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Para un análisis materialista dela estera domésti ca 133 Mal/anv F [¡'QUIla

Una de las consecuencias ha sido la rnésrico y dejar fuera de ella lo domes-


incomprensión de los proceso s de cam- tico. La teoría clásica ha impuesto por
bio en la familia y, dentro y fuera de és - doqu ier sus conceptos de trabajo, acti-
ta, de la problemática de la discrimina- vidad o economía . Así sucede con la de-
ción y la opresión de la mujer. Para la finición de la actividad econ ámíca, que
izqu ierda en particular, el legado del categoriza, como es sabido, a millones
marxismo ha actuado como un fardo de amas de cas a co mo in'activas. Y el
Para un análisis que la co ndena ba a mirar con displi -
cen cia la problemática de la discrimi -
mismo desempeña, en un plano más am -
plio, la identifica ción de la econom ía
naci ón de género (al igua l que la étnica , con la econo mía m onetaria (de mer ca -
materialista de la o la basada en la edad), co mo un epife-
nómeno de la explotación de clase o un
do o pública), de la producción con lo
que tiene precio , y de la distribución con
residuo precapitalista . Como dijera Marx el mercado.
esfera doméstica a la señora Kug elman, al parecer con
bastante disgu stn de ésta, las mujeres re-
Pero llama todavía más la atención
el papel jugado por el marxismo. Aun -
nían que preocuparse men os de liberar- qu e no faltarán co nt rad icto res, su apor-
Mariano F. Enguita se a sí mismas, como mujeres, y hacer
má s por a yuda r a sus maridos a libe -
tación al resp ecto podría sinterizarse en
haber relegado lo doméstico a l limb o de
rarse ellos, como proletarios. Se colegía las superestructuras , de lo extraecon ó-
que des p ués, tras la llegada del Gran mico . La teoría eco nómica marxista par -
El análisis y la crítica de la realidad so- reconoce como tal y que, por lo tanto, Día, los demás problemas se resolverían te de una definición del á m b ito de lo
cial, y por ende los proyectos para su no es objeto ni de interpretación ni de solos. econ ómico simil ar a la de la teoría clá -
transformación, han debido siempre di- crítica . En esa espe cie de conspiración con - sica. Si la form a elemental de la riqu e-
rigirse contra dos tipos de objetivos: las El hogar, el trabajo doméstico, el mo- ceptual han participado de lleno el sen - za es la mer can cía, en lugar de los bie-
interpretaciones inadecuadas y las ocul - do de producción doméstico se hallan tido común, la econ omía clásica y el mar- nes y servicios en un sentido más general,
taciones . Es una interpretación inade- exactamente en esta circunstancia. Aun - xism o . Por supuesto que no siempre y todo lo que no pr oduce mercancía s es
cuada, por recurrir a un ejemplo harto que desde hace tiempo algunas voces y no sin figuras, pero sí en lo fundarnen - extraeconóm ico. La familia, entonces,
popular entre la izquierda, que la com- plumas hayan apuntado en sentido tal. Al sent ido co mún pertenecen, por se co nviert e en una relaci ón supere s-
praventa de fuerza de trabajo sea un sim- opuesto, estos procesos y relaciones so- ejemplo, los tópicos que nos hacen con s- rrucrural, que sólo mantiene ciertas fun -
ple intercambio de equivalentes. La ven- ciales raramente han sido considerados ranrernente distinguir entre mujeres que cione s económicas co mo reliquia del pa-
taja de criticar una interpretación como tale s. En lugar de ello, toda una • «trabajan - y mujere s que «no trabajan », sado. Todos lo s epiciclos posteriores
inadecuada (o una representación ..ideo - trama de conceptos incapace s de dar según que tengan o no un empleo; o la sobre la famili a co mo unidad de con su -
lógica », una forma de ..falsa concien- cuenta de su complejidad, pen sados es- jerga misma de las amas de cas a, en la mo (pero no de producción), como se-
cia », si se prefiere un lenguaje más tra- pecíficamente para lo que qu edaba fue- que lo doméstico se percibe y designa de de la reproducción (pero no de la pro -
dicional) es que se trata de algo que todo ra de su á m bito , ha confluido (casi po - como una faena, co mo cosas que hacer, duc ción ) o como repositorio de la fuerza
el mundo sabe discut ible, tanto si sus - dríamos decir conspirado) para alejarlos per o no como un trabajo; o esa super- de trabajo (como si los demás bienes fue-
cribe la interpretación criticada como si del foco de a te nc i ón de la crítica y de ficial sens ibilida d moral que nos lleva ran todos de lu jo o de producción, nun -
acepta la crítica que se le opone. Así, por los proyectos de transformación de la siempre a escandalizarno s ante la con - ca de co ns umo ), no han sido sin o va-
volver a nue stro ejemp lo, desde los orí- sociedad. Inclu so hoy, cu and o el re - sideración de las relaciones familiares riantes so bre lo mismo.
genes mismos de la ind ustria moderna chazo, al menos formal, de cualquier como relaciones económicas .
y de la eco no mía como disciplina cien - forma de discriminaci ón de la mujer en En 1\1 concerniente a las teorías eco -
tífica se está discutiendo si el trabajo asa - la vida pública es ya un lugar común en nómicas clásica y marxista pueden vis-
lariado es o no trahajo explorado. Por El modo de produccion doméstico
nuestro ent o rn o , su trastienda, las re- lumbrarse acá y allá algunas excepcio -
el contrario, en el caso de una oculta- laciones en la esfera doméstica, siguen nes, trátese de Mili o Galbraith, Bebe! o
ción, u omi sión, o inadvertencia, o co- recibiendo una atención bastante esca - Me illassoux, pero la corriente principal Sin embargo, si co ns ideramo s la econo-
mo queramos llamarla, nos encontra- sa y marginal por parte de las ciencia s ha ido siempre en la sola d irección de mía , de acuerdo con una definición clá -
mos ante una cuesti ón social que no se sociales. identificar la eco no mía con lo exrrado- sica, co mo la asignación de recursos es-

