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Para un análisis materialista dela estera domésti ca 133 Mal/anv F [¡'QUIla
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Maflano F. Enguita
Para unanáli sis mater ialista de laestera doméstica 137 Mariano F EngullJ
Según Seccombc, una mera «aplica- funde farragosamente la teoría del va- allá del ámbito que le es propio: el mo - fuerzas entre capital y trabajo, es decir,
ción consistente de la rcor ía del valor- lor-trabajo de Marx, que pretende apli- do de producción capitalista. La ecua- de factures ajenos a la unidad familiar;
trabajo a la reproducción de la fuerza car. Según éste, el valor de una mercan- ción planteada por Marx entre el nivel el trabajo doméstico, entonces, perma-
de trabajo misma » debería de llevarnos cía es igual al valor de la fuerza de trabajo de subsistencia del trabajador (y su fa- nece como la única variable de com-
a comprender que al valor de ésta se in- empleada en producirla, tanto la direc- milia) y el valor del trabajo incorpora- portamiento altamente elástico. Volve-
corpora el trabajo doméstico. Puesto que tamente aplicada a su producción como do a las mercancías necesarias para su remos sobre esto. Gardiner, no obstante,
el valor de la fuerza de trabajo, como el la incorporada a otras mercancías que consumo, sólo tiene sentido dentro del se plantea exclusivamente la relación en-
de cualquier otra mercancía, está for - intervienen también en ella. Pero ha de análisis abstracto del modo de produc- tre el trabajo doméstico y el capital, no
mado por el valor de las mercancías ne- tratarse siempre de fuerza de trabajo em- ción capitalista, es decir, en una socie - entre el trabajador doméstico y el tra-
cesarias para su producción, por el tra - pleada en la producción de valores de dad enteramente capitalista: en ese ca- bajador asalariado: supone que la fa-
bajo incorporado a esta s mercancías, cambio, no de cualquier trabajo (3). La so, el salario ha de permitir cubrir las milia es simplemente una unidad soli-
por el «tra ba jo socialmente necesario ", expresión « socialmente necesario" se re- necesidadcs de subsistencia exclusiva- daria, sin fisuras económicas en su
hay que admitir que el trabajo domésti- fiere a las condiciones marcadas por la mente por medio de mercancías. Pero ni interior.
co, sin el cual no se reproduciría la fuer- tecnología media y por la relación entre la sociedad es puramente capitalista ni De índole distinta es el análisis de
za de trabajo (ni cotidiana ni genera- oferta y demanda del producto; no es cl capital ha satisfecho jamás totalmen- Harrison. Aunque cronológicamente
cionalmente), forma parte de éste y, por una puerta trasera oportunamente co- te, por sí solo, las necesidades de los tra- anterior a los otros dos, lo hemos deja-
tanto, del valor de aquélla . El hecho de locada para que por ella entren la seño- bajadores mediante el salario. No pue- do para el final porque aborda más es-
que permanezca ..privatizado», que no ra de la casa o el gato que la mantiene de plantearse una igualdad entre nivel pecíficamente la cuestión del equilibrio
entre en relación directa con el capital, limpia de ratones. Al afirmar que el tra - de subsistencia (históricamente deter- en el intercambio dentro de la unidad
no impide que así sea, pues no lo está bajo doméstico produce valor pero no minado, etc.) y salario, sino que el nivel doméstica. Según este autor, la esfera
más que el del pequeño productor. Así, está sometido a la ley del valor, Seccombe de subsistencia es alcanzado mediante doméstica representa un modo de pro-
el trabajo dom éstico «a lca nza » valor de se ve llevado a buscar la magnitud de combinaciones diversas de mercancías ducción « clienrelar » que ni fue domi-
cambio en la venta de la fuerza de tra- aquél en la parte correspondiente del sa- compradas con los ingresos salariales y nante antes ni es el germen del futuro,
bajo, aunque nu está sometido a la ley lario, con lo cual llegaríamos a la ab- trabajo doméstico. El papel del trabajo sino que coexiste cun el modo de pro-
del valor purque no acude él mismo al surda conclusión de que cuanto menor doméstico para el capital, entonces, con - ducción capitalista y se adapta a sus ne-
mercado. Produce valor, pero no plus- sea el salario y, por tanto, cuanto ma - siste en hacer disminuir el salario por cesidades. Aporta trabajo doméstico que
valor, por lo que no es trabajo produc- yor sea la carga de trabajo doméstico, debajo del nivel de subsistencia. Y d va- se incorpora a la fuerza de trabajo, igual
tivo . Si dividimos el salario en una par- menor será el valor de éste. En realidad, lor de la fuerza de trabajo concierne, que lo hacen otras formas de produc-
te A, que sostiene al trabajador asalariado la función de este absurdo es otra: pro- efcctivamente, tan sólo a las mercancías ción en los países subdesarrollados. El
y sus futuros sustitutos, y otra B, que clamando la equivalencia entre el valor que intervienen en esa combinación. ama de Casa, aunque no produce plus -
sostiene al ama de casa y las suyas, és- del trabajo doméstico (la parte que va Cuanto menor sea el salario, pur tanto, valor ni valor, realiza plustrabajo en la
ta, B, es el valor del trabajo doméstico. al trabajador varón) y el salario (la par - mayor será la carga de trabajo domés- medida en que su trabajo excede la pro-
En la esfera doméstica, salario y traba- te que va a la mujer), el autor elude cual - tico para mantener un mismo nivel de ducción de' sus medios de subsistencia.
