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gotear —clepsidra de agua— est ligada nuestra vida. De tanto sonar, ya dejébamos de ofrlas mu hos dias. Afios y afios. Pero volviamos a oitlas. Y era un dia como todos. O la noche —estreila- da— en que moria alguno de Ja familia, {O en que nacia alguno de nuestros hijos! Laudanza de Michoacén. Morelia, Pétecuaro, Uru: ‘pat, Ediciones de Ia Universidad Naconal de Mexico, Miésico, 1957, pp. 3940, “SS ALFONSO REYES [Monterrey, N, L., 17 de mayo de 1889 — México, . F,, 27 de diciembre de 1959] Ya en tos principios titerarios de Alfonso Reyes, en aguellas celebradas y juveniles Cuestiones estéticas (1911), se encuentran tos gérmenes de las grandes direcciones de su monumental obra posterior, La cultura cldsica, la investigacion tedrica de la lite ‘ura, las letras espafolas, francesas, inglesas me. canas, 1a obra de Goethe, aficiones que conservard y desarrollard en sus libros siguientes, tienen en aguét de su juventud un afortunado nacimiento. Como entonces se anunciaba, ensayista habré de ser primordialmente, aunque haya quien lo considere ante todo poeta, en atencidn a su hermosa obra liri. 4, y cultive con acierto la prosa narrativa y el dra ma. Alerta su curiosidad hacia todos los rumbos, atento siempre a las manifestaciones del esprit, allt donde surjan, conquistador y propagador dle las tradiciones fundamentales de ta cultura, universal y enciclopédico, Reyes realiza en México el mds cum. plido ejemplo del hombre de letras. Con sdlo sus ensayos pudiera integrarse wna an- tologia que mostrara la mayor parte de los tipos y formas que suele adoptar el género. Y si se prefe riera un inventario de sus temas, advertirianse las multiples direcciones que esas pdginas siguen: diva gaciones puras, critica literaria, temas humanistas, teorla literaria, meditaciones americanas y asuntos misceléneos. Formas y temas varios han ido alter. ndndose y conjugdndose en su obra con una distri bucién que recuerda ta de wna vida bien ordenada: meditaciones sobre nuestro destino americano y me. xicano y juegos posticos; reflexiones sobre el fend. meno titerario y fantasias en donde toda curiosidad 289 — tiene cabida; ta antgiedad cldsica tatda hasta nues- tras preocupactonas ectuaiesy lamads de atentOn tacit fo sobresalente del porsunieno modemo, 9 tam ta graciay ta maticta dojando ou rostro crnable titre 1 sequsdad’ de las nvestigaciones, ta lee Glan ntoraly filssfea en divertinentos que pare. Ser pra frivoidad, Tit toon de su estilo no es ta pastin nef drama- siamo, ta eziberancia tmaghatiea fa serena propordion’ nia agude cides net edldo temblor Eel sentimiento, Domina por igual esos regsiros Juste con foles las expertntias sabe esntar is eas con aguel are sul del sia de tno. Seta de Proust cya sonata. pecia descr on “Gpjeto bello” ya exisente. Mancja wna sablduria totaly no sbto de ciencasy artes cin te todas fas titer is mis especiiocsprobiomas de cule con tin ceo ‘popular om elemplo en at ue tnterie tan personas del rano crtina, Aipénas veces, ta Tigueea de elementos, ta mutiplcidad de intact rise atustonss 7 al virtuosos del gro mental nos tray expresonas estetens, Berg. difnco. Reyes fo feausive en una cbundancia tilda te cada ea da SiS gulas y Con fielded a ta eases aruitecura fact ebncia de un dics ordenando el universe. empresas,» pudlera'prepintarse, come Sor huina, Sino ta debe ats sabrosos condimentos dela tera Ie produecion siempre goverass gue desde ais origetes mantuvo Alfonso Reyer dia a te cultura mmesicana una de ins obras de mayor esplendor tno de sus mds cares orpllos. Mientras otros me- Hlaoios representan to tireducible de nuestro ser 290 nacional, su oscura y violenta originalidad, la obra y la personalidad de Reyes diriase que parten det punto justo en que aquella individualidad comienza @ ser inteligible para el resto del mundo. En sus argos aiios de gloriosa fecundidad, él prefiris la do- ble tarea de conservar entre nosotros ta circulacion de las tradiciones fundamentales de ta cultura y la atencion a los testimonios del espiritu, al mismo tiempo que hacia traducibles para el mundo mues- tras mejores esencias, Por ta aguda y prddiga belleza de su estilo, por et dominio magisiral que tiene sobre todos los mati- ces de las letras y por la lucidez y originalidad de sus estudios y ensayos —especiatmiente en el campo de la teoria iiteraria—, Alfonso Reyes es uno de los escritores que honran ta cultura mexicana Reyes inicié sus estudios en Monterrey, y en 1905 se trasladé @ la ciudad de México para continuarlos en ta Escuela Nacional Preparatoria. En este mismo aio. publics sus primeros versos en El Espectador, de Monterrey. Mientras cursaba la carrera de abo- gado, que conctuiria en 1913, particips en las empre- Sas culturales det Ateneo de la Juventud. Los suce- sos politicos y Ia tragica muerte de su padre, el general Bernardo Reyes, lo empujaron a Europa a mediados de 1913. En Francia y Espaiia, donde per- manecerd de 1914 a 1927, sirve cargos diplomdticos ¥ trabaja como investigador filolégico en el Centro de Estudios Histéricos de Madrid. De 1927 a 1939 es representante de México en Buenos Aires y en Rio de Janeiro. A principios de 1939 regresa defini tivamente a México, donde organiza y preside La Casa de Espaiia que luego se transforma en El Co- legio de México. En varias etapas de su vida enseis literatura. Universidades e instituciones de Europa y América le otorgaron los méximos honores acadé- imicos y solicitaron para é1 el Premio Nobel. Presi- 201 Ses dié desde 1957 ta Academia Mexicana; fue miembro fundador det Colegio Nacional. En'1955, al cum plirse 50 aftos de su carrera literaria, se le tributaron honares y homenajes y el Fondo de Cultura Econé- mica comenzé la publicacién de sus obras completas. ‘Sus restos descansan en la Rotonda de los Hombres Tlustres. Cates, msavos v memous: Los “Poemas riisticos” de Ma- uel José Othiin, 1910-~Cuestiones estéticas, Paris, 191011, El paisaje en la poesia mexicana del sigly vee, 91.21 sk eida, Madrid, 197; 1954 Viste de Andhaae: San’ José de Gosta Rica, To17; Madrid, 1923; 1953, 1956—Cartones de. Ma dri, 1917—Retratos reales e imaginarioy, 1900, Simpatias 9 diferencias, Madrid, 192196; 1948 (2 ed, rol, de Antonis Castro Leal).