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Maflano F. Enguita

casos a fines alternativos, lo que impli-


ca un ámbito mucho más amplio que el
134 Para unanálisis matenaüsta de laesfera doméstica

uso y disposición del patrimonio y la ad-


ministración de la renta son otras).
Para unan álisis materiali sta de laesteradoméstica

por entero la capacidad de trabajo adi -


cional o liberada. Se busca, en suma, un
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ra densidad teórica . Por un lado, se in-


rentó aplicar a las decisiones económi-
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de las transacciones monetarias, pode- El modo de producción doméstico es c ómprcmiso entre trabajo y ocio, entre cas en la esfera doméstica los presu-
mos dar cabida a conceptos que nos per- un concepto con el cual designamos una esfuerzo y bienestar. Esto significa que, puestos de la conducta "económicamen- 1
miran una reinrerpreraci ón de lo do- doble realidad. Por un lado, que existe eb caso de aumenro de las necesidades te racional » propios de la economía clá - í
mésoco. Los hogares. en esta perspectiva, un sector económico, de importante en- sir que lo haga la capacidad de trabajo, sica y neoclásica . Es el caso de la "Nue-
se presentan como conjuntos de indivi- tidad y claramente definible, distinto del el trabajador doméstico puede llegar a va Economía de la Familia », encabeza-
duos que ponen en común sus recursos capitalista y, en un análisis más porme- un alto grado de autoexplotaci ón, lo que da por T. W. Schultz y por el f1amanre
para la satisfacción de sus necesidades. norizado, del mercantil (pequeña pro- convierte su oferta de trabajo en una premio Nobel de economía G. S. Bec-
Estos recursos comprenden hoy patri- ducción para el mercado) y del buro- cantidad altamente elástica. Por el con- ker (un indicador de los tiempos que
monio (por ejemplo, una vivienda), in- crático (sector público). En España, por t~ario, en el caso de un aumento abso- corren), de la que no vamos a ocupar-
gresos dinerarios (por ejemplo, un sala- ejemplo, el rotal de horas trabajadas en luto o relativo de la capacidad de tra - nos aquí porque, aunque todo su em-
rio) y trabajo dom éstico (por ejemplo, el sector doméstico es superior, según bajo se sacrifica el potencial aumento peño estaba en explicar las " decisio nes
la colada). Los mencionados conjuntos todas las estimaciones, al del resto de la del consumo al logro de ocio, lo que en económicamente racionales » como el
suelen ser hoy familias nucleares, como economía. Por otro, que ese espacio es general favorece al estancamiento eco- matrimonio o la maternidad, no pres-
ayer eran familias extensas, pero tam- escenario de unas regularidades socia- n~mico, la reproducción simple. raba apenas atención al trabajo do -
bién pueden ser individuos aislados u les, de una lógica de funcionamiento, de , Chayanov postul ó esta lógica como méstico (como es propio de una teor ía
otro tipo de agrupamienros (por ejem- una dinámica económica específica y dis- explica ci ón del comportamienro econó- que tiende siempre a imaginar la eco-
plo, comunas). Un hogar, por consi- tinta de la de los demás sectores (i. e. rJico de la unidad de producción cam- nomía como un inmenso mercado, sin
guiente, es una insrirución social, y en distinta de la dinámica del mercado o pesina, que en muchos aspectos parecía prestar atenci ón alguna a la trastienda,
todos los sentidos una unidad econó- de cualquier lógica que podamos irnpu- contradecir las hipótesis de la economía la producción) (1) .
mica, no un mero espacio físico . rar a la asignación de recursos en el sec- tanto clásica corno marxista. Sahlins ha Más interés para nosotros tienen, por
El trabajo doméstico es el trabajo que tor público). riostrado cómo puede aplicarse tambi én centrarse en él trabajo doméstico, los
las personas realizan para la satisfacción La dinámica (o la est ática) del modo a' los pueblos primitivos y, en general, a análisis procedentes de la economía y la
directa de sus necesidades y las de otros de producción dom éstico puede resu- l~s economías de subsistencia, y otros sociología marxistas, que repararon en
miembros de sus hogares . ..Directa .. mirse en lo que Sahlins ha llamado la re- estudios lo han hecho a la proroindus- él a partir de la eclosión del movirnien -
quiere decir aquí sin recurso al merca- gia de Chayanov. La unidad doméstica rtializaci ón (el trabajo domiciliario: ro feminista y de las críticas dirigidas
do ni al Estado. No es el trabajo que se busca constanrernenre un equilibrio en- Kriedte, Medick, etc .) y parcialmente al por sus porra voces contra una teoría
realiza en el hogar, pues puede realizar- rre esfuerzo de trabajo y nivel de bie- trabajo artesanal (Thompson, Furniss, económica, de la explotación y de las
se fuera (por ejemplo, comprar o pasear nesrar para una composición demográ- N1onrgomery... ).· Lo que se trata de se- clases que permanecía ciega ame las di -
al perro); ni es el servicio doméstico, que fica dada . Si la capacidad de trabajo es ñalar aquí es, sobre todo, su aplicabili- ferencias y las rela ciones de género . Sin
por el contrario es trabajo asalariado o escasa en relación con el número de uni- dad al trabajo de las amas de casa y, más embargo, su esfuerzo se ha orientado
mercantil, en todo ca so remunerado, o dades de consumo (por ejemplo, si la en general, al trabajo dom éstico inclu - más hacia el objetivo de especifica r la
sea, ..exrradom ésrico ..; ni se puede iden- proporción de adultos hábiles para el so en una 'eco no m ía predominanremen- relaci ón entre la mujer y su trabajo, de
rificar con el trabajo de las mujeres o de trabajo es baja), la intensidad del tra- te capitalista. un lado, y el ca pita l, de otro, que hacia
las amas de casa, pues ni todo trabajo bajo aumenra. Si la capacidad de traba- la relaci ón misma hombre-mujer en la
de la mujer es doméstico (rrahajan tam- jo crece para un mismo número de uni - esfera doméstica . Tal énfasis era de es-
bién en empleos remunerados), ni todo dades de consumo, o las necesidades de perar, pues se trataba, sobre todo, de si-
trabajo dom éstico es de mujer (el niño C;apitalismo y trabajo doméstico
consumo decrecen para una capacidad tuar, por una u otra vía, a las mujeres
que trae el pan o el marido que lava su de trabajo dada (por ejemplo, los hijos en la misma barricada que sus compa -
coche el domingo ramhién realizan un crecen y trabajan, o abandonan el ho - A partir de los años setenta hubo di - ñeros: contra el ca pita l. Tres rrahajos a
trabajo dom éstico). Las necesidades son, gar), en lugar de producirse un aumen- versas tentativas de abordar el análisis tener en cuenta son los de Seccornbe ,
por supuesto, las que los individuos sien - to general del nivel de consumo indivi- de la economía doméstica con una cier- Gardincr y Harrison.
ten corno tales; no importa el juicio de dual disminuye la intensidad del trabajo,
valor que puedan merecer a los demás. al menos en parte, o se produce un au - (i) Se puede obtener una idea de por d ónde iban 1m tiro s a part ir dclm .tÍlulo, de 1m rruhajos rc( of\i-
El trabajo dom éstico es súlo una parte mento simultáneo del consumo y del <los CII la compilaci ón de T. W. Schulrz, I-:(OI/I,," i(; "1 th.'IJl/li/y (C1u(al\o, lIC Prcss, 1~ 74) : .1.. JlH" -
ql«i,," entre la cantidad y la calidad de lo, ni ños-, -La calidad del 11 Jll o y la dem.mda de ninos «, ..1..1
de la actividad econ ómica del hogar (el ocio, sin que ni uno ni otro absorban educaci ón y la demanda derivada de ni úos», cn ércra.
Mariano F Enguila 136
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Para unanálisis materialista de la estera doméstica