jo doméstico se intercambian como equi- quier posible relaci ón de desigualdad o vida : ésa es la relación entre trabajo do- Lo explica con un ejemplo: suponga-
valentes. En la compraventa de fuerza explotación entre el trabajador y el ama méstico y capital (4). mos una familia bipersonal, en la que
de trabajo el capital compra ésta por su de casa . Comprados ambos trabajos por Es de destacar que la argumentación él trabaja diez horas como asalariado y
valor, pero tal valor comprende tanto el el capital, sólo tienen un enemigo co- de Gardincr es similar a la utilizada por ella otras diez en el hogar. El salario de
trabajo del obrero como el del ama de mún . Chayanov al estudiar el comportamien- él retribuye cinco horas de trabajo ne-
casa (2). El planrearnienro de Gardiner es más to de la «organización económica cam- cesario, con lo que el ca pital se apropia
Este galimatías es, francamente, in- atractivo. Para esta autora, la teoría del pesina », aunque la autora no indica en de cinco de plustrabajo, y se reparte en-
sostenible . Para empezar, Seccombc con - valor-trabajo no puede aplicarse más ningún momento conocer su obra. El ni- tre la pareja, de modo que cad a uno
vel de subsistencia se considera dado, co nsume mercanc ías (medios de sub-
«histó ricamente determinado »; el sala- sistencia) por valor de dos horas y me-
(2) W. Seccornbc, -The houscwite .1II.l he, labour under capitalismo, NeU' l.eit Re,';eu'lU, 1974 . Este
artícul o, así com« los de ( .... dinrr y Harrison, fueron publicados en casrcllano en el pequeño volume n rio, que sirve para cubrirlo en parte, de - dia. El trabajo de ella produce medios
titulado H ,""" de ("5" ""lO ,·/ ... '/"'''/lSmu. Barcelona, Anal(,ama, 1975 .
pende del mercado y de la relaci ón de de subsistencia que se reparten por igunl,
(.1) Sobre este punto, V';.lSl· P. Smirh, • Dumcstic labour and MMX's thcnry uf vuluc - en A. Kuhn y A.
M . Wolpt.·, cds.• rt'm"IIS11I and matcrtulssm: Wom("II and mudes of production, LonJrL's, Rouded~( &
Kegan l'aul, 197M . (4\ J. (; a,.linc" .Women·s .lUIlle-lic Libour .., N,''' ' 1."li R"l';"'" H'I, 1'17.\.