—B! edcador, Madrid, 1921; 1951—L’évotution de Mésxique, Paris, 1923-~Calendario, Madrid, 1924-—Strmples re. ‘marques sur le Méxique, Paris, 1906-~Cuestiones gongorines, Madrid’ 1927-—Discurso’ por Virgo, 1931; "Buenos Aires, W951—A wuelia de correo, Rio de Janeiro, 1982—En ef Did ‘Americano, Rio de Tancito, 1982—~Atenea politica, Rio de Te ‘eiro, 1952; Santiago de Chile, 1933-—Tren de ondas, Rio de Janeiro, 1982—Voto por ta Universidad det Norte, Rio de a. eiro, i933—La ‘cata, Rio ‘de Janeiro, D33-—fransito de Amado Neryo, Santiago de Chile, 981-~ides polities de Go the, W31—Las visperas de Espaia, Buenos Aires, 1937 (Re. coge los Cartones de Madrid, En’ el ventsnillo de Toledo, Horas de Burgos, La saeta, Puga de navidad y otros ined tos) —Monterrey,' Correo Literario, Rio de Janeiro, Buenos Aires, 14 ndmeros, de que el pentitime tlese dos ediciones uuad de Rio de Janeiro y otra de Buenos Aves, 199) a 1957. Homilia gor ta. eulturn, 108-~Aquelloe dias, Santog ae hile, isi8atatiarmé”sntve nosotros, Buen Aires, 193 1855—~Capltulos. de lteratura espafiola” Primera serie, 1939 nse, 19i1.Pesado.inmediato, 1941-—Los siete sobre Deva, 1942--La antilgue retorica, 142 Uitima Tule, 1982.—La experiencia literaria, Buenos Aires, 192, 1952—Et destinde:\protegdmenos aa’ teorta literaria, 194.—Tentatives orientaciones, I9M—Norte 9, sur, TOK Tres puntos de exopétia literaria, 1MS—~Copitos de Titers ‘tara espafiota.. Segiundat serie, 1945.-Calendario.y Tren de condas, 16S. Panorama def Brasil, iS—Iuam Rei de Alar en cl Homenaje aA. Schweitzer, Cambridge Mass, 1945-—Discursos_en la dcadernia Mesicamta de la LE. ‘ila, 1945 (Contione discursos de Iaime Toures Bodet yA R}Las letras patrias, en México la culura, 1946-—Por 292 ‘mayo era, por thao, 1948—Los trabajos y los dias, 19%6— Homenaje de El Colegio National ul Maestro Antonlo Coto, 1946-—A lpi, 1947 —Burlas literarias (1919922), 941 Gratg compaiia, 1948-—Entre libros, 1948De un autor eonourade Eft cOiujote: Anions "de Torguamada, 168 Panorama le la religin griega, 1948-—Letras de la Nucva Espa, 918 ‘Sletes, 1989-—De viva vos, 1919-—Junta de sombras: Bstustios Ielénicos, 149.—Mi idea’ de la historia, Monterrey, 1900. Tertulia “de Madrid, ‘Buenos Aires, 1930--Cuatroingentos, Buenos Aires, 1950—EI hhorizante.econamico en tos’ slbores de Grecia, 19%0—Trazos. de. historia tterarie, Buenos’ Aires, 1950—En toro al estudio de Ta religion grigga, 13-—Ancs- 1ajes, 951 —Medaliones, Buenos Aires, 951-—t Xen la frow. 4, 1952-—Marginaia. Primera serie, IMGIDL, 1952-—Merme. las de cocina» Bodega, 1958—Atbot de p6lvora 105% Parentatia, 1994 —Marginalia. Soguitda serie, [05 1054, 1954— Trayectoria de Goethe, 1954—Las tree tesoros, 1955. -Quince resencias, 1955—Las burlas veras. Primer ciénto, iDsTocie tudios heténicos, 1957—Resumen’ de literature mevicana, W5—Las burlas veras. Segundo ciento, 1939-—Al Suanaus, 1P—A campo traviesa, 1840--Crénioa de Monterrey [Ai bores, 180—Los: nuevos caminos de ta lingltatien, 1601 Polifemo sin Idgrimas, Madrid, 1961—Frente a le pantalla Critica cinemarogrdfica, 1963 (contione también. articulos de Marsin ‘Luis Guzman y Federica de. Onis).Oracion del 9 de febrero, 1963 (Introduccion de Gaston Garcia Canttiy + Anecdotario, 1968 (Prélogo de. Alicia Reyes) Diario, pit 230, 1969 (Prologo de Alleia Reyes. Nota de Alfonso. Reyes Mota)—Vida y fein, 10 (Prélogo de Ernesto Mejia Sam. Onius Conerusnss: (Fondo de Culsura Econémica) 1, 1955; HLT y IV, 1956: Vy VE 1957; VIL y VEIL. ashe TX y $939: acy ar, then: "ttt, ‘Taat (apart de eats volutust lgvan notas préliminares de Ernesto Mejia Sénches), Ri 1962; XV, 1968; XVI, 1964; XVIT 1965; XVII, 19667 SK, 1908 (ng epee mica) wracoaiss: Das 0 tres mundos, 1944 (Seleccién y prétogo ge Antonio Castro Leal) ~The possition of Americe, ‘New York, 1950.—Antotogla de Alfonso Reyes, 1983. Anfolagla de Alfonso Reyes, 1965 (Seleccion ¥ prologo de J. LM. PALINODIA DEL POLVO ¢Es #sta la regién més transparente del aire? Qué 4habéis hecho, entonces, de mi alto valle metafisico? 