el afio 1800 hasta la época presente (1808), de Lucas Alamén, y la Evolucién politica del pueblo mexicano, de Justo Sierra, Junto a ellos también destacaron las reconstrucciones hist6ricas de Joaquin Garcia Icazbalceta, y la Historia antigua de la conquista, de Manuel Orozco y Berra. INTRODUCCION 2» Con la guerra México-Estados Unidos, diversos autorés tra- taron de incidir en la comprensién de lo que estaba ocurriendo y en las postrimerias decimonénicas se abrieron nuevos espacios para los discursos colectivos y la transformacion de grupos que discutfan los aspectos sociales y culturales del pais, como hizo la Academia de Letran (1836-1856), formada por José Marfa Lacun- za, Antonio Quintana Roo, Guillermo Prieto, Francisco Ortega, Manuel Carpio e Ignacio Ramirez, quienes participaron con entu- siasmo en la definicién de los sentidos de la cultura nacional y se afanaron en “nacionalizar las letras”. En 1851 se fund6 el Liceo Hidalgo, con el apoyo de Francisco Zarco, el autor de Los bandidos de Rio Frio, e Ignacio Manuel Alta- mirano, creador de Clemencia, Navidad en las montafias y El zarco. E] Liceo Hidalgo mantuvo especial interés por definir io mexica- no desde las letras, al mismo tiempo que participaba en la vida poli tica nacional. De manera similar el Ateneo de la Juventud se interes6 por los aspectos culturales y morales del pais y algunos de sus representantes dieron especial atencién al conocimiento artistico, teniendo importante ascendencia en la vida social y po- litica del pais. El camino estaba preparado para el crecimiento del pensamien- to positivista. Asi destacaron autores como Emilio Rabasa, Justo Sierra, Ignacio Ramirez e Ignacio Manuel Altamirano, Ademés de Comte, el positivismo mexicano fue influido por el naturalismo perspectivas conservadoras y fuertes vinculos con el poder porfi- rista, los positivistas se caracterizaron por su desdén por el pasa- do indigena y por los indios a quienes consideraron serviles e hipécritas. Cientificistas y antirreligiosos, los positivistas aposta- ron a la ciencia como el vehiculo del progreso ¢ impulsaron la educacién laica, gratuita y obligatoria. ‘Como parte del impulso educativo de un pais que arribaba al siglo xx envuelto en fuertes conflictos sociales, se fund6 la Uni- versidad Nacional Auténoma de México y se crearon obras com- prensivas sobre la situacién socioeconémica del pais, entre las. cuales destaca Los grandes problemas nacionales (1909), de Andrés Molina Enriquez. El positivismo mantuvo una fuerte presencia en la definicién de los rasgos constituyentes del proyecto nacional y apoyé a los 0 INTRODUCCION grupos dominantes. Por ello, en 1909 stirgié el Ateneo de la Ju- ventud con un posicionamiento antipositivista. Los ateneistas estaban més preocupados por la dimensién moral y cultural de la sociedad al estilo de Durkheim para quien la educaci6n era un elemento de reconstruccién del orden moral. También teivindica- ron al pensamiento metafisico y algunos de ellos, como José Vas- concelos y Alfonso Caso, ponderaron el pensamiento artistico sobre el cientifico. Desde esta perspectiva se construyeron pro- puestas como la vasconcelista que prodigé'un gran apoyo a la traducciGn y publicacién de libros y a la edificaci6n de bibliotecas, asi como a la alfabetizacién y a las artes.'La‘pléyade de ateneistas compuesta por José Vasconcelos, Alfonso ©aso, Alfonso Reyes, Pedro Henriquez Urefta, Martin Luis Guztindn y Julio Torri se mantuvo en contacto con la literatura y la'filosofia europea y esta- dunidense y estuvo familiarizada con lositektos y autores pros- critos por ei positivismo. me En los albores del siglo xx y en un pais conwulso por la Revolu- cién se difundieron ideas, textos y autores libertarios, especial- mente de perspectivas anarquistas y marxistas, al mismo tiempo que se fortalecié el interés por comprendet elicarécter o la “esen- cia” del mexicano, a partir de obras fundamentales como La raza oésmtca (1928), de Jose Vasconcelos, o Elperfilel hombre y la cultu- ra en México (1934), de Samuel Ramos +téxto que influyé en la teflexién sobre México y lo mexicano de Jorge Cuesta, asi como en el trabajo de Leopoldo Zea y en El labérinto de la soledad, de Octavio Paz—y la Visién de Andhuac, de'Aifonso Reyes, quien analiz6 el ser del hombre en México y Ja identidad de los mexi- canos.15 ae Siguiendo el ejemplo ateneista, el giup6'de los Siete Sabios (1916), formado por Antonio Castro Real, Vicente Lombardo To- ledano, Alfonso Caso, Alberto Vazquez del Mercado, Manuel ‘Gémez Morin, Teéfilo Olea y Leyva y Jestis' Morin Baca, continué con la reflexién literaria y social, y algunios dé ellos, como Vicente 5 Con la Revolucién la novela adquirié nuevo significado como recurso para narrar y recrear acontecimientos. En el género destacaron Los de abajo, de Mariano Azuela, y La sombra del caudillo, de Martin Luis Guzmén, al mismo tiempo que el corrido cantaba las historias y los sucesos trascendentes para “el pueblo”. De esta manera, la novela y el corrido se unieron a la tarea de registro y comunica- clon de expertencias sottales reallzadas por la cronica, la novela y la recreaclon ist6rica | | i INTRODUCCION a Lombardo Toledano, tuvieron especial relevancia en la discusién politica y educativa del pais. Por otro lado, grupos como los Contempordneos, formado por Jorge Cuesta, Bernardo Ortiz de Montellano, Jaime Torres Bodet, Salvador Novo, Gilberto Owen, Enrique Gonzélez Rojo, Xavier Villaurrutia, Carlos Pellicer, José Gorostiza y Octavio G. Barreda, fortalecian el campo de las letras. A su estilo, los Contemporaneos también participaron en la discusién sobre lo mexicano, buscando las formas de serlo sin perder la universalidad a la que aspiraban. En algunos trabajos como La nueva grandeza mexicana, de Salvador Novo, se cuestionan las tesis de Ramos y se apuesta a nuevos sig- nos de la modernidad mexicana de mediados del siglo xx. La segunda mitad del siglo vivié una explosién en muchos campos de la vida artistica, y en el andlisis cultural se completa- ron perspectivas profundas sobre la vida nacional, como las de Octavio Paz, José Revueltas, Carlos Fuentes, Carlos Monsivais, Fernando Benitez y José Emilio Pacheco. Por otro lado, surgieron perspectivas filos6ficas al estilo del Grupo Hiperién como las presentadas en Andlisis del ser mexicano, de Emilio Uranga; Los grandes momentos del indigenismo en México, de Luis Villoro, y Fenomenologia del relajo, de Jorge Portilla. El pensamiento marxista influyé més en la comprensién e interpretacién de los procesos socioeconémicos del pais que en la dimension cultural; sin embargo, también se produjeron impor- tantes trabajos interpretativos de la cultura nacional como los de José Revueltas. Por otro lado, via Franz Fanon y las tesis del colo- nialismo interno, se desarrollaron obras importantes como la de Pablo Gonzalez Casanova, Sociologia de la explotaciin, en la socio- logfa, y la de Rodolfo Stavenhagen, Las clases sociales en las socieda- des agrarias, en la antropologia. Desde el campo de la psicologia social se avanzaba en los in- tentos por interpretar la psicologia de los mexicanos, Rogelio Diaz Guerrero, en Psicologia del mexicano (1967), analizé el carac- ter de los mexicanos a partir de algunas “premisas sociocultura- les” desde una visién comparativa con otras culturas. Santiago Ramirez, quien mantenfa algunas de las viejas tesis de Samuel Ramos en El perfil del hombre y la cultura en México, continué en el estado central del mexicano, mientras que Juana Armanda Ale- gria, en Psicologia de las mexicanas, realiz6 un acercamiento al 32 INTRODUCCION' | tema de la psicologia de los mexicanos y las mexicanas interpre- tando algunos de sus elementos constitutivos como el machismo y ottos aspectos considerados como sus rasgos culturales defini- torios. ‘ Sin lugar a dudas, la conformacién del campo disciplinario de Ja antropologia ha sido el terreno més. férti] en la investigacién sistemética de las culturas de nuestro pais. Desde los trabajos pio- neros que contribuyeron a una comprengién amplia de los gru- pos sociales en la definicién del proyecto nacional, como Forjando patria, de Manuel Gamio, Regiones de refugig: el desarrollo de la co- ‘munidad y el proceso dominical mesoamericano, de Gonzalo Aguirre Beltran, y El México profundo de Guillermo Bonfil.!6 Junto a éstos, proliferé una gran cantidad de trabajos:etnograficos que mostra- ron la inmensa riqueza cultural de los pueblos indios de México; no obstante, habia pocas obras sobre los cambios culturales en los contextos urbanos. adel Por su parte, la sociologia también ofrecia nuevos elementos para entender la realidad sociocultural! mexicana, con autores como Pablo Gonzalez. Casanova y los historiadores que genera- ron obras fundamentales para comprender al pais, como EI pueblo del sol, de Alfonso Caso; Visin de los vergidos y Tlacaelel, de Miguel Le6n-Portilla; La invencién de América,,de Edmundo O'Gorman; Pueblo en vilo, de Luis Gonzalez y Gonzalez; Memoria mexicana, de Enrique Florescano, y muchos otros entre quienes se encuentran Josefina Zoraida Vazquez, Silvio Zavala, Alfredo Lopez Austin y Adolfo Gilly. ee Durante los tiltimos afios han cobradq,relevancia diversas investigaciones desarrolladas en el campo, de la comunicacién y ganaron espacio los estudios de género, obligando a redefinir muchas de las certezas homogeneizantes de las ciencias sociales y humanisticas. i Las ciencias sociales en México han desargollado aproximacio- nes interpretativas que se alejan de los.esquemas del positivismo l6gico atin influyentes y atrincherados en muchas instituciones académicas del pais, frente a los cuales se trabaja a partir de pers- Junto a estas obras, la antropologia mexicana produjo una gran cantidad de trabajos que dieron testimonio de las culturas de los pueblos indios, las culturas regionales y locales, proceso cocioculturales en las zonas ruraies, trabajos arqueoldgicos, etcétera. INTRODUCCION x pectivas definidas desde la centralidad de los procesos culturales en la definicién de la vida social y con perspectivas de triangula- cién. En este campo pueden destacarse los trabajos de Gilberto Giménez, Néstor Garcia Canclini, Marta Lamas, Vania Salles, Lourdes Arizpe, Esteban Krotz, Rossana Reguillo, entre otros. Con ellos se ha avanzado en la conformacién de perspectivas que incorporan propuestas inter y transdisciplinarias mas que en la intencién de formar una nueva disciplina en estudios culturales. Sin pretender ocultar diferencias importantes entre estos autores. y autoras, considero que ha habido progreso en el desarrollo del campo de los estudios culturales, entendido como una comi dad interpretativa a partir de la cual se reposicionan la discusi6n y el émbito de las ciencias sociales y humanisticas en México. Antropologia y estudios culturales: una agenda de fin de’ 5 iglo Néstor Garcia CANCLINI Los PRoP6sITOs COMPARATIVOS anunciados por este titulo pue- den generar lo mismo expectativas que esceptticismo. Mas atin si también se pretende confrontar, como intefttaremos aqui, las ma- neras en que se han desarrollado estas téndehcias en los Estados Unidos y en América Latina Vine Es posible encontrar coincidencias entre las diversas concepcio- nes de la antropologia y los estudios culturales. En ambas regiones esas dos corrientes coinciden en la preocupacién por extender el concepto de cultura para abarcar no s6l6 los procesos simbélicos especializados (artes, artesanias, medios masivos) sino también los de la vida cotidiana. Asimismo, un buen rtimero de antropélo- 0s y representantes de los estudios culturales coinciden al criticar a la vez los saberes académicos y los sabenes-ordinarios desde una reflexién sobre la alteridad. También se aproximan ambas Iineas de investigacién al reformular el lugar y:el sehtido de lo popular pasando del andlisis econémico de las clasés & Jas reivindicaciones socioculturales de las minorias, excluidas de ta simbdlica de élite 0 del mainstream, e interrogarse por lo que estas diferencias signi can en las politicas de identidad y representacién. Pero tales acercamientos se vuelven probleméticos cuando ad- vertimos las diferencias disciplinarias y dé estilos de trabajo entre quienes hacemos estudios culturales en los Estados Unidos y en América Latina. Un alto ntimero de especialistas de esta tenden- cia en la academia estadunidense proviene de las humanidades, en particular de la literatura, como lo revela su predominio en la “enciclopedia” Cultural Studies, editada por Grossberg, Nelson y ‘Treichler; mientras que en los paises latinoamericanos los estu- 34 ANTROPOLOGIA ¥ ESTUDIOS CULTURALES 35 dios culturales se desarrollan sobre todo en las ciencias sociales y comunicacionales (por ejemplo, Roger Bartra, José Joaquin Brun- ner, Jestis Martin Barbero, Renato Ortiz), lo cual aproxima més el perfil de estos autores a los temas y enfoques de los cultural studies ingleses que a los estadunidenses. Esa fuerte relacién con las ciencias sociales se percibe aun en representantes latinoamerica- nos de los estudios culturales formados en la literatura y el arte (Heloisa Buarque de Hollanda, Anibal Ford, Nelly Richard, Bea- triz.Sarlo) Se ha interpretado esta diferencia, y la mayor versatilidad de los estudios latinoamericanos para atravesar las fronteras disci plinarias, como una consecuencia del endeble carécter del siste- ma universitario en estos pafses y de sus bajos recursos econémi- cos.! Agregaré que conviene tomar en cuenta también que los investigadores de América Latina combinamos més frecuente- mente nuestra pertenencia universitaria con el periodismo, la militancia politica y social, o la participaci6n en organismos pa- Dlicos, todo lo cual posibilita relaciones més méviles entre los campos del saber y de la acci6n. En parte, a esto se deben otras diferencias notables en los estudios culturales de ambas regiones: la conceptualizacién del Estado-naci6n, de la multiculturalidad y la ciudadania, a las que me referiré més adelante. Tales discrepancias podrian hacernos dudar de la utilidad de comparar antropologia y estudios culturales en las dos regiones. Sin embargo, tres hechos me animan a profundizar en esta con- frontaci6n: a) la intensificacién de intercambios entre especialis- tas en ambas tendencias, e incluso la redefinicién de identidades profesionales, por la cual a menudo autores importantes pueden ser considerados antropélogos y representantes de estudios cul- turales, tanto en los Estados Unidos como en América Latina; b) la circulacién frecuente de profesores; estudiantes y textos entre las dos regiones, en forma menos asimétrica que en el pasa- do, desde que varias obras antropol6gicas y de estudios cultura- les latinoamericanos fueron traducidas al inglés, y c) la incipiente formaci6n de una agenda de investigaciones compartida (explici- ta en algunos programas y simposios comunes, implicita en otros didlogos) que estimula a pensar teéricamente la convergencia. » Yidice, 1993b. [Sin referencias. Nota del coordinador.