Mal/ano F. Enguila 138
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Para un análisis materialista dela estela dom éstica 139 Maliano F. EngUlla
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de modo que subviene a las necesida- ciones entre los sectores capitalista y do- misma y, por tanto, en su capacidad de ¿Hay explotación m ti hogarl
des de cada uno con cinco horas; la fa- méstico y el intercambio entre salario y satisfacer necesidades. La generalidad
milia consume así quince horas en to- trabajo doméstico, se abre la caja de las de las amas de casa podría confeccionar Parece más sensato plamearse el pro-
tal, siete horas y media cada uno de sus sorpresas. Así, en el primer caso consi- vestidos y plantar champiñones, pero es blema en otros términos. La privaóón
miembros. El trabajo doméstico, por derado por Harrison (productividad poco verosímil que su calidad fuera equi - de medios de producción y el desarro-
tanto, permite elevar la tasa de plusva- igual), que centra su artículo, el mari- parable a la de los mismos productos 110 de las necesidades fuerzan a 105 in-
lor, ya que, sin él, el capital tendría que do explota a la mujer, puesto que le ofre - obtenidos en el mercado y que el traba- dividuos y a las unidades familiares a
pagar un salario de siete horas y media; ce dos horas y media de trabajo remu- jo necesario para ello fuera menor que acudir al mercado o al empleo extrado-
hay una transferencia de dos horas y nerado convertidas en salario a cambio el incorporado al dinero con que se com- méstico (salvo que posean propiedades
media de trabajo del ama de casa al ca - de cinco horas de trabajo doméstico en pran. En sentido inverso, se puede co- suficientes como para vivir de ellas sin
pitalista. Esta transferencia posibilita especie. En el segundo (doble producti- mer siempre en restaurantes y contratar hacerlo). La inexistencia de ciertos bie-
que el salario se sitúe por debajo del va - vidad del sector capitalista), ninguno personas que cuiden de los niños a tres nes y servicios en el mercado, sus pre-
lor de la fuerza de trabajo. Si la pro- explota a ninguno, pues intercambian turnos diarios todos los días del año, pe- cios demasiado elevados para la mayo-
ductividad del trahajo en el modo de ría o el simple deseo de destinar los
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valores iguales: dos horas y media de ro pocos estómagos, pocos niños y po -
producción capitalista fuera dohle que trabajo. En el tercero (productividad cas economías familiares podrían so- recursos monetarios a otros fines les ern-
en el doméstico, la pareja seguiría con- cuádruple en el sector capitalista), la portar tal cosa . pujan, por otra parte, a depender fuer- ~,
sumiendo veinte horas, pero su valor mujer explora al marido, ya que le ofre- Por otra parte, ecuacionar el traba- temente del trabajo doméstico. En esa
sería ahora de quince (pues las de la mu- ce una hora y cuarto de trabajo social- jo doméstico con el trabajo asalariado dualidad, éste tiende a concentrarse, ló-
jer valen la mitad que antes); la fuerza mente necesario a cambio de dos horas o por cuenta propia para el mercado, gicamente, en la producción de aquellos
de trabajo sería retribuida a su valor y media convertidas en salario. Cuanto que es lo que se hace al comprarlos en bienes y servicios que no existen o no
(cinco horas), que es el que permitiría más se desarrolla el capitalismo, más términos de valor, presupone que las resultan alcanzables, lo cual tiene siem-
adquirir todos los medios de subsisten- exploran los asalariados a sus cónyuges amas de casa puedan cambiar en cual- pre que ver con la dificultad de aumen -
cia en el mercado, y el flujo de plusrra- (aunque, en realidad, Harrison con - quier momento su «e m p leo» como ta- tar la productividad en su proceso de
bajo de la unidad doméstica al merca- cluiría que quien los explora más es el les por otro en la economía rnoneta- producción (dificultad que conduce a
do no representaría ningún flujo de capital). ría. Sin embargo, éste no es el caso, precios altos o, simplemente, a que no
valor. Si la productividad fuera cuá - El problema estriba en tratar Jos «me- como vimos en el capítulo anterior. se produzcan fuera del hogar). Tiende a
druple, el valor de la fuerza de trabajo dios de subsistencia » como una cesta cu- Además, si lo fuera, y si las amas de concentrarse, por tanto, en las funcio -
sería de tres horas y tres cuartos (dos yos componentes pueden ser adquiridos casa lo hicieran para evitar ser explo- nes menos productivas en un sentido
horas y media para los medios de sub- hoy aquí y mañana allá, que es el su- tada s por sus maridos, el nivel general material.