293 SSR es ¢Por qué se empafia, por qué se amarillece? Corren Sobre él como fuegos fatuos los remolinillos de tie- rra. Caen sobre él los mantos de sepia, que roban profundidad al paisaje y precipitan en un solo plano. espectral lejanfas y cercanfas, dando a sus rasgos y colores la irrealidad de una calcomanfa grotesca, de una estampa vieja artificial, de una hoja prema turamente marchita, Mordemos con asco las arenillas. ¥ el polvo se agarra en Ja garganta, nos tapa la respiracién con Jas manos. Quiere asfixiarnos y quiere estrangular- nos. Subterréneos alaridos Hegan solapados en la polvareda, que debajo de su manta al rey mata, Llegan descargas invisibles, ataque artero y sin de fensa; lenta dinamita microbiana; dtomos en suble vacién y en despecho contra toda forma organiza- a; la energia supernumeraria de la creacién resen- tida de saberse initil; venganza y veaganza del pol- vo, lo més viejo del mundo. Uitimo estado de la materia, que naci6 entre la bendicién de las aguas y —a través de la viscosidad de la vida— se reduce primero a la estatuaria mineral, para estallar final: mente en esta disgregacién diminuta de todo lo que existe. Microscopfa de las cosas, camino de la nada; aniquilamiento sin gloria; desmoronamiento de iner- cias, “entropfa”; venganza y vensanza del polvo, lo mis bajo del mundo. 10h desecadores de lagos, taladores de bosques! iCercenadores de pulmones, rompederes de espejos mégicos! Y cuando las montafias de andesita se ven- gan abajo, en el derrumbe paulatino del cireo que nos guarece y ampara, veréis cémo, sorbido en el ne gro embudo giratorio, tromba de basura, nuestro valle mismo desaparece. Cansado el desierto de la injuria de las ciudades; cansado de la planta huma- na, que urbaniza por donde pasa, apretando el polvo. contra el suelo; cansado de esperar por siglos de si- 294 glos, he aqui: arroja contra las graciosas flores de piedra, contra las moradas y las calles, contra los Jardines y las torres, las nefastas caballerias de Atila, Ja ligera tropa salvaje de grises y amarillas pesuiias, ‘Venganza y venganza del polvo. Planeta condenado al desierto, 1a onda musulmana de la tolvanera se apercibe a barrer tus rastros. Y cuando ya seamos hormigas —el Estado per- fecto— discurriremos por las avenidas de conos hechos de briznas y de tamo, orgullosos de acumular los tristes residuos y pelusas; incapaces de la uni- dad, sumandos huérfanos de la suma; incapaces del individuo, incapaces de arte y de espiritu —que sélo se dieron entre las repiblicas mas insolentes, Grecia y la Italia Renacentista—, repitiendo acaso con el roméntico, cuya voz ya apenas se escucha, que la gloria es una fatiga tejida de polvo y de sol. {Porvenir menguado! ;Polvo y sopor! No te en- gaiies, gente que funda en subsuelo blando, donde Jas casas se hunden, se cuartean los muros y se des- cascan las fachadas, Rindense uno a uno tus monu- mentos. Tu vate, hecho polvo, no podré sonar su clarin. “Tus iglesias, barcos en resaca, la plomada perdida, ensefian ladeadas Ias cruces. ;Oh valle, eres mar de parsimonioso vaivén! La medida de tu onda escapa a las generaciones. jOh figura de los castigos biblicus, te hundes y te bares! “Cien pueblos ape- drearon este valle”, dicé tu pocta.* Pasen y compren: todo esta cuidadosamente en- vuelto en polvo. La catistrofe geolégica se espera jugando: origen del arte, que es un hacer burlas con Ja muerte, Napoles y México: suciedad y can- cién, decia Caruso. Tierras de disgregacién vol nica, hijas del fuego, madres de la ceniza, La pipa de lava es el compendio. Un Odiseo terreno, sur- cado de cicatrices, fuma en ella su filosofia * Carlos Pellicer, Retérica det paisafe. vente. Stevenson se confiesa un dia, horrorizado, que toda materia produce contaminacién pulverw- Ienta, que todo se liga por suciedad. :Cudl seria, oh Ruskin, la verdadera “ética del polvo"? En el polvo se nace, en él se muere. El polvo es el alfa y el omega. ¢Y si fuera el verdadero dios? Acaso el polvo sea el tiempo mismo, sustentéculo de a conciencia, Acaso el corpisculo material se confunda con el instante, De aqui las aporias de Zenén, que acaba negando. el movimiento, engafio del mévil montado en una trayectoria, Aquiles de aligeras plantas que jadea en pos de la tortuga. De aqui la exasperacidn’ de Fausto, entre cuyos dedos sse escurre el latido de felicided: “Detente, ;Eras tan bello!” Polvo de instanténeas que la mente teje en una ilusién de continuidad, como la que urde el nematégrafo. Por la ley del menor esfuerzo —el ahorro de energia, de Fermat—, el ser percibe por unidades, creandose para si aquella “aritmética ogica” de que habla Charles Henry, aquella nocién de los ntimeros cardinales en que reposa la misma teologia de Santo Tomés. El borrén de puntos esté- ticos sucesivos deposita, en los posos del alma, la ilusién del fluir bergsoniano, Las ménadas irredu- cibles de Leibniz se traban como atomos ganchudos, La Hilosofia natural se debate en el conflicto de 10 continuy y lu discontinuo, de Ia fisica ondulatoria, enamorada de su éter-caballo, y la fisica corpuscular © radiante, sélo atenta al dtomo-jinete. El polvo geabalga en la onda o es la onda? El célculo infi- nitesimal mide el chorro del tiempo, 21 cdlculo de los cuantos clava sus tachuelas inméviles. ¢La sinte- sis? La continuidad, dice Einstein, es una estruc- tura del espacio, es'un “campo” a lo Faraday. La unidad es foco energético, fenémeno, dtomo, gran tal vez de polvo. Herdclito, maestro del flujo, se deja medir a palmos por Demécrito, el captador de 296 arenas. El rfo, dirfa Géngora, se resuelve en un ro- sario de cuentas. @Por qué no imaginar a Demécrito, en aquella hora de la mafiana, cuando hablan las Musas segin pre- tendian los poetas, reclinado sobre sus estudios, la frente en la mano, pasajeramente absorto, en uno de aquellos bostezos de la atencién que el estro aprovecha para alancear la conciencia con particu las de la realidad circundante, metralla del polvo del mundo, herida césmica que acaso alimenta las ideas? Un rayo de sol, tibio