} 36 ANTROPOLOGIA Y ESTUDIOS CULTURALES Para dar una idea de la magnitud de lo que esté cambiando, sefialo algunas diferencias con situaciohes pasadas. No estamos ahora en una etapa semejante a la de‘fa relacién entre grandes maestros metropolitanos y discipulos periféricos que se mimeti- zaban con ellos, como ocurrié cuando 'Franz Boas, el proyecto Harvard en Chiapas o el estructuralistio levistraussiano logra- ban resonancias tardfas en las playas o las mesetas latinoamerica- nas. Tampoco se reducen los vinculos como en los afios ochen- ta—a la admiracién 0 el rechazo académico ante las novedosas reconstrucciones discursivas de la disciplirla antropolégica y de las humaniidades, lo cual hizo sospechar a'dlgunos latinoameri- canos que las polémicas en los Estados Unidos no tenfan que ver tanto con la renovacién de las investigationes y la insercién social de las disciplinas como con disputas ert “um mercado de trabajo altamente saturado para profesionales dé antropologia y donde la universidad es la tinica opci6n” (Richatd Sena). Del lado latinoamericano, la disposicién’a vincularse més crea- tivamente con los académicos estadunidehses ha mejorado por varias razones, Entre ellas destaco cierto'ascenso de la profe- sionalizacién universitaria y la creatividad'tesrica endégena, la declinacién de “paradigmas” marxistas'y pUpulistas, y las condi- ciones sociales, institucionales y textuales que intervienen en la produccién de conocimientos. Cabe sefialar, también, las seme- janzas de las transformaciones culturales'de las metrépolis y de las sociedades periféricas: crisis de las etnias y las naciones, re- composici6n de los vinculos entre lo local'y lo global. Fredric Jameson hablaba del “deseo llamado estudios cultura- les” ms como el proyecto de grupos dcadémicos de aliarse en “un bloque hist6rico” que como “una disciplina novedosa”. Si también la antropologia es vista hoy por muchos de sus practi- cantes (Augé, Clifford Geertz, Rosaldo, Bartra, Ortiz) no como una ciencia cerrada, autosuficiente y estable, sino como un con- junto de estrategias de conocimiento iparatratar con procesos abiertos, interconectados y en recomposicién, es posible concebir las relaciones entre ambos tipos de estudios con estas tres iltimas caracteristicas. ANTROPOLOGIA ¥ ESTUDIOS CULTURALES a DE COMO UN ARGENTINO HACE TRABAJO DE CAMPO SOBRE México EN EDIMBURGO La posibilidad de relaciones més fluidas entre las disciplinas es. estimulada, en parte, por el desdibujamiento de las fronteras entre las culturas, Sobre este tema nos invit6 a hablar e! Centro de Estu- dios Latinoamericanos de la Universidad de Stirling a varios espe- cialistas de América Latina, europeos y estadunidenses. :Dénde estan las fronteras interculturales?, me preguntaba al contrastar este interés creciente por América Latina en el mundo anglopar- ante con el escaso didlogo que tenemos con paises latinos de Euro- pa, como Francia e Italia, que han aportado grandes contingentes migratorios y tuvieron vigorosa influencia en nuestro continente. Se me ocurrié que este desplazamiento se manifestaba en el hecho de que los tres conferencistas latinoamericanos invitados, Jess Martin Barbero, Renato Ortiz y yo, habfamos hecho nuestras tesis, en francés, pero nuestros libros no estaban traducidos a esa lengua nial italiano, pero sf al inglés. Pensaba en estas “paradojas” mientras cenaba en un restauran- te italiano de Edimburgo cuando, después de ser obligado a hablar en mi inglés de emergencia por un mesero locuaz, descu- bri que él era mexicano. Ahi comenz6 una de esas experiencias previstas de trabajo de campo: él me conté que le resultaba dificil decir de qué parte de México era, pues su padre —funcionario de gobiemo— habia sido enviado un tiempo a dirigir obras en Que- rétaro, luego en San Miguel de Allende, en el Distrito Federal y en otras ciudades. En los intervalos de sus recorridos de una mesa a otra, me relaté que habia estudiado ingenieria en Queréta- ro y que tuvo una beca para trabajar “en cuestiones de biologia marina” en Guaymas, pero prefirié irse a Los Angeles siguiendo a un amigo. “Me interesaba conocer a gente de otros paises mas que a los mismos de siempre.” También habia vivido en San Fran- cisco, Canadé y Paris, y habia ido combinando lo que escuché en esas sociedades heterogéneas con visiones propias sobre la mul- ticulturalidad. Me dijo que en Los Angeles “son cosmopolitas, pero no tanto porque muchos grupos sélo se ven entre ellos. Se encuentran en los lugares de trabajo, pero luego cada uno regresa a su casa, a su barrio”. Y concluia que “el capitalismo trae segre- 38 ANTROPOLOGIA Y ESTUDIOS CULTURALES gacién”. A cada rato decia que “los judios 011 Los mas poderosos de los Estados Unidos”. De “los negrds” afirmaba que “creen mucho en sus héroes, pero los debilita ser tan discriminados. Son fuertes oélo en la musica”. “Y a los mexicanos lo que nos pierde es que para hacer negocios necesitamos tomar.” Sus juicios mos- traban que la simple acumulacién multicultural de experiencias no genera autométicamente hibridaci6n y comprensin democré- tica de la diferencia. ‘Alcerrar el restaurante fuimos a tomtar tin trago a mi hotel y alli me explicé que “las cosas funcionan mejor en los Estados Unidos que en el Reino Unido. Los es ’tienen orgullo, pero pasivo. Los americanos lo tienen activo: $e identifican en todo el aumdo, se hacen notar en los negocios y porque nunca guieren perder”. Hablaba con tal admiracién df su vida en Los Angeles que le pregunté por qué habia dejado ega citidad. “Porque cuan- do entiendo algo y me doy cuenta cémo'de hace, es como cambiar un video, y entonces me aburro.” Su diictilidad multicultural se apreciaba, asimismo, cuando hablaba italiartd casi tan bien como inglés, pese a no haber visitado nunca Italia)'a fuerza de interac- tuar con los demés meseros y representit cada dfa la italianidad entre agnolotis, carpaccios y vinos Chianti?! | * ‘Cuando quise saber cémo habia decididb #r a vivir a Edimbur- g0, me dijo que su esposa era escocesa, y'tne Sorprendié —él, que habia transitado por muchas partes deMéxico los Estados Uni- dos y Canadé— al afirmar que le gustaban'tos escoceses porque “no son cosmopolitas. Son gente conservadora, que cree en la familia y estn orgullosos de lo que tienen Viajan como turistas, pero estan tranquilos y se sienten contentos'con la seguridad que hay en esta ciudad de 400000 habitantes”.' =! Al final me dijo que queria poner un festhurante mexicano de calidad, pero no le gustaban las tortilla qué'llegan a Edimburgo para venderse en los restaurantes tex-mex ‘porque las traen de Dinamarca. (Me hizo recordar las fiestas déI'15 de septiembre en Ja embajada de México en Buenos Aires pard celebrar la indepen- dencia mexicana, cuando se retinen los pocd’s mexicanos que vi- ven en esa ciudad con centenares de argentinos que estuvieron exiliados en México, y el embajador contrata al tinico grupo de mariachis que puede conseguirse en Argentina, formado por pa raguayos que residen ahi.) | I ANTROPOLOGIA ¥ ESTUDIOS CULTURALES 9 Entonces, el mesero mexicano en Edimburgo me pidié que al volver a México le mandara la receta de las tortilles. Me lo pidié a mi, que soy argentino, llegué hace 25 afios a México como filésofo exiliado y me quedé porque aprendi antropologia y me dejé fas- cinar por muchas costumbres mexicanas, aunque una de mis di- ficultades para adaptarme tiene que ver con el picante, y por eso cuando necesito elegir un restaurante prefiero los italianos. Esta inclinacién procede de que ese sistema precario que se llama la comida argentina se formé con la enérgica presencia de los mi- grantes italianos, que se mezclaron con espaitoles, judios y gau- chos para formar una nacionalidad. Pertenecer a una identidad hibrida, de desplazados, ayudé a este filésofo convertido en an- tropélogo a representar la identidad mexicana ante un mexicano casado con escocesa, que representa la italianidad en un restau- rante de Edimburgo. Sé que entre los millones de mexicanos residentes en los Esta- dos Unidos, o que han pasado por este pais, pueden encontrarse historias semejantes que vuelven problematico entender quiénes y como representan hoy la nacionalidad. No s6lo los que habitan el territorio de la nacién. No era el lugar de residencia lo que defi- nia nuestras pertenencias en esa noche de Edimburgo. Tampoco Ja lengua, ni la comida, constituian sistemas de referencia identi- {arios que nos inscribieran rigidamente en una sola nacionalidad, Ely yo habfamos tomado de varios repertorios habitos y pensa- mientos, marcas heterogéneas de identidad, que nos permitian desempefiar papeles diversos y hasta fuera de contexto. Ya no es posible entender estas paradojas con una antropologia para la cual el objeto de estudio son las culturas locales, tradicio- nales y estables. E] futuro de los antropdlogos depende de que resumamos esa otra parte de la disciplina que nos ha entrenado para examinar la alteridad y la multiculturalidad, las tensiones entre lo local y lo global. O sea, el didlogo con los estudios cultu- rales. Los ANTROPOLOGOS COMO ESPECIALISTAS EN LA MODERNIDAD ¢Hay algo que diferencic a la antropologia de otras ciencias socia- les cuando estudia las tradiciones subsistentes en relacién con los. 0 ‘ANTROPOLOGIA Y ESTUDIOS CULTURALES Procesos de comunicacién y reorganizaci6n social transnaciona- Jes, modernos y aun posmodernos? Una buena parte de los an- troplogos latinoamericanos y de 1és'metropolitanos ha sido hechizada por nuestras tradiciones de la modernizacién y la glo- balizacién: el antropélogo seria una especie de defensor “cientifi- co” del realismo magico, de quienes creer hallar en el macondis- mo nuestro modo peculiar de lograr algo en las competencias. internacionales. i Esta estrategia de asombrar a los centros.académicos, fundacio- nes y museos metropolitanos con nuestros largos siglos de es- plendor tuvo relativo éxito hasta los afiosrochenta del siglo xx. Pero comenzé a declinar desde que la caitta del muro de Berlin hizo girar las miradas de los Estados Unidos y Europa a los pai- ses del Este. También porque las conmiemoraciones de 1992 gas- taron la novedad de nuestro exotismo magico. Liberados de la tarea de embalsamar y hacer propaganda de los esplendores, Jos antropélogos podemos examinar ahora los desajustes entre nuestro exuberante modernismo, o sea lés:proyectos culturales de situarnos en el mundo contempordneo, ynuestra deficiente y contradictoria modernizacién. O, para decirlo con el neologismo aportado por Roger Bartra (1993) al lenguaje posmoderno, nues- tro dismothernism, en vista del desmadre cox el que nos colocan y ‘nos colocamos entre las contradiccioneé.de.la modernidad, Las investigaciones empiricas ofrecen datos sobre los dramas actuales de las migraciones masivas, él gigantismo urbano, el desempleo y la ingobernabilidad de las sociedades latinoameri- canas, como para que la antropologia enduentre su vocacién, una vez més, siendo una critica de la modernitdad. Pero no una critica reactiva desde la idealizaci6n de lo premorierno, sino partiendo de que la modernidad es la condicién de:base de las actuales. sociedades latinoamericanas y reconociendo los beneficios (no s6lo las pérdidas y las amenazas) que este proceso ha traido a lo largo de cinco siglos al mejorar la duracion y las condiciones de vida, salud y trabajo, educacién, conocimiento y comunicacién en nuestras sociedades y entre ellas, Por eso, los antropélogos —que nos hemos complacido en encapsular y exaltar las tradiciones que representan resistencias a la modernizacién— vemos la nece- sidad de investigar en Ios tiltimas 20 afios por qué tantos grupos indigenas adoptan formas de produccién modernas, asimilan con ANTROPOLOGIA Y ESTUDIOS CULTURALES a gusto los bienes de consumo y la simbélica difundidos por los medios de comunicacién masiva. Se han incrementado los estu- dios que tratan de entender cémo los campesinos usan los crédi- tos bancarios, los artesanos se relacionan con el imaginario turfs tico y televisivo, los migrantes reformulan sus tradiciones para que coexistan con las relaciones industriales y el espacio urbano, los jévenes populares combinan las viejas melodias regionales con las miisica transnacional (Arizpe, Carvalho, Garcia Canclini, Good Eshelman, Ortiz, Silva). Asf se ha ido reubicando nuestro objeto de estudio como parte de la modernidad. Pero cuando descubrimos que esta moderni- dad no s6lo se configura por la inercia y renovacion de tradicio- nes aisladas, sino por su interrelacién con nuevos procesos de industrializacién de la cultura, interaccién masificada con otras sociedades y reformacién de las identidades “propias” en medio de la globalizacién, nos encontramos con los estudios culturales. O sea, con esa corriente nacida en el marxismo inglés, transfor- ‘mada bajo el debate posmoderno en los Estados Unidos, que ofre- ce la posibilidad de analizar la cultura como una escena en la que varias disciplinas pueden tener competencia, como dice Tony Bennet, “a gravitational field in wich a number of intellectual tra- ditions have found a provisional rendez-vous”. Los estudios cultu- rales no como una nueva disciplina sino como un lugar donde se gestiona el libre comercio entre las disciplinas. Enel mismo sentido puede hablarse también de estudios cultu- rales en América Latina, con antecedentes en este estilo de trabajo que tienen por lo menos medio siglo. Desde los textos en que Fer- nando Ortiz trabajé la “transculturacién” y Antonio Candido los vinculos entre literatura y sociedad —por citar s6lo dos ejem- plos—, hallamos un conjunto de investigaciones efectuadas por soci6logos, antropélogos, comunicélogos e historiadores de arte y literatura que, trascendiendo sus tabiques disciplinarios, estan tedefiniendo la cultura como procesos sociales de produccién, circulacién y recepcién de las significaciones. De acuerdo con esta definicién sociosemiética, la cultura no puede ser abarcada con los conceptos y las destrezas adquiridos en una sola disciplina. Sin embargo, ia heterogeneidad de los saberes ha servido para repensar la heterogeneidad sociocultural, problematizar las crisis de las identidades tradicionales y encontrar en las recomposicio- 2 ANTROPOLOGIA Y ESTUDIOS CULTURALES nes culturales algunas claves de los cambios sociopoliticos: en tal sentido, esta organizacién del conocimiento retoma preocupacio- nes clésicas de la antropologia. HACIA UNA AGENDA COMPARATIVA DE INVESTIGACION Enunciaré, con el laconismo a que obliga el tiempo de esta confe- rencia, algunos puntos nodales de la perspectiva tedrica que hoy esta haciendo posible el diélogo —coincitlencias y discrepan- cias— entre antropélogos y estudios culturales, entre los Estados Unidos y América Latina. 1. Se estd desplazando el objeto de estudio de la identidad a Ia hetero- geneidad y la hibridacién multiculturales. Ya no basta con decir que no hay identidades caracterizables por esencias autocontenidas y ahistoricas, e intentar entenderlas como las maneras en que las comunidades se imaginan y construyen relatos sobre su origen y desarrollo. En un mundo tan fluidamente interconectado, las sedimentaciones identitarias organizadas en conjuntos histéricos mas 0 menos estables (etnias, naciones, clases) se restructuran en medio de conjuntos interétnicos, transclasistas y transnaciona- les. Las diversas maneras en que los miembros de cada etnia, cla~ se y nacién se apropian de los repertorios heterogéneos de bienes y mensajes disponibles en los circuits transnacionales genera nuevas formas de segmentaci6n. Estudiar procesos culturales es, por esto, mas que afirmar una identidad autosuficiente, conocer formas de situarse en medio de la heterogeneidad y entender ‘c6mo se producen las hibridaciones. Si bien aqui me interesa destacar el argumento te6rico, quiero recordar la tesis desarrollada por David Theo Goldberg acerca de que “la historia del monoculturalismo” muestra cémo los pensa- mientos centrados en la identidad y la diferencia conducen a menudo a politicas de homogeneizacién fundamentalista. Por lo tanto, convertir en concepto ee la heterogeneidad no es s6lo un requisito de adecuacién te6rica al cardcter multicultural de los procesos contempordneos, sino una, operacién necesaria para desarrollar politicas multiculturales democraticas y plurales, capaces de reconocer la critica, la polisemia y la heteroglosia. 