sistencia producidos en el sector capi- puesto de las comparaciones de pro- de los salarios caería estrepitosarnen- Para un mismo nivel de consumo,
talista y una hora y c ua rto para los pro- ductividad . Lo primero que hay que de- re. En sentido inverso, podría pregun- unos ingresos más altos permiten obte-
ducidos en el sector doméstico, valor de cir es que la viabilidad de tales compara- tarse, en el caso de igual productivi - ner una porción mayor de los medios de
las cinco horas que la mujer le dedica), ciones es harto dudosa . Él propio Ha - d ad en los sectores doméstico y subsistencia en el mercado y, corres-
con lo cual el salario se situaría por en - rrison se encarga de especificar que lo capitalista, por qué los varones no pondientemente, una porción menor a
cima del mismo y habría un flujo neto único comparable es la productividad abandonan su empleo para co m pa rt ir partir del trabajo domésti co; y vicever-
de valor del sector capitalista hacia la en la producción de los mismos valores . co n las mujeres los medios de subsis- sa . Para unos mismos ingresos, una can -
unidad doméstica (dos horas y media de uso, pero esto, en realidad, echa aba- tencia producidos por veinte horas, de - tidad mayor de trabajo dom éstico per-
para mercancía s producidas en aquél y jo la mayoría de las comparaciones ima - jar de explorarlas y dejar de ser ex- mite alcanzar un nivel mayor de
consumidas por la mujer, menos una ginables. La mayor parte de los bienes plotados ellos mismos, y hasta en caso consumo, y viceversa. No· es cuestión
hora y cuarto para medios de suhsis - y servicios que las familias adquieren en de doble productividad capitalista, por aquí de discutir los efectos de rodas -las
rencia producidas por la mujer y con- el mercado o producen mediante el tra - qu é no lo hacen para estar en su compa- combinaciones posibles de aumento y
sumidas por el rrahajador) (5). ba jo doméstico no son suscepti bies de ñía (6). disminución del nivel de consumo, los
Nótese que, una va introducido el . ser obtenidos por la vía alternativa sin
criterio del valor para discutir las rela - camhios sustanciales en su naturaleza (6) C iert a me nt e, para plantear semejante cuesti ón ha y que se r, cúmo no, M ilron Fricdrnan, en cu ya ro -
hin soll ...la económica, -puesro que el hogar siempre tiene la a ltc rna riva de producir d irectamente para
sí mismo, no necesita entrar en ning ún intercambio a menos 4uc se beneficie de él (...). l .a cOOpt>r¡.".:iún
I 'l [. Harriso» , ·The po' ,,,, .1I ,·,onomy o( h'''''''work ", /lul/"IIII of I!J,· C" " fere" ..,' of Socialist 1:<"0110' se alcanza, de ese modo, sin coerción- o (Capuulism ¡JnJ [rrednrn , Chicago, Thc lIniversilY of Chicago
mut» 11. 1, 1'171.
1'"·,,, 1962, p. 1.1.)
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Mariano F. fn{}uila 14 O Para unanálisis matenatista de la esfera doméstica i Pala unanálisis materialista de la esferadoméstica 141 Mariano F, fnguita
quien lo ejerce ni otro límite in ferio r que nes, sino con la sum a de éste co n el tiem -
ingresos y el trabajo doméstico. Baste plee. Según este criterio habrá explota-
el ocio, ambos mediados por la autono- po de tr ansporte. Así las cosa s, los da -
decir que, según la primera relación, la ción si, y só lo si, uno de los dos aporta
mía y la disposición del traba jador. Po - ros de Bergman y los de Young y Will -
carga de trabajo doméstico depende esen- sistemáticamente una cantidad de tra -
demos sugerir también, aunque sea una -m o rr conducirían a af irm ar que la s
cialmente de la cuantía de los ingresos bajo mayor que el otro. En ningún sen-
afirmac ión vaga y que no permitiría apos- mujeres exp lotan a los hombres, pu es
que llegan a los hogares, lo que para la tido puede hacerse intervenir aquí la pro-
tar en torno a ningún caso particula r, éstos realizaban, 'además de su horario
inmensa mayoría de ésros quiere decir ductividad comparada de los trabajos
que el trabajo doméstico sin ni ños pre - extradomésti co, 12,2 y 9,8 horas sema-
del grado en que el trabajo remunerado doméstico y extradoméstico. Sí debe te-
senta una intensidad menor que el tra - nale s de trabajo dom éstico, respe ctiva-
fuera de ellos (bien como fuerza de tra- nerse en cuenta, en cambio, la intensi-
bajo remunerado, pero, en presencia de merite. Los datos de Durán y Oakley, en
bajo empleada por el capital o el Esta - dad de uno y otro, de la misma manera
niños, una inrensid ad may or. cambio, llevarían a la conclusión opues-
do, o bien como producci ón directa pa- que debería hacerse si se tratara de un
Dado que no podríamos ir más lejo s ra , mientras los de Wood y Walker in-
ra el mercado) sea pagado y, en su caso, intercambio de trabajo doméstico por
en estas comparaciones sin entrar en una dicarían una situación de equilibrio. En
explotado. De acuerdo con la segunda trabajo doméstico (7).