todavia de amanecer, cruza la estancia como una bandera de lz, como una vela fantasmal de navio, Red vibratoria que capta, en su curso, la vida invisible del espacio, deja ver, a los ojos del fil6sofo aténito, todo ese’ enjambre de polvillo que lena el aire. Una zarabanda de pun- tos Iuminosos va y viene, como cardumen azotado gue en vano pretende escapar a la redada de luz, EI fildsofo hunde la mano en el sol, la agita leve- mente y organiza torbellinos de polvo. La intuicién estalla nace en su mente la figura del atomo ma- terial, que no existiria sin el polvo. El étomo es el liltimo término de la divisibilidad en la materia, En Ja intencién al menos, porque cada vez admite divi- sores més intimos. Sin el atomo, la materia seria destrozable y no divisible, Todo’ conjunto es. una Suma, un acuerdo de unidades. Por donde unidad y Atomo y polvo vuelven a ser la misma cosa. En sus cuadros provisionales, Ia ciencia no ha concedido atin la dignidad que le corresponde al es- tado pulverulento, junto al gaseoso, al Iiquido y al sélido, Tiene, sin duda, propiedades caracteristicas, como su aptitud para los sistemas dispersos o colok dales —donde acaso nace la vida—, y como también tal vez por despliegue de superficie— su dispo- sicién para la catélisis, esta misteriosa influencia de la materia que tanto se parece ya a la guardia 297 Vigilante de un espiritu ordenador. 2Seré que el pol- vo pretende, ademas, ser espfritu? 2¥ si fuera el verdadero dios? México, 1940 Ancorajes, Tezontle, México, 1951, pp. 2938, ARISTARCO 0 ANATOMIA DE LA CRITICA* I. La rasanoy de ta critica, {La critica, esta agua: fiestas, recibida siempre, como el cobrador de alu leres,recelosamentey con las pertas a medio abut La pobre musa, cuando tropieza con esta hermana bastarda, tueree los dedos, toca madera, corre en cuanto puede a desinfectarse. De donde salié esta criatura paradéjiea, a contrapelo en el ingento de leite de fa vida? ¢Este impuesto usuraris. que las artes pagan por el capital de que distrutan? De Suerte! que también aqui, como en la Economia Po. Itica, rige el principio de la escasez y se pone un precio ala vigueza? Ya se ha dicho tanto que, para 1 filisteo, el posta es ave de mal agiero, por’ cua to Ig obliga a interrogarse. {Pues lo que el pocta es al filsteo viene ‘a serlo el’ critico para el mismo bucta, por donde resulta que la crtiea es una ise fencia de segundo grado y tn ultimo escollo en Ta vereda de los malos encuentros! Incidente del tram Sito, siempre viene contra la corriente y entra en Ins calles contra flecha, Anda al reves y sé abre paso a codazos. Todo lo ba de contrastar, todo lo ‘pre gunta ¢ inguiere, todo lo echa a perder son su ives gacién analitics. Si ex un dia de campo, se pre * Conferencia tefda en el Palacio de Bellas Artes, bajo los auspicios de Ia Orquesta Sinfonica de México, el 26 de agos fo de 194 298 senta a anunciar la Muvia. ““Pero glo has pensado bien?”, le dice en voz baja al que se entusiasma. Y hasta Se desliza en la camara de los deleites més intimos para sembrar la duda. Al galanteador, Je hace notar el diente de oro y Ja arruguita del cuello, causa del stibito desvio. AI enamorado, le hace no- tar aquella sospechosa cifra del pafiuelo que costé Ja vida a Desdémona. ;Ay, Atenas era Atenas, ni mas ni menos; y con serlo, acabé dando muerte a S6- crates! <¥ sabéis por qué? He aqui: ni mas ni me nos, porque Sécrates inventé la critica. Convidar a una amable compafifa para reflexionar sobre la na- turaleza de la critica tal vez sea una falta de urban dad y de tino, como convidarla a pasear en la nope: lera. Se me hace tarde para pedir disculpas. Yo no quise dara nadie un mal rato. Voy a explicarme. 2. La paradoja del hombre. Estamos seguros del hombre? ¢Es el hombre un hombre o varios hom: bres? Dos por lo menos: uno que va, otro que viene. Casi siempre, dos que se acompafian. Mientras uno vive, otro lo contempla vivir. ;Extrafio engendro polar! El hombre es el hombre y el espejo. Y es que el hombre no camina solo. El poeta Antonio Espina tuvo la intuicién de este compafiero fantasma, y 10 lamé “el de delante”: Va siempre delante. Manos a ta espalda. Indeterminado. Viste de oscuro, ‘Avanzo, avanza. Paro, para, Y Antonio Machado, mucho antes: “Converso con el hombre que siempre va conmigo.” Asi, en este constante trascender de las cosas, donde todo es y no es como el rio de Hericlito, ni siguiera podemos confiar en nosotros mismos, en el hombre que somos, en nuestro punto tinico de re- 299 ferencia, que a lo mejor es también —igual que en Ja Fisica modema~ un punto en movimtentoo me jor atin, una entidad miltiple y cambiante. Somos accién y contemplacién; somos actor y espéctador; somos ‘nodo y cétodo, y chispa que los polos se cambian lucha y conciliacién de principios ante BOnicos; izquierda y derecha; anverso y reverso, y el trinsito que los recorre; somos Paética y somos Critica, accién y juicio, Andrenio y Critilo. El tér mino medio de Aristételes, virtud entre los vicios extremos, no ha de verse como un hito estatico, sino como una zona dindmica cruzada por furioso¢ vaivenes. Y esto viene a ser nuestra alma: la regidn de las atracciones y repulsiones, la regién del rayo. La naturaleza opera por cisma en sts complejos. Evoluciona por dialéctica y repartiends en dos stis procesos. Todo vivir es un ser y, al mismo tiempo, un arrancarse del ser. La esencia pendular del hori: bre lo pasea del acto a la reflexién y lo enfrenta