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Para unanáli sis mater ialista de laestera doméstica 137 Mariano F EngullJ

Según Seccombc, una mera «aplica- funde farragosamente la teoría del va- allá del ámbito que le es propio: el mo - fuerzas entre capital y trabajo, es decir,
ción consistente de la rcor ía del valor- lor-trabajo de Marx, que pretende apli- do de producción capitalista. La ecua- de factures ajenos a la unidad familiar;
trabajo a la reproducción de la fuerza car. Según éste, el valor de una mercan- ción planteada por Marx entre el nivel el trabajo doméstico, entonces, perma-
de trabajo misma » debería de llevarnos cía es igual al valor de la fuerza de trabajo de subsistencia del trabajador (y su fa- nece como la única variable de com-
a comprender que al valor de ésta se in- empleada en producirla, tanto la direc- milia) y el valor del trabajo incorpora- portamiento altamente elástico. Volve-
corpora el trabajo doméstico. Puesto que tamente aplicada a su producción como do a las mercancías necesarias para su remos sobre esto. Gardiner, no obstante,
el valor de la fuerza de trabajo, como el la incorporada a otras mercancías que consumo, sólo tiene sentido dentro del se plantea exclusivamente la relación en-
de cualquier otra mercancía, está for - intervienen también en ella. Pero ha de análisis abstracto del modo de produc- tre el trabajo doméstico y el capital, no
mado por el valor de las mercancías ne- tratarse siempre de fuerza de trabajo em- ción capitalista, es decir, en una socie - entre el trabajador doméstico y el tra-
cesarias para su producción, por el tra - pleada en la producción de valores de dad enteramente capitalista: en ese ca- bajador asalariado: supone que la fa-
bajo incorporado a esta s mercancías, cambio, no de cualquier trabajo (3). La so, el salario ha de permitir cubrir las milia es simplemente una unidad soli-
por el «tra ba jo socialmente necesario ", expresión « socialmente necesario" se re- necesidadcs de subsistencia exclusiva- daria, sin fisuras económicas en su
hay que admitir que el trabajo domésti- fiere a las condiciones marcadas por la mente por medio de mercancías. Pero ni interior.
co, sin el cual no se reproduciría la fuer- tecnología media y por la relación entre la sociedad es puramente capitalista ni De índole distinta es el análisis de
za de trabajo (ni cotidiana ni genera- oferta y demanda del producto; no es cl capital ha satisfecho jamás totalmen- Harrison. Aunque cronológicamente
cionalmente), forma parte de éste y, por una puerta trasera oportunamente co- te, por sí solo, las necesidades de los tra- anterior a los otros dos, lo hemos deja-
tanto, del valor de aquélla . El hecho de locada para que por ella entren la seño- bajadores mediante el salario. No pue- do para el final porque aborda más es-
que permanezca ..privatizado», que no ra de la casa o el gato que la mantiene de plantearse una igualdad entre nivel pecíficamente la cuestión del equilibrio
entre en relación directa con el capital, limpia de ratones. Al afirmar que el tra - de subsistencia (históricamente deter- en el intercambio dentro de la unidad
no impide que así sea, pues no lo está bajo doméstico produce valor pero no minado, etc.) y salario, sino que el nivel doméstica. Según este autor, la esfera
más que el del pequeño productor. Así, está sometido a la ley del valor, Seccombe de subsistencia es alcanzado mediante doméstica representa un modo de pro-
el trabajo dom éstico «a lca nza » valor de se ve llevado a buscar la magnitud de combinaciones diversas de mercancías ducción « clienrelar » que ni fue domi-
cambio en la venta de la fuerza de tra- aquél en la parte correspondiente del sa- compradas con los ingresos salariales y nante antes ni es el germen del futuro,
bajo, aunque nu está sometido a la ley lario, con lo cual llegaríamos a la ab- trabajo doméstico. El papel del trabajo sino que coexiste cun el modo de pro-
del valor purque no acude él mismo al surda conclusión de que cuanto menor doméstico para el capital, entonces, con - ducción capitalista y se adapta a sus ne-
mercado. Produce valor, pero no plus- sea el salario y, por tanto, cuanto ma - siste en hacer disminuir el salario por cesidades. Aporta trabajo doméstico que
valor, por lo que no es trabajo produc- yor sea la carga de trabajo doméstico, debajo del nivel de subsistencia. Y d va- se incorpora a la fuerza de trabajo, igual
tivo . Si dividimos el salario en una par- menor será el valor de éste. En realidad, lor de la fuerza de trabajo concierne, que lo hacen otras formas de produc-
te A, que sostiene al trabajador asalariado la función de este absurdo es otra: pro- efcctivamente, tan sólo a las mercancías ción en los países subdesarrollados. El
y sus futuros sustitutos, y otra B, que clamando la equivalencia entre el valor que intervienen en esa combinación. ama de Casa, aunque no produce plus -
sostiene al ama de casa y las suyas, és- del trabajo doméstico (la parte que va Cuanto menor sea el salario, pur tanto, valor ni valor, realiza plustrabajo en la
ta, B, es el valor del trabajo doméstico. al trabajador varón) y el salario (la par - mayor será la carga de trabajo domés- medida en que su trabajo excede la pro-
En la esfera doméstica, salario y traba- te que va a la mujer), el autor elude cual - tico para mantener un mismo nivel de ducción de' sus medios de subsistencia.
jo doméstico se intercambian como equi- quier posible relaci ón de desigualdad o vida : ésa es la relación entre trabajo do- Lo explica con un ejemplo: suponga-
valentes. En la compraventa de fuerza explotación entre el trabajador y el ama méstico y capital (4). mos una familia bipersonal, en la que
de trabajo el capital compra ésta por su de casa . Comprados ambos trabajos por Es de destacar que la argumentación él trabaja diez horas como asalariado y
valor, pero tal valor comprende tanto el el capital, sólo tienen un enemigo co- de Gardincr es similar a la utilizada por ella otras diez en el hogar. El salario de
trabajo del obrero como el del ama de mún . Chayanov al estudiar el comportamien- él retribuye cinco horas de trabajo ne-
casa (2). El planrearnienro de Gardiner es más to de la «organización económica cam- cesario, con lo que el ca pital se apropia
Este galimatías es, francamente, in- atractivo. Para esta autora, la teoría del pesina », aunque la autora no indica en de cinco de plustrabajo, y se reparte en-
sostenible . Para empezar, Seccombc con - valor-trabajo no puede aplicarse más ningún momento conocer su obra. El ni- tre la pareja, de modo que cad a uno
vel de subsistencia se considera dado, co nsume mercanc ías (medios de sub-
«histó ricamente determinado »; el sala- sistencia) por valor de dos horas y me-
(2) W. Seccornbc, -The houscwite .1II.l he, labour under capitalismo, NeU' l.eit Re,';eu'lU, 1974 . Este
artícul o, así com« los de ( .... dinrr y Harrison, fueron publicados en casrcllano en el pequeño volume n rio, que sirve para cubrirlo en parte, de - dia. El trabajo de ella produce medios
titulado H ,""" de ("5" ""lO ,·/ ... '/"'''/lSmu. Barcelona, Anal(,ama, 1975 .
pende del mercado y de la relaci ón de de subsistencia que se reparten por igunl,
(.1) Sobre este punto, V';.lSl· P. Smirh, • Dumcstic labour and MMX's thcnry uf vuluc - en A. Kuhn y A.
M . Wolpt.·, cds.• rt'm"IIS11I and matcrtulssm: Wom("II and mudes of production, LonJrL's, Rouded~( &
Kegan l'aul, 197M . (4\ J. (; a,.linc" .Women·s .lUIlle-lic Libour .., N,''' ' 1."li R"l';"'" H'I, 1'17.\.
Mal/ano F. Enguila 138
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Para unanalisis marenat ísta de la estera domé stica