casuíst ica espe cul ativa que sería tod a- rod o caso, hay que llamar la at ención
relación, la carga de trabajo doméstico La cue stión de la intensidad del tra-
vía más di scutible que la s generaliza - sobre el hech o de que las diferencias en
depende del nivel de consumo que de - bajo nos conduce a un campo en el que,
ciones apuntadas, renemos que limitar- los datos no pueden atribuirse a cam-
see alcanzar la familia; lo cua l, según los desafortunadamente, no contamos con
no s, en últ ima instancia, a la co m pa- bios de act itudes, sino a def inicione s y
casos, puede depender del desempeño elementos empíricos y an alíticos sufi -
ración de magnitudes horarias. Aun en me todolog ías d istinta s.
de la autoridad por el hombre, del ejer- cientes. Hay que decir, pese a ello, que
este limitado ámbito, sin embargo, ca - El estudio de Bergman, que es el más
cicio de la autonomía por la mujer, de no puede darse por descontada una ma-
recemos de información sufici enre y lo det allado de los citados, atribuye a los
la presi ón social ambiente, o de cual- yor intensidad en el trabajo extra do -
bastante fiabl e, pues los POC()s esrudios varo nes un total de 63 ,4 hor as de tra-
quier co mbinació n de estos factores. méstico, tal como sugiere la imaginería
existentes arrojan resultados muy dis- baj o semanales (transporte y trab ajo do-
Que haya' o no una relación de ex - masculina que opone el «d uro traba jo »
tintos. M .' Angele s Durán, por ejemplo, méstico incluidos) y, a las mujeres, de
plotación entre el marido y la mujer no del taller o la oficina a la «tra nq uilidad»
calcula la jornada media de las amas de 55,1 horas (tr an sporte y trabajo extra-
es algo que pueda discutirse en términos de estar en casa, la temible jungla exte -
ca sa españolas sin un empleo extrado- doméstico incluidos) (12) , lo que signi-
de valor, ni de «trabajo socialment e ne - rior al pastoril refugio interior. Podemos
mést ico en 10,30 horas, lo que sign ifi- ficaría una pauta general de «explora-
cesario .., o «tra ba jo abstracto » , como sugerir que, en general, el trabajo extra-
ca 72,10 horas semanales (8). Barbara ción femenina », o sea, de los hombres
si el de ambos se desarrollara netamen- doméstico se mantiene dentro de una
Bergman, en cambio, calcula para los por las mu jeres. Lam entablem enr e, no
te para el mercado (en ca lidad de fuer- banda intermedia de intensidad cuyo lí-
Estados Unidos, en 1975-76,49,2 ho - aclara si se ha ponderado el horario se-
za de trabajo o de pequeña producción mite inferior viene marcado por las re-
ra s semanales (9) , y Walker y Woods, manal teniendo en cuenta las vac ac io-
mercantil) y sus lugares fueran inrer- laciones de autoridad y, en su ca so, la
para el mismo período, 56,7 (10). A prin - nes, qu e suelen serlo menos par a las mu -
cambiales. Debe analizarse, por el con- cadencia de la maquinaria (para el tra -
cipios de los setenta, dos estudios clási- jeres que par a los hombres. En gener al,
trario, en los términos que son propios bajo asalariado) y por la presión del mer -
cos, el de Michael Young Y Peter Will- otros estudios no arrojan más luz so bre
del modo de producci ón y distribuci ón cado (para el trabajo por cuenta propia),
motr y el de Annie Oakley, calculaban el asunto, aunque algunos a punran la
doméstico, porque éstos so n los únicos y cuyo Iímire superior es fijado por la re-
la jornada del ama de casa «inactiva » idea de que , cua ndo las muj eres traba-
términos comunes a éste y a los demás sistencia organizada o informal de los
británica en 45,5 y 77 horas , respecti- jan ramhién fuera de casa, en co njunto
modos de producci ón, 1.0 que se inrer- trabajadores (en el trabajo asalariado) o
vamente (11) . Deb e tenerse en cuenta hac en más horas que los hombres, pero
cambia en las unid ades familiares no es por el ejercicio de su autonomía (en el
qu e esta s cifr as no deb en se r co m para - cua ndo no ha cen ral cos a lo s hombres
salario (del var ón) por trabajo domésti- trabajo por cuenta propia); el trabajo do -
da s co n el horario laboral de los var o- tr abajan más qu e ellas ( 13). Adem ás, los
co (de la mujer), sino trubu¡« por Ira - méstico, en cambio, no presenta otro lí-
bajo, no importa en qué forma se ern - mire superio r que la capacidad física de
(B) M , A. Dura n, De pu erta s adenlro , M adrid . Jnstiruto de la M ujer, 198 B, 1', 313 .