consigo mismo a cada instante. No hay que ir mas lejos. Ya podemos definir la critica. La critica es este enfrentarse o confrontarse, este peditse cuen- tas, este conversar con el otro, con el que va con migo. La, critica es ser condicionado. La poesia es ser condicionante. Son simulténeas, pero ‘edricamnente Ia poesfa es anterior a la critica, ‘Toda creacién lle va infusa un arte poética, al modo que ‘odo creador comporta consigo la creacién, En Santo Tomas, sumo maestro, se admite la posibilidad de que el Universo no haya tenido un comienzo histérico, sino que coexista con Dios, de toda eternidad. Sin em- bargo, para acercarnos al misterio, admitimos como. auxilio tedrico un Dia de la Creacién, Sigamos el simbolo: nuestro Dia de la Creacién se confunde con nuestro Dia del Juicio. Juicio y creacién, pre- cepto y poema, van tronando juntos en el seno de 300 Ja nube poética. Pero lega Ia hora de la reparticién fen que uno poetiza y otro juzga. Antes de alcanzar esta tiltima etapa, el didlogo explicito, hay dos eta- pas anteriores del didlogo implicito. ‘Hagamos un poco de antropologia: lo indispensable para no ahi yentamos. 3, Cisma del poeta y la triby.. Si el hombre es unt- dad aparente, tampoco es siguiera Ia primera apa. rlencia en la’ serie critica, La edlula no comienza on é, sino con el grupo humano. At como el nifio desprende paulatinamente Ia conciencia de su, pro. pio cuerpo por entre la masa cénfusa de sensaciones 4ue To envuelyen, as{ el poeta, envuelto en la nebir Tosa de la txfbu, cobra poco a poco sentido de su autonomfa y de st propledad artistica sabre el poc- a que. produce, La poesia ha nacido como’ un servicio institucional, religioso, magico, agricola, po Iitico. El poema es primeramente rito, formula, decreto, contrato, resela histériea; hechos todos colectivos, verbos todos cuyo sujeto no es el indi duo, sino'Ia tribu. El poeta es mero instrumento, Si alin no se pertenece del tado.en cuanto individno, mucho menos en cuanto poeta, por lo mismo que Su acto es tn servicio elemental de la tribu, Es ¢1 héroe de Ia tragedia primitive, que sdlo aparece y se expreca baja la energia undnime del tore, El irculo social necesita, por geometria del espiritu, apoyarse en un punto equidistante, girar en torno aun centro, y el centro viene a ser'el poeta, tal vez Sacerdote jefe. Como centro, no esel dicho de Su postura’ es una necesidad del eeulo, Siente suis palabras como ajenas, como inspiradas, dictadas por Ja voluntad colectiva que To excita, Qué autocritica Hemos de esperar en sus creaciones elementales? iApenas tun vaho de conciencia, que ni siquiera se Confiesa a sf propia! Pero tn dia acontece el cisina El poeta se siente solo ante su poema, y empieza 301 a considerarlo como cosa suya. No pretendemos dar descripciones histéricas de lo que nunca tuvo his toria, sino explicaciones de concepto, Este cisma, en concepto, puede entenderse como efecto de tres cat 585 concomitantes: 1°, el paulatino desarrollo del sentimiento individual, en todos los miembros de Ja tribu; 22, la sospecha, por parte del poeta, de que pudo hacerlo mejor, ante un posible fracaso de sus formulas; 32, el afan estético que ya apunta, y que lo Tleva a desear el retoque, el perfeccionamiento, la mejor factura de sus artificios verbales. Moisés se remonta en el Sinaf a fraguar sus tablas, Ya no las, consulta con el pueblo. A solas, las recibe de Dios. 4. Cisma det poeta y fa autocritica, La primera eta- pa del didlogo implicito se enlaza, asi, con la etapa segunda, en tanto que se lega al didlogo explicito. Ya el poeta se admira de su propio don, y se enor gullece de él, al paso que le impone correctivos y normas; se entusiasma a la vez que cuda. El can dor de aquel primer asombro, el temblor de aquella duda primera, admite un ejemplo eximio. 5. Valmiki y los pdjaros. El vetusto y casi legenda- rio autor del Rarnayana paseaba un dia por el cam. po. “Ignoro lo que seré el campo en la India. Lo imagino, al igual de ens divinidades exorbitantes, como una masa de arboles de miiltiples brazos que se aprietan unos con otros. Y bajo las bévedas de verdura, ocultas como terribles secrets, las pago- das de hormigas. Una cargazén vital en la atmds- fera, propicia al éxtasis y al pAnico. El contempla. dor queda aniquilado anie el especticulo, y la nati raleza facilmente lo ingiere, reivindicando a su patri monio las virtudes minerales, vegetales y animales que hay en el hombre. Valmiki se ha olvidado de {, admirando una pareja de pajaros cuya voz adqui- rfa singular dulzura, porque era Ia estacién de amor. 302 La pareja se requebraba a su modo, tan superior al nuestro, con cantos, vuelos y danzas y sacudimien- tos del plumaje. Pero el prisicipio desiructor acecha las fiestas de la vida, y entre la maleza, de alguna manera indecisa brillaban los ojos de Vichnii, Vic tima de una muerte injusta, el macho se desploma de pronto, fulminado en plena esperanza. Del pe- cho de Valmiki ha brotado un chorro de palabras, tuna inesperada protesta, una queja poética. Y asi nacié la poesia “kavya”, nuevo género literario. Pero el ruido de su propia vor despierta a Valmiki. Y “¢Soy yo —exclama—, es posible que haya sido yo quien ha pronunciado estas divinas palabras?” El poeta ha dialogado con su estro, se ha desdoblado, hha dudado y se ha asombrado de su propio poder. 