2. Muchas veces la heterogeneidad ha sido tratada por las cien- ANTROPOLOGIA Y ESTUDIOS CULTURALES 6 cias sociales como una caracteristica de las sociedades latinoame- ricanas, pero las investigaciones deben encarar ahora la hetero- geneidad multitemporal. Reconocer la coexistencia de tradiciones procedentes de épocas distintas, por ejemplo artesanales e indus- triales, en las sociedades contempordneas, no implica que algu- nos sectores estarfan fuera de la modernidad como Jo interpreto Renato Rosaldo en la introduccién a la version en inglés de Cultu- 1as hibridas. Los artesanos y otros grupos tradicionales reelaboran sus herencias culturales a fin de participar en la modernidad, que es la condicién epocal dominante en la cual se halla inserto el continente latinoamericano. Pero debemos considerar que los dispositivos histéricos de exclusién social, econémica y cultural engendraron procesos de dualizacién y preservan circuitos 0 bol- sones marginales, “tradicionalistas”, en los que precisamente se apoyan los fundamentalismos. Si bien las hibridaciones genera- das por la modernizacién alcanzan aun a pueblos campesinos e indigenas, a través de la mercantilizacién de sus economias y de la llegada de industrias culturales y otros movimientos que los ligan al desarrollo contempordneo, es necesario estudiar la escasa integracién (no aislamiento) de sectores tradicionalistas respecto del conjunto social para entender las bases sociceconémicas y culturales de movimientos neomexicanistas, neoincaicos y otros indigenismos que pretenden restituir como utopias antimodernas tradiciones idealizadas. Comparto con Rosaldo la opini6n de que estas utopias deben examinarse como parte de la modernidad, pero también necesitamos estudiarlas en conexién con las condi- ciones estructurales que las marginan para comprender su persis- tencia. 3. Ami manera de ver la diferencia mds importante entre los proce- sos culturales latinoamericanos y los de los Estados Unidos no se en- cuentra en los modos de concebir los vinculos entre tradicion y moder- nidad, sino en las maneras de entender la hibridacién respecto de diferentes visiones de la multiculturalidad. Quizé la discrepancia cla- ve entre la multiculturalidad estadunidense y lo que en América Latina mds bien se ha llamado pluralismo o heterogeneidad cul- _ tural resida en que, como explican varios autores, en los Estados “ ANTROPOLOGIA Y ESTUDIOS CULTURALES de izquierda. Para el primero, el separatismo entre las etnias se halla subordinado a la hegemonia de los blancos, anglosajones y protestantes (Withe, Anglo-Saxon, Protestant, wasp) y su canon que estipula lo que se debe leer y aprender para ser culturalmen- te correcto. El multiculturalismo liberal postula la igualdad natu- ral y la equivalencia cognitiva entre razas, en tanto el de izquierda explica las violaciones de esa igualdad por el acceso inequitativo a los bienes. Pero slo unos pocos autores, entre ellos McLaren, sostienen la necesidad de “legitimar miltiples tradiciones de conocimiento” a la vez, y hacer predominar las construcciones solidarias sobre las reivindicaciones de cada grupo. Por eso, pen- sadores como Michael Walzer expresan su preocupacién porque “el conflicto agudo hoy en la vida norteamericana no opone el multiculturalismo a alguna hegemonfa o singularidad”, a “una identidad norteamericana vigorosa e independiente”, sino “la multitud de grupos a la multitud de individuos...” “Todas las vo- ces son fuertes, las entonaciones son variadas y el resultado no es una muisica armoniosa —contrariamente a la antigua imagen del pluralismo como sinfonia en la cual cada grupo toca su parte (pero aquign escribié la miisica?)—, sino una cacofonia.”* ; En América Latina, las relaciones gntre cultura hegeménica y heterogeneidad se desenvolvieron de otro modo. Lo que podria amarse el canon en las culturas latinoamericanas debe histérica- mente mas a Europa que a los Estados Unidos y a nuestras cultu- ras autéctonas, pero a lo largo del siglo xx combina influencias de diferentes paises europeos y las vincula de un modo heterodoxo formando tradiciones nacionales. Autores como Jorge Luis Bor- ges y Carlos Fuentes dan cita en sus obras a las tradiciones de sus sociedades de origen junto a expresionistas alemanes, surrealistas franceses, novelistas checos, italianos, irlandeses, autores que se desconocen entre si, pero que escritores de pafses periféricos, como decia Borges, “podemos manejar” “sin supersticiones”, con “irreverencia”. Si bien Borges y Fuentes podrian ser casos extre- mos, encuentro en los especialistas en humanidades y ciencias sociales, y en general en la produccién cultural de nuestro conti- nente, una apropiacién hibrida de los cénones metropolitanos y ‘una utilizaci6n critica en relacién con variadas necesidades nacio- ? Michael Walzer, pp. 105 y 109. (Sin referencias. Nota del coordinador.] ANTROPOLOGIA Y ESTUDIOS CULTURALES 4s nales. De un modo diferente pero andlogo puede hablarse de la ductilidad hibridadora de los migrantes, y en general de las cul- turas populares latinoamericanas. Ademés, las sociedades de América Latina no se formaron con el modelo de las pertenencias étnico-comunitarias, porque las voluminosas migraciones extran- jeras en muchos paises se fusionaron en las nuevas naciones. El paradigma de estas integraciones fue la idea laica de reptiblica, peroa la vez con una apertura simulténea a las modulaciones qué ese modelo francés fue adquiriendo en otras culturas europeas y enla constitucién estadunidense. Esta historia diferente de los Estados Unidos y de América Latina hace que no predomine en la segunda la tendencia a resol- ver los conflictos multiculturales mediante politicas de accién afirmativa. Las desigualdades en los procesos de integracién na- cional engendraron en América Latina fundamentalismos nacio- nalistas y etnicistas, que también promueven autoafirmaciones excluyentes —absolutizan un solo patrimonio cultural, que iluso- riamente se cree puro— para resistir la hibridacién. Hay analo- gias entre el énfasis separatista, basado en la autcestima como clave para la reivindicacién de los derechos de las minorias en los Estados Unidos, y algunos movimientos indigenas y nacionalis- tas latinoamericanos que interpretan maniqueamente la historia = colocando todas las virtudes del propio lado y atribuyendo los déficit de desarrollo a los demés. Sin embargo, no fue la tenden- cia prevaleciente en nuestra historia politica. Menos atin en este tiempo de globalizacién que hace mas evidente la constitucién hibrida de las identidades étnicas y nacionales, la interdependen- cia asimétrica, desigual, pero insoslayable, en medio de la cual i. deben defenderse los derechos de cada ‘gtupo. Por eso, movimien- =. tos que surgen de demandas étnicas y regionales, como el zapa- tismo en Chiapas, sittian su problemdtica particular en un debate sobre la nacién y sobre c6mo reubicarla en los conflictos interna- ionales. O sea, en una critica general sobre la modernidad (Zer- ‘mefio). Difunden sus reivindicaciones por los medios de comuni- __.cacién masiva, por internet, y disputan asf esos espacios en vista ide una insercién més justa en la sociedad civil nacional e inter- ‘macional, _j-rLas injusticias en las politicas de representacién que recorren Jas historias latinoamericanas colocan en posicién prioritaria la 46 ANTROPOLOGIA Y ESTUDIOS CULTURALES reforma del Estado-nacién, y en tanto las reivindicaciones de los ofendidos se canalizan de este modo muestran sus propésitos de hacer conmensurable la heterogeneidad y volverla productiva. ANTROPOLOGIA, SOCIOLOGEA Y ESTUDIOS CULTURALES 4, Me gustaria explicar dos riesgos que encuentro en el estado actual de los estudios culturales, adjudicando cada uno de estos peligros a un énfasis disciplinario particular. Voy a hablar de un dilema que denominaré [a opcién entre una narrativa antropol6gica y tuna narration sociolégica de la cultura. Esquematizando, puedo decir que la tradici6n prevaleciente en la antropologia ha sido considerar el mundo, y cada socie- dad compleja, como un conjunto heterogéneo y no jerarquizado de culturas. El multiculturalismo estadunidense, sobre todo en sus corrientes criticas, es afin a esta visién antropolégica, en tanto concibe la sociedad como una multi licidad de etnias y la vida del conjunto de la sociedad regulada por'la pertenencia a esas comunidades, Esta perspectiva comppiimentada, sobre todo cuando engendra comportamientos sépafatistas, conduce por lo menos a estas tres dificultades: a) com retinas varias pertenen- cias a comunidades que reclaman deréeho¥ diferentes y son valo- radas de modo desigual (ser mujer, chicana y lesbiana, por ejern- plo); b) c6mo plantear desde esta visién multifocal y parcelada los problemas generales de! Estado-nacién y las cuestiones transver- sales, 0 sea los procesos que no pueden adscribirse a una identi- dad particular sino que afectan a todas: las politicas de comunica- cién masiva, la representacién del interés ptiblico en cuestiones que trascienden a cada grupo; c) cémo encarar los problemas interculturales de la globalizacién, que implican una esfera puibli- cay una ciudadania supranacionales (ser ciudadano europeo), 0 al menos asumir desempefios identitarios multiples en la vida cotidiana (ser mexicano-estadunidense, argentino-mexicano 0 ‘mexicano-italiano en un restaurante de Niteva York o de Escocia). La narrativa que llamaré sociolégica, exacerbando lo que es tuna tendencia fuerte de esta disciplina, se caracteriza —a la inversa por privilegiar la organizacién macrosocial y los intere- ses comunes. En cambio, presta poca atencién a las diferencias ANTROPOLOGIA Y ESTUDIOS CULTURALES, 7 étnico-culturales, de género, etc., y tiende a subordinarlas a las. grandes oposiciones constituidas en la modernidad: enfrenta- mientos entre naciones, entre clases y tiltimamente entre regiones dentro de la globalizacién. Las diferencias étnico-culturales son simplificadas, y a menudo homogeneizadas, bajo oposiciones bi- narias: metrépolis/periferias, dominadores /dominados, hege- ‘ménicos /subalternos. 2Cémo salir de esta oposicién entre un pensamiento “antropo= logizante” que dispersa lo social en una atomizaci6n separatista, Y, Por otro lado, una visién sociologizante que reduce la comple} dad a oposiciones binarias? Ambas concepciones corresponden también a modos diversos de representarse el poder. en el primer caso, se imagina su actuaci6n en forma diseminada y creando multiples victimas (aunque cada grupo tiende a ver sélo su pro- pia historia de injusticias); en el segundo, suele pensarse el poder como la oposicién extrema entre fuerzas dominadoras (0 hege- maénicas, en una versiGn light) y subalternos sometidos (0 resisten- tes, en la versién esperanzada) HrBRIDACION CON CONTRADICCIONES 5. El debate estadunidense sobre estos dilemas (Beverly, Gold- berg, Mignolo, Rosaldo, Taylor) tiene mas interés para los latino- americanos que los pocos didlogos publicados hasta ahora. Algu- nas reuniones, como las de la Red Interamericana de Estudios Culturales en 1991 en México, y en 1995 en Rio de Janeiro, han demostrado, por ejemplo, la utilidad que podria tener para las investigaciones latinoamericanas prestar mas atencién a cuestio- nes de género y sexualidad. Pero en una perspectiva més general diré que uno de los principales desafios de estos didlogos es la necesidad de elaborar conjuntamente una perspectiva multifocal ya la vez jerarquizada de las identidades en situaciones de hete- Togeneidad, que compagine la diferencia y la desigualdad. Para ello es clave la noci6n de hibridacién. Quiero reconsiderar las propuestas realizadas en esta direccién en mi libro Culturas hibridas a la luz de comentarios criticos a ese texto respecto del cardcter tedrico y epistemoligicu del concepto de hibridacién. :Es una nocién descriptiva o explicativa? me pre- 48 ANTROPOLOGIA Y ESTUDIOS CULTURALES gunta el antropélogo espaiiol Francisco Cruces. John Beverly, por su parte, sostiene que [...]]la categoria de hibridez implica una superacién dialéctica (Aufheb- ung) de un estado de contradiccién o disonancia inicial en la forma- cién de un sujeto 0 practica social de nuevo tipo. Pero gqué pasa si ponemos el énfasis en la contradiccién en vez. de en la superaci6n? {Se puede hablar todavia de hibridez, o se trata més bien de un estado de cosas més parecido a lo que Antonio Cornejo Polar entiende por “tota- lidad contradictoria” en la cultura andina? Aunque tienden a ser con- fundidas, creo que las categorias de heterogeneidad e hibridez no son exactamente conmesurables. Mi intento de construir la nocién de hibridacién como un con- cepto social, distante de su origen biolégico, es ante todo un recurso para describir diversas mezclas interculturales. Le en- cuentro més capacidad que a otros términos usados por la antro- pologia, como mestizaje, limitado a lo que ocurre entre razas, 0 sincretismos, formula referida casi siempre a fusiones religiosas 0 de movimientos simbélicos tradicionales. Pensé que necesité- bamos una palabra més versétil para dar cuenta tanto de esas. mezclas “clésicas” como de los entrelazamientos entre lo tradicio- nal y lo moderno, y entre lo culto, lo popular y lo masivo. Una caracterfstica de nuestro siglo, que complica la busqueda de un concepto mas incluyente, es que todas esas clases de fusién mul- ticultural se entremezclan y se potencian entre sf. Este aporte descriptivo de la nocién de hibridacién puede adqui- rir poder explicativo si la situamos en relaciones estructurales de causalidad, y también puede operar como recurso hermenéutico cuando més bien alude a relaciones de sentido. Para cumplir estas dos tiltimas funciones es necesario articular hibridaciores con otros conceptos: modernidad-modernizacién-modernismo, dife- rencia-desigualdad, heterogeneidad multitemporal, reconversién. Este tiltimo término, tomado de la economia, me permitié propo- ner una visién conjunta de las estrategias de hibridacién de las cla- ses cultas y las populares. La hibridacién sociocultural no es una simple mezcla de estruc- turas 0 practicas sociales discretas, puras, que existian en forma separada, y, al combinarse, generan nuevas estructuras y nuevas rdcticas. A veces esto ocurre de modo no planeado o es el resulta- ANTROPOLOGIA Y ESTUDIOS CULTURALES 9 do imprevisto de procesos migratorios, turisticos o de intercambio econémico 0 comunicacional. Pero con frecuencia la hibridacin surge del intento de reconvertir un patrimonio (una fabrica, una capacitacién profesional, un conjunto de saberes y técnicas) para reinsertarlo en nuevas condiciones de produccién y mercado: asi utiliza Pierre Bordieu esta expresin para explicar las estrategias mediante las cuales un pintor se convierte en disefiador, o las bur- guesfas nacionales adquieren los idiomas y otras competencias necesarias para reinvertir sus capitales econémicos y simbélicos en circuitos transnacionales.? Pero, como analicé en el libro Cultu- as hibridas, también se encuentran estrategias de reconversion econémica y simbélica en sectores populares: los migrantes cam- pesinos que adaptan sus saberes para trabajar y consumir en la ciudad, y sus artesanias para interesar a compradores urbanos; los. obreros que reformulan su cultura laboral ante las nuevas tecnolo- gfas productivas; los movimientos indigenas que reinsertan sus demandas en la politica transnacional o en un discurso ecol6gico, y aprenden a comunicarlas por radio y television. En fin, por tales razones, para mf el objeto de estudio no es la hibridez, sino los. procesos de hibridacién. El andlisis empirico de estos procesos, articulados a estrategias de reconversién, muestra que la hibrida- cién interesa tanto a los sectores hegem6nicos como a los popula- res que quieren apropiarse los beneficios de la modernidad. Nada de esto ocurre sin contradicciones ni conflictos. Las cul- turas no coexisten con la serenidad con que las experimentamos en un museo al pasar de una sala a otra. Para entender esta com- pleja, y a menudo dolorosa interaccién, es necesario construir en la investigacién una tipologia que reconozca las diversas expe- riencias de hibridacién como parte de los conflictos de la moder- nidad latinoamericana. Hay, por ejemplo, hibridaciones que incorporan elementos de los diferentes sistemas culturales fusio- nados; en otros procesos el grupo hegeménico homogeneiza a las culturas subordinadas, y en un tercer caso —estudiado por Clau- dio Lomnitz en México— los grupos que él llama “mestizados” sufren tal subordinaci6n de su cultura originaria a la dominante, que quita a los subordinados las condiciones para reproducirse con cierta independencia ° Pierre Bordieu, La distinction, Minuit, Paris, 1979, pp. 155, 175 y 354. 