(7) Adl'm;h . deber ía I('"",,", l'n CUl·nl.' la relaci ón entre la pro..lucr ividad indi vid ual del t ra bajo dom éstico (9) 11. R, Bergmann, Ti" economie em ergenee o] U'ome1l. n i .. p. 265,
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co nsiderad o la p""lu((I\-;lbd 1I,,'di.l de '·SlC. No ob sranre, podernos suponer, par a simplifica r, que la
presión soc ia tiende a i~1I .1 I.HI.1. En ( ll an to _.1trabajo remun erado, supo ndremos que.' lo hace el mercado,
(1 (j ) K. Walker y M. Woods, Tim e use: A measure of fam ily go ods and sen -ia s, Wash in~lon , Arueri c.m
T am bi én podrían hacer ...(' uu ervcn ir L,\ rc.·"IJ"('~ti\' JS cu alificaciones para UI1 rrabaju y otru, con sus co rres- Home Economics Associarion, 197 6 ,
pondiente:' p..'rítH.Jos y (l h [ l'\ o l' , fllt..' r!.o 't dc.' lormaci ón. Para simplificar, co nsider a remo s que ambos son (1 1) M. Young y 1'. Willmoll, op . ctt.; A. Oakley, H au se us'[c, l.nndres, Allcn l.ane , 1974.
trabajos medio v. I .O .IIÜ'IIIII puede Jl'(ir~ r ~spct, :I() del equipamient o para el trabajo dom éstico, que rarn- (12) Per o s ólo se tien en en cuenta las tarnilias en las que el var ón rr uba ja tre int a o mas horas sem anales
bi én hemos de con sidc m r l~u.,1 para ,im('hf rear (par a-el lrah'ljo rrmuncradn cs i¡:ualac; ón la ope ra el
como media .
mercado) . I os tr<.·s ia((OCl" de lo, q ue depe nde b produclividad ('luc ,úlo se 10mM;a en con sideraci ón pa- ( 11) S, Bowle s y H . G inris, Dem ucracy and ('¡JI,i;dlislll , N ueva York, ll..,i c lsooks , 1986,1',22 7, u." .H .
ra•.:ado} ~(Ior pUf sep.H.•JO) so n prccis.nneme ésos: intensidad, cualificaci ún y medios de producci ón,
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de que cada uno de los grupos es tam- podríamos preguntarnos cuál sería la si- bre, lo que equivale a decir que la 'rnu- permanencia y la movilidad en el rner -
bién algo más que una clase, y tal vez a tuación de la mujer dedicada exclusiva- jer es sujeto más probable de (autojex- cado de trabajo, con lo que se acentúa
la de que al ser algo más que clases ya mente a ser ama de casa si la carga do - plotaci ón, En la economía monetaria la desventaja .