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Para un análisis materialista dela estela dom éstica 139 Maliano F. EngUlla
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de modo que subviene a las necesida- ciones entre los sectores capitalista y do- misma y, por tanto, en su capacidad de ¿Hay explotación m ti hogarl
des de cada uno con cinco horas; la fa- méstico y el intercambio entre salario y satisfacer necesidades. La generalidad
milia consume así quince horas en to- trabajo doméstico, se abre la caja de las de las amas de casa podría confeccionar Parece más sensato plamearse el pro-
tal, siete horas y media cada uno de sus sorpresas. Así, en el primer caso consi- vestidos y plantar champiñones, pero es blema en otros términos. La privaóón
miembros. El trabajo doméstico, por derado por Harrison (productividad poco verosímil que su calidad fuera equi - de medios de producción y el desarro-
tanto, permite elevar la tasa de plusva- igual), que centra su artículo, el mari- parable a la de los mismos productos 110 de las necesidades fuerzan a 105 in-
lor, ya que, sin él, el capital tendría que do explota a la mujer, puesto que le ofre - obtenidos en el mercado y que el traba- dividuos y a las unidades familiares a
pagar un salario de siete horas y media; ce dos horas y media de trabajo remu- jo necesario para ello fuera menor que acudir al mercado o al empleo extrado-
hay una transferencia de dos horas y nerado convertidas en salario a cambio el incorporado al dinero con que se com- méstico (salvo que posean propiedades
media de trabajo del ama de casa al ca - de cinco horas de trabajo doméstico en pran. En sentido inverso, se puede co- suficientes como para vivir de ellas sin
pitalista. Esta transferencia posibilita especie. En el segundo (doble producti- mer siempre en restaurantes y contratar hacerlo). La inexistencia de ciertos bie-
que el salario se sitúe por debajo del va - vidad del sector capitalista), ninguno personas que cuiden de los niños a tres nes y servicios en el mercado, sus pre-
lor de la fuerza de trabajo. Si la pro- explota a ninguno, pues intercambian turnos diarios todos los días del año, pe- cios demasiado elevados para la mayo-
ductividad del trahajo en el modo de ría o el simple deseo de destinar los
t
valores iguales: dos horas y media de ro pocos estómagos, pocos niños y po -
producción capitalista fuera dohle que trabajo. En el tercero (productividad cas economías familiares podrían so- recursos monetarios a otros fines les ern-
en el doméstico, la pareja seguiría con- cuádruple en el sector capitalista), la portar tal cosa . pujan, por otra parte, a depender fuer- ~,