6. Primer documento de la duda, Pasamos al diélogo explicito. Ya no es la autocritica, ya es la critica, Ya no es el poeta solo ante su musa, Aparece fren- te a él un extrafio, un censor, un consejero de la duda. El desdoblamiento se ha incorporado en dos personas trégicas: junto al héroe, el protagonista, camina como sombra el deuteragonista, el inquieta- dor. El texto literario més antiguo que registra la historia humana es un conjunto de adoctrinamien- tos redactados para la ensefianza de los incautos, por Piahotep, gobernador egipcio del siglo cuarenta antes de Cristo. Lo primero que en tal documento se aconseja es, para decirlo de una vez, la duda metédica, la desconfianza sobre las nociones recibi- das, la hecesidad de revisarlas cuidadosamente por propia cuenta. Se ve venir a Aristarco. Se presiente a Descartes. La critica, personaje aparte, emprende ahora, frente a la creacién, su largo didlogo inter mitente. 1. El gotpe de Estado. El deuteragonista cobra con- fianza en si mismo y se robustece en Ia opinién. 303 Se ciega de orgullo. Pretende usurpar el papel del héroe, y da un golpe de Estado. La critica no se conforma con seguir los pasos al poema. Ahora se empefia en precederio; ahora se muda en Precep- tiva, Es un caso de sustitucién de poderes, de cuar telazo: asunto también de mitologia. Es’ el abuso de confianza de Zeus, galante arribista septentrio. nal, que se introduce, subrepticio, en el reinado ct6- nico de Hera, empieza por compartir su lecho —por “bifurcar el lecho"— y al cabo se queda acaudillan- do el Olimpo. Es el cuento arabe del mendigo, hecho visir por el soberano caprichoso, y que una buena mafiana pasa de consejero a duefio. De la bifurcacién a la usurpacién, verdadero abuso de con- fianza. Pero si una parte de la critica echa aqui por uun camino errado, otra parte de la critica, no conta- minada, conserva sus usos de facultad legitima. Va- mos a examinarlo de cerca, prescindiendo en ade ante de todos los abusos o’senderos torcidos. 8. La esoala critica y sus grados. Ante todo, la eri tica no es necesariamente censura en el sentido ordi- nario. La critica también encomia y aplaude. Mas atin, explica el encomio y enriquece el disfrute. Des. entendamonos, pues, de la controversia entre lo que hay,de negativo y 10 que hay de positivo en Ia eri. tica. La esencia de los entes se revela en su firm cion constructora, Admitamos provisionalmente que, cuando la critica niega, es porque la creacién no se sosticne, es porque la creacién no existe. De lo con. trario no estariamos ante la critica, sino ante la falsa critica, Demos ahora por admitida la exce- Tencia del poema al que se acerca Ia critica. Sélo asf someteremos la critica a su prueba por exce- lencia, eCémo se acerca la critica al poema? Hay tres grados en esta escala: 12 La impresién; 2° La exé- gesis; 3° El juicio. A través de la estala, juegan 304 diversamente la operacién intelectual, el mero co- nocer, y Ia operacién axiol6gica o de valoracién, que aqui podemos llamar de amor; juegan diversamen- te la razin y la “razon de amor”. 9. La impresion y el impresionismo. La impresién, ya se entiende, es Ia condicién indispensable, la re- ceptividad para la obra literaria. Sin ella no hay critica posible, ni exégesis, ni juicio; ni conocimien: to, ni amor. Ahora bien, la imanifestacién de esta impresion general y humana a nadie se podria vedar. Es un derecho natural, si se me permite un lenguaje anticuado. Cuando esta manera de manifestacion informal y sin compromisos especificos se atreve a hablar en voz alta o se atreve a la letra escrita, suele Iamérsele impresionismo. Los fildlogos, los maestros exégetas, miran el impresionismo con des- dén y sonrisa. Los mismos literatos libres se han permitido algunos dislates al hablar de critica im- presionista. Los fildlogos no tienen raz6n de su des- én por varios motivos: 1 Porque el fin de Ia creacién literaria no es pro- vocar la exégesis, sino iluminar el corazén de los hombres, de todos los hombres en lo que tienen de meramente humanos, y no en Jo que tienen de espe- clalistas en esta o la otra disciplina. Y la critica improcionicta no es més que el reflejo de esta ilumi nacién cordial; no es mas que la respuesta humana, auténtica y legitima, ante el poema. 2 Porque el critico, en cualquier grado de la escala, si no leva adentro un impresionista, carece del contacto para establecer esa misteriosa comuni- cacién con la poesfa, y se queda, por decirlo asi, fuera del recinto. Ei ‘impresionismo es el comtin denominador de toda critica. 3¢ Porque el impresionismo, entendido como el conjunto de reacciones de una época, de una socie- dad, o hasta de un solo individuo representativo, es 305 el indicio indispensable para el filélogo; el que Ie hhace saber lo que ha dicho Ia voz del pueblo; el que sefiala a la exégesis el rumbo; el que llama la aten- cién al erudito y al historiador literario sobre la presencia y el valor del poema, adelanténdose a ellos con una palmadita en el hombro. Y esto, atin en los casos que el especialista ataca por rectificacién con- tra la voz publica. Todo, servicio inapreciable. La cultura, en general, no se construye por extravagan: cias y singularidades secretas, a menos que éstas, vengan a injertar en Ja sensibilidad del grupo hu- mano que parecia estarlas esperando: caso de las revoluciones estéticas, Y esta delacién del estado de cultura es la obra del impresionismo, Los literatos no tienen razén en sus dislates con: tra la critica impresionista, Para mejor entenderlo, reduzcamos los dislates a’ esquema, tarea ingrata si las hay I? Dislate contra el aficionado. EI aficionado, como su nombre Jo dice, es un amante, “Amateur” Ie llama el francés; y el portugués, “amador”. El aficionado es, en las sociedades, el punto mas ‘sen- sible al arte;’aquel para quien el arte —y en nues- tro caso, el poema— no es una cosa yuxtapuesta, sina una realidad préctica, una parte de la vida, de la respiracién habitual, Los sofistas griegos const deraron como un indice de dignidad humana el aceptar, en serio, los engafios del arte. El impresio- nista toma el arte en serio, sin ninguaa obligacion de oficio. {Gran dignidad, en la estirpe de los que apenas comen y duermen! 