50 ANTROPOLOGIA Y ESTUDIOS CULTURALES Intenté en Culturas hibridas entender la trayectoria sinuosa de estas interacciones desechando la tesis de una simple imposicion de la modernidad, como si se tratara de una fuerza ajena. La his- toria de cémo se articulé nuestro exuberante modernismo con la deficiente modernizacién socioeconémica es el relato de c6mo se han ingeniado las élites, y en muchos casos los sectores popula- res, para hibridar lo moderno deseado y lo tradicional de lo que no quieren desprenderse, para hacerse cargo de nuestra heteroge- neidad multitemporal y volverla productiva. 6. A fin de precisar cémo se articulan hibridaciones y contradic- ciones, voy a referirme por tiltimo a la necesidad de superar las, filosofias binarias y polares de la historia. Ante la proliferacién y complejidad de las multiples formas de heterogencidad, observa Mary Louise Pratt, muchos tedricos sienten panico y pretenden reducir las diferencias a la oposici6n “uno u otro”: “son regresi- vos o progresistas?” Los estudios sobre fronteras ¢ intercambios interculturales revelan la inconsistencia del binarismo y de las “teorias” manipuladoras del poder. Como afirma Stuart Hall, para entender las formas actuales de poder.econémico y cultural hay que trabajar esta aparente paradoja: vivimos en un mundo “multinacional pero descentrado”. Si bien la global mass culture permanece centrada en Occidente, “it speaks English as an inter- national language”. “It speaks a variety of broken forms of English.” Su expansi6n se logra mediante una homogeneizacién “enormously absorptive” de las particularidades locales y regio- nales, “and it does not work for completeness”. “It is not attempt- ing to produce little mini-versions of Englishness everywhere, or little versions of Americanness. It is wanting to recognize and absorb those differences within the larger, overaching framework of what is essentially an American conception of the world.” En una referencia especifica a los vinculos de los Estados Unidos con América Latina, Stuart Hall dice que la hegemonia estadunidense no es comprensible s6lo como eliminacién de lo diferente; lo que se observa son, més bien, miiltiples caminos a través de los cuales Ja cultura latinoamericana puede ser “repenetrated, absorbed, reshaped, negotiated, without absolutely destroying what is spe- cific and particular to them” # “Stuart Hall, “The Local and the Global: Globalization and New Ethnicities”, ANTROPOLOGIA Y ESTUDIOS CULTURALES 5 EL agravamiento de la desigualdad centenaria por los tiltimos cambios de las sociedades latinoamericanas hace que las confron- taciones tengan a veces el aspecto de simple oposicion. El acento en la subalternidad de las clases populares puesto por algunos especialistas en estudios culturales (Beverly, Mignolo) son par- ticularmente pertinentes en situaciones en que se exasperan las. desigualdades al punto de que las clases y las etnias acttan como si todo se redujera a enfrentamientos. O cuando se producen hibridaciones entre “lo propio” y “Io ajeno” porque no hay més remedio que aceptarlas. En estos casos es itil distinguir entre hibridaciones dominadas ¢ hibridaciones de resistencia, al modo en que lo hace Homi K. Bhabha. Es apreciable la contribucién de este autor para construir la nocién de hibridacién como un objeto lingitistico, més allé de la biologia, definiéndola como “una meto- nimia de la presencia”? y situandola en medio de relaciones de poder, no como si la hibridacién entre dos culturas fuera slo un asunto de relativismo intercultural. Pero encuentro inapropiada para América Latina la constante polaridad que establece entre lo colonial y lo resistente, porque nuestros paises dejaron de ser colo- nias hace casi dos siglos y la cultura no puede ser analizada hoy entre nosotros “as a colonial space of intervention”, sino como escena de disputa por el sentido de la modernidad. Las categorias. del pensamiento poscolonial parecen titiles para estudios sobre el periodo posterior a la conquista® o el que se vivié inmediata- mente después de la independencia. Pero en el contexto de la modernidad-mundo actual aun los amplios sectores perjudicados por la reciente restructuracién neoconservadora interactian hibridando lo hegeménico y lo popular, lo local, lo nacional y lo transnacional. Entre estas entidades se desarrolla “an intersticial intimacy”, expresién que Bhabha emplea para desafiar las “binary divisions” entre lo privado y lo publico, el pasado y el presente, lo psiquico y lo social, y reconocer los complejos entre- lazamientos que ocurren al estar-entre (“in between”), en las en Anthony D. King (ed), Culture, Globalization and World-System, University of ‘New York at Binghamton, Binghamton, 1991, pp. 28-29. 2 Homi K. Bhabha, The Location of Culture, Routledge, Londtes y Nueva York, 1994p. 15 $ Walter Mignolo, The Darker Side ofthe Reaisence, The University of Michigan Preco, 1995, " " 7 Fiomi K. Bhabha, op. cit, p. 13. 52 ANTROPOLOGIA Y ESTUDIOS CULTURALES fronteras porosas de los cruces. Bhabha no aplica esta sutil com- prensién a las relaciones entre hegeménicos y subalternos, posi- blemente por la subordinacién de lo cultural al enfrentamiento politico que rige su pensamiento. Pero en América Latina —como lo analicé con mas detalle en otro texto—® esta perspectiva es indispensable por la autonomia parcial alcanzada por los campos culturales en la modernidad, asi conto por la importancia de las transacciones y la negociacién en el desenvolvimiento de las iden- tidades hegeménicas y populares. LA INCERTIDUMBRE COMO VIRTUD ANTROPOLOGICA He tratado de establecer algunos puntos criticos en la actual investigacién que podrian interesar —conjuntamente— a las diversas disciplinas ocupadas en la cultura. No pienso que la antropologia pueda prescindir de los estudios culturales para entender, por ejemplo, a los mexicanos que migran a los Estados Unidos y vuelven a México, o acaban en Escocia representando la italianidad de un restaurante, imaginan adoptar el anterican way of life en un McDonalds o se apropian del cine-mundo al hacer zapping en su televisor. Ni tampoco entiendo por qué los estudios culturales deberian sustituir a la antropologia como trabajo sobre los otros y lo hibrido. Un riesgo de la antropologia, los estudios culturales y cual- quier disciplina es convertirse en una ortodoxia autosuficiente. Los estudios culturales no demuestran la capacidad de superar las incertidumbres de las disciplinas que se han venido ocupando de la cultura, ni resuelven mediante un superparadigma transdis- ciplinario los problemas epistemolégicos que plantea la articula- cién de saberes de distintas ciencias. Pero en estas debilidades puede residir su fecundidad: la precariedad de los estudios cultu- rales los ha hecho mas dtictiles y creativos que las disciplinas tra- dicionales para comprender a las culturas en el momento en que ninguna de ellas, ni la convergencia de muchas, puede ya preten- der organizar sistemas de respuestas ni précticas de vida que fun- cionen como representaciones satisfactorias de mundo. Recono- © Vid. Nestor Garcia Canclin, Consumidores y cludadanos. Conflctos multicultura les de ia globalizacién, Crijalbo, México, 1995, cap. 9 f ANTROPOLOGIA Y ESTUDIOS CULTURALES 33 cer esta incapacidad ha permitido desentrafiar las peri diversificadas y complejas de una pS oe canons deja reducir a los programas voluntaristas de los “humanismos” politicos dominadores o reconciliadores. Cuando lus estudios culturales y la antropologia, en los Estados Unidos o en América Latina, se limitan a fundamentar las acciones afirmativas de dis- tintas minorfas pueden ayudar al autorreconocimiento y a reivin- dicar patrimonios “propios”, pero en tanto no situamos estos tepertorios rotos, desgarrados, en contextos multiculturales glo- balizadores corremos el riesgo de contribuir a las tendencias fun- damentalistas que los reducen a ortodoxias marginales. En un tiempo en que todos los saberes han perdido la capa- cidad de producir representaciones completas del mundo, las ta- reas cientificas no pueden tener por fin construir una Verdad mul- ticultural en la que se disuelvan los prejuicios, sino problematizar tacionalmente las condiciones de convivencia entre los diferentes y los desiguales. El didlogo entre antropologia y estudios cultura- les no es tanto un intento de alcanzar una sintesis entre dos sabe- res, sino una conversacién sobre lo que quiere decir saber. Y sobre la incertidumbre que genera no poder conocer nunca plenamente a los otros, esa incertidumbre cuyo reconocimiento es indispensa- ble para que exista la pluralidad democratica. Avveces, después de una larga marcha por el mundo, los indivi- duos podemos sentirnos confortados en una sociedad porque no ¢s cosmopolita. Del mismo modo, los antropélogos y los especia- listas en estudios culturales experimentamos, en ocasiones, la fas~ cinacién de conocer una cultura desatendida o agobiada y contri- buir a su exaltaci6n. Pero tal vez la tarea més ardua y estimulante de este tiempo, a la vez globalizado y exasperado de fundamen- talismo, no sea ocuparnos de la diferencia para afirmar una iden- tidad irreductible sino como la ocasién para vivir en la heteroge- neidad, actuar con el otro y tal vez legar a re-presentarlo. BIBLIOGRAFIA Atizpe, Lourdes (ed.), The Cultural Dimensions of Global Change, Ci ) imensic lobal Change, Culture and Development Series, unesco, Paris, 1996, : eecus 54 ANTROPOLOGIA Y ESTUDIOS CULTURALES ‘Augé, Marc, Hacia una antropologia de los mundos contemportineos, Gedisa, Barcelona, 1995. Bartra, Roger, La jaula de la melancolta, Grijalbo, México, 1987. , Oficio mexicano, Grijalbo, México, 1993. 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Para poder hablar con cierto orden y método acerca de la investi- gacién cultural en México, necesitamos, reconocer primero el Ambito que recubre el concepto de cultura en su sentido més amplio, y a la vez mantener como puntolde referencia, al menos implicito, el nivel alcanzado por las investigaciones culturales en otros paises donde supuestamente las ciencias sociales han logra- do mayor desarrollo. t En cuanto al primer punto, comenzaré listinguiendo con Jean- Claude Passeron? tres sentidos basicos deila cultura: como estilo de vida, como comportamiento declarative y como corpus de obras valorizadas. 5 En cuanto estilo de vida, la cultura implica el conjunto de mode- los de representaci6n y de accién que delalgiin modo orientan y regularizan el uso de tecnologias matetiales, la organizaciOn de la vida social y las formas de pensamiento de un grupo. En este sen- tido, el concepto abarca desde la llamada““cultura material” y las téenicas corporales, hasta las categoria mentales més abstractas que organizan el lenguaje, el juicio, los gustos y la accién social- mente orientada. Consecuentemente, cabria introducir en este mismo apartado una subdivision (metodolégicamente muy im- portante) entre formas objetioadas y formas subjetioadas de la cultura “nvestigador del Instituto de Investigaciones Sociales, UNAM sHenneClaue Fasseron, Le rusonnenent seco, Nata, Pats, 198 pp.Sldy ss. 56 LA INVESTIGACION CULTURAL EN MEXICO 7 0, como dice Bordieu,? entre “simbolos objetivados” y “formas simbélicas interiorizadas’’ Este seria el sentido primordial y originario de la cultura que, en cuanto tal, abarcaria la mayor parte del simbolismo social y representaria el aspecto més perdurable de la vida simbélica de tun grupo o de una sociedad. Los demas sentidos —de los que nos ocuparemos de inmediato— serian, en cambio, derivados y ten- drfan por base precisamente al primero. En cuanto comportamiento declarativo, la cultura seria la auto- definicién 0 la “teoria” (esponténea o elaborada) que un grupo ofrece de su vida simbélica. En efecto, todo grupo, ademas de practicar su cultura, tiene también la capacidad de interpretarla y de expresarla en términos discursivos (como mito, ideologia, reli- gién o filosofia). Recotdemos, por ejemplo, la intensa produccién discursiva en México sobre la cultura nacional desde Samuel Ramos hasta Octavio Paz, pasando por Leopoldo Zea, Carlos Fuentes, Carlos Monsivdis y otros mas. Este aspecto de la cultura se considera el mas visible y, por lo mismo, el ms accesible a los historiadores, a los analistas del dis- curso y de las ideologias y a los investigadores en general. Seria también el que evoluciona con mayor celeridad. Pero no debe olvidarse que hay que presumir siempre un des- fase entre la cultura efectivamente practicada y la cultura dicha, por lo que seria ingenuo pretender inferir la primera de la tiltima. Por tiltimo, los miembros de todo grupo o de toda sociedad Teservan siempre un tratamiento privilegiado a un pequefo sector | desus mensajes y comportamientos culturales, contraponiéndolo | atodo el resto, un poco como “lo sagrado” (o lo “consagrado”) se contrapone a lo “profano” y lo banal en Durkheim. Tal seria, por __eemplo, el estatuto de los valores artisticos en nuestra sociedad, ; que funcionan como emblemas 0 simbolizadores privilegiados de la cultura. Segtin Norbert Blias,‘ en la sociedad cortesana europea _. dela época de las monarquias absolutas, este papel privilegiado = locdesempefiaba no el arte sino el “cédigo de maneras”. Hablare- Enos de cultura patrimonial o de cultura consagrada para referirnos a ‘este tercer sentido del término en cuestién. # + Pierre Bordieu, R. Chartier y Robert Damton, “Dialogue a propos de I'historie HLultuelle", Actes de Recherche en Sciences Sociales, nim. 99, 1983, pL © * Norbert Elias, La civilisation des moewrs, Colman-Lévy, Pats, 1973. 