sumiendo veinte horas, pero su valor mujer explora al marido, ya que le ofre- Por otra parte, ecuacionar el traba- temente del trabajo doméstico. En esa
sería ahora de quince (pues las de la mu- ce una hora y cuarto de trabajo social- jo doméstico con el trabajo asalariado dualidad, éste tiende a concentrarse, ló-
jer valen la mitad que antes); la fuerza mente necesario a cambio de dos horas o por cuenta propia para el mercado, gicamente, en la producción de aquellos
de trabajo sería retribuida a su valor y media convertidas en salario. Cuanto que es lo que se hace al comprarlos en bienes y servicios que no existen o no
(cinco horas), que es el que permitiría más se desarrolla el capitalismo, más términos de valor, presupone que las resultan alcanzables, lo cual tiene siem-
adquirir todos los medios de subsisten- exploran los asalariados a sus cónyuges amas de casa puedan cambiar en cual- pre que ver con la dificultad de aumen -
cia en el mercado, y el flujo de plusrra- (aunque, en realidad, Harrison con - quier momento su «e m p leo» como ta- tar la productividad en su proceso de
bajo de la unidad doméstica al merca- cluiría que quien los explora más es el les por otro en la economía rnoneta- producción (dificultad que conduce a
do no representaría ningún flujo de capital). ría. Sin embargo, éste no es el caso, precios altos o, simplemente, a que no
valor. Si la productividad fuera cuá - El problema estriba en tratar Jos «me- como vimos en el capítulo anterior. se produzcan fuera del hogar). Tiende a
druple, el valor de la fuerza de trabajo dios de subsistencia » como una cesta cu- Además, si lo fuera, y si las amas de concentrarse, por tanto, en las funcio -
sería de tres horas y tres cuartos (dos yos componentes pueden ser adquiridos casa lo hicieran para evitar ser explo- nes menos productivas en un sentido
horas y media para los medios de sub- hoy aquí y mañana allá, que es el su- tada s por sus maridos, el nivel general material.
sistencia producidos en el sector capi- puesto de las comparaciones de pro- de los salarios caería estrepitosarnen- Para un mismo nivel de consumo,
talista y una hora y c ua rto para los pro- ductividad . Lo primero que hay que de- re. En sentido inverso, podría pregun- unos ingresos más altos permiten obte-
ducidos en el sector doméstico, valor de cir es que la viabilidad de tales compara- tarse, en el caso de igual productivi - ner una porción mayor de los medios de
las cinco horas que la mujer le dedica), ciones es harto dudosa . Él propio Ha - d ad en los sectores doméstico y subsistencia en el mercado y, corres-
con lo cual el salario se situaría por en - rrison se encarga de especificar que lo capitalista, por qué los varones no pondientemente, una porción menor a
cima del mismo y habría un flujo neto único comparable es la productividad abandonan su empleo para co m pa rt ir partir del trabajo domésti co; y vicever-
de valor del sector capitalista hacia la en la producción de los mismos valores . co n las mujeres los medios de subsis- sa . Para unos mismos ingresos, una can -
unidad doméstica (dos horas y media de uso, pero esto, en realidad, echa aba- tencia producidos por veinte horas, de - tidad mayor de trabajo dom éstico per-
para mercancía s producidas en aquél y jo la mayoría de las comparaciones ima - jar de explorarlas y dejar de ser ex- mite alcanzar un nivel mayor de
consumidas por la mujer, menos una ginables. La mayor parte de los bienes plotados ellos mismos, y hasta en caso consumo, y viceversa. No· es cuestión
hora y cuarto para medios de suhsis - y servicios que las familias adquieren en de doble productividad capitalista, por aquí de discutir los efectos de rodas -las
rencia producidas por la mujer y con- el mercado o producen mediante el tra - qu é no lo hacen para estar en su compa- combinaciones posibles de aumento y
sumidas por el rrahajador) (5). ba jo doméstico no son suscepti bies de ñía (6). disminución del nivel de consumo, los
Nótese que, una va introducido el . ser obtenidos por la vía alternativa sin
criterio del valor para discutir las rela - camhios sustanciales en su naturaleza (6) C iert a me nt e, para plantear semejante cuesti ón ha y que se r, cúmo no, M ilron Fricdrnan, en cu ya ro -
hin soll ...la económica, -puesro que el hogar siempre tiene la a ltc rna riva de producir d irectamente para
sí mismo, no necesita entrar en ning ún intercambio a menos 4uc se beneficie de él (...). l .a cOOpt>r¡.".:iún
I 'l [. Harriso» , ·The po' ,,,, .1I ,·,onomy o( h'''''''work ", /lul/"IIII of I!J,· C" " fere" ..,' of Socialist 1:<"0110' se alcanza, de ese modo, sin coerción- o (Capuulism ¡JnJ [rrednrn , Chicago, Thc lIniversilY of Chicago
mut» 11. 1, 1'171.
1'"·,,, 1962, p. 1.1.)
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Mariano F. fn{}uila 14 O Para unanálisis matenatista de la esfera doméstica i Pala unanálisis materialista de la esferadoméstica 141 Mariano F, fnguita

quien lo ejerce ni otro límite in ferio r que nes, sino con la sum a de éste co n el tiem -
ingresos y el trabajo doméstico. Baste plee. Según este criterio habrá explota-
el ocio, ambos mediados por la autono- po de tr ansporte. Así las cosa s, los da -
decir que, según la primera relación, la ción si, y só lo si, uno de los dos aporta
mía y la disposición del traba jador. Po - ros de Bergman y los de Young y Will -
carga de trabajo doméstico depende esen- sistemáticamente una cantidad de tra -
demos sugerir también, aunque sea una -m o rr conducirían a af irm ar que la s
cialmente de la cuantía de los ingresos bajo mayor que el otro. En ningún sen-
afirmac ión vaga y que no permitiría apos- mujeres exp lotan a los hombres, pu es
que llegan a los hogares, lo que para la tido puede hacerse intervenir aquí la pro-
tar en torno a ningún caso particula r, éstos realizaban, 'además de su horario
inmensa mayoría de ésros quiere decir ductividad comparada de los trabajos
que el trabajo doméstico sin ni ños pre - extradomésti co, 12,2 y 9,8 horas sema-
del grado en que el trabajo remunerado doméstico y extradoméstico. Sí debe te-
senta una intensidad menor que el tra - nale s de trabajo dom éstico, respe ctiva-
fuera de ellos (bien como fuerza de tra- nerse en cuenta, en cambio, la intensi-
bajo remunerado, pero, en presencia de merite. Los datos de Durán y Oakley, en
bajo empleada por el capital o el Esta - dad de uno y otro, de la misma manera
niños, una inrensid ad may or. cambio, llevarían a la conclusión opues-
do, o bien como producci ón directa pa- que debería hacerse si se tratara de un
Dado que no podríamos ir más lejo s ra , mientras los de Wood y Walker in-
ra el mercado) sea pagado y, en su caso, intercambio de trabajo doméstico por
en estas comparaciones sin entrar en una dicarían una situación de equilibrio. En
explotado. De acuerdo con la segunda trabajo doméstico (7).
casuíst ica espe cul ativa que sería tod a- rod o caso, hay que llamar la at ención
relación, la carga de trabajo doméstico La cue stión de la intensidad del tra-
vía más di scutible que la s generaliza - sobre el hech o de que las diferencias en
depende del nivel de consumo que de - bajo nos conduce a un campo en el que,
ciones apuntadas, renemos que limitar- los datos no pueden atribuirse a cam-
see alcanzar la familia; lo cua l, según los desafortunadamente, no contamos con
no s, en últ ima instancia, a la co m pa- bios de act itudes, sino a def inicione s y
casos, puede depender del desempeño elementos empíricos y an alíticos sufi -
ración de magnitudes horarias. Aun en me todolog ías d istinta s.
de la autoridad por el hombre, del ejer- cientes. Hay que decir, pese a ello, que
este limitado ámbito, sin embargo, ca - El estudio de Bergman, que es el más
cicio de la autonomía por la mujer, de no puede darse por descontada una ma-
recemos de información sufici enre y lo det allado de los citados, atribuye a los
la presi ón social ambiente, o de cual- yor intensidad en el trabajo extra do -
bastante fiabl e, pues los POC()s esrudios varo nes un total de 63 ,4 hor as de tra-
quier co mbinació n de estos factores. méstico, tal como sugiere la imaginería
existentes arrojan resultados muy dis- baj o semanales (transporte y trab ajo do-
Que haya' o no una relación de ex - masculina que opone el «d uro traba jo »
tintos. M .' Angele s Durán, por ejemplo, méstico incluidos) y, a las mujeres, de
plotación entre el marido y la mujer no del taller o la oficina a la «tra nq uilidad»
calcula la jornada media de las amas de 55,1 horas (tr an sporte y trabajo extra-
es algo que pueda discutirse en términos de estar en casa, la temible jungla exte -
ca sa españolas sin un empleo extrado- doméstico incluidos) (12) , lo que signi-
de valor, ni de «trabajo socialment e ne - rior al pastoril refugio interior. Podemos
mést ico en 10,30 horas, lo que sign ifi- ficaría una pauta general de «explora-
cesario .., o «tra ba jo abstracto » , como sugerir que, en general, el trabajo extra-
ca 72,10 horas semanales (8). Barbara ción femenina », o sea, de los hombres
si el de ambos se desarrollara netamen- doméstico se mantiene dentro de una
Bergman, en cambio, calcula para los por las mu jeres. Lam entablem enr e, no
te para el mercado (en ca lidad de fuer- banda intermedia de intensidad cuyo lí-
Estados Unidos, en 1975-76,49,2 ho - aclara si se ha ponderado el horario se-
za de trabajo o de pequeña producción mite inferior viene marcado por las re-
ra s semanales (9) , y Walker y Woods, manal teniendo en cuenta las vac ac io-
mercantil) y sus lugares fueran inrer- laciones de autoridad y, en su ca so, la
para el mismo período, 56,7 (10). A prin - nes, qu e suelen serlo menos par a las mu -
cambiales. Debe analizarse, por el con- cadencia de la maquinaria (para el tra -
cipios de los setenta, dos estudios clási- jeres que par a los hombres. En gener al,
trario, en los términos que son propios bajo asalariado) y por la presión del mer -
cos, el de Michael Young Y Peter Will- otros estudios no arrojan más luz so bre
del modo de producci ón y distribuci ón cado (para el trabajo por cuenta propia),
motr y el de Annie Oakley, calculaban el asunto, aunque algunos a punran la
doméstico, porque éstos so n los únicos y cuyo Iímire superior es fijado por la re-
la jornada del ama de casa «inactiva » idea de que , cua ndo las muj eres traba-
términos comunes a éste y a los demás sistencia organizada o informal de los
británica en 45,5 y 77 horas , respecti- jan ramhién fuera de casa, en co njunto
modos de producci ón, 1.0 que se inrer- trabajadores (en el trabajo asalariado) o
vamente (11) . Deb e tenerse en cuenta hac en más horas que los hombres, pero
cambia en las unid ades familiares no es por el ejercicio de su autonomía (en el
qu e esta s cifr as no deb en se r co m para - cua ndo no ha cen ral cos a lo s hombres
salario (del var ón) por trabajo domésti- trabajo por cuenta propia); el trabajo do -
da s co n el horario laboral de los var o- tr abajan más qu e ellas ( 13). Adem ás, los
co (de la mujer), sino trubu¡« por Ira - méstico, en cambio, no presenta otro lí-
bajo, no importa en qué forma se ern - mire superio r que la capacidad física de