2 Dislate contra la supuesta esterilidad de la cri tica. Que la crftica sélo brota ante la provocacién del poema ajeno? z¥ qué decir entonces de los que ni siquiera reciben la provocacién del poema? Vol vemos al argumento anterior: quien reacciona ante el engafio del arte, es porque ha superado el nivel 306 307 —Estoy leyendo —decia— un libro extraordinario. ‘Se Mama la Iliada. No sé lo que es; pero desde en: tonces veo a los hombres con estatura de gigantes 10. La exégesis. A medio camino entre el impresio- nismo y el juicio, se extiende una zona de laborioso. acceso que significa ya un terreno de especialistas, Es aquella parte de la critica que puede considerar Se, al pronto, como una mera exacerbacién de la didéctica. Es el dominio de la filologia. Esta erf tica, que por ahora prefiero lamarla exegética, ad- mite la aplicacién de métodos especificos y muchos Ja Taman ciencia de la literatura. Aunque no podria Prescindir del amor, acentia el aspecto del conoci- miento. Informa, interpreta, también valora y tame bién puede Negar hasta el juicio, aunque en todo caso lo prepara. Sino siempre Ilega, es porque se detiene y se entretiene con frecuencia en la mera erudicion de sus temas, y porque sus temas mismnos, algunas veces, mas que un definitive valor humano. tienen un valor interior a los propios fines erudi- tos, un valor sélo de referencia para establecer el conocimiento. La funcién educativa es en ella pre- dominante; es decir: la preservacién de caudales gue llamamos cultura. Es la tinica que puede ense- fidrse y aprenderse, y por eso, en mayor 0 menor Pireza, forma parte del programa académico. Sus métodos pueden reducirse a tres fundamentales, y sélo por la integracién de los métodos adquiere el derecho de aspirar al titulo de ciencia: 12 métodos histéricos; 22 métodos psicolégicos; 3° métodos ¢s- tillsticos. Su contenido puede describirse diciendo que ella estudia la produccién de Ia obra en su épo- ca mental e histérica; la formacién psicolégica y cultural del autor; las peculiaridades de su lengua y su estilo; las influencias de todo orden —hechos de la vida’o hechos del pensamiento— que en la 308 obra misma se descubren; su significacién en la hora que aparece; los efectos que a st vez determina en Otras obras y en el piblico de su tiempo; su fortuna ulterior; su valor estético puro. Es inevitable, si ha de ser cabal, que se contamine un poco de conside- raciones sociolégicas que, aunque la desbordan, le son fronterizas. Pero no debe aceptar como mé- todos determinantes, sino como simples auxilios, los que proceden de disciplinas extrafias. Nunca se queda en especie pura de conocimiento, sino Que fertiliza y renueva el goce estético; por donde Presta, con Ia tarea de conservacién, su més alto 11. Bt juicio, Liamo asf al ultimo grado de Ia escala, a aguella critica de ltima instancia que definitiva, mente sitta Ia obra en el saldo de las adquisiciones humanas. Ni extrafia al amor, en que naturalmente se funda, ni ajena a las técnicas de la exégesis, aun gue no procede conforme a ellas porque anda y aun ‘vuela por si sola y ha soltado ya las andaderas del método, es la corona de Ia critica, Adquiere tras- cendencia ética y opera como direccién del espfritu No se ensefia, no se aprende. Le acomoda la deno. minacién romantica heroica: es acto del genio. No todos la alcanzan. Ni todo es impresionismo, ni todo es método. El que dispouga de una naturaieza sen. sible a Ia obra literaria, el que haya vencido la dura pendiente del método,’ no por eso lo ha agotado todo. Si todos los soldados del Petit Caporal llevan el bastén en la mochila, a pocos fue dado el maris. calato. Los sdtiros que se acercan al fuego, en el fragmento esquiliano del Prometeo Pirdjoro, s6lo consiguen chamnuscarse las barbas, La gracia es la gracia. Toda la emotividad en bruto y todos los grados universitarios del mundo son impotentes para hacer sentir, al que no nacié para sentitlo, la be- eza de este verso sencillo: “El dulce lamentar de 309 dos pastores". No se adquiere con ningiin cambio, no se vende ni se compra por nada Ia alta facultad interpretativa de Longino, Dante, Coleridge, Sainte- Beuve, De Sanctis, Arnold, Pater, Brandes, Baude- laire, Menéndez y Pelayo 0 Croce. ‘Yo quisiera contar ahora los deieites que procura Ja critica, Lo ilustraré, para terminar, con tres ejemplos, 12. Los tres relémpagos: el discurso, fa golondrina y el halcdn, EL piscurso: Confrontemos al hombre e disciplinas humanas con esta frase lefda al azar: “Queda abolida la pobreza”. Alli, donde el igno- rante sélo apreciarfa cierto inevitable efecto humo- ristico, el humanista ha comprendido al instante que se trata de un documento de la Revolucién Francesa, época en que se crey6 remediar con actos de fe las desigualdades