58 LA INVESTIGACION CULTURAL EN MEXICO También necesitaremos recurrir a algunas clasificaciones bési- cas de la cultura en cualquiera de los sentidos antes sefalados, con fines puramente analiticos y deseriptivos. Por ejemplo, si introducimos el criterio del andlisis de clage, obtendremos la tri- logia bordieusiana cultura legitima (0 consagrada), cultura media (0 pretensiosa) y culturas populares, en carrespondencia con la posicién ocupada por los actores en el'espacio social > | Si introducimos, en cambio, el criterio de la evolucién social a largo plazo, obtendremos la distinci6n entte culturas tradicionales (propias de las sociedades étnicas o agiatias preindustriales) y cultura moderna (entendida como la conjuncién especifica entre cultura de masas y cultura cientifica en un contexto urbano). Asimismo resultard ttil introducir los ejes sincronfa/diacronia —de ascendencia saussuriana— para incorporar a nuestro andlisis la perspectiva hist6rica de algunos estudios culturales. Por tiltimo, la posible relacién de la Cultura con las demAs ins- tancias de la sociedad como la politica, la econémica y la juridica, puede ofrecernos un esquema adiciénal para indagar si se han realizado estudios bajo esta perspectiva. ‘LoS GRANDES EJES DE LA INVESTIGACION CULTURAL EN Méxtao ‘Si tomamos todos estos parémetros cémo‘esquemas de clasifica- cién y andlisis, estaremos en condicionés de preguntarnos en lineas muy generales cuales han sido hasta ahora los mbitos més frecuentados por las investigaciones culturales en México. Notemos, ante todo, que el interés por el estudio de la cultura co- 1mo objeto de una disciplina especifica y bajo vina perspectiva tedrico- metodolégica también especifica es muy, reciente en México y no se remonta a mas de 20 aiios.6 Podemos afirmar que dicho interés 4 nace muy vinculado con el descubrimiénto de las obras de Anto- 4 Se trata dela trilogia clisica introducida por Pierre Bordiew en su obra La dis: tincién, Taurus, Madrid, 1991 limita s6lo a las investigaciones culturales en el Ambito académico, dejando de lado ottos aspectos importantes como, por ejemplo, sus repercusiones en el plano. de las polities culturales del Estado mexicano, tema que requerirta por sf le otro articulo tan amplio como éste. " Notese que por razones de espacio y de restricci6n tematica, nuestra resefiase_ LA INVESTIGACION CULTURAL EN MEXICO 9 nio Gramsci en los afios setenta, obras que se tradujeron y difun- dieron répidamente en nuestro pais debido a la atmésfera mar- xista que impregnaba.entonces el campo de las ciencias sociales. Pero la figura de Gramsci nos lega fillrada, en gran parte, a tra- vs de la demologia italiana, cuyo jefe de fila, Alberto M. Cirese,” fue indiscutiblemente el impulsor y catalizador inicial de los estudios culturales en nuestro pais en el sentido antes indicado. Su primer seminario sobre culturas populares en el CIESAS, en julio de 1979, bajo el patrocinio de su entonces director Guillermo Bonfil, y el seminario subsiguiente que impartié sobre el mismo tema en la vaM-Xochimilco, en agosto de 1981, pueden conside- arse como hitos importantes en el desarrollo de los estudios cul- turales en México. Pero debe afiadirse de inmediato que el esti- ~ mmulo gramsciano asi mediado no operé en un completo vacio. Por una parte, ya existian antecedentes importantes en cuanto a _investigaciones culturales como lo demuestran los trabajos de George M. Foster sobre “cultura de conquista” y culturas tradi- __ cionales en México y los de Vicente T. Mendoza sobre el cancio- ‘hero popular mexicano.’ Por otra parte, ya existia un terreno abo- | nado por la tradicién antropologica indigenista y campesinista ‘mexicana que desde tiempo atrés habia logrado sensibilizar no _S6lo a la academia, sino también a los sectores dirigentes del pais f respecto de la problemética cultural de las clases subalternas."” \cluso podriamos sefalar algunos otros estudios antropol6gicos ié de hecho abordaron muiltiples aspectos de la cultura y contri- iyeron acumulativamente a construir o reforzar algunas dimen- ‘Su obra més conocida se titula Cultura egemonica e culture subalterne, Palumbo tore, Palermo, 1976, y algunos de sus capitulos mis importantes fueron tradu- a €(idos al espariol y publicados por el Centro de Investigaciones Superiores del rvait Ponel titulo de Ensayos sobre las culturas subalternas, México, 1979. (Cuadernos de Casa Chata, 24.) He" Véase, de este autor (quien también fue catedratico de la Escuela Nacional de Abtropologia e Historia), Cultura y conquista, Universidad Veracruzana, México, 62, y Las culturastradicionales y los cambios tecnicos, xCE, México, 1964, 2 Vicente T. Mendoza, El corrido mexicano, re, México, 1954, y La cinciém mexi- ia) ¥ce, México, 1982. BB Asi, ya en 1975 se realiza en Zacatecas un importante coloquio internacional arte culto y arte popular, organizado por el Instituto ce Investigaciones ide la UNAM. Las ponencias de este coloquio fueron publicadas posterior Gg cite en un volumen trtlado La dicotomia ensre arte culto arte popular, UNAM, Rikico, 1979, 0 LA INVESTIGACION CULTURAL EN MEXICO ejemplo—, aunque no hayan tematizadotxplicitamente la cultu- ra como objeto de indagacién ni hayan exhibido preocupaciones tedrico-metodolégicas especificas a este respecto." La simbiosis entre Guillermo Bonfil y Alberto Cirese me parece emblematica e ilustrativa de esta especie de intersecci6n entre la tradicion antro- polégica mexicana y la demologia italiana. No debe extrafiarnos entonces que el terreno inicialmente mas cultivado y frecuentado por la investigacién cultural en nuestro pais haya Sido el de las culturas populares... Hoy dia contamos con una muy buena sistematizacién de los ciclos de fiestas populares (patronales, ,carnavalescos, etc.) en todo el pais,?? con excelentes estudio sobre las danzas popula- res, sobre danzas de conquista sobre artesanfas y artes popu- ares, sobre cultura obrera,!6 sobre creencias populares en comu- "1 Dicho de otro modo: la antropologia cultural/en sentido americano, cuya mealogia se remonta a Taylor y culmina cor la shtropologia interpretativa de {es afc setenta ha tenido escasa repercusién en México, "2 Cabe mencionar a este respecto el excelenfe trabajo realizado por Sail Millan, de a Escuela Nacional de Antropologia & Historia, bajo el patrocinio del IN. Véase, entre ottos trabajos, La ceremonia perpoti cil festioos' organiacin ‘remonial en el sur de Oaxaca, Instituto Nacional Indigenista /Secretaria ce Des- Srrolo Socal, México, 1993, ™ Son figuras importante, bajo este aspecto, Amparo Sevilla Hilda Rodriguez y Elizabeth Camara, Danas y bales tradicional et estado de Tlaxcala, Premi Eali- tora, Mexico, 1983, y Joos Jaturegui, Misien 9 das mestizns dela uate hidl- gues, Enatt, México, 1984 (mecanografiado).. ita inveougacion mas importante realtzadaabre este pico es sin duda | alguna la que ha sido recogicla en el reciente ¥oluitén colectivo publicado bajo a, direccin de Jesus Jéuregui y Carlo Bontiglioli, Ls danzas de la Conquista, xx, Mexico, 1996. i "S Recordemos, a este respecto, las contribucionés de Néstor Garcia Canclini, {Las eulturas populores en e cpitalismo, Nueva Iinageh, México, 1989, y de Victoria, Novelo (comp), quien ha publicado recientemente'en Espafa un important tr bajo sobre artes populares: Artesanos,artesanigs y ante popular en México; una hisl- rin ilustrada, Editorial Agualarga/Occe /Universidad de Colima Instituto Nacio- nal Indigenista, México y Espana, 1996b. Véase taiibién los trabajos precedentes de esta autora sobre el mismo tema “Las artesanias en México”, en Enrique Fo- rescano (comp.), El patrimonio cultural de México, RCE, México, 1993, pp. 219-246. 1W Aqui a figura dominante sigue siendo hasta hoy la de Victoria Novelo, "La cultura obrera, una contrapropuesta cultural”, Nueba Antropologia, nim. 23, 1984, p. 45-56; “Los trabajadores mexicanos en el siglo xix, zobreros o artesanos?”, en Comunidad, cultura y via social: ensayes sobre la formacion dela clase obrera, Semina rio del Movimiento Obrero y Revolucién Mexicana, INak, México, 1991, pp. 1554) “Cultura obrera en México, la cara sindical”, en Esteban Krotz (coord, El estudi de la cultura politica en México, México, cNCA/ctEsas, 1996a, pp. 361-387. Véase: también, a este respecto, Marfa Eugenia de la O, Enrique de la Garza y Javier Mek LA INVESTIGACION CULTURAL EN MEXICO a nidades pueblerinas,”” sobre el discurso popular,” sobre religin popular y religion de los santuarios,!? sobre las sectas como nue- vas formas de religin popular” sobre cultura urbana barrial y chavos banda;"' y, en fin, con significativos avances en el estudio del cancionero popular, que entre otras cosas han contribuido al redescubrimiento del corrido y a su reinterpretacién histérico- sociolégica.2? 022 (coords), Los estuios sobre a cultura obreraen Mésico, Consejo Nacional para [a Cultura yas Artes, México, 1997, > Para ilustrar est ign nada mejor que el trabajo de Lourdes Arizpe titulado Cultura y desea El Colegio de Meio, Mexico, 1989. e insabe en fate misma bro un trabajo muy reciente de Maria Ana Portal y Vana Salles, "La wadiion oral Yl consirucion de una figura del mundo: una investigacon en el surdel D. F°, Alleridaes, af 8, nim. 18,uan-lztapalapa, México, 1998, pp 5-65, donde se ana lizan ls reempleos y resignifcaciones de cietos mitos ereencigs en las zones res del sur de México. Las contribuciones reunidas por Andrew Roth Seneffy José Lameiras (eds), cen El eerbo pop 1 Colegio de Michoacan eso, Meco 985 ee) Con tespecto ala religin de los santuaros, véase Cilberto Giménez, Cultura popular y religion en el Andhuac, Centro de Estudios Ecuménicos, Mexico, 1978, ¥ {ose Velasco Toro, Semtuario religisn. Imagenes del Cristo negro ae atti, Insti _ tode Investigaciones Histérico-Socates/ Universidad Veracruzana, México, 1997 | En cuanto ala religiosidad popular suburban, cabe mencionar ana contsibucion reciente sobre misticey religiosidad popular en Xochimilco, de Vara Salles y Jose .M. Valenzuela, En michos lugares y tos lo dias. Misticayreligiosidad popular en Zech El Coleg de Moco México, 197 "EL primer esfuerzo importante realizado bajo esta Optic ha sido el proyecto de invebgacién “Religin'y sociedad en el Sues", cebdinado por Gullgea _ Boni y Gilberto Giménez, cayos resultados fueron recogidos en una serie de ‘honografas publicadas en siete volimenes por el crane del Surcte entre 1968 y [1989 Para una vision més precisa sobre el estado actual de ls investigaciones en [materia religiosa en Mexico, véase Gilberto Gimenez (coord), lentidads religisis sce en México, Instituto de investigaciones Sociales Institut Francés de aime E> Hea Latina, México, 1996, El trabajo de Renée de la Torre, Los hij dels Lace Discur- 4 deta y por en La Luz del Miondo,cttsas reso / Universidad de Cuadalajta, xco, 1995, constitaye una monograia emplara este respect, © En este terreno se ha distinguido la investigadora tapatia Rossana Reguillo, calle ora vez. Ls bandas: identi urbana y sos dela comuniacion, reso, Gua, afr, 1991, recientemente galardonada pore! Iwatt con el premio nacional la jr investigacion sociolbgica. Merecen también especial mencion los trabajos {Ab Héctor Castillo Berthier, "Popular Culture among Mexican Teenagers" Urcen gz4geivol. 1, nim. 4, Banco Mundial, Washington, 1993, pp. 12-24, y Juventud, cultu- Ga alte soil, tesis de doctorado presentada en la Facultad de Ciencias Pola Eas Sociales dela unan, febrero cle 1998. En relaciOn con la subculturas juveni- Ser la frana fronteriza con los Estacos Unidos, los de Jose Mantel Velenaucla, ra ee, El Cog dele Frontera Nore, Meco, 1988 Descuellaen este renglon Catalina Héas de Gimeénes, cue libro As conan OT LA INVESTIGACION CULTURALEN MEXICO No se puede hablar de cultura popular.en México sin mencio- nar la vasta obra de Carlos Monsivais, quien puede ser conside- rado con toda justicia como testigo y.cronista privilegiado de las ‘mds variadas manifestaciones de la vida cotidiana y festiva de Jos estratos populares principalmente urbanos. Merecen desta- carse principalmente sus estudios sobre el cine mexicano? sobre intérpretes y compositores de miisica popular (boleros, danzo- nes, Agustin Lara, Juan Gabriel, Luis Migyel...), y sobre una gran variedad de creencias, rituales y gustos de los sectores populares urbanos.* Su obra también abarca la cronica de la vida craiee) y de otros sucesos urbanos,* estudiosisabre el género epistolar e incursiones en el campo de las titas c6micas y de la caricatura itica mexicana. Peete las culturas populares han sido abordadas en México, por lo general, como si fueran auténomas y autosuficientes, al mar- gen de toda referencia al sistema cultural global del pats y, par- ticularmente, sin referencia a su contraparte, la “cultura legitima’ 0 “consagrada” y, en menor medida, a;fa cultura de las capas medias urbanas. Lo que quiere decir que han sido abordadas bajo un dngulo preponderantemente “populista”, es decir, como una alternativa valorizada frente a la “cultura burguesa” y no como un “simbolismo dominado” que lleva en sus propias entrafias las marcas de la dominaci6n. Ahora bien, como dice Claude Grig- non,” “el sociélogo no puede escamotéar.en la descripcién de las diferentes culturas de grupo o de clase Ins relaciones sociales que las asocian entre si en la desigualdad de fuerzas y la jerarquia de | 11 Revolucén, Gijalbo, México, 1990, se ests convizfendo en un elisico a menos de 10 afos de su publicacién. B Carlos Monsivais, Rostros del cine mexican ips, México, 1993, y A taut dd @ espejo (El cine mexicano su publica), Ediciones El Milagro, México, 1994 7 ice MonaiasLas'mly oor, alates EtoriaConacala, México, 1994, y Los rituals del cas, Procuraduria Federal del Consumidor, México, 195. °> Carlos Monsivais, A ustedes les const. Antologa de la erGnica en Mézio, Ea, México, 1978; Cronica de a sociedad que se organiza, Era, México, 1986, y Luncay galeria (Atmésferas de la capital, 1926-1959), Mexico, 19980 % Victoria Novelo, “Los trabajadores mexicanos en el siglo x1x, zobreros o até i tac de la clase sanos?”, en Comunidad, cultura y vida social: ensayes sobre la formacién de la clase obrera, Seminario del Movimiento Obrero y Revolucién Mexicana, 1vaxt, México "S51. Po Feat Grn y JC. Pssesn, Le soe Ie pope, Galisaed Le Paris, 1989, p.35. Departamento del Distrito Federal, LA INVESTIGACION CULTURAL EN MEXICO e posiciones, ya que los efectos de tales relaciones se hallan inscri- tos en la significacién misma del objeto a ser descrito” Quizés por eso mismo, salvo timidos intentos inspirados en el paradigma elitista de Francois-Xavier Guerra, la culhira dominan- teno ha suscitado gran interés entre los socidlogos y los antropé- Jogos. Actualmente sabemos muy poco sobre las modalidades y la diversificacion de los comportamientos culturales de la clase culti- vada en México. Lo mismo puede decirse de las clases medias urbanas** y, todavia con mayor raz6n, de la “cultura juvenil” que ha sido muy estudiada en Europa y que en los paises industriali- zados tiende a autonomizarse en términos transclasistas configu- rando un universo cultural propio centrado en la musica, en la espectacularizaci6n de los simbolos, en la valorizacién del cuerpo ¥ la puesta en evidencia del poder simbélico del gesto.? Si recurrimos ahora a la dicotomia culturas tradicionales/cultura ‘moderna como esquema de clasificacion, nuevamente observamos el predominio masivo de la primera alternativa. En México se ha estudiado muchisimo a las culturas tradicionales bajo dos figuras principales: las culturas étnicas y las culturas campesinas. De las primeras se ha ocupado preferentemente la llamada antropologia & indigenista, que nos ha legado obras de gran calidad heuristica y » analitica —como el México profundo de Guillermo Bonfil,™ algu- nas contribuciones de Lourdes Arizpe”" y la serie de monografias le Miguel Alberto Bartolomé y Alicia Mabel Bareb4s® sobre las _ culturas indigenas de Oaxaca—. De las segundas se han ocupado _ 10s lamados “campesinélogos”, una corriente antropolégica _impulsada en los afios setenta por Angel Palerm, y una de cuyas figuras fue, en su momento, el hoy ex secretario de la Reforma Agraria, Arturo Warman. No olvidemos que este autor fue el pri- mero en sistematizar el paradigma de cargos para todo México, y * Los trabajos que aparecen en el libro colective coordinado por Néstor Garcia clini, El consumo cultural en México, cnca, México, 1993, representan un erzo por lenar este hieco 55? Olivier, Donnat, Les francais face la culture, Editions La Découverte, Paris, 1994, 359 ys, + ® Guillermo Bonfil Batalla, México profundo. Una civilizacién negada, se /ciesas, des Arizpe, Cultura y desarrollo, El Colegio de México, México, 1989, juol Alberto Bartolomé y Alicia Mabel Barabés, La pluralidad en peligro, co, 1996 (Col. Regivuwy de México), y de Miguel Alberto Bartolomé, Cen Costumbre y gente de razin, Siglo XXI/1Ni, México, 1997, a LA INVESTIGACION CULTURAL EN MEXICO también el primero en abordar las danzas.y bailes tradicionales como objeto de interés antropol6gico.