no pueden considerarse tales, O podría méstica se aproximara a cero: ¿habría consiste en que las mujeres acceden me- Pero esta situación de privilegio ne-
plantearse que no son grupos abiertos, que compararla con la del cortador de nos a la propiedad y al empleo, ocupan gativo, aunque es una característica
de los que se pueda entrar o salir, razón cupones? Lo que sabemos sobre el lla- peores empleos (más precarios, menos común a las mujeres como tales (igual
por la que tampoco pueden ser clases. mado «síndrome del nido vacío » no pa- cualificados, con menos autoridad, con que la de privilegio negativo lo es a los
La primera objeción, sin embargo, es pu- rece apuntar precisamente en ese senti- menos oportunidades de promoción ... ), hombres), no las convierte en una cla-
ramente terminológica, y la segunda no do, sino rodo lo contrario. Cuando la reciben menores salarios y prestaciones, se. Parece más adecuado hablar de los
es cierra, ya que una teoría de las amas carga doméstica decae por obra del ci- etc. La combinación de ambos privile- géneros (los sexos) como categorías so -
de casa como clase no quebraría porque clo de vida o de otros factores, las amas gios da lugar a un círculo vicioso: la des - ciales, por cuanto se trata más bien de
entre ellas figurasen algunos varones. Lo de casa tienden a aumentar su trabajo ventaja en el mercado de trabajo torna esrereoripos que se asocian directa -
que falta es algo más esencial: que exis- en las tareas restantes, o a inventar ta- a las mujeres más dependientes de los mente a los individuos, con anteriori -
ta siempre una relación de exploración. reas nuevas, con objeto de mantener un ingresos de los hombres, con 10 que se dad a su acceso a las relaciones do-
Según hemos visto, en el hogar puede sentimiento de utilidad y dignidad. La ven forzadas a responsabilizarse de la mésticas o monetarias, aunque luego
haber explotación o no, puede darse en explotación del otro o la eliminación de carga doméstica; la carga doméstica ope- tienen gran influencia sobre su suerte
un sentido o en otro, y pueden cambiar la explotación de uno mismo no consti- ra como un obstáculo para el acceso, la en éstas. •
tanto el sentido como la intensidad a lo tuyen, en modo alguno, objetivos abso-
largo del ciclo de vida de la unidad fa- lutos, independientes de su contexto. El
miliar. castizo grito de ..¡Vivan las caenas! » no
Una opción más atractiva es consi- está siempre fuera de lugar. La dimen -
derar las relaciones de género que divi- sión expresiva (identidad) del trabajo se
den a hombres y mujeres como algo dis- impone a veces a la dimensión instru -
timo: como relaciones de privilegio. mental (interés) .
Podemos definir como relación de pri- El privilegio no consiste en que los
vilegio aquella que otorga a un grupo hombres exploten necesariamente a las
una preferencia sistemática en el acceso mujeres, aunque la mayoría puedan ha-
a ciertos recursos u oportunidades so- cerlo y lo hagan, sino en que ante unos
ciales. La relación de privilegio no im- y otras se abren estructuras de oportu-
plica por sí misma exploración, pero de - nidades distintas, que suelen llevar a los
termina fuertemente las probabilidades primeros a convertirse en explotadores
de cada cual de convertirse en explora- y a las segundas a convertirse en explo-
dor o explotado. Son relaciones de pri - radas, si se trata de la esfera doméstica,
vilegio, al igual que el género, la etnia o que mejoran las probabilidades de si-
(raza y/o lengua y/o nacionalidad de ori - tuarse por encima de la divisoria de la
gen y/o religión) y la edad (en particu- explotación de los primeros mientras
lar, las relaciones adulto/joven y adul- empeoran las de las segundas, si es que
ro/viejo) . Aunque la mayoría de los se trata del mercado de trabajo o de la
hombres exploten a ..sus .. mujeres, no economía monetaria, El privilegio en la
hay una relaci ón de exploraci ón entre esfera dom éstica consiste en que: a) la
hombres y mujeres en cuanto tales, si- mujer es responsable de las rareas do -
no en la medida en que el hecho de ser - mésticas, mientras que el hombre no; b)
Io les confiere estructuras de oportuni - si uno de los dos no puede acceder al
dades distintas, simctric.uncnrc opuestas mercado de trabajo, o si uno de los dos
y socialmente condicionadas, ha de abandonarlo, ése es siempre la mu -
Ci ñ éndonos al privilegio de género, jer, y e) el rrahajo de la mujer es siem- /JoJ/JosoJ Jeco,,,rit'oJ.
mediante un ejercicio de imaginaci ón pre mucho más elástico que el del hom- [oan Mi,..,
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