sociales y garantizar con de- claraciones y decretos los derechos de la persona. Como en pintura se ofrece a sus ojes el cuadro po- Itico y espiritual. Ante él desfilan, entre una turba, de harapos, los tribunos de grecolatina retérica, los, escenarios tempestuosos, las ideas en forma de da- gas: todo un Iatido de la epopeya humana, en un, Telampago. ‘La GoLoNpRINA: Confrontémoslo ahora con aquel pasaje de Rousseau en que cuenta éste que al abrir su ventana —anuncio de la estacién— eché a volar una golondrina. AI donde el ignorante s6lo ha visto un hecho ‘trivial, aunque agradable, al huma- nista se le ha representado al instante todo un vuelco en la sensibilidad humana: Ja hora en que las no disimuladas pasiones reclaman la consideracién del fil6sofo, la hora en que los “pensadores” (palabra de Ja época) interrogan los fundamentos de Ia socie- dad, que ya la Providencia dejé resbalar de su re- gazo. Y todo ello, como en alegorica estampa, donde el héroe medita ‘teatralmente en mitad del’ campo 310 —el campo que él llama “Ia naturaleza"—, mientras raya el cielo una golondrina, El humanista sabe que aquélla es la primer golondrina de la literatura mo- derna, Ia que anuncia ya el verano del Romanticis- mo. ‘Se abren nuevas avenidas a sus ojos, como en un relémpago, EL HALCON: Sean, ahora, dos versos destacados Templado pula en ta maestra mano fel generoso pajaro su pluma, Y alli, donde el ignorante ha crefdo ver una bur- la de la peor especie, el humanista ha reconocido al instante el estilo de las grandes revoluciones esté ticas en que vino a liquidarse el Renacimiento espa- fiol. Perspectiva de brillantes imagenes y voluptuo- sidades lingilisticas, y aquel gusto de recrear la fantasfa con nobles alusiones. Acude el recuerdo de los libros de venateria y volateria de altura, ri cos en palabras y evocaciones visuales, como aque- los viejos tratados del orfebre que causaban los arrobos de Heredia el parnasiano: la caza de cetre- ria; el haleén —genevoso pajaro— templado como hoy se dice “entrenado” y como se templa una ban- durria, libre su cabeza del capirote, engalanado con el cascabel que da los avisos de su vuelo. El hal- cén pole sti phima en las tregnas del ejercicio, y descansa en la enguantada mano, Ia mano dos veces maestra porque 10 posee y Io educa. Tal vez va el halconero a caballo, aquei caballo andaluz que “en- jabona el freno de espuma”: contaminacién que hace la memoria con versos de Géngora y de Lope. Y por aqui contintia el desfile de figuras y actitudes gallardas, como en un tapiz de Ia época, recamado A. R., Mon6logo del autor: “La primera golondrina”, en EL suicide, Obras Completas, Fondo de Cultura Economica, México, 196, t IT, pp. 2923. Bi de pesados cordones; y todo, también, en un re- limpago. Y he aqui, en un abrir y cerrar de ojos, hemos multiplicado’tres veces nuestra limitada existencia, transporténdonos en las dos alas —emocién y cone. cimiento— a la regién donde reina la alegria sufi iente. Dichoso oficio, pues, el que no niega, antes renueva y multiplica para sus adeptos los recursos y las ocasiones del deleite. Pero no puede exigirse de todos que posean la suma afinacién del artista, este agente de mutacio nes en la sensibilidad de los pueblos. El iniciar a los més posibles se convierte, por eso mismo, en un alto deber social. Hegel hablé alguna vez del “con. denado por Dios a ser filésofo”. Si, entre los jévenes que han seguido este examen, algunos sienten sac. Gida la vocacién, si algunos oyeron el “Tu Marcellus eis" disimulado en mis palabras, esta charla no habré sido indtil La experiencia literaria (coordenadas), Editorial Lo- sada, Buenos Aires, 162, pp. 97108, PARRASIO O DE LA PINTURA MORAL 2Qvi orm cosa puede ser Iu pintura moral sino el Fetrato? Séerates nos ilustra al Tespecto, Hijo del pedrero Sofroniseo, entendia de are y deeds nite frecuentaba el taller paterno. Hijo de uns’ com drona, aprendié de ella partear-@ alma. Tos amt 08 de las Tetras huimanas reverenciamos en Fons Fela ala patrona de las vocaciones reveladas Séerates ejercia su deporte la Mayéutica— so metiendo a todos al interrogatorio, pidicndoles cuss {a de sf mismos, confesindoles, La Atenas exacer bada por las guérras del Peloponeso y la rebelion 312 contra los Treinta Tiranos no pudo perdondrselo: de aqui la Cicuta. Preguntaba a los sabios, y los en- Contraba ignorantes. Preguntaba a los poetas. Tuvo poca suerte: no los encontré bastante liicidos, Tam- ign preguntaba a los artistas, ¢ iba modelando una estética entre los toques impresionistas de la con versacién. Imposible disimularse que su idea de la belleza esta inficionada —desvio de larga descen- dencia— por aquel virus que un autorizado maes- tro califica como funesto concepto de la utilidad. Cuando su insistencia moral comience a cansarnos, abstengémonos de juicios ligeros: respetémosla, re. cordando que es sincera y profunda, Prefirié morir a traicionarla, Nietzsche afirma que aquella preocupacién ética de la Antigiiedad, desde Sécrates en adelante, aquel entregarse a la razén hasta los extremos del absur- do, son ya sintomas de dolencia, naufragio y per dida del sentido vital. Si el corazén da en escarbarse €s que se va volviendo obstaculo, es que esta en- fermo. cExplicard esto que el poeta Platén, al sentir las resistencias ya débiles, se acautele contra los furo- res del estro en la fortaleza civil de su Reptiblica?

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