# 1, Por lo que toca a la cultura moderna,en México, cultura que es urbana por definicién, existen importantes contribuciones a pro- pésito de algunos de sus componentes aislados. El hecho de que Algunos investigadores interesados en Ja,problematica cultural fueran comunicdlogos —como fue elicaso de Jorge Gonzalez y Jessi Galindo en Colima propicio que fs desarrollara una serie de importantes investigaciones sobre,la, televisién que, como sa- bemos, consttuye un factor determinante de la llamada “cultura de masas” en México. En efecto, vale la pena mencionar que ena ‘Universidad de Colima surge, por un lado, uno de los paradigmas més elaborados y completos para el andlisis de los programas te- levisivos; y, por otro, los mejores andlisis de las telenovelas y de otras series televisivas, abordadas no s6lo desde el punto de vista de las ciencias de la comunicacién, sino fambién de la antropolo- gia y la sociologia* | [En otro aspecto, la formacién filoséficade algunos investigado- res, como Néstor Garefa Canclini, ¢onttibuyé a la introduccién del tépico de la “posmodernidad” como dbjeto de preocupacién dentro de los estudios culturales, por loimenos en términos ensa- yisticos, aunque con fundamentos empiticos. Este mismo autor, {que suele caracterizarse por un gran sentido de previsiOn y anti- cipacién respecto al cambio cultural; se ha esforzado titimamen- te por orientar la atencién de los invéstigadlores y estudiosos de la cultura hacia los posibles efectos cuilturales de la globalizacién econémica en México, a raiz. del Tratado, de Libre Comercio. Des- de esta perspectiva ha logrado sensibilizarnos hacia un tema can- dente en el debate actual sobre la cultura’en el. mundo anglosajén: Ia cultura global. Por lo demés, este atitor; que tiltimamente se ha convertido en una autoridad en el ambito'de los estudios cultura- mmr Cu compa dee 86 pod a ee ey Pe en er ep Mb 10, Nera inn Caran a ares Gace Gl (on sp i Oa LA INVESTIGACION CULTURAL EN MEXICO 6 les en México y en América Latina, conduce actualmente investi- gaciones sobre comunicacién y cultura con su equipo de inves- tigadores de la vaM-Iztapalapa. Sin embargo, falta todavia un enfoque sociol6gico global sobre la cultura moderna en México que contemple la articulacién entre “cultura de masa” (turismo de masa, medios de comunicacién de masa, deportes de masa, educacién de masa, practicas religiosas de masa...) y “cultura cientifica” en el sentido moderno del térmi- no, es decir, de la ciencia entendida en términos de performance y de eficacia, todo ello en el contexto de los nuevos fenémenos ur- banos (por ejemplo, el surgimiento de las “regiones metropolita- nas”) y de la consolidacién de la tecnocracia como campeona de la modernizacién, de la eficacia, de la rentabilidad, de la perfor- matividad y de la competitividad. El Estado y las empresas abandonan cada vez mis los discursos humanistas e idealistas sobre la ciencia, Actualmente no se invierte en cientificos, técnicos e instituciones cientificas para saber la verdad, sino para acrecentar el poder (Lyotard). El criterio de performatividad es invocado explicitamente por los administradores para justificar su negativa a habilitar tal o cual centro de investigacién. Este principio rige no s6lo la investigacién cientifica, sino también la ensenanza uni- versitaria y secundaria.” En México también se ha comenzado a explorar, en forma muy = preliminar, la relacién entre la cultura y las demés instancias 0 “campos” del espacio social, como la politica, el derecho y la eco- rnomia, bajo el supuesto de que, después de todo, la culttira no es __ mas que la dimensién simbélica de todas las précticas sociales. Bajo este aspecto cabe sefialar el interés creciente por el estudio dela llamada “cultura politica”, del que nos ofrece un testimonio el reciente volumen coordinado por Esteban Krotz bajo el titulo de El estudio de la cultura politica en México; asi como también los _ tfabajos criticos de Roger Bartra orientados a debatir precisamen- steel tema de la “cultura politica” en México. Algunos trabajos 7’ Michel Bassand y Frangois Hainard, Dynamique socio-culturelle régionale, es Polytechniques Romandes, Lausana, Suiza, 1985, p. 28. i Bgitban Kroe(coord),Elestio dea culture poten Mee, ewca tesa, fp9) 1996, ° =) Roger Bartra, La democracia ausente, Grijalbo, México, 1986; “Culture and Poli- 6 LA INVESTIGACION CULTURAL EN MEXICO muy recientes han venido a enriquecer iiltimamente este mismo t6pico, como los estudios de Guillerrio dé la Pefia que enfocan la cultura politica bajo el Angulo antropol6gico, y los de Eduardo Nivén que abordan el tema de cultura'y democracia. En cuanto a la relaci6n de la cultuta cdi las otras instancias, el interés parece haber sido mucho meriot! Por el momento, sdlo puedo recordar el trabajo pionero de Enttique Valencia sobre el mercado La Merced,” y las recientes inicursiones de Maria Teresa Sierra en los terrenos de la sociologia juridica para explorar los conflictos entre el derecho consuetudinario indigena y el derecho moderno promulgado por el Estado nacional. *® Si ademés de lo dicho introducimod én 'éste mismo apartado la relacién entre cultura y territorialidad, llama la atencién la casi total ausencia de estudios regionalés abdrdados bajo el Angulo cultural. De asumir como vilido el diaghéstico de Diana Liver- man y Altha Cravey,? en México losiégttidios regionales se han desarrollado principal, si no exclusiyaménte, bajo el angulo geo- grafico y econémico, y muy raras véces!bajo el Angulo cultural, salvo algunos intentos de regionalizacién hist6rico-cultural del territorio segtin el criterio de la ocupacién'tdel espacio por las gran- des culturas étnicas (por ejemplo, regi6n Sur de las “altas culturas” mesoamericanas y regién norte de labaja cultura” de indigenas recolectores y cazadores). Un esfuerzo inicial por llenar esta lagu- na ha sido el reciente trabajo de Claudio Lomnitz-Adler® sobre la cultura regional de Morelos y la dela Fluasteca potosina. Otra contribucién reciente en este mismo’ sentido ha sido la serie de tical Power in Mexico”, Latin American Perspectioes, Yl. 16, rim. 2, 1989, pp. 6193; Oficio mexicano: miseria yesplendores dela cultura, Gjalbo, México, 1955; "Method in a Cage: How to Escape from the Hermenéutic Circle?”, Transculture, vol. 1, nds. 25-16, 1996. ‘© Enrique Valencia, La Merced. Estudio eolégico y socal de una zona de a ciudad de México, INAH, México, 1965. ‘Marfa Teresa Sierra, "El lenguaje, précticas juridicas y derecho consuetudina- rio indigena”, en Rodolfo Staverhagen y Diego de Tewralde, Ente la ey y la cx tumbre, Instituto Indigenista Interamericano/Instituto Interamericano de Der chos Humanos, San José de Costa Rica, 1990, y Vitoria Chemant y Teresa Sierra (coords), Pucblosindigenas ante el derecho, cIssAS /CENCA, México, 1995, “® Diana Liverman y Altha Cravey, “Geographic Perspectives on Mexican dies, University of California, San Diego, 1992. © Claualiv Lonite-Adler, Las slid del laberinto, Joaquin Mostiz/Grupo Ed torial Planeta, México, 1995, LA INVESTIGACION CULTURAL EN MEXICO 7 monograffas sobre cultura fronteriza y chicana publicadas por El Colegio de la Frontera Norte bajo la direccién y, frecuentemente, la autoria de José Manuel Valenzuela Arce. Situémonos ahora sobre el eje de la diacronia para explorar lo que se ha hecho en México en materia de estudios culturales bajo una perspectiva histérica. Digamos, de entrada, que si bien se ha trabajado mucho y bien sobre historia del arte (por ejemplo, pin- tura colonial, historia de la musica, historia de la literatura, etc.) en términos de la disciplina historica entendida en sentido tradi- cional, en México no existe una historia cultural propiamente dicha que, a la manera de Roger Chartier, de Robert Darnton 0 de Carlo Ginzburg, aborde su objeto a la luz de una teoria de la cultura y desde la perspectiva de una antropologia (0 sociologia) histérica 0; 1o que es lo mismo, de una historia antropoldgica (0 sociol6gica). Lo que entre nosotros més se acerca a Ja historia cultural son algunas incursiones en la historia de las mentalidades, como las recogidas recientemente en un volumen publicaco por El Colegio de México. Y muchos creen que las historias de vida, como las que se practican abundantemente en el c1pE y en el Programa Cultura del Centro Universitario de Investigaciones Sociales de la Univer- sidad de Colima, son también una manera de hacer historia cultural, desde el momento en que a primera vista se las puede asociar casi naturalmente con dos categorias centrales de la cultura: la memo- + tia (individual o colectiva) y la identidad. Sin embargo, aqui hay que andar con cuidado. La fascinacién por las historias de vida, que en México nos ha Ilegado un poco tardiamente, se ha transformado hoy en desencanto en todas partes. Actualmente reviste todavia cierto interés como fuente auxiliar de informacién (que siempre = requiere ser controlada por otras vias) y, sobre todo, como material lingtifstico y de literatura oral. Pero tanto los soci6logos como los antropélogos coinciden en que nada tienen que ver ni con la identi- dad ni con la exploracién de la memoria. Por lo demas, no hay que confundir historia oral con el método biogréfico, que tiene una tradi- cién diferente (la Escuela de Chicago) y que si constituye un instru- ‘mento valido para la sociologia y la antropologia.* jeff José Manuel Valenzuela Arce, El color de las sombras. Chicanos, identidad y smo, El Colegio de la Frontera Norte Universidad Iberoamericana /Plaza y Valdés, México, 1997. [p/SEL Colegio de México, Lecturas de historia mexicana, vol. 6 México, 1992 Jean Peneff, La méthode biographique, Armand Colin, Paris, 1990, pp. 97 y ss. 68 LA INVESTIGACION CULTURAL EN MEXICO Si volvemos ahora a los tres sentidos basicos de la cultura, se echa de ver de inmediato que casi la totalidiad de las investigacio- nes culturales en México encajan denti’o dello que hemos llamado cultura como estilo de vida. Y dentro de'este:Ambito se ve que han prevalecido abrumadoramente la descripcién y el andlisis de las formas objetivadas de la cultura, observables desde la perspectiva etnografica, es decir, desde la perspectiva del observador externo. En nuestro pais se ha desarrollado muy poco lo que se ha dado en lamar antropologia de la subjetividad, que exige la interdisciplina- riedad con la psicologia social y que es la:tinica que puede tener acceso a las formas internalizadas de la tultura como habitus 0 como identidad social. i ‘Sin embargo, no son nada despreciables las investigaciones que han comenzado a abordar de modo géneralmente pertinente los problemas de la identidad social. Mencionémos, por via de ejem- plo, las grandes encuestas realizadas por'el equipo de Rauil y Héctor Manuel Capello sobre la identidad nacional en México, las monografias surgidas de la investigdcién sobre identidades étnicas e identidad nacional en México bajt el patrocinio del ivi y del nsunaM,” y los recientes trabajos de Miguel Alberto Bartolo- mé y Alicia Mabel Barabas® sobre las‘identidades étnicas en Oaxaca y sus procesos de extincién. También merecen destacarse bajo este dngulo los importantes estudios'de Roger Bartra ligados a la “identidad del mexicano”, con sus conexiones teoricas y me- todolégicas. ® En cuanto a los otros dés'Sentidos de la cultura, me parece que hay poco que decir. : Salvo los dos capitulos dedicados por Claudio Lomnitz® en su Ailtimo trabajo al andlisis de las ideologfas sobre cultura nacional enia literatura ensayistica y filos6fica de México, un curioso estu- dio sociocritico de Edmond Cross* sobre él discurso de la mexi- canidad en Octavio Paz y Carlos Fuentes, y algunas intervencio- © Pertenece a esta serie el importante volumen publicado por Alejandro Figue- 0a, Por tierra y por los santos, exica/ Culturas Populares, Mexico, 1994, “ Alberto Bartolomé y Alicia Mabel Barabas, opt “© Roger Barta, La jaa de la melancola, Gijallbo, México, 1987, y “Methed in Cage." op. ct BS Ciatdio Lomaitz-Adler, op. ct. 5 Edmond Cross, “Formations ideologiques et formations discursives dans le ‘Mexique contemporain”, en Tearie el pratique sociocrtiques, Editions Sociales /Mon\- pellet, cits, Paris, 1983, p. 225-278. (Hay edicion en espatiol) LA INVESTIGACION CULTURAL EN MEXICO eo nes sugestivas de Guillermo Bonfil sobre el tema del mestizo como figura emblematica de la cultura mexicana, no conozco a muchos socidlogos y antropélogos que se hayan interesado desde el pun- to de vista de sus respectivas disciplinas en el andlisis de lo que hemos Hamado cultura declaratioa, esto es, los fendmenos de au- tointerpretacién cultural en diferentes escalas y sectores de la sociedad mexicana. Por lo que toca a la “cultura patrimonial” o “cultura consagra- da”, s6lo resta dejar constancia de una ausencia dolorosa: en México se ha trabajado mucho, como queda dicho, en materia de historia del arte, pero simplemente no existe ni se cultiva una sociologia del arte o del gusto estético que nos recuerde, aunque fuera lejanamente, obras como La distincién o Les régles de l'art de Bordiew? LA DIMENSION EPISTEMOLOGICA Una ponderaci6n més cualitativa de las investigeciones cultura- les en México tendria que evaluar su profundidad epistemolégi- «a, es decir, hasta qué grado se movilizan la teorfa y la metodolo- gia en los procesos de investigacién. Sabemos que en las ciencias sociales los paradigmas pueden ser descriptivos o explicativos. Nadie que esté en sus cabales pue- de dudar de la utilidad de los andlisis descriptivos. Como en cualquier otro campo de la ciencia, la obtencién de datos empiri- cos y su presentacién descriptiva constituyen el punto de partida obligado del andlisis sociolégico 0 antropolégico de la cultura. Desde este punto de vista constituye un verdadero acontecimien- to la publicaci6n de la primera encuesta nacional sobre equipa- mientos y comportamientos culturales realizada por el Programa Cultura del Centro Universitario de Investigaciones Sociales de la Universidad de Colima.# : Pero un andlisis puramente descriptivo que no culmine en la +. 2 Guillermo Bonfil Batalla, "Sobre la ideologia del mestizaje(0 cémo Garcilaso anuncs, sin saberlo, muchas de nuestras desgracias)”yen José Manuel Valenzuela (coord), Decadenciay ge de as identidades, El Colegio dela Frontera Norte, Méxi- 1992, pp. 35-47 [BPierre Bordieu, Les régles de art, Editions du Seuil, Paris, 1992. § 07 Se trata de la primera encuesta que oftece datos basicos nacionales sobre es posible diferenciar analiticamente tfés tipos de enunciados en todo lenguaje cientifico: a) los enunciailos #Hformativos que propor- cionan informacién minima sobre el ‘itiindo empirico; b) los enunciados que producen efectos de éonotimiento, resultantes de ‘una primera reconceptualizacién de Ja informacién recopilada y que permiten formular nuevas preguntas Sobre la misma, y c) los enunciados que producen efectos dé'inteligibilidad mediante la reconstruccién sistemdtica de los “efectos de conocimiento” en funcién de una teoria.