(B) M , A. Dura n, De pu erta s adenlro , M adrid . Jnstiruto de la M ujer, 198 B, 1', 313 .
(7) Adl'm;h . deber ía I('"",,", l'n CUl·nl.' la relaci ón entre la pro..lucr ividad indi vid ual del t ra bajo dom éstico (9) 11. R, Bergmann, Ti" economie em ergenee o] U'ome1l. n i .. p. 265,
l'
co nsiderad o la p""lu((I\-;lbd 1I,,'di.l de '·SlC. No ob sranre, podernos suponer, par a simplifica r, que la
presión soc ia tiende a i~1I .1 I.HI.1. En ( ll an to _.1trabajo remun erado, supo ndremos que.' lo hace el mercado,
(1 (j ) K. Walker y M. Woods, Tim e use: A measure of fam ily go ods and sen -ia s, Wash in~lon , Arueri c.m
T am bi én podrían hacer ...(' uu ervcn ir L,\ rc.·"IJ"('~ti\' JS cu alificaciones para UI1 rrabaju y otru, con sus co rres- Home Economics Associarion, 197 6 ,
pondiente:' p..'rítH.Jos y (l h [ l'\ o l' , fllt..' r!.o 't dc.' lormaci ón. Para simplificar, co nsider a remo s que ambos son (1 1) M. Young y 1'. Willmoll, op . ctt.; A. Oakley, H au se us'[c, l.nndres, Allcn l.ane , 1974.
trabajos medio v. I .O .IIÜ'IIIII puede Jl'(ir~ r ~spct, :I() del equipamient o para el trabajo dom éstico, que rarn- (12) Per o s ólo se tien en en cuenta las tarnilias en las que el var ón rr uba ja tre int a o mas horas sem anales
bi én hemos de con sidc m r l~u.,1 para ,im('hf rear (par a-el lrah'ljo rrmuncradn cs i¡:ualac; ón la ope ra el
como media .
mercado) . I os tr<.·s ia((OCl" de lo, q ue depe nde b produclividad ('luc ,úlo se 10mM;a en con sideraci ón pa- ( 11) S, Bowle s y H . G inris, Dem ucracy and ('¡JI,i;dlislll , N ueva York, ll..,i c lsooks , 1986,1',22 7, u." .H .
ra•.:ado} ~(Ior pUf sep.H.•JO) so n prccis.nneme ésos: intensidad, cualificaci ún y medios de producci ón,
Mariano F. Engui/a 142
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Para un analisis materialista de la eslera doméslica


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!Pala un an~lisis malerialisla de la eslera doméstica 143 Mariano F. Enguita

gunos autores justamente desde la pers-


estudios comparativos sohre empleo del bidos. Esto significa que es muy proba- ¡ Hasta aquí hemos supuesto que hom-
pectiva de la existencia de un modo de
tiempo se basan sistemáticamente en pa- ble que la explotación de la mujer por bre y mujer consumen lo mismo en las
producción específico, definido como
rejas en las que el hombre es activo y el hombre alcance elevadas cotas en un economías familiares, pero un análisis
patriarcal o doméstico. En la perspecti-
ocupado, pero podrían introducirse otras período álgido de las necesidades do- adecuado de las relaciones económicas
va aquí planteada, sin embargo, parece
situaciones como aquéllas en que está mésticas, por ejemplo, el de presencia de en su seno exigiría contar con estudios
claro que, habiendo mujeres que no for -
jubilado o parado, o la pareja se ha se- niños pequeños, mientras la explotación detallados sobre la distribución de los
man hogares con hombres, sino que los
parado (lo que suele implicar que ella se del hombre por la mujer puede apare- medios de subsistencia entre sus com-
forman por sí solas, o los forman con
queda con la prole, que sin embargo es cer cuando aquéllas disminuyen al mí- ponentes. Lamentablemente, no existe
otras mujeres, o ha hiendo hombres que
de ambos), lo cual indinaría la balanza nimo, por ejemplo en el período del «ni- un cuerpo de investigación a este res-
hacen otro tanto, o habiendo hogares
de la carga de trabajo sobre las espaldas do vacío". Que sea efectivamente así, y pecto en el que apoyarse. El hecho de
en los que las tareas domésticas están
de las mujeres. en qué medida, es, en todo caso, algo a que, en la mayoría de los hogares, las
equitativamente distribuidas, o en las
Lo que todo esto viene a confirmar establecer empíricamente. mujeres administren la mayor parte del
que se ocupa de ellas el hombre, por muy
es que la relación económica hombre- Cuando la mujer ocupa un empleo presupuesto familiar (17), no significa,
pocos que sean, no puede plantearse la
mujer sólo puede comprenderse ade- fuera, sin embargo, el trabajo domésti- naturalmente, que lo hagan en su favor. '
caracterización de las mujeres, en cuan-
cuadamente dentro de la lógica especí- co no se redistribuye entre los cónyuges Algunos autores apuntan que, en caso
to tales, como clase.
fica del modo de producción doméstico. de manera que la carga total de trabajo de escasez de recursos, las necesidades
Pero la pregunta podría transformarse
Si partimos de la figura simple de la pa- permanezca en las proporciones ante- de la mujer son las primeras sacrifica-
en otra: ¿son las amas de casa, como ta -
reja en la que el homhre tiene un empleo riores (14) . Tampoco parece que 10 ha - das (18), pero tanto esta hipótesis como
les, una clase social? Aquí la respuesta
fuera y la mujer se ocupa del trabajo do- ga cuando el hombre se ve liberado, de su contrario sólo podrían verificarse em-
debería ser afirmativa si se pudiera de-
méstico, la exploración no aparece co - grado o por fuerza, del trabajo remu- píricamente. mostrar que regularmente son explota-
mo un fenómeno asegurado de manera nerado fuera del hogar (15). Esto quie- das por sus maridos. En general, aun-
constante, como sucedería para los asa- re decir que la elasticidad de la «fuerza que definimos normalmente las cla ses
lariados en la relación de capital, para de trabajo" doméstica es, fundamental- Hombres y muieres: ¿clases o sociales como agregados de individuos
los trabajadores independientes presta- mente, la elasticidad del trabajo de la categoriast que ocupan una posición similar en las
tarios o arrendatarios en la relación de mujer. Dicho de otro modo: que a la ló- relaciones de producción, en realidad
mercado, o para los privados de autori- gica propia de la economía de subsis- consideramos similar tal posición cuan-
dad o no cualificados, sino como 1m fe- tencia se superpone una rígida división La referencia a los hogares como um-
do y sólo cuando implica una misma
nómeno contingente y de sentido in- sexual del trabajo que es la que deter- dades de producción y distribución al
manera de ser explotado, explorador o
cierto. por más que exista una situaci ón mina que la sobrecarga doméstica (lo trabajo domésticO, como trabajo al mis-
ninguna de las dos cosas. Toda tcoría
típica. Manteniéndose constante el sa - que excede de la carga equivalente a la mo título que cualquier otro y al modo
de las clases, al menos en la tradición
lario (o cualesquiera otros ingresos), la del trabajo remunerado) recaiga exclu - de producción doméstico como un mo -
sociológica marxista y weberiana, es una
magnitud del trabajo doméstico fluctúa siva o prioritariamente sobre la mujer, do específico y con una lógica propia
teoría de la explotación. En el caso de
en relación directa con las necesidades o que el descenso de la carga de traba - sugiere todo tipo de paralelismos con el
las amas de casa y de sus correspon-
de consumo del hogar. Manteniéndose jo cxtradom éstico no se traduzca en un modo de producción capitalista y nos
dientes maridos podría argumentarse
constante el nivel de consumo, lo hace nuevo reparto de las tareas domésti - aboca casi inevitablemente a otra cues-
que lo que media entre unas y otros es
en relación inversa a los ingresos pcrci - cas (16) . tión: ¿pueden considerarse los hombres
algo más que una relación de explota-
y las mujeres como clases sociales? Es-
ción, lo cual nos llevaría a la conclusión
ta propuesta ha sido defendida por al-
(14) En el citad o estudio de Duran, l." .\Illas de cas a que trahaj ••n fuer. contin úan realizando una me -
dia de 6,10 horas diaria, de rrah.llU dom ésuc», mientras las amas de casa ","00 dedicaci ón exclusiva lo
hac ían en IO._lO horas , rn el l"SlUdiode rOUll1( y Willmotlpasahan de una media de 6,5 horas a una de
_maridos
_._.- -no-hacen
... - práetlCamente nada en nin gún sit io , y junto co n ellos, '.recogiendo la hierha .., par-
4. 3. Fn el de Walker y Woods (s'-'Io las ocupadas a tiempo completo}, de 4H,4 a 23.4 horas (y los mari - te del mismo. Una explicación sencilla sería la de 'lue allí im pe ra, como por doquier o más por ser una ,
dos de 12.1 a 12,.1), En el dl' Ikr¡;man trambi én a tiempo completo), de 4'/,2 horas a 2H.1 (si el trabajo sociedad trad ieional, la explotación de la mujer. En realidud, lo que sucede es que la diVISión de las
dorn ésnco segu ía sicrulo rcvpon-,.•hilidad de la mujer: '¡rIIJK" -"'i(" [amilies, el 13E"1 00 del total], 21 ,.\ rareas ha sohrevivido a éstas, y mientras las rareas tradicionales de las muieres se manricnen, las pro-
(si opta han por conseguir la m.lyoria de los medios comprando os: cush· puyinl!. 'amilies, el 17 por lOO) pias de los homhres han sido abs<lrbid.s o torllodas ohsolerus o inviables por el desarrollo d e l. eCO -
y 22,6 (si oprahan por (Umr,mir d tr,lh,lío dom éstico : tu.o-housekeepers (ami ies, el 6 por 100). y los
maridos. respc cnvamenn-, a '/ ,2, 12.'1 y 10,\ horas.
nomia oc mercado o por la a(Ción del Estado . El trah.jo de campo allí fue realizado por M: Jesús
Montes Corral. .
(1.\) '>e¡(ún Duran (loc. (/1 ,). 1,1' al\l"s de casa de 6.\ años o m,ís dedican todav ía una media de 7,_lO ho - (17) Vé.se D. Heras, .Lus procesos de gastos en las economías familiares ". en M . A. Dur án, o/J. cil .
ras di. nas al trahaio dllllll'"ieo, y las amas de cava iub iladas 6,70.
(Ill) J. Gardincr, .Polirical econOlny 01 durnesric labour in e.lp imlist so, iery ', en D , Barker y S, Alleu,
(16) Un cavo curioso, pur ('·¡I.·IHll10. l" ~'I que l'I\((~ntr;\fn()s en UI1;\ i n vl' st i~a ( i ~'m en curso, en d ~cparto de
rareas en Los Ancare«, JunJ l' .., nuucrcs trabajan regularmente rudo el ano en el hogar, mientras los eds ., Explorutiolls in soci% ¡:y. vol. VIII.