% Para que una inWestigacin alcance este {iltimo nivel, se requiere la capacidad ‘de filtrar los datos a través de una interpretacion tedrica. Pues bien, lo que se observa en la mhayot parte de las investiga- ciones culturales es el predominio abrumador de la descripcién sobre la explicacién. La mayoria de los trabajos son descriptivistas en sentido etnogréfico, aunque tiltimamiehite también, y por suer- te, en sentido estadistico. La antropologia, de modo particular, parece tener una incontenible vocacidn S8ciografica. En México, por ejemplo, existen innumerables mondgrafias antropol6gicas sobre las fiestas populares y los sistemas de cargo, a veces enmar- cadas en impresionantes “marcos te6ricq$”, pero la mayor parte de ellas se limitan a describirlos con minuciosidad etnografica. ‘Ami modo de ver, una de las claves de la debilidad te6rica y, por lo tanto, metodolégica de los estudios sobre la cultura en Maria Guadalupe Chéve, La cultura en México, cca /Universidad de Colima, México, 19%. ’ Jean-Claude Passeron, Le rasonnement soiologique, Nathan, Pars, 1991, pp 3A ys. +? Por ejemplo, un directorio telefOnico contieng, en primera instancia, una impresionante cantidad de informacién, Pero en segunda instancia puedo operat sobre esta informacion de base introduciendo cierlas categorizaciones yrelacio- nes en funcion de certs hipotesis o de un proyecto de tratamiento de datos. Asi ‘puedo obtener efectos de conocimiento sobre la estructura socioprofesional de los ‘bonados, la densidad de los servicios telefOnicos en los diferentes sectores urba- 10s, etc Por iltimo, puedo subsumir todos los “efectos de conocimiento” obteni- foe a In haz de alguna de las teorfas disponibles en sociologia urbana paya obtener “efectos de inteligiblidad”, por ejemplo, sobre la distribucion diferenc'ada y cle- sista de los servicios telef6nicos en la ciudad. LA INVESTIGACION CULTURAL EN MEXICO a México radica en la poca 0 nula familiaridad de los sociélogos y antro- pologos con Ia problematica del signo, de la que forma parte, a su vez, la problemética de los hechos simbélicos. Esta laguna repre- senta un serio handicap para el anilisis fino de los artefactos y los comportamientos culturales, ya que los signos y los simbolos constituyen, como dicen los culturdlogos estadunidenses, los “materiales de construccién de la cultura” (“the building blocks of culture”).5” Una soci6loga inglesa, Wendy Leed-Hurwitz,**ha llegado inclu- so a definir la cultura en términos directamente semiéticos. Segiin ella, una cultura serfa un “sistema de cddigos” (“set of codes”), y un cédigo, a su vez, seria un sistema de simbolos (“set of simbols”). ‘Tenemos que convencernos, entonces, de que la hermenéutica de la cultura pasa también por la semiética, y que una de nuestras tareas més urgentes es redescubrir la rica veta de reflexiones sobre el papel de “lo simbélico” en la sociedad que encontramos en la tradicién de la escuela francesa de sociologia (Durkheim, Mauss, Marcel Granet, Marc Bloch, Lévi-Strauss, Marc Augé...), en la lla- mada “antropologfa simb6lica” (C. Geertz, V. Turner, Sahlins...) y en la semidtica soviética de la cultura (Jurij M. Lotman y la Escuela de Tartu). A MODO DE CONCLUSIONES Alo largo de la exposicién han ido apareciendo en filigrana las grandes lagunas, insuficiencias y desequilibrios de la investiga- cién cultural en México. Y también, como en negativo, las tareas que nos esperan y las perspectivas del futuro. Expresado en términos muy generales, el diagnéstico final puede ser el siguiente: si bien se ha avanzado mucho en pocos afios y con escasos recursos, los estudios culturales siguen siendo © Barry Brummet, Rethoric im Popular Culture, St. Martin’s Press, Nueva Yor ete 0p 7 York, 5 Wendy Leed-Hurwitz, Semiotics and Communication, Lawrence-Erlbaum Associates, Londres, 1993. ® Véase a este respecto la excelente propuesta metodoligica de John B. Thomp- S son, deologay cultura moderna, vas-Xochimileo, México, 1993, pp. 298 ys. # Se encontrar una excelente revisi6n sobre el tratamiente sociolégico y antro- olégico de lo simbélico en Daniel Fabre, “Le symbolique, breve histoire d'un ere Jacques Revel y Nathan Wachtel, Une ce pus sence Sodas, CEA “Paris, 1996. y ” : 7 nm LA INVESTIGACION CULTURAL BN MEXICO la cenicienta de las ciencias sociales en México, y manifiestan un bajo nivel de innovacién cientifica.* +, 7 Conviene subrayar que el origen de nuestras debilidades no es exclusivamente interno y que éstas no deben atribuirse demasia- do a la ligera a la falta de informacién 0 de formacién de nuestros investigadores. También hay factores condicionantes externos que explican en parte nuestra situacién. Me limitaré a enumerar algu- nos de ellos sin profundizar en la cuéstién. 1) El primer factor es ciertamente Ia'crisis fiscal del Estado y la casi exclusién de la problematica culturaliy, humanista del Ambito de prioridades de las politicas estatales sometidas a la presi6n del neoliberalismo econémico. iba Z 2) Otro factor no desdefiable podria'sdr;el control burocratico de Ia investigacién a través de organismos carno el svt, que ha intro- ducido criterios economicistas de productividad y eficientismo individualista, inhibiendo el trabajo en equipo, alterando los rit- mos de reflexion y maduracién propios de la ciencia y empujan- do a los j6venes investigadores a la innprovisacién o la redundan- cia, bajo la compulsién de “publica Omotir”. 3) Habria que sefialar, por tiltimo, la crisis institucional de las ciencias sociales en la universidad,-debido en gran parte a la mencionada crisis fiscal y al desinterés del Estado, pero también a Ja crisis del marxismo en los afios ochenta, que provocé primero una gran desorientacién te6rica y, posteriormente, un desinterés generalizado por todo lo te6rico. No olvidemos que, como queda dicho, las primeras investigaciones sdbreJa cultura en México s¢ desarrollaron bajo la ensefia gramsciana., ‘Las tareas prioritarias que nos esperan derivan en parte de todo lo dicho. Me limitaré a seftalar las principales. Nuestra primera tarea tendria que ser Ia de conquistar un espa: 4 Entiendo por innovacién un progreso que aporta una contribucién significa; | tiva, no importa que sea mayor o menor, a una determinada disciplina en cua! uier nivel del quehacer cientifico: recoleccién de’informacién, sistema concep fal, paradignas tedelor et Segén M. Dogan yR. Pale rmovation drs Stes sce, rer, Pai, 1981, a innovacion ast entendida suce ser un fe zo acumulativo de masa, es decir, no depende mayoritariamente del “sistema de tstrellas” dela disipina, Pero mi imprest es queen Mexico curve prec mente fo contrarian inaovacion ene campo de los estadios ulturales pn Sepender ach det concurso andrimo del conjunte de investigadores. és del sisteina de estrellas (Donlil, Gascia Canclini, ete) 4 LA INVESTIGACION CULTURAL EN MEXICO 2B cio institucional o, por lo menos, un espacio institucionalmente teconocido para el estudio de la cultura dentro del conjunto de las disciplinas sociales institucionalizadas en la universidad. El problema radica en que la compartimentaciéin entre los diferentes departamentos de las ciencias sociales, ademés de ser rigida, refleja las mas de las veces un estadio antiguo y ya superado de la clasificacién de las ciencias sociales, y no ofrece un espacio ade- cuado, salvo en forma residual o como apéndice de otras discip nas formales (como la antropologfa), para disciplinas transversa- les y esencialmente hibridas como es la ciencia dela cultura. En efecto, el espacio de la cultura es un espacio disciplinariamente | hibrido que convoca no sélo a la antropologia y la sociologia, sino © también a otras disciplinas como la historia, ia psicologia social, laciencia de la educacién, la semiética y hasta la ret6rica. Mas atin, seguin una investigacion reciente, el potencial de innova- cién de las disciplinas sociales tiende a concentrarse hoy dia pre- ‘isamente en los intersticios hibridos entre disciplinas o fragmen- tos de disciplinas diferentes aunque afines. La segunda tarea tendria que ser corregir, dentro de lo posible, ;_ elenorme desequilibrio existente en la frecuentacién de los dife- tentes sectores, perspectivas y escalas te6ricamente posibles den- fro de los estudios culturales. En efecto, hemos visto cémo las Wwestigaciones tienden a concentrarse en algunos polos privile- idos, como las culturas étnicas y populares. Ahora bien, una jituacién de este tipo puede generar lo que algunos laman E> Paradoja de la densidad”. Es decir, la multiplicaci6n de las in- Svestigaciones en un mismo sector de la disciplina o sobre los mis- mos t6picos, lejos de generar un progreso proporcional, tiende a iujetarse a la ley de los rendimientos decrecientes y a provocar ffiémenos de saturacién y repetitividad. = Pero hay més: el predominio del descriptivismo etnogréfico ha yvocado a su vez el predominio abrumador de lo micro y, fre- itemente, de lo microrregional en forma de estudios de caso A este respecto seria interesante comparar la estructura d= nuestras faculta- finstitutos de ciencias sociales con la de una institucién que ha estimulado en grado el desarrollo de los estudios culturales en Francia, como es la Escuela Ato8 Estudios en Ciencias Sociales (Ia famosa vi Seccién de la antigua Escue- ctica de Altos Estudios). Cf. Jacques Ravel y Nathan Wachtel, Line écle pour ncessoxiale, Cane, Pars, 1996, ‘Dogan y R. Pahe, op. cit. % LAINVESTIGACION CULTURAL EN MEXICO LA INVESTIGACION CULTURAL EN MEXICO 78 en las investigaciones culturales. Felizmente, una encuesta como la recientemente realizada por el Programa Cultura de la Univer- sidad de Colima puede contribuir a corregit esta situacién, ayu- dandonos a clevar la mirada y a tomar en consideracién la escala nacional y regional en la investigacién dea cultura. Finalmente, una tarea obvia, que no. por ello deja de seguir siendo la més importante, es el reforzamiento permanente de la formacién y de la capacidad de reflexign tedrica de nuestros investigadores. Esta tarea es particularmente dificil, porque el Ambito de la cultura se presenta hoy como un campo de batalla cruzado por miiltiples debates teéricos. Para comenzar, esta en juego el concepto mismo de cultura, que hoy tiende a ser desechado por la llamada “antropologia pos- moderna”, o también a volver a una acepcién patrimonial que predica el retorno a los valores consagradgs por oposicién al rela- tivismo de las concepciones extensivas dg la cultura, acusadas de ser cOmplices de los enemigos de la “yerdadera cultura” ‘También esté en juego la representacign de lo social que sirve de marco a los estudios culturales. Algunos opinan que la socio- logfa de la cultura sigue demasiado aferrada a una vision clasista de la sociedad, inspirada en el marxisma, que ya no tiene vigen- cia por lo menos en los paises desarrollados. Estos autores se apo- yan en la tesis de la masificacién o clasemedianizacién general zada de la sociedad, y consecuentemente proponen abandonar la correlacién entre comportamientos culturales y posiciones socia~ les. Otros, en fin, apoyados en el surgimiento de una “cultura juvenil” a partir de los afios setenta, sostienen que los efectos de edad y de generacién han relegado a un segundo plano los efec- tos de la posici6n social. “ Est en juego, finalmente, la realidad y profundidad de la mu- tacién cultural en las sociedades avanzadas. Algunos afirman que nada ha cambiado y que todo sigue igual: no se habria ampliado el circulo de los frecuentadores de la literatura, del teatro y del arte contemporéneo, y persistirian las desigualdades de acceso a la cul- fura, tanto en términos sociales como geogréficos. Otros, en cam- bio, hablan de una verdadera revolucién cultural “posmoderna” que se manifestarfa emblematicamente en la muerte del libro y él triunfo definitivo de lo audiovisual. Este repertorio de problemas te6rico-interpretativos constituye s6lo una muestra de los debates en curso en las sociedades avan- zadas a propésito de la cultura, a los que tendremos que afiadir nuestros propios debates en México y en Latinoamérica. BIBLIOGRAFIA Arizpe, Lourdes, Cultura y desarrollo, El Colegio de México, México, 1989. » Bartolomé, Miguel Alberto, Gente de costumbre y gente de razén, Siglo »_ XXI/aNt, México, 1997. -y Alicia Mabel Barabés, La pluralidad en peligro, mst, México, 1996 ~ (Col. Regiones de México). " ‘Bartra, Roger, La democracia ausente, Grijalbo, México, 1986. 5 Ia jnula de ta melancolia, Grijalbo, México, 1987. -—, "Culture and Political Power in Mexico”, Latin American Perspec- tives, vol. 16, mim. 2, 1989, pp. 61-99. © —— Oficio mexicano: miserias y esplendores de la cultura, Grijalbo, Méxi- «0, 1993, -,"Method in a Cage: How to Escape from the Hermeneutic Cir- cle?”, Transculture, vol. 1, ntims. 2, 5-16, 1996. 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Dos més de estas tensiones son peculiarmente significativas para la discusién actual. Una es la utilizacién de la idea de cultu- raen el marco de los esquemas evolucionistas (y, en cierto modo, también los difusionistas), donde por un lado se analizan los ‘macroprocesos de la especie humana, pero donde, por el otro, las culturas particulares son vistas siempre como resultados de tales Procesos y, en consecuencia, como detenidas en el tiempo. Rela- cionada con esta acronia esta la segunda tensi6n, porque, por una parte, las culturas particulares interesan ante todo como repre- sentantes de etapas y de dreas (los llamados “circulos” y “estra- os” culturales), constituyen siempre formas en transicién hacia otras (mas avanzadas) y estén Ilenas de “sobrevivencias” y ele- mentos “intermedios”, pero, por otra parte, toda cultura particu- lar es presentada como entidad integrada y, por tanto, claramente delimitada, donde sustrato biolégico, lengua, adaptacion ecoldgi- ca especifica, instituciones e ideas se corresponden. Sin haberse dado todavia una discusién te6rica, conceptual 0 epistemol6gica significativa en la antropologia mexicana acerca del término cultura, su historia reciente y su actuzlidad se puede examinar con provecho en relacién con el destino de este térmi- |. 