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Mal/ano F. En(Juila 144
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Para unanálisis materialisladela esfera doméstica


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Para unanálisis materialista de la estera doméstica 145 Mariano F. Enguita

de que cada uno de los grupos es tam- podríamos preguntarnos cuál sería la si- bre, lo que equivale a decir que la 'rnu- permanencia y la movilidad en el rner -
bién algo más que una clase, y tal vez a tuación de la mujer dedicada exclusiva- jer es sujeto más probable de (autojex- cado de trabajo, con lo que se acentúa
la de que al ser algo más que clases ya mente a ser ama de casa si la carga do - plotaci ón, En la economía monetaria la desventaja .
no pueden considerarse tales, O podría méstica se aproximara a cero: ¿habría consiste en que las mujeres acceden me- Pero esta situación de privilegio ne-
plantearse que no son grupos abiertos, que compararla con la del cortador de nos a la propiedad y al empleo, ocupan gativo, aunque es una característica
de los que se pueda entrar o salir, razón cupones? Lo que sabemos sobre el lla- peores empleos (más precarios, menos común a las mujeres como tales (igual
por la que tampoco pueden ser clases. mado «síndrome del nido vacío » no pa- cualificados, con menos autoridad, con que la de privilegio negativo lo es a los
La primera objeción, sin embargo, es pu- rece apuntar precisamente en ese senti- menos oportunidades de promoción ... ), hombres), no las convierte en una cla-
ramente terminológica, y la segunda no do, sino rodo lo contrario. Cuando la reciben menores salarios y prestaciones, se. Parece más adecuado hablar de los
es cierra, ya que una teoría de las amas carga doméstica decae por obra del ci- etc. La combinación de ambos privile- géneros (los sexos) como categorías so -
de casa como clase no quebraría porque clo de vida o de otros factores, las amas gios da lugar a un círculo vicioso: la des - ciales, por cuanto se trata más bien de
entre ellas figurasen algunos varones. Lo de casa tienden a aumentar su trabajo ventaja en el mercado de trabajo torna esrereoripos que se asocian directa -
que falta es algo más esencial: que exis- en las tareas restantes, o a inventar ta- a las mujeres más dependientes de los mente a los individuos, con anteriori -
ta siempre una relación de exploración. reas nuevas, con objeto de mantener un ingresos de los hombres, con 10 que se dad a su acceso a las relaciones do-
Según hemos visto, en el hogar puede sentimiento de utilidad y dignidad. La ven forzadas a responsabilizarse de la mésticas o monetarias, aunque luego
haber explotación o no, puede darse en explotación del otro o la eliminación de carga doméstica; la carga doméstica ope- tienen gran influencia sobre su suerte
un sentido o en otro, y pueden cambiar la explotación de uno mismo no consti- ra como un obstáculo para el acceso, la en éstas. •
tanto el sentido como la intensidad a lo tuyen, en modo alguno, objetivos abso-
largo del ciclo de vida de la unidad fa- lutos, independientes de su contexto. El
miliar. castizo grito de ..¡Vivan las caenas! » no
Una opción más atractiva es consi- está siempre fuera de lugar. La dimen -
derar las relaciones de género que divi- sión expresiva (identidad) del trabajo se
den a hombres y mujeres como algo dis- impone a veces a la dimensión instru -
timo: como relaciones de privilegio. mental (interés) .
Podemos definir como relación de pri- El privilegio no consiste en que los
vilegio aquella que otorga a un grupo hombres exploten necesariamente a las
una preferencia sistemática en el acceso mujeres, aunque la mayoría puedan ha-
a ciertos recursos u oportunidades so- cerlo y lo hagan, sino en que ante unos
ciales. La relación de privilegio no im- y otras se abren estructuras de oportu-
plica por sí misma exploración, pero de - nidades distintas, que suelen llevar a los
termina fuertemente las probabilidades primeros a convertirse en explotadores
de cada cual de convertirse en explora- y a las segundas a convertirse en explo-
dor o explotado. Son relaciones de pri - radas, si se trata de la esfera doméstica,
vilegio, al igual que el género, la etnia o que mejoran las probabilidades de si-
(raza y/o lengua y/o nacionalidad de ori - tuarse por encima de la divisoria de la
gen y/o religión) y la edad (en particu- explotación de los primeros mientras
lar, las relaciones adulto/joven y adul- empeoran las de las segundas, si es que
ro/viejo) . Aunque la mayoría de los se trata del mercado de trabajo o de la
hombres exploten a ..sus .. mujeres, no economía monetaria, El privilegio en la
hay una relaci ón de exploraci ón entre esfera dom éstica consiste en que: a) la
hombres y mujeres en cuanto tales, si- mujer es responsable de las rareas do -
no en la medida en que el hecho de ser - mésticas, mientras que el hombre no; b)
Io les confiere estructuras de oportuni - si uno de los dos no puede acceder al
dades distintas, simctric.uncnrc opuestas mercado de trabajo, o si uno de los dos
y socialmente condicionadas, ha de abandonarlo, ése es siempre la mu -
Ci ñ éndonos al privilegio de género, jer, y e) el rrahajo de la mujer es siem- /JoJ/JosoJ Jeco,,,rit'oJ.
mediante un ejercicio de imaginaci ón pre mucho más elástico que el del hom- [oan Mi,..,

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