10. Por ello, la primera parte de este trabajo analiza la desapari- E don de este vocablo de la discusin hegeménica durante los afios sesenta y su paulatina reintroduccién como “cultura adjetivada” . varios lustros después. En el segundo apartada se ofrece una sion esquemética de los campos culturales estudiados actual- El estudio dela cultura _ en la antropologia mexicana reciente: una vision panordmica Esrepan Krorz! InTRopucci6N ‘A pesar de ser conocida, sigue resultando lamativa la paradoja de que la antropologia ha sido llamada y se ha identificado a sf misma desde su inicio a fines del siglo xx como “Ia ciencia de la cultura”, “la ciencia de las culturas” o “culturologia”, pero que en a comunidad antropoldgica no ha habido nunca un consenso general sobre el significado de este término. Es mas, este vocablo | no sélo ha servido para identificar un objeto de estudio sino tam- bién para distinguir una perspectiva distiplinaria particular den- tro del conjunto de las ciencias sociales y hasta para caracterizar | corrientes y especializaciones particulares al interior de la antro- pologia? | - Como muchas otras historias de,éxito, la de la antropologia cientifica guarda en su interior una serie de tensiones iniciales, que una y otra vez son tematizadas de maneras y en momentos muy diferentes a lo largo de su desarrollo. Esto es cierto también, j para el término “cultura”, ya que es formulado originalmente = como parte del esfuerzo cognitivo de comprender la esfera social ; #05 fundamentales presentes en esta historia. En el apartado final propia de la especie humana. Cultura es ld que distingue a la vida 4 ‘ales PI apartado: "e discuten algunos elementos de tipo tedrico y metatedrico que ‘quieren servir, al mismo tiempo, para una mejor comprensién de Ja situaci6n actual y para impulsar la discusion sobre la antropo- logia mexicana actual.3 ase te apna amps cae oe rate a Sa en ay EE ee en Soy Este estudio aprovecha varios trabajos previos sobre el tema y otros relacio- 82 ESTUDIO DELA CULTURA EN LA ANTROPOLOGIA MEXICANA DESAPARICION Y REAPARICION DEL TERMINO “CULTURA” EN LA.ANTROPOLOGIA MEXICANA Uno de los rasgos lamativos de la antropologia mexicana de la segunda mitad del siglo xx consiste en que en los aproximada- mente tres 0 cuatro lustrost en los que se inicié una marcada expansién y consolidacién institucional de la antropologia (espe- cial, pero no tinicamente de su vertiente académica), el vocablo universalmente identificador de la disciplina desaparecié de modo general de la cultura antropolégica para reaparecer poste- riormente de un modo muy diferente. El rechazo del “culturalismo” La revision de escritos y de la tradici6in‘oral acerca de eventos, biografias e instituciones, permite reconpeer varios factores estre- chamente vinculados unos con los ottos, como causas de una re orientacién profunda de la antropologia generada en México que se inicié durante la segunda mitad de los sesenta y que dur6, con algunas variaciones, casi cuatro lustros. Ello se debe en primer lugar a la irrupcién masiva (ya habia estado presente antes, pero de manera aislada y més bien excep- rnados (especialmente Esteban Krotz, “Cultura ejcologia: un campo tematic en j expansiGn durante los achentas”, en Estudios sobre las culturas contemporiness, vol.5, nim. 15, 1993a, pp. 59-80, y “El concepto ‘cultura’ y la antropologia mexi- ‘cana: juna tensién permanente?” en E. Krotz (conip.), La cultura adjetioada lcon- ‘cepto “cultura” en la antropologia mexicana actucla través de sus adjetivaciones, vant Itapalapa, México, 1993b, pp. 13-31) y los materiales preparados para una sesiin sobre el tema en diversas ediciones del diplomado en andlisis de la cultura orge- nizado entre 1996 y 1998 por la Coordinacién Nacional de Antropologfa del Inst- ESTUDIO DE LA CULTURA EN LA ANTROPOLOGIA MEXICANA 83. cional) de cierto tipo de marxismo en la antropologia mexicana y, particularmente, en sus centros de formacién académico-profe- sional. Se trataba de una versién del pensamiento marxista que privilegiaba sobremanera la atencién a la estructura, 0 sea, a la esfera de la produccién econémica, las caracteristicas de las clases sociales, las relaciones entre ellas y el desarrollo del sistema capi- talista, En segundo lugar hay que recordar que durante este mis- mo lapso, los estudios campesinos se convirtieron en el foco de atracci6n principal de las ciencias sociales mexicanas, incluyendo ala antropologia. Tales estudios se volvieron el espacio donde se recibieron y desarrollaron con mas intensidad los impulsos teé- ticos provenientes del marxismo mencionado. En consecuencia, el interés antropoldgico predominante y ms dindmico se ocupa- ba ante todo de “una caracterizacién de clase del campesinado y de las vias de desarrollo del capitalismo en la agricultura en Mé- xico” y del “potencial revolucionario del campesinado, con un énfasis sobre su definicién como clase a partir de un andlisis con- creto de sus demandas, luchas y organizaciones” * En retrospec- tiva llama la atencién la fuerza de este enfoque que hizo que des- aparecieran del campo de visién de muchos antropélogos, al igual les mexicanas, incluso aspectos “superestructurales” considera- __ dos tradicionalmente muy relevantes para el estudio de la sociedad nacional, tales como la etnicidad: los grupos, pueblos y comuni- dades indigenas quedaban subsumidos bajo el término de “cam- _ pesinos pobres” y el tema de las relaciones interétnicas se disipé detrés de la problematic de la articulaci6n de los modos de pro- ~ duccién. En una fase posterior de este proceso, la influencia de cierta combinacién entre una antropologia de origen levistraussiana y _ elheterodoxo marxismo althusseriano hizo resurgir cierto interés por la superestructura. Sin embargo, ésta quedaba fuertemente limitada a los fenémenos politico-estatales, dejando de lado la + esfera propiamente ideolégica. A su vez, tal reducci6n de lo su- © perestructural a lo politico y la concepcién de ello como algo vin- culado necesariamente con el Estado capitalista, se conjuntaron tuto Nacional de Antropologia e Historia, Se basa en la observacion partcipante, la historia oral y una revision de la bibliografia y hemerografia especializadasy, con respecto a los afios mas recientes, de fos materiales contenidos en los prime: ros cinco volimenes del anuario inventario Antropolégico. Aprovecho la oportuni- ddad para agradecer los comentarios hechos a una version previa por los demés integrantes del "Seminario de estudios de la éultura” del Consejo Nacional pars Ia Cultura y las Artes. dl ‘Todas las indicaciones de periodos de tiempo que se hacen aqui son aprox. ‘mativas y esqueméticas; ademés, hay que tomar en cuenta que los procesos des Critus sucedieron con velocidades desiguales ex las diferentes regiones e instr clones de la comunidad antropolégica nacional. Luisa Paé, “El debate subre el problema agrario en los setenta y ochenta”, {Nueva Antropologia, vol. xt, nim. 39, 1991, p. 11. 84 ESTUDIO DELA CULTURA EN LA ANTROPOLOGIA MEXICANA eficazmente con la amplia acepcién que tuvieron algunos estu- dios sobre la enajenante ideologia burguesa, que desenmascara- ban y denunciaban la diseminacién de Ja misma a través de los medios de difusién masiva y el sistema escolar. ‘Ambas fases de la misma coyuntura se desarrollaban sobre una matriz de rechazo a los llamados “estudios de comunidad”, De lo que se trataba entonces era superar la limitacién inherente a los estudios de las poblaciones rurales concebidas como entidades autocontenidas, mediante su anélisis como partes de todo un pais; este tiltimo, a su vez, era visto como parte del mundo latino- americano dependiente y, en general, del Tercer Mundo? sta situaci6n es ilustrada por dos programas de estudio inicia- dos durante los afios setenta. La licenciatura en antropologia social de la entonces recién creada Universidad Autonoma Me- tropolitana-Iztapalapa inclufa entre sys seis éreas de concentra- cién iniciales a la etnologia, pero se aproximaba a la temética, ante todo, en términos de las relaciones sociales en sociedades complejas; las asignaturas bésicas de las areas de concentracién: antropologia del desarrollo, antropologia rural y antropologia urbana, no contenfan referencia alguna a la problematica propia- mente cultural y sélo entre los cuatro cursos obligatorios del 4rea antropologia politica estaba incluido uno con el titulo “Cultura e ideologia politicas”. El otro ejemplo es yno de los iniciales cuatro talleres de investigaci6n de la maestria en antropologia social de fa Escuela Nacional de Antropologia e Historia, que llevaba origi- nalmente el nombre “Ideologia” y que en 1982 fue ampliado a “Cultura e ideologia”. : Como resultado de esta transformacién se volvieron casi invisi- bles en el debate central en la antropologia mexicana muchos ele- Estudios emblemiticos de este tipo fueron el de Ariel Dorfman y Armand Mattelart, Para ler el Pato Donald: comunicncin de masas y colonialismo, Siglo XX1 ‘Argentina, Buenos Aires, 1972; las criticas de Paulo Freie (Pedagogia del eprimid, Siglo XXI Argentina, Buenos Aires, 1972) ala institucién escuela y los cuestiona~ -mientos radicales de Ivan Ilich (Alternatcas, Joaquin Mortiz, México, 1974). 7 En 1963, un trabajo pionero resumi6 esta critica as: “La importancia que los ‘etnélogos han atribuido alos elementos cultiales'de las poblaciones indigenas a disimulado durante mucho tiempo la verdadera naturaleza de las estructurat socioecondmicas", y: "El mundo econémico indigena no es un mundo cerrado. Las comunidades indigenas s6lo estén aisladas en apariencia” (Rodolfo Staven |hagen, “Clacos, colonialiomo y aculturacién”, en Miguel Othén de Menaizébal oa [as clases sociales en Mico, Nuestro Tiempo, México, 1968, pp. 114 y 135). ESTUDIO DE LA CULTURA EN LA ANTROPOLOGIA MEXICANA 85 mentos considerados anteriormente como “tipicamente antropo- légicos” tanto por antropélogos como por colegas de otras disci- plinas y personas de ambitos distintos. Esto vale igualmente para fenémenos socioculturales (por ejemplo, la religién) y para sec tores poblacionales (particularmente, la poblacién indfgena) Donde se mantuvo 0 donde posteriormente resurgié de modo limitado un cierto interés por aspectos “ideolégicos”, éstos se tra- taron de manera general, dentro un sencillo esquema binario but- guesia-proletariado, privilegiando el andlisis de los mensajes y asumiendo su efecto directo e inmediato sobre los receptores. Pero como el método caracteristico de los estudios antropolégi- os seguia siendo el trabajo de campo, donde se interactuaba con los receptores de los mensajes ideol6gicos, no se pudo aprove- char estos estudios, por lo que no se llegé a generar andlisis empi- ticos sobre fenémenos superestructurales desde esta perspectiva. En consecuencia, cuando se hacia mencién de ellos, usualmente = ésta se quedaba como simple referencia, no pocas veces de tinte fuertemente doctrinario o meramente denunciatorio. La situacién descrita y sus causas no pueden entenderse ade- cuadamente si no se toma en cuenta una serie de caracteristicas _ del proceso social mexicano de aquellos afios que, lejos de que- darle “externas” a la antropologia, como lo supone un cuestiona- ble dualismo en la historiografia de las ciencias, cperaban como __ elementos constitutivos.® Uno era la influencia generalizada de la teorfa de la dependencia, que atravesaba, al igual que la fascina- = cién por el campesinado como posible factor de cambio en los ‘paises del Tercer Mundo, los limites disciplinarios e instituciona- les de las ciencias sociales de aquella época; en este contexto hay que mencionar también la importancia de la teologia de la libera- =ci6n y diversas organizaciones y practicas inspiradas por ella. S Otro era la esperanza, compartida por muchos cientificos sociales © y-estudiantes, de que se estaba acercando répidamente un cam- @ bio profundo de la situaci6n social injusta imperante en el pais y g- toto el continente. Ambos elementos confluyeron en la omnipre- [ gente denuncia del imperialismo —estadunidense— como culpa- a ible de la situacién. Hay que recordar aqui que durante los sesenta ‘Yéase para esta concepcién E. Krotz, “Historia e historiografia de las ciencias {upologicas: una problematica teorica”, en C. Garcia M. (coord), Lt entropolo en México, vol. 1, NA, México, 1987, pp. 113-138, 86 ESTUDIODELA CULTURA EN LA ANTROPOLOGIA MEXICANA y setenta en México, a diferencia de casi todo el resto de América Latina, no existfa régimen militar y la ¢onsiguiente restricci6n de la vida intelectual? El resultado de todos estos factores internos y externos puede ” resumirse también de la siguiente manera: el fuerte acento en la esfera tecnoeconémica del marxismo y del neevolucionismo de la época y el igualmente fuerte acento en lo social, con respecto al _| cual las corrientes mencionadas coincidian con el estructural-fun- cionalismo, se combinaron para rechazar la identificacién de la antropologia como la “ciencia de la cultura”. A lo més se estaba dispuesto a reconocer la existencia dé una “antropologia de la cul- tura” en el sentido de una antropologfa parcial en cuanto a 4mbito fenoménico y/o en cuanto a perspectiva te6rica. En la historia de la disciplina, empero, el lugar de una ahtropologia parcial de este tipo era ocupado precisamente por la ahtropologia estaduniden- se, denominada usualmente “antropologia cultural” y durante décadas casi monopélica en el pais.{° Esta, llamada posteriormen- te de modo peyorativo “culturalistio”, reunia tres caracteristicas negativas: era, por principio, sospechosa de ser vehiculo del im- perialismo cultural; representaba iun tipo de antropologia cuyo aislamiento metodolégico de las comunidades y pueblos bajo es- tudio ocultaba que tales colectividades siempre estaban inmersas en estructuras de explotaci6n y domina¢ién de alcance mayor; su atenci6n privilegiada a los fendmenos superestructurales habia levado ala folclorizacién y banalizacisrtde la antropologia mexi- cana por ignorar los problemas basicos'de la sociedad, que eran de cardcter estructural y politico. Laaparicién de “la cultura popular” Quedaré como una ironia de la historia que el regreso de la no- cin de cultura a la antropologia mexicana se diera precisamente * También hay que recordar que los mas importantes centros mexicanos de investigaci6n y docencia en ciencias sociales —todos ubicados en la capital del ppafs— acogieron durante buen tiempo una cantidad significativa de cientificos sociales sudamericanos exiliados. °° Una idea de esto la da el catélogo de traducclones del Fondo de Cultura Eco- némica de aquella época. ESTUDIO DE LA CULTURA EN LA ANTROPOLOGIA MEXICANA 87 ala sombra de un autor en cuyo vocabulario el término “folclor”” ocupa un lugar importante. La intensa difusi6n de los escritos e ideas de Antonio Gramsci y de los trabajos de algunos antropélo- g08 inspirados en él, empez6 a hacerse sentir hacia fines de los setenta; a mediados de los ochenta, tales ideas ya se habfan con- vertido en tema de discusién y punto de referencia obligados. Dos fueron sus principales efectos. En primer lugar, contribuy6 a quitar aspereza al debate teéric y politico-ideol6gico en la antropologia mexicana, porque remiti aun segundo plano la utilizacién de posiciones tedricas para la identificacién de posturas politicas. En segundo lugar, eliminé convincentemente cualquier connotacién negativa del concepto cultura e indujo a la construcci6n de numerosas combinaciones te6ricas y conceptuales que anteriormente se habrian rechazado por eclécticas. Empero, resulta obvio que no se trataba aqui de la simple “repatriacién” de una concepcién de cultura anteriormente deste- rrada de la antropologia mexicana. De hecho, la influencia | gramsciana llegé en una coyuntura en la cual la antropologia en México ya habia empezado a superar su larga atencion casi exclu- siva ala poblaci6n rural y a incursionar en el estudio de otros sec- tores sociales, particularmente los pobres urbanos y los obreros industriales, ocupandose también de sus movilizaciones y de sus representaciones politicas (movimiento urbano pepular, sindica- tos)." El concepto general “cultura popular” foments la fructifera conexién del tradicional estudio microsociolégico de barrios populares, grupos migrantes campo-ciudad y obreros fabriles con un marco de anélisis global de carécter marxista. Asi, por una parte, permitia dar cuenta de la segmentaci6n real de las capas mayoritarias de la poblacién mexicana en cuanto a trabajo, vida * Revisiones de los estudios generados las ofrecen: Victoria Novelo, “La cultu- ‘i obrera: una contrapropuesta cultural”, Nueva Antropologia, vol. vi, nim. 23, 1984, pp. 45-57; Rail Nieto, “La cultura obrera: distintos tipos de aproximacién y construecién de un problema’, en E. Krotz (comp.), La cultura adjetioada, van latapalapa, México, 1993, pp. 43-54; Eduardo Nivén, “Modernidad y cultura de ‘masas en los estudios de la cultura urbana’, en E. Krotz (comp), La cultura adjeti- [> aia, va-Tztapalapa, México, 1993, pp. 55-74; Juan Luis Sariego, “Cultura obrera _ Pertinencia y actualidad de un concepto en debate”, en E. Krotz (comp.), La cult © rwidjetioada, uaw-Iztapalapa, 1999, pp. 34-49: Amparo Sevilla, "El concepto de ‘altura en los estudios del movimiento urbano popular”, en E. Krotz (comp), La cultura adjetivada, vawIz\apalapa, México, 1993, pp. 157-174,

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